AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En algunas ocasiones los encuentros son más que agradables [Lucian]
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En algunas ocasiones los encuentros son más que agradables [Lucian]
Cuando menos te lo esperas la vida puede darte una vuelta que ni siquiera en tus mejores sueños sueles tener. Para una chica que su vida estaba prácticamente arreglada desde que nació esperar más cosas o aspirar a más no es del todo una de sus metas de vida, para ellas simplemente se sigue una línea de obediencia de la cual si se da un paso en falso puede tener un castigo muy severo. La vida de Doreen era de esa manera. Una burbuja de la cual no se podía romper o los encierros y la falta de alimento era lo pronto a seguir en su vida. La chica odiaba recordar aquella vida que tenía, odiaba tener que recordar la manera en que su padre la exponía ante sus amigos de sociedad para ver cual era el mejor postor y llevarse lejos a cambio de una fuerte cantidad de dinero. Dejó de verse esas cicatrices en el cuerpo que le traían los malos recuerdos. Su vestido azul marino se deslizó por su cuerpo para cubrir aquello que tanta tristeza le daba. Ella no era de esas chicas que tardaran horas en arreglarse en realidad con unas cuantas pasadas de mano ya se sentía bien consigo misma y esta vez no sería la excepción. El día tenía que ser especial para ella o al menos la búsqueda de lo que sería su futuro tenía que darle un poco de esperanza y alegría, le recordaría que no tenía porque volver a pasar aquellos malos recuerdos y aquella mala vida que tenía, ahora podía presumir ser una chica libre, independiente, que tenía el privilegio de conocer amigos, de poder leer, de conocer lo que fuera necesario, de viajar e incluso de poder conocer el amor como algo verdadero, natural, y sin necesidad a ser forzada a eso.
No tardó mucho tiempo en salir de su hogar, según su amigo Darcy mandaría a alguien para encontrarse con ella en la zona comercial para poder ayudarla a escoger un lugar apropiado para que pudiera empezar con su galería. No tenía idea de como identificaría a esa persona, así que se dejaría llevar por sus sentidos para encontrarla. Caminó por las calles a paso lento disfrutando del buen clima que había en la ciudad. Pronto se encontró en la zona comercial observando la cantidad de personas que había a su alrededor era bastante evidente la diferencia de las clases sociales, la forma de vestir y de actuar de cada uno era demasiado diferente. Aquello aun no era su mundo o al menos no se sentía parte de él por lo que su timidez era cada vez más grande, se sentía tan insignificante entre todos que prefirió quedarse parada en una esquina sombreada esperando alguna señal para seguir su camino.
Una esperanza para poder sentirse parte del lugar sería encontrarse a alguien conocido. Pero la pregunta era ¿Quién? La rubia comenzó a estudiar los rostros de cada una de las personas que pasaban a su alrededor en busca de alguno pero por más que intentaba identificar ninguno la parecía conocido. El tiempo pasaba volando, ahora podía presumir de sentirse tranquila ya que nadie prestaba atención a sus movimientos, cuando menos se lo espero a su lado pasaba un hombre muchísimo más alto que ella. Había tenido la fortuna de haber cruzado una que otra palabra con él, esperaba que no tuviera mucha prisa - Lucian - Su voz se elevó entra la muchedumbre, varias miradas se posaron en ella pero pronto volvieron a tomar sus caminos. La chica se caminó un poco para poder estar a la altura de él ¿De qué hablar? No tenía idea - ¿Cómo está? - Preguntó con timidez mientras buscaba su mirada por unos momentos. - Pronto abriré la galería con la ayuda de dos amigos, ¿Me visitará? - La inocencia de Doreen era tan clara, su forma de acercarse a las personas era sin segundas intenciones, sin miedo a ser rechazada. Sonrió ampliamente a Lucian, se sentía siempre que lo veía a gusto con él y en ocasiones su mirada la intimidaba, podía sentirse sonrojada y al mismo tiempo protegida.
No tardó mucho tiempo en salir de su hogar, según su amigo Darcy mandaría a alguien para encontrarse con ella en la zona comercial para poder ayudarla a escoger un lugar apropiado para que pudiera empezar con su galería. No tenía idea de como identificaría a esa persona, así que se dejaría llevar por sus sentidos para encontrarla. Caminó por las calles a paso lento disfrutando del buen clima que había en la ciudad. Pronto se encontró en la zona comercial observando la cantidad de personas que había a su alrededor era bastante evidente la diferencia de las clases sociales, la forma de vestir y de actuar de cada uno era demasiado diferente. Aquello aun no era su mundo o al menos no se sentía parte de él por lo que su timidez era cada vez más grande, se sentía tan insignificante entre todos que prefirió quedarse parada en una esquina sombreada esperando alguna señal para seguir su camino.
