Salvando la distancia que hay de entre tu cuerpo y el mio [Ariyne][+18]

Aquella noche una entraña pesadez inundaba mi cuerpo, dando vueltas como un loco por la estancia, escuchaba dar las campanadas de Notredam, mas aquel día no tenia donde ir, y si lo tenia, el valor o la cordura no me acompañaban para hacerlo.
Tras lo acontecido dos días atrás cuando la sinceridad escapo de los labios frente a la loba y eso me llevo a un final no deseado, a un pacto acabado y a una promesa de futuro muerto antes incluso de empezar, la vida se me antojaba mas complicada que nunca.
Mas si eso no era suficiente en aquella casa, a la que por fin podía llamar hogar, se había desatado, y no niego que por mi culpa, una incomoda situación.
Moira y yo hacia dos días que habíamos copulado en el bosque presos, al menos en mi caso, de la ira, del alcohol y como no de la atracción que desde el principio sentía por ella, pero a la mañana siguiente, cuando Ariyne seguía poblando mi mente y el alcohol se disipaba de mi sangre, no así como la rabia, confesé mi realidad, algo que en el fondo Moira ya sabia.
Que amaba de forma indiscutible a aquella loba desde hacia mas de un milenio y que de un modo u otro siempre fue ella la dueña de mi corazón. Posiblemente mis palabras le ocasionaron y la sumieron en el dolor mas absoluto y este dolor logro traspasarme de un modo que yo tampoco creía posible.
Mis sentimientos por Moira existían, aunque eso no iba a reconocérselo jamas, posiblemente porque ni yo mismo conocía el alcance de estos, y porque de hacerlo no dejaría que avanzara, no había nada peor que la esperanza, y eso no hubiera sido justo para ella. En esto todos teníamos que dar un paso adelante  pues aunque mis posibilidades con Ariyne, Katherine o como bien quisiera llamarse en esta vida se habían esfumado, pese a que me había dicho que seguía con la firme idea de casarse con otro y pese a que me dolía tanto que se me antojaba difícil respirar, yo no podía engañar a Moira, o al menos no de esa manera, no podía pedirle que me esperara, porque ni yo mismo sabia cuantos milenios mas tardaría en olvidar, si es que lo lograba a aquella mujer de larga cabellera oscura y ojos ambar.
Con las cartas sobre la mesa, o al menos en parte, oí las once campanadas de Notre Dam y no se bien guiado por que impulso salí de aquella casa para volver al lugar de siempre, esperanza, maldito sentimiento el que me invadía, mas necesitaba verla, al menos tener la opción de hacerlo y aunque posiblemente ella no acudiría a nuestro típico lugar de encuentro, tenia que asegurarme con mis propios ojos de que en ella nada había cambiado, que su idea de desposarse seguía tan firme como el día que me lo dijo, que para nada el no tenerme había hecho tambalear sus cimientos y que en estos días no había pensado en mi, tato como yo en ella.
Espolee mi montura hasta la taberna de siempre y entre en ella acercándome a la barra, aquel día me faltaba sus ojos buscándome nada mas entrar por la puerta, su sonrisa, su cabello, su olor, aquel día la taberna estaba repleta de gente pero a mi se me antojaba vacía.
No había venido, se había mantenido firme frente a la idea impuesta por su familia de tomar matrimonio con un extraño, y a mi solo me quedaba asumir mi derrota.
Pedí una botella de whiky dispuesto a encontrar en el fondo de esta alguna razón para mantenerme en pie, o mejor aun, tomar tantas que lo de mantenerme de ese modo se me antojara un imposible.
Empezaba de nuevo una noche llena de autodestrucción del que desconocía el final, y la verdad, ni tan siquiera me importaba.
Entonces entro, como un resorte de aire fresco, con aquella sonrisa dibujada a fuego en sus labios, sus ojos me buscaron entre la multitud, con una mirada diferente, brillante.
Estaba tan bella aquella noche, que tan solo me parecía una ilusión, un engaño de mi mente, mas aun no estaba lo suficientemente borracho como para verla en sueños, era ella, su olor inconfundible y el fuerte repiqueteo de su corazón latiendo dentro de su pecho.
Por Odin como la amaba.

