En una noche de tantas(Daniil Stravinsky )

Estaba solo...todo era demaciado oscuro y sin embargo podia verse a si misma... busco algo de compañia algo de vida a su alrededor y no encontro nada, no estaban ni sus padres...ni el unico amigo que habia tenido en su vida, nisiquiera el canalla que habia jugado con su corazon... no habia nadie...
Se agacho en la oscuridad y masajeo sus propios brazos, extrañamente las piernas no dolieron ante el movimiento y cerro los ojos...no queria seguir asi... ya no podia mas... Una figura a su lado la abrazo, le dijo que todo estaba bien... sintio los brazos calidos, casi familiares y se refugio en ellos.
“estoy sola...” - murmuro entre sueños y una voz masculina, casi conocida le contestaba con el susurro cariñoso de una familia.
“no lo estas”

Envuelta en aquella calida sensacion supo que aquello debia ser un sueño, no habia nadie que la hiciera sentir asi desde la muerte de sus padre, nisiquiera su abuelo que aun con su cariño mas que proteccion le hacia sentir un deber inquebrantable hacia el. Despacio, en su habiatacion abrio los ojos... estaba sola y aunque la habitacion era calida la soledad le helo la piel...Se levanto despacio de la cama y paso los dedos por sus cabellos sueltos. De nada le valia tener aquellos sueños tontos y sin sentido. El amor fraternal era lo unico a lo que podia aspirar y era ya imposible teniendo en cuenta que su unico familiar con vida estaba en el borde de la muerte... Necesitaba casarce antes de que el muriese, era el unico pedido que su abuelo le hecho...aunque mas bien era una ley. El ducado de su familia era estable aun a pesar de la muerte de sus padres, pero cuando su abuelo muriese ni la gente ni la corona estaria feliz de tenerla como autoridad unica...

Se levanto de la cama y se cubrio con un chal saliendo al patio, su habitacion estaba en el primer piso gracias a su incapacidad para subir escaleras... aun a pesar del estado de sus piernas caminar le tranquilizaba el frio de la noche le consolaba... era mas frio que su soledad. El cielo estaba despejado y y la luna llena, se sento en el borde de una de las fuentes del patio y se quedo mirando el cielo...tan basto y bello que le daba fuerzas hacer lo que debia.

Ahi sentada en mitad del patio, con la luna iluminando sus cabello negros callendo cual cascada sobre su espalda, delinenado los bordes del largo camison blanco y acariciando su piel de seda seguramente nadie se le acercaria temiendola una aparicion. Menos aun cuando un par de lagrimas corrieron por sus mejillas... estaba por quebrarse... habia soportado la recuperacion al incendio el desamor y la soledad sola dirante todos aquellos años pero no creia poder aguantar mucho mas...

- a veces creo... que el viento mismo podria vencerme...- susurro a la nada con la voz ligeramente ahogada.

No menciono nada mas acerca del motivo de su visita, con lo que había dicho la idea había quedado clara, le habían mandando a llamar para algo que no merecia semejante viaje, tal vez cualquier otro medico mas cercano podía haber tratado a su paciente pero se había empecinado en buscarle a el. O al menos era era la impresión que las palabras del medico le habían dado.

Sonrio ante el animo que noto en su voz pues le decía que a el no le molestaría su visita, se levanto para servir algo de beber y se sintió extraña al servir del licor que había en el mueble tras su escritorio, lo tenia para invitados pero nunca para ella…eso le hizo sentir extraña pero a la vez… a la vez le dio un sentimiento agradable… como si al hacer aquello no fuese ella misma, como si la duquesa huérfana fuese un ser diferente a ella…aunque cuando el medico menciono si había visitado parís se sonrojó fuertemente.

