Magia[Privado]

Los rayos del sol daban por su ventana cuando trenzaba su larga cabellera rubia, acomodando sus cabellos repetidas veces, se preparó para el desayuno, cuya nana más que a nadie en el mundo amaba, era su madre, no como la loca que la pario y fue a dar al psiquiátrico, ella se le acercó y le miro con dulzura, su vestimenta blanca le hacía lucir aún más pálida, había estado demasiado enferma esos días, tanto que los doctores temieron a que perdiera la vida, así que empezó a mudarse cerca de la única persona que le quedaba en ese mundo, eso le había pasado por estar jugando con los niños del orfanato durante la lluvia, pero se habían divertido.

Al ser hija única con padres que ‘ya están muertos’, no le quedaba nada más, era tan delgada y tan hermosa, que parecía una muñeca de porcelana, que por dentro guardaba demasiado dolor, en la perdida de los que más amaba, paseo por los jardines después de haber apenas tocado bocado, había algo más en su interior que le hacía actuar de esa manera, era como si la verdadera esencia de lo que fue ya no existiera, como si estuviera completamente vacía.

Se quedó por mucho tiempo tendida sobre el pasto, dejando que el sol le diera más color a su piel, pero nada ocurría, no podía sacarse de la cabeza esa sensación, sin decir nada, como un alma errante camino fuera de la vista de todos, hasta, el centro de parís, más allá, mirando el cielo que se fundía con sus orbes, pero poco a poco se iba oscureciendo, se sentó en una banca, sacando un libro pequeño de poesía que guardaba bajo sus ropas, algunos cabellos se le escapaban, y mientras leía los recogía, se maravillaba con las palabras y oraciones que en ellas leía.

Y una vez más, leyendo hoja tras hoja, mientras el viento jugueteaba con sus finas prendas, se quedó mirando el cielo ya era demasiado tarde, era tremendamente egoísta para prestar atención a lo que sucedía a su alrededor, incluso cuando vio a unos gitanos llegar con panderetas y todo, ella pertenecía a ese grupo, sin embargo…

…Seguro no la aceptaban, parecía más una chica de clase alta con padres ricos, que abandonaron la vida de nómadas, y a ella no le enseñaron nada de cómo lidiar con esas cosas, quería aprender a leer las cartas o si quiera a sentir bien el aura de los demás, pero no, se la pasaba leyendo y callando, era una chica misteriosa, bella, pero demasiado tonta para saber el uso de sus propias habilidades.

Se acercó a toda la gente, algunos la voltearon a ver, otras la ignoraban, ella solo estaba conmocionada por como las gitanas danzaban, el color de su piel, el tipo de ropa, era tan diferente a lo que Yude estaba acostumbrada. Y de pronto la magia empezó a surgir, fue cuando el libro se le cayó de la emoción, misma que no se vería expresada en su rostro, hasta que llevo ambas manos, dejando que sus delgados dedos le cubrieran los labios.

Sin dudas cogió la mano que le ayudaba era pocas veces las que recibía ayuda o en las que las aceptaba siempre y cuando no vinieran con ese deseo de lastima, aquella persona le hacía sentir algo de tranquilidad, algo diferente se daba cuenta que estando en otro tipo de ambiente su perspectiva cambiaba demasiado, le dio curiosidad algo que no se había atrevido a preguntar eran esos rasgos, - ¿De donde viene?, esos rasgos finos que poses no son parisinos ni de ningún otro país que recuerde – Tampoco es que conociera tanta gente y quizá estaba errada en ello, pero ahora había tantas mezclas en parís que a veces se preguntaba si ese país tenia personalidad propia o esencia, ella tampoco era de ese lugar. –Sin dudas me gustaría tener a alguien a quien acudir, pocas veces se tienen amigos que dan su apoyo incondicional hasta la fecha jamás los he tenido – Murmuro alegre por esos pequeños regalos que hacían la diferencia.

