Persiguiéndolo [Anuar Dutuescu]

por **Jazhara Elsbeth** Dom Ene 30, 2011 8:19 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Llevaba ya media hora buscando a Honey. Se me había escapado de entre los brazos cuando un perro nos había ladrado a ambos y aunque corrí rápido, él era pequeño y se escondía en los rincones avanzando a pasos más ágiles que yo. Iba esquivando gente mientras sostenía una manta encima de mis hombros para cubrirme del frío que me cala hasta los huesos. Mi cabello revoloteaba alrededor de mi cabeza y yo susurraba disculpas cuando chocaba con la gente o tiraba de sus ropas sin querer. Llamé varias veces a mi gato sin esperar respuesta y me detuve cuando llegué a un crucero empezando a preocuparme, aunque mi gato era un gato y estaba acostumbrado a andar solo y ser independiente, yo no quería separarme de él. Volví a llamar haciendo bocina con mis manos cubriéndome la boca con las manos para toser fuertemente debido a la afección respiratoria de la que era víctima en ese momento.

No podía irse, simplemente estaba fuera de los límites de mi razón que se hubiera escapado y me hubiera dejado ahí. ¿A qué estaba jugando? Me acerqué a una carroza que estaba estacionada y de la que bajaba una señora con un enorme vestido a quien yo sólo le dediqué una mirada superficial antes de agacharme y sostenerme con rodillas y manos para asomarme debajo del vehículo a buscar a mi gatito. Volví a llamarlo y a hacerle ruiditos para que me reconociera como su dueña arrugando la nariz cuando en lugar de recibir una contestación de mi amigo, el vehículo echó a andar salvándome de ser atropellada por una de sus ruedas pero sin hacer grandes aspavientos por ello. Estaba a salvo, ¿No?

Me quité de en medio de la calle mirando ausentemente en todas direcciones sin que la preocupación se reflejara mucho en mi rostro. Volví a ser atacada por un episodio de toses que no me daban tregua y me abrigué mejor con la manta envolviéndome mejor sin poner atención a la gente que me miraba o pasaba junto a mí. En este justo momento, lo más importante era encontrar a Honey y buscar un lugar calientito dónde pasar la noche.

por **Jazhara Elsbeth** Dom Abr 10, 2011 8:53 pm

Su ropa era cálida y al pegar mi rostro a su cuerpo pude percibir el aroma que desde ese momento asociaría con él. Era difícil describirlo pero imposible de olvidar, al menos no para mi. Al separarme volví a sentir el frío golpearme el pecho y el aroma disolverse en el viento que soplaba entre nosotros. Junté mis manos una con la otra y me emocioné internamente por su respuesta, no pregunté si era cierto, ni tampoco pregunté porqué él no parecía tan emocionado por tener un trabajo tan bonito, mejor hice una petición importante para mi. -¿Luego, otro día, si quieres... puedo ver tus pinturas? Era una petición inocente y tal vez después del regalo que me había dado y de haber rescatado a Honey seguramente era pedir demasiado, ¿Quién me creía yo para pedirle tantas cosas?

No importaba, quería ver sus pinturas y el que no hablaba, probablemente nadie lo escuchara y yo prefería parecer una molestia una sola vez y no quedarme con las ganas de hacer lo que quería hacer. Además, algún día, cuando tuviera un castillo y mucho dinero, le compraría un montón de pinturas para decorar las paredes y cuando todos mis amigos fueran a tomar el té conmigo, presumiría que las pinturas eran de Anuar. Me froté la punta de la nariz con el dorso de la mano después de dejar a Honey en el suelo porque se revolvía en mis brazos queriendo ser libre de nuevo.

Miré hacia abajo buscando al minino y lo encontré echado junto a mis pies mirando la escena como si no tuviera nada qué ver. ¿Quién hubiera dicho que encontraría a un amigo gracias a Honey y a su habilidad para trepar y luego no saber cómo bajar. Asentí a su petición de inmediato y agarré mi cabello en una coleta improvisada con ambas manos girándome para quedar de espaldas a él y que me pusiera el amuleto al cuello. Ahora seguro que mi suerte cambiaría totalmente.

