AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Caminos cruzados. [Oliver]
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Caminos cruzados. [Oliver]
Abrí los ojos y allí estaba, con una gabardina sentada en un banco frente a la catedral. Por mi condición se me estaba prohibido el entrar en aquellos lugares, aunque en realidad fuese Cristiana, no entendía por qué Dios me negaba la entrada a mi y a los de mi especie.
Esperé, con el cabello revuelto por el viento y la mirada gacha a decidirme si dejarlo por el día de hoy o rezar desde afuera, pero me era imposible.
"Sentía la necesidad de estar allí, de rezar mil plegarias por que cuidasen al alma tan inocente de aquel niño. Mi primer paciente. Ya habían pasado dos años desde aquel accidente. Yo aun no había ingresado como doctora, y aquel niño sin previo aviso murió entre mis brazos, en extrañas circunstancias."
La única rosa blanca, que iba a dedicar a aquel alma en cuestión se la llevó el viento con un azote de entre mis manos. Aquello me hizo suspirar profundamente. Hoy no era mi día, y tampoco iba a correr detrás de aquella flor. Quizás todo estaba en contra de que éste día, no recordase como era merecido a aquel niño.
Esperé, con el cabello revuelto por el viento y la mirada gacha a decidirme si dejarlo por el día de hoy o rezar desde afuera, pero me era imposible.
"Sentía la necesidad de estar allí, de rezar mil plegarias por que cuidasen al alma tan inocente de aquel niño. Mi primer paciente. Ya habían pasado dos años desde aquel accidente. Yo aun no había ingresado como doctora, y aquel niño sin previo aviso murió entre mis brazos, en extrañas circunstancias."
La única rosa blanca, que iba a dedicar a aquel alma en cuestión se la llevó el viento con un azote de entre mis manos. Aquello me hizo suspirar profundamente. Hoy no era mi día, y tampoco iba a correr detrás de aquella flor. Quizás todo estaba en contra de que éste día, no recordase como era merecido a aquel niño.
Ørn Fridrikson- Vampiro Clase Alta
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Re: Caminos cruzados. [Oliver]
De dia y esperando al joven de los periodicos. Salio a la puerta de roble de la iglesia y espero a que se acercara. Espero y espero Y finalmente se sentó en las escaleras de la iglesia. En su antigua vida, le gustaba repartir periódicos pero hasta que se convirtió en lo que era, su vida mejoro mucho aunque pretendía ocultar lo que era bajo su aspecto joven y a la vez tan entregado a la palabra de Dios. Todo lo veneraba, lo reverenciaba. El mármol de las escaleras comenzaba a incomodarle y sonrió a una bella dama que estaba sentada en frente de la iglesia. La mujer parecía un poco triste, sus cabellos platinos meciéndose al viento con gracia. Una rosa blanca se alejó del regazo de la mujer, cayendo al suelo de mármol de la calle y vio cómo se alejaba del banco en el cual se sentaba la mujer. ¿Qué hacía sola de todas maneras? Se acercó para preguntarla que le pasaba, pero decidió pararse antes de llegar a estar muy pegado a ella. Se agacho en canclillas y cogió la rosa blanca que se había caído al suelo para ofrecérsela con una sonrisa en la cara.
-Madame….¿Que hace sola aquí?-Dijo incorporandose a su altura normal para después sentarse en el banco junto a ella.-Espero..que no sea por ningun mal de amores...sino ha de confesarse el maldito-rie debilmente y cierra los ojos mientras deja al lado la rosa blanca para tocarse el costado derecho y sujetar la venda. Respiro un poco y gimio no muy fuerte, pero lo suficiente para sentirlo por su cuerpo. El vampiro no iba a volver a verlo, desde luego, pero sus colmillos dentro de su carne estaban presentes todo el rato.
-Es un bo..nito dia para estar triste-Dice aguantando un poco más hasta que cae en el suelo del dolor.
-Madame….¿Que hace sola aquí?-Dijo incorporandose a su altura normal para después sentarse en el banco junto a ella.-Espero..que no sea por ningun mal de amores...sino ha de confesarse el maldito-rie debilmente y cierra los ojos mientras deja al lado la rosa blanca para tocarse el costado derecho y sujetar la venda. Respiro un poco y gimio no muy fuerte, pero lo suficiente para sentirlo por su cuerpo. El vampiro no iba a volver a verlo, desde luego, pero sus colmillos dentro de su carne estaban presentes todo el rato.
-Es un bo..nito dia para estar triste-Dice aguantando un poco más hasta que cae en el suelo del dolor.
Última edición por Oliver Beauxbatons Lavere el Sáb Jul 16, 2011 10:35 am, editado 1 vez
Oliver Lobhdain Douglas- Inquisidor Clase Alta
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Re: Caminos cruzados. [Oliver]
"Exagerado... xD"
La mujer aguardó en silencio, salvo por aquel ingenuo comentario sobre el mal de amores. Ella negaba la cabeza aun con la tez ligeramente inclinada hacia el suelo, ella jamás había sentido aquella cosas por ningun hombre, y tampoco iba a despreciar su vida por aquello en lo que pudiese ser mal visto.
Cuando por fín se decidió a proferir un simple "Buenos días" no supo como ahogar un grito de susto, tan solo se llevó las manos a la boca para no escandalizar a los transeúntes, aquel jóven se había caido al suelo, pero parecía sano, quizás... algo que no llegase a ver podría haberle hecho desvanecerse como si tal cosa.
- Señor..?
Christinne se acuclilló junto aquel hómbre y tomó sus mejillas golpeándole con sutilidad, sin miedo a mancharse en vestido, pero comprendió que en aquellas horas de la mañana podría ser perjudicial para un enfermo estar bajo el sol.
- Por favor, ¿me podría ayudar?
La muchacha de ojos vidriosos pidió a un muchacho que parecía robusto ayudarle a trasladar el cuerpo. Pensó en que sobre la mesa de la iglesia podría curarle hasta su despertar, pero sabía que le estaba prohibido por ley el no poder entrar a lugares sagrados, algo que la hacía entristecer en el alma, debido a su realidad cristiana.
La mujer guió al muchacho hasta una superficie plana, de mármol que yacía en la sombra no muy lejos de aquel lugar, pero lo suficientemente cerca de la laguna como para abastecerse de agua si fuese necesario, en alto, como si de una camilla improvidasa se tratase.
- Muchas gracias por la ayuda, ya puedo yo sola, monsieur.
Con un casto gesto, se despidió de aquel muchacho, que le había ayudado en la tarea de trasladar el cuerpo del sacerdote.
La muchacha, examinó unos segundos el rostro del jóven, brazos, y cuello, sin tocarlo siquiera, tan solo con la mirada. Pero supo que tenía que buscar la forma de encontrar aquel mal que le estaba provocando.
Christinne se santiguó, totalmente avergonzada y temerosa de hacer enfurecer al señor, si le quitaba la sotana al jóven, pero alegó que sería por su bien.
