Una criatura ¿Compasiva? [II Part] [Gianella Massone - Janelle Chifflet]

Cada segundo que Gianella gastaba en seguir en pie, y peor aún, en esa casa con un vampiro, era una lucha que se fue haciendo cada vez más complicada por aquel mismo paso del tiempo. Todavía no podía entender por qué la querían retener de forma tan insistente, cuando lo más natural hubiera sido que la dejaran ir con algunas cuantas balas de plata en el cuerpo, o quizás algunos mordiscos...o ambas cosas. Rodó los ojos a un costado ante su acento franco-inglés que para variar no le interesaba (aunque de haber podido de nuevo le partía la cara por decirle "darling"), pero sus ojos volvieron a fijarse en ella como un imán, aunque haciendo una mueca forzada e instintiva por aquella sonrisa que le dedicaba aquel enemigo tan molesto. Suspiró. Ese era un tema completamente distinto.

- ¿Por qué no empezaste por ahí? - bufó, y aquella expulsión de aire pareció hacer tambalear sus propias piernas, igual que aquel comentario sus reclamos. Ahí fue cuando su expresión se suavizó notablemente, haciendo que otro suspiro se hiciera presente. - Ingenua creencia, ¿eh? Esa chica es demasiado inocente. - Empezó diciendo.- Sin embargo, está bien que crea. Yo no soy de la calaña que daña a los que no se lo merecen. - murmuró.- Antes de ayer...fue luna llena, y al parecer ataqué a la mujer de los hechizos. - explicó sin una pizca de preocupación, más bien era...resignación. - Desperté ayer al otro lado de la ciudad, con un cadáver a mi lado. Y en medio de todo sentí mi aroma a lo lejos, mezclado con humanos y vampiros - le miró con dureza, dando a entender lo obvio.- Mi instinto se descontroló, y el resto es historia conocida. - se encogió de hombros, preguntándose internamente por qué mierda había dado explicaciones, y con mayor razón, darle explicaciones a alguien como ella.- Hubiera sido todo más fácil si me hubieran dejado a mi suerte, hubiera sobrevivido de todas formas. Pero ustedes son tan complicados...-denigró y dio un paso en falso, en gesto inequívoco de pérdida de equilibrio. Las piernas parecían temblarle por temor, pero ese sentimiento estaba totalmente erradicado de ella, y más ausente aún si se trataba de enfrentar a personas como aquella fémina que tanto desagrado le causaba. Se dejó caer en el sofá tras unos cuantos pasos y le miró aún con mucho rencor, enseñándole los colmillos sin asco - Da un paso más a esta habitación, y te decapito. - Era su forma de decir que se quedaría, pero obviamente sin ninguna cercanía ajena. Se iba a quedar, pero sola en ese lugar. Tal y como siempre.

Se alzaba humo negro sobre el bosque, a la distancia. Escuche el sonido de un carruaje tirado por caballos ya cansados. Dentro, estaban los cuerpos ya sin vida de mi padres... Pero... Era correcto? Los ojos de mi madre parecían que iban a dejar de brillar... Quería llamarla para que no me dejara...

-Madre!-exclame en medio de la oscuridad. Mire a alrededor y recordé donde estaba.

-Oh, es verdad... Estoy en la mansión de Carmmine.-me recordé en pensamientos.

Me di cuenta de que había estado llorando dormida, nada que me sorprendiera. Recordaba haber llorado mucho mas aquel día cuando mis padres murieron. Tuve la sensación de haber dormido un buen rato, por lo que estaba ya un poco mas descansada. Cuando despabile un poco mas, recordé a Gianella. Que habrá pasado con ellas? Esperaba que la hubiera convencido de quedarse por la noche... Y hablando del tiempo, mire por la ventana, pero aun estaba medio oscuro. No estaba segura de si el amanecer estaba cerca.

Me peine un poco con los dedos y me arregle como pude el vestido un poco sucio. Me preocupaba las criaturas en el sótano y no tenia tiempo para dormir mas tranquilamente. A fin de cuentas, ya había dormido lo suficiente como para recuperar energías. Incluso mi golpe en la cabeza había sanado, así que estaría bien. Luego, quizás, al volver a casa, me tomara una siesta. Pero primero era lo primero: averiguar que había pasado en mi ausencia y como estaban las mujeres.

