AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
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Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
Diez campanadas a lo lejos daban cuenta de la hora que era aquel día en las calles parisinas. La gente paseaba feliz y relajada, conversando de variadas temáticas y compartiendo diversos momentos. Pero un grito de desesperación y unas posteriores apresuradas zancadas seguidas de empujones hacían entender que algo rompía la habitual tranquilidad existente. Empujones, unos gritos y respiraciones agitadas que se sucedían aleatoriamente hacían que los transeúntes centraran sus sentidos en la persecución que se estaba llevando a cabo. Adelante, una persona de gran altura, corriendo a toda velocidad con un pan en su mano derecha. Atrás, un par de siluetas que la perseguida no reconoció por estar empleando sus incrementados sentidos en ponerse a salvo. Dobló por una calle, y luego por otra, saltando cajas y obstáculos con gran agilidad, hasta que llegó a la zona que conocía mejor: los callejones. Perdió a sus posibles captores a base de rápidos y sigilosos movimientos y, cuando se aseguró de que no iban a insistir en atraparle, se apoyó en la pared y se bajó la capucha del abrigo que tenía, dejando a la vista a una mujer de cabellos negros, la cual sonrió con arrogancia.
- Una vez más...el instinto vence a la razón. - reflexionó a la vez que retomaba su camino, probando un poco del pan que habia robado. Lo saboreó con cuidado, percibiendo cómo su cuerpo agradecía la ingesta de comida que ya se había hecho nula hace varios días. Todo parecía tranquilo, quizás demasiado tranquilo, hasta que sus sentidos le hicieron ponerse alerta.
Alguien había entrado a sus territorios.
- Una vez más...el instinto vence a la razón. - reflexionó a la vez que retomaba su camino, probando un poco del pan que habia robado. Lo saboreó con cuidado, percibiendo cómo su cuerpo agradecía la ingesta de comida que ya se había hecho nula hace varios días. Todo parecía tranquilo, quizás demasiado tranquilo, hasta que sus sentidos le hicieron ponerse alerta.
Alguien había entrado a sus territorios.
Última edición por Gianella Massone el Lun Mar 07, 2011 6:51 pm, editado 1 vez
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
Y así como alguna vez había gustado de la luz del día, ahora sentía una pasión por la noche. Y no era para menos, no es que se tratara de un simple gusto por la luz plateada que bañaba las calles una vez hecha la noche, es que de noche es cuando mas a gusto podía deambular por las calles. ¿El motivo? No hace falta pensarlo demasiado, basta ver la enorme cicatriz que surca su rostro para darse cuenta de que la noche no es mas que un refugio de las miradas de los curiosos que sorprendidos por tal cosa no paraban nunca de mirarle el rostro. Tristan (o Eisenberg, si es que prefieren llamarlo por su nombre artístico) detestaba eso, las miradas le ardían como si fuese un acero ardiente el que se le posara sobre la herida, sobre el ego, sobre su orgullo. El haber sido un hombre atractivo hace apenas algunos ayeres y haberse convertido en un monstruo –como el mismo se llamaba- de la noche a la mañana, era simplemente…devastador. Aunque el no lo dejaba notar a simple vista, se escondía detrás de una ironía que ni el mismo aguantaba en ocasiones…
Doblo la esquina de un oscuro callejón, apenas ponía atención a sus pasos, confiaba plenamente en sus pies, hacia donde lo llevaran. Quizás debía temer un poco el salir a la calle a tan altas horas de la noche, era lo más sensato que podía hacer luego de haber recibido un ataque apenas algunos días atrás. Un ataque en el que por cierto, nunca se había logrado determinar con exactitud que animal salvaje había sido el que le había ocasionado todas esas heridas en el pecho, cuello y rostro. Pero a una persona que había deseado morir en múltiples veces en tanto poco tiempo, poco le importaba lo que pudiese pasar ya. Su vida carecía de sentido, aunque se hiciera el fuerte ante los demás.
Le resultaba bastante extraño el alcanzar a escuchar a la perfección las conversaciones de los transeúntes que pasaban a varios metros de distancia de donde el circulaba, incluso pudo escuchar como unos pasos agigantados se abrían paso cerca de el, pudo escuchar como lo que parecía ser una persona corría exactamente en su dirección y en cuestión de segundos se encontró cara a cara con el. Una persona encapuchada, no lograba verle el rostro, pero su complexión y estatura no eran demasiado sobresalientes.
Su mirada se agudizo en el momento en que esta persona se descubrió el rostro, fue entonces que pudo darse cuenta de que una mujer era quien se escondía bajo esas ropas, una que llevaba a su boca lo que parecía ser un pan, casi con desesperación. En completo silencio avanzo hacia ella, las prendas desgastadas de la mujer dejaron al descubierto su clase social. Todo encajaba: una ladrona.
- ¿Y que pasaría si decidiera delatarte? - La razón por la cual se aventuraba a dirigirle la palabra a la extraña hasta el mismo la desconocía. Quizás se debía a que era la primera vez que salía de su casa en mucho tiempo, quizás había sido presa de esas ganas de saberse parte del mundo, aun sabiéndose un monstruo.
Doblo la esquina de un oscuro callejón, apenas ponía atención a sus pasos, confiaba plenamente en sus pies, hacia donde lo llevaran. Quizás debía temer un poco el salir a la calle a tan altas horas de la noche, era lo más sensato que podía hacer luego de haber recibido un ataque apenas algunos días atrás. Un ataque en el que por cierto, nunca se había logrado determinar con exactitud que animal salvaje había sido el que le había ocasionado todas esas heridas en el pecho, cuello y rostro. Pero a una persona que había deseado morir en múltiples veces en tanto poco tiempo, poco le importaba lo que pudiese pasar ya. Su vida carecía de sentido, aunque se hiciera el fuerte ante los demás.
Le resultaba bastante extraño el alcanzar a escuchar a la perfección las conversaciones de los transeúntes que pasaban a varios metros de distancia de donde el circulaba, incluso pudo escuchar como unos pasos agigantados se abrían paso cerca de el, pudo escuchar como lo que parecía ser una persona corría exactamente en su dirección y en cuestión de segundos se encontró cara a cara con el. Una persona encapuchada, no lograba verle el rostro, pero su complexión y estatura no eran demasiado sobresalientes.
Su mirada se agudizo en el momento en que esta persona se descubrió el rostro, fue entonces que pudo darse cuenta de que una mujer era quien se escondía bajo esas ropas, una que llevaba a su boca lo que parecía ser un pan, casi con desesperación. En completo silencio avanzo hacia ella, las prendas desgastadas de la mujer dejaron al descubierto su clase social. Todo encajaba: una ladrona.
- ¿Y que pasaría si decidiera delatarte? - La razón por la cual se aventuraba a dirigirle la palabra a la extraña hasta el mismo la desconocía. Quizás se debía a que era la primera vez que salía de su casa en mucho tiempo, quizás había sido presa de esas ganas de saberse parte del mundo, aun sabiéndose un monstruo.
