AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Secuestrada en Noruega [Jerarld]
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Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Era un viaje largo y por ello peligroso. Debía seguir las leyes de mi naturaleza y descansar de día para viajar de noche. Empecé el trayecto rumbo a Noruega tomando un barco desde París hasta Amsterdam, parando allí para pasar la noche dado que el viaje había sido de noche. Cuando el sol cayó de nuevo, tomé otra ruta en barco hasta Copenague. Dejé pasar el día y cuando de nuevo me sentí segura, retomé el viaje hasta llegar a Skien. Aquella mañana dormí profundamente, pues era consciente de que aquella misma noche terminaría con la búsqueda de tantos siglos. Cuando la luna se posó en el firmamento, fui directa hacia la ciudad dónde salvaguardaban mi última pertenencia robada, la corona de mi abuelo Gudrek.
Se trataba de un gran museo con fuertes medidas de seguridad. Sin embargo, las personas que protegían el lugar no tenían en cuenta qué clase enemiga era yo para ellos. Jamás imaginaron que tras una de sus piezas iría una vampiresa de setecientos años de edad. Así, vestida con un corto y ceñido traje negro y un pañuelo azabache que cubría mi rostro, entré por la ventana haciendo el mínimo sonido. Caí sobre el fino mármol blanco del suelo y me deslicé directamente hacia el piso segundo, donde se hallaban las colecciones vikingas. Allí, protegida entre dos guardias, brillaba mi preciada corona. Sonreí para mí misma y me acerqué a ellos de frente, usando mis encantos para seducirlos y controlar su mente para dejarles confundidos, momento que aproveché para sacar la corona con un rápido movimiento de manos y destruyendo la vitrina en la que se hallaba. Los cristales al caer al suelo hicieron un leve estruendo, pero suficiente para llamar la atención de más guardias. Entonces corrí hacia la misma ventana por la que había entrado y salté por ella, sin dejar de correr ni mirar atrás.
Las callejuelas de la ciudad, estrechas, oscuras, solitarias y malolientes, me recordaron qué tan limpio y bien cuidado estaba París. Me recosté en una pared de la calle y me detuve en inspeccionar la joya que tenía entre mis manos. Por fin había recuperado aquello que por legítimo derecho, me pertenecía. De pronto, un fuerte aroma a vampiro me sorprendió y aunque busqué el orígen no lo hallé. Aún así, me mantuve alerta y guardé la corona en una mochila que llevaba encima. Me alejé de la pared y volví a caminar, pero no había dado ni cuatro pasos que me vi rodeada por siete u ocho vampiros en posición atacante. Dejé que mis colmillos asomaran por mis labios y gruñí guturalmente. No habiendo captado mi amenaza o no queriendo escucharla, se avalanzaron todos hacia mí mientras yo me defendía como buenamente podía, pero mis largos años contra todo ese escuadrón fueron irrelevantes. Uno de ellos tomó mi mochila para inspeccionarla, sonriendo con malícia cuando encontró la relíquia. Mientras, el resto me sostenía de los brazos, cintura, piernas e incluso cuello para que no les mordiera. Estaba hecha una fiera pero por primera vez en mi larga existencia, tenía miedo.
Ellos no cruzaron ni una sola palabra conmigo, me metieron en un carruaje negro y me amordazaron. Pasamos largas horas cabalgando hasta que el carro se detuvo al fin, sacándome de él del modo más bestia y descortés que jamás había conocido. Al alzar la vista, contemplé un maravilloso palacio de estilo gótico, realmente grande y precioso. Con la boca abierta me arrastraron hacia la entrada, cruzando una enorme reja de hierro y perdiéndome en un frondoso jardín con fuentes y estatuas varias. En la escalera de mármol nos esperaba un hombre, vampiro también, quizás era mayor que yo. Le miré llena de odio y repulsión hasta que pasé por su lado, momento en el que aproveché para escupirle en su traje de caballero. Él sonrió e hizo un gesto a los que me llevaban presa, quienes me guiaron a la fuerza a un gran recibidor, desviándose por unas estrechas escaleras que llevaban a un sótano lleno de cadenas y armas usadas para torturar. ¿Qué pensaban hacerme? ¿Qué querían de mí? Mordía mi labio inferior cuando me obligaron a alzar las manos, atando mis manos a unas cadenas que colgaban del techo de piedra. La sala permanecía en la penumbra, sólo iluminada por unas antorchas. Era granda y espaciosa y frente a mí, me encerraba una reja de hierro como la de la entrada a la mansión. No grité, no pregunté. El miedo me acobardaba y mataba mi voz. Sólo mis ojos se humedecieron y ese gesto ya fue motivo de burla por todos los presentes. Los ocho vampiros que me habían asaltado y el cabecilla de todo aquello. ¿Terminaría allí mi larga e insulsa vida? De ése hombre dependía.
Se trataba de un gran museo con fuertes medidas de seguridad. Sin embargo, las personas que protegían el lugar no tenían en cuenta qué clase enemiga era yo para ellos. Jamás imaginaron que tras una de sus piezas iría una vampiresa de setecientos años de edad. Así, vestida con un corto y ceñido traje negro y un pañuelo azabache que cubría mi rostro, entré por la ventana haciendo el mínimo sonido. Caí sobre el fino mármol blanco del suelo y me deslicé directamente hacia el piso segundo, donde se hallaban las colecciones vikingas. Allí, protegida entre dos guardias, brillaba mi preciada corona. Sonreí para mí misma y me acerqué a ellos de frente, usando mis encantos para seducirlos y controlar su mente para dejarles confundidos, momento que aproveché para sacar la corona con un rápido movimiento de manos y destruyendo la vitrina en la que se hallaba. Los cristales al caer al suelo hicieron un leve estruendo, pero suficiente para llamar la atención de más guardias. Entonces corrí hacia la misma ventana por la que había entrado y salté por ella, sin dejar de correr ni mirar atrás.
Las callejuelas de la ciudad, estrechas, oscuras, solitarias y malolientes, me recordaron qué tan limpio y bien cuidado estaba París. Me recosté en una pared de la calle y me detuve en inspeccionar la joya que tenía entre mis manos. Por fin había recuperado aquello que por legítimo derecho, me pertenecía. De pronto, un fuerte aroma a vampiro me sorprendió y aunque busqué el orígen no lo hallé. Aún así, me mantuve alerta y guardé la corona en una mochila que llevaba encima. Me alejé de la pared y volví a caminar, pero no había dado ni cuatro pasos que me vi rodeada por siete u ocho vampiros en posición atacante. Dejé que mis colmillos asomaran por mis labios y gruñí guturalmente. No habiendo captado mi amenaza o no queriendo escucharla, se avalanzaron todos hacia mí mientras yo me defendía como buenamente podía, pero mis largos años contra todo ese escuadrón fueron irrelevantes. Uno de ellos tomó mi mochila para inspeccionarla, sonriendo con malícia cuando encontró la relíquia. Mientras, el resto me sostenía de los brazos, cintura, piernas e incluso cuello para que no les mordiera. Estaba hecha una fiera pero por primera vez en mi larga existencia, tenía miedo.
Ellos no cruzaron ni una sola palabra conmigo, me metieron en un carruaje negro y me amordazaron. Pasamos largas horas cabalgando hasta que el carro se detuvo al fin, sacándome de él del modo más bestia y descortés que jamás había conocido. Al alzar la vista, contemplé un maravilloso palacio de estilo gótico, realmente grande y precioso. Con la boca abierta me arrastraron hacia la entrada, cruzando una enorme reja de hierro y perdiéndome en un frondoso jardín con fuentes y estatuas varias. En la escalera de mármol nos esperaba un hombre, vampiro también, quizás era mayor que yo. Le miré llena de odio y repulsión hasta que pasé por su lado, momento en el que aproveché para escupirle en su traje de caballero. Él sonrió e hizo un gesto a los que me llevaban presa, quienes me guiaron a la fuerza a un gran recibidor, desviándose por unas estrechas escaleras que llevaban a un sótano lleno de cadenas y armas usadas para torturar. ¿Qué pensaban hacerme? ¿Qué querían de mí? Mordía mi labio inferior cuando me obligaron a alzar las manos, atando mis manos a unas cadenas que colgaban del techo de piedra. La sala permanecía en la penumbra, sólo iluminada por unas antorchas. Era granda y espaciosa y frente a mí, me encerraba una reja de hierro como la de la entrada a la mansión. No grité, no pregunté. El miedo me acobardaba y mataba mi voz. Sólo mis ojos se humedecieron y ese gesto ya fue motivo de burla por todos los presentes. Los ocho vampiros que me habían asaltado y el cabecilla de todo aquello. ¿Terminaría allí mi larga e insulsa vida? De ése hombre dependía.
- Look de Eyra:
Arlette- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 502
Fecha de inscripción : 14/08/2011
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Había pasado mucho tiempo desde la última vez en que había visto al ángel…
Eyra…
desde que le vi por primera vez (hacia ya más de doscientos treinta años) había pensado que ella era un ángel, y en mi mente ahora ya adulta ella lo seguía siendo.
Aunque la noche fuese su día, aunque las tinieblas formasen parte de su vida, al igual que formaban parte de la mía.
Hijos de las tinieblas….encontrándose por los oscuros caminos de la mano del destino. Meros juguetes. Eso era lo que éramos.
Le busque por toda la ciudad pero no había un solo rastro de ella. Era como si la tierra se la hubiese tragado.
Aunque no era posible, me había pasado las noches y los días en vela pensando en donde podría estar, y no dejaba de atormentarme la idea de que ella no existiese, era posible que yo me hubiese imaginado todo eso? Su tacto, su sonrisa, su sabor…Ella había existido de verdad?...estaba comenzando a trastornarme. Me asustaba la idea de que fuese posible esa posibilidad. Incluso la ciudad decadente parecía reírse de mí.
Lo único que me animo aquellos días era la idea de aquellos manuscritos...
Mis contactos en la ciudad (ninguno de ellos decente, ni educado. solo brutos asesinos y mafiosos) me habían hablado de algunos manuscritos originales…Claro que ellos ni siquiera sabían de qué autores eran. Los habían encontrado abandonados en un castillo de a saber qué lugar. Cuando me lo dijeron me rei en sus respectivas caras, seguro que los habían hecho ellos. Hasta que me dieron una prueba.
Me mostraron un pequeño trozo de pergamino. Borrones, frases, y esa indiscutible firma…Yo sabía lo suficiente como para averiguar que aquello era cierto.
Lo analice cuidadosamente con un asombro que ellos no vieron en mi rostro. Aquello era imposible, esos pergaminos no podían ser lo que parecían!!…Era posible que hablásemos de Da Vinci?????Si no hubiese sido un vampiro habría tenido un ataque de asma y habría muerto ipso facto en aquel instante.
Haciéndome el interesante les dije que me parecía cuanto menos exótico y que estaba interesado en comprar los manuscritos originales que decían poseer.
Y así fue como me pusieron la primera pega. No los tenían. Estos estaban en Noruega.
Escuchar Noruega de sus labios, fue como si me hubiesen dado un puntapié en la entrepierna.
Mi “adorado y anhelado” hogar… No había estado allí desde que tenía 18 años…y ahora dudaba entre ir o no. Mire el pergamino, aquello era demasiado, como decirle que no a algo así?
Dias mas tarde me despedí de mis criados y les explique que tenía que buscar algo. Les deje el dinero suficiente como para que se entretuviesen un buen tiempo, solo pidiéndoles que no me destruyesen la casa. Ellos habían reído. De alguna forma eran como mi familia también…Así que así sin más, tome mi maleta y esa noche camine sin mirar atrás, decidido a volver a mi tierra sin miedo a mis recuerdos.
Noruega. por alguna extraña razón pensé en mi país natal. Porque allí? Porque tenían que estar justamente allí??? Solo el destino lo sabía…
El viaje largo y casi sin fin me llevo por tierra y mar. Mientras algo me carcomía por dentro. Cada hora me acercaba más y mas hacia mi tierra…Y aquello provocaba un sinfín de emociones que a pesar de lo que se pueda pensar en un principio, no eran precisamente ni recuerdos ni emociones agradables.
Llegue al fin a la ciudad. No sin recordar mi infancia, no sin recordar aquel trato que sufrí…Tenía que sacar aquello de mi mente si no quería romper todo lo que estaba a mi paso.
Las indicaciones de aquellos idiotas me decían que estos manuscritos estaban a cargo de “unos señores muy importantes” algo estaba claro, si tenían dinero, posición, y poder y mas encima tenían aquellos manuscritos, no podían ser menos que seres sobrenaturales, así me fui consciente de que aquello era peligroso.
Llegue al gótico palacio. Algo maravillado con su magnificencia. Me recibieron de forma cortes, cosa que no me esperaba, pero bueno. Ellos eran amable con lo que tu pudieses ofrecerles no contigo.
Me hicieron pasar a una sala y me dijeron que vendrían a hablar conmigo, creo que estaban analizándome, obviamente vampiros. Sus mentes intentaban mantenerse cerradas pero no todas lo estaban lo suficiente para mí.
Querían algo más que dinero a cambio de aquello, que querían de mi?
Me dejaron solo en un salón y comenzaron a pasar los segundos…los minutos…las horas…Salí de allí impaciente y enfadado, quienes se creían que eran? Salí de la estancia y camine por los pasillos buscando algo o alguien. Pero lo único que parecía haber eran unas escaleras que conducían hacia un sótano.
No pude evitar sentirme como un niño pequeño jugando a los exploradores. Me encamine sigiloso y baje hasta llegar a un sombrío sótano sin poder creerme del todo lo que veía…celdas? Habitaciones cerradas…barrotes…elementos de tortura?...vale estábamos en un sitio siniestro…y en un sótano, pero para que tener eso? Estaba claro que esta gente no tramaba nada bueno. Era mejor aligerar cuando antes. Sin embargo aquella risa me sobresalto.
Algunos hombres comenzaron a salir de allí y yo me escondí detrás de un pilar para evitar ser visto.
Pero aun había uno allí. Hablaba casi en susurros. Movía cadenas, y arrastraba los pies casi pesadamente…
Cuando el resto de hombres salió me acerque sigiloso mas movido por la intriga que por la racionalidad.
Me asome ligeramente para encontrarme a un hombre sosteniendo un látigo y a otro acercándose al rostro de alguien. Susurrándole, amenazándole…De pronto aquel aroma golpeo mi nariz. No era posible…No podía serlo. El hombre que estaba cerca de aquella persona atada aparto los cabellos de ella para echarlos hacia atrás, para sostenerle así por el cabello para que le mirase, teniendo su asquerosa cara demasiado cerca de ella.
Mis ojos me engañaban! Aquello no podía ser cierto! No era posible!
Eyra! Los dos hombres me miraron asombrados y se abalanzaron sobre mi inmediatamente.
Maldita sea! En que me había metido??? que hacia ella allí??? De pronto me vi inmerso en una pelea con dos vampiros en un total descontrol...los tres con los colmillos fuera. Ahora los tres enredados los unos con los otros en el suelo, mientras yo luchaba por librarme de las manazas de aquellos dos…Sin pensar en mi, aun asombrado por ver al angel.
-Eyra!!! Grite enfurecido. Si puedes oírme cooorreeee!!!! Grite mientras uno de los hombres intentaba taparme la boca mientras yo le mordía arrancándole un trozo de carne de cuajo…
No sabía si ella podía oírme ni mucho menos si estaba desatada o tenia opción de liberarse de aquello...Todo estaba pasando demasiado deprisa...
Eyra…
desde que le vi por primera vez (hacia ya más de doscientos treinta años) había pensado que ella era un ángel, y en mi mente ahora ya adulta ella lo seguía siendo.
Aunque la noche fuese su día, aunque las tinieblas formasen parte de su vida, al igual que formaban parte de la mía.
Hijos de las tinieblas….encontrándose por los oscuros caminos de la mano del destino. Meros juguetes. Eso era lo que éramos.
Le busque por toda la ciudad pero no había un solo rastro de ella. Era como si la tierra se la hubiese tragado.
Aunque no era posible, me había pasado las noches y los días en vela pensando en donde podría estar, y no dejaba de atormentarme la idea de que ella no existiese, era posible que yo me hubiese imaginado todo eso? Su tacto, su sonrisa, su sabor…Ella había existido de verdad?...estaba comenzando a trastornarme. Me asustaba la idea de que fuese posible esa posibilidad. Incluso la ciudad decadente parecía reírse de mí.
Lo único que me animo aquellos días era la idea de aquellos manuscritos...
Mis contactos en la ciudad (ninguno de ellos decente, ni educado. solo brutos asesinos y mafiosos) me habían hablado de algunos manuscritos originales…Claro que ellos ni siquiera sabían de qué autores eran. Los habían encontrado abandonados en un castillo de a saber qué lugar. Cuando me lo dijeron me rei en sus respectivas caras, seguro que los habían hecho ellos. Hasta que me dieron una prueba.
Me mostraron un pequeño trozo de pergamino. Borrones, frases, y esa indiscutible firma…Yo sabía lo suficiente como para averiguar que aquello era cierto.
Lo analice cuidadosamente con un asombro que ellos no vieron en mi rostro. Aquello era imposible, esos pergaminos no podían ser lo que parecían!!…Era posible que hablásemos de Da Vinci?????Si no hubiese sido un vampiro habría tenido un ataque de asma y habría muerto ipso facto en aquel instante.
Haciéndome el interesante les dije que me parecía cuanto menos exótico y que estaba interesado en comprar los manuscritos originales que decían poseer.
Y así fue como me pusieron la primera pega. No los tenían. Estos estaban en Noruega.
Escuchar Noruega de sus labios, fue como si me hubiesen dado un puntapié en la entrepierna.
Mi “adorado y anhelado” hogar… No había estado allí desde que tenía 18 años…y ahora dudaba entre ir o no. Mire el pergamino, aquello era demasiado, como decirle que no a algo así?
Dias mas tarde me despedí de mis criados y les explique que tenía que buscar algo. Les deje el dinero suficiente como para que se entretuviesen un buen tiempo, solo pidiéndoles que no me destruyesen la casa. Ellos habían reído. De alguna forma eran como mi familia también…Así que así sin más, tome mi maleta y esa noche camine sin mirar atrás, decidido a volver a mi tierra sin miedo a mis recuerdos.
Noruega. por alguna extraña razón pensé en mi país natal. Porque allí? Porque tenían que estar justamente allí??? Solo el destino lo sabía…
El viaje largo y casi sin fin me llevo por tierra y mar. Mientras algo me carcomía por dentro. Cada hora me acercaba más y mas hacia mi tierra…Y aquello provocaba un sinfín de emociones que a pesar de lo que se pueda pensar en un principio, no eran precisamente ni recuerdos ni emociones agradables.
Llegue al fin a la ciudad. No sin recordar mi infancia, no sin recordar aquel trato que sufrí…Tenía que sacar aquello de mi mente si no quería romper todo lo que estaba a mi paso.
Las indicaciones de aquellos idiotas me decían que estos manuscritos estaban a cargo de “unos señores muy importantes” algo estaba claro, si tenían dinero, posición, y poder y mas encima tenían aquellos manuscritos, no podían ser menos que seres sobrenaturales, así me fui consciente de que aquello era peligroso.
