AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La cara oculta de París.
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La cara oculta de París.
Recuerdo del primer mensaje :
Ciudad de París, año 2011…
Hoy hacia mas de cuatrocientos treinta y cinco años que la renombrada familia Délvheen, una muy adinerada y exitosa familia con una larga tradición de médicos en su árbol genealógico había podido traer al fin a un varón a su familia…El último miembro que llevo de forma “hereditaria” aquel apellido.
Contentos y alegres con su primogénito recién nacido, habían planeado toda la existencia del muchacho, que aun no gateaba y ya estaba atado a convertirse en uno más de aquellos renombrados sanadores…
Esa se suponía que era la historia oficial, y ahí estaba yo, más de cuatro siglo después tan tranquilo, escribiendo en soledad.
El destino tenía planes distintos para mí… oh y tan distintos!
No solo no había sido medico, sino que me había convertido en un inmortal y además de ello también era escritor…
Mis padres seguramente estarían revolviéndose en su tumba ante la sola idea de haber tenido un hijo escritor, la idea de que fuese un monstruo que bebe sangre les hubiese parecido fantástica al lado de haber escuchado que había volcado mi vida a escribir…
“Uno de esos bohemios! escritores de mala vida! son todos hijos de los bajos fondos!” …
Comencé a reírme con solo recordar aquella frase, la frase favorita de mi padre…
¿Quién iba a pensar que después de cuatro siglos iba a estar yo ahí, en la moderna ciudad de París, sobre las once de la noche, en un moderno bar del centro, tecleando sin parar?
Atrás habían quedado los formales trajes chaqueta hechos a medida por el sastre, los bastones y los sombreros de copa…Ahora me encontraba cómodamente sentado en el exterior de una terraza, con mi camisa desabotonada, las mangas arremangadas en los brazos y con aquellos tejanos oscuros y desgastados, con mi gabardina negra reposando en la silla de al lado, mientras hábilmente tecleaba en un moderno portátil, haciendo casi omiso a un móvil que no dejaba de sonar y sonar…
La vida había cambiado para los mortales, e incluso nosotros, los seres de la noche habíamos evolucionado también, encontrándonos en nuevos tiempos y en nuevos problemas...
Contemple el teléfono que sonaba y vibraba sobre la mesa…
La tecnología podía ser nuestra aliada o un constante incordio, como en esta ocasión.
Seguramente el que llamaba sin parar era uno de los editores que tenia, que estaba ansioso por saber cuándo saldría el siguiente libro del señor Stephen Kraft…
Si algo me hacia muchísima gracia, era inventarme nombres nuevos para los libros.
Lo malo es que a veces ya no sabía con cuál de todos los nombres estaba publicando, y eso hacía que tuviese un común caos entre apellidos nombres e idiomas, ya que esa era otra.
Un día respondía en alemán, al otro día en ruso, al siguiente me aburría y decía que era un autor irlandés…y así según se me iba ocurriendo…
La facilidad para poner acentos y hablar en idiomas que ya ni siquiera se estudiaban definitivamente era un punto a mi favor.
Si…definitivamente los días de esta nueva época eran interesantes para nuestra raza. Sobre cuando tenias con quien compartir aquellos momentos…Aquellos dulces momentos…
Aquello me hizo pensar en mi acompañante.
Mire la hora un instante y bebí un sorbo de vino. Aun quedaban unos pocos minutos para la cita acordada…Se presentaría aquella dama? O sería tan impuntual como yo?...
Ciudad de París, año 2011…
Hoy hacia mas de cuatrocientos treinta y cinco años que la renombrada familia Délvheen, una muy adinerada y exitosa familia con una larga tradición de médicos en su árbol genealógico había podido traer al fin a un varón a su familia…El último miembro que llevo de forma “hereditaria” aquel apellido.
Contentos y alegres con su primogénito recién nacido, habían planeado toda la existencia del muchacho, que aun no gateaba y ya estaba atado a convertirse en uno más de aquellos renombrados sanadores…
Esa se suponía que era la historia oficial, y ahí estaba yo, más de cuatro siglo después tan tranquilo, escribiendo en soledad.
El destino tenía planes distintos para mí… oh y tan distintos!
No solo no había sido medico, sino que me había convertido en un inmortal y además de ello también era escritor…
Mis padres seguramente estarían revolviéndose en su tumba ante la sola idea de haber tenido un hijo escritor, la idea de que fuese un monstruo que bebe sangre les hubiese parecido fantástica al lado de haber escuchado que había volcado mi vida a escribir…
“Uno de esos bohemios! escritores de mala vida! son todos hijos de los bajos fondos!” …
Comencé a reírme con solo recordar aquella frase, la frase favorita de mi padre…
¿Quién iba a pensar que después de cuatro siglos iba a estar yo ahí, en la moderna ciudad de París, sobre las once de la noche, en un moderno bar del centro, tecleando sin parar?
Atrás habían quedado los formales trajes chaqueta hechos a medida por el sastre, los bastones y los sombreros de copa…Ahora me encontraba cómodamente sentado en el exterior de una terraza, con mi camisa desabotonada, las mangas arremangadas en los brazos y con aquellos tejanos oscuros y desgastados, con mi gabardina negra reposando en la silla de al lado, mientras hábilmente tecleaba en un moderno portátil, haciendo casi omiso a un móvil que no dejaba de sonar y sonar…
La vida había cambiado para los mortales, e incluso nosotros, los seres de la noche habíamos evolucionado también, encontrándonos en nuevos tiempos y en nuevos problemas...
Contemple el teléfono que sonaba y vibraba sobre la mesa…
La tecnología podía ser nuestra aliada o un constante incordio, como en esta ocasión.
Seguramente el que llamaba sin parar era uno de los editores que tenia, que estaba ansioso por saber cuándo saldría el siguiente libro del señor Stephen Kraft…
Si algo me hacia muchísima gracia, era inventarme nombres nuevos para los libros.
Lo malo es que a veces ya no sabía con cuál de todos los nombres estaba publicando, y eso hacía que tuviese un común caos entre apellidos nombres e idiomas, ya que esa era otra.
Un día respondía en alemán, al otro día en ruso, al siguiente me aburría y decía que era un autor irlandés…y así según se me iba ocurriendo…
La facilidad para poner acentos y hablar en idiomas que ya ni siquiera se estudiaban definitivamente era un punto a mi favor.
Si…definitivamente los días de esta nueva época eran interesantes para nuestra raza. Sobre cuando tenias con quien compartir aquellos momentos…Aquellos dulces momentos…
Aquello me hizo pensar en mi acompañante.
Mire la hora un instante y bebí un sorbo de vino. Aun quedaban unos pocos minutos para la cita acordada…Se presentaría aquella dama? O sería tan impuntual como yo?...
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 476
Fecha de inscripción : 14/08/2011
Edad : 794
Localización : Paseando por el techo de casa...
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Re: La cara oculta de París.
Salí del aquel estrecho lugar por un momento pensando en mis actos. Era cierto, porque me molestaba tanto en ocultarme? Mientras viviese con alguien que manipula los recuerdos mi vida iba a ser fácil. Supongo que aun no me hacía a la idea.
Mire un momento a Eyra sentada en aquella cama y negué con la cabeza, me acerque y tome la camisa negra de aquel tipejo, yo la iba a necesitar más que el. Así que me la puse pero no me cerraba, aquel tipejo apenas tenía musculatura, pero que remedio, así que me fui así sin más.
Di un salto por la ventana, para aterrizar con suavidad en el suelo de aquel callejón.
May me preocupaba mucho más de lo que se me notaba, de hecho era el padre más pesado que se pudiese imaginar, y por eso mismo intentaba darle espacio a mi pequeña. Que viajase, que se metiese en líos y que intentase resolverlos ella sola, pero aun así me angustiaba que estuviese sola por ahí, era mi niña y siempre lo seria al fin y al cabo.
Corrí veloz hacia aquella terraza, el ambiente festivo aun seguía entre los jóvenes. Me mescle entre el gentío, atrayendo más de una mirada, fruncí el ceño algo enfadado, después de todo iba bastante desgarbado, parecía que mientras más aspecto desaliñado llevabas más le gustabas a la gente. Aun no lograba entender esas cosas, pero bueno.
Busque a May, entre la gente mientras seguía su aroma, su rastro era muy similar al nuestro, aunque no tuviésemos la misma sangre nuestros aromas eran similares.
Al fin la localice entre algunos chicos jóvenes. Me acerque a su mesa mientras ella me miraba sonriente y curiosa al verme de alguna forma despeinado y con la camisa abierta, algunas de sus “amigas” se acercaron a ella para cuchichearle con picardía. Momento en el que nuestra pequeña dio un golpe seco en la mesa, notablemente enfurecida.
-Es mi padre degeneradas! Callaos yaa!!!!! Grito levantando la voz y haciendo que todo el mundo se quedase de piedra al ver su gesto.
No pude evitar sonreírle a mi pequeña, definitivamente estaba más que orgullosa de ella, y aquella situación me había hecho reír, era normal que me confundiesen con algún amigo suyo más que con su padre.
Aunque aquella sonrisa no duro mucho, tome su mano y la arrastre conmigo.
-May tesoro, tengo que llevarte a casa, no quiero aguarte la fiesta, pero nos están siguiendo…
-Que ocurre papa? Donde esta mamá? Está bien?
Sí, todo está bien, pero es luna llena y digamos que tu madre no se ha podido resistir a matar a un licántropo… May soltó una carcajada alegre al escuchar aquello. Fue entonces cuando mientras caminaba con ella de la mano ambos notamos que algo se acercaba. El aroma de aquellas bestias estaba cerca. No buscaban algo concreto solo buscaban matanza sin más.
Estaban sedientos de sangre, así que tenía que sacarla de allí.
Fue entonces cuando vi la moto de Marius. Mire a May y ella a mi. Estaba claro.
Seguramente aun seguía por allí semi inconsciente, aunque no me importaba mucho, asi que caminamos hacia su moto. Mientras May me miraba curiosa, así que comencé a explicarle.
-Es del jefe de tu madre…El muy desgraciado ha estado intentando cortejarla puedes creer? Y ahora ella está enfadada conmigo porque casi me lo cargo….y porque le gaste una broma…Creo que me estoy haciendo viejo para estas cosas tesoro.
-oh vamos papa. Seguro que solo quería verte celoso. Ya sabes cómo es, además te ves muy guapo cuando te enfadas, me lo han dicho esas mocosas con las que estaba bebiendo…dijo malhumorada.
Tome la moto mientras me apresuraba en rasgar los cables para quitar el seguro y poder encenderla sin más.
Entonces apareció Marius con cara de pocos amigos mientras se acercaba a nosotros.
-Es este? pregunto May al ver mi cara de asco. Yo asentí y ella adelantándose se acerco hacia éste dándote un rodillazo en la entrepierna.
Le mire algo asombrado porque no me lo esperaba en absoluto.
-Eso por disgustar a mi padre! Dijo mientras se subía detrás de mí y se agarraba a mi cintura.
Solté una sonora carcajada mientras soltaba el pedal y ambos marchábamos de allí veloces en dirección a la mansión….
Deje a mi pequeña en casa, dándole algunas indicaciones sobre el arsenal de armas del sótano, por si alguno de los lobos llegaba hasta nuestra residencia.
Pero no creía que fuese hacer falta. Después de todo allí tampoco estaría sola. Mis matones a sueldo estaban allí ya haciendo guardia, y aunque no pudiesen hacer frente a los licántropos, pues al menos podían interferir y darle a tiempo a May en el caso de que llegasen hacia allí.
-Voy a buscar a tu madre…estaremos en el Ritz… Es una larga historia cielo, dije al ver su rostro curioso, la pobre cada vez entendía menos, pero sonrió negando con la cabeza, ella se hacia una idea sobre nuestros malos entendidos.
Me devolví veloz en la misma moto, dejando aquel trasto abandonado en el callejón mientras me apresuraba en subir por la pared del hotel hacia aquella habitación. Entre buscando a Eyra con la mirada, comenzaba a estar cansado ya de tanta tontería.
Seguí su aroma hasta encontrarla en el baño, ella totalmente relajada y disfrutando del ambiente.
Música de fondo, velas, pétalos de rosa, que me había perdido? Contemple como ella disfrutaba de las burbujas mientras yo me acercaba. Me puse de cuclillas delante suyo.Y ella sin preguntarme directamente me agarro de la camisa y me hizo caer dentro del jacuzzi, con ropa incluida.Yo simplemente segui como si no hubiese pasado nada ante su sonora carcajada.
-Si...ya veo que te ha hecho gracia...Pues que sepas que May está en casa…se divertirá con las armas nuevas del sótano…Le mire intetando entender que se proponia. mientras el silencio se alargaba.
-cuánto tiempo más vas a seguir sin hablarme amor mío?...Esto empieza a ser desesperante! comente ya sin saber si estaba solido, agobiado, cansado o simplemente abatido.yo ya definitivamente no sabía que tenía que hacer para sacarle una palabra, la noche se me estaba haciendo larga.
Mire un momento a Eyra sentada en aquella cama y negué con la cabeza, me acerque y tome la camisa negra de aquel tipejo, yo la iba a necesitar más que el. Así que me la puse pero no me cerraba, aquel tipejo apenas tenía musculatura, pero que remedio, así que me fui así sin más.
Di un salto por la ventana, para aterrizar con suavidad en el suelo de aquel callejón.
May me preocupaba mucho más de lo que se me notaba, de hecho era el padre más pesado que se pudiese imaginar, y por eso mismo intentaba darle espacio a mi pequeña. Que viajase, que se metiese en líos y que intentase resolverlos ella sola, pero aun así me angustiaba que estuviese sola por ahí, era mi niña y siempre lo seria al fin y al cabo.
Corrí veloz hacia aquella terraza, el ambiente festivo aun seguía entre los jóvenes. Me mescle entre el gentío, atrayendo más de una mirada, fruncí el ceño algo enfadado, después de todo iba bastante desgarbado, parecía que mientras más aspecto desaliñado llevabas más le gustabas a la gente. Aun no lograba entender esas cosas, pero bueno.
Busque a May, entre la gente mientras seguía su aroma, su rastro era muy similar al nuestro, aunque no tuviésemos la misma sangre nuestros aromas eran similares.
Al fin la localice entre algunos chicos jóvenes. Me acerque a su mesa mientras ella me miraba sonriente y curiosa al verme de alguna forma despeinado y con la camisa abierta, algunas de sus “amigas” se acercaron a ella para cuchichearle con picardía. Momento en el que nuestra pequeña dio un golpe seco en la mesa, notablemente enfurecida.
-Es mi padre degeneradas! Callaos yaa!!!!! Grito levantando la voz y haciendo que todo el mundo se quedase de piedra al ver su gesto.
No pude evitar sonreírle a mi pequeña, definitivamente estaba más que orgullosa de ella, y aquella situación me había hecho reír, era normal que me confundiesen con algún amigo suyo más que con su padre.
Aunque aquella sonrisa no duro mucho, tome su mano y la arrastre conmigo.
-May tesoro, tengo que llevarte a casa, no quiero aguarte la fiesta, pero nos están siguiendo…
-Que ocurre papa? Donde esta mamá? Está bien?
Sí, todo está bien, pero es luna llena y digamos que tu madre no se ha podido resistir a matar a un licántropo… May soltó una carcajada alegre al escuchar aquello. Fue entonces cuando mientras caminaba con ella de la mano ambos notamos que algo se acercaba. El aroma de aquellas bestias estaba cerca. No buscaban algo concreto solo buscaban matanza sin más.
Estaban sedientos de sangre, así que tenía que sacarla de allí.
Fue entonces cuando vi la moto de Marius. Mire a May y ella a mi. Estaba claro.
Seguramente aun seguía por allí semi inconsciente, aunque no me importaba mucho, asi que caminamos hacia su moto. Mientras May me miraba curiosa, así que comencé a explicarle.
-Es del jefe de tu madre…El muy desgraciado ha estado intentando cortejarla puedes creer? Y ahora ella está enfadada conmigo porque casi me lo cargo….y porque le gaste una broma…Creo que me estoy haciendo viejo para estas cosas tesoro.
-oh vamos papa. Seguro que solo quería verte celoso. Ya sabes cómo es, además te ves muy guapo cuando te enfadas, me lo han dicho esas mocosas con las que estaba bebiendo…dijo malhumorada.
Tome la moto mientras me apresuraba en rasgar los cables para quitar el seguro y poder encenderla sin más.
Entonces apareció Marius con cara de pocos amigos mientras se acercaba a nosotros.
-Es este? pregunto May al ver mi cara de asco. Yo asentí y ella adelantándose se acerco hacia éste dándote un rodillazo en la entrepierna.
Le mire algo asombrado porque no me lo esperaba en absoluto.
-Eso por disgustar a mi padre! Dijo mientras se subía detrás de mí y se agarraba a mi cintura.
Solté una sonora carcajada mientras soltaba el pedal y ambos marchábamos de allí veloces en dirección a la mansión….
Deje a mi pequeña en casa, dándole algunas indicaciones sobre el arsenal de armas del sótano, por si alguno de los lobos llegaba hasta nuestra residencia.
Pero no creía que fuese hacer falta. Después de todo allí tampoco estaría sola. Mis matones a sueldo estaban allí ya haciendo guardia, y aunque no pudiesen hacer frente a los licántropos, pues al menos podían interferir y darle a tiempo a May en el caso de que llegasen hacia allí.
-Voy a buscar a tu madre…estaremos en el Ritz… Es una larga historia cielo, dije al ver su rostro curioso, la pobre cada vez entendía menos, pero sonrió negando con la cabeza, ella se hacia una idea sobre nuestros malos entendidos.
Me devolví veloz en la misma moto, dejando aquel trasto abandonado en el callejón mientras me apresuraba en subir por la pared del hotel hacia aquella habitación. Entre buscando a Eyra con la mirada, comenzaba a estar cansado ya de tanta tontería.
Seguí su aroma hasta encontrarla en el baño, ella totalmente relajada y disfrutando del ambiente.
Música de fondo, velas, pétalos de rosa, que me había perdido? Contemple como ella disfrutaba de las burbujas mientras yo me acercaba. Me puse de cuclillas delante suyo.Y ella sin preguntarme directamente me agarro de la camisa y me hizo caer dentro del jacuzzi, con ropa incluida.Yo simplemente segui como si no hubiese pasado nada ante su sonora carcajada.
-Si...ya veo que te ha hecho gracia...Pues que sepas que May está en casa…se divertirá con las armas nuevas del sótano…Le mire intetando entender que se proponia. mientras el silencio se alargaba.
-cuánto tiempo más vas a seguir sin hablarme amor mío?...Esto empieza a ser desesperante! comente ya sin saber si estaba solido, agobiado, cansado o simplemente abatido.yo ya definitivamente no sabía que tenía que hacer para sacarle una palabra, la noche se me estaba haciendo larga.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 14/08/2011
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Re: La cara oculta de París.
