Salvando la distancia que hay de entre tu cuerpo y el mio [Ariyne][+18]

Recuerdo del primer mensaje :

Aquella noche una entraña pesadez inundaba mi cuerpo, dando vueltas como un loco por la estancia, escuchaba dar las campanadas de Notredam, mas aquel día no tenia donde ir, y si lo tenia, el valor o la cordura no me acompañaban para hacerlo.
Tras lo acontecido dos días atrás cuando la sinceridad escapo de los labios frente a la loba y eso me llevo a un final no deseado, a un pacto acabado y a una promesa de futuro muerto antes incluso de empezar, la vida se me antojaba mas complicada que nunca.
Mas si eso no era suficiente en aquella casa, a la que por fin podía llamar hogar, se había desatado, y no niego que por mi culpa, una incomoda situación.
Moira y yo hacia dos días que habíamos copulado en el bosque presos, al menos en mi caso, de la ira, del alcohol y como no de la atracción que desde el principio sentía por ella, pero a la mañana siguiente, cuando Ariyne seguía poblando mi mente y el alcohol se disipaba de mi sangre, no así como la rabia, confesé mi realidad, algo que en el fondo Moira ya sabia.
Que amaba de forma indiscutible a aquella loba desde hacia mas de un milenio y que de un modo u otro siempre fue ella la dueña de mi corazón. Posiblemente mis palabras le ocasionaron y la sumieron en el dolor mas absoluto y este dolor logro traspasarme de un modo que yo tampoco creía posible.
Mis sentimientos por Moira existían, aunque eso no iba a reconocérselo jamas, posiblemente porque ni yo mismo conocía el alcance de estos, y porque de hacerlo no dejaría que avanzara, no había nada peor que la esperanza, y eso no hubiera sido justo para ella. En esto todos teníamos que dar un paso adelante  pues aunque mis posibilidades con Ariyne, Katherine o como bien quisiera llamarse en esta vida se habían esfumado, pese a que me había dicho que seguía con la firme idea de casarse con otro y pese a que me dolía tanto que se me antojaba difícil respirar, yo no podía engañar a Moira, o al menos no de esa manera, no podía pedirle que me esperara, porque ni yo mismo sabia cuantos milenios mas tardaría en olvidar, si es que lo lograba a aquella mujer de larga cabellera oscura y ojos ambar.
Con las cartas sobre la mesa, o al menos en parte, oí las once campanadas de Notre Dam y no se bien guiado por que impulso salí de aquella casa para volver al lugar de siempre, esperanza, maldito sentimiento el que me invadía, mas necesitaba verla, al menos tener la opción de hacerlo y aunque posiblemente ella no acudiría a nuestro típico lugar de encuentro, tenia que asegurarme con mis propios ojos de que en ella nada había cambiado, que su idea de desposarse seguía tan firme como el día que me lo dijo, que para nada el no tenerme había hecho tambalear sus cimientos y que en estos días no había pensado en mi, tato como yo en ella.
Espolee mi montura hasta la taberna de siempre y entre en ella acercándome a la barra, aquel día me faltaba sus ojos buscándome nada mas entrar por la puerta, su sonrisa, su cabello, su olor, aquel día la taberna estaba repleta de gente pero a mi se me antojaba vacía.
No había venido, se había mantenido firme frente a la idea impuesta por su familia de tomar matrimonio con un extraño, y a mi solo me quedaba asumir mi derrota.
Pedí una botella de whiky dispuesto a encontrar en el fondo de esta alguna razón para mantenerme en pie, o mejor aun, tomar tantas que lo de mantenerme de ese modo se me antojara un imposible.
Empezaba de nuevo una noche llena de autodestrucción del que desconocía el final, y la verdad, ni tan siquiera me importaba.
Entonces entro, como un resorte de aire fresco, con aquella sonrisa dibujada a fuego en sus labios, sus ojos me buscaron entre la multitud, con una mirada diferente, brillante.
Estaba tan bella aquella noche, que tan solo me parecía una ilusión, un engaño de mi mente, mas aun no estaba lo suficientemente borracho como para verla en sueños, era ella, su olor inconfundible y el fuerte repiqueteo de su corazón latiendo dentro de su pecho.
Por Odin como la amaba.