Al salir de la habitación, trate de recordar el camino hacia el sótano. Deje que mis pies y mis sentidos de orientación me guiaran, el camino debía ser opuesto al recorrido principal.

-Um... Quizás era por aquí?-trate de recordar al toparme con mas caminos.

La mansión era mas grande de lo que recordaba media dormida, al igual que el camino que había recorrido horas atrás. Por fin, parecía que iba por buen camino al recordar ciertas cosas al ver los pasillos. Ya estaba cerca del sótano y me extraño no oír ruido alguno... Es decir, ninguna señal de pelea o discusiones. Me detuve por unos momentos antes de acercarme a ver tratando de pensar todas las probabilidades de lo que hubiera pasado.

Sera que Gianella habrá podido traspasar mi hechizo? No estaba segura si hubiera tenido tanta fuera como para romperlo. Y que hay de Carmmine? Finalmente se habrá impacientado y la habrá matado? Sabia que los vampiros no tenían mucha paciencia en lo que el enemigo respecta, así que no seria de extrañar, pero me preocupaba. Y si ambas no estaban allí? Si estuvieran peleando en otro lugar? Que haría yo entonces? No, debía confiar que Carmmine la hubiera controlado dentro de la habitación y que quizás estaría durmiendo finalmente. Tome aire para luego exhalarlo y luego me acerque a la habitación.

Gianella tenía a esa vampira entre ceja y ceja no sólo por ser lo que era (y lo que todo eso conllevaba), sino también por su actitud. Se había rebajado a explicar lo que había provocado aquel (desafortunado y tedioso) encuentro, ¿Y ella respondía sólo con un bostezo? ¡Qué ganas tenía la loba de partirle la cara por la mitad! Y no le faltaba voluntad para hacerlo, pero sí el cuerpo, el que quería prácticamente quedarse a vivir en el sofá por lo pesado que lo sentía. Bufó y rodó los ojos al costado más lejano de la mujer pálida para tener al menso un pequeño alivio de no tener que verla, pero aún sentir su repugnante olor a muerto - Tú eres la del cuerpo frío, así que la necesitas más que yo - en sí misma no parecía una respuesta ácida como siempre, pero el tono usado fue suficiente para creer lo contrario - Y aunque la necesitara no la aceptaría de alguien como tú.

Tras un rato su olfato le alertó, ya que sus oídos no lo hicieron, de que la humana había despertado - *Genial, se despertó* - pensó sin una pizca de felicidad por el hecho de que se estuviera recuperando y acercando. Suspiró pensando en lo molesto que sería volver a repertirle la historia a aqella persona tan ingenua y fue en medio de esas reflexiones que un sonido seco le hizo mirar al suelo. La vampira había caído. De inmediato miró al cielo agradeciéndole a quizás quién que por fin se había quedado con el silencio que tanto quería y miró luego al cuerpo con una sonrisa burlona y la cabeza ladeada como si ella hubiera causado aquel, a primera vista, desmayo. - Hasta que por fin tu cara está donde pertenece - Rió y apoyó el codo en el posabrazos, dejando descansar su cabeza en la palma de la mano - Anda, muérete ya. Así no me tengo que ensuciar las manos con tu sangre - Sonrió más ampliamente, sintiéndose a gusto. Pero esa sornisa se fue transformando en una mueca de desagrado cuando escuchó un grito y unos pasos acercarse a toda velocidad. Una menos, faltaba la otra.

¿Dónde estaban los infartos cuando se necesitaban?

Cuando me estaba acercando a la habitación, empece a ver algo en el suelo y mi respiración comenzó a hacerse mas lento. Como si la cantidad de ello dependiera de todo. Ya mas cerca, distinguí el cuerpo de Carmmine tirado en el suelo y me asusto tanto que grite su nombre. Corrí hasta su cuerpo con lo único en mente aquella vampira y tratando de adivinar lo que le había pasado. Gianella no pudo haber pasado mi hechizo... Verdad? Cuando me arrodille a su lado, eche un vistazo dentro del cuarto para asegurarme de que la loba no estaría en posición de ataque, pero estaba sentada, viendo la escena.

-Que sucedió?-pensé en voz alta mientras dirigía la mirada de nuevo a Carmmine y la volteaba. No había rastros de rasguños o signos de pelea, por lo que Gianella no pudo haberle echo nada.

-Un momento...-me detuve a pensar mientras sostenía la cabeza de la vampira sobre mis piernas.-Ahora que lo pienso... Los vampiros pueden dormir?