Le tomé de la camisa y le lancé al jacuzzi, no pudiendo evitar soltar una carcajada alegre al verle untado en espuma y pétalos de rosa por doquier. Pero su voz sonó seria, sin un atisbo de aquella jovialdad de la que me había enamorado. Aquello me hizo pensar. Quizás los siglos no pasan en vano. Su temperamento quizás había cambiado y con eso, sus sentimientos hacia mí. Eso expliaría sus largas temporadas fuera del país, nuestros escasos encuentros, nuestras vidas casi por separado. ¿Era eso? ¿Nuestro matrimonio eterno empezaba a desmoronarse? Suspiré y no pude responderle con palabras. Me limité a zambullirme bajo la espesa espuma del jacuzzi y, tomándole del tobillo, le guié hacia el fondo de la bañera, quedando él bajo mi cuerpo desnudo. Nuestros ojos se miraban en silencio, contemplando al otro con inseguridad y dudas. Como vampiros no necesitábamos respirar y por ello, podíamos permanecer siglos bajo el agua sin tener que salir a respirar.
- Jerarld...- susurré mentalmente, quebrándoseme la voz interior.- ¿Me amas?
Era una pregunta directa. Sabía que la duda podría ofenderle, pero necesitaba escucharlo, necesitaba que me demostrara que aún era importante para él, que todavía me quería. Si por lo contrario me respondía con el silencio, sabía que aquella noche sería la única en vida. Porque sin Jerarld, nada tenía sentido. Mi existencia se basaba en la suya, en su compañia, en su presencia. Él era mi mundo y si éste se desmoronaba bajo el agua, yo naufragaría con él.
Mi alma tiritó, haciéndose notar mis instintos vampíricos, aquellos que luchaban día a día por mi estúpida supervivencia. Claro que aquella parte racional no quería morir, pero en lo hondo de su ser, era consciente de que no merecía la pena seguir sin él. Que nadie me aportaría la felicidad que mi marido me aporta. Que jamás volvería a sentir la humanidad que siento a su lado. Miré interrogante a Jerarld. Habían pasado varios minutos. Minutos que desquebrajaban mi polvoriento corazón. Tiempo que envenenaba mis entrañas. Momentos en los que agonicé. El silencio. Aquella era la respuesta que tanto había temido de él. Que su mente fuese un páramo desierto en el que ninguna palabra floreciera. Que sus labios restaran sellados a la espera de que otro beso desatara aquél amor que se había marchitado entre mis brazos.
Mis manos, firmemente afianzadas en el cuello de su camisa, se soltaron de la tela, dejando que mi cuerpo flotante saliera a la superficie de la piscina, tomando aire del exterior mientras Jerarld seguía en sus profundidades, pasivo y silencioso. Salí del jacuzzi con parsimonia, hundida en lo más profundo del dolor. Como si me hubieran arrancado el corazón de cuajo, dejándome una herida insanable. Tomé una toalla del baño y caminé descalza hacia el armario mientras envolvía mi cuerpo en aquella tela, buscando algo que ponerme antes de salir de aquella suite. La habitacón del tormento. Aquella noche se había convertido en la última de mi existencia. Me senté sobre el lecho con un vestido al que ni siquiera presté atención, divagando en la infitina noche que se extendía por la ventana en la que la luna, curiosa, era testigo de las lágrimas que resbalaban por mis mejillas.
- Jerarld...- susurré mentalmente, quebrándoseme la voz interior.- ¿Me amas?
Era una pregunta directa. Sabía que la duda podría ofenderle, pero necesitaba escucharlo, necesitaba que me demostrara que aún era importante para él, que todavía me quería. Si por lo contrario me respondía con el silencio, sabía que aquella noche sería la única en vida. Porque sin Jerarld, nada tenía sentido. Mi existencia se basaba en la suya, en su compañia, en su presencia. Él era mi mundo y si éste se desmoronaba bajo el agua, yo naufragaría con él.
Mi alma tiritó, haciéndose notar mis instintos vampíricos, aquellos que luchaban día a día por mi estúpida supervivencia. Claro que aquella parte racional no quería morir, pero en lo hondo de su ser, era consciente de que no merecía la pena seguir sin él. Que nadie me aportaría la felicidad que mi marido me aporta. Que jamás volvería a sentir la humanidad que siento a su lado. Miré interrogante a Jerarld. Habían pasado varios minutos. Minutos que desquebrajaban mi polvoriento corazón. Tiempo que envenenaba mis entrañas. Momentos en los que agonicé. El silencio. Aquella era la respuesta que tanto había temido de él. Que su mente fuese un páramo desierto en el que ninguna palabra floreciera. Que sus labios restaran sellados a la espera de que otro beso desatara aquél amor que se había marchitado entre mis brazos.
Mis manos, firmemente afianzadas en el cuello de su camisa, se soltaron de la tela, dejando que mi cuerpo flotante saliera a la superficie de la piscina, tomando aire del exterior mientras Jerarld seguía en sus profundidades, pasivo y silencioso. Salí del jacuzzi con parsimonia, hundida en lo más profundo del dolor. Como si me hubieran arrancado el corazón de cuajo, dejándome una herida insanable. Tomé una toalla del baño y caminé descalza hacia el armario mientras envolvía mi cuerpo en aquella tela, buscando algo que ponerme antes de salir de aquella suite. La habitacón del tormento. Aquella noche se había convertido en la última de mi existencia. Me senté sobre el lecho con un vestido al que ni siquiera presté atención, divagando en la infitina noche que se extendía por la ventana en la que la luna, curiosa, era testigo de las lágrimas que resbalaban por mis mejillas.
Arlette- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 502
Fecha de inscripción : 14/08/2011
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Re: La cara oculta de París.
Me quede sumergido en aquellas aguas jabonosas. Mientras contemplaba el rostro de mi amada entre las aguas, perdiéndome en su mirada.
Intentaba pensar en los momentos previos a conocerla. Intentando comprender como vivía…
Como sobrevivía mejor dicho. Yo era un ser incompleto sin ella.
Era un ser en constante búsqueda. Siempre viajando en busca de algo que no sabía describir.
Buscaba la esencia, buscaba la respuesta, buscaba ese algo por lo que luchar. Ese algo que me diese las suficientes ganas de vivir.
Y ahí estaba ella, la respuesta a mi silenciosa pregunta. Ella era la calidez que yo no tenía, el aliento que me faltaba, el trozo de alma que creía perdido. Ella era la única que le daba alguna razón a mi existencia, mi constante búsqueda acabo el día que la conocí, aunque no me atreviese ni tan siquiera a pensarlo.
La palabra amor no significaba absolutamente nada hasta que vi sus ojos y me perdí en ellos la primera vez que le vi bajo la luz de la luna, bajo la custodia de aquella catedral antigua.
Me perdí en aquellos ojos descubriendo su dolor, descubriendo que ella también emprendía una búsqueda silenciosa. Descubriendo que ambos compartíamos ese vacío, porque ambos éramos lo mismo…
Había sido una total casualidad toparme con ella aquella noche, un mero juego del destino, que decidió que nos cruzáramos y que nos conociésemos…
Y ahí estaba yo, contemplando como ella se soltaba del cuello de mi camisa, mientras me dejaba allí, y salía para cubrir su cuerpo con su toalla.
Los minutos pasaron casi eternos mientras seguía allí, sin saber cómo podíamos haber llegado a algo como esto.
Me levante con calma y salí de aquel lugar, empapado, camine mojando todo a mi paso sin que me importase en lo mas mínimo. Que nos había pasado? En que momento dejamos que ocurriese esto?
Camine hacia ella y me quede en silencio mirando como ella sentada mantenía la mirada perdida, demasiado herida para poder mirarme. Demasiado lastimada por mi constante abandono…
-Eyra…Mírame….mírame por favor. Suplique mientras ella elevaba el rostro hacia mí con lentitud, las lagrimas recorrían sus mejillas. Haciendo que mi corazón se congelase y se fragmentase lentamente.
Yo era el causante de aquellas lagrimas y aquello era algo que no me podría perdonar.
Tome sus manos y le hice levantarse delante mío, mientras me mordía los labios por la tristeza y la rabia de ser precisamente yo el causante de aquel dolor.
-Perdóname. Perdóname por dejar que creyeses que yo ya no me interesaba por ti…baje la cabeza avergonzado de mi mismo.
-Es cierto que me he ausentado mucho estos días, pero no ha sido por ti, si fuese por mi jamás me alejaría de ti…pero es que no logro entender cómo es que tu aun…mire sus ojos antes de continuar.
-No entiendo porque aun sigues conmigo. No entiendo como alguien tan maravilloso como tu pueda seguir viviendo y soportando a alguien como yo…
Me acerque un poco más a ella, tomando su cintura.
-Antes me preguntaste una cosa. Me preguntabas si yo te amaba…Ella desvió la mirada y yo tome su mentón mientras me acercaba a esos labios carnosos para susurrar a escasos centímetros de su piel.
-Esa pregunta me hizo pensar en todos estos años, por eso el motivo de mi silencio.
Tu eres la que me enseño el significado de esa palabra…tu me enseñaste a amar…Yo nunca quise a nadie hasta que llegaste tu… Yo te amo, te he amado y te seguiré amando por el resto de mis días, porque eres la única que da sentido a mi existencia, sin ti ya no tendría nada mas por lo que luchar…Me has dado todo lo que yo siempre quise.
Dije cerrando los ojos angustiado mientras juntaba mi frente con la suya.
Ella era mi pasado, mi presente y mi futuro, me había dado una familia, me había enseñado a amar, me había regalado su compañía y había llenado el vacio de mi alma con cada uno de sus besos, con cada una de sus caricias, con cada mirada y con cada sonrisa.
Deslice mis dedos sobre su espalda mientras tiraba de la tela para que esta cediese, deje que cayese a sus pies mientras aun mantenía mi rostro cerca del suyo, aun aspirando su aroma, deleitándome con la sola y simple cercanía de su piel.
Me acerque aun mas mientras le rodeaba con mis brazos y besaba su hombro, para subir por su cuello, empapándole con mi tacto pues acababa de salir de aquel jacuzzi y no me había importado en absoluto pensar en secarme.
Bese con suavidad su cuello para subir poco a poco, para frenar en su oído, en un último susurro.
-Porque yo…porque me aceptas? porque quieres mi compañía si podrías tener a quién quisieras?... porque aquellas imágenes? Que deseabas ver en mi mostrándome aquello?...Susurre recordando a Marius, ella me había dejado con la duda sobre sus actos, y yo seguía sin entender el porqué de aquello. Cerré los ojos mientras palpaba su espalda, su suave piel, deseando poder devorar sus labios, pero aun demasiado temeroso de su respuesta.
Intentaba pensar en los momentos previos a conocerla. Intentando comprender como vivía…
Como sobrevivía mejor dicho. Yo era un ser incompleto sin ella.
Era un ser en constante búsqueda. Siempre viajando en busca de algo que no sabía describir.
Buscaba la esencia, buscaba la respuesta, buscaba ese algo por lo que luchar. Ese algo que me diese las suficientes ganas de vivir.
Y ahí estaba ella, la respuesta a mi silenciosa pregunta. Ella era la calidez que yo no tenía, el aliento que me faltaba, el trozo de alma que creía perdido. Ella era la única que le daba alguna razón a mi existencia, mi constante búsqueda acabo el día que la conocí, aunque no me atreviese ni tan siquiera a pensarlo.
La palabra amor no significaba absolutamente nada hasta que vi sus ojos y me perdí en ellos la primera vez que le vi bajo la luz de la luna, bajo la custodia de aquella catedral antigua.
Me perdí en aquellos ojos descubriendo su dolor, descubriendo que ella también emprendía una búsqueda silenciosa. Descubriendo que ambos compartíamos ese vacío, porque ambos éramos lo mismo…
Había sido una total casualidad toparme con ella aquella noche, un mero juego del destino, que decidió que nos cruzáramos y que nos conociésemos…
Y ahí estaba yo, contemplando como ella se soltaba del cuello de mi camisa, mientras me dejaba allí, y salía para cubrir su cuerpo con su toalla.
Los minutos pasaron casi eternos mientras seguía allí, sin saber cómo podíamos haber llegado a algo como esto.
Me levante con calma y salí de aquel lugar, empapado, camine mojando todo a mi paso sin que me importase en lo mas mínimo. Que nos había pasado? En que momento dejamos que ocurriese esto?
Camine hacia ella y me quede en silencio mirando como ella sentada mantenía la mirada perdida, demasiado herida para poder mirarme. Demasiado lastimada por mi constante abandono…
-Eyra…Mírame….mírame por favor. Suplique mientras ella elevaba el rostro hacia mí con lentitud, las lagrimas recorrían sus mejillas. Haciendo que mi corazón se congelase y se fragmentase lentamente.
Yo era el causante de aquellas lagrimas y aquello era algo que no me podría perdonar.
Tome sus manos y le hice levantarse delante mío, mientras me mordía los labios por la tristeza y la rabia de ser precisamente yo el causante de aquel dolor.
-Perdóname. Perdóname por dejar que creyeses que yo ya no me interesaba por ti…baje la cabeza avergonzado de mi mismo.
-Es cierto que me he ausentado mucho estos días, pero no ha sido por ti, si fuese por mi jamás me alejaría de ti…pero es que no logro entender cómo es que tu aun…mire sus ojos antes de continuar.
-No entiendo porque aun sigues conmigo. No entiendo como alguien tan maravilloso como tu pueda seguir viviendo y soportando a alguien como yo…
Me acerque un poco más a ella, tomando su cintura.
-Antes me preguntaste una cosa. Me preguntabas si yo te amaba…Ella desvió la mirada y yo tome su mentón mientras me acercaba a esos labios carnosos para susurrar a escasos centímetros de su piel.
-Esa pregunta me hizo pensar en todos estos años, por eso el motivo de mi silencio.
Tu eres la que me enseño el significado de esa palabra…tu me enseñaste a amar…Yo nunca quise a nadie hasta que llegaste tu… Yo te amo, te he amado y te seguiré amando por el resto de mis días, porque eres la única que da sentido a mi existencia, sin ti ya no tendría nada mas por lo que luchar…Me has dado todo lo que yo siempre quise.
Dije cerrando los ojos angustiado mientras juntaba mi frente con la suya.
Ella era mi pasado, mi presente y mi futuro, me había dado una familia, me había enseñado a amar, me había regalado su compañía y había llenado el vacio de mi alma con cada uno de sus besos, con cada una de sus caricias, con cada mirada y con cada sonrisa.
Deslice mis dedos sobre su espalda mientras tiraba de la tela para que esta cediese, deje que cayese a sus pies mientras aun mantenía mi rostro cerca del suyo, aun aspirando su aroma, deleitándome con la sola y simple cercanía de su piel.
Me acerque aun mas mientras le rodeaba con mis brazos y besaba su hombro, para subir por su cuello, empapándole con mi tacto pues acababa de salir de aquel jacuzzi y no me había importado en absoluto pensar en secarme.
Bese con suavidad su cuello para subir poco a poco, para frenar en su oído, en un último susurro.
-Porque yo…porque me aceptas? porque quieres mi compañía si podrías tener a quién quisieras?... porque aquellas imágenes? Que deseabas ver en mi mostrándome aquello?...Susurre recordando a Marius, ella me había dejado con la duda sobre sus actos, y yo seguía sin entender el porqué de aquello. Cerré los ojos mientras palpaba su espalda, su suave piel, deseando poder devorar sus labios, pero aun demasiado temeroso de su respuesta.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: La cara oculta de París.
Frené sus besos y caricias tras la caída de mi toalla, tomando su rostro entre mis manos para obligarle a que me mirara a los ojos.
- Si en doscientos años no he sido capaz de demostrarte porqué te amo y porqué te elegí, es que no soy digna de tus besos.- susurré, no pudiendo evitar que se quebrara mi voz de pronto.
Saqué fuerzas de donde no las tenía para poder dedicarle una efímera sonrisa amistosa, acariciando su mejilla con la yema de mis dedos, dejando que su suavidad guiara el camino de mis manos bajando por su cuello, su pecho, su vientre... muriendo al contacto con su cinturón. Suspiré y bajé la mirada, luchando para que no viese flaquear. Me di la vuelta, dándole la espalda mientras mis manos tomaban aquella pieza de ropa y sin prestarle atención, empecé a vestirme en silencio.
En el interior de aquél armario había encontrado también un cinturón y unas botas que, para mi suerte, todo encajaba en mi cuerpo como si de un guante se tratara. Mientras me arreglaba, ya dispusiéndome a abandonar aquél lugar, algo me detuvo. Las dudas de Jerarld. Tenía derecho a una respuesta, se lo debía. Y quise complacerle en silencio, rehuyendo aún de su mirada, dejando que sus ojos solo vieran mis recuerdos a partir de mi mente.
- Pensé que sería un buen escenario.- se limitó a decir antes de tomarme por la cintura y abrazarme contra su pecho, escondiendo su rostro en el hueco de mi cuello.- Hace tiempo que necesito decirte algo, Eyra...- murmuró sin moverse mientras yo, disimuladamente, me relamía los labios y reía silenciosamente.- Estoy enamorado de ti.
Me apartó con cierta brusquedad y con los ojos centelleantes, recortó distancias de nuevo para besarme, gesto que aproveché para morderle el labio inferior y succionar su sangre sin que él a penas lo percibiera, usando una ilusión mental que me permitía hacer ese juego. Pero aquella ilusión, empecé a modificarla lentamente, colándome en su mente para variar sus recuerdos y sus pensamientos. Hasta que vi el momento para separarme de sus labios, dejándole unos segundos sumido en la confusión característica de aquella situación. Finalmente, me miró como si me reconociera y nada buhiera ocurrido anteriormente.
- Eyra, ¿te apetece ir a un café?- dijo al fin, dándose cuenta que ambos estábamos bajo la lluvia.- Tienes que contarme cómo le fue el día a mi primita favorita.- rió, abrazándome con afecto, pero no hallando ya esa química en su cuerpo, como si la sola catalogación de parientes lejanos fuese suficiente como para crear un muro entre ambos.
Así, le tomé del brazo y me dirigí a un café con mi primo, al que desde entonces nos unió un extraño vínculo. De aquél modo, había logrado no apartarle de mi lado como hubiera conseguido al rechazarle y, de paso, tenía ciertos derechos por ser pariente del jefe. Un plan perfecto sin duda.
Suspiré de nuevo, volteándome entonces hacia Jerarld. ¿Habría logrado mostrarle la verdad? Quizás no había respondido a su pregunta directamente. Probablemente, aún no comprendía el porqué le había mostrado aquél recuerdo en la terraza. Quizás no lo sabía ni yo misma... aunque en el fondo, sabía que lo había hecho para ponerle celoso, para dejarle entrever que sus descuidos podrían propiciar escenas como esas. Aunque yo fuese incapaz de serle infiel. Sólo deseaba verla dubitativo, sólo una vez. Y aquél había sido el nefasto resultado. Sus ojos centelleaban y yo me estremecí, esperando quizás que fuese él quien se marchara primero o que me espetara que era la peor persona que jamás había conocido. O simplemente, esperaba escuchar de sus labios un no te amo. Porque éso, era lo que justamente merecía de él. Su infinito desprecio.
- Si en doscientos años no he sido capaz de demostrarte porqué te amo y porqué te elegí, es que no soy digna de tus besos.- susurré, no pudiendo evitar que se quebrara mi voz de pronto.