Llegue al gótico palacio. Algo maravillado con su magnificencia. Me recibieron de forma cortes, cosa que no me esperaba, pero bueno. Ellos eran amable con lo que tu pudieses ofrecerles no contigo.
Me hicieron pasar a una sala y me dijeron que vendrían a hablar conmigo, creo que estaban analizándome, obviamente vampiros. Sus mentes intentaban mantenerse cerradas pero no todas lo estaban lo suficiente para mí.
Querían algo más que dinero a cambio de aquello, que querían de mi?
Me dejaron solo en un salón y comenzaron a pasar los segundos…los minutos…las horas…Salí de allí impaciente y enfadado, quienes se creían que eran? Salí de la estancia y camine por los pasillos buscando algo o alguien. Pero lo único que parecía haber eran unas escaleras que conducían hacia un sótano.
No pude evitar sentirme como un niño pequeño jugando a los exploradores. Me encamine sigiloso y baje hasta llegar a un sombrío sótano sin poder creerme del todo lo que veía…celdas? Habitaciones cerradas…barrotes…elementos de tortura?...vale estábamos en un sitio siniestro…y en un sótano, pero para que tener eso? Estaba claro que esta gente no tramaba nada bueno. Era mejor aligerar cuando antes. Sin embargo aquella risa me sobresalto.
Algunos hombres comenzaron a salir de allí y yo me escondí detrás de un pilar para evitar ser visto.
Pero aun había uno allí. Hablaba casi en susurros. Movía cadenas, y arrastraba los pies casi pesadamente…
Cuando el resto de hombres salió me acerque sigiloso mas movido por la intriga que por la racionalidad.
Me asome ligeramente para encontrarme a un hombre sosteniendo un látigo y a otro acercándose al rostro de alguien. Susurrándole, amenazándole…De pronto aquel aroma golpeo mi nariz. No era posible…No podía serlo. El hombre que estaba cerca de aquella persona atada aparto los cabellos de ella para echarlos hacia atrás, para sostenerle así por el cabello para que le mirase, teniendo su asquerosa cara demasiado cerca de ella.
Mis ojos me engañaban! Aquello no podía ser cierto! No era posible!
Eyra! Los dos hombres me miraron asombrados y se abalanzaron sobre mi inmediatamente.
Maldita sea! En que me había metido??? que hacia ella allí??? De pronto me vi inmerso en una pelea con dos vampiros en un total descontrol...los tres con los colmillos fuera. Ahora los tres enredados los unos con los otros en el suelo, mientras yo luchaba por librarme de las manazas de aquellos dos…Sin pensar en mi, aun asombrado por ver al angel.
-Eyra!!! Grite enfurecido. Si puedes oírme cooorreeee!!!! Grite mientras uno de los hombres intentaba taparme la boca mientras yo le mordía arrancándole un trozo de carne de cuajo…
No sabía si ella podía oírme ni mucho menos si estaba desatada o tenia opción de liberarse de aquello...Todo estaba pasando demasiado deprisa...
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 476
Fecha de inscripción : 14/08/2011
Edad : 794
Localización : Paseando por el techo de casa...
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Poco a poco la sala se fue vaciando por órdenes del jefe y nos quedamos él su mano derecha y yo. Dejaron la reja entreabierta mientras el resto iba marchándose entre carcajadas y murmullos indecentes. Mientras, el cerebro de todo aquello se paseaba a mi alrededor con un látigo entre manos. Se quedó tras de mí y después de unos segundos en silencio, me desgarró parte del vestido, dejándome la espalda al descubierto. Yo escupí una sarta de insultos contra su persona pero nada le detuvo cuando empezó a azotarme sin mediar palabra. Yo sostuve el grito, no dejando que él logarara de mí ver la debilidad o fragilidad del momento. Eso jamás.
Al cabo de varios minutos el vampiro se detuvo para tomar aire, desabrochándose la camisa puesto que empezaba a acalorarse. Se acercó a la mesa donde estaban dispuestos el resto de las armas de tortura. Me mostró una que me oprimió el pecho de puro temor. Me preguntó si lo conocía y me limité a asentir con la cabeza. ¿Cómo no conocerlo? Era uno de los objetos más usados y temidos de aquella época de maldades. La pera, un instrumento que se colocaba en la vagina de la mujer acusada de mantener relaciones con el diablo y apretando un botón, aquél instrumento se abría en su interior, desgarrando todo a su paso. Tragué saliva mientras mis ojos derramaban gélidas lágrimas de terror. Entonces él me mostro otras cosas usadas por la Inquisición como métodos de tortura. Cada vez tenía más miedo y me sentía más confundida.
De pronto, él se inclinó hacia mí y me quitó el pañuelo que cubría mi rostro, tomándome con ira del cabello para obligarme a mirarle. Él se acercó con una sonrisa que ponía la piel como escarpias y cuando su aliento congelaba los poros de mi mejilla, su húmeda y asquerosa lengua perfiló el contorno de mi labio inferior, secando algunas gotas de sangre que me había hecho sin querer. Él abrió su boca para hablar por fin cuando de pronto, mi nombre resonó por todo el habitáculo y mis ojos desencajados buscaron el dueño de aquella voz, hallando a Jerarld atacado ahora por ambos vampiros. Quise gritarle que debía huír, que escapara ahora que podía, pero la voz se me iba y no sabía cómo retenerla en mis cuerdas vocales. Sólo seguía sus movimientos con el sufrimiento de saber que en algún momento su guardia flaquearía y los vampiros le matarían. Él me gritó que escapara y yo no sabía qué hacer para ayudarle. Forcejeé con las cadenas para liberarme, sin éxito alguno.
- ¡Jerarld!- logré gritarle con voz entrecortada.- ¡Huye!
Seguí moviendo las cadenas con todas mis fuerzas hasta que capté la atención del vampiro que momentos antes me había amenazado. Dejando a Jerarld en manos del segundo vampiro, él volvió a acercarse peligrosamente a mí no sin antes tomar una estaca de madera de la mesa y apuntarla ditectamente sobre mi pecho. El hombre miró a Jerarld de forma retante y soltó una carcajada estremecedora. Mis ojos se inundaron y nublaron mi campo de visión, dejando que el rostro descompuesto de Jerarld se tornara agua salada. Solamente pude susurrar unas palabras, ni siquiera me salió la voz. Sólo un movimiento de mis labios que sabía que él entendería. Mi último mensage. Mi último deseo. Mi última verdad.
Te quiero.
Al cabo de varios minutos el vampiro se detuvo para tomar aire, desabrochándose la camisa puesto que empezaba a acalorarse. Se acercó a la mesa donde estaban dispuestos el resto de las armas de tortura. Me mostró una que me oprimió el pecho de puro temor. Me preguntó si lo conocía y me limité a asentir con la cabeza. ¿Cómo no conocerlo? Era uno de los objetos más usados y temidos de aquella época de maldades. La pera, un instrumento que se colocaba en la vagina de la mujer acusada de mantener relaciones con el diablo y apretando un botón, aquél instrumento se abría en su interior, desgarrando todo a su paso. Tragué saliva mientras mis ojos derramaban gélidas lágrimas de terror. Entonces él me mostro otras cosas usadas por la Inquisición como métodos de tortura. Cada vez tenía más miedo y me sentía más confundida.
De pronto, él se inclinó hacia mí y me quitó el pañuelo que cubría mi rostro, tomándome con ira del cabello para obligarme a mirarle. Él se acercó con una sonrisa que ponía la piel como escarpias y cuando su aliento congelaba los poros de mi mejilla, su húmeda y asquerosa lengua perfiló el contorno de mi labio inferior, secando algunas gotas de sangre que me había hecho sin querer. Él abrió su boca para hablar por fin cuando de pronto, mi nombre resonó por todo el habitáculo y mis ojos desencajados buscaron el dueño de aquella voz, hallando a Jerarld atacado ahora por ambos vampiros. Quise gritarle que debía huír, que escapara ahora que podía, pero la voz se me iba y no sabía cómo retenerla en mis cuerdas vocales. Sólo seguía sus movimientos con el sufrimiento de saber que en algún momento su guardia flaquearía y los vampiros le matarían. Él me gritó que escapara y yo no sabía qué hacer para ayudarle. Forcejeé con las cadenas para liberarme, sin éxito alguno.
- ¡Jerarld!- logré gritarle con voz entrecortada.- ¡Huye!
Seguí moviendo las cadenas con todas mis fuerzas hasta que capté la atención del vampiro que momentos antes me había amenazado. Dejando a Jerarld en manos del segundo vampiro, él volvió a acercarse peligrosamente a mí no sin antes tomar una estaca de madera de la mesa y apuntarla ditectamente sobre mi pecho. El hombre miró a Jerarld de forma retante y soltó una carcajada estremecedora. Mis ojos se inundaron y nublaron mi campo de visión, dejando que el rostro descompuesto de Jerarld se tornara agua salada. Solamente pude susurrar unas palabras, ni siquiera me salió la voz. Sólo un movimiento de mis labios que sabía que él entendería. Mi último mensage. Mi último deseo. Mi última verdad.
Te quiero.
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Observe atónito a aquel vampiro sosteniendo la estaca sobre su pecho.
Su susurro como si fuese un último adiós me hizo perder la cabeza.
-Noooooooooooo!!!!!
No podía permitirlo, no podía perderla, la opción simplemente no existía para mi, note como mi vista se nublaba y la ira subía seguida del más profundo odio en cada fibra de mi ser.
Lo que ocurrió a continuación paso en escasos segundos, demasiado rápido para que ningún mortal hubiese entendido lo que pasó…
Me despegue a aquel que intentaba retenerme en el suelo mientras de un salto llegaba hasta aquel asqueroso hombre que se mantenía cerca de ella, arrastrando su mano y a todo su ser de un empujón, dejando una gran obertura en el pecho de Eyra debido a la punta de la estaca deslizándose por su piel hasta casi llegar a su brazo. Su grito resonó en la estancia casi trastornándome. Pero ni siquiera pude mirarla. No podía ver nada más que a aquel que había intentado arrebatarme al ángel.
Cegado por la cólera lance al hombre al suelo, mientras ambos sujetábamos la estaca de sus manos forcejeando por obtenerla, mientras éste la sujetaba apuntándome a mí, intentando clavármela.
Nos desestabilizamos con el forcejeo, momento que aproveche para arrebatarle la estaca y clavarla sin contemplaciones el su pecho, mientras la sangre comenzaba a crear un gran charco empapándome y haciendo que aquel monstruo gritara de horror y dolor, mientras yo la hundía lo que más podía y la retorcía y giraba para desgarrar su carne de la forma más atroz que mis fuerzas me permitían. Hasta que el segundo hombre, a quien yo ya había olvidado por completo se lanzo a mi espalda, empujándome hacia atrás haciéndome caer para situarse encima y poder aplastarme con su peso, mientras con sus uñas largas desgarraba mi frente bajando por la mejilla de mi rostro desgarrando la piel con sus sucias manazas, evitando que pudiese verle con claridad. me cruzo la cara dejándome las marcas de sus uñas mientras yo me abalanzaba sobre el veloz intentando situarme yo encima de él, cogiéndole por los cabellos, dirigiéndome directamente a su cuello, mordiendo, desgarrando, destruyendo todo a mi paso de forma salvaje y sin consideración alguna…pensando que por fin todo había acabado, confiándome demasiado, sin ver que el hombre sacaba una daga de su cinturón enterrándola bajo mis costillas. Mientras yo aun sostenía su cabeza entre mis manos.
aquel puñal frio me hizo gritar de agonía, al sentir como se hundía bajo mi piel con fuerza cortando todo a su paso con brusquedad y violencia. Sin embargo a pesar del dolor y la agonía del momento, aquello como si hubiese sido la gota de adrenalina que le podría faltar a mi cuerpo me hizo aprovechar el momento de máximo dolor, odio e ira, dándome la fuerza necesaria para arrancar su cabeza de cuajo, mientras esta quedaba en mis manos inerte solo un instante antes de que la lanzara lejos para poder dejar caerme rodillas sin poder pensar ni ver con claridad.
Sintiendo como la sangre comenzaba a brotar sin límites aun con aquella daga en mi costado. Tome aliento, apenas podía respirar con normalidad así que decidí dejar de hacerlo. Mordiéndome los labios hasta hacerme sangre, recogí las fuerzas y el valor suficiente para tomar el puñal y sacarlo de un solo tirón con mis manos temblorosas. Sintiendo como mi cuerpo se estremecía por todo aquello mientras seguía demasiado cegado por el odio para poder pensar con claridad. No había sentido tanta maldad y tanta ira dentro de mí, desde que había sido convertido.
Aquellas sensaciones fuertes y explosivas en un primer instante no dejaban más que el vacio de las sombras cuando comenzaban a abandonarte. Dejándote como un ser sin alma otra vez. Impidiéndote sentir nada…Mire el suelo por un momento sin saber ni siquiera lo que hacía.
Hasta que aquel susurro casi imperceptible me saco del vacío que me inundaba.
Su voz apagada hizo que todo mi ser diese un vuelco otra vez. Me gire para mirarla. Intentando limpiar la sangre que aun se derramaba por mi frente tapándome la mitad del rostro, impidiendo que pudiese verla con claridad.
-Eyra…
Le observe, mientras sus cabellos sobre su rostro impedían que pudiese ver sus ojos, mientras sus brazos y piernas seguían atados y la sangre manaba de ella haciendo que sus pies goteasen aquel precioso liquido carmesí.
Mire al hombre que aun descansaba debajo de mi sin cabeza, y metí las manos temblorosas en sus bolsillos, buscando, hasta que tope con esas llaves viejas y oxidadas.
Comencé a arrastrarme hasta ella intentando reunir las fuerzas suficientes para poder ponerme en pie. Tome su rostro entre mis manos.
-Eyra…puedes oírme???
Estoy aquí…estoy aquí…voy a sacarte de aquí…por favor…dime algo…dije sintiendo como vista volvía a nublarse. Me dolía mucho mas verla así que todo lo que pudiesen hacerme a mí.
Aun no sabia como ibamos a salir de alli, pero si algo tenia claro, es que nos teniamos que ir, fuese como fuese antes de que viniesen mas hombres.
Comencé a desatar los grilletes de sus pies, y luego los de sus muñecas de forma lenta, para que su peso no le hiciera caer, situé uno de sus brazos en mi hombro, y luego solté el ultimo grillete que sostenía su muñeca derecha. Sosteniéndole entre mis brazos y sentándola en el suelo.
No pude evitar tomar su espalda para sujetarla y ella se estremeció, y apretó los puños ahogando un grito de agonía.
Contemple mis manos asombrado. Su espalda al descubierto estaba completamente roja, mientras la piel aun dejaba ver el rastro de aquellos latigazos. Apreté los dientes y volví a respirar una vez más cegado por aquellos pensamientos oscuros…
Como podían siquiera haberse atrevido??? como podían haberle hecho eso…???
Mire los cuerpos de aquellos hombres…Perdiendo la razón, no me bastaba con que estuviesen muertos…la muerte no era suficiente para lo que les deseaba hacer…
Su susurro como si fuese un último adiós me hizo perder la cabeza.
-Noooooooooooo!!!!!
No podía permitirlo, no podía perderla, la opción simplemente no existía para mi, note como mi vista se nublaba y la ira subía seguida del más profundo odio en cada fibra de mi ser.
Lo que ocurrió a continuación paso en escasos segundos, demasiado rápido para que ningún mortal hubiese entendido lo que pasó…
Me despegue a aquel que intentaba retenerme en el suelo mientras de un salto llegaba hasta aquel asqueroso hombre que se mantenía cerca de ella, arrastrando su mano y a todo su ser de un empujón, dejando una gran obertura en el pecho de Eyra debido a la punta de la estaca deslizándose por su piel hasta casi llegar a su brazo. Su grito resonó en la estancia casi trastornándome. Pero ni siquiera pude mirarla. No podía ver nada más que a aquel que había intentado arrebatarme al ángel.
Cegado por la cólera lance al hombre al suelo, mientras ambos sujetábamos la estaca de sus manos forcejeando por obtenerla, mientras éste la sujetaba apuntándome a mí, intentando clavármela.
Nos desestabilizamos con el forcejeo, momento que aproveche para arrebatarle la estaca y clavarla sin contemplaciones el su pecho, mientras la sangre comenzaba a crear un gran charco empapándome y haciendo que aquel monstruo gritara de horror y dolor, mientras yo la hundía lo que más podía y la retorcía y giraba para desgarrar su carne de la forma más atroz que mis fuerzas me permitían. Hasta que el segundo hombre, a quien yo ya había olvidado por completo se lanzo a mi espalda, empujándome hacia atrás haciéndome caer para situarse encima y poder aplastarme con su peso, mientras con sus uñas largas desgarraba mi frente bajando por la mejilla de mi rostro desgarrando la piel con sus sucias manazas, evitando que pudiese verle con claridad. me cruzo la cara dejándome las marcas de sus uñas mientras yo me abalanzaba sobre el veloz intentando situarme yo encima de él, cogiéndole por los cabellos, dirigiéndome directamente a su cuello, mordiendo, desgarrando, destruyendo todo a mi paso de forma salvaje y sin consideración alguna…pensando que por fin todo había acabado, confiándome demasiado, sin ver que el hombre sacaba una daga de su cinturón enterrándola bajo mis costillas. Mientras yo aun sostenía su cabeza entre mis manos.
aquel puñal frio me hizo gritar de agonía, al sentir como se hundía bajo mi piel con fuerza cortando todo a su paso con brusquedad y violencia. Sin embargo a pesar del dolor y la agonía del momento, aquello como si hubiese sido la gota de adrenalina que le podría faltar a mi cuerpo me hizo aprovechar el momento de máximo dolor, odio e ira, dándome la fuerza necesaria para arrancar su cabeza de cuajo, mientras esta quedaba en mis manos inerte solo un instante antes de que la lanzara lejos para poder dejar caerme rodillas sin poder pensar ni ver con claridad.
Sintiendo como la sangre comenzaba a brotar sin límites aun con aquella daga en mi costado. Tome aliento, apenas podía respirar con normalidad así que decidí dejar de hacerlo. Mordiéndome los labios hasta hacerme sangre, recogí las fuerzas y el valor suficiente para tomar el puñal y sacarlo de un solo tirón con mis manos temblorosas. Sintiendo como mi cuerpo se estremecía por todo aquello mientras seguía demasiado cegado por el odio para poder pensar con claridad. No había sentido tanta maldad y tanta ira dentro de mí, desde que había sido convertido.
Aquellas sensaciones fuertes y explosivas en un primer instante no dejaban más que el vacio de las sombras cuando comenzaban a abandonarte. Dejándote como un ser sin alma otra vez. Impidiéndote sentir nada…Mire el suelo por un momento sin saber ni siquiera lo que hacía.
Hasta que aquel susurro casi imperceptible me saco del vacío que me inundaba.
Su voz apagada hizo que todo mi ser diese un vuelco otra vez. Me gire para mirarla. Intentando limpiar la sangre que aun se derramaba por mi frente tapándome la mitad del rostro, impidiendo que pudiese verla con claridad.