De pronto la angustia me golpeó en la cara como el viento que soplaba, yo no tenía nada qué darle de regreso, en realidad mis pertenencias se reducían a simplemente mis amuletos, la ropa que tenía, mi gato y las mantas que tenía para dormir en las noches, y ninguna de esas cosas valía como un regalo de verdad, ¿Amuleto por amuleto? Me mordí el labio pensando en ello y esperando a que anudara el cordón suspirando sin saber que lo estaba haciendo. -Yo... yo no tengo nada qué darte... ¿Quieres escoger de entre mis amuletos? Aunque siempre pensé que regalar lo regalado era de mala suerte y aún así, estaba dispuesta a correr el riesgo si quería quedarse con alguno de ellos.

por **Anuar Dutuescu** Lun Abr 11, 2011 11:44 am

-ahora no tengo ninguno- tuvo que confesar porque el dinero escaseaba y habia tenido que vender todos aquellos lienzos a bajos precios solo para conseguir los francos necesarios para pagar el suelo y la comida de un mes, después de eso tendría que seguir buscando algun trabajo provisionario que le permitiera sustentar sus propios gastos y aquellos inconvenientes que comenzaban a surgir, como la ventana rota o el agujero en la pared del baño –pero te prometo que te hare un cuadro…pintare un castillo para ti- asevero asintiendo energéticamente y no seria como sus demás cuadros lóbregos y de demonios, el de la pequeña seria como los confites y el azúcar, seria chocolate y dulzura, un cuadro de fantasías y no quimeras, de ángeles y no demonios, un cuadro para una princesa.

Abrocho con delicadeza el dije alrededor de su cuello, uno de plata que le parecía más efectivo contra licántropos que contra las malas vibraciones o el mal de ojo –oh no…yo no quiero nada a cambio- asevero pensando unos instantes en la posibilidad, no, no debía recibir nada por aquella acción pues seria entonces una remuneración por algo que habia emergido de lo más profundo de su ser y quizás más aun de algun sentimiento extraño causado por su corazón, un sentimiento que desconocía hasta aquellos instantes, algo parecido al aprecio que le conmovía en sobre manera. Quizás fuese su corta edad, el no haberse enojado con el gato al haberle rasguñado o el abrazo que le habia otorgado sin siquiera conocerlo más alla de su nombre y sus raíces.

-¿qué te parece si en lugar de eso me prometes que no saldrás por las noches a lugares donde no alla gente?- le cuestiono sin observarla porque quizás la pequeña pudiese pensar que se trataba de una proposición demasiado extraña y sin sentido y sin embargo para el tenia tanto sentido que comenzaba a aterrarle el hecho de no saber más nada de ella. Quizás en verdad debería ofrecerle un techo y comida más si lo hacia en aquel instante seguramente terminarían los tres, el, la pequeña niña rumana y Sophia en la calle. No, debía primero estabilizar sus ganancias y después le ofrecería su casa como refugio. Si, otro motivo por el cual trabajar.

por **Jazhara Elsbeth** Miér Abr 13, 2011 11:04 pm

No dejé que su confesión me desanimara, en algún momento tendría que pintar algo y ahora que sabía de mis ganas de ver lo que creaba, seguro guardaría alguno para otra vez que nos encontráramos, cosa que esperaba que ocurriera sinceramente. Levanté los ojos hacia él cuando hizo una promesa como aquella, nunca nadie me había hecho una promesa como aquella y ese día era realmente un montón de buenas cosas que se habían amontonado encima como caídas del cielo. -Uno muy grande... No pensé en que en realidad no tenía dónde colgarlo y que probablemente en mi pequeño escondite se llenara de humedad pero la alegría de tener una cosa así tan mía por vez primera me hizo el corazón pequeñito de emoción y logró que me olvidara de que era pobre por un segundito.