Una esperanza para poder sentirse parte del lugar sería encontrarse a alguien conocido. Pero la pregunta era ¿Quién? La rubia comenzó a estudiar los rostros de cada una de las personas que pasaban a su alrededor en busca de alguno pero por más que intentaba identificar ninguno la parecía conocido. El tiempo pasaba volando, ahora podía presumir de sentirse tranquila ya que nadie prestaba atención a sus movimientos, cuando menos se lo espero a su lado pasaba un hombre muchísimo más alto que ella. Había tenido la fortuna de haber cruzado una que otra palabra con él, esperaba que no tuviera mucha prisa - Lucian - Su voz se elevó entra la muchedumbre, varias miradas se posaron en ella pero pronto volvieron a tomar sus caminos. La chica se caminó un poco para poder estar a la altura de él ¿De qué hablar? No tenía idea - ¿Cómo está? - Preguntó con timidez mientras buscaba su mirada por unos momentos. - Pronto abriré la galería con la ayuda de dos amigos, ¿Me visitará? - La inocencia de Doreen era tan clara, su forma de acercarse a las personas era sin segundas intenciones, sin miedo a ser rechazada. Sonrió ampliamente a Lucian, se sentía siempre que lo veía a gusto con él y en ocasiones su mirada la intimidaba, podía sentirse sonrojada y al mismo tiempo protegida.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/03/2011
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Re: En algunas ocasiones los encuentros son más que agradables [Lucian]
Horripilante, así es como deberían describirse los días pasados, todo se reducía a un cumulo de cosas sin sentido que unidas significaban una tortura mayor de la que pensé posible. En cierto sentido la decepción me llenaba, pero sobre todo el sentimiento que mas me afectaba era la frustración, frustración por no saber qué hacer y porque, por primera vez en muchísimo tiempo, me encuentro en una situación en la que no se absolutamente nada de lo que puede pasar ni tampoco qué decisión tomar. Es curiosos, durante los últimos treinta años lo única que he deseado ha sido volver a ser un humano normal, ahora que por fin vuelvo a sentirme como uno hay una pequeña parte de mi que quiere volver a ser el licántropo de siempre, alguien que no tiene porque preocuparse de los asuntos humanos ni de sus preocupaciones.
Mi estancia en Paris esos días era necesaria, había escuchado ciertos rumores sobre uno de los míos, rumores que podían ser muy peligrosos si llegaban a los oídos equivocados, e incluso si realmente eran ciertos, podía afectar a mucha gente a la que no le gusta que se la altere, por mencionar a personas por las que sentía un profundo afecto y cariño. Mi residencia en la ciudad no era mala ni muchísimo menos, pero aun así echaba de menos el silencio y la tranquilidad de mi finca en el sur, siempre con el servicio desplazándose y Erin enfadándose por no comprender algo, aquellas cuatro paredes me asfixiaban muchísimo en comparación, así que decidí salir a tomar aire fresco. Las calles estaban bastante llenas, la primavera había traído consigo algo de buen clima y las gentes, que durante el invierno caminaban apiñadas en grupos, ahora iban con ropas más ligeras y disfrutaban de los rayos de sol del día. Caminaba por una de las calle mas comerciales de la ciudad, a ambos lados de la acera había todo tipo de establecimientos, desde puestos de verduras y fruta hasta joyerías y escaparates con lujosas telas para los nobles. “Como de costumbre siempre monopolizando lo mejor.” La carta que me había llegado hacia unos días me había dejando reflexionando seriamente en todo esto, ¿era realmente justo que los de condición humilde pagaran por los caprichos de los de alta posición? Sabía muy bien la respuesta a esa pregunta, y desde siempre he creído que tenía que haber una mejor manera de hacer las cosas, pero no se si esta seria esa forma o solo una cortina mas de humo que solo fingía una preocupación altruista.
