AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La cara oculta de París.
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La cara oculta de París.
Recuerdo del primer mensaje :
Ciudad de París, año 2011…
Hoy hacia mas de cuatrocientos treinta y cinco años que la renombrada familia Délvheen, una muy adinerada y exitosa familia con una larga tradición de médicos en su árbol genealógico había podido traer al fin a un varón a su familia…El último miembro que llevo de forma “hereditaria” aquel apellido.
Contentos y alegres con su primogénito recién nacido, habían planeado toda la existencia del muchacho, que aun no gateaba y ya estaba atado a convertirse en uno más de aquellos renombrados sanadores…
Esa se suponía que era la historia oficial, y ahí estaba yo, más de cuatro siglo después tan tranquilo, escribiendo en soledad.
El destino tenía planes distintos para mí… oh y tan distintos!
No solo no había sido medico, sino que me había convertido en un inmortal y además de ello también era escritor…
Mis padres seguramente estarían revolviéndose en su tumba ante la sola idea de haber tenido un hijo escritor, la idea de que fuese un monstruo que bebe sangre les hubiese parecido fantástica al lado de haber escuchado que había volcado mi vida a escribir…
“Uno de esos bohemios! escritores de mala vida! son todos hijos de los bajos fondos!” …
Comencé a reírme con solo recordar aquella frase, la frase favorita de mi padre…
¿Quién iba a pensar que después de cuatro siglos iba a estar yo ahí, en la moderna ciudad de París, sobre las once de la noche, en un moderno bar del centro, tecleando sin parar?
Atrás habían quedado los formales trajes chaqueta hechos a medida por el sastre, los bastones y los sombreros de copa…Ahora me encontraba cómodamente sentado en el exterior de una terraza, con mi camisa desabotonada, las mangas arremangadas en los brazos y con aquellos tejanos oscuros y desgastados, con mi gabardina negra reposando en la silla de al lado, mientras hábilmente tecleaba en un moderno portátil, haciendo casi omiso a un móvil que no dejaba de sonar y sonar…
La vida había cambiado para los mortales, e incluso nosotros, los seres de la noche habíamos evolucionado también, encontrándonos en nuevos tiempos y en nuevos problemas...
Contemple el teléfono que sonaba y vibraba sobre la mesa…
La tecnología podía ser nuestra aliada o un constante incordio, como en esta ocasión.
Seguramente el que llamaba sin parar era uno de los editores que tenia, que estaba ansioso por saber cuándo saldría el siguiente libro del señor Stephen Kraft…
Si algo me hacia muchísima gracia, era inventarme nombres nuevos para los libros.
Lo malo es que a veces ya no sabía con cuál de todos los nombres estaba publicando, y eso hacía que tuviese un común caos entre apellidos nombres e idiomas, ya que esa era otra.
Un día respondía en alemán, al otro día en ruso, al siguiente me aburría y decía que era un autor irlandés…y así según se me iba ocurriendo…
La facilidad para poner acentos y hablar en idiomas que ya ni siquiera se estudiaban definitivamente era un punto a mi favor.
Si…definitivamente los días de esta nueva época eran interesantes para nuestra raza. Sobre cuando tenias con quien compartir aquellos momentos…Aquellos dulces momentos…
Aquello me hizo pensar en mi acompañante.
Mire la hora un instante y bebí un sorbo de vino. Aun quedaban unos pocos minutos para la cita acordada…Se presentaría aquella dama? O sería tan impuntual como yo?...
Ciudad de París, año 2011…
Hoy hacia mas de cuatrocientos treinta y cinco años que la renombrada familia Délvheen, una muy adinerada y exitosa familia con una larga tradición de médicos en su árbol genealógico había podido traer al fin a un varón a su familia…El último miembro que llevo de forma “hereditaria” aquel apellido.
Contentos y alegres con su primogénito recién nacido, habían planeado toda la existencia del muchacho, que aun no gateaba y ya estaba atado a convertirse en uno más de aquellos renombrados sanadores…
Esa se suponía que era la historia oficial, y ahí estaba yo, más de cuatro siglo después tan tranquilo, escribiendo en soledad.
El destino tenía planes distintos para mí… oh y tan distintos!
No solo no había sido medico, sino que me había convertido en un inmortal y además de ello también era escritor…
Mis padres seguramente estarían revolviéndose en su tumba ante la sola idea de haber tenido un hijo escritor, la idea de que fuese un monstruo que bebe sangre les hubiese parecido fantástica al lado de haber escuchado que había volcado mi vida a escribir…
“Uno de esos bohemios! escritores de mala vida! son todos hijos de los bajos fondos!” …
Comencé a reírme con solo recordar aquella frase, la frase favorita de mi padre…
¿Quién iba a pensar que después de cuatro siglos iba a estar yo ahí, en la moderna ciudad de París, sobre las once de la noche, en un moderno bar del centro, tecleando sin parar?
Atrás habían quedado los formales trajes chaqueta hechos a medida por el sastre, los bastones y los sombreros de copa…Ahora me encontraba cómodamente sentado en el exterior de una terraza, con mi camisa desabotonada, las mangas arremangadas en los brazos y con aquellos tejanos oscuros y desgastados, con mi gabardina negra reposando en la silla de al lado, mientras hábilmente tecleaba en un moderno portátil, haciendo casi omiso a un móvil que no dejaba de sonar y sonar…
La vida había cambiado para los mortales, e incluso nosotros, los seres de la noche habíamos evolucionado también, encontrándonos en nuevos tiempos y en nuevos problemas...
Contemple el teléfono que sonaba y vibraba sobre la mesa…
La tecnología podía ser nuestra aliada o un constante incordio, como en esta ocasión.
Seguramente el que llamaba sin parar era uno de los editores que tenia, que estaba ansioso por saber cuándo saldría el siguiente libro del señor Stephen Kraft…
Si algo me hacia muchísima gracia, era inventarme nombres nuevos para los libros.
Lo malo es que a veces ya no sabía con cuál de todos los nombres estaba publicando, y eso hacía que tuviese un común caos entre apellidos nombres e idiomas, ya que esa era otra.
Un día respondía en alemán, al otro día en ruso, al siguiente me aburría y decía que era un autor irlandés…y así según se me iba ocurriendo…
La facilidad para poner acentos y hablar en idiomas que ya ni siquiera se estudiaban definitivamente era un punto a mi favor.
Si…definitivamente los días de esta nueva época eran interesantes para nuestra raza. Sobre cuando tenias con quien compartir aquellos momentos…Aquellos dulces momentos…
Aquello me hizo pensar en mi acompañante.
