AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¡Que buen comienzo!... [Reservado]
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¡Que buen comienzo!... [Reservado]
Recuerdo del primer mensaje :
Mis piernas se entumecían al querer mantener el paso que llevaba, mi respiración agitada se volvía cada vez mas insuficiente por cada paso. Corría desesperada, huyendo de cazadores furtivos, y aunque esta vez lo hacia a dos piernas al parecer de verdad estaban molesto. Las calles luminosas de París se habían vuelto mas pequeñas y oscuras por mis malas elecciones pero, no le encontraba vuelta atrás.
Siento entonces, el rostro manchado con barro, el vestido un poco mas pesado de lo normal a causa del agua, a pesar de que al menos medio kilo de tela había quedado en el bosque. Allí les había encontrado a ese par de ratas, cazando venados, asesinando por placer por codicia... ¡Cuanto asco!. Fue entonces que había decidido lanzar un flechazo al brazo de uno de ellos, mas precisamente al que estaba apuntando con su ballesta aquel inocente animal. Entonces me convertí en presa...
- ¡Ya casi la alcanzamos! - Gritó uno de ellos mientras volvía a doblar en un callejón oscuro, húmedo, mal oliente... - Maldita mocosa, me las pagaras. Venderé tu cuerpo para pagar mis medicamento por lo que me has hecho. - Les llevaba cierta ventaja pero aún así la desesperación por no ser alcanzada ni descubierta en mi mayor secreto comencé a detenerme y golpear algunas puertas. En ninguna de ellas parecían tener la intención de abrir.
Doblé entonces a mi derecha, adentrándome a un pasillo aun mas angosto y sombrío. Las risas de los hombres eran tan audibles como si de gritos estuviera hablando. - Esa será tu última vuelta. - ¿A que se refería?...
A pesar de la oscuridad, que apenas cortaba con la luz que brindaba la luna por las angostas paredes, asomaba mas gente por el lugar. Seguramente no muy lejos había alguna reunión, algún tipo de refugio sin que tuviera que recurrir a la transformación. Y tras tropezar con la gente pude ver una luz cálida, era la hoja semi-abierta de una puerta que permitía salir el resplendor de las luces.
Apuré mis piernas, engañándolas con que sería la ultima tirada que tenían que correr. Uno de mis pies tropezó con un saliente en la vereda... Como si fuera acaso posible ver con tanta desesperación y oscuridad. Sin rendirme siquiera por dos segundos me levanté retomando el paso como si nada me hubiese pasado, llegué a la puerta casi tirando todo el peso de mi cuerpo sobre esta para abrirla, metiéndome dentro como si fuera mi casa, o aún peor. Di un giro sin soltarme del picaporte, y cuando tramaba cerrar la puerta, una mugrosa mano se extendió hasta mi cuello para tomarme de mi collar de perlas.
- Así que eres rica... ¡Que suerte la mía!. - El rostro de aquel hombre, nada mas podía compararse con la de un mandril, velluda con sus dientes mal cuidados. Y ciertamente horroroso, llego a espantarme con el complemento de sus ojos color miel.
- ¡Suélteme! - Le dije y forcejé con mi otro brazo para poder zafar de su agarre, pero el collar cedió antes cortándose y viendo ya lo perdido azoté la puerta contra su brazo. Lo quitó aullando como un lobo.
Cerré la puerta y me apoyé intentando tranquilizarme. Miré a mi alrededor y la "reunión" resultaba ser una taberna de mala vida, gente tendida sobre las mesas del lugar, sin saberse si acaso aún estaban con vida... Otros mirando curiosos desde la barra, desde todos los ángulos y algunos rateros tomando de las perlas que habían quedado dentro.
Les miré con cierto miedo, y estos simplemente se sonreían torcidamente, mostrando la carencia de algunos de sus dientes. Me observé el vestido, manchado, desgarrado y percudido. Toqué mi rostro, ciertamente sucio, me quité los guantes y los largué al piso... Debía adaptarme como tal o estaría entre la jaula de los leones y los cazadores furtivos.
Iba a separarme de la puerta, cuando un intento de abrirla me empujó hacia adelante, el ruido seco de la madera delataba el forcejeo. - ¡Abre la puerta! - la voz gruesa y áspera de aquel hombre volvía a entumecer hasta mis huesos ¿o sería que ya tenía frió?. Bloquee la puerta con el cierre de madera y me aleje asustada, temblando... Por el miedo o por el frió, ni siquiera estaba segura. Aunque mi reflejo en uno de los espejos rotos dejaban entrever que claramente mi cabello estaba desmarañado, mojado y embarrado al igual que el resto de mi vestimenta.
Siento entonces, el rostro manchado con barro, el vestido un poco mas pesado de lo normal a causa del agua, a pesar de que al menos medio kilo de tela había quedado en el bosque. Allí les había encontrado a ese par de ratas, cazando venados, asesinando por placer por codicia... ¡Cuanto asco!. Fue entonces que había decidido lanzar un flechazo al brazo de uno de ellos, mas precisamente al que estaba apuntando con su ballesta aquel inocente animal. Entonces me convertí en presa...
- ¡Ya casi la alcanzamos! - Gritó uno de ellos mientras volvía a doblar en un callejón oscuro, húmedo, mal oliente... - Maldita mocosa, me las pagaras. Venderé tu cuerpo para pagar mis medicamento por lo que me has hecho. - Les llevaba cierta ventaja pero aún así la desesperación por no ser alcanzada ni descubierta en mi mayor secreto comencé a detenerme y golpear algunas puertas. En ninguna de ellas parecían tener la intención de abrir.
Doblé entonces a mi derecha, adentrándome a un pasillo aun mas angosto y sombrío. Las risas de los hombres eran tan audibles como si de gritos estuviera hablando. - Esa será tu última vuelta. - ¿A que se refería?...
A pesar de la oscuridad, que apenas cortaba con la luz que brindaba la luna por las angostas paredes, asomaba mas gente por el lugar. Seguramente no muy lejos había alguna reunión, algún tipo de refugio sin que tuviera que recurrir a la transformación. Y tras tropezar con la gente pude ver una luz cálida, era la hoja semi-abierta de una puerta que permitía salir el resplendor de las luces.
Apuré mis piernas, engañándolas con que sería la ultima tirada que tenían que correr. Uno de mis pies tropezó con un saliente en la vereda... Como si fuera acaso posible ver con tanta desesperación y oscuridad. Sin rendirme siquiera por dos segundos me levanté retomando el paso como si nada me hubiese pasado, llegué a la puerta casi tirando todo el peso de mi cuerpo sobre esta para abrirla, metiéndome dentro como si fuera mi casa, o aún peor. Di un giro sin soltarme del picaporte, y cuando tramaba cerrar la puerta, una mugrosa mano se extendió hasta mi cuello para tomarme de mi collar de perlas.
- Así que eres rica... ¡Que suerte la mía!. - El rostro de aquel hombre, nada mas podía compararse con la de un mandril, velluda con sus dientes mal cuidados. Y ciertamente horroroso, llego a espantarme con el complemento de sus ojos color miel.
- ¡Suélteme! - Le dije y forcejé con mi otro brazo para poder zafar de su agarre, pero el collar cedió antes cortándose y viendo ya lo perdido azoté la puerta contra su brazo. Lo quitó aullando como un lobo.
Cerré la puerta y me apoyé intentando tranquilizarme. Miré a mi alrededor y la "reunión" resultaba ser una taberna de mala vida, gente tendida sobre las mesas del lugar, sin saberse si acaso aún estaban con vida... Otros mirando curiosos desde la barra, desde todos los ángulos y algunos rateros tomando de las perlas que habían quedado dentro.
Les miré con cierto miedo, y estos simplemente se sonreían torcidamente, mostrando la carencia de algunos de sus dientes. Me observé el vestido, manchado, desgarrado y percudido. Toqué mi rostro, ciertamente sucio, me quité los guantes y los largué al piso... Debía adaptarme como tal o estaría entre la jaula de los leones y los cazadores furtivos.
Iba a separarme de la puerta, cuando un intento de abrirla me empujó hacia adelante, el ruido seco de la madera delataba el forcejeo. - ¡Abre la puerta! - la voz gruesa y áspera de aquel hombre volvía a entumecer hasta mis huesos ¿o sería que ya tenía frió?. Bloquee la puerta con el cierre de madera y me aleje asustada, temblando... Por el miedo o por el frió, ni siquiera estaba segura. Aunque mi reflejo en uno de los espejos rotos dejaban entrever que claramente mi cabello estaba desmarañado, mojado y embarrado al igual que el resto de mi vestimenta.