Miré hacia abajo pensando en que debí haber hecho para ser tan afortunada y palpé con el dedo índice el amuleto de plata que ahora colgaba en mi pecho quedándome callada por eso de que no quería nada a cambio. En algún momento de mi vida iba a devolverle el favor y esa fue una promesa silenciosa que me hice a mí misma en ese momento, una de esas promesas a ti mismo que son más importantes que cualquier otra cosa en el mundo entero. Aun así estaba a punto de prometer otra cosa a aquel chico que tan feliz me había hecho hacía un momento. Entendía su preocupación, casi toda la gente a la que yo conocía se preocupaba por ese tipo de cosas, las cosas que pudieran hacerme las mentes malintencionadas de los que pudiera encontrarme en mis correrías nocturnas pero yo era valiente, valiente y podía correr como el demonio.

-Vale, lo prometo pero sólo si tu me prometes que nos veremos seguido Porque ya me había pasado muchas otras veces, siempre encontraba gente digna de recordar por las calles y cuando pensaba que los tenía para siempre, algo sucedía que se perdían de vista y perder a la gente que te gustaba era mucho peor que perder cosas o pasar hambre, era como hambre del alma, como una especie de vacío que nunca podías llenar y que en ese momento no sabías si sobrevivirías a la voracidad de ese agujero negro. Y no quería que pasara eso con Anuar, quería verlo muchas veces. -¿Si?-

Me agaché por mi gatito que haraganeaba junto a mis pies y lo levanté a la altura de mi cuello. -Mira, tenemos un amuleto bonito. Dije antes de abrazarlo contra mi barriga olvidándome de que tenía un rasguño en el brazo y de que tenía frío y de que tenía hambre, lo único que me lo recordó fue el cosquilleo en mi garganta que desató otro acceso de tos aún más violento que los anteriores.

por **Anuar Dutuescu** Jue Abr 14, 2011 11:26 pm

-uno enorme…- aseguro en un susurro que el viento se encargo de arrastrar consigo como viejas hojas del otoño tardío, marchitas y mezquinas rodaban ahora sus palabras por el suelo, llevando consigo palabras de aliento y desconsuelo, una promesa y un anhelo, llevando consigo el mundo entero –tan grande que apenas podrás sujetarlo y en tu imaginación será aun mayor- se lo imaginaba, en su mente los cielos serian surcados por nubes que el viento deformaría a capricho y decisión, las aguas se mecerían como el rio y los peces de colores nadarían a contracorriente en dirección al castillo porque en el habitarían los seres mas grandiosos y las personas me hermosas, de la torre más alta caería una bandera de…¿Qué color seria su preferido? ¿y que comida su favorita? De pronto lo quiso saber todo.

-te prometo que hare lo posible…y lo posible es más de lo que se puede esperar- ¿cómo negarle aquello? Cuando el mismo anhelaba seguirla viendo, y le pareció improbable e imposible comenzar a querer con aquella facilidad a alguien que ni sus pensamientos ni su edad compartía ¿y desde cuando eran aquellas cosas importantes? Negó internamente suponiendo que su aprecio se debía a un ente ajeno, a un hecho que habia logrado pasar por alto, quizás se trataba de su procedencia o su futuro, quizás a su soledad y su inocencia y cual fuese el motivo la sentía ahora su responsabilidad, y no como una responsabilidad inducida sino de aquellas que uno mismo decidía tomar y hacer suyas.

Le observo por el rabillo del ojo aquella humanidad con que trataba al gato que le habia causado un severo rasguño y se cuestiono si tan solo uno no dejase de ser niño jamás…lo diferente que seria entonces todo.

