AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
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No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Resultaba bastante extraño para Louis el hecho de salir sin ella, sin Claudia. Su eterna acompañante, su niña, su amor. Pero así era, era real, se encontraba solo, deambulando por las calles alumbradas por tan solo luces mortecinas, sus zapatos hacían apenas un leve eco en la empedrada calle y sus manos yacían enfundadas en los bolsillos de su elegante pantalón. Hacia tan poco tiempo que habían llegado a Paris, el y Claudia, ellos dos solamente. Habían desembarcado, conseguido un hogar, uno grande y espacioso que la misma Claudia había elegido y Louis había aceptado sin chistar, complaciendo cada capricho suyo, como si de su hija se tratase. Así habían transcurrido los días, la mayoría de ellos sin salir demasiado de la elegante residencia, quizás por falta de ganas, quizás por temor, ese temor que ambos tenían, mas el que ella, pues Claudia había sido siempre prespreocupada ante las cosas. El miedo de Louis tenía un nombre y un apellido: Lestat de Lioncourt. El hombre, el vampiro que le había transformado hacia no mucho tiempo, mismo del que habían huido y que ahora temía encontrar en esa ciudad. Intentaba no evocar su imagen en la mente, pues sabia que seria llamarlo, atraerlo a el sin remedio, pero le resultaba imposible. Louis había sido siempre un poco paranoico, esa era probablemente la razón de que girara su rostro cada que escuchaba algunos pasos acercarse a el, temiendo que se tratara de ese al que tanto le huían.
Y sin embargo el cordero se metía en la boca del lobo….
Ceso sus pasos en un lugar que llamo su atención, un teatro, pero no uno común, pues el aroma que despedía no era mas que el de muerte. Enfoco su mirada cristalina en la entrada, un hombre con sombrero lo miraba con curiosidad, alzando su mano en señal de invitación a adentrarse a ese misterioso y sin duda tétrico lugar. Louis dudo, se pregunto mentalmente si seria buena idea, pues algo le decía que al entrar en ese lugar lo que menos encontraría serian humanos. ¡Pero justamente a eso había ido a Paris!, ¿lo rechazaría?
Giro su cuerpo decidido a alejarse, ignorando la invitación del hombre de la puerta que le invitaba a pasar, poniéndose de pretexto que seria mejor volver otro día. Pero entonces nuevamente sus pies se detuvieron. Supo que no tenia caso seguir huyendo de lo inevitable, que no debía seguir empeñándose en ser un cobarde. En menos de un minuto estuvo cruzando la puerta principal y ante se vista se alzo un escenario, la función estaba a punto de comenzar. Busco rápidamente un asiento libre y se acomodo en el con la vista fija al frente, fascinado y aterrorizado por lo que estaba a punto de ver.
Y sin embargo el cordero se metía en la boca del lobo….
Ceso sus pasos en un lugar que llamo su atención, un teatro, pero no uno común, pues el aroma que despedía no era mas que el de muerte. Enfoco su mirada cristalina en la entrada, un hombre con sombrero lo miraba con curiosidad, alzando su mano en señal de invitación a adentrarse a ese misterioso y sin duda tétrico lugar. Louis dudo, se pregunto mentalmente si seria buena idea, pues algo le decía que al entrar en ese lugar lo que menos encontraría serian humanos. ¡Pero justamente a eso había ido a Paris!, ¿lo rechazaría?
Giro su cuerpo decidido a alejarse, ignorando la invitación del hombre de la puerta que le invitaba a pasar, poniéndose de pretexto que seria mejor volver otro día. Pero entonces nuevamente sus pies se detuvieron. Supo que no tenia caso seguir huyendo de lo inevitable, que no debía seguir empeñándose en ser un cobarde. En menos de un minuto estuvo cruzando la puerta principal y ante se vista se alzo un escenario, la función estaba a punto de comenzar. Busco rápidamente un asiento libre y se acomodo en el con la vista fija al frente, fascinado y aterrorizado por lo que estaba a punto de ver.
Greco Romagnoli- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 12/04/2011
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Gabrielle había oído hablar a Lestat anteriormente sobre este local. El teatro de Renaud. Él solía relatarle algunas de sus aventuras junto a Nicolás. Las obras que había interpretado y los momentos gratos que recordaba junto a su querido amigo. Jamás imagino que volvería a poner los pies sobre este lugar… Aún recordaba cuando Lestat cedió el pequeño teatro a esos vampiros temerosos de la asamblea y posteriormente el enfrentamiento entre él y Nicolás… ambos seres perdidos, lastimándose mutuamente guiados por su mutuo amor. Jóvenes sentimentalistas aun aferrados a su vida mortal.
Odiaba los eventos públicos que la obligaban a vestir como una gran marquesa. Un titulo el cual jamás le intereso. Llevaba un hermoso vestido, no podía negarlo, pero nada la hacia sentir mas cómoda que lucir la habitual vestimenta que le permitía correr libremente y tener la apariencia de un hermoso joven con facciones felinas. Recorrió el lugar con cautela y se instalo dispuesta a observar lo que aquellos vampiros se disponían a interpretar frente a los espectadores. “Deberías visitar el conocido Teatro de vampiros, madre” le había comentado Lestat. Recordó que el local tenía oficialmente ese nombre por gentileza de Nicolás.
Casi al instante que la obra daba comienzo, un joven de cabello oscuro y ojos verdes entraba en el salón, lo vio detenerse para buscar un asiento libre y contemplar con atención la función que iniciaba. Él no parecía ser consiente de que estaba siendo observado por Gabrielle. Con desinterés, dejo que la imagen del joven se desvaneciera en su mente y capto su atención en los seres interpretando su papel sobre el escenario.
Sería una larga noche, pero estaba ansiosa de descubrir lo que esta le destinaba. Tenía un extraño presentimiento. Pero en esos momentos, solo una cosa le preocupaba y era saber con certeza si Lestat, su hijo, se encontraba entre los espectadores. Porque… por alguna razón le había sugerido asistir al teatro. Lo que la vampira no entendía era; ¿Por qué no la invito directamente? Se habría ahorrado la molestia de vestir así y de haber tenido que ingresar por la puerta principal. Podría haberse ocultado, sin tener que vincularse con tantos humanos y se hubiera dirigido rápidamente al lugar donde se localizara Lestat.
Si él se hallaba en el recinto, lo primero que haría seria recriminarle su falta de consideración. Aunque seguramente estaba en sus planes obligarla a utilizar estas vestimentas. Gabrielle miro a su alrededor y suspiro sutilmente, ya estaba resignada y dispuesta a disfrutar de la obra.
Odiaba los eventos públicos que la obligaban a vestir como una gran marquesa. Un titulo el cual jamás le intereso. Llevaba un hermoso vestido, no podía negarlo, pero nada la hacia sentir mas cómoda que lucir la habitual vestimenta que le permitía correr libremente y tener la apariencia de un hermoso joven con facciones felinas. Recorrió el lugar con cautela y se instalo dispuesta a observar lo que aquellos vampiros se disponían a interpretar frente a los espectadores. “Deberías visitar el conocido Teatro de vampiros, madre” le había comentado Lestat. Recordó que el local tenía oficialmente ese nombre por gentileza de Nicolás.
Casi al instante que la obra daba comienzo, un joven de cabello oscuro y ojos verdes entraba en el salón, lo vio detenerse para buscar un asiento libre y contemplar con atención la función que iniciaba. Él no parecía ser consiente de que estaba siendo observado por Gabrielle. Con desinterés, dejo que la imagen del joven se desvaneciera en su mente y capto su atención en los seres interpretando su papel sobre el escenario.
Sería una larga noche, pero estaba ansiosa de descubrir lo que esta le destinaba. Tenía un extraño presentimiento. Pero en esos momentos, solo una cosa le preocupaba y era saber con certeza si Lestat, su hijo, se encontraba entre los espectadores. Porque… por alguna razón le había sugerido asistir al teatro. Lo que la vampira no entendía era; ¿Por qué no la invito directamente? Se habría ahorrado la molestia de vestir así y de haber tenido que ingresar por la puerta principal. Podría haberse ocultado, sin tener que vincularse con tantos humanos y se hubiera dirigido rápidamente al lugar donde se localizara Lestat.
Si él se hallaba en el recinto, lo primero que haría seria recriminarle su falta de consideración. Aunque seguramente estaba en sus planes obligarla a utilizar estas vestimentas. Gabrielle miro a su alrededor y suspiro sutilmente, ya estaba resignada y dispuesta a disfrutar de la obra.
Gabrielle de Lioncourt*- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Gabrielle se encontraba en la ciudad, en París. Finalmente había regresado a mi. En algunas ocasiones me visita en el hotel el cual me hospedo y recorremos las calles como en los viejos tiempos. Pero esta noche en especial, mientras caminaba por las adoquinadas calles del boulevard du temple, la vi dirigirse al Theatre des Vampires con un hermoso vestido que resaltaba la maravillosa figura de su cuerpo. Estaba sorprendido, no por su belleza que me emocionaba con tan solo observar sus gestos y andares, sino que jamás creí que fuera a tomar en cuenta mi sugerencia. Haber sido descortés y no invitarla directamente no fue tan mala idea, de lo contrario no tendría la oportunidad de contemplarla exhibiendo aquella indumentaria. No obstante, la noche tenia una sorpresa más destinada para mi y esta, nada tenía que ver con Gabrielle.
Cuando me disponía a entrar al local, hablar con uno de mis conocidos y luego dirigirme al palco que suelo utilizar las noches que asisto a la función, mi consciencia me obligo a percibir la presencia de una criatura allí afuera cuya silueta era sutilmente iluminada por las luces del teatro. Caminaba con todo sigilo, sus movimientos eran casi como los de un humano, pero no había ni rastro de olor a mortal en él. Sus pensamientos eran absolutamente impenetrables, su mente estaba cerrada para mí. No era un vampiro poderoso, no era uno de los antiguos, aquel vampiro que se aproximaba había sido creado por mí.
Aferré por el hombro al vampiro que acomodaba a los espectadores en el local y susurre en su mente de manera terminante que invitará al ser que en esos momentos deambulaba frente al establecimiento. El muchacho me miro a los ojos con expectación y acto seguido salio al encuentro de aquella criatura. Me oculté en las sombras, observe a Gabrielle y contemple en la mente del joven, el rostro de aquel vampiro. El corazón me latía aceleradamente. La figura alta y delgada de cabello negro y ojos verdes cruzo la puerta e instalo prontamente en un sitio minutos antes de que la función diera comienzo.
Estaba temblando, me di cuenta de ello y cerré los ojos un instante buscando de alguna forma recobrar la serenidad, pero no sirvió de nada. La excitación crecía dentro de mí, incontenible.
Louis – pensé y por un momento sentí que no podría soportar aquello-
Me vi sonriendo y observando atentamente cada detalle en Louis, su mirada, sus gestos, y el cuidado con que analizaba la obra. Lo mire como había hecho noches atrás cuando me reencontré con mi madre…
En un suspiro deje que las palabras fluyeran en mi mente.
La función a penas comienza…
Cuando me disponía a entrar al local, hablar con uno de mis conocidos y luego dirigirme al palco que suelo utilizar las noches que asisto a la función, mi consciencia me obligo a percibir la presencia de una criatura allí afuera cuya silueta era sutilmente iluminada por las luces del teatro. Caminaba con todo sigilo, sus movimientos eran casi como los de un humano, pero no había ni rastro de olor a mortal en él. Sus pensamientos eran absolutamente impenetrables, su mente estaba cerrada para mí. No era un vampiro poderoso, no era uno de los antiguos, aquel vampiro que se aproximaba había sido creado por mí.
Aferré por el hombro al vampiro que acomodaba a los espectadores en el local y susurre en su mente de manera terminante que invitará al ser que en esos momentos deambulaba frente al establecimiento. El muchacho me miro a los ojos con expectación y acto seguido salio al encuentro de aquella criatura. Me oculté en las sombras, observe a Gabrielle y contemple en la mente del joven, el rostro de aquel vampiro. El corazón me latía aceleradamente. La figura alta y delgada de cabello negro y ojos verdes cruzo la puerta e instalo prontamente en un sitio minutos antes de que la función diera comienzo.
Estaba temblando, me di cuenta de ello y cerré los ojos un instante buscando de alguna forma recobrar la serenidad, pero no sirvió de nada. La excitación crecía dentro de mí, incontenible.
Louis – pensé y por un momento sentí que no podría soportar aquello-
Me vi sonriendo y observando atentamente cada detalle en Louis, su mirada, sus gestos, y el cuidado con que analizaba la obra. Lo mire como había hecho noches atrás cuando me reencontré con mi madre…
En un suspiro deje que las palabras fluyeran en mi mente.
La función a penas comienza…
Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/01/2011
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Cuan distintos eran Claudia y Louis entre si. Ella en su lugar estaría contoneándose entre las butacas, aprovechando cada segundo para escudriñar cada rostro, cada gesto; para olfatear a cada humano ahí presente, quizás adentrarse en sus mentes y sonreír de manera sardónica ante el descubrimiento de los insulsos pensamientos que los humanos suelen tener. Louis por su parte se había conducido por entre las filas como la torpeza digna de un mortal, dudando en cada paso, preguntándose que hacia ahí y por que justo esa noche. Hubiera dado todo por ver esa sonrisa dibujaba en ese rostro de porcelana justo en ese instante, por verla a su lado, sentada, acomodada en el asiento como si de una fina muñeca se tratase. Pero estaba solo. Sin su Claudia, sin su aroma, sin su rostro de niña. Solo entre esa muchedumbre que se removía excitada por la obra que estaba a punto de comenzar.
Antes de que las luces se apagaran por completo, giro su rostro a ambos lados, visualizo entonces a la dama que se encontraba a su lado, sus miradas se cruzaron, pero se encontraba tan nervioso que solo le dirigió una sonrisa forzada y sus ojos volvieron a centrarse en el escenario. Los ojos de los espectadores brillaron cuando la oscuridad se hizo lugar en el recinto y Louis de acomodo en el asiento, expectante por lo que estaba a punto de ver. Fue entonces que aparecieron los actores, todos llevaban vestimenta similar a la que se usaba en esa época, pero con detalles exagerados y un tanto excéntricos. Los personajes en la escena no eran más que simples representaciones cómicas de la vida cotidiana: un sacerdote, una mujer semidesnuda, un hombre con enorme sombrero sobre la cabeza. Louis no entendía de que iba la historia, solo podía escuchar los murmullos entre el publico excitado ante lo que sus ojos veían. No entendía el por que de su emoción ante una de la que quizás era la peor obra de teatro que había visto en su vida. En la mente de Louis había algo todavía más importante, una sola pregunta que daba vueltas en su cabeza, misma que lo había orillado a llegar hasta ese lugar con tan peculiar nombre, una nada más: ¿Realmente habría vampiros en aquel sitio? No es que fuese incrédulo de la existencia de las seres de su raza, se debía mas bien a la falta de suerte que le había acompañado a el y a Claudia en su búsqueda de semejantes. Parecía como si el resto de vampiros los hubiese excluido de sus grupos, como si fuesen solo un par de seres desterrados de su origen. Claudia se habría levantado en ese instante para empezar la búsqueda de mas seres inmortales, habría preguntado uno a uno sobre ellos en aquel lugar, los habría olfateado a todos, se habría metido en la mente de la mayoría hasta llegar a una pista. Pero no Louis, el no lo haría. Aun cuando estuviera deseoso de encontrar el conocimiento, había también algo que lograba atemorizarlo y eso era el no saber la reacción de sus semejantes para con el.