Todo pensamiento se corto al oír una voz al otro lado de la calle, una joven rubia que se me acercaba con una sonrisa en la cara. – Doreen… - Sonreí ante su llegada, hacia bastante que no la veía y resultaba cómodo poder retomar esa costumbre, especialmente ahora que sabía que tenía una proposición más que formal. Tome su mano y la bese como todo un caballero, cosa que sorprendió a mucha gente, pues era raro que un conde, vestido como tal, tratase como una igual a una chica que, por su vestimenta, era evidente que era una clase muy inferior.- Yo estoy muy bien gracias, pero si sigues tratándome de usted me temo que el día empeorara por momentos. - Los títulos no eran algo que me agradase, es mas casi nadie me trataba de esa manera, salvo los otros nobles claro, a ellos esas etiquetas sí que les importaban. La galería de arte de Doreen era uno de sus grandes sueños, era una artista consagrada y la verdad es que, por lo que había oído, su talento no era nada despreciable. - Por supuesto que iré, no me lo perdería por nada. Es mas es posible que tenga un encargo para ti si lo deseas. ¿Te apetece que tomemos algo en algún sitio y hablamos del tema? – Le ofrecí mi brazo para que me acompañase si lo deseaba, ahora mismo cualquier distracción sería bien recibida, y la compañía en este casi era más que estimada.
Mi estancia en Paris esos días era necesaria, había escuchado ciertos rumores sobre uno de los míos, rumores que podían ser muy peligrosos si llegaban a los oídos equivocados, e incluso si realmente eran ciertos, podía afectar a mucha gente a la que no le gusta que se la altere, por mencionar a personas por las que sentía un profundo afecto y cariño. Mi residencia en la ciudad no era mala ni muchísimo menos, pero aun así echaba de menos el silencio y la tranquilidad de mi finca en el sur, siempre con el servicio desplazándose y Erin enfadándose por no comprender algo, aquellas cuatro paredes me asfixiaban muchísimo en comparación, así que decidí salir a tomar aire fresco. Las calles estaban bastante llenas, la primavera había traído consigo algo de buen clima y las gentes, que durante el invierno caminaban apiñadas en grupos, ahora iban con ropas más ligeras y disfrutaban de los rayos de sol del día. Caminaba por una de las calle mas comerciales de la ciudad, a ambos lados de la acera había todo tipo de establecimientos, desde puestos de verduras y fruta hasta joyerías y escaparates con lujosas telas para los nobles. “Como de costumbre siempre monopolizando lo mejor.” La carta que me había llegado hacia unos días me había dejando reflexionando seriamente en todo esto, ¿era realmente justo que los de condición humilde pagaran por los caprichos de los de alta posición? Sabía muy bien la respuesta a esa pregunta, y desde siempre he creído que tenía que haber una mejor manera de hacer las cosas, pero no se si esta seria esa forma o solo una cortina mas de humo que solo fingía una preocupación altruista.
Todo pensamiento se corto al oír una voz al otro lado de la calle, una joven rubia que se me acercaba con una sonrisa en la cara. – Doreen… - Sonreí ante su llegada, hacia bastante que no la veía y resultaba cómodo poder retomar esa costumbre, especialmente ahora que sabía que tenía una proposición más que formal. Tome su mano y la bese como todo un caballero, cosa que sorprendió a mucha gente, pues era raro que un conde, vestido como tal, tratase como una igual a una chica que, por su vestimenta, era evidente que era una clase muy inferior.- Yo estoy muy bien gracias, pero si sigues tratándome de usted me temo que el día empeorara por momentos. - Los títulos no eran algo que me agradase, es mas casi nadie me trataba de esa manera, salvo los otros nobles claro, a ellos esas etiquetas sí que les importaban. La galería de arte de Doreen era uno de sus grandes sueños, era una artista consagrada y la verdad es que, por lo que había oído, su talento no era nada despreciable. - Por supuesto que iré, no me lo perdería por nada. Es mas es posible que tenga un encargo para ti si lo deseas. ¿Te apetece que tomemos algo en algún sitio y hablamos del tema? – Le ofrecí mi brazo para que me acompañase si lo deseaba, ahora mismo cualquier distracción sería bien recibida, y la compañía en este casi era más que estimada.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: En algunas ocasiones los encuentros son más que agradables [Lucian]
Finos carruajes adornados de manera hermosa y primaveral se pasean por las calles parisinas. Carruajes, mujeres con elegantes vestidos, joyas, esos guantes que cubrían sus hermosas manos, mujeres presumiendo aquellas cosas vanas acompañadas de aquellos hombres con porte de grandeza, detrás de aquellos podías notar bastante bien la diferencia, los sirvientes de la realeza avanzando a paso firme, a paso cansado, a paso doloroso detrás de ellos buscando sostener los caprichos de aquellos que se regocijan en sus caras, de aquellos hombres que solo buscan abusar de su dinero y poder sobre ellos para sentirse aun más superiores y hacer una clase de competencia de poder y abuso con los mismos de su clase. Para la rubia aquello era algo malo de ver, se podía incluso ver de aquella manera alado de Lucian, como una simple mujer que no merecía estar acompañada de un conde, y no es precisamente porque no fuera una chica inteligente, hermosa o digna, simplemente la sociedad había hecho que se sintiera de esa manera, la sociedad y sus experiencias de vida. Pocas eran las personas en la realeza que Doreen pensaba le daban un trato como igual, no podía juzgarlos e incluso no podía decir que eran malas personas puesto que el mismo pueblo incluso permitía todo aquello. La chica resultaba ser bastante perceptiva, se guía demasiado por aquellas emociones, sentimientos que dejan ver los demás por ello sentía que algo le pasaba a su acompañante - ¿Está de verdad bien? - Se atrevió a preguntar aprovechando la confianza que él le había brindado.