Mire la hora un instante y bebí un sorbo de vino. Aun quedaban unos pocos minutos para la cita acordada…Se presentaría aquella dama? O sería tan impuntual como yo?...
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 476
Fecha de inscripción : 14/08/2011
Edad : 794
Localización : Paseando por el techo de casa...
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Re: La cara oculta de París.
Intente rechistar antes de que ella desapareciese por aquella puerta, pero no tuve tiempo. La puerta se cerró dejándome allí a oscuras.
De pronto un extraño aroma apareció en la lejanía, demasiado confuso, aun demasiado sutil. Era un aroma desagradable y que ciertamente me pareció familiar. Quise averiguar de qué se trataba pero en ese instante la puerta se abrió y Eyra apareció junto con aquella ropa.
Me sorprendió que ella tuviese aquellas cosas ahí, sobretodo el abrigo. Extendí la gabardina y la contemple bastante asombrado. Simplemente me encanto.
-Es perfecta! Comente alegre mientras me la ponía y cerraba la abotonadura, si me la hubiesen hecho a medida no me hubiese quedado tan perfecta. Definitivamente mi amada sí que conocía mis gustos y mis medidas a la perfección.
Ella sí que sabía escoger regalos, no como yo que el último regalo que había hecho habían sido dos pistolas de plata…
Me di prisa en envolver mi cuello con aquella bufanda mientras me ponía las gafas de aviador oscuras, los guantes y aquel sombrero. No pude evitar recordar a los detectives privados…Ahora parecía uno, quien diría que este aparente “detective” era en realidad uno de los “mafiosos malvados”? fuese como fuese nuestros looks nunca nos dejaban pasar desapercibidos, pero eso tampoco importaba mucho.
Iba a comentarle al ángel que marchásemos de allí, después de todo aun teníamos muchas cosas pendientes que hacer. Entre ellas recoger a May, nuestra primera prioridad.
Pero entonces aquel horrible aroma golpeo mi nariz, no pude evitar arrugar el ceño, gire la cabeza y entonces vi quien era el que emanaba aquello.
Marius estaba allí delante nuestro, desgarbado y con aspecto de estar colérico. Sin embargo algo había cambiado en él, ya no era el mismo. Su aspecto podía parecer normal, pero su ojos habían cambiado. Y aquel aroma denotaba e indicaba lo que había ocurrido.
-Licántropo…
Camine y me situé delante de Eyra en un gesto protector por mi parte, no solo íbamos a mantener las distancias, sino que como osase tan siquiera acercarse a ella…No deseaba pensar en ello, porque sencillamente ya no me quedaba paciencia para aguantar a este tipejo.
Él dio un paso enfrente y extendió una mano hacia mí con el deseo de apartarme, pero yo mas ágil que él tome su brazo impidiéndole que se acercase.
Muy posiblemente ahora al estar recién convertido su poder le haría estar más lucido de lo normal, más que posiblemente recordaba todo lo ocurrido, ahora ya no sería tan fácil trucar su mente y engañarle, pero aun así era un ser vulnerable.
May nos dijo que le había visto muerto, pero seguramente lo que ocurrió es que el habría sido mordido al ir a buscar su moto, aquellos licántropos habían seguido nuestro rastro, y era más que posible que él tuviese aun nuestro aroma. Los licántropos le habrán atacado sin piedad…y por un extraño motivo el había sobrevivido, y ahora era uno de ellos.
Solté su brazo apretando la mandíbula, ahora su aroma era más repulsivo que antes para mí.
-Marius…Logro entender que ahora nos odies con toda tu alma…Pero este no es el lugar, ni el momento. Si te descubres aquí todos verán lo que eres…Ahora ya no eres uno de ellos. Ya no eres humano.
Eyra camino situándose a mi lado mientras miraba en todas direcciones, empezaban a llegar algunas personas y a caminar por la sala sin sospechar que sus vidas podrían verse aniquiladas por un licántropo fuera de control en cosa de segundos. Era cierto que él no estaba transformado, pero el hecho de ser un neófito le haría más fuerte por un tiempo hasta que su cuerpo dejase de experimentar los cambios tan bruscos que se estaban produciendo en su ADN.
Su gesto contraído en una mueca de rabia, ira y desprecio dejo de mirarme a mí, para mirar a Eyra, sus puños aun cerrados temblaron violentos…Que habría recordado precisamente?
Ver la mirada que le dirigió a mi amada no me gusto ni un ápice. Me acerque enseñándole los dientes hasta posicionarme a unos diez centímetros de su rostro para susurrarle de forma lenta y amenazadora.
-Ni se te ocurra mirarla de esa forma…él sonrió de medio lado. Le di un toque en el pecho con la palma de la mano, haciéndole retroceder y fue entonces cuando este se abalanzó sobre mí, pero yo le esquive con facilidad poniéndome en posición defensiva cerrando los puños y localizando las salidas de la sala, mirando de reojo sin que él pudiese ver mi mirada detrás de los oscuros cristales de las gafas.
Algunas personas estaban demasiado cerca, esto podía convertirse en una carnicería en cosa de segundos y no lo podía permitir.
-Tengo que sacarle de aquí, no está en sus casillas. No razonara con ninguno de los dos…susurre a Eyra.
Comencé a caminar despacio, dándoles a ambos la espalda. Pero este gesto hizo enfadar aun mas a Marius, quien se apresuro de tomar mi brazo para sostenerme mientras yo forcejeaba con él y le daba un sonoro puñetazo haciéndole caerse sentado. Definitivamente no podía hacer alarde de la discreción, ahora la gente del lugar nos miraba. Con eso bastaba, ahora él me seguiría a donde yo fuese.
Mire un solo instante a Eyra que estaba allí entre ambos haciendo gestos a una mujer que se acercaba hacia ella. Posiblemente convenciéndola de que no ocurría nada.
-Eyra, ves a por May, ella está en el bosque y esta indefensa…Yo me llevare a este, hare que me siga. Si quiere pelea la tendrá…pero no aquí…Le llevare a nuestra casa…Nos veremos en una hora amor mío…
Me gire y empecé a caminar con prisas por aquel pasillo, sabiendo que Marius me seguiría iracundo, tenía que ver el modo de llegar rápido a casa, allí tenía armas suficientes como para acabar con el…Lo único que esperaba es que Eyra no me siguiese…o si lo hacía, que al menos fuese por un camino diferente…
De pronto un extraño aroma apareció en la lejanía, demasiado confuso, aun demasiado sutil. Era un aroma desagradable y que ciertamente me pareció familiar. Quise averiguar de qué se trataba pero en ese instante la puerta se abrió y Eyra apareció junto con aquella ropa.
Me sorprendió que ella tuviese aquellas cosas ahí, sobretodo el abrigo. Extendí la gabardina y la contemple bastante asombrado. Simplemente me encanto.