Y de pronto un sentimiento lo embargo en el interior, uno extraño, uno que lograba ponerlo mas nervioso todavía. Sintió la presencia de alguien que estaba seguro que conocía, alguien que había sido parte de su vida en un pasado para nada lejano, la única persona por la que había rogado jamás encontrarse. – Lestat. – El nombre se escapo de sus labios a la vez que se ponía de pie en medio del público. Su rostro giro a todos lados, en busca de aquella melena rubia y de esos ojos penetrantes a los que alguna vez había temido. Se sintió observado por su creador, aun cuando a sus ojos no fuese visible, tal cosa lograba llenarlo de frustración. El publico empezó a tirar comentarios sobre el, pidiéndole que se sentara o se largara si es que no estaba dispuesto a disfrutar de la función que el les impedía visualizar. Se sentó de lleno, pero no se estuvo en paz, su rostro giraba y giraba en todas direcciones, analizando cada cara, cada gesto, enfocando su mente en la búsqueda de aquella criatura por la que alguna vez había sido alimentado. La búsqueda parecía ser en vano y no lo tolero más. Se puso de pie de un brinco, tomo su sombrero entre las manos, olvidando se colocarlo sobre su cabeza y salio disparado de entre la gente. Necesitaba salir de ahí, alejarse de aquella presencia que no era en absoluto grata, necesitaba encontrarse con Claudia para avisarle que Lestat estaba en Paris e iniciar nuevamente su partida lejos de su presencia.
Apresuro sus pasos sin mirar al frente, ni por donde caminaba, hasta que algo le impidió avanzar. Un hombre lo llamaba desde el escenario, unas luces lo cegaban y decenas de ojos se posaban sobre el. – Caballero, ¿quiere usted hacernos el honor de pasar al escenario? – La mano del hombre se alargo, invitándolo a subir las escalerillas, pero Louis ignoro la invitación, dándose la vuelta, dispuesto a salir de aquel lugar al que jamás debía haber entrado.
Antes de que las luces se apagaran por completo, giro su rostro a ambos lados, visualizo entonces a la dama que se encontraba a su lado, sus miradas se cruzaron, pero se encontraba tan nervioso que solo le dirigió una sonrisa forzada y sus ojos volvieron a centrarse en el escenario. Los ojos de los espectadores brillaron cuando la oscuridad se hizo lugar en el recinto y Louis de acomodo en el asiento, expectante por lo que estaba a punto de ver. Fue entonces que aparecieron los actores, todos llevaban vestimenta similar a la que se usaba en esa época, pero con detalles exagerados y un tanto excéntricos. Los personajes en la escena no eran más que simples representaciones cómicas de la vida cotidiana: un sacerdote, una mujer semidesnuda, un hombre con enorme sombrero sobre la cabeza. Louis no entendía de que iba la historia, solo podía escuchar los murmullos entre el publico excitado ante lo que sus ojos veían. No entendía el por que de su emoción ante una de la que quizás era la peor obra de teatro que había visto en su vida. En la mente de Louis había algo todavía más importante, una sola pregunta que daba vueltas en su cabeza, misma que lo había orillado a llegar hasta ese lugar con tan peculiar nombre, una nada más: ¿Realmente habría vampiros en aquel sitio? No es que fuese incrédulo de la existencia de las seres de su raza, se debía mas bien a la falta de suerte que le había acompañado a el y a Claudia en su búsqueda de semejantes. Parecía como si el resto de vampiros los hubiese excluido de sus grupos, como si fuesen solo un par de seres desterrados de su origen. Claudia se habría levantado en ese instante para empezar la búsqueda de mas seres inmortales, habría preguntado uno a uno sobre ellos en aquel lugar, los habría olfateado a todos, se habría metido en la mente de la mayoría hasta llegar a una pista. Pero no Louis, el no lo haría. Aun cuando estuviera deseoso de encontrar el conocimiento, había también algo que lograba atemorizarlo y eso era el no saber la reacción de sus semejantes para con el.
Y de pronto un sentimiento lo embargo en el interior, uno extraño, uno que lograba ponerlo mas nervioso todavía. Sintió la presencia de alguien que estaba seguro que conocía, alguien que había sido parte de su vida en un pasado para nada lejano, la única persona por la que había rogado jamás encontrarse. – Lestat. – El nombre se escapo de sus labios a la vez que se ponía de pie en medio del público. Su rostro giro a todos lados, en busca de aquella melena rubia y de esos ojos penetrantes a los que alguna vez había temido. Se sintió observado por su creador, aun cuando a sus ojos no fuese visible, tal cosa lograba llenarlo de frustración. El publico empezó a tirar comentarios sobre el, pidiéndole que se sentara o se largara si es que no estaba dispuesto a disfrutar de la función que el les impedía visualizar. Se sentó de lleno, pero no se estuvo en paz, su rostro giraba y giraba en todas direcciones, analizando cada cara, cada gesto, enfocando su mente en la búsqueda de aquella criatura por la que alguna vez había sido alimentado. La búsqueda parecía ser en vano y no lo tolero más. Se puso de pie de un brinco, tomo su sombrero entre las manos, olvidando se colocarlo sobre su cabeza y salio disparado de entre la gente. Necesitaba salir de ahí, alejarse de aquella presencia que no era en absoluto grata, necesitaba encontrarse con Claudia para avisarle que Lestat estaba en Paris e iniciar nuevamente su partida lejos de su presencia.
Apresuro sus pasos sin mirar al frente, ni por donde caminaba, hasta que algo le impidió avanzar. Un hombre lo llamaba desde el escenario, unas luces lo cegaban y decenas de ojos se posaban sobre el. – Caballero, ¿quiere usted hacernos el honor de pasar al escenario? – La mano del hombre se alargo, invitándolo a subir las escalerillas, pero Louis ignoro la invitación, dándose la vuelta, dispuesto a salir de aquel lugar al que jamás debía haber entrado.
Greco Romagnoli- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 12/04/2011
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Un hombre se había puesto de pie entre la multitud, interrumpiendo el espectáculo y siendo agredido verbalmente por algunos de los espectadores a los cuales impedía disfrutar de la obra. Sin embargo, no fue eso lo que llamo la atención de Gabrielle, sino el nombre pronunciado por aquel vampiro. ¿Por qué conocía a Lestat? ¿Acaso su hijo se encontraba en el teatro? ¿Cómo ella no había podido percatarse de su presencia y él si? Una y otra pregunta cruzaban por su mente, mientras fijaba su atención, ahora, en el joven que había pronunciado ese nombre tan familiar.
Lo vio tomar asiento nuevamente, pero parecía perturbado. Estaba asustado y no dejaba de mirar a su alrededor con temor y frustración. Aquel gesto, le dio a entender a Gabrielle que desconocía la ubicación de Lestat y que únicamente había sentido su presencia ¿Fue algo intencional por parte de su hijo, que el vampiro nervioso entre el publico descubriera que se encontraba entre los presentes? No quiso tolerar ni un minuto más la expectación que le estaba causando el momento. Deseaba e exigía saber que estaba sucediendo. Cuando contemplo como volvía a ponerse de pie, esta vez decidido a marcharse del lugar. Se levanto con naturalidad, camino por el pasillo hacia el vampiro que en ese instante le daba la espalda y rápidamente se dirigía a la salida. Pero las luces se posaron sobre él junto a los ojos de los espectadores, el hombre sobre el escenario intento detenerlo ofreciéndole subir con los actores, invitación la cual, evidentemente, se negó a aceptar. Acción que Gabrielle agradeció. Sabía que él, lo único que deseaba era salir cuanto antes de ahí.
¿Monsieur? –La vampira susurro despacio cuando el caballero busco a otro para subir al escenario y apartaron las luces que se encontraban donde aquel joven. La mirada de los espectadores volvía a posarse sobre los actores y acróbatas. La atención de todos estaba otra vez en la obra.
Su murmullo fue solo para que él pudiera percibir sus palabras. Su voz era inaudible para los humanos asistentes en el teatro. Otro vampiro podría haberla escuchado, pero nadie estaría atento a la conversación que daría comienzo, nadie por supuesto, excepto Lestat que para su frustración aún permanecía oculto. Sin embargo, al igual que el joven ante ella. Había logrado percibir su presencia, que ahora se hallaba presente en todo el local.
Hay algo que deseo preguntarle ¿Me permite? – insistió esperando aceptara su invitación y no se marchara-
Lo vio tomar asiento nuevamente, pero parecía perturbado. Estaba asustado y no dejaba de mirar a su alrededor con temor y frustración. Aquel gesto, le dio a entender a Gabrielle que desconocía la ubicación de Lestat y que únicamente había sentido su presencia ¿Fue algo intencional por parte de su hijo, que el vampiro nervioso entre el publico descubriera que se encontraba entre los presentes? No quiso tolerar ni un minuto más la expectación que le estaba causando el momento. Deseaba e exigía saber que estaba sucediendo. Cuando contemplo como volvía a ponerse de pie, esta vez decidido a marcharse del lugar. Se levanto con naturalidad, camino por el pasillo hacia el vampiro que en ese instante le daba la espalda y rápidamente se dirigía a la salida. Pero las luces se posaron sobre él junto a los ojos de los espectadores, el hombre sobre el escenario intento detenerlo ofreciéndole subir con los actores, invitación la cual, evidentemente, se negó a aceptar. Acción que Gabrielle agradeció. Sabía que él, lo único que deseaba era salir cuanto antes de ahí.
¿Monsieur? –La vampira susurro despacio cuando el caballero busco a otro para subir al escenario y apartaron las luces que se encontraban donde aquel joven. La mirada de los espectadores volvía a posarse sobre los actores y acróbatas. La atención de todos estaba otra vez en la obra.
Su murmullo fue solo para que él pudiera percibir sus palabras. Su voz era inaudible para los humanos asistentes en el teatro. Otro vampiro podría haberla escuchado, pero nadie estaría atento a la conversación que daría comienzo, nadie por supuesto, excepto Lestat que para su frustración aún permanecía oculto. Sin embargo, al igual que el joven ante ella. Había logrado percibir su presencia, que ahora se hallaba presente en todo el local.
Hay algo que deseo preguntarle ¿Me permite? – insistió esperando aceptara su invitación y no se marchara-
Gabrielle de Lioncourt*- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
OFF: espero no arruinarles la fiesta, je, me gustaría unirme a esta interesante trama, si no les molesta, n-n.
Esa noche llevaba puesto uno de mis vestidos favoritos, aquel de color azul rey, tan brillante y hermoso, con un escote recto, que hacía ver mis delicados y diminutos hombros desnudos. Para no llamar mucho la atención, pues aunque no quisiera tenía que seguir las indicaciones que "él" me daba, con tal de que no descubrieran ni Lestat, ni otros vampiros, que nos encontrabamos en las nocturnas y famosas calles de París. También llevaba enciima de ese vestido, mi negra capucha, ocultando tanto de la luz artificial de los faros de las calles, así como de la mortesina luz de luna, mi delicado y fino rostro de marfil; con tan solo verme cualquiera notaría la enorme diferencia que tenía mi rostro al de una niña humana de 5 años. Para lucir mas hermosa, como siempre, llevaba mis dorados rizos sueltos, los cuales había peinado con mucho esmero al inicio de la noche, mientras me alistaba para volver a verlo otra vez, poniendome ese largo vestido azul que a él le gustaba mucho.
Para mi no era problema el pasar desapercibida entre los humanos, o al menos hacía mi mejor esfuerzo, haciendome pasar por la hija enferma del Conde con un apellido no muy conocido. Louis solía cambiar su nombre y apellidos cada vez que viajabamos a una ciudad distinta, pues eso le facilitaba mas el ocultar su identidad de "los otros", como Lestat les decía.
Durante el transcurso de mi búsqueda por Louis, me vinieron muchos recuerdos que había formado tanto a su lado, como al de Lestat.
Recordaba las platicas de medianoche que ambos realizaban en la sala de la enorme mansión en la que vivíamos en aquél tiempo, abandonada, por cierto, pues eso le facilitaba las cosas a Lestat, además de que sentía como el rey de los vampiros, o eso era lo que yo había notado todo el tiempo que veía como nos trataba a Louis y a mi, siendo que no estabamos muy de acuerdo con sus decisiones.
Aquellas platicas, que duraban horas, se trataban de los tipicos sermones entre maestro y discipulo, y después siempre venía una larga historia de la vida y aventuras del magnifico Lestat. Sin mucho que hacer, y aburriendome de los horarios que nuestro "amo" había puesto para la hora de la cena, trataba de olvidarme del hambre y sed que me consumían cada noche, escuchandolos, sin que ellos notaran mi presencia al principio, ocultandome entre las sombras de los pasillos que conducína hacia la sala. Ahí solía sentarme, abrazando mis piernas, y escuchando todo lo que Lestat le reprochaba a mi amado y pobre Louis, el cual no hacía mucho para defenderse de las palabrotas que el demonio de Lestat mismo le lanzaba en cara.
Una noche, de entre aquellos aburridos discursos, alcancé a oir, sin prestar mucha atencion, pues había empezado a bostezar del aburrimiento, que Lestat le mencionaba a Louis cosas "extraordinarias" sobre otros vampiros. Le contaba que ellos vivían y se divertían en el escenario de un majestuoso y brillante teatro, que cada número que realizaban parecía la octava maravilla del mundo, y los humanos nunca estaban excentos de participar en esos apasionados musicales, llenos de drama y delicioso terror, ¡Así lo describía Lestat!
Pero a Louis parecía no llamarle la atención todo lo que salía por la boca de Lestat, puesto que como siempre estaba sumido en sus pensamientos, y eterno y desdichado amor hacia la raza humana.
Siempre había notado en él la inmensa tristeza de mortal que llevaba impregnada en su corazón, y que se reflejaba en su rostro, cual si fuera una horrible penitencia el dolor que lo llenaba cada vez que mataba a un mortal.