Sus palabras no acompañaban a aquel pálido rostro que con sus labios ansiosos volvía en busca de los míos.
Su piel se enfriaba bajo mi cuerpo hecho hielo, mientras mis dedos surcaban su cintura ansioso de mas ella, pues mi deseo era tan infinito como la misma eternidad que ansiaba pasar a su lado.
Una sonrisa fue mi única respuesta cuerda, y tras esta me incorpore ligeramente costándome la misma vida separar mi cuerpo del ajeno.

-Voy a bajar a por algo de cena -sugerí dedicándole una mirada llena de promesas -no te muevas -bromeé -aun nos quedan unos cuantos asaltos mas.

Me calce con rapidez los pantalones y tras estos la camisa, mientras mis ojos bailaban por la cámara en busca de las botas.
-No bebas mas vino, o cuando vuelva te encontrare borracha -susurré con diversión, mientras ahora si, me colocaba las botas atandome el nudo de estas dispuesto a encaminarme a la puerta.
-¿Alguna petición? -pregunté con un gesto pícaro antes de atravesar el umbral de esta con rapidez cerrando la puerta a mi paso.
Me encamine escaleras abajo, mientras de nuevo la escalera crujía bajo mis pies, mas esta vez mi animo era muy diferente a el modo en el que hacia escasas horas haba subido las mías.
Sentía que nada podía hacerme mas feliz en ese preciso instante en que por fin la mujer que había amado durante un milenio, Katherine se encontraba envuelta en sabanas blancas esperándome en el piso de arriba.
Mi sonrisa se dibujaba en mi rostro mostrando aquella felicidad extrema que en ocasiones pensaba era tan solo un sueño.
Ensimismado en mis propios pensamientos me acerque a la barra del bar que había en el interior del hostal y allí pedí un buen filete ocn patatas para lleva, una botella de champagne y un trozo de tarta de chocolate.
Me senté en el taburete a esperar el pedido que tras unos minutos no tardo en llegar y que acompañe con una rosa roja que un vendedor ambulante ofrecía a las parejas enamoradas, y que yo avispadamente compré.

Cuando alcance la habitación con la bandeja en una mano abrí el pomo con suavidad mirando hacia el interior en busca de aquella mujer que durante un milenio me habida robado el sueño y ahora me robaba la vida.
Pose la bandeja junto a ella, sin despegar mis ojos de los ajenos, mientras mis labios necesitados de mas volvían a posarse, esta vez con calma sobre los suyos.
Sonreí al ver como miraba la rosa, algo que intuía la sorprendió pues ambos sabíamos que en absoluto ese era mi estilo, pero aun así, deseaba hacer algo por esa mujer que en esos momento me lo estaba dando todo.
-Estas preciosa -apunté mirándola con picardia mientras me ponía en pie esperando que la dama tomara aquella deliciosa cena.
Tome la botella para descorcharla y servir sendas copas de champagne que sin duda bien merecía la ocasión para celebrar que habíamos hecho las paces, y quizás algo mas.
-¿Podrás beber mas? -pregunte guiñándole un ojo consciente de que la dama ya llevaba bastante alcohol en el cuerpo.

Sentado a su lado copa de champagne en mano admiraba como su voraz hambre acababa con tan jugosa cena.
Sonreí admirando aquellos ojos que vivaces me miraban, casi no necesitando que las palabras surgieran de sus labios pues bien sabia lo que deseaba, y para que mentir, volver a adentrarme en sus piernas era en lo único que podía pensar en esos momentos.
Su cuerpo desnudo rozado por aquella sabana blanca logro empalmarme, y eso sin tan siquiera tocarla. La tensión sexual entre ambos era mas que evidente, algo que se demostraba con ese juego de miradas con el que nos atravesábamos no solo la piel si no también el alma.
-Joder Ariyne, estoy muy excitado, o te cubres un poco o dudo acabes con ese plato en tu estomago -apunté volviendo a servir sendas copas de champagne que apure de un trago esperando que sus burbujas enfriaran mi entrepierna.