-yo… yo eh visitado parís- contesto y miro de reojo al hombre- hay algo…algo que eh estado haciendo y no lo saben mas que mi doncella y mi mayordomo…- le dio el vaso que había servido para el y con el suyo en la mano volvió a sentarse- mi abuelo quiere que me case, el rey también lo desea y la gente del ducado lo espera…- su mirada se perdió en el liquido que se meneaba en su vaso al son de sus dedos-entenderá que encontrar quien desee casarse conmigo por motivos “loables” es imposible para mi…- ya alguien se había acercado atraído por la belleza de su rostro y su aparente hermosura, acompañada de en aquel tiempo un carácter suave y una fortuna considerable seguramente aquel joven había creído que seria la mujer perfecta… pero solo ver sus piernas la había evitado como la lepra… no había quien quisiese compartir su vida con una mujer deforme, últimamente había quienes ni siquiera sabían ocultar el interés desmedido en su fortuna- solo hay buitres a mi alrededor… - murmuro y tomo aire antes de sonreír y mirar tristemente al otro- eh recorrido teatros buscando a alguien que se haga pasar por mi prometido al menos hasta que mi abuelo muera, después no importa si el rey me retira mi titulo. Aun tendré una fortuna considerable como para vivir sin problemas en algún lugar tranquilo. Creo que encontré a alguien adecuado… pero aun no lo presento ante nadie...mi abuelo sabe que cuando muera sin una figura masculina a mi lado todos se cuestionaran mi capacidad como duquesa, el cree que debo conservar el titulo que perteneció a mi madre que es mi derecho, pero a mi solo me importa que muera tranquilo. No soy tonta, se que es muy mayor y le queda ya poco tiempo. A pesar de los cuidados, ya es poco el tiempo que pasa fuera de cama.

La miró caminar y luego servir dos vasos de licor, recibió uno y la volvió a observar detenidamente mientras tomaba asiento una vez más, estudiaba sus movimientos tímidos, nunca había visto a alguien de tal juventud con tremenda seriedad en su actuar, sin embargo era imposible de creer que alguien no pudiera ver más allá de esa formalidad, y de su clara belleza física y sus cicatrices, el vampiro podía ver en ella algo más, algo más grande que el tiempo había encargado de querer sofocar pero sin mucho éxito, que a pesar del rigor del tiempo y su historia, vivía y sobrevivía, incluso en contra de la propia voluntad de Klett.

Se recargó en la repisa de la chimenea pensando que estaba loco al acercarse tanto al fuego, como ella, él le tenía miedo a las llamas, pero por razones diferentes, una de las pocas cosas que resultaban mortales para él era esa precisamente, el poder abrasivo de la lumbre; se puso a pensar en eso brevemente para luego restarle importancia.

La escuchó con atención, todo lo que le decía le sonaba lógico, y eran cosas que aunque no debían suceder, sucedían sobre todo en la nobleza. Su gesto fue de tristeza momentánea, él no se imaginaba tener que casarse por obligación, aunque a decir verdad se sorprendió de la inteligencia de la joven duquesa para engañar a su abuelo, y también para querer renunciar a su título, no cualquiera lo haría, con el poder en la mano, ¿quién querría soltarlo?. Dio un sorbo a su vaso y luego cruzó miradas con su anfitriona.

-Es usted, ante todo, muy noble al tratar con tanta determinación y esmero de evitarle un disgusto a su abuelo –fue lo primero que dijo, porque eso era, determinación para hacerlo sin fallar y esmero para elaborar todo un plan-. Lo que me preocupa… -comenzó con tono un poco severo y rígido, como un padre que va a dar un discurso aburrido pero necesario –es que se cierre a la posibilidad de amar, ¿en verdad cree que lo que sucede con sus piernas le da por vedada esa opción? –conforme fue hablando su tono se fue suavizando, porque conforme fue avanzando en su frase se dio cuenta que era exactamente lo que él hacía consigo mismo, pues creía que al ser vampiro no debía amar a nadie, rió con cansancio de sus propias conclusiones-, sólo piénselo –le estaba pidiendo que no echara en saco roto sus palabras, que iba a haber alguien que la amara, tal vez no pronto pero era ahí donde su capacidad de paciencia se iba a ver retada-. ¿Entonces ya tiene un candidato? –preguntó curioso, ¿quién podría ser?, iba a dar otra reprimenda, pero se abstuvo, pues no le tocaba a él ese papel, aunque quería creer que sí.

-Me alegra que ya haya visitado París entonces –sonrió para disipar la sombra momentánea que invadió su rostro con lo anterior dicho-, entonces puedo dejarle mi dirección y cuando vaya no habrá nada que me podría hacer más feliz que recibir una visita suya –lo decía de corazón, dio otro trago a la bebida -, sólo espero que me permita mostrarle mis lugares favoritos, aunque ya los conozca –terminó eso con un guiño, después recapacitó que venía el problema de explicarle lo que él era y por qué sólo podía salir de noche, por ahora no debía preocuparse, un paso a la vez, la tortuosa aclaración vendría a su tiempo.