Volviendo con aquella "maravillosa" anecdota sobre The theatre des vampires y su apasionante elenco, hubo un momento en el que de repente sentí que de verdad se volvia un poco interesante esa platica. Pero tan concentrada estaba yo, que no reparé en aquella espectral figura, ahora cruzada de brazos, que yacía mirandome con cierto enojo en su rostro. Se trataba de Lestat regañando a la pequeña "mocosa" sobre escuchar conversaciones ajenas. A mi también me había echado un pequeño sermón, diciendome claramente que lo que acababa de hacer era una enorme falta de respeto para la sociedad, ¡Pero cual sociedad, si ya no eramos seres mortales! ¿O acaso los vampiros no tenían permitido faltar el respeto?, ¡Por favor, si solo estaba aburrida, y todo por su culpa, pues me estaba consumiendo el hambre y él no nos dejaba ni a mi ni a Louis ir a cazar!
¡Terminé haciendo pucheros, y después le hice caso y me marché hacia la habitación donde se encontraba mi pequeño e incomodo ataúd!, cruzandome de brazos y fingiendo que estaba llorando, para ver si convencía a Louis de que le dijera a Lestat que no me regañara de esa manera, ¡Pero él, mi amado Louis, no hizo ni una sola mueca de fastidio, enojo, o tristeza! ¡Se veía tan estupidamente neutro como siempre!, ¿Por que no me defendió?
Hubo pasado cierto tiempo para que regresara a la realidad, y todo gracias a las voces de un par de jovencitas, que al parecer tenían prisa por asistir al baile de medianoche de la alta sociedad que ese día darían. No les tomé mucha importancia, pero cuando sentí sus molestos susurros, pues habían observado mi presencia, y comenzaban a cuchichear cuales chismosas comadres. No me apetecía alimento en esos instantes, pero como me habían mofado, no les quise dar la oportunidad de que se marcharan, no sin antes hacerme la victima y pedirles su ayuda.
Al final accedieron, riendose un poco, como las horribles llenas que eran, y así pude degustar un aperitivo demasiado delicioso. Me las comí a las dos al mismo tiempo, jugando traviesamente con sus cuerpos, haciendo que cayeran ante mis mortales y peligrosas miradas de inocencia, como si de una indefensa pequeña se tratase mi papel.
Ya habiendome deshecho de la molestia, mientras iba saboreando y limpiando con mi lengua los residuos de sangre que quedaron en la comisura de mis labios, centré mi atención en la extraña y dulce melodía infernal que empezaba a escuchar.
--[¿De donde vendrá esa melodia?]--la seguí entonces, después de acomodarme nuevamente la capucha, para cubrir bien mi rostro, y me encontré con un enorme edificio que parecía ser una iglesia. De pronto se me ocurrió pensar que se trataba de un teatro, y entonces recordé el discurso de Lestat--[¿El Theatre des...vampires?]--no supe por que pero algo me decía que así era, que había acertado en mis pensamientos y mi extraña corazonada, la cual se transformó en un pequeño temor que comenzaba a invadir mi interior.
Quise dar un paso mas, para tocar y ver quien me respondía desde el interior de tan enorme construcción, pero no lo hice, pues el temor se agrandaba con cada paso que daba.
--[¿Que es esta sensación?, ¿Por que parece que tengo miedo?]--sin pensarlo, por puro instinto me abracé a mi misma con fuerza, después de todo aún seguía siendo una niña en el fondo de mi ser.
No pude saber que era este horrible sentimiento que me quería hacer llorar, hasta que descubrí, mientras veía con mucha atención y horror, como se abrían las dos enormes puertas frente a mi, y me daban a conocer al ser que aparecía mirandome con mucho asombro y tristeza. ¡Era él!, aquella hermosa persona, la dueña de mi corazón, mi vida y mi alma, quien ahora mi miraba con ganas de llorar también.
Ya no resistí mas y dejé salir las lágrimas que me estaban carcomiendo por dentro, cubriendo mi rostro con mis enguantadas manos.
Esa noche llevaba puesto uno de mis vestidos favoritos, aquel de color azul rey, tan brillante y hermoso, con un escote recto, que hacía ver mis delicados y diminutos hombros desnudos. Para no llamar mucho la atención, pues aunque no quisiera tenía que seguir las indicaciones que "él" me daba, con tal de que no descubrieran ni Lestat, ni otros vampiros, que nos encontrabamos en las nocturnas y famosas calles de París. También llevaba enciima de ese vestido, mi negra capucha, ocultando tanto de la luz artificial de los faros de las calles, así como de la mortesina luz de luna, mi delicado y fino rostro de marfil; con tan solo verme cualquiera notaría la enorme diferencia que tenía mi rostro al de una niña humana de 5 años. Para lucir mas hermosa, como siempre, llevaba mis dorados rizos sueltos, los cuales había peinado con mucho esmero al inicio de la noche, mientras me alistaba para volver a verlo otra vez, poniendome ese largo vestido azul que a él le gustaba mucho.
Para mi no era problema el pasar desapercibida entre los humanos, o al menos hacía mi mejor esfuerzo, haciendome pasar por la hija enferma del Conde con un apellido no muy conocido. Louis solía cambiar su nombre y apellidos cada vez que viajabamos a una ciudad distinta, pues eso le facilitaba mas el ocultar su identidad de "los otros", como Lestat les decía.
Durante el transcurso de mi búsqueda por Louis, me vinieron muchos recuerdos que había formado tanto a su lado, como al de Lestat.
Recordaba las platicas de medianoche que ambos realizaban en la sala de la enorme mansión en la que vivíamos en aquél tiempo, abandonada, por cierto, pues eso le facilitaba las cosas a Lestat, además de que sentía como el rey de los vampiros, o eso era lo que yo había notado todo el tiempo que veía como nos trataba a Louis y a mi, siendo que no estabamos muy de acuerdo con sus decisiones.
Aquellas platicas, que duraban horas, se trataban de los tipicos sermones entre maestro y discipulo, y después siempre venía una larga historia de la vida y aventuras del magnifico Lestat. Sin mucho que hacer, y aburriendome de los horarios que nuestro "amo" había puesto para la hora de la cena, trataba de olvidarme del hambre y sed que me consumían cada noche, escuchandolos, sin que ellos notaran mi presencia al principio, ocultandome entre las sombras de los pasillos que conducína hacia la sala. Ahí solía sentarme, abrazando mis piernas, y escuchando todo lo que Lestat le reprochaba a mi amado y pobre Louis, el cual no hacía mucho para defenderse de las palabrotas que el demonio de Lestat mismo le lanzaba en cara.
Una noche, de entre aquellos aburridos discursos, alcancé a oir, sin prestar mucha atencion, pues había empezado a bostezar del aburrimiento, que Lestat le mencionaba a Louis cosas "extraordinarias" sobre otros vampiros. Le contaba que ellos vivían y se divertían en el escenario de un majestuoso y brillante teatro, que cada número que realizaban parecía la octava maravilla del mundo, y los humanos nunca estaban excentos de participar en esos apasionados musicales, llenos de drama y delicioso terror, ¡Así lo describía Lestat!
Pero a Louis parecía no llamarle la atención todo lo que salía por la boca de Lestat, puesto que como siempre estaba sumido en sus pensamientos, y eterno y desdichado amor hacia la raza humana.
Siempre había notado en él la inmensa tristeza de mortal que llevaba impregnada en su corazón, y que se reflejaba en su rostro, cual si fuera una horrible penitencia el dolor que lo llenaba cada vez que mataba a un mortal.
Volviendo con aquella "maravillosa" anecdota sobre The theatre des vampires y su apasionante elenco, hubo un momento en el que de repente sentí que de verdad se volvia un poco interesante esa platica. Pero tan concentrada estaba yo, que no reparé en aquella espectral figura, ahora cruzada de brazos, que yacía mirandome con cierto enojo en su rostro. Se trataba de Lestat regañando a la pequeña "mocosa" sobre escuchar conversaciones ajenas. A mi también me había echado un pequeño sermón, diciendome claramente que lo que acababa de hacer era una enorme falta de respeto para la sociedad, ¡Pero cual sociedad, si ya no eramos seres mortales! ¿O acaso los vampiros no tenían permitido faltar el respeto?, ¡Por favor, si solo estaba aburrida, y todo por su culpa, pues me estaba consumiendo el hambre y él no nos dejaba ni a mi ni a Louis ir a cazar!
¡Terminé haciendo pucheros, y después le hice caso y me marché hacia la habitación donde se encontraba mi pequeño e incomodo ataúd!, cruzandome de brazos y fingiendo que estaba llorando, para ver si convencía a Louis de que le dijera a Lestat que no me regañara de esa manera, ¡Pero él, mi amado Louis, no hizo ni una sola mueca de fastidio, enojo, o tristeza! ¡Se veía tan estupidamente neutro como siempre!, ¿Por que no me defendió?
Hubo pasado cierto tiempo para que regresara a la realidad, y todo gracias a las voces de un par de jovencitas, que al parecer tenían prisa por asistir al baile de medianoche de la alta sociedad que ese día darían. No les tomé mucha importancia, pero cuando sentí sus molestos susurros, pues habían observado mi presencia, y comenzaban a cuchichear cuales chismosas comadres. No me apetecía alimento en esos instantes, pero como me habían mofado, no les quise dar la oportunidad de que se marcharan, no sin antes hacerme la victima y pedirles su ayuda.
Al final accedieron, riendose un poco, como las horribles llenas que eran, y así pude degustar un aperitivo demasiado delicioso. Me las comí a las dos al mismo tiempo, jugando traviesamente con sus cuerpos, haciendo que cayeran ante mis mortales y peligrosas miradas de inocencia, como si de una indefensa pequeña se tratase mi papel.
Ya habiendome deshecho de la molestia, mientras iba saboreando y limpiando con mi lengua los residuos de sangre que quedaron en la comisura de mis labios, centré mi atención en la extraña y dulce melodía infernal que empezaba a escuchar.
--[¿De donde vendrá esa melodia?]--la seguí entonces, después de acomodarme nuevamente la capucha, para cubrir bien mi rostro, y me encontré con un enorme edificio que parecía ser una iglesia. De pronto se me ocurrió pensar que se trataba de un teatro, y entonces recordé el discurso de Lestat--[¿El Theatre des...vampires?]--no supe por que pero algo me decía que así era, que había acertado en mis pensamientos y mi extraña corazonada, la cual se transformó en un pequeño temor que comenzaba a invadir mi interior.
Quise dar un paso mas, para tocar y ver quien me respondía desde el interior de tan enorme construcción, pero no lo hice, pues el temor se agrandaba con cada paso que daba.
--[¿Que es esta sensación?, ¿Por que parece que tengo miedo?]--sin pensarlo, por puro instinto me abracé a mi misma con fuerza, después de todo aún seguía siendo una niña en el fondo de mi ser.
No pude saber que era este horrible sentimiento que me quería hacer llorar, hasta que descubrí, mientras veía con mucha atención y horror, como se abrían las dos enormes puertas frente a mi, y me daban a conocer al ser que aparecía mirandome con mucho asombro y tristeza. ¡Era él!, aquella hermosa persona, la dueña de mi corazón, mi vida y mi alma, quien ahora mi miraba con ganas de llorar también.
Ya no resistí mas y dejé salir las lágrimas que me estaban carcomiendo por dentro, cubriendo mi rostro con mis enguantadas manos.
Claudia de Pointe du Lac- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/06/2011
Localización : Siempre cerca de mi amado Louis. A donde yo quiera ir, él me acompañará
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Louis cambio inesperadamente la expresión en su rostro. Estaba nervioso, frustrado. Podía jurarlo porque lo conocía a la perfección. Sin embargo, yo no estaba preparado para escuchar mi nombre de sus labios. Me sobresalto y oculte nuevamente en las sombras creyendo que me había visto entre la multitud, pero estaba equivocado. Él solo se había percatado de mi presencia. Baje la guardia mientras lo contemplaba, siempre he cometido errores con aquel vampiro, pero esta vez había sido un estupido. Le permití sentirme y descubrir que me encontraba en el local, una irremediable equivocación. Cuando reprochaba mi conducta y Louis volvía a tomar asiento, por supuesto que, girando su rostro de un lado a otro, observando a su alrededor, en un inútil intento de encontrar mi localización exacta, advertí que no había sido yo, el único que reparo en él, varios rostros pálidos se voltearon a verle cuando pronuncio mi nombre, incluyendo Gabrielle. Como siempre mí amado Louis parecía totalmente ajeno a aquel detalle. Su concentración solo tenía un fin y ese era; saber con certeza que estaba muy cerca, o más detallamente, asegurarse que me hallaba en Paris.
Ahora ese inepto vampiro volvía a ponerse de pie. ¿En que diablos estaba pensando? El local estaba repleto de vampiros interpretando absurdas obras y él, estaba llamando la atención de cada uno de ellos. Al verlo caminar por el pasillo en dirección a las puertas principales del teatro, comencé a entender su comportamiento. Quería huir de mi otra vez. Tantos años sin vernos y aun me seguía despreciando. Louis, era un vampiro rencoroso, más de lo que imaginaba. Pero aún no le permitiría marcharse. El espectáculo a penas daba comienzo. Debía detenerlo y eso era exactamente lo que haría, sin embargo, tal como sospeche, Louis, había llamado ya la atención de las criaturas sobre el escenario.
Gabrielle, impaciente camino detrás de él, adelantándose a mis propósitos. Que maravilloso era ver a esos seres a quienes tanto amo, juntos. Ella se había dirigido a Louis con una voz suave y melodiosa. Tenia el ceño fruncido, tal vez estaba molesta. Pero el gesto en su rostro formaba una adorable y sutil arruga en su frente. Ahora que lo pienso en nuestro encuentro, no le había relatado nada acerca de Louis y Claudia.
Por unos momentos me quede totalmente inmóvil, luego mire el lugar donde minutos antes se encontraba Louis. Claudia, aquella pequeña vampira malcriada que creamos no estaba aquí. Algo había estado molestándome desde el instante en que vi a Louis. ¿Dónde estaba Claudia? Ella siempre se encontraba junto a él, muchas veces durmieron en el mismo ataúd. ¿Por qué esta noche no se hallaba en el teatro con Louis? Mire a mí alrededor, pensando por un momento en que aparecía de pie a mis espaldas y con su dulce voz pronunciaría mi nombre.
Hasta ahora, lo cierto era, que si Louis se encontraba en París, Claudia también. Un extraño presentimiento, un escalofrío que estremeció mi cuerpo me decía que esta noche, seria muy excitante. Mis criaturas vampíricas; Gabrielle, quien se marcho de mi lado deseando recorrer y contemplar el mundo con sus nuevos poderes. Nicolás, con quien aun no he tenido el valor de enfrentarme nuevamente, porque por mucho tiempo lo creí muerto y actualmente su odio por mi es desmedido. Y Louis junto a Claudia, quienes me abandonaron. Todos ellos se encontraban aquí, en esta ciudad, en este país y a pesar de las circunstancias, aquello me hacia irremediablemente feliz.