Tome nuevamente asiento admirando su infinita belleza mientras ella sonreí lasciva. Cada uno de sus gestos implicaba una invitación explicita a que desnudara el mio, y sus ojos recorriendo cada parte de mi cuerpo no ayudaba lo mas mínimo a dejarla cenar agusto.
Sonreí con picarda consciente de sus intenciones, de que lo único que buscaba era justamente eso, provocarme, arrastrarme de nuevo hacia ese lecho que me llamaba a gritos para montarla como hacia escasos minutos había hecho.
Mis ojos se oscurecieron mientras apuraba las ultimas gotas de la vidriosa copa que caían fugaces sobre mis labios.

Miraba ese plato, como si el ultimo bocado de este fuera la campanada que necesitaba para dar la salida en la carrera infinita hasta el filo de sus labios, donde sin duda me esperaría el calor de sus piernas.
Ella parecía recrearse con aquellos pequeños bocados y con el champagne que a lentos sorbos dejaba entrar en su cuerpo creo que consciente de la tortura que para mi estaba significando aquella lujuriosa imagen de su cuerpo envuelto en seda que con cada movimiento libraraba un pequeño trozo de carne.
Cuando su entrepierna quedo visible y los agujeros de mis dientes en sus muslos fueron rozados por su mano, jadee, los ojos se enrojecieron al instante, mas creo sentí crecer mis dientes ,que golpearon con suavidad mi lengua sedienta.

Estaba jugando conmigo, aquel juego del que yo era un experto y que ahora, sentía que aquella mujer era capaz de superarme con creces, dejándome ala altura de un niño chico.
No había nada de Ariyne, aquella loba tímida e inocente que conocí en la taberna, por el contrario cada instintivo movimiento de su cuerpo, dejando de forma casual un pecho al descubierto, un muslo, su hombligo, como se rozaba como por casualidad, mas bien sabia yo que realmente eran movimientos mas que estudiados estaban logrando hacerme enloquecer.

Mi respiración entrecortada acompañaba a sus ojos y mi boca entreabierta no se saciaba ni con la tercera copa de aquel liquido dorado que burbujeante golpeaba mi paladar haciéndome cosquillas.
Y ella allí, comiendo lentamente, lo suficientemente ebria como para hacerme enloquecer mas si cabía, hoy esa mujer era algo muy distinto a lo que estaba acostumbrado a tener con ella, y para que mentir, me gustaba.

Hizo a un lado la bandeja dejando al descubierto la ultima parte de piel cubierta por algo.
Mis ojos bajaron hasta su sexo, rojos, ardientes. Mientras su mano se liberaba de la camisola, que sobraba entre nosotros apoderándose nuevamente de mis labios.
Jadee contra su boca, excitado, deseosos de metersela hasta dentro, de follármela sin miramientos y de desangrarla nuevamente.
Gruñí al sentir el mordisco y como mi sangre bañaba nuestras lenguas excitandonos a ambos.
Su mano bajo por mis abdominales en busca del botón que sin dejar de besarme desabrocho con suma facilidad haciéndose con mi miembro erecto que sacudió ligeramente, mientras mis labios se entreabrían frente a su boca para dejar escapar el aire ocasionado por esas nuevas caricias.
-Estas volviéndome loco -musité justo antes de que dejara de masturbarme y se introdujera la punta de mi falo en el inicio de su vagina.
-Uffff!!! -gruñí al sentir que se dejaba caer lentamente apoderándose de mi polla una y otra vez con aquel torturador ritmo.