Hélèn Laughton- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/01/2011
Localización : Oculta entre las noches parisinas
Re: ¡Que buen comienzo!... [Reservado]
Los pasos aumentaros, al igual que mi respiración. Estábamos claramente acorralados, no podía concentrarme con tanta presión para cambiar mi forma. Por lo que me escondí en la oscuridad lo mas que pude, mientras lo observaba. Estaba nervioso y frenético, y a pesar de estar casi en las mismas condiciones mi postura era mas relajada y me mantenía en silencio.
Claro que podía transformarme en algo mas inofensivo, pero me empezaba a preguntar si realmente quería ser mas inofensiva.
Ademas, cuantas posibilidades tendrían un grupo de muchedumbre, no mas que un simple puñado de humanos de barrios bajos en su mayoría, para nada expertos en la caza de animales salvajes... ¿Cuantas probabilidades existirían que pudiese salir malherida?.
Dejé que Ilhan se me adelantara, quería dejarlo fuera del riesgo. Fue entonces cuando escuché tal comentario, "estupido gato". ¿ Estúpido? ¿¡ Estúpido!?. Nuevamente las garras se me escapaban de las patas. - Yo te enseñaré quien es el estúpido. - gruñí lanzándome sobre este, sin que si quiera se esperara que un animal pudiese hablar.
Los gritos eran despavoridos y rebotaban entre las paredes, aturdiéndose entre ellos comentarios como: "Un demonio", "Un gato demonio", "Padre nuestro...", "Corran"... "¡Matenlo!". Debía admitir que ese ultimo comentario no me gustaba mucho. Me quité de encima del hombre y comencé a correr entre la gente, volteándola al piso con brutalidad.
A poco alcanzaba a Ilhan, que no muy lejos se había ido. Después podría ponerme a darle explicaciones, ahora teníamos que correr, o mas bien tenía que correr. -Yo los pierdo, te veo en tu casa. - Le dije agitada y a susurridos, mientras mi voz era ahogada por los gritos de la gente, lo cual era perfecto ya que no me escucharían. - Solo... los. Perderé y luego iré.. - giré a la izquierda tan rápido como podían mis patas. - ¡Inofensiva! - aquello ultimo habia sido un grito poco inteligente, pero seguro que los humanos, con tanto revuelto no comprenderían de que se trataba.
Los humanos me persiguieron con sus flechas, ballestas, hachas y hasta antorchas. Curiosamente no les temía, inclusiva me daba gracia por lo que iban a presenciar. Ventanas, persianas, y paredes rocosas; el paraíso de los gatos, ahora este nuevo camino comenzaba a volverse de igual forma mas angosto.
Trepé por la pared, ante los gestos y voces de asombros de los humanos que comenzaron a disparar flechas y otras tantas cosas como lanzar piedras. Ninguna de ellas lograba siquiera rozarme, cuando una flecha traicionera me perforó un gemelo, afortunadamente ya había llegado al techo de la vivienda, donde aproveché para arrancar el pedazo de madera de mi pata con ayuda de mis mandíbulas. - Diablos, tendré que tener cuidado. - Murmuré para mi misma mientras me transformaba en una gata siamesa, blanca y negra.
Caminé hacia un borde, fijando mi vista a lo lejos como la gente iba en distintas direcciones intentando dar con el tigre, me senté a esperar un momento a ver a los humanos completamente alejados de mi perímetro.
Claro que podía transformarme en algo mas inofensivo, pero me empezaba a preguntar si realmente quería ser mas inofensiva.
Ademas, cuantas posibilidades tendrían un grupo de muchedumbre, no mas que un simple puñado de humanos de barrios bajos en su mayoría, para nada expertos en la caza de animales salvajes... ¿Cuantas probabilidades existirían que pudiese salir malherida?.
Dejé que Ilhan se me adelantara, quería dejarlo fuera del riesgo. Fue entonces cuando escuché tal comentario, "estupido gato". ¿ Estúpido? ¿¡ Estúpido!?. Nuevamente las garras se me escapaban de las patas. - Yo te enseñaré quien es el estúpido. - gruñí lanzándome sobre este, sin que si quiera se esperara que un animal pudiese hablar.
Los gritos eran despavoridos y rebotaban entre las paredes, aturdiéndose entre ellos comentarios como: "Un demonio", "Un gato demonio", "Padre nuestro...", "Corran"... "¡Matenlo!". Debía admitir que ese ultimo comentario no me gustaba mucho. Me quité de encima del hombre y comencé a correr entre la gente, volteándola al piso con brutalidad.
A poco alcanzaba a Ilhan, que no muy lejos se había ido. Después podría ponerme a darle explicaciones, ahora teníamos que correr, o mas bien tenía que correr. -Yo los pierdo, te veo en tu casa. - Le dije agitada y a susurridos, mientras mi voz era ahogada por los gritos de la gente, lo cual era perfecto ya que no me escucharían. - Solo... los. Perderé y luego iré.. - giré a la izquierda tan rápido como podían mis patas. - ¡Inofensiva! - aquello ultimo habia sido un grito poco inteligente, pero seguro que los humanos, con tanto revuelto no comprenderían de que se trataba.
Los humanos me persiguieron con sus flechas, ballestas, hachas y hasta antorchas. Curiosamente no les temía, inclusiva me daba gracia por lo que iban a presenciar. Ventanas, persianas, y paredes rocosas; el paraíso de los gatos, ahora este nuevo camino comenzaba a volverse de igual forma mas angosto.
Trepé por la pared, ante los gestos y voces de asombros de los humanos que comenzaron a disparar flechas y otras tantas cosas como lanzar piedras. Ninguna de ellas lograba siquiera rozarme, cuando una flecha traicionera me perforó un gemelo, afortunadamente ya había llegado al techo de la vivienda, donde aproveché para arrancar el pedazo de madera de mi pata con ayuda de mis mandíbulas. - Diablos, tendré que tener cuidado. - Murmuré para mi misma mientras me transformaba en una gata siamesa, blanca y negra.
Caminé hacia un borde, fijando mi vista a lo lejos como la gente iba en distintas direcciones intentando dar con el tigre, me senté a esperar un momento a ver a los humanos completamente alejados de mi perímetro.
Hélèn Laughton- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/01/2011
Localización : Oculta entre las noches parisinas
Re: ¡Que buen comienzo!... [Reservado]
Salí apresurado y pude notar que Evelyne no había seguido mi consejo, la condenada había hecho al final, su santa voluntad, pero aunque no lo creyera me había fascinado su firma de cambiar las cosas, de su 'rebeldía'.
Me había encantado, estaba yo convertido en gato por su seguridad, supuestamente mi muy particular forma de pensar... tratando de sacarla de ahí, pero era muy obstinada y ¿acaso quería probarle algo a alguien?, pues si ése era el hecho lo había logrado.
Para mí siempre me había sido fácil catalogar a todas las mujeres como damiselas en peligro, pero pude ver en ella una fortaleza impresionante, y mas yo creo que se debía a ésa transformación que te hacía sentir sumamente poderoso.
Y yo lo sabía puesto que me transformaba en uno sumamente parecido.
llegué a mi casa mientras ella pasaba demasiado rápido mientras me gritaba unas cuantas cosas a su paso, a lo cual reí mucho, me entretenía, me gustaba y me agradaba ésa obstinación de ella.
Me metí a la casa de mis padres y pude vestirme apresuradamente, salí a paso veloz de la casa de mis padres, siguiendo su aroma... Pero lo que mas me preocupó y sobresaltó fué el aroma de su sangre, la habian herido y mi preocupación se convirtió en una ansiedad impresionante por querer encontrarla.
Paré frente a una casa y su aroma era aún más intenso, comencé a buscar en los alrededores y una ligera brisa llegó a mi delatando su paradero, volteé hacia arriba y su aroma llegó de golpe a mi.
Aún estaba la muchedumbre en los alrededores, pero nadie sospecharía de un humano normal y corriente, miré al hermoso gatito siamés y estiré mis brazos a modo de que viniera a mi, sabia que estaba herida, pero si la llevaba en mis brazos nadie lo notaria.