Saqué fuerzas de donde no las tenía para poder dedicarle una efímera sonrisa amistosa, acariciando su mejilla con la yema de mis dedos, dejando que su suavidad guiara el camino de mis manos bajando por su cuello, su pecho, su vientre... muriendo al contacto con su cinturón. Suspiré y bajé la mirada, luchando para que no viese flaquear. Me di la vuelta, dándole la espalda mientras mis manos tomaban aquella pieza de ropa y sin prestarle atención, empecé a vestirme en silencio.
- Spoiler:
En el interior de aquél armario había encontrado también un cinturón y unas botas que, para mi suerte, todo encajaba en mi cuerpo como si de un guante se tratara. Mientras me arreglaba, ya dispusiéndome a abandonar aquél lugar, algo me detuvo. Las dudas de Jerarld. Tenía derecho a una respuesta, se lo debía. Y quise complacerle en silencio, rehuyendo aún de su mirada, dejando que sus ojos solo vieran mis recuerdos a partir de mi mente.
- Pensé que sería un buen escenario.- se limitó a decir antes de tomarme por la cintura y abrazarme contra su pecho, escondiendo su rostro en el hueco de mi cuello.- Hace tiempo que necesito decirte algo, Eyra...- murmuró sin moverse mientras yo, disimuladamente, me relamía los labios y reía silenciosamente.- Estoy enamorado de ti.
Me apartó con cierta brusquedad y con los ojos centelleantes, recortó distancias de nuevo para besarme, gesto que aproveché para morderle el labio inferior y succionar su sangre sin que él a penas lo percibiera, usando una ilusión mental que me permitía hacer ese juego. Pero aquella ilusión, empecé a modificarla lentamente, colándome en su mente para variar sus recuerdos y sus pensamientos. Hasta que vi el momento para separarme de sus labios, dejándole unos segundos sumido en la confusión característica de aquella situación. Finalmente, me miró como si me reconociera y nada buhiera ocurrido anteriormente.
- Eyra, ¿te apetece ir a un café?- dijo al fin, dándose cuenta que ambos estábamos bajo la lluvia.- Tienes que contarme cómo le fue el día a mi primita favorita.- rió, abrazándome con afecto, pero no hallando ya esa química en su cuerpo, como si la sola catalogación de parientes lejanos fuese suficiente como para crear un muro entre ambos.
Así, le tomé del brazo y me dirigí a un café con mi primo, al que desde entonces nos unió un extraño vínculo. De aquél modo, había logrado no apartarle de mi lado como hubiera conseguido al rechazarle y, de paso, tenía ciertos derechos por ser pariente del jefe. Un plan perfecto sin duda.
Suspiré de nuevo, volteándome entonces hacia Jerarld. ¿Habría logrado mostrarle la verdad? Quizás no había respondido a su pregunta directamente. Probablemente, aún no comprendía el porqué le había mostrado aquél recuerdo en la terraza. Quizás no lo sabía ni yo misma... aunque en el fondo, sabía que lo había hecho para ponerle celoso, para dejarle entrever que sus descuidos podrían propiciar escenas como esas. Aunque yo fuese incapaz de serle infiel. Sólo deseaba verla dubitativo, sólo una vez. Y aquél había sido el nefasto resultado. Sus ojos centelleaban y yo me estremecí, esperando quizás que fuese él quien se marchara primero o que me espetara que era la peor persona que jamás había conocido. O simplemente, esperaba escuchar de sus labios un no te amo. Porque éso, era lo que justamente merecía de él. Su infinito desprecio.
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: La cara oculta de París.
Observe aquel recuerdo por entero. Ella podría haberlo cambiado a placer, podría haberme mostrado solo que ella quería, pero yo sabía que no iba a mentirme.
Comprendí que simplemente había querido verme enfurecido, como si así le demostrase que mi amor seguía allí latente.
Quería ver eso realmente en mi? Quería que lo demostrase? Camine rápido hacia ella observando su mirada asustada al verme avanzar serio. Ella temía mirar mis ojos, unos ojos que no tenían secretos para ella.
Me pare delante suyo apretando los dientes mientras le observaba…
-ya basta…ya basta!..Tome sus brazos para cerciorarme de que ella seguía allí con aquella mirada brillante y a la vez anhelante.
-No quiero ver nada mas, no necesito ver nada mas, no lo entiendes? No me importa ya nada, absolutamente nada, No quiero que nos hagamos esto...
Le abrace fuertemente, sujetando su espalda y su cabeza contra mí, respirando agitado como si ella pudiese irse de allí sin mí, temiendo que ella desapareciese, asustado de que pudiese despertar del sueño que estaba viviendo a su lado. La sola idea de imaginar mi vida sin ella…es que simplemente no podía visualizarlo, mi vida no existiría. No habría nada sin su presencia.
Me aparte de ella para poder ver sus ojos aun brillantes.
Bese sus labios con desesperación, sintiendo su lengua, notando su tacto y su aliento en mi. Saboree sus labios como si fuese la primera vez que hacía. Ansioso de ella, necesitando de su presencia, como si aquello fuese lo único que me impidiese que cayese en un abismo de sombras.
Retrocedí con ella entre mis brazos para hacerle caer sobre aquella cama, me lance sobre ella besando su abdomen mientras subía poco a poco por su vientre y por su escote, palpando con mis labios los pliegues de su ropa, mientras subía poco a poco para por fin llegar a su piel, buscando su cuello. Deseaba desgarrar aquella ropa que le cubría, pero me frene al contemplar sus ojos llenos de lágrimas.
Le contemple mientras mis cabellos aun humedecidos me impedían verla con claridad.
No llores amor mío…dije mientras acariciaba su rostro, su sufrimiento era mi sufrimiento, así que simplemente sentía como si me estuviesen haciendo añicos el corazón solo por verle así.
-Esto es culpa mía…lo sé, y aun así quiero pedirte algo…Observe los ojos de Eyra que me miraban sin entender.
-Olvídalo…olvídalo todo, olvida que el mundo existe aunque solo sea por esta noche…
No existe nadie más que nosotros dos. Demuéstrame que me amas, demuéstrame que aun me sigues queriendo. Exígeme que te ame, ordénamelo…porque mi amor es tuyo y de nadie más…
Comencé a deslizar mi mejilla por la suya…entendiendo que quizás eso no era lo que ella quería.
-Pídemelo…pídeme lo que quieras…quizas lo que quieres es que me vaya…pídeme que me vaya y lo hare…
Dije aquellas últimas palabras, ya sin saber si quizás lo que ella intentaba era deshacerse de mí.
Comencé a sentirme rígido, como si por un momento me algo me hubiese dejado petrificado.
Era posible que ella ya no soportase mi presencia? Y si todo aquello era el principio del fin? Note como mi respiracion paraba por completo, mientras aun seguia alli sobre ella, ya sin saber que estaba pasando de verdad.
Comprendí que simplemente había querido verme enfurecido, como si así le demostrase que mi amor seguía allí latente.
Quería ver eso realmente en mi? Quería que lo demostrase? Camine rápido hacia ella observando su mirada asustada al verme avanzar serio. Ella temía mirar mis ojos, unos ojos que no tenían secretos para ella.
Me pare delante suyo apretando los dientes mientras le observaba…
-ya basta…ya basta!..Tome sus brazos para cerciorarme de que ella seguía allí con aquella mirada brillante y a la vez anhelante.
-No quiero ver nada mas, no necesito ver nada mas, no lo entiendes? No me importa ya nada, absolutamente nada, No quiero que nos hagamos esto...
Le abrace fuertemente, sujetando su espalda y su cabeza contra mí, respirando agitado como si ella pudiese irse de allí sin mí, temiendo que ella desapareciese, asustado de que pudiese despertar del sueño que estaba viviendo a su lado. La sola idea de imaginar mi vida sin ella…es que simplemente no podía visualizarlo, mi vida no existiría. No habría nada sin su presencia.
Me aparte de ella para poder ver sus ojos aun brillantes.
Bese sus labios con desesperación, sintiendo su lengua, notando su tacto y su aliento en mi. Saboree sus labios como si fuese la primera vez que hacía. Ansioso de ella, necesitando de su presencia, como si aquello fuese lo único que me impidiese que cayese en un abismo de sombras.
Retrocedí con ella entre mis brazos para hacerle caer sobre aquella cama, me lance sobre ella besando su abdomen mientras subía poco a poco por su vientre y por su escote, palpando con mis labios los pliegues de su ropa, mientras subía poco a poco para por fin llegar a su piel, buscando su cuello. Deseaba desgarrar aquella ropa que le cubría, pero me frene al contemplar sus ojos llenos de lágrimas.
Le contemple mientras mis cabellos aun humedecidos me impedían verla con claridad.
No llores amor mío…dije mientras acariciaba su rostro, su sufrimiento era mi sufrimiento, así que simplemente sentía como si me estuviesen haciendo añicos el corazón solo por verle así.
-Esto es culpa mía…lo sé, y aun así quiero pedirte algo…Observe los ojos de Eyra que me miraban sin entender.
-Olvídalo…olvídalo todo, olvida que el mundo existe aunque solo sea por esta noche…
No existe nadie más que nosotros dos. Demuéstrame que me amas, demuéstrame que aun me sigues queriendo. Exígeme que te ame, ordénamelo…porque mi amor es tuyo y de nadie más…
Comencé a deslizar mi mejilla por la suya…entendiendo que quizás eso no era lo que ella quería.
-Pídemelo…pídeme lo que quieras…quizas lo que quieres es que me vaya…pídeme que me vaya y lo hare…
Dije aquellas últimas palabras, ya sin saber si quizás lo que ella intentaba era deshacerse de mí.
Comencé a sentirme rígido, como si por un momento me algo me hubiese dejado petrificado.
Era posible que ella ya no soportase mi presencia? Y si todo aquello era el principio del fin? Note como mi respiracion paraba por completo, mientras aun seguia alli sobre ella, ya sin saber que estaba pasando de verdad.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: La cara oculta de París.
Él me tomó con fuerza de nuevo, como había sucedido en aquella terraza, temía que me hiciera daño. Más aún que sus palabras. Porque lo que se dice puede herir... pero lo que se escribe puede llegar a matar. Y de alguna forma casual, mi marido era escritor. Le miré a los ojos, viéndome en ellos reflejada, con una mirada empeñada por el temor a perderle, por el sufrimiento interno de saber que ya no era digna merecedora de llevar su alianza...
Jerarld me empujó a la cama, besándome fervientemente, como si no hubiese un mañana, como si todo terminara allí. ¿Eso era lo que sucedía? ¿Se despedía de mí? ¿Era el fin? Sus labios cesaron a la altura de mi mandíbula, percatándose de mi silencioso llanto. Su voz resonó entonces en mi cabeza, haciéndome marear. ¿Que le obligase? Eso no era el amor. Meneé la cabeza hasta ladearla, huyendo de sus ojos inquisitivos.
- No puedo pedirte que me quieras como yo te amo a ti, Jerarld Délvheen.- susurré con un hilo de voz, dejando que una última lágrima recorriera mi mejilla y muriese en mi cuello.- No puedo atarte a mí si no lo deseas, eres libre para marchar.
Miré la ventana entre abierta, la luna aún observándonos tras una fina cortina de nubes. Como ella, mi fiel compañera desde hacía ya casi un milenio, me sentía sola. Sentía que la frialdad de mi cuerpo había congelado mi corazón hasta quebrarlo en diminutos retales de recuerdos, besos, caricias, palabras, momentos, suspiros... La luna luchó contra las tinieblas hasta volver a brillar en su radiante esplendor, casi como si quisiera animarme a hacer algo. Tragué saliva ruidosamente y alcé la vista hacia mi amado, quedando a escasos milímetros de su adictiva boca.
- He sido una egoísta toda mi vida.- murmuré.- El hecho de amarte con locura me ha empujado siempre a querer atarte a mí, sin pensar que tú mereces algo mejor que yo.- hice una pausa, pues me atraganté con el aire.- Ahora te digo lo que debí decirte hace muchos años, Jerarld: tienes otras opciones.
Claro que las tenía. Y las tuvo, en su momento. Como aquella cortesana humana que conocía en nuestros primeros momentos de flirteo. Si en aquél momento hubiera dejado atrás mi egoísmo y hubiera pensado en lo que mejor le convenía a Jer, sin duda, le hubiera empujado a los brazos de aquella mortal, alejándome de él. Y ahora, le daba la oportunidad de abrir aquella ventana por completo de huir de mí, aún sabiendo que cuando aquello sucediera, se llevaría mi vida con él. Pero callé. Silencié aquella verdad para permitirle extender sus alas hacia allá dónde él quisiera volar. Quizás, lejos de mí. Quizás, con aquella rusa.
Jerarld me empujó a la cama, besándome fervientemente, como si no hubiese un mañana, como si todo terminara allí. ¿Eso era lo que sucedía? ¿Se despedía de mí? ¿Era el fin? Sus labios cesaron a la altura de mi mandíbula, percatándose de mi silencioso llanto. Su voz resonó entonces en mi cabeza, haciéndome marear. ¿Que le obligase? Eso no era el amor. Meneé la cabeza hasta ladearla, huyendo de sus ojos inquisitivos.
- No puedo pedirte que me quieras como yo te amo a ti, Jerarld Délvheen.- susurré con un hilo de voz, dejando que una última lágrima recorriera mi mejilla y muriese en mi cuello.- No puedo atarte a mí si no lo deseas, eres libre para marchar.
Miré la ventana entre abierta, la luna aún observándonos tras una fina cortina de nubes. Como ella, mi fiel compañera desde hacía ya casi un milenio, me sentía sola. Sentía que la frialdad de mi cuerpo había congelado mi corazón hasta quebrarlo en diminutos retales de recuerdos, besos, caricias, palabras, momentos, suspiros... La luna luchó contra las tinieblas hasta volver a brillar en su radiante esplendor, casi como si quisiera animarme a hacer algo. Tragué saliva ruidosamente y alcé la vista hacia mi amado, quedando a escasos milímetros de su adictiva boca.
- He sido una egoísta toda mi vida.- murmuré.- El hecho de amarte con locura me ha empujado siempre a querer atarte a mí, sin pensar que tú mereces algo mejor que yo.- hice una pausa, pues me atraganté con el aire.- Ahora te digo lo que debí decirte hace muchos años, Jerarld: tienes otras opciones.
Claro que las tenía. Y las tuvo, en su momento. Como aquella cortesana humana que conocía en nuestros primeros momentos de flirteo. Si en aquél momento hubiera dejado atrás mi egoísmo y hubiera pensado en lo que mejor le convenía a Jer, sin duda, le hubiera empujado a los brazos de aquella mortal, alejándome de él. Y ahora, le daba la oportunidad de abrir aquella ventana por completo de huir de mí, aún sabiendo que cuando aquello sucediera, se llevaría mi vida con él. Pero callé. Silencié aquella verdad para permitirle extender sus alas hacia allá dónde él quisiera volar. Quizás, lejos de mí. Quizás, con aquella rusa.
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Re: La cara oculta de París.
Escuche sus palabras sinceras entendiendo lo que ocurría. Deje que mi cabeza reposase sobre su hombro, me sentía cansado, como si tuviese que luchar contra unas manos invisibles para evitar que me robasen todo lo que yo más quería en el mundo.
Me gire para quitarme de encima y deje que mi mirada se perdiese mirando el techo de aquella bonita estancia. Todo era hermoso pero yo no podía verlo.
En ese instante recordé algunas cosas del pasado, meros fragmentos de una vida anterior. Tome su mano mientras dejaba que mi mente vagase unos instantes más.
Abri los labios con calma, hablando con tranquilidad...como si solo relatase.
-…Cuando era pequeño y perdí a todos mis seres queridos, pensé que ya nadie nunca más me querría… mi familia tenía que quererme por obligación, porque teníamos la misma sangre y era su obligación conmigo…Eso era lo que yo pensaba susurre sonriendo con tristeza.
Sin embargo después cuando me convertí en un adulto, vi que la gente demostraba interés en mi, aunque nunca entendí el porqué…Los años pasaron rápidos, dicen que asi es la juventud, demasiado efímera…
Hice amigos en cada rincon del globo,y me cruce con muchas personas interesadas en mi…pero aun asi no pude corresponderles suspire
…no pude corresponder de la forma adecuada a nadie. Era como si algo me faltase. Cuando me convertí en inmortal, definitivamente supe con certeza que no tenia corazón…Aquella idea me divirtió, me hizo pensar que estaba por encima de los demás, que no caería en esas “debilidades”…Y fue entonces cuando una noche cualquiera una hermosa joven me devolvió una libreta que yo había perdido…
Yo le conocía de cuando era pequeño, y sus gestos conmigo, su sinceridad, su pureza…me abrumaron.
Había dolor en su alma y yo me vi reflejado en ella…Me vi reflejado en aquel vacio…A partir de ese entonces ella nunca más salió de mi mente. Me hizo volver a sentirme vivo, me regalo su cariño sin pedirme nada a cambio…A partir de aquel momento me jure a mi mismo que haría lo posible por hacerla feliz, que haría cuanto estuviese en mi mano por evitar su sufrimiento. Supe con certeza que le amaría y le respetaría siempre y que le acompañaría por toda la eternidad si ella me lo permitía…Su sola sonrisa me basta para seguir viviendo…
Dije sintiendo como mi vista se nublaba.
Gire mi rostro para evitar que ella me viese de esa forma, seguía sintiéndome vulnerable delante de ella y aquella idea me horrorizaba, no me gustaba pensar en que aquel que debía ser su soporte, aquel que le diese fuerza y fortaleza también pudiese demostrar que se podía derrumbar. Era algo que nunca me había permitido, algo que solo ella había podido ver en mi.
Me levante con calma, sentándome en el borde de la cama, tomando mi rostro entre mis manos. Sentí que no podía respirar, así que deje de hacerlo. Me levante y camine hacia el baño mientras me iba quitando la camisa, y me desabrochaba el cinturón para poder desnudarme y meterme en aquellas aguas burbujeantes. Mientras sumergía poco a poco la cabeza en el agua, como si así esta pudiese despejarse un poco de las sombras en las que se hallaba…
Lo único que sabía es que toda mi razón de ser estaba allí en la habitación contigua…mientras unos cuantos metros nos separaban. Y lo único que esperaba es que ella entendiese que yo no podía vivir sin ella, había muchas opciones, pero yo ya había escogido hace mucho tiempo. Y estaba más que orgulloso de mi elección.
Me gire para quitarme de encima y deje que mi mirada se perdiese mirando el techo de aquella bonita estancia. Todo era hermoso pero yo no podía verlo.
En ese instante recordé algunas cosas del pasado, meros fragmentos de una vida anterior. Tome su mano mientras dejaba que mi mente vagase unos instantes más.
Abri los labios con calma, hablando con tranquilidad...como si solo relatase.
-…Cuando era pequeño y perdí a todos mis seres queridos, pensé que ya nadie nunca más me querría… mi familia tenía que quererme por obligación, porque teníamos la misma sangre y era su obligación conmigo…Eso era lo que yo pensaba susurre sonriendo con tristeza.