Ahora ese inepto vampiro volvía a ponerse de pie. ¿En que diablos estaba pensando? El local estaba repleto de vampiros interpretando absurdas obras y él, estaba llamando la atención de cada uno de ellos. Al verlo caminar por el pasillo en dirección a las puertas principales del teatro, comencé a entender su comportamiento. Quería huir de mi otra vez. Tantos años sin vernos y aun me seguía despreciando. Louis, era un vampiro rencoroso, más de lo que imaginaba. Pero aún no le permitiría marcharse. El espectáculo a penas daba comienzo. Debía detenerlo y eso era exactamente lo que haría, sin embargo, tal como sospeche, Louis, había llamado ya la atención de las criaturas sobre el escenario.
Gabrielle, impaciente camino detrás de él, adelantándose a mis propósitos. Que maravilloso era ver a esos seres a quienes tanto amo, juntos. Ella se había dirigido a Louis con una voz suave y melodiosa. Tenia el ceño fruncido, tal vez estaba molesta. Pero el gesto en su rostro formaba una adorable y sutil arruga en su frente. Ahora que lo pienso en nuestro encuentro, no le había relatado nada acerca de Louis y Claudia.
Por unos momentos me quede totalmente inmóvil, luego mire el lugar donde minutos antes se encontraba Louis. Claudia, aquella pequeña vampira malcriada que creamos no estaba aquí. Algo había estado molestándome desde el instante en que vi a Louis. ¿Dónde estaba Claudia? Ella siempre se encontraba junto a él, muchas veces durmieron en el mismo ataúd. ¿Por qué esta noche no se hallaba en el teatro con Louis? Mire a mí alrededor, pensando por un momento en que aparecía de pie a mis espaldas y con su dulce voz pronunciaría mi nombre.
Hasta ahora, lo cierto era, que si Louis se encontraba en París, Claudia también. Un extraño presentimiento, un escalofrío que estremeció mi cuerpo me decía que esta noche, seria muy excitante. Mis criaturas vampíricas; Gabrielle, quien se marcho de mi lado deseando recorrer y contemplar el mundo con sus nuevos poderes. Nicolás, con quien aun no he tenido el valor de enfrentarme nuevamente, porque por mucho tiempo lo creí muerto y actualmente su odio por mi es desmedido. Y Louis junto a Claudia, quienes me abandonaron. Todos ellos se encontraban aquí, en esta ciudad, en este país y a pesar de las circunstancias, aquello me hacia irremediablemente feliz.
Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/01/2011
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Sin duda era una noche desafortunada. Ahora era cuando Louis se daba cuenta del grave error que había cometido al entrar en aquel lugar, mismo lugar que ahora creía reconocer, pues el mismo Lestat le había hablado de ese sitio años atrás, haciendo alarde de la diversión de la cual los vampiros e incluso humanos solían tener en tal recinto. Pero a Louis no le interesaba nada de eso, siempre le había parecido siniestro el jugar con los humanos como si de juguetes se tratase y para su pesar Lestat era un gran asiduo de esa práctica. Lestat era ese vampiro del cual en el fondo seguía lamentándose de haber conocido, cualquier otro vampiro le echaría en cara tal pensamiento alegándole que era un desagradecido, que debía estar orgulloso y siempre en deuda con Lestat por haberle dado esa vida inmortal que ahora poseía, pero vida había sido lo que menos deseaba en el momento en que Lestat le habría encontrado y convertido. Había sido su error el aceptar esa proposición que el vampiro le había hecho, había sido un arrebato inconciente de su parte el decir “si” a esa pregunta. Pero lo había hecho y ahora sufría las consecuencias, realmente las estaba sufriendo.
Aun a la fecha también existía su cuestionamiento hacia algo que simplemente no lograba entender: ¿por que el?. Muchas veces lo había asaltado la duda y la necesidad de saber por que Lestat lo había elegido a el como acompañante y se lo había preguntado en varias ocasiones y Lestat había respondido, pero ninguna de las respuestas que Lestat daba podían ser aceptables para Louis, a veces tenia la impresión de que hablaban idiomas totalmente distintos y que quizás por eso jamás lograrían entenderse. Y Louis sabia que Lestat era un vampiro fuerte, precisamente por eso es que no le sorprendía el no poder localizarlo en aquel teatro del que ahora pretendía huir como diera lugar. Ignoro por completo la obra que se llevaba a cabo, al hombre invitándolo a subir al escenario, ignoro también la luz del reflector que le pegaba de lleno en el rostro dejando a la vista sus cristalinos piel y ojos. Nada ahí le importaba, no si Lestat estaba presente. Apresuro sus pasos con la mente concentrada en una sola cosa: al llegar a casa le avisaría a Claudia que debía hacer sus maletas cuanto antes por que saldrían de Paris cuanto antes. Casi podía imaginar el pequeño rostro de Claudia reprochándole el que tuvieran que irse cuando recién habían llegado, cuando tenía tantas ganas de conocer e integrarse un poco a esa bella ciudad que por primera vez habitaban. Pero nada lo haría cambiar de opinión, ni siquiera los pucheros y suplicas de Claudia, ni siquiera ella, a la que tanto amaba.
Pero antes de poder abandonar aquel edificio una mano lo detuvo tomándolo del brazo y una mujer rubia apareció ante sus ojos, una de la cual supo su verdadera naturaleza con solo verla a la cara. Era una mujer hermosa, pálida en exceso, tanto como el y como Claudia, sus ojos eran igualmente cristalinos y algunas pequeñas venitas salian a relucir en ese rostro que parecía haber sido esculpido por algún artista. La observo por algunos instantes, no sabiendo que responder a su cuestionamiento. Era una de ellos, probablemente conocía a Lestat o peor aun: quizás estaba de su lado y ayudándolo a tenderle alguna trampa. Así de paranoico era Louis, o mejor dicho, así de paranoico lo ponía la idea de encontrarse nuevamente con Lestat. Ni siquiera sabía si realmente aquella rubia mujer que lo detenía conocía a Lestat o no, pudo haberlo averiguado de querer hacerlo, solo bastaba un poco de concentración y podría adentrarse a su mente si es que esta se lo permitía, pero no lo hizo, no quería detenerse, saldría de ahí cuanto antes, antes de que fuese demasiado tarde. Pareció ignorar la pregunta que la rubia le había hecho, en lugar de responder amablemente al cuestionamiento se dio la vuelta, soltándose sutilmente de la mano de ella, abriendo de par en par las puertas de aquel local. Los ojos de Louis se abrieron notablemente al ver quien se encontraba tras aquellas puertas. Claudia lo miraba sorprendida desde el exterior y finalmente llevo sus manos a su rostro, sollozando por alguna razón que Louis sabía. La conocía demasiado bien como para saber que aquellas lagrimas se debían al mismo sentimiento que el estaba teniendo, por aquella presencia de Lestat en aquel sitio, por la amenaza que representaba el encontrarse con el cara a cara. La ultima vez que se habían visto, Claudia le había hecho algo muy grave a Lestat, mismo hecho que Louis dudaba que el hubiera olvidado. Claudia y sus hechos habían sido la causa por la cual Louis había dejado Nueva Orleans, por la cual había tomado la gran decisión de alejarse de Lestat luego de tantos años juntos.
Avanzo hacia Claudia y la abrazo por mera inercia, agradeciendo internamente el que estuviera bien. No es que Louis pensara que Claudia no podía cuidarse sola o que era débil, de hecho la misma Claudia parecía ser mas fuerte que el en muchas ocasiones, pero aun así sentía la necesidad de protegerla, de mantenerla a salvo. Y ahí con Claudia abrazada a el y el a ella no supo que hacer, momentos antes había tenido la intención de salir corriendo, pero ahora que tenia a Claudia con el ya eso no era necesario. La tenia a su lado y nada ni nadie le haría daño, ni siquiera el, Lestat. El valor parecía volver a su cuerpo de pronto, con Claudia a su lado seria capaz de enfrentar el reencuentro con el. Al girar su rostro un poco se dio cuenta de que la rubia mujer aun se encontraba ahí junto a el, de pie, mirándolos y esta vez decidió portarse más amablemente con ella y con ello descubrir que era lo que había estado a punto de preguntarle minutos antes. – Puede preguntarlo ahora. – Le indico mientras aferraba uno de sus brazos alrededor del pequeño cuerpo de Claudia.
Aun a la fecha también existía su cuestionamiento hacia algo que simplemente no lograba entender: ¿por que el?. Muchas veces lo había asaltado la duda y la necesidad de saber por que Lestat lo había elegido a el como acompañante y se lo había preguntado en varias ocasiones y Lestat había respondido, pero ninguna de las respuestas que Lestat daba podían ser aceptables para Louis, a veces tenia la impresión de que hablaban idiomas totalmente distintos y que quizás por eso jamás lograrían entenderse. Y Louis sabia que Lestat era un vampiro fuerte, precisamente por eso es que no le sorprendía el no poder localizarlo en aquel teatro del que ahora pretendía huir como diera lugar. Ignoro por completo la obra que se llevaba a cabo, al hombre invitándolo a subir al escenario, ignoro también la luz del reflector que le pegaba de lleno en el rostro dejando a la vista sus cristalinos piel y ojos. Nada ahí le importaba, no si Lestat estaba presente. Apresuro sus pasos con la mente concentrada en una sola cosa: al llegar a casa le avisaría a Claudia que debía hacer sus maletas cuanto antes por que saldrían de Paris cuanto antes. Casi podía imaginar el pequeño rostro de Claudia reprochándole el que tuvieran que irse cuando recién habían llegado, cuando tenía tantas ganas de conocer e integrarse un poco a esa bella ciudad que por primera vez habitaban. Pero nada lo haría cambiar de opinión, ni siquiera los pucheros y suplicas de Claudia, ni siquiera ella, a la que tanto amaba.
Pero antes de poder abandonar aquel edificio una mano lo detuvo tomándolo del brazo y una mujer rubia apareció ante sus ojos, una de la cual supo su verdadera naturaleza con solo verla a la cara. Era una mujer hermosa, pálida en exceso, tanto como el y como Claudia, sus ojos eran igualmente cristalinos y algunas pequeñas venitas salian a relucir en ese rostro que parecía haber sido esculpido por algún artista. La observo por algunos instantes, no sabiendo que responder a su cuestionamiento. Era una de ellos, probablemente conocía a Lestat o peor aun: quizás estaba de su lado y ayudándolo a tenderle alguna trampa. Así de paranoico era Louis, o mejor dicho, así de paranoico lo ponía la idea de encontrarse nuevamente con Lestat. Ni siquiera sabía si realmente aquella rubia mujer que lo detenía conocía a Lestat o no, pudo haberlo averiguado de querer hacerlo, solo bastaba un poco de concentración y podría adentrarse a su mente si es que esta se lo permitía, pero no lo hizo, no quería detenerse, saldría de ahí cuanto antes, antes de que fuese demasiado tarde. Pareció ignorar la pregunta que la rubia le había hecho, en lugar de responder amablemente al cuestionamiento se dio la vuelta, soltándose sutilmente de la mano de ella, abriendo de par en par las puertas de aquel local. Los ojos de Louis se abrieron notablemente al ver quien se encontraba tras aquellas puertas. Claudia lo miraba sorprendida desde el exterior y finalmente llevo sus manos a su rostro, sollozando por alguna razón que Louis sabía. La conocía demasiado bien como para saber que aquellas lagrimas se debían al mismo sentimiento que el estaba teniendo, por aquella presencia de Lestat en aquel sitio, por la amenaza que representaba el encontrarse con el cara a cara. La ultima vez que se habían visto, Claudia le había hecho algo muy grave a Lestat, mismo hecho que Louis dudaba que el hubiera olvidado. Claudia y sus hechos habían sido la causa por la cual Louis había dejado Nueva Orleans, por la cual había tomado la gran decisión de alejarse de Lestat luego de tantos años juntos.
Avanzo hacia Claudia y la abrazo por mera inercia, agradeciendo internamente el que estuviera bien. No es que Louis pensara que Claudia no podía cuidarse sola o que era débil, de hecho la misma Claudia parecía ser mas fuerte que el en muchas ocasiones, pero aun así sentía la necesidad de protegerla, de mantenerla a salvo. Y ahí con Claudia abrazada a el y el a ella no supo que hacer, momentos antes había tenido la intención de salir corriendo, pero ahora que tenia a Claudia con el ya eso no era necesario. La tenia a su lado y nada ni nadie le haría daño, ni siquiera el, Lestat. El valor parecía volver a su cuerpo de pronto, con Claudia a su lado seria capaz de enfrentar el reencuentro con el. Al girar su rostro un poco se dio cuenta de que la rubia mujer aun se encontraba ahí junto a el, de pie, mirándolos y esta vez decidió portarse más amablemente con ella y con ello descubrir que era lo que había estado a punto de preguntarle minutos antes. – Puede preguntarlo ahora. – Le indico mientras aferraba uno de sus brazos alrededor del pequeño cuerpo de Claudia.
Greco Romagnoli- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 12/04/2011
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
¿Tan asustado y desesperado por salir del teatro estaba aquel vampiro? ¿Qué le había hecho Lestat para que él quisiera escapar de esa manera solo con sentir su presencia? Gabrielle se mostró algo confundida y molesta al ser ignorada su pregunta. Le era bastante difícil dirigirse a otros de su especie, era una mujer culta, con un amplio vocabulario y buenos modales, pero para ella haber tenido la obligación en su vida mortal de asistir a múltiples eventos sociales e interactuar con diferentes personas siempre le causo una gran molestia. Ahora, el simple hecho de estar en aquel local, solo impulsada por su curiosidad tratando de averiguar si las palabras de Lestat eran ciertas cuando le informo que varias criaturas actuaban en el teatro que tiempo atrás le había pertenecido. Seres que fingían ante los humanos ser simples actores y acróbatas solo interpretando sus respectivos papeles. Y, que entre ellos un violinista al cual muchos conocían como “El violinista del diablo” se trataba de Nicolás De Lenfent. La enfurecía de sobremanera.
No dejaba de preguntarse porque Lestat solo le había sugerido venir cuando perfectamente podría haberla invitado, puesto que de todas maneras planeaba presentarse. Tampoco podía sacar de su mente porque aquel vampiro le temía tanto a su hijo, al punto de continuar con su camino a pesar de su no muy común insistencia en tratar de entablar una conversación. Gabrielle resignada lo había dejado continuar, sin volver a alzar su voz nuevamente observando al vampiro abrir las puertas principales para marcharse. Ya Lestat respondería a todas sus dudas en cuanto lo tuviera frente a frente. Contemplo por última vez a ese joven inmortal. La angustia y el temor del vampiro eran tan evidentes que no pudo ignóralos.