Tomó su pañuelo, y secó el sudor de la frente de aquel jóven, enjuagó y puso aquella fina tela sobre su frente, para que el calor no hiciese de las suyas. Decidida, tomó parte de la sotana de aquel jóven, y como profesional que era supo exactamente donde estaba el mal, tan solo estaba bajo una venda mal colocada. Christinne, volteó la mirada hacia el jóven para ver si despertaba, al no ser así volvió a la herida, descubriéndola poco a poco delatando lo que allí tenía.
Los dos orificios delataban otra mordedura de serpiente. "Diantres, tendré que llevar jarabe de ipecuana siempre en el bolso..." se dijo a sí misma en un amago de sobreponerse a aquello que estaba haciendo. sin embargo la herida no supuraba como en otras ocasiones, tan solo se veía blanquecina, como si estuviese falto de sangre, además de una irritación en forma de sarpullido.
Cuando se dispudo a refrescar la herida con el agua fresca y un trozo de tela, sintió como el jóven se removía, tan solo rezaba por que no la calumniase, por querer ayudarle, aunque ello hubiese supuesto el ver el torso desnudo de aquel jóven.
La mujer aguardó en silencio, salvo por aquel ingenuo comentario sobre el mal de amores. Ella negaba la cabeza aun con la tez ligeramente inclinada hacia el suelo, ella jamás había sentido aquella cosas por ningun hombre, y tampoco iba a despreciar su vida por aquello en lo que pudiese ser mal visto.
Cuando por fín se decidió a proferir un simple "Buenos días" no supo como ahogar un grito de susto, tan solo se llevó las manos a la boca para no escandalizar a los transeúntes, aquel jóven se había caido al suelo, pero parecía sano, quizás... algo que no llegase a ver podría haberle hecho desvanecerse como si tal cosa.
- Señor..?
Christinne se acuclilló junto aquel hómbre y tomó sus mejillas golpeándole con sutilidad, sin miedo a mancharse en vestido, pero comprendió que en aquellas horas de la mañana podría ser perjudicial para un enfermo estar bajo el sol.
- Por favor, ¿me podría ayudar?
La muchacha de ojos vidriosos pidió a un muchacho que parecía robusto ayudarle a trasladar el cuerpo. Pensó en que sobre la mesa de la iglesia podría curarle hasta su despertar, pero sabía que le estaba prohibido por ley el no poder entrar a lugares sagrados, algo que la hacía entristecer en el alma, debido a su realidad cristiana.
La mujer guió al muchacho hasta una superficie plana, de mármol que yacía en la sombra no muy lejos de aquel lugar, pero lo suficientemente cerca de la laguna como para abastecerse de agua si fuese necesario, en alto, como si de una camilla improvidasa se tratase.
- Muchas gracias por la ayuda, ya puedo yo sola, monsieur.
Con un casto gesto, se despidió de aquel muchacho, que le había ayudado en la tarea de trasladar el cuerpo del sacerdote.
La muchacha, examinó unos segundos el rostro del jóven, brazos, y cuello, sin tocarlo siquiera, tan solo con la mirada. Pero supo que tenía que buscar la forma de encontrar aquel mal que le estaba provocando.
Christinne se santiguó, totalmente avergonzada y temerosa de hacer enfurecer al señor, si le quitaba la sotana al jóven, pero alegó que sería por su bien.
Tomó su pañuelo, y secó el sudor de la frente de aquel jóven, enjuagó y puso aquella fina tela sobre su frente, para que el calor no hiciese de las suyas. Decidida, tomó parte de la sotana de aquel jóven, y como profesional que era supo exactamente donde estaba el mal, tan solo estaba bajo una venda mal colocada. Christinne, volteó la mirada hacia el jóven para ver si despertaba, al no ser así volvió a la herida, descubriéndola poco a poco delatando lo que allí tenía.
Los dos orificios delataban otra mordedura de serpiente. "Diantres, tendré que llevar jarabe de ipecuana siempre en el bolso..." se dijo a sí misma en un amago de sobreponerse a aquello que estaba haciendo. sin embargo la herida no supuraba como en otras ocasiones, tan solo se veía blanquecina, como si estuviese falto de sangre, además de una irritación en forma de sarpullido.
Cuando se dispudo a refrescar la herida con el agua fresca y un trozo de tela, sintió como el jóven se removía, tan solo rezaba por que no la calumniase, por querer ayudarle, aunque ello hubiese supuesto el ver el torso desnudo de aquel jóven.
Ørn Fridrikson- Vampiro Clase Alta
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Re: Caminos cruzados. [Oliver]
Estaba consciente de que lo estaban cargando. Diantres, ahora tendría que disculparse ante la mujer, en cualquier caso ahora le estaba curando la herida y habría visto los colmillos del vampiro o simplemente ya no estarían a la vista y solo quedaría dos orificios. Miraba al techo, de reojo la cabeza de la mujer y como se ocupaba de la herida. Dolor, dolor y más dolor. Un respingo al rozar una tela hizo mover su cuerpo y por acto reflejo sujeto la muleca da la mujer, parando de meter el dedo en la llaga. Aguantaba el dolor pues lo había hecho desde siempre. Vampiros, lobos, seres anormales, a más de uno le había salvado del sufrimiento y se había ido tan feliz a su casa después de un día de trabajo. Pero bueno, que pasaba últimamente. Fijo la mirada en los ojos de la mujer mientras tragaba saliva y al final esbozo una sonrisa mientras le tenía sujeta para que no indagara más.
-No siga…-Dijo con dificultad y mantenía la sonrisa-Es muy modesta por ayudarme, pero...creo que ya es suficiente.-Dijo para intentar escapar de que siguiera haciéndole daño. Pero no quería morir tan joven, siendo el yogurin de la orden Escarlata, era admirado entre las jóvenes que se alistaban a la orden. Miro a la mujer y la acerco a su rostro para tenerla cerca, casi besándola, pero no quiso correr tal riesgo-Si me va a ayudar, hágalo rápido-dijo un poco impaciente. Soltó lentamente la muñeca de la mujer mientras le hacía un masaje en la muñeca por el agarre y apoyo la mano sobre el bolsillo del pantalón.
Miraba al extenso azul cielo mientras divagaba su mente en tonterías. El niño de los periódicos que no vino, su torso desnudo frente los ojos de aquella mujer. Se tapó con el brazo opuesto a la herida parte del pecho sonrojándose y mirando hacia el lado opuesto a la mujer. Su mirada se cruzó con el lago el cual había un pato junto con sus hijos. Suspiro vagamente al ver la escena y sonrió, para luego volver a poner un gesto de dolor mientras cerraba los ojos. Miro a la mujer con el ceño fruncido y su sonrisa se convirtió en una línea horizontal.
-¿Un…poco…más delicado podría ser?-Dijo entre risas. Ambos se miraban en silencio y giro su mirada hacia el otro lado para mirar o distraerse de la belleza de aquella mujer. Se fijó en el lago y curiosamente los patitos no estaban juntos, si no separados y cada uno en una punta del lago. Sonrió suspirando y comenzó a respirar aire. Cerró los ojos y dejo que todo pasara. Solo quería leer el periódico y en lugar de eso, estaba en manos de un ángel. Miró hacia la mujer de nuevo y suspiro.
