Cristales violetas teñidos de rojo [Dana Luminita]

por **Bianca Von Carter** Jue Abr 28, 2011 6:30 pm

Los ojos color violeta de la joven dama, tan fríos y severos dignos de alguien con cadencia de alma, no dejaban pasar por alto ningún detalle que la callejuela por la que pisaba con aquellos zapatos azules con un centímetro o dos de tacón grueso. Mantenía los ojos muy abiertos con la mirada al frente, con sus pupilas justo en el centro de su ojo y nunca se mueven del sitio, no le hace falta mirar de reojo. Lo ve todo, lo escucha todo y por ello no siente nada.
Cada paso de la dama es una eternidad. Le gusta andar lento cuando no tiene nada que hacer, cuando regresa a esa residencia con 4 salas. Un dormitorio, un baño, una cocina y un pequeño salón. Un lugar al que llamaba hogar, al que llamaba casa; un paraíso violeta donde dormía todas las noches, se levantaba temprano, desayunaba la cantidad exacta de un baso y no volvía a pisar dicho suelo hasta regresar por la noche, después de asearse y salir a la casa donde trabajaba un par de manzanas arriba.
Con toda la calma, sus pasos lentos producían pequeños sonidos cuando la suela del zapato pisaba el suelo y, en ocasiones, alguna rama pequeña de algún árbol o que alguien había dejado caer. La respiración de la dama era profunda y lenta, todo el aire lo retenía unos segundo en ella y luego lo dejaba salir por su nariz, sin despegar sus labios arañados. Mantenía las manos unidas por debajo de su vientre, caminaba en linea recta sin salirse un milímetro de aquel camino diario. Todo era perfección en ella, hasta el inusual color violeta de su cabello, recogido en dos grandes tirabuzones que rozaban casi sus pechos. Pero nada es perfecto por mucho que lo aparente, por mucho que lo parezca, la perfección no existe y ella misma lo sabe.
El viento rozaba su piel, suave y pálida, movía hilos violetas que andaban sueltos pero estos apenas eran visibles. No le molestaba que el viento se introdujera de lleno en sus ojos que parpadeaban cada diez segundos o mas, sinceramente no lo sentía.
Sus manos se soltaron y de deslizaron, rozando el delantal de seda blanco y se posaron rozando sus muslos. Sus pasos cesaron poniendo ambos pies juntos al lado del otro, separados por escasos milímetros. Ahí permaneció parada sin quitar la vista del frente. Dejo escapar el aire por sus labios con un pequeño siseo prácticamente mudo. Algo había ocurrido que había captado su atención. ¿Un ruido tal vez? ¿Pasos, susurros, voces? ¿Simple intuición? No se había dado cuanta hasta entonces de la pequeña herida que se había abierto en su mano derecha, cerca del dedo corazón. La gota de sangre rojiza brillaba con la tenue luz de las farolas que iluminaban el camino. Como si no tuviera fuerzas en su brazo, elevo el brazo para llevar la herida a su boca y se limpio el rasguño a base de ligeros esos hasta dejar la piel pintada de rosa. Sin sentir dolor por la piel rota, sin notar el sabor metalizado de la sangre en sus papilas gustativas. Sin sentir nada. Dejo caer con lentitud el brazo, quedándose recta cual estatua con una sonrisa que podría llamarse de tristeza o incluso decepción.
-No estoy completa-Dijo con su dulce voz apagada y vacía, afirmando lo que ella creía que era. Un ser humano incompleto que busca el modo de estar completa a basa de muertes de damas de cualquier clase que ella creyera que eran sus llaves para abrir la puerta de la perfección.

por **Dana Luminita** Sáb Abr 30, 2011 12:39 am

Siguiendo los pasos, siguiendo la noche que se mira en un cristal opaco de una soledad que me sigue, así es la no vida, los condenados se absuelven en sus propios pecados, y pecado sobre pecado solo se firma un contrato hacia el infierno. No se busca la nostalgia de verdad, siempre se camina mirando de frente y sin importar que se lleve uno entre sus pasos. Suena el bastón de ébano sobre las baldosas. Suenan mis pasos en aquellas callejuelas.

Mi aspecto de joven catrín es mi peculiar apariencia, el traje de arlequín descansa, porque me cansa que me miren en las calles, los colores, los collares, solo me visto así cuando mi padre me lo pide, pero ahora, en las calles me gusta actuar con esta apariencia, los voluptuosos vestidos dan picazón, prefiero este traje, mi sombrero y mi bastón. Tengo dos sombras que me siguen como una maldición, dos gigantes que guardan mis espaldas, que vienen caminando a pasos de escolta, dos gigantes de mas de dos metros, corpulentos y yo, un arlequín de un escaso un metro sesenta que camina con un bastón como si en la calle no pasara nada. Un maquillaje mal hecho cubre mi rostro, solo porque no me gusta que me vean, porque oculto la identidad de la que vivió en este cuerpo.