Deje caer unos francos sobre la barra de madera cubierta de muescas, abandonando allí la jarra recién servida por el posadero sin despegar mis ojos de la dama.
Su sonrisa parecía mostrar su alegría al verme, mas su mirada se paseaba insegura por mi rostro como si la conversación que acontecía entre ambos fuera de vital importancia.
En décimas de segundo mi mente arrastro a ella todas y cada una de las posibilidades por los que aquella mujer a la que amaba profundamente había venido hasta allí para verme.
La mas probable para volver a decirme que su mano estaba ya presa de otro hombre y que por el bien de ambos debíamos dejar de buscarnos y de encontrarnos.
¿Pero no había quedado eso ya claro con anterioridad? ¿acaso necesitaba sumirme mas en la oscuridad de mi propio vació? ¿Entre los gritos desesperados de mis demonios?
Trate de ser positivo, tal vez fuera un encuentro para decirme que se había equivocado, que había reflexionado y que me amaba, que no se desposaría, que creía en mi historia pasada donde Katherina se ligaba inexorablemente con ella y que el destino nos brindaba una segunda oportunidad que no dejaría escapar aun teniendo por ello que renunciar a su familia.
Mas ahí nuevamente mis diablos hablaban arrastrándome a la oscuridad de un mundo en llamas, como decirle si esas palabras escapaban de sus labios que aquella misma noche en que nuestro pacto creí zanjado había tomado a otra para acallar mi vació.

Pedí una botella de vino y sendas copas, ademas de solicitar una llave de una de las recamaras, con las monedas dispuestas cubriría con creces todos y cada uno de los gastos ocasionados, la conversación se me antojaba larga y posiblemente demasiado complicada para llevarla a cabo a palo seco así que tome la botella de exquisita reserva y volví a posar mis ojos en ella.
Asentí frente a su pregunta y con suavidad tome su cintura para indicarle el camino hacia las escaleras que nos llevarían a la planta superior donde una cámara bien pertrechada para la ocasión nos esperaba.

Las escaleras de madera oscurecida por el tiempo crujían a nuestro paso, mientras la dama apoyaba su mano en la barandilla con suavidad, sus movimientos eran elegantes, y mis ojos eran incapaces de dejar de contemplar aquel pelo recogido que dejaba al aire sus hombros, cuerpo solo cubierto por un fino vestido nada llamativo que a mi se me antojaba el mas hermoso jamas visto en una dama.
La capa reposaba en su brazo derecho, mientras sus mejillas adquirían una rosa tonalidad, posiblemente porque jamas había subido con un hombre a una habitación y los míos por un momento oscurecieron imaginando que me gustaría hacerle en ella.
Sacudí por un instante mi cabeza intentando concentrarme en lo que de verdad acontecía entre nosotros, esto no era un burdel ni ella una dama de compañía, no esta era la conversación trascendental que marcaría nuestras vidas, y para que mentir, posiblemente nuestro futuro.

Llegamos frente a la puerta marcada con el numero que la llave indicaba y la introduje en la cerradura haciéndola girar con cuidado, esta cedió emitiendo un leve rechine debido a la vejez y posiblemente el uso que llevaba en aquel hostal de viajeros que entraban y salían de ella.
Me hice a un lado para permitir a la dama su entrada, sus pasos se encaminaron con suma delicadeza hacia el interior, no sabia si empezaba a arrepentirse de la decisión tomada, mas podía percatarme del respeto que le daba quedar allí a solas conmigo.

Tras ella me adentre yo y cerré la puerta a mi espalada contemplando como la dama apoyaba la capa en una silla que había frente a un camastro que ocupaba la mitad de la habitación con un baúl a sus pies, supongo que para introducir las pertenencias de los viajeros.
Me acerque a una pequeña mesa de madera clara, y deposite sombre esta la botella y las dos copas sirviendo rápidamente en ellas el rojizo vino que esperaba en breve hiciera que la dama empezara a sentirse un poco mas cómoda, mas segura.

Mi cuerpo se acerco al suyo, despico, mas sus ojos admiraban el lecho que presidia el lugar posiblemente consciente de que de un modo u otro, eso era lo que venían ha hacer aquí las parejas, acostarse, dar rienda suelta a sus deseos y amarse sin poder evitarlo.

