Guerra de Restauración Japonesa (Libre)

por Invitado Jue Oct 06, 2011 10:59 am

Recuerdo del primer mensaje :

El año es 1868, los barcos negros, como le dicen a la llega de Matthew C. Perry, paso hace algún tiempo, les abrió los ojos a la gente de este país. Cuando llega un extranjero con navíos que superan por años a los propios, tiene que haber un cambio, eso es lo que quieren lograr.

El Shogun Tokugawa está en sus últimos años en el poder. Los Ishin Shishi, buscan la modernización de este país, que abra sus fronteras y que mantenga su vida tradicional. El Bakufu desea el paso, que el lugar no cambia y por eso a mandado a sus Shisengumi a controlar la rebelión, que muy pronto desencadenara en una guerra.

Queremos que se restaure un emperador único, los shogunes no tienen futuro.
Estoy en la ciudad de Kyoto, es la escena de batallas callejeras y sangre en exceso. La alianza que nos manda, Satsuma-Choshu-Tosa, nos han enviado a avanzar sobre la ciudad. Algún dicen que el campo de batalla será Boshin, una guerra que de seguro durara un año.
El Bakumatsu a iniciado y el Shogun caerá a precio de la sangre de todos.

¿Cómo acabe aquí? Mis compañeros Ishin Shishi nunca han dejado de preguntármelo. Se sorprenden que pueda hablar japonés con la fluidez que ellos tienen y que mi piel sea tan oscura como la noche, ni siquiera quisiera recordar la insistencia que tienen de saber que hago las noches de luna llena, cuando desaparezco. No confían mucho en mi, son un extranjero, un bicho raro en este lugar. Los japoneses no están muy acostumbrados a los bichos raros.

La verdad es que acabe aquí porque le debía algo a ese anciano. Después de estar en Paris tanto tiempo, vivir en el México independiente, incluso conocer las tierras del oeste americano, tenía que volver aquí. El viejo siempre quiso que siguiera el código del samurái, que fuera a darle honor a su pueblo, por eso estoy aquí, para que el anciano vea desde el mas allá, que estoy peleando por su gente y por que avancen.
El aroma a incienso llena el ambiente, la habitación donde estoy no es simple. No hay mas que un cuadro en el suelo y mi colchoneta enrollada en una esquina. Frente a mi, un pequeño altar hace honor al aniversario de la muerte de Shakku Inoue, el anciano que me salvo hace mas de 300 años. Le rezo hincado frente a él, esperando que los dioses en los que cree, le ayuden a ser feliz en esa vida.

Me levanto en silencio. Me coloco el kimono y la hakama. Veo hacia la solitaria ventana que da al jardín central del lugar. Lo cerezos ya llenando de rosa el pasto verde y el pequeño lago de peces dorados. La luna a cuarto menguante se refleja en el agua y parece hablarme, diciéndome que pronto la veré entera.
Estiro la mano hacia mi izquierda y tomo mi espada. Homura me ha acompañado durante más de un siglo y no ha perdido su filo, tal vez, después de todo, realmente si es mágica. La coloco en mi cinturón y camino hacia la puerta corrediza.

El lugar está iluminado sólo por el cielo que se escabulle en las ventanas, el pasillo de madera esta reluciente, limpio gracias a las mujeres que viven con nosotros. Chicas que nos ayudan cuando llegamos heridos de los enfrentamientos y nos dan alimento suficiente para no morir de hambre. Anoche tuve que defender a una de un colega borracho, lo golpea tanto que no se a atrevido a pedirle nada a las chicas en todo el día de hoy.

-Makoto, ya todos se han ido, deberías de irte con ellos-me dice la anciana encargada de la casa. Una mujer pequeña y de facciones que dejan ver una edad sumamente avanzada-dicen que los Ishin Shishi van perdiendo desde la toma del castillo en noviembre. ¿Es cierto, Makoto?
-Si fuera cierto, querida señora, no estaría aquí con usted-le miento, pues en parte es cierto que el Bakufu dio avance, el cual se detuvo hace unas semanas.

