AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Las Cartas sobre la Mesa
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Las Cartas sobre la Mesa
Habían pasado dos meses desde el día en el Frederick murió a manos de Ash, pero no gracias a el, o al menos, eso era lo que intentaba creer. Tal y como quedó acordado, el joven y yo nos encontrábamos en el bosque cada noche para entrenar y así poder hacer frente a tan despiadado hombre que iba tras mis pasos, y al llegar el amanecer, nos separaríamos y no volveríamos a encontrarnos hasta la noche siguiente, quedando en mi un vacio lleno de realidades. Cada día que pasaba, mi mente asimilaba con mas fuerza que el muchacho tenia la gran capacidad de distraerme y que los rayos del sol que lo alejaban de mi tenían la horrible habilidad de hacerme llorar, no por su sola ausencia, sino por el problema que acarreaba. Cuando Ash se despedía, entraba en la casa, me acurrucaba entre sabanas de la mísera cama de paja y lloraba. Los primeros días fue muy común tal hecho, pero a medida que pasó el tiempo conseguí controlarlo. Había superado la muerte de Frederick y había aprendido a mirar un objetivo por el que luchar, y ese objetivo era encontrar a Ian y John con vida, no me importaba lo importunado que podía llegar a ser Becket cada mañana llamando a mi puerta, ni la palabrería de los vecinos que veían con malos ojos mis encuentros con el joven galán, solo me importaban mis hermanos. Así, con tal meta y los ratos pasados con Ash, conseguí sobrevivir dos meses de incertidumbres y miedos causados por Norbet. Lo que no pude evitar fue dejar de preguntarme la razón por la que caminaba tras mis pasos…
Sobre el entrenamiento, fue mucho más intensivo que el primero que realicé, pero fui capaz de soportar caídas, intentos desesperados de atacar y luchas por que mi falda – la misma que recosía tardes y tardes- no fuese rajada cada día con tal de no sentirme tan sola como me sentía cada tarde en la casa. Conseguí con gran esfuerzo ser mas hábil con el arma y aprendí a escabullirme fácilmente de los ataques que el joven lanzaba, pero nada de esto hubiese logrado si no fuese porque me aventuré a tratar con mas confianza a mi mentor, puedo decir que hasta alguna vez le tuteé sin darme cuenta. Definitivamente, Ash era mi amigo y una persona en la que podía confiar.
Puede decirse, que mi vida casi poco a poco fue recuperando la normalidad. Al poco tiempo de insistir, Becket se desinteresó por mi presencia y desapareció, comencé a salir a menudo y varias veces pasé tardes con aquella chica que me ayudó con las heridas en la iglesia tras el encuentro con aquel lobo-bestia de la que me olvidé por completo- Empecé a percatarme que esta evolucionando mentalmente, pues había pasado de ser una mujer cerrada y testaruda a una chica mas abierta y jovial con los demás, con deseos de no estar sola, y en parte me alegré de ello. Por su parte, Hayley, que así se llamaba la chica, me concibió como una gran amistad y tenia ansias por ayudarme y hacerme feliz, tanto, que soñaba que llegase el día en el que Ash- por que le hablaba de el- llegase a mi casa y se arrodillase pidiéndome matrimonio. Sin duda, había personas que aun tenían tramos de vida que madurar, pero ella era feliz y nunca le reprochaba nada. Por ello, se tomó las confianzas de intentar refinarme para que no me comportase descortésmente con el joven, al punto de que me enseñó a bailar vals, tangos y otros tipos de bailes por si se presentaba la imposible ocasión. Parecía tan risueña… tan viva, como si a pesar de ser igual de pobre que yo, jamás hubiese sufrido. Verdaderamente la envidiaba… Por todo lo demás, absolutamente normal y común. Con el dinero que Ash me ofreció compre comida y prendas nuevas, además, al pasar por el mercado volvi a encontrarme con aquel señor mayor de acento inquietante, que me volvió a regalar otro crucifijo de color rojo intenso y negro, asegurando que ese si que serviría. Todo recuperó la normalidad…
O al menos eso pensé hasta que un día, después de haber transcurrido los dos meses, me encontraba cansada de encontrarme siempre al joven a altas horas de la noche y decidí ir a visitarle a su gran mansión por la tarde antes de que el sol cayese. Anduve por las calles emocionada y confusa, pues no sabía que reacción le provocaría mi vista y tampoco sabía si se encontraba de servicio por la ciudad. A veces me parecía que no trabajaba realmente, pues por las noches difícilmente lo hacia y por el día, jamás le vi patrullando la ciudad, ni si quiera paseando. En dos meses justos había conseguido saber todo de Hayley, sin embargo, a Ash lo conocía desde hacia mas tiempo y no sabia que era ni la mitad de lo que le rodeaba. Por ello, casada de educaciones fruto de imaginaciones de mi amiga, de las diferencias estamentales y de aquella barrera invisible que hacia que el joven y yo no compartiésemos una relación amistosa completa decidí adentrarme en su vivienda, queriendo conocer absolutamente todo sobre el. Entre imaginaciones y pensamientos, llegué pronto ante las puertas de aquella gran mansión. Me había vestido igual que siempre, pero con un corsé más elegante que había comprado gracias al muchacho. Estaba apurada por no haber traído ningún presente y sin saber si le apetecía mi presencia, pero me armé de valor y abrí aquel gran portón de hierro, para después transitar por aquel largo jardín repleto de mis flores favoritas y llegar a las grandes puertas que me hicieron recordar aquellos amargos días pasados. Tomé el aro de la puerta y golpeé un par de veces, esperando que fuese Ash quien me recibiera y no las criadas.
Sobre el entrenamiento, fue mucho más intensivo que el primero que realicé, pero fui capaz de soportar caídas, intentos desesperados de atacar y luchas por que mi falda – la misma que recosía tardes y tardes- no fuese rajada cada día con tal de no sentirme tan sola como me sentía cada tarde en la casa. Conseguí con gran esfuerzo ser mas hábil con el arma y aprendí a escabullirme fácilmente de los ataques que el joven lanzaba, pero nada de esto hubiese logrado si no fuese porque me aventuré a tratar con mas confianza a mi mentor, puedo decir que hasta alguna vez le tuteé sin darme cuenta. Definitivamente, Ash era mi amigo y una persona en la que podía confiar.
Puede decirse, que mi vida casi poco a poco fue recuperando la normalidad. Al poco tiempo de insistir, Becket se desinteresó por mi presencia y desapareció, comencé a salir a menudo y varias veces pasé tardes con aquella chica que me ayudó con las heridas en la iglesia tras el encuentro con aquel lobo-bestia de la que me olvidé por completo- Empecé a percatarme que esta evolucionando mentalmente, pues había pasado de ser una mujer cerrada y testaruda a una chica mas abierta y jovial con los demás, con deseos de no estar sola, y en parte me alegré de ello. Por su parte, Hayley, que así se llamaba la chica, me concibió como una gran amistad y tenia ansias por ayudarme y hacerme feliz, tanto, que soñaba que llegase el día en el que Ash- por que le hablaba de el- llegase a mi casa y se arrodillase pidiéndome matrimonio. Sin duda, había personas que aun tenían tramos de vida que madurar, pero ella era feliz y nunca le reprochaba nada. Por ello, se tomó las confianzas de intentar refinarme para que no me comportase descortésmente con el joven, al punto de que me enseñó a bailar vals, tangos y otros tipos de bailes por si se presentaba la imposible ocasión. Parecía tan risueña… tan viva, como si a pesar de ser igual de pobre que yo, jamás hubiese sufrido. Verdaderamente la envidiaba… Por todo lo demás, absolutamente normal y común. Con el dinero que Ash me ofreció compre comida y prendas nuevas, además, al pasar por el mercado volvi a encontrarme con aquel señor mayor de acento inquietante, que me volvió a regalar otro crucifijo de color rojo intenso y negro, asegurando que ese si que serviría. Todo recuperó la normalidad…
O al menos eso pensé hasta que un día, después de haber transcurrido los dos meses, me encontraba cansada de encontrarme siempre al joven a altas horas de la noche y decidí ir a visitarle a su gran mansión por la tarde antes de que el sol cayese. Anduve por las calles emocionada y confusa, pues no sabía que reacción le provocaría mi vista y tampoco sabía si se encontraba de servicio por la ciudad. A veces me parecía que no trabajaba realmente, pues por las noches difícilmente lo hacia y por el día, jamás le vi patrullando la ciudad, ni si quiera paseando. En dos meses justos había conseguido saber todo de Hayley, sin embargo, a Ash lo conocía desde hacia mas tiempo y no sabia que era ni la mitad de lo que le rodeaba. Por ello, casada de educaciones fruto de imaginaciones de mi amiga, de las diferencias estamentales y de aquella barrera invisible que hacia que el joven y yo no compartiésemos una relación amistosa completa decidí adentrarme en su vivienda, queriendo conocer absolutamente todo sobre el. Entre imaginaciones y pensamientos, llegué pronto ante las puertas de aquella gran mansión. Me había vestido igual que siempre, pero con un corsé más elegante que había comprado gracias al muchacho. Estaba apurada por no haber traído ningún presente y sin saber si le apetecía mi presencia, pero me armé de valor y abrí aquel gran portón de hierro, para después transitar por aquel largo jardín repleto de mis flores favoritas y llegar a las grandes puertas que me hicieron recordar aquellos amargos días pasados. Tomé el aro de la puerta y golpeé un par de veces, esperando que fuese Ash quien me recibiera y no las criadas.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/10/2011
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Dos meses habían transcurrido ya... y no había amanecer en el que el vampiro se sumiese en su letargo con el dibujo de los ojos de Keira en su mente. No hacía demasiado tiempo desde que se habían conocido aquella fría noche de otoño... solamente habían transcurrido unos cuantos meses, pero esos días habían marcado una enorme diferencia en comparación con la enorme soledad a la que acostumbraba.