Lucian era esas personas que para Doreen valía la pena. Aquel hombre la podía hacer sonrojar de una manera exagerada, hacerla reír, sentirse bien con ella misma pero por alguna extraña razón ella sabía que si veía a Lucian mal, el dolor que tuviera lo volvería suyo e incluso trataría de hacer lo que fuera para poder eliminar el dolor de sus ojos. Lo miro de reojo por unos momentos, nunca antes lo había detallado de la manera en que ahora mismo lo hacia. Bastante alto y algo corpulento, con un rostro que tenía rasgos imponentes bastante remarcados y a pesar de eso una mirada que tranquilizaba, desbordaba paz y que seguramente enamoraría a cualquiera que tuviera la oportunidad de tenerlo a un lado. La chica se detuvo por unos momentos antes de enrollar su brazo en el de él. Paso una de sus manos con delicadeza por su rostro, detallando cada facción de su cara. Seguramente los que pasaran a su alrededor lo verían de manera rara, pero para ella, una chica que plasmaba lo que veía en sus dibujos, en su arte, el poder tener en la mente bien grabado algo que quisiera guardar para siempre en su memoria era mejor sentirlo en vez de solo verlo. Por unos momentos cerro sus ojos y dentro de si observó aquellos mínimos detalles de su amigo el licantropo. Pronto lo soltó y le sonrió un poco sonrojada - Disculpeme Lucian pero a veces es bueno guardar en la memoria de esa manera a personas importantes - Su sonrisa de ensancho aun más y después su brazo se enredo de manera correcta en el brazo de Lucian para poder avanzar.
Las inseguridad aun se podían asomar en el rostro de la chica con solo una mirada, con una mueca, incluso con el tipo de suspiro que hiciera. Por eso que el quisiera confiar en su "talento" la tomó por sorpresa - ¿Un encargo? - Carraspeo un poco y trato de estar tranquila. En ocasiones aun no entendía porque había aceptado que Milo y Darcy hubieran apoyado tanto aquella idea de la galería y hacerle creer que todo aquello que sus manos tocaban eran maravillas pero ya que estaba a esas alturas de la vida era mejor dejarse llevar - Lo que necesite podré intentar hacer el mejor de los trabajos para que sea digno de usted - La chica se puso a imaginar que trabajo le pediría hacer su amigo. Ladeo el rostro y avanzo a paso lento pero firme sin apartar esa sonrisa y esa comodidad. -¿Quiere que lo acompañe? - Su sorpresa fue bastante grande al recibir aquella invitación pero no se atrevía a negarla, aparte por sentirse tan bien a su lado - Tenía pensado ir a ver uno de los locales que se iban a usar, Darcy esta convencido que sería fantástico y me encantará - Dio un pequeño apretón a su brazo - Pero supongo que tiene que ser una sorpresa hasta el gran día - Y sin ni siquiera poder controlarlo el brillo de sus ojos que se había formado le dedico una de sus mejores sonrisas, una tierna pero a la vez llena de coquetería, no por querer algo más con él, para nada. Simplemente para las mujeres en ocasiones este tipo de gestos es inevitable y seguramente para un hombre bastante observador apreciaría este tipo de gestos como algo único . - En realidad preferiría prepararle algo yo, en vez de ir a un lugar pero dado que es lo más viable ¿Qué le gusta beber Lucian? - Su torpeza fue grande cuando sus pies de atoraron en una de las piedras de los caminos del lugar.