Le hago una reverencia a la anfitriona y salgo a la calle poniéndome las sandalias.
Lo primero que puedo oler es la sangre, tal vez a kilómetros de aquí. Siempre tengo presente ese aroma, ese y el de algún ser como yo.
Se dice que los licántropos y vampiros no tienen interés en esta guerra, menos un cambia formas o un brujo. Sin embargo, hace unos noches, encontré una espada partida en dos por colmillos, los cuales se que pertenecían a alguien de mi especie.

-Parece que ni en Japón puedo huir de lo que viví en Francia.

por **Antonio Velázquez** Mar Jun 26, 2012 2:23 pm

Makoto miro hacia el hombre que acaba de aparecer y sintió, muy a su pesar, la tristeza del corazón de Jacqueline. Un maestro que traiciona a su alumna, a su raza y a su verdadero corazón. ¿Acaso no quedaría más que rencor en su pecho?
Suspiro, listo para a hablar, caminando hacia el hombre. Acomodo su kimono y su Hakama. Lo miro desafiante, pero no tomo su espada.

-Seguramente tienes la desdicha de decir que el honor es lo que lleva tus ideas y tus ideales, que el corazón de tu pueblo radica en esta tonta ideología del más fuerte. Conocí a alguien como tu hace unos años, parte de mi grupo, del Ishi shingi, su nombres es Makoto, Makoto Shishio. Un sujeto amargado por la vida que sólo quiere matar por placer y convertirse en el mas fuerte.

Camino, rodeándolo en un circulo mirando a Jacqueline y a Hikaru con cuidado. Seguramente atacaría en cualquier momento, su sentido del peligro se mantenía alerta, esperando el primer levantamiento de su mano, aunque seguramente, Jacqueline no le permitiría enfrentarse al hombre, después de todo, el sujeto es su maestro, ella debe e pelear.

-Seguramente eso es lo que quieres que piense. Pero tu peleas por algo más. ¿Desdicha? ¿Dolor? Acaso un humano mato a tu esposa, o tal vez maldices la existencia humana por tu maldición, la cual no me interesa.

Makoto regreso al lado de la vampiresa y la miro.

-¿Qué es lo que te guía a este conflicto?

por **Jacqueline S. Ritchway** Mar Jun 26, 2012 6:50 pm

Sentia ganas de llorar, ganas de maldecirlo y arrojar mi espada, habia aprendido la tecnica de un traidor, de alguien que me enseño una tecnica que ahora iba a usar con esta estupida revolucion. Que más uisiera yo que gritar y hacer un berrinche por sentir mis manos sucias ante este sinverguenza.

Makoto camino hacia él rodeandolo y hablandole. Conocia muy bien a Hikaru, él no se dejaba llevar por las palabras de Makoto, pero sí era muy sensible a las acciones...aunque Makoto en algo tuvo razón: su mujer no murio, Hikaru la asesinó porque tuvo un amorio con uno de sus estudiantes humanos durante su ida a Tokio. Hikaru no se movio, no le ataco, solo me miraba a mi y yo, muy a mi pesar, luchaba contra mis ganas de arrojarme encima de él y golpearlo hasta que muriera.

Cuando Makoto regresó a mi, Hikaru aun permanecia en posicion. Sabia muy bien cómo habia que enfrentarlo y atacar de frente no era una opcion.
-Porque rompes tu promesa de ayudar a quien lo pida, no importa la raza o la clase social? Qué pasó con el brillar y demostrarle al mundo que la pureza del corazon siempre gana? Que pasó con el Hikaru que nunca estrechaba la mano enemiga? Que pasó con mi Hikaru-sensei...?-en ese momento, se paró derecho de nuevo observandome aun sosteniendo sus espadas.-Porque me fallas asi? Porque le fallas a tu pais y a tu gente? A quienes te quieren y quienes confiaban ciegamente en tus palabras...?-ya estaba que no podía reprimirme más.-Dime, por Dios, Hikaru, porqué?!-dije gritandole al borde del colapso. Me miraba de un modo serio pero por su mirada, denotaba algo de tristeza, quizas sabia que lo que hacia estaba mal pero ya no podia dar un paso atras. No me contestó a mi, sino que se rio un poco luego y lo miró a Makoto, respondiendole a él.
-Lo que me pase o mi proposito aqui no tiene sentido por el momento. Jacqueline, me imagino que conoceras bien a quien escoltas...Sé mucho más de ti de lo que crees, Makoto Inoue. Lo recuerdo bien. Shakku Inoue me relataba algunas anécdotas de ti...Nunca te has preguntado si su muerte fue realmente digna?-mire a mi compañero, quien era Shakku Inoue? Luego recorde el altar en donde me escondi y pensé en que era el maestro de Makoto. A que se referia con muerte digna?-Es más...-se movió un simple centímetro de a la derecha y entonces supe que lo iba a atacar.

