AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
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Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
Recuerdo del primer mensaje :
Oscar negó para si mismo moviendo la cabeza y lanzó la siguiente piedra con mucha más fuerza cuando un grupo de señoras mayores pasó a sus espaldas. El puente aquella mañana no podía estar más abarrotado y eso que escogía precisamente las horas tempranas, con apenas sol, porque el burdel empezaba a vaciarse de hambrientos sexuales y el resto de urbe soporífera aún se desenredaba de sus sábanas de lino... Si el día continuaba de esa forma, no iba a ser un buen día, Morfeo o cualquier deidad estúpidamente cursi se la tenía jurada.
El joven sacó otra de sus piedras y esa vez la paseó danzarinamente por sus nudillos, mientras se manchaba la mano de barro. Miró en ese momento hacia la acera que todavía no era parte del puente donde se encontraba y divisó a un muchacho que le llamó especialmente la atención por cómo destacaba entre el resto del gentío mayoritariamente femenino. Comenzó a fijarse en detalles más mundanos, como en el atractivo de su físico, pero enseguida se interrumpió a sí mismo arrojando la piedra que aún yacía en su mano al constante vacío acuático del río.
Oscar negó para si mismo moviendo la cabeza y lanzó la siguiente piedra con mucha más fuerza cuando un grupo de señoras mayores pasó a sus espaldas. El puente aquella mañana no podía estar más abarrotado y eso que escogía precisamente las horas tempranas, con apenas sol, porque el burdel empezaba a vaciarse de hambrientos sexuales y el resto de urbe soporífera aún se desenredaba de sus sábanas de lino... Si el día continuaba de esa forma, no iba a ser un buen día, Morfeo o cualquier deidad estúpidamente cursi se la tenía jurada.
El joven sacó otra de sus piedras y esa vez la paseó danzarinamente por sus nudillos, mientras se manchaba la mano de barro. Miró en ese momento hacia la acera que todavía no era parte del puente donde se encontraba y divisó a un muchacho que le llamó especialmente la atención por cómo destacaba entre el resto del gentío mayoritariamente femenino. Comenzó a fijarse en detalles más mundanos, como en el atractivo de su físico, pero enseguida se interrumpió a sí mismo arrojando la piedra que aún yacía en su mano al constante vacío acuático del río.
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
Oscar había dado pocos paseos en París desde que aquel iba a ser ya su quinto año residiendo en la capital de Francia. Recordaba haber deambulado lo suficiente la primera vez que llegó, cuando al agitarla, su memoria no se topaba sólo con la execrable cabeza de aquel barón entre sus piernas y la imperturbable necesidad de mirar hacia el polvoroso ventanal que encuadraba su desgracia. Pero desde que escogió el cargo definitivo que ahora ostentaba, sus escuetas caminatas se centraban en los contados sitios de utilidad o preferencia, como el mercado o aquel puente. En Wroclaw sólo se especializó en un único sector, sus barrios, y aunque su dominio en tierra francesa ya no era ni la mitad de extenso, tampoco había cambiado mucho en ese aspecto. Y lo mejor es que no se había dado cuenta hasta que Anuar formuló la enésima pregunta.
¿Vives cerca de aquí? -lanzó él otra pregunta y con eso, fue como si acabara de refrescarse en el agua del Sena, en compañía de sus -poco suertudas- piedrecitas. Lo despertó de tanto recuerdo, pedantería y sensación de quedar al descubierto, pues no sólo había cambiado de tema en rápidos segundos, además había sonado todo lo desconcertante que quería, pues lo que acababa de salir de sus labios por pura travesura azarosa iba a estar apunto de interpretarse como una insinuación... de la que a pesar de todo, no se arrepentiría
Lo decía para empezar a preguntar yo también cosas, no es que quiera que vayamos allí -aclaró, tan pronto como había hecho esa pregunta y mirando otra vez a Anuar con la sonrisa torcida-. Lo cierto es que empiezo a tener hambre... Podrías acompañarme a comprarle algo a alguna viejecita de puesto ambulante y seguir paseando por cualquier otro sitio. ¿Dónde te gusta entretenerte a ti?
OFF: Creo que ha llegado el momento de actualizar las relaciones de Oscar (por el momento, si esto sigue así, claramente no serán las últimas respecto a Anuar).
¿Vives cerca de aquí? -lanzó él otra pregunta y con eso, fue como si acabara de refrescarse en el agua del Sena, en compañía de sus -poco suertudas- piedrecitas. Lo despertó de tanto recuerdo, pedantería y sensación de quedar al descubierto, pues no sólo había cambiado de tema en rápidos segundos, además había sonado todo lo desconcertante que quería, pues lo que acababa de salir de sus labios por pura travesura azarosa iba a estar apunto de interpretarse como una insinuación... de la que a pesar de todo, no se arrepentiría
Lo decía para empezar a preguntar yo también cosas, no es que quiera que vayamos allí -aclaró, tan pronto como había hecho esa pregunta y mirando otra vez a Anuar con la sonrisa torcida-. Lo cierto es que empiezo a tener hambre... Podrías acompañarme a comprarle algo a alguna viejecita de puesto ambulante y seguir paseando por cualquier otro sitio. ¿Dónde te gusta entretenerte a ti?
OFF: Creo que ha llegado el momento de actualizar las relaciones de Oscar (por el momento, si esto sigue así, claramente no serán las últimas respecto a Anuar).
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
Su mente comenzó a plasmar frente a sus ojos un mapa mental del camino que había tenido que recorrer para llegar a aquel lugar. Estaba lejos si, en dirección de las calles más viejas y descuidadas de la bella y pintoresca París, aquellos sitios que los duques y turistas no solían visitar por no poseer los adjetivos necesarios para yacer en boca de todos. La gente los olvidaría con rapidez y de pronto se encontró con el creciente pensamiento de lo sempiterno.