Sin embargo después cuando me convertí en un adulto, vi que la gente demostraba interés en mi, aunque nunca entendí el porqué…Los años pasaron rápidos, dicen que asi es la juventud, demasiado efímera…
Hice amigos en cada rincon del globo,y me cruce con muchas personas interesadas en mi…pero aun asi no pude corresponderles suspire
…no pude corresponder de la forma adecuada a nadie. Era como si algo me faltase. Cuando me convertí en inmortal, definitivamente supe con certeza que no tenia corazón…Aquella idea me divirtió, me hizo pensar que estaba por encima de los demás, que no caería en esas “debilidades”…Y fue entonces cuando una noche cualquiera una hermosa joven me devolvió una libreta que yo había perdido…
Yo le conocía de cuando era pequeño, y sus gestos conmigo, su sinceridad, su pureza…me abrumaron.
Había dolor en su alma y yo me vi reflejado en ella…Me vi reflejado en aquel vacio…A partir de ese entonces ella nunca más salió de mi mente. Me hizo volver a sentirme vivo, me regalo su cariño sin pedirme nada a cambio…A partir de aquel momento me jure a mi mismo que haría lo posible por hacerla feliz, que haría cuanto estuviese en mi mano por evitar su sufrimiento. Supe con certeza que le amaría y le respetaría siempre y que le acompañaría por toda la eternidad si ella me lo permitía…Su sola sonrisa me basta para seguir viviendo…
Dije sintiendo como mi vista se nublaba.
Gire mi rostro para evitar que ella me viese de esa forma, seguía sintiéndome vulnerable delante de ella y aquella idea me horrorizaba, no me gustaba pensar en que aquel que debía ser su soporte, aquel que le diese fuerza y fortaleza también pudiese demostrar que se podía derrumbar. Era algo que nunca me había permitido, algo que solo ella había podido ver en mi.
Me levante con calma, sentándome en el borde de la cama, tomando mi rostro entre mis manos. Sentí que no podía respirar, así que deje de hacerlo. Me levante y camine hacia el baño mientras me iba quitando la camisa, y me desabrochaba el cinturón para poder desnudarme y meterme en aquellas aguas burbujeantes. Mientras sumergía poco a poco la cabeza en el agua, como si así esta pudiese despejarse un poco de las sombras en las que se hallaba…
Lo único que sabía es que toda mi razón de ser estaba allí en la habitación contigua…mientras unos cuantos metros nos separaban. Y lo único que esperaba es que ella entendiese que yo no podía vivir sin ella, había muchas opciones, pero yo ya había escogido hace mucho tiempo. Y estaba más que orgulloso de mi elección.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: La cara oculta de París.
Una vez, un sabio dijo que aquello que da respeto en esta vida es el luchar por algo o alguien. Y yo, aquella noche, había tirado la toalla por una batalla que llevaba librando durante siglos. ¿Por qué? ¿Por una discusión? ¿Por un humano? ¿Por celos? ¿Por su ausencia? Ninguna de aquellas razones me pareció digna de ser el motivo de aquél final.
Jerarld se alzó del lecho, percibiendo en su semblante su flaqueza interna. Ahora me culpaba. Me odiaba a mí misma por el hecho de no saber darle lo que él quería de mí. Sólo ansiaba ver mi sonrisa y yo... yo le ofrecía lágrimas. Eso no era justo, estaba claro. Y él no lo merecía. No después de todo. No cuando ambos sabíamos hasta qué punto nos amábamos.
Mi marido se alejó de mí, deshaciéndose de la camisa para terminar desnudándose antes de meterse en aquél jacuzzi, curas velas y aromas seguían envolviendo la estancia. Yo le observaba a través de la puerta entreabierta. Contemplaba cómo aquél vampiro sanguinario mostraba sus debilidades y temores. Porque, al fin y al cabo, mantenía su humanidad. Y aquella era una de las razones por las que le había elegido como mi compañero eterno. Sonreí para mis adentros y de un brinco, salté de la cama, quitándome aquellas botas y el cinturón, dejándolo en el suelo. Descalza caminé hacia el baño, abriendo sigilosamente aquella puerta mientras mis dedos se desechaban de la única tela que cubría mi cuerpo. Rodeé la piscina hasta ponerme frente a él, aunque Jerarld no me veía al permanecer bajo el agua. Con suma elegancia me deslicé por el mármol y me zambullí en aquella espuma, localizando el rostro enterrado de mi marido, tomándolo entre mis manos para que viera en mis ojos, en mi sonrisa, todo aquello que seguía guardando para él, aquél amor que le profesaba día a día. Y cerrando los ojos, fundí sus labios con los míos en un beso ansioso y pasional, casi fieruno, al mismo tiempo que mi cuerpo se acomodaba a su figura, enlazando mis dedos en su cabello y aprisionándolo contra las paredes del jacuzzi.
- Perdóname, Jerarld... Perdóname, amor mío... te quiero tanto... ¡TANTO!- gritaba interiormente, sintiéndo como esa vez, mis lágrimas eran de felicidades. Felicidad por tenerle a mi lado, de que fuese mío y yo sólo suya. De mi elección, de su elección.
Jerarld se alzó del lecho, percibiendo en su semblante su flaqueza interna. Ahora me culpaba. Me odiaba a mí misma por el hecho de no saber darle lo que él quería de mí. Sólo ansiaba ver mi sonrisa y yo... yo le ofrecía lágrimas. Eso no era justo, estaba claro. Y él no lo merecía. No después de todo. No cuando ambos sabíamos hasta qué punto nos amábamos.
Mi marido se alejó de mí, deshaciéndose de la camisa para terminar desnudándose antes de meterse en aquél jacuzzi, curas velas y aromas seguían envolviendo la estancia. Yo le observaba a través de la puerta entreabierta. Contemplaba cómo aquél vampiro sanguinario mostraba sus debilidades y temores. Porque, al fin y al cabo, mantenía su humanidad. Y aquella era una de las razones por las que le había elegido como mi compañero eterno. Sonreí para mis adentros y de un brinco, salté de la cama, quitándome aquellas botas y el cinturón, dejándolo en el suelo. Descalza caminé hacia el baño, abriendo sigilosamente aquella puerta mientras mis dedos se desechaban de la única tela que cubría mi cuerpo. Rodeé la piscina hasta ponerme frente a él, aunque Jerarld no me veía al permanecer bajo el agua. Con suma elegancia me deslicé por el mármol y me zambullí en aquella espuma, localizando el rostro enterrado de mi marido, tomándolo entre mis manos para que viera en mis ojos, en mi sonrisa, todo aquello que seguía guardando para él, aquél amor que le profesaba día a día. Y cerrando los ojos, fundí sus labios con los míos en un beso ansioso y pasional, casi fieruno, al mismo tiempo que mi cuerpo se acomodaba a su figura, enlazando mis dedos en su cabello y aprisionándolo contra las paredes del jacuzzi.
- Perdóname, Jerarld... Perdóname, amor mío... te quiero tanto... ¡TANTO!- gritaba interiormente, sintiéndo como esa vez, mis lágrimas eran de felicidades. Felicidad por tenerle a mi lado, de que fuese mío y yo sólo suya. De mi elección, de su elección.
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: La cara oculta de París.
Mientras me mantenía bajo aquellas aguas con los ojos cerrados, pensaba que iba a hacer si ella se marchaba, pero no había nada.
Por más que intentaba buscar la luz no había más que sombras en mi interior.
Abrí los ojos y le contemple, como si ella fuese una alucinación. Con su cabello ondulando en las aguas, mientras se acercaba poco a poco hacia mí con su sonrisa.
Le mire sintiéndome otra vez vivo con cada centímetro de distancia que ella acortaba entre nosotros, mientras poco a poco nuestros labios se fundían bajo las aguas.
Contemple sus ojos viéndome en ellos reflejado una vez más.
Sonreí por dentro al verla y mientras ella se acomodaba a mi yo le rodee con mis brazos necesitando de su tacto, necesitando su sabor. Palpe la piel de su espalda deslizando mis dedos por ella, acercándola aun mas a mí, necesitando sentir su piel junto a la mía. Saboree sus labios lamiéndolos, besándolos, mordiéndolos, ambos desesperados por poseernos el uno al otro como si esta fuese la primera vez que nos acoplábamos de esa manera.
Cada momento de intimidad entre nosotros era como si fuese el primero y como si pudiese ser el último. Siempre había el temor a que algo nos separase, el destino era cruel con nosotros, y jugaba siempre haciéndonos pensar que no merecíamos tenernos el uno al otro.
Cuando en realidad lo que ocurría era que nos necesitábamos y nos amábamos demasiado, el temor a perder lo que más queríamos nos hacia débiles e insensatos ante el otro.
Ella enredo sus dedos en mis cabellos manteniendo mi rostro cerca del suyo mientras poco a poco ambos sacábamos la cabeza del agua aun besándonos, mientras ella mantenía sus brazos en mi cuello y rodeaba mi cintura con sus piernas, sin desear soltarme y sin que yo desease que ella lo hiciese.
Mi lengua rodeo sus labios mientras yo bajaba con mis besos por su mentón muy lentamente, saboreando cada instante de tensión mientras encontraba el hueco de su cuello sintiendo como mis colmillos afloraban deseosos de beber de ella, deseosos de su esencia y su sabor…
Cuando de pronto sonó el teléfono.
Ambos abrimos los ojos ante tal inesperado ruido. Nos contemplamos un momento en silencio, sabiendo que no íbamos a contestar. De pronto aquel ruido paro y yo contemple el rostro de mi amada…Ella se mordía los labios con picardía sabiendo que aquel gesto me parecía irresistible, mientras las gotas de agua se deslizaban con lentitud por su rostro, y su cabello se deslizaba hacia atrás dándole un aire más que sexy y excitante.
Acerque mis labios a los suyos una vez más, parando justo cuando estos estaban ya rozándose.
Aquel maldito teléfono volvió a sonar.
Quien podía ser? Si nadie sabía que estábamos allí?
-Tiene que ser un error comente aun rozando sus labios. A estas horas, es imposible, además nadie sabe que estamos aquí salvo…
-May... dijimos ambos al unísono.
Era una constante maldición, siempre que gozábamos de un pequeño momento de intimidad algo nos interrumpía. Y ambos éramos demasiado viejos como para tener paciencia.
Mire a mi amada deseando poder robarle sus besos otra vez, pero tenía que contestar ese dichoso aparato. Junte mis labios con los suyos un instante antes de que nos separásemos. Salí de aquellas aguas con rapidez, mientras caminaba hacia el teléfono inalámbrico y lo llevaba hacia el baño poniendo el altavoz.
seria ella? Porque si era May pensaba entregarla a la yakuza pero ya!…
Por más que intentaba buscar la luz no había más que sombras en mi interior.
Abrí los ojos y le contemple, como si ella fuese una alucinación. Con su cabello ondulando en las aguas, mientras se acercaba poco a poco hacia mí con su sonrisa.
Le mire sintiéndome otra vez vivo con cada centímetro de distancia que ella acortaba entre nosotros, mientras poco a poco nuestros labios se fundían bajo las aguas.
Contemple sus ojos viéndome en ellos reflejado una vez más.
Sonreí por dentro al verla y mientras ella se acomodaba a mi yo le rodee con mis brazos necesitando de su tacto, necesitando su sabor. Palpe la piel de su espalda deslizando mis dedos por ella, acercándola aun mas a mí, necesitando sentir su piel junto a la mía. Saboree sus labios lamiéndolos, besándolos, mordiéndolos, ambos desesperados por poseernos el uno al otro como si esta fuese la primera vez que nos acoplábamos de esa manera.
Cada momento de intimidad entre nosotros era como si fuese el primero y como si pudiese ser el último. Siempre había el temor a que algo nos separase, el destino era cruel con nosotros, y jugaba siempre haciéndonos pensar que no merecíamos tenernos el uno al otro.
Cuando en realidad lo que ocurría era que nos necesitábamos y nos amábamos demasiado, el temor a perder lo que más queríamos nos hacia débiles e insensatos ante el otro.
Ella enredo sus dedos en mis cabellos manteniendo mi rostro cerca del suyo mientras poco a poco ambos sacábamos la cabeza del agua aun besándonos, mientras ella mantenía sus brazos en mi cuello y rodeaba mi cintura con sus piernas, sin desear soltarme y sin que yo desease que ella lo hiciese.
Mi lengua rodeo sus labios mientras yo bajaba con mis besos por su mentón muy lentamente, saboreando cada instante de tensión mientras encontraba el hueco de su cuello sintiendo como mis colmillos afloraban deseosos de beber de ella, deseosos de su esencia y su sabor…
Cuando de pronto sonó el teléfono.
Ambos abrimos los ojos ante tal inesperado ruido. Nos contemplamos un momento en silencio, sabiendo que no íbamos a contestar. De pronto aquel ruido paro y yo contemple el rostro de mi amada…Ella se mordía los labios con picardía sabiendo que aquel gesto me parecía irresistible, mientras las gotas de agua se deslizaban con lentitud por su rostro, y su cabello se deslizaba hacia atrás dándole un aire más que sexy y excitante.
Acerque mis labios a los suyos una vez más, parando justo cuando estos estaban ya rozándose.
Aquel maldito teléfono volvió a sonar.
Quien podía ser? Si nadie sabía que estábamos allí?
-Tiene que ser un error comente aun rozando sus labios. A estas horas, es imposible, además nadie sabe que estamos aquí salvo…
-May... dijimos ambos al unísono.
Era una constante maldición, siempre que gozábamos de un pequeño momento de intimidad algo nos interrumpía. Y ambos éramos demasiado viejos como para tener paciencia.
Mire a mi amada deseando poder robarle sus besos otra vez, pero tenía que contestar ese dichoso aparato. Junte mis labios con los suyos un instante antes de que nos separásemos. Salí de aquellas aguas con rapidez, mientras caminaba hacia el teléfono inalámbrico y lo llevaba hacia el baño poniendo el altavoz.
seria ella? Porque si era May pensaba entregarla a la yakuza pero ya!…
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: La cara oculta de París.
Resoplé y dejé que mi marido fuese a por el dichoso aparato mientras yo seguía jugueteando en el agua. No tardó en regresar al baño, dejando el teléfono cerca del jacuzzi y poniendo el altavoz.
- ¿Papá? ¿Mamá? Esto... tenemos un problema.- murmuró angustiada la voz de May.
- ¿Qué sucede?- le alarmé, acercándome al móvil con el ceño fruncido.
- Ha venido un tipo a casa... uno llamado... ¿Marco? ¿Mario? ¿Markos?
- ¡Marius!- grité exhaltada, mirando con urgencia a Jerarld.- ¿Qué quería? ¿Qué ha pasado?
- Bueno... le dijo al mayordomo que sólo deseaba recuperar su moto.
Respiré aliviada un momento. Sólo un momento. Alcé una ceja y despegué mis labios para volver a preguntar, pero mi marido se adelantó.
- ¿Y entonces?
- Pues que mientras el sirviente le explicaba que no sabía nada de ninguna moto, una manada de lobos le atacaron y... bueno, digamos que ya no necesitará esa moto.- intentó bromear, denotándose cierto tono nervioso en su voz.
- ¿Le han matado?- grité, alzándome del jacuzzi con mis músculos temblando llenos de ira.
El silencio en aquél teléfono era la confirmación de mis sospechas y, no obstante, sabía que había algo más. Conocía a May lo suficiente como para saber que la muerte de un mortal no es que le interesara demasiado. No, algo más había sucedido en nuestra casa.
- ¿Cómo estás tú?- le pedí en un hilo de voz.
- Bueno... llamo desde el bosque... los lobos entraron en casa y arrasaron con todo... sólo he sobrevivido yo.
Tragué saliva ruidosamente y miré a Jerarld con los ojos vidriosos, dejando que él viera aquella debilidad escondida en mis entrañas.
- ¿Papá? ¿Mamá? Esto... tenemos un problema.- murmuró angustiada la voz de May.
- ¿Qué sucede?- le alarmé, acercándome al móvil con el ceño fruncido.
- Ha venido un tipo a casa... uno llamado... ¿Marco? ¿Mario? ¿Markos?
- ¡Marius!- grité exhaltada, mirando con urgencia a Jerarld.- ¿Qué quería? ¿Qué ha pasado?
- Bueno... le dijo al mayordomo que sólo deseaba recuperar su moto.
Respiré aliviada un momento. Sólo un momento. Alcé una ceja y despegué mis labios para volver a preguntar, pero mi marido se adelantó.
- ¿Y entonces?
- Pues que mientras el sirviente le explicaba que no sabía nada de ninguna moto, una manada de lobos le atacaron y... bueno, digamos que ya no necesitará esa moto.- intentó bromear, denotándose cierto tono nervioso en su voz.
- ¿Le han matado?- grité, alzándome del jacuzzi con mis músculos temblando llenos de ira.
El silencio en aquél teléfono era la confirmación de mis sospechas y, no obstante, sabía que había algo más. Conocía a May lo suficiente como para saber que la muerte de un mortal no es que le interesara demasiado. No, algo más había sucedido en nuestra casa.
- ¿Cómo estás tú?- le pedí en un hilo de voz.
- Bueno... llamo desde el bosque... los lobos entraron en casa y arrasaron con todo... sólo he sobrevivido yo.
Tragué saliva ruidosamente y miré a Jerarld con los ojos vidriosos, dejando que él viera aquella debilidad escondida en mis entrañas.
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: La cara oculta de París.
Apreté los dientes, enseñándolos con ira a un enemigo invisible mientras escuchaba esas palabras.
Asquerosos licántropos, habían seguido nuestro rastro, habían llegado a casa y habían estado a punto de dar con nuestra pequeña. Respire agitadamente, demasiado furioso.
-May vas armada?
-Solo alcance a tomar un rifle, me quedan dos cajas de balas normales y solo seis balas de plata…
Mire a Eyra, sus ojos llorosos me mostraban la angustia que sentía.
-May cielo no te separes del móvil. Vamos hacia allí. Recuerdas…?
-Si papa, me esconderé en las alturas…Ahora mismo estoy en la copa de un árbol y casi no tengo cobertura…comento con un deje de agobio en la voz. …No tardéis…
-Tranquila cielo. Nos vemos en minutos dije colgando el aparato mientras me acercaba veloz hacia Eyra para tomar su mano y ayudarle a salir de aquel jacuzzi.
Le abrace fuertemente aun sosteniendo el teléfono.
-Tranquila vida mía… May estará bien, ella sabe defenderse. Ya verás cómo no será nada, todas las cosas de casa las podremos arreglar o recuperar… todo irá bien, te lo prometo.
Me separe de ella para poder limpiar sus lagrimas con mis dedos, le di un suave y dulce beso para calmarle, nos miramos un momento y nos separamos mientras ella se apresuraba en tomar una toalla y me lanzaba una a mí, mientras yo la sostenía y tecleaba veloz un número en aquel teléfono.
-En 5 minutos en el Ritz, Necesito un L35-O…Y la caja D. dije recordando en el último minuto. Colgué mientras mi amada me miraba sin entender que había dicho.