-Eyra…
Le observe, mientras sus cabellos sobre su rostro impedían que pudiese ver sus ojos, mientras sus brazos y piernas seguían atados y la sangre manaba de ella haciendo que sus pies goteasen aquel precioso liquido carmesí.
Mire al hombre que aun descansaba debajo de mi sin cabeza, y metí las manos temblorosas en sus bolsillos, buscando, hasta que tope con esas llaves viejas y oxidadas.
Comencé a arrastrarme hasta ella intentando reunir las fuerzas suficientes para poder ponerme en pie. Tome su rostro entre mis manos.
-Eyra…puedes oírme???
Estoy aquí…estoy aquí…voy a sacarte de aquí…por favor…dime algo…dije sintiendo como vista volvía a nublarse. Me dolía mucho mas verla así que todo lo que pudiesen hacerme a mí.
Aun no sabia como ibamos a salir de alli, pero si algo tenia claro, es que nos teniamos que ir, fuese como fuese antes de que viniesen mas hombres.
Comencé a desatar los grilletes de sus pies, y luego los de sus muñecas de forma lenta, para que su peso no le hiciera caer, situé uno de sus brazos en mi hombro, y luego solté el ultimo grillete que sostenía su muñeca derecha. Sosteniéndole entre mis brazos y sentándola en el suelo.
No pude evitar tomar su espalda para sujetarla y ella se estremeció, y apretó los puños ahogando un grito de agonía.
Contemple mis manos asombrado. Su espalda al descubierto estaba completamente roja, mientras la piel aun dejaba ver el rastro de aquellos latigazos. Apreté los dientes y volví a respirar una vez más cegado por aquellos pensamientos oscuros…
Como podían siquiera haberse atrevido??? como podían haberle hecho eso…???
Mire los cuerpos de aquellos hombres…Perdiendo la razón, no me bastaba con que estuviesen muertos…la muerte no era suficiente para lo que les deseaba hacer…
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Mis ojos permanecían nublados pero sentí mi piel arder cuando la estaca perforó mi piel del brazo, viendo movimientos rápidos, jadeos, gritos, sangre... Todo pasó demasiado deprisa y mis sentidos flaqueaban, a penas pude ver nada de lo que sucedió en aquella sala.
De pronto, la voz de Jerarld resonaba en mis oídos y mis ojos le buscaban con desespero mientras mis labios proferían sonidos ininteligibles, siempre intentando llamarle, gritarle. Pero sólo podía llorar en silencio, demasiado asustada y frágil para nada más. El vampiro empezó a desatarme las cadenas y los grilletes y por unos segundos pensaba que caería al suelo, que las fuerzas no me sostendrían. Pero allí estaba él, mi ángel de la guardia. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué se arriesgó por mí? Todo era demasiado confuso. Sentí mi debilitado y adolorido cuerpo mecerse entre los brazos de Jer y poco a poco, mi visibilidad volvió a ser nítida, aunque me sentí cubierta de sangre, sudor, mugre y terror. Agradecí su tacto cuando resiguió con las yemas de sus dedos las profundas heridas en mi espalda, retorciéndome levemente. Al mirar al frente ví dos cadáveres de vampiros que poco a poco se volvían cenizas. Suspiré algo aliviada pero algo borró mi tímida sonrisa.
- La corona.- musité entre un jadeo que oprimió mi pecho.
Forcejeé contra el agarre de Jerarld, ofuscada con la mochila que contenía mi relíquia, ahora que por fin la había conseguido, no permitiría que cayera en manos de indeseables asesinos.
Off: Imaginación cero T_T
De pronto, la voz de Jerarld resonaba en mis oídos y mis ojos le buscaban con desespero mientras mis labios proferían sonidos ininteligibles, siempre intentando llamarle, gritarle. Pero sólo podía llorar en silencio, demasiado asustada y frágil para nada más. El vampiro empezó a desatarme las cadenas y los grilletes y por unos segundos pensaba que caería al suelo, que las fuerzas no me sostendrían. Pero allí estaba él, mi ángel de la guardia. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué se arriesgó por mí? Todo era demasiado confuso. Sentí mi debilitado y adolorido cuerpo mecerse entre los brazos de Jer y poco a poco, mi visibilidad volvió a ser nítida, aunque me sentí cubierta de sangre, sudor, mugre y terror. Agradecí su tacto cuando resiguió con las yemas de sus dedos las profundas heridas en mi espalda, retorciéndome levemente. Al mirar al frente ví dos cadáveres de vampiros que poco a poco se volvían cenizas. Suspiré algo aliviada pero algo borró mi tímida sonrisa.
- La corona.- musité entre un jadeo que oprimió mi pecho.
Forcejeé contra el agarre de Jerarld, ofuscada con la mochila que contenía mi relíquia, ahora que por fin la había conseguido, no permitiría que cayera en manos de indeseables asesinos.
Off: Imaginación cero T_T
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Eyra comenzó a estremecerse entre mis brazos. Corona?...oh, las joyas de su familia…
La sangre nos rodeaba en una escena realmente siniestra. Incluso nosotros estábamos bañados por la sangre, el sudor, el cansancio y las cenizas de aquellos cuerpos calcinados.
Mis manos aun temblaban por la ira contenida, Eyra estaba realmente débil y la sola idea de imaginar cuanto tiempo habría pasado allí, comenzaba a hacerme sentir cegado por el odio otra vez. Esos asquerosos infelices…por fin se habían ido al infierno, pero aun quedaban más.
Le abrace con suavidad, procurando no tocar su espalda, apartando sus cabellos.
-Tranquila…esos malditos bastardos no se saldrán con la suya…
No pensaba irme de aquel lugar sin acabar con todos los que pudiese. Nadie podía venir a hacerle eso a ella. No delante mío, no en mi presencia…
No sabía cómo, pero sabía que se lo haríamos hacer pagar. Pero antes teníamos que salir de allí, antes que nada teníamos que curarnos…
Tome su rostro entre mis manos y me acerque hacia ella. Su mirada atormentada parecía tenerle muy lejos de aquel lugar y también de mi.
-Eh pequeña…mírame…mírame…le sonreí quizás perversamente, pero es que no podía evitar aquellos sentimientos que me invadían.
-Estoy aquí y estoy contigo. Vamos a buscar una salida. No te preocupes…saldremos de aquí eso es una gran verdad…y lo haremos con la corona. Pero antes que nada tengo que curarte un poco…dije mirando hacia todos lados, no había mas que elementos de tortura en la habitación y algunas armas.
Tomando aliento me puse en pie ayudándole a ella también a levantarse. nos iríamos regenerando poco a poco, pero el hecho de estar débiles y ahora mismo sin alimentar hacia que esto fuese lento. Yo aun seguía notando el frio en mi costado, como si aun tuviese aquella daga clavada.
le sostuve posando mi brazo por su espalda, intentando no rozarle mucho y ella se agarro de mi intentando mantener el equilibrio.
Salimos juntos apoyándonos el uno en el otro y caminamos por los fríos pasillos de aquel sótano, atentos a cada mínimo ruido que pudiese surgir, pero al menos por ahora parecía que no había ninguno de aquellos hombres allí para suerte nuestra.
Al caminar por los pasadizos pudimos ver que habían también mas prisioneros, salvo que estos parecían hipnotizados, todos sentados con los ojos abiertos, ojos sin brillo, sin hacer ningún movimiento, ni ruido alguno.
Intente escuchar sus mentes pero no había nada, estaban totalmente absortos, tenían sus mentes totalmente doblegadas, quizás les necesitarían para algo. Algunas celdas tenían en los marcos de sus puertas escrituras en latín…Reseguí uno de los contornos de aquellas letras desgastadas que apenas se podían leer.
“Hominem”…Mire hacia todos lados, habían mas celdas y mas inscripciones; Hominem…Magus…Lupus Que era esto? Porque estos vampiros iban a tener allí retenidos a seres sobrenaturales? Todo aquello comenzaba a ser más macabro y siniestro de lo que parecía antes.
Coleccionaban gente allí o que estaba pasando?
Me acerque con Eyra mientras ambos mirábamos curiosos a aquellos pobres, totalmente tranquilos y doblegados, tome la puerta de la celda de los “humanos” esta se abrió sin más, ni siquiera estaban bajo llave, no les hacía falta esa medida de seguridad. Les tendrían allí quizás como parte del menú.
Mire a Eyra y ella me miro a mi…Aquellos humanos estaban allí completamente doblegados, Era nuestra oportunidad para beber de ellos, y usar sus mismas ropas para crear algunas vendas que nos ayudasen a aguantar nuestras heridas. Pero aun así había algo que no encajaba en todo esto. Era como si de alguna forma ambos tuviésemos la opción de haber pasado de Victimas a Verdugos…
La sangre nos rodeaba en una escena realmente siniestra. Incluso nosotros estábamos bañados por la sangre, el sudor, el cansancio y las cenizas de aquellos cuerpos calcinados.
Mis manos aun temblaban por la ira contenida, Eyra estaba realmente débil y la sola idea de imaginar cuanto tiempo habría pasado allí, comenzaba a hacerme sentir cegado por el odio otra vez. Esos asquerosos infelices…por fin se habían ido al infierno, pero aun quedaban más.
Le abrace con suavidad, procurando no tocar su espalda, apartando sus cabellos.
-Tranquila…esos malditos bastardos no se saldrán con la suya…
No pensaba irme de aquel lugar sin acabar con todos los que pudiese. Nadie podía venir a hacerle eso a ella. No delante mío, no en mi presencia…
No sabía cómo, pero sabía que se lo haríamos hacer pagar. Pero antes teníamos que salir de allí, antes que nada teníamos que curarnos…
Tome su rostro entre mis manos y me acerque hacia ella. Su mirada atormentada parecía tenerle muy lejos de aquel lugar y también de mi.
-Eh pequeña…mírame…mírame…le sonreí quizás perversamente, pero es que no podía evitar aquellos sentimientos que me invadían.
-Estoy aquí y estoy contigo. Vamos a buscar una salida. No te preocupes…saldremos de aquí eso es una gran verdad…y lo haremos con la corona. Pero antes que nada tengo que curarte un poco…dije mirando hacia todos lados, no había mas que elementos de tortura en la habitación y algunas armas.
Tomando aliento me puse en pie ayudándole a ella también a levantarse. nos iríamos regenerando poco a poco, pero el hecho de estar débiles y ahora mismo sin alimentar hacia que esto fuese lento. Yo aun seguía notando el frio en mi costado, como si aun tuviese aquella daga clavada.
le sostuve posando mi brazo por su espalda, intentando no rozarle mucho y ella se agarro de mi intentando mantener el equilibrio.
Salimos juntos apoyándonos el uno en el otro y caminamos por los fríos pasillos de aquel sótano, atentos a cada mínimo ruido que pudiese surgir, pero al menos por ahora parecía que no había ninguno de aquellos hombres allí para suerte nuestra.
Al caminar por los pasadizos pudimos ver que habían también mas prisioneros, salvo que estos parecían hipnotizados, todos sentados con los ojos abiertos, ojos sin brillo, sin hacer ningún movimiento, ni ruido alguno.
Intente escuchar sus mentes pero no había nada, estaban totalmente absortos, tenían sus mentes totalmente doblegadas, quizás les necesitarían para algo. Algunas celdas tenían en los marcos de sus puertas escrituras en latín…Reseguí uno de los contornos de aquellas letras desgastadas que apenas se podían leer.
“Hominem”…Mire hacia todos lados, habían mas celdas y mas inscripciones; Hominem…Magus…Lupus Que era esto? Porque estos vampiros iban a tener allí retenidos a seres sobrenaturales? Todo aquello comenzaba a ser más macabro y siniestro de lo que parecía antes.
Coleccionaban gente allí o que estaba pasando?
Me acerque con Eyra mientras ambos mirábamos curiosos a aquellos pobres, totalmente tranquilos y doblegados, tome la puerta de la celda de los “humanos” esta se abrió sin más, ni siquiera estaban bajo llave, no les hacía falta esa medida de seguridad. Les tendrían allí quizás como parte del menú.
Mire a Eyra y ella me miro a mi…Aquellos humanos estaban allí completamente doblegados, Era nuestra oportunidad para beber de ellos, y usar sus mismas ropas para crear algunas vendas que nos ayudasen a aguantar nuestras heridas. Pero aun así había algo que no encajaba en todo esto. Era como si de alguna forma ambos tuviésemos la opción de haber pasado de Victimas a Verdugos…
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Jerarld me hablaba y me sentía estúpida no pudiendo responderle de algún modo para hacerle saber que estaba bien y que le agradecía su rescate. Pero yo seguía compungida por todo cuanto me había sucedido aquella noche. Noche... ¿estaría ya amaneciendo? ¿Cuánto tiempo había transcurrido? Miré a Jer mientras él me sostenía y yo me agarraba a su cuerpo como podía, intentando no perder el equilibrio. Debía hablarle de mis sospechas, de mis temores. Pero tenía razón. Ya fuera por la corona que debía recuperar o por protegernos del sol si es que ya era de día... primero debíamos sanar. Necesitábamos sangre así que cerré los ojos dejando que el vampiro guiara mis pasos por un pasillo lleno de calabazos y extraños aromas, intentando localizar alguna esencia humana cerca. Pero no lo necesité. Jerarld se pasó en una de aquellas celdas y se aproximó a la reja entreabierta, mirándome con los ojos desorbitados, pues en ella había unos cuantos humanos sentados en el frío y rocoso suelo de su jaula, moribundos probablemente y visiblemente manipulados hasta el borde de la locura. El inmortal me miró de forma confusa pero fui yo quién dio el primer paso, pues era un caso de extrema necesidad el que padecíamos y de hecho, así eran mis cazas: humanos a los que manipulaba mentalmente para que se acercaran a mí o bien después de alimentarme de ellos, borrarle cualquier recuerdo que tuvieran de mi rostro o de mi olor. Por ende, aquellos humanos acurrucados en sí mismos, dóciles y silenciosos, no eran más que un manjar listo para probar.
Me acerqué a uno de ellos. Era un joven de más o menos mi edad aparente, cabellos oscuros y lacios cayéndosele como una cortina por ambas mejillas. Sus labios infantiles permanecían entreabiertos y por su respiración supe que lo hacía por la boca, como si estuviera jadeando interiormente. ¿Les estarían torturando? Despejé aquellos pensamientos de mi mente y me concentré en el chico, que tras arrodillasme a su lado ni siquiera se habían inmutado. Ladeé su cabeza con cuidado hacia un lado y observando su cuello desnudo y desprotegido, no pude contener mi sed. Dejé que mis colmillos asomaran de entre mis labios y tomé su cuello para retenerlo cerca de mí, perforando su piel con sutileza y elegancia, tras muchos años de práctica para ni tan siquiera derramar una sola gota de sangre. Succioné su esencia con ansias y mientras lo hacía, sentí su pulso atenuarse, cada vez iba más despacio y a su corazón le costaba más bombear su sangre. Simpre era el momento en el que dejaba a mi víctima, justo antes de matarla. Pero ahora... ¿cómo podría frenar? Mis uñas agarraron su piel y mi presa no se resistió, ni tan siquiera se inmutó mientras dejaba que yo le arrebatara la vida. Necesitaba parar... debía parar... no quería que aquél muchacho se convirtiera en mi primera víctima. No lo deseaba. Jerarld... Jerarld por favor... ¡deténme!, grité en mis adentros, confiándole al vampiro que me observaba el poder de parar aquella locura, aquella irremediable sed de sangre.
Ahora sabía que para Jerarld debía ser extraño ver a su ángel arrebatándole la existencia a un pobre e infeliz humano. Tic, tac, tic tac... a cada compás del tiempo su vida se escapaba entre mis dedos. En escasos segundos moriría... ¿podría vivir el resto de la eternidad con ese peso? No.
Me acerqué a uno de ellos. Era un joven de más o menos mi edad aparente, cabellos oscuros y lacios cayéndosele como una cortina por ambas mejillas. Sus labios infantiles permanecían entreabiertos y por su respiración supe que lo hacía por la boca, como si estuviera jadeando interiormente. ¿Les estarían torturando? Despejé aquellos pensamientos de mi mente y me concentré en el chico, que tras arrodillasme a su lado ni siquiera se habían inmutado. Ladeé su cabeza con cuidado hacia un lado y observando su cuello desnudo y desprotegido, no pude contener mi sed. Dejé que mis colmillos asomaran de entre mis labios y tomé su cuello para retenerlo cerca de mí, perforando su piel con sutileza y elegancia, tras muchos años de práctica para ni tan siquiera derramar una sola gota de sangre. Succioné su esencia con ansias y mientras lo hacía, sentí su pulso atenuarse, cada vez iba más despacio y a su corazón le costaba más bombear su sangre. Simpre era el momento en el que dejaba a mi víctima, justo antes de matarla. Pero ahora... ¿cómo podría frenar? Mis uñas agarraron su piel y mi presa no se resistió, ni tan siquiera se inmutó mientras dejaba que yo le arrebatara la vida. Necesitaba parar... debía parar... no quería que aquél muchacho se convirtiera en mi primera víctima. No lo deseaba. Jerarld... Jerarld por favor... ¡deténme!, grité en mis adentros, confiándole al vampiro que me observaba el poder de parar aquella locura, aquella irremediable sed de sangre.
Ahora sabía que para Jerarld debía ser extraño ver a su ángel arrebatándole la existencia a un pobre e infeliz humano. Tic, tac, tic tac... a cada compás del tiempo su vida se escapaba entre mis dedos. En escasos segundos moriría... ¿podría vivir el resto de la eternidad con ese peso? No.
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Contemple como Eyra escogía a uno de aquellos humanos, y a pesar de lo extraño que era todo me anime a hacer lo mismo.
Después de todo no era una situación normal, no era por capricho, era por supervivencia.
Deje que Eyra bebiese de aquel muchacho y yo me concentre en otro que estaba a dos metros de aquel. Un chico de largos cabellos castaños y rizados, mucho más joven que aquel de quien Eyra se servía.
Iba a beber de su muñeca, pero al sentir su pulso no pude evitar reseguir sus venas y fijar la vista en su palpitante cuello…los latidos de su corazón comenzaban a hacer que olvidase todo lo demás.
Las heridas que llevaba conmigo me hacían sentir más débil de lo que podía soportar, así que aunque no era el plan, tome su cuello y lo acerque rápido hacia mí, bebiendo con rapidez y fuerza de aquel muchacho, sintiendo como cada gota de sangre me devolvía por un instante la vida con su dulce néctar. Su pulso se agito quizás por la violencia de mis actos, pero no podía evitar sentir aquella sed imparable.
Sin embargo después de unos instantes su pulso comenzó a hacerse cada vez más lento y le solté de inmediato, como si alguien me hubiese lanzado un cubo de agua fría.
Respire agitadamente, aun seguía sintiendo el hambre como si fuese algo que me quemaba por dentro, algo deseoso de ser calmado con la sangre fresca y llena de vida de los pobres mortales…pero tenía que parar sino quería acabar con él.