Suspiro y una ligera sonrisa se dibujo en sus labios- en verdad es usted inocente doctor… usted ah visto mis piernas… no me pida algo tan cruel como tener esperanza, eh tenido suficiente con un corazón roto… - jugo con su bebida, estaba bebiendo lento por que no había mentido, no sabia beber, en cada trago la garganta le quemaba un poco pero tambien se sentía algo mas relajada.

El medico había mencionado algo acerca de sus lugares favoritos y su vista interesada se poso en el- no hablemos de algo tan rastrero como la farza que pienso montar, tampoco creo que meresca sus palabras, mis actos no son nobles ni altruistas doctor todo lo que hago es por mi, seria una mentirosa si no lo admitiera… mi abuelo es la única familia que tengo, como mujer lo único que puedo hacer es mantenerme pura, no levantar escándalos y contraer matrimonio con un hombre que ensalse el apellido de mi familia… no puedo ir a batallas, no puedo ganarme el favor del rey con guerras, con conquistas… y no puedo forjar un matrimonio estable con mi estado…- suspiro- solo quiero seguir viendo el orgullo en los ojos de mi abuelo hasta el final, que el muera tranquilo… me dara tranquilidad a mi… no quiero arriesgarme a lastimarme y eh buscado una forma de mantener mas o menos el control de la situación… todo lo que hago, es egoísta doctor… es la verdad…- estaba deprimiéndose de nuevo, asi que prefirió mejor seguir con lo que pensaba decir desde un principio- mejor digame que lugares son esos que tanto le gustan? Yo solo visite teatros mientras estaba en parís, aunque debo decir que el viaje de de Inglaterra a parís fue algo desagradable, una de las ruedas del coche se rompió, y después nos atacaron…en fin- suspiro- Aunque tuve que comprar ropa y zapatos de improviso la que compro todo fue mi doncella, yo apenas y Sali, no quería que me vieran demasiado y relacionaran mi búsqueda…- se encogio de hombros- confio que el próximo viaje será mucho mas tranquilo.

Se encontraba mas en su actitud usual, con la diferencia de que el aura distante que normalmente la rodeaba había desaparecido. Con daniil se sentía a gusto, tranquila, era una lastima quee pronto estaría lejos y serian muy pocos los periodos que podría volver a compartir con el… aunque había algo que la inquietaba.

-quiero que sepa… que sin importar el que este en mi casa…o…la situación en la que me encontró…doctor no tiene ninguna obligación para conmigo- se sentía algo intranquila, daniil estaba siendo muy dulce y amable, comprensivo… pero dado que era su anfitriona y además una dama a la que había encontrado al borde del llanto… era lógico un comportamiento asi…esperaba no estar aprovechándose de el.

Una risa irónica poco usual en él se le escapó cuando la duquesa lo tachó de inocente. Se lo habían dicho tantas veces que comenzaba a creerlo, no, para qué se mentía, él mismo solía decírselo muy a menudo, aún confiado en que las cosas buenas podían prevalecer por sobre las desgracias, que el amor joven podía conquistarlo todo, que incluso en su desgracia podía encontrar razones para continuar con su eterno viaje. Él a sus años mantenía una férrea esperanza que lo esencialmente bueno triunfa sobre lo que no lo es, y frente a él de pronto tenía a aquella jovencita, en plenitud de vida, diciéndole todo aquello; situaciones como esa le hacían creer que realmente el que estaba mal era él, o como se lo había dicho ella, y muchas personas en el pasado, incluido él, pecaba de inocencia.

Sin embargo, no quería creerlo así, quería seguir empecinado con que todo aquello en lo que creía podía ser verdad, era simplemente lo que le brindaba fe y no podía renunciar a eso. No comentó nada más al respecto, sólo esperaba que el tiempo le diera la razón, que Klett encontrara a alguien digno de ella.

Lo que vino después también lo descolocó, lo que ella llamaba egoísmo él lo clasificaba de un acto de desprendimiento puro, quizá era algo en la media, un punto intermedio que lograba un balance tan frágil que más valía no intentar moverlo. Bebió un trago más de su bebida mientras fijaba su mirada en el fuego que danzaba a su lado pensando en que ojalá y no ese plan suyo no se le saliera de las manos.