-vivo algo lejos a decir verdad, pero no lo suficiente como para no llegar a pie- y aunque fuese así, no podía darse los lujos de pagar un carruaje o un corcel que le llevara a cualquier lugar y en todo momento. Lo agradecía además pues al caminar era capaz de percatarse de cosas que a ojos ajenos serian invisibles y superfluas. Como el olor del pan por la mañana o el cantar de los gorriones y las golondrinas, las palomas y las cigarras. El nacimiento de un nuevo día, con el firmamento tiñéndose de fuego y oro y las nubes evaporándose en la lejanía.
No pudo evitar que una diminuta y ufana risotada escapara de sus labios al escucharle decir aquello, una risa que se ahogo en el cordial gesto de una sonrisa –no me molesta tener visitas, por si algún día se te ofrece pasar por ahí aunque dudo…que llegue a ser un sitio acogedor- se encogió de hombros para puntualizar. Carecía del calor que un hogar debía poseer, de los arreglos que una mujer le otorga a su residencia o los lujos que puede darse la clase trabajadora. El, lo veía más como un lugar en el cual resguardarse del frío y la lluvia.
¿Cómo explicarle que el lugar era solo magnifico ante la compañía? No, sería confesar demasiado a un extraño –no frecuento muchos lugares, quizás te guste dar una vuelta por la plaza, a veces encuentras buenos músicos ahí- pensó a viva voz, recordando algún interprete de su entero agrado. Pues como todo buen artista comprendía la belleza de las cosas y sin embargo, no se obsesionaba por ellas.
OFF: Lo tendre en cuenta. Te agregaria si supiera donde quedaron las relaciones de Anuar pero puedes estar seguro que es un sentimiento reciproco.
-vivo algo lejos a decir verdad, pero no lo suficiente como para no llegar a pie- y aunque fuese así, no podía darse los lujos de pagar un carruaje o un corcel que le llevara a cualquier lugar y en todo momento. Lo agradecía además pues al caminar era capaz de percatarse de cosas que a ojos ajenos serian invisibles y superfluas. Como el olor del pan por la mañana o el cantar de los gorriones y las golondrinas, las palomas y las cigarras. El nacimiento de un nuevo día, con el firmamento tiñéndose de fuego y oro y las nubes evaporándose en la lejanía.
No pudo evitar que una diminuta y ufana risotada escapara de sus labios al escucharle decir aquello, una risa que se ahogo en el cordial gesto de una sonrisa –no me molesta tener visitas, por si algún día se te ofrece pasar por ahí aunque dudo…que llegue a ser un sitio acogedor- se encogió de hombros para puntualizar. Carecía del calor que un hogar debía poseer, de los arreglos que una mujer le otorga a su residencia o los lujos que puede darse la clase trabajadora. El, lo veía más como un lugar en el cual resguardarse del frío y la lluvia.
¿Cómo explicarle que el lugar era solo magnifico ante la compañía? No, sería confesar demasiado a un extraño –no frecuento muchos lugares, quizás te guste dar una vuelta por la plaza, a veces encuentras buenos músicos ahí- pensó a viva voz, recordando algún interprete de su entero agrado. Pues como todo buen artista comprendía la belleza de las cosas y sin embargo, no se obsesionaba por ellas.
OFF: Lo tendre en cuenta. Te agregaria si supiera donde quedaron las relaciones de Anuar pero puedes estar seguro que es un sentimiento reciproco.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
Oscar se permitió el lujo que ofrecían los andares inconclusos para estudiar detenidamente las características de la risotada de aquel chico; la forma en que sus labios se ensanchaban igual que la luz del sol cuando con timidez daba paso a los primeros fulgores en el agua donde morían sus piedras... Se imaginó cómo de roca podrían volverse sus propios dientes fundiéndose en lo cristalino de la sonrisa de Anuar y además de propulsado, se sentía cómodo a lomos de la idea... Algo que no tardó en negarse instantáneamente, con el recelo que ya era habitual en su organismo.
Entonces, esto no va a ser un simple paseo... - comentó, esquivando un pedrusco de la acera mal colocado- Si voy a llegar a contar con tu hospitalidad algún día, ésta no será la última vez que te vea... -pasaron por un grupo de gente que fumaba y trató de fijarse en si había alguna caja de cerillas en el suelo, pero si la había, dejó de observar al preferir no cesar la caminata junto a su nuevo acompañante- ¿Algún punto de referencia para que sepamos encontrarnos en otras ocasiones? -y ya lo estaba volviendo a hacer, eso de desconcertarle... Parecía que era su solución a tener demasiadas ganas de estar con alguien a quien ayer ni siquiera conocía- Por cierto, la plaza me parece bien para ir ahora.
Entonces, esto no va a ser un simple paseo... - comentó, esquivando un pedrusco de la acera mal colocado- Si voy a llegar a contar con tu hospitalidad algún día, ésta no será la última vez que te vea... -pasaron por un grupo de gente que fumaba y trató de fijarse en si había alguna caja de cerillas en el suelo, pero si la había, dejó de observar al preferir no cesar la caminata junto a su nuevo acompañante- ¿Algún punto de referencia para que sepamos encontrarnos en otras ocasiones? -y ya lo estaba volviendo a hacer, eso de desconcertarle... Parecía que era su solución a tener demasiadas ganas de estar con alguien a quien ayer ni siquiera conocía- Por cierto, la plaza me parece bien para ir ahora.
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
Le observo sin intensión alguna de pasar desapercibido. No recordaba cuando había sido la última vez que alguna persona le había contado con tanta franqueza el latente anhelo de volverle a ver. No recordaba bien la última ocasión en que un desconocido había pisado su piso y ahora, viendo en perspectiva, todo aquel que había asistido se había vuelto parte fundamental de su vida. ¿Fundamental? No, nadie era necesario en esta vida, o quizás, con esa idea lograba seguir y despertar con letanía.
