AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Negro como la Noche. Dulce como el Pecado. {Adam DuPont}
2 participantes
Página 2 de 2.
Página 2 de 2. • 1, 2
Negro como la Noche. Dulce como el Pecado. {Adam DuPont}
Recuerdo del primer mensaje :
París, hermosa y grande, de calles laberínticas y hermosos secretos para descubrir en cada una de ellas. París, incluso el nombre sonaba de forma musical en la lengua de Éabann mientras caminaba con suavidad y sin prisa por sus calles. Llevaba apenas unos días en los alrededores de la gran urbe, tenía mucho que descubrir, mucho que aprender, pero en cierta manera se había enamorado del lugar que pisaban sus pies. Había algo en la ciudad que Londres no tenía, una cierta sensualidad parcialmente encubierta que hacía que Éabann sintiera curiosidad, una enorme curiosidad, por lo que había en la ciudad.
Llevaba el largo cabello oscuro recogido y cubierto, un vestido de tarde de color verde combinaba con los ojos curiosos que miraban a su alrededor. Una vez más se había disfrazado, había tomado la ropa que solía usar cuando estaba en Londres y que tan incómoda le parecía. Esa ropa que se aferraba a su cuerpo y que en parte le impedía moverse con la agilidad habitual, gracias a los Dioses había olvidado —a propósito— el cruel corsé que jamás entendería por qué las hombres usaban. No entendía por qué necesitaban sentir esa prenda presionando las costillas.
Era por la tarde, quizá fueran las cinco de la tarde aunque no llevaba reloj. Esa tarde estaba simplemente disfrutando después de una mañana en la que había conseguido sacar algo de dinero leyendo la mano en las calles. No quería abusar de la buena suerte que había tenido en Londres cuando había encontrado un buen trabajo y había mantenido una forma de vida propio de la clase media gracias a su “marido”. Respiró hondo por un momento. En ocasiones le echaba de menos, pensaba qué estaría haciendo, cómo estaría sobreviviendo. La separación no había sido traumática, pero era cierto que sí había sido extraña. Respiró hondo por un momento, podía oler más adelante un aroma característico que le encantaba: el del chocolate, ese olor que le hacía casi saborearlo, tan negro como la noche y tan dulce como el pecado.
Sonrió con suavidad, era un capricho, sabía que tenía que controlarse y que no podía desperdiciar el dinero en algo tan mundano como una taza de chocolate pero… bueno, era uno de sus pequeños vicios. Sus pasos la llevaron hasta la pequeña cafetería, observando el interior. Era extraño, pero hermoso en cierta manera. Una forma de vida que comenzaba a salir a las calles como si las casas estuvieran ahogando a los hombres y a las mujeres. Era raro que una mujer estuviera sola, sin una carabina o sin un hombre que la acompañara por lo que varias miradas se habían girado hacia ella. Se detuvo ante la mirada del dueño, aun a través de la cristalera pudo notar con claridad que no la serviría estando ella sola.
Y eso que no llevaba sus ropas acostumbradas que la señalaban como una gitana.
—Ni que fuera a atracarles. —comentó para sí, mientras se giraba de golpe sin mirar si había alguien detrás de ella o no.
Llevaba el largo cabello oscuro recogido y cubierto, un vestido de tarde de color verde combinaba con los ojos curiosos que miraban a su alrededor. Una vez más se había disfrazado, había tomado la ropa que solía usar cuando estaba en Londres y que tan incómoda le parecía. Esa ropa que se aferraba a su cuerpo y que en parte le impedía moverse con la agilidad habitual, gracias a los Dioses había olvidado —a propósito— el cruel corsé que jamás entendería por qué las hombres usaban. No entendía por qué necesitaban sentir esa prenda presionando las costillas.
Era por la tarde, quizá fueran las cinco de la tarde aunque no llevaba reloj. Esa tarde estaba simplemente disfrutando después de una mañana en la que había conseguido sacar algo de dinero leyendo la mano en las calles. No quería abusar de la buena suerte que había tenido en Londres cuando había encontrado un buen trabajo y había mantenido una forma de vida propio de la clase media gracias a su “marido”. Respiró hondo por un momento. En ocasiones le echaba de menos, pensaba qué estaría haciendo, cómo estaría sobreviviendo. La separación no había sido traumática, pero era cierto que sí había sido extraña. Respiró hondo por un momento, podía oler más adelante un aroma característico que le encantaba: el del chocolate, ese olor que le hacía casi saborearlo, tan negro como la noche y tan dulce como el pecado.
Sonrió con suavidad, era un capricho, sabía que tenía que controlarse y que no podía desperdiciar el dinero en algo tan mundano como una taza de chocolate pero… bueno, era uno de sus pequeños vicios. Sus pasos la llevaron hasta la pequeña cafetería, observando el interior. Era extraño, pero hermoso en cierta manera. Una forma de vida que comenzaba a salir a las calles como si las casas estuvieran ahogando a los hombres y a las mujeres. Era raro que una mujer estuviera sola, sin una carabina o sin un hombre que la acompañara por lo que varias miradas se habían girado hacia ella. Se detuvo ante la mirada del dueño, aun a través de la cristalera pudo notar con claridad que no la serviría estando ella sola.
Y eso que no llevaba sus ropas acostumbradas que la señalaban como una gitana.
—Ni que fuera a atracarles. —comentó para sí, mientras se giraba de golpe sin mirar si había alguien detrás de ella o no.
Éabann G. Dargaard- Gitano
- Mensajes : 205
Fecha de inscripción : 09/05/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Negro como la Noche. Dulce como el Pecado. {Adam DuPont}
Los ojos verdes de la mujer siguieron el movimiento de su lengua sin que se diera siquiera cuenta. Debería controlar los impulsos que en ese momento le indicaban que se agachara y recorriera esa ínfima distancia que los distanciaba. Conocía su sabor y la sensación que siempre provocaban en ella sus labios, conocía el contacto de su mano en su piel, el roce de sus cuerpos. Conocía los susurros dichos a media voz, el tono utilizado, las palabras dichas. Y aun así, también sabía que había en juego mucho más que un momento, un instante, había mucho más que el placer que ambos podrían prodigarse. Estaba su amistad. Esa amistad que Éabann cuidaba como algo sagrado y pocas cosas lo eran en realidad para ella.
Alzó la mano para acariciar con suavidad la mejilla de Adam cuando apartó la mirada tras sus palabras. Había algo en él que hacía que quisiera protegerlo, que quisiera mantenerlo a salvo. Su amistad, sí, pero también que en el hombre que tenía delante de ella veía al muchacho que fue. Eran dos sentimientos encontrados que parecía que no tenían una clara salida. Una situación en la que parecía que tomara el camino que tomara podría llegar a perder el otro y no volver a encontrarlo, incluso parte. Hizo que la mirara entonces, manteniéndose en la misma postura, ligeramente inclinada sobre él y con los ojos a unos pocos centímetros.
—Entonces tendré que pensar algo apropiado y que nos satisfaga a los dos ¿no crees? —deslizó lentamente su índice por su mentón mientras le miraba a los ojos. Buscaba que en sus ojos hubiera cariño, que no reflejaran todo lo que en realidad necesitaba hacer y expresar, pero que procuraba mantener como siempre bajo control en algún lugar lejos de la superficie. —¿Qué podría darte como incentivo para que me permitieras ir en tu ayuda? —se quedó entonces pensativa, mirándole a los ojos mientras se mordía por un momento el labio inferior, dejando que sus ojos verdes vagaran lentamente por su rostro. — Adam… —no sabían bien por que pronunciaba su nombre, si era a forma de disculpa o de petición, si como un ruego o como un sentimiento de culpabilidad que se instalaba en su pecho. Le había echado de menos, le había necesitado como no se permitía necesitar a nadie. Y estaba allí.
