¿Découvrir l'avenir ... ou perdre de l'argent? [Lyuba]

Se hallaba a pocos pasos de la entrada cuando una mujer elegantemente ataviada salió del lugar con los ojos y la nariz congestionados y sosteniendo entre las manos un frasquito como si éste contuviese su propia alma. Le sorprendió ver la expresión afligida y perturbada de la mujer. ¿Qué podría haberle dicho la gitana para que saliera de semejante manera?

Antha espero a que la rubia se alejara antes de abrir la puerta y entrar. Respingo levemente al oír el saludo de la gitana. Sus ojos aún se estaban acostumbrando a la oscuridad del lugar comparado con la luz del exterior y no había ubicado a la dueña del local hasta que esta habló. Giró su cuerpo hacia el lugar de donde la mujer venia. Se trataba de una chica joven de cabellos negros, piel blanca y ojos claros e inteligentes.

-Yo… - titubeó un poco pero la esplendida sonrisa de la chica la animo a continuar – Solo pasaba y me atrajo el local – sonrió a su vez mientras miraba en derredor con curiosidad – Y me preguntaba si tuviese usted el tiempo de… decirme algo sobre mi futuro – a pesar de ella misma había decidió entrar sin ningún tipo de presión, ahora se sentía un poco estúpida y no podía ocultar la vergüenza que le producía hacer semejante petición.

Sintió como sus mejillas se calentaban un poco… odiaba esa obvia reacción de su cuerpo pero no podía hacer nada para evitarlo. En realidad, ahora que lo pensaba, ¡ni siquiera sabía que era exactamente lo que quería saber! “Oh, quería, lo siento tanto. Pero ya estás aquí así que ahora asume consecuencias” maldita voz interior, solo sirve para hacernos sentir un poco peor cuando las cosas no va como se han planeado. ¿y si le decía algo que no quisiera oir? No podía dejar de darle vueltas en su mente a la expresión de la mujer rubia, ni podía dejar de preguntarse si ella misma terminaría saliendo en un estado similar.

Tomó un poco de aire y de valor – Quisiera que leyera las líneas de mi mano, si es que posee ese tipo de habilidad, por supuesto – pensó por un segundo sobre las palabras que acababa de pronunciar – No se ofenda por favor, solo es que es usted luce un poco joven- aclaró de manera amable dejando saber a la gitana que entendía que existía la posibilidad de que una chica de su edad aún no hubiese conquistado todas las artes adivinatorias que su gente manejaba.

Antha pestañeó al oír salir de la boca de la joven unas palabras que reflejaban lo que ella pensaba y sentía sobre el rumbo de su vida. Le pareció bastante curiosa la postura erguida que había adquirido mientras hablaba, como si éstas tuviesen un significado mucho más profundo que el hecho de recitarlas como parte de su rutina con la clientela.

Se sintió extraña cuando la gitana la tomó de la mano, pero igual se dejó guiar hasta la mesa donde la esperaban unos colchoncitos. Mientras se sentaba, la joven afirmó que la esperaba y ella no pudo evitar esbozar una tímida sonrisa. Después de todo la interpretación histriónica y zalamera formaba parte innata del oficio de las gitanas y no podía culpar a nadie en la instancia por ello. De hecho le pareció bastante apropiado para dar inicio a la sesión.

Acomodó las enaguas de su vestido de la mejor manera que pudo. Luego, ante la clara invitación, estiro sus manos sobre las de la gitana. Antha asintió ante la declaración y espero paciente a que empezara a mencionar acontecimientos por venir en su futuro, pero en lugar de esto le llegó una frase sobre el juzgar a las personas. Se encontraba a punto de replicar que no la estaba juzgando, tan solo había hecho una pregunta que pensó conveniente, pero antes de poder hacerlo la gitana finalizó la frase dándole su nombre completo.

Un escalofrió la recorrió mientras sentía como el color abandonaba sus mejillas. Se tomó un segundo en recordar todo lo que había dicho desde su entrada al local pero no pudo ubicar ningún momento en el cual su nombre hubiese salido a flote. - ¿Cómo sabe usted mi nombre?- preguntó en un susurro para después humedecerse los labios.

Los ojos de la mujer la miraban fijamente y le hacían querer cambiar el rumbo de su propia mirada pero se negó a ceder ante la presión. Tenía que ser evidente la sorpresa que sentía, aún no habían iniciado y la gitana que tenía en frente ya le estaba dando razones para creer que esta vez sería diferente a todas las demás. No estaba muy segura de si este hecho la reconfortaba o la asustaba pues temía lo que pudiera pronosticarle.