Tristan Rêveur- Licántropo Clase Alta
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
Había estado tan concentrada en el escape y las esencias de sus perseguidores que olvidó prestarle atención a las demases criaturas que podían estar cerca de ella. Aquel joven que habló era una de ellas. Se volteó y lo observó de arriba a abajo, analizando su físico, su rostro y sus ropas mientras degustaba otro trozo de pan, haciéndolo con calma, sin ningún tipo de temor ni miedo. Ni siquiera le llamó la atención su cicatriz Sonrió levemente al percibir el olor característico de su raza impregnada en aquel varón: era un licántropo, sin embargo aquel olor tenía un detalle extraño, un detalle que no fue capaz de descifrar inmediatamente. Rápidamente otra reflexión navegó por su mente...¿por qué sería capaz de delatarla? Los lobos-bestia como ella solían producirle buenas impresiones, contradiciéndose aquello cuando tenía que convivir forzadamente con humanos y vampiros, cuyos olores eran asquerosos para el sensible sentido de la ojiazul. Tragó el trozo de pan y le miró fijamente, para luego responder con un susurro entonado fingiendo debilidad, lo que claramente se tornó un sarcasmo - ¿No te apiadarás de una pobre joven como yo?
Luego de eso sonrió entrecerrando su mirada, dejando ver uno de sus colmillos.
Luego de eso sonrió entrecerrando su mirada, dejando ver uno de sus colmillos.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
La ironía con que la joven había respondido era tan clara hasta para un ciego, quizás hasta para un idiota. Lo cierto es que no había razón por la cual Tristan debiera molestarse por tal cosa, no la conocía, ni ella a el, ¿entonces por que había respondido de tal manera? Cualquiera habría pasado por alto y quizás hasta había respondido a la sonrisa de la mujer con otra sonrisa igual de falsa, pero no el, no Tristan, no luego de todo lo que le había tocado vivir últimamente, suficientes cosas como para sentir una especie de coraje con el mundo.
Sus ojos color chocolate volvieron a posarse sobre la joven todavía con mas interés, quizás hasta con una pequeña nota de suspicacia, quería analizarla y su vista extrañamente le brindaba una vista como si la estuviese viendo a tan solo escasos milímetros, cosa extraña.
Ladeo levemente su cabeza y entrecerró los ojos al recordar como una vez no había mucho tiempo, un ladrón había intentado irrumpir en su vivienda con el único fin de hurtar parte de sus posesiones, un punto negativo en contra de esa joven que permanecía frente a el.
- ¿Y por que no habría de hacerlo? – Pregunto finalmente rompiendo el silencio con voz grave y segura. Sus pies tomaron movimiento una vez mas, acercándose a la joven a paso lento y cauteloso, sin dejar de mirarle fijamente ni un solo instante. – ¿Quién eres tu para gozar de ese privilegio? – Añadió con algo de altivez, dado el tenia todas las armas a su favor, un solo impulso y seria el mismo quien la arrastrara hasta el puesto de donde había robado el pan que sostenía en las manos. – Odio a los ladrones.
Sus ojos color chocolate volvieron a posarse sobre la joven todavía con mas interés, quizás hasta con una pequeña nota de suspicacia, quería analizarla y su vista extrañamente le brindaba una vista como si la estuviese viendo a tan solo escasos milímetros, cosa extraña.
Ladeo levemente su cabeza y entrecerró los ojos al recordar como una vez no había mucho tiempo, un ladrón había intentado irrumpir en su vivienda con el único fin de hurtar parte de sus posesiones, un punto negativo en contra de esa joven que permanecía frente a el.
- ¿Y por que no habría de hacerlo? – Pregunto finalmente rompiendo el silencio con voz grave y segura. Sus pies tomaron movimiento una vez mas, acercándose a la joven a paso lento y cauteloso, sin dejar de mirarle fijamente ni un solo instante. – ¿Quién eres tu para gozar de ese privilegio? – Añadió con algo de altivez, dado el tenia todas las armas a su favor, un solo impulso y seria el mismo quien la arrastrara hasta el puesto de donde había robado el pan que sostenía en las manos. – Odio a los ladrones.
Tristan Rêveur- Licántropo Clase Alta
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
Habia decidido salir unos momentos aquella noche a tomarme unos cuantos tragos, hoy no tenía deseos de trabajar, la talega de monedas que me habian regalado me bastaría perfecto por unos meses para no tener que regresar a prostituirme al menos durante un par de noches, se notaba la mejoría en mi persona, ya tenía algo mas de color, y lucía mas limpia y fresca, aunque claro despues de ir a tomar quien sabe como terminaría la historia.
Mientras caminaba por algunas de las calles escuché una acalorada discusión, al parecer un hombre reñia a una mujer, me habia quedado quieta cerca del lugar, escuchando la conversación, entonces salí de donde estaba, para contemplar que en efecto un varon estaba regañando a la chica por que al parecer se habia robado algo...por lo que sin decir agua va me limite a decir en voz alta
-Así es la vida en estas calles amigo...robar para comer no es malo...quizá tu nunca hallas experimentado lo que es el hambre- me detuve en seco, sentí que el medallón que portaba en el pecho comenzaba a abrazarme, ese medallón me advertía de la presencia de seres sobrenaturales, pero al parecer ahora me encontraba frente a uno de ellos, o quizá los dos lo eran, era mejor estar precavida, era una bruja y tenía mis trucos bajo la manga para defenderme pero no era buena idea si se molestaban hacerle frente a los dos yo sola.
-Señorita si lo desea puedo pagar por ese pan...conozco bien al dueño del negocio y me debe un par de favorcitos- me arrebuje en mi chal verde deshilachado, cubriendo el escote de mi viejo y gastado vestido azul.
Mientras caminaba por algunas de las calles escuché una acalorada discusión, al parecer un hombre reñia a una mujer, me habia quedado quieta cerca del lugar, escuchando la conversación, entonces salí de donde estaba, para contemplar que en efecto un varon estaba regañando a la chica por que al parecer se habia robado algo...por lo que sin decir agua va me limite a decir en voz alta
-Así es la vida en estas calles amigo...robar para comer no es malo...quizá tu nunca hallas experimentado lo que es el hambre- me detuve en seco, sentí que el medallón que portaba en el pecho comenzaba a abrazarme, ese medallón me advertía de la presencia de seres sobrenaturales, pero al parecer ahora me encontraba frente a uno de ellos, o quizá los dos lo eran, era mejor estar precavida, era una bruja y tenía mis trucos bajo la manga para defenderme pero no era buena idea si se molestaban hacerle frente a los dos yo sola.
-Señorita si lo desea puedo pagar por ese pan...conozco bien al dueño del negocio y me debe un par de favorcitos- me arrebuje en mi chal verde deshilachado, cubriendo el escote de mi viejo y gastado vestido azul.