-Es perfecta! Comente alegre mientras me la ponía y cerraba la abotonadura, si me la hubiesen hecho a medida no me hubiese quedado tan perfecta. Definitivamente mi amada sí que conocía mis gustos y mis medidas a la perfección.
Ella sí que sabía escoger regalos, no como yo que el último regalo que había hecho habían sido dos pistolas de plata…
Me di prisa en envolver mi cuello con aquella bufanda mientras me ponía las gafas de aviador oscuras, los guantes y aquel sombrero. No pude evitar recordar a los detectives privados…Ahora parecía uno, quien diría que este aparente “detective” era en realidad uno de los “mafiosos malvados”? fuese como fuese nuestros looks nunca nos dejaban pasar desapercibidos, pero eso tampoco importaba mucho.
Iba a comentarle al ángel que marchásemos de allí, después de todo aun teníamos muchas cosas pendientes que hacer. Entre ellas recoger a May, nuestra primera prioridad.
Pero entonces aquel horrible aroma golpeo mi nariz, no pude evitar arrugar el ceño, gire la cabeza y entonces vi quien era el que emanaba aquello.
Marius estaba allí delante nuestro, desgarbado y con aspecto de estar colérico. Sin embargo algo había cambiado en él, ya no era el mismo. Su aspecto podía parecer normal, pero su ojos habían cambiado. Y aquel aroma denotaba e indicaba lo que había ocurrido.
-Licántropo…
Camine y me situé delante de Eyra en un gesto protector por mi parte, no solo íbamos a mantener las distancias, sino que como osase tan siquiera acercarse a ella…No deseaba pensar en ello, porque sencillamente ya no me quedaba paciencia para aguantar a este tipejo.
Él dio un paso enfrente y extendió una mano hacia mí con el deseo de apartarme, pero yo mas ágil que él tome su brazo impidiéndole que se acercase.
Muy posiblemente ahora al estar recién convertido su poder le haría estar más lucido de lo normal, más que posiblemente recordaba todo lo ocurrido, ahora ya no sería tan fácil trucar su mente y engañarle, pero aun así era un ser vulnerable.
May nos dijo que le había visto muerto, pero seguramente lo que ocurrió es que el habría sido mordido al ir a buscar su moto, aquellos licántropos habían seguido nuestro rastro, y era más que posible que él tuviese aun nuestro aroma. Los licántropos le habrán atacado sin piedad…y por un extraño motivo el había sobrevivido, y ahora era uno de ellos.
Solté su brazo apretando la mandíbula, ahora su aroma era más repulsivo que antes para mí.
-Marius…Logro entender que ahora nos odies con toda tu alma…Pero este no es el lugar, ni el momento. Si te descubres aquí todos verán lo que eres…Ahora ya no eres uno de ellos. Ya no eres humano.
Eyra camino situándose a mi lado mientras miraba en todas direcciones, empezaban a llegar algunas personas y a caminar por la sala sin sospechar que sus vidas podrían verse aniquiladas por un licántropo fuera de control en cosa de segundos. Era cierto que él no estaba transformado, pero el hecho de ser un neófito le haría más fuerte por un tiempo hasta que su cuerpo dejase de experimentar los cambios tan bruscos que se estaban produciendo en su ADN.
Su gesto contraído en una mueca de rabia, ira y desprecio dejo de mirarme a mí, para mirar a Eyra, sus puños aun cerrados temblaron violentos…Que habría recordado precisamente?
Ver la mirada que le dirigió a mi amada no me gusto ni un ápice. Me acerque enseñándole los dientes hasta posicionarme a unos diez centímetros de su rostro para susurrarle de forma lenta y amenazadora.
-Ni se te ocurra mirarla de esa forma…él sonrió de medio lado. Le di un toque en el pecho con la palma de la mano, haciéndole retroceder y fue entonces cuando este se abalanzó sobre mí, pero yo le esquive con facilidad poniéndome en posición defensiva cerrando los puños y localizando las salidas de la sala, mirando de reojo sin que él pudiese ver mi mirada detrás de los oscuros cristales de las gafas.
Algunas personas estaban demasiado cerca, esto podía convertirse en una carnicería en cosa de segundos y no lo podía permitir.
-Tengo que sacarle de aquí, no está en sus casillas. No razonara con ninguno de los dos…susurre a Eyra.
Comencé a caminar despacio, dándoles a ambos la espalda. Pero este gesto hizo enfadar aun mas a Marius, quien se apresuro de tomar mi brazo para sostenerme mientras yo forcejeaba con él y le daba un sonoro puñetazo haciéndole caerse sentado. Definitivamente no podía hacer alarde de la discreción, ahora la gente del lugar nos miraba. Con eso bastaba, ahora él me seguiría a donde yo fuese.
Mire un solo instante a Eyra que estaba allí entre ambos haciendo gestos a una mujer que se acercaba hacia ella. Posiblemente convenciéndola de que no ocurría nada.
-Eyra, ves a por May, ella está en el bosque y esta indefensa…Yo me llevare a este, hare que me siga. Si quiere pelea la tendrá…pero no aquí…Le llevare a nuestra casa…Nos veremos en una hora amor mío…
Me gire y empecé a caminar con prisas por aquel pasillo, sabiendo que Marius me seguiría iracundo, tenía que ver el modo de llegar rápido a casa, allí tenía armas suficientes como para acabar con el…Lo único que esperaba es que Eyra no me siguiese…o si lo hacía, que al menos fuese por un camino diferente…
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 14/08/2011
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Re: La cara oculta de París.
Oh, mierda.
La gente empezaba a agolparse para contemplar los cuadros, pero algunos curiosos, señalaban la escena que Jerarld y Marius protagonizaban. Una mujer se acercó peligrosamente, así que me avancé para señalarle que no ocurría nada, una simple disputa entre dos visitantes borrachos, argumenté. La mujer me amenzaó con avisar a los vigilantes y pese a mis palabras, se marchó hacia la sala contigua, dónde se hallaban Pierre y David, los dos guardias que salvaguardavan aquella segunda planta del Museo.
Refunfuñé para mis adentros y me giré justo cuando Jerarld golpeaba violentamente a Marius. Corrí hacia ellos e intenté separarlos, sin éxito alguno. Escuché los susurros de Jerarld y meneé la cabeza.
- Él me busca a mí, Jer, irá a por mí... deja que me encargue yo...- le dije entre murmuros preocupados.
Pero su feroz mirada me advirtió de que en aquella ocasión, no estaba dispuesto a negociar conmigo. Hice una pataleta infantil y asentí con la cabeza una sola vez.