Cuando oía sonar el metal del sable en los entrenamientos junto a ella, parecía verse a sí mismo siendo acuchillado por todos los pecados cometidos en el pasado. Cada día se sentía ligeramente más y más débil debido a la falta de reposo que experimentaba ¿Qué había quedado del ser frío y sin sentimientos que fue? Del vampiro que antaño masacró pequeñas aldeas y colonias enteras por el simple hecho de sentir algo de hambre. El ser que fue catalogado como Demonio en la edad más oscura de la época medieval... ahora sucumbiendo ante la presencia de una hermosa dama que hace dormir a la bestia que guarda sellada en su alma, cuya sangre es el mayor delirio que surca su azorada mente -Keira Brandford... ya veo...-
Había estado investigando durante semanas alguna información que le pudiese conducir hacia el señor De Niro, fracasando estrepitosamente siempre que lo intentaba. Finalmente consiguió obtener datos sobre una fiesta de máscaras que iba a celebrarse en la mansión de lord Ronald Benoit como un precoz saludo a la primavera venidera y distracción para los pobres días de invierno. El vampiro reflexionó sobre semejante festejo, el cual muy posiblemente le brindase más de una pista sobre el paradero del malhechor o con suerte, quizá asistiese a la fiesta.
Esa misma tarde el señor Ravnos volvio a permanecer en vela durante el ciclo solar, leyendo relatos antiguos e interrogando a sus criadas sobre alguna relación que pudiese coincidir con Norbert hasta que la puerta sonó creando un enorme eco en el hall de la mansión. -Id a abrir... y traedme a quien sea...- dijo con malicia, esperando alimentarse del primer vendedor ambulante que hubiese tenido la osadía de irrumpir en sus dominios.
La puerta se abrió a manos de una joven muchacha de cabellos negros de ojos oscuros por igual, de tez morena. -¿Sí? ¡Oh!... Vos sois... la dama de la que el Señor no deja de hablar, la que visitó el hogar hace días... por favor, pase.- habló aquella mujer o muchacha, pues apenas aparentaba tener más de 20 años, aproximadamente la edad que Keira debía tener. -El joven amo siempre habla de vos, de vuestro pelo negro azabache... de ese especial brillo de ojos azul verdoso, son realmente hermosos señorita Brandford- hizo alarde de sus conocimientos, demostrando que efectivamente Ash siempre hablaba de ella por alguna razón en particular -Por favor, sígame por este pasillo. Si mandáis algo, mi nombre es Cristina. Soy española.- no obstante, hablaba fenomenalmente el Francés.
En el salón al que la sirvienta condujo a Keira, se podía distinguir una figura tenebrosa sentada en un gran sillón frente a una mesa repleta de añejos libros de historia -Señor Ravnos, madame Keira está aquí...- dijo con un timbre de miedo en su voz la muchacha, tan notorio que casi faltó aferrarse a la invitada para protegerse de Ash.
El hombre por su parte se levantó como una centella y emprendió una rápida caminata hacia la puerta con una enorme y extraña sonrisa en sus labios -¡Keira! ¿Qué haces aquí?- se permitió el lujo de tutearla, pues comenzaba a cansarse de ese trato tan cordial que debieron perder hace ya un tiempo dadas las circunstancias. Se plantó frente a ella y la miró directamente a los ojos como solía hacer, como el depredador siempre vigilante. El aspecto de Ash parecía algo más demacrado, más pálido y parecía lucir unas pequeñas ojeras, pues había estado algo falto de alimento debido a su alta ocupación con el adiestramiento de la mujer -No importa, no importa, habéis llegado en el momento oportuno.- se dirigió de nuevo hacia el sillón haciendo señas a Keira para que lo siguiera.
La chimenea estaba encendida, iluminando la habitación con su anaranjada luz tenue y triste, pero dando un agradable calor en contraste con el frío invernal que azotaba las calles. Las cortinas se encontraban completamente cerradas, no permitiendo el más mínimo resplandor de sol penetrar en la mansión -Ven, he de proponer un plan- esperó a que la muchacha tomase asiento -Esta noche, en el centro, el señor Ronald Benoit celebra una mascarada y cabe la posibilidad de que allí podamos obtener información sobre vuestro perseguidor. Tenemos que ir, hemos de asistir sea como sea... El problema esque debes hacerte pasar por mi compañera sentimental, mi acompañante, mi pareja, vamos...- comentó con una sonrisa burlona y pícara -Además, será divertido verte vestida con uno de esos trajes tan horribles que llevan las ricas hoy día- no pudo evitar la risa, no obstante, solo buscaba ofuscarla un poco como solía hacerlo todas las noches trazando picantes juegos entre ellos -¿Qué me dices? Mis doncellas te prepararán un buen baño y te arreglarán antes de terminar de explicarte bien el plan. Mi cochero se encargará de llevarnos hasta el lugar- se frotó las manos impaciente. Era consciente de la rapidez con la que había propuesto a Keira semejante plan, pero era crucial que aceptase o no en ese mismo momento, pues la fiesta estaría en sus últimos preparativos antes de iniciarse. Al caer el sol se pondrían en marcha una noche más en busca de la venganza.
Cuando oía sonar el metal del sable en los entrenamientos junto a ella, parecía verse a sí mismo siendo acuchillado por todos los pecados cometidos en el pasado. Cada día se sentía ligeramente más y más débil debido a la falta de reposo que experimentaba ¿Qué había quedado del ser frío y sin sentimientos que fue? Del vampiro que antaño masacró pequeñas aldeas y colonias enteras por el simple hecho de sentir algo de hambre. El ser que fue catalogado como Demonio en la edad más oscura de la época medieval... ahora sucumbiendo ante la presencia de una hermosa dama que hace dormir a la bestia que guarda sellada en su alma, cuya sangre es el mayor delirio que surca su azorada mente -Keira Brandford... ya veo...-
Había estado investigando durante semanas alguna información que le pudiese conducir hacia el señor De Niro, fracasando estrepitosamente siempre que lo intentaba. Finalmente consiguió obtener datos sobre una fiesta de máscaras que iba a celebrarse en la mansión de lord Ronald Benoit como un precoz saludo a la primavera venidera y distracción para los pobres días de invierno. El vampiro reflexionó sobre semejante festejo, el cual muy posiblemente le brindase más de una pista sobre el paradero del malhechor o con suerte, quizá asistiese a la fiesta.
Esa misma tarde el señor Ravnos volvio a permanecer en vela durante el ciclo solar, leyendo relatos antiguos e interrogando a sus criadas sobre alguna relación que pudiese coincidir con Norbert hasta que la puerta sonó creando un enorme eco en el hall de la mansión. -Id a abrir... y traedme a quien sea...- dijo con malicia, esperando alimentarse del primer vendedor ambulante que hubiese tenido la osadía de irrumpir en sus dominios.
La puerta se abrió a manos de una joven muchacha de cabellos negros de ojos oscuros por igual, de tez morena. -¿Sí? ¡Oh!... Vos sois... la dama de la que el Señor no deja de hablar, la que visitó el hogar hace días... por favor, pase.- habló aquella mujer o muchacha, pues apenas aparentaba tener más de 20 años, aproximadamente la edad que Keira debía tener. -El joven amo siempre habla de vos, de vuestro pelo negro azabache... de ese especial brillo de ojos azul verdoso, son realmente hermosos señorita Brandford- hizo alarde de sus conocimientos, demostrando que efectivamente Ash siempre hablaba de ella por alguna razón en particular -Por favor, sígame por este pasillo. Si mandáis algo, mi nombre es Cristina. Soy española.- no obstante, hablaba fenomenalmente el Francés.
En el salón al que la sirvienta condujo a Keira, se podía distinguir una figura tenebrosa sentada en un gran sillón frente a una mesa repleta de añejos libros de historia -Señor Ravnos, madame Keira está aquí...- dijo con un timbre de miedo en su voz la muchacha, tan notorio que casi faltó aferrarse a la invitada para protegerse de Ash.