Alzó la mirada de nuevo cuando ella cambió un poco de tema hablando de sus viajes a París, entornó los ojos cuando dijo que había sido atacada, se preguntó si habían sido bandidos, hombres lobo o seres como él. La última posibilidad era la que le sonaba menos venturosa para salir bien parado una vez que llegara el momento de confesarle su condición. Asintió con entendimiento para dejar el vaso a un lado y cruzar las manos por la espalda, de ese modo lucía de cierto modo más severo, sacando el pecho, levantando el mentón y los juegos de la luz ensombreciendo su rostro.

-Bajo perfil –apuntó y sonrió de lado –aunque usted diga lo que quiera de su plan, debo decirle que lo ha pensado muy bien y deja pocos cabos sueltos –separó las manos que se unían detrás de él y con el índice derecho golpeteó un par de veces su propia sien –muy inteligente –era una especie de felicitación-. Y dígame, si puedo saber, claro –aclaró que era decisión de la duquesa si quería contestar la siguiente pregunta -¿quién o quiénes la atacaron? –una parte de él deseaba saber para estar preparado en el futuro, y se sintió golpeado por la culpa por no haber estado ahí, pero qué iba a hacer si era a penas esa misma noche que se cruzaba con la chica.

Sonrió amable, la expresión que más comúnmente lo acompañaba, cuando ella dijo que él no tenía una obligación con ella, Daniil lo sabía y muy bien.

-Lo sé –su voz se elevó similar a un suspiro –no lo hago por obligación, estoy aquí a su lado porque quiero y disfruto de su compañía –su sonrisa se acentuó y buscó los ojos de la joven para que comprobara que en ellos no había mentira.

Klett vio sus ojos y se hundió en ellos, como cuando era niña y tenia al héroe de su vida...aun vivo y frente a ella enseñándole a dar sus primeros pasos... sonrió levemente y bajo la mirada para que los recuerdos no se apoderaran de ella llevándola a la melancolía y después a la tristeza...aunque lo que vino a su mente no fue mejor... el recuerdo de aquel viaje a parís...

- hice el viaje discretamente, solo me acompañaba mi mayordomo haciéndola de cochero y me ama de llaves... mi nana- aclaro con con una media sonrisa alzando unos segundos la vista a daniil antes de volver a llevarla a la pared, clavada en el elegante tapis como buscando con claridad los recuerdos en su mente-una llanta se rompió y no sabíamos bien que hacer, pensé que tendríamos que esperar ahi hasta que amaneciera y alguien mas pasara, aunque mis piernas me dejaran caminar tramos largos no sabia siquiera cuanto faltaba asi que no quise moverme, recuerdo que un grito llamo nuestra atención y un hombre se acerco a caballo... tenia el rostro muy tosco, me dio un nombre pero puede ver en su rostro que mentía- después de tantos años en la corte hacia falta solo ver los rostros para reconocer la expresión de un mentiroso- ese hombre- su expresión fue de desagrado y algo de dolor- arrastraba a otro al que le habían cortado las manos... supongo que el mismo que lo arrastraba.

Suspiro, recordaba el recelo y el miedo que había sentido al ver a aquel sujeto temible, manchado en sangre, en plena noche arrastrando a lo que parecía un muerto- no lo recuerdo bien, el sujeto dijo que me ayudaría, que arreglaría la rueda y me llevaría a parís por una pequeña fortuna, quise pedir que llevara al hombre muerto en vez del equipaje, sentí la necesidad de darle una buena sepultura pero ese hombre se burlo- aun se recordaba a si misma hablando, prácticamente discutiendo con un hombre que podría haberla matado- el jinete no acepto, disparo al cadáver y dijo que iría por leña... lo que le diré tal vez suene algo...extraño tal vez no me crea- levanto la vista a daniil, viéndolo a los ojos como asegurándole que no mentía- el cadáver se levanto... estaba...desubicado, gemía de dolor y nos ataco a mis sirvientes y a mi, corrimos pero...- volvió a bajar la mirada- yo no puedo hacerlo muy bien... por suerte o por desgracia el mercenario regreso y esta vez si le mato, cobro su dinero y usamos su caballo y los míos para llegar a parís, tuve que dejar el coche abandonado, no había símbolos de mi familia en el así que no me preocupo... como mi equipaje también se quedo fue poco el tiempo que pude estar en parís, el dinero que tenia fue para pagar al mercenario, comprarme ropa que usar, la renta de una habitación y las entradas al teatro... tuve suerte al poder encontrar un candidato en tan poco tiempo... como ve...no estoy segura de que fue exactamente lo que me ataco...- se encogió de hombros y rio un poco- aunque ahora que lo digo en voz alta me parece una locura- ella podía controlar insectos...pero... era normal al lado de cadáveres ambulantes.

