Bienvenida Nueva Vida [Rosemarie]

por **Clémence Montesquieu** Sáb Ene 15, 2011 12:39 am

Había llegado, por fin había llegado a París.
La distancia entre su pueblo y la capital no era mucha, pero el ferrocarril no era una máquina con una asombrosa velocidad, por lo que había estado sentada alrededor de cinco horas... y ahora seguía sentada, sin embargo ya no veía prados ni pequeños bosques desde la ventana del tren, veía la ciudad desde un café en pleno centro de París.

Su apellido había conseguido un boleto gratis en su pueblo, pero en la ciudad nadie le conocía aún, así que debía pagar por todas la comodidades que quisiera. Generalmente cuando las doncellas escapaban de sus casas o eran desheredadas, debían ponerse a trabajar en burdeles o en la misma calle para sobrevivir... este no era el caso de Clémence, ya que antes de salir de su casa, mandó a poner todas sus cosas en baúles mientras ella robaba una gran cantidad de dinero a sus padres. Su idea era hacer durar el dinero por unos años y luego encontrar un esposo rico, la verdad... no parecía complicado.
Su ropa, su peinado, su delicada piel... todo demostraba que la chicha era de clase alta, era cosa de tiempo para que alguien lo detectara y se acercara

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por **Rosemarie Cipriano** Sáb Ene 15, 2011 3:48 pm

Ese día había estado en su mayor parte preocupada por dinero, ocupada de transacciones y acuerdos. Ella era la encargada de los negocios de mi familia, puesto que su madre no existía ya -al menos no para Rose y su padre-, y éste último estaba incapacitado para aquello.
Se sentía cansada, siempre había odiado los negocios, pero había aprendido a llevarlos a cabo muy bien, y si no había conservado la fortuna de su familia casi intacta, la había elevado sin duda.
Ahora que se encontraba libre, comenzó a pensar sobre las distintas maneras de invertir el tiempo. Sus formas de descargar el ocio acumulado eran pocas, pero ciertamente las disfrutaba. Si no estaba leyendo o escribiendo, salía a caminar y divagar por las cales o plazas de la capital. Hoy había decidido ir a distraerse a un café cercano a su hogar, esperando poder disfrutar de alguna delicia con un excelente café amargo o un té exótico. O simplemente sentarse en una mesa a pensar.
Entró en el lugar y con la mirada lo repasó, encontrándose con algunos rostros familiares. Aunque había todo tipo de personas, el lugar era frecuentado en su mayor parte por gente de clase alta o media, la realeza no se metería a ese lado de la ciudad, y los pobres no podían permitírselo.
Ella no era quisquillosa y podía darse pequeños lujos como aquel, así que no dudó al sentarme en una pequeña mesa, esperando que algún mesero se acercase.

por **Clémence Montesquieu** Sáb Ene 15, 2011 5:15 pm

Se sentía infantil por lo que había hecho, porque lo había sido. Miraba la elegante taza frente a ella y recordaba como en su vieja casa nunca había abandonado los deliciosos tipos de té que le llegaban a su padre, sin embargo ya no estaba allí, estaba sola como una persona adulta en París y el primer acto en su nueva vida no había sido ni más ni nada menos que pedir un Café. ¿Debía sentir orgullo? No lo sabía, pero lo hacía.

Tomó un sorbo del amargo bebestible que, ante su sorpresa, fue mucho mejor de lo que esperaba. En el momento en que depositó de vuelta la taza en la mesa, observó como una chica entraba por la puerta y se acomodaba en una mesa cerca de ella. Su piel era extremadamente pálida y su rostro mostraba un poco de dureza. Su vestido y peinado despedían fineza y elegancia, además de recalcar su muy delgada figura y demostrar que formaba parte de la clase social Alta. Debía tener más o menos su misma edad, no menos de 20 años... pero claro, TODO eso era lo que ella pensaba. Poder reconocer, sin entablar una conversación, que tipo de gente es la que tienes al frente es una capacidad increíblemente útil, mas Clémence no tenía como saber si estaba en lo correcto respecto a la chica o no.

Aunque si lo pensaba bien... si tenía cómo, sólo debía acercarse y hablar con ella, eso bastaría para saber si había acertado o no. Se levantó con timidez, pero dispuesta a conocer la joven. Caminó hasta su mesa y su cerebro obtuvo en un segundo cómo iniciar la conversación.
-Uhm... disculpa, ¿Sabes dónde hay algún hotel?, soy nueva aquí y aún no busco un lugar permanente.- Preguntó con una sonrisa... ok, detestaba sonreír, pero la curiosidad la estaba matando.

por **Rosemarie Cipriano** Sáb Ene 15, 2011 6:06 pm

Siguió estudiando el café, esperando encontrarse con algo interesante como por arte de magia. Últimamente no había salido mucho, y se había encontrado encerrada en su hogar la mayor parte de los días. Le aburría de sobremanera no estar en movimiento, a excepción de las ocasiones en las que se aislaba a si misma horas enteras a leer de sus apreciados libros o a inventar y desarrollar extrañas historias en sus cuadernos. Disfrutaba del aire libre, haciendo lo que fuera, mientras no estuviera encerrada dentro de cuatro paredes.

Para su sorpresa, la primera persona en aproximarse no fue alguien perteneciente al personal de lugar. Lo supo al instante, viendo las ropas de la chica que ahora se encontraba a su lado con una pequeña sonrisa tímida.
Le devolvió una mirada de curiosidad, sin embargo, no le retornó una sonrisa. Era difícil pensar en una razón por la que alguien como ella se acercaría a su encuentro. Era medianamente alta, delgada y de piel blanquecina. Podía notar que tenía una naturaleza algo altiva, aunque no le resultaba desagradable. A pesar de todo, notaba como aunque llevaba esbozada aquella sonrisa en sus labios, la misma no le llegaba a los ojos. Rosemarie se reclinó en el asiento con sutil elegancia y contestó a su pregunta.