Cuando estaba decidida a volver a su asiento, olvidarse del asunto por un momento, esperar que el espectáculo finalizara y así luego, buscar persistentemente a Lestat o esperarlo en el hotel donde se hospedaba, la silueta de una pequeña niña llamo su atención. Una niña la cual su aspecto la sobresalto. Su piel era tan blanca como la suya, un rostro esculpido en mármol, sus ojos expresaban más años de lo que su cuerpo mostraba, sus rizos dorados eran perfectos y su belleza podía cautivar hasta al mas inocente mortal. Una niña inmortal.
El vampiro que antes huía atemorizado del teatro se aferro a esa pequeña vampira, que en aquellos momentos estaba sollozando, como si de un cariñoso y preocupado padre se tratara, sin embargo, en aquella unión el amor mutuo que ambos se expresaban sobrepasaba esos limites. Eso era algo que a Gabrielle no le interesaba, por lo que prefirió no darle mas vueltas al asunto. En su fuero interno estaba horrorizada, ¿Quién, en su sano juicio, podía transformar a un niño en una criatura sedienta de sangre y condenarla por siempre a permanecer a pesar del transcurso de los años, en aquel cuerpo? Su mente permanecía cerrada y su rostro tan inexpresivo como siempre. Observaba la escena preguntándose si aquel vampiro había sido quien transformo a esa pequeña. Simplemente con estar a su lado, el joven había recuperado todo el valor, seguridad y determinación que por unos momentos Gabrielle pensó, que él no poseía.
Se sorprendió al descubrir que ambos también la observaba. Él se dirigió a Gabrielle de manera más cordial invitándole a hacer la pregunta que minutos antes la había llevado a estar ahora de pie frente a aquellas curiosas criaturas. Separo lentamente sus labios, pero ninguna palabra salio de su boca, nada excepto un frágil suspiro. Camino hacia ellos, parecía no tocar las adoquinadas calles bajo sus pies, no le preocupo que algún mortal pudiese verla y creer que era una especie de figura fantasmal. Traspaso las puertas del teatro y continuo caminando adelantándose a las dos figuras abrazadas una a la otra en una hermosa escena que podía confundirse con dos estatuas de mármol en alguna galería. Con los brazos sobre su pecho abrazándose a si misma se volvió hacia ellos y los miro fijamente por unos minutos. Finalmente ya mas segura se atrevió a hacer su pregunta.
¿De donde conocen a Lestat? –Sin preámbulos ni formalidades, su pregunta fue clara y modulo perfectamente cada palabra con acento francés-
No dejaba de preguntarse porque Lestat solo le había sugerido venir cuando perfectamente podría haberla invitado, puesto que de todas maneras planeaba presentarse. Tampoco podía sacar de su mente porque aquel vampiro le temía tanto a su hijo, al punto de continuar con su camino a pesar de su no muy común insistencia en tratar de entablar una conversación. Gabrielle resignada lo había dejado continuar, sin volver a alzar su voz nuevamente observando al vampiro abrir las puertas principales para marcharse. Ya Lestat respondería a todas sus dudas en cuanto lo tuviera frente a frente. Contemplo por última vez a ese joven inmortal. La angustia y el temor del vampiro eran tan evidentes que no pudo ignóralos.
Cuando estaba decidida a volver a su asiento, olvidarse del asunto por un momento, esperar que el espectáculo finalizara y así luego, buscar persistentemente a Lestat o esperarlo en el hotel donde se hospedaba, la silueta de una pequeña niña llamo su atención. Una niña la cual su aspecto la sobresalto. Su piel era tan blanca como la suya, un rostro esculpido en mármol, sus ojos expresaban más años de lo que su cuerpo mostraba, sus rizos dorados eran perfectos y su belleza podía cautivar hasta al mas inocente mortal. Una niña inmortal.
El vampiro que antes huía atemorizado del teatro se aferro a esa pequeña vampira, que en aquellos momentos estaba sollozando, como si de un cariñoso y preocupado padre se tratara, sin embargo, en aquella unión el amor mutuo que ambos se expresaban sobrepasaba esos limites. Eso era algo que a Gabrielle no le interesaba, por lo que prefirió no darle mas vueltas al asunto. En su fuero interno estaba horrorizada, ¿Quién, en su sano juicio, podía transformar a un niño en una criatura sedienta de sangre y condenarla por siempre a permanecer a pesar del transcurso de los años, en aquel cuerpo? Su mente permanecía cerrada y su rostro tan inexpresivo como siempre. Observaba la escena preguntándose si aquel vampiro había sido quien transformo a esa pequeña. Simplemente con estar a su lado, el joven había recuperado todo el valor, seguridad y determinación que por unos momentos Gabrielle pensó, que él no poseía.
Se sorprendió al descubrir que ambos también la observaba. Él se dirigió a Gabrielle de manera más cordial invitándole a hacer la pregunta que minutos antes la había llevado a estar ahora de pie frente a aquellas curiosas criaturas. Separo lentamente sus labios, pero ninguna palabra salio de su boca, nada excepto un frágil suspiro. Camino hacia ellos, parecía no tocar las adoquinadas calles bajo sus pies, no le preocupo que algún mortal pudiese verla y creer que era una especie de figura fantasmal. Traspaso las puertas del teatro y continuo caminando adelantándose a las dos figuras abrazadas una a la otra en una hermosa escena que podía confundirse con dos estatuas de mármol en alguna galería. Con los brazos sobre su pecho abrazándose a si misma se volvió hacia ellos y los miro fijamente por unos minutos. Finalmente ya mas segura se atrevió a hacer su pregunta.
¿De donde conocen a Lestat? –Sin preámbulos ni formalidades, su pregunta fue clara y modulo perfectamente cada palabra con acento francés-
Gabrielle de Lioncourt*- Vampiro Clase Alta
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Después de ver su cara de sorpresa pude volver a sentir una vez mas sus fuertes y protectores brazos rodeandome y reconfortandome. ¡Cuanto lo amaba, cuanto lo anhelaba!, y con ese inesperado abrazo había hecho saltar a mi corazón tanto como desde la primera vez que había visto el rostro de mi nuevo padre...mi eterno amante.
El sentir extrañamente ese inmenso, y reconfortable calor cubriendo mi pequeño cuerpo (ya que uno estando muerto parecía congelador de tan fría que tenía la piel), me daba la seguridad que tanta falta me hacía, además de que eso hacía también que no parara de llorar y que me aferrara mas a él, tomando con fuerza, con aquellas pequeñas manos, sus gabardina.
Instantes después de tenerlo tan cercano a mi, (no solo fisicamente, sino por que aquél "corazón" de humano que aún aparentaba tener, me mandaba sensaciones de profunda y total calidez), lo suficiente como para después sentir la seguridad y la fortaleza con la que apartaba sus brazos de mi, para colocar uno de ellos suave y de nuevo a manera protectora, en toda mi cintura, pude darme cuenta de que aparte de nosotros dos había una tercer inmortal; se trataba de una hermosa, y delicadamente voluptuosa mujer, que daba aires de superioridad, (como si de una reina se tratase) no solo por el vestido que llevaba, sino por el aura tan extraña que tenía. Eso me hacía pensar que se trataba de uno de "ellos", vampiros los cuales Lestat nos había comentado eran actores en el enorme teatro del que ahora habíamos salido hace rato Louis y yo, al igual que ella al haber seguido a Louis.
Tenía un extraño y preocupante sentimiento sobre esa mujer, al ver la manera en la que me miraba. Cualquiera me veía como una dulce y hermosa chiquilla, pero ella, al igual que otros seres con los que había topado, antes de venir a este teatro, me miraba con semejante asombro y ¿curiosidad?, ¿terror?
Eso hacía que para sorpresa mía también me cohibiera, pues su presencia era total y temerosamente desconocida para mi.
Al ver como se dirigía de manera amable Louis a ella, con sus palabras, aferrandome de nuevo, pero un poco mas tranquila, a su gabardina, yo también entré en la conversación, no sin antes escuchar su "increible" pregunta, que me dejó muy intrigida.
¿Por que conocía ella a Lestat?, y en todo caso yo me preguntaba lo mismo ¿de donde le conocía?
Al mirar un poco confusa a los ojos, a Louis, noté que él también se había sorprendido un poco por la pregunta de la mujer, pero aún así no dejé de aferrarme a él, pues temía también que le quisiera hacer algo mas que solo decirle palabras, a mi amado padre.
--¿Padre, conoces a esta mujer?--si, le amaba mucho, pero no sentía que ella quisiera "algo mas" por el momento, con Louis, por eso le había llamado así, al menos para que ella supiera cuan importante era para él.
Aunque de todos modos no permitiría que nadie lo alejara de mi lado, en ninguno de los sentidos y puntos de vista que alguien quisiera ver, acerca de nuestro mutuo amor, y menos alguien que conocía a Lestat, pues eso era aún mas peligroso, no solo para mi, sino para él, sin olvidar lo que le había hecho yo a Lestat aquella noche.
¿Quien era esta hermosa y bien cuidada mujer? ¿Y que tenía que ver con Lestat?
El sentir extrañamente ese inmenso, y reconfortable calor cubriendo mi pequeño cuerpo (ya que uno estando muerto parecía congelador de tan fría que tenía la piel), me daba la seguridad que tanta falta me hacía, además de que eso hacía también que no parara de llorar y que me aferrara mas a él, tomando con fuerza, con aquellas pequeñas manos, sus gabardina.
Instantes después de tenerlo tan cercano a mi, (no solo fisicamente, sino por que aquél "corazón" de humano que aún aparentaba tener, me mandaba sensaciones de profunda y total calidez), lo suficiente como para después sentir la seguridad y la fortaleza con la que apartaba sus brazos de mi, para colocar uno de ellos suave y de nuevo a manera protectora, en toda mi cintura, pude darme cuenta de que aparte de nosotros dos había una tercer inmortal; se trataba de una hermosa, y delicadamente voluptuosa mujer, que daba aires de superioridad, (como si de una reina se tratase) no solo por el vestido que llevaba, sino por el aura tan extraña que tenía. Eso me hacía pensar que se trataba de uno de "ellos", vampiros los cuales Lestat nos había comentado eran actores en el enorme teatro del que ahora habíamos salido hace rato Louis y yo, al igual que ella al haber seguido a Louis.
Tenía un extraño y preocupante sentimiento sobre esa mujer, al ver la manera en la que me miraba. Cualquiera me veía como una dulce y hermosa chiquilla, pero ella, al igual que otros seres con los que había topado, antes de venir a este teatro, me miraba con semejante asombro y ¿curiosidad?, ¿terror?
Eso hacía que para sorpresa mía también me cohibiera, pues su presencia era total y temerosamente desconocida para mi.
Al ver como se dirigía de manera amable Louis a ella, con sus palabras, aferrandome de nuevo, pero un poco mas tranquila, a su gabardina, yo también entré en la conversación, no sin antes escuchar su "increible" pregunta, que me dejó muy intrigida.
¿Por que conocía ella a Lestat?, y en todo caso yo me preguntaba lo mismo ¿de donde le conocía?
Al mirar un poco confusa a los ojos, a Louis, noté que él también se había sorprendido un poco por la pregunta de la mujer, pero aún así no dejé de aferrarme a él, pues temía también que le quisiera hacer algo mas que solo decirle palabras, a mi amado padre.
--¿Padre, conoces a esta mujer?--si, le amaba mucho, pero no sentía que ella quisiera "algo mas" por el momento, con Louis, por eso le había llamado así, al menos para que ella supiera cuan importante era para él.
Aunque de todos modos no permitiría que nadie lo alejara de mi lado, en ninguno de los sentidos y puntos de vista que alguien quisiera ver, acerca de nuestro mutuo amor, y menos alguien que conocía a Lestat, pues eso era aún mas peligroso, no solo para mi, sino para él, sin olvidar lo que le había hecho yo a Lestat aquella noche.
¿Quien era esta hermosa y bien cuidada mujer? ¿Y que tenía que ver con Lestat?
Claudia de Pointe du Lac- Vampiro Clase Alta
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Louis parecía aterrado. Al saber que me encontraba en el local tan solo deseaba escapar de mí. Eso significaba que aun no olvidaba el daño que él y Claudia me habían causado. Temía a mis represalias. Claudia era mi hija de las tinieblas, mi amor, el mal de mi maldad. Ella me engatusó, me hizo caer en su trampa y hundió el puñal una y otra vez en mi cuerpo drogado y emponzoñado. Hundió su cuchillo en mi corazón, lo retorció en él y contempló cómo la sangre se derramaba en mi camisa. «Muere, padre. Te pondré para siempre en el ataúd.» «Te mataré a ti primero, príncipe.» En aquella ocasión Louis se mantuvo paralizado junto a ella, completamente asombrado y perplejo ante la acción de Claudia. No sabia que hacer, la pequeña había actuado sola sin informarle nada. Tuvo el valor para alzar su mano contra su creador, contra su padre. Un crimen terrible el cual era prudente mantuvieran lejos de su mente. ¿Pero Louis realmente pensaba que era capaz de vengarme? Él jamás logro entenderme, jamás me conoció del todo. Ni siquiera fue testigo de mis verdaderos poderes. Pero no los culpo. Lo que Claudia hizo, fue el tipo de acción que yo mismo habría intentado.
Gabrielle pretendió impedir la veloz huida de mi amado Louis, este la ignoro, un acto que a mi hermosa marquesa debe haberla hecho enfadar sobremanera. Nada logro detenerlo, ni siquiera mi madre. Corrió y abrió de par en par las puertas de la entrada principal captando por un momento la atención de todos los espectadores, incluso de los vampiros sobre el escenario. Me preocupaba la reacción que pudieran tener las criaturas del teatro ante las impertinencias de mis bellas criaturas. Una pequeña silueta aparecía tras aquellas enormes puertas. La silueta de alguien que yo conocía perfectamente y cuyo rostro denotaba la angustia y tristeza de la que era victima en aquellos momentos. Claudia, mi hermosa muñeca, mi princesita de las tinieblas. Un escalofrío atravesó mi cuerpo y recorrió mi espina dorsal. ¿Qué estaría pensando Gabrielle al ver aquella pequeña criatura? No quiero ni imaginarlo.
Mi madre les hizo la pregunta que estaba temiendo. ¿Debería esperar a que respondieran o interferir antes que el caos empezara? No deseaba ver a los seres que amaba enfrentándose el uno al otro. Louis era amable, no era él quien me preocupaba, sino la frialdad y desconfianza de Gabrielle contra las preguntas impertinentes de Claudia. La vampira contemplaba a las dos criaturas que yacían abrazadas una a la otra, parecían tan indefensos ante la presencia de Gabrielle que desee correr hacia ellos y protegerlos de mi propia madre. Pero no era a ella a quien temían realmente, sino a mí.