Una vez mas, recurrí a mi memoria y trate de buscar alguna información sobre ello. Nadie sabia que hacían los vampiros cuando se ocultaban del sol. Siquiera si estaban despiertos o durmiendo en un ataúd. Había muchas especulaciones al respecto, pero ninguna confirmada. Muchos de los vampiros tenían algún humano que los protegía durante el día. Viendo a Carmmine, no me quedo otra opción que suponer que estaba dormida.

Con un cuerpo indefenso como la de ella, en ese estado, no supe que hacer. Bien podía llevarla a la habitación donde estaba Gianella, pero temía que ella aprovechara para atacar y poder salir de la mansión. Tampoco podía dejarla sola y no sabia que habitación correspondía a Carmmine. Así que todo lo que me quedo, fue quedarme donde estaba. Deje la cabeza de la vampira con mucho cuidado en el suelo y sin importarme demasiado, entre a la habitación por un cojín que había al lado de la loba.

-No has dormido?-pregunte a Gianella mientras me acercaba.-Bueno, parece que el amanecer no esta muy lejos, suponiendo que Carmmine este dormida por ese motivo.-agregue mientras tomaba con cuidado el cojín y volvía con la vampira dormida.

Acomode su cabeza sobre esta y la posicione mejor para que no despertara dolorida, si acaso los vampiros también necesitaban de ello. Me senté contra la pared opuesta suspirando mas aliviada sabiendo que no se habían peleado en mi ausencia.

-Veo que te encuentras mejor.-le dije al darle un buen vistazo y sonreí.-Me alegra ver eso. Lamento mucho el haberte obligado a quedarte, se que no fue la mejor idea, pero... No me parecía correcto el dejarte sola allí afuera.-le dije en un modo de ser amable.-Muy rara vez hago algo como esto. Me refiero a ayudar a alguien como tu o Carmmine, y se que es imprudente de mi parte, hasta muy peligroso... Pero es mi forma de ser.-agregue cerrando los ojos. Tal vez no debería tener que decirle nada, pero sentía que se lo debía. Después de haberle hecho quedarse, quería tratar de explicar mis razones.

Gianella hizo caso omiso a la preocupación exagerada y patética de la bruja como pudo, debido a que taparse los oídos no resultaba suficiente por tener un oído mucho más desarrollado que el que tendría la que le miraba cerciorándose de que no había sido ella, la que estaba totalmente quieta en el sofá con el olor a sopa fría grabado en su mente.

¿Qué qué había sucedido? La loba tuvo la piedad de responderle aunque parecía no haber sido una pregunta – La mierda esa volvió a donde pertenece, se cayó de la nada y sinceramente espero que no despierte. – Información de más, pero jamás se callaba, ni tampoco la callaban. Le dedicó una sonrisa de pocos amigos cuando decidió acercarse para sacar un cojín, ¡qué molesta era! – No te incumbe…- suspiró de impotencia por no tener fuerzas aún para lanzarse encima de la tipa aquella y acabar con su vida y con la “vida” de la otra que supuestamente dormía; quedando ahora las mismas dos protagonistas separadas como las dos anteriores por aquella barrera que era más molesta que el aroma a vampiro baboso.

Y ahora, la guinda de la torta: alegrarse por su “bienestar” enclaustrado por magia y las disculpas por aquello. Un bla bla inútil que Gianella ignoró hasta que no pudo sostener las cadenas de su afilada lengua que arrasaba con todo – No debería estar repitiendo esto porque sé que no lo vas a entender, y ya te saliste con la tuya autoritariamente – esa palabra tan delicada…-No sé cómo aguantas estar conmigo, la persona que te atacó sin pensar y que debiste dejar escapar para que no volviera a molestarte…pero no, te quisiste hacer la heroína y ayudar a una sobrenatural ¡Qué noble de tu parte! Seguro en la realeza francesa te van a hacer una fiesta en tu honor…o quizás van a ejecutarte por rata traidora – soltó una carcajada breve, moviendo el pie para manchar la alfombra con lo que le habían traído de comer. Qué lástima que no se hubiera roto una taza, pero al menos el que la bandeja quedase sobre todo lo demás era suficiente – Lo siento, tenía que estirarme – Una mentira obvia que no serviría de provocación para una pelea, pero sí para disgustar. Si no la iban a dejar salir, al menos les haría la vida imposible. No todo iba a ser color de rosa para ellas.