Me lanzo unas prendas que había en el mismo armario del que antes ella había sacado aquel vestido rojo y yo me apresure en tomarlas en el aire para ponérmelas mientras le explicaba.
-Nos vendrán a buscar en 5 minutos. Vamos, deben estar por llegar dije mientras ya ambos vestidos abríamos la puerta de aquella maravillosa habitación para salir veloces.
Bajamos por el ascensor tomados de la mano y salimos por la entrada principal de aquel lujoso hotel llevándonos con nosotros las miradas de todo el vestíbulo. Podíamos habernos vestido en escasos minutos y aun así estar desaliñados y aun medio empapados, sobre todo nuestros cabellos, pero aun así, éramos los más elegantes y los más atractivos de todo el hotel. Claro que nosotros no teníamos ni tiempo, ni ganas, ni la atención para fijarnos en eso.
Fuera del hotel un lamborghini negro acababa de frenar mientras un hombre trajeado salía de la puerta del conductor con un gran maletín plateado sujeto entre sus brazos.
Deje a Eyra y me acerque veloz hacia el hombre mientras este me entregaba la caja y las llaves,
-Todo está en el maletín y aquí esta lo que encargó. Asentí mientras me apresuraba en tomar las cosas
-Necesitare el servicio de limpieza en la residencia 3. El hombre asintio y yo me dispuse a entrar en el asiento del conductor.
Con aquello de limpieza queria decir que ellos se dirgiesen a casa y eliminasen todos los cadeveres del servicio. Aquello seguramente estaria lleno de cuerpos destrozados y de sangre, no me apetecia presisamente que ninguno de mis angeles viese eso cuando tuviesemos que volver.
Aquel hombre dio la vuelta y abrió la puerta a Eyra mientras ella entraba y se sentaba a mi lado y ambos nos íbamos más rápido de lo que estaba permitido. Mientras recorríamos el asfalto veloces para dirigirnos a las afueras, donde estaba nuestra residencia.
Entregue la caja plateada a Eyra y ella la apoyo sobre sus rodillas.
-Eso es para ti, Lo tenía encargado hace bastante, pero es que no es precisamente un regalo…mmm “bonito” dije sonriendo mientras ella se disponía a abrir la caja para encontrar dentro dos hermosas pistolas gemelas, similares a los mosquetes antiguos, plateadas con diversos decorados y grabados. Parecían piezas de colección y las había mandado a hacer hace mucho tiempo, solo que no se las había entregado a mi amada porque no era un regalo precisamente romántico. Que le iba a decir? Mira cielo te he comprado armas! La idea me divertía, pero no era el momento para tonterías. Aquellas pistolas estaban ya cargadas y en el maletín llevaba un arsenal mas.
Eyra me miro un momento algo curiosa.
-Por eso estaba viajando tanto estos últimos tiempos…Están fabricando unas armas buenísimas contra las “razas oscuras” comente con rintintin. Y muchas de ellas las están fabricando en Alemania y en Rusia…No es nada más que eso. Comente haciendo alusión a Rusia. Ya que quería evitar que ella siguiese pensando que tenia algún lio extraño con esa chica de antes.
Ahora que lo pensaba, llevabamos mucho tiempo sin hablar de nuestros asuntos, y eso era un descuido mio que tenia que cambiar.
Lo bueno de aquello era que había podido conseguir armas contra licántropos que eran realmente buenas, y que ahora estaban en el maletín del coche esperando a ser usadas.
-Nos vamos a ir de cacería esta noche…Y luego de vacaciones… A ser posible donde no existan teléfonos…que te parece? Bromee mientras ella observaba curiosa las armas que reposaban sobre sus piernas.
Asquerosos licántropos, habían seguido nuestro rastro, habían llegado a casa y habían estado a punto de dar con nuestra pequeña. Respire agitadamente, demasiado furioso.
-May vas armada?
-Solo alcance a tomar un rifle, me quedan dos cajas de balas normales y solo seis balas de plata…
Mire a Eyra, sus ojos llorosos me mostraban la angustia que sentía.
-May cielo no te separes del móvil. Vamos hacia allí. Recuerdas…?
-Si papa, me esconderé en las alturas…Ahora mismo estoy en la copa de un árbol y casi no tengo cobertura…comento con un deje de agobio en la voz. …No tardéis…
-Tranquila cielo. Nos vemos en minutos dije colgando el aparato mientras me acercaba veloz hacia Eyra para tomar su mano y ayudarle a salir de aquel jacuzzi.
Le abrace fuertemente aun sosteniendo el teléfono.
-Tranquila vida mía… May estará bien, ella sabe defenderse. Ya verás cómo no será nada, todas las cosas de casa las podremos arreglar o recuperar… todo irá bien, te lo prometo.
Me separe de ella para poder limpiar sus lagrimas con mis dedos, le di un suave y dulce beso para calmarle, nos miramos un momento y nos separamos mientras ella se apresuraba en tomar una toalla y me lanzaba una a mí, mientras yo la sostenía y tecleaba veloz un número en aquel teléfono.
-En 5 minutos en el Ritz, Necesito un L35-O…Y la caja D. dije recordando en el último minuto. Colgué mientras mi amada me miraba sin entender que había dicho.
Me lanzo unas prendas que había en el mismo armario del que antes ella había sacado aquel vestido rojo y yo me apresure en tomarlas en el aire para ponérmelas mientras le explicaba.
-Nos vendrán a buscar en 5 minutos. Vamos, deben estar por llegar dije mientras ya ambos vestidos abríamos la puerta de aquella maravillosa habitación para salir veloces.
Bajamos por el ascensor tomados de la mano y salimos por la entrada principal de aquel lujoso hotel llevándonos con nosotros las miradas de todo el vestíbulo. Podíamos habernos vestido en escasos minutos y aun así estar desaliñados y aun medio empapados, sobre todo nuestros cabellos, pero aun así, éramos los más elegantes y los más atractivos de todo el hotel. Claro que nosotros no teníamos ni tiempo, ni ganas, ni la atención para fijarnos en eso.
Fuera del hotel un lamborghini negro acababa de frenar mientras un hombre trajeado salía de la puerta del conductor con un gran maletín plateado sujeto entre sus brazos.
Deje a Eyra y me acerque veloz hacia el hombre mientras este me entregaba la caja y las llaves,
-Todo está en el maletín y aquí esta lo que encargó. Asentí mientras me apresuraba en tomar las cosas
-Necesitare el servicio de limpieza en la residencia 3. El hombre asintio y yo me dispuse a entrar en el asiento del conductor.
Con aquello de limpieza queria decir que ellos se dirgiesen a casa y eliminasen todos los cadeveres del servicio. Aquello seguramente estaria lleno de cuerpos destrozados y de sangre, no me apetecia presisamente que ninguno de mis angeles viese eso cuando tuviesemos que volver.
Aquel hombre dio la vuelta y abrió la puerta a Eyra mientras ella entraba y se sentaba a mi lado y ambos nos íbamos más rápido de lo que estaba permitido. Mientras recorríamos el asfalto veloces para dirigirnos a las afueras, donde estaba nuestra residencia.
Entregue la caja plateada a Eyra y ella la apoyo sobre sus rodillas.
-Eso es para ti, Lo tenía encargado hace bastante, pero es que no es precisamente un regalo…mmm “bonito” dije sonriendo mientras ella se disponía a abrir la caja para encontrar dentro dos hermosas pistolas gemelas, similares a los mosquetes antiguos, plateadas con diversos decorados y grabados. Parecían piezas de colección y las había mandado a hacer hace mucho tiempo, solo que no se las había entregado a mi amada porque no era un regalo precisamente romántico. Que le iba a decir? Mira cielo te he comprado armas! La idea me divertía, pero no era el momento para tonterías. Aquellas pistolas estaban ya cargadas y en el maletín llevaba un arsenal mas.
Eyra me miro un momento algo curiosa.
-Por eso estaba viajando tanto estos últimos tiempos…Están fabricando unas armas buenísimas contra las “razas oscuras” comente con rintintin. Y muchas de ellas las están fabricando en Alemania y en Rusia…No es nada más que eso. Comente haciendo alusión a Rusia. Ya que quería evitar que ella siguiese pensando que tenia algún lio extraño con esa chica de antes.
Ahora que lo pensaba, llevabamos mucho tiempo sin hablar de nuestros asuntos, y eso era un descuido mio que tenia que cambiar.
Lo bueno de aquello era que había podido conseguir armas contra licántropos que eran realmente buenas, y que ahora estaban en el maletín del coche esperando a ser usadas.
-Nos vamos a ir de cacería esta noche…Y luego de vacaciones… A ser posible donde no existan teléfonos…que te parece? Bromee mientras ella observaba curiosa las armas que reposaban sobre sus piernas.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: La cara oculta de París.
Me limité a seguir los pasos e indicaciones de mi marido, algo confusa al no entender ni media palabra de lo que decía por teléfono a sus compinches a los que no podía evitar mirar de forma despectiva, sin ocultar el desagrado de su presencia en asuntos personales. Pero era una especie de guardia de Jerarld, así que debía respetarlo.
Subí al coche a la vez que el vampiro aceleraba el automóvil y me daba una caja. La abrí curiosa, descubriendo en su interior un par de pistolas realmente bonitas, de aquellas a las que bien podían exponerse en una vitrina del Museo en el que trabajaba. Las contemplé en silencio dado que él me comentó el motivo de sus repetidas ausencias y aunque lo comprendí, no pude compartir sus razones. ¿A caso un par de armas eran más importantes que yo? Estaba segura que algo así se comercializaba en el tienda de nuestra misma calle, sin necesidad de viajar al otro extremo de Europa. Pero aquél no era momento para discutir, así que mordí mi lengua y asentí con la cabeza.
A los escasos minutos de conducción vertiginosa, Jerarld frenó en seco en cuanto divisamos el bosque. Salí del coche y olisqueé el ambiente, localizando el aroma de mi hija y el inconfundible tufo de licántropos. Habían varios, quizás seis o siete. Aquello me angustió y me apresuré a tomar las pistolas, una en cada mano. Y gruñí.
- Separémonos.- indiqué a Jerarld.- Ve a por May mientras yo me encargo de los lobos, al fin y al cabo me buscan a mí por matar a su compañero.
Le guiñé el ojo con picardía y una leve sonrisa antes de desgarrar parte del vestido, permitiéndome más agilidad y velocidad. Me quité también las botas, pues podrían hacerme resbalar si quería saltar de rama en rama. Tras aquellos movimientos, respiré profundamente y empecé a correr velozmente hacia la penumbra de los árboles, siguiendo el aroma de los lobos, localizándolos a pocos metros de mí. Frené entonces en seco y me escondí tras el tronco de un árbol, observando desde la lejanía a unos tres lobos. Parecían comunicarse de algún modo entre ellos, quizás entre aullidos o quizás mentalmente. De pronto, uno de ellos alzó el hocico y gruñó, advirtiendo al resto de mi presencia. Sonreí divertida y salí de mi escondite, trepando por aquél árbol hasta posarme sobre la rama de éste, dejándome completamente a la vista de los animales.
- ¿Me buscábais?- reí, haciendo rodar ambas pistolas alrededor de mi dedo índice antes de detenerlas y apuntar hacia ellos con maldad.
Subí al coche a la vez que el vampiro aceleraba el automóvil y me daba una caja. La abrí curiosa, descubriendo en su interior un par de pistolas realmente bonitas, de aquellas a las que bien podían exponerse en una vitrina del Museo en el que trabajaba. Las contemplé en silencio dado que él me comentó el motivo de sus repetidas ausencias y aunque lo comprendí, no pude compartir sus razones. ¿A caso un par de armas eran más importantes que yo? Estaba segura que algo así se comercializaba en el tienda de nuestra misma calle, sin necesidad de viajar al otro extremo de Europa. Pero aquél no era momento para discutir, así que mordí mi lengua y asentí con la cabeza.
A los escasos minutos de conducción vertiginosa, Jerarld frenó en seco en cuanto divisamos el bosque. Salí del coche y olisqueé el ambiente, localizando el aroma de mi hija y el inconfundible tufo de licántropos. Habían varios, quizás seis o siete. Aquello me angustió y me apresuré a tomar las pistolas, una en cada mano. Y gruñí.
- Separémonos.- indiqué a Jerarld.- Ve a por May mientras yo me encargo de los lobos, al fin y al cabo me buscan a mí por matar a su compañero.
Le guiñé el ojo con picardía y una leve sonrisa antes de desgarrar parte del vestido, permitiéndome más agilidad y velocidad. Me quité también las botas, pues podrían hacerme resbalar si quería saltar de rama en rama. Tras aquellos movimientos, respiré profundamente y empecé a correr velozmente hacia la penumbra de los árboles, siguiendo el aroma de los lobos, localizándolos a pocos metros de mí. Frené entonces en seco y me escondí tras el tronco de un árbol, observando desde la lejanía a unos tres lobos. Parecían comunicarse de algún modo entre ellos, quizás entre aullidos o quizás mentalmente. De pronto, uno de ellos alzó el hocico y gruñó, advirtiendo al resto de mi presencia. Sonreí divertida y salí de mi escondite, trepando por aquél árbol hasta posarme sobre la rama de éste, dejándome completamente a la vista de los animales.
- ¿Me buscábais?- reí, haciendo rodar ambas pistolas alrededor de mi dedo índice antes de detenerlas y apuntar hacia ellos con maldad.
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Re: La cara oculta de París.
Le sonreí a mi amada mientras abría el maletero para comenzar a abrir las cajas.
No es que me hiciese precisamente ilusión dejar que ella se fuese sola, pero definitivamente era la mejor solución que nos separásemos.
Contemple como Eyra desaparecía entre el frondoso bosque sin que hubiese alcanzado a decirle que se llevase más armas…
Bueno, si necesitaba refuerzos estaba seguro de que nos íbamos a encontrar.
Abrí las cajas y tome las diferentes piezas de las armas mientras las montaba rápidamente, encajando las piezas y apoyándolas en mi hombro al acabarlas.
Tome un pequeño cinturón de cuero que ate a mi cintura con dos revólveres cargados y acomode sobre mi hombro las dos carabina m4 que habia ensamblado, me contemple un momento negando con la cabeza, parecía que me iba a la guerra. Pero así eran las armas que estaban creando, cada vez más detalladas y con más largo alcance.
Los tiempos habían cambiado muchísimo, y ahora las armas estaban hechas específicamente para crear en “las razas oscuras” un terrible dolor y agonía antes de acabar con la vida de estos.
Había podido presenciar como acababan con un cambiaformas y con vampiro con más rapidez de la que me había hecho gracia contemplar, y ahí estaba yo, corriendo por entre los bosques mientras me subía por las ramas para poder contemplar desde las alturas algún movimiento en la oscuridad de la noche.
El aroma de May se sentía cerca, pero no lograba dar con ella, muy seguramente estaría camuflando su aroma para que no la descubriesen. Muy posiblemente dejando rastros falsos.
Al menos eso era un alivio, mi pequeña hacia los deberes, así que si por una parte me costaba un poco dar con ella, eso significaba que para aquellos licántropos tampoco sería nada fácil, mucho menos ahora que había tres aromas similares rondando por el bosque.
Cerré los ojos y extendí las murallas de mi mente para dar con ella, para dar con algún pensamiento, utilizando la telepatía para dar con su presencia, pues sabía que estaba relativamente cerca.
May… Pasaron los segundos mientras el silencio era lo único que escuchaba.
-Vamos pequeño monstruito terrorista…Soy yo…
-Papa!!!...En el rio! Su voz denotaba desesperación.
Abrí los ojos para dirigirme veloz hacia el sonido del agua. Salte de rama en rama con agilidad, para bajar al suelo mientras corría entre los árboles para llegar a la orilla de aquellas aguas… May apoyada en un árbol se tomaba el tobillo de la pierna derecha gruñendo de rabia y dolor mientras dos lobos se acercaban hacia ella enseñando furiosos sus dientes ante su mirada iracunda, mientras los cadáveres de otros dos lobos reposaban lejos desangrándose.
Gruñí de solo percibir el aroma de su sangre y situé inmediatamente mi arma al hombro para mirar por el teleobjetivo disparando cuando el primero de los lobos se había abalanzado saltando para atacarle. Cayo a apenas un metro de May mientras el otro retrocedía mirando a las sombras mientras buscaba mi presencia gruñendo.
Dispare nuevamente repetidas veces y este comenzó a correr, aunque note inmediatamente su asqueroso aroma, le había dado en alguna parte, pero este marcho quizás buscando al resto de la manada para contraatacar con mas refuerzos, después de todo no dejaban de ser seres inteligentes.
Corrí veloz hacia May mientras sus ojos se posaban en mi. Me agache veloz junto a ella para abrazarle.
-May…oh pequeña que ha pasado? Pregunte mientras la aferraba nervioso entre mis brazos.
-…Han venido los cuatro por mi y he tenido que forcejear con ellos…No me quedaban suficientes balas para todos…eran demasiados! escupió con rabia mientras se mordía los labios hundiendo la cabeza en mi pecho y apretando con rabia mi camisa con sus puños cerrados.
Me aparte de ella para contemplar su tobillo, éste mostraba una profunda hendidura, una mordida de licántropo que se veía más que dolorosa.
-Puedes caminar? Ella se aferro a mis hombros mientras yo tomaba su cintura y la levantaba mientras ella daba un pequeño alarido de dolor con el simple gesto de querer reposar el pie.
Le senté y comencé a arremangarme la manga de la camisa. May vio mi gesto e intento detenerme abriendo la boca, pero la cerro inmediatamente al ver mi mirada. Ella conocía perfectamente bien aquella mirada. Así que no se digno a rechistar siquiera, simplemente bajo la cabeza haciendo pucheros, como cuando era pequeña y no podía hacer objeciones.
Mordí mi muñeca y la cerque a sus labios mientras ella bebía veloz de mí, con ansias y con hambre por la pérdida de sangre. Deje que bebiese sin control alguno, notando como comenzaba a cansarme, hasta que ella paro, como si se hubiese dado cuenta que no podía seguir.
- Ups…Casi me paso…dijo soltando una sonrisita infantil. Acaricie su mejilla limpiando una mancha de barro, y le sonreí negando con la cabeza. Le acerque una de las armas que había llevado para ella mientras ella la tomaba con destreza ubicándola en su hombro y mirando por el objetivo.
Estas son nuevas, no? Pregunto con interés mi pequeña terrorista.
Si…Esos rusos están haciendo un buen complot…Oh…porque no cogiste el bazooka que había en el sótano?
-Lo tome! Fue lo primero que use contra ellos y me lo cargue…pero dioses! Fue una pasada de arma! Porque no me la habías enseñado? Dijo apoyándose en mí para levantarse.
-Porque era un regalo…comente con un resoplido, al menos mi pequeña había dado buen uso de mi regalo adelantado. La levante poco a poco para tomarle en brazos. Pero en ese instante algunos aullidos cercanos se escucharon a unos cuantos metros.
Cuantos habían de verdad? era solo idea mía o estaban llegando cada vez más? Apreté a May contra mi mientras ella llevaba consigo las armas apretadas contra su pecho.