-Lo siento, Madame…-Suspiro-Mi comportamiento ha sido incorrecto ante su buena voluntad de ofrecer su ayuda y parte de su tiempo para….-Se quería referir a la herida pero sería una mera excusa.-lo siento, no volverá a ocurrir.-Dijo mirando al techo intentando evitar avergonzado la mirada de la mujer.
-No siga…-Dijo con dificultad y mantenía la sonrisa-Es muy modesta por ayudarme, pero...creo que ya es suficiente.-Dijo para intentar escapar de que siguiera haciéndole daño. Pero no quería morir tan joven, siendo el yogurin de la orden Escarlata, era admirado entre las jóvenes que se alistaban a la orden. Miro a la mujer y la acerco a su rostro para tenerla cerca, casi besándola, pero no quiso correr tal riesgo-Si me va a ayudar, hágalo rápido-dijo un poco impaciente. Soltó lentamente la muñeca de la mujer mientras le hacía un masaje en la muñeca por el agarre y apoyo la mano sobre el bolsillo del pantalón.
Miraba al extenso azul cielo mientras divagaba su mente en tonterías. El niño de los periódicos que no vino, su torso desnudo frente los ojos de aquella mujer. Se tapó con el brazo opuesto a la herida parte del pecho sonrojándose y mirando hacia el lado opuesto a la mujer. Su mirada se cruzó con el lago el cual había un pato junto con sus hijos. Suspiro vagamente al ver la escena y sonrió, para luego volver a poner un gesto de dolor mientras cerraba los ojos. Miro a la mujer con el ceño fruncido y su sonrisa se convirtió en una línea horizontal.
-¿Un…poco…más delicado podría ser?-Dijo entre risas. Ambos se miraban en silencio y giro su mirada hacia el otro lado para mirar o distraerse de la belleza de aquella mujer. Se fijó en el lago y curiosamente los patitos no estaban juntos, si no separados y cada uno en una punta del lago. Sonrió suspirando y comenzó a respirar aire. Cerró los ojos y dejo que todo pasara. Solo quería leer el periódico y en lugar de eso, estaba en manos de un ángel. Miró hacia la mujer de nuevo y suspiro.
-Lo siento, Madame…-Suspiro-Mi comportamiento ha sido incorrecto ante su buena voluntad de ofrecer su ayuda y parte de su tiempo para….-Se quería referir a la herida pero sería una mera excusa.-lo siento, no volverá a ocurrir.-Dijo mirando al techo intentando evitar avergonzado la mirada de la mujer.
Oliver Lobhdain Douglas- Inquisidor Clase Alta
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Re: Caminos cruzados. [Oliver]
La mujer ante aquel extraño modo de actuar no pudo evitar sentirse acalorada, mas bien pporque sus mejillas resplandecían un color escarlata, imposible de ocultar, había sentido el aliento del joven en un acto puramente descarado.
- No se preocupe, intentaré no hacerle daño, pero la herida se ve bien fea… debería ir a tomar curas a diario, Monsieur.
Christinne evitó en todo momento cruzarse con la mirada de aquel joven, simplemente se limitó a canalizar sus poderes, en una sutil melodía que mas bien parecía una nana a una canción, aquellas palabras que susurraba la muchacha, tenían un valor mágico, pues hacía que aquel dolor latente en la piel del joven desapareciese al menos ante el arrullo de su voz. Era un simple hechizo que había aprendido desde niña, una simple melodía que alegraba a las personas, pero ella lo utilizaba con un fin mas… medicinal, puro.
La mujer se agachó, y tomó una de las capas interiores de la falda de su vestido y la rasgó tomando un gran trozo de tela, lo suficientemente grande como para envolver la cintura del joven, simulando una venda.
- Ya puede erguirse, si sigue mirando al cielo el sol le cegará.
Se guió por la mirada del muchacho, que observaba sonriente los patos del estanque, animalillos sin mala fe que disfrutaban de una preciosa mañana de verano. Una vez se sentó, tuve la paciencia de ocultar de nuevo aquella herida, sin dejar de entonar aquel arrullo que simplemente tarareaba muy bajito. Tomó aquello que le había servido como aliciente para curarle, sonrió levemente cuando vio aquella mancha de sudor en el lugar donde había estado su cuerpo, quizás tan solo hubiese sido un golpe de calor y nada serio.
- Prométame que si se siente mal, acudirá al hospital. – La mujer le miró preocupada, como siempre que lo hacía con sus pacientes, más bien preocupada por las personas que en ocasiones se negaban a recibir tratamiento. – Siento haberle causado problemas, – señaló con un ademán de cabeza hacia la iglesia. - Sus feligreses deberán estar esperándole.
La muchacha finalmente sonrió al joven , volteó la mirada girándose de espaldas a aquel hombre, dejándole cierta intimidad para abrocharse su atuendo, se agachó para tomar su bolsa, cuando vió a un pequeño patito color negro curiosear la bolsa.
- No se preocupe, intentaré no hacerle daño, pero la herida se ve bien fea… debería ir a tomar curas a diario, Monsieur.
Christinne evitó en todo momento cruzarse con la mirada de aquel joven, simplemente se limitó a canalizar sus poderes, en una sutil melodía que mas bien parecía una nana a una canción, aquellas palabras que susurraba la muchacha, tenían un valor mágico, pues hacía que aquel dolor latente en la piel del joven desapareciese al menos ante el arrullo de su voz. Era un simple hechizo que había aprendido desde niña, una simple melodía que alegraba a las personas, pero ella lo utilizaba con un fin mas… medicinal, puro.
La mujer se agachó, y tomó una de las capas interiores de la falda de su vestido y la rasgó tomando un gran trozo de tela, lo suficientemente grande como para envolver la cintura del joven, simulando una venda.
- Ya puede erguirse, si sigue mirando al cielo el sol le cegará.
Se guió por la mirada del muchacho, que observaba sonriente los patos del estanque, animalillos sin mala fe que disfrutaban de una preciosa mañana de verano. Una vez se sentó, tuve la paciencia de ocultar de nuevo aquella herida, sin dejar de entonar aquel arrullo que simplemente tarareaba muy bajito. Tomó aquello que le había servido como aliciente para curarle, sonrió levemente cuando vio aquella mancha de sudor en el lugar donde había estado su cuerpo, quizás tan solo hubiese sido un golpe de calor y nada serio.
- Prométame que si se siente mal, acudirá al hospital. – La mujer le miró preocupada, como siempre que lo hacía con sus pacientes, más bien preocupada por las personas que en ocasiones se negaban a recibir tratamiento. – Siento haberle causado problemas, – señaló con un ademán de cabeza hacia la iglesia. - Sus feligreses deberán estar esperándole.
La muchacha finalmente sonrió al joven , volteó la mirada girándose de espaldas a aquel hombre, dejándole cierta intimidad para abrocharse su atuendo, se agachó para tomar su bolsa, cuando vió a un pequeño patito color negro curiosear la bolsa.