Mire al chico, este se había quedado en la misma posición, sentado, sin hacer nada. Me apresure en desabotonar su camisa, la iba a necesitar para que nos pudiésemos vendar. Me sentía cada vez peor ante mis actos, pero no tenia opción.
Al quitársela, le tome por los hombros y le deje de espaldas sobre el suelo, al menos así parecía que descansaba y no se veía de forma tan sobrenatural.
Busque con la mirada a Eyra, ella seguía allí alimentándose decidida, me acerque y entonces vi como sus uñas se clavaban en aquel muchacho haciéndole sangrar.
-Eyra…? Dije tomando su hombro…aprecie la tensión de su cuerpo…aquel chico estaba palideciendo demasiado.
-Eyra…ya basta…déjale…me arrodille a sus espaldas tomándole por los hombros. De pronto su voz sonó en mi cabeza como un susurro lejano, pero claro y constante. No podía dominarse.
-No! Eyra para!! Dije tomándole por la cintura para arrastrarle conmigo violentamente, mientras sentado en el suelo, le apretaba sin dejarle opción a mover los brazos. Ella forcejeaba conmigo para librarse, y yo seguí arrastrándome cuanto pude hacia atrás apartándole de aquel muchacho, hasta que mi espalda topo con una pared. Continúe sosteniéndola apretándola con aquel abrazo forzoso para que no pudiese moverse hasta que poco a poco comenzó a relajarse, y sus brazos y piernas dejaron de luchar conmigo.
Me quede así un instante con ella, aun agarrándole a la fuerza esperando que se calmase del todo.
Sabía perfectamente lo que ella sentía, porque yo lo sentía también, deseaba beber hasta la última gota de aquellos pobres pero no podíamos hacerlo. Una vez te dejabas llevar por la sed simplemente dejabas de ser tu mismo, te perdías en cada sorbo sin que pudieses ver nada más con claridad.
Me pareció sentir que su cuerpo se estremecía. Aquello empezaba a ser demasiado, temí que ella no se encontrase bien y que yo no pudiese hacer nada para ayudarla.
-Salgamos de aquí…dije soltándole poco a poco.
Ella no me miraba y sus cabellos tapaban su rostro. Decidí tomar su mano y le conduje conmigo llevándole fuera de aquella sala. Nos alejamos un poco y ella me dio la espalda soltándose de mí. Apoyando sus brazos en la pared de piedra. Contemple las heridas de su espalda, aquellos latigazos habían dejado cortes limpios y profundos. Cada cual más largo que el anterior, marcando su piel sin piedad.
-No te mortifiques…esto es algo superior a nosotros…Tu sabes que no eres así…
Reseguí con uno de mis dedos la piel que estaba intacta en su espalda, subiendo poco a poco, evitando tocar la piel que estaba herida, hasta que llegue hasta su cabello, lo aparte con cuidado mientras situaba la otra mano sobre su cintura. Bese suavemente su nuca, manteniendo mi cabeza cerca de la suya. Deseaba sacarle de allí y decirle que todo había sido una pesadilla…pero no era así.
-…Déjame curarte…
Espere en silencio mientras aquel lúgubre lugar parecía a cada instante más triste y desolado. Recordándonos que estábamos atrapados en una ratonera sin salida.
Después de todo no era una situación normal, no era por capricho, era por supervivencia.
Deje que Eyra bebiese de aquel muchacho y yo me concentre en otro que estaba a dos metros de aquel. Un chico de largos cabellos castaños y rizados, mucho más joven que aquel de quien Eyra se servía.
Iba a beber de su muñeca, pero al sentir su pulso no pude evitar reseguir sus venas y fijar la vista en su palpitante cuello…los latidos de su corazón comenzaban a hacer que olvidase todo lo demás.
Las heridas que llevaba conmigo me hacían sentir más débil de lo que podía soportar, así que aunque no era el plan, tome su cuello y lo acerque rápido hacia mí, bebiendo con rapidez y fuerza de aquel muchacho, sintiendo como cada gota de sangre me devolvía por un instante la vida con su dulce néctar. Su pulso se agito quizás por la violencia de mis actos, pero no podía evitar sentir aquella sed imparable.
Sin embargo después de unos instantes su pulso comenzó a hacerse cada vez más lento y le solté de inmediato, como si alguien me hubiese lanzado un cubo de agua fría.
Respire agitadamente, aun seguía sintiendo el hambre como si fuese algo que me quemaba por dentro, algo deseoso de ser calmado con la sangre fresca y llena de vida de los pobres mortales…pero tenía que parar sino quería acabar con él.
Mire al chico, este se había quedado en la misma posición, sentado, sin hacer nada. Me apresure en desabotonar su camisa, la iba a necesitar para que nos pudiésemos vendar. Me sentía cada vez peor ante mis actos, pero no tenia opción.
Al quitársela, le tome por los hombros y le deje de espaldas sobre el suelo, al menos así parecía que descansaba y no se veía de forma tan sobrenatural.
Busque con la mirada a Eyra, ella seguía allí alimentándose decidida, me acerque y entonces vi como sus uñas se clavaban en aquel muchacho haciéndole sangrar.
-Eyra…? Dije tomando su hombro…aprecie la tensión de su cuerpo…aquel chico estaba palideciendo demasiado.
-Eyra…ya basta…déjale…me arrodille a sus espaldas tomándole por los hombros. De pronto su voz sonó en mi cabeza como un susurro lejano, pero claro y constante. No podía dominarse.
-No! Eyra para!! Dije tomándole por la cintura para arrastrarle conmigo violentamente, mientras sentado en el suelo, le apretaba sin dejarle opción a mover los brazos. Ella forcejeaba conmigo para librarse, y yo seguí arrastrándome cuanto pude hacia atrás apartándole de aquel muchacho, hasta que mi espalda topo con una pared. Continúe sosteniéndola apretándola con aquel abrazo forzoso para que no pudiese moverse hasta que poco a poco comenzó a relajarse, y sus brazos y piernas dejaron de luchar conmigo.
Me quede así un instante con ella, aun agarrándole a la fuerza esperando que se calmase del todo.
Sabía perfectamente lo que ella sentía, porque yo lo sentía también, deseaba beber hasta la última gota de aquellos pobres pero no podíamos hacerlo. Una vez te dejabas llevar por la sed simplemente dejabas de ser tu mismo, te perdías en cada sorbo sin que pudieses ver nada más con claridad.
Me pareció sentir que su cuerpo se estremecía. Aquello empezaba a ser demasiado, temí que ella no se encontrase bien y que yo no pudiese hacer nada para ayudarla.
-Salgamos de aquí…dije soltándole poco a poco.
Ella no me miraba y sus cabellos tapaban su rostro. Decidí tomar su mano y le conduje conmigo llevándole fuera de aquella sala. Nos alejamos un poco y ella me dio la espalda soltándose de mí. Apoyando sus brazos en la pared de piedra. Contemple las heridas de su espalda, aquellos latigazos habían dejado cortes limpios y profundos. Cada cual más largo que el anterior, marcando su piel sin piedad.
-No te mortifiques…esto es algo superior a nosotros…Tu sabes que no eres así…
Reseguí con uno de mis dedos la piel que estaba intacta en su espalda, subiendo poco a poco, evitando tocar la piel que estaba herida, hasta que llegue hasta su cabello, lo aparte con cuidado mientras situaba la otra mano sobre su cintura. Bese suavemente su nuca, manteniendo mi cabeza cerca de la suya. Deseaba sacarle de allí y decirle que todo había sido una pesadilla…pero no era así.
-…Déjame curarte…
Espere en silencio mientras aquel lúgubre lugar parecía a cada instante más triste y desolado. Recordándonos que estábamos atrapados en una ratonera sin salida.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Un empujón me lanzó fuera del alcance de mi presa y mis instintos me llevaron a forcejear con aquella fuera que no era más que los brazos de Jerarld. Mis ojos sólo veían un fino rastro de sangre que correteba libremente por la herida que mis colmillos habían dejado en el cuello del humano. ¡Qué desperdicio de sangre! Pateleé con ira, intentando deshacerme de Jerarld, pero por suerte, no pude y desistí cuando poco a poco fuí controlando mis ánsias. Recuperé la compostura y volvía a ser yo misma, ahogando de nuevo a la Eyra monstruosa en lo más profundo de mi ser.
Desvié mi mirada del humano y deseé encontrarme lejos de aquella celda, pues para mí se trataba de una sala llena de exquisitos licores siendo yo una alcoholica. Me refugié en los brazos de Jer, quién ahora me abrazaba con ternura. Entonces él se puso en pie y me indicó que le siguiera, así que dando algunos tumbos hasta repuerar el norte de mi equilibrio desfallecido, salimos de aquella celda. Cuando estuvimos lo bastante lejos de aquellos humanos y sentí que podía dejar de depender del vampiro, me aparté de sus manos para apoyar mis brazos en uno de los muros de la sala, dejando que los remordimientos me devoraran viva, dejando caer gruesas y gélidas lágrimas por mis mejillas manchadas de polvo y sangre.
Mi compañero se acercó a mí con dulces palabras que no calmaron mi agonía, sin embargo sentir el tacto de sus yemas por mi espalda me hizo estremecer, pues aún podía sentir la vibración del látigo cuando éste rasgaba mi suave y fina piel. Ahogue un jadeo cuando él apartí mi pelo de la espalda, pues sentía que los cabellos arañaban aún más aquella espalda mortificada. Un beso depositado en mi nuca y sus manos atrapando mi cintura me aliviaron sutilmente, recordándome que no estaba sola y que a Jerarld, le debía más que la vida: la inmortalidad.
Volteé mi rostro hacia él, parpadeando para deshacerme de unas lágrimas rebeldes que se empeñaban en nublar mi visibilidad. Alcé una de mis manos hacia su cuello y finalmente ambas se cernieron sobre él, acomodando mi rostro en su pectoral y cediando a mis párpados la voluntad de cerrarse.
- Te debo la vida.- musité con la voz entrecortada, sin alzar la vista para mirarle.- Gracias.
Me separé unos centímetros de él, dejando caer mis brazos hasta detenerlos donde segundos antes había descansado mi cabeza. Asentí un par de veces aludiendo a su última petición, intentando forzar una sonrisa cómplice, demostrándole que me encontraba bien.
Desvié mi mirada del humano y deseé encontrarme lejos de aquella celda, pues para mí se trataba de una sala llena de exquisitos licores siendo yo una alcoholica. Me refugié en los brazos de Jer, quién ahora me abrazaba con ternura. Entonces él se puso en pie y me indicó que le siguiera, así que dando algunos tumbos hasta repuerar el norte de mi equilibrio desfallecido, salimos de aquella celda. Cuando estuvimos lo bastante lejos de aquellos humanos y sentí que podía dejar de depender del vampiro, me aparté de sus manos para apoyar mis brazos en uno de los muros de la sala, dejando que los remordimientos me devoraran viva, dejando caer gruesas y gélidas lágrimas por mis mejillas manchadas de polvo y sangre.
Mi compañero se acercó a mí con dulces palabras que no calmaron mi agonía, sin embargo sentir el tacto de sus yemas por mi espalda me hizo estremecer, pues aún podía sentir la vibración del látigo cuando éste rasgaba mi suave y fina piel. Ahogue un jadeo cuando él apartí mi pelo de la espalda, pues sentía que los cabellos arañaban aún más aquella espalda mortificada. Un beso depositado en mi nuca y sus manos atrapando mi cintura me aliviaron sutilmente, recordándome que no estaba sola y que a Jerarld, le debía más que la vida: la inmortalidad.
Volteé mi rostro hacia él, parpadeando para deshacerme de unas lágrimas rebeldes que se empeñaban en nublar mi visibilidad. Alcé una de mis manos hacia su cuello y finalmente ambas se cernieron sobre él, acomodando mi rostro en su pectoral y cediando a mis párpados la voluntad de cerrarse.
- Te debo la vida.- musité con la voz entrecortada, sin alzar la vista para mirarle.- Gracias.
Me separé unos centímetros de él, dejando caer mis brazos hasta detenerlos donde segundos antes había descansado mi cabeza. Asentí un par de veces aludiendo a su última petición, intentando forzar una sonrisa cómplice, demostrándole que me encontraba bien.
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Recibí su abrazo sintiendo su tacto reconfortante. A pesar del lio en que estábamos metidos al menos no estábamos solos y eso me aliviaba. Íbamos a salir de allí y lo haríamos juntos.
Eyra deposito las manos sobre mi pecho y me miro intentado que supiese que estaba bien, aunque yo sabía que ambos estábamos muy lejos de sentirnos bien, pero no podíamos hacer nada más que seguir, teníamos que sobrevivir, teníamos que salir de ésta…
Sus manos siguieron bajando por mi pecho hasta acercarse a aquella puñalada que tenia bajo las costillas.
Di un ligero salto al sentir su tacto, nos estábamos regenerando, pero aun asi seguía sintiendo aquella hendidura y el tacto frio de la hoja en mi interior, aunque ya la hubiese quitado.
Tome la camisa que había arrebatado a aquel chico y comencé a rasgarla en diversas tiras, tratando de que quedasen lo más largas posible.
-Ten dije pasándoselas, tu sosténmelas mientras yo te vendo la espalda…Date la vuelta.
Eyra se giro dándome la espalda, quedando de cara a la pared y ambos nos sentamos en el suelo.
Comencé a desabotonar poco a poco la tela que aun seguía enganchada a su espalda, de la forma más suave que pude. Mientras la tela se soltaba y Eyra se apresuraba en taparse por delante. Ya que al quitar las tiras de su espalda le había dejado casi descubierta de cintura para arriba…
-ahm…vaya…vas a creer que soy un degenerado que disfruta con esta situación, pero es con un buen fin, lo juro por los niños…dije intentando hacer que la situación no fuera tan tensa.
Las curvas de Eyra apenas se tapaban con una tela por delante, mientras yo intentaba a pesar de lo absurda de la situación ser un caballero y tocar su piel lo menos posible. Pero aun asi tenia que vendarle por delante también.
Con suerte la tela me dejaría envolver su pecho para que tanto el corte de éste como el de su espalda quedase cubierto y así pudiese aguantar sin tener que sentir el rose de su cabello o de otras manos hasta que la piel se regenerase lo suficiente como para que no le doliese.
Tenía que pedirle que soltase la tela que tenía delante suyo tapándole. Pero no había palabras lo suficientemente corteses como para decirlo sin que sonase mal, así que simplemente tome sus manos junto con la tela que ella sostenía delante suyo y las deje sobre sus piernas.
Observe su espalda intentando tapar todos los cortes mientras enrollaba las telas en su tórax, su fina cintura hacia que la tela alcanzara a cubrirla y a dar algunas vueltas…
Continúe vendándole en silencio, dándome prisa pero a la vez haciéndolo con sutileza pues cualquier tacto brusco hacia que Eyra diese un brinco de dolor.
-…Siempre supe que nunca sería un buen ejemplo para mis nueve hijos…cuando llegue a casa me dirán. –buenas padre…que has estado haciendo? Y yo tendré que decirles…oh hijos míos estaba en Noruega buscando unos antiguos escritos pertenecientes a Da Vinci…y ya que estaba por la zona me dedique a vendar a una hermosa joven semidesnuda…Pero solo por motivos de curación! no penséis mal…y no se lo digáis a vuestra madre…
Me pareció que Eyra sonreía un poco. Decirle esas tonterías podría distraerle un poco, asi todo esto no era tan tenso. Después de todo nuestro futuro se veía oscuro sobre nuestras cabezas…
Cuando acabé ella se giro contemplándose. Parecía que lucía un extraño corsé hecho de tiras de tela, puse las manos sobre su costado, la tela estaba tensa, así que al menos parecía que no se caería.
Le mire acercándome a ella y le sonreí acariciando su mejilla con una de mis manos.
-No…no me debes nada…ni debes agradecerme nada…sabes que lo volvería a hacer mil veces… El silencio se hizo entre nosotros, pero era cierto, yo no iba a dejar que nadie le tocase si yo podía evitarlo…No era una elección, era una obligación para mi protegerla. Algo que iba mucho mas allá de la lógica y la razón.
He estado buscándote muchísimo tiempo en Paris…No tenía ni la menor idea de que estabas aquí…Menuda forma de encontrarte…si al menos estuviésemos en libertad…te habría llevado a algún lugar bonito…un paseo en barca quizás??me hubiese gustado poder llevarte a Venecia…Las noches en esta temporada son realmente hermosas…
Me sentí angustiado. Siempre que alguien aparecía en mi vida le terminaba ocurriendo algo malo. Era como si fuese yo el que llevaba la desgracia conmigo a todos aquellos a quienes amaba. Sus manos acariciaron mi pecho nuevamente como si hubiese percibido lo que estaba pensando, sus manos me rozaron nuevamente cerca de aquella puñalada.
A pesar de no querer que ella lo notase no pude evitar dar un respingo, me mordí los labios para disimularlo. Con suerte ella no lo habría notado, aun quedaban vendas pero no me parecía necesario utilizarlas, después de todo iba a sobrevivir…siempre sobrevivía.
Eyra deposito las manos sobre mi pecho y me miro intentado que supiese que estaba bien, aunque yo sabía que ambos estábamos muy lejos de sentirnos bien, pero no podíamos hacer nada más que seguir, teníamos que sobrevivir, teníamos que salir de ésta…
Sus manos siguieron bajando por mi pecho hasta acercarse a aquella puñalada que tenia bajo las costillas.
Di un ligero salto al sentir su tacto, nos estábamos regenerando, pero aun asi seguía sintiendo aquella hendidura y el tacto frio de la hoja en mi interior, aunque ya la hubiese quitado.
Tome la camisa que había arrebatado a aquel chico y comencé a rasgarla en diversas tiras, tratando de que quedasen lo más largas posible.
-Ten dije pasándoselas, tu sosténmelas mientras yo te vendo la espalda…Date la vuelta.
Eyra se giro dándome la espalda, quedando de cara a la pared y ambos nos sentamos en el suelo.
Comencé a desabotonar poco a poco la tela que aun seguía enganchada a su espalda, de la forma más suave que pude. Mientras la tela se soltaba y Eyra se apresuraba en taparse por delante. Ya que al quitar las tiras de su espalda le había dejado casi descubierta de cintura para arriba…
-ahm…vaya…vas a creer que soy un degenerado que disfruta con esta situación, pero es con un buen fin, lo juro por los niños…dije intentando hacer que la situación no fuera tan tensa.
Las curvas de Eyra apenas se tapaban con una tela por delante, mientras yo intentaba a pesar de lo absurda de la situación ser un caballero y tocar su piel lo menos posible. Pero aun asi tenia que vendarle por delante también.
Con suerte la tela me dejaría envolver su pecho para que tanto el corte de éste como el de su espalda quedase cubierto y así pudiese aguantar sin tener que sentir el rose de su cabello o de otras manos hasta que la piel se regenerase lo suficiente como para que no le doliese.
Tenía que pedirle que soltase la tela que tenía delante suyo tapándole. Pero no había palabras lo suficientemente corteses como para decirlo sin que sonase mal, así que simplemente tome sus manos junto con la tela que ella sostenía delante suyo y las deje sobre sus piernas.