Sonreí con picarda rozando sus dedos cuando esta tomo la copa y mis labios se entreabrieron fruto del deseo con tan ligero roce de manos.
-Mi señora, no os preocupéis, se que no hemos venido a esto -susurré indicando con la cabeza el camastro -decidme, ¿a que debo el honor de vuestra presencia?
Me había detenido tantas veces los días atrás en mi empeño de tomarla que aquel pensamiento que no negare se me pasaba una y otra vez por la mente frente a ella y a aquella cama cubierta de blancas sabanas se me antojaba un sueño, algo inalcanzable. Posiblemente y dada su condición, esperaría al matrimonio para perseverar su pureza, mas ese enlace seria con otro, esas caricias se las concedería a otro y yo, quedaría relegado al vampiro desgraciado que una vez y ya sumido en tan solo un recuerdo le dio adrenalina.

Tomo la copa con sus cálidos dedos intimidada por la situación y aun mas por el lecho que a nuestro costado nos invitaba a disfrutar de la lujuria que al parecer y por las antiguas ocasiones en las que yo había intentado mantener relaciones intimas con ella, esta se había negado.
Dio un sorbo buscando posiblemente en su cabeza las palabras exactas que pronunciar, como si aquella situación que posiblemente había vivido durante estos días en su cabeza ahora no acabara de encajar.
Y entonces hablo, y sus palabras hicieron que mi boca se quedara entreabierta y mis cejas se alzaran por la inesperada sorpresa, estaba borracho o era cierto lo que hoy.
Renunciaba a un matrimonio concertado por su hermana, renunciaba a su apellido y lo mas importante lo hacia por mi, porque me quería, porque temía perderme.
Mi respiración se acelero y creo que por un momento fui capaz de escuchar latir en mi pecho aquel corazón carente de vida.
Acorte la distancia que nos separaba, que ahora se me antojaba un mundo, pues estaba decidido a no dejarla escapar, mas mis miedos también aparecieron frente a sus ojos.
Mis labios deseaban tomar los suyos, mas acariciando su mejilla me contuve, aquel aspecto sombrío me delataba y no porque no la amara si no porque no era justo no confesar mi pecado si los dos íbamos a ser sinceros aquella noche.

-Ariyne -Pronuncie su nombre con suavidad, como el niño que tras una fechoría trata de responder frente a su madre -tengo algo que contarte.
Las palabras no salían de mis labios, era complicado encontrar el modo de decirle que me había acostado con otra mujer en estos días, así que imagine que decirlo a bocajarro no ayudaría a enmendar mucho la situación.
Bebí casi vaciando la copa entera, necesitaba yo también hallar el modo de aplacar mi sed, mas desde luego con una botella no tenia ni por donde empezar.
-El día que te fuiste, el día que me dijiste que te casarías con otro -nueva pausa, agote las gotas de mi copa deseando ir a por la botella entera -ese día...me acosté con otra, no voy a justificarme con que iba borracho, ni que fue una venganza, simplemente paso, y antes de que tomes la decisión de romper tu compromiso quiero que lo sepas. Aceptare las consecuencias de mis actos si es que consideras que han de tenerlas.
Mi ser pedía a gritos que no se enfadara, que entendiera lo difícil que era aplacar mis demonios y que aquella noche, mis diablos habían gritado tanto que creí enloquecer.
Que su respuesta me había devorado por dentro, que me habita dejado colgado en el vació, hundido en un abismo del que no sabia salir, que perdida toda esperanza con ella hice lo único que sabia hacer, ponerme los escudos para el dolor y aplacar mi sed con alcohol, sexo y muerte.
Aquella noche había hecho todo y mucho mas, mas de lo perdonable por una dama como la que tenia enfrente, mas así era yo, ese era el hombre con el que tendría que lidiar si me amaba.
Era consciente de que ya no era ese humano del que Katherina se enamoro un día, mas ella tampoco era la Katherina de la que me enamore yo.
Allí estábamos uno frente a otro mirándonos, esperando su redención mientras las dudas se apilaban en mi cabeza.
Guarde silencio, esperando el juicio de sus labios.
Quizás no era toda la verdad de lo acontecido, mas guarde silencio en lo que intuí le haria mas daño, el nombre de la dama, y que mis labios habían tocado otros, puede que en parte necesitara con ese beso experimentar lo que sentía por Moira y ahora era consciente de que aunque había algo no era ni pareció a los sentimientos que albergaba por Katherine, Ariyne o bien como quisiera llamarse en esta vida.