- Ve con cuidado, ya sabes que fuera es de día.- me despedí, sumergiéndome en la oscuridad de las escaleras por las que habíamos subido y cerrando la puerta tras de mí, jadeante por todo lo que nos había acontecido aquél largo día.
El cansancio empezaba a hacer mella en mi cuerpo y mis movimientos fueron más lentos y torpes. Seguí la sala hasta encontrarme justo debajo del agujero por el que habíamos caído. ¿Cómo podía salir? Jerarld sabía levitar, pero yo... Nunca lo había necesitado, así que no lo había intentado nunca. Para mi suerte, las raíces de los árboles sobresalían por aquellos muros, así que trepé por ellos hasta llegar a la superfície, momento en el que agradecí estar cubierta de asfixiante ropa, pues si no, me hubiera convertido en Eyra a la parrilla.
Me arrastré hacia la sombra de árbol más próxima y, tras tomarme unos segundos para recuperar el aliento, me puse en pie, asegurándome la supervivencia a partir de aquella pamela y los guantes, principalmente. Escalé por la corteza del árbol y cuando estuve en lo alto de una de las ramas, busqué con la mirada algo que pudiese contener una cueva, guiándome también por el aroma que traía la brisa matinal. Y la localicé, no muy lejos de allí. Sonriente, empecé a saltar de rama en rama, aunque patinando de vez en cuando por culpa de aquellos tacones y mis escasas energías.
Al cabo de varios minutos, cuando el sol ya empezaba su descenso pero se mantenía en lo alto del firmamento, mis pies tocaron el suelo pedregoso de una cueva en la que, frente a mí, se extendía la plácida figura durmiente de mi hija, May. Sonreí maternalmente y me senté en una roca contígua a su cuerpo, ya a salvo entre las sombras de la gruta y suspirando de cansancio y de alivio. Alcé mi mano hacia mi niña y acaricié su cabello, como solía hacer cuando era una niña.
Esperaba fervientemente que Jerarld hubiera podido arreglárselas solo con Marius, puesto que no podía cumplir su órden de estar en casa en una hora. El sol estaba demasiado alto y resplandeciente aún, y May no tenía ropa con la que protegerse del astro. Debíamos esperar hasta el anochecer y aquella idea, me hizo estremecer. No obstante, debía aprovechar las horas de sol para recomponerme, así que apoyé mi espalda contra el pétreo muro de la cueva y cerré los ojos, sumiéndome en un sueño agitado. Entonces, mis párpados se acostumbraron a la oscuridad, algo que mis sentidos entendieron como que el sol había perdido la batalla a la noche y la luna reinaba en su esplendor en su particular trono celestial. Abrí los párpados, bostezando aún exhausta, aunque mis labios nunca llegaron a cerrarse entonces, pues distinguí la figura de Marius a las puertas de la gruta, ocultando con su presencia la luz del sol, aunque ya tardía. Tragué saliva y me puse en pie, protegiendo a May con mi sola figura frente a ella.
La gente empezaba a agolparse para contemplar los cuadros, pero algunos curiosos, señalaban la escena que Jerarld y Marius protagonizaban. Una mujer se acercó peligrosamente, así que me avancé para señalarle que no ocurría nada, una simple disputa entre dos visitantes borrachos, argumenté. La mujer me amenzaó con avisar a los vigilantes y pese a mis palabras, se marchó hacia la sala contigua, dónde se hallaban Pierre y David, los dos guardias que salvaguardavan aquella segunda planta del Museo.
Refunfuñé para mis adentros y me giré justo cuando Jerarld golpeaba violentamente a Marius. Corrí hacia ellos e intenté separarlos, sin éxito alguno. Escuché los susurros de Jerarld y meneé la cabeza.
- Él me busca a mí, Jer, irá a por mí... deja que me encargue yo...- le dije entre murmuros preocupados.
Pero su feroz mirada me advirtió de que en aquella ocasión, no estaba dispuesto a negociar conmigo. Hice una pataleta infantil y asentí con la cabeza una sola vez.
- Ve con cuidado, ya sabes que fuera es de día.- me despedí, sumergiéndome en la oscuridad de las escaleras por las que habíamos subido y cerrando la puerta tras de mí, jadeante por todo lo que nos había acontecido aquél largo día.
El cansancio empezaba a hacer mella en mi cuerpo y mis movimientos fueron más lentos y torpes. Seguí la sala hasta encontrarme justo debajo del agujero por el que habíamos caído. ¿Cómo podía salir? Jerarld sabía levitar, pero yo... Nunca lo había necesitado, así que no lo había intentado nunca. Para mi suerte, las raíces de los árboles sobresalían por aquellos muros, así que trepé por ellos hasta llegar a la superfície, momento en el que agradecí estar cubierta de asfixiante ropa, pues si no, me hubiera convertido en Eyra a la parrilla.
Me arrastré hacia la sombra de árbol más próxima y, tras tomarme unos segundos para recuperar el aliento, me puse en pie, asegurándome la supervivencia a partir de aquella pamela y los guantes, principalmente. Escalé por la corteza del árbol y cuando estuve en lo alto de una de las ramas, busqué con la mirada algo que pudiese contener una cueva, guiándome también por el aroma que traía la brisa matinal. Y la localicé, no muy lejos de allí. Sonriente, empecé a saltar de rama en rama, aunque patinando de vez en cuando por culpa de aquellos tacones y mis escasas energías.
Al cabo de varios minutos, cuando el sol ya empezaba su descenso pero se mantenía en lo alto del firmamento, mis pies tocaron el suelo pedregoso de una cueva en la que, frente a mí, se extendía la plácida figura durmiente de mi hija, May. Sonreí maternalmente y me senté en una roca contígua a su cuerpo, ya a salvo entre las sombras de la gruta y suspirando de cansancio y de alivio. Alcé mi mano hacia mi niña y acaricié su cabello, como solía hacer cuando era una niña.
Esperaba fervientemente que Jerarld hubiera podido arreglárselas solo con Marius, puesto que no podía cumplir su órden de estar en casa en una hora. El sol estaba demasiado alto y resplandeciente aún, y May no tenía ropa con la que protegerse del astro. Debíamos esperar hasta el anochecer y aquella idea, me hizo estremecer. No obstante, debía aprovechar las horas de sol para recomponerme, así que apoyé mi espalda contra el pétreo muro de la cueva y cerré los ojos, sumiéndome en un sueño agitado. Entonces, mis párpados se acostumbraron a la oscuridad, algo que mis sentidos entendieron como que el sol había perdido la batalla a la noche y la luna reinaba en su esplendor en su particular trono celestial. Abrí los párpados, bostezando aún exhausta, aunque mis labios nunca llegaron a cerrarse entonces, pues distinguí la figura de Marius a las puertas de la gruta, ocultando con su presencia la luz del sol, aunque ya tardía. Tragué saliva y me puse en pie, protegiendo a May con mi sola figura frente a ella.