Jeanette Kelly- Hechicero Clase Baja
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
Gianella no se veía intimidada en lo más mínimo por los dichos del joven. Sonrió mostrando su propia arrogancia y volvió a morder el pan mientras éste se acercaba, masticando y degustando como si estuviera absolutamente sola, relajada y sin preocupaciones. Ni siquiera le importaba que fuera un Lycan como ella, ni que sorpresivamente apareciese una segunda persona, la cual analizó por su olor: era humana...una repugnante humana y su olor típico, aunque con una salvedad. Quizás...no era normal, pero le daba lo mismo; era una humana como todos y no podría vencerla ni peleando ni atrapándola.
- ¿Y quién eres tú para tener que escucharte? ¿Alguna autoridad? - respondió de manera más enérgica, mostrando su rabia por tener que enfrentar a uno de los suyos.- Piérdete, niñito. No tienes idea de con quién estás metiéndote. - respondió amenazante, realzando aún más sus 1.78 metros de estatura con la postura corporal firme que adoptó.
Mientras esperaba reacción del único varón entre los presentes volvió a hablar, esta vez para la fémina que había osado ofrecerle ayuda. Ni siquiera le miró, ya que sus sentidos estaban puestos en ese imprudente e incompetente perro.
- No te metas en lo que no te importa, niña. - dijo secamente.
- ¿Y quién eres tú para tener que escucharte? ¿Alguna autoridad? - respondió de manera más enérgica, mostrando su rabia por tener que enfrentar a uno de los suyos.- Piérdete, niñito. No tienes idea de con quién estás metiéndote. - respondió amenazante, realzando aún más sus 1.78 metros de estatura con la postura corporal firme que adoptó.
Mientras esperaba reacción del único varón entre los presentes volvió a hablar, esta vez para la fémina que había osado ofrecerle ayuda. Ni siquiera le miró, ya que sus sentidos estaban puestos en ese imprudente e incompetente perro.
- No te metas en lo que no te importa, niña. - dijo secamente.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
Los pies de Tristan pararon en seco en el momento en que una tercera persona aparecía en escena. Una pelirroja, de cabellos ligeramente alborotados y mediana estatura se encaminaba hacia el lugar de los hechos a paso relajado, encima parecía ponerse a favor de la ladrona que el mismo Tristan acababa de amenazar. Enarco ambas cejas al deducir que ahora no solo tendría que lidiar con la joven se cabello corto y ojos azules que para ese entonces seguía mordiendo el pan hurtado; si no que también tendría que aguantar a la jovencita de apariencia humilde que se le ponía sin razón aparente. Toda sospecha de que quizás se conocían fue desechada al escuchar lo que se decían entre si: una ofrecía ayuda y apoyo moral y la otra se ponía altanera.
- Bravo. – Pronuncio con ironía, sus cejas curvadas parecieron curvarse aun más. – ¿Lo ve? Aparte de ladrona, es una insolente, no merece que le ayude, debe ser entregada a una autoridad para que se haga cargo. – Esta vez se dirigía a la pelirroja que se envolvía en un saco oscuro cubriendo su pecho y con el la extraña joya que llevaba colgado en el cuello. – No soy un ignorante de las carencias en las que se ve envuelto Paris, pero robar no es la solución, de ninguna manera seré participe de un acto como ese. Hoy fue un pan, ¿que será mañana? Y si…. – No pudo terminar la ultima frase, un insoportable sonido le inundo el oído izquierdo obligándolo a cerrar los ojos y llevarse las manos a la cabeza y aferrarlas a ambos oídos, esperando que este pasara pronto. ¿Que le estaba sucediendo?
- Bravo. – Pronuncio con ironía, sus cejas curvadas parecieron curvarse aun más. – ¿Lo ve? Aparte de ladrona, es una insolente, no merece que le ayude, debe ser entregada a una autoridad para que se haga cargo. – Esta vez se dirigía a la pelirroja que se envolvía en un saco oscuro cubriendo su pecho y con el la extraña joya que llevaba colgado en el cuello. – No soy un ignorante de las carencias en las que se ve envuelto Paris, pero robar no es la solución, de ninguna manera seré participe de un acto como ese. Hoy fue un pan, ¿que será mañana? Y si…. – No pudo terminar la ultima frase, un insoportable sonido le inundo el oído izquierdo obligándolo a cerrar los ojos y llevarse las manos a la cabeza y aferrarlas a ambos oídos, esperando que este pasara pronto. ¿Que le estaba sucediendo?
*Lo que le esta pasando a Eisenberg es que el no sabe que es licántropo ya que recién lo mordieron y por eso esta empezando a experimentar los efectos de serlo como los sentidos aumentados, etc.
Off: Disculpen la tardanza, tuve problemas para conectarme, pero ya ando de vuelta
Tristan Rêveur- Licántropo Clase Alta
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
Oh, pero por supuesto ahora resultaba que la regañada era yo....miré a la muchacha con una mirada fulminante y retadora...por que todas las criaturas de la noche tienen que ser siempre tan obstinadas.
-Niña?...pero si tengo 23 años...creo que soy mayor que tu...y además tengo mas experiencia...al menos a mi no me han atrapado como a un crío cuando he tenido que robar algo-dije haciendo un elegante movimiento con mi cabeza y sacudiendo mi cabello, haciendolo lucir como si fueran llamaradas de lumbre que intentaran escapar de mi cabeza.
La otra criatura de la noche me dijo que lo mejor sería entregarlo a las autoridades...de verdad me sentía rara hablando con los dos, aun no sabía a que raza pertenecían, el medallón que portaba solo me avisaba cuando me encontraba en compañia de aquellos seres, pero aun asi no dejaba de ser una situación un poco extraña de sentir, el vello de la nuca se me erizaba furiosamente, y yo me quedaba extasiada contemplando a aquellos dos seres.
-Dudo mucho que la autoridad pueda hacer algo mi lord...no se atreven mucho a rondar por estos barrios...aunque si lo desea puedo ayudar a conducirla a la comisaría mas cercana..y por favor no ponga resistencia.- dije en un fingido y muy natural tono de " el deber m manda hacer lo correcto", solo para hacer rabiar un poco a aquella chica.
Entonces el caballero prosiguió, pero lo que dijo a continuación nunca pude adivinarlo, pues se llevó las manos a la cabeza como si se encontrará mal.
Le puse una mano sobre la espalda,y con la otra sujete con suavidad su antebrazo -Señor....se encuentra bien....está sufriendo de un ataque.- a lo mejor estaba haciendo esfuerzos por no saltar sobre mi yugular...eso pensaría si no supiera que los vampiros no salen en plena luz del día.