-y espero que no sea así- asevero con una voz tan ahilada y tenue que pareció no existir, voló junto con el primer soplo que se atravesó, se arrastro sobre el suelo junto con las hojas secas de los árboles y los arbustos, se atoro en innumerables pedregones y al final ¿quién podía asegurar que existió? Su voz fue tan tersa y melodiosa que bien pudiese haber sido causada por el trinado de un ave o el susurro del viento y el rio Siena, el murmullo del agua lamiendo las paredes terrosas que le mantenían cautivo en aquel lugar, siempre el mismo, nunca igual.
-creo que seria mejor si me dijeras tu donde encontrarte, por lo menos yo no tengo un lugar preferido y de serlo seria el bosque, pero creo que un encuentro ahí no seria del todo agradable- confesó recordando aquellos encuentros desafortunados en aquel lugar. Aquel lugar donde había comprendido que sus más grandes pesadillas antes de ser sueños fueron realidad –seguramente de camino encontraremos algo para comer- se permitió pensar en voz alta, recordando aquellas antiguas palabras de Oscar. El mismo se había tenido que enseñar a ignorar aquellos achaques causados por la hambruna.
Abrió entonces los labios virando su cuerpo para observarle con el rostro ceñudo -¿por qué habría de ser yo quien mostrase hospitalidad? ¿Vives tu muy lejos de aquí?- su piso no se encontraba ahora en las mejores condiciones para recibir visitas, las paredes de la galería seguían manchadas con las huellas de Lit ¿Cómo explicarle a alguien las marcas de un felino de aquel tamaño en su habitación? Tragó en seco, como si la cuestión fuese asi a desaparecer –también a mi me gustaría conocer su vivienda-
-y espero que no sea así- asevero con una voz tan ahilada y tenue que pareció no existir, voló junto con el primer soplo que se atravesó, se arrastro sobre el suelo junto con las hojas secas de los árboles y los arbustos, se atoro en innumerables pedregones y al final ¿quién podía asegurar que existió? Su voz fue tan tersa y melodiosa que bien pudiese haber sido causada por el trinado de un ave o el susurro del viento y el rio Siena, el murmullo del agua lamiendo las paredes terrosas que le mantenían cautivo en aquel lugar, siempre el mismo, nunca igual.
-creo que seria mejor si me dijeras tu donde encontrarte, por lo menos yo no tengo un lugar preferido y de serlo seria el bosque, pero creo que un encuentro ahí no seria del todo agradable- confesó recordando aquellos encuentros desafortunados en aquel lugar. Aquel lugar donde había comprendido que sus más grandes pesadillas antes de ser sueños fueron realidad –seguramente de camino encontraremos algo para comer- se permitió pensar en voz alta, recordando aquellas antiguas palabras de Oscar. El mismo se había tenido que enseñar a ignorar aquellos achaques causados por la hambruna.
Abrió entonces los labios virando su cuerpo para observarle con el rostro ceñudo -¿por qué habría de ser yo quien mostrase hospitalidad? ¿Vives tu muy lejos de aquí?- su piso no se encontraba ahora en las mejores condiciones para recibir visitas, las paredes de la galería seguían manchadas con las huellas de Lit ¿Cómo explicarle a alguien las marcas de un felino de aquel tamaño en su habitación? Tragó en seco, como si la cuestión fuese asi a desaparecer –también a mi me gustaría conocer su vivienda-
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
Y allí, a través de los labios de Anuar con los que se había permitido fantasear por un instante, escapaba la pregunta temida... Claro que a las pocas milésimas fue él quién se preguntó algo. Se preguntó si había tenido antes una pregunta temida... Redundante y molesto, no cabía duda. Pero de lo que sí no cabía duda era que la pregunta llevaba al burdel, por supuesto. No vivía siempre ahí, se había hecho con un habitáculo no muy grande al tercer año de residir en París, próximo a uno de tantos puentes del Sena que no era aquel en el que ahora se encontraban. No solía pasar mucho tiempo allí a excepción de algún que otro fin de semana (era más cómodo y sustancioso no alejarse demasiado de su lugar de trabajo). Aunque por ser, era 'su vivienda', sí...
Joder... pensó. Y tanto... porque lo que verdaderamente le irritaba de todo no se hallaba en el burdel o en su casa, sino en que nunca antes había sentido reparos en reconocer a lo que se dedicaba. Ni los tenía ahora, pero aun así, la duda asaltaba: ¿Y si la actitud de Anuar al saberlo cambiaba?
Yo estoy casi todas las mañanas en algún puente -respondió, prosiguiendo con el tema de los encuentros-. Tal y como me has encontrado hoy...
Y de todas formas, ¿desde cuándo diablos le importaba lo que pensara el resto de universo? No entendía nada... y no podía seguir desconcertando a Anuar porque él ya se estaba desconcertando lo bastante a sí mismo... Impresionante.
Sí, vivo lejos de aquí- Tras pensarlo más, eligió que, de momento, frente a tener que engañarle, al menos prefería no mentirle-. Pero tengo el lugar un poco dejado... No consigo ser muy ordenado.
Joder... pensó. Y tanto... porque lo que verdaderamente le irritaba de todo no se hallaba en el burdel o en su casa, sino en que nunca antes había sentido reparos en reconocer a lo que se dedicaba. Ni los tenía ahora, pero aun así, la duda asaltaba: ¿Y si la actitud de Anuar al saberlo cambiaba?
Yo estoy casi todas las mañanas en algún puente -respondió, prosiguiendo con el tema de los encuentros-. Tal y como me has encontrado hoy...
Y de todas formas, ¿desde cuándo diablos le importaba lo que pensara el resto de universo? No entendía nada... y no podía seguir desconcertando a Anuar porque él ya se estaba desconcertando lo bastante a sí mismo... Impresionante.