Ørn Fridrikson- Vampiro Clase Alta
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Re: Caminos cruzados. [Oliver]
Rio a carcajada limpia en cuanto escucho que probablemente sus feligreses debían de estar esperándole cuando se encontraba a solas siempre, dentro de la iglesia. Suspiro abiertamente y acerco los labios para besar el dorso de la mano de la mujer. Con la mano aun sujeta entre sus dedos, acaricio con lentitud la suavidad de la piel de la mujer. Con una sonrisa amplia en su rostro mientras miraba a la mujer, se fue incorporando poco a poco y recolocando su camisa negra junto con la sotana. Acerco su mano de nuevo a sus labios y volvió a besarla con más delicadeza. Separo sus labios de la mano mientras miraba a la mujer a los ojos, la miraba con atención pues noto un cierto rubor en sus mejillas a lo que hizo esbozar una sonrisa de lado.
-Le doy las gracias de todo corazón, por haberse molestado en curarme la herida y no haberse desmayado al ver la herida que el vampiro me regalo la otra noche-una amplia sonrisa cubría el rostro de Oliver-Y creo que me quedara una cicatriz..Maldito chupasangre...-dijo observando la herida debajo del vendaje nuevo. Miro con nostalgia la herida y levanto la mirada hacia arriba para ver el rostro de la mujer. Puso ambos pies sobre el suelo, respiro profundamente y sentó a su lado a la mujer que la había ayudado. Se peino el pelo hacia atrás y se coloco la cinta blanca. Ahora volvía a ser quien era.
-Se lo que debe de pensar sobre...mi-Comenzó a hablar con una voz calmada, potente y profunda.-pero por ahora no tengo ninguna intención de volver con mis feligreses según dice usted-Sonrió de lado y se acerco un poco más, apoyo los codos sobre las rodillas y fijo con una pose chulesca a la mujer mientras apoyaba una mano sobre la rodilla. -Dígame, ¿Por qué lloraba hace unos minutos? Si es por algún condenado sobrenatural, le hare saber que no debe meter con alguien tan amable como usted-Dijo lentamente a la vez que frunció el ceño.
La brisa de la mañana acariciaba los cabellos de la mujer y un aroma delicioso fue infiltrándose en las fosas nasales de Oliver. Le resulto un olor delicioso al que se le quedo grabado en la mente y sonrió para disimular aquel placer instantáneo que recibió en aquellos segundos. Echaba de menos sentir el placer humano. Tanto tiempo llevaba huyendo de aquel placer, que hasta se sentía un poco inhumano, se sentía un cuerpo andante sin ninguna otra cosa que hacer que matar seres sobrenaturales. Sin querer se lamio los labios en cuanto otro olor le cegó los sentidos y era el olor de los bollos rellenos de cabello de ángel, rociados con virutas de chocolate por encima, recién sacados del horno. No pudo aguantar acercarse a paso rápido y pedir tres ejemplares de esos ricos bollos de la panadería. En cuanto la panadera, le dio la bolsa con los bizcochos, Oliver abrió la bolsa y se encontró un bollo relleno de cabello de ángel, virutas de chocolate por encima y dos bollos de fresa. Sin más, Oliver furioso de que no le habían dado lo que había pedido, tiro la bolsa con los bollos dentro hacia una de las estanterías y se metió dentro del mostrador.
-¡QUIERO MIS TRES BOLLOS DE CABELLO DE ANGEL Y DE CHOCOLATE!-Dijo furioso. En cuanto la panadera volvió con una escoba del cuartillo, comenzó a echar a escobazos a Oliver tirándolo al suelo, llenando su sotana de tierra y polvo. Se incorporo lentamente mientras escuchaba a la panadera alardear delante de todos. Con el ceño fruncido, se alejo de la panadería y no se acordó de la mujer. Se fue a un rincón del lago, cerca del banco de donde estuvo sentado y estuvo mirando fijamente al horizonte mientras maldecía en silencio. Era una pena que la panadera fuera un licántropo, se olía a media legua, pero el exquisito olor de los bollos, no llego a saberlo. En fin, ya no volvería a esa panadería, pero seguía teniendo hambre y quizás comería de otra cosa. Fijo su mirada en la de la mujer la cual aun no le había dicho su nombre.
-Le doy las gracias de todo corazón, por haberse molestado en curarme la herida y no haberse desmayado al ver la herida que el vampiro me regalo la otra noche-una amplia sonrisa cubría el rostro de Oliver-Y creo que me quedara una cicatriz..Maldito chupasangre...-dijo observando la herida debajo del vendaje nuevo. Miro con nostalgia la herida y levanto la mirada hacia arriba para ver el rostro de la mujer. Puso ambos pies sobre el suelo, respiro profundamente y sentó a su lado a la mujer que la había ayudado. Se peino el pelo hacia atrás y se coloco la cinta blanca. Ahora volvía a ser quien era.
-Se lo que debe de pensar sobre...mi-Comenzó a hablar con una voz calmada, potente y profunda.-pero por ahora no tengo ninguna intención de volver con mis feligreses según dice usted-Sonrió de lado y se acerco un poco más, apoyo los codos sobre las rodillas y fijo con una pose chulesca a la mujer mientras apoyaba una mano sobre la rodilla. -Dígame, ¿Por qué lloraba hace unos minutos? Si es por algún condenado sobrenatural, le hare saber que no debe meter con alguien tan amable como usted-Dijo lentamente a la vez que frunció el ceño.
La brisa de la mañana acariciaba los cabellos de la mujer y un aroma delicioso fue infiltrándose en las fosas nasales de Oliver. Le resulto un olor delicioso al que se le quedo grabado en la mente y sonrió para disimular aquel placer instantáneo que recibió en aquellos segundos. Echaba de menos sentir el placer humano. Tanto tiempo llevaba huyendo de aquel placer, que hasta se sentía un poco inhumano, se sentía un cuerpo andante sin ninguna otra cosa que hacer que matar seres sobrenaturales. Sin querer se lamio los labios en cuanto otro olor le cegó los sentidos y era el olor de los bollos rellenos de cabello de ángel, rociados con virutas de chocolate por encima, recién sacados del horno. No pudo aguantar acercarse a paso rápido y pedir tres ejemplares de esos ricos bollos de la panadería. En cuanto la panadera, le dio la bolsa con los bizcochos, Oliver abrió la bolsa y se encontró un bollo relleno de cabello de ángel, virutas de chocolate por encima y dos bollos de fresa. Sin más, Oliver furioso de que no le habían dado lo que había pedido, tiro la bolsa con los bollos dentro hacia una de las estanterías y se metió dentro del mostrador.
-¡QUIERO MIS TRES BOLLOS DE CABELLO DE ANGEL Y DE CHOCOLATE!-Dijo furioso. En cuanto la panadera volvió con una escoba del cuartillo, comenzó a echar a escobazos a Oliver tirándolo al suelo, llenando su sotana de tierra y polvo. Se incorporo lentamente mientras escuchaba a la panadera alardear delante de todos. Con el ceño fruncido, se alejo de la panadería y no se acordó de la mujer. Se fue a un rincón del lago, cerca del banco de donde estuvo sentado y estuvo mirando fijamente al horizonte mientras maldecía en silencio. Era una pena que la panadera fuera un licántropo, se olía a media legua, pero el exquisito olor de los bollos, no llego a saberlo. En fin, ya no volvería a esa panadería, pero seguía teniendo hambre y quizás comería de otra cosa. Fijo su mirada en la de la mujer la cual aun no le había dicho su nombre.