-Ven preciosa, no me tengas mas preocupado-La miré con dulzura esperando que pudiera venir a mi.
Los murmullos no cesaban puesto que ahí había sido el último lugar en donde habían visto al tigre y ya no escuchaban sus rugidos, suponían que estaba por ahí, los murmullos, las habladurías, todas eran sus conjeturas.
Me había encantado, estaba yo convertido en gato por su seguridad, supuestamente mi muy particular forma de pensar... tratando de sacarla de ahí, pero era muy obstinada y ¿acaso quería probarle algo a alguien?, pues si ése era el hecho lo había logrado.
Para mí siempre me había sido fácil catalogar a todas las mujeres como damiselas en peligro, pero pude ver en ella una fortaleza impresionante, y mas yo creo que se debía a ésa transformación que te hacía sentir sumamente poderoso.
Y yo lo sabía puesto que me transformaba en uno sumamente parecido.
llegué a mi casa mientras ella pasaba demasiado rápido mientras me gritaba unas cuantas cosas a su paso, a lo cual reí mucho, me entretenía, me gustaba y me agradaba ésa obstinación de ella.
Me metí a la casa de mis padres y pude vestirme apresuradamente, salí a paso veloz de la casa de mis padres, siguiendo su aroma... Pero lo que mas me preocupó y sobresaltó fué el aroma de su sangre, la habian herido y mi preocupación se convirtió en una ansiedad impresionante por querer encontrarla.
Paré frente a una casa y su aroma era aún más intenso, comencé a buscar en los alrededores y una ligera brisa llegó a mi delatando su paradero, volteé hacia arriba y su aroma llegó de golpe a mi.
Aún estaba la muchedumbre en los alrededores, pero nadie sospecharía de un humano normal y corriente, miré al hermoso gatito siamés y estiré mis brazos a modo de que viniera a mi, sabia que estaba herida, pero si la llevaba en mis brazos nadie lo notaria.
-Ven preciosa, no me tengas mas preocupado-La miré con dulzura esperando que pudiera venir a mi.
Los murmullos no cesaban puesto que ahí había sido el último lugar en donde habían visto al tigre y ya no escuchaban sus rugidos, suponían que estaba por ahí, los murmullos, las habladurías, todas eran sus conjeturas.
Ilhan- Mensajes : 220
Fecha de inscripción : 11/12/2010
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Re: ¡Que buen comienzo!... [Reservado]
En mi pecho el corazón no dejaba de saltarme, aún estaba agitada y algo temerosa. Y la pata estaba realmente doliéndome, lamí mi herida para ayudar a que cicatrice. Las voces eran lejanas, y de a momentos bastante cercanas, seguían buscándome. Pero claro no con esta forma, me recosté sobre el tejado mirando sus idas y vueltas... Realmente había ocasionado una conmoción, suspiré. Llevaría su tiempo para que se les pasara el mal rato, y a duras penas tendría que hacer esperar a Ilhan, era ello lo que mas me preocupaba, no quería que pensara que me habían atrapado y hecho tapete.
La brisa fresca, mas bien casi helada, de la noche me trajo consigo el aroma de Ilhan. El corazón me dio un brinco. Me senté y comencé a buscarlo con la mirada, sin mucho éxito hasta verlo frente a mi. Levantando sus brazos como si fuese abrazarme y hablándome. Hubiese dado un grito de emoción, si no fuera porque intentaba tener un perfil bajo.
Me pedía bajar, algo que claramente se me iba a complicar. Respiré fondo, y me incline hacia adelante para bajar del tejado sosteniéndome con mis patas delanteras. Bajaba lentamente, cuando mi pata derecha me fallo por estar herida, caía de espaldas, cuando recordé que todos los gatos pueden caer parados, magia o no. Sólo se trataba de girar, y asi lo hice...
Caí sobre Ilhan, aferrándome a su brazo para no caerme al piso. - Lo siento. - Le susurré en un hilo de voz. - Gracias por venir a buscarme. - dije con un poco mas de fuerza en la voz, levantando mis ojos color cielo para encontrar los suyos, me lancé a su pecho para resguardarme. Ya había sido bastante aventura, podía aceptar un poco de protección por parte de alguien por un rato, sobre todo si ese alguien era él. De alguna forma me sentía sumamente cómoda y con una sensación extraña en el pecho. Me estiré un poco y lamí su mejilla lentamente, estaba siendo sumamente atento conmigo para ser apenas una recién conocida.
- ¿Y ahora que haremos?. - Le pregunté susurrando cuando noté a uno de los hombres se acercaba. - Miau, miau... Miauuu - mi cara era pésima, me sentía como gata en celo maullando como lo hacia. Afortunadamente no me reconocerían así. El hombre se acercó a Ilhan, y comenzó a hablarle.
- Muchacho, vete a casa, hay una bestia suelta en el pueblo. Nadie entiende como a llegado aquí. - Se pauso un momento y me observo acurrucada en sus brazos. Lo miré fijo, con la fiereza de un gato callejero. - Un tigre de bengala blanco, ni siquiera son oriundos de estas zonas. Mas de seguro son esos malditos demonios. ¡Vete a tu casa!. - Cerré los ojos por sus ultimas palabras. ¡Me estaba llamando demonio en mi propia cara!, y no podía responderlo. ¡Cabrón y re cabrón!. Se iba, cuando me estiraba sobre los hombros de Ilhan gruñendo y sacando las garras como si intentara agarrarlo.
- Malnacido déjame que te ponga una garra encima y lo pensaras dos veces antes de llamarme así. - Mis pequeñas patas seguían agitándose en el aire mientras me daba cuenta que era tan inservible como una mosca y me volvía en un estado empecinado. - Esta bien, vete... Pero, esto no va quedar asi... - Observé a Ilhan y resople, dejándome en sus brazos.
La brisa fresca, mas bien casi helada, de la noche me trajo consigo el aroma de Ilhan. El corazón me dio un brinco. Me senté y comencé a buscarlo con la mirada, sin mucho éxito hasta verlo frente a mi. Levantando sus brazos como si fuese abrazarme y hablándome. Hubiese dado un grito de emoción, si no fuera porque intentaba tener un perfil bajo.
Me pedía bajar, algo que claramente se me iba a complicar. Respiré fondo, y me incline hacia adelante para bajar del tejado sosteniéndome con mis patas delanteras. Bajaba lentamente, cuando mi pata derecha me fallo por estar herida, caía de espaldas, cuando recordé que todos los gatos pueden caer parados, magia o no. Sólo se trataba de girar, y asi lo hice...
Caí sobre Ilhan, aferrándome a su brazo para no caerme al piso. - Lo siento. - Le susurré en un hilo de voz. - Gracias por venir a buscarme. - dije con un poco mas de fuerza en la voz, levantando mis ojos color cielo para encontrar los suyos, me lancé a su pecho para resguardarme. Ya había sido bastante aventura, podía aceptar un poco de protección por parte de alguien por un rato, sobre todo si ese alguien era él. De alguna forma me sentía sumamente cómoda y con una sensación extraña en el pecho. Me estiré un poco y lamí su mejilla lentamente, estaba siendo sumamente atento conmigo para ser apenas una recién conocida.
- ¿Y ahora que haremos?. - Le pregunté susurrando cuando noté a uno de los hombres se acercaba. - Miau, miau... Miauuu - mi cara era pésima, me sentía como gata en celo maullando como lo hacia. Afortunadamente no me reconocerían así. El hombre se acercó a Ilhan, y comenzó a hablarle.
- Muchacho, vete a casa, hay una bestia suelta en el pueblo. Nadie entiende como a llegado aquí. - Se pauso un momento y me observo acurrucada en sus brazos. Lo miré fijo, con la fiereza de un gato callejero. - Un tigre de bengala blanco, ni siquiera son oriundos de estas zonas. Mas de seguro son esos malditos demonios. ¡Vete a tu casa!. - Cerré los ojos por sus ultimas palabras. ¡Me estaba llamando demonio en mi propia cara!, y no podía responderlo. ¡Cabrón y re cabrón!. Se iba, cuando me estiraba sobre los hombros de Ilhan gruñendo y sacando las garras como si intentara agarrarlo.