-¿quieres ir a algun sitio?- le cuestiono en voz baja porque de pronto le resulto más importante robarle otra sonrisa que lavar la herida, hacerla feliz se volvió su prioridad…como si en su felicidad y en su sonrisa pudiese ser capaz de encontrar su propia alegría.

por **Jazhara Elsbeth** Mar Abr 19, 2011 7:55 pm

Sonreí sintiendo que a cada paso que daba el día iba mejorando muchísimo, era como si hubiera encontrado el camino al final del arcoiris, sólo que menos colorido y al lado de un joven bueno. -Y entonces ahora podré ser una princesa- Otro sueño, uno de esos sueños que se repetían en mi mente sin saber que ser una princesa era mucho más que poseer un vestido largo y hermoso y poder viajar en carruaje con príncipes que te querían pero era mi sueño y cada quién podía soñar con lo que quisiera, era el único momento en que en realidad eras completamente libre. En un impulso que venía desde el corazón enganché mi mano con la suya continuando el camino sin saber a dónde nos dirigíamos, en realidad eso no importaba ahora mismo, era una calle como cualquier otra pero pudo haber sido el mismísimo pasillo del palacio que Anuar iba a construir con pintura para mi.

Apreté un poquito a Honey contra mi barriga emocionada hasta los huesos de que podríamos seguir viéndonos. Al menos hoy no perdería a nadie de los que habitaban una habitación en mi corazón. Había sido un día de promesas, promesas por ambas partes que probablemente significaran más de lo que se había notado a simple vista, otro lazo más entre Anuar y yo que no se rompería tan fácilmente, al menos yo no dejaría que se rompiera fácilmente. Yo siempre estaría ahí si él venía a buscarme y si me dejaba yo iría a buscarlo a donde quiera que fuera, o viviera, yo no tenía nada qué hacer. Miré alrededor cuando me preguntó eso y de pronto caí de la nube en la que andaba yo flotando volviendo a oler las calles por las que pasábamos, a ver los colores que se iban desvaneciendo en los colores del atardecer, las personas que pasaban, sentir el tacto de la mano de mi acompañante en la mía, me di cuenta de que estábamos pasando justo enfrente de donde yo vivía usualmente.

Señalé hacia donde se juntaban dos tejados haciendo un escondite pequeño y casi a la intemperie, pero un techo al fin y al cabo. No me avergonzaba, estaba acostumbrada a vivir en ese tipo de lugares y era definitivamente mucho mejor que vivir al aire libre. -Ahí vivo yo, ¿Quieres subir? Es fácil Lo agregué por si no quería ir debido a la dificultad que significaba subir por los barriles y agarrarse de las piedras pero si yo podía ir ahí cuando estaba enferma, entonces él seguro que podía subir fácilmente. Levanté la mirada hacia él al tiempo que Honey lo hizo también quedándonos ambos esperando la respuesta de Anuar. Era la primera vez que invitaba a alguien a casa. ¿Debí haber limpiado? Eso hacía la gente cuando tenía invitados en su casa, de pronto sentí la necesidad de ofrecerle algo más que una invitación a ver un espacio diminuto en donde mis pertenencias ascendían a un par de mantas viejas y sucias y un mendrugo de pan. ¡El pan! ¿Cómo se me pudo haber olvidado? -Tengo pan

por **Anuar Dutuescu** Mar Abr 26, 2011 9:51 pm

Ahora podría serlo aunque como negar que a ojos del pelirrojo ninguna dama de altos cabellos y empolvados rostros era más princesa que aquella que le sujetaba ahora la mano para caminar por una calle desconocida hasta aquel instante y que incrédulo era al pensar que con tantos o tan pocos años viviendo en aquel lugar podría ya reconocer cada espacio de París y el bien lo sabía y lo había descubierto a lo largo de su estancia, París tenía una sorpresa bajo cada piedra y también encima de los árboles y quizás en los cementerios…agito suavemente la cabeza como si de aquella forma pudiese hacer caer tales y dichos pensamientos, como si en verdad fuesen diminutos hombrecillos que se aferraban con uñas y dientes a su cabellera o cerca de su oído, corrían ahora entre sus piernas temiendo ser aplastados.