Podía darme una idea del desprecio de Gianella a Carmmine. Su actitud no parecía que iba a cambiar por nada del mundo hacia otras criaturas, pero esperaba que al menos no provocara una pelea por simple desprecio. Escuche el interesante comentario de Gianella hacia mi persona y no pude sino sonreír ante las palabras.

-Precisamente por eso.-le dije sin mirarla.

Observaba a Carmmine dormir sin respirar y me daba un poco de miedo de tan solo imaginarla despertarse de una vez. Despues de todo, era un cadáver andante en ese momento.

-Por que huir de alguien que no tiene intenciones de atacar? Puede que mi fe te desespere e incluso la desprecies, pero esa es la verdad.-le conteste.-Aunque me ataquen con o sin motivo, busco la manera de resolver el asunto sin derramamientos de sangre.

Y cuantas veces lo había hecho? Había perdido la cuenta, pero recordaba muy pocas ocasiones en las que tuve que utilizar magia para borrar las memorias de dichos seres y los dormía para evitar que empezara la historia de nuevo. El resto, los convencía de que no tenían porque ser lo que eran cuando podían ganarse un amigo. Siempre creía que los amigos eran mucho mas valiosos que la fuerza, la reputación o cualquiera fuera el motivo del ataque.

-No me considero una heroína ni espero recibir nada a cambio.-seguí diciendo omitiendo comentar sobre la parte de la ejecución. Esa realidad no estaba muy lejos y debía tener siempre cuidado.-Mi deseo es solamente ayudar. Se que tu no querías ayuda, pero se que la necesitabas aunque me lo niegues ahora.-decir lo que estaba a punto de decir o callarme para no dar una mala impresión? No tenia ya nada que perder.-Creo... Que en realidad lo hago porque no tengo muchas amistades. Dada mi naturaleza siempre debo estar atenta y me enseñaron a no arriesgarme de esa manera.

Mis padres siempre me habían dicho que si iba a hacer amigos, fuera con los de mi propia clase o no tener ninguno. Siempre trataron de mantenerme en casa para no actuar imprudentemente y nos descubrieran. Gracias a sus enseñanzas, tenia miedo de perder la vida... Aun peor, de perder la amistad de alguien si se enterara de lo que soy. No quise seguir contando mi triste historia para que no creyera que quería compasión. Lo ultimo que quería era darle falsas señales, con un licantropo de esa actitud y temperamento, debía elegir con cuidado mis palabras.

Al escuchar un movimiento, observe lo que hacia y pude notar que había manchado la alfombra de Carmmine. Dio una falsa excusa y supe que quería molestarme. Como no estaba en mi casa, no me importo mucho, pero a la vampira no le iba a hacer mucha gracia. Solo sonreí, fingiendo que me creía esa excusa.

-No hay problema.-le conteste. Mi paciencia era una de mis virtudes, así que hiciera lo que hiciera, actuaria con calma, aun si eso llegara a desesperarla. Ya que no podía hablar de su vida personal o siquiera la mía para no disgustarla, trate de buscar un tema de conversación para que no quedáramos en silencio.

-Solo por curiosidad, como te refugias de temperaturas bajas o cuando llueve?-pregunte principalmente porque recordé que no tenia un hogar. En base a su respuesta, yo pensaría en algo o preguntaría otra cosa.

Alzó una ceja mirándole de reojo, con su mejor rostro de indiferencia. Negó con la cabeza en señal de “esta chica no tiene remedio” y luego se encogió de hombros quitándole toda importancia a su argumentación tan molesta, pero que en el fondo tenía un tanto de razón. Obviamente no iba a reconocerlo – Pocas veces la paz se consigue sin sangre, por no decir ninguna. – Ella lo sabía a la perfección por lo vivido – Y yo no quería tu ayuda, y sigo sin quererla – bufó – He sobrevivido perfectamente toda mi vida sin ayuda de nadie, y esta ocasión no hubiera sido la excepción si no te hubieras interpuesto en mi camino – reclamó aunque fuera inútil a esas alturas, no podía retroceder el tiempo y cambiar las cosas. Tendría que asumirlo y ya.