Sus labios aplacaron los míos, mas incluso que las dos copar rotas contra el suelo y aquellas palabras que parecían aceptar mi desliz, si es que eso era lo que había sido pues realmente no había compromiso en aquel día en el que todo sucedió.
Nuestras lenguas se enredaron uniendo nuestros labios necesitados del otro, el deseo sobrevolaba nuestros cuerpos que con suavidad se juntaron, estimulándose con cada roce, con cada caricia. Dispuestos a no darnos tregua en aquella habitación donde el lecho nos presidia.
Enrede mis dedos en las cintas de aquel corsee que cubría su ansiada piel y tire de ellas, aflojandolas con las yemas de mis dedos.
Solo separe mi boca de la suya para contemplar un segundo aquello ojos oscuros que me miraban con una mezcla de miedo y de algo mas que no alcanzaba a vislumbrar en aquel momento en el que la lampara de aceite de la mesita de noche nos alumbraba tenuemente.
Con mis dedos deslice el vestido con suavidad, haciéndolo caer al suelo, dejando así aquel torso desnudo con sus firmes pechos endurecido.
La admire incrédulo, era ella, cada surco de esa piel que había disfrutado tantas veces como humano, cada marca de ese cuerpo cincelado a fuego, su sabor, su aroma, todo me evocaba a épocas pasadas donde la suavidad al amarnos nunca fue nuestro credo.
Mi falo ahora completamente endurecido pugnaba por salir de aquellos pantalones que todavía lo cubrían.
Ella frente a mi, lejos de ser esa loba hambrienta que conocía se presentaba como un pequeño cordero asustado.
“Ella no es Katherine” me repetí a mi mismo tratando de encontrar la paz y no amarla del único y violento modo en que sabia.
Deslice mis dedos por su espalda con la suavidad que mi cuerpo no pedía mas que sabia que ella si necesitaba y resbale las yemas por su espalda hasta alcanzar sus caderas que empuje contra las mías mostrandole lo deseoso que estaba.
No era la primera vez que eso pasaba, ni la primera vez que ella me detenía, jadee contra su boca, volviendo a apoderarme de ella, cruzando el precipicio de esos labios carnosos que tantas veces en el pasado habían acoplado con los míos, aquella boca que había añorado durante siglos.
La alace por las caderas subiéndola sobre mi cintura cogida por las nalgas sin dejar de besadla y esta vez si,dejando abandonado toda prenda de ropa que pudiera cubrir aquella piel perfecta.
-Te deseo -musité contra su boca siendo completamente sincero.