Tomo aire y suspiro hondamente antes de sonreír sintiendo que los músculos de la boca se tensaban, hacia mucho que no sonreía- esperemos que no todas mis visitas sean tan extrañas- aunque al menos el viaje había valido la pena, había conseguido el prospecto a prometido que buscaba...

Sintió que si le quería contar ese pequeño pasaje de su vida significaba un paso para ambos en esa relación insipiente, un indicio de confianza que el vampiro iba a agradecer y de la que no se creía merecedor. La miró tratar de hacer un esfuerzo real por recordar y se quedó quieto sin hacer ruido, no quería perder detalles porque si había sido uno de los suyos las cosas con la joven duquesa se iban a complicar en el futuro, pues su experiencia no sería la mejor, aunque pensándolo detenidamente, cualquier cosa que ella supiera sobre los suyos no iba a ser nada buena.

Su expresión cambió más de una vez conforme Klett avanzó en su relato, de la sorpresa pasaba a la duda una y otra vez, deteniéndose en puntos intermedios entre ambas sensaciones, ni siquiera se daba cuenta de esos cambios pues sucedían muy rápido, la historia le pareció intrigante por todas las situaciones descritas. Se escuchaba todo tan sórdido, aunque inevitablemente relacionó la imagen de un cadáver que vive y se levanta de entre los muertos con la de un vampiro, como él, porque a final de cuentas eso era, un muerto vivo que deambula entre los hombres.

-Ni yo estoy seguro –dijo riendo un poco, como estaba descrito pudo haber sido cualquier cosa, necesitaba haber estado ahí para comprobar que se trataba de uno como él, o de un poderoso hechizo de un brujo, porque sabía que había magia tan poderosa como para conseguir que un cadáver caminara de nuevo, aunque no podía regresarle la vida del todo, era más como un títere de aquel que así lo dispusiera.

-Me alegra escuchar que a pesar de todo, su viaje no fuera en vano –trató de alejarse del tema del extraño ataque nocturno, pero su mente inevitablemente regresaba a él con más fuerza, completamente capturado por la curiosidad, absolutamente intrigado, carraspeó y desvió la mirada-. Dígame… -comenzó y se arrepintió de haberlo hecho, no había dicho nada aún que lo delatara pero hacia allá se dirigían sus palabras y supuso que era mejor preguntar ahora así que continuó-, ¿ha escuchado hablar de muertos vivos?, quizá… -pausó y tragó saliva –quizá ese que la atacó haya sido uno de esos que necesitan tomar la vida de otros para sobrevivir –se negaba empecinadamente a decir la palabra “vampiros”, no era tiempo aún, sólo quería conocer la opinión de su anfitriona al respecto, para saber a qué atenerse en el futuro.

-De ser así –de conocer esas historias que se cuentan, a eso se refería-, ¿qué piensa usted? –que son monstruos, qué más, pero quería escucharlo de la propia voz de la joven duquesa para estar preparado, para estar al tanto de qué palabras y pretextos debía usar en su beneficio una vez que le dijera lo que él era. No sabía por qué pensaba aquello, por qué no veía la posibilidad de no decírselo, como si sincerarse con la jovencita fuese de carácter urgente.