Observe su espalda intentando tapar todos los cortes mientras enrollaba las telas en su tórax, su fina cintura hacia que la tela alcanzara a cubrirla y a dar algunas vueltas…
Continúe vendándole en silencio, dándome prisa pero a la vez haciéndolo con sutileza pues cualquier tacto brusco hacia que Eyra diese un brinco de dolor.
-…Siempre supe que nunca sería un buen ejemplo para mis nueve hijos…cuando llegue a casa me dirán. –buenas padre…que has estado haciendo? Y yo tendré que decirles…oh hijos míos estaba en Noruega buscando unos antiguos escritos pertenecientes a Da Vinci…y ya que estaba por la zona me dedique a vendar a una hermosa joven semidesnuda…Pero solo por motivos de curación! no penséis mal…y no se lo digáis a vuestra madre…
Me pareció que Eyra sonreía un poco. Decirle esas tonterías podría distraerle un poco, asi todo esto no era tan tenso. Después de todo nuestro futuro se veía oscuro sobre nuestras cabezas…
Cuando acabé ella se giro contemplándose. Parecía que lucía un extraño corsé hecho de tiras de tela, puse las manos sobre su costado, la tela estaba tensa, así que al menos parecía que no se caería.
Le mire acercándome a ella y le sonreí acariciando su mejilla con una de mis manos.
-No…no me debes nada…ni debes agradecerme nada…sabes que lo volvería a hacer mil veces… El silencio se hizo entre nosotros, pero era cierto, yo no iba a dejar que nadie le tocase si yo podía evitarlo…No era una elección, era una obligación para mi protegerla. Algo que iba mucho mas allá de la lógica y la razón.
He estado buscándote muchísimo tiempo en Paris…No tenía ni la menor idea de que estabas aquí…Menuda forma de encontrarte…si al menos estuviésemos en libertad…te habría llevado a algún lugar bonito…un paseo en barca quizás??me hubiese gustado poder llevarte a Venecia…Las noches en esta temporada son realmente hermosas…
Me sentí angustiado. Siempre que alguien aparecía en mi vida le terminaba ocurriendo algo malo. Era como si fuese yo el que llevaba la desgracia conmigo a todos aquellos a quienes amaba. Sus manos acariciaron mi pecho nuevamente como si hubiese percibido lo que estaba pensando, sus manos me rozaron nuevamente cerca de aquella puñalada.
A pesar de no querer que ella lo notase no pude evitar dar un respingo, me mordí los labios para disimularlo. Con suerte ella no lo habría notado, aun quedaban vendas pero no me parecía necesario utilizarlas, después de todo iba a sobrevivir…siempre sobrevivía.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Jerarld dio un pequeño brinco cuando una de mis manos rozaron su herida y yo di un paso hacia atrás, lamentándome de mi poca suavidad. El vampiro empezó a rasgar la ropa y me pidió que me sentara en el suelo, apoyando mis brazos en el muro mientras él iba desabrochando la escasa tela que unía mi vestido negro.
Sentía las yemas de sus dedos ir con cuidado mientras retiraba la tela y mi cabello y yo moví mis manos para evitar que pudiera ver mis senos desnudos, sintiendo un leve rubor colorear mis mejillas. Sus manos se movieron con rapidez y precisión, vendando mi espalda hasta que toparon con la ropa que aún sujetaba en la parte delantera. Con un suspiro me deshice de aquella ropa y le permití que terminara de vendarme mientras sus palabras me hacían sonreír y relajar mis músculos.
Al fin, él me hizo un gesto y yo ladeé mi cuerpo hacia él, observando mi extraño semblante. Me reí por aquellas pintas y alcé la vista hacia Jer, volviendo a enredar mis manos en su cuello y entre abriendo mis labios para volver a agradecerle su gentileza. Pero él se adelantó, diciendo que no le debía nada. Meneé la cabeza y deslicé mis manos por su torso, topándome de nuevo con su herida.
- Ahora es mi turno.- le advertí con una risueña sonrisa juvenil mientras yo misma desabotonaba su camisa con cuidado.
Dejé caer la tela por sus fuertes y robustos hombros y la aparté de nosotros, inspeccionando su herida. Empezaba a cerrarse pero tenía mala pinta. Fruncí la nariz y meneé de nuevo la cabeza.
- Aún no comprendo porqué te arriesgaste de aquella forma por mí, Jerarld, podrían haberte matado.- le reñí, mirándole a los ojos con cierta severidad y desaprobación.- No vuelvas a entrometerte de éste modo.
Tomé entre mis dedos las vendas y empecé a deslizarlas con sutileza por su costado, intentando no rozarle ni apretarle demasiado. Até ambos cabos con cuidado y sonreí satisfecha por mi trabajo, acariciando levemente la venda que ocultaba su herida para asegurarme que aguantaría. Alcé la vista y mis ojos tropezaron con su mirada penetrante, helando mi hablar pero no mis sentidos, pues mis pálpitos se aceleraron y mi tacto reclamaba estar en contacto con su piel. No me di cuenta que nuestras narices se rozaban hasta que no sentí su respiración acariciar suavemente mi rostro.
- No importa tanto el lugar... sino la compañía.- susurré con un hilo de voz, aludiendo a su último comentario y sin apartar mis ojos de los suyos, tan serenos, tan profundos, tan hipnotizantes, tan... adictivos. Mis manos volaron hacia su rostro pero se detuvieron a medio camino, titubeando.
Sentía las yemas de sus dedos ir con cuidado mientras retiraba la tela y mi cabello y yo moví mis manos para evitar que pudiera ver mis senos desnudos, sintiendo un leve rubor colorear mis mejillas. Sus manos se movieron con rapidez y precisión, vendando mi espalda hasta que toparon con la ropa que aún sujetaba en la parte delantera. Con un suspiro me deshice de aquella ropa y le permití que terminara de vendarme mientras sus palabras me hacían sonreír y relajar mis músculos.
Al fin, él me hizo un gesto y yo ladeé mi cuerpo hacia él, observando mi extraño semblante. Me reí por aquellas pintas y alcé la vista hacia Jer, volviendo a enredar mis manos en su cuello y entre abriendo mis labios para volver a agradecerle su gentileza. Pero él se adelantó, diciendo que no le debía nada. Meneé la cabeza y deslicé mis manos por su torso, topándome de nuevo con su herida.
- Ahora es mi turno.- le advertí con una risueña sonrisa juvenil mientras yo misma desabotonaba su camisa con cuidado.
Dejé caer la tela por sus fuertes y robustos hombros y la aparté de nosotros, inspeccionando su herida. Empezaba a cerrarse pero tenía mala pinta. Fruncí la nariz y meneé de nuevo la cabeza.
- Aún no comprendo porqué te arriesgaste de aquella forma por mí, Jerarld, podrían haberte matado.- le reñí, mirándole a los ojos con cierta severidad y desaprobación.- No vuelvas a entrometerte de éste modo.
Tomé entre mis dedos las vendas y empecé a deslizarlas con sutileza por su costado, intentando no rozarle ni apretarle demasiado. Até ambos cabos con cuidado y sonreí satisfecha por mi trabajo, acariciando levemente la venda que ocultaba su herida para asegurarme que aguantaría. Alcé la vista y mis ojos tropezaron con su mirada penetrante, helando mi hablar pero no mis sentidos, pues mis pálpitos se aceleraron y mi tacto reclamaba estar en contacto con su piel. No me di cuenta que nuestras narices se rozaban hasta que no sentí su respiración acariciar suavemente mi rostro.
- No importa tanto el lugar... sino la compañía.- susurré con un hilo de voz, aludiendo a su último comentario y sin apartar mis ojos de los suyos, tan serenos, tan profundos, tan hipnotizantes, tan... adictivos. Mis manos volaron hacia su rostro pero se detuvieron a medio camino, titubeando.
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
No pude decir nada cuando ella comenzó a desabotonar mi camisa…sus manos suaves y frágiles me desvistieron con sutiliza.
Me desvistió y yo no pude evitar sentirme incomodo, pero no porque lo hiciese, sino porque su tacto me hacia desear abrazarle y besarle y tenía que contenerme. No era ni el momento, ni el lugar.
Le deje vendarme sin decir nada, escuchando sus palabras.
Pero no pude evitar enfadarme un poco al escuchar aquello de que no debía entrometerme.
Su rostro se acerco al mio al acabar de vendarme, mientras el roce de su nariz me hacia volver a sentir aquello que me embriagaba.
-no voy a prometerte que no me entrometeré. No puedo hacerlo. Dije tomando su rostro, mirándole a escasos centímetros de mí con severidad. No pude evitar recordar lo que había dicho ella cuando aquel vampiro estaba a punto de clavarle una estaca…
-No lo entiendes? Dije ya cada vez más cerca de sus labios, casi rozándolos.
-Yo…también te quiero... le dije mentalmente mientras sostenía su rostro para besarle, sintiendo sus labios carnosos sobre los míos. Fusionándome con ella tan solo un instante.
Siempre había algo que nos separaba. Era como si el destino se esforzase en demostrarnos que no podía ser.
Le solté y evite su mirada, desviándola hacia un lado. Definitivamente no estaba acostumbrado a demostrar lo que sentía.
Podía describirlo, podía escribirlo, podía inventarlo, podía soñarlo, pero decirlo era una de las cosas que aun me costaban. Me puse y me acomode la camisa que llevaba conmigo, la única prenda que no estaba del todo destrozada en mi indumentaria.
-Salgamos de aquí dije después de unos eternos segundos más que tensos para mí.
Tome su mano y le conduje conmigo mientras ambos caminábamos por aquel pasadizo. Las escaleras se mostraron imponentes, ellas nos sacarían de aquel sótano, sin embargo no sabíamos que podía haber arriba. Nos miramos y subimos juntos las escaleras, despacio y escuchando cualquier ruido que pudiese alertarnos de movimiento.
Subimos y vimos que arriba no había nadie. Donde estaría esta gente? Caminamos el uno al lado del otro temerosos de lo que nos podíamos encontrar. Habían unas cuantas puertas a ambos lados del pasadizo. Nos acercamos a ellas e intentamos abrirlas. Todas estaban cerradas. Estaba todo cerrado en aquella planta? Nos quedaban dos puertas por ver. Me acerque a una de ellas y la abrí despacio. Los rayos del sol iluminaron el pasillo así que la cerré de golpe.
-vale…si algo es seguro es que es de día…Eyra me miro agobiada. Solo nos quedaba una puerta. Que habría detrás?.Volví a tomar su mano y esta vez la abrimos juntos.
Dentro estaba ligeramente iluminado, pero no por luz solar. Abrimos la puerta y contemplamos los espejos y las velas. Nos adentramos poco a poco asombrados con aquella enorme habitación.
Una sala de espejos? Parecía una de aquellas salas que se activaban y los espejos se movían haciendo que uno se perdiese. Seria eso? Una sala de juegos? Caminamos algo curiosos mirando nuestros reflejos, nuestro aspecto era horrible. Ensangrentados, sucios, con unas ojeras que demostraban que teníamos hambre…El lado menos glamuroso de nuestra arcaica raza.
Nos separamos para contemplar aquello. Y sin duda alguna si que era una sala de juegos.
Lo supe porque ambos caminamos en direcciones contrarias y comenzaron a sonar unos engranajes lejanos activándose, nos miramos con Eyra nerviosos, aquello no podía ser nada bueno. Ambos caminamos hacia el otro, dispuestos a que si pasaba algo nos pasara juntos. Pero en ese momento los espejos se movieron cerrándonos el paso.
Escuche la voz de Eyra llamándome al otro lado, pero solo podía ver mi reflejo en aquellos cristales.
Comencé a correr y a golpear los espejos con rabia
-Eyra!!! Donde estas!!!?? Mire hacia todos lados, comencé a caminar, intentando buscar la salida, aquello parecía un laberinto, como iba a encontrarme con ella?? Una extraña música comenzó a sonar lejana…mientras los engranajes seguían moviéndose.
Definitivamente así era...Nos acababamos de convertir en las marionetas de aquel juego...
Me desvistió y yo no pude evitar sentirme incomodo, pero no porque lo hiciese, sino porque su tacto me hacia desear abrazarle y besarle y tenía que contenerme. No era ni el momento, ni el lugar.
Le deje vendarme sin decir nada, escuchando sus palabras.
Pero no pude evitar enfadarme un poco al escuchar aquello de que no debía entrometerme.
Su rostro se acerco al mio al acabar de vendarme, mientras el roce de su nariz me hacia volver a sentir aquello que me embriagaba.
-no voy a prometerte que no me entrometeré. No puedo hacerlo. Dije tomando su rostro, mirándole a escasos centímetros de mí con severidad. No pude evitar recordar lo que había dicho ella cuando aquel vampiro estaba a punto de clavarle una estaca…
-No lo entiendes? Dije ya cada vez más cerca de sus labios, casi rozándolos.
-Yo…también te quiero... le dije mentalmente mientras sostenía su rostro para besarle, sintiendo sus labios carnosos sobre los míos. Fusionándome con ella tan solo un instante.
Siempre había algo que nos separaba. Era como si el destino se esforzase en demostrarnos que no podía ser.
Le solté y evite su mirada, desviándola hacia un lado. Definitivamente no estaba acostumbrado a demostrar lo que sentía.
Podía describirlo, podía escribirlo, podía inventarlo, podía soñarlo, pero decirlo era una de las cosas que aun me costaban. Me puse y me acomode la camisa que llevaba conmigo, la única prenda que no estaba del todo destrozada en mi indumentaria.
-Salgamos de aquí dije después de unos eternos segundos más que tensos para mí.
Tome su mano y le conduje conmigo mientras ambos caminábamos por aquel pasadizo. Las escaleras se mostraron imponentes, ellas nos sacarían de aquel sótano, sin embargo no sabíamos que podía haber arriba. Nos miramos y subimos juntos las escaleras, despacio y escuchando cualquier ruido que pudiese alertarnos de movimiento.
Subimos y vimos que arriba no había nadie. Donde estaría esta gente? Caminamos el uno al lado del otro temerosos de lo que nos podíamos encontrar. Habían unas cuantas puertas a ambos lados del pasadizo. Nos acercamos a ellas e intentamos abrirlas. Todas estaban cerradas. Estaba todo cerrado en aquella planta? Nos quedaban dos puertas por ver. Me acerque a una de ellas y la abrí despacio. Los rayos del sol iluminaron el pasillo así que la cerré de golpe.
-vale…si algo es seguro es que es de día…Eyra me miro agobiada. Solo nos quedaba una puerta. Que habría detrás?.Volví a tomar su mano y esta vez la abrimos juntos.
Dentro estaba ligeramente iluminado, pero no por luz solar. Abrimos la puerta y contemplamos los espejos y las velas. Nos adentramos poco a poco asombrados con aquella enorme habitación.
Una sala de espejos? Parecía una de aquellas salas que se activaban y los espejos se movían haciendo que uno se perdiese. Seria eso? Una sala de juegos? Caminamos algo curiosos mirando nuestros reflejos, nuestro aspecto era horrible. Ensangrentados, sucios, con unas ojeras que demostraban que teníamos hambre…El lado menos glamuroso de nuestra arcaica raza.
Nos separamos para contemplar aquello. Y sin duda alguna si que era una sala de juegos.
Lo supe porque ambos caminamos en direcciones contrarias y comenzaron a sonar unos engranajes lejanos activándose, nos miramos con Eyra nerviosos, aquello no podía ser nada bueno. Ambos caminamos hacia el otro, dispuestos a que si pasaba algo nos pasara juntos. Pero en ese momento los espejos se movieron cerrándonos el paso.
Escuche la voz de Eyra llamándome al otro lado, pero solo podía ver mi reflejo en aquellos cristales.
Comencé a correr y a golpear los espejos con rabia
-Eyra!!! Donde estas!!!?? Mire hacia todos lados, comencé a caminar, intentando buscar la salida, aquello parecía un laberinto, como iba a encontrarme con ella?? Una extraña música comenzó a sonar lejana…mientras los engranajes seguían moviéndose.
Definitivamente así era...Nos acababamos de convertir en las marionetas de aquel juego...
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Aquella sensación que experimentaba me recordaba a lo que sentía Catherine en la novela de Cumbres Borrascosas.
"No sé de qué están hechas las almas, pero sí sé que la suya y la mía son exactas; y la de Linton, sin embargo, es diferente, tanto como el abismo que separa a un rayo de luna de un relámpago o a la escarcha del fuego"
¿Quién era Jerarld para mí? ¿Qué papel desempeñaba Wolfgang? Miraba a Jerarld y sólo sentía que controlaba mis instintos o algo mayor que me empujaba hacia sus labios, hacia sus brazos... Y de pronto, fue él quién, con un beso voraz, saltó aquél muro invisible que nos separaba. Pero al final, cedió, desviando la mirada e indicándome que debíamos escapar de allí. Sin decir palabra alguna, me limité a seguirle en silencio, caminando a su lado cuando él tomaba mi mano. Subimos unas escaleras hasta un piso superior lleno de puertas. Jerarld abrió una por una hasta llegar a la última, puerta que salvaguardaba una sala llena de espejos y velas. Movidos por la curiosidad, entramos en aquél laberinto de espejos y de pronto, unos engranajes se pusieron en marcha, separándonos.
- ¡Jerarld!- le grité, golpeando los cristales con las palmas de las manos.- ¡Jer!
Seguí golpeando los espejos mientras escuchaba cómo Jerarld me buscaba desesperadamente hasta que se me ocurrió una idea para encontrarnos. Di una patada a uno de aquellos vídrios y tomé uno de sus retales entre las manos, rasgándome el brazo para dejar escapar mi sangre de la herida. De aquél modo, Jer olería mi esencia de forma más llamativa y encontraría el camino hasta mí.
Mientras esperaba su regreso, me deslicé por uno de los cristales hasta sentarme en el suelo, viendo como aquél líquido carmín se desperdiciaba por el suelo marmóreo. Cuando de pronto alcé la vista, me di cuenta de que algo no era normal. Uno de los cristales que permanecían junto a mí me reflejaba de forma más nebulosa, como si no fuera un espejo realmente. Alcé una de mis manos hacia él y de pronto, éste cedió, empujándome hasta él al descubrir que se trataba de una entrada a otro lugar.
"No sé de qué están hechas las almas, pero sí sé que la suya y la mía son exactas; y la de Linton, sin embargo, es diferente, tanto como el abismo que separa a un rayo de luna de un relámpago o a la escarcha del fuego"
¿Quién era Jerarld para mí? ¿Qué papel desempeñaba Wolfgang? Miraba a Jerarld y sólo sentía que controlaba mis instintos o algo mayor que me empujaba hacia sus labios, hacia sus brazos... Y de pronto, fue él quién, con un beso voraz, saltó aquél muro invisible que nos separaba. Pero al final, cedió, desviando la mirada e indicándome que debíamos escapar de allí. Sin decir palabra alguna, me limité a seguirle en silencio, caminando a su lado cuando él tomaba mi mano. Subimos unas escaleras hasta un piso superior lleno de puertas. Jerarld abrió una por una hasta llegar a la última, puerta que salvaguardaba una sala llena de espejos y velas. Movidos por la curiosidad, entramos en aquél laberinto de espejos y de pronto, unos engranajes se pusieron en marcha, separándonos.