Antes de que siquiera le rozase un cabello, yo ya habia chocado mi espada contra la suya en medio de Makoto.
-No es sorpresa que me hayas hecho frente tú y no él...Jacqueline, quieres volver a perder un brazo?
-Makoto, busca a Okubo. Vayanse de aqui.-Hikaru se movio hacia atras, como si le dejase via libre a Makoto.-Vete ahora y no te atrevas a reresar por mi.-dije cabizbaja y sintiendo como una lágrima se deslizaba por mi mejilla. No logre contenerla y seguramente lo habia notado.

Hikaru solo chasqueo la lengua unas veces y dijo sonriendome:
-Regla n° 2...nunca peleas con ira...-aun cabizbaja, me puse en posicion de ataque, sin importarme si lloraba o no.
-Me encargare de que la tecnica que me has enseñado, sea la tecnica que te destruya. Asi limpiaré mi conciencia y el saber de que me he defendido usando una habilidad que aprendi de un traidor...-él no dijo nada más y también se puso en posicion. Ahi lo mire con ojos rojos puros y llorando.-Es una promesa!

por **Antonio Velázquez** Lun Jul 02, 2012 10:26 am

Hizo una media sonrisa al escuchar las palabras de Hikaru, un acto de confianza por alguien que cree tener la victoria, para Makoto, esas acciones ya habían pasado por su cabeza, después de todo, se había enfrentado a la inquisición tantas veces que sabia sus trucos y ese era uno de sus favoritos: destruir la autoconfianza.

-Que patético ¿Crees que podrías romper la confianza de un lobo que a viajado a mas lugares de lo que un asqueroso maestro de segunda como tu? Piensa tu alumna te cortara la cabeza en unos cinco minutos, después, ambos llegaremos a rescatar a Okubo y esta ridícula fortaleza caera del risco, se hundirá en el lago, que cuyo diámetro aumentara debido a las rocas que romperán la tierra, como si fuera simple arcilla. Nada de esto será recordado en la historia. Piensa eso, “Maestro”

Tomó su espada en su hombro y el metal de su filo reflejo la luz de la luna, el la miro un momento y de nuevo, su confianza aumento. Les dio la espalda al maestro y alumna y giro la cabeza hacia ellos.

-Te espero más adelante Jacqueline, recuerda que en el momento que un maestro levanta su espada ante su alumno, deja de ser tal. No hay nada mas deshonroso que traicionar a aquel que le diste la luz de tu enseñanza. Y si te preguntas algo, Hikaru, Arai fue el hombre más honorable de este mundo, por haber enseñando a un lobo el cómo usar una espada para defender a los inocentes, la próxima vez que quieras hacer dudar a alguien como yo, consíguete un par de pechos, a lo mejor funcionan.

Sostuvo a Homura con fuerza y desapareció de la habitación. Atravesó la puerta con su espada, del otro lado un pasillo largo adornado con velas doradas y el fuego, como si de magia se tratase comenzaba a tomar formas amorfas.

Un gemido agonizante se escuchaba al final del pasillo, camino, con sigilo hasta la siguiente puesta, con una sala en total oscuridad y un par de ojos rojos mirándole.

-¿Lobo?