Lucian era esas personas que para Doreen valía la pena. Aquel hombre la podía hacer sonrojar de una manera exagerada, hacerla reír, sentirse bien con ella misma pero por alguna extraña razón ella sabía que si veía a Lucian mal, el dolor que tuviera lo volvería suyo e incluso trataría de hacer lo que fuera para poder eliminar el dolor de sus ojos. Lo miro de reojo por unos momentos, nunca antes lo había detallado de la manera en que ahora mismo lo hacia. Bastante alto y algo corpulento, con un rostro que tenía rasgos imponentes bastante remarcados y a pesar de eso una mirada que tranquilizaba, desbordaba paz y que seguramente enamoraría a cualquiera que tuviera la oportunidad de tenerlo a un lado. La chica se detuvo por unos momentos antes de enrollar su brazo en el de él. Paso una de sus manos con delicadeza por su rostro, detallando cada facción de su cara. Seguramente los que pasaran a su alrededor lo verían de manera rara, pero para ella, una chica que plasmaba lo que veía en sus dibujos, en su arte, el poder tener en la mente bien grabado algo que quisiera guardar para siempre en su memoria era mejor sentirlo en vez de solo verlo. Por unos momentos cerro sus ojos y dentro de si observó aquellos mínimos detalles de su amigo el licantropo. Pronto lo soltó y le sonrió un poco sonrojada - Disculpeme Lucian pero a veces es bueno guardar en la memoria de esa manera a personas importantes - Su sonrisa de ensancho aun más y después su brazo se enredo de manera correcta en el brazo de Lucian para poder avanzar.
Las inseguridad aun se podían asomar en el rostro de la chica con solo una mirada, con una mueca, incluso con el tipo de suspiro que hiciera. Por eso que el quisiera confiar en su "talento" la tomó por sorpresa - ¿Un encargo? - Carraspeo un poco y trato de estar tranquila. En ocasiones aun no entendía porque había aceptado que Milo y Darcy hubieran apoyado tanto aquella idea de la galería y hacerle creer que todo aquello que sus manos tocaban eran maravillas pero ya que estaba a esas alturas de la vida era mejor dejarse llevar - Lo que necesite podré intentar hacer el mejor de los trabajos para que sea digno de usted - La chica se puso a imaginar que trabajo le pediría hacer su amigo. Ladeo el rostro y avanzo a paso lento pero firme sin apartar esa sonrisa y esa comodidad. -¿Quiere que lo acompañe? - Su sorpresa fue bastante grande al recibir aquella invitación pero no se atrevía a negarla, aparte por sentirse tan bien a su lado - Tenía pensado ir a ver uno de los locales que se iban a usar, Darcy esta convencido que sería fantástico y me encantará - Dio un pequeño apretón a su brazo - Pero supongo que tiene que ser una sorpresa hasta el gran día - Y sin ni siquiera poder controlarlo el brillo de sus ojos que se había formado le dedico una de sus mejores sonrisas, una tierna pero a la vez llena de coquetería, no por querer algo más con él, para nada. Simplemente para las mujeres en ocasiones este tipo de gestos es inevitable y seguramente para un hombre bastante observador apreciaría este tipo de gestos como algo único . - En realidad preferiría prepararle algo yo, en vez de ir a un lugar pero dado que es lo más viable ¿Qué le gusta beber Lucian? - Su torpeza fue grande cuando sus pies de atoraron en una de las piedras de los caminos del lugar.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: En algunas ocasiones los encuentros son más que agradables [Lucian]
No sabía exactamente cómo responder a su pregunta. En términos generales si, estaba bien, pero supongo que sería un término demasiado general para decirlo, nadie estaba nunca bien del todo, ya fuese por un tema u otro siempre había una preocupación, un dolor de cabeza que no paraba hasta que le encontrabas solución, y todo para que al final de ese dolor viniese otro completamente distinto pero igual de irritante. La vida, según mi forma de verlo era una multitud de obstáculos que tenías que estar saltando constantemente. Si nos guiábamos por esa definición concreta supongo que la respuesta debería de ser no, pero evidentemente eso sería demasiado polémico, demasiado problemático de explicar o de controlar, así que preferiblemente sería decir que sí. – Tengo mis preocupaciones… el trabajo ya sabes, pero de resto todo va bien. Gracias por preocuparte. – Una de las cosas que hacía a Doreen distinta del resto del mundo es que veía las cosas de forma positiva, a veces puede que incluso demasiado, pero algunas veces eso te ayudaba a no sentirte desgraciado.