Una vez más su mano se deslizó acariciando el mentón de él, su mejilla, hasta que enmarcó con suavidad su rostro y se inclinó, besando con suavidad la comisura de sus labios, bajando un instante a su mentón y finalmente dejando un beso en la nariz en un gesto que mostraba cariño. Había rodeado sus labios porque sabía que si le besaba, si daba ese paso, ese momento quedaría eclipsado. Maldita sea, pero era tan cómodo estar allí, apoyada en su pecho, sintiendo su corazón latir y sintiendo su respiración…
Alzó la mano para acariciar con suavidad la mejilla de Adam cuando apartó la mirada tras sus palabras. Había algo en él que hacía que quisiera protegerlo, que quisiera mantenerlo a salvo. Su amistad, sí, pero también que en el hombre que tenía delante de ella veía al muchacho que fue. Eran dos sentimientos encontrados que parecía que no tenían una clara salida. Una situación en la que parecía que tomara el camino que tomara podría llegar a perder el otro y no volver a encontrarlo, incluso parte. Hizo que la mirara entonces, manteniéndose en la misma postura, ligeramente inclinada sobre él y con los ojos a unos pocos centímetros.
—Entonces tendré que pensar algo apropiado y que nos satisfaga a los dos ¿no crees? —deslizó lentamente su índice por su mentón mientras le miraba a los ojos. Buscaba que en sus ojos hubiera cariño, que no reflejaran todo lo que en realidad necesitaba hacer y expresar, pero que procuraba mantener como siempre bajo control en algún lugar lejos de la superficie. —¿Qué podría darte como incentivo para que me permitieras ir en tu ayuda? —se quedó entonces pensativa, mirándole a los ojos mientras se mordía por un momento el labio inferior, dejando que sus ojos verdes vagaran lentamente por su rostro. — Adam… —no sabían bien por que pronunciaba su nombre, si era a forma de disculpa o de petición, si como un ruego o como un sentimiento de culpabilidad que se instalaba en su pecho. Le había echado de menos, le había necesitado como no se permitía necesitar a nadie. Y estaba allí.
Una vez más su mano se deslizó acariciando el mentón de él, su mejilla, hasta que enmarcó con suavidad su rostro y se inclinó, besando con suavidad la comisura de sus labios, bajando un instante a su mentón y finalmente dejando un beso en la nariz en un gesto que mostraba cariño. Había rodeado sus labios porque sabía que si le besaba, si daba ese paso, ese momento quedaría eclipsado. Maldita sea, pero era tan cómodo estar allí, apoyada en su pecho, sintiendo su corazón latir y sintiendo su respiración…
Éabann G. Dargaard- Gitano
- Mensajes : 205
Fecha de inscripción : 09/05/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Negro como la Noche. Dulce como el Pecado. {Adam DuPont}
En los movimientos y las palabras de Éabann él también podía notar cierta inseguridad. Llegó a pensar que podría sentirse de la misma manera que él, solo que, como siempre, lo afrontaba de una manera algo más madura. Ella tampoco es que fuera como él. No tenía esos "instintos depredadores" que le salía siempre cuando estaba en compañía de alguien ciertamente agradable. Aunque ella era especial, claro, por eso precisamente no se atrevía a apresarla e intentaba ser tan cuidadoso con sus acciones. Le costaba ver a través de su mente, por mucho que a menudo le resultara fácil, no era como las demás. Era bastante más complicada de entender y no tan simple como un simple sonrojo o tartamudeo por una caricia.
Entrecerró los ojos ante ambos besos, tentado de mover un tanto el rostro para que ambos labios acabaran de juntarse más siendo lo suficientemente paciente como para aguantarse. Una vez más ponía a prueba el control de su mente y de su cuerpo. Se ponía a prueba a si mismo. Se negaba a sucumbir por completo cuando había algo más importante que sus propios deseos y eso no era algo nuevo. Siempre anteponía los deseos de otros a los suyos, la diferencia fundamental, es que las otras veces solía estar seguro que su deseo era el de su acompañante. Esta vez flaqueaba en ese punto, que era lo que le hacía dudar.
- Éabann.. - susurró y en un rápido movimiento giró ambos cuerpos, intercambiando las posiciones. Ahora él se encontraba arriba y ella debajo de su cuerpo. Una mano fue hasta la cintura de ella como había echo anteriormente y la acarició por sobre la ropa mientras el brazo de la otra permanecía apoyado sobre la hierva, sujetando su propio cuerpo. Se relamió suavemente los labios tras el susurro, no sabía exactamente que había querido decir con él, tal vez, solo le correspondía al que ella había echo - Parecemos tontos.. - murmuró junto a una pequeña carcajada, analizando mentalmente su situación.
Se mordió levemente el labio antes de empezar a acercar su rostro al de ella, primero rozando sus labios con su propia nariz - Esto es algo que queremos los dos ¿verdad? - preguntó en un susurro desviando la vista de los labios hasta los ojos ajenos, acariciando ahora los labios con los suyos propios todavía sin besarlos; únicamente provocandolos - Entonces no deberiamos dudar - alzó un tanto más el rostro para dar un pequeño mordisco a la punta de su nariz, volviendo luego a donde estaba antes.
La sonrisa de su rostro había pasado a ser una expresión más seria y tal vez algo más madura. Más en sus ojos podía verse el brillo de lo que aquello le apasionaba.
Entrecerró los ojos ante ambos besos, tentado de mover un tanto el rostro para que ambos labios acabaran de juntarse más siendo lo suficientemente paciente como para aguantarse. Una vez más ponía a prueba el control de su mente y de su cuerpo. Se ponía a prueba a si mismo. Se negaba a sucumbir por completo cuando había algo más importante que sus propios deseos y eso no era algo nuevo. Siempre anteponía los deseos de otros a los suyos, la diferencia fundamental, es que las otras veces solía estar seguro que su deseo era el de su acompañante. Esta vez flaqueaba en ese punto, que era lo que le hacía dudar.
- Éabann.. - susurró y en un rápido movimiento giró ambos cuerpos, intercambiando las posiciones. Ahora él se encontraba arriba y ella debajo de su cuerpo. Una mano fue hasta la cintura de ella como había echo anteriormente y la acarició por sobre la ropa mientras el brazo de la otra permanecía apoyado sobre la hierva, sujetando su propio cuerpo. Se relamió suavemente los labios tras el susurro, no sabía exactamente que había querido decir con él, tal vez, solo le correspondía al que ella había echo - Parecemos tontos.. - murmuró junto a una pequeña carcajada, analizando mentalmente su situación.
Se mordió levemente el labio antes de empezar a acercar su rostro al de ella, primero rozando sus labios con su propia nariz - Esto es algo que queremos los dos ¿verdad? - preguntó en un susurro desviando la vista de los labios hasta los ojos ajenos, acariciando ahora los labios con los suyos propios todavía sin besarlos; únicamente provocandolos - Entonces no deberiamos dudar - alzó un tanto más el rostro para dar un pequeño mordisco a la punta de su nariz, volviendo luego a donde estaba antes.
La sonrisa de su rostro había pasado a ser una expresión más seria y tal vez algo más madura. Más en sus ojos podía verse el brillo de lo que aquello le apasionaba.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 510
Fecha de inscripción : 16/05/2011
Edad : 32
Localización : Encima o Debajo de tí ¿qué prefieres?