Sí, vivo lejos de aquí- Tras pensarlo más, eligió que, de momento, frente a tener que engañarle, al menos prefería no mentirle-. Pero tengo el lugar un poco dejado... No consigo ser muy ordenado.
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
Si se encontraba todas las mañanas en un puente, y aquel día lo había encontrado en uno lanzando piedras al olvido y aquello, en labios de Oscar y no de él, resultaba tranquilizante. Implicaba según su parecer que algún mal le atormentaba, algo que necesitaba desprender de sus entrañas ante da a amanecer y que sin importar cuánto regresaba nuevamente durante la noche, cubierto por el sinuoso manto de obscuridad que le permitía trepar sobre su cuerpo y adentrarse en él. O, quizás, se trataba solo de un pasatiempo sin mayor problema o solución.
Alzó las cejas, aludido por aquella aseveración. Aunque desordenado estaba solo su lugar de trabajo y todo lo demás, acomodado en cajas de cartón que solía esconder bajo las tablas de la cama o en algún distante rincón de su diminuta habitación –es una lástima- susurró, porque creía firmemente que a través de un espacio como debía ser la residencia mucho se podía aprender de quien la habitaba. ¿Cuadros o retratos? ¿Tina o regadera? ¿Muebles claros u obscuros? Cosas tan simples y banales como aquellas podían ser parte fundamental de una historia. Y parecía que comenzaba a importarle ahora la de aquel hombre de rostro sereno y canas creciendo tímidas entre su cabellera.
Pateó con la punta del pie una piedrecilla que se separaba del resto, la desdichada rodo metros más al frente con un insonoro eco cada que alguno de sus irregulares bordes golpeaba el suelo empedrado. Los zapatos hacían clap-clap, en aquella melodía que en soledad le desquiciaba y que sin embargo en compañía de alguien más ocupaba un segundo plano tan relevado que poco o nada le importaba. En efecto, durante el transcurso de su trayecto hacía la plaza no había prestado atención a ello, aquel sonido que revelaba su ubicación.
Observó en derredor esperando encontrar alguna mujer con algún puesto ambulante de panes, quesos y quizás algo más elaborado que comer. Por lo menos el podía asegurar que su paladar no era quisquilloso con lo que se llevaba a la boca a degustar, panes viejos, carnes semi crudas, frutas pasadas y quesos casi agrios. El estomago se le revolvió y por un segundo perdió toda intención de comer. El sonido de la música llego a sus oídos como un distante eco deformado por los años -¿escuchas?- le cuestiono con un entusiasmo que no supo encontrar hogar en su rostro –seguramente es un violinista en alguna esquina- aseveró al prestar mayor atención.
Se encontro entonces pensando en la posibilidad de pasar el resto del día con el. Terminar quizás en algun bar, de aquellos que no solia frecuentar, o en medio del gentio en el circo o en la soledad de la laguna durante el anochecer. Negó, olvidando tale sy cuales pensamientos al instante, alzandose en el presente y nada más.
Alzó las cejas, aludido por aquella aseveración. Aunque desordenado estaba solo su lugar de trabajo y todo lo demás, acomodado en cajas de cartón que solía esconder bajo las tablas de la cama o en algún distante rincón de su diminuta habitación –es una lástima- susurró, porque creía firmemente que a través de un espacio como debía ser la residencia mucho se podía aprender de quien la habitaba. ¿Cuadros o retratos? ¿Tina o regadera? ¿Muebles claros u obscuros? Cosas tan simples y banales como aquellas podían ser parte fundamental de una historia. Y parecía que comenzaba a importarle ahora la de aquel hombre de rostro sereno y canas creciendo tímidas entre su cabellera.
Pateó con la punta del pie una piedrecilla que se separaba del resto, la desdichada rodo metros más al frente con un insonoro eco cada que alguno de sus irregulares bordes golpeaba el suelo empedrado. Los zapatos hacían clap-clap, en aquella melodía que en soledad le desquiciaba y que sin embargo en compañía de alguien más ocupaba un segundo plano tan relevado que poco o nada le importaba. En efecto, durante el transcurso de su trayecto hacía la plaza no había prestado atención a ello, aquel sonido que revelaba su ubicación.
Observó en derredor esperando encontrar alguna mujer con algún puesto ambulante de panes, quesos y quizás algo más elaborado que comer. Por lo menos el podía asegurar que su paladar no era quisquilloso con lo que se llevaba a la boca a degustar, panes viejos, carnes semi crudas, frutas pasadas y quesos casi agrios. El estomago se le revolvió y por un segundo perdió toda intención de comer. El sonido de la música llego a sus oídos como un distante eco deformado por los años -¿escuchas?- le cuestiono con un entusiasmo que no supo encontrar hogar en su rostro –seguramente es un violinista en alguna esquina- aseveró al prestar mayor atención.
Se encontro entonces pensando en la posibilidad de pasar el resto del día con el. Terminar quizás en algun bar, de aquellos que no solia frecuentar, o en medio del gentio en el circo o en la soledad de la laguna durante el anochecer. Negó, olvidando tale sy cuales pensamientos al instante, alzandose en el presente y nada más.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
Ya veo que te gusta la música -comentó, mirando hacia el embelesamiento de su voz y suspirando, a la vez que se daba cuenta de lo cansados que tenía ya sus labios de tanto tambalearse entre la sinceridad y lo que siempre era común transmitir cuando sonreía, que era mucho menos sentido-. A mí reconozco que siempre me inspira. Para el qué, ya sí que no lo sé...
A los cuatro pasos de continuar platicando, se topó con la caja de cerillas que antes no había tenido el gusto de comprobar en el suelo y mientras no dejaban de andar, agachó la espalda rápidamente y se hizo con el dejado objeto a tiempo. Se puso a observarlo con minuciosidad, mientras Anuar seguía ocupado en escuchar el violín y entonces ambos se detuvieron sobre una acera, de repente analizando el terreno lacónicamente.