Resultaba increíble que alguien tan joven fuese capaz de comportarse con tanto conocimiento de causa, veía las cosas como si hubiese partes que nadie más veía, como si todo lo que la rodease tuviese algo distinto y oculto, puede que esa fuese la razón de que se dedicase a ser artista, en mi opinión lo que pintaba era solo la visión que tenia de todo lo que la rodeaba y que los demás no eran capaces de asimilar o de ver, y eso resultaba admirable, una autentica obra de arte para aquellos que pudiesen entenderlo. El contacto de su mano con mi rostro fue extraño, no es que fuese descortés haciéndolo ni mucho menos, no me molestaba que lo hiciese, pero cuando hacia cosas como esa siempre me preguntaba en que estaría pensando, que es lo que ocurría en su cabeza para que tener esas reacciones. Como si me hubiese leído el pensamiento contesto como si fuese una niña que hubiese hecho algo que no era correcto. – Me alegra saber que soy importante… Y estoy de acuerdo contigo, esa clase de recuerdos siempre te ayudan, y precisamente por eso quería hablar contigo.
Paseamos a lo largo de la calle central del mercado de Paris. Por primera vez en todo el día me sentía con la suficiente tranquilidad como para no estar mirando a todos lados en busca de algo contra lo que defenderme, unos momentos de paz que resultaban relajantes, incluso agradables. – Si, es un encargo muy especial. Si lo prefieres podemos ir yendo hacia ese local y te voy contando. – En cierto modo también sentía curiosidad por saber qué clase de local le habrían conseguido Trudeau y el teniente, pero siendo como eran con ella, no habrían escatimado en gastos. Llevaba tiempo buscando un artista que pudiese ayudarme en este tema, pero todos eran o demasiado pusilánimes, o tenían una idea escandalosa para hacer algo redomadamente simple y al mismo tiempo complicado. – Veras, hace varios años que guardo un cuadro, un cuadro muy especial para mí. – Aquel retrato llevaba casi treinta años en mi poder, y todavía resultaba increíble lo real que parecía, era precisamente por eso por lo que quería contar con la ayuda de alguien como Doreen. – Desgraciadamente, me temo que el cuadro se encuentra en una situación delicada, pues es bastante viejo. Lo que me gustaría es que lo restaurases, que pareciese nuevo. Sé que no es tu especialidad y puede que te esté pidiendo mucho, pero me harías un gran favor con ello.
No se si fue por su idea de que me acompañase o porque le hubiese hecho aquella oferta de trabajo que de repente estuvo a punto de irse de bruces al suelo. Rápidamente pase un brazo alrededor de su cintura y evite que se cayese, aunque admito que habría sido algo muy cómico, no sería bueno para una señorita. - ¿Estas bien? Ten cuidado. – Dije enderezándola suavemente, mientras intentaba no parecer que me quería reir un poco.
Resultaba increíble que alguien tan joven fuese capaz de comportarse con tanto conocimiento de causa, veía las cosas como si hubiese partes que nadie más veía, como si todo lo que la rodease tuviese algo distinto y oculto, puede que esa fuese la razón de que se dedicase a ser artista, en mi opinión lo que pintaba era solo la visión que tenia de todo lo que la rodeaba y que los demás no eran capaces de asimilar o de ver, y eso resultaba admirable, una autentica obra de arte para aquellos que pudiesen entenderlo. El contacto de su mano con mi rostro fue extraño, no es que fuese descortés haciéndolo ni mucho menos, no me molestaba que lo hiciese, pero cuando hacia cosas como esa siempre me preguntaba en que estaría pensando, que es lo que ocurría en su cabeza para que tener esas reacciones. Como si me hubiese leído el pensamiento contesto como si fuese una niña que hubiese hecho algo que no era correcto. – Me alegra saber que soy importante… Y estoy de acuerdo contigo, esa clase de recuerdos siempre te ayudan, y precisamente por eso quería hablar contigo.
Paseamos a lo largo de la calle central del mercado de Paris. Por primera vez en todo el día me sentía con la suficiente tranquilidad como para no estar mirando a todos lados en busca de algo contra lo que defenderme, unos momentos de paz que resultaban relajantes, incluso agradables. – Si, es un encargo muy especial. Si lo prefieres podemos ir yendo hacia ese local y te voy contando. – En cierto modo también sentía curiosidad por saber qué clase de local le habrían conseguido Trudeau y el teniente, pero siendo como eran con ella, no habrían escatimado en gastos. Llevaba tiempo buscando un artista que pudiese ayudarme en este tema, pero todos eran o demasiado pusilánimes, o tenían una idea escandalosa para hacer algo redomadamente simple y al mismo tiempo complicado. – Veras, hace varios años que guardo un cuadro, un cuadro muy especial para mí. – Aquel retrato llevaba casi treinta años en mi poder, y todavía resultaba increíble lo real que parecía, era precisamente por eso por lo que quería contar con la ayuda de alguien como Doreen. – Desgraciadamente, me temo que el cuadro se encuentra en una situación delicada, pues es bastante viejo. Lo que me gustaría es que lo restaurases, que pareciese nuevo. Sé que no es tu especialidad y puede que te esté pidiendo mucho, pero me harías un gran favor con ello.