El hombre por su parte se levantó como una centella y emprendió una rápida caminata hacia la puerta con una enorme y extraña sonrisa en sus labios -¡Keira! ¿Qué haces aquí?- se permitió el lujo de tutearla, pues comenzaba a cansarse de ese trato tan cordial que debieron perder hace ya un tiempo dadas las circunstancias. Se plantó frente a ella y la miró directamente a los ojos como solía hacer, como el depredador siempre vigilante. El aspecto de Ash parecía algo más demacrado, más pálido y parecía lucir unas pequeñas ojeras, pues había estado algo falto de alimento debido a su alta ocupación con el adiestramiento de la mujer -No importa, no importa, habéis llegado en el momento oportuno.- se dirigió de nuevo hacia el sillón haciendo señas a Keira para que lo siguiera.
La chimenea estaba encendida, iluminando la habitación con su anaranjada luz tenue y triste, pero dando un agradable calor en contraste con el frío invernal que azotaba las calles. Las cortinas se encontraban completamente cerradas, no permitiendo el más mínimo resplandor de sol penetrar en la mansión -Ven, he de proponer un plan- esperó a que la muchacha tomase asiento -Esta noche, en el centro, el señor Ronald Benoit celebra una mascarada y cabe la posibilidad de que allí podamos obtener información sobre vuestro perseguidor. Tenemos que ir, hemos de asistir sea como sea... El problema esque debes hacerte pasar por mi compañera sentimental, mi acompañante, mi pareja, vamos...- comentó con una sonrisa burlona y pícara -Además, será divertido verte vestida con uno de esos trajes tan horribles que llevan las ricas hoy día- no pudo evitar la risa, no obstante, solo buscaba ofuscarla un poco como solía hacerlo todas las noches trazando picantes juegos entre ellos -¿Qué me dices? Mis doncellas te prepararán un buen baño y te arreglarán antes de terminar de explicarte bien el plan. Mi cochero se encargará de llevarnos hasta el lugar- se frotó las manos impaciente. Era consciente de la rapidez con la que había propuesto a Keira semejante plan, pero era crucial que aceptase o no en ese mismo momento, pues la fiesta estaría en sus últimos preparativos antes de iniciarse. Al caer el sol se pondrían en marcha una noche más en busca de la venganza.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Transcurrió poco tiempo hasta que sonidos tras la puerta indicaron la pronta llegada de alguien que se encargaría de abrirlas. Fue una muchacha bastante joven la que hizo tal tarea, una criada mas que no pude llegar a conocer aquel primer día que visité la casa. Pensé que lo siguiente seria un recibimiento formal, que quizá fuese Ash quien al oírme llegase a mi encuentro o que la joven me acompañaría hasta su posición, pero en vez de ello, la muchacha se sorprendió con mi vista, parecía conocerme pues aseguro que su amo hablaba bastante de mi. Que curioso, no había sido la única que comentaba cosas a terceras personas sobre la extraña amistad que formábamos. Tras aquella información que me proporciono, me pidió que la acompañase hasta la situación del caballero. Obedecí y la seguí, aunque perdí toda alteración al respecto a la vez que volvía a admirar el mobiliario del joven, tan sumamente bello y aparentemente caro – Aunque rico, tenéis un amo bastante vago- dije en voz baja, pues pensaba que seria el quien me recibiría y no la muchacha.
Tras cruzar aquel pasillo y dirigirnos hacia aquel gran salón donde tiempo atrás Ash y yo compartimos una conversación que acabaría con mi marcha repentina, la mujer se acercó hacia la figura oscura que el muchacho creaba a causa de la ausencia de claridad ¿Qué diantres hacían todas las cortinas corridas? La joven, que se hacia llamar Cristina y me ofrecía todos sus servicios, anuncio mi llegada y Ash se volvió rápida y alegremente hacia nuestra posición y corrió hacia mi, como entusiasmado, preguntándose el porque de mi visita. Antes de responder, me limité a mirar como la criada se alejaba y se unía a otra más en el pasillo. Al poco tiempo, otra más pasó en dirección contraria hacia la que caminaron. Me sorprendía y me disgustaba por alguna razón que el joven viviese con tantas mujeres en la casa – Venia… de visita- dije dudosa, recordando que me había tomado la conversación con gran confianza y no vacilaba al tutear- Vaya… veo que tus mujeres son bastante fieles, y que tienes bastante dinero para contratar a tantas- Mi voz salía involuntariamente de entre mis labios con cierto tono sarcástico y disgustado. Me dirigí hacia el cómodo sillón que se encontraba junto a la chimenea y me senté lentamente en el. La tarde se había tornado extraña, por una parte, empezaba a preguntarme que hacia metida en tal lugar y por otra no reconocía al joven, pues estaba francamente alegre.
Pasaron unos segundos hasta que el muchacho volvió a retomar la conversación. Comenzó a hablar sobre una mascarada, un baile que se celebraría justo aquella noche en honor de un tal…hombre rico, y que posiblemente encontrásemos allí pistas sobre el paradero de mi perseguidor. Hasta ahí todo fue normal, pero la cosa se complico y se tornó tensa cuando sugirió la idea de que asistiésemos al lugar y, haciéndome pasar por su pareja sentimental y lo que es peor aun, por una rica. Incluso el joven, se atrevió a burlarse al imaginarme vestida con uno de esos pomposos y horrorosos vestidos de señora que hacían que el trasero se volviese aparentemente enorme –A no. No, no y no. No pienso volver a hacerme pasar por tu pareja y menos aun por una rica. Ni en broma. No he luchado los veinte años de mi vida para caer tan bajo- Me puse en pie violentamente – No. Ni soñarlo. Dile a ``tus’’ mujeres que se preparen el baño para ellas, pueden acompañarte. Además, llevas dos meses buscando pistas por ti solo, no te será difícil prescindir una noche más de mi presencia… Y no, que es imposible. Todo Paris sabe ya que me encuentro contigo cada noche, saben que soy pobre y las cosas no encajaran del todo. Es mejor que una doncella te acompañe, son mas remilgadas y bellas sin duda, y seguro que están deseando tres mil veces mas que yo colocarse un vestido caro- Me crucé de brazos y caminé de un lado para otro, inquieta, pues no sabia si me molestaba mas el hecho de hacerme pasar por lo que siempre había odiado, o que cualquiera de esas doncellas encajase mas con la estética cortés que yo. Me dolía a mi misma que se tratase de lo ultimo, no eran celos… era que había asistido al lugar con la idea de conocer a Ash mejor, y pensar que podía tratarse de un mujeriego picaflor me irritaba y la vez me hacia sentir traicionada.
Empecé a marearme de dar tantas vueltas y a sentirme incomoda de que dos doncellas se encontrasen en el recibidor esperando a que aceptase para que realizasen la labor de hacerme aparentar adinerada. Di media vuelta para no mirarlas e intentar pensar mejor en la idea, pues tenia miles de preguntas en la cabeza sobre como Ash estaba tan seguro de que Norbet era adinerado, pero fijé mi vista en las cortinas y no pude evitar acercarme a ellas y abrirlas completamente de un solo movimiento – Santo dios, no es tan tarde como para que tengáis la casa tan oscura- o es que le gustaba jugar con las doncellas en la oscuridad…
Tras cruzar aquel pasillo y dirigirnos hacia aquel gran salón donde tiempo atrás Ash y yo compartimos una conversación que acabaría con mi marcha repentina, la mujer se acercó hacia la figura oscura que el muchacho creaba a causa de la ausencia de claridad ¿Qué diantres hacían todas las cortinas corridas? La joven, que se hacia llamar Cristina y me ofrecía todos sus servicios, anuncio mi llegada y Ash se volvió rápida y alegremente hacia nuestra posición y corrió hacia mi, como entusiasmado, preguntándose el porque de mi visita. Antes de responder, me limité a mirar como la criada se alejaba y se unía a otra más en el pasillo. Al poco tiempo, otra más pasó en dirección contraria hacia la que caminaron. Me sorprendía y me disgustaba por alguna razón que el joven viviese con tantas mujeres en la casa – Venia… de visita- dije dudosa, recordando que me había tomado la conversación con gran confianza y no vacilaba al tutear- Vaya… veo que tus mujeres son bastante fieles, y que tienes bastante dinero para contratar a tantas- Mi voz salía involuntariamente de entre mis labios con cierto tono sarcástico y disgustado. Me dirigí hacia el cómodo sillón que se encontraba junto a la chimenea y me senté lentamente en el. La tarde se había tornado extraña, por una parte, empezaba a preguntarme que hacia metida en tal lugar y por otra no reconocía al joven, pues estaba francamente alegre.