Observo el cielo estaba cubierto de una especie de nubes, no de esas que opacan, sino de aquellas que hacían un ambiente tranquilo y fresco y pensó detenidamente viendo aun aquellas formas ladeo el rostro, ¿Qué lugar sería bueno? – ¡El parque! –Expreso con algo de entusiasmo, hacía tiempo que no caminaba por aquel sendero, seguro que estaba un tanto vació debido a los espectáculos que había por la ciudad pero ese lugar sería buena sede de recuerdos.
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Sonrío buscando su mirada, aquellos pequeños ojos tranquilizadores, tenia razón en lo que decía las personas solo hacían aquello por conveniencia, incluso ahora, tenia pocos días para mudarse y cambiar de clase social debido a la otra esposa de su padre, tan solo había muerto y aquella familia ya había querido abalanzarse sobre la casa donde Yude había crecido con su madre y sola… Sintió algo de nostalgia, pero no se dejo dominar de ello, de hecho sus emociones eran un segundo plano, le escucho atenta a la sabiduría que poseía esa persona, en balde los años no pasaban, -Japón…-Murmuro viéndole bien –Entiendo, yo tampoco soy de aquí, nací en Rusia, mi madre no se bien de donde, pero después mi padre decidió venir a Paris y desde que tengo conciencia he estado aquí. ¿Cómo es Japón? –comentó, pero no era nada relevante.

Entonces observo apenas la plaza del parque, inundándose de ese aire limpio y el sonido de las copas al mecerse, no había nada más relajante que aquel lugar, su mete evoco pequeños recuerdos –Pues, es porque cuando éramos una familia, cuando mi padre aun amaba a mi madre solíamos venir por este lugar, era una manera hermosa de pasarla los tres juntos, ella jamás fue cariñosa pero de alguna manera sabía que me amaba –Ladeo el rostro viéndole de reojo atento a lo que ella decía o esa impresión le había dado. Seguramente sería una persona de la cual tenia mucho que aprender más aun cuando el camino de su vida empezaba a cobrar sentido.

Una vez evocados dichos recuerdos su sonrisa se amplió, más aun cuando escuchó aquella historia, jamás había escuchado a nadie hablar de si mismo y de lo que había tras esas caras que ahora se encontraba, a veces el pasado parecía demasiado interesante o demasiado trágico, pero a su vez aquello la alegraba por razones que a veces parecían un poco estúpidas, pero eran detalles que le gustaba contemplar –Me hubiese gustado conocerla, seguro que era una gran mujer, porque en tu persona se ve que la calma y una paz enorme reinan en ti, una cualidad que no cualquiera posee, un alma blanca, la familia es un gran concepto pero se puede encontrar con otra persona mientras estén unidas, pasando con agilidad cada situación presentada…-Suspiró y se dejo llevar por aquella caricia, era suave, sutil, tranquila pero a su vez llenaba de algo que difícilmente podía explicarse.

Al igual el hogar, no importa de donde vengamos, si encontramos lo que nos hace sentir en casa es importante conservarlo, quizás esa es la razón de que me mantenga aquí, porque hay miles de recuerdos buenos y malos y vale la pena atesorarlos… -Se dejo llevar por el ambiente que en ese momento, podía hablar con esa persona como alguien cercano, un amigo, un hermano, lo que fuera en ese momento estaba realmente feliz de poder hacerlo, quizás no una sino muchas de sus barreras habían sido vencidas con ese simple hecho.

Camino junto a él de manera amena, sin sentirse extraña o con sentimientos raros de por medio, era ese tipo de personas tan serenas pero sabías de las que deseaba aprender, nunca se había encontrado a alguien con quien pudiera tener dichos sentimientos, ahora sin embargo el clima había cambiado para ambos, ahora ella podía sonreír sin problema alguno, no se sentía tan sola y vacía como en aquellas ocasiones –Estoy dispuesta a aprender dando el todo por el todo en cada lección, poniendo un poco de mí, incluso para lograr un lazo con tan hermosa persona –Susurró viéndole fijamente, hablaba de manera seria, porque lo quería hacer, porque deseaba hacerlo de verdad, quería dejar lo que había sido para mejorar en ese camino que le deparaba.

No quería verse en una perdida total o en una soledad intensa, le sonrío de una manera encantadora que jamás había mostrado porque pocas veces lo hacía con las personas que le acompañaban o se encontraban, incluso al caminar por ahí, su seriedad y frialdad se le notaba, como si fuera una chica mala, sin sentimientos o con algo extraño. –Los añoro, siempre hay algo que se añora, para mi es eso, sin embargo quiero trabajar duro, para conseguir una familia, algo parecido y dejar que aquello sea un deseo grato. –Concluyo de manera firme, con una convicción que ni ella se podía creer. ¿Tú deseas algo como eso? –se adelanto para ponerse enfrente y admirar de nuevo esos ojos claros.