Sus palabras me dieron a entender sus miedos, aquella mujer de aspecto salvaje, era todavía inmadura en ese tema y yo estaba allí, frente a ella, estaba tan ansioso de todo que no sabia como empezar.
Durante siglos solo había follado, con tantas mujeres que ya ni recordaba sus rostros, ahora, ni siquiera recordaba como se hacia el amor.
Creo que eso se quedo anclado a mi humanidad, a mis primeras experiencias y como no, a la primera vez que desvirgue a Katherine.
Trate de cerrar los ojos y evocar a esa noche estrellada, donde nuestros dedos enlazados dieron paso a una noche distinta, mágica.
Acorte la distancia que me separaba de la loba, ayudando a sus inexpertas manos a quitarme la camisola, yo hice lo propio con el pantalón frente a sus hambrientos ojos ámbar.
Sonreí de medio lado cuando mi hombría quedo al aire, erecta, fuerte y deseosa de ella.
Alce la mirada hasta sus ojos, que parecían seguir anclados en mi miembro.
-No voy ha hacerte daño -susurré contra su boca llevando mi mano tras su nuca con suavidad, para posteriormente empujar su cuerpo sobre el lecho acompañándolo con el mio.
Su respiración entrecortada golpeaba mis labios una y otra vez, enredando con miedo su lengua a la mía creo que atemorizada de que mi hombria la penetrara en cualquier instante.
Acaricie con mis dedos su sexo con mucha suavidad, apenas podía sentir humedad en el, no estaba excitada, al menos no como yo necesitaba, demasiado seco para hacerla mía sin dolor.
Relamí mis labios frente a ella, depositando un reguero de besos por su cuello, pecho, cintura, ombligo hasta seductoramente y sin desviar mis ojos de los ajenos lamer su bulba muy despacio. Jadee contra sus labios inferiores evocando aquel sabor que bien conocía. Para ahora si, introducir mi cabeza entre sus piernas mi cabeza dejando que mi lengua se hundiera entre los pliegues de su sexo para lamer sin tregua su clitorix.
Sus gemidos, como se humedecía a mi paso me indicaba que ese y no otro, era el modo correcto y mi excitación se hacia mas que patente al sentirla disfrutar, pues mi pene también se mojaba sin necesidad siquiera de ser masturbado por ella.
Una de sus manos aferraba mi pelo hundiendo mi cabeza mas en ella, deslizándola hacia su vagina deseosa  y completamente excitada de sentir algo mas duro que mi lengua ahí abajo.
Alce la cabeza cuando esta tiro de mi pelo para que nuestros labios se encontraran compartiendo su delicioso sabor.
Mi falo se introdujo con suavidad es su vagina completamente mojada, se dilataba con tal facilidad que no pude evitar gruñir contra su boca por el calor que sus paredes me daban al apretar mi virilidad contra si con cada una de mis lentas envestidas.
Sacando del todo mi polla para volverla a introducir una y otra vez sin dejar de mirarla.

Jadeé contra su boca cuando sus manos rodearon mi cuello para morder mis labios sin lograr aplacar los gemidos que se escapaban de mi garganta con cada embestida.
Estaba tan excitado que mis ojos rojos como el mismo fuego ardían frente a aquella mujer que rozaba con sus pechos mi cuerpo con el vaivén de mis bruscas penetraciones.
Ya no había control en nosotros, solo eso, pasión, jadeos entremezclados y mucho calor y humedad en nuestros sexos.
Su vagina atrapaba mi falo con fuerza cuando sus piernas me rodearon para forzarme a entrar mas dentro y sus labios pasaron a confirmar su deseo pidiendo que no parara.
Gruñí frente a esas palabras que me hacían casi entrar en éxtasis mientras su bulba se estimulaba contra mi pubis con cada uno de los golpes.
No podía mas, estaba a punto de explotar, jadee mordiendo su mandíbula mientras mis labios se deslizaban poco a poco por su cuello hasta esos senos que rabiosos y con los pezones duros me pedían guerra.
Los introduje en mi boca sin dejar de penetrarla ni un instante, lamiéndolos, chupándolos hasta que mis colmillos se clavaron en la parte superior de estos, sentí la sangre manchar mi lengua, gruñí dejando que recorriera mi ser y afloje el mordisco embistiendo con mas fuerza viendo como el hilo de sangre se perdía por su canalillo.
-Mas -gruñí volviendo a morder esta vez su cuello desesperado mientras mi polla se sacudía frenética en su interior acompañada del calor de su vagina que la atrapaba llenándose de mi.
Me corrí con tanta fuerza que tuve que posar las manos en la cama para que mi cuerpo no se venciera sobre el ajeno.
-Ha sido..- jadee con la respiración entrecortada -uffff
Sonreí mirándola fijamente tratando de vislumbrar si la experiencia de perder su virginidad había resultado cuanto menos tan placentera como para mi.
Posiblemente eso no era lo que imaginaba, seguramente jamas pensó que sangraría y no solo por la rotura de su imen.
Acaricie su rostro antes de dedicarle un reguero de besos a sus labios, morder con suavidad la comisura de estos apropiándome de su boca.
-Te quiero -susurré buscando su mirada -¿estas bien?
Pregunté aun sintiéndome dentro de ella, era consciente de que seguramente me había pasado, pero lo que había empezado como algo dulce se había convertido en el modo en el que follaba con Kastherine, claro que de normal era yo quien sangraba y ella quien lamia mis heridas.
Salí de ella oliendo ahora la sangre que cubría mi falo, aquello que demostraba sin lugar a duda que aquella mujer me acababa de regalar lo mas importante para una dama.