-Niña?...pero si tengo 23 años...creo que soy mayor que tu...y además tengo mas experiencia...al menos a mi no me han atrapado como a un crío cuando he tenido que robar algo-dije haciendo un elegante movimiento con mi cabeza y sacudiendo mi cabello, haciendolo lucir como si fueran llamaradas de lumbre que intentaran escapar de mi cabeza.
La otra criatura de la noche me dijo que lo mejor sería entregarlo a las autoridades...de verdad me sentía rara hablando con los dos, aun no sabía a que raza pertenecían, el medallón que portaba solo me avisaba cuando me encontraba en compañia de aquellos seres, pero aun asi no dejaba de ser una situación un poco extraña de sentir, el vello de la nuca se me erizaba furiosamente, y yo me quedaba extasiada contemplando a aquellos dos seres.
-Dudo mucho que la autoridad pueda hacer algo mi lord...no se atreven mucho a rondar por estos barrios...aunque si lo desea puedo ayudar a conducirla a la comisaría mas cercana..y por favor no ponga resistencia.- dije en un fingido y muy natural tono de " el deber m manda hacer lo correcto", solo para hacer rabiar un poco a aquella chica.
Entonces el caballero prosiguió, pero lo que dijo a continuación nunca pude adivinarlo, pues se llevó las manos a la cabeza como si se encontrará mal.
Le puse una mano sobre la espalda,y con la otra sujete con suavidad su antebrazo -Señor....se encuentra bien....está sufriendo de un ataque.- a lo mejor estaba haciendo esfuerzos por no saltar sobre mi yugular...eso pensaría si no supiera que los vampiros no salen en plena luz del día.
Jeanette Kelly- Hechicero Clase Baja
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
Sonrió como hace mucho tiempo no lo hacía. Era una sonrisa sarcástica y arrogante, por supuesto; pero nunca había sido una tan grande. Les observó a ambos: primero al joven, hablando y hablando boberías para sus veteranos oídos y luego viéndose lastimado al parecer por haber escuchado algo. Con eso ya tenía suficiente información...era un recién convertido. Luego fijó su vista en la chica. Posiblemente ingenua y una tonta por meterse en "peleas de perros", pero al menos le serviría para tener algo de tiempo adicional. Sin embargo no quiso escapar, primero quería reírse un buen rato...y eso fue lo que se escuchó desde su garganta: una larga carcajada llena de malos deseos hacia el "herido" y llena de burlas hacia la del olor humanoide.
- ¿Experiencia? ¿Tú? Si dices ser tan grande, ¿entonces por qué no actúas como tal y no te involucras en lo que no te conviene? - comenzó atacando verbalmente a la mujer, siguiendo indirectamente la regla de "las damas primero".- Yo tengo casi cuarenta años y ningún policía ha logrado ponerme siquiera un dedo encima. ¿Crees que la mal llamada autoridad podrá con alguien como yo? - interrogó desafiante, escupiendo las palabras como si tuvieran ácido, queriendo molestar y provocar sin importar que no le creyeran lo de la edad. Sonrió enseñando sus colmillos sin nada de temor y luego dirigió su leve oratoria a quien tenía los oídos tapados, pero sabía que perfectamente le iba a escuchar, no sólo por lo que iba a decir, sino que por sus oídos que recién se acostumbraban a la mayor sensibilidad. - Tu infierno recién comienza, cachorro. - mencionó inesperadamente seria y comenzó a alejarse de ambos a paso muy lento, devorando el pan como si no se hubiera encontrado con nadie y ajustándose la capucha con una de sus manos, para ocultar el brillo amarillo casi siniestro de sus ojos.
- ¿Experiencia? ¿Tú? Si dices ser tan grande, ¿entonces por qué no actúas como tal y no te involucras en lo que no te conviene? - comenzó atacando verbalmente a la mujer, siguiendo indirectamente la regla de "las damas primero".- Yo tengo casi cuarenta años y ningún policía ha logrado ponerme siquiera un dedo encima. ¿Crees que la mal llamada autoridad podrá con alguien como yo? - interrogó desafiante, escupiendo las palabras como si tuvieran ácido, queriendo molestar y provocar sin importar que no le creyeran lo de la edad. Sonrió enseñando sus colmillos sin nada de temor y luego dirigió su leve oratoria a quien tenía los oídos tapados, pero sabía que perfectamente le iba a escuchar, no sólo por lo que iba a decir, sino que por sus oídos que recién se acostumbraban a la mayor sensibilidad. - Tu infierno recién comienza, cachorro. - mencionó inesperadamente seria y comenzó a alejarse de ambos a paso muy lento, devorando el pan como si no se hubiera encontrado con nadie y ajustándose la capucha con una de sus manos, para ocultar el brillo amarillo casi siniestro de sus ojos.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
El intentar descifrar lo que ambas mujeres decían a continuación resultaba toda una odisea, pues el sonido de sus femeninas voces parecían apenas rozar los oídos de Tristan. Se oían tan lejanas, como si estuviesen hablando a metros y metros de distancia, lo extraño de todo es que tenia a la más agresiva de las dos a unos 3 metros y a la pelirroja a una muy breve, incluso pudo sentir como esta lo tocaba. Toda altivez anteriormente mostrada por parte del ilusionista había quedado en el olvido, ahora tenia la impresión de ser un joven atemorizado. Y lo estaba, vaya que lo estaba, nada de lo que estaba ocurriéndole era normal, al menos no para el humano común y corriente que el todavía pensaba que era.
Ese era el mayor problema de la situación que estaba a punto de vivir Tristan, la ignorancia de su situación. Pero era tan lógico, ¿como iba a imaginar en la bestia que se había convertido y que amenazaba con aparecer? La luna por su parte brillaba en lo alto, altanera, casi burlándose de los tres jóvenes que habían llevado a cabo una especie de riña de egos minutos atrás. Ya no tenia sentido el darle importancia a la situación de la ladrona, para Tristan ya no tenia gracia el pensar en llevarla hasta donde las autoridades para que se hicieran cargo, ahora tenia algo mas importante por lo cual preocuparse: el mismo.
El ruido en sus oídos fue todavía mas intenso, tanto que le había provocado una migraña y esto a su vez, el llevarse ambas manos a los lados de la cabeza, presionándola en un intento de aminorar el sufrimiento que estaba llevando. – ¡Que pare, que pare ese maldito ruido! – Grito en casi una suplica, dejándose caer sobre el pavimento húmedo del callejón donde se encontraban. La bestia en su interior empezaba a reclamar ver la luz de la luna.
Ese era el mayor problema de la situación que estaba a punto de vivir Tristan, la ignorancia de su situación. Pero era tan lógico, ¿como iba a imaginar en la bestia que se había convertido y que amenazaba con aparecer? La luna por su parte brillaba en lo alto, altanera, casi burlándose de los tres jóvenes que habían llevado a cabo una especie de riña de egos minutos atrás. Ya no tenia sentido el darle importancia a la situación de la ladrona, para Tristan ya no tenia gracia el pensar en llevarla hasta donde las autoridades para que se hicieran cargo, ahora tenia algo mas importante por lo cual preocuparse: el mismo.