Antha boqueó un segundo ante la simple respuesta. ¿Podría tener esta joven verdaderamente capacidades extrasensoriales? Tenía que ser así ya que no se le ocurría otra manera en ella pudiese dar con su nombre completo. Ni ella misma sabia que terminaría en el local de la gitana por lo cual la posibilidad de una trampa quedaba completamente descartada.

Esta prometía ser una experiencia única, reveladora y... aterradora. Sintió un pequeño retorcijón de estomago al ver que la joven abría los ojos mientras inspeccionaba sus manos, como si hubiese visto algo poco agradable, y se preparó para lo que podría venir. Soltó una risita nerviosa al escuchar su nombre, tal vez solo había imaginado aquella expresión – Lyuba – repitió inclinando ligeramente la cabeza y mostrando una tensa sonrisa mientras esperaba que ella volviera a hablar. Podría haberle preguntado su apellido pero le pareció que era un detalle que podría abordar más adelante, además la intriga de lo que ella estaría viendo en las líneas de sus manos le impedía entretenerle.

Por lo general Antha no era una mujer de pocas palabras, por el contrario siempre hablaba más de lo debido pero hoy los pronósticos de la gitana la drenaron completamente de cualquier frase aburrida o ingeniosa que pudiese comentar. Solo se limitó a permanecer en su lugar, inmóvil y silenciosa, mientras Lyuba le pronosticaba toda clase de miserias... Y éxitos podría decir quién estuviese escuchando, pero ella solo tenía oídos para los acontecimientos miserables que estaban siendo revelados.

Decía que tendría suerte en el amor pero que el hombre tenía un gran secreto... que estaba maldita... que cambiaria... y muchas otras cosas que, aunque no entendía completamente, la llenaron de un sentimiento de fatalidad que no podría ser sacudido fácilmente.

Respiró profundamente una vez... y otra... y una vez más cuando la joven termino su lectura. No estaba segura de que pensar. – Sabes, en ninguna de las veces anteriores que han leído las líneas de mi mano me han dejado tan impresionada y... asustada – siguiendo un impulso cerró las palmas de sus manos y deshizo el agarre con el cual Lyuba la había mantenido sujeta hasta ese momento.

Cubrió parte de su rostro con una de sus manos y respiró profundamente otra vez – Hay muchas cosas que no entiendo... – descubrió su rostro y la miró directamente a los ojos – No puedes estar hablando en serio ¿verdad? – La confusión se pintaba claramente en su rostro – Es decir, no voy a refutarte lo de vanidosa, eso lo sé y lo admito sin tapujos... con respecto al dinero pues ¿Quién en su sano juicio no desea vivir con un poco más de comodidad? – “Especialmente cuando viviste ese estilo de vida y lo perdiste” pensó sin atreverse a pronunciar las palabras en voz alta – ¿Dinero sucio? – repitió más para sí misma mientras negaba con la cabeza; no importaba que tan necesitada estuviese ella nunca realizaría actos ilegales para obtener dinero ¿O sí?. Nunca digas nunca ¿no es eso lo que siempre dicen?

-Bien, vamos por partes – pidió acentuando sus palabras con un gesto de sus manos – Primero, dices que “esta vez” tendré suerte en el amor ¿Por qué usaste esas palabras? ¿No se supone que solo puedes ver el futuro? – Pregunto frunciendo ligeramente el ceño mientras levantaba su dedo índice - ¿de qué maldición hablas? – Continuó levantando otro de sus dedos con lo que obviamente pretendía numerar sus múltiples preguntas – y por último, y lo que más me preocupa, ¿qué quieres decir con que tendré que derramar sangre? – la última parte la soltó casi en un susurro, como si decir las palabras en voz alta fuera a procurar que estas se volviesen realidad.

No estaba muy segura de si sentirse aliviada o aún peor después de la declaración de Lyuba sobre que ella no mentía. Además estaba el asunto de que tanto iba finalmente a permitir que las palabras de la joven afectaran el transcurrir de su vida de ahora en adelante. Se sintió un poco irritada con la gitana cuando esta puso los ojos en blanco, al fin y al cabo ella tenía todo el derecho a preguntar lo que quisiese, y además, podría asegurar que si los roles fuesen al contrario, la joven actuaria de una manera similar… después de todo ¿quién no lo haría? “alguien que no cree en estas tonterías” la voz de la conciencia “cállate, a ti nadie te ha hablado”.

-¿Dices con eso que estoy en lo cierto?, o al menos parcialmente: no todas las gitanas pueden ver el pasado - ¿Qué relevancia tenía el asunto? Ninguna, pero por supuesto la curiosidad la instaba a conseguir cada detalle que fuese posible aunque, según el tono que había usado Lyuba para contestarle, supuso que sus esfuerzos serian en vano.