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Negro como la Noche. Dulce como el Pecado. {Adam DuPont}
La tensión parecía crujir a su alrededor, como si ambos cuerpos estuvieran en pleno movimiento cuando en realidad cada uno de los movimientos se medían con lentitud, como si fuera fundamental no hacerlo con un movimiento brusco. Éabann la notaba en cada uno de los centímetros de su cuerpo. Se estremecía, por supuesto, notando cada uno de los cambios que se producían en los ojos de él y que estaba segura de que lo hacían de forma paralela en ella, como eran las pupilas dilatadas o que los sonidos llegaban tan amortiguados que ya no importaban. En ese momento, al menos para la gitana, solo existían ellos.
El movimiento de él le cogió por un momento por sorpresa, acomodándose y mirándole directamente. Se perdió en esos ojos, en el rostro, en el pelo. Notó el cosquilleo que provocaba su mano en su cadera por encima de la ropa mientras casi en un acto reflejo y que repetía el de él se lamió los labios que de repente se habían puesto secos. Frunció apenas el ceño al darse cuenta de que se estaba comportando como una niña frente a él. Que esas inseguridades iban muy en contra de su forma de ser. No es que tuviera amantes allá donde iba, pasar las barreras de la morena era bastante difícil, pero cuando había una atracción como aquella solía deslizarse hacia ella sin mayor problema.
—Un poco. —reconoció mientras sonreía, mirándole. Lo eran, pero desde su lógica era entendible. Ambos se atraían, en el caso de Éabann mucho al menos. Adam ya no era aquel joven con el que había estado, sino todo un hombre y su curiosidad innata le hacía intentar saber qué era lo que se escondía allí. Pero también estaba el hecho fundamental de que era su amigo, una amistad que acaban de recuperar y que quería guardar, proteger, alimentar y mantener por largo, largo tiempo. Su mirada se perdió en su rostro, cerrando por un momento estos cuando notó los labios de él deslizarse por sus labios, por su nariz, sin llegar a besarla en realidad. Pero necesitaba mirarle. Y tocarle. Su mano se alzó hasta la mejilla de él, una vez más, acariciándosela mientras notaba el cosquilleo de sus labios sin ser en realidad un beso. El instinto le mandaba, pero antes…—Sí, aunque tengo la sensación que los dos tememos lo mismo.
Lo temían, sí, pero en ese momento fue otra cosa lo que habló. Éabann se movió lo justo como para unir sus labios con los de él, saboreándolos como no lo había hecho antes cuando se habían encontrado. Un beso lento, pensativo casi, como si estuviera recuperando el tiempo que habían perdido y no tuviera prisas por separarse de ellos. Sabía que muchas mujeres hubieran esperado a que fuera él el que daba el primer paso, pero en ese momento la mujer no pensaba, sino que sentía. Y lo que sentía le hacía necesitar besarlo. ¿Se arrepentiría más tarde? No lo creía, porque en ese momento era lo que quería y Éabann no era de las que lamentaba tomar lo que deseaban.
El movimiento de él le cogió por un momento por sorpresa, acomodándose y mirándole directamente. Se perdió en esos ojos, en el rostro, en el pelo. Notó el cosquilleo que provocaba su mano en su cadera por encima de la ropa mientras casi en un acto reflejo y que repetía el de él se lamió los labios que de repente se habían puesto secos. Frunció apenas el ceño al darse cuenta de que se estaba comportando como una niña frente a él. Que esas inseguridades iban muy en contra de su forma de ser. No es que tuviera amantes allá donde iba, pasar las barreras de la morena era bastante difícil, pero cuando había una atracción como aquella solía deslizarse hacia ella sin mayor problema.
—Un poco. —reconoció mientras sonreía, mirándole. Lo eran, pero desde su lógica era entendible. Ambos se atraían, en el caso de Éabann mucho al menos. Adam ya no era aquel joven con el que había estado, sino todo un hombre y su curiosidad innata le hacía intentar saber qué era lo que se escondía allí. Pero también estaba el hecho fundamental de que era su amigo, una amistad que acaban de recuperar y que quería guardar, proteger, alimentar y mantener por largo, largo tiempo. Su mirada se perdió en su rostro, cerrando por un momento estos cuando notó los labios de él deslizarse por sus labios, por su nariz, sin llegar a besarla en realidad. Pero necesitaba mirarle. Y tocarle. Su mano se alzó hasta la mejilla de él, una vez más, acariciándosela mientras notaba el cosquilleo de sus labios sin ser en realidad un beso. El instinto le mandaba, pero antes…—Sí, aunque tengo la sensación que los dos tememos lo mismo.
Lo temían, sí, pero en ese momento fue otra cosa lo que habló. Éabann se movió lo justo como para unir sus labios con los de él, saboreándolos como no lo había hecho antes cuando se habían encontrado. Un beso lento, pensativo casi, como si estuviera recuperando el tiempo que habían perdido y no tuviera prisas por separarse de ellos. Sabía que muchas mujeres hubieran esperado a que fuera él el que daba el primer paso, pero en ese momento la mujer no pensaba, sino que sentía. Y lo que sentía le hacía necesitar besarlo. ¿Se arrepentiría más tarde? No lo creía, porque en ese momento era lo que quería y Éabann no era de las que lamentaba tomar lo que deseaban.
Éabann G. Dargaard- Gitano
- Mensajes : 205
Fecha de inscripción : 09/05/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Negro como la Noche. Dulce como el Pecado. {Adam DuPont}
Antes de que pudiera darse cuenta los labios de Éabann ya estaban sobre los suyos en un cálido y suave beso. Fue casi visto y no visto a pesar de la lentitud que se habían tomado ambos para pensar lo que hacer pues, tal y como ella había dicho, lo más probable es que ambos estuviesen temiendo lo mismo. Sin embargo ella dió el primer paso decididamente, como había echo siempre las cosas. No se caracterizaba por ser alguien que dudara en sus movimientos, fuesen cuales fuesen, pero también pensaba mucho las cosas. No solía ser impulsiva al contrario que Adam el cual no podía evitar hacer muchas veces lo que el cuerpo le pidiera.
Y una vez ella le dió la "marca de salida" él ya no pensó más en sus actos. La mano en su cintura se aferró y empezó a acariciar con algo más de fuerza la zona mientras él se apretaba contra su cuerpo, intensificando así el beso. Cerró los ojos y dejó que su cuerpo actuara a petición de lo que deseara, en cualquier caso, ella le detendría si algo de lo que hacía no le agradaba o consideraba que había tenido suficiente. Él ya no podía pensar más en controlarse aunque, de echo, ya se estaba conteniendo con aquello. Conteniendo de no acariciar todo lo que le gustaría.
En otro ágil movimiento volvió de nuevo a cambiar las posiciones, dejandola a ella sobre su cuerpo para así poder acariciar su nuca con una de las manos. La apretó, acercandola más hasta que en un suspiro se separó unos centímetros; abriendo los ojos y mirandola - Éabann.. - susurró lo justo como para respirar enseguida tomando de nuevo sus labios. Sus párpados se cerraros y volvió de nuevo a dejarse llevar, perdiendo ligeramente la consciencia de lo que hacía.
Ambas manos apretaban sus cuerpos en donde estuviesen situadas y se atrevió a sacar su lengua para explorar la cavidad contraria, obligandola a que ella también hiciese lo mismo. Intercambiando saliva en aquel movimiento. Finalmente acabó por rodear su cintura con el brazo de la misma mano que la acariciaba, intentando transmitirle lo que ocultaba dentro pero que no era capaz de expresar bien con palabras.