Claudia y Louis parecían confusos con la pregunta de Gabrielle. Era comprensible. Los ojos de la pequeña vampira reflejaban sus sospechas. Estaban siendo prudentes, cautos antes de responder, sin embargo, mi pequeña muñeca no pudo guardar silencio siendo su curiosidad más poderosa que su precaución. Camine lentamente, con paso elegante entre los pilares del teatro. Tome una de las copas de vino, solo por aburrimiento y para no despertar mas sospechas de las que habían creado mis criaturas entre los espectadores y los vampiros del recinto. Con cautela y sigilo me aproxime más a ellos, tuve el cuidado de ocultar aun mas mi presencia ¿Habrán notado que ahora estaba más cerca? Me quede de pie en la entrada, tras las puertas principales donde al otro lado se hallaban Gabrielle, Louis y Claudia. Mis vástagos. Mis hijos. Mis bellas y traicioneras criaturas.
Me sentía como un cobarde, como un sucio ladrón ocultándome como si hubiese cometido el peor crimen de mi vida. Aun debía esperar, no los interrumpiría. No todavía. Deseaba presenciar aquel encuentro y oír su respuesta antes de presentarme ante ellos nuevamente. Tendría que dar muchas explicaciones a Gabrielle si aparecía en estos momentos, y ellos podrían aclarar rápidamente las interrogantes de mi madre. Sin embargo, lo que mas me preocupaba y lo peor que podría suceder en esos instantes, es que mi amado Louis y mi bella Claudia huyeran al verme.
Gabrielle pretendió impedir la veloz huida de mi amado Louis, este la ignoro, un acto que a mi hermosa marquesa debe haberla hecho enfadar sobremanera. Nada logro detenerlo, ni siquiera mi madre. Corrió y abrió de par en par las puertas de la entrada principal captando por un momento la atención de todos los espectadores, incluso de los vampiros sobre el escenario. Me preocupaba la reacción que pudieran tener las criaturas del teatro ante las impertinencias de mis bellas criaturas. Una pequeña silueta aparecía tras aquellas enormes puertas. La silueta de alguien que yo conocía perfectamente y cuyo rostro denotaba la angustia y tristeza de la que era victima en aquellos momentos. Claudia, mi hermosa muñeca, mi princesita de las tinieblas. Un escalofrío atravesó mi cuerpo y recorrió mi espina dorsal. ¿Qué estaría pensando Gabrielle al ver aquella pequeña criatura? No quiero ni imaginarlo.
Mi madre les hizo la pregunta que estaba temiendo. ¿Debería esperar a que respondieran o interferir antes que el caos empezara? No deseaba ver a los seres que amaba enfrentándose el uno al otro. Louis era amable, no era él quien me preocupaba, sino la frialdad y desconfianza de Gabrielle contra las preguntas impertinentes de Claudia. La vampira contemplaba a las dos criaturas que yacían abrazadas una a la otra, parecían tan indefensos ante la presencia de Gabrielle que desee correr hacia ellos y protegerlos de mi propia madre. Pero no era a ella a quien temían realmente, sino a mí.
Claudia y Louis parecían confusos con la pregunta de Gabrielle. Era comprensible. Los ojos de la pequeña vampira reflejaban sus sospechas. Estaban siendo prudentes, cautos antes de responder, sin embargo, mi pequeña muñeca no pudo guardar silencio siendo su curiosidad más poderosa que su precaución. Camine lentamente, con paso elegante entre los pilares del teatro. Tome una de las copas de vino, solo por aburrimiento y para no despertar mas sospechas de las que habían creado mis criaturas entre los espectadores y los vampiros del recinto. Con cautela y sigilo me aproxime más a ellos, tuve el cuidado de ocultar aun mas mi presencia ¿Habrán notado que ahora estaba más cerca? Me quede de pie en la entrada, tras las puertas principales donde al otro lado se hallaban Gabrielle, Louis y Claudia. Mis vástagos. Mis hijos. Mis bellas y traicioneras criaturas.
Me sentía como un cobarde, como un sucio ladrón ocultándome como si hubiese cometido el peor crimen de mi vida. Aun debía esperar, no los interrumpiría. No todavía. Deseaba presenciar aquel encuentro y oír su respuesta antes de presentarme ante ellos nuevamente. Tendría que dar muchas explicaciones a Gabrielle si aparecía en estos momentos, y ellos podrían aclarar rápidamente las interrogantes de mi madre. Sin embargo, lo que mas me preocupaba y lo peor que podría suceder en esos instantes, es que mi amado Louis y mi bella Claudia huyeran al verme.
Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Lestat. El escuchar ese nombre lograba erizarle la piel de una manera nunca antes vista, lograba removerle las entrañas hasta casi causarle dolor. Y no, no es que Louis fuese un cobarde, muchas veces antes había enfrentado a Lestat, le había hecho saber el disgusto que sentía por ser su creación, de ser un vampiro, de estar atado a esa vida inmortal a la que el mismo se había condenado esa noche al decir “si”. ¿Esto hacia a Louis un vampiro malagradecido? Tal vez, pero si de justicia habría que hablar Lestat no era precisamente el mas justiciero, el había tenido la oportunidad de ganarse a Louis, pero jamás lo había hecho, había sido mínimo lo que había aprendido de el. Se aferro aun mas a Claudia, no era por el que temía, si no por ella, por su pequeña. Sabia que Lestat tendría razones de sobra para estar furioso, Claudia se había portado mal y el no había hecho mucho para impedirlo, incluso tenia que admitir que al final había participado en los macabros planes de esta, mismos que no habían dado resultado, pues ahora mas que nunca era obvio que Lestat estaba vivo, quizás mas vivo que nunca.
- No le conozco. – Respondió primero a su pequeña y luego lanzo una nueva mirada a la rubia mujer. Le sostuvo la mirada durante algunos momentos, mismos que utilizo para relajarse y no seguir aparentando esa cobardía que había sentido minutos antes. No tenia caso seguir prolongando algo que tarde o temprano ocurriría, era mejor darle prisa al mal paso. – Lestat es nuestro creador, el mío sobretodo. – Hizo una pausa e internamente se advirtió a si mismo que quizás no era prudente entrar en tantos detalles con alguien desconocido, no al menos hasta saber quien era esa misteriosa mujer. – Vivimos juntos el tiempo suficiente como para decir que le conozco y aun así se que hay muchas cosas que nunca sabre de el. ¿Quién es usted? – Por mas que le analizaba con la mirada no lograba reconocerle, posiblemente por efectivamente, jamás le había visto. Pero había algo en aquella mujer de facciones suaves y a la vez felinas que le parecían familiares, tal vez era una locura de su parte pero le encontraba cierto parecido con el, con Lestat. - ¿Le conoce? – Pero esa no era en realidad la pregunta que tanto estaba deseando hacer, esa que tenia atorada en la garganta y que finalmente se animo a hacer en consecuencia de que la respuesta le trajera un nuevo escalofríos. – ¿Esta Lestat aquí? He sentido su presencia ahí dentro, en el teatro…
OFF: Mil disculpas por que me ha salido tremendamente corto.
- No le conozco. – Respondió primero a su pequeña y luego lanzo una nueva mirada a la rubia mujer. Le sostuvo la mirada durante algunos momentos, mismos que utilizo para relajarse y no seguir aparentando esa cobardía que había sentido minutos antes. No tenia caso seguir prolongando algo que tarde o temprano ocurriría, era mejor darle prisa al mal paso. – Lestat es nuestro creador, el mío sobretodo. – Hizo una pausa e internamente se advirtió a si mismo que quizás no era prudente entrar en tantos detalles con alguien desconocido, no al menos hasta saber quien era esa misteriosa mujer. – Vivimos juntos el tiempo suficiente como para decir que le conozco y aun así se que hay muchas cosas que nunca sabre de el. ¿Quién es usted? – Por mas que le analizaba con la mirada no lograba reconocerle, posiblemente por efectivamente, jamás le había visto. Pero había algo en aquella mujer de facciones suaves y a la vez felinas que le parecían familiares, tal vez era una locura de su parte pero le encontraba cierto parecido con el, con Lestat. - ¿Le conoce? – Pero esa no era en realidad la pregunta que tanto estaba deseando hacer, esa que tenia atorada en la garganta y que finalmente se animo a hacer en consecuencia de que la respuesta le trajera un nuevo escalofríos. – ¿Esta Lestat aquí? He sentido su presencia ahí dentro, en el teatro…
OFF: Mil disculpas por que me ha salido tremendamente corto.
Greco Romagnoli- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 12/04/2011
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Aquel joven se dirigió primero a la niña vampiro, la cual a los ojos de Gabrielle, poseía una asombrosa belleza. Cuando el vampiro volvió su rostro para sostener la mirada de la mujer ante ellos, los ojos de este reflejaban el valor que ahora, junto a aquella pequeña, había adquirido. Lo que dijo a continuación, cambio la expresión en el rostro de Gabrielle. Sus ojos como dos diminutos fragmentos de cristal, no reflejaban nada de lo que veían a su alrededor. ¿Quien mas que Lestat habría sido capaz de cometer tal acto, convirtiendo a una pequeña niña en un vampiro? La vampira se pregunto que había llevado a su hijo a realizar tal barbaridad. Pero la niña, no era la única creación de su hijo, aquel hombre de cabello negro y expresivos ojos verdes también era un vástago de Lestat. Él fue quien le otorgo el don de la inmortalidad a aquellas criaturas y no solo eso, el vampiro aseguraba haber vivido un largo tiempo junto a él. ¿En que diablos habrá estado pensando? Es casi imposible saber qué pasa por la cabeza de Lestat, salvo que hace lo que le viene en gana sin pensar en las consecuencias.
Gabrielle contemplo la enorme puerta como si algo hubiera llamado su atención. Aquel recinto le producía la sensación de lugar cerrado y peligroso. No; de pánico, en realidad.
Gabrielle – respondió distraída la vampira- Lestat también es mi creador-agrego mientras poco a poco volvía a posar su mirada sobre ambas criaturas- Estoy segura que ya han notado el parecido físico entre Lestat y yo –comento con altanería mientras se paseaba con aquel estilo suyo tan propio, despreocupada y con la espalda erguida. - Soy su madre, así que entenderá usted que naturalmente lo conozco.
Gabrielle poseía el mismo valor que Lestat, pero ella carecía de esa impetuosidad que caracterizaba a su hijo.
La última pregunta que pronuncio el vampiro, no solo despejaba alguna duda de que Lestat estuviera presente esta noche en el Teatro, sino que despertaba las sospechas en Gabrielle, de si Lestat había planeado este inesperado encuentro con aquellos seres. Él era capaz de hacer cosa semejante.
No puedo asegurárselo, pero yo también he sentido su presencia. –confeso Gabrielle algo inquieta-
Observando a ambos inmortales, en especial a aquella pequeña vampira, Gabrielle se preguntaba que acontecimientos habían ocurrido entre ellos como para que el hombre de cabellera negra, quisiera huir tan apresuradamente al sentir la presencia de Lestat en el local y que la niña en sus brazos, no se apartara por ningún motivo de su lado. Pero lo que mas le inquietaba a la vampira era, el porque su hijo aun permanecía oculto en las sombras tras aquellas imponentes puertas del teatro de vampiros.
Gabrielle contemplo la enorme puerta como si algo hubiera llamado su atención. Aquel recinto le producía la sensación de lugar cerrado y peligroso. No; de pánico, en realidad.
Gabrielle – respondió distraída la vampira- Lestat también es mi creador-agrego mientras poco a poco volvía a posar su mirada sobre ambas criaturas- Estoy segura que ya han notado el parecido físico entre Lestat y yo –comento con altanería mientras se paseaba con aquel estilo suyo tan propio, despreocupada y con la espalda erguida. - Soy su madre, así que entenderá usted que naturalmente lo conozco.
Gabrielle poseía el mismo valor que Lestat, pero ella carecía de esa impetuosidad que caracterizaba a su hijo.
La última pregunta que pronuncio el vampiro, no solo despejaba alguna duda de que Lestat estuviera presente esta noche en el Teatro, sino que despertaba las sospechas en Gabrielle, de si Lestat había planeado este inesperado encuentro con aquellos seres. Él era capaz de hacer cosa semejante.
No puedo asegurárselo, pero yo también he sentido su presencia. –confeso Gabrielle algo inquieta-
Observando a ambos inmortales, en especial a aquella pequeña vampira, Gabrielle se preguntaba que acontecimientos habían ocurrido entre ellos como para que el hombre de cabellera negra, quisiera huir tan apresuradamente al sentir la presencia de Lestat en el local y que la niña en sus brazos, no se apartara por ningún motivo de su lado. Pero lo que mas le inquietaba a la vampira era, el porque su hijo aun permanecía oculto en las sombras tras aquellas imponentes puertas del teatro de vampiros.
Gabrielle de Lioncourt*- Vampiro Clase Alta
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
-[¿Su madre?]--mi sobresalto fue tal que provocó que cubriera un poco mi boca para evitar que ella viera mi sorpresa. (¡a veces era un poco exagerada en mi manera de expresarme ante el mundo que diario veía y presenciaba, tengo que admitirlo, pero era la primera vez que veía a una mujer así de bella!)
¡Una belleza de reina como ella ¿era la madre del príncipe de los caprichos, mi segundo padre?!
Era un poco sorprendente por que ella tenía un porte y un toque mas refinado, en cuanto a su manera de hablar, que los modales que Lestat siempre solía tener con su peculiar gracia para decir cuanta frase se le viniera en mente. Pero tal ves yo lo veía así a lo mejor por que Lestat mismo nos trataba con mucha mas confianza que a sus demás vástagos, y a ella la estaba conociendo apenas esta noche.
Otro dato que había dejado un poco de curiosidad en mi mente era el saber que ella también había sido convertida por él.
[¿Así que a su madre también le mostró el dolor de la eternidad?, ¿Me pregunto a cuantos mas, a parte de nosotros tres, habrá invitado al mundo de los no vivos?]--con un poco mas de seriedad en mis rasgos faciales la observaba de pies a cabeza cuidadosamente, pero sin dejar de arrebozarme detrás de la negra gabardina de mi querido Louis.
No era que me importara tanto como para considerarlo un pecado, ¡pues el simple hecho de haber sido convertida yo, siendo mucho mas jóven que ellos, ya era mucho decir! Pero eso, al igual que otros sucesos que me habían dado la valentía y la fuerza para soportar mi inmortal y "ridicula" existencia, despertaba como siempre mi curiosidad e interés por la vida de aquél "extraño" caballero de rubios cabellos y seductora mirada burlona.