- ¡Jerarld!- le grité, golpeando los cristales con las palmas de las manos.- ¡Jer!
Seguí golpeando los espejos mientras escuchaba cómo Jerarld me buscaba desesperadamente hasta que se me ocurrió una idea para encontrarnos. Di una patada a uno de aquellos vídrios y tomé uno de sus retales entre las manos, rasgándome el brazo para dejar escapar mi sangre de la herida. De aquél modo, Jer olería mi esencia de forma más llamativa y encontraría el camino hasta mí.
Mientras esperaba su regreso, me deslicé por uno de los cristales hasta sentarme en el suelo, viendo como aquél líquido carmín se desperdiciaba por el suelo marmóreo. Cuando de pronto alcé la vista, me di cuenta de que algo no era normal. Uno de los cristales que permanecían junto a mí me reflejaba de forma más nebulosa, como si no fuera un espejo realmente. Alcé una de mis manos hacia él y de pronto, éste cedió, empujándome hasta él al descubrir que se trataba de una entrada a otro lugar.
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Aporre aquel cristal con todas mis fuerzas, más aun cuando de pronto sentí aquel aroma embriagador y fuerte desparramándose por todas partes.
-Eyra!!!!! Se habrían soltado las vendas? Se habría roto algún espejo? Su sangre estaba siendo derramada y yo no sabía el porqué. Di una patada a aquel espejo con todas mis fuerzas por la rabia acumulada. Y los trozos cayeron mostrando una abertura.
De pronto sentí un gran pinchazo en el costado. La herida que me había vendado el ángel comenzaba a sangrar por mis movimientos bruscos. Solté un resoplido, que era lo siguiente? Que me dieran una patada en la entrepierna?
Entre en el hueco que había dejado aquel espejo. Era un pasadizo oscuro que parecía conducir hacia ninguna parte, era estrecho y no dejaba ver que tenía en el fondo.
Camine poniendo las manos en las paredes para cerciorarme de que seguía habiendo algo material entre la oscuridad de aquel pequeño y claustrofóbico túnel. Camine muchos minutos por allí en silencio.
Que me depararía el final del túnel? Definitivamente nada bueno. Desde cuando los túneles deparaban cosas buenas? Lo único que se venía a mi mente era el final del túnel cuando uno se moría. No, definitivamente no me sentía ilusionado por llegar al final del túnel.
Sin embargo este acabo transformándose en una puerta vieja llena de telarañas. A penas se podía ver nada ya que no había ninguna luz allí, lo único que tenía era la habilidad de mi raza para poder ver entre las sombras las formas de aquella puerta. La abrí sin más dilación y entre a una habitación ligeramente iluminada por algunos candelabros.
No había nadie, aquello parecía ser un viejo almacén lleno de muebles viejos, algunos tapados con sabanas. Así que camine por esa estancia llena de trastos hacia la puerta “principal”. Me gire un momento y contemple que acaba de salir de lo que también parecía ser un mueble antiguo. Una entrada camuflada…guau…con todo lo que estaba viviendo tenía para escribir una de mis novelas…
Abrí la puerta con sutiliza. El grupo de hombres que me había recibido estaba allí, asi que me apresure en juntar la puerta para que no me viesen, tenía que escuchar que se tramaban
-Vamos a llevar todo esto a la sala de las joyas…dijo indicando con su mentón una mesa llena de sacos abultados. Además aun esta el escritor ese vagabundeando por ahí. Quería los textos…Já! Va de listo si cree que los tendrá…dijo el hombre rascándose su enorme mentón.
No tiene ni idea el pobre de donde se ha venido a meter…cuando sepa que le quieren como esclavo para la dama…
-Venga ya! Lo último que me faltaba. Ser el esclavo de alguna desquiciada. Que sería lo siguiente? Que me untase el cuerpo con aceite y bailase de forma erótica sobre un piano de cola??? ….Definitivamente estaba perdiendo el poco juicio que me quedaba en mi atormentada cabeza. Contemple como los hombres se alejaban con aquellos sacos. Seguramente los llevarían a la recamara que mencionaban…tenía que seguirles, seguramente la corona estaría allí, y los escritos que yo quería también.
Salí de la habitación ocultándome entre los pilares. Poco a poco me iba acercando sin que estos notasen mis pasos debido al ruido que formaban al entrechocar los sacos y arrastrar los pies. Esos desgraciados no sabían ni caminar!
Dejaron algunos sacos fuera y entraron con otros en una habitación, yo me acerque lo más silencioso que pude para contemplar aquello. La sala estaba atiborrada de objetos dorados y plateados, cofres y más cofres llenos de monedas y joyas descansaban en todas partes.
Pero de quien diantres era aquel castillo? Me aleje de la puerta sin poder evitar chocar con una de las bolsas que uno de aquellos hombres había dejado en las afueras de la habitación.
Si…cree el ruido suficiente como para que estos lo escuchasen. Salieron rápidamente y yo comencé a correr por el iluminado salón sin saber hacia dónde me dirigía, solo pensando si Eyra estaría bien…Mi consuelo: ahora sabía donde estaba la corona…
-Eyra!!!!! Se habrían soltado las vendas? Se habría roto algún espejo? Su sangre estaba siendo derramada y yo no sabía el porqué. Di una patada a aquel espejo con todas mis fuerzas por la rabia acumulada. Y los trozos cayeron mostrando una abertura.
De pronto sentí un gran pinchazo en el costado. La herida que me había vendado el ángel comenzaba a sangrar por mis movimientos bruscos. Solté un resoplido, que era lo siguiente? Que me dieran una patada en la entrepierna?
Entre en el hueco que había dejado aquel espejo. Era un pasadizo oscuro que parecía conducir hacia ninguna parte, era estrecho y no dejaba ver que tenía en el fondo.
Camine poniendo las manos en las paredes para cerciorarme de que seguía habiendo algo material entre la oscuridad de aquel pequeño y claustrofóbico túnel. Camine muchos minutos por allí en silencio.
Que me depararía el final del túnel? Definitivamente nada bueno. Desde cuando los túneles deparaban cosas buenas? Lo único que se venía a mi mente era el final del túnel cuando uno se moría. No, definitivamente no me sentía ilusionado por llegar al final del túnel.
Sin embargo este acabo transformándose en una puerta vieja llena de telarañas. A penas se podía ver nada ya que no había ninguna luz allí, lo único que tenía era la habilidad de mi raza para poder ver entre las sombras las formas de aquella puerta. La abrí sin más dilación y entre a una habitación ligeramente iluminada por algunos candelabros.
No había nadie, aquello parecía ser un viejo almacén lleno de muebles viejos, algunos tapados con sabanas. Así que camine por esa estancia llena de trastos hacia la puerta “principal”. Me gire un momento y contemple que acaba de salir de lo que también parecía ser un mueble antiguo. Una entrada camuflada…guau…con todo lo que estaba viviendo tenía para escribir una de mis novelas…
Abrí la puerta con sutiliza. El grupo de hombres que me había recibido estaba allí, asi que me apresure en juntar la puerta para que no me viesen, tenía que escuchar que se tramaban
-Vamos a llevar todo esto a la sala de las joyas…dijo indicando con su mentón una mesa llena de sacos abultados. Además aun esta el escritor ese vagabundeando por ahí. Quería los textos…Já! Va de listo si cree que los tendrá…dijo el hombre rascándose su enorme mentón.
No tiene ni idea el pobre de donde se ha venido a meter…cuando sepa que le quieren como esclavo para la dama…
-Venga ya! Lo último que me faltaba. Ser el esclavo de alguna desquiciada. Que sería lo siguiente? Que me untase el cuerpo con aceite y bailase de forma erótica sobre un piano de cola??? ….Definitivamente estaba perdiendo el poco juicio que me quedaba en mi atormentada cabeza. Contemple como los hombres se alejaban con aquellos sacos. Seguramente los llevarían a la recamara que mencionaban…tenía que seguirles, seguramente la corona estaría allí, y los escritos que yo quería también.
Salí de la habitación ocultándome entre los pilares. Poco a poco me iba acercando sin que estos notasen mis pasos debido al ruido que formaban al entrechocar los sacos y arrastrar los pies. Esos desgraciados no sabían ni caminar!
Dejaron algunos sacos fuera y entraron con otros en una habitación, yo me acerque lo más silencioso que pude para contemplar aquello. La sala estaba atiborrada de objetos dorados y plateados, cofres y más cofres llenos de monedas y joyas descansaban en todas partes.
Pero de quien diantres era aquel castillo? Me aleje de la puerta sin poder evitar chocar con una de las bolsas que uno de aquellos hombres había dejado en las afueras de la habitación.
Si…cree el ruido suficiente como para que estos lo escuchasen. Salieron rápidamente y yo comencé a correr por el iluminado salón sin saber hacia dónde me dirigía, solo pensando si Eyra estaría bien…Mi consuelo: ahora sabía donde estaba la corona…
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Al abrir la puerta me deslumbré al momento, llevándome las manos a mi rostro creyendo que era obra del sol. Sin embargo, no sentí que mi piel ardiese, lo que significaba que no se trataba de ninguna ventana. Titubeando y algo nerviosa al no escuchar los pasos ni la voz de Jerarld, decidí adentrarme en aquél lugar y dejar de esperarle.
Mis ojos se abrieron desmesuradamente y tuve que ahogar un jadeo, realmente impresionada por la mangitud de la fortuna que allí se arremolinaba, en una sala llena de cofres, tesoros, adornos, joyas, estatuas, escudos, lanzas, ropa... era una gran sala de tesoros. Miré a mi alrededor, asegurándome de que nadie más se hallaba en aquél lugar. Cuando me volteé, vi que la puerta por la que había entrado se cerraba sigilosamente y un pequeño rastro de sangre manchaba el mármol que pisaba. ¡Maldición! Mi herida tardaba demasiado en cicatrizar y aún brotaba algo de sangre por mi brazo. Me rasgué parte de lo que quedaba de mi vestido, dejando mis muslos prácticamente al descubierto, sintiéndome como si fuese desnuda por el mundo, con un pequeño trozo de tela recubriendo mi pecho y otro poco en la cintura. Suspiré y vendé mi brazo con la ayuda de una mano y mis dientes.
De pronto, escuché unos pasos y unas voces que se acercaban. Sin detenerme en limpiar el rastro de sangre del suelo, salté hacia un alto armario de caoba y me escondí en su techo, observando desde allí quién entraba. Un par de hombres abrieron la puerta y dejaron algo en el exterior de la sala. Entonces imeginé que se trataba de mi corona, pues si me la habían robado aquella madrugada y no se encontraba en aquella sala ya, significaba que estaba en una de las bolsas o sacos que habían arrinconado allí. Me relamí y estuve a punto de saltar sobre aquellos hombres cuando éstos escucharon algo extraño y corrieron hacia el exterior. Yo les miré con el ceño fruncido, sin comprender qué ocurría... sólo hasta qu evislumbré la figura de Jerarld correr por aquella sala. Mi boca se entreabrió y yo intenté gritarle, pero aquellos hombres le perseguían y decidí esperar un mejor momento.
Entonces, Jerarld pasó por delante del armario en el que me hallaba y aproveché el momento en que ambos vampiros se corrían hacia mi compañero para lanzarme contra ellos, usando mis uñas y mis dientes contra ellos. Salté sobre los hombros de uno y mientras mi ataque le sorprendía, aproveché para hundir mis colmillos en su tráquea, desgarrándola del modo más salvaje posible, cayendo éste al suelo revolcándose de dolor sobre mi cuerpo, haciendome gritar cuando sentía las heridas de mi espalda reabrirse mínimamente. Con mis uñas terminé de desgarrar su cuello y decapitarlo, sintiendo sobre mi pecho cómo su cuerpo se descomponía y se volvía cenizas.
Mientras, el otro había estado buscando alguna arma en la que poder asestarme un golpe mortal, recurriendo a una lanza expuesta en una vitrina, rompiendo el cristal y tomando aquél utensilio mientras me apuntaba directamente, caminando sin vacilar hacia mí con el rostro compungido por la ira. Me deshice del cadáver putrefacto del vampiro y volví a ponerme en pie, alzando mis garras contra el otro vampiro.
Clávate la lanza en el pecho, clávatela ahora; le grité mentalmente, esperando que el inmortal fuese lo suficientemente joven como para poder manipularle mentalmente. De pronto, sus manos se alzaron y giraron la punta de la lanza contra él mismo, clavándosela sin dudar. Soltó un jadeo agudo y yo aproveché el momento de confusión para asestarle un golpe mortal, viendo cómo su cuerpo desaparecía tras una montaña de cenizas. Jadeante y dolorida, busqué con la mirada a Jerarld, quién sabía que no se encontraba demasiado lejos, aún podía olerle. Debíamos escapar de allí lo antes posible.
Mis ojos se abrieron desmesuradamente y tuve que ahogar un jadeo, realmente impresionada por la mangitud de la fortuna que allí se arremolinaba, en una sala llena de cofres, tesoros, adornos, joyas, estatuas, escudos, lanzas, ropa... era una gran sala de tesoros. Miré a mi alrededor, asegurándome de que nadie más se hallaba en aquél lugar. Cuando me volteé, vi que la puerta por la que había entrado se cerraba sigilosamente y un pequeño rastro de sangre manchaba el mármol que pisaba. ¡Maldición! Mi herida tardaba demasiado en cicatrizar y aún brotaba algo de sangre por mi brazo. Me rasgué parte de lo que quedaba de mi vestido, dejando mis muslos prácticamente al descubierto, sintiéndome como si fuese desnuda por el mundo, con un pequeño trozo de tela recubriendo mi pecho y otro poco en la cintura. Suspiré y vendé mi brazo con la ayuda de una mano y mis dientes.
De pronto, escuché unos pasos y unas voces que se acercaban. Sin detenerme en limpiar el rastro de sangre del suelo, salté hacia un alto armario de caoba y me escondí en su techo, observando desde allí quién entraba. Un par de hombres abrieron la puerta y dejaron algo en el exterior de la sala. Entonces imeginé que se trataba de mi corona, pues si me la habían robado aquella madrugada y no se encontraba en aquella sala ya, significaba que estaba en una de las bolsas o sacos que habían arrinconado allí. Me relamí y estuve a punto de saltar sobre aquellos hombres cuando éstos escucharon algo extraño y corrieron hacia el exterior. Yo les miré con el ceño fruncido, sin comprender qué ocurría... sólo hasta qu evislumbré la figura de Jerarld correr por aquella sala. Mi boca se entreabrió y yo intenté gritarle, pero aquellos hombres le perseguían y decidí esperar un mejor momento.
Entonces, Jerarld pasó por delante del armario en el que me hallaba y aproveché el momento en que ambos vampiros se corrían hacia mi compañero para lanzarme contra ellos, usando mis uñas y mis dientes contra ellos. Salté sobre los hombros de uno y mientras mi ataque le sorprendía, aproveché para hundir mis colmillos en su tráquea, desgarrándola del modo más salvaje posible, cayendo éste al suelo revolcándose de dolor sobre mi cuerpo, haciendome gritar cuando sentía las heridas de mi espalda reabrirse mínimamente. Con mis uñas terminé de desgarrar su cuello y decapitarlo, sintiendo sobre mi pecho cómo su cuerpo se descomponía y se volvía cenizas.
Mientras, el otro había estado buscando alguna arma en la que poder asestarme un golpe mortal, recurriendo a una lanza expuesta en una vitrina, rompiendo el cristal y tomando aquél utensilio mientras me apuntaba directamente, caminando sin vacilar hacia mí con el rostro compungido por la ira. Me deshice del cadáver putrefacto del vampiro y volví a ponerme en pie, alzando mis garras contra el otro vampiro.
Clávate la lanza en el pecho, clávatela ahora; le grité mentalmente, esperando que el inmortal fuese lo suficientemente joven como para poder manipularle mentalmente. De pronto, sus manos se alzaron y giraron la punta de la lanza contra él mismo, clavándosela sin dudar. Soltó un jadeo agudo y yo aproveché el momento de confusión para asestarle un golpe mortal, viendo cómo su cuerpo desaparecía tras una montaña de cenizas. Jadeante y dolorida, busqué con la mirada a Jerarld, quién sabía que no se encontraba demasiado lejos, aún podía olerle. Debíamos escapar de allí lo antes posible.
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Corrí ágil por aquellos pasadizos mientras aquellos desalmados me perseguían. Cuantas veces me había visto metido en la misma situación?
Definitivamente mas veces de las que podía contar, siempre terminaba corriendo con alguna muchedumbre enfurecida detrás…Aunque normalmente me lo merecía en esta ocasión por fin sentía que no era mi culpa.
En este caso era yo la victima…me estaría haciendo viejo?...como era posible que pensase semejantes sandeces mientras me perseguían? El abismo de la locura se presentaba constantemente en mi mente, incluso en estas situaciones.
De pronto note como dos de aquellos que iban detrás desaparecían. Algo les freno, pero aun quedaban dos más…Que habría pasado? El aroma de Eyra estaba en el lugar, ahora lo sentía lejano pero sabía que estaba allí…
Seguí corriendo hasta llegar a una puerta. La abrí de una patada al llegar a ella y me metí dentro, cerré rápidamente y entonces aquellos hombres también usando su velocidad sobrenatural llegaron y entraron furiosos tropezando con los objetos amontonados que allí habían. Era una sala de armas, aunque la mayoría parecían viejas y oxidadas, sin embargo habían muchísimas, todas apiladas y desordenadas en cualquier parte.
Aquellos hombres miraron en todos lados, quitaron las sabanas, abrieron las cajas que contenían armas, incluso comenzaron a mirar algunos cofres, pero todo estaba vacío, me habían perdido la pista.
Caminaron por toda la estancia sin entender donde me había metido. Se miraron con sus rostros bastos y brutos y salieron por aquella misma puerta, pensando quizás que yo me había ido por el pasillo aprovechando que ellos tropezaban. Los muy ingenuos nunca miraban el techo.
Era cierto que no había muchos de mi raza que levitasen, pero aun así era algo que deberían de tener en cuenta.
Les observe mientras me sostenía cabeza abajo. Yo estaba de cuclillas en el techo, ellos solo tenían que haber mirado hacia arriba y me habrían visto, pero no lo habían hecho porque simplemente eran idiotas.
Me quede cabeza abajo en silencio, escuchando como estos salían y sus pasos hacían que el ruido se alejase con ellos. Se iban al fin.
Me apoye un poco en la pared para dejarme caer suavemente de pie en aquella estancia, procurando no hacer mucho ruido.
Contemple un momento la sala…quite unas sabanas y contemple una enorme guadaña. Parecía de aquellas que cerraban la hierba o las cosechas. La tome con una mano y camine hacia la puerta, mire fuera con sutileza, sujetando aquella arma vieja, dispuesto a cerrar cabezas si la ocasión lo requería.
No parecía que hubiese nadie en los pasillos, no había ruido, y parecía que el olor de aquellos disminuía también, así que salí y corrí hacia la sala de las joyas. Que había pasado allí? Algo había detenido a algunos de los hombres que me iban a atacar.