¿Cuánto duraría aquello? Él no lo sabía, y por eso mismo lo único por lo que se preocupaba era de disfrutarlo. Disfrutar hasta que tuvieran que separarse porque su amistad no lo toleraría.
Y una vez ella le dió la "marca de salida" él ya no pensó más en sus actos. La mano en su cintura se aferró y empezó a acariciar con algo más de fuerza la zona mientras él se apretaba contra su cuerpo, intensificando así el beso. Cerró los ojos y dejó que su cuerpo actuara a petición de lo que deseara, en cualquier caso, ella le detendría si algo de lo que hacía no le agradaba o consideraba que había tenido suficiente. Él ya no podía pensar más en controlarse aunque, de echo, ya se estaba conteniendo con aquello. Conteniendo de no acariciar todo lo que le gustaría.
En otro ágil movimiento volvió de nuevo a cambiar las posiciones, dejandola a ella sobre su cuerpo para así poder acariciar su nuca con una de las manos. La apretó, acercandola más hasta que en un suspiro se separó unos centímetros; abriendo los ojos y mirandola - Éabann.. - susurró lo justo como para respirar enseguida tomando de nuevo sus labios. Sus párpados se cerraros y volvió de nuevo a dejarse llevar, perdiendo ligeramente la consciencia de lo que hacía.
Ambas manos apretaban sus cuerpos en donde estuviesen situadas y se atrevió a sacar su lengua para explorar la cavidad contraria, obligandola a que ella también hiciese lo mismo. Intercambiando saliva en aquel movimiento. Finalmente acabó por rodear su cintura con el brazo de la misma mano que la acariciaba, intentando transmitirle lo que ocultaba dentro pero que no era capaz de expresar bien con palabras.
¿Cuánto duraría aquello? Él no lo sabía, y por eso mismo lo único por lo que se preocupaba era de disfrutarlo. Disfrutar hasta que tuvieran que separarse porque su amistad no lo toleraría.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 510
Fecha de inscripción : 16/05/2011
Edad : 32
Localización : Encima o Debajo de tí ¿qué prefieres?
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Negro como la Noche. Dulce como el Pecado. {Adam DuPont}
Éabann odiaba en ese instante la ropa que llevaba que no le permitía sentirlo con comodidad. Odiaba el peso de las faldas entre sus piernas, odiaba la tela gruesa, odiaba el sentirse aprisionada entre capas y capas de tela, al menos no llevaba corsé. Entendía menos que de costumbre el por qué de las mujeres que llevaban todo aquello cuando la ropa que los suyos solían llevar era mucho más cómoda y liviana, incluso la ropa de los hombres. Se preguntaba si tenía que ver con el poco cariño que tenían a su cuerpo porque sino no lo entendía. No entendía por qué desperdiciar lo que uno podía sentir. Sus manos volaron con lentitud por su espalda notando los músculos de él flexionarse y expandirse, a pesar de las capas de ropa que llevaba.
Una vez más se encontró sobre él, esta vez ya no había un movimiento recatado para disfrutarlo únicamente lo justo y necesario, para poder apoyarse en él. Su mano jugueteó en el torso de él mientras abría los ojos para mirarle. Su oscuro cabello caía sobre ambos como si fuera el dosel de una cama aislándolos más si cabía de lo que sucedía fuera de aquel pequeño lugar donde aún había hierba verde donde estar tumbados. Su mente había desconectado y eran sus instintos los que habían tomado el control de su cuerpo. Esa amistad que tenían, ese cariño seguía presente. No quería estropearlo, no quería ir ni muy rápido ni muy lejos, pero cuando la sangre rugía en sus oídos y el corazón la ensordecía era muy difícil apartar todo y pensar.
La batalla de sus labios se detuvo cuando la morena bajó hasta su mentón en lentos besos donde dejó apenas un breve mordisco antes de llegar al hueco de su cuello donde apenas dejó un recorrido de lentas caricias hasta que se detuvo apoyando su frente sobre su hombro. Una de sus manos se encontraba acariciando ligeramente su pelo, ese pelo que siempre le había gustado, mientras que la otra había vagado de forma lenta y perezosa por el torso de él, buscando sentir algo más que la pesadez de las ropas y agradeciendo el calor que se filtraba entre ellas procedente de su cuerpo.
—Dioses.—llegó a susurrar intentando recuperar un aliento que parecía que estaba a punto de irse dejándola sin forma para respirar. Rozó con su nariz el cuello de él en un gesto lento, perezoso y claramente mimoso, notando ese olor a jabón y hombre que despertaba todos sus recuerdos. —No vamos a negar que la llama sigue presente.—una ligera risa se escapó de sus labios y se movió para mirarle a los ojos, dejando que sus labios le besaran con lentitud unos instantes, un gesto cariñoso que buscaba recomponer un equilibrio que parecía que se estaba tambaleando hasta el punto de derrumbarse. —Me encantas Adam, me hechizas y consigues que deje de pensar, que solo actúe.
Una vez más se encontró sobre él, esta vez ya no había un movimiento recatado para disfrutarlo únicamente lo justo y necesario, para poder apoyarse en él. Su mano jugueteó en el torso de él mientras abría los ojos para mirarle. Su oscuro cabello caía sobre ambos como si fuera el dosel de una cama aislándolos más si cabía de lo que sucedía fuera de aquel pequeño lugar donde aún había hierba verde donde estar tumbados. Su mente había desconectado y eran sus instintos los que habían tomado el control de su cuerpo. Esa amistad que tenían, ese cariño seguía presente. No quería estropearlo, no quería ir ni muy rápido ni muy lejos, pero cuando la sangre rugía en sus oídos y el corazón la ensordecía era muy difícil apartar todo y pensar.
La batalla de sus labios se detuvo cuando la morena bajó hasta su mentón en lentos besos donde dejó apenas un breve mordisco antes de llegar al hueco de su cuello donde apenas dejó un recorrido de lentas caricias hasta que se detuvo apoyando su frente sobre su hombro. Una de sus manos se encontraba acariciando ligeramente su pelo, ese pelo que siempre le había gustado, mientras que la otra había vagado de forma lenta y perezosa por el torso de él, buscando sentir algo más que la pesadez de las ropas y agradeciendo el calor que se filtraba entre ellas procedente de su cuerpo.
—Dioses.—llegó a susurrar intentando recuperar un aliento que parecía que estaba a punto de irse dejándola sin forma para respirar. Rozó con su nariz el cuello de él en un gesto lento, perezoso y claramente mimoso, notando ese olor a jabón y hombre que despertaba todos sus recuerdos. —No vamos a negar que la llama sigue presente.—una ligera risa se escapó de sus labios y se movió para mirarle a los ojos, dejando que sus labios le besaran con lentitud unos instantes, un gesto cariñoso que buscaba recomponer un equilibrio que parecía que se estaba tambaleando hasta el punto de derrumbarse. —Me encantas Adam, me hechizas y consigues que deje de pensar, que solo actúe.
Éabann G. Dargaard- Gitano
- Mensajes : 205
Fecha de inscripción : 09/05/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Negro como la Noche. Dulce como el Pecado. {Adam DuPont}
Un suspiró salió de los labios de Adam cuando Éabann se separó, de placer y a la vez de reclamo por querer continuar besándolos como hacía unos segundos, sin embargo, podía notar ambas respiraciones agitadas. ¡Y eso que sólo había sido un beso! Menudo beso, demasiado intenso. Estaban teniendo un segundo reencuentro sí, ahora sus cuerpos también se reencontraban, concretamente, estaban empezando sus labios ¿pasaría eso al resto o se quedaría únicamente allí? eran preguntas que Adam no podía contestarle pues no sabía su respuesta.