Al principio no tenía la mas mínima idea, o no había prestado la suficiente atención a esa corazonada mía, para darme cuenta de que el inmenso miedo que me estaba helando el "corazón" era mas que nada por la simple presencia de nuestro creador y mi segundo padre, Lestat.
Pero no era mucha sorpresa para mi el hecho de que él estuviera ¿oculto? en este extraño y tentador paraíso de horror, pues sabía algo acerca de este lugar gracias a mis escapadas de la "cama" y mi sigilosa manera de esconderme detrás de una de las plantas de la sala, el lugar de sus diarias reuniones.
Después de haber "contemplado" lo necesario a nuestra bella acompañante dirigí mi mirada un poco mas tranquila, (para darle aún mas seguridad de la que ya tenía, a Louis) hacia donde se situaba el rostro de mi amado "padre", y noté su pequeña tension y preocupación ante las preguntas que le hacía a la joven dama.
Con mi acogedora y protectora aura tomé una de sus fuertes y largas manos entre las mías, y le di la confianza necesaria para que no se apartara ni del momento ni de mi sola presencia. Entonces poco a poco fui sintiendo como sus musculos dejaban de tensarse.
Era increíble que este muerto y desesperado corazón mío, ansiado de peligros e intensas emociones humanas, (¡por que aún parecía latir aunque no le quisiera prestar tanta atención como lo hacía Louis con el suyo!) empezara a sentir, por vez primera, el inmenso calor que la atracción y el amor mortal traían a un cuerpo vivo, cuando yo estaba muerta desde hace algunos años.
Nuestro largo distanciamiento había servido tan solo para que me entraran las ganas de "comerme" a Louis, demostrandole (muy forzadamente, pues no quería caer ante ese revoltijo de sensaciones) lo que había llegado a sentir desde aquella la primera vez que nos unimos, ya no como padre e hija, sino como algo mas.
Desafortunadamente, o al menos eso era lo que yo presentía, él parecía verme únicamente como su "pequeña hija".
¡Una belleza de reina como ella ¿era la madre del príncipe de los caprichos, mi segundo padre?!
Era un poco sorprendente por que ella tenía un porte y un toque mas refinado, en cuanto a su manera de hablar, que los modales que Lestat siempre solía tener con su peculiar gracia para decir cuanta frase se le viniera en mente. Pero tal ves yo lo veía así a lo mejor por que Lestat mismo nos trataba con mucha mas confianza que a sus demás vástagos, y a ella la estaba conociendo apenas esta noche.
Otro dato que había dejado un poco de curiosidad en mi mente era el saber que ella también había sido convertida por él.
[¿Así que a su madre también le mostró el dolor de la eternidad?, ¿Me pregunto a cuantos mas, a parte de nosotros tres, habrá invitado al mundo de los no vivos?]--con un poco mas de seriedad en mis rasgos faciales la observaba de pies a cabeza cuidadosamente, pero sin dejar de arrebozarme detrás de la negra gabardina de mi querido Louis.
No era que me importara tanto como para considerarlo un pecado, ¡pues el simple hecho de haber sido convertida yo, siendo mucho mas jóven que ellos, ya era mucho decir! Pero eso, al igual que otros sucesos que me habían dado la valentía y la fuerza para soportar mi inmortal y "ridicula" existencia, despertaba como siempre mi curiosidad e interés por la vida de aquél "extraño" caballero de rubios cabellos y seductora mirada burlona.
Al principio no tenía la mas mínima idea, o no había prestado la suficiente atención a esa corazonada mía, para darme cuenta de que el inmenso miedo que me estaba helando el "corazón" era mas que nada por la simple presencia de nuestro creador y mi segundo padre, Lestat.
Pero no era mucha sorpresa para mi el hecho de que él estuviera ¿oculto? en este extraño y tentador paraíso de horror, pues sabía algo acerca de este lugar gracias a mis escapadas de la "cama" y mi sigilosa manera de esconderme detrás de una de las plantas de la sala, el lugar de sus diarias reuniones.
Después de haber "contemplado" lo necesario a nuestra bella acompañante dirigí mi mirada un poco mas tranquila, (para darle aún mas seguridad de la que ya tenía, a Louis) hacia donde se situaba el rostro de mi amado "padre", y noté su pequeña tension y preocupación ante las preguntas que le hacía a la joven dama.
Con mi acogedora y protectora aura tomé una de sus fuertes y largas manos entre las mías, y le di la confianza necesaria para que no se apartara ni del momento ni de mi sola presencia. Entonces poco a poco fui sintiendo como sus musculos dejaban de tensarse.
Era increíble que este muerto y desesperado corazón mío, ansiado de peligros e intensas emociones humanas, (¡por que aún parecía latir aunque no le quisiera prestar tanta atención como lo hacía Louis con el suyo!) empezara a sentir, por vez primera, el inmenso calor que la atracción y el amor mortal traían a un cuerpo vivo, cuando yo estaba muerta desde hace algunos años.
Nuestro largo distanciamiento había servido tan solo para que me entraran las ganas de "comerme" a Louis, demostrandole (muy forzadamente, pues no quería caer ante ese revoltijo de sensaciones) lo que había llegado a sentir desde aquella la primera vez que nos unimos, ya no como padre e hija, sino como algo mas.
Desafortunadamente, o al menos eso era lo que yo presentía, él parecía verme únicamente como su "pequeña hija".
Claudia de Pointe du Lac- Vampiro Clase Alta
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Localización : Siempre cerca de mi amado Louis. A donde yo quiera ir, él me acompañará
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
La familiaridad en la educada y suave voz de Louis me resulto casi insoportable. Deseaba abrazarlo, estrecharlo fuertemente contra mi cuerpo, acariciar su cabello, su rostro, para cerciorarme que realmente estaba ahí. Todo cuanto hacía o decía, despertaba en mí la misma atracción magnética que años atrás. El aspecto de mi amado Louis era el más parecido al de un mortal de entre todos los de nuestra raza que recordara. Cuando lo escuche confesarle a Gabrielle que yo había sido su creador, aquellos años donde lo vi por primera vez y tome la decisión de compartir con él mi sangre maldita, llegaron a mi mente tan claramente como si los años y mis secretos no hubieran deteriorado nuestra vida juntos. Una pregunta acosaba a Louis constantemente ¿Por qué lo había escogido? Siempre creyó que mis motivos habían sido su hacienda y el dinero que poseía. Pero que equivocado estaba, yo lo ama, simplemente caí enamorado de él sin remedio. Y fue la desesperación por retenerle, por tenerle más cerca de mí en los momentos más precarios de mi vida, lo que me llevó a cometer el acto más egoísta e impulsivo de toda mi existencia entre los muertos vivientes; La creación, con Louis y para Louis, de Claudia, mi hermosa niña vampiro.
La pequeña habría muerto si no lo hubiera hecho. Al igual que Gabrielle cuando se la arrebate de las manos a la muerte. Incluso Louis habría muerto de no haberlo tomado también. Mon petite, ¿Cuánto tiempo debió contentarse ella con ser el misterio que nos unía con tanta intensidad a Louis y a mí, con ser la musa de nuestras horas a la luz de la Luna, el único objeto de devoción común a los dos? Claudia, nunca llegaría a poseer formas de mujer. Fue inevitable que ella se alzara contra el padre demonio que la había condenado a tener eternamente el cuerpo de una muñequita de porcelana. Debería habérmelo pensado mejor antes de llevar adelante aquel magnífico y embriagador experimento de convertir en vampiro a los más jóvenes de los mortales; una niña. Pero deseaba hacerlo. Quería ver qué sucedía con una hermosa chiquilla como aquélla. Y jamás me he arrepentido de haber creado a Claudia, adoraba tenerla entre mis brazos, cuchichearle secretos al oído y escuchar el eco de sus risas por las lóbregas estancias de la casa.
No olvidare aquellos momentos junto a Louis y Claudia, ellos son dos de los inmortales más espléndidos que han caminado jamás sobre la Tierra. Y mi madre, Gabrielle, era un puro depredador, como sólo puede serlo una fiera, aunque siguiera ofreciendo el aspecto de una hermosa y sofisticada mujer de larga cabellera dorada. Era, simplemente ella, la que había necesitado toda mi vida con todo mi ser. Era la única mujer a la que había amado siempre. Todo esto era casi un sueño y no podía creer que mis criaturas vampíricas, estuvieran reunidas justamente frente al Teatro.
El espectáculo finalizo dando inicio al intermedio. Las luces se encendieron cuando los vampiros ya no se hallaban en el escenario. Los espectadores caminaban inquietos de un lugar a otro compartiendo su opinión sobre la interpretación y puesta en escena de los actores, mientras otros buscaban una copa de vino para deleitar sus paladares. No podía seguir esperando, ni demorando aquel inesperado encuentro. Repose la palma de mi mano sobre una de las enormes puertas y lentamente me abrí camino hacia mis amadas criaturas. Deseaba contemplarlos con mis ojos vampíricos y recrearme en su belleza. Silenciosamente me detuve frente a las puertas. El único ruido que advirtió a los vampiros, fue la puerta cerrándose detrás de mí. Los rostros pálidos de mis vástagos me observaban mientras mi aspecto frente a ellos era impasible.
La pequeña habría muerto si no lo hubiera hecho. Al igual que Gabrielle cuando se la arrebate de las manos a la muerte. Incluso Louis habría muerto de no haberlo tomado también. Mon petite, ¿Cuánto tiempo debió contentarse ella con ser el misterio que nos unía con tanta intensidad a Louis y a mí, con ser la musa de nuestras horas a la luz de la Luna, el único objeto de devoción común a los dos? Claudia, nunca llegaría a poseer formas de mujer. Fue inevitable que ella se alzara contra el padre demonio que la había condenado a tener eternamente el cuerpo de una muñequita de porcelana. Debería habérmelo pensado mejor antes de llevar adelante aquel magnífico y embriagador experimento de convertir en vampiro a los más jóvenes de los mortales; una niña. Pero deseaba hacerlo. Quería ver qué sucedía con una hermosa chiquilla como aquélla. Y jamás me he arrepentido de haber creado a Claudia, adoraba tenerla entre mis brazos, cuchichearle secretos al oído y escuchar el eco de sus risas por las lóbregas estancias de la casa.
No olvidare aquellos momentos junto a Louis y Claudia, ellos son dos de los inmortales más espléndidos que han caminado jamás sobre la Tierra. Y mi madre, Gabrielle, era un puro depredador, como sólo puede serlo una fiera, aunque siguiera ofreciendo el aspecto de una hermosa y sofisticada mujer de larga cabellera dorada. Era, simplemente ella, la que había necesitado toda mi vida con todo mi ser. Era la única mujer a la que había amado siempre. Todo esto era casi un sueño y no podía creer que mis criaturas vampíricas, estuvieran reunidas justamente frente al Teatro.
El espectáculo finalizo dando inicio al intermedio. Las luces se encendieron cuando los vampiros ya no se hallaban en el escenario. Los espectadores caminaban inquietos de un lugar a otro compartiendo su opinión sobre la interpretación y puesta en escena de los actores, mientras otros buscaban una copa de vino para deleitar sus paladares. No podía seguir esperando, ni demorando aquel inesperado encuentro. Repose la palma de mi mano sobre una de las enormes puertas y lentamente me abrí camino hacia mis amadas criaturas. Deseaba contemplarlos con mis ojos vampíricos y recrearme en su belleza. Silenciosamente me detuve frente a las puertas. El único ruido que advirtió a los vampiros, fue la puerta cerrándose detrás de mí. Los rostros pálidos de mis vástagos me observaban mientras mi aspecto frente a ellos era impasible.
Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/01/2011
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Louis se quedó helado, más de lo que ya su naturaleza vampírica le permitía ser. El escuchar aquella inesperada revelación de la rubia y radiante mujer habría logrado hundirlo nuevamente en una especie de trance momentáneo, su cuerpo se había quedado rígido, sus ojos inmóviles y fijos en algún punto ciego de aquel recinto, mientras su mente era presa de un sin fin de memorias en las que el protagonista era ni más ni menos que él: Lestat. ¡Cuántas cosas significaba su nombre!, buenas, malas, pero sobre todo maravillosas. Lestat era hasta ahora el único vampiro con el que Louis había convivido, el único que podría decir que había llegado a conocer, si es que podía llamársele de ese modo a esa precaria convivencia que se había llevado a cabo en Nueva Orleans. En todo ese tiempo Lestat se había dedicado a mantener en secreto todo lo que se hiciera honor a su pasado, ese pasado que tanto había llenado de intriga a Louis y justo ahora se le revelaba uno de esos peldaños escondidos. La madre de Lestat. ¡Por supuesto que tenía que serlo, era idéntica! Los mismos cabellos, los mismos ojos, casi podría jurar que el aura que desprendía esa hermosísima mujer era la misma que su hijo destilaba. Cuando salió del sopor en el que se había hundido se dedicó a observarla sin darse cuenta de que Claudia hacia lo mismo. La vampira no pareció sentir molestia por los curiosos y sorprendidos ojos que la estudiaban, todo lo contrario, en su lugar demostró que tenía algo más en común con su vástago: ese aire de arrogancia que se mezclaba con la brisa de la noche que los cobijaba.
La boca de Louis se abrió dispuesta a pronunciar palabras, pero se quedó mudo al instante, realmente no sabia que decir al respecto, no luego de aquel secreto revelado. La mano de Claudia presionando la suya lo hizo desviar la mirada y aprovechó esos escasos segundos para recuperarse de la impresión pero en su lugar recibió una aun más grande: madre e hijo se reunían. Tener a Lestat frente a él no hizo más que terminar de aniquilar su poca paz interior y convertirla en una orgia de sensaciones, en su mayoría preocupantes. ¿Qué haría Lestat ahora que los tenia justo ahí y a su disposición?, ¿tomaría venganza?, ¿se atrevería a querer hacerle daño a Claudia? ¡Cuánta incertidumbre para una sola noche!
- Claudia… - Pronunció finalmente con un tono de voz que era apenas audible incluso para los vampiros ahí presentes. Louis no se atrevió a decir más y sin despegar los ojos de su creador alargó su brazo y arrastró a Claudia hasta él, colocándola unos pasos atrás a modo de protección, hecho que haría cualquier padre con su hija, cualquier amante con su amada. No importaba los planes que Lestat tuviera para con ellos, no le permitiría tocarle un pelo a su niña, primero tendría que pasar por encima de él. El miedo se desvaneció de sus ojos claros y cristalinos y en su lugar una porción de valentía se dejo entrever a través de sus pupilas. Se preparó para lo peor. – Lestat, cuanto tiempo, ¿acaso has provocado intencionalmente esta reunión?, ¿O ha sido el destino traicionero el que nos ha jugado ésta mala broma? – Louis creyó saber la respuesta, era tan obvia, tan...de él.