- Spoiler:
- Off : Disculpa el restraso.
Oliver Lobhdain Douglas- Inquisidor Clase Alta
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Re: Caminos cruzados. [Oliver]
[spoiler] OMFG O_O’’ que miedo xDDDDDDDD[/size]
Christinne observó incrédula todo aquello, aquel hombre no parecía un simple cura y el mismo hecho de que fuese así le hacía desconfiar un poco. Aun así, la divertida forma en la que le fue regañado por su actuación parecía la típica imagen del lazarillo de Tormes.
La mujer esperó en aquel lugar, con la rosa a sus pies, la observó y se agachó a por ella. Cuando había levantado la vista del suelo observó al frente como aquel hombre volvía al lugar, acercándose más hacia aquel estanque. Christinne observó las posibilidades y optó por acercarse a aquella panadería.
- Buenos días. Tienen…? – Recordé fugazmente el nombre de aquel bollo ya que el hombre lo había gritado a los cuatro vientos. – Esos bollos de cabello de ángel del que tanto hablan..? [/i]– - El hijo de la panadera se había quedado paralizado al oír las palabras de aquella mujer que era la viva imagen de un ángel, de hermosos cabellos dorados y sonrisa amable.
- Claro, ahora mismo se los sirvo. ¿Cuántos quiere?
- Deme cuatro. – – La muchacha tendió el dinero, dejándole lo que sobraba de propina, y se encaminó hacia donde el joven se encontraba. Le tendió aquel bollo, recién horneado, aun caliente pues se podía ver a través del pañuelo en el que estaban envueltos, el vapor que desprendían.
- No debería portarse así con la buena gente, Monsieur. Las cosas si se piden educadamente hay más posibilidades de conseguirlas. –
Ella, prefirió sentarse en la hierba, pues no tenía complejo alguno con la suciedad a la que todo estaba sometido. Se deshizo de una pequeña rama que había caído en su cabello y tras ello volvió su rostro dubitativo hacia aquel joven al tiempo que ahuecaba su sencillo y poco voluptuoso vestido color crema.
- No sé si es debido a la herida, pero creo que usted padece fiebre. –-Comentó sin maldad alguna, pues ella jamás había oído tales cosas sobre seres sobrenaturales, y la espontaneidad con la que lo había dicho el joven la había abrumado. – O es alguien muy apegado a mitos, leyendas y cuentos infantiles…– - Llevó su mano en la que su muñeca colgaba un fino cinto rojo, hacia aquel hombre pues se acababa de dar cuenta de que aun no había pronunciado su nombre. – Mi nombre es Christinne, soy directora del hospital de París. ¿y el vuestro es…?–
Mientras esperó la respuesta del joven, volvió la mirada hacia el estanque colocando su cabello tras la oreja, mojando sus labios consigo mismos pues se sentía sedienta.
Christinne observó incrédula todo aquello, aquel hombre no parecía un simple cura y el mismo hecho de que fuese así le hacía desconfiar un poco. Aun así, la divertida forma en la que le fue regañado por su actuación parecía la típica imagen del lazarillo de Tormes.
La mujer esperó en aquel lugar, con la rosa a sus pies, la observó y se agachó a por ella. Cuando había levantado la vista del suelo observó al frente como aquel hombre volvía al lugar, acercándose más hacia aquel estanque. Christinne observó las posibilidades y optó por acercarse a aquella panadería.
- Buenos días. Tienen…? – Recordé fugazmente el nombre de aquel bollo ya que el hombre lo había gritado a los cuatro vientos. – Esos bollos de cabello de ángel del que tanto hablan..? [/i]– - El hijo de la panadera se había quedado paralizado al oír las palabras de aquella mujer que era la viva imagen de un ángel, de hermosos cabellos dorados y sonrisa amable.
- Claro, ahora mismo se los sirvo. ¿Cuántos quiere?
- Deme cuatro. – – La muchacha tendió el dinero, dejándole lo que sobraba de propina, y se encaminó hacia donde el joven se encontraba. Le tendió aquel bollo, recién horneado, aun caliente pues se podía ver a través del pañuelo en el que estaban envueltos, el vapor que desprendían.
- No debería portarse así con la buena gente, Monsieur. Las cosas si se piden educadamente hay más posibilidades de conseguirlas. –
Ella, prefirió sentarse en la hierba, pues no tenía complejo alguno con la suciedad a la que todo estaba sometido. Se deshizo de una pequeña rama que había caído en su cabello y tras ello volvió su rostro dubitativo hacia aquel joven al tiempo que ahuecaba su sencillo y poco voluptuoso vestido color crema.
- No sé si es debido a la herida, pero creo que usted padece fiebre. –-Comentó sin maldad alguna, pues ella jamás había oído tales cosas sobre seres sobrenaturales, y la espontaneidad con la que lo había dicho el joven la había abrumado. – O es alguien muy apegado a mitos, leyendas y cuentos infantiles…– - Llevó su mano en la que su muñeca colgaba un fino cinto rojo, hacia aquel hombre pues se acababa de dar cuenta de que aun no había pronunciado su nombre. – Mi nombre es Christinne, soy directora del hospital de París. ¿y el vuestro es…?–
Mientras esperó la respuesta del joven, volvió la mirada hacia el estanque colocando su cabello tras la oreja, mojando sus labios consigo mismos pues se sentía sedienta.
Ørn Fridrikson- Vampiro Clase Alta
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Re: Caminos cruzados. [Oliver]
Bufo al escuchar a ¿Christine? Si. Había oído bien. Un nombre muy bonito así que su mal humor de hace unos instantes se disipo poco a poco y se rasco la cabeza por detrás. No pudo evitar reírse a carcajada limpia cuando le estaba llamando loco disimuladamente, pero no venía en busca de alguna pulla con “la directora del hospital” Le dedico una sonrisa amplia, sincera a Christine y cogió su mano de nuevo, pero al oler los bollos de nuevo no pudo evitar coger uno y llevárselo a la boca. Estaba hambriento y en la iglesia estaban al límite de las reservas del convento hasta el próximo mes. Miro a Christine y se limpio con un pañuelo que saco de su túnica de sacerdote para limpiarse las manos dejando el bollo dentro y dedicarle una sonrisa con los mofletes hinchados por tener comida dentro.