No se si fue por su idea de que me acompañase o porque le hubiese hecho aquella oferta de trabajo que de repente estuvo a punto de irse de bruces al suelo. Rápidamente pase un brazo alrededor de su cintura y evite que se cayese, aunque admito que habría sido algo muy cómico, no sería bueno para una señorita. - ¿Estas bien? Ten cuidado. – Dije enderezándola suavemente, mientras intentaba no parecer que me quería reir un poco.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: En algunas ocasiones los encuentros son más que agradables [Lucian]
"Que torpeza, Doreen". La castaña no podía evitar reprocharse una y otra vez aquel acto reflejo tan malo que tenía. Soltó varios suspiro mientras colocaba las manos sobre las de Lucian. Estas eran bastante cálidas, más de lo normal, pero recordaba que los de su condición eran precisamente así, con esa temperatura y lo mejor de todo era que no era molesto, al contrario, era bastante cómodo, más para una chica como ella que resultaba ser bastante friolenta. Se incorporó mientras este le ayudaba a levantarse y observo su rostro. En sus ojos Doreen pudo observar la risa que este estaba privado. La chica alzo la mano y picoteó con el dedo indice su mejilla bastante divertida - Ríase si tiene ganas, es malo guardarse esas hermosas carcajadas - De nuevo la cantidad de miradas de asombro se habían girado para tomarlos como centro de atención, y es que el conde Greymark estaba siendo más que noble con una chica, más que cercano, más que cómplice. La muchacha se separo de aquel agarre un poco incomoda por las miradas amenazantes pero no se alejo del todo, a fin de cuentas era su amigo, le trataba como igual y le daba el permiso de acercarse. Acomodó su vestido con tranquilidad, mientras una sonrisa nerviosa se formó en sus labios - Y mi torpeza hace que todos giren su vista a nosotros ¿Por que la sociedad juzgará tanto lo que los otros hacen? ¿Por qué la realeza tiene que estar en constante apariencia para no recibir incluso criticas severas? - Lo miro con cierta falta de brillo en los ojos, con esa tristeza que pocas veces se le podía notar. Pero a pesar de que ella se encontraba en un enfrentamiento por derrocar a la nobleza francesa no podía ser tan egoísta y no reconocer que entre toda esa neblina oscura, existían brillos de luz capaces de no dejar caer hasta al más pobre de las almas por aquellas calles. Soltó un gran suspiro y le sonrió de nuevo intentando ella misma de convencerse que se sentía tranquila.
Moví el rostro con cierta fuerza, esté gesto lo hacía cada vez que sentía que debía borrar algún recuerdo al instante, era gracioso verme de esa manera pero no importaba mi ayuda propia ante todo. Recordé las indicaciones que Darcy me había dado para poder llevar al local. Si lo había ya comprado o no, aun no lo sabía pero tenía una pequeña llave en mi poder que abriría las puertas del lugar correcto. Observé los edificios que estaban a nuestro alrededor y sonreí amplíamente al darme cuenta que estaba por el camino correcto. Tomé la mano de Lucian y di un tirón un poco más fuerte de lo normal pero el ansia y la emoción se estaba apoderando de mi, era mejor dejar a un lado los temas tristes y centrarme en lo que de verdad valía la pena. Caminar varias calles empinadas la estaban dejando cansada, sus piernas empezaban a temblar pero no le importaba, quería llegar. Poco tiempo después un local bastante grande y elegante se había situado en la esquina de una calle, era bastante hermosos pues resaltaba entre todo lo que había a su alrededor. Soltó por unos momentos a Lucian mientras sacaba de entre la bolsita de su vestido un pequeño papel que ella misma había dibujado con la descripción dada del conde. Lo abrió y observó detenidamente notando el parecido entre el dibujo y el edificio que estaba frente a ella. Cuando alguien tiene una vida marcada, decidida por tus padres, cuando escapas de tu casa y pierdes todo, te llegas a topar con este tipo de cosas, con este tipo de detalles que alguien te da en la vida que la felicidad es tan grande que todo dolor, todo miedo se va de tu vida, y llegas a este momento donde un sueño que ni siquiera creías capaz de alcanzar se vuelve tuyo porque otros ven lo maravilloso que tu tienes, por que otros creen en ti y te aman.