Pose mis manos en sus caderas, dejando esta vez que fuera ella y no yo la que marcara cada movimiento que sin duda me llevaría a la perdición mas absoluta, mientras su boca con sabor metálico seguía buscando mi piel.
Sus caderas empezaron a golpear salvajes contra las mías, su espalda se arqueo entre mis manos, mientras su cabellos rozaba la punta de mis dedos con cada trote.
Me erguí para morder sus senos, que rebotaban contra el filo de mis labios, sacudidos por aquellos salvajes movimientos de la dama.
Gritaba de placer mientras tiraba de mi pelo guiándome hacia sus pezones, necesitada de que la estimulara, podía sentir su piel erizada y sus pezones duros como piedras contra mi lengua.
Gruñí contra ellos jadeante, dejándome hacer una y otra vez.
Estaba a punto de correrse, su respiración era tan acelerada, y sus movimientos tan bruscos que era obvio iba a alcanzar el clímax.
Así que con un rápido movimiento me alce sin salirme de ella, siguiendo, moviendola sobre mi falo, con fuertes sacudidas.
Mordió mi cuello haciéndome sangrar, creo que molesta por la ligera interrupción de mis movimientos.
Gruñí empotrandola contra la pared, embistiéndola mientras la sangre resbalaba por mi cuello, frente a sus ojos ámbar, nada humano quedaba en ella en ese momento donde la bestia la había devorado por completo.
Sus uñas se hundieron en mi espalda, grite de dolor y de pura excitación buscando nuevamente sus labios que me recibieron entre mordiscos.
La pared nos hacia de duro colchón cada vez que la empotraba mas que dispuesto a correrme en su interior, pues mi falo palpitaba entre sus cálidas paredes que vibraban sujetándolo con cada embestida.

Un gruñido contra su cuello mientras hundí mis colmillos para llenarme de si, fue el colofon final para que mi polla la llenara de mi sacudiéndose en su interior.
Sus piernas se tambalearon alcanzando al unisono el clímax, mientras mis manos trataban de contra la pared darnos sustento a ambos.
Afloje el mordisco relamiendo mis labios, lamiendo las gotas de sangre que aun escurrían por ellos.
-Tranquila, susurre al sentir como volvía a mover sus caderas con mi falo en su interior-no puedo mas -confesé extenuado.
Mire por la ventana de reojo, pronto amanecería y tanto ella como yo deberíamos dejar aquella habitación.
Sonreí contra su boca
-Tu hermana no se pondrá muy contenta si llegas de esta guisa -susurré contra su boca mirando sus ojos.
Estaba ebria y completamente ida, tendríamos que esperar un rato a que se le pasara...

Y allí estaba ella, retándome tan salvaje como la recordaba. Con sus ojos anclados en los míos, mordiéndome hasta hacerme sangrar.
Incansable e insaciable, nada humano quedaba en esa mujer dominada por la bestia cuyo iris ámbar me demostraba sin lugar a duda que yo era su presa y que aquella noche no pensaba dejarme escapar.
-He liberado a la bestia bromee contra sus labios acariciando con suavidad su cintura tratando de calmarla un poco.
-Estoy agotado -confesé de nuevo, esta vez alzándola entre mis brazos y caminando hacia un cuarto contiguo cercan al que presidia la cama y que olía a sexo, sangre y alcohol.
Cerré la puerta del baño, dejando con suavidad a la dama tras esta que me seguía mirando con aquel iris ámbar, parecía no dispuesta a darme tregua alguna.
Sonreí con picardia abriendo el agua caliente, aunque intuía que si la ponía fría nuestros cuerpos la calentarían de igual modo.

Le dedique furtivas miradas mientras la bañera se llenaba, hasta que nuevamente nuestras distancias se acortaron para que nuestros labios se hicieran uno.
El agua emitía un ruido apaciguador, el mismo que no llevaba el ritmo de la dama que tenia contra mi, que nuevamente comenzaba a calentar mi cuerpo con la cercanía del suyo.
Me separe para apagar el agua cuando la bañera estuvo llena y dándole la mano la ayude a introducirse en ella.
Tome el jabón, una esponja y con suavidad la deslice por su piel desde fuera, acuclillado a su lado, admirando la belleza que aquella mujer mojada emanaba.