Si nuestro paseo continúa de esta forma, vamos a acabar teniendo una cita más pronto de lo que sería apropiado, ¿no te parece? -dijo, sin dejar de observar la nueva caja de cerillas para su colección. Estaba algo sucia y le quitó algunas hojillas de los árboles que la gente arrastraba en las suelas de sus zapatos y que como resultado, acababan en el suelo, junto a lo que tiraban los fumadores y que cesaba su destino en manos del curioso fanatismo de Oscar- Qué escándalo... -prosiguió, con un tono burlesco que seguido de su reprochable sonrisa y a pesar de que estuviera haciendo clara mofa del protocolo de clases, sonaba verdaderamente indecoroso- ¡Oh, mira, ahí hay un puesto de panecillos! ¡Ya era hora!
A los cuatro pasos de continuar platicando, se topó con la caja de cerillas que antes no había tenido el gusto de comprobar en el suelo y mientras no dejaban de andar, agachó la espalda rápidamente y se hizo con el dejado objeto a tiempo. Se puso a observarlo con minuciosidad, mientras Anuar seguía ocupado en escuchar el violín y entonces ambos se detuvieron sobre una acera, de repente analizando el terreno lacónicamente.
Si nuestro paseo continúa de esta forma, vamos a acabar teniendo una cita más pronto de lo que sería apropiado, ¿no te parece? -dijo, sin dejar de observar la nueva caja de cerillas para su colección. Estaba algo sucia y le quitó algunas hojillas de los árboles que la gente arrastraba en las suelas de sus zapatos y que como resultado, acababan en el suelo, junto a lo que tiraban los fumadores y que cesaba su destino en manos del curioso fanatismo de Oscar- Qué escándalo... -prosiguió, con un tono burlesco que seguido de su reprochable sonrisa y a pesar de que estuviera haciendo clara mofa del protocolo de clases, sonaba verdaderamente indecoroso- ¡Oh, mira, ahí hay un puesto de panecillos! ¡Ya era hora!
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
-puede ser para muchas cosas- aseveró con completa tranquilidad, andando con la mirada melosa fija en todos y en ningún lugar a la vez. Hablar sobre el arte era posiblemente uno de sus temas favoritos, por resultarle tan fácil de comprender –hay gente que asegura vivir por la música. Y no creo yo que esos extremos sean lo correcto pero pareciera que a veces…inspira a vivir- le observo por el rabillo del ojo desviando la mirada al instante. Negó de forma inconsciente mientras buscaba otro tema de conversación.
Observo con curiosidad el objeto que se había agachado a recoger y su mirada se perdió por un instante sobre su espalda curvilínea. Una cita decía él y no había forma de negarlo sin engañarse. Una cita pensaba él, demasiada formalidad para un primer encuentro, quizás, quizás si al finalizar el día seguía interesado en el lo pensaría. Pensaría en algún otro encuentro, en algún otro lugar y en algún otro momento.
-¿cuánto es apropiado para ti?- porque sus labios no pudieron formular otra cuestión sin exponerse en el acto a si mismo –quizás un mes…o una semana- agregó con aire de zumba, sonriendo casi con prepotencia aunque carisma, se burlaba de él, si. Y sin embargo no era de aquellas mofas que denigraban a las personas sino, una sana broma, de esas que no solía hacer. Alzó la mirada la mirada cuando la palabra sin olor ilustro sus sentidos y su nariz comenzó rápidamente a trazar el camino – espero que tengan con mantequilla- susurro para sus adentros no logrando recordar la ultima ocasión en que había decido comprar uno de esos.
Rebusco disimuladamente los francos dentro de su bolsillo y se encontró con pelusa y pintura, nada más que pelusa y pintura. Acalló, sin embargo su falta de dinero y se limitó a acompañarle en el trayecto. Porque y a fin de cuentas era Oscar quien había dicho que tenia hambre y no él, aunque la idea se había alojado ya en su estomago.
Observo con curiosidad el objeto que se había agachado a recoger y su mirada se perdió por un instante sobre su espalda curvilínea. Una cita decía él y no había forma de negarlo sin engañarse. Una cita pensaba él, demasiada formalidad para un primer encuentro, quizás, quizás si al finalizar el día seguía interesado en el lo pensaría. Pensaría en algún otro encuentro, en algún otro lugar y en algún otro momento.
-¿cuánto es apropiado para ti?- porque sus labios no pudieron formular otra cuestión sin exponerse en el acto a si mismo –quizás un mes…o una semana- agregó con aire de zumba, sonriendo casi con prepotencia aunque carisma, se burlaba de él, si. Y sin embargo no era de aquellas mofas que denigraban a las personas sino, una sana broma, de esas que no solía hacer. Alzó la mirada la mirada cuando la palabra sin olor ilustro sus sentidos y su nariz comenzó rápidamente a trazar el camino – espero que tengan con mantequilla- susurro para sus adentros no logrando recordar la ultima ocasión en que había decido comprar uno de esos.
Rebusco disimuladamente los francos dentro de su bolsillo y se encontró con pelusa y pintura, nada más que pelusa y pintura. Acalló, sin embargo su falta de dinero y se limitó a acompañarle en el trayecto. Porque y a fin de cuentas era Oscar quien había dicho que tenia hambre y no él, aunque la idea se había alojado ya en su estomago.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
¿Tiene alguno con chocolate o mantequilla? -preguntó a la señora que llevaba el puesto y le dedicó otra sonrisa sarnosa a Anuar cuando le miró al pronunciar aquella palabra que había pensado que quedó desapercibida- Póngame uno de cada, por favor -indicó, mientras sacaba las monedas de su pantalón sin bolsillo, calientes como el contacto entre piel y prenda proporcionaba.