El ruido en sus oídos fue todavía mas intenso, tanto que le había provocado una migraña y esto a su vez, el llevarse ambas manos a los lados de la cabeza, presionándola en un intento de aminorar el sufrimiento que estaba llevando. – ¡Que pare, que pare ese maldito ruido! – Grito en casi una suplica, dejándose caer sobre el pavimento húmedo del callejón donde se encontraban. La bestia en su interior empezaba a reclamar ver la luz de la luna.
Tristan Rêveur- Licántropo Clase Alta
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
Un momento!! ahora resulta que los patos le tirán a las escopetas, muchachita, criatura de la noche o no criatura de la noche, sus habilidades no se comparan en nada con las que tenemos los practicantes de la magia...ellos veneran a la luna...nosotros conocemos los secretos para dominar a la naturaleza por completo.
Cuando enseñó los colmillos comprendí que se trataba de una licántropa, no se me hacía raro que se comportara asi, casi todos los licantropos que había conocido eran bastante...eerr...digamos que agresivos, por no poner una palabra altizonante o despectiva hacia tan noble raza.
-Deberías de ir con un dentista, una chica tan bonita no puede tener esos dientes puntiagudos como de pez.- imité el tono de voz que pondría una de esas estúpidas cortesanas del burdel, esas chicas que no conocían lo absoluto lo que eran las calles y que según se las daban de muy "hembras", aunque para eso les faltaba lo que yo tengo demás.
Escuché la frase que le dedico al muchacho, en esos momentos el lugar comenzaba a quedar vacío, afortunadamente por que el show que estabamos montando los tres en la calle era digno de un circo, y digo soy prostituta, pero la verdad es que soy una mujer bastante discreta y me gusta pasar inadvertida...tambien por aquello de los cazadores de brujas que todavía andan rondando por ahí, al pobre chico parecía que estaba despertando a su sangre de lobo, y cuando observé a la mujer marcharse no pude mas que gritarle en un tono molesto
.-No te atrevas a irte!!...es que acaso no son hermanos de raza!!...necesita de tu guía!...si es que eres tan ruda como aparentas...o en realidad tal vez solo eres una niña cobarde escondida en esa mascara de mujer ruda!-alcancé a gritar antes de que se marchara.
Contemplé al hombre que tenía delante de mi...para buena suerte de este muchacho, su angel de la guarda con hocico y colmillos, trabajaba doble turno, y le había puesto en su camino a la bruja mas inteligente de todas las habidas...osea yo, no es por ser vanidosa, pero la verdad prefiero alardear de mis conocimientos que de mi belleza.
Me hinqué frente al joven que se encontraba de rodillas, saqué de mi bolso de mano una ramita de una hierba seca de hojas extrañas...era hierba de San Juan, la hierba con mayores virtudes mágicas, arranqué un par de hojas, y tomando con firmeza el rostro del licantropo, introduje aquellas hojas en su boca, para que las tragara, comenzé a murmurar un par de palabras ininteligibles en una de las tantas lenguas muertas que conocía, poniendo una especie de "conjuro" anestesiante en el.
Esperando que surtiera efecto agregué.
-He estudiado un poco caballero...me temo que este tipo de males serán muy comunes hasta que ocurra su primera transformación...y le recomiendo que cuando eso pase, se valla lejos...a los bosques...por lo regular los hombres lobo no controlan su primera transformación y atacan a todo lo que se mueve delante de ellos...y me temo, que no puedo permitirle que arriesgue mi vida, o la de cualquiera de mis amigas de la calle.- me levanté la falda, y del liguero de mis medias extraje una hermosa daga elaborada en plata, poniendola delante de los ojos del licantropo y volviendola a guardar, le dirigí una mirada a la joven y agregué.
-No puedes dejarlo en este estado!, solo un licántropo podría controlar a otro!-
Cuando enseñó los colmillos comprendí que se trataba de una licántropa, no se me hacía raro que se comportara asi, casi todos los licantropos que había conocido eran bastante...eerr...digamos que agresivos, por no poner una palabra altizonante o despectiva hacia tan noble raza.
-Deberías de ir con un dentista, una chica tan bonita no puede tener esos dientes puntiagudos como de pez.- imité el tono de voz que pondría una de esas estúpidas cortesanas del burdel, esas chicas que no conocían lo absoluto lo que eran las calles y que según se las daban de muy "hembras", aunque para eso les faltaba lo que yo tengo demás.
Escuché la frase que le dedico al muchacho, en esos momentos el lugar comenzaba a quedar vacío, afortunadamente por que el show que estabamos montando los tres en la calle era digno de un circo, y digo soy prostituta, pero la verdad es que soy una mujer bastante discreta y me gusta pasar inadvertida...tambien por aquello de los cazadores de brujas que todavía andan rondando por ahí, al pobre chico parecía que estaba despertando a su sangre de lobo, y cuando observé a la mujer marcharse no pude mas que gritarle en un tono molesto
.-No te atrevas a irte!!...es que acaso no son hermanos de raza!!...necesita de tu guía!...si es que eres tan ruda como aparentas...o en realidad tal vez solo eres una niña cobarde escondida en esa mascara de mujer ruda!-alcancé a gritar antes de que se marchara.
Contemplé al hombre que tenía delante de mi...para buena suerte de este muchacho, su angel de la guarda con hocico y colmillos, trabajaba doble turno, y le había puesto en su camino a la bruja mas inteligente de todas las habidas...osea yo, no es por ser vanidosa, pero la verdad prefiero alardear de mis conocimientos que de mi belleza.
Me hinqué frente al joven que se encontraba de rodillas, saqué de mi bolso de mano una ramita de una hierba seca de hojas extrañas...era hierba de San Juan, la hierba con mayores virtudes mágicas, arranqué un par de hojas, y tomando con firmeza el rostro del licantropo, introduje aquellas hojas en su boca, para que las tragara, comenzé a murmurar un par de palabras ininteligibles en una de las tantas lenguas muertas que conocía, poniendo una especie de "conjuro" anestesiante en el.
Esperando que surtiera efecto agregué.
-He estudiado un poco caballero...me temo que este tipo de males serán muy comunes hasta que ocurra su primera transformación...y le recomiendo que cuando eso pase, se valla lejos...a los bosques...por lo regular los hombres lobo no controlan su primera transformación y atacan a todo lo que se mueve delante de ellos...y me temo, que no puedo permitirle que arriesgue mi vida, o la de cualquiera de mis amigas de la calle.- me levanté la falda, y del liguero de mis medias extraje una hermosa daga elaborada en plata, poniendola delante de los ojos del licantropo y volviendola a guardar, le dirigí una mirada a la joven y agregué.