Comence a correr y a escabullirme entre las sombras dando largos saltos a toda velocidad en busca de Eyra, Con May no podríamos hacer gran cosa si ella estaba en ese estado, prefería llevarla a que le examinase alguien antes que quedarme allí.
Tenía que ir en busca de Eyra y sacarlas del bosque, porque parecía que estaban llegando más licántropos…y después de todo no dejábamos de ser tres.
De pronto escuche disparos y un grito lejano que me puso los pelos de punta, su aroma se percibía cerca, que estaba pasando allí?
No es que me hiciese precisamente ilusión dejar que ella se fuese sola, pero definitivamente era la mejor solución que nos separásemos.
Contemple como Eyra desaparecía entre el frondoso bosque sin que hubiese alcanzado a decirle que se llevase más armas…
Bueno, si necesitaba refuerzos estaba seguro de que nos íbamos a encontrar.
Abrí las cajas y tome las diferentes piezas de las armas mientras las montaba rápidamente, encajando las piezas y apoyándolas en mi hombro al acabarlas.
Tome un pequeño cinturón de cuero que ate a mi cintura con dos revólveres cargados y acomode sobre mi hombro las dos carabina m4 que habia ensamblado, me contemple un momento negando con la cabeza, parecía que me iba a la guerra. Pero así eran las armas que estaban creando, cada vez más detalladas y con más largo alcance.
Los tiempos habían cambiado muchísimo, y ahora las armas estaban hechas específicamente para crear en “las razas oscuras” un terrible dolor y agonía antes de acabar con la vida de estos.
Había podido presenciar como acababan con un cambiaformas y con vampiro con más rapidez de la que me había hecho gracia contemplar, y ahí estaba yo, corriendo por entre los bosques mientras me subía por las ramas para poder contemplar desde las alturas algún movimiento en la oscuridad de la noche.
El aroma de May se sentía cerca, pero no lograba dar con ella, muy seguramente estaría camuflando su aroma para que no la descubriesen. Muy posiblemente dejando rastros falsos.
Al menos eso era un alivio, mi pequeña hacia los deberes, así que si por una parte me costaba un poco dar con ella, eso significaba que para aquellos licántropos tampoco sería nada fácil, mucho menos ahora que había tres aromas similares rondando por el bosque.
Cerré los ojos y extendí las murallas de mi mente para dar con ella, para dar con algún pensamiento, utilizando la telepatía para dar con su presencia, pues sabía que estaba relativamente cerca.
May… Pasaron los segundos mientras el silencio era lo único que escuchaba.
-Vamos pequeño monstruito terrorista…Soy yo…
-Papa!!!...En el rio! Su voz denotaba desesperación.
Abrí los ojos para dirigirme veloz hacia el sonido del agua. Salte de rama en rama con agilidad, para bajar al suelo mientras corría entre los árboles para llegar a la orilla de aquellas aguas… May apoyada en un árbol se tomaba el tobillo de la pierna derecha gruñendo de rabia y dolor mientras dos lobos se acercaban hacia ella enseñando furiosos sus dientes ante su mirada iracunda, mientras los cadáveres de otros dos lobos reposaban lejos desangrándose.
Gruñí de solo percibir el aroma de su sangre y situé inmediatamente mi arma al hombro para mirar por el teleobjetivo disparando cuando el primero de los lobos se había abalanzado saltando para atacarle. Cayo a apenas un metro de May mientras el otro retrocedía mirando a las sombras mientras buscaba mi presencia gruñendo.
Dispare nuevamente repetidas veces y este comenzó a correr, aunque note inmediatamente su asqueroso aroma, le había dado en alguna parte, pero este marcho quizás buscando al resto de la manada para contraatacar con mas refuerzos, después de todo no dejaban de ser seres inteligentes.
Corrí veloz hacia May mientras sus ojos se posaban en mi. Me agache veloz junto a ella para abrazarle.
-May…oh pequeña que ha pasado? Pregunte mientras la aferraba nervioso entre mis brazos.
-…Han venido los cuatro por mi y he tenido que forcejear con ellos…No me quedaban suficientes balas para todos…eran demasiados! escupió con rabia mientras se mordía los labios hundiendo la cabeza en mi pecho y apretando con rabia mi camisa con sus puños cerrados.
Me aparte de ella para contemplar su tobillo, éste mostraba una profunda hendidura, una mordida de licántropo que se veía más que dolorosa.
-Puedes caminar? Ella se aferro a mis hombros mientras yo tomaba su cintura y la levantaba mientras ella daba un pequeño alarido de dolor con el simple gesto de querer reposar el pie.
Le senté y comencé a arremangarme la manga de la camisa. May vio mi gesto e intento detenerme abriendo la boca, pero la cerro inmediatamente al ver mi mirada. Ella conocía perfectamente bien aquella mirada. Así que no se digno a rechistar siquiera, simplemente bajo la cabeza haciendo pucheros, como cuando era pequeña y no podía hacer objeciones.
Mordí mi muñeca y la cerque a sus labios mientras ella bebía veloz de mí, con ansias y con hambre por la pérdida de sangre. Deje que bebiese sin control alguno, notando como comenzaba a cansarme, hasta que ella paro, como si se hubiese dado cuenta que no podía seguir.
- Ups…Casi me paso…dijo soltando una sonrisita infantil. Acaricie su mejilla limpiando una mancha de barro, y le sonreí negando con la cabeza. Le acerque una de las armas que había llevado para ella mientras ella la tomaba con destreza ubicándola en su hombro y mirando por el objetivo.
Estas son nuevas, no? Pregunto con interés mi pequeña terrorista.
Si…Esos rusos están haciendo un buen complot…Oh…porque no cogiste el bazooka que había en el sótano?
-Lo tome! Fue lo primero que use contra ellos y me lo cargue…pero dioses! Fue una pasada de arma! Porque no me la habías enseñado? Dijo apoyándose en mí para levantarse.
-Porque era un regalo…comente con un resoplido, al menos mi pequeña había dado buen uso de mi regalo adelantado. La levante poco a poco para tomarle en brazos. Pero en ese instante algunos aullidos cercanos se escucharon a unos cuantos metros.
Cuantos habían de verdad? era solo idea mía o estaban llegando cada vez más? Apreté a May contra mi mientras ella llevaba consigo las armas apretadas contra su pecho.
Comence a correr y a escabullirme entre las sombras dando largos saltos a toda velocidad en busca de Eyra, Con May no podríamos hacer gran cosa si ella estaba en ese estado, prefería llevarla a que le examinase alguien antes que quedarme allí.
Tenía que ir en busca de Eyra y sacarlas del bosque, porque parecía que estaban llegando más licántropos…y después de todo no dejábamos de ser tres.
De pronto escuche disparos y un grito lejano que me puso los pelos de punta, su aroma se percibía cerca, que estaba pasando allí?
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: La cara oculta de París.
Con una carcajada sonora, empecé a disparar a los lobos con suma facilidad, matando uno a uno en cuando saltaban hacia mí o incluso a uno que deseaba huir. Tomé ambas pistolas y soplé la boca por la que el humo arañaba el aire con la idea de escalar por el cielo.
El olor a sangre licántropa era nauseabundo, pero decidí acercarme al lugar en el que todos los cadáveres se desangraban o agonizaban. Me acuclillé al lado de uno de ellos, respirando con dificultad. Acaricié su pelaje a modo provocativo y de hecho, funcionó de maravilla, pues su ira le llevo a removerse inquieto, a gruñir con fiereza... algo que a sus costillas no le hizo bien y probablemente sus movimientos, perforaron algún órgano esencial, porque el animal exhaló entonces su último suspiro como ser viviente. Sonreí, satisfecha por mi triunfo. Me enderecé y limpié el polvo de mi vestido desgarrado hasta que, de pronto, algo se abalanzó hacia mí por la espalda, lanzándome al suelo y disparándose una de las pistolas. Grité desgarradamente mientras, desde la tierra húmeda, llevaba mi mano hacia una herida en el costado que no dejaba de sangrar. Maldita fuese mi suerte... Fulminé al lobo que babeaba a escasos metros de mí y éste respondió corriendo veloz hacia mí, queriendo terminar aquello que había empezado con sus zarpas. Busqué desesperadamente alguna herramienta con la que defenderme, sin hallar ninguna que estuviese a mi abasto. Así que le esperé con los colmillos preparados y mis uñas limadas.
Cuando el animal estaba sobre mi cuerpo, llevé mis manos a cada lado de su cabeza y usé las uñas de mis dedos para enterrarlas en los cuencos de sus ojos, escuchándole aullar de dolor y la sangre correr por su hocico. Ciego y retorciéndose, aproveché para inclinarme hacia su cuello y desgarrar su tráquea con mis colmillos, dejando que su cabeza rodarapor mi cuerpo hasta caer a varios metros de mí. Solté el resto de su cuerpo y me alcé con ciertas dificultades, aún con la bala incrustada en mi costado y ensangrentada. Relamí mis labios y escupí cuando sentí el sabor de su sangre licántropa. A lo lejos, distinguía las figuras de Jerarld y May, así que alcé la mano como si les saludara casualmente y les sonreí.
El olor a sangre licántropa era nauseabundo, pero decidí acercarme al lugar en el que todos los cadáveres se desangraban o agonizaban. Me acuclillé al lado de uno de ellos, respirando con dificultad. Acaricié su pelaje a modo provocativo y de hecho, funcionó de maravilla, pues su ira le llevo a removerse inquieto, a gruñir con fiereza... algo que a sus costillas no le hizo bien y probablemente sus movimientos, perforaron algún órgano esencial, porque el animal exhaló entonces su último suspiro como ser viviente. Sonreí, satisfecha por mi triunfo. Me enderecé y limpié el polvo de mi vestido desgarrado hasta que, de pronto, algo se abalanzó hacia mí por la espalda, lanzándome al suelo y disparándose una de las pistolas. Grité desgarradamente mientras, desde la tierra húmeda, llevaba mi mano hacia una herida en el costado que no dejaba de sangrar. Maldita fuese mi suerte... Fulminé al lobo que babeaba a escasos metros de mí y éste respondió corriendo veloz hacia mí, queriendo terminar aquello que había empezado con sus zarpas. Busqué desesperadamente alguna herramienta con la que defenderme, sin hallar ninguna que estuviese a mi abasto. Así que le esperé con los colmillos preparados y mis uñas limadas.
Cuando el animal estaba sobre mi cuerpo, llevé mis manos a cada lado de su cabeza y usé las uñas de mis dedos para enterrarlas en los cuencos de sus ojos, escuchándole aullar de dolor y la sangre correr por su hocico. Ciego y retorciéndose, aproveché para inclinarme hacia su cuello y desgarrar su tráquea con mis colmillos, dejando que su cabeza rodarapor mi cuerpo hasta caer a varios metros de mí. Solté el resto de su cuerpo y me alcé con ciertas dificultades, aún con la bala incrustada en mi costado y ensangrentada. Relamí mis labios y escupí cuando sentí el sabor de su sangre licántropa. A lo lejos, distinguía las figuras de Jerarld y May, así que alcé la mano como si les saludara casualmente y les sonreí.
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: La cara oculta de París.
Vi a Eyra haciéndome un gesto a lo lejos, sentada en el suelo mientras intentaba ponerse en pie. Como si fuese lo más común del mundo.
May agarro con firmeza las armas entre sus brazos, ubicando los dedos en el gatillo, mientras yo le conducía veloz entre mis brazos.
El aroma de la sangre inundaba el aire. Haciendo que ambos nos miraremos gruñendo de rabia. Nos abalanzamos veloces hacia Eyra mientras dejaba con suavidad a mi pequeña en el suelo para poder mirar a mi amada.
-Pero que ha ocurrido! Le obligue a sentarse, para poder mirarle bien, palpe su costado apreciando mis manos llenas de sangre, su sangre…
Su mirada se dirigió hacia la pistola que descansaba cerca y lo entendí. Apreté la mandíbula enrabiado, las mismas que yo le había dado le habían hecho aquello…
Unos gruñidos se escucharon cerca, aun había lobos por ahí y no sabíamos cuantos eran en su totalidad, pero al menos teníamos una ventaja, y es que el cielo comenzaba a nublarse, y aquello significaba que si se tapaba la luna el influjo sobre éstos sería mucho más débil.
-May. Ella asintió con la cabeza mientras alojaba el arma a su hombro, mirando por el objetivo e intentado visualizar cualquier susurro entre el ramaje, ella haría guardia por un instante.
De pronto me vi con mis dos ángeles heridos, siendo yo el único que se mantenía bien como para llevarles de regreso al coche y sacarlas de allí, era como si estuviésemos en una especie de carrera contra reloj…Ellas desangrándose, lobos cerca, pocas horas para el amanecer y aun un buen trecho hasta llegar hasta el coche…
Sostuve a Eyra un instante para comprender la gravedad de aquello. Pero no podía llevármela así, aquella bala alojada le heriría demasiado como para poder moverse, supe que tenía que sacársela y aquello no era en absoluto algo agradable para ninguno de los dos.
Examine su cuerpo, palpe con suavidad su costado ante su estremecimiento de dolor viendo que la bala no se había alojado muy dentro, aquello era una suerte…
Mire a May mientras ella nos contemplaba nerviosa y miraba alrededor en busca de cualquier movimiento entre las sombras, con el arma lista para atacar.
-Eyra cielo…esto no te va a gustar…estas lista? Note como apretaba la mandíbula mientras apretaba mi mano libre entre las suyas haciendo un asentimiento.
Sin hacerle esperar más, introduci con cuidado los dedos en su herida tomando la bala y arrastrándola lo más rápido que pude fuera de su piel, ante su gran alarido de dolor.
May me pasó el pañuelo que llevaba al cuello mientras mi ángel se retorcía allí delante de mi agarrando mi brazo con fuerza intentando recobrar el aliento.
Apreté su herida con aquel pañuelo, apretando a Eyra contra mí mientras ella gruñía por aquella herida intentando no causar ruido pero a la vez rugiendo con rabia.
Cogí mi muñeca otra vez, rasgando mi piel para dejar que aquel liquido brillante gotease por mi muñeca, mientras los labios de mi amada se acercaban hacia aquellas gotas y las bebían con fuerza.
-Papa! Gruño May de forma feroz al ver lo que hacía. Ella había bebido bastante de mi, y sabia que hacer aquello era un poco suicida por mi parte. Pero definitivamente mi vida era algo que no me importaba en lo mas mínimo si no podía usarla para protegerles a ellas dos.
-May! Una sola palabra y te arrepentirás! Le grite de forma violenta y agresiva a mi pequeña ante su mirada horrorizada y enfadada. Yo nunca había usado un tono así con ella, pero era la única forma de impedir que dijese nada, me dolió tener que dirigirme de esa forma a mi niña, pero no era momento de rechistar.
Eyra paro de beber y nos miro sin entender lo que había ocurrido entre nosotros, pero no le di momento para formular preguntas. Cerré mi mente para que no pudiese entender que estaba pensando. Me puse en pie con calma y le ayude a ponerse en pie, mientras ella se agarraba a mí. Nos acercamos hacia May, Ella extendió una de las armas a su madre y ambos sujetamos sus manos mientras ella se levantaba sin apoyar su pie, ubicándose a mi otro costado.
Comenzamos a caminar poco a poco, mientras yo ayudaba a mis ángeles a mantener el equilibrio sosteniéndoles por la cintura. Avanzando los tres agarrados.
Caminamos intentando no hacer mucho ruido mientras poco a poco nos acercábamos hacia el coche, sintiendo los aullidos, algunos lejanos y otros demasiado cercanos, La sangre que ellas aun derramaban les marcarían el camino directo hacia nosotros, por eso teníamos que salir de aquel bosque pero ya.
-No podemos ir a casa…nuestro rastro es demasiado fuerte y nos seguirían con rapidez hacia allí.
-Tenemos que llevar a que curen a mama…Tu sangre le ayudara pero aun así…Eyra dio un resoplido quitándole importancia al asunto, señalando el pie de May .
-A la ciudad…vamos a la ciudad allí será más difícil que den con nuestro aroma, hay demasiadas mesclas…Además en casa no hay nadie…necesitamos reponernos.
Teníamos un lujoso piso en el centro de la ciudad que apenas usábamos, quizás allí pudiésemos mantener la calma hasta que consiguiese “donantes” para alimentarnos.
Seguimos caminando discutiendo sobre lo más sensato. Hasta que por fin visualizamos el coche, habíamos logrado dar con él, nos acercamos lo más rápido que podíamos teniendo que arrastrar a May. Abrí el asiento del copiloto mientras dejaba que Eyra se acomodase de medio lado para que el asiento no rozara su costado dañado, mientras yo tomaba sin perder tiempo a la pequeña en brazos para meterla en el asiento de atrás del coche.
Me metí veloz en el asiento del conductor, haciendo arrancar el coche, cuando de pronto algo llamo nuestra atención.
Miradas brillantes en las sombras nos miraban acercándose, eran más de los que podía contar, de donde habían salido tantos? Algunos se abalanzaron sobre el coche cayendo sobre el techo mientras yo me daba prisa a acelerar para intentar dejarles atrás.
May disparo desde dentro del vehículo hacia el techo, para hacer que aquel o aquellos que se habían subido se hiriesen y cayesen, el peso de las bestias estaba dejando profundas abolladuras mientras estos se abalanzaban y atacaban intentando romper el metal para llegar a nosotros.
Acelere a toda prisa sintiendo que me hablaban. Pero no podía escuchar absolutamente nada…Era como si pronto no pudiese mantener la atención en lo que estaba haciendo y en lo que estaba pasando…Alguien me toco el hombro y me dio un estirón. Pero a pesar de que quería hablar las palabras no salían de mis labios.
Me estaría pasando factura el haberles donado mi sangre a ellas dos justo en este preciso instante?...Era posible que pudiese tener más mala suerte?...Definitivamente eso algo cuya respuesta no quería oír.
May agarro con firmeza las armas entre sus brazos, ubicando los dedos en el gatillo, mientras yo le conducía veloz entre mis brazos.
El aroma de la sangre inundaba el aire. Haciendo que ambos nos miraremos gruñendo de rabia. Nos abalanzamos veloces hacia Eyra mientras dejaba con suavidad a mi pequeña en el suelo para poder mirar a mi amada.
-Pero que ha ocurrido! Le obligue a sentarse, para poder mirarle bien, palpe su costado apreciando mis manos llenas de sangre, su sangre…
Su mirada se dirigió hacia la pistola que descansaba cerca y lo entendí. Apreté la mandíbula enrabiado, las mismas que yo le había dado le habían hecho aquello…
Unos gruñidos se escucharon cerca, aun había lobos por ahí y no sabíamos cuantos eran en su totalidad, pero al menos teníamos una ventaja, y es que el cielo comenzaba a nublarse, y aquello significaba que si se tapaba la luna el influjo sobre éstos sería mucho más débil.
-May. Ella asintió con la cabeza mientras alojaba el arma a su hombro, mirando por el objetivo e intentado visualizar cualquier susurro entre el ramaje, ella haría guardia por un instante.
