Ten cuidado de la noche [Stephen W//Privado]

Hace más de un mes que había salido de casa. Aquel pleito con mi padre había ocasionado que todo llegará a mi limite. A pesar de aquel accidente que tuve con ese hombre lobo, me había podido recuperar al cien. Había dejado ya la casa de ese hombre que me brindó ayuda. Mi padre me había estado buscando, me encontró y me otorgó cierta ayuda aceptando las cosas que yo de verdad deseaba, por eso ahora tenía un empleo de medio tiempo en una biblioteca, si le sumamos el dinero que el me otorgaba cada semana, tenía una vida bastante estable viviendo en una casa de renta para chicas. Todo estaba marchando bastante bien a excepción de ese vació que tenía en el pecho. Había formado amigas que en algunos casos, habían salido de sus casas por motivos similares, otras habían sido maltratadas, abandonadas o estado ahí desde pequeñas. Aquello era una bonita familia. Donde podía llegar a sentirme libre, donde encontraba de verdad una manera de ser yo, de no sentirme presionada, de poder sonreír y tomar un libro sin ser regañada, donde utilizaba la ropa y el color que me gustaba, de las maneras que quería, verme tímida, hermosa e incluso sexy. Pero ni recordando todo aquello ese vació podía salirse de mi cuerpo.

Tomé un abrigo largo negro, la noche tenía ligera llovizna. "Ten cuidado de la noche". Aquellas palabras retumbaban mi cabeza todo el tiempo en mi cabeza, me impedían tomar decisiones incorrectas. Pero aquel día en especial no me importaban recordarlas. Giré la perilla de la puerta principal y me dispuse a salir aquella noche fría. Las pequeñas gotas de lluvia se hacían presente, recorriendo el abrigo que me acababa de colocar ¿A dónde iba? No tenía idea. Pero necesitaba poder distraerme un poco, necesitaba olvidar esa extraña sensación y ese recuerdo: Su recuerdo. El había dicho que cada que lo necesitara, que quisiera verle estaría para mí. Pero entonces ¿Cómo encontrarlo?

Sentí de nuevo pesar. ¿Por que lo echaba tanto de menos? No lo entendía. Mi educación nunca me había enseñado que era extrañar a alguien que no se encontraba en tu familia, incluso no te enseñaba a querer acercarte a alguien sino te era asignado. Pero él había llegado a mi vida porque el destino así lo había querido, porque ambos habíamos deseado aquella compañía aquella tarde, porque ese beso había hecho que sintiera lo que nunca había sentido. Me detuve por unos momentos cerrando los ojos, recordando ese momento. Por instinto lleve mi mano a la altura de mis labios acariciando estos mismos, recordando los suyos sobre los míos. Que loca y ridícula pude haberme visto en aquel momento, pero no me había importado.

Seguí caminando aun sin importar el rumbo exacto, sólo quería disfrutar de la vida nocturna de la ciudad. De vez en cuando saludaba con una ligera reverencia a las personas que pasaban a mi lado. Les regalaba una sonrisa cordial y seguía avanzando. Nada que fuera digno de reconocer. Hasta que aquel gran monumento se hizo presente frente a mi persona. Estaba bastante iluminado, se podía escuchar música, uno que otro medio de transporte rodear el lugar, pisadas, y una gran cantidad de gente, de todo tipo de ella entrando a aquel lugar. Camine hasta la calle de enfrente observando cada pequeño detalle, cada pilar, las alfombras rojas al entrar, los cristales, absolutamente todo. Tan hermoso como me lo imaginaba. Observe a mi alrededor sintiéndome ligeramente observada, sólo eran alucinaciones mías, entre tanta gente era bastante obvio que estuviera observaba. Un suspiró largo, mostrando ligera tristeza salio de lo más profundo de mi ser. - Si tan sólo pudiera verte de nuevo... - Aquellas palabras habían salido en susurro, casi en suplica, pero aquello era imposible, tal vez nunca más lo vería y eso empezaba a afectarme.