Le entregó el del ingrediente murmurado a su acompañante y continuaron caminando sin rumbo rumiado como al principio. Le dio un bocado a su sustento para sentirse revivir un poco por dentro.
¿Qué cosas te inspiran a ti, Anuar? -quiso saber, con el regusto a repostería llenándolo de más energías- Porque la pregunta que me has hecho a mí es un tanto aburrida. O muy sudorosa, porque entra en los límites de la objetividad y subjetividad, demasiado complicados para un solo día. Respecto a este tema, no sé absolutamente nada, pues creo que ésta es la primera vez que tengo una 'cita' como tal... -dio otro tarascón a su panecillo, esa vez más pensativo- Así que puede que con haber conocido a alguien una mañana en el puente baste para lo que alguien como yo considere 'apropiado'. ¿Tú qué opinas?
Le entregó el del ingrediente murmurado a su acompañante y continuaron caminando sin rumbo rumiado como al principio. Le dio un bocado a su sustento para sentirse revivir un poco por dentro.
¿Qué cosas te inspiran a ti, Anuar? -quiso saber, con el regusto a repostería llenándolo de más energías- Porque la pregunta que me has hecho a mí es un tanto aburrida. O muy sudorosa, porque entra en los límites de la objetividad y subjetividad, demasiado complicados para un solo día. Respecto a este tema, no sé absolutamente nada, pues creo que ésta es la primera vez que tengo una 'cita' como tal... -dio otro tarascón a su panecillo, esa vez más pensativo- Así que puede que con haber conocido a alguien una mañana en el puente baste para lo que alguien como yo considere 'apropiado'. ¿Tú qué opinas?
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
Sujeto entre sus manos el panecillo de buen tamaño y si bien en un principio pensó en negarse, en cuanto el aroma deleito sus sentidos le fue más difícil hablar de lo que creía. Sus manos se negaban a dejarlo ir y su estomago pedía en una sinfonía de inconexos rugidos engullirlo de una vez. Digerirlo para disipar la hambruna y olvidar aquel dolor, aquella frialdad que nacía en su vientre y se expandía por todo el cuerpo, para volverse cansancio y pesadumbre después de unas horas.
Trozo la cubierta del panecillo con los dientes, degustando aquella esponjosa consistencia mientras le escuchaba hablar –es algo bastante difícil de idealizar con palabras- aceptó sin cuidado en sus palabras –supongo que el arte y el arte se inspira en tantas cosas, y esas mismas cosas me inspiran a mi ¿sabes?...es como preguntarle a alguien porque ama la vida, de poder decirlo en palabras no seria amor, porque el amor no conoce de adjetivos y sustantivos- sonrió de medio lado suponiendo, que si Oscar huiría en algun momento del día, debería ser aquel.
-¿la primera vez?...- el había tenido ya muchas citas, quizás demasiadas a decir verdad. Pero no se cansaba jamás de descubrir y aprender cosas buenas –la primera vez que tuve una cita…creo que fue en el circo- le confesó intentando recordar con claridad aquella noche. Si, había terminado dentro de la carpa de las serpientes rodeado de roedores y con el alma en un velo. Había tenido que huir de aquel lugar y por poco lo devoraba un león enjaulado. Recordaba aquella noche, la primera ocasión en que alguien se atrevió a decir a la cara maricón, la primera y la ultima.
Cayó en cuenta entonces de las intenciones de las que hablan ambos. Y qué extraño le resulto sobretodo en aquella decadente sociedad que veía con mal ojo el amor sin fronteras, que idílico y utópico le resulto aquello, pensar, en una sociedad en que fuesen aceptados –esta no es una cita- negó observándole por el rabillo del ojo –aunque podría…después- acallo sus palabras para degustar el pan.
Trozo la cubierta del panecillo con los dientes, degustando aquella esponjosa consistencia mientras le escuchaba hablar –es algo bastante difícil de idealizar con palabras- aceptó sin cuidado en sus palabras –supongo que el arte y el arte se inspira en tantas cosas, y esas mismas cosas me inspiran a mi ¿sabes?...es como preguntarle a alguien porque ama la vida, de poder decirlo en palabras no seria amor, porque el amor no conoce de adjetivos y sustantivos- sonrió de medio lado suponiendo, que si Oscar huiría en algun momento del día, debería ser aquel.
-¿la primera vez?...- el había tenido ya muchas citas, quizás demasiadas a decir verdad. Pero no se cansaba jamás de descubrir y aprender cosas buenas –la primera vez que tuve una cita…creo que fue en el circo- le confesó intentando recordar con claridad aquella noche. Si, había terminado dentro de la carpa de las serpientes rodeado de roedores y con el alma en un velo. Había tenido que huir de aquel lugar y por poco lo devoraba un león enjaulado. Recordaba aquella noche, la primera ocasión en que alguien se atrevió a decir a la cara maricón, la primera y la ultima.
Cayó en cuenta entonces de las intenciones de las que hablan ambos. Y qué extraño le resulto sobretodo en aquella decadente sociedad que veía con mal ojo el amor sin fronteras, que idílico y utópico le resulto aquello, pensar, en una sociedad en que fuesen aceptados –esta no es una cita- negó observándole por el rabillo del ojo –aunque podría…después- acallo sus palabras para degustar el pan.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
Como suponía, la gente 'normal' había tenido su buena cita antes o después. Dicen que a cada uno le llega su momento, pero ya habían pasado veintisiete años y tal vez para él su momento era tan volátil que de continuar llevando su vida de aquella manera, se esfumaría de sus posibilidades. No es que le importara demasiado, o al menos no le había importado hasta entonces. Su trabajo consistía en una especie de citas, a fin de cuentas. Se pagaban y cumplían todas y todas las veces, pero si consideraba la espontaneidad como parte importante de su definición entonces no. No había tenido ninguna.
A lo mejor cuando hizo el amor por primera vez en Wroclaw... en aquella habitación y con aquella...