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 14/08/2011
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Re: La cara oculta de París.
Mis pasos me condujeron hacia la salida con rapidez, pude notar como Marius me seguía, su pestilente aroma seguía siendo desagradable para mí. Pero tenía que seguir respirando, pues de esa forma podía saber con precisión que él seguía allí.
La luz del día me cegó por un momento, así que baje la mirada para hacer que las solapas del sombrero tapasen lo que más pudiesen mi rostro, mientras subía mi bufanda lo que más podía, los rayos del sol se sentían cálidos sobre la tela. Pude sentir como pequeñas partes de mis mejillas se quemaban al estar en contacto con la luz.
Comencé a aligerar el paso y posteriormente a trotar entre el gentío. Llevándome más de una mirada de los que me rodeaban, mi aspecto era francamente sospechoso, además no hacia tanto frio, y mi aspecto decía algo así como…-acabo de llegar del polo norte.
Aligere mi paso y detuve a un hombre trajeado que estaba a punto de tomar su coche, me baje las gafas de aviador ligeramente para que él pudiese ver mis ojos un instante. Ordene que me diese las llaves y aquel hombre se quedo allí atontado mientras yo subía y me apresuraba en acelerar.
Marius no tardaría en encontrarme, sus sentidos aumentados ahora estarían al doscientos por ciento, mas aun teniendo en cuanta que además de ser”nuevo” estaba realmente enfurecido.
Estaba seguro de que me seguiría hasta el fin del mundo porque su mente no estaba funcionando bien, él odiaba profundamente, como si hubiese sido yo el que le había transformado en eso…No. Yo había hecho algo aun peor para él. Yo le había “arrebatado” a su amor platónico. Pero mi corazón le pertenecía a ella y el suyo era de mi propiedad, así que eso podía pesarle todo lo que quisiese, porque no iba a cambiar.
Habían pasado más de doscientos años y aun seguíamos juntos…Si habíamos podido compartir tanto tiempo y seguir igual de idiotas que el primer día, todo indicaba que la eternidad estaría allí esperándonos con tranquilidad.
Visualice la enorme mansión. Al fin había llegado a casa y aquello se veía siniestro a pesar de ser nuestro hogar.
Baje del coche y entre corriendo en la casa, abriendo la puerta de una patada. Me quede un momento en la entrada, intentando percibir algún ruido. Pero el silencio más profundo reinaba en el lugar, solamente interrumpido por el sonido de la naturaleza y el susurro del viento en los arboles. Pero además del silencio había aromas, el inconfundible aroma a hierro. El aroma de la sangre derramada.
En teoría yo había mandado al “servicio de limpieza” a eliminar todo rastro en la casa de la masacre que había quedado cuando habían entrado aquellos licántropos. Pero aun así el olor era denso.
Me encamine hacia el sótano y contemple los cadáveres de dos de mis hombres mordidos por una bestia, estaba claro lo que había ocurrido. Mire hacia la salida enfurecido, estaba deseando que Marius llegase ya. Apreté los códigos de seguridad que permitían el acceso de la puerta blindada al sótano. Baje sin demora y las luces automáticas se encendieron en toda la estancia mientras caminaba. Me dirigí hacia un gran mesón y apretando otros códigos en un teclado se abrieron algunos compartimientos de la misma mesa. Un gran arsenal de armas se abrió ante mí, pero aquello iba a ser más fácil si lo hacía con un arma blanca. Me dirigí a otro mesón y abrí los compartimientos de las espadas. La hermosa colección de espadas de plata reposaba con calma ante mí. Tome una de doble filo y fue entonces cuando percibí aquel desagradable aroma. Me gire lentamente para contemplar a Marius allí a 5 metros de mí.
-Estaba esperándote lobito…levante aquella larga espada enseñándosela, bonita verdad? señale mientras me acercaba al mesón y tomaba otra. Se la lance y éste la tomo en el aire.
-Ahora ya no puedes decir que no estamos en igualdad de condiciones.
Apreté un botón de la mesa – Luces fuera. Y las luces se apagaron en toda la estancia, momento que yo aproveche para usar mi velocidad y situarme detrás de él. Pero el previno mis movimientos y se giro antes de que pudiese atacarle. El choque de las espadas se escucho entre las sombras, pero él no era diestro con aquella arma, después de todo era un arma de otros tiempos. Le desarme y entonces se abalanzo sobre mí en la oscuridad mordiéndome el brazo. Moví la espada haciéndole un corte en el costado, pero el se removió y huyo de mi. Corrí veloz tras de él saliendo de la casa mientras ambos nos internábamos en el bosque que rodeaba a la mansión. La espada ensangrentada que llevaba conmigo goteaba dejando el rastro sobre la hierba verde.
De pronto sentí un aroma familiar, estábamos cerca de la cueva. Corrí tan veloz como pude, olvidando al licántropo y centrándome en ese aroma conocido.
Llegue hacia allí y contemple la figura de Marius intentando abalanzarse sobre ellas dos. Me lance veloz hacia su figura. Solté la espada, que cayó a pocos metros de Eyra y agarre a Marius de sus brazos para empujarle al suelo.
Mire como pude mientras me removía si May y Eyra estaban bien, pero apenas les podía ver. Lo único que vi por un instante era a Eyra intentando despertar a May sin suerte. Intente arrastrarme hacia ellas pero Marius me agarro por la cintura, intentando hacerme quizás algún tipo de llave de lucha libre y esas estupideces que veían los jóvenes en la tele.
Eyra tomo la espada y se acerco veloz mientras ambos con Marius nos revolcábamos en el suelo. Mientras mi mayor preocupación era ahora mismo despertar a May, yo le había dormido, yo era el único que podía hacerle volver, pero Marius parecía ensañado en “discutir” conmigo…
Quizás aquel idiota solo estaba enfadado porque le había robado su moto…quien sabe.
La luz del día me cegó por un momento, así que baje la mirada para hacer que las solapas del sombrero tapasen lo que más pudiesen mi rostro, mientras subía mi bufanda lo que más podía, los rayos del sol se sentían cálidos sobre la tela. Pude sentir como pequeñas partes de mis mejillas se quemaban al estar en contacto con la luz.
Comencé a aligerar el paso y posteriormente a trotar entre el gentío. Llevándome más de una mirada de los que me rodeaban, mi aspecto era francamente sospechoso, además no hacia tanto frio, y mi aspecto decía algo así como…-acabo de llegar del polo norte.
