[Caminante no hay camino, si no estelas en la mar]

por **Gyula** Dom Abr 17, 2011 10:36 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Las olas en la mar estaban apacibles cuando desembarqué y la luna en el horizonte me sonreía de manera clara y luminosa. Había gastado mis últimas pagas en ése boleto. No solía durar más de unas semanas trabajando de grumete en cualquier navío. Solía enrolarme en otro barco justo cuando bajaba de otro. Era la rutina, la rutina de un errante. Para muchas personas ésa rutina puede ser monótona pero no para mi, alguien que disfruta de la suave brisa del mar y su oleaje en diferentes estados de ánimo. Si...la mar tiene estados de ánimo, cual mujer regida por la influencia lunar. Al llegar al puerto, tomé mis pocas pertenencias y caminé por el muelle. Los olores franceses golpearon fuertemente a mi fina nariz, no diré que son buenos o malos olores...simplemente eran nuevos olores. la gente me ve con recelo y muchos con desdén. Les entiendo, soy un gitano...y un gitano extranjero. La fama nos precede y muchas veces de manera justa.

Mientras la gente me huía de manera no tan disimulada, caminé con paso lento, disfrutando del salpicar salado de unas pocas olas inquietas a la orilla del muelle. Mi mirada esmeralda, regalo de mamá, buscaba algún rostro familiar, pero debía estar soñando...puesto que estaba lejos de casa y este lugar no tenía rostro familiar y mucho menos amistoso. Caminé hasta un lugar apartado del gentío y cuando estuve cerca de un peñasco me senté a disfrutar del aire acariciando mi cabello y mi última comida: una manzana.

por **Gyula** Miér Abr 20, 2011 12:22 pm

Mi fuerza no fue suficiente para tirarle, sólo la moví un poco de su lugar. Las narraciones tenían razón, los no muertos tienen la fuerza de varios hombres juntos y la rapidez de los felinos. Quedé boca abierto cuando observé aquella mujer de inmaculada belleza, no era el payaso de maquillaje tétrico que tenía minutos antes frente a mi. Antes de perderme en su mirada gélida, sus duros colmillos dieron cuenta de mi carne. Gruñí al sentir como se clavaban en mi clavícula y por inercia mis párpados cayeron de manera pesada. Dolió como agua oceánica congelada, calándome más allá de mis huesos. Intenté separarme de ella inútilmente puesto que su fuerza me superaba. Mi cuerpo cedió completamente al oleaje de dolor placentero. Aquel medallón de plata con el rubí en forma de lágrima, regalo de mi madre antes de partir, quemaba en mi pecho. Una luz rojiza se expandió desde éste, tal cual fuese los rayos del sol, cegándome por completo y volviéndome un costal de papas a la merced de la no muerta.

A lo lejos podía escuchar las olas rompiendo sobre el peñasco, el olor salino embriagó a mi nariz junto con ése líquido ferroso que salía como la vida misma de mi cuerpo. Debía estar muriendo ya que a lo lejos podía escuchar la voz de mi madre llamándome para comer. No tuve miedo, sólo sentí tristeza de jamás volver a mi pueblo y ver a los míos. La visión se apagó y no supe nada más...quizás era el fin...

por **Dana Luminita** Miér Abr 20, 2011 12:49 pm

Es un elixir maravilloso, navega en mi interior dejando ese dulzor de especias maderadas, su fuerza no fue suficiente para mover la pasión que me arrebataba el pecho hacia su sangre, no había probado sangre igual en centurias y lentamente me hechiza ese aroma exquisito, junto con el liquido escarlata que invade todo mi sistema. Mis ojos caen pensando en mares que alguna vez llegaron a mis manos, que bajo lunas estuvimos en una barca navegando en sus olas, con ese viento salino, con todas las metáforas del mar. Recuerdo en ese momento, ese mar, ese mar que un día tuve.

Mis ojos se abren de golpe al sentir una quemazón en el pecho, algo me golpea con tanta fuerza que rompe la ropa y me tira al suelo. ¿Qué es eso?... El cuerpo del hombre cae al piso desvaneciéndose. La sangre aun la tengo sobre los labios y algo de ese elixir se desborda de las comisuras. Un golpe me tumba al dejándome en el piso, me arrastro en al ver aquella luz que brota de su pecho y sin pensarlo me cubro en las sombras, agarrando a mi paso mi bastón con cabeza de conejo diabólico a mi paso. Tengo las manos quemadas, el pecho quemado y parte del rostro, pienso que es mi fin, el sol había tocado mi piel. ¿Cómo lo hizo?... ¿Cómo pudo un simple humano compactar el sol en un medallón?... Las voces le llaman, es mi padre. Las torres vienen hacia mí para llevarme, sin moverme aun pensando en que ese hombre tiene atrapado el sol en su pecho, las torres me arrastran como su fuese una estatua de piedra. El se queda ahí tumbado en el piso, en una ensoñación tranquila, escucho su corazón, es fuerte y sé que volverá algun día... estaré esperando.

por **Gyula** Miér Abr 20, 2011 1:00 pm

La luz del día pegaba en mi pecho, no me atrevía a abrir los ojos. ¿Qué había sido todo aquello? ¿Un mal sueño? Si, éso debía ser. Poco a poco me incorporé, el cuerpo me dolía horrores y al abrir los párpados me topé con la realidad. Ése par de cicatrices en mi clavícula me decía que todo había sido tan real. Estaba vivo...para mi fortuna lo estaba... Había perdido mi bolso de piel, no llevaba mucho pero realmente me gustaba aquella bolsa. Estaba lejos del muelle sentado sobre la arena y el agua salina jugueteaba con mis pies descalzos.

Se habían llevado casi todas mis cosas, hasta mis botas. ¿Lo bueno es que yo era el ladrón? Busqué asustado el medallón que me había dado mi madre y lo encontré justo donde lo había dejado, mi pecho. Me preguntaba por qué no se lo habían llevado también, quizás no habían podido quitármelo...Me puse en pie por fin, sintiendo enormes mareos, cubrí un poco mi rostro con la mano derecha y observé el agua esmeralda de la mar, sonreí y comencé con mi andar. No sin antes jurarle al agua madre que me vengaría de aquella mujer que no era viva y no estaba muerta. No regresaría a las aguas hasta encontrarle y exterminarle por lo que había hecho. Ahora era algo personal.

FIN

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