Sus palabras confirman lo que sus besos me mostraban  que estaba bien y su boca deseosa se pasea salvaje por mi mandíbula arrastrando sus dientes trazando el contorno de mi piel. Entreabri mis labios al sentir como sus ojos que no cambian de intensidad se hunden en los míos, amarillos, lobunos, como el mismo ámbar, mientras su cuerpo seguía balancenadose con suavidad sobre mi, como si no hubiera quedado saciada, como si mi agotamiento jadeante solo fuera la antesala de algo que estaba por empezar.
Esa era Katherine, insaciable, mis ojos se tornaron tan rojos y brillantes como el mismo fuego y un gruñido escapo de ellos cuando sentí como introducía mi falo en su interior nuevamente necesitada de mi, necesitada de mas.
Moviéndose en círculos mientras con los ojos cerrados recorría su propio cuerpo con las manos jadeó al compás de sus propios movimientos que poco a poco iban tomando mas y mas intensidad.
Deje escapar el aire con los labios entreabiertos observando como sus pechos rebotaban frente a cada una de sus cabalgadas, excitando mi virilidad hasta un punto insospechado.
El hilo de sangre ya seca moría en su canalillo, me erguí ligeramente cuando su mano atrapo mi pelo guiándolo hacia sus pezones que lamí una y otra vez sintiendo como se endurecían con el contacto de mi lengua.
El sudor de su cuerpo mezclado con la sangre era un elixir inigualable para mi, entre jadeos rasgue nuevamente aquella piel haciendo que la sangre resbalara furiosa por su cuerpo, saboreando cada una de esas gotas violentamente azuzadas por los bruscos movimientos de la dama que con movimientos circulares y saliendo y entrando de mi mojado falo se excitaba gruñendo con sus ojos ámbar clavados en mi boca que chorreaba sangre, su sangre.
De nuevo nuestros labios se juntaron ,compartiendo la vitae que resbalaba por ellos, esta vez ella lamió mi barbilla que goteaba aquel fluido carmesi.
Gruñí con cada movimiento de caderas que me llevaba al clímax, pose mis manos en ellas para acrecentar el ritmo cada vez mas brusco cada vez mas salvaje.
-Katherine -gruñí contra su boca sintiendo como mi falo llegaba a lo mas profundo de su ser.

Sus movimientos bruscos de cadera cabalgando cual amazona sobre mi falo mientras con sus manos recorría sus propios senos, era una imagen digna de ver.
La empujé casi arañando su piel para que se introdujera con mas fuerza mientras nuestras caderas colisionaban sin rumbo una y otra vez, jadeaba tan fuerte que la habitación se inundo de nuestros gruñidos no acallados.
Sus manos me empujaban del pelo a tomar los senos que con su propia mano metía en mi boca para que relamiera la sangre seca que había surcado su piel.
-No puedo mas -confesé contra sus pezones al sentir como mi falo explotaba en su interior mientras las húmedas paredes de su coño lo acogían vibrantes llenándose nuevamente de mi.
Me deje caer rendido en la cama, agotado, aun jadeante mientras la miraba insaciable seguir moviéndose en círculos aprovechando los últimos coletazos de mi.
Sus labios se abrieron llegando al clímax entre gruñidos y gemidos sin dejar de tocarse.
Después se desplomo sobre mi cuerpo, acaricie su espalada recorriéndola con la yema de mis dedos lentamente, surcando su columna vertebral que agitada se movía al ritmo de su brusca respiración conmigo aun en su interior.
-Dime que aun no estas saciada -bromeé mirandola de medio lado con una picara sonrisa dibujada en mis labios.
Sus ojos seguían ámbar cuando nuestros labios se encontraron de forma apasionada nuevamente, enredando nuestras lenguas en una batalla que tenia ya perdida.
-tranquila -susurré contra su boca al ver que de nuevo empezaba a coger ritmo sus caderas -estoy muerto -reconocí -déjame al menos beber un poco de vino -susurré contra su boca señalando con la cabeza la otra botella que aun intacta reposaba en la mesa.
Se hizo a un lado a regañadientes, dibujando un pequeño mohín en aquel rostro perfecto, al parecer no tenia intención de darme grandes treguas aquella noche, y para que mentir, tampoco yo las quería.
Las copas habían quedado hechas trizas tras mi confesión, mas por suerte en un pequeño mueble acristalado, reposaban cuatro copas de vidrio y una botella vieja de whisky irlandés.
Tome dos de las copas y camine de nuevo hacia el vino. Estaba sediento y suponía que la dama también después de este salvaje encuentro.
-¿quieres una copa? -pregunté ladeando la cabeza mientras llenaba la mía hasta los bordes y la llevaba a mi boca vaciándola de un trago sediento.
Sus ojos ámbar repasaban mi cuerpo desnudo mientras mordía su labio inferior con deseo, mis ojos se oscurecieron frente a aquello imagen infernal de una loba desnuda envuelta en sabanas blancas.
Sus dedos recorrían su cuello aun jadeando, acariciando así las marcas de mis colmillos invitándome a mas, a mucho mas aquella noche donde la luna creciente parecía afectarle de forma diferente.
Acerque sendas copas entregándole una a la dama y me senté junto a ella al borde de la cama, dejando la botella reposar al pie de esta, posiblemente le daríamos entre ambos un buen tiento aquella noche de luna clara.
-Te noto diferente -aseguré contemplándola.
Era cierto, aquella noche Ariyne había desaparecido, veía a Katherine en cada uno de sus gestos, en su olor a sexo, en como me miraba y sobre todo en como me montaba sin tregua, sin descanso, insaciable. Eso y mucho mas era Katherine, una mujer indomable, una guerrera.