Los ojos se abrieron de sorpresa, otros le hicieron compañía, los gemidos seguían escuchándose.

-Necromantes

La luz de la luna entro por la ventana y los rostros, o casi rostros, putrefactos de soldados antiguos hicieron su aparición. Conoció algunos de ellos, antes de hibernar, lucho a su lado, antes de desaparecer de este país. Quien quiera que esté al mando, conoce la historia de Jacqueline y Makoto.

por **Jacqueline S. Ritchway** Lun Jul 02, 2012 11:37 am

La palabras de Makoto, antes de dejarme con Hikaru, fueron realmente de mucha ayuda pues habia empezado a dudar sobre tener que luchar contra él: era mi Maestro, conocia mis movimientos, mis errores o debilidades y su tecnica era mi tecnica...pero luego, ya no dude, porque debia hacerlo. Quien una vez traiciona mi confianza, recibe un castigo. Además, con el tiempo y la práctica, las tecnicas aprendidas y los movimientos se perfeccionan y se aprende algo nuevo. Eso es lo que Hikaru aun subestima.

Caminamos lentamente en circulos, sin mirarnos. Me recordaba vagamente a mi graduacion, a la ultima batalla que habia tenido con Hika-san antes de irme de su dojo.
-Aun quieres enfrentarme? Veo que aun conservas la misma actitud que hace 70 años...-dijo quedando de espaldas a mi con sus espadas en sus manos. Di mi ultimo suspiro y cerre mis ojos concentrandome en mi espada.
-La diferencia entre mi yo de hace 70 años y mi yo actual...es que ya no te tengo miedo...y ya no tendré piedad.
-So be it.-sus ultimas palabras y luego...todo fue muy rápido...

Cometi el mismo error de antes; cuando el se giró, yo lo ataque de frente. Seguia siendo igual de rapido con sus estocadas y sus movimientos, intente llevarle el paso, hasta el punto de saltar sobre los muros para no dejar que me alcance. Por un descuido, esquivando su ataque, me estaqueo con su espada en mi hombro izquierdo contra la pared...igual que hace 70 años...
-Veo que recuerdas los viejos golpes...-se burlo pero entonces, y muy a mi pesar y dolor, eleve ambas piernass pateandole la mandibula. Escuche como se le habia roto algun que otro diente y como escupia lejos de su pañuelo.
Eso es nuevo...-con mi otra mano me quite la espada del hombro, regresando al suelo. No me movi pero él si, se puso en la posicion de su tecnica. Esta vez...usaría mi tecnica contra la suya.
-Tougen...Battou-ryu...-me concentre cerrando mis ojos, tomando fuerte mi espada. Ambos corrimos hacia el otro.-...Shirai!-Solo se escucharon dos ruidos, al quedar de pie de espaldas al otro. Nuestras espadas chocando y algo que se cortaba.-Jackie...gracias...-fue lo unico que alcancé a escuchar en el ataque.

Mi brazo me empezó a arder pero aun lo tenia en su lugar, esa fue la principal diferencia luego de 70 años...y no fallé esta vez.

Pocos segundos despues, oi la espada de Hikaru caer y luego...su cabeza y su cuerpo. Suspire y enfundé de nuevo mi espada, sintiendome muy mareada, debi tener mas cuidado cuando él me atacaba. Ahora quizas en mi cuerpo haya quedado el veneno de la espada. Mire los restos de mi ex-maestro y evite llorar. Tome el pañuelo de su amada y lo use para cubrir su cabeza.
-Arigato, sensei...-dije y comence a caminar por el pasillo en busca de Makoto.

por **Antonio Velázquez** Lun Jul 09, 2012 12:08 pm

Sus voces eran espectrales, podía escuchar sus lamentos, que para personas ajenas, podrían escucharse solo como sonidos sin sentidos, palabras inexistentes en medio de la oscuridad, pero el escuchaba otra cosa, sus voces tomaban forma en sus oídos y le relataban las historias de sus muertes.