Aligere mi paso y detuve a un hombre trajeado que estaba a punto de tomar su coche, me baje las gafas de aviador ligeramente para que él pudiese ver mis ojos un instante. Ordene que me diese las llaves y aquel hombre se quedo allí atontado mientras yo subía y me apresuraba en acelerar.
Marius no tardaría en encontrarme, sus sentidos aumentados ahora estarían al doscientos por ciento, mas aun teniendo en cuanta que además de ser”nuevo” estaba realmente enfurecido.
Estaba seguro de que me seguiría hasta el fin del mundo porque su mente no estaba funcionando bien, él odiaba profundamente, como si hubiese sido yo el que le había transformado en eso…No. Yo había hecho algo aun peor para él. Yo le había “arrebatado” a su amor platónico. Pero mi corazón le pertenecía a ella y el suyo era de mi propiedad, así que eso podía pesarle todo lo que quisiese, porque no iba a cambiar.
Habían pasado más de doscientos años y aun seguíamos juntos…Si habíamos podido compartir tanto tiempo y seguir igual de idiotas que el primer día, todo indicaba que la eternidad estaría allí esperándonos con tranquilidad.
Visualice la enorme mansión. Al fin había llegado a casa y aquello se veía siniestro a pesar de ser nuestro hogar.
Baje del coche y entre corriendo en la casa, abriendo la puerta de una patada. Me quede un momento en la entrada, intentando percibir algún ruido. Pero el silencio más profundo reinaba en el lugar, solamente interrumpido por el sonido de la naturaleza y el susurro del viento en los arboles. Pero además del silencio había aromas, el inconfundible aroma a hierro. El aroma de la sangre derramada.
En teoría yo había mandado al “servicio de limpieza” a eliminar todo rastro en la casa de la masacre que había quedado cuando habían entrado aquellos licántropos. Pero aun así el olor era denso.
Me encamine hacia el sótano y contemple los cadáveres de dos de mis hombres mordidos por una bestia, estaba claro lo que había ocurrido. Mire hacia la salida enfurecido, estaba deseando que Marius llegase ya. Apreté los códigos de seguridad que permitían el acceso de la puerta blindada al sótano. Baje sin demora y las luces automáticas se encendieron en toda la estancia mientras caminaba. Me dirigí hacia un gran mesón y apretando otros códigos en un teclado se abrieron algunos compartimientos de la misma mesa. Un gran arsenal de armas se abrió ante mí, pero aquello iba a ser más fácil si lo hacía con un arma blanca. Me dirigí a otro mesón y abrí los compartimientos de las espadas. La hermosa colección de espadas de plata reposaba con calma ante mí. Tome una de doble filo y fue entonces cuando percibí aquel desagradable aroma. Me gire lentamente para contemplar a Marius allí a 5 metros de mí.
-Estaba esperándote lobito…levante aquella larga espada enseñándosela, bonita verdad? señale mientras me acercaba al mesón y tomaba otra. Se la lance y éste la tomo en el aire.
-Ahora ya no puedes decir que no estamos en igualdad de condiciones.
Apreté un botón de la mesa – Luces fuera. Y las luces se apagaron en toda la estancia, momento que yo aproveche para usar mi velocidad y situarme detrás de él. Pero el previno mis movimientos y se giro antes de que pudiese atacarle. El choque de las espadas se escucho entre las sombras, pero él no era diestro con aquella arma, después de todo era un arma de otros tiempos. Le desarme y entonces se abalanzo sobre mí en la oscuridad mordiéndome el brazo. Moví la espada haciéndole un corte en el costado, pero el se removió y huyo de mi. Corrí veloz tras de él saliendo de la casa mientras ambos nos internábamos en el bosque que rodeaba a la mansión. La espada ensangrentada que llevaba conmigo goteaba dejando el rastro sobre la hierba verde.
De pronto sentí un aroma familiar, estábamos cerca de la cueva. Corrí tan veloz como pude, olvidando al licántropo y centrándome en ese aroma conocido.
Llegue hacia allí y contemple la figura de Marius intentando abalanzarse sobre ellas dos. Me lance veloz hacia su figura. Solté la espada, que cayó a pocos metros de Eyra y agarre a Marius de sus brazos para empujarle al suelo.
Mire como pude mientras me removía si May y Eyra estaban bien, pero apenas les podía ver. Lo único que vi por un instante era a Eyra intentando despertar a May sin suerte. Intente arrastrarme hacia ellas pero Marius me agarro por la cintura, intentando hacerme quizás algún tipo de llave de lucha libre y esas estupideces que veían los jóvenes en la tele.
Eyra tomo la espada y se acerco veloz mientras ambos con Marius nos revolcábamos en el suelo. Mientras mi mayor preocupación era ahora mismo despertar a May, yo le había dormido, yo era el único que podía hacerle volver, pero Marius parecía ensañado en “discutir” conmigo…
Quizás aquel idiota solo estaba enfadado porque le había robado su moto…quien sabe.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: La cara oculta de París.
Ambos hombres se revolcaban por el suelo pedregoso de la gruta, sin nada que yo pudiese hacer. Miré a Marius, ofuscado por un odio casi demoledor, intentado acabar con Jerarld. Y mi marido, intentando defenderse como podía, pero estaba en desigualdad de condiciones y su vida peligraba. Entonces tomé aire y junto a ese oxígeno, la espada, dirigiéndome veloz hacia ellos al no poder despertar a May.
- Ya está cariño, no es necesario seguir con el plan.- dije en un tono mordaz, esbozando una media sonrisa mezquina a la vez que el filo de la espada acariciaba la piel de la garganta de Jerarld y le hacía sangrar levemente, tumbado al suelo bajo el peso de Marius.- Ya tenemos lo que queríamos de él, vámonos ahora que ya está oscureciendo.
Me acuclillé frente a un Jerarld descompuesto, confuso probablemente, demasiado desarmado como para preguntar, incluso, lo que estaba sucendiendo a su alrededor. ¿Cómo decirle que simplemente le había usado? ¿Cómo explicarle que los últimos doscientos años habían formado parte de una trama muy bien calculada? ¿Cómo hacerle ver que yo era una de sus mafiosas enemigas, de cuyo nombre era desconocido incluso para él? ¿Que lo único que quería de él era su confianza para poder infiltrarme en sus asuntos escabrosos? Suspiré y besé la punta de su nariz, quitándome el anillo que sellaba nuestro matrimonio, para lanzarlo al suelo, golpeando su mejilla.