- Malnacido déjame que te ponga una garra encima y lo pensaras dos veces antes de llamarme así. - Mis pequeñas patas seguían agitándose en el aire mientras me daba cuenta que era tan inservible como una mosca y me volvía en un estado empecinado. - Esta bien, vete... Pero, esto no va quedar asi... - Observé a Ilhan y resople, dejándome en sus brazos.
Hélèn Laughton- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/01/2011
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Re: ¡Que buen comienzo!... [Reservado]
Noté en los ojos de Evelyne su tierna mirada, tal vez era mi propia imaginación La dulce y tierna gatita saltó en mis brazos, y no pude evitar acariciar su suave pelaje con absoluta ternura.
-No tienes de que disculparte preciosa-Seguí acariciando libremente su sedoso pelaje logrando susurarle solo a ella, ya que no queria ser foco de las miradas de los que estaban ahi, de aquella muchedumbre curiosa.
-Y no agradezcas, era lo mínimo que podría hacer, me tenias sumamente preocupado, no sabía lo que podría hacerte tal muchedumbre molesta, adjudicándote a tí mi asesinato, discúlpame tu por favor-Susurré de nuevo a la pequeña Evelyne que hacia que me diera mucha ternura al verla, acurruqué a a pequeña Evelyne gatita en medio de mi abrigo tapando su herida y todo su pequeño cuerpo.
-Por lo pronto iremos a mi casa, mi madre esta ahí y se ha quedado un poco preocupada ahora que vió que salia como frenético de su casa, no tengas miedo, lo mejor será que se calme la muchedumbre y... conseguirte algo de ropa ¿no crees?-Sonreí esbozando una amplia sonrisa, le dedique a ella esa única sonrisa.
-Muchacho, vete a casa, hay una bestia suelta en el pueblo. Nadie entiende como a llegado aquí- Lo miré atento ¿Bestia?, estaba a punto de golpear a aquel hombre, pero pensé mas en Evelyne que seguía en mis brazos con una pata herida y... No podía revelar su estado, me limité a mirar a aquel hombre con cierta aversión cuando añadió- Un tigre de bengala blanco, ni siquiera son oriundos de estas zonas. Mas de seguro son esos malditos demonios. ¡Vete a tu casa!- Añadió el hombre y vi como Evelyne se retorcia imaginandome que de la misma molestia del que me estaba inundando ahora.
-Pues de verdad creo mi señor que ésos tigres hermosos no hacen ningún dao si no se les provoca, lo que es mas podría jurar que se le provocó al pobre animal, pero ¿que mas da? se ha ido ¿cierto?, yo no soy ningun cobarde, ademas que no tengo por que seguir indicaciones, es mi propio riesgo y lo tomo como tal, y haga el favor de cuidar su lengua-Di la media vuelta mi voz habia sido altanera y furiosa, pero fui tomado como una persona fuera de si, como si no hubiera escuchado o logrado entender del peligro del que me hacian partícipe.
-Lo lamento por tí muchacho, pero estamos seguros de que podremos asistir a tu funeral-El hombre carcajeó con ganas, pero ya no le hacia caso, estaba caminando a mi casa aun con Evelyne en mis brazos, seguía acariciandola con mucho gusto su pelaje era realmente hermoso.
A lo lejos llegué a visualizar a mi madre, que estaba aun apoyada en la puerta semiabierta esperando al hijo prodigio que llegara a ella. Ella miró hacia todas direcciones y nos metio en su casa cerrando muy bien tras mi entrada.
-Que susto me has pegado mi niño, dime ¿que ha pasado?, ¿por que hay tanto alboroto en las calles?-Me iba diciendo entre abrazos y besos, cuando cayó en la cuenta de que estaba Evelyne en mis brazos, bueno, no Evelyne, tan solo la gatita tierna que sostenia y acariciaba en mis brazos.
-¿Y esta gatita?-Su mirada iba alternando entre mi rostro y los de la pequeña gatita que aun sostenia con ternura -¿Te arriesgaste por esta pequeña gatita?-Me miraba con amor y volvió a abrazarme ahora teniendo cuidado con Evelyne mientras yo solo asentia con mi cabeza-¿Acaso ella es como tu mi amor?-Sonrio a la pequeña gatita entrecerrando sus ojos.
-Si madre, te presento a Evelyne-Sonrei a las dos un tanto entretenido-Esta herida...-Aun no terminaba de decir las palabras cuando mi madre se persinó.
-Virgen maría santísima, pobre muchacha, mucho gusto Evelyne, mi nombre es Merarí, un placer, acompañame muñequita-Mi madre entro apresuradamente a la casa y tomó una cobija y practicamente me arrebató a Evelyne de los brazos y se la llevó consigo.
-Vamos a tomarte un baño, nadie tiene que verte en ningún estado preciosa, acopaame-Mi madre se puso a poner el baño y dió ropas a Evelyne, decía que habían sido cuando ella era joven y pues que esperaba que le quedaran, dejó a Evelyne en el baño con la cobija para que pudiera sentirse en confianza y tomar de nuevo su forma humana.
-No tienes de que disculparte preciosa-Seguí acariciando libremente su sedoso pelaje logrando susurarle solo a ella, ya que no queria ser foco de las miradas de los que estaban ahi, de aquella muchedumbre curiosa.
-Y no agradezcas, era lo mínimo que podría hacer, me tenias sumamente preocupado, no sabía lo que podría hacerte tal muchedumbre molesta, adjudicándote a tí mi asesinato, discúlpame tu por favor-Susurré de nuevo a la pequeña Evelyne que hacia que me diera mucha ternura al verla, acurruqué a a pequeña Evelyne gatita en medio de mi abrigo tapando su herida y todo su pequeño cuerpo.
-Por lo pronto iremos a mi casa, mi madre esta ahí y se ha quedado un poco preocupada ahora que vió que salia como frenético de su casa, no tengas miedo, lo mejor será que se calme la muchedumbre y... conseguirte algo de ropa ¿no crees?-Sonreí esbozando una amplia sonrisa, le dedique a ella esa única sonrisa.
-Muchacho, vete a casa, hay una bestia suelta en el pueblo. Nadie entiende como a llegado aquí- Lo miré atento ¿Bestia?, estaba a punto de golpear a aquel hombre, pero pensé mas en Evelyne que seguía en mis brazos con una pata herida y... No podía revelar su estado, me limité a mirar a aquel hombre con cierta aversión cuando añadió- Un tigre de bengala blanco, ni siquiera son oriundos de estas zonas. Mas de seguro son esos malditos demonios. ¡Vete a tu casa!- Añadió el hombre y vi como Evelyne se retorcia imaginandome que de la misma molestia del que me estaba inundando ahora.
-Pues de verdad creo mi señor que ésos tigres hermosos no hacen ningún dao si no se les provoca, lo que es mas podría jurar que se le provocó al pobre animal, pero ¿que mas da? se ha ido ¿cierto?, yo no soy ningun cobarde, ademas que no tengo por que seguir indicaciones, es mi propio riesgo y lo tomo como tal, y haga el favor de cuidar su lengua-Di la media vuelta mi voz habia sido altanera y furiosa, pero fui tomado como una persona fuera de si, como si no hubiera escuchado o logrado entender del peligro del que me hacian partícipe.
-Lo lamento por tí muchacho, pero estamos seguros de que podremos asistir a tu funeral-El hombre carcajeó con ganas, pero ya no le hacia caso, estaba caminando a mi casa aun con Evelyne en mis brazos, seguía acariciandola con mucho gusto su pelaje era realmente hermoso.
A lo lejos llegué a visualizar a mi madre, que estaba aun apoyada en la puerta semiabierta esperando al hijo prodigio que llegara a ella. Ella miró hacia todas direcciones y nos metio en su casa cerrando muy bien tras mi entrada.
-Que susto me has pegado mi niño, dime ¿que ha pasado?, ¿por que hay tanto alboroto en las calles?-Me iba diciendo entre abrazos y besos, cuando cayó en la cuenta de que estaba Evelyne en mis brazos, bueno, no Evelyne, tan solo la gatita tierna que sostenia y acariciaba en mis brazos.
-¿Y esta gatita?-Su mirada iba alternando entre mi rostro y los de la pequeña gatita que aun sostenia con ternura -¿Te arriesgaste por esta pequeña gatita?-Me miraba con amor y volvió a abrazarme ahora teniendo cuidado con Evelyne mientras yo solo asentia con mi cabeza-¿Acaso ella es como tu mi amor?-Sonrio a la pequeña gatita entrecerrando sus ojos.