Pasaron unos segundos hasta que el muchacho volvió a retomar la conversación. Comenzó a hablar sobre una mascarada, un baile que se celebraría justo aquella noche en honor de un tal…hombre rico, y que posiblemente encontrásemos allí pistas sobre el paradero de mi perseguidor. Hasta ahí todo fue normal, pero la cosa se complico y se tornó tensa cuando sugirió la idea de que asistiésemos al lugar y, haciéndome pasar por su pareja sentimental y lo que es peor aun, por una rica. Incluso el joven, se atrevió a burlarse al imaginarme vestida con uno de esos pomposos y horrorosos vestidos de señora que hacían que el trasero se volviese aparentemente enorme –A no. No, no y no. No pienso volver a hacerme pasar por tu pareja y menos aun por una rica. Ni en broma. No he luchado los veinte años de mi vida para caer tan bajo- Me puse en pie violentamente – No. Ni soñarlo. Dile a ``tus’’ mujeres que se preparen el baño para ellas, pueden acompañarte. Además, llevas dos meses buscando pistas por ti solo, no te será difícil prescindir una noche más de mi presencia… Y no, que es imposible. Todo Paris sabe ya que me encuentro contigo cada noche, saben que soy pobre y las cosas no encajaran del todo. Es mejor que una doncella te acompañe, son mas remilgadas y bellas sin duda, y seguro que están deseando tres mil veces mas que yo colocarse un vestido caro- Me crucé de brazos y caminé de un lado para otro, inquieta, pues no sabia si me molestaba mas el hecho de hacerme pasar por lo que siempre había odiado, o que cualquiera de esas doncellas encajase mas con la estética cortés que yo. Me dolía a mi misma que se tratase de lo ultimo, no eran celos… era que había asistido al lugar con la idea de conocer a Ash mejor, y pensar que podía tratarse de un mujeriego picaflor me irritaba y la vez me hacia sentir traicionada.
Empecé a marearme de dar tantas vueltas y a sentirme incomoda de que dos doncellas se encontrasen en el recibidor esperando a que aceptase para que realizasen la labor de hacerme aparentar adinerada. Di media vuelta para no mirarlas e intentar pensar mejor en la idea, pues tenia miles de preguntas en la cabeza sobre como Ash estaba tan seguro de que Norbet era adinerado, pero fijé mi vista en las cortinas y no pude evitar acercarme a ellas y abrirlas completamente de un solo movimiento – Santo dios, no es tan tarde como para que tengáis la casa tan oscura- o es que le gustaba jugar con las doncellas en la oscuridad…
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Por supuestísimo, el vampiro no esperaba un fácil "sí" por parte de Keira ante la propuesta de hacerse pasar por una ricachona engreida que solían asistir a ese tipo de festejos, no obstante, sí le desagradó en gran medida los consiguientes comentarios que la mujer soltaba por la boca con tanta indignación.
Ash denotó una expresión de absoluta incomprensión hacia la molestia de Keira y esas palabras tan sarcásticas -¿Mis doncellas?- dirigió una rápida mirada hacia las dos que aguardaban a Keira para llevarla al piso superior, las cuales se acongojaron un poco al notar la aguileña vista del vampiro -¿Estás lúcida, querida? ¿Qué tonterías estás diciendo?- se levantó y dio dos pasos hacia ella, deteniendo ese va y ven que comenzaba a ponerlo nervioso agarrándole ambos brazos con suavidad -No son mis mujeres, son mis sirvientas y su tarea se limita exclusivamente a mantenerme la casa bien limpia. Además... ¿Todo París? No somos tan importantes como lo sería un Duque o una Princesa Keira, somos lo que somos y creeme, te ignorarán como me ignorarán a mí en mis "desapariciones" nocturnas.- trataba de hacerla entrar en razón -Además, he investigado por vuestro bien ¿A caso preferiríais seguir entrenando y dejar pasar esta oportunidad? ¿No te importan tus hermanos?- decía cada vez más serio, relajando los nervios de la visita inesperada que había tenido, regresando a ser el mismo Ash reflexivo e inalterable de siempre.
Soltó los brazos de la mujer de forma pesada, como si sus brazos estuviesen hechos de duro metal y la miró con un largo suspiro -Tú misma... Cristina y Babette aguardarán todo el tiempo necesario que necesites para pensartelo, recuerda que todo esto es por ti.- se giró y emprendió camino hacia la puerta muy despacio esperando que la chica quizá tuviese algo más que decirle antes de recoger un libro de la mesa y procediera a retirarse de la habitación -Keira, si me interesase otra mujer no te estaría ayudando- confesó disimuladamente el interés que mantenía hacia la joven, quizá distinto al de una simple compañera -Deberías reconsiderar ese vulgar acto de acusar sin conocimientos; te perdoné una vez la infamia de cargarme el asesinato de tu hermano... pero no lo toleraré más veces.- hablaba serio mientras tomaba el libro y la miraba, quieto -Por cierto, no menciones a Dios en mi casa.- frunció el ceño -La oscuridad puede ayudarte a olvidar la maldades del día. El sol, ese indigno al que toda la humanidad considera amigo para mí siempre fue la peor de las calamidades. Me mostró la muerte, la sangre... y la noche, sus sombras... me abrazaron cuando más lo necesité. Te preguntarás porqué te cuento todo esto así, de golpe, ante una pregunta tan simple... pero eres tú quien me lo ha preguntado y eres tú a la única persona a la que he respondido- miró a las sirvientas -Ellas son solamente los fantasmas que dotan de algo de "vida" a la ausencia de mis familiares fallecidos- devolvió su vista hacia la mujer recién llegada -¿Prefieres dar tú color a mi existencia, Keira?- planteó sin vacilar, con una voz tan dura que pareció estremecer la llama de la chimenea -En ese caso, confiad más en mí, dejad de acusarme y aceptar la ayuda que os brindo por difícil que se te haga. No sabías manejar una espada y te enseñé, ahora debes saber llevar otro tipo de cargas.- se encaminó entonces hacia la puerta -Será solamente una noche, te presentaré como mi pareja... Si ese es el problema, puedo ir solo y ya te contaré novedades- parecía ofendido cuando pronunció esas palabras -Tampoco te puedo culpar ¿Qué puedes esperar de la repugnante Clase Alta? Seguramente te trataría como a una esclava bajo mis órdenes, como la puta que satisface mis necesidades ¿Eh?- cortó friamente antes de dedicarle una última mirada cuando iba a cruzar el umbral de la puerta -Sinceramente no pienso lo que os acabo de decir, pero yo también puedo permitirme prejuicios con quien los tiene de mí ¿Sabes? Y terminaré cansandome de los tuyos- entonó furioso -Decide qué vas a hacer, ellas te esperarán aquí. Yo estaré en mi habitación aguardando una respuesta. A las nueve, marcharé hacia el centro.- desapareció entonces difuminada su figura entre las dos muchachas que observaban a Keira con una extraña expresión con una mezcla de miedo, decepción y tristeza, quizá heridas por los comentarios que la invitada había hecho hacia ellas, las cuales compartían su misma situación social. -Decidle a Aina que me busque, necesito alimento...- susurró a las chicas antes de desvanecerse en el oscuro pasillo, provocando que una de ellas sollozase un par de lágrimas...
Ash denotó una expresión de absoluta incomprensión hacia la molestia de Keira y esas palabras tan sarcásticas -¿Mis doncellas?- dirigió una rápida mirada hacia las dos que aguardaban a Keira para llevarla al piso superior, las cuales se acongojaron un poco al notar la aguileña vista del vampiro -¿Estás lúcida, querida? ¿Qué tonterías estás diciendo?- se levantó y dio dos pasos hacia ella, deteniendo ese va y ven que comenzaba a ponerlo nervioso agarrándole ambos brazos con suavidad -No son mis mujeres, son mis sirvientas y su tarea se limita exclusivamente a mantenerme la casa bien limpia. Además... ¿Todo París? No somos tan importantes como lo sería un Duque o una Princesa Keira, somos lo que somos y creeme, te ignorarán como me ignorarán a mí en mis "desapariciones" nocturnas.- trataba de hacerla entrar en razón -Además, he investigado por vuestro bien ¿A caso preferiríais seguir entrenando y dejar pasar esta oportunidad? ¿No te importan tus hermanos?- decía cada vez más serio, relajando los nervios de la visita inesperada que había tenido, regresando a ser el mismo Ash reflexivo e inalterable de siempre.