La abrazó por la cintura dejando que descansara sobre su cuerpo y acarició la zona lenta y pausadamente para que ella pudiera notarle. Lo que no quería que notara más bien era el pequeño bulto que había empezado a formársele en la entrepierna, en momentos como esos deseaba ser una mujer únicamente para poder esconder su excitación tan bien como lo hacían ellas. Lo tenían sumamente fácil pues él en ese momento no podía saber como se sentía, solo deducía que le había gustado por sus palabras. Palabras que también le sacaron a él una sonrisa, eran ciertamente divertidas y opinaban igual. La llama seguía encendida, eso le agradaba. Claro que de no ser así tampoco Adam iba a perder el afecto que le tenía, ese ya se lo había ganado de por vida.
La movió ligeramente hasta que ambos quedaron de medio lado, poniendola aún así algo más a ella sobre su cuerpo para que reposara - Sí, esta claro que seguimos igual - susurró con su frente apoyada en la de ella y una sonrisa ligeramente pícara. - ¿Ah no lo sabes? Esque soy brujo, te lanzé uno de mis echizos hace tiempo y ahora lo estoy perfeccionando - se relamió ligeramente los labios y devolvió el pico que acababa de darle hacía unos segundos, pasando más allá hasta que sus labios rozaron el oido ajeno - Ya no soy ese niño y podría demostrarte todo lo que he aprendido - mordió ligeramente su lóbulo y su sonrisa se acentuó algo más maliciosamente.
Una de las manos, concretamente, la que estaba más cerca de su cadera se deslizó hasta meterse bajo el vestido y disimuladamente empezó a acariciar sus muslos directamente. La piel de Éabann por aquella zona continuaba como hacia unos años y estaban empezando a volverle loco. La cuestión de todo sería saber si podría controlarse una vez provara un poco más de ella. Le parecía imposible en ese momento.
La abrazó por la cintura dejando que descansara sobre su cuerpo y acarició la zona lenta y pausadamente para que ella pudiera notarle. Lo que no quería que notara más bien era el pequeño bulto que había empezado a formársele en la entrepierna, en momentos como esos deseaba ser una mujer únicamente para poder esconder su excitación tan bien como lo hacían ellas. Lo tenían sumamente fácil pues él en ese momento no podía saber como se sentía, solo deducía que le había gustado por sus palabras. Palabras que también le sacaron a él una sonrisa, eran ciertamente divertidas y opinaban igual. La llama seguía encendida, eso le agradaba. Claro que de no ser así tampoco Adam iba a perder el afecto que le tenía, ese ya se lo había ganado de por vida.
La movió ligeramente hasta que ambos quedaron de medio lado, poniendola aún así algo más a ella sobre su cuerpo para que reposara - Sí, esta claro que seguimos igual - susurró con su frente apoyada en la de ella y una sonrisa ligeramente pícara. - ¿Ah no lo sabes? Esque soy brujo, te lanzé uno de mis echizos hace tiempo y ahora lo estoy perfeccionando - se relamió ligeramente los labios y devolvió el pico que acababa de darle hacía unos segundos, pasando más allá hasta que sus labios rozaron el oido ajeno - Ya no soy ese niño y podría demostrarte todo lo que he aprendido - mordió ligeramente su lóbulo y su sonrisa se acentuó algo más maliciosamente.
Una de las manos, concretamente, la que estaba más cerca de su cadera se deslizó hasta meterse bajo el vestido y disimuladamente empezó a acariciar sus muslos directamente. La piel de Éabann por aquella zona continuaba como hacia unos años y estaban empezando a volverle loco. La cuestión de todo sería saber si podría controlarse una vez provara un poco más de ella. Le parecía imposible en ese momento.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 510
Fecha de inscripción : 16/05/2011
Edad : 32
Localización : Encima o Debajo de tí ¿qué prefieres?
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Negro como la Noche. Dulce como el Pecado. {Adam DuPont}
Un lento suspiro se escapó de los labios de Éabann mientras notaba el aliento de Adam en el lóbulo de su oreja y en su cuello. Un suspiro que buscaba decir lo que las palabras no habían dicho. Sintió un delicioso cosquillo que se extendía desde ese punto en el que la yema de de las manos del hombre que ya no era un niño como bien había dicho acariciaban la delicada y suave piel de su muslo. Una de sus manos volvió al torso de él, acariciándolo lentamente, disfrutando de ese contacto cálido que le proporcionaba mientras por un momento se mordía el labio inferior. Deseaba aquello, su cuerpo reaccionaba a las caricias de unas manos conocidas y de una persona que tenía un hueco en su corazón.
Su nariz rozó con lentitud su mentón, dejando que ese olor tan característico suyo la inundara por completo mientras que esa mano que acariciaba su torso se desvió al costado de él siguiendo el contorno del cuerpo masculino. Apenas sus labios rozaron la su barbilla, donde esa zona tan sensitiva pudo reconocer la aspereza que todavía no había terminado de formarse, seguramente porque Adam se habría afeitado esa mañana. Le gustaba aquello, poder sentir la piel suave, pero masculina, en la que según iban pasando las horas del día se tornaba más áspera por ese vello que parecía marcar el paso del tiempo.
— Así que un hechicero, ya decía yo que desde el momento en el que te ví, estaba deseando volver a rozar tus labios.—susurró con suavidad dejando que fuera su aliento, su respiración, la que acariciara la sensible zona del cuello y del lóbulo de la oreja. Su mano siguió ese escrutinio que vagaba sin un rumbo fijo por el torso de él, volviendo a memorizar con el tacto los contornos de él que habían cambiado en esos años que habían estado alejados. ¿Acaso aquel era el sino que ambos tenían? ¿Los reencuentros y ese anhelo por volver a rozarse, a besarse, a sentirse? Una amistad que no se encontraba eclipsada por aquellos momentos, puesto que burbujeaba presente entre ambos. — No, no lo eres, me doy perfectamente cuenta de ello.—susurró por un momento, mientras que sus manos se dirigieron hacia un hueco en su chaqueta para poder colarse debajo y notar la calidez de su piel de forma más directa, apenas separada por la camisa. — Eres todo un hombre.
Lo era y así podía notarlo deslizando la palma de su mano de forma ascendente. Sentía calor, una sensación maravillosa que la hacía sentir viva mientras besaba lentamente la piel de su mentón, dejando apenas un pequeño reguero de mordisquillos que iban rumbo a los labios de él una vez más, deteniéndose un instante para poder mirarle a los ojos sus frentes pegadas como hacía unos instantes.
Su nariz rozó con lentitud su mentón, dejando que ese olor tan característico suyo la inundara por completo mientras que esa mano que acariciaba su torso se desvió al costado de él siguiendo el contorno del cuerpo masculino. Apenas sus labios rozaron la su barbilla, donde esa zona tan sensitiva pudo reconocer la aspereza que todavía no había terminado de formarse, seguramente porque Adam se habría afeitado esa mañana. Le gustaba aquello, poder sentir la piel suave, pero masculina, en la que según iban pasando las horas del día se tornaba más áspera por ese vello que parecía marcar el paso del tiempo.