-Si madre, te presento a Evelyne-Sonrei a las dos un tanto entretenido-Esta herida...-Aun no terminaba de decir las palabras cuando mi madre se persinó.
-Virgen maría santísima, pobre muchacha, mucho gusto Evelyne, mi nombre es Merarí, un placer, acompañame muñequita-Mi madre entro apresuradamente a la casa y tomó una cobija y practicamente me arrebató a Evelyne de los brazos y se la llevó consigo.
-Vamos a tomarte un baño, nadie tiene que verte en ningún estado preciosa, acopaame-Mi madre se puso a poner el baño y dió ropas a Evelyne, decía que habían sido cuando ella era joven y pues que esperaba que le quedaran, dejó a Evelyne en el baño con la cobija para que pudiera sentirse en confianza y tomar de nuevo su forma humana.
Ilhan- Mensajes : 220
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Re: ¡Que buen comienzo!... [Reservado]
Me deje llevar en sus brazos, atraída por sus caricias que me hacían ronronear y por el mismo calor que emanaba su cuerpo y que llegaba adormecerme. Aun así, todavía tenía latente la breve discusión que el había tenido con aquel hombre unos callejones mas atrás... Me sentía protegida en sus brazos, comencé a relajarme y eso me hizo sentir el cansancio de la aventura. Ya casi sin sentido de orientación creí que estábamos llegando a su casa y me despabilé un poco para ver una figura en el marco de una puerta. ¿Sería acaso su novia quien lo esperaba?, eso solo significaría mas problemas si me descubrían.
Un momento después, me di cuenta que era su madre. Que mal pensada era. La mujer había estado preocupado por su hijo y para mi sorpresa, y a diferencia de mi padre, ella si sabía del secreto de su hijo. Aquello me hizo sentir un hueco en el pecho, yo debía ocultarme de mi padre, y aún así el no estaba muy satisfecho conmigo, no me podía imaginar si el se enteraba que su hija era parte de ese grupo de demonios que podían transformase en animales. Pues así pensaba el...
De repente fui arrebatada de los brazos de Ilhan, volvía sentir miedo. Tenía miedo a pesar de que la mujer se veía muy amistosa conmigo. - Se-sñora. - musitaba intentando salirme de sus brazos pero, era imposible. - Le agradezco pero no... - no había caso, mis palabras no eran escuchadas, y cuando quise notarlo estaba en el baño sobre unas toallas incluso con ropas con las cuales vestirme.
- Es usted muy amable, pero no es necesario... - le dije con completa humildad y casi con melancolía.
- Claro que si lo es. Ahora date un baño. - Cerró luego la puerta tras de sí. Me quedé por un momento así, helada. Con el cuerpo algo tembloroso hasta que me obligué a entrar en razón. Volví a mi forma humana, respire profundo y me miré al espejo. Seguía algo cubierta de lodo en el rostro y cuello.
Aún mi cuerpo temblaba, lo de esta noche había sido demasiado pero, sonreí. Sabía que Ilhan esperaría una Evelyne radiante, y no pisoteada por el pasado inmediato. Sonreí frente al espejo, intentando recordar las buenas cosas de la noche. Para empezar haberlo conocido...
Voltee a ver la tina, y ya estaba lista para que me diera un baño. Entre; el agua estaba perfecta. Pero, mi herida ardió bastante. Aguante, y terminé de entrar... Me relajé casi de inmediato al sentir la calidez del agua, casi podía quedarme dormida, pero nuevamente me esforcé por no hacerlo y comencé a bañarme, fregando mi cuerpo y luego lavando mi cabello.
Habrían pasado cuando mucho 15 minutos, y ya había terminado. Limpié la tina y los charcos de agua para luego vestirme. Si bien, era de clase alta, y de comodidades no me faltaba ninguna mi madre me había educado de forma que no esperase que otros limpiaran mis desastres. Ya vestida me observé en el espejo, acomodé mi cabello para que pudiesen formarse las ondas en mi cabello; admiré a la Evelyne que veía en el espejo, sin vestidos pulposos y alhajas costosas a las que mi padre por poco y me había obligado usar, aunque a decir verdad tampoco era que me molestaran del todo.
Tome los toallones húmedos antes de salir del cuarto el baño, al cual había dejado en perfectas condiciones. Al salir, su madre estaba allí esperándome con una regocijan-te sonrisa. - Gracias, aunque en realidad no encontraría formas de agradecerle. - Le sonreí amablemente, en lo que ella se acercó y tomo los toallones.
- No tienes por que, los amigos de Ilhan siempre son bienvenidos en casa. - Me abrazó, la sentí tan maternal... Tan como si fuese la piel de mi madre que tuve que ahogar las lagrimas en mi garganta. - Por cierto, Ilhan te espera en la sala. - Me indicó hacia donde debía ir mientras ella al parecer iría a tender los toallones. Camine por el pasillo hasta llegar a la sala, donde pude verlo sentado en el sillón, creía verlo nervioso, pensativo ¿quizás preocupado. Cojee un poco, desde hacía algun rato la herida estaba volviendo a doler.
Me sentí avergonzada, y me ruboricé un poco. - ¿Ilhan?. - Le llame con dulzura por su nombre, sonriendo con ternura y esperando a que me contestara, sin embargo... Algo en mi pecho me tiraba hacia él, a querer abrazarlo, a que me abrazara y compartiera conmigo de su calidez. Quería y deseaba con fuerza... ¿Besarlo?, me sonreí casi incrédula por lo que pensaba, aunque no fuera completamente descabellado. Me acerqué a el, mordiendo mi labio inferior con suavidad...
Un momento después, me di cuenta que era su madre. Que mal pensada era. La mujer había estado preocupado por su hijo y para mi sorpresa, y a diferencia de mi padre, ella si sabía del secreto de su hijo. Aquello me hizo sentir un hueco en el pecho, yo debía ocultarme de mi padre, y aún así el no estaba muy satisfecho conmigo, no me podía imaginar si el se enteraba que su hija era parte de ese grupo de demonios que podían transformase en animales. Pues así pensaba el...
De repente fui arrebatada de los brazos de Ilhan, volvía sentir miedo. Tenía miedo a pesar de que la mujer se veía muy amistosa conmigo. - Se-sñora. - musitaba intentando salirme de sus brazos pero, era imposible. - Le agradezco pero no... - no había caso, mis palabras no eran escuchadas, y cuando quise notarlo estaba en el baño sobre unas toallas incluso con ropas con las cuales vestirme.
- Es usted muy amable, pero no es necesario... - le dije con completa humildad y casi con melancolía.
- Claro que si lo es. Ahora date un baño. - Cerró luego la puerta tras de sí. Me quedé por un momento así, helada. Con el cuerpo algo tembloroso hasta que me obligué a entrar en razón. Volví a mi forma humana, respire profundo y me miré al espejo. Seguía algo cubierta de lodo en el rostro y cuello.
Aún mi cuerpo temblaba, lo de esta noche había sido demasiado pero, sonreí. Sabía que Ilhan esperaría una Evelyne radiante, y no pisoteada por el pasado inmediato. Sonreí frente al espejo, intentando recordar las buenas cosas de la noche. Para empezar haberlo conocido...
Voltee a ver la tina, y ya estaba lista para que me diera un baño. Entre; el agua estaba perfecta. Pero, mi herida ardió bastante. Aguante, y terminé de entrar... Me relajé casi de inmediato al sentir la calidez del agua, casi podía quedarme dormida, pero nuevamente me esforcé por no hacerlo y comencé a bañarme, fregando mi cuerpo y luego lavando mi cabello.
Habrían pasado cuando mucho 15 minutos, y ya había terminado. Limpié la tina y los charcos de agua para luego vestirme. Si bien, era de clase alta, y de comodidades no me faltaba ninguna mi madre me había educado de forma que no esperase que otros limpiaran mis desastres. Ya vestida me observé en el espejo, acomodé mi cabello para que pudiesen formarse las ondas en mi cabello; admiré a la Evelyne que veía en el espejo, sin vestidos pulposos y alhajas costosas a las que mi padre por poco y me había obligado usar, aunque a decir verdad tampoco era que me molestaran del todo.
