Solitary Man [Libre]

Estaba absortado en la belleza del edificio, era bastante viejo, antiguo y de ladrillos marrones, demasiados departamentos en aquel compartimiento, a su orilla un hermoso lago, recuerdo haber subido las escaleras, hasta el último piso en el apartamento, entre el pasillo se podía escuchar el ruido de una pequeña rata merodeando entre el sonido de una caja de música vieja, aquella que solo tenía melodías para un bebe, seguí sin darle tanta importancia.

En cuanto llegue los muebles que se habían mandado ya estaban en perfecto orden, para algo debía servir tanto dinero, estar fuera del barullo de parís, me haría bastante bien, me recosté en la cama sin luz aun en la habitación, solo una ventana quedo abierta, con el frio que llegaba a congelar cada pared y objeto, las cortinas danzaban entre copos de nieve…

El techo parecía albergar una especie de confusión en mi, ese tipo de tranquilidad era inquietante, a lo lejos si me concentraba un piano, un arpa, una flauta se escuchaban, el titulo del lugar… “El edificio de los sonidos” unos pasos se adentraron más y más frente a mi puerta, se detuvieron, el silencio estaba de nuevo envuelto con el miedo de la oscuridad, no me atreví a levantarme de la cama, no hasta que tocaran, no quería llevarme una sorpresa, pero en mi interior el peligro se aceleraba, ¿Qué estaba ocurriendo?, fue rápido, pero después lento… todo volvió con calma, todo estaba en sincronía.

Fue increíble que en medio de la noche me quedara completamente dormido, en mi mente el arrullo de aquella flauta, seguía, más aun me despertó justo a tiempo cuando se intensifico su melodía, pues el sol estaba saliendo y la ventana estaba abierta, cuando apenas corrí a cerrar todo rastro de luz, de nuevo aquellos pasos están frente a mi puerta, se escuchaban con dulzura, cuando se acercaban, pero la persona no era capaz de llamar a la puerta, solo se quedaba ahí mirando, ahí absortado.

Sin nada más que hacer, me puse a escribir, en este maldito trozo de papel, que seguro se perdería entre tantos recuerdos, finalmente el sueño estaba atacándome, nunca había dormido tanto, no lo había hecho, de nuevo el sonido de aquella flauta y un nuevo instrumento el violín me despertaron la noche estaba haciéndose presente, pero aun más sorprendente el panorama, el rio que pasaba frente estaba en un esplendido color añil, baje a admirarlo, solo colocándome el abrigo, camine por la orilla, viendo a la luna, admirando todo aquello, un misterio conllevaba algo en mi interior, aquellos pasos y que el clima hubiera cambiado…

O fui yo ¿Quién estuvo encerrado desde invierno hasta primavera?... solo recuerdo que el sonido hipnótico de la flauta me llevo a dormir aquella noche de invierno y me despertó en medio de la mañana de primavera, me guio hasta aquí.

Me he subido al puente donde me detengo a admirar como un pequeño recargado en el barandal, una rana que trata de saltar al siguiente lirio, algunas ondas se forman en el agua, y de nuevo la sensación de alguien persiguiéndome, de alguien cazándome entre las sombras, no volteo, solo con la mirada trato de buscarle de un lado a otro.

Esos pasos inquietantes…

- Sé que estas ahí… ¿Quién eres?

Le vi ahí, no, no era la persona que estaba buscando de ¿Qué se trataba entonces?, una hermosa joven se había presentado ante mí, por el olor era un licántropo, vaya forma de conocer a alguien de esa especie, tenia negocios con muchos de su calaña pero bueno quizá esto sería diferente, muchas mujeres con ese tipo de “raza” se había aprovechado de mi esperaba que no fuera así en esta ocasión.

- Perdóneme Madame, no quise asustarla… Solo ha sido el producto de mi imaginación lo siento.

Despegue la vista la pobre rana que aun seguía croando, para darme el paso de saludar a quien su mano me estiraba, de una manera amable estreche su mano, pero no la solté de inmediato, la tome y bese su dorso.

- Un placer, Asagi Dunkelheit…

Entregue una rosa que dentro de mi abrigo portaba como sello personal. Y le solté mientras lo recibía.

- En verdad quisiera ayudarle a buscar aquel café, pero soy nuevo por aquí y no sé de ninguno, si gusta podemos buscar alguno de su agrado.

La noche tan hermosa empezaba a ser un preludio, al menos sabíamos los que queríamos, aquella hermosa mujer podría llegarla a conocer, sin malas intensiones, solo conocerla y entablar una buena platica, era hora de progresar y olvidarme de que alguien me había estado siguiendo le sonreí con mucha calma con mucho entusiasmo, comprendía sus palabras, mi actitud cambiaba con las mujeres, es que algo mágico tenias, ¿Acaso estaba cambiando?... “Vamos” eso parecía.

- Para nada, el placer ha sido mío, disculpe si he sido grosero.

Hice una reverencia y le admire ese bello rostro, aquel bello paisaje contrastaba con su persona con su voz, con todo y cada uno de sus movimientos, el viento parecía acariciarnos con una briza que se mecía entre mis cabello y le capturaba hasta mover su frágil silueta. Era como un juego del destino que nos encontramos ahí.

- ¿Podre acompañarla y recorrer esta soledad en compañía madame?

Ofrecí mi brazo, inmediatamente y espere su respuesta, quizá podríamos preguntarnos miles de cosas, pero aseguraba que la curiosidad nos mantenía ahí.

Eche a reír cuando escuche lo de la buena cuna, pero es que, era cierto, no es que mis padres me hubieran criado, tampoco que yo solo me había ido por el mundo haciéndome de una educación, aunque en su mayoría era cierto, pero el que mis “Sirvientes” me moldearan de una manera refinada hasta hoy en día era algo que agradecía, además ya tenía esos “encantos” ya naturalmente, de algún lado los debí heredado… Mire a la refinada señorita hablarme y escucharme, era increíble que dos personas de razas tan odiadas se pudieran llevar bien, pero yo mismo tenía compañeros que se habían enamorado de “Licántropos”.

- Tiene razón la educación que me caracteriza Madame, la he tomado a raíz de muchas enseñanzas, de educación no tan estricta, pero espero que eso no se vaya perdiendo con el tiempo, la caballerosidad es lo primero.

Sorbí más del café antes de continuar, el clima era un templado que caracteriza verano, una velada perfecta, algo que me alejaba enormemente de todo problema, económico, social y ¿Por qué no? De amoríos también, pero no era momento de pensar en algo así. El día a día en parís mataba, era preferible salir sin conocer y aventurarse a lo que venía.

- Nos podremos llevar muy bien, eso se lo aseguro, no hay nada que lo impida, se mantener los lazos de una amistad, sé que hay hombres que lo hacen con intensiones por pura conveniencia, pero en este caso, dudo mucho que sea así. ¿Usted vive en el centro de parís?

Pregunte divertido, dejándome llevar por el mejor clima, que en mi eternidad había sentido, todo me sabía tan bien en esos momentos.