Con la mirada en el suelo la fue levantando despacio conforme las palabras del medico inundaban la habitación…que qué opinaba de aquellos de seres como aquellos? definitivamente esos seres no existían…o eso es lo que hubiese pensado hacia solo unas semanas… pero después de lo que había pasado, podía reconsiderar su perspectiva… ella era extraña también, después de todo. No sabia por que podía controlar insectos pero era la verdad, si su poder venia el cielo o del infierno lo cierto es que ella no lo había pedido, simplemente había aparecido un día…el día en el que había sentido que el mundo le dominaba, el día en que el poco piso que aun quedaba bajo sus pies se había derrumbado- no creo…que nadie sea apto para juzgar la forma de vivir de los demás- dijo despacio, después de todo ella había arruinado el día feliz de el que había dicho amar simplemente por que había sentido el corazón destrozado- el hombre que me ataco… - entrecerró los ojos y frunció un poco el ceño…- estaba desfigurado por el dolor… desesperado por consuelo… su ataque no fue personal… - sonrió levemente y miro a su medico- en mi opinión la actitud de ese hombre es mil veces mas justificable que la de los sujetos con los que me veo a diario en la corte-Klett se levanto despacio, al ritmo de sus piernas y avanzo sin dificultad aparente hasta la chimenea, pasando sus dedos por el fino acabado- podría perdonar a aquel que me arrebata la vida para sobrevivir… lo que nunca podre entender- su mirada se dirigió hasta daniil- es a los que arrebatan el alma para complacer…

La situación en la corte había sido difícil en los últimos meses, la condición de su abuelo había empeorado drásticamente y todo el reino se había enterado, si antes los jóvenes nobles habían mostrado cierto discreto interés en ella ahora parecía como si de repente la gracia de los dioses hubiese caído sobre ella, era la mujer mas hermosa e interesante del planeta. Lo cual en absoluto le complacía, había visto a cada sujeto hacer cosas extrañas para llamar su atención… pero había una que resaltaba de entre todas. De camino a McLeod, de vuelta de el castillo real había sido interceptada en el bosque, su escolta había salido en su defensa pero quien les emboscaba había sido mas listo, extrañamente el sujeto que le atacaba no parecía querer contentarse con el dinero que llevaba… intento llevársela a ella…y no paraba de decirle las cosas que le haría… misteriosamente uno de los muchachos nobles de la corte había decidido casualmente seguirla para invitarla a caminar… valientemente la había “rescatado” increíblemente el solo había hecho correr al ladrón… y le había disparado a traición por la espalda… no pudo ver la expresión de aquel hombre antes de morir…pero imaginaba como debía haber sido… su “rescatador” había planteado tirar el cuerpo a una fosa común… pero ella se había opuesto, mas que por consideración a su atacante por que había coas que no cuadraban en su mente, busco a los familiares y resulto que el difunto era un leñador cualquiera, con una familia y una vida apacible… su esposa le había dicho a sus sirvientes que el hombre había muerto precisamente cuando creyeron que su vida mejoraría…al parecer el hombre había llevado bastante dinero a casa diciendo que había encontrado un buen empleo en una casa noble… no había hecho falta demasiado para imaginar como habían sido las cosas, ese hombre había sido contratado para fingir un secuestro y la muerte que le habían dado no había sido para nada fingida. Se había sentido en cierto punto responsable…ahora la esposa de aquel hombre era su ama de llaves y los niños vivían en el castillo… con su madre- aquellos que devoran las almas de las personas…sin necesidad alguna son aun peores- dijo de repente a daniil, matar para vivir…si era una condición inevitable entonces que culpa tenia el portador? Que culpa tenia ella de poseer las habilidades que poseía? Si la iglesia lo supiera moriría en una hoguera… mientras quien había dejado a una madre sola con sus dos pequeños vivía entre lujos y riquezas… no parecía para nada justo.

Escuchó a la joven duquesa explicar cuál era su posición al respecto, mantuvo el rostro estoico, no quería delatarse antes de tiempo, por eso noche mantendría su secreto, algo le decía que Klett tampoco estaba exenta de guardar un misterio de igual magnitud, ¿quién lo estaba de todo modos?, todos tenían secretos y todos luchaban con fiereza por guardar algunos de ellos, ya fuera por terribles o por mantener la sensación que se algo les pertenece.

Siguió a su anfitriona con la mirada mientras se ponía de pie y se desenvolvía por la habitación, entornó los ojos ante sus palabras intentando descifrarlas, aunque era tarea complicada quiso creer la balanza se inclinaba a su favor aunque había cosas que quería que la duquesa supiera antes.