Soltó los brazos de la mujer de forma pesada, como si sus brazos estuviesen hechos de duro metal y la miró con un largo suspiro -Tú misma... Cristina y Babette aguardarán todo el tiempo necesario que necesites para pensartelo, recuerda que todo esto es por ti.- se giró y emprendió camino hacia la puerta muy despacio esperando que la chica quizá tuviese algo más que decirle antes de recoger un libro de la mesa y procediera a retirarse de la habitación -Keira, si me interesase otra mujer no te estaría ayudando- confesó disimuladamente el interés que mantenía hacia la joven, quizá distinto al de una simple compañera -Deberías reconsiderar ese vulgar acto de acusar sin conocimientos; te perdoné una vez la infamia de cargarme el asesinato de tu hermano... pero no lo toleraré más veces.- hablaba serio mientras tomaba el libro y la miraba, quieto -Por cierto, no menciones a Dios en mi casa.- frunció el ceño -La oscuridad puede ayudarte a olvidar la maldades del día. El sol, ese indigno al que toda la humanidad considera amigo para mí siempre fue la peor de las calamidades. Me mostró la muerte, la sangre... y la noche, sus sombras... me abrazaron cuando más lo necesité. Te preguntarás porqué te cuento todo esto así, de golpe, ante una pregunta tan simple... pero eres tú quien me lo ha preguntado y eres tú a la única persona a la que he respondido- miró a las sirvientas -Ellas son solamente los fantasmas que dotan de algo de "vida" a la ausencia de mis familiares fallecidos- devolvió su vista hacia la mujer recién llegada -¿Prefieres dar tú color a mi existencia, Keira?- planteó sin vacilar, con una voz tan dura que pareció estremecer la llama de la chimenea -En ese caso, confiad más en mí, dejad de acusarme y aceptar la ayuda que os brindo por difícil que se te haga. No sabías manejar una espada y te enseñé, ahora debes saber llevar otro tipo de cargas.- se encaminó entonces hacia la puerta -Será solamente una noche, te presentaré como mi pareja... Si ese es el problema, puedo ir solo y ya te contaré novedades- parecía ofendido cuando pronunció esas palabras -Tampoco te puedo culpar ¿Qué puedes esperar de la repugnante Clase Alta? Seguramente te trataría como a una esclava bajo mis órdenes, como la puta que satisface mis necesidades ¿Eh?- cortó friamente antes de dedicarle una última mirada cuando iba a cruzar el umbral de la puerta -Sinceramente no pienso lo que os acabo de decir, pero yo también puedo permitirme prejuicios con quien los tiene de mí ¿Sabes? Y terminaré cansandome de los tuyos- entonó furioso -Decide qué vas a hacer, ellas te esperarán aquí. Yo estaré en mi habitación aguardando una respuesta. A las nueve, marcharé hacia el centro.- desapareció entonces difuminada su figura entre las dos muchachas que observaban a Keira con una extraña expresión con una mezcla de miedo, decepción y tristeza, quizá heridas por los comentarios que la invitada había hecho hacia ellas, las cuales compartían su misma situación social. -Decidle a Aina que me busque, necesito alimento...- susurró a las chicas antes de desvanecerse en el oscuro pasillo, provocando que una de ellas sollozase un par de lágrimas...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/10/2011
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Ash se limitó a hablar serio y convincente, quedándose atónito con mi absurdo comportamiento. Quiso hacerme entrar en razón y lo consiguió cuando tras tomarme de los dos brazos menciono a mis hermanos. Quedé quieta y pensativa, pero mirándole seriamente a la cara evitando contacto visual alguno con sus ojos. Era cierto, mis hermanos llevaban dos meses desaparecidos y confiaba en que no estuviesen muertos, pero temía por que estuviesen sufriendo la peor de las torturas. Ian y John eran los que verdaderamente debían de importarme en ese momento y yo no hacia mas que dar vueltas sobre las aficiones del allí presente.
El joven acabó por soltarme y lanzar un suspiro como desesperanzado. Me indicó que las doncellas se quedarían esperando hasta que decidiese que hacer, sin dejar de marcar que aquello era por mi. Tras ello, el muchacho se dirigió hacia la puerta, no sin antes tomar un libro que se hallaba sobre una mesa y dejar caer unas palabras que me volvieron inquietantemente tensa - Quizás deberías retomar esa idea, te aseguro que los años pasan y el cuerpo se resiente y deja de ser atractivo- No fue lo mas acertado soltar aquello, pero los nervios no me dejaron tan siquiera callar. Sentí como mi cara se encendía y rezaba porque no me cayese una reprimenda por haber dicho tal tontería. Consiguientemente, el joven volvió a girarse y me advirtió que ya una vez me perdonó por haberle acusado ¿Es que le parecía mal? ¿No era humano quizá culpar al que se hallaba junto al cuerpo, mas aun cuando este confiesa haberlo hecho? Sin duda, las dudas inundaban mi mente, como las que llegaron nuevas sobre su siguiente argumento, pues hablaba como si conociese el día y la noche, como si el sol le hubiese rechazado y la oscuridad acogido tras un gran tormento ¿Por que? ¿Por que era así? ¿Que era lo que le había pasado realmente? No me valia que se excusase por la perdida de su familia, no tenia por que ser eso del todo, tenia que haber algo mas y estaba dispuesta a averiguarlo.-¿Prefieres dar tú color a mi existencia, Keira?- Aquellas palabras del joven hicieron que sacudiese la cabeza para desprenderme de mis pensamientos -De alguna forma tú... lo haces conmigo. Intento devolvértelo, pero... - ''no me dejas entrar en ti, en tu vida para poder ayudarte'', quise terminar, pero no pude, no salieron palabras de mi boca. Había conseguido hacerme sentir mal y culpable, una vez mas.
Antes de marchar, Ash siguió hablando de forma persuasiva y directa. No vacilaba en decir lo que pensaba, lo que creía y eso hacia que me hundiese aun mas, pues pensaba de forma incorrecta, pero ¿como iba a replicarle? Finalmente, optó por marchar de la sala dejando el futuro de aquella noche en mis manos - No tengo prejuicio alguno sobre ti... pero tienes que entender que aun no te conozco- dije en voz baja sin intención de que oyese mis palabras antes de que desapareciese de mi vista.
Acepté. Sabia que mas tarde me arrepentiría de todo, pero no tenia otra opción, ademas, pensaba que con esta situación el joven ya me debía una que pronto le haría devolver. Hice un gesto, asentí con la cabeza para que las doncellas captasen mi aprobación y en poco nos encaminábamos escaleras arribas hacia un pasillo repleto de puertas que darían a algún lugar mas de la casa. Entramos en una que pertenecía al ala derecha de la casa, que daba lugar a un gran baño. Gran no, enorme. No encontraba palabras para describir como era aquella gran bañera, aquel gran espejo que se situaba en frente y el olor a perfume... o rosas, que emanaba del lugar. Poco tardaron las criadas en desvestirme sin avisar, rápidamente, y me sentí absolutamente avergonzada. Eran mujeres, si, pero jamas había quedado completamente desnuda delante de nadie y me costaba asimilarlo, era mas, rogaba que no mirasen mi cuerpo. Por ello, en un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba sumergida casi entera bajo el agua cálida de la bañera. ¡Madre mía! que placer daba tener de pecho para abajo el cuerpo rozando las cálidas aguas perfumadas de aquella casa. Las doncellas comenzaron a verter jabones en la bañera y siguieron con la tarea se asearme. En poco se entabló una conversación. Las mujeres me preguntaron por mi relación con el caballero y les respondí adecuadamente. Ella, se mantuvieron con su rostro preocupado y una de ellas no pudo evitar contarme que su amo era demasiado extraño, demasiado especial, que por las noches solo estaba conmigo y por el día dormía, pero que lo peor de todo era que percibían algo demasiado oscuro en el. No se atrevieron a hablar mas y yo no las obligué, pues me parecía normal aquello que comentaban de el, y a su vez, me tranquilizó.
Tras aquella ducha que deshizo toda impureza de mi cuerpo, al punto en el que pareció brillar, nos encaminamos hacia una habitación bastante normal, elegante, pero normal. En ella, se encontraba una cama la cual tenia sobre su corcha un elegante vestido color rojo con tirantas de las que dejan los hombros descubiertos. Las damas se encargaron de colocármelo adecuadamente, pero no sin antes pasar de alto el ponerme un traje interior de seda blanco y encima, lo que mas había odiado de cualquier prenda: un corsé para realzar figura. Puedo decir que por poco pierdo la respiración en el intento de ponérmelo con ayuda de las doncellas, no existía cosa mas agobiante en el mundo. Cuando por fin toda la ropa quedó en su sitio, me hicieron sentar frente a un espejo y comenzaron a peinarme y maquillarme con carboncillo y carmín. Poco a poco pude ver como mi rostro evolucionaba hacia algo mas elegante, mas común en la clase alta. En esos momento, era una de ellas.