— Así que un hechicero, ya decía yo que desde el momento en el que te ví, estaba deseando volver a rozar tus labios.—susurró con suavidad dejando que fuera su aliento, su respiración, la que acariciara la sensible zona del cuello y del lóbulo de la oreja. Su mano siguió ese escrutinio que vagaba sin un rumbo fijo por el torso de él, volviendo a memorizar con el tacto los contornos de él que habían cambiado en esos años que habían estado alejados. ¿Acaso aquel era el sino que ambos tenían? ¿Los reencuentros y ese anhelo por volver a rozarse, a besarse, a sentirse? Una amistad que no se encontraba eclipsada por aquellos momentos, puesto que burbujeaba presente entre ambos. — No, no lo eres, me doy perfectamente cuenta de ello.—susurró por un momento, mientras que sus manos se dirigieron hacia un hueco en su chaqueta para poder colarse debajo y notar la calidez de su piel de forma más directa, apenas separada por la camisa. — Eres todo un hombre.
Lo era y así podía notarlo deslizando la palma de su mano de forma ascendente. Sentía calor, una sensación maravillosa que la hacía sentir viva mientras besaba lentamente la piel de su mentón, dejando apenas un pequeño reguero de mordisquillos que iban rumbo a los labios de él una vez más, deteniéndose un instante para poder mirarle a los ojos sus frentes pegadas como hacía unos instantes.
Éabann G. Dargaard- Gitano
- Mensajes : 205
Fecha de inscripción : 09/05/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Negro como la Noche. Dulce como el Pecado. {Adam DuPont}
Se estremeció al notar el contacto más directo con Éabann, aunque les separara su camisa podía notarla perfectamente. Esa pequeña mano recorriendole y explorando de la misma manera que él lo hacía con su muslo, por suerte, él podía tocarlo directamente. Daba gracias a quien hubiese inventado los vestidos para las mujeres, sabía que para ellas muchas veces eran incómodos y lo sentía por ellas pero de no ser así no habría podido disfrutar de la misma manera. O por lo menos no en ese lugar tan público, aunque no le sorprendía, cuando se trataba de alguien como ella que le excitaba de esa manera con un simple roce era capaz de hacer cualquier cosa.
Una pequeña sonrisa apareció en su rostro al escuchar sus palabras, le agradaba que le reconociera como un hombre. Siempre pensó que no le dió oportunidad de demostrarle que no era un simple niño curioso y que lo que sentía por ella iba más allá de alguien que quisiera satisfacer púramente su curiosidad en temas carnales; esa fue la manera en la que empezó más estar con ella acabó convirtiendose en todo un placer, un deseo o incluso podría decirse que una obsesión. Tal vez por eso quedó tan conmocionado ante su partida, sin embargo, esos sentimientos era algo que nunca había pensado confesarle y aunque ahora no fuesen tan fuertes podía notar que todavía quedaba algo. Algo de lo que ella tampoco se enteraría nunca o por lo menos no estaba en sus planes.
La imitó y recorrió su mentón hasta su clavicula, besandola y mordiendola intercaladamente repetidas veces. Su mano no dejó de acariciarla en ningún momento, teniendo deseos de aventurarse más allá pero de nuevo conteniendose como había echo momentos atrás antes de besarla.
Suspiró sobre su cuello y lamió una pequeña zona para después morderla con ligera fuerza - Siento que no voy a poder controlarme mucho más.. - susurró, notando como su respiración empezaba a hacelerarse. Atrapó el trozo de cuello con sus labios y succionó dispuesto a hacerle una marca; nunca había podido marcarla y siempre había querido hacerlo. Ahora ya no tenía que preocuparse por sentirse culpable ante ese deseo qe habitaba en él hacia su amiga. Ahora ya sabía que ella no estaba atada a nadie y por lo tanto eran igual de libres; eso sin duda le empujaba a continuar. Le empjaba demasiado.
Al acabar volvió el recorrido hasta llegar a sus labios, mordiendole el inferior con picardía - Siempre me sentí culpable por tu esposo, en cierto modo, pensé que te obligaba a hacer estas cosas.. - confesó abriendo los ojos y mirandola fijamente con algo de pena al recordar esos momentos más enseguida sonrió situandose en el presente; solo de pensar en su situación actual se le quitaban todas las penas de golpe - Y tú..¿Tú que me has echo? No es normal que desee de esta manera hacerte mía aún estando en este lugar..con el peligro de que nos vean.. - se mordió ligeramente el labio mientras sus ojos bajaban hasta los labios ajenos, sin resistirse a besarlos.
En ese mismo movimiento pegó algo más su cuerpo al de ella y subió la mano que acariciaba el muslo, esta vez acariciando el elástico de su prenda interior. Su propia entrepierna había quedado demasiado pegada al cuerpo de ella por lo que seguramente podría notar como empezaba a endurecerse de ese mismo roce y el apasionado beso que compartían.
Una pequeña sonrisa apareció en su rostro al escuchar sus palabras, le agradaba que le reconociera como un hombre. Siempre pensó que no le dió oportunidad de demostrarle que no era un simple niño curioso y que lo que sentía por ella iba más allá de alguien que quisiera satisfacer púramente su curiosidad en temas carnales; esa fue la manera en la que empezó más estar con ella acabó convirtiendose en todo un placer, un deseo o incluso podría decirse que una obsesión. Tal vez por eso quedó tan conmocionado ante su partida, sin embargo, esos sentimientos era algo que nunca había pensado confesarle y aunque ahora no fuesen tan fuertes podía notar que todavía quedaba algo. Algo de lo que ella tampoco se enteraría nunca o por lo menos no estaba en sus planes.
La imitó y recorrió su mentón hasta su clavicula, besandola y mordiendola intercaladamente repetidas veces. Su mano no dejó de acariciarla en ningún momento, teniendo deseos de aventurarse más allá pero de nuevo conteniendose como había echo momentos atrás antes de besarla.
Suspiró sobre su cuello y lamió una pequeña zona para después morderla con ligera fuerza - Siento que no voy a poder controlarme mucho más.. - susurró, notando como su respiración empezaba a hacelerarse. Atrapó el trozo de cuello con sus labios y succionó dispuesto a hacerle una marca; nunca había podido marcarla y siempre había querido hacerlo. Ahora ya no tenía que preocuparse por sentirse culpable ante ese deseo qe habitaba en él hacia su amiga. Ahora ya sabía que ella no estaba atada a nadie y por lo tanto eran igual de libres; eso sin duda le empujaba a continuar. Le empjaba demasiado.
Al acabar volvió el recorrido hasta llegar a sus labios, mordiendole el inferior con picardía - Siempre me sentí culpable por tu esposo, en cierto modo, pensé que te obligaba a hacer estas cosas.. - confesó abriendo los ojos y mirandola fijamente con algo de pena al recordar esos momentos más enseguida sonrió situandose en el presente; solo de pensar en su situación actual se le quitaban todas las penas de golpe - Y tú..¿Tú que me has echo? No es normal que desee de esta manera hacerte mía aún estando en este lugar..con el peligro de que nos vean.. - se mordió ligeramente el labio mientras sus ojos bajaban hasta los labios ajenos, sin resistirse a besarlos.
En ese mismo movimiento pegó algo más su cuerpo al de ella y subió la mano que acariciaba el muslo, esta vez acariciando el elástico de su prenda interior. Su propia entrepierna había quedado demasiado pegada al cuerpo de ella por lo que seguramente podría notar como empezaba a endurecerse de ese mismo roce y el apasionado beso que compartían.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 510
Fecha de inscripción : 16/05/2011
Edad : 32
Localización : Encima o Debajo de tí ¿qué prefieres?