-Me mataron en Hokkaido
-Fui asesinado por mi esposa celosa…
-Tu me mataste, lobo maldito

La oscuridad sólo dejaba ver el volar de su espada reflejada por la luz de la luna. Los ojos espectrales hacían facilidad el encontrar su objetivo, pero no evitaba el sentir un escalofrió que no dejaba de distraerlo, como si esto fuera el plan, destruirlo desde adentro.
Cortó la cabeza de uno de los zombis y sonrió.

-Necesitaras más que eso, si lo que quieres es matarme desde adentro

Dijo hacia la oscuridad, sabiendo que quien quiera que supiese de su pasado, quería que lo atormentara. Pero Makoto ya había superado su pesar hace muchos años. Cuando dejo de usar el nombre con que lo conocen aquí en Japón, cuando viajo a París y se enfrento al Papa y a Nereza, cuando creyó poder descansar en paz, ese día que la espada de su enemiga casi acaba con su vida.

-El día se volvió oscuridad tantas veces durante esa batalla. Los rayos anunciaban la ira de un Dios que pudiera no existir. Los ángeles de piedra cayeron de sus lugares, las lágrimas de sangre mancharon el suelo y por un segundo pudiera haber sido el fin.

Giro sobre si mismo para acabar con los últimos cadáveres vivientes, que ya no podían contar mas de sus historias, sus ojos perdieron el brillo de color verde y rojo. Un humo de color blanco se expulso de sus bocas y se disipó en la oscuridad.

-¿No desean el dominio absoluto de la raza superior? Los humanos han fracasado en su existencia, es hora de que ustedes se den cuenta. Ni siquiera su tonta atracción que a sobrevivido por mas de 50 años puede sobrevivir a lo que se avecina.

La voz pudiera salir de las paredes mismas, por lo que seguramente, aun había magos en el edificio. Volteo a su izquierda para ver a su compañera y le sonrió.

La oscuridad se disipó para que la habitación se iluminara. Los cuerpos degollados y destruidos comenzaron a acomodarse uno sobre otro pronto la carne de cada uno se mezclo en una masa repugnante de sangre y partes humanas. Una forma amorfa se levanto, de cuatro brazos y ter patas, una boca en lugar de cuerpo y una peste a muerte que lograría matar a cualquier humano.

-Odio los zombis…

por **Jacqueline S. Ritchway** Lun Jul 09, 2012 11:24 pm

No quise mirar hacia atras, donde habia quedado en el suelo los restos de alguien que alguna vez crei ser mi amigo...más que mi maestro y mentor...Ahora, con algo extraño recorriendome el cuerpo luego de esa punzada, camine por los cuartos en busqueda de mi compañero. No sabia muy bien donde me hallaba pero lo unico que debia hacer era continuar. Logre verlo, habia descuartizado y decapitado lo que parecian ser alguna vez cuerpos de personas muertas. Estaba impresionada pero no queria intervenir aun, parecia que era su batalla.

En un momento, notando mi presencia me sonrio pero no hubo tiempo de cruzar palabra pues una masa de cuerpos sin vida de estaba levantando, transformandose en una extraña criatura. Suspire de la impresion, en todos los años de mi carrera y como vampira jamas habia visto nada igual...senti miedo pero no era momento de sentirlo por el momento. Me agache y rompi parte de mis ropas para vendarme el brazo y asi poder lucha junto con Makoto.
Me puse junto a él.
-Has luchado contra algo asi antes...?-pregunte pues quizas de alguna forma ya lo habia visto antes. Makoto le habia llamado Zombie, lei algo sobre ellos pero era la primera vez que me enfrentaba a uno asi.
-Jacqueline...-lo que siguio fue algo que me hizo dejar caer mi espada de la impresion y del miedo...Un cuerpo que no se habia integrado a la criatura, camino hasta quedar bajo la luz que se colaba de la ventana. Me dio asco el que estaba con el vientre abierto y el rostro manchado de sangre...pero lo que mas asco y dolor me dio fue de quien se trataba...
-Ryan...-dije en un susurro y con las lagrimas que se me escapaban.
-Mi...amada esposa...-su voz sonaba llena de dolor y pena, casi como si se esforzara. Se tambaleó hacia mi elevando su mano.
-No...Qué te han hecho...?-no pude moverme de alli, eso lo noto él y camino hacia la bestia de forma forzada.
-Te...a...-fue lo ultimo que dijo y su cuerpo formó parte de aquella abominacion. Mis piernas me temblaban y mi cuerpo no respondia, me quedé mirando esa criatura sin poder despertar del shock. Como era posible...? Ryan llevaba muerto mas de tres siglos, como pudo pasarle esto...? Pronto mi cuerpo era muy pesado para mis pies y cai al suelo sentada, aun observando esa masa negra de cuerpos putrefactos.