Tome los toallones húmedos antes de salir del cuarto el baño, al cual había dejado en perfectas condiciones. Al salir, su madre estaba allí esperándome con una regocijan-te sonrisa. - Gracias, aunque en realidad no encontraría formas de agradecerle. - Le sonreí amablemente, en lo que ella se acercó y tomo los toallones.
- No tienes por que, los amigos de Ilhan siempre son bienvenidos en casa. - Me abrazó, la sentí tan maternal... Tan como si fuese la piel de mi madre que tuve que ahogar las lagrimas en mi garganta. - Por cierto, Ilhan te espera en la sala. - Me indicó hacia donde debía ir mientras ella al parecer iría a tender los toallones. Camine por el pasillo hasta llegar a la sala, donde pude verlo sentado en el sillón, creía verlo nervioso, pensativo ¿quizás preocupado. Cojee un poco, desde hacía algun rato la herida estaba volviendo a doler.
Me sentí avergonzada, y me ruboricé un poco. - ¿Ilhan?. - Le llame con dulzura por su nombre, sonriendo con ternura y esperando a que me contestara, sin embargo... Algo en mi pecho me tiraba hacia él, a querer abrazarlo, a que me abrazara y compartiera conmigo de su calidez. Quería y deseaba con fuerza... ¿Besarlo?, me sonreí casi incrédula por lo que pensaba, aunque no fuera completamente descabellado. Me acerqué a el, mordiendo mi labio inferior con suavidad...
Hélèn Laughton- Cambiante Clase Alta
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Re: ¡Que buen comienzo!... [Reservado]
Mis ojos se habían ido tras Evelyne una vez que mi madre se la había llevado rumbo a baño, la habían seguido desde que abandonaron mis brazos, queriendo alcanzarla y no dejar que mi madre se la llevara, pero aun así mis ojos no se apartaron nunca del camino aunque las seguí de cerca hasta que mi madre la hubo dejado en su cuarto, aún sabía que estaba herida, pero mi madre sabía que lo mejor seria un bao reconfortante, ya que nunca se cansaba de decírmelo siempre que podía.
Vi que mi madre salió y no se retiró mucho de la puerta del baño, quizá por el miedo que en un arrebato mío corriera a auxiliarla, a cuidarla, a curarla... Todo mi ser iba de un lado a otro de la sala aguardando el momento en el que Evelyne saliera por ésa puerta de baño, jamás creí que pudiera haberme encariñado con ella, con aquella mujer que hacía poco había conocido.
Una mujer que se miraba testaruda, un tanto caprichosa pero extremadamente cariñosa, era lo que me traía completamente solo, absolutamente envuelto en su aura, que aparte que me inspiraba una completa protección hacia ella, sabía que no del todo la necesitaba, que era fuerte a pesar de que se veía completamente frágil.
Mi padre aún no estaba, se había ido de viaje, un viaje de trabajo que lamentablemente duraba alrededor de un mes, aveces mas aveces menos, pero al final siempre quedaba solo con mi madre, haciendo el papel de hombre de la casa, en sus ausencias, ya que generalmente cuando él estaba yo me trasladaba a mi casa, inmerso en aquellos pensamientos y aún suspirando seguía yendo y viniendo en aquella sala, pensando, esperando y deseando que ella estuviera bien.
Mi espera no duró mucho, pero cuando la vi, realmente lucía hermosa, bella, radiante, fabulosa, era increíble, y no por que hacía ya varias horas atrás no la hubiese notado absolutamente bella y hermosa aún con su cabello y su rostro manchado de barro, pero se veía tranquila sin perturbación alguna en el rostro y eso me hizo esbozar una amplia sonrisa, me agradaba verla así sin preocupaciones.
Recordando todo lo que habíamos pasado y todo lo que habíamos vivido en tan sólo unos instantes y fui hasta ella a abrazarla, no pude contener mas el impulso, la había visto cojeando y no sabía si mi madre ya la había curado y ni como preguntarle puesto que habia salido apresurada a tender las toallas ofrecidas a Evelyne.
-¿Como te sientes?-Le pregunte con un tono de aflicción en la voz, ella me preocupaba y mucho, le había tomado un cariño enorme aunque fuera un poco incomprensible puesto que apenas si habíamos pasado unas cuantas horas juntos y mi corazón latía desbocado queriéndose salir de mi pecho para ir a parar en mi boca, un sentimiento extraño, aunque absolutamente sincero.
Me aparte un poco del abrazo y puse mi frente en la suya suspirando un poco entrecerrando los ojos tratando de esperar una respuesta, pero tanto había sido mi preocupación que ni siquiera había reparado en la cercanía ni en mi atrevimiento al estar tan cerca de ella.
No me moví ni un centímetro, aun olía el perfume de su cuerpo, el aroma propio de su cuerpo, y diablos, me encantaba, me llenaba me extasiaba y me enloquecía.
Un beso, tan solo un beso de sus labios, un sólo roce de sus manos, una caricia de sus dedos, me haría sentir endemoniadamente bien pero no sabía si podría siquiera en atreverme a pensarlo.... Pero mis actos deseaban un poco mas, más de su cercanía, mis manos se posaron en sus mejillas, tomando y acariciándolas dulce y suavemente, acerqué mi rostro hacia el de ella, tanto deseaba uno de sus besos y más al saberla completamente bien y a salvo...
Vi que mi madre salió y no se retiró mucho de la puerta del baño, quizá por el miedo que en un arrebato mío corriera a auxiliarla, a cuidarla, a curarla... Todo mi ser iba de un lado a otro de la sala aguardando el momento en el que Evelyne saliera por ésa puerta de baño, jamás creí que pudiera haberme encariñado con ella, con aquella mujer que hacía poco había conocido.
Una mujer que se miraba testaruda, un tanto caprichosa pero extremadamente cariñosa, era lo que me traía completamente solo, absolutamente envuelto en su aura, que aparte que me inspiraba una completa protección hacia ella, sabía que no del todo la necesitaba, que era fuerte a pesar de que se veía completamente frágil.
Mi padre aún no estaba, se había ido de viaje, un viaje de trabajo que lamentablemente duraba alrededor de un mes, aveces mas aveces menos, pero al final siempre quedaba solo con mi madre, haciendo el papel de hombre de la casa, en sus ausencias, ya que generalmente cuando él estaba yo me trasladaba a mi casa, inmerso en aquellos pensamientos y aún suspirando seguía yendo y viniendo en aquella sala, pensando, esperando y deseando que ella estuviera bien.
Mi espera no duró mucho, pero cuando la vi, realmente lucía hermosa, bella, radiante, fabulosa, era increíble, y no por que hacía ya varias horas atrás no la hubiese notado absolutamente bella y hermosa aún con su cabello y su rostro manchado de barro, pero se veía tranquila sin perturbación alguna en el rostro y eso me hizo esbozar una amplia sonrisa, me agradaba verla así sin preocupaciones.
Recordando todo lo que habíamos pasado y todo lo que habíamos vivido en tan sólo unos instantes y fui hasta ella a abrazarla, no pude contener mas el impulso, la había visto cojeando y no sabía si mi madre ya la había curado y ni como preguntarle puesto que habia salido apresurada a tender las toallas ofrecidas a Evelyne.
-¿Como te sientes?-Le pregunte con un tono de aflicción en la voz, ella me preocupaba y mucho, le había tomado un cariño enorme aunque fuera un poco incomprensible puesto que apenas si habíamos pasado unas cuantas horas juntos y mi corazón latía desbocado queriéndose salir de mi pecho para ir a parar en mi boca, un sentimiento extraño, aunque absolutamente sincero.
Me aparte un poco del abrazo y puse mi frente en la suya suspirando un poco entrecerrando los ojos tratando de esperar una respuesta, pero tanto había sido mi preocupación que ni siquiera había reparado en la cercanía ni en mi atrevimiento al estar tan cerca de ella.
No me moví ni un centímetro, aun olía el perfume de su cuerpo, el aroma propio de su cuerpo, y diablos, me encantaba, me llenaba me extasiaba y me enloquecía.
Un beso, tan solo un beso de sus labios, un sólo roce de sus manos, una caricia de sus dedos, me haría sentir endemoniadamente bien pero no sabía si podría siquiera en atreverme a pensarlo.... Pero mis actos deseaban un poco mas, más de su cercanía, mis manos se posaron en sus mejillas, tomando y acariciándolas dulce y suavemente, acerqué mi rostro hacia el de ella, tanto deseaba uno de sus besos y más al saberla completamente bien y a salvo...