De pronto me vi con mis dos ángeles heridos, siendo yo el único que se mantenía bien como para llevarles de regreso al coche y sacarlas de allí, era como si estuviésemos en una especie de carrera contra reloj…Ellas desangrándose, lobos cerca, pocas horas para el amanecer y aun un buen trecho hasta llegar hasta el coche…
Sostuve a Eyra un instante para comprender la gravedad de aquello. Pero no podía llevármela así, aquella bala alojada le heriría demasiado como para poder moverse, supe que tenía que sacársela y aquello no era en absoluto algo agradable para ninguno de los dos.
Examine su cuerpo, palpe con suavidad su costado ante su estremecimiento de dolor viendo que la bala no se había alojado muy dentro, aquello era una suerte…
Mire a May mientras ella nos contemplaba nerviosa y miraba alrededor en busca de cualquier movimiento entre las sombras, con el arma lista para atacar.
-Eyra cielo…esto no te va a gustar…estas lista? Note como apretaba la mandíbula mientras apretaba mi mano libre entre las suyas haciendo un asentimiento.
Sin hacerle esperar más, introduci con cuidado los dedos en su herida tomando la bala y arrastrándola lo más rápido que pude fuera de su piel, ante su gran alarido de dolor.
May me pasó el pañuelo que llevaba al cuello mientras mi ángel se retorcía allí delante de mi agarrando mi brazo con fuerza intentando recobrar el aliento.
Apreté su herida con aquel pañuelo, apretando a Eyra contra mí mientras ella gruñía por aquella herida intentando no causar ruido pero a la vez rugiendo con rabia.
Cogí mi muñeca otra vez, rasgando mi piel para dejar que aquel liquido brillante gotease por mi muñeca, mientras los labios de mi amada se acercaban hacia aquellas gotas y las bebían con fuerza.
-Papa! Gruño May de forma feroz al ver lo que hacía. Ella había bebido bastante de mi, y sabia que hacer aquello era un poco suicida por mi parte. Pero definitivamente mi vida era algo que no me importaba en lo mas mínimo si no podía usarla para protegerles a ellas dos.
-May! Una sola palabra y te arrepentirás! Le grite de forma violenta y agresiva a mi pequeña ante su mirada horrorizada y enfadada. Yo nunca había usado un tono así con ella, pero era la única forma de impedir que dijese nada, me dolió tener que dirigirme de esa forma a mi niña, pero no era momento de rechistar.
Eyra paro de beber y nos miro sin entender lo que había ocurrido entre nosotros, pero no le di momento para formular preguntas. Cerré mi mente para que no pudiese entender que estaba pensando. Me puse en pie con calma y le ayude a ponerse en pie, mientras ella se agarraba a mí. Nos acercamos hacia May, Ella extendió una de las armas a su madre y ambos sujetamos sus manos mientras ella se levantaba sin apoyar su pie, ubicándose a mi otro costado.
Comenzamos a caminar poco a poco, mientras yo ayudaba a mis ángeles a mantener el equilibrio sosteniéndoles por la cintura. Avanzando los tres agarrados.
Caminamos intentando no hacer mucho ruido mientras poco a poco nos acercábamos hacia el coche, sintiendo los aullidos, algunos lejanos y otros demasiado cercanos, La sangre que ellas aun derramaban les marcarían el camino directo hacia nosotros, por eso teníamos que salir de aquel bosque pero ya.
-No podemos ir a casa…nuestro rastro es demasiado fuerte y nos seguirían con rapidez hacia allí.
-Tenemos que llevar a que curen a mama…Tu sangre le ayudara pero aun así…Eyra dio un resoplido quitándole importancia al asunto, señalando el pie de May .
-A la ciudad…vamos a la ciudad allí será más difícil que den con nuestro aroma, hay demasiadas mesclas…Además en casa no hay nadie…necesitamos reponernos.
Teníamos un lujoso piso en el centro de la ciudad que apenas usábamos, quizás allí pudiésemos mantener la calma hasta que consiguiese “donantes” para alimentarnos.
Seguimos caminando discutiendo sobre lo más sensato. Hasta que por fin visualizamos el coche, habíamos logrado dar con él, nos acercamos lo más rápido que podíamos teniendo que arrastrar a May. Abrí el asiento del copiloto mientras dejaba que Eyra se acomodase de medio lado para que el asiento no rozara su costado dañado, mientras yo tomaba sin perder tiempo a la pequeña en brazos para meterla en el asiento de atrás del coche.
Me metí veloz en el asiento del conductor, haciendo arrancar el coche, cuando de pronto algo llamo nuestra atención.
Miradas brillantes en las sombras nos miraban acercándose, eran más de los que podía contar, de donde habían salido tantos? Algunos se abalanzaron sobre el coche cayendo sobre el techo mientras yo me daba prisa a acelerar para intentar dejarles atrás.
May disparo desde dentro del vehículo hacia el techo, para hacer que aquel o aquellos que se habían subido se hiriesen y cayesen, el peso de las bestias estaba dejando profundas abolladuras mientras estos se abalanzaban y atacaban intentando romper el metal para llegar a nosotros.
Acelere a toda prisa sintiendo que me hablaban. Pero no podía escuchar absolutamente nada…Era como si pronto no pudiese mantener la atención en lo que estaba haciendo y en lo que estaba pasando…Alguien me toco el hombro y me dio un estirón. Pero a pesar de que quería hablar las palabras no salían de mis labios.
Me estaría pasando factura el haberles donado mi sangre a ellas dos justo en este preciso instante?...Era posible que pudiese tener más mala suerte?...Definitivamente eso algo cuya respuesta no quería oír.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: La cara oculta de París.
Todo iba mal.
Jerarld parecía haberse mareado o quizás desmayado, por lo que no podría conducir hasta la ciudad. May seguía disparando al techo, lugar en el que se habían congregado muchos de aquellos lobos hambrientos. Mientras, yo contemplaba aquella escena con una punzada impotente en mi estómago.
- May, toma el volante y salid de aquí. Cuida de tu padre.- le grité, tomando a Jerarld entre mis manos para depositarlo en el asiento trasero para, velozmente, tomar el control del vehículo antes de chocarnos contra un robusto árbol.- Nos veremos luego, preciosa.- le prometí con un guiño travieso.
Forcé una sonrisa a mi hija y ante su mirada desorbitada y su boca entreabierta por la sorpresa y la confusión, abrí rápidamente la puerta del conductor y antes de que unas garras intentasen forzarla, yo salí de ella y la cerré tras de mí, mirando realmente asustada aquella multitud de lobos: algunos en las ramas de los árboles, otros sobre el coche y otros tantos rodeándome. Me gruñían y su saliva goteaba hasta el suelo, siempre mostrándome sus colmillos, aquellos que querían desgarrar mi tráquea.
-Yo maté a vuestro camarada, ¿no es así? Entonces id a por mí.- vociferé, esbozando una maquiavélica sonrisa antes de saltar sobre el capote del coche y a partir de ahí, empezar a saltar de rama en rama, viendo cómo los lobos intentaban perseguirme desde tierra. De reojo, comprové cómo el coche volvía a ponerse en marcha, ésta vez conducido por May. Yo asentí una vez con la cabeza, justo antes de que el automóvil desapareciera más allá del horizonte. Me sentí aliviada, sabiendo que había alejado a mi familia de aquél peligro que yo misma había creado. Ellos no debían padecer aquellos errores míos, y por ello había cometido la estupidez de abandonarme a mi suerte: yo y los lobos. Mi herida poco a poco iba cicatrizando y aquello era un punto a mi favor, pues de aquél modo podía correr con mayor agilidad y velocidad, e incluso pertmitirme el lujo de atacar cuando algún que otro salvaje se abalanzaba hacia mí, tomando un trozo de cualquier rama arbórea y clavándosela bien en su boca abierta con cuyos dientes preparados para matar, o bien en su cuello, matándolos también al instante.
Pero algo me recordó que no era realmente inmortal. Me recordó lo único que me debilitaba. El sol. Los lobos, poco a poco iban quedando atrás, convertidos ahora en simples humanos desnudos y dormidos plácidamente. Pero frente a mí... se extendía a hora aquél sol abrasador al que, para más inri, yo corría hacia su dirección. Camino a una muerte segura de la que, ésta vez, nadie podría salvarme.
Y aquella idea me hizo sonreír.
Jerarld parecía haberse mareado o quizás desmayado, por lo que no podría conducir hasta la ciudad. May seguía disparando al techo, lugar en el que se habían congregado muchos de aquellos lobos hambrientos. Mientras, yo contemplaba aquella escena con una punzada impotente en mi estómago.
- May, toma el volante y salid de aquí. Cuida de tu padre.- le grité, tomando a Jerarld entre mis manos para depositarlo en el asiento trasero para, velozmente, tomar el control del vehículo antes de chocarnos contra un robusto árbol.- Nos veremos luego, preciosa.- le prometí con un guiño travieso.
Forcé una sonrisa a mi hija y ante su mirada desorbitada y su boca entreabierta por la sorpresa y la confusión, abrí rápidamente la puerta del conductor y antes de que unas garras intentasen forzarla, yo salí de ella y la cerré tras de mí, mirando realmente asustada aquella multitud de lobos: algunos en las ramas de los árboles, otros sobre el coche y otros tantos rodeándome. Me gruñían y su saliva goteaba hasta el suelo, siempre mostrándome sus colmillos, aquellos que querían desgarrar mi tráquea.
-Yo maté a vuestro camarada, ¿no es así? Entonces id a por mí.- vociferé, esbozando una maquiavélica sonrisa antes de saltar sobre el capote del coche y a partir de ahí, empezar a saltar de rama en rama, viendo cómo los lobos intentaban perseguirme desde tierra. De reojo, comprové cómo el coche volvía a ponerse en marcha, ésta vez conducido por May. Yo asentí una vez con la cabeza, justo antes de que el automóvil desapareciera más allá del horizonte. Me sentí aliviada, sabiendo que había alejado a mi familia de aquél peligro que yo misma había creado. Ellos no debían padecer aquellos errores míos, y por ello había cometido la estupidez de abandonarme a mi suerte: yo y los lobos. Mi herida poco a poco iba cicatrizando y aquello era un punto a mi favor, pues de aquél modo podía correr con mayor agilidad y velocidad, e incluso pertmitirme el lujo de atacar cuando algún que otro salvaje se abalanzaba hacia mí, tomando un trozo de cualquier rama arbórea y clavándosela bien en su boca abierta con cuyos dientes preparados para matar, o bien en su cuello, matándolos también al instante.
Pero algo me recordó que no era realmente inmortal. Me recordó lo único que me debilitaba. El sol. Los lobos, poco a poco iban quedando atrás, convertidos ahora en simples humanos desnudos y dormidos plácidamente. Pero frente a mí... se extendía a hora aquél sol abrasador al que, para más inri, yo corría hacia su dirección. Camino a una muerte segura de la que, ésta vez, nadie podría salvarme.
Y aquella idea me hizo sonreír.
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: La cara oculta de París.
De pronto alguien tiro de mí, y yo que quería protestar, gritar y moverme no podía, me sentía como una marioneta a la que le han cortado los hilos, como si fuese un trasto viejo que no se puede mover.
Todo daba vueltas a mi alrededor y mi cabeza parecía retumbar con cada sonido. Como si fuese un eco lejano.
-May…May que haces..? De pronto freno bruscamente. Y algo aterrizo sobre el coche
-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
El grito de May me hizo levantarme de sopetón y entonces fue cuando sentí que todo daba vueltas sin control alguno. Me agarre de donde pude para intentar que las cosas dejasen de moverse tanto, mientras intentaba mirar a una de las dos May que veía delante de mí.
-Quee!!!??? …Me tome la cabeza, incluso mi voz me parecía ahora mismo demasiado irritante mientras resonaba en mi cabeza…Que ha pasado May?...
-He atropellado a alguien! May salió a toda velocidad del coche aun cojeando pero ya mucho menos que antes, mientras algunos ruidos se escuchaban del exterior. Abrí la puerta trasera del coche con cuidado, mirando como el entorno comenzaba a aclarar.
May caminaba hacia el coche mientras arrastraba a alguien por los brazos.
-May pero que!? Que haces? Que ha pasado? Quién es ese?
-Oh veras, no es nadie, bueno si que lo es, yo le conozco, esta encaprichado conmigo, y seguramente iba de camino a nuestra casa…
Mire a lo lejos, el coche del tipejo estaba allí aparcado al lado de la carretera, muy posiblemente se habría quedado allí tirado y entonces había venido May a toda velocidad…
Parecía que cuando teníamos mala suerte la teníamos en versión completa.
Le mire arqueando una ceja sin comprender del todo. Mi rostro dubitativo le hizo hablar y hablar para intentar explicarse, algo que le pasaba cuando se ponía nerviosa.
-Es que veras, yo le he dicho a que no estoy interesada, pero él es insistente y cargante, y por seguro que iba a buscarme, pero no es mi culpa yo se lo deje claro! No sé qué le pasa a la gente conmigo! comenzó a reírse nerviosamente. Mientras dejaba al tipejo inconsciente a mi lado. Al parecer no había que tener lazos directos de sangre para ser casi como gotas de agua. Mi hija había heredado el mismo patrón de caos y líos amorosos que yo tenía cuando era soltero…Le corte antes de que ella volviese a hablar, ya que tampoco es que me apeteciese precisamente saber ciertas cosas privadas de su vida.
-May donde está tu madre? May me miro con ese brillo de miedo en la mirada que yo tan bien conocía. Bajo la cabeza intentando saber cómo decírmelo. Trago saliva un instante y después levanto la cabeza para mirarme con valentía.
-Me ordeno que te llevase lejos cuando tú te mareaste…Así que te saque de allí mientras ella les distraía, porque no nos dejaban avanzar…Eran demasiados.
Apreté los dientes y me dispuse a salir del coche para seguir el rastro, pero me desestabilice. May con sus reflejos más que rápidos me sostuvo a tiempo antes de que me comiese el suelo.
-Papá!...Estas bien? ….si es que…Eres un cabezota!!!!! No deberías haber dejado que mamá…
Ambos nos arrodillamos mientras ella se apartaba un poco para rajar la camiseta del chico inconsciente.
-Bebe de él…Se pondrá bien. Su pulso es estable, solo está dormido…
De pronto ambos cerramos los ojos algo cegados. Comenzaba a amanecer.
Fue entonces cuando me entro el pánico. Si amanecía la amenaza de aquellos lobos desaparecía, pero por el contrario nosotros directamente desapareceríamos como si nunca hubiésemos existido, las cenizas se las llevaría el viento antes de que pudiésemos hacer nada.
Agarre al chico y bebí directamente de su cuello de las venas principales, bebí con rapidez, dando grandes sorbos, sintiendo como comenzaba a encontrarme mejor. Me separe con brusquedad y mire hacia todos lados, aun me sentía cansado, pero al menos ya no veía doble, me alegraba no tener que ver a dos May. Ya que con una tenía suficiente. Me puse en pie con cuidado, ya mas estable.
-Vamos a por tu madre. Su mirada me indico que ella no quería desobedecer. Le tome de la mano y le obligué a levantarse mientras le arrastraba conmigo -Vamos cielo, cuando hemos hecho caso a los concejos de tu madre? May sonrió y agarrándome por la cintura se dispuso a internarse conmigo por entre el ramaje del bosque mientras los cálidos rayos del sol comenzaban a asomar.
A lo lejos se podía visualizar una cueva…nos acercamos veloces.
-Ves hacia allí! dije empujando a May con fuerza.
-Já. Bromeas?!! Me espeto ella volviendo a agarrarse a mi…Le enseñe los colmillos mientras ella me los enseñaba a mí. De pronto un aroma me distrajo.
Eyra no estaba lejos. Pero no podía ir con ella con May agarrada a mí, ella me hacia ir demasiado lento, asi que ambos nos acercamos hacia la cueva. Tome a May antes de que entrase y le agarre por los brazos.
-Lo siento mucho tesoro…de verdad. Te quiero. May me miro con los ojos desorbitados y sin entender nada hasta que se desvaneció entre mis brazos. Le obligué a dormirse. Pues sabía que no me dejaría ir solo.
le acomode en la sombra de la cueva mientras salía veloz para seguir el rastro del aire…Tenía que dar con ella, como fuese, si este iba a ser el final, sería el final de los dos.
Corrí tan rapido como me lo permitian mis fuerzas siguiendo el débil aroma, en una carrera contrareloj contra la luz, hasta que de pronto la vi.
Ella corría entre el ramaje y de pronto fue como si algo le hubiese hecho desaparecer.
-Eyraaa!!!!??
Que acaba de pasar? Comencé a correr hacia su dirección y entonces yo también caí por aquel túnel subterráneo….Sin saber ni entender a donde conducía, pues las sombras nos engulleron sin mas...
Ambos sabiamos que al destino le gustaba jugar con nosotros...pero esto ya empezaba a ser subrealista.
Todo daba vueltas a mi alrededor y mi cabeza parecía retumbar con cada sonido. Como si fuese un eco lejano.
-May…May que haces..? De pronto freno bruscamente. Y algo aterrizo sobre el coche
-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
El grito de May me hizo levantarme de sopetón y entonces fue cuando sentí que todo daba vueltas sin control alguno. Me agarre de donde pude para intentar que las cosas dejasen de moverse tanto, mientras intentaba mirar a una de las dos May que veía delante de mí.
-Quee!!!??? …Me tome la cabeza, incluso mi voz me parecía ahora mismo demasiado irritante mientras resonaba en mi cabeza…Que ha pasado May?...
-He atropellado a alguien! May salió a toda velocidad del coche aun cojeando pero ya mucho menos que antes, mientras algunos ruidos se escuchaban del exterior. Abrí la puerta trasera del coche con cuidado, mirando como el entorno comenzaba a aclarar.
May caminaba hacia el coche mientras arrastraba a alguien por los brazos.
-May pero que!? Que haces? Que ha pasado? Quién es ese?
-Oh veras, no es nadie, bueno si que lo es, yo le conozco, esta encaprichado conmigo, y seguramente iba de camino a nuestra casa…
Mire a lo lejos, el coche del tipejo estaba allí aparcado al lado de la carretera, muy posiblemente se habría quedado allí tirado y entonces había venido May a toda velocidad…
Parecía que cuando teníamos mala suerte la teníamos en versión completa.
Le mire arqueando una ceja sin comprender del todo. Mi rostro dubitativo le hizo hablar y hablar para intentar explicarse, algo que le pasaba cuando se ponía nerviosa.
-Es que veras, yo le he dicho a que no estoy interesada, pero él es insistente y cargante, y por seguro que iba a buscarme, pero no es mi culpa yo se lo deje claro! No sé qué le pasa a la gente conmigo! comenzó a reírse nerviosamente. Mientras dejaba al tipejo inconsciente a mi lado. Al parecer no había que tener lazos directos de sangre para ser casi como gotas de agua. Mi hija había heredado el mismo patrón de caos y líos amorosos que yo tenía cuando era soltero…Le corte antes de que ella volviese a hablar, ya que tampoco es que me apeteciese precisamente saber ciertas cosas privadas de su vida.
-May donde está tu madre? May me miro con ese brillo de miedo en la mirada que yo tan bien conocía. Bajo la cabeza intentando saber cómo decírmelo. Trago saliva un instante y después levanto la cabeza para mirarme con valentía.