-Demonios – maldijo por lo bajo al ver como ella se levantaba y desaparecía tras una cortina, dejándola momentáneamente sola con sus alborotados pensamientos. ¿De qué le servía saber que tendría una maldición? Además ¿Qué tipo de maldición? ¿Qué sabia ella sobre maldiciones? Suponía que nada a menos de que la visión de la gitana fuese en sentido figurado. No pasó mucho tiempo antes de que Lyuba regresara con dos tazas humeantes en sus manos – Claro que no me vas a envenenar… después de todo aún no te he pagado – intento bromear aunque su cerebro se encontraba en otras instancias. Tomó con cuidado la taza frente a ella y bebió un pequeño sorbo después de haber soplado ligeramente sobre el líquido caliente. Estaba muy bueno – Hum, si no te funciona predecir el destino siempre puedes dedicarte a preparar café – le alagó antes de tomar un segundo sorbo.

Por poco suelta la taza al escuchar la respuesta a su última pregunta - ¿Me estás diciendo que voy a matar a alguien?- preguntó atónita – ¡Yo no soy una asesina! Ni siquiera soy capaz de sacrificar a los aves para la cena – se defendió de una acusación no formulada para después escuchar en silencio lo que decía su acompañante. – No Lyuba, me has dado razones para no pegar el ojo en todo un mes- replicó bebiendo otro sorbo de café y mirando al horizonte. De una sola cosa estaba segura, a pesar de las advertencias, su curiosidad la guiaba y no al revés, por lo tanto sería casi imposible que simplemente dejase pasar situación inquietantes el pro de evitarse problemas… ya lo había intentado en el pasado y sabía que era una técnica que sencillamente en ella no funcionaba.

-No puedo convertirme en solo una conformista más que acepta lo que oye y ve sin entenderlo… esa no soy yo… no puedo evitar sentir curiosidad, no puedo evitar preguntar ¿Cómo diablos se supone que voy a no ser quien soy por miedo a sufrir esas “desgracias” que me has pronosticado? - las palabras salieron de su boca como una ráfaga mientras sus ojos vagaban por el local y finalmente se topaban con los de Lyuba – Debe haber otra manera, tal vez por otro medio puedas descubrir algo más… sustancial – comentó lanzándole una suplicante mirada para luego posar sus ojos en la taza que contenía ya menos de la mitad del líquido que tenía en un principio. La observó por un segundo para luego fruncir ligeramente el ceño - ¿No se supone que lo que se lee es el té? – Preguntó como quien no quiere la cosa para después soltar una risita nerviosa - ¿lo ves? Es algo innato e inevitable – soltó haciendo referencia a su incapacidad por mantener la boca cerrada y menos aún cuando es una pregunta la que se aproxima a abandonar sus labios.

Sonrío gratamente sorprendida por haber conseguido una nueva respuesta de Lyuba sobre sus habilidades particulares comparadas con las de las demás gitanas. La verdad sea dicha, y teniendo en cuenta el tono que la joven había utilizado para sajar el asunto, ella pensó que no obtendría nada más que una mirada furibunda o un negativa rotunda a seguir hablando del tema. Luego no pudo menos que acompañar la risa de la gitana al comprender el intento de broma que se había permitido. Tenía una risa muy alegre y sincera, y Antha podía percibir como el carácter de la joven le agradaba más y más… a pesar de las cosas horribles que le predecía. Si bueno, ¡la vida nunca es perfecta!

Ante sus palabras saboreó con más ahínco la bebida contenida en la taza que sostenía entre las manos. Lo más inusual era que funcionaba, en verdad se sentía un poco más tranquila. Tal vez no fuese por el café en sí, sino por la buena disposición de Lyuba y el hecho de que tuviese tal deferencia para con ella. Si bien era cierto que Antha pagaría por los servicios que estaba recibiendo, eso no implicaba que la gitana tuviese algún tipo de obligación de comportarse amablemente o, incluso, prepararle una bebida especial solo para que se sintiese mejor. Aunque, por otro lado, la forma en cómo la miraba agitaba la tranquilidad que había obtenido con el café.

-Ninguno – contestó enfáticamente – ni siquiera por dinero lastimaría a otro ser humano… bueno, lastimaría en verdad, con sangre y demás – Ella había lastimado a muchas personas en su vida, pero solo emocionalmente, y jamás había hecho sangrar a alguien más intencionalmente. Movió una de sus manos para resaltar el “demás”, luego suspiro – Supongo que comprendes el porqué de mi negativa aceptar lo que me dices – No todos los días te vaticinan un homicidio y era algo nada fácil de digerir.