Ilhan- Mensajes : 220
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Re: ¡Que buen comienzo!... [Reservado]
Me abrazó y luego me preguntó si estaba bien, aquello era resumir un mar de acontecimientos, era intentar abarcar todo lo que sucedía conmigo en unas pocas palabras. Volvía a morder mis labios, mientras lo sentí alejarse un poco del abrazo, no quería que lo hiciera pero no podía salir corriendo tras sus brazos de tal forma como si nada.
No obstante al segundo poso su frente con la mía, solamente pude sonreír. Sentía el corazón galopando como un ciervo asustado....
Sentirlo tan cerca, sentir su respiración golpeando sobre mis labios; me hacia desear besarle los labios. Sentir todo ello me ponía sumamente nerviosa y me esforcé por concentrarme en la respuesta que debía darle. Como si fuera que lo sentía yo misma tenía que dar esa respuesta casi con urgencia. Asentí, conteniendo todo lo que me pasaba y por un lado quería decirle. - Si estoy bien... - Sinteticé, respiraba profundo y pausado, intentando calmar lo que estaba provocando de cierta forma en mi.
- Ilhan. - apenas si podía decir su nombre sin sentir esa presión en el pecho. - Gracias. - ¿no se me ocurría algo mejor?, algo como: ¡besame!, ¿que esperas?. No eso no, no podía decir eso, quedaría total y completamente... "Inapropiado". Sus manos se posaron en mi rostro y automáticamente lleve las mías a las suyas. Las acaricia con lentitud, mientras lo observaba a los ojos, volviendo a morderme el labio inferior. Tienes que atreverte, tienes que... Me decía a mi misma una y otra vez pero, mi cuerpo no respondía a lo que pensaba.
Él, casi como si pudiese leer mis pensamientos acercó mas su rostro al mio. Sus labios, a una distancia deseable y al mismo tiempo como peligrosa, nada mas lograban aumentar aquel desquiciado pensamiento de besar sus labios. Y por instinto, o a propia voluntad... En realidad es difícil diferenciarlo, acerqué un poco mas mi rostro provocando un rose repentino e inesperado para mi. Me volví hacia el lugar, avergonzada por mi torpeza. - Lo siento no debí... - Callé, si debía y si no debía entonces si quería. - Tu.. - Lo miré, sin soltar sus manos, sin alejarme ni un poco mas del lugar en donde estaba. - Tu mama podría vernos. - eso era a vergonzante de nada mas pensarlo, apenas llegada y ya besuqueando a su hijo en medio de la sala. No eso no estaba bien.
Un jadeo de sospresa me heló el aliento, la respiración y detuvo ese galopar en mi pecho. Por un momento quedé paralizada. - Evelyne. - Dijo la madre de Ilhan y yo cerré con fuerza mis ojos.
- Lo lamento yo se que... - comencé hablar atropelladamente girando, y soltando de inmediato a Ilhan, quedando este tras de mí. Casi ya podía soltar las lagrimas de lo avergonzada que me sentía y entonces...
- Tu pierna, estas herida aún... - ¿que cosas?. ¡Mi pierna!... Lo habia olvidado.
- Pero... - intenté volver atrás retener de alguna forma una cosa con la otra, pero era mejor dejarlo pasar. Obviamente era mejor así. - No se preocupe, pronto ha de cicatrizar. - Dije intentando llevar el tema de conversación, mientras podía sentir nuevamente el corazón en mi pecho, y el calor del cuerpo de Ilhan a mis espaldas. Me aparté un poco para observarme la pierna. Estaba aún bastante reciente, era poco consciente del tiempo, casi siempre lo era... Pero ahora mas que nunca.
- Ilhan ve por unas gasas y alcohol para desinfectar. Y no olvides las vendas. - Terminó por decirle, y yo realmente no deseaba ser curada. Nada mas quería estar junto a él por un momento pero, no se daría por ahora. Me sentía algo incomoda ahora después de lo que había casi sucedido en la sala, por lo que guardé silencio y espere. Tomando asiento en una silla y viendo mi herida desde distintas perspectivas.
No obstante al segundo poso su frente con la mía, solamente pude sonreír. Sentía el corazón galopando como un ciervo asustado....
Sentirlo tan cerca, sentir su respiración golpeando sobre mis labios; me hacia desear besarle los labios. Sentir todo ello me ponía sumamente nerviosa y me esforcé por concentrarme en la respuesta que debía darle. Como si fuera que lo sentía yo misma tenía que dar esa respuesta casi con urgencia. Asentí, conteniendo todo lo que me pasaba y por un lado quería decirle. - Si estoy bien... - Sinteticé, respiraba profundo y pausado, intentando calmar lo que estaba provocando de cierta forma en mi.
- Ilhan. - apenas si podía decir su nombre sin sentir esa presión en el pecho. - Gracias. - ¿no se me ocurría algo mejor?, algo como: ¡besame!, ¿que esperas?. No eso no, no podía decir eso, quedaría total y completamente... "Inapropiado". Sus manos se posaron en mi rostro y automáticamente lleve las mías a las suyas. Las acaricia con lentitud, mientras lo observaba a los ojos, volviendo a morderme el labio inferior. Tienes que atreverte, tienes que... Me decía a mi misma una y otra vez pero, mi cuerpo no respondía a lo que pensaba.
Él, casi como si pudiese leer mis pensamientos acercó mas su rostro al mio. Sus labios, a una distancia deseable y al mismo tiempo como peligrosa, nada mas lograban aumentar aquel desquiciado pensamiento de besar sus labios. Y por instinto, o a propia voluntad... En realidad es difícil diferenciarlo, acerqué un poco mas mi rostro provocando un rose repentino e inesperado para mi. Me volví hacia el lugar, avergonzada por mi torpeza. - Lo siento no debí... - Callé, si debía y si no debía entonces si quería. - Tu.. - Lo miré, sin soltar sus manos, sin alejarme ni un poco mas del lugar en donde estaba. - Tu mama podría vernos. - eso era a vergonzante de nada mas pensarlo, apenas llegada y ya besuqueando a su hijo en medio de la sala. No eso no estaba bien.
Un jadeo de sospresa me heló el aliento, la respiración y detuvo ese galopar en mi pecho. Por un momento quedé paralizada. - Evelyne. - Dijo la madre de Ilhan y yo cerré con fuerza mis ojos.
- Lo lamento yo se que... - comencé hablar atropelladamente girando, y soltando de inmediato a Ilhan, quedando este tras de mí. Casi ya podía soltar las lagrimas de lo avergonzada que me sentía y entonces...
- Tu pierna, estas herida aún... - ¿que cosas?. ¡Mi pierna!... Lo habia olvidado.
- Pero... - intenté volver atrás retener de alguna forma una cosa con la otra, pero era mejor dejarlo pasar. Obviamente era mejor así. - No se preocupe, pronto ha de cicatrizar. - Dije intentando llevar el tema de conversación, mientras podía sentir nuevamente el corazón en mi pecho, y el calor del cuerpo de Ilhan a mis espaldas. Me aparté un poco para observarme la pierna. Estaba aún bastante reciente, era poco consciente del tiempo, casi siempre lo era... Pero ahora mas que nunca.
- Ilhan ve por unas gasas y alcohol para desinfectar. Y no olvides las vendas. - Terminó por decirle, y yo realmente no deseaba ser curada. Nada mas quería estar junto a él por un momento pero, no se daría por ahora. Me sentía algo incomoda ahora después de lo que había casi sucedido en la sala, por lo que guardé silencio y espere. Tomando asiento en una silla y viendo mi herida desde distintas perspectivas.
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Re: ¡Que buen comienzo!... [Reservado]
Esos momentos a lado de Evelyne me habían parecido eternos pero a la vez no me bastaron, no sabia si debía o no besarle y nuestros labios estuvieron a centímetros los unos de los otros, se rozaron, y mi corazón al igual que el de ella comenzó a acelerarse de una manera que jamas creí que pudiera latir, desbocado, apasionado, lleno de vida, era la justa medida que yo necesitaba.