No ¿A quién demonios estaba buscando engañar? Claro que eso fue espontáneo, pero no hasta el punto de llamarlo una 'cita'. Sería ridículo. Aunque para él, la situación entera ya lo estaba siendo.
Pues si esto no es una cita, deberíamos tenerla-afirmó de repente, al notar que tanto recuerdo y reflexión empezaban a arracarle el hambre-. Esta noche -¿No iba a ir a trabajar esa noche al burdel únicamente por aquel muchacho? Sin duda, se debía de estar volviendo majara-. En el circo. ¿Te recojo en algún lugar en especial o volvemos a encontrarnos donde hoy?
A lo mejor cuando hizo el amor por primera vez en Wroclaw... en aquella habitación y con aquella...
No ¿A quién demonios estaba buscando engañar? Claro que eso fue espontáneo, pero no hasta el punto de llamarlo una 'cita'. Sería ridículo. Aunque para él, la situación entera ya lo estaba siendo.
Pues si esto no es una cita, deberíamos tenerla-afirmó de repente, al notar que tanto recuerdo y reflexión empezaban a arracarle el hambre-. Esta noche -¿No iba a ir a trabajar esa noche al burdel únicamente por aquel muchacho? Sin duda, se debía de estar volviendo majara-. En el circo. ¿Te recojo en algún lugar en especial o volvemos a encontrarnos donde hoy?
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
No podía estar más de acuerdo con sus palabras. Pues ya a nadie más podía engañar, aquella volátil sensación comenzaba a acrecentarse en sus adentros amenazando con emerger de un segundo a otro. Más no, sus sentimientos se habían limitado siempre a lo que el ojo humano no puede ver, había conocido el amor entre personas olvidadas y recuerdos grabados con tinta, solo en aquellos rostros deformados por los años y la muerte y en aquellas palabras que parecían pronunciarle cosas al oído sin hablar había comprendido lo que era realmente el amor. Y no decía, ni siquiera pensar, que comenzaba ya a amar a aquel hombre.
Conocía ya el sentimiento, se resguardaba aun en alguna parte de su ser. Le habían ultrajado un espacio en su corazón, uno que le habían robado y nada dado a cambio. Nada más que memorias y palabras de aliento, un rostro que comenzaba a olvidar y una voz, una voz que le hacía estremecer entre las noches –no creo que sea necesario que pases por mí a ningún lugar…podemos encontrarnos allá- y se ahorrarían así tiempo y formalidades que a su parecer, nada tenían que estar haciendo entre los dos.
Pensó unos instantes en aquel lugar ¿en el mismo sitio que su primera cita?¿ a dónde planeaba llegar con eso? No, no podrían ser jamás la misma persona. Oscar estaba ahí junto a él aunque el astro rey lamiera su piel y escupiera fuego y oro en su contra. Su vampiro, sin embargo, se desvanecería sobre sus brazos de estar ahí. ¿Suyo? Si le había dejado era porque jamás le perteneció –tu primera cita…espero estar a la altura- sonrió mofándose con cierto deje de aprecio mal concebido.
Termino el panecillo con un último bocado y limpio sus labios con el dorso de la mano. Para eliminar de él toda viruta o migaja que se hubiese adherido a su piel.
Conocía ya el sentimiento, se resguardaba aun en alguna parte de su ser. Le habían ultrajado un espacio en su corazón, uno que le habían robado y nada dado a cambio. Nada más que memorias y palabras de aliento, un rostro que comenzaba a olvidar y una voz, una voz que le hacía estremecer entre las noches –no creo que sea necesario que pases por mí a ningún lugar…podemos encontrarnos allá- y se ahorrarían así tiempo y formalidades que a su parecer, nada tenían que estar haciendo entre los dos.
Pensó unos instantes en aquel lugar ¿en el mismo sitio que su primera cita?¿ a dónde planeaba llegar con eso? No, no podrían ser jamás la misma persona. Oscar estaba ahí junto a él aunque el astro rey lamiera su piel y escupiera fuego y oro en su contra. Su vampiro, sin embargo, se desvanecería sobre sus brazos de estar ahí. ¿Suyo? Si le había dejado era porque jamás le perteneció –tu primera cita…espero estar a la altura- sonrió mofándose con cierto deje de aprecio mal concebido.
Termino el panecillo con un último bocado y limpio sus labios con el dorso de la mano. Para eliminar de él toda viruta o migaja que se hubiese adherido a su piel.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
Oscar se fijó detenidamente en los diminutos trozos del panecillo que restaron en los labios y barbilla de Anuar. Siempre había observado cómo las madres adecentaban a sus hijos cuando se manchaban con la comida, un sencillo gesto con el pulgar y una sonrisa regañona. Una vez una niña le llenó la cara de barro cuando era pequeño y corretaba con los de su edad por los callejones y al regresar a casa su padre ni siquiera le dedicó un vistazo, preocupado como estaba en limpiar su pescado. Al día siguiente salió a la calle sin limpiarse nada y mientras los otros niños se reían de su aspecto, uno de ellos se acercó y le limpió la mejilla sin decir nada. Su tacto era cálido en contraste con el frío que aún no se había desvanecido de la tierra pegajosa en su piel.
Todo ese recuerdo acudía porque si no supiera que Anuar no era polaco, pensaría que había vuelto a reencontrarse con aquellos dedos purgadores... Pero no fue otra persona quien se molestó por cómo pudiera verse, sino él mismo, que dirigió sus yemas a la boca del rumano para limpiarle las migajas del pan.
No... -parpadeó antes de apartar rápidamente la mano, de repente dándose cuenta de lo inconsciente que había sido esa acción- No te preocupes por eso. ¿Hora?
Todo ese recuerdo acudía porque si no supiera que Anuar no era polaco, pensaría que había vuelto a reencontrarse con aquellos dedos purgadores... Pero no fue otra persona quien se molestó por cómo pudiera verse, sino él mismo, que dirigió sus yemas a la boca del rumano para limpiarle las migajas del pan.