Trago la comida y sonrió-Me llamo Oliver...Digo...-carraspeo-Soy el sacerdote Beauxbatons Lavere-Dijo cogiendo la mano de la mujer y posando un leve beso sobre el dorso de esta. Separo los labios de su mano y dejo la mano de la mujer sobre la rodilla de ella misma, sonriendo de lado se acerco un poco más a Christine-Si mi herida se reabre, no dudare en ir en busca de sus cuidados divinos, pues los ángeles le enviaron para cuidar a los más necesitados ¿No es así?-Dijo tranquilamente mientras estaba sentado con las piernas cruzadas. Cogió el bollo empezado de nuevo de la bolsa y comenzó a comerlo para seguir calmando el hambre que tenía. El aire soplaba mas fuerte cada vez mas y no digamos las gotas que poco a poco comenzaban a emanar de las nubles cercanas y que se juntaban las unas con las otras haciendo que de repente una lluvia desconocida apareciera de repente sobre París. Miro hacia arriba y puso una mueca divertida y rápidamente, se quito la sotana y se acerco a Christine para cubrirla con su sotana y ambos corrieron hacia dentro de una tienda de ropa que al parecer estaban tirando las cosas por la ventana debido a los precios tan bajos.
Estaba en la puerta y muy cerca de Christine, tanto que se sonrojo y sin darse cuenta rodeo con el brazo que sujetaba la sotana como una capa en alto por encima de los hombros de Christine, tan cerca estaba que Oliver podía ponerse nervioso y en efecto. Se había puesto nervioso al oler el aroma de Christine que desprendía de su cabello. El grito de la dependienta al ver el torso desnudo de Oliver y con la herida a la vista, fue el que despertó a Oliver de aquel trance olfativo del cual estaban experimentando sus fosas nasales. Se separo de Christine y le coloco la camisa negra encima de sus hombros para después cerrar los ojos y posar un cálido beso sobre la mejilla de Christine. Se separo de ella y se puso a buscar tranquilamente como Pedro por su casa en busca de alguna camisa negra que le pudiera servir. Las mujeres ociosas, se mordían los labios aguantando las ganas de tirarse encima de Oliver, pero este seguía a lo suyo mientras buscaba la camisa negra. Pudo haber encontrado una camisa negra, pero tenía ribetes blancos y parecería un pingüino con eso puesto.
La dejo en su sitio y se fue tranquilamente hacia otra estantería donde había camisas negras y ¡una era de seda! Rapidamente se la coloco ahí mismo, no fue al probador, directamente se la puso y sonrió al sentir el tacto de la camisa sobre su piel. Era como un montón de cosquillas sobre su piel, pero se calmo un poco. Error. No tenia para poner la sotana, cachis. Se la quito dejando de nuevo su torso desnudo y cogió la camisa que vio antes de ribetes blancos maldiciendo mil demonios, la cogía en la mano, metió la mano en el bolsillo para pagar a la dependienta y salió de la tienda mientras se ponía a contra corriente la camisa negra. Se paro al lado de Christine y se preocupo al verla tan acalorada-¿Te pasa algo?-Se quedo mirando el rostro de Christine y la sujeto por la cintura y la sentó en una silla que había cerca de una estantería con camisas de seda rojas. Miro a Christine y sonrió-Eh, ¿qué te pasa?
Trago la comida y sonrió-Me llamo Oliver...Digo...-carraspeo-Soy el sacerdote Beauxbatons Lavere-Dijo cogiendo la mano de la mujer y posando un leve beso sobre el dorso de esta. Separo los labios de su mano y dejo la mano de la mujer sobre la rodilla de ella misma, sonriendo de lado se acerco un poco más a Christine-Si mi herida se reabre, no dudare en ir en busca de sus cuidados divinos, pues los ángeles le enviaron para cuidar a los más necesitados ¿No es así?-Dijo tranquilamente mientras estaba sentado con las piernas cruzadas. Cogió el bollo empezado de nuevo de la bolsa y comenzó a comerlo para seguir calmando el hambre que tenía. El aire soplaba mas fuerte cada vez mas y no digamos las gotas que poco a poco comenzaban a emanar de las nubles cercanas y que se juntaban las unas con las otras haciendo que de repente una lluvia desconocida apareciera de repente sobre París. Miro hacia arriba y puso una mueca divertida y rápidamente, se quito la sotana y se acerco a Christine para cubrirla con su sotana y ambos corrieron hacia dentro de una tienda de ropa que al parecer estaban tirando las cosas por la ventana debido a los precios tan bajos.
Estaba en la puerta y muy cerca de Christine, tanto que se sonrojo y sin darse cuenta rodeo con el brazo que sujetaba la sotana como una capa en alto por encima de los hombros de Christine, tan cerca estaba que Oliver podía ponerse nervioso y en efecto. Se había puesto nervioso al oler el aroma de Christine que desprendía de su cabello. El grito de la dependienta al ver el torso desnudo de Oliver y con la herida a la vista, fue el que despertó a Oliver de aquel trance olfativo del cual estaban experimentando sus fosas nasales. Se separo de Christine y le coloco la camisa negra encima de sus hombros para después cerrar los ojos y posar un cálido beso sobre la mejilla de Christine. Se separo de ella y se puso a buscar tranquilamente como Pedro por su casa en busca de alguna camisa negra que le pudiera servir. Las mujeres ociosas, se mordían los labios aguantando las ganas de tirarse encima de Oliver, pero este seguía a lo suyo mientras buscaba la camisa negra. Pudo haber encontrado una camisa negra, pero tenía ribetes blancos y parecería un pingüino con eso puesto.
La dejo en su sitio y se fue tranquilamente hacia otra estantería donde había camisas negras y ¡una era de seda! Rapidamente se la coloco ahí mismo, no fue al probador, directamente se la puso y sonrió al sentir el tacto de la camisa sobre su piel. Era como un montón de cosquillas sobre su piel, pero se calmo un poco. Error. No tenia para poner la sotana, cachis. Se la quito dejando de nuevo su torso desnudo y cogió la camisa que vio antes de ribetes blancos maldiciendo mil demonios, la cogía en la mano, metió la mano en el bolsillo para pagar a la dependienta y salió de la tienda mientras se ponía a contra corriente la camisa negra. Se paro al lado de Christine y se preocupo al verla tan acalorada-¿Te pasa algo?-Se quedo mirando el rostro de Christine y la sujeto por la cintura y la sentó en una silla que había cerca de una estantería con camisas de seda rojas. Miro a Christine y sonrió-Eh, ¿qué te pasa?
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Re: Caminos cruzados. [Oliver]
Aquel jóven parecía querer sacar los colores constantemente a la mujer de cabello dorado. Christinne no supo como reaccionar ante tal actitud, la de aquel hombre paseandose con el torso desnudo, algo divino de admirar, y... tocar... "Ay... no...." se pensó para si misma cuando le ayudaron a sentarse en una silla, con aquel hombre siquiera a un palmo de cerca de su rostro.
- Estoy bien...
Se dijo, mas bien con los mofletes sumergidos en un rubor descontrolado. Se sentía febril pero era nada mas que por aquella circunstancia. Aquello que la hacía removerse en su interior. Como si algo quisiese hacer tomar el control dejándola a un segundo plano.