Pobrecita, se inspiraba lástima a sí misma por tener que ser cuidadosa por su condición de bruja, que fue lo que supuso la loba con todos esos hechizos y barreras. Ella también había tenido que renunciar a eso, y de hecho no tenía a nadie más que a sí misma. Doloroso al principio, pero hecho totalmente una costumbre a esas alturas. Si era difícil tener amigos siendo brujo, peor era la situación de un licántropo; al menos los primeros podían controlar sus poderes. Sin embargo, dejó de pensar en eso con rapidez.

Había manchado la alfombra de la rata chupasangre, y ella sólo respondió con un “No hay problema.” ¿Y qué le importaba a ella? Tenía que responderme la que dormía y que esperaba no volviera a despertar, y no una metiche de la que no quería saber nada más. Y su pregunta fue la guinda de la torta. ¿Lo preguntó en serio? – ¿Nunca has tratado antes con un licántropo? Eres más inepta de lo que creía, y eso es mucho decir. – Mezcló burla con enojo, resoplando – Te lo dejaré de tarea para que se lo saques de la boca a otro que salves contra su voluntad. – Cerró los ojos y se acomodó en el sofá quedando recostada a lo largo, descansando cabeza y pies en los posabrazos.

La observe cerrar los ojos y recostarse un buen rato. No pude evitar sonreír ante su comentario.

-De hecho, si tengo que ser sincera, no eres el primer licantropo que conozco.-admití recordando experiencias pasadas.-Aunque no puedo decir que todas terminaron con un final feliz. A la mitad tuve que... Bueno, dormirlas.-estaba por decir borrar la memoria, pero no quería asustarla.-La otra mitad, se puede decir que llegamos a una tregua. No tuve mucho tiempo para preguntar sobre vuestras... Costumbres.-agregue.

No esperaba que Gianella me contara sobre las cosas cotidianas o las cosas que suelen hacer los licantropos tan fácilmente y no tenia realmente apuro en saber. La curiosidad era algo que a veces no podía controlar, pero en ese caso debía contenerme. No quería ser mas molesta de lo que ya era. Solo debía esperar a que amaneciera y así despedirme de ella. No estaba segura si estaría bien, pero no podía hacer mucho mas si ella seguía negándose.

Mire a Carmmine 'dormir' como si de verdad no fuera a despertar jamas. Empezaba a preguntarme si acaso no tendría un humano que la cuidara por el día, algo que empezaba a preocuparme. Tampoco menciono sobre ello antes de que yo me fuera a descansar.

-De casualidad... Carmmine no menciono un humano? No se como se cuidan a si mismos durante el día si caen... Dormidos.-le pregunte. No espere realmente una respuesta, solo pensaba en que hacer cuando Gianella se marchara. Si no habia humanos, bien podría quedarme hasta la noche. De cualquier forma no tenia nada que hacer ese día hasta la noche cuando me tocaba ir al trabajo.

((off: perdon por el retraso en contestar! Estuve muy ocupada :pale: ))

La explicación con tintes de culpabilidad de Janelle no era más que un palabrerío sin sentido para ella. ¿Por qué no se quedaba callada y se dormía como la vampira que llevaba un buen rato con la cabeza contra el piso? Rodó los ojos y parecía conversarle a la pared, aunque esto la humana con poderes no lo notó por la ubicación. Hasta una pared era más divertida que esas dos que habían osado molestarla: no te replica, te escucha siempre; y lo más importante, no dice estupideces que no quieres escuchar. Sonaba algo autista, pero prefería eso que tener a personas indeseadas compartiendo el aire.

- Y tú no eres la primera bruja que conozco. Aunque no puedo decir que sus finales hayan sido felices…a todas tuve que… ¿Cómo decirlo de forma más o menos…sutil? Ah, sí. Las maté. – Y como si eso fuera un gran logro, le volvió a mirar con una sonrisa arrogante, casi cínica. Y por supuesto llena de orgullo. – Así que supongo que deberías sentirte afortunada porque sigas respirando; y porque quiera únicamente que me dejes en paz. Pero si vuelves a aparecerte ante mí, te vas a sumar a la lista. – Terminó gruñéndole, dándole el momento justo a la bruja para hacer otra pregunta mientras observaba a esa repugnante chupasangre recargar sus energías para volver por la noche a aterrorizar a los transeúntes de París. – Yo no estoy pendiente de lo que diga esa escoria, y no es que me importe lo que les pase mientras duermen. Ojalá se les abrieran las ventanas y se murieran calcinados, le harían un bien a todos. – Concluyó con sorna, sonriendo ampliamente hasta enseñar los colmillos al techo, observando la madera bien tallada y tratada.