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Negro como la Noche. Dulce como el Pecado. {Adam DuPont}
Cada una de esas caricias las sentía como pequeñas llamas que recorrían su piel. Se estremeció por un momento mientras notaba su respiración acelerarse. Sabía que con Adam podía dejarse llevar, podía simplemente sentir, notar esa calidez que desprendía y que la empapaba por completo. Podía sentir cómo su corazón latía bajo la palma de su mano cuando se acercó a su pectoral izquierdo, fuerte, de forma rítmica, quizá un poco acelerado, vivo. Ese simple hecho provocó que dejara escapar un suspiro al tiempo que buscaba la piel de su mentón una vez más, deslizándose con lentitud. El corazón funcionaba a mil por hora sintiendo cómo el calor aumentaba, cómo la respiración se hacía entrecortada y cómo necesitaba por todos los medios sentirle. Cerró los ojos ante sus palabras y ante ese gesto que sabía que finalmente dejaría una marca en su cuello. No era una persona que gustara ser marcada, pero en ese momento no pensó más que esa mezcla de dolor y placer.
Mordisqueó con suavidad la zona del cuello de él que quedaba a su altura, soplando con ligereza por un momento para que sintiera el contraste hasta que se fue moviendo hasta poder mirarle a los ojos con comodidad. Alzó la mano entonces, deslizándola fuera de su camisa. La de él que acariciaba su muslo le estaba provocando en realidad pequeñas llamaradas que hacían que buscara de forma inconsciente su cuerpo, el contacto, la necesidad de estar pegada a él. Su cuerpo reaccionaba a esa mano que era conocida mientras que sus palabras provocaban que le mirara pensativa.
Su mano apartó un mechón del rostro de él, acarició su mejilla y por un instante sus labios en un gesto cariñoso. Los ojos verdes de la mujer estaban ligeramente velados por las emociones contenidas en esos instantes. Era una especie de tiovivo que seguía girando, subiendo y bajando, aunque en ese momento estuvieran en un instante de descanso. Más allá de sus palabras, sus gestos hablaban.
— Nunca pasamos la raya… él me veía casi más como una hermana pequeña y yo no sentía la necesidad de hacer esto…—le besó con lentitud unos instantes, saboreando sus labios, dejando un breve mordisco en el inferior antes de moverse para poder mirarle a los ojos. — cuando me encontraba con él.
Sus cuerpos se movieron hasta encontrarse más cerca, hasta pegarse prácticamente por completo. Las caderas de ella se arquearon por un momento hacia él, sintiendo esa dureza que indicaba su excitación de forma más clara que sus palabras. No le contestó de forma inmediata sino que bajó la mano hasta ese punto en el que la camisa se metía por debajo del pantalón y con suavidad comenzó a sacarla de allí.
— O quizá precisamente por la misma excitación de ese hecho… aunque debo reconocer que prefería un lugar más cómodo donde no me estuviera clavando alguna que otra piedra en la espalda.
Y donde pudiera tomárselo con calma. Debía pensar en su amistad, en que aquel paso podría provocar situaciones que en el futuro fueran incómodas, aunque ambos eran libres y Éabann no tenía el mismo tipo de trabas que pudiera tener las mujeres de aquella en cuanto a aquellos detalles.
Mordisqueó con suavidad la zona del cuello de él que quedaba a su altura, soplando con ligereza por un momento para que sintiera el contraste hasta que se fue moviendo hasta poder mirarle a los ojos con comodidad. Alzó la mano entonces, deslizándola fuera de su camisa. La de él que acariciaba su muslo le estaba provocando en realidad pequeñas llamaradas que hacían que buscara de forma inconsciente su cuerpo, el contacto, la necesidad de estar pegada a él. Su cuerpo reaccionaba a esa mano que era conocida mientras que sus palabras provocaban que le mirara pensativa.
Su mano apartó un mechón del rostro de él, acarició su mejilla y por un instante sus labios en un gesto cariñoso. Los ojos verdes de la mujer estaban ligeramente velados por las emociones contenidas en esos instantes. Era una especie de tiovivo que seguía girando, subiendo y bajando, aunque en ese momento estuvieran en un instante de descanso. Más allá de sus palabras, sus gestos hablaban.
— Nunca pasamos la raya… él me veía casi más como una hermana pequeña y yo no sentía la necesidad de hacer esto…—le besó con lentitud unos instantes, saboreando sus labios, dejando un breve mordisco en el inferior antes de moverse para poder mirarle a los ojos. — cuando me encontraba con él.
Sus cuerpos se movieron hasta encontrarse más cerca, hasta pegarse prácticamente por completo. Las caderas de ella se arquearon por un momento hacia él, sintiendo esa dureza que indicaba su excitación de forma más clara que sus palabras. No le contestó de forma inmediata sino que bajó la mano hasta ese punto en el que la camisa se metía por debajo del pantalón y con suavidad comenzó a sacarla de allí.
— O quizá precisamente por la misma excitación de ese hecho… aunque debo reconocer que prefería un lugar más cómodo donde no me estuviera clavando alguna que otra piedra en la espalda.
Y donde pudiera tomárselo con calma. Debía pensar en su amistad, en que aquel paso podría provocar situaciones que en el futuro fueran incómodas, aunque ambos eran libres y Éabann no tenía el mismo tipo de trabas que pudiera tener las mujeres de aquella en cuanto a aquellos detalles.
Éabann G. Dargaard- Gitano
- Mensajes : 205
Fecha de inscripción : 09/05/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Negro como la Noche. Dulce como el Pecado. {Adam DuPont}
Las palabras de su amiga le hicieron sentir ciertamente halgado, aunque su matrimonio hubiese sido una farse no pensó que tampoco tuvieran una relación como la suya. De echo pensó que debían ser muy buenos amigos, tanto como para ser capaz de fingir un matrimonio y bien fingido, él no supo darse cuenta. En cierto modo si tenían esa amistad, se consideraban hermanos; cosa que no permitió que avanzaran más. Por el contrario Adam no la consideraba como una hermana, él no tenía hermanos pero sabía que de haberlos tenido no sentiría deseo carnal hacía ellos; no podía imaginarse de esa manera simplemente pues para él su familia era sagrada. Tal vez lo único pues cualquier otra persona podía entrar en el rango de posibles conquistas; luego todo era ver como se desarrollaba la relación claro.
Sus cuerpo estaban completamente pegados y la dureza de Adam le avergonzaba ligeramente. Algo extraño en él pero no podía evitar sentír eso con ella. Podría acostarse con otra mujer el doble de mayor y sentirse el rey del mambo, sin embargo, con Éabann acababa siempre sintiendose un niño. Con un pequeño atisbo de inseguridad. ¿Lo haré bien? ¿Le gustará? ¿La estaré incomodando? ¿No le agradara mi contacto? muchas preguntas se pasaban en ese momento por su cerebro, aunque su rostro no reflejara inseguridad ninguna si lo hacía inevitablemente su alma.
Inseguridad que se vió esfumada ligeramente al escuchar su siguiente comentario con el cual rió. Se acercó unos milimetros más hasta besar sus labios con suavidad y cariño - ¿Estás segura de ello? - preguntó alzando una ceja, moviendo ligeramente la cadera para señalarle esa mano que se estaba escabullendo por debajo de la ropa - Desdeluego me lo pones muy..dificil.. - apretó ligeramente una de sus nalgas con la mano que estaba en ese lugar y volvió a tomar sus labios en un apasionado beso; cerrando al instante los ojos para no concentrarse en otra cosa que no fuera esa sensación de deseo que le llenaba de nuevo. Como si una pequeña llama se encendiera dentro suyo con cada contacto que tenían.