Hice un gesto a Marius, quién soltó a Jerarld refunfuñando y me tomó de la cintura, fundiéndonos en un apasionado beso frente a mi todavía marido. Y echando una furtiva mirada a May, aun dormida, y a Jerarld, enlacé mis dedos con los de Marius y juntos saltamos de aquella cueva a la rama más próxima y de allí, seguimos avanzando hacia el horizonte que se extendía frente a nosotros.
Y así terminó otro de mis episodios como ladrona de reliquias, dejando atrás a un pobre e ingenuo enamorado, a quién sólo había usado como había usado a otros tantos antes que a él. Sólo por motivos de negocios. Y ahora, tocaba el turno a otra víctima... Marius.
Aquella era mi verdadera cara. La realidad de Eyra Erikdottir.
- Ya está cariño, no es necesario seguir con el plan.- dije en un tono mordaz, esbozando una media sonrisa mezquina a la vez que el filo de la espada acariciaba la piel de la garganta de Jerarld y le hacía sangrar levemente, tumbado al suelo bajo el peso de Marius.- Ya tenemos lo que queríamos de él, vámonos ahora que ya está oscureciendo.
Me acuclillé frente a un Jerarld descompuesto, confuso probablemente, demasiado desarmado como para preguntar, incluso, lo que estaba sucendiendo a su alrededor. ¿Cómo decirle que simplemente le había usado? ¿Cómo explicarle que los últimos doscientos años habían formado parte de una trama muy bien calculada? ¿Cómo hacerle ver que yo era una de sus mafiosas enemigas, de cuyo nombre era desconocido incluso para él? ¿Que lo único que quería de él era su confianza para poder infiltrarme en sus asuntos escabrosos? Suspiré y besé la punta de su nariz, quitándome el anillo que sellaba nuestro matrimonio, para lanzarlo al suelo, golpeando su mejilla.
Hice un gesto a Marius, quién soltó a Jerarld refunfuñando y me tomó de la cintura, fundiéndonos en un apasionado beso frente a mi todavía marido. Y echando una furtiva mirada a May, aun dormida, y a Jerarld, enlacé mis dedos con los de Marius y juntos saltamos de aquella cueva a la rama más próxima y de allí, seguimos avanzando hacia el horizonte que se extendía frente a nosotros.
Y así terminó otro de mis episodios como ladrona de reliquias, dejando atrás a un pobre e ingenuo enamorado, a quién sólo había usado como había usado a otros tantos antes que a él. Sólo por motivos de negocios. Y ahora, tocaba el turno a otra víctima... Marius.
Aquella era mi verdadera cara. La realidad de Eyra Erikdottir.
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 14/08/2011
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Re: La cara oculta de París.
Forcejeaba con Marius, el sombrero había caído hace ya bastante tiempo, y las gafas también habían desaparecido dejándome expuesto a la luz sin que pudiese hacer nada por evitarlo.
La fuerza de Marius y el sol sobre mi estaban pasándome una factura demasiado grande.
Fue entonces cuando contemple a Eyra, pensando que al acercarse ella me ayudaría. Sintiéndome esperanzado al verla cerca. Pero ella se acerco hacia mí con aquella espada y la acerco a mi cuello deslizándola sin que yo entendiese nada.
Por un momento pensé en que ella querría engañar a Marius, hacer que este se confiase de ella, que pensase que estaba de su lado….Pero al parecer no era yo más que un inocente.
Fue entonces cuando sentí una tremenda rabia dentro de mí, me estaba utilizando? Me había utilizado?? Porque!!? Mire como en anillo de boda caía. Y ella se marchaba.
-MAAAAAAAAAAAAAAAAY mi mente grito con todas sus fuerzas y May despertó agitada de un salto en aquella cueva, mirando a todos lados asustada, poniéndose en posición de ataque. Pero rápidamente vio que no había ya nadie, solo yo a las afueras de aquella cueva.
Ella corrió hacia mi veloz, asustada al verme desangrándome mientras la piel de mi rostro ,mi cuello y mis manos se hería con la luz .
-Papa!!!! Ella corrió hacia mi tapándose los ojos, la luz aun era cegadora. Aun así se abalanzo sobre mí y me arrastró como pudo para llevarme a unos metros, bajo la suave sombra de un árbol.
Se arrodillo a mi lado y tomo mi cuerpo entre sus brazos, tapando la herida de mi cuello con su mano, intentando que la sangre dejase de brotar sin tener mucho éxito en su cometido.
Quede medio sentado apoyándome en su pecho mientras ella me acunaba entre sus brazos, como había hecho yo tantas veces con ella cuando era pequeña.
-Papa!! Que ha pasado. Donde esta mama! Me quede en silencio un instante sin saber cómo empezar.
-…Tu madre nos ha traicionado pequeña…Todo era parte de su plan, se ha ido con Marius. Pero no tardara en acabar con él…Ella quería información…Me utilizó…
Entrecerré los ojos dolido al tener que pronunciar aquellas palabras. Después de toda una vida juntos no había podido conocer la naturaleza de su alma…
-Papa tiene que ser un error, mama no nos haría eso!...Se tomo su muñeca con la intensión de rasgar su piel y darme su sangre. Tome su brazo impidiéndoselo, sintiéndome cada vez más débil, mis parpados pesaban.
-No cielo…No hagas eso…ya es tarde…
-QUE!? Que estás diciendo! Vamos papá no bromees conmigo esto no tiene gracia! Dijo mientras las lágrimas afloraban y caían por sus mejillas deslizándose con suavidad y cayendo sobre mi rostro.
-May tesoro… ha llegado mi hora…Ya no queda nada más que yo pueda hacer. Fui feliz en mi existencia. Acaricie su mejilla… Oh mi niña estoy tan orgulloso de ti…Has sido mi mejor logro…
May me miro con los ojos desorbitados sin creer lo que estaba escuchando.
-Es ahora cuando tienes que ser fuerte, es ahora cuando tienes que sacar tu verdadero yo, tu fuerza y tu naturaleza están ahí…Eres fuerte y eres sabia, mucho más que yo…Es hora de busques tu destino mi vida…No permitas que se salga con la suya…
May me miro frunciendo el ceño, mientras las lágrimas caían por sus mejillas sin cesar. Asintió en silencio mordiéndose los labios, note como su cuerpo temblaba. Acaricie su mejilla sabiendo que no me quedaba mucho tiempo. Ella era ahora una mujer hecha y derecha y sabia que hiciese lo que hiciese en el futuro seria la opción acertada.
-Siempre te querré tesoro, siempre estaré en tu corazón, siempre velare por ti…Te quiero mi niña…Te quiero.
Cerré los ojos durmiéndome al fin, sintiendo como las sombras me invadían acabando un episodio, un largo episodio. Mucho tiempo había vivido, y era hora de acabar un ciclo.