No te preocupes, y siento si este post salió muy rápido, malo o ambos u.uU

Sonreí para ocultar mi tristeza ante el comentario de Gianella. Por ser licantropo supuse que era mas que lógico que odiara a los vampiros y hasta las brujas.

-Hubiera sido distinto si yo fuera humana? Seria mas amable o mas agresiva?-me pregunte a mi misma. Si acaso era la primera bruja que no mataba, su amenaza no me producía ningún miedo o siquiera me ponía nerviosa. Ya había recibido demasiadas amenazas como para acostumbrarme a ellas y lidiar con la persona que me las da.

-Siempre hay una primera vez...-murmure casi sin darme cuenta.

Tenia curiosidad en saber porque siempre estaba tan amenazante. No era solo porque la obligamos a descansar en la mansión de Carmmine, presentía que era algo mas. Sin embargo no quise arriesgarme a que se molestara mas. El temperamento de un licantropo tendía a ser inestable en algunas ocasiones como ya había visto antes. Realmente quería dejarla ir, pero me apenaba que no tuviera un lugar donde pasar las noches o siquiera alguien. Quizás su ira tenia algo que ver con eso.

-No creo que falte mucho para que amanezca. Aunque si quieres dormir un poco mas, no hay problema.-le dije observándola aun recostada como si fuera a quedarse dormida de un momento a otro.

La sonrisa se le borró nuevamente con una facilidad inusitada, y ni se molestó en girar la cabeza para verla de reojo con suma molestia. ¿Es que no tenía algo mejor que decir? Esa inocencia y buena voluntad resultaban enfermantes en todo sentido para la licántropa, que continuaba con su cuerpo mermado en fuerzas, como se expresó su estómago requiriendo algo de alimento, ese mismo que había negado y deshecho hace un rato por mero orgullo.

Pasaron unos minutos y el primer bostezo de la loba se hizo notar. Tanta falta de energía y alimento sumada a la rabieta permanente por la situación pasaban la cuenta por fin, y dejaban al descubierto la obvia verdad de que no por ser sobrenatural no era inmune a las necesidades básicas prolongadas por demasiado tiempo. Eso lo notó la bruja y con esa sugerencia volvió a mirarle girando la cabeza, tratando de alzarse apoyada con sus palmas pero apenas pudo sostener su cuerpo por unos segundos - ¿Dormir? ¿Con ustedes aquí? Eres más estúpida de lo que pareces…- Dijo sin filtro, cayendo en el sofá con una mueca de esfuerzo infructuoso acentuada por sus colmillos visibles – Tendrás que usar de nuevo tu hechizo si quieres que duerma, porque yo no voy a—¡¡Argh!! – Un quejido repentino y una mano al pecho; los ojos se cerraron y el aire empezó a hacer falta a juzgar por los fuertes jadeos y la brusca respiración. Le vio levantarse para acercarse pero fue un grito lo que quiso frenar a la mujer – ¡NO VENGAS! ¡O REALMENTE VOY A MATARTE! – El volumen podría haber despertado perfectamente a la vampira, pero la pelirroja ni se movía. – No vengas…-Repitió nuevamente aunque con mucha más dificultad, dirigiendo el rostro hacia el techo para intentar conservar la calma y no dejarse vencer por quien tiraba de las cadenas de la cordura para romperlas y teñir de rojo el amanecer parisino.

Gianella volvió a despreciar mi amabilidad, algo que empezaba a acostumbrarme a esas alturas. De pronto escuche algo y la mire. Tenia una mano en su pecho y respiraba con dificultad. Me pare para atenderla, pero me grito. No quería ayuda, su orgullo era mas fuerte que ella. Pero la veía agotada y me preguntaba que le podría pasar. Fue cuando recordé que no había comido y mi hechizo para calmar sus poderes ya debían estar desvaneciéndose. Volví a conjurar el hechizo mientras ella parecía agonizar en silencio.

-No se cuanto tiempo pueda retener tu ira.-le dije cuando termine de recitar.-Hay alguna forma para que se calme el tiempo suficiente?-le pregunte refiriéndome al tiempo que quedaba para que se fuera y el sol que estaba por salir. Si atacaba a plena luz de día no seria muy inteligente, a pesar de que parecía que su poder no obedecía a su cabeza.

