Contando los minutos (Darcy)

Recuerdo del primer mensaje :

Éra la décima vez en dos minutos que observaba el reloj de la torre. Me parecía increíble que aún marcase diez minutos antes de las tres de la tarde. Lo observé molesta, preguntándome si no sería más bien que el mecanismo del reloj había fallado o que las manecillas habían decidido descomponerse con la mera idea de contrariarme, pues a pesar de llevar en la plaza tan sólo unos minutos, sentía que más bien se trataba de horas.

Volví a andar un par de pasos enfrente de la banca, la cual por muy acomodada que estuviese bajo la sombra no me servía de nada pues lo que menos podía hacer era permanecer sentada. Lamenté haberme puesto el vestido que traía pues, aunque volví loca a mi doncella haciéndole jurar que el que me había puesto era el mejor de todos, me parecía que nada sería suficiente... para él. Recordé como me pasé horas frente al espejo tratando de escoger uno solo y luego cepillando mi cabello hasta que lo vi brillar lo suficiente como para sentirme un tanto realizada.

Suspiré nuevamente al ver el reloj. El dìa anterior me había reunido con mis padres y había tratado de distraerme un poco con la conversación durante la cena. La empresa no había sido exitosa, hasta el punto de que les pedí que me excusaran, pretextando cualquier cosa. Supongo que ellos pensarían que me sentía agotada por el viaje. Al llegar a mi habitación la cosa no había mejorado mucho y terminé pasando una noche demasiado inquieta. Sorprendentemente al levantarme no me sentía cansada, más bien me sentía radiante de alegría ante la expectativa de que pronto serían las tres, únicamente para volver a sentirme desesperada media hora más tarde al ver lo increíblemente lentos que pasaban los minutos, y luego que me dominara un humor terrible, el cual tuvo que soportar pacientemente la desconcertada servidumbre.

Ahora que finalmente había llegado el momento de la cita, no podía evitar sentir excitación y a la vez un tremendo desasosiego. Y si él no venía? Después de todo, solo había sido un breve encuentro en una estación... y aparte... cualquier cosa pudo haber pasado desde que lo viera marcharse. A la mejor había conocido mejores compañias que... harían a Giselle Laroche parecer una alternativa de lo mas aburrida en comparación con todas las damas distinguidas que llenaban los hoteles de Paris... o a la mejor ínsípida... o carente de encanto... Me faltaba sofisticación, pensé apesadumbrada, dejándome caer sobre la banca y pensando que si no venía... probablemente yo... pero ah!!! claro que vendrìa! Tenía que venir! porque de lo contrario yo... de lo contrario yo no sabría que hacer con ese sentimiento tan extraño... que de repente embargaba todo mi ser con la mera anticipación de que en algún momento... lo vería llegar a la plaza...

Escuchar las palabras tranquilizadoras de Darcy calmaba mi corazón y me hacía sentir que contaba con todas las fuerzas necesarias para seguir adelante. Sí, hablaría con mi madre, quien seguramente al principio pondría el grito en el cielo, pero después de escucharme enumerar cada una de las virtudes con las que contaba Darcy, seguramente terminaría por ceder. Y si no, se me encogía un poco el corazón al usar esta arma ya que para mi no ejercía la menor influencia sobre mis sentimientos por él, pero siempre podría utilizar la carta de la herencia. Exponerle como él era el único descendiente y por lo tanto poseedor de cada uno de los negocios que componían la fortuna Nighbell y lo ventajoso que resultaría para su hija y para toda la familia una unión de este tipo.

Por supuesto convencer a mi madre resultaría mil veces más fácil porque ella desconocía lo acontecido a su hija menor, para ella yo seguía siendo la misma, por lo tanto no vería con malos ojos lo que vendría ser el natural destino de ella. Mi padre, por otro lado... era un asunto totalmente diferente... Mi padre, quien en su momento tuvo obligatoriamente que convertirse en mi confesor, en mi consejero, en mi guía, en mi defensor, mi padre, a quien le debía muchísimo y a quien siempre le estaría no solo agradecida sino a quien amaría por lo que me restase de vida. Y sin embargo, sabía que al final, él tambíén cedería, pues siempre había querido lo mejor para mi.

Entonces, que era este sentimiento de angustia que de repente se apoderaba de mi, impidiéndome disfrutar como debería de un futuro más que promisorio? Un futuro que de repente, por primera vez, se presentaba frente a mi con un rostro y un nombre al que sabía que seguiría adonde fuese, adonde él quisiese llevarme, aún si tuviese que dejar todo lo que había conocido hasta ahora. Darcy quien, aunque no lo supiese, había renovado en mi todo aquello que había perdido desde que había dejado de pertenecer a la raza a la que había conocido desde mi cuna para formar parte de otra a la cual no había ingresado de forma voluntaria. Y sin embargo, en algún momento, había pensado en perderme en mi adquirida naturaleza, había pensado en lo simple que sería dejarme llevar por su obscura seducción para nunca más volver a sentir ningún remordimiento, olvidarme para siempre de mi condición humana, renunciando a ella, para entregarme a otra más fuerte adonde la conciencia perdida me llevaría acaso por caminos más ligeros y poderosos adonde ya no habría marcha atrás.

Pero todo eso había cambiado en un instante, con un breve encuentro, con un intercambio de palabras, de miradas, de sentimientos inesperados que crecieron de manera muy rápida en una noche para luego al día siguiente, traerme a esta capilla adonde terminaron de cimentarse de manera profunda, con raíces inquebrantables, verdaderas, permanentes, raíces que no cambiarían con la influencia del viento, ni las tormentas, ni con el pasar del tiempo.

-Tienes razón.- respondí, esbozando una sonrisa. -Me fugaría contigo adonde fuese, al otro lado del mundo si tuvieramos que hacerlo.- A la mejor sonaba trillado. A la mejor en el fondo nunca dejé de ser una soñadora. Pero en verdad, que era el exilio, que era el destierro, que era el desligarte de todo lo conocido para estar al lado de la única persona con la que querías estar, la única con la que podías considerar compartir el resto de tu vida? Lo miré otra vez, acariciando su rostro suavemente, queriendo llevarme ese retrato de forma permanente en mi mente. -Te enviaré una nota con alguien de mi confianza para avisarte la hora y el lugar en que nos volvamos a ver.- Tras oir adonde se hospedaba, lo abracé una última vez con todas mis fuerzas. En verdad era cierto lo que decían de las despedidas... Por qué sentía como si fuera la última vez que lo veía? Besé sus labios suavemente antes de separarme de él y dirigirme a la puerta. Si no lo hacía de una vez perdería todo mi valor y le rogaría que nos marchásemos juntos sin importar nada en lo absoluto.

Atravesé la puerta y aún volteé a ver sobre mi hombro en forma similar a como lo había hecho él en la estación. Le sonreí esperanzada, llena de sueños. Si nos habíamos vuelto a ver una vez, por supuesto que lo haríamos muchas veces más. Aceleré el paso a medida que avanzaba de regreso al centro de la ciudad... cada paso alejándome cada vez más de él. Ignorante corazón, por qué el sentimiento agridulce que te invadía de repente? Acaso sabías mucho más que yo y de alguna manera presentías lo que habrías de sentir en días venideros, mientras por ahora, ajeno a todo eso, te contentabas con latir, pensando que mientras más lo hicieses, más pronto acortarías el momento en que finalmente... pudieses volverlo a ver...

TEMA CERRADO