La bestia se lanzo hacia Makoto y yo solo observe con mi espada frente a mi. No reaccionaba pues pensaba...Ryan estaba alli, mi esposo estaba ahi dentro de esa cosa, no podia hacerle daño...No podia entender, no podia reaccionar, no podia ayudar a Makoto...no podia hacerle daño a mi esposo...Mi mente divagaba buscando alguna explicacion, no encontraba nada, solo lograba confundirme mas.

por **Antonio Velázquez** Lun Jul 30, 2012 11:12 am

Parecía que Jacqueline había visto un fantasma, y seguramente es lo que vio. Sintió algo de ira por tener que combatir a algo así por si sólo.

Un monstruo repugnante que parecía una plasta arrastrándose, con dos enorme brazos, de los cuales otros pequeños salían, un rostro amorfo, como de varios ojos y bocas era la cúspide del ser. ¿Una ilusión? Eso quería que fuera, una fantasía de algún mago enfermo, pero pronto su teoría se quebró, cuando sintió el puño del monstruo golpeándolo tan fuerte que llega contra la pared y terminó por hacer un enorme hueco en ella.

Se levanta con dificultad, escupiendo sangre de la boca, de seguro el golpe lo había dañado por dentro, en unos segundos sus órganos se reconstruirían y sus huesos volverían a su lugar, no le intereso el dolor al comenzar a caminar hacia la criatura, al saltar sobre ella y usar su espada atravesando la carne putrefacta del ser, sólo un grito sin idioma se dejo escuchar.

-Bien, bien- se escuchaba la misma voz de hace unos minutos-¿Crees que eres inmune a los ataques psicológicos, lobo? ¿Qué tu corazón y mente están sellados? No como tu compañera, sólo con ver a su esposo a sucumbido ante la tristeza. Trate de atacarte con lo mismo pero parece que no te intereso.

Makoto sonrió cuando un pedazo del ser cae al suelo, la mitad de un cadáver, un rostro moreno de cabello negro y precioso, unos labios delgados y unos ojos negros bien abiertos, con escasa piel sobre ella, casi irreconocible, pero era la esposa del lobo.

-Xochilt murió hace siglos, su cuerpo es ahora parte de la tierra de mi nación muerta, usaste un cadáver que se parece. Lo que me lleva a la conclusión que me conoces.

La voz dejo escapar una risa muerta, un eco que parecía salir de todos lados. Impsobile de localizar con facilidad, incluso para alguien como el.

-Pero cuento con mas cosas.

El metal de la habitación hizo un fuerte ruido metálico. La madera rechina fuertemente, cuando algo baja del techo. Una cruz de madera llega, colgada por cadenas que brillaban, como si estuvieran humedad. Los ojos de Makoto se tornaron amarillos y grito con coraje.

En la cruz, una chica de piel pálida y cabello oscuro tenia la vista perdida en la nada, sus palmas eran atravesadas por estacas, para estar clava en al cruz, sus piernas estaba completamente encadenadas a la cruz y su cuerpo desnudo parecía emanar vapor, como si estuviera quemándose.

-¡Nereza!