-Me ordeno que te llevase lejos cuando tú te mareaste…Así que te saque de allí mientras ella les distraía, porque no nos dejaban avanzar…Eran demasiados.
Apreté los dientes y me dispuse a salir del coche para seguir el rastro, pero me desestabilice. May con sus reflejos más que rápidos me sostuvo a tiempo antes de que me comiese el suelo.
-Papá!...Estas bien? ….si es que…Eres un cabezota!!!!! No deberías haber dejado que mamá…
Ambos nos arrodillamos mientras ella se apartaba un poco para rajar la camiseta del chico inconsciente.
-Bebe de él…Se pondrá bien. Su pulso es estable, solo está dormido…
De pronto ambos cerramos los ojos algo cegados. Comenzaba a amanecer.
Fue entonces cuando me entro el pánico. Si amanecía la amenaza de aquellos lobos desaparecía, pero por el contrario nosotros directamente desapareceríamos como si nunca hubiésemos existido, las cenizas se las llevaría el viento antes de que pudiésemos hacer nada.
Agarre al chico y bebí directamente de su cuello de las venas principales, bebí con rapidez, dando grandes sorbos, sintiendo como comenzaba a encontrarme mejor. Me separe con brusquedad y mire hacia todos lados, aun me sentía cansado, pero al menos ya no veía doble, me alegraba no tener que ver a dos May. Ya que con una tenía suficiente. Me puse en pie con cuidado, ya mas estable.
-Vamos a por tu madre. Su mirada me indico que ella no quería desobedecer. Le tome de la mano y le obligué a levantarse mientras le arrastraba conmigo -Vamos cielo, cuando hemos hecho caso a los concejos de tu madre? May sonrió y agarrándome por la cintura se dispuso a internarse conmigo por entre el ramaje del bosque mientras los cálidos rayos del sol comenzaban a asomar.
A lo lejos se podía visualizar una cueva…nos acercamos veloces.
-Ves hacia allí! dije empujando a May con fuerza.
-Já. Bromeas?!! Me espeto ella volviendo a agarrarse a mi…Le enseñe los colmillos mientras ella me los enseñaba a mí. De pronto un aroma me distrajo.
Eyra no estaba lejos. Pero no podía ir con ella con May agarrada a mí, ella me hacia ir demasiado lento, asi que ambos nos acercamos hacia la cueva. Tome a May antes de que entrase y le agarre por los brazos.
-Lo siento mucho tesoro…de verdad. Te quiero. May me miro con los ojos desorbitados y sin entender nada hasta que se desvaneció entre mis brazos. Le obligué a dormirse. Pues sabía que no me dejaría ir solo.
le acomode en la sombra de la cueva mientras salía veloz para seguir el rastro del aire…Tenía que dar con ella, como fuese, si este iba a ser el final, sería el final de los dos.
Corrí tan rapido como me lo permitian mis fuerzas siguiendo el débil aroma, en una carrera contrareloj contra la luz, hasta que de pronto la vi.
Ella corría entre el ramaje y de pronto fue como si algo le hubiese hecho desaparecer.
-Eyraaa!!!!??
Que acaba de pasar? Comencé a correr hacia su dirección y entonces yo también caí por aquel túnel subterráneo….Sin saber ni entender a donde conducía, pues las sombras nos engulleron sin mas...
Ambos sabiamos que al destino le gustaba jugar con nosotros...pero esto ya empezaba a ser subrealista.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Edad : 794
Localización : Paseando por el techo de casa...
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Re: La cara oculta de París.
No dejé de correr en ningún momento, pese a ver ya el Sol frente a mí. Mi piel empezó a hacerme cosquillas al contacto con la luz solar, para poco a poco, empezar a quemerme y arder suavemente, emanando ciento humillo y olor nauseabundo incluso para mí. Y aún así, no me detuve, pese a que ya ningún lobo me perseguía. ¿Desde cuando era una suicida? Supongo que desde que no había otra solución. Ya era pleno día en cualquier rincón de aquél bosque, así que escapar de mi destino me parecía estúpidamente infructuoso. Pero de repente...
Una de las ramas por las que saltava cedió ante mi peso, y mis reflejos, ya mermados por mi cuerpo moribundo, flaquearon hasta caer por una especie de túnel subterráneo, volviéndome a envolver en la oscuridad. Mientras caía al vacío, mi piel se fue regenerando hasta el momento en el que caí sobre una pétrea, fría y polvorienta superficie. Me enderecé y observé a mi alrededor, tosiendo ante el montón de polvo que había alzado por mi caída. Me puse en pie y sacudí mis ropas, percatandome del lugar en el que había ido a parar: un pequeño pasillo cuyos muros de piedra rectangular y antorchas de fuego prendidas me guiaban hacia una enorme puerta de hierro cerrada. Di unos pasos hacia ella cuando un sonido me alertó de que no me encontraría sola en a penas unos segundos. Ante mi estupefacta mirada, Jerarld cayó en el mismo sitio en elq ue momentos antes, mi cuerpo había yacido.
- ¿Pero qué diablos...? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo...? ¿Dónde está May?- balbuceé, acuclillándome al lado de mi marido con la ansiedad dibujada en mi rostro.
Una de las ramas por las que saltava cedió ante mi peso, y mis reflejos, ya mermados por mi cuerpo moribundo, flaquearon hasta caer por una especie de túnel subterráneo, volviéndome a envolver en la oscuridad. Mientras caía al vacío, mi piel se fue regenerando hasta el momento en el que caí sobre una pétrea, fría y polvorienta superficie. Me enderecé y observé a mi alrededor, tosiendo ante el montón de polvo que había alzado por mi caída. Me puse en pie y sacudí mis ropas, percatandome del lugar en el que había ido a parar: un pequeño pasillo cuyos muros de piedra rectangular y antorchas de fuego prendidas me guiaban hacia una enorme puerta de hierro cerrada. Di unos pasos hacia ella cuando un sonido me alertó de que no me encontraría sola en a penas unos segundos. Ante mi estupefacta mirada, Jerarld cayó en el mismo sitio en elq ue momentos antes, mi cuerpo había yacido.
- ¿Pero qué diablos...? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo...? ¿Dónde está May?- balbuceé, acuclillándome al lado de mi marido con la ansiedad dibujada en mi rostro.
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Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: La cara oculta de París.
...Caí sobre aquel oscuro hueco como si de un saco de patatas se hubiese tratado . El polvo que se levanto a mi lado me impidió ver bien donde estaba ya que aun seguía atontado.
Aparte mis cabellos para ver mejor, cuando vi a Eyra junto a mí. Preguntando y preguntando.
Le mire mucho mas tranquilo al ver que se encontraba bien, que estaba de una pieza y que el sol no le había alcanzado a tocar apenas. Le contemple un momento tomando aire…Mirándola con seriedad.
-…Si…yo también me alegro de verte. Solté mientras ella tomaba de mi brazo y me ayudaba a ponerme en pie, intente sacudir un poco el polvo de mi desastrosa ropa sin mucha suerte.
Eyra me miro impaciente y angustiada, así que tome sus manos y le mire intentando darle calma.
-Tranquila, May está bien, le he dejado en una cueva. No le traje conmigo porque apenas puede caminar…Esta plácidamente dormida. Eyra me miro arqueando una ceja. Plácidamente dormida significaba. Le he dormido por obligación porque me estaba sacando de mis casillas y era la única opción que tenia….En alguna ocasión cuando ella era más joven habíamos tenido que hacer lo mismo, pero más que nada cuando era humana y no controlaba sus poderes de bruja…La casa había acabado en llamas en demasiadas ocasiones.
-Te crees que iba a dejarte sola a tu suerte?...Le contemple sonriendo con cierta tristeza. Mis viajes me habían hecho desatenderle, pero esperaba que ella aun siguiese teniendo fe en mí…
Le abrace un momento, y acaricie sus cabellos ante el cansancio que ya empezaba a sentir ante un día tan largo. Con lo bien que había comenzado todo.
Me separe y mire a lo alto, fuera ya era de día, así que nos miramos con mi amada, sabiendo que el único camino era seguir por aquel túnel, y dejar que nos llevase a donde fuese. Con suerte May dormiría todo el día allí y podríamos recogerle por la noche si lográbamos salir de allí.
Tome su mano y comenzamos a caminar por aquel túnel.
Pasaron largos minutos. Sin que supiésemos a dónde íbamos.
-Vamos a ver donde nos deja esto…Me quede un momento pensativo mientras le miraba de reojo.
-Sabes? Yo esperaba que tu y yo tomásemos una copa en esa terraza esta noche…ya sabes, tu, yo, las copas…Podríamos haber ido al cine…o no sé a bailar o donde tu hubieses querido ir…A penas llego a la ciudad nos pasa algo…A veces intento descubrir cuando se acabara la mala suerte que nos sigue…
De pronto un olor a familiar se percibió de fondo interrumpiendo mis divagaciones.
Contemple a Eyra, aquel olor era como a algo viejo, polvo, pintura, oleo…Olía como aquellos cuadros que teníamos acumulados en el sótano, algunos eran retratos de familia, pero daban muchas preguntas para los invitados, claro, era curioso ver a tres individuos en un lienzo con ropajes antiguos, en una pintura que se notaba que era vieja y cuyos protagonistas no habían cambiado ni un ápice…
Fuese como fuese, nos acercábamos a un lugar donde habían pinturas al oleo. Pinturas viejas.
Un túnel subterráneo, una entrada en el bosque, y un conducto con antorchas…Definitivamente aquel lugar era usado o como entrada o como salida. Pero para quién? Para qué?...Esa era una pregunta que quizás podríamos responder.
Aparte mis cabellos para ver mejor, cuando vi a Eyra junto a mí. Preguntando y preguntando.
Le mire mucho mas tranquilo al ver que se encontraba bien, que estaba de una pieza y que el sol no le había alcanzado a tocar apenas. Le contemple un momento tomando aire…Mirándola con seriedad.
-…Si…yo también me alegro de verte. Solté mientras ella tomaba de mi brazo y me ayudaba a ponerme en pie, intente sacudir un poco el polvo de mi desastrosa ropa sin mucha suerte.
Eyra me miro impaciente y angustiada, así que tome sus manos y le mire intentando darle calma.
-Tranquila, May está bien, le he dejado en una cueva. No le traje conmigo porque apenas puede caminar…Esta plácidamente dormida. Eyra me miro arqueando una ceja. Plácidamente dormida significaba. Le he dormido por obligación porque me estaba sacando de mis casillas y era la única opción que tenia….En alguna ocasión cuando ella era más joven habíamos tenido que hacer lo mismo, pero más que nada cuando era humana y no controlaba sus poderes de bruja…La casa había acabado en llamas en demasiadas ocasiones.
-Te crees que iba a dejarte sola a tu suerte?...Le contemple sonriendo con cierta tristeza. Mis viajes me habían hecho desatenderle, pero esperaba que ella aun siguiese teniendo fe en mí…
Le abrace un momento, y acaricie sus cabellos ante el cansancio que ya empezaba a sentir ante un día tan largo. Con lo bien que había comenzado todo.
Me separe y mire a lo alto, fuera ya era de día, así que nos miramos con mi amada, sabiendo que el único camino era seguir por aquel túnel, y dejar que nos llevase a donde fuese. Con suerte May dormiría todo el día allí y podríamos recogerle por la noche si lográbamos salir de allí.
Tome su mano y comenzamos a caminar por aquel túnel.
Pasaron largos minutos. Sin que supiésemos a dónde íbamos.
-Vamos a ver donde nos deja esto…Me quede un momento pensativo mientras le miraba de reojo.
-Sabes? Yo esperaba que tu y yo tomásemos una copa en esa terraza esta noche…ya sabes, tu, yo, las copas…Podríamos haber ido al cine…o no sé a bailar o donde tu hubieses querido ir…A penas llego a la ciudad nos pasa algo…A veces intento descubrir cuando se acabara la mala suerte que nos sigue…
De pronto un olor a familiar se percibió de fondo interrumpiendo mis divagaciones.
Contemple a Eyra, aquel olor era como a algo viejo, polvo, pintura, oleo…Olía como aquellos cuadros que teníamos acumulados en el sótano, algunos eran retratos de familia, pero daban muchas preguntas para los invitados, claro, era curioso ver a tres individuos en un lienzo con ropajes antiguos, en una pintura que se notaba que era vieja y cuyos protagonistas no habían cambiado ni un ápice…
Fuese como fuese, nos acercábamos a un lugar donde habían pinturas al oleo. Pinturas viejas.
Un túnel subterráneo, una entrada en el bosque, y un conducto con antorchas…Definitivamente aquel lugar era usado o como entrada o como salida. Pero para quién? Para qué?...Esa era una pregunta que quizás podríamos responder.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: La cara oculta de París.
Llegamos frente a la puerta e incliné mi cuerpo hacia ella, usando toda la fuerza que disponía. Jerarld, a mi lado, se limitó a ayudarme, empujando ambos hasta que, poco a poco, la enorme puerta se fue abriendo, mostrándonos una minúscula sala a oscuras y, al final de ella, unas pequeñas escaleras de caracol muy rudimentarias. Miré a Jer y le hice un gesto, tomándole de la mano y guiándole hacia aquellas escaleras por las que una tenue luz iluminaba el camino. Algo titubeante sin saber qué podríamos encontrarnos al otro lado de aquella sala, dejamos la enorme puerta de hierro abierta y subimos a tientas por las pétreas gradas verticales. Después de unos minutos sumidos en el más estricto y estremecedor silencio, llegamos a un pequeño rellano en el que a penas cabía una persona. Yo estaba delante, así que apoye la palma de mi mano en aquello que nos impedía seguir avanzando, más comúnmente llamado puerta. Pero esta vez, sí tenía pomo, así que lo usé, sumergiéndome entonces en una sala demasiado iluminada, cubriéndome el rostro con mi brazo y cerrando los ojos. Pasados dos segundos, sentí mi piel empezar a quemarme. Ahogué un gimoteo y abrí uno de los dos párpados que poseía, barriendo rápidamente la estancia a la que habíamos ido a petar.
Despegué mis labios, en una mezcla de sorpresa, alivio y preocupación al mismo tiempo, creándose un cóctel difícil de digerir y que propició que me quedara más tiempo del que disponía, expuesta a la luz solar que se filtraba por los enormes ventanales del techo. El techo del Louvre, del museo en el que trabajaba. Entonces me fijé en uno de los cuadros expuestos, localizando a partir de éste, la sala de Arte barroco. En menos de dos segundos, recordé la ubicación de mi despacho, así que me volteé hacia Jerarld con un tono ansioso en mi voz.
- ¡Espérame aquí!- le pedí en un susurro, cerrando la puerta de madera tras de mí y, usando mi velocidad vampírica aprovechando que el museo aún restaba cerrado al público y sólo se paseaban los guardias de vigilancia, correr hacia mi despacho que permanecía a oscuras, como siempre. Me senté en el suelo, bloqueando la puerta y respirando entrecortadamente hasta que fui testigo de cómo mis heridas iban sanando poco a poco hasta desaparecer, volviendo a verme reflejada en el espejo de la mesa, mostrando la personificación de la belleza divinizada de una fémina.
Me alcé del frío mármol en el que estaba sentada y busqué en el armario aquella gabardina que pensaba regalarle a Jerarld por su cumpleaños y que había escondido allí por temor a que lo encontrara en casa. Tomé un sombrero, una bufanda, unas gafas de sol y unos guantes. Era otoño, así que nadie sospecharía de ver a un hombre tan cubierto. Para mí, tomé los largos guantes blancos, las gafas de sol, la enorme pamela y una chaqueta a juego con mi vestido. Y sin más, salí de allí, ya cubierta mi piel. Corrí tan rápido como pude, bajando la mirada para que el sol no calara en mi rostro.
- Buenos días, Rosielle.- saludé con desdén a una compañera justo cuando pasaba por su lado.
Suspiré y abrí la puerta en la que sabía que me aguardaba Jerarld, sonriéndole dulcemente y entregándole la ropa. Mientras se vestía, algo en su rostro cambió, desfigurándosele. Parpadeé y mi ceño se frunció, incapaz de preguntarle qué le ocurría. Hasta que sentí una presencia tras de mí y, temerosamente, giré mi rostro para averiguar de quién se trataba. Y allí estaba, mirándome con fiereza, apretando sus puños con ira. Tragué saliva y mis ojos, ocultos tras aquellos cristales oscuros, se abrieron más de la cuenta a causa de la enorme sorpresa. Y mi corazón polvoriento dio un vuelco en mis entrañas.
- Marius.- musité.
- Sala:
Despegué mis labios, en una mezcla de sorpresa, alivio y preocupación al mismo tiempo, creándose un cóctel difícil de digerir y que propició que me quedara más tiempo del que disponía, expuesta a la luz solar que se filtraba por los enormes ventanales del techo. El techo del Louvre, del museo en el que trabajaba. Entonces me fijé en uno de los cuadros expuestos, localizando a partir de éste, la sala de Arte barroco. En menos de dos segundos, recordé la ubicación de mi despacho, así que me volteé hacia Jerarld con un tono ansioso en mi voz.
- ¡Espérame aquí!- le pedí en un susurro, cerrando la puerta de madera tras de mí y, usando mi velocidad vampírica aprovechando que el museo aún restaba cerrado al público y sólo se paseaban los guardias de vigilancia, correr hacia mi despacho que permanecía a oscuras, como siempre. Me senté en el suelo, bloqueando la puerta y respirando entrecortadamente hasta que fui testigo de cómo mis heridas iban sanando poco a poco hasta desaparecer, volviendo a verme reflejada en el espejo de la mesa, mostrando la personificación de la belleza divinizada de una fémina.
Me alcé del frío mármol en el que estaba sentada y busqué en el armario aquella gabardina que pensaba regalarle a Jerarld por su cumpleaños y que había escondido allí por temor a que lo encontrara en casa. Tomé un sombrero, una bufanda, unas gafas de sol y unos guantes. Era otoño, así que nadie sospecharía de ver a un hombre tan cubierto. Para mí, tomé los largos guantes blancos, las gafas de sol, la enorme pamela y una chaqueta a juego con mi vestido. Y sin más, salí de allí, ya cubierta mi piel. Corrí tan rápido como pude, bajando la mirada para que el sol no calara en mi rostro.
- Buenos días, Rosielle.- saludé con desdén a una compañera justo cuando pasaba por su lado.
Suspiré y abrí la puerta en la que sabía que me aguardaba Jerarld, sonriéndole dulcemente y entregándole la ropa. Mientras se vestía, algo en su rostro cambió, desfigurándosele. Parpadeé y mi ceño se frunció, incapaz de preguntarle qué le ocurría. Hasta que sentí una presencia tras de mí y, temerosamente, giré mi rostro para averiguar de quién se trataba. Y allí estaba, mirándome con fiereza, apretando sus puños con ira. Tragué saliva y mis ojos, ocultos tras aquellos cristales oscuros, se abrieron más de la cuenta a causa de la enorme sorpresa. Y mi corazón polvoriento dio un vuelco en mis entrañas.
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Arlette- Vampiro Clase Baja
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