Antha respingo sorprendida al oír el golpe sobre la mesa. - ¿Y de que me sirve estar atenta si no puedo cambiar el futuro? – preguntó a su vez con cierta brusquedad. Y era verdad, por primera vez hubiese preferido hacer caso a aquella voz que le había insistido en no entrar en aquel lugar. Tal vez hubiese sido preferible si encontrara a Lyuba como una charlatana más, alguien que le ofreciera un poco de predicciones absurdas y entretenidas sobre las cuales ella pudiese reír más adelante… pero no, y lo que más la perturbaba era que con cada minuto que pasaba creía más en las palabras de las joven. -Lo siento- se disculpó por la dureza de sus palabras – es solo que me asusta lo que dices – confesó encogiéndose ligeramente de hombros para después escuchar con atención lo que ella decía sobre el café.

-¿En serio? - ¿Cuándo iba a aprender? ¿no estaba ya suficientemente afligida y preocupada como para que continuara con aquella sesión? Si, lo estaba, y por supuesto que eso no interferiría con la necesidad de saber que más podría leer Lyuba en su tasa. Se reprendió a sí misma mentalmente por su terquedad y obstinación mientras finalizaba con rapidez el poco líquido que aún quedaba.

-Toda tuya – comentó extendiendo la taza vacía hacia la gitana quien había vuelto a sonreír – pero agradecería si puedes decirme al menos una cosa agradable antes de devolverme a la desgracia – bromeó débilmente mientras correspondía a la sonrisa de la joven - ¿Suelen ser tus predicciones siempre tan oscuras? – preguntó sin poder contenerse pues no podía comprender como aquella joven soportaría tal carga de negatividad en su vida y aún tuviese ganas de sonreírle a una extraña.

-Eso no me lo puedo imaginar – rezongó ante la mención de la gitana sobre su propio destino, según ella peor que las cosas horribles que ya le había pronosticado. Su confusión y desazón era tal que no supo si enojarse por la risa de Lyuba o unírsele – Claro, eso sería sencillo si desde el comienzo no hubieses demostrado que sabes cosas que no deberías… como mi nombre por ejemplo – afirmó. Era imposible que, después de todo ella la tomara por una charlatana, el problema ahora era decidir qué hacer con la información que ella le había brindado.

Antha asintió con ganas mientras le entregaba la taza, dándole a entender que apreciaría profundamente algún rayo de sol que iluminara su futuro, ¡o al menos una vela!, cualquier cosa era ganancia. La sorprendió un poco el saber que alguien podía acostumbrase a ver ese tipo de cosas, sobre todo siendo tan joven. Esta vez se preguntó que podría haberle pasado para ser tan dura pero mantuvo fuertemente atada su lengua mientras que la gitana realizaba todo un ritual con su taza y platillo.

“Bien, si así es la cosa pues ¿Qué podemos hacer?... ¡Que venga el dinero!” pensó divertida tratando de darse ánimos a sí misma. Le pareció en extremo curiosa la concentración y meticulosidad con que Lyuba ejecutaba sus predicciones. Sus ojos claros no abandonaban su trabajo por un segundo, ni siquiera cuando le hablaba. Por un momento pensó que tal vez si iba a lograr decirle algo positivo pero, luego, la suerte fue empañada por la aparición de otra figura.

Antha soltó el aire un poco decepcionada. No estaba segura de si deseaba o no que el “amor” apareciera en su vida de nuevo, después de todo la última vez solo le había traído penas y desgracias y no confiaba en tener la fuerzas suficientes como para soportar algo similar por segunda vez; pero, a pesar de esto, la imagen de contar con alguien que le ofreciera ternura la conmovió haciéndola inclinar la balanza hacia la idea de querer tener una pareja. “Solo un tonto tropieza con la misma piedra dos veces” se amonestó mentalmente volviendo su atención a la gitana, quien continuaba hablando.

Entonces Lyuba levanto la mirada y Antha sintió como su estomago se encogía ante lo que podría venir a continuación, pero a la final no sonó tan mal… o era algo que definitivamente no entendía. Ya que la gitana retorno los ojos la taza, ella esperó que continuara con la lectura– No comprendo, porque te ha molestado la última parte – comentó al darse cuenta que no había nada más que decir. Observo los ojos claros de la joven y luego la taza que había sido el centro de atención hasta ese momento.