Frente a él, la mujer que lo ha odiado por siglos, que se prometieron eliminar uno al otro, que tuvieron una guerra, donde creyeron no sobrevivir. Ella estaba derrotada, frente a él, completamente rendida ante el agua bendita y las estacas.
No tuvo miedo, sólo ira, con esa misma furia sintió el siguiente ataque de la bestia que perfora su pulmón derecho para arrojarlo a los pies de la cruz.

por **Jacqueline S. Ritchway** Lun Jul 30, 2012 11:39 am

No sentía mis piernas, las lágrimas salian de mi rostro al ver como Makoto lo atacaba; queria gritarle que parara, Ryan estaba ahi adentro, entre tanta carne putrefacta unida. Tome mi espada y la puse sobre mi regazo, buscando alguna forma de poder detenerlo pero entonces, vi algo que llamo mi atencion: el cadaver de una joven cayo al suelo y él dijo que era solo un cuerpo parecido al de su amada. Mis lagrimas de tristeza se convirtieron en lagrimas de ira. Como se ha atrevido a usar los restos de una pobre alma indefensa para pelear contra nosotros? Ponerme a mi de rodillas ante una ilusion!

Vi lo ultimo quele hizo a mi copañero, lastimandolo y llevando su cuerpo a los pies de una cruz, donde una joven parecia quemarse en ella. Rugi de la ira y me puse por fin de pie, desenfunde mi espada apuntando hacia la criatura.
-Ese fue tu ultimo error, asquerosa criatura!-el ser volteó a verme.-Mi esposo ha fallecido y su cuerpo esta en Sommerset, enterrado junto a mi corazón y en mi verdadero hogar! Si realmente él esta en ti, entonces con mucho gusto, le dare sepultura de nuevo!-corrí hacia la bestia, cada vez más horrible al acercarme. Pude ver el rostro de quien se hizo pasar por él de nuevo, intentando detenerme.-Descuida, mi Ángel...te dejaré descansar...
En la distancia correcta, evadi la pata del monstruo, saltando hasta el techo y dejandome caer hacia su cabeza con mi espada, apenas pude, volví a saltar hasta quedar en un extremo de la habitación. Mire a Makoto con pena, pidiendole perdon con la mirada. Respire hondo y volvi a correr.
-Tougen...Battou-ryu...-susurré y antes de que me tocase, aprete bien mi espada.-...Shirai!-con un movimiento de espada, acabe del otro lado de la criatura. Pareció quedarse inmovil unos momentos, luego de cortar su cuerpo en dos pero luego se movio de nuevo juntandose.

Jadee algo nerviosa por ese resultado.
-Makoto, qué debo hacer? No puedo detenerlo!-le dije corriendo hacia él. Mire su corte, y parecio que se estaba regenerando. La joven en la Cruz tambien.-Tengo que sacarlos de aqui.

por **Nereza** Mar Jul 31, 2012 4:21 pm

“Oscuridad, todo es oscuridad, no hay nada aquí. No hay un Dios a quien rezarle para que me libere de este martirio, de este dolor que me quema la piel, para que luego resurja y vuelva a arder como el infierno ¿Así se siente morir? ¿Es mi Fin?”

La vampiresa deliraba en su propia y retorcida mente, una inquisidora vampira que a servido al Papa durante ya casi un siglo. No piensa en otra cosa que no sea ganarse las puertas del cielo y tener de nuevo su alma, de nuevo un corazón latiendo en ese paraíso sobre las nubes.
Huno una guerra, sangrienta y explosiva, que enfrento la oscuridad y la luz, pero realmente nunca fueron dos bandos, opuestos. Dentro de la luz, el papa servia con una mancha oscura sobre sus subordinados y la oscuridad era representada por un ser de Luz en medio de la maldición vampirica. Nereza defendió sus creencias, durante la guerra peleo con Makoto tantas veces que ya no las conto. Y es la voz del licántropo quien la hace reaccionar.

El grito de su enemigo acérrimo, aquel que detesta y que prefiere verle morir, aquel que la hace dudar de su camino. Su marido, Rayner, anciano y feliz retirado con su gitana en alguna montaña de Rumania, ella ya no lo odia, pero maldice a Makoto por mostrarle como los humanos pueden ser felices y ella, ella no.