-No puedes dejarlo en este estado!, solo un licántropo podría controlar a otro!-
Jeanette Kelly- Hechicero Clase Baja
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
Le daban muchísimas ganas de responderle. Se hubiera volteado parcialmente para que sólo mirase sus ojos amarillos brillosos y sus colmillos ya salidos, respondiéndole con sus típicos argumentos convenientemente egoístas. Puede que fuera uno de los suyos, pero si quería causarle un perjuicio (que ella obviamente iba a superar sin siquiera sufrirlo) entonces era tan repugnante y odiable como cualquier vampiro y humano que se cruzara con ella.
Y qué decir de la mujer de cabellos rojizos que trataba de ayudarle a quien sufría extrañas molestias. ¿Por qué molestarse en responder? Ella no tenía idea de nada, según Gianella; y ese era motivo suficiente para ignorarla por completo. Lo único que quedaba era irse caminando y perderse en los callejones y no verles nunca más.
Eso hubiera hecho, de no ser por un pequeño y a la vez gran detalle: la luna llena.
En vez de hablar ácidamente, era ácido lo que su cuerpo sentía, tanto así que apoyó una rodilla en el suelo con gesto de dolor y resistencia al mismo tiempo, resistencia que estaba empleando para perdurar todo lo posible en su cordura mental. Sus manos fueron a sus brazos, presionándolos, queriendo arrancárselos, queriendo que ese dolor desapareciera, que esa tortura terminase en ese mismo momento, pero era imposible. Su respiración ya estaba agitada, aunque era en ese instante brusca y violenta, exhalando grandes bocanadas de aire como bufidos animales, aunque después de todo, era lo que ella era: un animal. Cerró los ojos con un suave quejido y los mantuvo fuertes, igual que su espíritu, prolongando lo más posible el inicio de aquel terrible cambio. Puede que tuviera diferencias abismantes en experiencia con el hombre que recién sufría su primer llamado de la luna, pero el poder de ésta era prácticamente incontrarrestable, hasta para el lycan más viejo de la Tierra.
Y qué decir de la mujer de cabellos rojizos que trataba de ayudarle a quien sufría extrañas molestias. ¿Por qué molestarse en responder? Ella no tenía idea de nada, según Gianella; y ese era motivo suficiente para ignorarla por completo. Lo único que quedaba era irse caminando y perderse en los callejones y no verles nunca más.
Eso hubiera hecho, de no ser por un pequeño y a la vez gran detalle: la luna llena.
En vez de hablar ácidamente, era ácido lo que su cuerpo sentía, tanto así que apoyó una rodilla en el suelo con gesto de dolor y resistencia al mismo tiempo, resistencia que estaba empleando para perdurar todo lo posible en su cordura mental. Sus manos fueron a sus brazos, presionándolos, queriendo arrancárselos, queriendo que ese dolor desapareciera, que esa tortura terminase en ese mismo momento, pero era imposible. Su respiración ya estaba agitada, aunque era en ese instante brusca y violenta, exhalando grandes bocanadas de aire como bufidos animales, aunque después de todo, era lo que ella era: un animal. Cerró los ojos con un suave quejido y los mantuvo fuertes, igual que su espíritu, prolongando lo más posible el inicio de aquel terrible cambio. Puede que tuviera diferencias abismantes en experiencia con el hombre que recién sufría su primer llamado de la luna, pero el poder de ésta era prácticamente incontrarrestable, hasta para el lycan más viejo de la Tierra.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
Tristan seguía sin entender lo que estaba pasando, lo que estaba ocurriéndole a el. Se mantuvo tumbado en el frió suelo, suplicando interiormente que ese horrible sonido que le carcomía los oídos desapareciera de una vez, pero su suplicas jamás fueron escuchadas, fue la mujer de cabellos de fuego quien los atendió, poniéndose de rodillas frente a el e introduciendo algo extraño en su boca, que también tenia un pésimo sabor, si habría que mencionarlo. Unas hierbas y palabras que el no conocía fueron lo que puso fin a su dolor, al menos momentáneamente, era como si esa mujer fuese algún tipo de hechicera, que por mas loco que sonara, era posible en esos tiempos. La miro detenidamente mientras esta aun permanecía hincada frente a el y con la mirada agradeció el que le hubiera ayudado. Pareció calmarse entonces, pero tal calma volvió a verse perturbada al escuchar las siguientes palabras que la mujer pelirroja le dirigía a la segunda que se alejaba a paso lento. Las escucho y observo a ambas, sin entender de lo que se hablaba, una parte de el sabia lo que decían, otra mas se negaba a creerlo, se aferraba a la idea de que fueran simples habladurías de pueblerinas, de gente que creía en esos mitos que deambulaban diariamente de boca en boca.
Se puso de pie de un brinco y quiso saber de que se trataba todo, no podía tolerar un segundo mas siendo participe de aquella conversación en la que claramente no estaba siendo incluido. – ¿De que esta hablando?, ¿que transformación?, ¿a que se refiere con eso? – No hubo necesidad de respuesta, basto observar como la mujer de cabellos cortos y ojos azules, la rebelde, la ladrona a la que anteriormente había amenazado con entregar a la justicia, ahora mutaba, convirtiéndose en una bestia frente a ellos sin pudor alguno. Los ojos de Tristan parecieron salir de sus orbitas ante ese hecho tan poco cotidiano. No pudo apartar la vista del animal en el que se había convertido aquella joven, no podía ser verdad lo que por tanto tiempo el mismo había juzgado como simples mitos o inventos de la gente ignorante. Fue entonces que las palabras de la pelirroja tuvieron sentido, las piezas embonaron y supo cual era su destino, pero no supo que hacer ahora que lo tenia enfrente, pues el destino a menudo te toma desprevenido. Lanzo una mirada aterrada a la pelirroja, como esperando a que fuese ella quien le diera algún tipo de indicación, después de todo ella parecía saber mas del asunto.
Se puso de pie de un brinco y quiso saber de que se trataba todo, no podía tolerar un segundo mas siendo participe de aquella conversación en la que claramente no estaba siendo incluido. – ¿De que esta hablando?, ¿que transformación?, ¿a que se refiere con eso? – No hubo necesidad de respuesta, basto observar como la mujer de cabellos cortos y ojos azules, la rebelde, la ladrona a la que anteriormente había amenazado con entregar a la justicia, ahora mutaba, convirtiéndose en una bestia frente a ellos sin pudor alguno. Los ojos de Tristan parecieron salir de sus orbitas ante ese hecho tan poco cotidiano. No pudo apartar la vista del animal en el que se había convertido aquella joven, no podía ser verdad lo que por tanto tiempo el mismo había juzgado como simples mitos o inventos de la gente ignorante. Fue entonces que las palabras de la pelirroja tuvieron sentido, las piezas embonaron y supo cual era su destino, pero no supo que hacer ahora que lo tenia enfrente, pues el destino a menudo te toma desprevenido. Lanzo una mirada aterrada a la pelirroja, como esperando a que fuese ella quien le diera algún tipo de indicación, después de todo ella parecía saber mas del asunto.