Sin embargo, sabía que ella llevaba razón y aquel no era lugar para un encuentro como ese. Él no quería que alguien conocido los viera, más por ella que por él. Las mujeres siempre acababan teniendo peores consecuencias en esta sociedad en la que vivían y no podría perdonarse el que le ocurriera algo por su culpa. Se separó de sus labios y respiró sobre ellos pausadamente - ¿Te apetece conocer mi casa? - preguntó sin más, abriendo los ojos y mirandola con ellos fijamente a los ojos. Sonrió y acarició esta vez su muslo con cariño; sabía tambien que debía qutiar esa mano de ahí pero le iba a costar mucho el despegarse de ella.
Sus cuerpo estaban completamente pegados y la dureza de Adam le avergonzaba ligeramente. Algo extraño en él pero no podía evitar sentír eso con ella. Podría acostarse con otra mujer el doble de mayor y sentirse el rey del mambo, sin embargo, con Éabann acababa siempre sintiendose un niño. Con un pequeño atisbo de inseguridad. ¿Lo haré bien? ¿Le gustará? ¿La estaré incomodando? ¿No le agradara mi contacto? muchas preguntas se pasaban en ese momento por su cerebro, aunque su rostro no reflejara inseguridad ninguna si lo hacía inevitablemente su alma.
Inseguridad que se vió esfumada ligeramente al escuchar su siguiente comentario con el cual rió. Se acercó unos milimetros más hasta besar sus labios con suavidad y cariño - ¿Estás segura de ello? - preguntó alzando una ceja, moviendo ligeramente la cadera para señalarle esa mano que se estaba escabullendo por debajo de la ropa - Desdeluego me lo pones muy..dificil.. - apretó ligeramente una de sus nalgas con la mano que estaba en ese lugar y volvió a tomar sus labios en un apasionado beso; cerrando al instante los ojos para no concentrarse en otra cosa que no fuera esa sensación de deseo que le llenaba de nuevo. Como si una pequeña llama se encendiera dentro suyo con cada contacto que tenían.
Sin embargo, sabía que ella llevaba razón y aquel no era lugar para un encuentro como ese. Él no quería que alguien conocido los viera, más por ella que por él. Las mujeres siempre acababan teniendo peores consecuencias en esta sociedad en la que vivían y no podría perdonarse el que le ocurriera algo por su culpa. Se separó de sus labios y respiró sobre ellos pausadamente - ¿Te apetece conocer mi casa? - preguntó sin más, abriendo los ojos y mirandola con ellos fijamente a los ojos. Sonrió y acarició esta vez su muslo con cariño; sabía tambien que debía qutiar esa mano de ahí pero le iba a costar mucho el despegarse de ella.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 510
Fecha de inscripción : 16/05/2011
Edad : 32
Localización : Encima o Debajo de tí ¿qué prefieres?
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Negro como la Noche. Dulce como el Pecado. {Adam DuPont}
Éabann observó su rostro en silencio, simplemente empapándose con la visión de esos rasgos tan conocidos y que siempre le marcaban, que siempre hacían que se sintiera segura y en paz. Aquella tranquilidad —que se veía muchas veces envuelta por sensaciones que provocaban que su cuerpo se estremeciera— no solía ocurrirle con demasiadas personas, en cambio Adam hacía que estuviera así, tranquila y expectante, deseosa, con sentimientos tan contradictorios como era ella misma. Sus labios se unieron con los de él, cerrando los ojos, concentrándose en sentir antes de contestar porque en ese momento casi prefería responderle con sus gestos, como esa mano que por fin había conseguido sacar los bordes de su camisa del pantalón y rozar lentamente con dedos indecisos la piel que se encontraba debajo: cálida, dura y suave, terciopelo sobre acero que hacía que necesitara subir la mano lentamente por la zona de su abdomen notando cada uno de sus músculos mientras simplemente le besaba. Aquello estaba provocando que su cuerpo temblara de puro deseo y la caricia que él mantenía en su muslo no mejoraba demasiado aquella situación.
Se separó ligeramente lamiéndose los labios y sabiendo que sus propios ojos estarían velados por el deseo contenido que sentía en esos momentos. Respiró hondo, intentando tranquilizar una respiración que sonaba a sus propios oídos acelerada y detuvo la caricia en un gesto perezoso que no tenía un destino preciso, sino que vagaba en ese momento hacia el costado de Adam mientras le miraba a los ojos. Aquel momento no le hubiera imaginado aquella mañana cuando se levantó dispuesta a dar un paseo por París, para intentar conocer más las calles, ni cuando le vio porque sentía que tenía que mantener una amistad que le había hecho sentir durante aquellos últimos años una profunda tristeza cuando se permitía pensar en aquel muchacho que había dejado atrás y con el que había vivido tanto.
Y estaba allí de nuevo.
—Me encantaría conocer tu casa, me tienes que enseñar esos nuevos lugares secretos del jardín y…—dejó un lento beso en su mentó, un mordisquillo juguetón después antes de moverse suavemente para poder mirarle a los ojos. —Alejarnos de posibles miradas indiscretas, puedo imaginarme con total claridad los comentarios o el titular: “Adam DuPont encontrado retozando con una desconocida en un... rincón de París”
No sabía exactamente dónde se encontraban, pero era lo que más se le había parecido. Para convencerse de que era lo mejor sacó la mano que acariciaba su piel, para acariciar brevemente la mejilla de él e indicarle con la mirada que se comenzaran a mover, con esos gestos mudos que muchas veces hacían que dos personas que se conocían de un tiempo pudieran comunicarse casi como si lo estuvieran haciendo con palabras.
Se separó ligeramente lamiéndose los labios y sabiendo que sus propios ojos estarían velados por el deseo contenido que sentía en esos momentos. Respiró hondo, intentando tranquilizar una respiración que sonaba a sus propios oídos acelerada y detuvo la caricia en un gesto perezoso que no tenía un destino preciso, sino que vagaba en ese momento hacia el costado de Adam mientras le miraba a los ojos. Aquel momento no le hubiera imaginado aquella mañana cuando se levantó dispuesta a dar un paseo por París, para intentar conocer más las calles, ni cuando le vio porque sentía que tenía que mantener una amistad que le había hecho sentir durante aquellos últimos años una profunda tristeza cuando se permitía pensar en aquel muchacho que había dejado atrás y con el que había vivido tanto.
Y estaba allí de nuevo.
—Me encantaría conocer tu casa, me tienes que enseñar esos nuevos lugares secretos del jardín y…—dejó un lento beso en su mentó, un mordisquillo juguetón después antes de moverse suavemente para poder mirarle a los ojos. —Alejarnos de posibles miradas indiscretas, puedo imaginarme con total claridad los comentarios o el titular: “Adam DuPont encontrado retozando con una desconocida en un... rincón de París”
No sabía exactamente dónde se encontraban, pero era lo que más se le había parecido. Para convencerse de que era lo mejor sacó la mano que acariciaba su piel, para acariciar brevemente la mejilla de él e indicarle con la mirada que se comenzaran a mover, con esos gestos mudos que muchas veces hacían que dos personas que se conocían de un tiempo pudieran comunicarse casi como si lo estuvieran haciendo con palabras.
Éabann G. Dargaard- Gitano
- Mensajes : 205
Fecha de inscripción : 09/05/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Página 2 de 2. • 1, 2
Temas similares
» Noche sin Clientes +18 [Adam DuPont]
» Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
» Cero y van dos [Adam DuPont]
» Until You´re Mine (+18) -Adam DuPont-
» Una noche de copas en paris (Cristopher Dupont)
» Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
» Cero y van dos [Adam DuPont]
» Until You´re Mine (+18) -Adam DuPont-
» Una noche de copas en paris (Cristopher Dupont)
Página 2 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour