Buscando un lugar donde pasar la primera velada(May)

por **Kristof Van de Couter** Mar Ene 11, 2011 9:02 am

Una vez que mis hombres terminaron de descargar la mercancía del que sería mi nuevo hogar, aún faltaba llevar todo hacía mi nueva morada, el problema es que aún no contaba con alguna en Paris, y conseguirla podría tardar algunos días, o incluso semanas. Durante ese transcurso, mis bienes y mercancías se quedarían en un almacén comercial, pero mientras tanto tendría que conseguir algún lugar para pasar la noche. ¿Que mejor que las calles de París para preguntar a los Ciudadanos la ubicación de alguna buena morada? Estos deberían conocer cada uno de los pasajes del interior de sus calles, cada establecimiento que allí se encontraba e incluso a las personas que comúnmente habitaban.

Vestido con mi camisa blanca de cuello, mi capa oscura de lino, y mi pantalón de mismo tono, me adentré a las calles de París. No debía ser muy tarde aún, pues hacía poco tiempo había oscurecido, o quizá no. No sabía cuanto tiempo había permanecido en mi charla con aquél chico que se había adentrado a mi navío.

No sabía a quién preguntar, pero mientras buscaba a la persona indicada, miraba a mi alrededor la majestuosidad de la arquitectura de Paris.

por **Etháin** Mar Ene 11, 2011 9:19 am

Caminaba con la cabeza bien alta y los tacones resonando por las céntricas calles de París. Mi vestido de color rojo con adornos en blanco, brillaba en todo su esplendor, captando las curiosas miradas de los transeúntes que, como yo misma, habían decidido dar un paseo por la ciudad a la espera de que la luna se coronase de nuevo en el reino del cielo.

No llevaba demasiadas joyas, pues aunque pertenecía a clase media y gozaba de un buen estatus social, mi fortuna no abarcaba demasiados caprichos. Sin embargo, cada vez más, mi rostro y mi apellido se encontraba en las mentes y conversaciones tanto de hombres como de mujeres. Empezaba a ser la envidia de París por mi belleza y el misterio que me rodeaba. Sin embargo, mi personalidad, soberbia y un tanto mezquina y caprichosa, no se vio afectada. Al contrario, los aires nadie fue capaz de bajármelos. Mientras tanto, seguía buscando a mi "Príncipe Azul" cuando todas las mujeres de mi edad ya estaban casadas y con hijos.

Suspiré meneando la cabeza, intentando no pensar en aquellas sandeces. Lo bueno se hace esperar, dicen. Y yo me aferraba a ese ideal.

Doblé otra esquina con mi mirada puesta en cada rostro que me rozaba, con curiosidad e interés por saber de quiénes se trataban. Y uno de aquellos rostros, me cautivó.

por **Kristof Van de Couter** Mar Ene 11, 2011 11:07 am

Admiré la belleza de las calles, los arboles, y a la poca naturaleza en sí, dentro de las calles de París. La gente vestía muy elegantemente en aquellos pequeños espacios. Ya era noche en París y las farolas de las calles ya iluminaban la plaza en donde me encontraba. ¿Qué nombre recibía la plaza aquella? Era algo que me hubiera gustado saber, pues prácticamente me encontraba perdido.

Todos mis trabajadores que habían ayudado con la descarga de mis mercancías, se habían quedado descansado en el navío. En cambio, me encontraba un poco enfadado de dormir dos noches seguidas en él, por lo que necesitaba una suave y amplia cama aquella noche y sobretodo, que fuera en "tierra firme".

Seguí caminando mientras algunos comerciantes se acercaban a ofrecerme productos que iban desde joyería barata hasta algunos perfumes. A todos les inclinaba levemente la cabeza, en señal de agradecimiento, ya que era algo que no me interesaba en aquél momento.

Fue entonces que vi a una dama acercarse cerca de mi, no estaba por de más presentarse y hacer las preguntas propias de un caballero. Poco a poco me acerqué mirándola fijamente. - Buenas noches Damisela - hice una leve reverencia, tomando su mano para besarla. - ¿Sería usted tan amable de ayudar a este Caballero? - pregunté soltando la mano ligeramente esperando su respuesta.

por **Etháin** Mar Ene 11, 2011 12:48 pm

Un joven muchacho algo mayor que yo pero tan atractivo y elegante que dañaba la vista sólo por mirarle, se acercó a mí y tomó mi mano para besarla. Mientras hacía tal gesto con una reverencia, mordí mi labio inferior, pues sentía que el corazón me latía vertiginosamente y no sabía como frenarlo. Cuando alzó la vista hacia mí, me hice la Dama fría y acostumbrada a los cumplidos, aunque a penas pude ocultar una tierna sonrisa juvenil.

- ¿Qué necesita?- le pedí con una voz un tanto provocativa.

Durante los segundos en los que el silencio se acomodó en nuestros labios, me dediqué a examinar su rostro, su traje y su cuerpo, admirándolo de hito a hito con disimulo, aunque luego me percaté de que me estaba mordiendo el labio y dado que no quería que pensara que me estaba insinuando, dejé de hacerlo y alcé de nuevo la vista hacia tan galante caballero con una perfecta sonrisa.

por **Kristof Van de Couter** Mar Ene 11, 2011 10:14 pm

La joven de vestido rojo pareció entender mi francés un tanto complejo, que no era el mejor del mundo. Esto se debía a que apenas tenía cinco años de practicarlo frecuentemente. Los últimos años, mi Condado había pasado a ser parte de dos naciones diferentes, y aquello me había costado, dinero y el aprender nuevas costumbres, así como el lenguaje.

Le sonreí con suma naturalidad mientras sentía aquella brisa nocturna que identificaba a la ciudad. La chica iba arreglada elegantemente portando unos tacones que combinaban con su vestido, lo cuál me parecía algo normal entre las chicas de sociedad del París. Sin embargo, era claro recalcar su belleza antes las demás chicas del lugar.

Pude observar como mordía su labio, a lo cuál no pude mas que sonreír con amabilidad, ya que no sabía si era prudente coquetearle en aquél lugar, o como eran las costumbres de Paris en ese aspecto. - Un placer señorita, mi nombre es Kristof Van de Couter, a su Servicio. - Hablé con la voz grave y profunda que me caracterizaba, pocos segundos después de escuchar la sensualidad de su voz. - Me preguntaba si me pudiera hacer el favor de indicarme el nombre de algún hotel en la ciudad, ya que soy nuevo en la ciudad y necesito hospedarme en algún lugar que sea de plena confianza para las personas locales como usted. - comenté admirando su notable belleza, que era iluminada por el calor del fuego de las farolas cercanas y por los rayos de la luna alzada sobre nuestros pies.

por **Etháin** Miér Ene 12, 2011 1:07 am

El joven sonrió de un modo especial, de ese en que te ruborizas y no entiendes el porqué. El apuesto caballero se presentó como Kristof Van de Couter, un nombre y apellido que desde luego, prometía mucho.

- Encantada, señor Van de Couter, soy la señorita May Cros.- saludé con un leve guiño travieso.

En cuanto a su solicitud, dudé unos segundos, pues no sabía si ofrecerle mi casa como su cobijo provisional, o bien indicarle una posada en la que dormí una gélida noche parisina en la que me sorprendió la tempestad.

- Dispongo de una pequeña mansión en las afueras de París que, desde luego, está a su entera disposición.- le ofrecí con una sonrisa angelical y algo señorial.

No sabía qué tan bien visto estaría mi acción, si luego sería víctima de las habladurías de los ciudadanos. Lo que sí sabía es que ansiaba conocer a aquél muchacho más que nada en ese momento.
Sin embargo, tuve que esperar su respuesta y eso me hizo impacientar, pues aunque ya era adulta, mi alma seguía siendo la de una niñita caprichosa e impaciente.

por **Kristof Van de Couter** Miér Ene 12, 2011 1:52 pm

Sonreí al saber su nombre. - Un placer señorita May Cros - volví a decir con galantería mientras de nueva cuenta inclinaba mi cabeza en señal de respeto. Me preguntaba si había muchos lugares donde pasar la noche, y sobre todo si habría lugares disponibles pues París era una ciudad famosa por sus paisajes arquitectónicos y por ende, solía ser muy visitada y concurrida.

No pude evitar sentir sorpresa al recibir aquella muestra de gentileza de parte de la dama presente. - Es un honor disponer de dicha mansión a las afueras de París, pero no me gustaría ser una molestía para su familia y sobre todo para usted Mademoiselle Cros. - comenté pues no sabía si aceptar su muestra de amabilidad podría meterla en algunos aprietos en un futuro.

- Sin embargo, me honraría si usted quisiera ir con este buen caballero a dar un pequeño paseo por la ciudad, y si usted gusta, ir a tomar un café o cenar en alguno de los restaurantes. - no sabía yo si estaban siendo muy inoportuno. - Me han dicho que hay muy buenos restaurantes, como el café Procope. - analicé pensado que quizá mientras caminábamos podría buscar algún hotel donde reservar mi estadía unos días en lo que encontraba una nueva morada.

por **Etháin** Miér Ene 12, 2011 2:12 pm

No pude evitar un sonrojo en mis mejillas cuando escuché mi nombre de sus labios. Era como endulzar algo asaborío.
En un primer momento, él no parecía negarse a mi ofrecimiento, algo que sin duda, me alegró, por lo que quise insistir levemente con un comentario a simple vista sin segundas intenciones.

- En realidad vivo sola.- expliqué con una dulce sonrisa.- Tan sólo me acompañan dos sirvientes que duermen en el piso inferior.- ladeé mi cabeza sin perder de vista sus ojos y sonreí pícaramente pero con glamour.- Me agradaría que aceptara mi ofrecimiento, señor Van de Couter.

En cuanto a su proposición, me limité a extender mi brazo para enrroscarlo en el suyo, como muestra de que aceptaba su ofrecimiento de dar un paseo y cenar luego en algún restaurante. Esbocé una sonrisa y me percaté de que ambos éramos el centro de atención de los que caminaban por allí. ¿Dónde me llevaría? Me encogí levemente de hombros para mí misma; ¿a caso me importaba eso? La verdad, es que no.

por **Kristof Van de Couter** Vie Ene 14, 2011 10:02 am

Noté aquél enrojecimiento en sus mejillas y sonreí acercando mis manos hacía su mentón, el cual acaricié por unos momentos. No quería ser un estorbo en su vida, eso era claro. Sin embargo, creía que quizá sería bueno aprovechar la oportunidad para conocer a personas de la ciudad que me puedan guiar, hacer amigos e incluso algunos contactos me servirían en futuros negocios.

Bajé mi mano pensando que era peligroso que una dama viviera sola en medio de una ciudad tan grande como París. - Ya lo pensaré. - comenté sonriendo al ver que enroscaba su mano en mi brazo, así que supuse que estaba aceptando mi ofrecimiento. - Pero no creo que sea bien visto que un Servidor se quedé en casa de una bella Dama como usted. Apenas me adaptare a este ambiente y no quiero que por mi culpa, usted se vea afectada con comentarios lascivos - Era un caballero que trataba siempre de hacer el menor escándalo posible. En el Condado la gente hablaba demás, seguramente en la ciudad sería igual.

Empezamos a caminar por las calles de París, podía sentir las miradas de las personas que conversaban a nuestro alrededor. En algunos momentos los comerciantes se acercaban para tratar de vendernos artículos de toda clase a lo cual negaba con agradecimiento. - Señorita May, dígame, ¿que es lo que hace la gente de París, para divertirse y socializar? - pregunté expectante.

por **Etháin** Vie Ene 14, 2011 11:39 am

Acarició mi mentón y sentí un impulso de acercarme más a él, gesto que, por supuesto, oprimí con fiereza. Su contestación me animó en cierto modo, puesto que en ningún momento me había dicho un no rotundo. Algo era algo. Poseía de un paseo y una cena para convencerlo.
Sin embargo, analicé sus palabras, aunque en cierto modo tenía razón, pensé en dos suposiciones más. Una, basada en que las damas de París morirían de envidia si se percataran de una posible relación entre el señor Van de Couter y yo, puesto que no pensarían que él entraría a mi casa sin propósitos serios y estables. Algo que por supuesto, me lanzaría al estrellato del estatus social. Sonreí para mis adentros, pues aquello me convencía de la necesidad sobre que aquél hombre del que iba del bracito debía dormir aquella noche bajo mi techo.
- No creo que a las parisinas les interese demasiado mi vida privada, señor Van de Couter.- le aseguré con una sonrisa angelical.
Varios hombres se acercaron para intentar vendernos algo, por lo que les hice un gesto con la mano para que se retiraran de nuestro paso, pues no deseaba que nos interrumpieran.
Su pregunta me sorprendió, pues era un cambio de tema total. Sin embargo, reí bajo el dorso de mi mano y le respondí en una sonrisa divertida.
- Los aristócratas suelen organizar fiestas en sus mansiones privadas.- respondí, moviendo mis ojos desde los suyos hasta el frente.

por **Kristof Van de Couter** Dom Ene 16, 2011 2:33 pm

Seguíamos avanzando por las calles de París, cada edificio que admiraba lo trataba de memorizar para que después pudiera hacer alguna pintura del paisaje, de la arquitectura y de aquellos paseos en la ciudad. Mis lienzos y pinturas seguramente se encontrarían donde se encontraban mis muebles en aquél almacén junto al puerto, por lo que no debía preocuparme.

Miré su hermoso rostro, digno de uno al cual retratar. Quizá fuera el caso, pues me gustaba retratar a las damas que sin lugar a duda eran atractivas, y May era una de ellas. - ¿Algún día, pudiera yo tener el honor de retratarla? - pregunté con cortesía.

Posiblemente ella tuviera razón y a la gente no le importara su vida privada, debía de tener un poco más de confianza en ella. Por otro lado, la joven hacía que los comerciantes no nos interrumpieran, por lo cual hice un gesto de cortesía.

Como en la mayoría de los lugares, la aristocracia hacían fiestas en sus mansiones privadas, y ya esperaba la primera invitación que me permitiera conocer mejor a los habitantes del lugar donde me encontraba, el cuál ya sería mi nuevo hogar. - En el Condado del cual vengo, hacía fiestas de igual tipo, me gustaba ir a los bailes y pedir a las damiselas una pieza para danzar al ritmo de la música. - sonreí por lo dicho.

por **Etháin** Dom Ene 16, 2011 2:45 pm

Caminábamos sin prisa pero sin pausa, casi al son de las olas que rompían en el puerto próximo a nosotros.
El silencio se había acomodado en nuestros labios, y cuando ya pensaba que pasaríamos el resto del camino sumidos en un mutismo estremecedor, él rompió aquél silencio con su varonil voz, proponiéndome algo sorprendente y de lo que no estaba acostumbrada.
- Por supuesto, señor.- respondí con una radiante sonrisa juvenil.- Puede venir cuando quiera a visitarme y creo poseer un escenario idóneo para su retrato.- comenté, recordando el bello jardín que salvaguardaba.
Cuando respondí su pregunta a cerca de la diversión parisina, el me habló del lugar al que procedía, picando mi curiosidad.
- ¿De dónde procede?- me interesé.

por **Kristof Van de Couter** Miér Ene 19, 2011 10:39 pm

Giramos hacía la izquierda en una de las callejuelas empedradas pero planas, pues pensaba que quizá con esos tacones a May le costaría trabajo adentrarnos a otro tipo mas de calles descuidadas y de otro tipo de material. Por donde pasábamos había un sin fin de establecimientos, dignos de gastar unos cuantas monedas, dignos de esplendor.