Tristan Rêveur- Licántropo Clase Alta
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
Cielo santo!, sabía que esta no era la noche adecuada para salir, lo había leido en las cartas...pero bueno es que el trabajo es el trabajo, y desafortunadamente en esta estúpida y aburrida ciudad nunca pasa nada absolutamente interesante.
Pero esto era algo que no me esperaba en lo absoluto, tal vez yo corriendo lejos de un asesino, un vampiro o un demonio, pero nada se comparaba con lo que tenía delante de mí.
Una señorita agresiva licantropa, y ahora tenía a mi lado a un caballero que estaba empezando a sufrir su primer transformación, esto no iba a salir nada bien.
Un nubarrón cruzó el cielo, dejando despejada la luz de la luna, y me quedé sorprendida, había luna llena, eso lo explicaba mejor todo, la chica estaba empezando a transformarse, no se por qué lo hice, quizá me estaba creyendo demasiado el papel de una mujer inteligente y de mundo, decidida y arriesgada....pero tomen nota, nunca arriesguen su vida, menos si estan en medio de dos hocicos peludos, como cariñosamente suelo llamarlos.
Me levanté mi falda sin recato alguno, segura de que nadie repararía en mis piernas desnudas, blancas y suaves, para tomar la daga de plata que llevaba oculta en la pierna, y me puse delante del caballero.
-Si es una loba experimentada no creo que corramos demasiado riesgos mi señor...conforme pasa el tiempo, los licántropos van dominando de vez en vez su ferocidad en cada transformación...pero se lo repito señor, háce cuanto tiempo fue que sufrió el ataque de ese lobo....por que la primera transformación tendrá lugar con la primera luna llena...y esta mi lord, es precisamente la primera luna llena del mes...la hierba que le dí, amortiguará los dolores de la transformación...pero no detendrán el cambio por mucho tiempo.-terminé con un tono de voz impaciente, miré a la loba y le espeté.
-Puedes dominarla...eres mas ruda de lo que pareces.-
Pero esto era algo que no me esperaba en lo absoluto, tal vez yo corriendo lejos de un asesino, un vampiro o un demonio, pero nada se comparaba con lo que tenía delante de mí.
Una señorita agresiva licantropa, y ahora tenía a mi lado a un caballero que estaba empezando a sufrir su primer transformación, esto no iba a salir nada bien.
Un nubarrón cruzó el cielo, dejando despejada la luz de la luna, y me quedé sorprendida, había luna llena, eso lo explicaba mejor todo, la chica estaba empezando a transformarse, no se por qué lo hice, quizá me estaba creyendo demasiado el papel de una mujer inteligente y de mundo, decidida y arriesgada....pero tomen nota, nunca arriesguen su vida, menos si estan en medio de dos hocicos peludos, como cariñosamente suelo llamarlos.
Me levanté mi falda sin recato alguno, segura de que nadie repararía en mis piernas desnudas, blancas y suaves, para tomar la daga de plata que llevaba oculta en la pierna, y me puse delante del caballero.
-Si es una loba experimentada no creo que corramos demasiado riesgos mi señor...conforme pasa el tiempo, los licántropos van dominando de vez en vez su ferocidad en cada transformación...pero se lo repito señor, háce cuanto tiempo fue que sufrió el ataque de ese lobo....por que la primera transformación tendrá lugar con la primera luna llena...y esta mi lord, es precisamente la primera luna llena del mes...la hierba que le dí, amortiguará los dolores de la transformación...pero no detendrán el cambio por mucho tiempo.-terminé con un tono de voz impaciente, miré a la loba y le espeté.
-Puedes dominarla...eres mas ruda de lo que pareces.-
Jeanette Kelly- Hechicero Clase Baja
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
Ya no escuchaba, ya no veía, ya no hablaba, ya no sentía nada. De hecho, no prestó atención al hecho de que la mujer retrasase la transformación del cachorro, ya que estaba inmersa en ese doloroso mundo aparte que implicaba la transformación animal, y estaba haciendo todo lo humana e inhumanamente posible para al menos, darles algo de tiempo a quienes estaban tanto a favor como en contra de ella para escapar. Apoyó una rodilla en el suelo, apretándose los brazos, enterrándose las ahora garras en su cuerpo, haciéndose sangrar con rapidez, sangre caliente como su alma, sangre caliente como su pasión. Sus ojos seguían extremadamente cerrados, pero los abrió: y unos ojos amarillos rasgados fueron el reemplazo de sus orbes ojiazules, ojos amarillos completamente inhumanos.
En eso, su resistencia extrema le permitió oír las palabras de la mujer pelirroja, lo que le encabronó y a la vez le envalentonó para continuar con su tarea de retrasar lo más posible la transformación. Apenas logró voltearse, para ver (aunque no viese absolutamente nada más que dos sombras en medio de una visión estilo térmica clásica de las bestias). Al darse cuenta de aquello sabía que había sólo una cosa por hacer.
- ¡¡¡VÁYANSE DE AQUÍ!!! -gritó con prácticamente el alma, seguido de un quejido de dolor que retumbó en todo el callejón, y que por acto reflejo hizo que Gianella apoyara la otra rodilla en el suelo y apoyara su cabeza también contra éste sin evitarlo, golpeándose, quedando aturdida. Pero su cuerpo todavía quería más, su espíritu quería cambiar, pero su mente no. Era un dilema y una lucha extremadamente dura, pero al menos daría pelea. Esperaba que ambos individuos le hicieran caso, aunque también se le pasaba por la mente que no lo iban a hacer. Era demasiado orgullosa para pedir ayuda, pero demasiado débil ante la influencia de la luna. Al menos era lo que ella pensaba al respecto.
Entre tanta reflexión un violento escalofrío le sacudió aún en el suelo, haciendo que se volteara, quedando su espalda contra el frío piso de los callejones. Sintió a su bestia interna pidiendo salir, pero la haría esperar...hasta quedar completamente sola. En eso percibió su ropa rasgarse suavemente, lo que significaba una sola cosa:
Las cosas no estaban para nada bien.
En eso, su resistencia extrema le permitió oír las palabras de la mujer pelirroja, lo que le encabronó y a la vez le envalentonó para continuar con su tarea de retrasar lo más posible la transformación. Apenas logró voltearse, para ver (aunque no viese absolutamente nada más que dos sombras en medio de una visión estilo térmica clásica de las bestias). Al darse cuenta de aquello sabía que había sólo una cosa por hacer.