Me adentre en la estancia. Momento en que alguien se lanzo sobre mí para atacarme.
La guadaña voló y ambos caímos entre las joyas, rodando uno encima del otro por la violencia de los movimientos, por un momento aturdidos con tantos aromas mezclándose.
Rodamos mientras forcejeábamos con rapidez mientras las monedas y las joyas saltaban por todas partes creando gran alboroto. Sentí que las vendas se soltaban y que volvía a sangrar, y aquel que estaba atacándome también comenzaba a tener algunas manchas rojizas sobre sus vendas…
Sin embargo entre el forcejeo ambos paramos de inmediato al sentir los respectivos aromas de aquel que nos atacaba.
El ángel sintió mi aroma y paró enseguida. Quedando sobre mí.
-Eyra! Soy yo! soy yo….Oh estas bien!!! Dije con alivio al verle. le apreté contra mi en el suelo mientras ella se apresuraba en devolverme también el abrazo.
Cuando estábamos en una situación así, a veces hasta los sentidos nos hacían malas pasadas.
Habíamos estado a punto de matarnos…
Tome su rostro entre mis manos y gire una vez más para situarme sobre ella para poder besarle apasionadamente fundiéndome con sus labios. Simplemente no pude ni quise contenerme al verla. Pero me separe rápido contemplando sus ojos. Más que nada por lo que acababa de recordar.
-La corona. Los escritos. Busquémoslos y salgamos de aquí! Eyra me miro también asombrada, asintiendo. La adrenalina fluía por nuestras venas haciéndonos tener los sentidos al máximo. No aguantaríamos mucho tiempo en ese estado de deterioro sin alimentarnos debidamente. Y más encima era de día…
Era cierto, teníamos que darnos prisa, quizás nos habían oído. Nos levantamos y miramos la gran sala, era realmente enorme y todo estaba llenos de cofres, jarras, copas, y grandes muebles con mas tesoros en su interior….Ambos nos miramos respirando agitados.
Donde estarían los nuestros? …
Definitivamente mas veces de las que podía contar, siempre terminaba corriendo con alguna muchedumbre enfurecida detrás…Aunque normalmente me lo merecía en esta ocasión por fin sentía que no era mi culpa.
En este caso era yo la victima…me estaría haciendo viejo?...como era posible que pensase semejantes sandeces mientras me perseguían? El abismo de la locura se presentaba constantemente en mi mente, incluso en estas situaciones.
De pronto note como dos de aquellos que iban detrás desaparecían. Algo les freno, pero aun quedaban dos más…Que habría pasado? El aroma de Eyra estaba en el lugar, ahora lo sentía lejano pero sabía que estaba allí…
Seguí corriendo hasta llegar a una puerta. La abrí de una patada al llegar a ella y me metí dentro, cerré rápidamente y entonces aquellos hombres también usando su velocidad sobrenatural llegaron y entraron furiosos tropezando con los objetos amontonados que allí habían. Era una sala de armas, aunque la mayoría parecían viejas y oxidadas, sin embargo habían muchísimas, todas apiladas y desordenadas en cualquier parte.
Aquellos hombres miraron en todos lados, quitaron las sabanas, abrieron las cajas que contenían armas, incluso comenzaron a mirar algunos cofres, pero todo estaba vacío, me habían perdido la pista.
Caminaron por toda la estancia sin entender donde me había metido. Se miraron con sus rostros bastos y brutos y salieron por aquella misma puerta, pensando quizás que yo me había ido por el pasillo aprovechando que ellos tropezaban. Los muy ingenuos nunca miraban el techo.
Era cierto que no había muchos de mi raza que levitasen, pero aun así era algo que deberían de tener en cuenta.
Les observe mientras me sostenía cabeza abajo. Yo estaba de cuclillas en el techo, ellos solo tenían que haber mirado hacia arriba y me habrían visto, pero no lo habían hecho porque simplemente eran idiotas.
Me quede cabeza abajo en silencio, escuchando como estos salían y sus pasos hacían que el ruido se alejase con ellos. Se iban al fin.
Me apoye un poco en la pared para dejarme caer suavemente de pie en aquella estancia, procurando no hacer mucho ruido.
Contemple un momento la sala…quite unas sabanas y contemple una enorme guadaña. Parecía de aquellas que cerraban la hierba o las cosechas. La tome con una mano y camine hacia la puerta, mire fuera con sutileza, sujetando aquella arma vieja, dispuesto a cerrar cabezas si la ocasión lo requería.
No parecía que hubiese nadie en los pasillos, no había ruido, y parecía que el olor de aquellos disminuía también, así que salí y corrí hacia la sala de las joyas. Que había pasado allí? Algo había detenido a algunos de los hombres que me iban a atacar.
Me adentre en la estancia. Momento en que alguien se lanzo sobre mí para atacarme.
La guadaña voló y ambos caímos entre las joyas, rodando uno encima del otro por la violencia de los movimientos, por un momento aturdidos con tantos aromas mezclándose.
Rodamos mientras forcejeábamos con rapidez mientras las monedas y las joyas saltaban por todas partes creando gran alboroto. Sentí que las vendas se soltaban y que volvía a sangrar, y aquel que estaba atacándome también comenzaba a tener algunas manchas rojizas sobre sus vendas…
Sin embargo entre el forcejeo ambos paramos de inmediato al sentir los respectivos aromas de aquel que nos atacaba.
El ángel sintió mi aroma y paró enseguida. Quedando sobre mí.
-Eyra! Soy yo! soy yo….Oh estas bien!!! Dije con alivio al verle. le apreté contra mi en el suelo mientras ella se apresuraba en devolverme también el abrazo.
Cuando estábamos en una situación así, a veces hasta los sentidos nos hacían malas pasadas.
Habíamos estado a punto de matarnos…
Tome su rostro entre mis manos y gire una vez más para situarme sobre ella para poder besarle apasionadamente fundiéndome con sus labios. Simplemente no pude ni quise contenerme al verla. Pero me separe rápido contemplando sus ojos. Más que nada por lo que acababa de recordar.
-La corona. Los escritos. Busquémoslos y salgamos de aquí! Eyra me miro también asombrada, asintiendo. La adrenalina fluía por nuestras venas haciéndonos tener los sentidos al máximo. No aguantaríamos mucho tiempo en ese estado de deterioro sin alimentarnos debidamente. Y más encima era de día…
Era cierto, teníamos que darnos prisa, quizás nos habían oído. Nos levantamos y miramos la gran sala, era realmente enorme y todo estaba llenos de cofres, jarras, copas, y grandes muebles con mas tesoros en su interior….Ambos nos miramos respirando agitados.
Donde estarían los nuestros? …
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Cuando una puerta se abrió y salió un tipo con una guadaña mi primer instinto fué atacarle y arrancarle la cabeza la cuajo, y eso fue exactament elo que hice... excepto lo de decapitarle. Me avalancé sobre su cuerpo y ambos caímos al suelo, dando vueltas sobre nosotros mismos, haciendo un gran estruendo hasta que él me detuvo en seco. Su voz resonó en mis oídos y la ira se calmó de repente, escondiendo mis colmillos tras mis labios y mirando a Jerarld con la cabea ladeada, confundida. ¿Cómo pude equivocarme de presa? Antes de que pudiese hacer o decir nada, él me besó apasionadamente y yo me limité a dejarme llevar por aquella sensación, bloqueando mis pensamientos sobre otros asuntos que desde luego reclamaban más urgencia que aquello. Jerarld se separó de mí y yo gruñí levemente, aunque sus palabras me devolvieron la cordura perdida en su boca.
De un brinco me puse en pie y miré a Jerarld para indicarle que debíamos buscar la corona y los escritos. Sin embargo... sus ojos danzaron por mi tronco superior, haciéndome bajar la vista y percatarme de que con tanto movimiento, las vendas se habían soltado y mis pechos relucían en su desnudo esplendor. Me cubrí los senos mientras daba la espalda al vampiro, sonrojada y deseando que la tierra me tragara. Tras unos segundos de incómodo silencio, me apresuré a cubrirme con una tela metálica extraída a una armadura que se encontraba junto a mí. Así, me volteé para mirar a mi acompañante y con una tímida sonrisa y sin más palabras, corrí hacia la puerta en la que sabía que se encontrarían los dos sacos que aquellos hombres acarreaban hacia aquella habitación. Me acuclillé frente a ellos, con los sentidos alerta por si venía alguien, y tras mucha búsqueda entre joyas, cofres, adornos y demás utensilios, hallé mi preciada corona. Con una sonrisa radiante de oreja a oreja, me la puse cuidadosamente sobre mi cabeza, sintiéndome como si fuese realmente una reina vikinga. Aquello me distrajo y no me di cuenta que otro vampiro se acercaba a mí. Le miré con odio y usé de nuevo mi control mental para que se expusiera a la luz del sol tras correr unas cortinas de una puerta que se hallaba no muy lejos de mí. Tras dejarle en cenizas, tomé la mano de Jerarld y el otro saco, lleno de documentos y libros. Corrimos por el pasillo hasta sentirnos a salvo en una cámara oscura, llena de trastos antiguos, polvo y telarañas. Nos escondimos tas un enorme armario de anticuario y al lado de una ventana cubierta de madera, evitando que la luz del día penetrara en aquél habitáculo. Miré a Jerarld sonriendo y le acerqué el saco lleno de papeles, a la espera de que él mostrara los documentos que había venido a buscar.
Pero entonces, la puerta de aquella sala se abrió y de nuevo los colmillos afloraron entre mis labios mientras mi garganta omitía un gruñido de puro odio.
De un brinco me puse en pie y miré a Jerarld para indicarle que debíamos buscar la corona y los escritos. Sin embargo... sus ojos danzaron por mi tronco superior, haciéndome bajar la vista y percatarme de que con tanto movimiento, las vendas se habían soltado y mis pechos relucían en su desnudo esplendor. Me cubrí los senos mientras daba la espalda al vampiro, sonrojada y deseando que la tierra me tragara. Tras unos segundos de incómodo silencio, me apresuré a cubrirme con una tela metálica extraída a una armadura que se encontraba junto a mí. Así, me volteé para mirar a mi acompañante y con una tímida sonrisa y sin más palabras, corrí hacia la puerta en la que sabía que se encontrarían los dos sacos que aquellos hombres acarreaban hacia aquella habitación. Me acuclillé frente a ellos, con los sentidos alerta por si venía alguien, y tras mucha búsqueda entre joyas, cofres, adornos y demás utensilios, hallé mi preciada corona. Con una sonrisa radiante de oreja a oreja, me la puse cuidadosamente sobre mi cabeza, sintiéndome como si fuese realmente una reina vikinga. Aquello me distrajo y no me di cuenta que otro vampiro se acercaba a mí. Le miré con odio y usé de nuevo mi control mental para que se expusiera a la luz del sol tras correr unas cortinas de una puerta que se hallaba no muy lejos de mí. Tras dejarle en cenizas, tomé la mano de Jerarld y el otro saco, lleno de documentos y libros. Corrimos por el pasillo hasta sentirnos a salvo en una cámara oscura, llena de trastos antiguos, polvo y telarañas. Nos escondimos tas un enorme armario de anticuario y al lado de una ventana cubierta de madera, evitando que la luz del día penetrara en aquél habitáculo. Miré a Jerarld sonriendo y le acerqué el saco lleno de papeles, a la espera de que él mostrara los documentos que había venido a buscar.
Pero entonces, la puerta de aquella sala se abrió y de nuevo los colmillos afloraron entre mis labios mientras mi garganta omitía un gruñido de puro odio.
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Escondidos en el rincón de un armario nos apretujamos el uno al lado del otro para evitar que nos viesen.
Eyra me paso el enorme saco, y yo lo contemple emocionado, sonriendo como si fuera un niño pequeño en el día de navidad.
Lo abrí y comencé a inspeccionar los viejísimos pergaminos…
Los fui pasando con cuidado, admirando los dibujos, escritos, los tachones y manchas de tinta…aquellos eran los textos que yo buscaba! Y no solo eran los de Da Vinci…habían muchos más! Claro que estaban todos mesclados.
-Oh dios mío…Oh dios mío!!! Dije sin poder evitarlo en voz alta, mirando a Eyra,
Sabes lo que es esto?? Son..son textos originales! Ni siquiera podía explicarle con coherencia lo que de verdad eran, muchos de ellos estaban en latín y en otras lenguas, y seguramente habrían allí en aquel saco mas escritos de autores históricos, para mí como escritor y como coleccionista era simplemente un momento de éxtasis.
Éxtasis que duro realmente poco, ya que escuchamos un ruido que parecía realmente cercano. Deje con cuidado los viejos pergaminos en aquel saco.
Nos acomodamos el uno cerca de otro con el ángel para poder ver quién era el que entraba, el frio peto de metal que Eyra llevaba consigo choco contra mi pecho, no pude evitar mirarlo. Y Eyra me observo también.
-No he visto nada si tú no quieres. Le dije mentalmente mordiéndome los labios para no reír.
No había podido evitar fijarme en sus curvas momentos antes, pero había sido por accidente. Incluso mis vendajes habían volado con aquel forcejeo.
Lo que menos deseaba es que ella se sintiese incomoda conmigo, después de lo que estábamos pasando, ya era de locos.
-Cuando salgamos de esta me cruzas la cara, vale ángel mío? Comente para intentar suavizar la situación. Ella sonrió y ambos pusimos atención en el ruido que se aproximaba.
Uno de los vampiros entro, miro hacia todos lados, paseando con calma. Ambos aguantamos la respiración intentando no hacer ni un solo ruido. Pero este se movió ágil entre los muebles y nos vio.
-Estan Aquiiiiii!!!!Grito rápidamente.
Ambos nos abalanzamos sobre el vampiro y mordiendo su cuello desgarramos su piel con rapidez. Su cabeza rodo en pocos segundos, mientras su cuerpo caía inerte delante nuestro.
Definitivamente éramos un buen equipo, estábamos coordinados.
Sin embargo nuestro momento de gloria duro poco, ya que diversos ruidos sonaron a la distancia, esta vez eran más, se les escuchaba acercarse.
Cerre rápidamente la puerta de aquella habitación, nos miramos nerviosos, contemplando todos los rincones, no teníamos salida.
Nuestros ojos se fijaron de repente en la ventana…pero era de día, nos miramos pensando lo mismo y nos acercamos hacia ella, movimos las cortinas y las maderas que tapaban las entradas de luz.
Poco a poco contemplamos tapándonos los ojos que aun era de dia pero comenzaba al fin a oscurecer. El atardecer estaba acabando, si nos escondíamos entre los arboles del frondoso bosque que rodeaba aquel castillo nos podríamos resguardar hasta que se hiciese de noche.
Intente mover el cristal pero parecía atascado, quizás no se había abierto nunca.
Mire hacia abajo. Cuantos metros? Cinco…diez…quince metros de altura quizás?
-Tenemos que saltar…pero cómo? La ventana no sede, dije mientras forcejeaba con ella intentando moverla sin éxito.
Nos alejamos de la ventana preocupados, el ruido cada vez se acercaba más.
No podíamos irnos por los pasillos y aquella habitación no tenía más que una puerta de entrada.
Todo indicaba que estabamos atrapados, pues los hombres llegaron a la habitación y echando la puerta abajo se abalanzaron salvajes en el interior y se toparon de bruces con el cuerpo de su compañero, que al poco de entrar ellos comenzó a convertirse en cenizas…
Observaron el cadáver furiosos y coléricos y luego se concentraron en nosotros. con las miradas inyectadas en sangre,hicieron señales a los demas para que el resto nos atacase.
Eran al menos diez a simple vista, no podíamos hacerle frente a tantísimos en nuestras condiciones.
Nos miramos con Eyra atónitos, no teníamos salida más que aquella que había delante, a ninguno de los dos nos hacia ni una pizca de ilusión, pero no teníamos otra opción.
Lo que ocurrió paso realmente rápido. En apenas fracciones de segundos.
Ambos comenzamos a correr hacia las ventanas y poniendo los brazos delante nuestro para no dañarnos en exceso atravesamos los cristales de aquella ventana mientras millares de cristales salían despedidos en todas direcciones, y nuestros cuerpos se precipitaban hacia el vacio…
La gravedad nos iba a recibir de buen gusto de eso estaba seguro.
Eyra me paso el enorme saco, y yo lo contemple emocionado, sonriendo como si fuera un niño pequeño en el día de navidad.
Lo abrí y comencé a inspeccionar los viejísimos pergaminos…
Los fui pasando con cuidado, admirando los dibujos, escritos, los tachones y manchas de tinta…aquellos eran los textos que yo buscaba! Y no solo eran los de Da Vinci…habían muchos más! Claro que estaban todos mesclados.
-Oh dios mío…Oh dios mío!!! Dije sin poder evitarlo en voz alta, mirando a Eyra,
Sabes lo que es esto?? Son..son textos originales! Ni siquiera podía explicarle con coherencia lo que de verdad eran, muchos de ellos estaban en latín y en otras lenguas, y seguramente habrían allí en aquel saco mas escritos de autores históricos, para mí como escritor y como coleccionista era simplemente un momento de éxtasis.
Éxtasis que duro realmente poco, ya que escuchamos un ruido que parecía realmente cercano. Deje con cuidado los viejos pergaminos en aquel saco.
Nos acomodamos el uno cerca de otro con el ángel para poder ver quién era el que entraba, el frio peto de metal que Eyra llevaba consigo choco contra mi pecho, no pude evitar mirarlo. Y Eyra me observo también.
-No he visto nada si tú no quieres. Le dije mentalmente mordiéndome los labios para no reír.
No había podido evitar fijarme en sus curvas momentos antes, pero había sido por accidente. Incluso mis vendajes habían volado con aquel forcejeo.
Lo que menos deseaba es que ella se sintiese incomoda conmigo, después de lo que estábamos pasando, ya era de locos.
-Cuando salgamos de esta me cruzas la cara, vale ángel mío? Comente para intentar suavizar la situación. Ella sonrió y ambos pusimos atención en el ruido que se aproximaba.
Uno de los vampiros entro, miro hacia todos lados, paseando con calma. Ambos aguantamos la respiración intentando no hacer ni un solo ruido. Pero este se movió ágil entre los muebles y nos vio.
-Estan Aquiiiiii!!!!Grito rápidamente.
Ambos nos abalanzamos sobre el vampiro y mordiendo su cuello desgarramos su piel con rapidez. Su cabeza rodo en pocos segundos, mientras su cuerpo caía inerte delante nuestro.
Definitivamente éramos un buen equipo, estábamos coordinados.
Sin embargo nuestro momento de gloria duro poco, ya que diversos ruidos sonaron a la distancia, esta vez eran más, se les escuchaba acercarse.
Cerre rápidamente la puerta de aquella habitación, nos miramos nerviosos, contemplando todos los rincones, no teníamos salida.
Nuestros ojos se fijaron de repente en la ventana…pero era de día, nos miramos pensando lo mismo y nos acercamos hacia ella, movimos las cortinas y las maderas que tapaban las entradas de luz.
Poco a poco contemplamos tapándonos los ojos que aun era de dia pero comenzaba al fin a oscurecer. El atardecer estaba acabando, si nos escondíamos entre los arboles del frondoso bosque que rodeaba aquel castillo nos podríamos resguardar hasta que se hiciese de noche.