Mi cuerpo comenzó a craquelarse entre los brazos de May. Poco a poco la piel dejo de serlo y se convirtió en pequeñas partículas grises de ceniza. Cenizas que le rodeaban.
May de rodillas en el suelo se puso de pie mostrando sus dientes mientras apretaba la mandíbula, sus ojos fieros aun dejaban caer lágrimas sobre sus mejillas. Camino por el bosque y tomo la espada ensangrentada, una espada que aun tenía mi propia sangre. Tomo también el anillo, y se resguardo en las sombras de aquella cueva.
Ella contempló el anillo de boda que le regale a mi amada cuando nos casamos. Un anillo que significaba simplemente un pacto y amor. Un pacto que habia sido roto...
May se lo puso y aun con la espada entre sus manos miro el cielo claro desde la sombras. Jurando que se vengaría.
Jurando que me vengaría. Que mi muerte no habría sido en vano...
Mi tiempo había acabado y mi relato también, Pero ahora empezaba un nuevo principio. Una nueva historia.
La historia de May Délvheen, mi hija. Y ella no tendría piedad porque nadie podía tocar lo que le ella quería e irse así sin más…La brisa movió las hojas de los arboles con brusquedad ante su mirada feroz.
La brisa del bosque solo adelantaba que llegaba el principio de la tempestad.
Había una mujer deseando vengarse, y su corazón no tendría piedad…
La fuerza de Marius y el sol sobre mi estaban pasándome una factura demasiado grande.
Fue entonces cuando contemple a Eyra, pensando que al acercarse ella me ayudaría. Sintiéndome esperanzado al verla cerca. Pero ella se acerco hacia mí con aquella espada y la acerco a mi cuello deslizándola sin que yo entendiese nada.
Por un momento pensé en que ella querría engañar a Marius, hacer que este se confiase de ella, que pensase que estaba de su lado….Pero al parecer no era yo más que un inocente.
Fue entonces cuando sentí una tremenda rabia dentro de mí, me estaba utilizando? Me había utilizado?? Porque!!? Mire como en anillo de boda caía. Y ella se marchaba.
-MAAAAAAAAAAAAAAAAY mi mente grito con todas sus fuerzas y May despertó agitada de un salto en aquella cueva, mirando a todos lados asustada, poniéndose en posición de ataque. Pero rápidamente vio que no había ya nadie, solo yo a las afueras de aquella cueva.
Ella corrió hacia mi veloz, asustada al verme desangrándome mientras la piel de mi rostro ,mi cuello y mis manos se hería con la luz .
-Papa!!!! Ella corrió hacia mi tapándose los ojos, la luz aun era cegadora. Aun así se abalanzo sobre mí y me arrastró como pudo para llevarme a unos metros, bajo la suave sombra de un árbol.
Se arrodillo a mi lado y tomo mi cuerpo entre sus brazos, tapando la herida de mi cuello con su mano, intentando que la sangre dejase de brotar sin tener mucho éxito en su cometido.
Quede medio sentado apoyándome en su pecho mientras ella me acunaba entre sus brazos, como había hecho yo tantas veces con ella cuando era pequeña.
-Papa!! Que ha pasado. Donde esta mama! Me quede en silencio un instante sin saber cómo empezar.
-…Tu madre nos ha traicionado pequeña…Todo era parte de su plan, se ha ido con Marius. Pero no tardara en acabar con él…Ella quería información…Me utilizó…
Entrecerré los ojos dolido al tener que pronunciar aquellas palabras. Después de toda una vida juntos no había podido conocer la naturaleza de su alma…
-Papa tiene que ser un error, mama no nos haría eso!...Se tomo su muñeca con la intensión de rasgar su piel y darme su sangre. Tome su brazo impidiéndoselo, sintiéndome cada vez más débil, mis parpados pesaban.
-No cielo…No hagas eso…ya es tarde…
-QUE!? Que estás diciendo! Vamos papá no bromees conmigo esto no tiene gracia! Dijo mientras las lágrimas afloraban y caían por sus mejillas deslizándose con suavidad y cayendo sobre mi rostro.
-May tesoro… ha llegado mi hora…Ya no queda nada más que yo pueda hacer. Fui feliz en mi existencia. Acaricie su mejilla… Oh mi niña estoy tan orgulloso de ti…Has sido mi mejor logro…
May me miro con los ojos desorbitados sin creer lo que estaba escuchando.
-Es ahora cuando tienes que ser fuerte, es ahora cuando tienes que sacar tu verdadero yo, tu fuerza y tu naturaleza están ahí…Eres fuerte y eres sabia, mucho más que yo…Es hora de busques tu destino mi vida…No permitas que se salga con la suya…
May me miro frunciendo el ceño, mientras las lágrimas caían por sus mejillas sin cesar. Asintió en silencio mordiéndose los labios, note como su cuerpo temblaba. Acaricie su mejilla sabiendo que no me quedaba mucho tiempo. Ella era ahora una mujer hecha y derecha y sabia que hiciese lo que hiciese en el futuro seria la opción acertada.
-Siempre te querré tesoro, siempre estaré en tu corazón, siempre velare por ti…Te quiero mi niña…Te quiero.
Cerré los ojos durmiéndome al fin, sintiendo como las sombras me invadían acabando un episodio, un largo episodio. Mucho tiempo había vivido, y era hora de acabar un ciclo.
Mi cuerpo comenzó a craquelarse entre los brazos de May. Poco a poco la piel dejo de serlo y se convirtió en pequeñas partículas grises de ceniza. Cenizas que le rodeaban.
May de rodillas en el suelo se puso de pie mostrando sus dientes mientras apretaba la mandíbula, sus ojos fieros aun dejaban caer lágrimas sobre sus mejillas. Camino por el bosque y tomo la espada ensangrentada, una espada que aun tenía mi propia sangre. Tomo también el anillo, y se resguardo en las sombras de aquella cueva.
Ella contempló el anillo de boda que le regale a mi amada cuando nos casamos. Un anillo que significaba simplemente un pacto y amor. Un pacto que habia sido roto...
May se lo puso y aun con la espada entre sus manos miro el cielo claro desde la sombras. Jurando que se vengaría.
Jurando que me vengaría. Que mi muerte no habría sido en vano...
Mi tiempo había acabado y mi relato también, Pero ahora empezaba un nuevo principio. Una nueva historia.
La historia de May Délvheen, mi hija. Y ella no tendría piedad porque nadie podía tocar lo que le ella quería e irse así sin más…La brisa movió las hojas de los arboles con brusquedad ante su mirada feroz.
La brisa del bosque solo adelantaba que llegaba el principio de la tempestad.
Había una mujer deseando vengarse, y su corazón no tendría piedad…
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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