- ¡¡¡VÁYANSE DE AQUÍ!!! -gritó con prácticamente el alma, seguido de un quejido de dolor que retumbó en todo el callejón, y que por acto reflejo hizo que Gianella apoyara la otra rodilla en el suelo y apoyara su cabeza también contra éste sin evitarlo, golpeándose, quedando aturdida. Pero su cuerpo todavía quería más, su espíritu quería cambiar, pero su mente no. Era un dilema y una lucha extremadamente dura, pero al menos daría pelea. Esperaba que ambos individuos le hicieran caso, aunque también se le pasaba por la mente que no lo iban a hacer. Era demasiado orgullosa para pedir ayuda, pero demasiado débil ante la influencia de la luna. Al menos era lo que ella pensaba al respecto.
Entre tanta reflexión un violento escalofrío le sacudió aún en el suelo, haciendo que se volteara, quedando su espalda contra el frío piso de los callejones. Sintió a su bestia interna pidiendo salir, pero la haría esperar...hasta quedar completamente sola. En eso percibió su ropa rasgarse suavemente, lo que significaba una sola cosa:
Las cosas no estaban para nada bien.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: Volviendo a casa [Privado Eisenberg - Jeanette]
No, eso no podía estarle pasando. Se negaba a aceptarlo, rotundamente. No era su destino el ser una bestia como la que estaba dándose paso frente a el…¡no podía ser cierto! Por primera vez en su vida todos esos cuentos que había escuchado desde niño, fantasía pura en la que hablaban de hombres transformándose en animales, en bestias, siendo presas del poder la luna; todo eso tuvo sentido para el. Y se sintió idiota, se sintió peor que cuando tenía ocho años, por que en ese entonces no había sentido este miedo que ahora lo acobardaba ante la situación que le esperaba y que seria inevitable. La pelirroja lo había dicho, nada evitaría que pasara, que se convirtiera también en ese animal de grandes dimensiones, nada lo haría, el destino estaba escrito. Pero aun en medio de ese miedo escalándole por las rodillas, pudo darse tiempo para analizar lo que recientemente le había ocurrido. Tuvo sentido todo, el ataque que había tenido, ese donde le habían dejado marcado no solo físicamente, si no también por dentro.
Pareció encogerse, daba la impresión de ser mucho mas bajo de lo que en realidad era, pero todo era causa del miedo, de ese temor por lo desconocido, por lo que estaba por ocurrir. Apenas se percato de lo que la mujer de pelo rojizo hacia levantándose la falda, estaba tan impresionado con la transformación que la chica de cabello corto estaba teniendo frente a sus ojos, mismos que ya para entonces estaban tan impresionados que casi salian de sus orbitas. Paso saliva al ver la daga de plata que la mujer ponía ante sus ojos, eso también tuvo sentido para el, pues en alguna ocasión había escuchado que la plata era la mejor defensa contra criaturas como esa…como el. Alzo la vista al cielo y se encontró con una enorme bola blanca que brillaba en todo su esplendor. La luna lo atemorizaba, lo llamaba, lo seducía, exigía lo que le pertenecía. Nuevamente los espasmos tuvieron lugar en su cuerpo, en el estomago en especifico. La mujer pelirroja había hecho lo posible, pero el dolor no cesaría, era inminente, inevitable. – Váyase usted… - Le pidió, pues al menos algo le decía que ella no era uno de ellos y que se vería perjudicada de quedarse entre dos bestias. Tristan no sabía lo que ocurriría, pero sabia que seguramente no seria algo bueno o algo de lo cual se sentiría orgulloso al día siguiente. No quería pensar en el día siguiente, en lo que sentiría, en todos los demonios que tendría prendidos del cuerpo, acorralándolo. – Váyase, ya ha hecho suficiente… -Volvió a insistir al sentir el dolor en el cuerpo con mas fuerza. Observo con terror como una de sus manos se movía sin que el ejerciera algún movimiento, se deformaba, alargándose del tamaño de la de un perro, pero todavía mas grande. Tristan prefirió cerrar los ojos, no quería ver lo que pasaría con el resto de su cuerpo, se entrego a su naturaleza, por más que la detestara.
En cuestión de minutos, toda apariencia humana había desaparecido. La ropa había quedado destruida, rasgada, tirada a un lado y el cuerpo de Tristan había mutado hasta tomar la forma de una bestia. El pelo lo cubría por completo y en lugar de ese rostro marcado, había un hocico enorme con dientes filosos que se dejaban entrever de manera amenazadora. Una baba espesa le escurría por los dientes y un resoplo como el de un perro gigantesco se hacia escuchar en el callejón. Ese ya no era Tristan Rêveur.
Pareció encogerse, daba la impresión de ser mucho mas bajo de lo que en realidad era, pero todo era causa del miedo, de ese temor por lo desconocido, por lo que estaba por ocurrir. Apenas se percato de lo que la mujer de pelo rojizo hacia levantándose la falda, estaba tan impresionado con la transformación que la chica de cabello corto estaba teniendo frente a sus ojos, mismos que ya para entonces estaban tan impresionados que casi salian de sus orbitas. Paso saliva al ver la daga de plata que la mujer ponía ante sus ojos, eso también tuvo sentido para el, pues en alguna ocasión había escuchado que la plata era la mejor defensa contra criaturas como esa…como el. Alzo la vista al cielo y se encontró con una enorme bola blanca que brillaba en todo su esplendor. La luna lo atemorizaba, lo llamaba, lo seducía, exigía lo que le pertenecía. Nuevamente los espasmos tuvieron lugar en su cuerpo, en el estomago en especifico. La mujer pelirroja había hecho lo posible, pero el dolor no cesaría, era inminente, inevitable. – Váyase usted… - Le pidió, pues al menos algo le decía que ella no era uno de ellos y que se vería perjudicada de quedarse entre dos bestias. Tristan no sabía lo que ocurriría, pero sabia que seguramente no seria algo bueno o algo de lo cual se sentiría orgulloso al día siguiente. No quería pensar en el día siguiente, en lo que sentiría, en todos los demonios que tendría prendidos del cuerpo, acorralándolo. – Váyase, ya ha hecho suficiente… -Volvió a insistir al sentir el dolor en el cuerpo con mas fuerza. Observo con terror como una de sus manos se movía sin que el ejerciera algún movimiento, se deformaba, alargándose del tamaño de la de un perro, pero todavía mas grande. Tristan prefirió cerrar los ojos, no quería ver lo que pasaría con el resto de su cuerpo, se entrego a su naturaleza, por más que la detestara.
En cuestión de minutos, toda apariencia humana había desaparecido. La ropa había quedado destruida, rasgada, tirada a un lado y el cuerpo de Tristan había mutado hasta tomar la forma de una bestia. El pelo lo cubría por completo y en lugar de ese rostro marcado, había un hocico enorme con dientes filosos que se dejaban entrever de manera amenazadora. Una baba espesa le escurría por los dientes y un resoplo como el de un perro gigantesco se hacia escuchar en el callejón. Ese ya no era Tristan Rêveur.
Off: Nuevamente mil disculpas por la demora :l
Tristan Rêveur- Licántropo Clase Alta
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