Intente mover el cristal pero parecía atascado, quizás no se había abierto nunca.
Mire hacia abajo. Cuantos metros? Cinco…diez…quince metros de altura quizás?
-Tenemos que saltar…pero cómo? La ventana no sede, dije mientras forcejeaba con ella intentando moverla sin éxito.
Nos alejamos de la ventana preocupados, el ruido cada vez se acercaba más.
No podíamos irnos por los pasillos y aquella habitación no tenía más que una puerta de entrada.
Todo indicaba que estabamos atrapados, pues los hombres llegaron a la habitación y echando la puerta abajo se abalanzaron salvajes en el interior y se toparon de bruces con el cuerpo de su compañero, que al poco de entrar ellos comenzó a convertirse en cenizas…
Observaron el cadáver furiosos y coléricos y luego se concentraron en nosotros. con las miradas inyectadas en sangre,hicieron señales a los demas para que el resto nos atacase.
Eran al menos diez a simple vista, no podíamos hacerle frente a tantísimos en nuestras condiciones.
Nos miramos con Eyra atónitos, no teníamos salida más que aquella que había delante, a ninguno de los dos nos hacia ni una pizca de ilusión, pero no teníamos otra opción.
Lo que ocurrió paso realmente rápido. En apenas fracciones de segundos.
Ambos comenzamos a correr hacia las ventanas y poniendo los brazos delante nuestro para no dañarnos en exceso atravesamos los cristales de aquella ventana mientras millares de cristales salían despedidos en todas direcciones, y nuestros cuerpos se precipitaban hacia el vacio…
La gravedad nos iba a recibir de buen gusto de eso estaba seguro.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Tras cruzar una barrera de duro cristal y sintiendo los diminutos retales de vídrio clavándse en mis brazos y en mis muslos desnudos... Jerarld y yo caímos en un enorme lago que visto lo visto, rodeaba la mansión en la que nos encontrábamos. Al zabullirnos, la caída fue de menos consideración como si nos esperara casi una nube bajo los pies, aunque cruzar la superfície del agua también nos había dolido, por lo menos a mí, puesto que la malla que llevaba como peto se removió y me ocasionó más daños a mi espalda pese a estarle agradecida por protegerme contra los cristales.
Busqué a Jerarld con la mirada y cuando le localicé alcé vista hacia los hombres que nos perseguían, emitendo refunfuños de mal gusto contra nuestras personas. Tras hacerles un gesto burlesco y una carcajada, tomé la mano de mi compañero y volvimos a zambullirnos hasta casi rozar las profundidades de aquél lago. No podíamos nadar por la superfície dado que los vampiros nos verían y la tenue luz del sol todavía podía debilitarnos. Bajo el agua nos sentimos más protegidos y dado que no nos era imprescindible respirar, podríamos aguantar hasta el final.
Al cabo de varios minutos una reja de hierro se extendió ante nosotros, barrándonos el paso. Aquello era la línea divisoria que separaba el terreno de aquellos vampiros y la libertad. Sonreí feliz y nadé removiendo algunos barrotes, buscando alguno que hubiera estado aflojado o medio suelto. Hallé uno lo suficientemente débil para poder arrancarlo sin demasiado esfuerzo, creando una pequeña apertura en la Jerarld y yo cabíamos perfectamente para atravesarlo. Miré al inmortal con fijeza y le hice un gesto hacia su ropa.
- Tenemos que desprendernos de ésto, Jerarld. Los vampiros seguirán nuestro olor, tanto de sudor como de sangre.- le aseguré, hablándole telepáticamente sabiendo que podía escucharme.- El lago puede disminuir nuestra esencia pero tenemos que quitarnos ésta ropa y limpiarnos la sangre para que no sigan nuestro rastro.
Y para dar ejemplo de mis palabras, antes de cruzar la reja decidí librarme de la malla y del escaso vestido que aún se mantenía en pie, siempre dándole la espalda a Jerarld. Dejé la ropa lo más lejos que pude de aquella aopertura creada por mí cuidando de no perder la corona y miré de reojo a Jer, esperando ver algún movimiento. Entonces volví a nadar ésta vez para cruzar aquella reja, dejando atrás al vampiro suponiendo que él se encargaría de cerrar de nuevo el agujero. Y seguía nadando, quizás durante horas. Lo único que sé es que cuando ambos llegamos a la orilla dónde finalizaba aquél extensísimo lago, ya era de noche y el castillo no se divisaba en el horizonte. Habíamos ganado. Éramos libres. La felicidad era máxima y no pude evitar abrazar a Jerarld, olvidando un pequeño detalle de aquél momento...
Busqué a Jerarld con la mirada y cuando le localicé alcé vista hacia los hombres que nos perseguían, emitendo refunfuños de mal gusto contra nuestras personas. Tras hacerles un gesto burlesco y una carcajada, tomé la mano de mi compañero y volvimos a zambullirnos hasta casi rozar las profundidades de aquél lago. No podíamos nadar por la superfície dado que los vampiros nos verían y la tenue luz del sol todavía podía debilitarnos. Bajo el agua nos sentimos más protegidos y dado que no nos era imprescindible respirar, podríamos aguantar hasta el final.
Al cabo de varios minutos una reja de hierro se extendió ante nosotros, barrándonos el paso. Aquello era la línea divisoria que separaba el terreno de aquellos vampiros y la libertad. Sonreí feliz y nadé removiendo algunos barrotes, buscando alguno que hubiera estado aflojado o medio suelto. Hallé uno lo suficientemente débil para poder arrancarlo sin demasiado esfuerzo, creando una pequeña apertura en la Jerarld y yo cabíamos perfectamente para atravesarlo. Miré al inmortal con fijeza y le hice un gesto hacia su ropa.
- Tenemos que desprendernos de ésto, Jerarld. Los vampiros seguirán nuestro olor, tanto de sudor como de sangre.- le aseguré, hablándole telepáticamente sabiendo que podía escucharme.- El lago puede disminuir nuestra esencia pero tenemos que quitarnos ésta ropa y limpiarnos la sangre para que no sigan nuestro rastro.
Y para dar ejemplo de mis palabras, antes de cruzar la reja decidí librarme de la malla y del escaso vestido que aún se mantenía en pie, siempre dándole la espalda a Jerarld. Dejé la ropa lo más lejos que pude de aquella aopertura creada por mí cuidando de no perder la corona y miré de reojo a Jer, esperando ver algún movimiento. Entonces volví a nadar ésta vez para cruzar aquella reja, dejando atrás al vampiro suponiendo que él se encargaría de cerrar de nuevo el agujero. Y seguía nadando, quizás durante horas. Lo único que sé es que cuando ambos llegamos a la orilla dónde finalizaba aquél extensísimo lago, ya era de noche y el castillo no se divisaba en el horizonte. Habíamos ganado. Éramos libres. La felicidad era máxima y no pude evitar abrazar a Jerarld, olvidando un pequeño detalle de aquél momento...
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: Secuestrada en Noruega [Jerarld]
Llegamos a aquella reja y el ángel se apresuro en moverla y en comunicarse conmigo.
El agua espesa no permitía que lograse verla precisamente bien, pero tampoco hacía falta. Nuestras mentes sí que estaban claras y en aquel momento conectadas.
Quitarnos la ropa? Sus palabras tenían sentido, si dejábamos las ropas atrás no podrían seguir el rastro, pero aun así no creí que fuese a hacerlo, sin embargo comenzó a deshacerse de la pesada placa metálica que cubría su pecho, esta se deslizo cayendo pesadamente hasta llegar al fondo, entendí entonces que hablaba en serio, había que dejar la ropa atrás.
Sabia que ella se sentiría incomoda al hacer aquello, mucho más delante de mí, así que me apresure a hacer lo mismo procurando no mirarla, antes que nada tenía que ser un caballero…aunque a estas alturas; hambriento, herido, cansado, y ahora sin ropa ya no llegaba ni a vagabundo.
Las botas fue lo que más tiempo me llevo desatar. el resto de ropa salió fácilmente, aunque no pude evitar quejarme al sacarme el resto de vendaje que aun llevaba conmigo. Tanto estirón, carrera, saltos…Aquello se regeneraba pero aun así picaba bastante.
Las ropas quedaron ocultas en el fondo entre las plantas acuáticas, sería muy difícil para ellos encontrar aquel olor. Sonreí, aquellos desgraciados eran más de veinte y no habían podido contra dos…definitivamente no sabían contra quienes querían jugar.
Nade y entre en aquel espacio que Eyra dejo libre, me apresure en cerrarlo, aun con el saco de los textos en una mano. Sabía que el papel estaría mojado, pero aun así no quise soltarlo, de forma quizás infantil aun albergaba la esperanza de que la tinta no se hubiese movido…La gente decía que la esperanza es lo último que se pierde, así que me aferre a aquel pensamiento absurdo, después de todo no tenia nada mas a lo que aferrarme.
El tiempo comenzó a pasar mientras ambos nadábamos silenciosos entre las oscuras y profundas aguas. Eyra nadaba mucho mas adelante de mí y su figura blanca se vislumbraba casi como si fuera la de una sirena perdida entre aquel sucio lugar, incluso en una situación asi ella resplandecía del resto…
Aquel lago que parecía no querer acabar al fin nos dejo vislumbrar una orilla. Nos apresuramos y ambos salimos caminando pesadamente, deje el saco a un lado y mire a mi alrededor.
Por fin era de noche! Por fin habíamos podido salir de allí…Al fin éramos libres!! El ángel me abrazo y yo no dude en corresponderle tomándole por la cintura para elevarle en el aire, demasiado alegre por aquello, mientras ambos reíamos, las primeras risas después de todo aquello, nuestras vidas habían estado a un punto límite y nosotros habíamos sobrevivido!
Una vez mas lo habíamos logrado!
Rei con ella aun apretándola contra mis brazos, y en aquel instante recordé que ninguno de los dos estaba precisamente como quien dice vestidos. Eyra se percato de esto y también se quedo petrificada un momento. Si nos separábamos nos veríamos, y ya era una constante tentación estar delante suyo intentando no comérmela a besos como para mas encima tenerle ahora frente a mi abrazándome de esta forma…
-voy a mirar los textos…si…los textos…me girare y no hare nada más que mirar los textos…después de eso podrás cruzarme la cara…vale? Dije riéndome. Eyra comenzó a reír también y yo aproveche para girarme y agacharme.
Había venido por aquellos pergaminos tan ilusionado, había hecho un viaje larguísimo solo para poder encontrarlos y llevármelos, pero dentro del saco no había mas que una pasta de algo indescifrable, todo se había mojado y la tinta no era ahora más que un mancha borrosa. No había podido rescatar aquellos pergaminos. Pero al menos la corona del ángel estaba a salvo, con eso me bastaba, Ella se arrodillo detrás de mí y situó su mano en mi espalda. No tenía que decir nada para saber que ella lo sentía…
Después de todo, aquello era lo único que importaba ahora mismo, estábamos juntos y estábamos a salvo. Todo lo demás era al fin y al cabo algo que se podía encontrar o sustituir.
Me gire hacia ella contemplando sus ojos en silencio.
Ahora lo entendía, ella era lo único que me bastaba, no necesitaba papeles ni nada más. Acaricie su mejilla perdiéndome el profundo pozo de sus ojos. No había nada más que aquellos ojos en aquel instante, tan dulces tan sabios, tan profundos…y no había en ellos ni vergüenza, ni miedo, de alguna forma era como si ya no pudiese haber tensiones o miedos entre nosotros. La vida nos habia separado y vuelto a reunir para demostrarnos que lo demás ya no importaba en absoluto.
-Jamás pensé que podría llegar a quererte tanto…dije cerrando los ojos, me atormentaba tenerle delante de mi y saber que ella nunca podría ser mía…
Sentí como si otra daga volviese a clavarse otra vez dentro de mí, pero esta vez en mi corazón.
Porque siempre me estaba prohibido lo que mas anhelaba?
Acerque mi rostro hacia el suyo y me quede unos instantes rozando su nariz, aspirando su aroma. Deje que aquello me embriagase, saboreando cada instante de tensión entre nosotros.
Quizás ella nunca pudiese ser mía, pero al menos en este instante ambos éramos propiedad del otro total y enteramente.
Me acerque pausadamente hacia aquellos ojos que me dominaban y me deje llevar por aquellos carnosos labios, fundiéndome con ellos sintiendo su sabor dulce y su tacto suave sobre mi piel mientras sus brazos subían por mi pecho y se enredaban en mi cuello lentamente.
Comencé a envolverle con mis brazos procurando no tocar en exceso su espalda, aun podía sentir sus estremecimientos de dolor por aquellos latigazos...
La aprete contra mi y note como aun seguia perdiendo el aliento cada vez que le tenía cerca, despues de todo tenerle a mi lado y poder sentir su abrazo era todo lo que necesitaba. Incluso si ya no tenia aliento, ella estaba alli y me daba el suyo... Acaricie su cuello con mis besos y dejamos que el deseo nos envolviese como si algo nos hiciese hacer entender, que esta iba a ser nuestra última noche juntos...
El agua espesa no permitía que lograse verla precisamente bien, pero tampoco hacía falta. Nuestras mentes sí que estaban claras y en aquel momento conectadas.
Quitarnos la ropa? Sus palabras tenían sentido, si dejábamos las ropas atrás no podrían seguir el rastro, pero aun así no creí que fuese a hacerlo, sin embargo comenzó a deshacerse de la pesada placa metálica que cubría su pecho, esta se deslizo cayendo pesadamente hasta llegar al fondo, entendí entonces que hablaba en serio, había que dejar la ropa atrás.
Sabia que ella se sentiría incomoda al hacer aquello, mucho más delante de mí, así que me apresure a hacer lo mismo procurando no mirarla, antes que nada tenía que ser un caballero…aunque a estas alturas; hambriento, herido, cansado, y ahora sin ropa ya no llegaba ni a vagabundo.
Las botas fue lo que más tiempo me llevo desatar. el resto de ropa salió fácilmente, aunque no pude evitar quejarme al sacarme el resto de vendaje que aun llevaba conmigo. Tanto estirón, carrera, saltos…Aquello se regeneraba pero aun así picaba bastante.
Las ropas quedaron ocultas en el fondo entre las plantas acuáticas, sería muy difícil para ellos encontrar aquel olor. Sonreí, aquellos desgraciados eran más de veinte y no habían podido contra dos…definitivamente no sabían contra quienes querían jugar.
Nade y entre en aquel espacio que Eyra dejo libre, me apresure en cerrarlo, aun con el saco de los textos en una mano. Sabía que el papel estaría mojado, pero aun así no quise soltarlo, de forma quizás infantil aun albergaba la esperanza de que la tinta no se hubiese movido…La gente decía que la esperanza es lo último que se pierde, así que me aferre a aquel pensamiento absurdo, después de todo no tenia nada mas a lo que aferrarme.
El tiempo comenzó a pasar mientras ambos nadábamos silenciosos entre las oscuras y profundas aguas. Eyra nadaba mucho mas adelante de mí y su figura blanca se vislumbraba casi como si fuera la de una sirena perdida entre aquel sucio lugar, incluso en una situación asi ella resplandecía del resto…
Aquel lago que parecía no querer acabar al fin nos dejo vislumbrar una orilla. Nos apresuramos y ambos salimos caminando pesadamente, deje el saco a un lado y mire a mi alrededor.
Por fin era de noche! Por fin habíamos podido salir de allí…Al fin éramos libres!! El ángel me abrazo y yo no dude en corresponderle tomándole por la cintura para elevarle en el aire, demasiado alegre por aquello, mientras ambos reíamos, las primeras risas después de todo aquello, nuestras vidas habían estado a un punto límite y nosotros habíamos sobrevivido!
Una vez mas lo habíamos logrado!
Rei con ella aun apretándola contra mis brazos, y en aquel instante recordé que ninguno de los dos estaba precisamente como quien dice vestidos. Eyra se percato de esto y también se quedo petrificada un momento. Si nos separábamos nos veríamos, y ya era una constante tentación estar delante suyo intentando no comérmela a besos como para mas encima tenerle ahora frente a mi abrazándome de esta forma…
-voy a mirar los textos…si…los textos…me girare y no hare nada más que mirar los textos…después de eso podrás cruzarme la cara…vale? Dije riéndome. Eyra comenzó a reír también y yo aproveche para girarme y agacharme.
Había venido por aquellos pergaminos tan ilusionado, había hecho un viaje larguísimo solo para poder encontrarlos y llevármelos, pero dentro del saco no había mas que una pasta de algo indescifrable, todo se había mojado y la tinta no era ahora más que un mancha borrosa. No había podido rescatar aquellos pergaminos. Pero al menos la corona del ángel estaba a salvo, con eso me bastaba, Ella se arrodillo detrás de mí y situó su mano en mi espalda. No tenía que decir nada para saber que ella lo sentía…
Después de todo, aquello era lo único que importaba ahora mismo, estábamos juntos y estábamos a salvo. Todo lo demás era al fin y al cabo algo que se podía encontrar o sustituir.
Me gire hacia ella contemplando sus ojos en silencio.
Ahora lo entendía, ella era lo único que me bastaba, no necesitaba papeles ni nada más. Acaricie su mejilla perdiéndome el profundo pozo de sus ojos. No había nada más que aquellos ojos en aquel instante, tan dulces tan sabios, tan profundos…y no había en ellos ni vergüenza, ni miedo, de alguna forma era como si ya no pudiese haber tensiones o miedos entre nosotros. La vida nos habia separado y vuelto a reunir para demostrarnos que lo demás ya no importaba en absoluto.
-Jamás pensé que podría llegar a quererte tanto…dije cerrando los ojos, me atormentaba tenerle delante de mi y saber que ella nunca podría ser mía…
Sentí como si otra daga volviese a clavarse otra vez dentro de mí, pero esta vez en mi corazón.
Porque siempre me estaba prohibido lo que mas anhelaba?
Acerque mi rostro hacia el suyo y me quede unos instantes rozando su nariz, aspirando su aroma. Deje que aquello me embriagase, saboreando cada instante de tensión entre nosotros.
Quizás ella nunca pudiese ser mía, pero al menos en este instante ambos éramos propiedad del otro total y enteramente.
Me acerque pausadamente hacia aquellos ojos que me dominaban y me deje llevar por aquellos carnosos labios, fundiéndome con ellos sintiendo su sabor dulce y su tacto suave sobre mi piel mientras sus brazos subían por mi pecho y se enredaban en mi cuello lentamente.
Comencé a envolverle con mis brazos procurando no tocar en exceso su espalda, aun podía sentir sus estremecimientos de dolor por aquellos latigazos...
La aprete contra mi y note como aun seguia perdiendo el aliento cada vez que le tenía cerca, despues de todo tenerle a mi lado y poder sentir su abrazo era todo lo que necesitaba. Incluso si ya no tenia aliento, ella estaba alli y me daba el suyo... Acaricie su cuello con mis besos y dejamos que el deseo nos envolviese como si algo nos hiciese hacer entender, que esta iba a ser nuestra última noche juntos...
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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