-Antonio…

Dijo el uno de los nombre de el, sus cabeza giro suavemente hacia el suelo, donde el lican sentía como si un tren pasara por su pecho. El ser hecho de muerte pasaba el brazo a través del agujero que le hizo en el pecho y no dejaba de moverlo, impidiendo al lobo activar su sanación acelerada.
Ella miro hacia el otro lado, una atractiva vampiresa la miraba, creyó conocerla, no sólo hacerlo, creyó haberla visto en otro sueño, en uno donde ella estaba muerta, el Papa hablo de una Jacqueline, asesinada por un cazador…¿Sera ella?
Movio sus labios con dificultad, apenas y podía decir una palabra

-Lo…bo…

Sus ojos se tornaron rojos, con apenas la poca sangre que le quedaba en su cuerpo. Sus puños se tensaron, su rostro se volvió duro y con un grito ensordecedor saco con fuerza las estacas de sus palmas al empujar las manos hacia delante. Los pedazos de madera cayeron al suelo y sus manos dejaron de estar rodeadas de vapor, sus heridas se cerraron.
Con un poco mas de fuerza estiro la mano hacia uno la carne mas cercana del monstruo, y lo mordió con toda la fuerza que le quedaba, la poca sangre de la bestia comenzó a hacerla sentir viva, tan viva como una vampira, lo suficiente para romper sus cadenas y caer desnuda al suelo, al lado de Makoto. Lo miró con sus ojos entre cerrados y se desmayo casi al instante.

por **Antonio Velázquez** Jue Ago 02, 2012 3:56 pm

La vio en el suelo, apenas reaccionando, un cuerpo inmóvil envuelto en vapor que brotaba de su piel, el olor a piel quemada iba despareciendo mientras sus heridas se cerraban. La cruza oscura en su espalda, esa pequeña marca que ella misma se hizo, era lo único que no se estaba corrigiendo.

Makoto la miro, tratado de soportar el dolor inhumano de la bestia que no dejaba de atravesar su pecho, imposibilitando su recuperación. En medio del dolor, sus ojos se tornaron de color amarillo, tomó con fuerza el brazo repugnante que lo atravesaba y lo expulso de su pecho con un estirón.

Se empujó a si mismo hacia atrás y detuvo la sangre que brotaba de su piel, su kimono se tornaba de un rojo escuro ante los litros de sangre que perdía con rapidez. Miró a Jacqueline y le sonrió, como si ya supiera el resultado y lo aceptara, aunque para su pesar, sería confiar en monstro como Nereza. ¿Qué hacia aquí? La última vez que se enfrentaron ya no había una guerra, la vampiresa seguía fuerte a sus ideales de ganarse el cielo, pero su fe al Papa se había perdido levemente.

Aun recuerda sus ojos la última noche, rojos como rubís, contrastando con lo amarillo de los propios. Suspiro ante la idea ayudarle, pero debía de hacerlo.

Tomó una de las partes del ser que no se había re fusionado a él, aun, y lo arrojo a una inconsciente Nereza. Si todo salía bien, Nereza absorbería la sangre de ese pedazo de carne muerta, al menos la suficiente para ponerse pie y atacar. El se sentía débil, la sangre había dejado de brotar, pero sus heridas dolían aun.

Suspiro una vez mas y corrió hacia la vampira, del suelo que había abierto los ojos en el espasmo de olor a sangre. Sin palabra alguna, ofreció su espada a la inquisidora.

Miró a Jacqueline otra vez, si tener que decirle, ella sabe que el no puede pelear, no al menos por los próximos minutos, tendrán que confiar en un ángel, que en estas circunstancias, podría ignorar el hecho que su trabajo es matarlos.

La bestia rugió con fuerza, como si le doliera vivir. Le harían un favor el asesinarlo, no eran brujos, pero las almas, de las personas amadas o no, eran las alamas de alguno ser que sólo quiere ser libre, no merece sufrir así.

Mientras ambos miraban a la bestia, Nereza se puso de pie, sus ojos indicaban que no estaba feliz, no por tener que pelear desnuda, no por tener que usar a Homura, si no por ser salvada por Makoto, otra vez.

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