Las doncellas se fueron a avisar a Ash para que supiese que estaba lista y este viniese en mi búsqueda. Yo, mientras, me observé a mi misma en el espejo. Contemplé el semi recogido que me habían hecho en el pelo y admiré la flor burdeos que pusieron en el para sostenerlo. Si, era bonito. Lo que no era bonito era el realzado de figura que el corsé -que a parte de asfixia- me estaba proporcionando. Mis curvas quedaron totalmente marcadas y los pechos quedaron tan...arriba. Odiaba mirarme en ese momento, hice todo intento de cubrir aquel escote, pero fue imposible. Me percaté entonces de que el crucifijo que había llevado ese día entonaba muy bien con el vestido y me lo puse rápidamente. Quedaba bastante bien -Me estoy convirtiendo en una de ellas... estos trajes tienen que estar pactados con el demonio o algo ¿Desde cuando me fijo si los colores entonan o no?-
No estaba segura de salir de tal forma fuera por lo que quedé en la habitación esperando a que Ash, lleno de impaciencia, llegase. Busqué todo cuanto pude para cubrirme pero no encontré nada. Al final, tuve que salir de la habitación cruzada de brazos, y cuando vi una oscura figura acercándose al lugar, supuse que se trataría de Ash y no tarde en decir: -Ni se te ocurra decir nada sobre mi aspecto. Ni me mires- Tenia que admitir, que estaba completamente ruborizada
El joven acabó por soltarme y lanzar un suspiro como desesperanzado. Me indicó que las doncellas se quedarían esperando hasta que decidiese que hacer, sin dejar de marcar que aquello era por mi. Tras ello, el muchacho se dirigió hacia la puerta, no sin antes tomar un libro que se hallaba sobre una mesa y dejar caer unas palabras que me volvieron inquietantemente tensa - Quizás deberías retomar esa idea, te aseguro que los años pasan y el cuerpo se resiente y deja de ser atractivo- No fue lo mas acertado soltar aquello, pero los nervios no me dejaron tan siquiera callar. Sentí como mi cara se encendía y rezaba porque no me cayese una reprimenda por haber dicho tal tontería. Consiguientemente, el joven volvió a girarse y me advirtió que ya una vez me perdonó por haberle acusado ¿Es que le parecía mal? ¿No era humano quizá culpar al que se hallaba junto al cuerpo, mas aun cuando este confiesa haberlo hecho? Sin duda, las dudas inundaban mi mente, como las que llegaron nuevas sobre su siguiente argumento, pues hablaba como si conociese el día y la noche, como si el sol le hubiese rechazado y la oscuridad acogido tras un gran tormento ¿Por que? ¿Por que era así? ¿Que era lo que le había pasado realmente? No me valia que se excusase por la perdida de su familia, no tenia por que ser eso del todo, tenia que haber algo mas y estaba dispuesta a averiguarlo.-¿Prefieres dar tú color a mi existencia, Keira?- Aquellas palabras del joven hicieron que sacudiese la cabeza para desprenderme de mis pensamientos -De alguna forma tú... lo haces conmigo. Intento devolvértelo, pero... - ''no me dejas entrar en ti, en tu vida para poder ayudarte'', quise terminar, pero no pude, no salieron palabras de mi boca. Había conseguido hacerme sentir mal y culpable, una vez mas.
Antes de marchar, Ash siguió hablando de forma persuasiva y directa. No vacilaba en decir lo que pensaba, lo que creía y eso hacia que me hundiese aun mas, pues pensaba de forma incorrecta, pero ¿como iba a replicarle? Finalmente, optó por marchar de la sala dejando el futuro de aquella noche en mis manos - No tengo prejuicio alguno sobre ti... pero tienes que entender que aun no te conozco- dije en voz baja sin intención de que oyese mis palabras antes de que desapareciese de mi vista.
Acepté. Sabia que mas tarde me arrepentiría de todo, pero no tenia otra opción, ademas, pensaba que con esta situación el joven ya me debía una que pronto le haría devolver. Hice un gesto, asentí con la cabeza para que las doncellas captasen mi aprobación y en poco nos encaminábamos escaleras arribas hacia un pasillo repleto de puertas que darían a algún lugar mas de la casa. Entramos en una que pertenecía al ala derecha de la casa, que daba lugar a un gran baño. Gran no, enorme. No encontraba palabras para describir como era aquella gran bañera, aquel gran espejo que se situaba en frente y el olor a perfume... o rosas, que emanaba del lugar. Poco tardaron las criadas en desvestirme sin avisar, rápidamente, y me sentí absolutamente avergonzada. Eran mujeres, si, pero jamas había quedado completamente desnuda delante de nadie y me costaba asimilarlo, era mas, rogaba que no mirasen mi cuerpo. Por ello, en un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba sumergida casi entera bajo el agua cálida de la bañera. ¡Madre mía! que placer daba tener de pecho para abajo el cuerpo rozando las cálidas aguas perfumadas de aquella casa. Las doncellas comenzaron a verter jabones en la bañera y siguieron con la tarea se asearme. En poco se entabló una conversación. Las mujeres me preguntaron por mi relación con el caballero y les respondí adecuadamente. Ella, se mantuvieron con su rostro preocupado y una de ellas no pudo evitar contarme que su amo era demasiado extraño, demasiado especial, que por las noches solo estaba conmigo y por el día dormía, pero que lo peor de todo era que percibían algo demasiado oscuro en el. No se atrevieron a hablar mas y yo no las obligué, pues me parecía normal aquello que comentaban de el, y a su vez, me tranquilizó.
Tras aquella ducha que deshizo toda impureza de mi cuerpo, al punto en el que pareció brillar, nos encaminamos hacia una habitación bastante normal, elegante, pero normal. En ella, se encontraba una cama la cual tenia sobre su corcha un elegante vestido color rojo con tirantas de las que dejan los hombros descubiertos. Las damas se encargaron de colocármelo adecuadamente, pero no sin antes pasar de alto el ponerme un traje interior de seda blanco y encima, lo que mas había odiado de cualquier prenda: un corsé para realzar figura. Puedo decir que por poco pierdo la respiración en el intento de ponérmelo con ayuda de las doncellas, no existía cosa mas agobiante en el mundo. Cuando por fin toda la ropa quedó en su sitio, me hicieron sentar frente a un espejo y comenzaron a peinarme y maquillarme con carboncillo y carmín. Poco a poco pude ver como mi rostro evolucionaba hacia algo mas elegante, mas común en la clase alta. En esos momento, era una de ellas.
Las doncellas se fueron a avisar a Ash para que supiese que estaba lista y este viniese en mi búsqueda. Yo, mientras, me observé a mi misma en el espejo. Contemplé el semi recogido que me habían hecho en el pelo y admiré la flor burdeos que pusieron en el para sostenerlo. Si, era bonito. Lo que no era bonito era el realzado de figura que el corsé -que a parte de asfixia- me estaba proporcionando. Mis curvas quedaron totalmente marcadas y los pechos quedaron tan...arriba. Odiaba mirarme en ese momento, hice todo intento de cubrir aquel escote, pero fue imposible. Me percaté entonces de que el crucifijo que había llevado ese día entonaba muy bien con el vestido y me lo puse rápidamente. Quedaba bastante bien -Me estoy convirtiendo en una de ellas... estos trajes tienen que estar pactados con el demonio o algo ¿Desde cuando me fijo si los colores entonan o no?-
No estaba segura de salir de tal forma fuera por lo que quedé en la habitación esperando a que Ash, lleno de impaciencia, llegase. Busqué todo cuanto pude para cubrirme pero no encontré nada. Al final, tuve que salir de la habitación cruzada de brazos, y cuando vi una oscura figura acercándose al lugar, supuse que se trataría de Ash y no tarde en decir: -Ni se te ocurra decir nada sobre mi aspecto. Ni me mires- Tenia que admitir, que estaba completamente ruborizada
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Entre las tinieblas de una funesta habitación repleta de muebles color negro con detalles dorados se podían escuchar los suaves y placenteros gemidos de una mujer... ¿Placenteros? No, no se atrevería a llamarlo así, pero se parecía mucho. El abrazo de la piadosa muerte puede resultar tan dulce y reconfortante para esas criaturas tan débiles que para el vampiro no resultaría más que puro placer.
Él acariciaba su cuello con suavidad con su mano a la misma vez que sus labios reposaban en el lado opuesto. La escena se dibujaba con la doncella sentada sobre el escritorio mientras el Señor la violaba o intimaba con ella, no más lejos de la realidad. La mano comenzó a oprimir fuertemente el cuello de la mujer que dibujaba una mueca de dolor indescriptible en su rostro. Los gemidos pasaron a ser jadeos y finalmente pequeños gritos ahogados de el más puro sufrimiento en bruto.
Se separó de ella con gran brusquedad, tanta que un largo hilo de sangre recubrió el suelo oscuro de la habitación, con un refulgente tono carmesí levemente iluminado por la luz de un candíl en el escritorio -No... no debéis pagar...- hablaba para sí mientras sus ojos pasaban de un tono rojizo a verdoso, para finalmente retornar a la normalidad -Podéis marchar... os habéis herido con un objeto que cayó de una estantería; inventáos cual...- murmuraba el demonio dándole la espalda a la mujer que se marchaba de allí a paso lento sin dejar de mirar a su oscuro amo, empapada en lágrimas y sudor tapándose la herida con la mano hasta que terminó por rendirse y salir huyendo de la habitación hacia su pequeño aposento. -La sangre inocente... la sangre virgen, nunca profanada por la sucia esencia de un hombre... cuan abrasadora puede llegar a ser el hambre que me inunda...- se miraba las manos atonito -Condenado a la eternidad y arrastrando conmigo a chiquillas con gran pureza, sin ápice de maldad... Queriendo llevarme conmigo a la mejor de las mujeres al más frío de los infiernos ¿En qué me he convertido?- se fustigaba a si mismo abriendo y cerrando los puños, llegando a apretar tanto que se hería la palma de las manos -Quizá deba ser más comprensivo...- se preparó entonces dirigiéndose hacia su baño particular, se desnudó con rapidez y se sumergió en el agua. Si estaba fría o caliente era algo que no sabía distinguir con exactitud en esos momentos, pues intentaba hurdir un plan de forma fugaz en su mente con el que poder localizar a su objetivo... aunque poca cosa podía hacer realmente.
