Salvando un alma inocente. [Loukas]

por **Ørn Fridrikson** Dom Jul 03, 2011 2:41 pm

Abrí los ojos y allí estaba, con una gabardina sentada en un banco frente a la catedral. Por mi condición se me estaba prohibido el entrar en aquellos lugares, aunque en realidad fuese Cristiana, no entendía por qué Dios me negaba la entrada a mi y a los de mi especie.

Esperé, con el cabello revuelto por el viento y la mirada gacha a decidirme si dejarlo por el día de hoy o rezar desde afuera, pero me era imposible.

"Sentía la necesidad de estar allí, de rezar mil plegarias por que cuidasen al alma tan inocente de aquel niño. Mi primer paciente. Ya habían pasado dos años desde aquel accidente. Yo aun no había ingresado como doctora, y aquel niño sin previo aviso murió entre mis brazos, en extrañas circunstancias."

La única rosa blanca, que iba a dedicar a aquel alma en cuestión se la llevó el viento con un azote de entre mis manos. Aquello me hizo suspirar profundamente. Hoy no era mi día, y tampoco iba a correr detrás de aquella flor. Quizás todo estaba en contra de que éste día, no recordase como era merecido a aquel niño.

por **Eyra Erikdóttir** Dom Jul 03, 2011 4:11 pm

No. Estaba realmente seguro de que no existía ningún Dios Todopoderoso que al morir nos regalara un trozo de su Edén, puesto que si así fuera, no existirían criaturas monstruosas como yo o como los vampiros. Sin embargo, aunque fuese por cuestiones estéticas, adoraba caminar por el alrededor de la Catedral, parándome a observar el cómo se construyó, el simbolismo que aguardaba en cada uno de los brochazos con el que estaba pintada. Me relajaba y me ayudaba a desconectar de mi oscuro mundo.

Estaba tan absorto en mis pensamientos que no me percaté de que algo chocaba contra mi pectoral y caía flácidamente sobre mis pies. Era una rosa. ¿Qué hacía allí? Me agaché y la tomé entre mis dedos, alzándome ágilmente y buscando al dueño de aquella flor. Observé a una joven sentada en un banco, como si quisiera entrar en la Catedral pero algo se lo impidiera. Algo me dijo que esa rosa le pertenecía, así que me acerqué a ella con una dulce sonrisa y se la mostré.

- Se le cayó un pedazo.- murmuré con un guiño juguetón.

por **Ørn Fridrikson** Mar Jul 05, 2011 2:16 am

No estaba acostumbrada a intercambiar palabras con ningun hombre, es mas, su timidez era tal que jamás se hubiese permitido el lujo de mirar a los ojos siquiera de un hombre.
Sus mejillas se mostraron serenas aun, no pretendían ruborizarse por aquel intento de coqueteo.

- Merçi, monsieur.

La mujer contrajo su cuerpo en una leve,y sutil reverencia hacia aquel muchacho que la había recuperado aquella bonita flor, que ni siquiera era para ella misma, sino para el pequeño Alexis.
Sin poder resistirse a su curiosidad, quiso saber de que color eran los ojos de aquel muchacho y el por qué se veian tan lindos con la luz del sol.

- Le agradezco profundamente el que me la devolviese. Gracias de nuevo..

Christinne tenía por costumbre, tomar la mano de aquellos quienes le agradecía algun favor, y así hizo, como un suave apreton de manos. Ella sintió una calidez en aquellas manos impropia. Algo deseable por cualquiera de los mortales que rondaban el mundo terrenal.

- Me.. gustaría que me hiciese un favor. Si pudiese dedicarme unos minutos, se lo agradecería.

La mujer de ojos azules vidriosos le observó instantes previos a oir su respuesta. Por allí ya no quedaba nadie, y aquel jóven podría ser la persona perfecta para colocar aquella rosa en el lugar apropiado. Ella, al poseer el don de la magia, se le tenía prohibida la entrada a lugares sagrados, como por ejemplo, la iglesia, una catedral, o el simple recinto donde yacían los cuerpos de las personas que habían conocido la hora de su muerte a su hora o quizás a muy temprana edad.

- Por cierto, disculpe mi descortesía, pero mi nombre es Christinne.

por **Eyra Erikdóttir** Vie Jul 08, 2011 9:13 am

La joven, que posteriormente se presentó como Christinne, me agradeció el gesto de devolverle la flor tomando mis manos entre las suyas. Me limité a sonreírle y asentir con la cabeza, dispuesto ya a marcharme. Pero sus palabras me ataron en aquél lugar.

- Por supuesto, ¿en qué puedo ayudarle?- respondí con el ceño algo fruncido por la preocupación.

¿Qué era lo que atormentaba a aquellos ojos marinos? No lo sabía y por alguna extraña razón, sentía la necesidad de prestarle mi ayuda a aquella damisela en supuestos apuros. Al fin y al cabo, nada más ocupaba mi tiempo aquél día.

Sin esperar respuesta todavía, me senté junto a ella en aquél banco y me presenté caballerosamente.

- Mi nombre es Loukas Giorkas. Me tiene a su disposición.- volví a sonreírle con complicidad y aguardé.

por **Ørn Fridrikson** Dom Jul 10, 2011 8:36 am

- Oh!... no se preocupe, tan solo necesito que lleve esta flor a una de las tumbas.

Me miró extrañado, sabía que estaba mal pedir aquello y que también era una forma extraña de pedirle a alguien. Tan solo me limité a sonreir, y le tendí la blanca flor.

- Se me quitó el derecho a entrar en el cementerio hace... mucho.

Comenté. No podía decirle de buenas a primeras que no podía pisar aquel lugar porque era una bruja. Una mujer con el dón divino de la magia.
No entendía realmente aquel significado, el por qué siendo devota de aquel dios que nos aguardaba, por que no me permitía el poder depositar aquello tan puro sobre la tumba del pequeño Alexis.

- Se llama Alexis, monsieur... si no puede hacerlo no importa. - Le sonreí con un leve matiz de tristeza en mis ojos, extrañaba a aquel pequeño querubín de rizos rubios.

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