La primavera deja vestigios en mi piel inmortal, avisa que pronto ya todo florecerá. Un sonido hace que me detenga y las torres a mis espaldas se detienen, uno de ellos me toca el hombro y con la cabeza de conejo, la empuñadura de mi bastón le toco la mano para que me suelte y solo siento un efluvio, el cual me indica de donde proviene ese aroma, mis ojos de azul claro pasan a azul intenso casi a negro. Sigilosa me adelanto entre aquellas sombras, junto los guardias hasta detenerme en un punto donde aquella negrura es más mi aliada, un manto translucido que puede jugar entre la realidad y la fantasía.
-¿Y que puede llenar aquella vasija vacía? –mi voz suena melodiosa entre las sombras donde no llegan los últimos reflejos de las farolas. Tal vez se deline mi silueta, un pequeño joven con sombrero de copa un poco encorvado, con dos sombras a sus espaldas.

por **Bianca Von Carter** Dom Mayo 01, 2011 9:16 pm

Los finos oídos de la dama captaron al instante el sonido de los zapatos contra el suelo. Los pasos eran numerosos, imposible que solo fuera de una persona, mínimo eran dos los individuos que paseaban por la calle bien entrada la noche.
La dama se quedo quieta cual estatua en un museo, manteniendo su ritmo al respirar y su mente se quedaba en blanco contando las pisadas.
A voz de una joven se quedo en su mente. ¿Y que puede llenar aquella vasija vacía? Dile la voz femenina. La dama callada piensa si le hablan a ella. Nadie mas responde, por lo que deduce que se dirigen a ella. En dos pasos lentos, dejando ver en las mangas azules la vara de Hermes bordada en dorado, la dama da una media vuelta con una ligera curva en sus pálidos labios que no lega a ser una sonrisa. Miró a donde debía de haber una mujer, de aspecto joven a su parecer.
Vio una silueta, mas no lograba distinguirla bien. Las luces daban una buena iluminación y dos sospechosas sombras, si podían llamarse así, hacían que la visibilidad fuera peor. Una imagen inquietante que a la dama no le asusto.
No veía nada, pero ella pensó que era perfecta.
-Buenas sean sus noches, miss-Dijo con lentitud la voz de la dama, con una educación y un respeto en sus palabras, vocalizando a la perfección con esa voz tan vaciá de sentimiento.

por **Dana Luminita** Vie Mayo 27, 2011 11:18 am

Solo me quedo ausente en ese lugar apartado, donde la luz tintinea en aquella obscuridad. Absoluta, inquietante. Observo a la humana, su olor dulce es increíblemente llamativo, perfecto. Puedo observarle con la vista de un vampiro antiguo y tal vez adivinar sus aromas. No hay más en mi cabeza de descubrir aquella mirada, de poder alimentarme de la sangre que corre por sus venas.

Para mi sorpresa, la mujer no se asusta, su corazón late paulatino y solo me quedo pensativa en como supo que soy una mujer, no entiendo cómo pueden saberlo sin escuchar mi voz, son notas que delatan aquellas voces que no se dicen que torturan en mi cabeza.
–Bonne Nuit. –Ahora sí, mi voz cantarina sale de mi pecho, una voz femenina que sale de las sombras igual que mi silueta, las dos sombras gigantescas a mi espaldas también se descubren y le miro con cautela, aunque no hay porqué, es solo una humana más, el ganado de los vampiros, aunque ese término es muy idiota, pero a veces, solo muy a veces me gusta utilizarlo. –¿Y puede llenar aquella vasija vacía? – Vuelvo a preguntar mirándola directamente a los ojos mirando el color de su cabello peculiar, me gusta el brillo es diferente y una sonrisa maldita dando unos pasos más hacía ella acercándome hasta su frente, apoyándome con mi bastón y haciendo ese peculiar sonido de mis botas de gamuza color escarlata.

por Contenido patrocinado

Cristales violetas teñidos de rojo [Dana Luminita]

Cristales violetas teñidos de rojo [Dana Luminita]

Re: Cristales violetas teñidos de rojo [Dana Luminita]

Re: Cristales violetas teñidos de rojo [Dana Luminita]

Re: Cristales violetas teñidos de rojo [Dana Luminita]

Re: Cristales violetas teñidos de rojo [Dana Luminita]