No... -parpadeó antes de apartar rápidamente la mano, de repente dándose cuenta de lo inconsciente que había sido esa acción- No te preocupes por eso. ¿Hora?
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
La acción del Polaco le sorprendió, permitió a su labio moverse con el terso tacto de sus dedos sin comprender con certeza a que se debía aquella proximidad. Y cuando su mano se alejo, como cayendo en cuenta del terrible error, tuvo que cerrar los parpados para no encarar aquella cercanía. Tristemente indecorosa ante la sociedad que, viviendo de falsa moral, se atrevían a renegar de aquello diferente, lo que según la ley de Dios estaba mal. Encontraría su alma lugar en el averno de existir, de eso estaba seguro.
-antes del crepúsculo- pensó sin darle demasiadas vueltas al asunto. Así tendrían tiempo para compartir y no el necesario para aburrirse de su mutua compañía. Le observó, intentando descifrar que estaba mal ¿Era su falta de cuidado con la proximidad? ¿O él hecho de que le hubiese pedido una cita? Eran quizás las cosas de las que era capaz sin siquiera percatarse. Algo debía estar mal, para que un hombre como aquel no temiese a la sociedad -¿quieres escuchar aun algo de música o prefieres reencontrarnos en el circo?- cuestiono a los cuatro vientos. Por lo menos él planeaba permanecer en aquel lugar un poco más, hasta que sus sentidos estuviesen desbordantes, extasiados en el bello arte de las sinfonías.
-intentare que sea agradable y entretenida…la cita me refiero- le indicó ideando. Aunque idear nunca era bueno, la espontaneidad sin embargo el mejor aliado en esos casos. Nunca había sido bueno para explayarse con facilidad ante un extraño, aquel lado cálido y amable que poseía comenzaba a aflorar con el tiempo, los meses y los años. Un solo encuentro no bastaría, ni una vida para hacerle explicar todo aquello que en su interior tenía lugar. Meso su flequillo con los dedos, acomodándolos distraídamente, los cabellos que se mecían sobre su frente ocultando sus tupidas cejas y crespas pestañas.
-antes del crepúsculo- pensó sin darle demasiadas vueltas al asunto. Así tendrían tiempo para compartir y no el necesario para aburrirse de su mutua compañía. Le observó, intentando descifrar que estaba mal ¿Era su falta de cuidado con la proximidad? ¿O él hecho de que le hubiese pedido una cita? Eran quizás las cosas de las que era capaz sin siquiera percatarse. Algo debía estar mal, para que un hombre como aquel no temiese a la sociedad -¿quieres escuchar aun algo de música o prefieres reencontrarnos en el circo?- cuestiono a los cuatro vientos. Por lo menos él planeaba permanecer en aquel lugar un poco más, hasta que sus sentidos estuviesen desbordantes, extasiados en el bello arte de las sinfonías.
-intentare que sea agradable y entretenida…la cita me refiero- le indicó ideando. Aunque idear nunca era bueno, la espontaneidad sin embargo el mejor aliado en esos casos. Nunca había sido bueno para explayarse con facilidad ante un extraño, aquel lado cálido y amable que poseía comenzaba a aflorar con el tiempo, los meses y los años. Un solo encuentro no bastaría, ni una vida para hacerle explicar todo aquello que en su interior tenía lugar. Meso su flequillo con los dedos, acomodándolos distraídamente, los cabellos que se mecían sobre su frente ocultando sus tupidas cejas y crespas pestañas.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Una mañana en el puente [Anuar Dutuescu]
No me cabe duda, Anuar -le dijo, y con aquello trató de seguir dando zancadas inconclusas sobre el suelo que lo dejaran muy lejos de tener que remontarse a Polonia por enésima ocasión desde que aquel artista le había dirigido el habla. Cada vez que lo hacía (recordar Polonia), sabía que algo no andaba bien... O puede que no 'bien', sino 'normal'. Aunque la rutina que había adoptado en París no fuera precisamente digna de escribir en dorado sobre el horario que nunca se molestaba en rumiar, pues desde su infancia que la memoría hacía la labor de su libreta perfecta.
Se quedó mirando el lugar al que habían llegado y engullió lentamente el último trozo de panecillo que tenía todavía en la boca. La música de la que hablaba el otro hombre le envolvió para terminar de asentarlo en la certeza de que, ya fuera porque se hubieran encontrado hacía unas horas, porque hubieran hablado de esto o aquello o porque llevara todo ese tiempo preocupado por lo que sentía, no podía negar que seguía teniendo ganas de sonreír de verdad... Y Anuar Dutuescu no era ajeno a nada de eso, sino el jodido culpable.
Sin embargo, se permitió seguir reteniendo el movimiento sincero de sus labios una vez más...
Puedo quedarme un rato, claro...
O de lo contrario, el que no sabría estar a la altura de aquella primera cita sería él.
OFF:
Se quedó mirando el lugar al que habían llegado y engullió lentamente el último trozo de panecillo que tenía todavía en la boca. La música de la que hablaba el otro hombre le envolvió para terminar de asentarlo en la certeza de que, ya fuera porque se hubieran encontrado hacía unas horas, porque hubieran hablado de esto o aquello o porque llevara todo ese tiempo preocupado por lo que sentía, no podía negar que seguía teniendo ganas de sonreír de verdad... Y Anuar Dutuescu no era ajeno a nada de eso, sino el jodido culpable.
Sin embargo, se permitió seguir reteniendo el movimiento sincero de sus labios una vez más...
Puedo quedarme un rato, claro...
O de lo contrario, el que no sabría estar a la altura de aquella primera cita sería él.
OFF:
- Spoiler:
- Cuando quieras, abre tema en el circo para cambiar de escenario
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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