-¿mejor? -pregunte mientras la esponja se deslizaba con delicadeza por su preciosa e inmaculada espalda. -¿Que pasaría si no vuelves a tu casa hoy? ¿Te haría buscar tu hermana?
Estaba claro que en esas condiciones no podía llevarla, no solo porque seguía ebria, si no porque estaba completamente descontrolada.

Mis ojos siguieron aquel cuerpo que con descaro se movía frente al mio invitándolo a mas, me seducía de un modo inaudita para Ariyne, mas no para Katherine.
Era como si el alcohol hubiera dormido a Ariyne, y hubiera dejado escapar a aquella licantropa que desde hacia mil años me había torturado día y noche, mi primer y único amor.
Si no hubiera sabido que eso era algo completamente imposible, juro que me hubiera creído que en esa mujer y al menos por esa noche era Katherinela que se encontraba frente a mi. Jugando como solía hacer conmigo.

-hace unos días me encontré con una bruja en la playa -susurre con calma sin dejar de acariciar su piel -me dijo que podría quinas ayudarme, ayudarnos a descubrir algo mas del parecido que mantienes con katherine. Bueno aquella noche, la verdad es que fue cuando descubrí que estabas prometida, y lo único que deseaba era olvidarte, mas atajado ese problema, quizás podríamos visitarla juntos y tratar de descubrir algo mas. ¿No crees?

Entreabrí los labios al sentir como sus manos de nuevo me guiaban hacia sus firmes pechos, creo que importándole bien poco de si hablaba de brujas, o de viejos fantasmas de mi pasado. Creo que solo era capaz de pensar en una cosa, cada gesto y sus ojos ámbar me lo decían, mas finalmente sus palabras me lo confirmaron, deseaba que entrara, y no necesariamente en la bañera que también, si no en su húmedo y cálido interior.
Sonreí con los ojos oscurecidos cuando me apodere de su boca de forma apasionada, ambos volvimos a dejarnos llevar dentro de esas aguas cálidas, donde me aposente tras ella acariciando con mi virilidad endurecida su espalda y con mis manos sus senos mientras esta gemía de placer siendo ella misma la que introducía sus propios dedos en su sexo para masturbarse.

Sinceramente estaba a punto de explotar solo con la imagen que esa mujer me estaba ofreciendo y eso sin tan siquiera estar aun embistiéndola con mi falo.
-¿Quieres provocarme? -susurré contra su boca cuando esta me busco entre jadeos para que acallara sus gemidos.
La empuje hacia delante forzándola así a sacar sus dedos y sujetarse al filo de esa bañera, y con ese gesto deje su trasero en pompa para introducir mi polla lentamente en el, gruño de placer al sentir mi primera embestida mientras yo jadeaba completamente fuera de mi a su espalda.
-Sigue -exigió con sus pechos rebotando en la pared de aquella bañera que pensaba se partiría con cualquiera de esas salvajes embestidas que movían el agua sacándola fuera de esta y mojando asi el piso.

Deslice una de mis manos hacia su clítoris para estimularla mas aun mientras no dejaba de moverme bruscamente en su interior.
-¿así lobita? -gruñí mordiendo el lóbulo de su oreja para después llevar mis colmillos hasta su cuello, que raje haciéndolo sangrar para lamer esas heridas al paso de mi lengua por ellas.
De nuevo ambos al borde del abismo, apunto de corrernos, cada movimiento nos acercaba mas a la perdición de aquellas paredes húmedas y calientes que parecían acogerme y no querer soltarme.

-No puedo mas -gruñí cuando sus manos se deslizaron para apoderarse de mis dedos que junto a los suyos trazaba círculos sobre su vulva.
Gruñí contra su espalda mordiéndola a mi paso, haciéndola sangrar nuevamente, esta vez con los ojos rojos y tan fuera de mi como ella misma.