-Sí, bueno… -carraspeó –lo que usted me dice es muy inteligente, y no cualquiera pensaría así, pero muchos de esos que toman las vidas de otros para subsistir, bueno… -se interrumpió, le estaba dando muchas vueltas al asunto –ellos tuvieron la opción, muchos, no digo que todos –aunque él mismo la tuvo, tuvo la decisión en sus manos y no fue capaz de ser lo suficientemente inteligente para decir no a la oferta de la inmortalidad. La inmortalidad y el poder no le importaron, seguían sin importarle, había sido la opción de poder vénganse lo que lo sedujo, y ahí estaba ahora, cuentos de años después, sin su venganza y convertido en un ser que, de ser de otro modo, él se dedicaría a combatir, pero tampoco era tan hipócrita, no quería pensar que lo era; mantenerse aislado de los suyos era el método más seguro, de todos modos nada tenía en común con ellos.

Guardó silencio y meditó algunos segundos sobre su caso en específico. ¿El hecho de renegar de lo que era y de apartarse de otros vampiros lo hacía menos malo?, no, pensó, tal vez tan sólo un poco más idiota.

Miró luego a Klett y esbozó una sonrisa, el tiempo llegaría, el tiempo de decirle lo que era, en París, decidió en un segundo que el sitio debía ser París, o tal vez no era que lo hubiera decidido, sino que iba a resultar imposible ocultar su condición cuando le dijera que sólo podían salir a pasear de noche. Cierto era que había adquirido muchas habilidades cuando tomó la inmortalidad, pero la mayoría de las veces la sentía como una enfermedad, y para colmo, tan tabú que no podía hablar de ella.

-Supongo que siendo usted tan sensible e inteligente, es una verdadera carga estar lidiando día y noche con superfluos y vacíos aristócratas –dijo luego, esa era su visión general sobre la realeza, con la que había tenido que tratar incluso antes de su transformación al ser un médico tan respetado, pero como a toda regla había una excepción, frente a él tenía a la duquesa que parecía demasiado sencilla como para creerle que portaba un título nobiliario, y si no fuera por sus ropas, y al verle los modales, de verdad pasaría como una chica encantadora que ha carecido de comodidades toda su vida, la forma en cómo repartía el valor a las cosas y a las personas gustaba mucho a Daniil, de algún modo se parecía a él.

Era impresionante lo inteligente que era la duquesa, no es que Daniil la creyera una tonta de entrada, nada de eso, todos poseen suspicacia, pero conforme hablaba con ella se daba cuenta de la magnitud de su poder observador, intuitivo y sagaz. Le estaba hablando como si lo conociera, como si en realidad le hablara a ese hombre diminuto y asustadizo que era por dentro, ese que se agachaba amedrentado por todo, que se sentía culpable hasta porque la lluvia mojaba a los desamparados (porque la culpa era el timón de su barco). Sabía que eran ideas suyas, que Klett estaba hablando al aire, a una generalidad que en dentro de sus vértices lo acogía a él. Desvió la mirada sintiendo como cada palabra le hablaba directo a él, y luego regresó los ojos avellana a su interlocutora asintiendo.

-Nadie tiene el poder de juzgar a otros, sólo podemos dar nuestra opinión –quiso agregar que sólo Dios podía hacerlo, sólo Él juzgaría llegado el momento, pero su relación con las deidades era más que extraña, fue criado en la estricta iglesia ortodoxa rusa, pero ahora que era lo que era creía que la vida no era un tránsito a otra, sino un camino definido con un principio y un final, cosa que él y los de su estirpe desafiaban de manera abrumadora.

Sonrió complacido, eso que parecía un halago salido de su boca era sólo la verdad, no se atrevería a mentirle, no a ella en especial con la que había tenido esa conexión casi inmediata. Mentirle a ella era mentirse a sí mismo, y eso era algo que no le gustaba, mas no que no lo hiciera, quería proteger a todos de todo, y en su patético intento heroico, también lo hacía con su persona. Iba a decir que no era nada pero no lo hizo, la observó acercarse y tomarlo por las manos, gélidas por el beso de la muerte, miró las cuatro manos unidas y luego directo a los ojos claro de la duquesa como el tonto era sin entender a dónde iba todo aquello. Se sorprendió cuando vio los actos de ella y escuchó sus palabras. Rió nervioso, sintiéndose indigno.

-Entonces mi misión está cumplida –sonrió ampliamente, con gesto dulce y amable, con suavidad soltó las manos de ella, pero no dejó de mirarla-. Debe estar cansada y yo quitándole su tiempo –se dio cuenta de lo tarde que era, y que seguramente ella quería dormir.