"Hacía tanto que no sentía aquella explosión de adrenalina en aquel cuerpo, hacía tiempo que esperaba que un simple rubor o un pensamiento pecaminoso rozasen la mente de mi querida Christinne, hija de mis hijas, la cual elegí para ocupar su mente, sus recuerdos y su poderoso don. Aun no podía domar sus actos, tan solo en leves dosis en los que un arrebato conseguía despegarme de aquel alma, tomando aquel cuerpo que no era mio como propio. Una mirada lasciva se cruzó por el rostro de Christinne. Se levantó de la silla, empotró a aquel hombre contra estanterias viendo como caían ante ellos una cascadas de telas rojas de diversas tonalidades, todas y cada una de ella como la sangre. Christinne abrió de golpe la camisa de aquel jóven, pero mis actos se vieron cesados, no podía controlar mas aquellas manos que no eran mías, volviendo a mi lugar de reposo, en algun lugar de la mente de aquella muchacha."
Christinne se llevó una mano a la cabeza y cuando oteó al frente se vió con una mano en el pecho del jóven, se colapsó, totalmente ruborizada separó la mano de aquel jóven como si ésta ardiese. Se sintió morir de la verguenza, lo que no pudo resistir, hasta caerse desmayada entre aquellas telas rojas.
- Estoy bien...
Se dijo, mas bien con los mofletes sumergidos en un rubor descontrolado. Se sentía febril pero era nada mas que por aquella circunstancia. Aquello que la hacía removerse en su interior. Como si algo quisiese hacer tomar el control dejándola a un segundo plano.
"Hacía tanto que no sentía aquella explosión de adrenalina en aquel cuerpo, hacía tiempo que esperaba que un simple rubor o un pensamiento pecaminoso rozasen la mente de mi querida Christinne, hija de mis hijas, la cual elegí para ocupar su mente, sus recuerdos y su poderoso don. Aun no podía domar sus actos, tan solo en leves dosis en los que un arrebato conseguía despegarme de aquel alma, tomando aquel cuerpo que no era mio como propio. Una mirada lasciva se cruzó por el rostro de Christinne. Se levantó de la silla, empotró a aquel hombre contra estanterias viendo como caían ante ellos una cascadas de telas rojas de diversas tonalidades, todas y cada una de ella como la sangre. Christinne abrió de golpe la camisa de aquel jóven, pero mis actos se vieron cesados, no podía controlar mas aquellas manos que no eran mías, volviendo a mi lugar de reposo, en algun lugar de la mente de aquella muchacha."
Christinne se llevó una mano a la cabeza y cuando oteó al frente se vió con una mano en el pecho del jóven, se colapsó, totalmente ruborizada separó la mano de aquel jóven como si ésta ardiese. Se sintió morir de la verguenza, lo que no pudo resistir, hasta caerse desmayada entre aquellas telas rojas.
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Re: Caminos cruzados. [Oliver]
Fue corriendo a socorrer a Christine que cayó desmayada sobre aquel buruño de telas color escarlata, fuego, de todas las tonalidades. Le rodeo la cintura, cogiendo su cabeza suavemente y colocandosela sobre su brazo. La acurruco entre su pecho descubierto y comenzo a acariciarle el rostro lentamente con el dorso de la mente. La miraba mientras Christine descansaba cual princesa desmayada en los brazos del principe azul, lentamente la observaba mientras le sobaba la mejilla suavemente con el pulgar de la mano.
-Christine....-dijo lentamente casi en un susurro para que despertara de aquel sueño en el que de repente habia entrado. Vio que no respondia y entonces comenzo a preocuparse. Miro a todos lados, las mujeres asombradas y preocupadas por lo que estaban viendo, no se lo podían creer, pero no era momento para asombros, sino para actuar. Cogio con cuidado en brazos a Christine y cerca habia un divan en el que tumbó alli a Christine. Cogio la camisa de antes que por el momento aún estaba húmeda de la lluvia y fue pasandola por la frente de Christine lentamente para quitarla el resto del calor producido por la adrenalina de hace unos minutos.
Mientras seguia mirándola y concentrado en su labor de intentar despertarla se sentó a su lado en un pequeño hueco que había y vio a la dueña de la tienda con un cuenco y unos trapos húmedos. Asintió con la cabeza y cogio el cuenco con cuidado, pero al estar medianamente lleno de agua, unas gotas fueron a parar al cabello de Chrisitne. Oliver puso una mueca de peligro y por poco se la carga, pero Christine aún seguía dormida aunque al parecer lo que vio alrededor de sus ojos, un leve pestañeo de sus cejas le advirtieron que estaba despertando poco a poco.
O al menos eso penso.-Christine...-se acerco a su oído para susurrarla, para que escuchara algo conocido.-Bellas flores para un jardin de lirios blancos, bañados por la luz y la energia del sol, para que se alcen bellas y esplenderosas....-Comenzo a decir lo primero que se le ocurrio pues quiso probar a ver que tal. Decidio seguir probando-Alicia iba por los jardines pintando las rosas blancas con pintura roja, saltando alegre mientras iba poco a poco terminando la tarea que le habia encomendado la reina de corazones-Termino por contar una parte light del verdadero relato de Lewis Carrol, que comenzaba a hacerse famoso en todo el mundo por sus increibles historias surrealistas. Miro de nuevo a Christine y paso un brazo por encima de su abdomen para ponerla al otro lado y quedarse mirádola a su bello rostro.
Espero cinco minutos hasta que al final, creyo ver una señal de que Christine, comenzaba a despertarse de su largo y bello sueño. Iba a acercarse para besarla la frente, pero la joven que al parecer parecia ser la hija de la dependienta, le tiro a la cara un jersey para que se lo pusiera y se tapara de una vez ese endiablado torso que era a la vez de sexy para las mujeres, era bastante tentador. Con una mueca en el rostro, se puso el jersey y ya de una vez se acerco para besar la frente de Christine. La miro mas de cerca y mantuvo una sonrisa hasta que Christine despertara por fin.
-Christine....-dijo lentamente casi en un susurro para que despertara de aquel sueño en el que de repente habia entrado. Vio que no respondia y entonces comenzo a preocuparse. Miro a todos lados, las mujeres asombradas y preocupadas por lo que estaban viendo, no se lo podían creer, pero no era momento para asombros, sino para actuar. Cogio con cuidado en brazos a Christine y cerca habia un divan en el que tumbó alli a Christine. Cogio la camisa de antes que por el momento aún estaba húmeda de la lluvia y fue pasandola por la frente de Christine lentamente para quitarla el resto del calor producido por la adrenalina de hace unos minutos.
Mientras seguia mirándola y concentrado en su labor de intentar despertarla se sentó a su lado en un pequeño hueco que había y vio a la dueña de la tienda con un cuenco y unos trapos húmedos. Asintió con la cabeza y cogio el cuenco con cuidado, pero al estar medianamente lleno de agua, unas gotas fueron a parar al cabello de Chrisitne. Oliver puso una mueca de peligro y por poco se la carga, pero Christine aún seguía dormida aunque al parecer lo que vio alrededor de sus ojos, un leve pestañeo de sus cejas le advirtieron que estaba despertando poco a poco.