Había aprendido claramente que mi vida había dejado de ser una farsa desde que había escapado de casa. Ya no tenía que ser esa chica cuidadosa por sus modales, ya no tenía que temer porque me descubrieran leyendo un libro, porque quisiera utilizar otro tipo de atuendo, ahora podía agradecer que era yo misma, esa chica que soñaba con poder encontrar emociones en su vida, con poder correr el riesgo al caminar por una calle sola, una chica que había aprendido a hacer amigas que se habían vuelto familia. Eso también había aprendido, a que no se necesitaban tener lazos de sangre para poder considerar a alguien familia. Me detenía a estudiar los rostros de las personas. Algunos bastante ambicioso, uno que otro mirando con envidia a su prójimo, los rostros sonrientes, la sinceridad y alegría de los niños que avanzaban sin soltar a sus padres. Después imaginé mi rostro. ¿Cómo se vería? ¿Alegre? ¿Feliz? ¿Despreocupado? En realidad no lo sabía y tenía unas ganas inmensas de poder explorar un poco más de mi interior, pero no quería hacerlo sola, me dolía sentirme sola, no poder sentir un abrazo sincero, sin que yo lo pidiera, un beso romántico bajo la luz de la luna, una mirada de amor, como esas parejas que tontean tomadas de la mano, una palabra sincera. Moví la cabeza con fuerza, ya debía dejarme de esas cosas, debería de pensar en un futuro, en las cosas que quería formar, no dejarme llevar por sentimentalismo, aunque estos quisiera poder conocerlos, era lamentable todo lo que se me había privado de experimentar, conocer, de simplemente vivir por las ideas de mis padres.

Un pequeño soplo de aire llego a mi cuerpo causando que este se estremeciera un poco. Mis piernas temblaron ligeramente cuando sentí aquellas palabras cerca de mi oído. Aquella voz era simplemente imposible no reconocer, era simplemente imposible no poder imaginar el rostro de él dentro de la mente. Cerré los ojos recordando aquel rostro debajo de mi cuerpo, ambos tumbados en el pasto húmedo, la manera en que dejo que tocara cada pequeña parte de su cara para poder grabarla en mi memoria. Aquel cabello castaño oscuro un poco largo, sus cejas pobladas, sus ojos, su nariz, sus labios... Su perfil perfecto. Solté un suspiro prolongado mordiendo mi labio inferior bastante nerviosa. Era verdad que lo tenía alado pues sentí sus manos en mis hombros, era verdad que lo tenía a mi lado por aquel gesto en mi mejilla, así que mi mente no estaba jugando en mi contra. Me quede así por unos momentos repasando sus palabras. Después mis ojos se abrieron con lentitud. Mi rostro se giro un poco para observar su sonrisa, pero mi rostro se noto serio después de unos minutos - Tan seguro que eres tú al que hecho de menos - Aquello era una pequeña broma, era bastante evidente que de él se tratara este extraño sentimiento de extrañar. Nunca antes lo había experimentado. Solté una bocana de aire - Si al pensarle aparecería entonces no se apartaría de mi lado ni siquiera cuando duermo - Mis ojos se abrieron lo suficiente para mostrar la sorpresa en mi misma al decir aquello de manera tan natural. Mis mejillas tomaron un tono carmín intenso a causa del nerviosismo gracias a mis palabras torpes.

Tomé una bocana de aire intentando relajarme para no notar el rubor de mis mejillas, pero aquello era inútil así que simplemente giré mi cuero con suavidad para poder mirarlo de frente, tanta había sido la suavidad al moverme que sus manos aun seguían tomando mis hombros, la cercanía con él no me molestaba, era bastante buena, además sabiendo su secreto y que ha estas alturas no me hubiera hecho algo malo, me hacía sentirme especial y segura - Buenas noches joven - Sonreí de la manera más encantadora y dulce que podía, mi cuerpo se inclino un poco haciendo una especie de reverencia, aquello era más que nada por educación, si había salido de casa pero eso no quería decir que me volviera una maleducada. Di tres pequeños pasos torpes acercándome por completo a él, mis pies me sostuvieron en las puntas para poder depositar un suave y cálido beso en su mejilla - ¿Cómo se ha encontrado? - Volví a dar esos pasos torpes hacía atrás retomando la misma posición que tenía.

Esta vez mi cuerpo le daba la espalda al teatro. -No pensé volver a encontrarlo, menos por aquí - Sonreí intentando mostrarme lo menos melancólica posible. No podía tampoco estarlo culpando de no verle, sus cosas tendría que hacer, y no podía exigirle su presencia cerca de la mía solo por un encuentro en el que yo había sentido la gran necesidad de volver a verlo, de volver a compartir con él, de sonreí a su lado. Giré un poco mi cuerpo, así no le daba ni la espalda a él ni la espalda a aquel monumento maravilloso que lucía de manera imponente frente a mi. Le sonreí un poco antes de girar mi rostro y seguir observando el teatro y a la gente - Ahora mismo no sé que me es más interesante, si querer descubrir que hay detrás de aquella puerta - Señalé la entrada del teatro - Oh empezar a conocer lo que hay detrás de cada mirada de la gente que hay aquí, me parece demasiado interesante el ambiente de esta parte de la ciudad - Sonreí un poco encogiéndome de hombros para después volver a dirigir mi mirada a mi acompañante - ¿Que lo trae esta noche por aquí? ¿Ya ha encontrado emoción en su vida? - Recordé por un momento sobre la monotonía de la que hablo aquella tarde, tenía esa ligero