De nuevo ambos al unisono gruñimos con fuerza dejándonos llevar por el éxtasis del momento, completamente extenuado caí sobre ella, apoyando las manos en el borde de la misma bañera para no aplastarla con mi peso, mientras mi virilidad se sacudía en su interior en un bucle sin fin en aquella noche en la que mi loba parecía pretender tomarse la revancha de todos esos años sin probar los placeres carnales.

-Ahora si -susurré en su oído -no puedo mas. Necesito beber algo.

Salimos de la bañera uno tras el otro, no podía apartar mis oscuros ojos de aquella piel que hacia escasos minutos había cubierto de besos y caricias, y por un momento se me antojo que beber y hablar sobre esa bruja podría esperar por tan solo volver a tocarla una vez mas.
Había esperado siete días para poder hacer esto, es mas había esperado mil años para que volviera a mis brazos, nada podía antojarseme mas importante que compartir aquella noche con ella, una noche llena de caricias, y conversaciones, que me parecían mas que necesarias.
Parecía mentira, mas en realidad y aunque a Katherine si la conocía muy bien, de Aryine apenas sabia nada.
Solo que era de clase noble, que vivía con su hermana y escapaba como una niña enamorada a ver al diablo que cada noche la esperaba.

Sonreí enlazando mi mano a la suya, mientras escuchaba sus palabras, que con esa pasión que siempre ponía y sin disimular aquel aura que rodeaba su iris de ámbar me hablaba.
Podía notarla feliz, y su felicidad era sin duda también la mía.
Caminamos hacia la cama, dejándonos caer en esas sabanas donde apenas hacia una hora habíamos disfrutado de nuestros cuerpos encendidos y de nuestra pasión desmedida.
-¿Que deseas beber? -susurré frente a su boca antes de robarle un beso, que sin duda y que si alargábamos sabia como acabaría.

Tome la botella de champan y serví sendas copas, esperando que la mujer que tenia frente a mi soltara su lengua y me confesara sus mas íntimos secretos.
-Ya se como te convertiste ¿cuéntame como fue tu infancia? ¿donde creciste? ¿como son tus días? Pues de sobra se como son tus noches.
De nuevo mis labios buscaron los suyos haciendo una pausa, para enredar nuestras lenguas que ajetreadas se buscaban con vivo deseo.
-Te deseo -susurré contra su boca incapaz de concentrarme en ni una sola de las preguntas que le había echo.

Tras unos minutos de juegos y caricias, volví a la realidad, la bruja, apenas la conocía, solo tenia la promesa de esta, de que me ayudaría, y si de verdad pensaba hacerlo, algo que si creía por las visiones que compartí con ella, sabia que nos seria de gran ayuda para desvelar los secretos que aquella mujer escondía.
No podía ser una casualidad que su rostro y su cuerpo evocaran con idéntica apariencia a Katherine, tenia que haber un motivo, algo que fuera algo mas que mera coincidencia.
-Podemos pasar aquí el día -sugerí mirando sus labios -y al anochecer ir a visitarla al lugar donde me indico que fuera, quizás allí podamos encontrar respuestas ¿quieres?

Tenia que reconocer que estaba cansado y que beber podría paliar mi sed, mas no mi sueño, ademas, Ariyne estaba considerablemente borracha, así que imagine que enredarnos en esas sabanas esta vez para pegar nuestros cuerpos y dejarnos llevar por el amor y no por la pasión no estaría en absoluto de mas.
-¿dormimos? -sugerí volviendo a apoderarme de su boca y empujándola con suavidad con mi cuerpo hacia el lecho para dejarnos caer sobre este.
Tomé su copa ya vacía y la dejé en la mesa de noche junto a la mía.
Mis labios volvieron en búsqueda de mi dama mientras nuestras manos se enlazaban con suavidad y nuestros ojos se buscaban aun con deseo.