Sus pensamientos se movieron hacia la mujer que había visto salir del local antes de entrar - ¿Qué le pronosticaste a la rubia que solicitó tus servicios antes de que yo llegara? – preguntó sin darse cuenta de lo impertinente de sus palabras hasta que estas no había sido pronunciadas. Rio un poco avergonzada pero no desdijo su pregunta, quería saber si obtendría o no una respuesta. Luego, recordando el carraspeo de la joven se atrevió a decir algo todavía más extraño – No me vendría nada mal un trago en este momento… ¿no tendrías algo guardado de casualidad? – inquirió mirando en derredor y confiando en que la gitana no la despachara de inmediato por su desfachatez... la verdad era que ahora se sentía curiosa sobre la joven que tenía en frente y no deseaba que aquel encuentro terminara como la fría transacción que había sido en un principio.

La expresión de sorpresa no podría haber sido mayor, incluso se vio forzada a cerrar su boca al darse cuenta de que la había abierto inconscientemente desde que Lyuba empezó a comentar la razón de su molestia ante la lectura de su destino. Empezó a negar ante su pregunta para luego cambiar a una rápida afirmación. Sabía lo que la palabra significaba, había escuchado suficientes historias en su infancia como para reconocerla, pero eso solo hacia aún más insólita la situación. No sabía cuál era el objetivo de la gitana pero esperó a que dijera lo que tenía que decir antes de comentar.

-Wooow – Extendió un poco la exclamación como tratando que el sonido de su propia voz alejara el oscuro y odioso rastro que lo dicho por Lyuba había dejado tras de sí. Tanta energía negativa, tanto odio… eso no era una simple actuación, aquella chica sentía cada una de las palabras mencionadas y, aunque para Antha no significaban mayor cosa en ese momento, no se sintió digna de rebatir debido al profundo sentimiento que había embargado el momento, así que se quedó muy quietita mirando fijamente a la gitana y tratando de comprender las motivaciones que esta podía tener para haber soltado tan acalorado y extravagante discurso.

La respuesta que siguió le chocó bastante – Se que no soy quien para juzgar las penas ajenas pero no puedo creer que aquella mujer se atreva a atentar contra la vida de su hijo… - Contuvo el aliento algunos segundos. Se estaba dejando llevar por la emoción, por los recuerdos intensos de su pasado, pues el tema tocaba una fibra muy sensible dentro de ella. Ignoraba como podría sentirse aquella mujer ante la situación que vivía, pero sabía, que si estuviese en su poder, ella lucharía contra el viento y la marea con tal de defender y proteger la existencia de su… trago saliva con dificultad. “Aléjalo, solo te causara daño” pensó tratando de reenfocarse, de volver al futuro y apartar de su mente recuerdos tan dolorosos que la podrían obligar a hacerse un ovillo en el piso de aquel local y sollozar como un niña desvalida.

Sus ojos, un tanto aguados, se posaron sobre sus propias manos y permanecieron allí a pesar de escuchar como la gitana se levantaba y desaparecía momentáneamente tras la cortina. Aprovecho la soledad en la que había quedado para enjuagar rápidamente una lágrima que, impertinente y terca, se había empeñado en escapar a través del rabillo de su ojo derecho. Escuchó las palabras que emergían desde detrás de la cortina y, no bien había terminado de desaparecer aquella prueba irrefutable de su propia flaqueza, cuando la joven regresó con lo prometido entre sus manos. Antha no pudo evitar reír un poco ante su declaración – Recuérdame no obsequiarte nunca botellas de licor – comentó pensando en la cantidad de botellas que podría tener escondidas tras aquellas cortinas – Aunque en este preciso momento sea bastante conveniente que tus “clientes” tengan esa costumbre en común – bromeó intentando que la tristeza que la había invadido algunos segundos atrás no se filtrara por entre sus labios.

Tomó la copa entre sus dedos y la elevó en dirección a la joven – Por el destino – inició – porque sin importar lo negro, doloroso y sangriento que se vaticine siempre lo esperemos con ansias, aunque solo se deba a la morbosa necesidad de saber que ocurrirá después. – Y dicho esto apresuro la mitad del contenido de la copa. Abrió ligeramente los ojos al sentir el calor del liquido atravesarla, y su garganta, reacia a tan inesperado ardor, la obligo a toser un par de veces. – Perdón, está un poco fuerte… – comentó llevándose la mano al pecho y sonriendo avergonzada pero luego solo soltó la risa – Creo que esta debe ser la sesión más curiosa en la que he estado – Despues levantó nuevamente la copa en la cual aún reposaba la mitad de su contenido original – ¿y tu brindaras por…? – inquirió curiosa por el brindis que la gitana pudiese realizar pero sabiendo que fuese como fuese terminaría sorprendiéndola, después de todo se había dedicado a esto todo el tiempo que Antha había permanecido en el local.