- Sinceramente, no conozco ninguno -le contestó con un tono suave y moderado. - Pero le puedo ayudar a buscar alguno, si lo desea -sugirió en un practicado tono cortés, después de analizarlo un poco. Su esencia no era ser demasiado educada, así que ciertamente no le nacía algo más agradable, no era que era que le disgustara la chica. Ella simplemente era reservada y muy pocas veces se confiaba por las primeras impresiones de la gente, aunque era hábil leyendo los rostros de las otras personas. La otra chica acababa de llegar a la ciudad y aún no conseguía un hogar propiamente tal.
- Mi nombre es Rosemarie Cipriano -extendió su mano hacia ella, presentándose.

por **Clémence Montesquieu** Sáb Ene 15, 2011 7:42 pm

La chica la observó de la cabeza a los pies, examinando sus ropas y tratando de descubrir por qué se le había acercado. Le correspondió sólo la curiosidad en la mirada, nada de sonrisas. Clémence tenía una idea de lo que pasaba por la cabeza de la joven mientras la miraba fijamente a los ojos. Seguramente estaba creando una descripción de ella destacando su figura, piel y, quizá, sus ojos. Luego de unos segundos, su primera conocida en París, se relajó sobre su asiento con elegancia y contestó, con un tono particular, a su pregunta y resultó que, lástimadamente, no conocía ningún Hotel.

Después de esa pequeña conversación, Clémence pudo confirmar sus teorías: Estaba claro que era socialmente acomodada, ya que su vocabulario y tono eran propios de Élite. A pesar de que le había ofrecido ayuda con cortesía, había estado en lo correcto respecto a su carácter duro. También se notaba que aunque era una chica reservada y educada, era Joven aún. Se presentó como Rosemarie Cipriano, por lo que Clémence se permitió pensar que era Italiana.
- Un gusto, Clémence Montesquieu.- Respondió estrechando su mano.- Agradecería mucho tu ayuda, de verdad. Llegué hace unas horas y no tengo ganas de buscar con dedicación un lugar. El dinero no es un problema así que no creo que demoremos mucho en encontrar alguna habitación donde pueda dormir esta noche. ¿Puedo?.- Preguntó señalando la silla vacía a su lado. No era que quisiera ser su mejor amiga ni contarle toda su vida, pero si quería encontrar un Hotel rápido era mejor que, por lo menos, se llevaran "bien".

por **Rosemarie Cipriano** Dom Ene 16, 2011 11:52 am

- Un gusto, igualmente -devolvió con cierta diplomacia a la otra chica, a quien no descubrió una acento diferente al francés, así que supuso que sólo se había cambiado de ciudad.
Rosemarie solamente asintió a sus comentarios y cuando la chica pidió permiso para sentarse, simplemente inclinó la cabeza en signo de confirmación. Le provocaba, más que nada, rareza que quisiera entablar una conversación con ella, de entre todas las personas. La chica se consideraba algo desagradable a si misma solo a simple vista, antisocial ante todo. Ella misma no se elegiría para hacer buenas migas. Ciertamente no se caía demasiado bien.

Pero quería dejar de lado aquello, por lo menos por un rato. Su vida entera la había convertido en lo que era hoy, no por simple gusto. Con un suspiro casi inaudible, miró a la chica que tenía sentada al lado de ella.
No parecía que tuviera intenciones secretas macabras, para nada. Más bien, sólo parecía querer tener una conversación civilizada, y aquí estaba Rose, siendo desagradable hasta la médula. De todos modos, no era que le entregara repentinamente su confianza, era difícil que alguien se la ganara, y ésta no sería la excepción.

También se sentía curiosa acerca de la razón por la que se había mudado hasta esta gran ciudad, pero como odiaba que la gente se entrometiera en cosas que no les incumbían, simplemente decidió llevar una charla fácil. - Así que, ¿qué es más o menos lo que buscas para hospedarte?

por **Clémence Montesquieu** Dom Ene 16, 2011 12:53 pm

Era bastante obvio que la chica no era muy sociable, mejor para Clémence. No tenía la intención de crear una gran conversación ni menos una amistad. Debía reconocerle que tenía la capacidad de caer mal con tan solo mirarla, algo que ella desearía hacer para evitar que la gente inútil y poco interesante se le acercara.

Su taza de café estaba casi vacía, por lo que no se preocupó de buscarla a su mesa. Sólo se sentó frente a Rosemarie y pidió un té para variar sabores.
Cuando miró a su acompañante, pudo ver en sus ojos la curiosidad. De seguro se preguntaba por qué estaba sola en París o simplemente, por qué había venido. Sin embargo no preguntó, quizá pensaba que podía pecar de entrometida y caer peor de lo que ya caía por su expresión facial.

Ninguna de las dos dijo nada hasta que la chica le preguntó que buscaba más o menos en un hospedaje. De seguro sus ideas no serían muy distintas, ambas eran de Clase Alta y refinadas.
- Esencialmente que no quede muy lejos del centro de la ciudad y que las habitaciones sean agradables. Sólo una cama cómoda donde dormir y un cuarto de baño equipado y espacioso, pasaré la mayor parte del día conociendo la ciudad así que no me interesa una buena vista ni excelentes comidas.- Contestó a su pregunta mientras se imaginaba la cantidad de restaurantes que debían haber y la variedad de platos que podría probar... Sí, era una amante de la buena comida y podía gastar mucho dinero degustando distintos manjares.

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