Sonreí cuando afirmó mi solicitud, me iba a gustar retratar aquella hermosa sonrisa que parecía proveniente del brillo de las estrellas. - He de agradecer su amabilidad, en cuanto consiga un hogar para mi persona, y en cuanto mis trabajadores hayan llevado las cosas que dejé en el almacén, iré a buscarla sin lugar a dudas. - volví a acariciar su mentón conforme avanzábamos.

- Con un rostro tan bello, cualquier lugar se adaptaría Mademoiselle. - sonreí soltando su mentón lentamente. Cuando me preguntó acerca de mi lugar de origen, no pude evitar recordar mi pequeño lugar. - Gante, al este de aquí, no es ta muy alejado. Hace no mas de 6 años, era parte de Austria, pero desde entonces ya es parte de Francia. También fue parte de un nuevo Estado llamado Bélgica que no duro ni un año, así que ahora no se bien si soy Francés, Belga, o Austriaco. Nací siendo austriaco, pero ahora soy francés. - sonreí tratando de darme a entender.

por **Etháin** Jue Ene 20, 2011 6:12 am

Su mano voló a mi mentón y sentí que el corazón se me paraba por unos segundos para luego, bombear más sangre de la necesaria, haciendo enrojecer mis mejillas y obligándome a desviar mi mirada de su perfecto rostro varonil.

- Le estaré esperando, señor Van de Couter.- le expresé con una tímida sonrisa angelical cuando me prometió que me buscaría.

Su voz volvió a acariciar mis oídos cuando me explicó su procedencia, intentando no desviar mi atención de sus palabras y hacer un seguimiento de su narración, comprendiendo finalmente, que era tan francés como yo, es decir, nada.

- Yo soy de Chicago.- le comenté con una sonrisa nostálgica.- Vine a París hace seis años.

Alcé la vista hacia él, intentando advinar lo que pensaba de mí, hasta que, por mi despiste, tropecé con una baldosa mal puesta de la calle y creí que me caería de la forma más avergonzante para una damisela como yo...

por **Kristof Van de Couter** Dom Feb 06, 2011 1:37 am

Mis pensamientos vagaron un momento, perdiéndome en los sonidos de la majestuosidad ciudad. Me gustaba ser caballeroso con las damas, y al verla, no pude evitar pensar en el Helena, mi último amor, la mujer que había abandonado en Gante, la mujer a la que había dejado por cobarde; aquello me afectaba, quizá los días y noches se me hacía mas largos sin su presencia, pero poco a poco iba vaciando mi memoria de sus recuerdos.

Noté como May se sonrojaba, pensando que era bella, y que aquél gesto era muy noble y transparente. - Pronto iré a pintar su retrato, imagínese usted en una de mis pinturas, sería todo un honor para mí. -

- Chicago es muy lejos, no he tenido la oportunidad de viajar hacía América...pero no lo descarto. ¿Se ha acostumbrado a este lugar? - al momento que sentí que había tropezado la sostuvé con ambas manos con agilidad para que no saliera lastimada, haciendo que el cuerpo de May se encontrara extendido y de manera inclinada. -¿Esta bien...? - pregunté observando su rostro.

por **Etháin** Dom Feb 06, 2011 6:12 am

De pronto, unos brazos me sostuvieron justo antes de caer en el frío y húmedo suelo de la calle parisina. Alcé la vista hacia mi salvador, y me tropecé con su mirada llena de preocupación en mi rostro, con su voz preguntándome por si había sufrido algún que otro daño físico.
Noté la sangre corretear por mis mejillas, sonrojándolas al tiempo que bajaba levemente la mirada hacia sus manos.

- Estoy... bien, gracias.- le aseguré, haciendo una leve mueca cuando intenté ponerme en pie por mí misma, pues fue entonces cuando me percaté de que me había torcido el tobillo. Genial...

Suspiré e intenté que no se notara, pero el tobillo me falló y caí de nuevo entre sus brazos, gesto que aún me dio más vergüenza. ¿Y ahora qué?

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