Físicamente parecía más humano que nunca al estar recién alimentado. Su piel parecía ser más morena, de un bronceado hermoso y textura tersa. Sus ojos oscuros hacían un perfecto conjunto con su pelo y su barba y el aura que le rodeaba podría iluminar la más siniestra de las habitaciones de terror; estaba deslumbrante en esos instantes.
Procedió a lavar su cuerpo debídamente para estar realmente presentable antes de salir, secarse con una bonita toalla y encaminarse hacia el armario para engalanarse.
Se vistió con unos elegantes pantalones negros a juego con la chaqueta, entonando con una camisa roja sangre que hacía un llamativo conjunto a la vista.
Marchó entonces hacia otra habitación, cruzándose en ese momento con la doncella de la que se había alimentado, la cual huyó nuevamente hacia su aposento haciendo reir maquiavélicamente al vampiro -Sé que no tardarás demasiado en decir la verdad ¿Verdad, picarona?... Quizá tendremos que arreglar cuentas cuando regrese al amanecer...- dijo con una sonrisa maliciosa observando la puerta de las habitaciones de las doncellas antes de caminar hacia un mueblecito muy curioso donde había una hermosa colección de máscaras -Sucio gordo pervertido...- masculló recordando al antiguo dueño de la mansión mientras tomaba dos de ellas, una para Keira y otra para él -A saber si has usado una de estas antaño para sodomizar a alguna de tus antiguas doncellas...- cerró el armarito y se encaminó hacia donde Keira debía estar no sin antes tomar un par de dagas que adornaban la pared junto a una viejísima armadura medieval.
Subió las escaleras con impaciencia y cierto nerviosismo hasta que divisó por fin a la mujer debidamente vestida para la ocasión, relajándose al comprobar que finalmente accedió a colaborar con él.
Mientras se acercaba pudo oir unas palabras de la mujer que le ordenaban opinar sobre su aspecto ni mirarla, pero bendito pecado el de la carne, no pudo evitarlo. Se aproximó lo suficiente para poder embrigarse del aroma del agua de baño en el que ella había estado... sí, era un perfume digno de ella.
La recorría de forma furtiva con la mirada sin dejar escapar un solo lugar de su cuerpo ataviado con esos... ropajes nobles que tan mal le sentaban realmente -Keira, estás...- fingió la típica expresión imbécil de un caprichoso adolescente rico al "enamorarse" de una mujer atractiva -Horrible con ese vestido- rió con suavidad -Por lo demás estás realmente hermosa- añadió con una pequeña reverencia cordial, con la que fijó su mirada en el crucifijo. Frunció el ceño y se acercó un poco más, despacio. Alzó su mano y la posó sobre el objeto, acariciándolo con el dedo índice, dejando que el resto se pasease con elegancia y tacto de seda sobre el pecho semi desnudo de la mujer - pura casualidad de que ella se hubiese puesto el crucifijo como collar y no como adorno en la muñeca, aunque cabía decir que realmente le gustó aquella sensación que sacudió su cuerpo como un relámpago -Bonito collar... ¿De nuevo con el que os dio el otro? Muchos presentes te hace por lo que puedo observar ¿Debería preocuparme por nuestra relación?- se burló indirectamente de la actitud que Keira adoptó anteriormente como si fuesen una pareja recién casada -Vamos, madame, nos espera una larga noche- le tendió el brazo a la chica con educación y como caballero, enfilándose hacia las escaleras, luego la puerta y finalmente el coche de caballos que esperaba frente a la mansión.
Era un transporte casi digno de un duque sin duda, arrastrado por unos ejemplares negros magníficos -Tú primero- dijo el vampiro mientras el cochero abría la puerta, el cual iba cubierto con una gran capa que llevaba con una capucha, impidiendo vislumbrar cualquier rastro de humanidad, solo una sombra andante. Tomó la mano de la mujer y la ayudo para subir, para después montarse él a su lado. Los sillones estaban engalanados con encajes plateados que daban un aspecto sublime a todo el conjunto oscuro del carromato, era obvio cual era el color predilecto del vampiro -Señor Campbell... al centro, a la mansión del señor Ronald Benoit...- terminó de decir en un hilo de voz, sonriente, mirando a la recién llegada noche.
El cochero azotó las riendas de los caballos sin decir palabra, comenzando a dibujar el camino hacia el destino de la pareja...
Él acariciaba su cuello con suavidad con su mano a la misma vez que sus labios reposaban en el lado opuesto. La escena se dibujaba con la doncella sentada sobre el escritorio mientras el Señor la violaba o intimaba con ella, no más lejos de la realidad. La mano comenzó a oprimir fuertemente el cuello de la mujer que dibujaba una mueca de dolor indescriptible en su rostro. Los gemidos pasaron a ser jadeos y finalmente pequeños gritos ahogados de el más puro sufrimiento en bruto.
Se separó de ella con gran brusquedad, tanta que un largo hilo de sangre recubrió el suelo oscuro de la habitación, con un refulgente tono carmesí levemente iluminado por la luz de un candíl en el escritorio -No... no debéis pagar...- hablaba para sí mientras sus ojos pasaban de un tono rojizo a verdoso, para finalmente retornar a la normalidad -Podéis marchar... os habéis herido con un objeto que cayó de una estantería; inventáos cual...- murmuraba el demonio dándole la espalda a la mujer que se marchaba de allí a paso lento sin dejar de mirar a su oscuro amo, empapada en lágrimas y sudor tapándose la herida con la mano hasta que terminó por rendirse y salir huyendo de la habitación hacia su pequeño aposento. -La sangre inocente... la sangre virgen, nunca profanada por la sucia esencia de un hombre... cuan abrasadora puede llegar a ser el hambre que me inunda...- se miraba las manos atonito -Condenado a la eternidad y arrastrando conmigo a chiquillas con gran pureza, sin ápice de maldad... Queriendo llevarme conmigo a la mejor de las mujeres al más frío de los infiernos ¿En qué me he convertido?- se fustigaba a si mismo abriendo y cerrando los puños, llegando a apretar tanto que se hería la palma de las manos -Quizá deba ser más comprensivo...- se preparó entonces dirigiéndose hacia su baño particular, se desnudó con rapidez y se sumergió en el agua. Si estaba fría o caliente era algo que no sabía distinguir con exactitud en esos momentos, pues intentaba hurdir un plan de forma fugaz en su mente con el que poder localizar a su objetivo... aunque poca cosa podía hacer realmente.
Físicamente parecía más humano que nunca al estar recién alimentado. Su piel parecía ser más morena, de un bronceado hermoso y textura tersa. Sus ojos oscuros hacían un perfecto conjunto con su pelo y su barba y el aura que le rodeaba podría iluminar la más siniestra de las habitaciones de terror; estaba deslumbrante en esos instantes.
Procedió a lavar su cuerpo debídamente para estar realmente presentable antes de salir, secarse con una bonita toalla y encaminarse hacia el armario para engalanarse.
Se vistió con unos elegantes pantalones negros a juego con la chaqueta, entonando con una camisa roja sangre que hacía un llamativo conjunto a la vista.
Marchó entonces hacia otra habitación, cruzándose en ese momento con la doncella de la que se había alimentado, la cual huyó nuevamente hacia su aposento haciendo reir maquiavélicamente al vampiro -Sé que no tardarás demasiado en decir la verdad ¿Verdad, picarona?... Quizá tendremos que arreglar cuentas cuando regrese al amanecer...- dijo con una sonrisa maliciosa observando la puerta de las habitaciones de las doncellas antes de caminar hacia un mueblecito muy curioso donde había una hermosa colección de máscaras -Sucio gordo pervertido...- masculló recordando al antiguo dueño de la mansión mientras tomaba dos de ellas, una para Keira y otra para él -A saber si has usado una de estas antaño para sodomizar a alguna de tus antiguas doncellas...- cerró el armarito y se encaminó hacia donde Keira debía estar no sin antes tomar un par de dagas que adornaban la pared junto a una viejísima armadura medieval.
Subió las escaleras con impaciencia y cierto nerviosismo hasta que divisó por fin a la mujer debidamente vestida para la ocasión, relajándose al comprobar que finalmente accedió a colaborar con él.
Mientras se acercaba pudo oir unas palabras de la mujer que le ordenaban opinar sobre su aspecto ni mirarla, pero bendito pecado el de la carne, no pudo evitarlo. Se aproximó lo suficiente para poder embrigarse del aroma del agua de baño en el que ella había estado... sí, era un perfume digno de ella.