Observo el lugar unos instantes y se perdió entonces en aquel diminuto espacio aunque teniendo en cuenta el tamaño de la pequeña seguramente era suficiente y de sobra si habia decidido invitarle, el espacio debía ser suficiente para ambos aunque quizás un poco apretados. Su altura hacían de sus piernas miembros largos e inflexibles–claro…pero será mejor que subas primero tu asi sabré donde debo pisar para no caer- asevero en voz baja ignorando eventualmente su ultimo comentario, el no tenia hambre y algo en su cabeza tintineo como si aceptar aquel preciado alimento fuese un sacrilegio, una ruptura a los valores que habia perdido en antaño y pretendía ahora recuperar en presencia de una princesa, la única que hasta la fecha habia conocido aun cuando meses atrás se habia colado en una fiesta de la alta alcurnia parisiana.

Aguardo a que la pequeña comenzara a subir y es que cavia mencionar y no negar su falta de equilibrio, fuerza y flexibilidad para lograr llevar a cabo su cometido, quizás inclusive terminaría imposibilitado a subir y eso debía ser una lástima “claro que puedes, lo harás por ella”

por **Jazhara Elsbeth** Lun Mayo 02, 2011 5:49 pm

Las "casas" donde yo había vivido siempre tenían las mismas características: pequeñas, escondidas y austeras pero también me ofrecían calor, techo y un lugar en dónde esconderme. No necesitaba más, solamente quería un lugar para dormir que me cubriera de la lluvia y la nieve, que pudiera guardar mis pocas pertenencias hasta el momento en que tuviera que huir o me diera en los huesos la necesidad de irme a otro lado. Esta vez, al llegar a Paris había vagado días y noches completas buscando algo, paseé por el campamento de los gitanos sin encontrar nada ni nadie que me llamara la atención, por las calles, el mercado, incluso el cementerio donde algunas veces había lugares donde podía quedarme a dormir hasta dar con el escondite ideal: No todo el mundo podía subir ahí, nadie sabía que existía a menos que pusieras mucha atención y colindaba con una chimenea que me calentaba la espalda en las noches de frío. ¿Qué más podía pedir?

Esperé expectante su respuesta, generalmente no invitaba a nadie a mi hogar porque había recibido un montón de respuestas diferentes: Muecas, negaciones, gestos de asco como si pudieran contraer alguna enfermedad o contagiarse de mi falta de clase o cultura. Como si eso pudiera pasarse tan fácil. Lo miré con los ojos llorosos por el viento que nos golpeaba, la nariz roja por el frío que hacía y los labios resecos por la enfermedad y la falta de hidratación, llevaba poco tiempo conviviendo con Anuar pero algo me decía que no iba a temer contagiarse por mi de nada. Aun cuando ya sabía que no se negaría, sonreí al escuchar su confirmación de viva voz y lo jalé de la mano para acercarnos hacia los barriles que usaba como escalones algo disparejos y peligrosos hasta lo que yo consideraba como mi hogar.

-No te caerás, yo te sostengo- Fue una afirmación sincera sin darle importancia a la diferencia de edades, alturas y pesos entre los dos, una verdad que estaba dispuesta a llevar hasta sus últimas consecuencias y en la que creía totalmente, que yo podría sostenerlo y en caso de que cayera, yo lo detendría. Eso hacían los amigos, ¿no es cierto? sostenerte cuando caías, darte confianza y estar ahí siempre. Bajé a Honey de mis brazos viendo el despliegue de habilidad del minino para subir entre los barriles y cajas hasta perderse en el espacio abierto que servía como puerta, tosí un poco agarrándome del borde de uno de los barriles e iniciando la escalada despacio para que Anuar no perdiera detalle de lo que debía de hacer, una vez arriba le daría instrucciones.

Un pie sobre el barril, un impulso con mis manos, escalar unas cuantas cajas de madera, buscar el hueco entre los tabiques de la pared, tomarse de la tubería, la otra mano en el borde de la entrada, un último empujón combinado con un salto y estabas dentro. Desaparecí por el hueco para caer de rodillas a las maderas del suelo antes de asomar la cabeza para mirar a mi amigo desde donde estaba y saludarle. -¿Has visto cómo es fácil? Primero el pie sobre el barril de tu derecha... y te impulsas hasta las cajas-

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