Tomó la copa entre sus manos dando un ligero sorbo mientras sus ojos bailaban traviesos por mi rostro.
-Hace unos días tenia casi que suplicarte poderte tocar -bromeé recordando todos los encuentros donde mis instintos me habían pedido mas y ella me había detenido todas y cada una de las veces.
-Y ahora...-susurré con picardía alzando las cejas en un gesto pícaro -no deseas parar.
Busque con mis labios los ajenos saboreando el vino que los mojaba con deseo, mi lengua busco la ajena enredándose con ella con suavidad, dejando que nuestros alientos se unieran con nuestras bocas entreabiertas por el deseo.
-Esta noche va ha ser larga -auguré contra su boca antes de volver frente a mi copa para vaciarla nuevamente entre mis labios.

Repleté nuevamente sendas copas mientras la miraba de reojo surcando aquel perfecto rostro que yo ya tanto conocía.
Era increíble como aquella noche mas que ninguna se me antojaba estar con la misma Katherine, todo en ella diferente, incluso esa mirada lasciva que no podía borrar de su rostro y que la parecer ni siquiera el vino exquisito que degustábamos aplacaba.
-acabaras borracha -bromeé al verla vaciar nuevamente su copa -y tendré que abusar de ti.
Volví a repletar las copas antes de ponerme en pie caminado hacia el mueble anterior y tomar la botella de whisky irlandés de este.
-¿Cuéntame algo de escocia? Apenas se nada de ti ¿cuando te trasformaron? ¿como fue que encontraste a tu hermana? ¿como es tu vida junto a ella? Quiero saber mas de la mujer que se esconde tras la piel de mi único amor -confesé abriendo la botella de whisky.

Deje el vino que quedaba para la dama, sin duda una bebida mucho mas suave que la botella recién encontrada y que serví en mi copa volviendo a mi lugar para empezar a escuchar su historia.
Mis dedos pasearon por su pierna desnuda, nuevamente estaba excitado, su desnudez era un reclamo para mi, y como no cada movimiento de su torso frente a mis ojos moviendo sus senos no me ayudaba en lo mas mínimo para centrarme en sus palabras.
Sonreí de medio lado llevando el vaso a mis labios.
-¿Me estas volviendo loco sabes?