Off: No supe si querían continuar con el tema pero respondí igualmente, lamento muchísimo la demora, no volverá a ocurrir.
La boca de Louis se abrió dispuesta a pronunciar palabras, pero se quedó mudo al instante, realmente no sabia que decir al respecto, no luego de aquel secreto revelado. La mano de Claudia presionando la suya lo hizo desviar la mirada y aprovechó esos escasos segundos para recuperarse de la impresión pero en su lugar recibió una aun más grande: madre e hijo se reunían. Tener a Lestat frente a él no hizo más que terminar de aniquilar su poca paz interior y convertirla en una orgia de sensaciones, en su mayoría preocupantes. ¿Qué haría Lestat ahora que los tenia justo ahí y a su disposición?, ¿tomaría venganza?, ¿se atrevería a querer hacerle daño a Claudia? ¡Cuánta incertidumbre para una sola noche!
- Claudia… - Pronunció finalmente con un tono de voz que era apenas audible incluso para los vampiros ahí presentes. Louis no se atrevió a decir más y sin despegar los ojos de su creador alargó su brazo y arrastró a Claudia hasta él, colocándola unos pasos atrás a modo de protección, hecho que haría cualquier padre con su hija, cualquier amante con su amada. No importaba los planes que Lestat tuviera para con ellos, no le permitiría tocarle un pelo a su niña, primero tendría que pasar por encima de él. El miedo se desvaneció de sus ojos claros y cristalinos y en su lugar una porción de valentía se dejo entrever a través de sus pupilas. Se preparó para lo peor. – Lestat, cuanto tiempo, ¿acaso has provocado intencionalmente esta reunión?, ¿O ha sido el destino traicionero el que nos ha jugado ésta mala broma? – Louis creyó saber la respuesta, era tan obvia, tan...de él.
Off: No supe si querían continuar con el tema pero respondí igualmente, lamento muchísimo la demora, no volverá a ocurrir.
Greco Romagnoli- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 12/04/2011
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Cuando aquel vampiro escucho su respuesta, una serie de recuerdos cruzaron por su mente, donde Lestat era el principal en cada uno de ellos. Gabrielle no logro captar todos sus pensamientos nítidamente y prefiero mantener la distancia en lugar de hurgar en su memoria.
La vampira reparo en la forma que estaba siendo observada por los vampiros. La curiosa mirada introspectiva de ambos más que incomodarla, le permitían mantener su postura y actitud distante hacia ellos. Parecían estudiarla, grabar con fuego su apariencia en la memoria para no olvidar jamás su rostro. Se pregunto si estarían comparando su apariencia y actitud con la de Lestat, seguramente lo hacían. Para Gabrielle, no dejaba de captar su atención, la seguridad que la niña vampiro le ofrecía a aquel caballero, la escena podía llegar a ser casi conmovedora para cualquiera, pero no para la vampira, para ella esa situación era intrigante. En los ojos de la “niña” advirtió el inmenso amor que esta le profesa al vampiro, aquel noble joven de cautivadores ojos verdes y larga cabellera negra. Eso era el amor de una mujer hacia un hombre y no el de una hija hacia su padre.
En el interior del teatro, la obra dio paso al intermedio, el bullicio de la gente llegaba a los oídos de la vampira donde los espectadores ofrecían sus críticas con respecto a la escenografía e interpretación de los vampiros. Escucho las puertas principales del edificio abrirse lentamente y una sonrisa sutil se dibujo en sus labios al percibir de quien se trataba. El vampiro junto a la niña estaba intranquilo, preocupado y la pequeña temerosa, se aferraba aun más a él ¿Qué había hecho Lestat a aquellas criaturas para que actuaran de esa manera? Manteniendo los brazos cruzados sobre su pecho, la vampira giro su rostro muy despacio y de forma altanera hacia la figura que ahora los contemplaba. Su mirada se encontró con la inexpresiva cara de su querido matalobos. Una fría expresión que se obligo a mantener, a pesar que Gabrielle logro captar cierto resplandor travieso en sus ojos, un brillo que advertía la alegría o excitación que le causaba aquel momento.
Era probable que Lestat jamás cambiara ese atrevimiento y carencia de miedos con que ha disfrutado su vida. Tan imprudente e incontrolable como siempre. Gabrielle observo como el joven de cabello negro halaba sutilmente a la niña vampiro hacia él buscando protegerla con su cuerpo. Parecía dispuesto a atacar a Lestat. Gabrielle no comprendía que estaba sucediendo y las preguntas quemaban su garganta. Para su sorpresa, aquel vampiro había pronuncio casi exactas las palabras que giraban en su mente. Contemplo a Lestat con reproche y en el silencio que se había creado entre ellos, alzo su armoniosa voz dirigiéndose a él, inmutable, a pesar del desagrado y desconcierto que surgía poco a poco en Gabrielle.
Responde… mi querido matalobos–murmuro suavemente la vampira sin apartar la mirada de Lestat- ¿Has sido tú el autor de esto? –Pregunto de un modo tajante a su hijo-
Off: Perdón, ya estoy aquí. Lamento mi tardanza, pero tuve algunos inconvenientes
La vampira reparo en la forma que estaba siendo observada por los vampiros. La curiosa mirada introspectiva de ambos más que incomodarla, le permitían mantener su postura y actitud distante hacia ellos. Parecían estudiarla, grabar con fuego su apariencia en la memoria para no olvidar jamás su rostro. Se pregunto si estarían comparando su apariencia y actitud con la de Lestat, seguramente lo hacían. Para Gabrielle, no dejaba de captar su atención, la seguridad que la niña vampiro le ofrecía a aquel caballero, la escena podía llegar a ser casi conmovedora para cualquiera, pero no para la vampira, para ella esa situación era intrigante. En los ojos de la “niña” advirtió el inmenso amor que esta le profesa al vampiro, aquel noble joven de cautivadores ojos verdes y larga cabellera negra. Eso era el amor de una mujer hacia un hombre y no el de una hija hacia su padre.
En el interior del teatro, la obra dio paso al intermedio, el bullicio de la gente llegaba a los oídos de la vampira donde los espectadores ofrecían sus críticas con respecto a la escenografía e interpretación de los vampiros. Escucho las puertas principales del edificio abrirse lentamente y una sonrisa sutil se dibujo en sus labios al percibir de quien se trataba. El vampiro junto a la niña estaba intranquilo, preocupado y la pequeña temerosa, se aferraba aun más a él ¿Qué había hecho Lestat a aquellas criaturas para que actuaran de esa manera? Manteniendo los brazos cruzados sobre su pecho, la vampira giro su rostro muy despacio y de forma altanera hacia la figura que ahora los contemplaba. Su mirada se encontró con la inexpresiva cara de su querido matalobos. Una fría expresión que se obligo a mantener, a pesar que Gabrielle logro captar cierto resplandor travieso en sus ojos, un brillo que advertía la alegría o excitación que le causaba aquel momento.
Era probable que Lestat jamás cambiara ese atrevimiento y carencia de miedos con que ha disfrutado su vida. Tan imprudente e incontrolable como siempre. Gabrielle observo como el joven de cabello negro halaba sutilmente a la niña vampiro hacia él buscando protegerla con su cuerpo. Parecía dispuesto a atacar a Lestat. Gabrielle no comprendía que estaba sucediendo y las preguntas quemaban su garganta. Para su sorpresa, aquel vampiro había pronuncio casi exactas las palabras que giraban en su mente. Contemplo a Lestat con reproche y en el silencio que se había creado entre ellos, alzo su armoniosa voz dirigiéndose a él, inmutable, a pesar del desagrado y desconcierto que surgía poco a poco en Gabrielle.
Responde… mi querido matalobos–murmuro suavemente la vampira sin apartar la mirada de Lestat- ¿Has sido tú el autor de esto? –Pregunto de un modo tajante a su hijo-
Off: Perdón, ya estoy aquí. Lamento mi tardanza, pero tuve algunos inconvenientes
Gabrielle de Lioncourt*- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Mis minutos de paz se habían esfumado al notar como Louis retrocedía
unos pasos y me tomaba del brazo para ocultarme por detrás suyo, como
queriendome proteger de algo, o alguien, porque cuando presté atención
hacia enfrente un pequeño sobresalto me aturdió. Una cuarta figura se
presentaba ante nosotros, y con esa caracteristica sonrisa oscura hacía
una reverencia ante todos nosotros, su "amada" familia: Lestat había
entrado en escena.
-Justo como lo sospeché,
el miedo que hace instantes tenía era por esto, aunque no pensé que nos
encontraríamos todos esta noche. Ahora que conozco a su madre temo que
nos debe explicaciones a Louis y a mi. Espero que sea franco.
Tratando de mantener la calma me apegué a mi padre, y seguí dándole un poco de mi seguridad tomando sus manos.
Luego
de eso escuché atenta la pregunta y reacción de nuestra dama aquí
presente. Parecía estar tan sorprendida como nosotros ante la repentina
aparición de su hijo.
Así nos encontrabamos los tres, en espera de la respuesta de aquél oscuro y galante ser.
unos pasos y me tomaba del brazo para ocultarme por detrás suyo, como
queriendome proteger de algo, o alguien, porque cuando presté atención
hacia enfrente un pequeño sobresalto me aturdió. Una cuarta figura se
presentaba ante nosotros, y con esa caracteristica sonrisa oscura hacía
una reverencia ante todos nosotros, su "amada" familia: Lestat había
entrado en escena.
-Justo como lo sospeché,
el miedo que hace instantes tenía era por esto, aunque no pensé que nos
encontraríamos todos esta noche. Ahora que conozco a su madre temo que
nos debe explicaciones a Louis y a mi. Espero que sea franco.
Tratando de mantener la calma me apegué a mi padre, y seguí dándole un poco de mi seguridad tomando sus manos.
Luego
de eso escuché atenta la pregunta y reacción de nuestra dama aquí
presente. Parecía estar tan sorprendida como nosotros ante la repentina
aparición de su hijo.
Así nos encontrabamos los tres, en espera de la respuesta de aquél oscuro y galante ser.
Claudia de Pointe du Lac- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 23/06/2011
Localización : Siempre cerca de mi amado Louis. A donde yo quiera ir, él me acompañará
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Re: No es un nuevo comienzo, es el inicio de un fin. {Gabrielle de Lioncourt}
Mi amado Louis, logre captar el temor en la expresión de su rostro. Sin embargo, no era su vida lo que tanto angustiaba el alma de aquel vampiro. Louis estaba preocupado por la seguridad de Claudia. Sus preguntas hacían eco en mi mente y sus ojos se clavan desafiantes en mí. Él estaba dispuesto a enfrentarme, aunque comprendiera la gran diferencia entre sus poderes y los míos. El sonido engañosamente suave de su voz pronunciando mi nombre, forzó una sonrisa en mis labios. Gire mi rostro hacia Gabrielle, ignorando apropósito la pregunta del vampiro solo para encontrarme con la mirada fría de mi madre reprochándome exactamente lo mismo que Louis. Irónico. Solo me hizo falta escuchar la vocecita de mi pequeña muñeca para soltar una estruendosa carcajada. Louis y Claudia me observaban sorprendidos o tal vez estaban molestos, y Gabrielle, paciente como siempre. Las tres criaturas parecían estar ansiosas y dispuestas a bombardéame con miles de preguntas, completamente seguros, que aquel encuentro fuese obra mía.
Contemple a cada uno de ellos manteniendo una sonrisa en mi rostro, mi mirada viajo desde aquel hombre con quien compartí años oscuros y románticos, mi compañero, como no lo había sido ningún otro inmortal. Me detuve en el infantil rostro de porcelana que se ocultaba detrás de él, mi niña vampira, una esplendida inmortal de asombrosa belleza. Finalmente clave mis ojos en Gabrielle, un arcángel de mármol en el pórtico de una iglesia, una vampira radiante, poderosa e impredecible.
El destino mis estimados, nada tengo que ver en este encuentro. Aunque ha resultado excelente, como si lo hubiera planificado ¿no? –Reí con suavidad, burlándome de sus sospechas mientras lentamente bajaba los peldaños acortando la distancia entre nosotros, me detuve frente a mi madre y la estreche amorosamente entre mis brazos- Gabrielle… -susurre en su oído sin dejar de vigilar a Claudia y Louis en ningún momento-
Me aparte de ella para aproximarme a aquellos que no veía durante años, pero el temor a que huyeran inquietos y asustados por mi presencia fijo mis pies al suelo, siendo incapaz de moverme.
Louis… -susurre y mi mirada se traslado a ella- Claudia… -los estudie en silencio durante unos segundos que para los presentes fueron eternos. Hice una ligera mueca de reproche y dolor con los labios, mientras permanecía con la mirada inalterable en ellos – Debería odiarlos… -declare con un murmullo de voz seco, donde las palabras parecían desvanecerse junto a la brisa que acaricio mi rostro-
Contemple a cada uno de ellos manteniendo una sonrisa en mi rostro, mi mirada viajo desde aquel hombre con quien compartí años oscuros y románticos, mi compañero, como no lo había sido ningún otro inmortal. Me detuve en el infantil rostro de porcelana que se ocultaba detrás de él, mi niña vampira, una esplendida inmortal de asombrosa belleza. Finalmente clave mis ojos en Gabrielle, un arcángel de mármol en el pórtico de una iglesia, una vampira radiante, poderosa e impredecible.
El destino mis estimados, nada tengo que ver en este encuentro. Aunque ha resultado excelente, como si lo hubiera planificado ¿no? –Reí con suavidad, burlándome de sus sospechas mientras lentamente bajaba los peldaños acortando la distancia entre nosotros, me detuve frente a mi madre y la estreche amorosamente entre mis brazos- Gabrielle… -susurre en su oído sin dejar de vigilar a Claudia y Louis en ningún momento-
Me aparte de ella para aproximarme a aquellos que no veía durante años, pero el temor a que huyeran inquietos y asustados por mi presencia fijo mis pies al suelo, siendo incapaz de moverme.
Louis… -susurre y mi mirada se traslado a ella- Claudia… -los estudie en silencio durante unos segundos que para los presentes fueron eternos. Hice una ligera mueca de reproche y dolor con los labios, mientras permanecía con la mirada inalterable en ellos – Debería odiarlos… -declare con un murmullo de voz seco, donde las palabras parecían desvanecerse junto a la brisa que acaricio mi rostro-
- Spoiler:
- Me disculpo por haber tardado tanto. Estuve muy ocupado y luego me fui de vacaciones. Gracias por su paciencia, saludos.-
Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 1128
Fecha de inscripción : 09/01/2011
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