Jadeé contra sus labios de nuevo ardiente de deseo mientras mis manos recorrían con intensidad su piel y mi cuerpo sobre el suyo delataba la fuerza de la pasión que nos unía, mas en ese momento su cabeza se hundió en mi pecho, agotada.

Sonreí haciéndome a un lado ,aun con los ojos enrojecidos y la respiración atarantada por tanta pasión contenida y me limite a con dulzura acariciar su espalda.
Su cabello oscuro caía hermoso sobre su piel desnuda dibujando su bella figura.

Deposite un beso en su frente antes de cerrar mis ojos sirviendole de refugio, aquella noche sin duda había sido perfecta, la mejor sin duda de las que ambos habíamos pasado juntos, esa noche ambos habíamos desnudado nuestro cuerpo, mas creo que también parte de nuestra alma.

Pronto senti su respiracion pesada sobre mi pecho, sonríe nuevamente con los ojos cerrados, demasiadas emociones para aquella perfecta criatura a la que en una noche, había llevado al cielo y al infierno y que bien merecía ahora el reparador sueño.

Tome la copa aun llena de la mesita y bebí despacio mientras mis ojos recorrían la estancia, como si en cada rincón pudiera recordar una parte de nosotros. Deseaba llevarme aquella noche conmigo para siempre, aun desconocía como saldrían las cosas con la bruja, todo en torno a nosotros era un autentico interrogante, lo que si sabia es que durante mil años la había esperado, bueno, quizás no esperado pero si amado y ahora la tenia aquí.

La mire aun incrédulo mientras apartaba un mechón de pelo de su bello rostro.
-Buenas noches Kath.
Deje la copa en la mesita nuevamente dispuesto a acomodarme en el lecho que había sido testigo de tantos y pasionales encuentros, donde el olor a nosotros y a sexo se impregnaba en aquella sabanas de seda.
Aun manchadas por su pureza y por la sangre derramada por su cuello y espalda.

Mis ojos se entrecerraron y abrieron varias veces, el sopor del día invadió mi cuerpo dejándome finalmente completamente dormido a su lado.

Un golpe seco contra el suelo me hizo abrir loso jos de golpe para sentir sobre mi las suaves risas de Ariyne que me miraba divertida por el sobresalto.
Bese sus labios con dulzura mas pronto la pasión volvió a apoderarse de cada resquicio de mi ser, sus palabras hablaban de detener esa mano que a ritmo lento empezaban a llevarme al cielo.

Jadee contra su boca rogando con los ojos oscurecidos que continuara, mas pronto fui yo quien desnudando cada resquicio de su piel se apodero de ella.
Su cuerpo quedo debajo, con sus ojos ámbar clavados en los míos y sus uñas hundiéndose en mi piel al ritmo de las salvajes envestidas que marcaban de nuevo el ritmo de nuestra perdición sin tregua.

Ambos eramos incapaces de estar frente al otro son tocarnos, sin amarnos de uno u otro modo, había esperado 1000 años para esto, para que esta noche que era mi sueño realidad se cumpliera.
El suelo nos ofrecía el lecho perfecto y pronto nuestros jadeos dieron paso a los gemidos bruscos que contra su boca se apagaban entre mordiscos.
Un gruñido fue el apocalíptico final de esa ultima embestida que con mi falo palpitante se apodero de su ser llenándola de mi.
-Te quiero -susurré contra sus labios.

No se el tiempo que permanecimos allí tumbados ofreciéndonos caricias y besos mas el día dio paso a la tarde y entre risas cómplices la tarde a la mas absoluta oscuridad.
-Deberíamos ir a ver a la bruja, descubrir porque eres idéntica a Katheirne. Que hay de ti en ella y de ella en ti

Pronto nos vestimos con cierto pesar de abandonar aquella ahbitacion que habia sido testigo de nuestros infinitos encuentros, lugar que siempre me recordaria a ella, lugar que dejaba parte de mi alma y de mi piel.

Salimos de la estancia decididos a descubrir mas sobre nosotros, sobre nuestro pasado y como no sobre nuestro futuro.


Fin.