Mis ojos se centraron en la sangre seca que surcaba sus pechos, y como si lo supiera su sonrisa se torno picara entreabriendo sus piernas para que mis dedos llagaran mas lejos de lo que estaban.
Acabe el vaso de un trago para depositarlo a un lado, arrodillándome frente a la dama y apoyando mis brazos en sus rodillas bese su pierna con suavidad, arrastre mis labios subiendo por su cálida entrepierna, sintiendo como la sangre fluía por aquella vena safena mayor. Mis ojos enrojecieron por el fluido carmesí que trasportaba y por el olor a sexo que su coño desprendía.
-¿estas ya lo suficientemente borracha? -bromeé antes de hundir mis colmillos de golpe en su entrepierna dejando que su sangre me inundara. Jadee contra su piel sintiendo esa explosión que me producía si vitae recorriendo mis venas.
Estaba muy excitado y mi cuerpo desnudo no podía disimular como mi virilidad en alza estaba dispuesta de nuevo a emprender la batalla.
-Creo que tendrías que cenar algo -jadeé relamiendo las gotas de sangre que tras extraer mis colmillos surcaban su piel.

Sus mejillas sonrojadas la dotaban de ese aspecto que tanto me agradaba, ese que indicaba la diferencia entre ella y yo, su vida y mi no vida.
No dejo de beber mientras mis labios surcaron su entrepierna buscando la anhelante vitae que mezclada con alcohol llegaba a mi, y goteaba por mis labios.
Insaciable esa era la descripción que aquella dama que no deseaba mas cena que la de mi cuerpo, suplicante con sus labios mojados en alcohol en busca de los míos.
Mi excitación endurecía mi virilidad que ahora tras sus labios humedeciendo los míos deseaba penetrarla sin miramientos.
Solo hizo una pausa para agotar hasta la ultima gota de aquella copa que deposito en le suelo con suavidad depositando en mi labio inferior un mordisco que lo decía todo, tiro de mi pelo para hacerme ascender, dejando aquel recoveco de pecado entre sus piernas, que removió contra mi falo al sentirlo frente a su húmedo sexo.
Sus ojos ámbar se reflejaban en los míos tan rojos como el fuego ardiente que sentía en mi interior al mirarla.
Nuestros labios jadeaban al unisono entreabiertos uno frente al otro provocandonos, esperando que uno lanzara su lengua para invadir la boca del otro.
Habíamos llegado a ese punto donde la excitación marcaba los ritmos  y nosotros ya no eramos ni siquiera dueños de nuestra voluntad.
Introduje mi falo de golpe acallando con mi boca el gemido que la dama soltó contra ella al sentir la palpitante embestida, que seguida de otras, movió la cama golpeando la pared de forma estruendosa.
Sus dedos se hundían en mi pelo, tirando de mi con fuerza, tratando de apoderarse de cada uno de mis gemidos, ahogados entre su lengua.
Sus caderas acompañaban salvajes mis penetraciones, buscando la profundidad máxima que sus calientes paredes me otorgaba.
Sus piernas se enredaron en mi cintura tirando mas de mi mientras sus manos surcaban mi trasero atrayéndome con cada brusco movimiento.
Gruñí contra su boca completamente fuera de mi, podía sentirla morder mis labios dejando que mi sangre bañara nuestras bocas.
Deslice mi boca por su mandíbula contoneando aquel rostro perfecto que durante siglos había añorado, mordí su barbilla con aquel sabor metálico que me enloquecía. Deslizando después  mis colmillos por su cuello inmaculado que me dejaba paso como si disfrutara de ser mordido una y otra vez.
Su cuerpo se arqueaba bajo el mio con cada potente embestida, pidiéndome mas, jadeando cada vez mas rápido, se sacudía contra mi polla sin remedio apresando mi espalda con sus uñas, trazando surcos manchados de carmesí.
Gruñí hundiendo mis colmillos en su excitante cuello, dejando nuevamente que su sangre bañara mi interior con tal velocidad que sentí me correría ahí mismo.
-Sii -susurro al sentirme dentro en todos los aspectos mientras sus paredes vibraban estimulando mi falo que explotaba nuevamente en su interior copandola de mi.
Su cuerpo se relajo aflojando el agarre aun con la boca entreabierta dejando que su aliento me golpeara con una sonrisa en los labios.
Afloje mi mordisco relamiendo mis labios antes de buscar los suyos, que ahora complacidos me besaban despacio.
Por un momento hasta dude que no estuviera ida, quizás había bebido demasiada sangre de ella o quizás el alcohol ingerido por la dama hacia ahora, floja de sangre, sus mayores estragos.
-¿Estas bien? Susurré contra su boca, aun con mi falo en su interior.