Por unos instantes se había olvidado de su realidad, incluso de su acompañante hasta que escucho una respiración profunda detrás de ella. Giro su cuerpo con la punta de sus pies de manera elegante y coqueta. Le sonrió un poco apenada - La emoción me invadió - Soltó una risita traviesa y volvió a tomar su mano para encaminarse al lugar. La pequeña llave que tenía enredada en sus manos se deslizo por la apertura de la cerradura. Hizo un sonido de metal viejo, la puerta de abrió de uno, la pequeña y delicada dama, empujó la puerta con todas sus fuerzas dejando que el aire y la luz del sol invadieran el lugar. El recibidor era bastante sencillo pero con pilares blancos que hacían resaltar el lugar. La chica observó a Lucian aun con esa sonrisa hermosa en los labios - Creo que Darcy y Milo se lucieron con el lugar - Se encogió de hombros emocionada - Me gustaría ver el retrato que me dices. ¿Quieres que sea arreglado el mismo o que haga otro nuevo? - Le miro a los ojos con curiosidad, muchas veces era mejor dejar una obra de arte sin hacer arreglos, se disfrutaban más se tenía aun la esencia principal pero Doreen estaba dispuesta a invertir todo su tiempo, todo su talento por hacer que el cuadro de su amigo quedará como quisiera. - ¿Le echamos un vistazo? - Pregunto emocionada acercándose el conde un poco.
Moví el rostro con cierta fuerza, esté gesto lo hacía cada vez que sentía que debía borrar algún recuerdo al instante, era gracioso verme de esa manera pero no importaba mi ayuda propia ante todo. Recordé las indicaciones que Darcy me había dado para poder llevar al local. Si lo había ya comprado o no, aun no lo sabía pero tenía una pequeña llave en mi poder que abriría las puertas del lugar correcto. Observé los edificios que estaban a nuestro alrededor y sonreí amplíamente al darme cuenta que estaba por el camino correcto. Tomé la mano de Lucian y di un tirón un poco más fuerte de lo normal pero el ansia y la emoción se estaba apoderando de mi, era mejor dejar a un lado los temas tristes y centrarme en lo que de verdad valía la pena. Caminar varias calles empinadas la estaban dejando cansada, sus piernas empezaban a temblar pero no le importaba, quería llegar. Poco tiempo después un local bastante grande y elegante se había situado en la esquina de una calle, era bastante hermosos pues resaltaba entre todo lo que había a su alrededor. Soltó por unos momentos a Lucian mientras sacaba de entre la bolsita de su vestido un pequeño papel que ella misma había dibujado con la descripción dada del conde. Lo abrió y observó detenidamente notando el parecido entre el dibujo y el edificio que estaba frente a ella. Cuando alguien tiene una vida marcada, decidida por tus padres, cuando escapas de tu casa y pierdes todo, te llegas a topar con este tipo de cosas, con este tipo de detalles que alguien te da en la vida que la felicidad es tan grande que todo dolor, todo miedo se va de tu vida, y llegas a este momento donde un sueño que ni siquiera creías capaz de alcanzar se vuelve tuyo porque otros ven lo maravilloso que tu tienes, por que otros creen en ti y te aman.
Por unos instantes se había olvidado de su realidad, incluso de su acompañante hasta que escucho una respiración profunda detrás de ella. Giro su cuerpo con la punta de sus pies de manera elegante y coqueta. Le sonrió un poco apenada - La emoción me invadió - Soltó una risita traviesa y volvió a tomar su mano para encaminarse al lugar. La pequeña llave que tenía enredada en sus manos se deslizo por la apertura de la cerradura. Hizo un sonido de metal viejo, la puerta de abrió de uno, la pequeña y delicada dama, empujó la puerta con todas sus fuerzas dejando que el aire y la luz del sol invadieran el lugar. El recibidor era bastante sencillo pero con pilares blancos que hacían resaltar el lugar. La chica observó a Lucian aun con esa sonrisa hermosa en los labios - Creo que Darcy y Milo se lucieron con el lugar - Se encogió de hombros emocionada - Me gustaría ver el retrato que me dices. ¿Quieres que sea arreglado el mismo o que haga otro nuevo? - Le miro a los ojos con curiosidad, muchas veces era mejor dejar una obra de arte sin hacer arreglos, se disfrutaban más se tenía aun la esencia principal pero Doreen estaba dispuesta a invertir todo su tiempo, todo su talento por hacer que el cuadro de su amigo quedará como quisiera. - ¿Le echamos un vistazo? - Pregunto emocionada acercándose el conde un poco.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/03/2011
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