Mis manos estaban acariciando sus mejillas y el simple hecho de escuchar su armoniosa voz, ésa voz que me llenaba por completo y me hacía sentir fuera de culpas, mi culpa iba en el momento que la dejé a su suerte en aquel callejón esperando a que me siguiera, pero lo que debí de haber hecho era dejar que ella saliera primero de aquel obscuro callejón y no haberla hecho pasar por aquel tormento de la muchedumbre tras ella, la habían culpado a ella del asesinato que había cometido YO.
Ella sintió o percibió a mi madre más cerca que de costumbre y yo la 'olí' a ella-Lo sé-Susurré en su rostro, pues aún estábamos tan cerca, pero no me podía permitir faltarle al respeto y más si ella no lo deseaba de ése modo.
Escuché a mi madre hablarle y me encantó la forma en la que ella se apenaba, pero lo que me alarmó fue que mi madre me había hecho ver y volver a mi realidad de su pierna, sabia que ella estaba herida, pero ante su declaración de que estaba bien le había creído, ella estaba frente a mi mirando a mi madre, cuando me mandó a buscar algodón y alcohol, tan sólo negué con la cabeza cuando ví que Evelyne se miraba la pierna, la tomé entre mis brazos y la cargué conduciendola al sillón.
-Dijiste que te encontrabas bien-Segui negando con la cabeza, y me inindó la angustia y la culpa nuevamente llenó mi ser por completo.-Discúlpame, de verdad, todo esto es mi culpa-Mi cara solo reflejaba angustia y dolor por lo que le había hecho pasar por mi estupidez.
-De verdad muchacho que eres inconsciente...-Comenzó a decir mi madre cuando la llevé al sillón dejándola suavemente recostada en él -Anda, apresúrate ya con éso que te pedí...-Ordenó mi madre, y salí de ahí dirigiéndome hacia el baño por las cosas que mi madre me había pedido para curar a Evelyne, no quise tardarme demasiado, además de que estaba demasiado angustiado.
Dí las cosas a mi madre y me quedé expectante a saber lo que ocurriría con Evelyne-Date la vuelta hijo, es más traenos algo de thé, anda, anda, estará bien, que yo la cuidaré-Me dijo mi madre con ternura, y salí de la habitación conduciéndome a la cocina en donde me puse a preparar el thé.
Mi madre atendió con devoción a Evelyne, pero no alcancé a escuchar su conversación aunque me hubiera gustado saber que tanto platicaban entre ellas, solo llegaban a mi fragmentos-Tienen mucho conociéndose?.... Es buen chico, no puedes culparlo.... -Pero ninguna conversación en concreto.
Luego supuse que la había terminado de curarla por que me llamó desde la Sala-¿Has terminado con éso hijo?, ven que Evelyne se encuentra mucho mejor-Mi madre le devolvió a Evelyne una sonrisa de complicidad y dejé las tres tazas de thé que había llevado en una charola, pero mi madre me sonrió, tomó su taza, me agarró del hombro dándome un pequeño apretón y se disponía a dirigirse a la puerta de la salida.
-Bueno, los dejo, ilhan, lo mejor será que lleves a Evelyne a su casa, es demasiado tarde y no es muy conveniente que ande fuera a estas horas, ya casi es el toque de queda así que lo mejor será que se apresuren-Mi madre volvió a sonreír, pero ahora dirigiéndose a Evelyne completó diciéndole-Fue un gusto enorme conocerte preciosa, espero no sea la última vez que nos visites-Se despidió dándole un beso en la frente a Evelyne y salió de la sala.
Tomé nerviosamente mi taza, y me acomodé sentándome en un sillón, un tanto nervioso y se me notaba mucho, me sudaban las manos y estuvo a punto de caerse la taza de entre mis manos...-Ahora si,....¿como te sientes?-Mi rostro miraba el piso, estaba extremadamente apenado de haber sido el causante de todo su dolor a Evelyne, quería preguntarle ¿que había sido todo eso que le había dicho mi madre?, de que habían platicado, las dudas consumían mis pensamientos, pero por ahora creía que lo mejor era que cuando hubiera terminado su thé, saliéramos a buscar a su corcel y pudiera irse a su casa.
Aunque tan sólo el hecho de separarme de ella, lo encontraba absolutamente desgarrador.
Mis manos estaban acariciando sus mejillas y el simple hecho de escuchar su armoniosa voz, ésa voz que me llenaba por completo y me hacía sentir fuera de culpas, mi culpa iba en el momento que la dejé a su suerte en aquel callejón esperando a que me siguiera, pero lo que debí de haber hecho era dejar que ella saliera primero de aquel obscuro callejón y no haberla hecho pasar por aquel tormento de la muchedumbre tras ella, la habían culpado a ella del asesinato que había cometido YO.
Ella sintió o percibió a mi madre más cerca que de costumbre y yo la 'olí' a ella-Lo sé-Susurré en su rostro, pues aún estábamos tan cerca, pero no me podía permitir faltarle al respeto y más si ella no lo deseaba de ése modo.
Escuché a mi madre hablarle y me encantó la forma en la que ella se apenaba, pero lo que me alarmó fue que mi madre me había hecho ver y volver a mi realidad de su pierna, sabia que ella estaba herida, pero ante su declaración de que estaba bien le había creído, ella estaba frente a mi mirando a mi madre, cuando me mandó a buscar algodón y alcohol, tan sólo negué con la cabeza cuando ví que Evelyne se miraba la pierna, la tomé entre mis brazos y la cargué conduciendola al sillón.
-Dijiste que te encontrabas bien-Segui negando con la cabeza, y me inindó la angustia y la culpa nuevamente llenó mi ser por completo.-Discúlpame, de verdad, todo esto es mi culpa-Mi cara solo reflejaba angustia y dolor por lo que le había hecho pasar por mi estupidez.
-De verdad muchacho que eres inconsciente...-Comenzó a decir mi madre cuando la llevé al sillón dejándola suavemente recostada en él -Anda, apresúrate ya con éso que te pedí...-Ordenó mi madre, y salí de ahí dirigiéndome hacia el baño por las cosas que mi madre me había pedido para curar a Evelyne, no quise tardarme demasiado, además de que estaba demasiado angustiado.
Dí las cosas a mi madre y me quedé expectante a saber lo que ocurriría con Evelyne-Date la vuelta hijo, es más traenos algo de thé, anda, anda, estará bien, que yo la cuidaré-Me dijo mi madre con ternura, y salí de la habitación conduciéndome a la cocina en donde me puse a preparar el thé.
Mi madre atendió con devoción a Evelyne, pero no alcancé a escuchar su conversación aunque me hubiera gustado saber que tanto platicaban entre ellas, solo llegaban a mi fragmentos-Tienen mucho conociéndose?.... Es buen chico, no puedes culparlo.... -Pero ninguna conversación en concreto.
Luego supuse que la había terminado de curarla por que me llamó desde la Sala-¿Has terminado con éso hijo?, ven que Evelyne se encuentra mucho mejor-Mi madre le devolvió a Evelyne una sonrisa de complicidad y dejé las tres tazas de thé que había llevado en una charola, pero mi madre me sonrió, tomó su taza, me agarró del hombro dándome un pequeño apretón y se disponía a dirigirse a la puerta de la salida.
-Bueno, los dejo, ilhan, lo mejor será que lleves a Evelyne a su casa, es demasiado tarde y no es muy conveniente que ande fuera a estas horas, ya casi es el toque de queda así que lo mejor será que se apresuren-Mi madre volvió a sonreír, pero ahora dirigiéndose a Evelyne completó diciéndole-Fue un gusto enorme conocerte preciosa, espero no sea la última vez que nos visites-Se despidió dándole un beso en la frente a Evelyne y salió de la sala.
Tomé nerviosamente mi taza, y me acomodé sentándome en un sillón, un tanto nervioso y se me notaba mucho, me sudaban las manos y estuvo a punto de caerse la taza de entre mis manos...-Ahora si,....¿como te sientes?-Mi rostro miraba el piso, estaba extremadamente apenado de haber sido el causante de todo su dolor a Evelyne, quería preguntarle ¿que había sido todo eso que le había dicho mi madre?, de que habían platicado, las dudas consumían mis pensamientos, pero por ahora creía que lo mejor era que cuando hubiera terminado su thé, saliéramos a buscar a su corcel y pudiera irse a su casa.
Aunque tan sólo el hecho de separarme de ella, lo encontraba absolutamente desgarrador.
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