-Y que mas se puede hacer?-me preguntaba preocupada por la loba. Suspire cerrando los ojos.-Tendremos que hacerlo a su manera...

-Tal vez tu sepas mejor como tratar el dominio de tu poderes.-le empece a decir. De nuevo recite un contra hechizo para quitar el escudo protector.-Vamos, te enseñare la salida.-agregue.

No confiaba en que no me dejara llevarla hasta la puerta, pero sabia que no intentaría nada lo suficiente tonto en su estado. Ya había estado mucho tiempo encerrada y ni siquiera a mi me gustaba verla así. Me asegure que no pisara a Carmmine y tratando de no tocarla, la acompañe hasta la puerta recordando el recorrido de la noche anterior. Iba a su lado por si acaso se caía.

Su respiración se oía como si le estuvieran estrujando el cuello por momentos, con unos quejidos ahogados por alguna mano o algo que le estuviera cubriendo la boca. Su pecho y abdomen se movían sin ninguna señal de armonía o coordinación, y el dolor hacía que sus muecas fueran variando para peor. Movía la cabeza a los costados como si al azotarla contra la suavidad del sofá la molestia desapareciera, pero lo que la hizo desaparecer fue, nuevamente, causa de las extrañas habilidades de la bruja, quien intercambió los gemidos de dolor por meros jadeos que buscaban desesperadamente algo de aire.

No es…ira precisamente…- gruñió con esfuerzo, sin escuchársele la voz a ratos por la respiración frenética. No le iba a explicar con detalle que era su instinto, y seguro ella no lo iba a entender; o peor, iba a usar otro colibrí para dormirla por doce horas más y extender esa tortura en esas cuatro paredes con olor a muerto dormido. ¡Eso si que no!

El hechizo que le impedía salir de aquella habitación se desvaneció después de sus –tan evidentes que le daban ganas de golpearle—palabras, y un júbilo inexistentemente expresado abordó su alborotado semblante cuando dijo -¡por fin!- que iba a salir de ese antro de incomodidades. Se levantó con todo el esfuerzo que pudo, ya que todo el cuerpo aún estaba entre acalambrado y sin fuerzas, y se afirmó de los bordes de lo que tocaba, aunque con la molesta presencia de la mujer al lado. Sin embargo, no le reclamó ya que por fin estaba haciendo lo que quería. Llegaron a la puerta, y ver el ansiado exterior fue como salir de la cárcel. Le daba la espalda a la mujer y le miró de reojo con esa mueca y jadeos de agotamiento – No vuelvas a buscarme, ¿ok? O sino te daré un verdadero motivo para intentar matarme. – Amenazó sin una pizca de remordimiento y empezó a andar, valiéndose de su equilibrio para no caer tres, cuatro o cinco veces seguidas como hubiera sucedido si fuera humana.

Llevaba un buen trecho, y se detuvo para mirar hacia atrás. Un par de segundos y volteó. Y continuó. ¿Agradecer? ¿Por qué? Si le habían hecho la vida imposible…

Podia notar el agotamiento de Gianella. Sabia que su condicion la ponia asi, pero tambien sabia que no iba a mejorar alli dentro, razon por la cual tuve que acompañarla afuera. Su cara daba una expresion de alivio, algo que en parte me alegro. Comenzo a caminar con la intencion de desaparecer, pero se detuvo para mirarme y decirme algo. Yo sonrei.

-No lo hare.-le asegure. Ella siguio caminando y se detenia como para decir algo. Yo sabia exactamente que era, pero su orgullo no la dejaba pronunciar esas palabras.-Sin embargo, tu puedes buscarme a mi, Gianella. Si alguna vez necesitas algo, no dudes, puedes contar conmigo.-le dije sin esperar una respuesta alguna.

Me volvi dentro de la mansion y volvi al sotano. Carmmine aun estaba en el suelo y no sabia si habia humanos en la residencia.

-Y que voy a hacer?-me pregunte en voz alta. No podia dejarla aun, debia informarle por mi misma lo que acababa de suceder.

Con algo de esfuerzo la lleve hasta el sofa, aun tenia el aroma de Gianella, pero no era algo de que preocuparse. Una vez que acomode a la vampira, sali de la habitacion. Faltaba muchas horas para el atardecer, asi que tenia bastante tiempo para ir a casa, cambiarme, alimentar a mi gato y volver.