Sonrió un poco…despacio y entonces escucho sus palabras, sus ojos viajaron desconcertada a la manecillas del reloj y sus ojos se abrieron un poco, era ya entrada la madrugada, un sonrojo débil cubrió sus mejillas y asintió.

-si es tarde- dijo despacio pasando algo de saliva por su garganta, titubeo con par de pasos hacia atrás y entonces sonrio dándose cuenta que si no se detenía ahí comenzaría a actuar como una completa torpe, dios que era de si misma? Necesitaba recuperar el control y la cordura pronto- supongo que será prudente que cada uno vaya a descansar, gracias por acompañarme doctor- agradeció con una leve inclinación de cabeza- gracias por compartir su tiempo conmigo y disculpe que lo mantuviese despierto hasta tales horas, yo mejor que nadie debería entender lo cansado que debe estar- después del viaje y de la consulta nocturna era lógico que el hombre estuviese deseoso de irse a la cama, pero no lo había recordado hasta que el menciono la hora en el reloj- que tenga buena noche, de nuevo… gracias- hablo alejándose despacio, saliendo de la habitación rumbo a la suya para permitirle a el regresar a la misma- y no se preocupe por el fuego, alguien más se encargara, vaya a dormir- indico lo más amable que pudo perdiéndose en las puertas de su habitación, apenas en la puerta contigua a la habitación en la que estaban, del exterior, solo a Daniil le había mostrado que sus aposentos estaban en la planta baja y además de todo, revelado la razón.

Ya en su habitación no quiso llamar a nadie más, atizo las brasas casi apagadas y puso un par de leños para que el fuego fuera débil y acogedor, despacio, se deslizo entre las sabanas y suspiro hondo sintiéndose mucho mejor que la primera vez que se había metido entre ellas esa noche, poco sabía que su efímera tranquilidad poco duraría, pues el hombre que había aceptado fingir ser su prometido, había muerto en el camino a Inglaterra mientras ella hablaba con el médico, dejándola no solo nuevamente sin saber que hacer, si no con la culpa de la muerte de un buen hombre.

-Nada de eso, ha sido un placer para mí –se inclinó levemente, a decir verdad, él no tenía sueño como era de suponerse, lo que en verdad le preocupaba era ella, que descansara, cierto era que era joven y que podía mantenerse más tiempo despierta, pero también tenía aquel problema con sus piernas y el descanso no sólo era recomendado, sino casi requerido-, la verdad yo… -iba a decir que no se iba a dormir de inmediato, pero calló, eso lo delataría demasiado-, nada –negó con la cabeza y con una sonrisa tonta en su rostro –descanse, ha sido muy gratificante hablar con usted –también calló el hecho de que al día siguiente partiría, no supo por qué, no supo qué lo condujo a callarse algo que seguramente dibujaría congoja en el rostro de la condesa, tal vez ese dejo de paternalismo que ella despertaba en él.

La observó alejarse, adentrarse a sus aposentos y en lugar de irse de inmediato, se quedó ahí observando el fuego, sentado en un cómodo sillón, pensando en todo y nada a la vez. Repasando las palabras de Klett, y las suyas propias. Cuando viajó a Inglaterra, casi de mala gana, no imaginó toparse con alguien como ella, pero le alegraba haberlo hecho, le alegraba darse cuenta que no importaba la latitud, siempre encontraría personas inteligentes.

Se puso de pie y del maletín que no había soltado desde que había regresado de la consulta sacó un trozo de papel y una pluma fuente. Escribió cuidadosamente una nota con esa caligrafía que su mejor amigo se encargaba de decirle que parecía de mujer.

Querida Duquesa,

Tuve que partir a París, asuntos importantes que dejé inconclusos me obligan a hacerlo, pero quiero decirle que pasé una maravillosa noche en su compañía, y si viaja a la ciudad francesa, no dude en buscarme.

Dr. Stravinsky

Adjunta dejó su dirección en la capital gala y acomodó la nota con minuciosa calma en la repisa de la chimenea para luego retirarse, tenía que emprender su viaje antes de que el sol saliera, así que tenía que apresurarse. Era una suerte que el cansancio para él fuese diferente que para los mortales, sino sería incapaz de viajar distancias tan largas con tan pocos días de separación. Esperaba, como su nota lo decía, que si la duquesa viajaba a París, lo visitara.

TEMA FINALIZADO