O al menos eso penso.-Christine...-se acerco a su oído para susurrarla, para que escuchara algo conocido.-Bellas flores para un jardin de lirios blancos, bañados por la luz y la energia del sol, para que se alcen bellas y esplenderosas....-Comenzo a decir lo primero que se le ocurrio pues quiso probar a ver que tal. Decidio seguir probando-Alicia iba por los jardines pintando las rosas blancas con pintura roja, saltando alegre mientras iba poco a poco terminando la tarea que le habia encomendado la reina de corazones-Termino por contar una parte light del verdadero relato de Lewis Carrol, que comenzaba a hacerse famoso en todo el mundo por sus increibles historias surrealistas. Miro de nuevo a Christine y paso un brazo por encima de su abdomen para ponerla al otro lado y quedarse mirádola a su bello rostro.
Espero cinco minutos hasta que al final, creyo ver una señal de que Christine, comenzaba a despertarse de su largo y bello sueño. Iba a acercarse para besarla la frente, pero la joven que al parecer parecia ser la hija de la dependienta, le tiro a la cara un jersey para que se lo pusiera y se tapara de una vez ese endiablado torso que era a la vez de sexy para las mujeres, era bastante tentador. Con una mueca en el rostro, se puso el jersey y ya de una vez se acerco para besar la frente de Christine. La miro mas de cerca y mantuvo una sonrisa hasta que Christine despertara por fin.
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Re: Caminos cruzados. [Oliver]
Christinne estuvo luchando en su sueño, un sueño que carecía de sentido y de colores para ella, salvo en un momento, cuyo instante se sintió cómo si estuviese dentro de la historia que narraba una voz familiar... De pronto se vió vestida de color turquesa con un delantal blanco mientras...
Christinne se levantó de golpe, quedando a escasos milímetros del rostro de aquel hombre, casi probando el esquisito aroma de sus labios. Agachó la cabeza sintiendo aquel beso en la frente tan reconfortante que nadie lo entendería jamás. Aun con la cabeza dándole vueltas no pudo reprimir el observar a los presentes, pero dejando su atención tan solamente en una persona.
- Alicia en el país de las maravillas.
Comentó con un aire nostalgico en su voz, y que no conseguía apaciguar con otros pensamientos, ni siquiera con aquel suspiro proveniente de sus labios.
Trató de pedir disculpas y insistió en pagar los destrozos del lugar, pero viendo tal acontecimiento la dueña prefirió perdonárselo a ambos.
Se dirigió bajo los toldos para que el agua de la lluvia no cayese sobre ellos, observando el suelo, cómo sus pies pisaban charcos como aquellos de los que encontró en aquel sueño aquel tan hermoso desde hacía tiempo que no tenía. Se giró para ver de nuevo al jóven.
- Te pido mis mas sinceras disculpas, por... por todo lo ocurrido hoy. - Tomó un escurridizo mechón de su cabello rubio y lo ocultó tras su oreja, con evidente signos de arrepentimiento. - Creo que debo irme.
Christinne se levantó de golpe, quedando a escasos milímetros del rostro de aquel hombre, casi probando el esquisito aroma de sus labios. Agachó la cabeza sintiendo aquel beso en la frente tan reconfortante que nadie lo entendería jamás. Aun con la cabeza dándole vueltas no pudo reprimir el observar a los presentes, pero dejando su atención tan solamente en una persona.
- Alicia en el país de las maravillas.
Comentó con un aire nostalgico en su voz, y que no conseguía apaciguar con otros pensamientos, ni siquiera con aquel suspiro proveniente de sus labios.
Trató de pedir disculpas y insistió en pagar los destrozos del lugar, pero viendo tal acontecimiento la dueña prefirió perdonárselo a ambos.
Se dirigió bajo los toldos para que el agua de la lluvia no cayese sobre ellos, observando el suelo, cómo sus pies pisaban charcos como aquellos de los que encontró en aquel sueño aquel tan hermoso desde hacía tiempo que no tenía. Se giró para ver de nuevo al jóven.
- Te pido mis mas sinceras disculpas, por... por todo lo ocurrido hoy. - Tomó un escurridizo mechón de su cabello rubio y lo ocultó tras su oreja, con evidente signos de arrepentimiento. - Creo que debo irme.
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Re: Caminos cruzados. [Oliver]
No pudo evitar esbozar una sonrisa afable en su rostro al ver la cara avergozada de Christine. Le coloco un mechón tras la orjea, la abrazó contra su pecho y comenzó a acariciarle el pelo lentamente con una de sus manos. Apoyó su mentón sobre Christine y le cogio del mentón para que la mirara a los ojos.
-No tienes de que preocuparte, Christine-Sonrió de lado a lado para tranquilizar a Christine y hacerla ver que no pasaba nada.-A veces algo fuera de lo común siempre viene bien...-sonrio y le besó en la frente lentamente para después separarse de ella y carraspear un poco y sonreir poco a poco mientras se metia las manos en los bolsillos del pantalon.-Iré a por un paraguas en la tienda....-Dijo como dejandolo caer y se dispuso a avanzar un poco para adentrarse en la tienda sin ninguna preocupación y comprar un paraguas grande, color negro de caballero y cuando salió al exterior no vio a christine por ningún lado. ((Maldición)) Pensó para sus adentros y con el paraguas abierto fue buscando a Christine hasta que volvio a la tienda y la encontró de nuevo donde estaba.-Ah...aqui estás...perdón crei haberte perdido de vista.-Se rascaba la nuca un poco avergonzado de lo que había pasado. A veces era muy despistado y la verdad le pasaba de vez en cuando.
Se coloco al lado de Christine y la cubrió con el paraguas de caballero, rodeandola con un brazo y apegandola a él para que no se mojara en la lluvia. De algún modo, un rubor aparecio en las mejillas de Oliver y se dispuso a mirar al frente mientras regresaban a un lugar con algo mas de capacidad para que se pudieran cubrir.-¿algún sitio conoce para...que estemos cubiertos?-Dijo con un poco de nerviosismo en el cuerpo.
-No tienes de que preocuparte, Christine-Sonrió de lado a lado para tranquilizar a Christine y hacerla ver que no pasaba nada.-A veces algo fuera de lo común siempre viene bien...-sonrio y le besó en la frente lentamente para después separarse de ella y carraspear un poco y sonreir poco a poco mientras se metia las manos en los bolsillos del pantalon.-Iré a por un paraguas en la tienda....-Dijo como dejandolo caer y se dispuso a avanzar un poco para adentrarse en la tienda sin ninguna preocupación y comprar un paraguas grande, color negro de caballero y cuando salió al exterior no vio a christine por ningún lado. ((Maldición)) Pensó para sus adentros y con el paraguas abierto fue buscando a Christine hasta que volvio a la tienda y la encontró de nuevo donde estaba.-Ah...aqui estás...perdón crei haberte perdido de vista.-Se rascaba la nuca un poco avergonzado de lo que había pasado. A veces era muy despistado y la verdad le pasaba de vez en cuando.
Se coloco al lado de Christine y la cubrió con el paraguas de caballero, rodeandola con un brazo y apegandola a él para que no se mojara en la lluvia. De algún modo, un rubor aparecio en las mejillas de Oliver y se dispuso a mirar al frente mientras regresaban a un lugar con algo mas de capacidad para que se pudieran cubrir.-¿algún sitio conoce para...que estemos cubiertos?-Dijo con un poco de nerviosismo en el cuerpo.
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