La recorría de forma furtiva con la mirada sin dejar escapar un solo lugar de su cuerpo ataviado con esos... ropajes nobles que tan mal le sentaban realmente -Keira, estás...- fingió la típica expresión imbécil de un caprichoso adolescente rico al "enamorarse" de una mujer atractiva -Horrible con ese vestido- rió con suavidad -Por lo demás estás realmente hermosa- añadió con una pequeña reverencia cordial, con la que fijó su mirada en el crucifijo. Frunció el ceño y se acercó un poco más, despacio. Alzó su mano y la posó sobre el objeto, acariciándolo con el dedo índice, dejando que el resto se pasease con elegancia y tacto de seda sobre el pecho semi desnudo de la mujer - pura casualidad de que ella se hubiese puesto el crucifijo como collar y no como adorno en la muñeca, aunque cabía decir que realmente le gustó aquella sensación que sacudió su cuerpo como un relámpago -Bonito collar... ¿De nuevo con el que os dio el otro? Muchos presentes te hace por lo que puedo observar ¿Debería preocuparme por nuestra relación?- se burló indirectamente de la actitud que Keira adoptó anteriormente como si fuesen una pareja recién casada -Vamos, madame, nos espera una larga noche- le tendió el brazo a la chica con educación y como caballero, enfilándose hacia las escaleras, luego la puerta y finalmente el coche de caballos que esperaba frente a la mansión.
Era un transporte casi digno de un duque sin duda, arrastrado por unos ejemplares negros magníficos -Tú primero- dijo el vampiro mientras el cochero abría la puerta, el cual iba cubierto con una gran capa que llevaba con una capucha, impidiendo vislumbrar cualquier rastro de humanidad, solo una sombra andante. Tomó la mano de la mujer y la ayudo para subir, para después montarse él a su lado. Los sillones estaban engalanados con encajes plateados que daban un aspecto sublime a todo el conjunto oscuro del carromato, era obvio cual era el color predilecto del vampiro -Señor Campbell... al centro, a la mansión del señor Ronald Benoit...- terminó de decir en un hilo de voz, sonriente, mirando a la recién llegada noche.
El cochero azotó las riendas de los caballos sin decir palabra, comenzando a dibujar el camino hacia el destino de la pareja...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Obviando las bromas que Ash me dedicaba, para disculpar por su comportamiento anterior o quizá para crear un buen ambiente, no pude evitar volver a sentirme nerviosa una vez mas teniéndole frente a mi. Esta vez tomaba el crucifijo que colgaba de mi cuello a la vez que posaba su mano en mi pecho, escotado; haciendo que mi corazón volcase y reaccionase con mas velocidad de lo habitual, tanta, que estaba totalmente segura de que el joven había notado tal reacción corporal. Por ello, di un paso a tras apartándome de su tacto y liberando de mi toda tensión. Aquel día en el que me sentí acorralada frente a el sin duda me había provocado un tipo de fobia. Sin embargo y pesar de todo... hubo algo en concreto que me sorprendió mas que mi propia reacción, pedo decidí comentárselo mas tarde.
En cuanto llego el momento, posé mi brazo entrelazado con el de Ash, haciendo un teatro conyugal y nos encaminamos hacia la salida de aquella mansión. una vez allí, el coche de caballos que nos llevaría hasta el lugar acordado se encontraba ya presente, y como todo lo que rodeaba al joven, estaba extraordinariamente decorado. Entre yo primera al carruaje y después el joven hizo lo mismo hasta sentarse junto a mi. Era el momento adecuado, el que había esperado durante aquel día para comenzar con la disolución de mis dudas y por ello, a pesar de que el contacto visual seria imposible de esquivar, antes de que el coche avanzase me senté en los asientos paralelos al que Ash se encontraba, quedándome sentada justo en frente de el.
En un principio, quedé mirando por la ventanilla del móvil, no observando nada en concreto sino organizando ideas y entrelazándolas con coherencia para realizar el cuestionario sin que el joven se sulfurase o cuestionase mis ideas. Una vez estuve segura de lo que haría, le miré fijamente a los ojos y comencé a hablar suavemente algo que no tenia nada que ver, para acabar entrando en el tema : -Tenemos suerte de que haya aprendido a bailar en todo este tiempo... Suelo encontrarme con aquella joven que se encontraba en la iglesia el día que apareció ese tipo de bestia. Hemos entablado... una especie de amistad. Obviamente, le conté la verdad; le dije que no íbamos a casarnos y que no eramos pareja... que solo eramos compañeros. Ella ve las diferencias entre nosotros e insistió en instruirme para no parecer una completa analfabeta en todos los sentidos frente a ti, por eso entre carcajadas me enseñó a bailar lo básico... un vals...un tango- Carraspeé la garganta preparada para iniciar otro tema que suavizase el ambiente para terminar dejándole caer lo que realmente quería saber: - Este crucifijo me lo ha vuelto a regalar el mismo brujo de la ultima vez. Había ido al pueblo y acababa de oír unas historias horribles sobre una especie de criatura y no pude evitar aceptarlo. Aunque... aquellas historias me recordaron curiosamente a ti. Decían los gitanos que sabían de unos monstruos que habita nuestras calles solo por la noche y que se alimentan únicamente de sangre, que tenían apariencia humana pero que son increíblemente bellos, atractivos de una forma u otra pero que no dejan de ser seres despiadados que matarían a su propia madre por un trago de sangre...Un Vampiro. Y que tienen la piel increíblemente helada, por ello recaí en ti, pero es curioso: antes cuando me rozaste...con la mano, estaba cálida. De veras que es sorprendente la temperatura de tu piel; y ademas, una de vuestras doncellas me comentó que erais especialmente oscuro, que debía tener cuidado ¿como las tratáis para que piensen eso?-tras reír hice una pausa- Después pensé que quizá...ese Norbet fuese un Vampiro...¿Que tonterías no? A veces pienso que no he terminado de cumplir la mayoría de edad...-tragué saliva porque se avecinaban mis dudas. Mi rostro se tornó serio y me coloqué de tal forma que solo podía encontrar su mirada- Ash, tengo dudas. No, no desconfío de ti... pero las cosas no me encajan. Si ese hombre os obligó a matar a mi hermano, tuvisteis que verlo, que estar con el para escucharlo ¿Quien es? ¿Como es? Ademas, te tuvo que explicar de alguna forma su interés, su plan, para si poderte dar a elegir entre mi vida y la de mi hermano. Y....dime de una vez que fue lo que te hizo para que no tuvieses otro remedio, para tener que matarle sin tan si quiera buscar otra salida... o contármelo antes. Ash, se que sabes mucho mas que yo de esto. Te ruego que me lo cuentes...por favor- Mi voz sonaba suave, triste y mis manos no pudieron evitar encontrarse con las suyas para sostenerlas, casi acariciarlas.
Mientras tanto, pocos minutos quedaban para llegar a nuestro destino.
En cuanto llego el momento, posé mi brazo entrelazado con el de Ash, haciendo un teatro conyugal y nos encaminamos hacia la salida de aquella mansión. una vez allí, el coche de caballos que nos llevaría hasta el lugar acordado se encontraba ya presente, y como todo lo que rodeaba al joven, estaba extraordinariamente decorado. Entre yo primera al carruaje y después el joven hizo lo mismo hasta sentarse junto a mi. Era el momento adecuado, el que había esperado durante aquel día para comenzar con la disolución de mis dudas y por ello, a pesar de que el contacto visual seria imposible de esquivar, antes de que el coche avanzase me senté en los asientos paralelos al que Ash se encontraba, quedándome sentada justo en frente de el.
En un principio, quedé mirando por la ventanilla del móvil, no observando nada en concreto sino organizando ideas y entrelazándolas con coherencia para realizar el cuestionario sin que el joven se sulfurase o cuestionase mis ideas. Una vez estuve segura de lo que haría, le miré fijamente a los ojos y comencé a hablar suavemente algo que no tenia nada que ver, para acabar entrando en el tema : -Tenemos suerte de que haya aprendido a bailar en todo este tiempo... Suelo encontrarme con aquella joven que se encontraba en la iglesia el día que apareció ese tipo de bestia. Hemos entablado... una especie de amistad. Obviamente, le conté la verdad; le dije que no íbamos a casarnos y que no eramos pareja... que solo eramos compañeros. Ella ve las diferencias entre nosotros e insistió en instruirme para no parecer una completa analfabeta en todos los sentidos frente a ti, por eso entre carcajadas me enseñó a bailar lo básico... un vals...un tango- Carraspeé la garganta preparada para iniciar otro tema que suavizase el ambiente para terminar dejándole caer lo que realmente quería saber: - Este crucifijo me lo ha vuelto a regalar el mismo brujo de la ultima vez. Había ido al pueblo y acababa de oír unas historias horribles sobre una especie de criatura y no pude evitar aceptarlo. Aunque... aquellas historias me recordaron curiosamente a ti. Decían los gitanos que sabían de unos monstruos que habita nuestras calles solo por la noche y que se alimentan únicamente de sangre, que tenían apariencia humana pero que son increíblemente bellos, atractivos de una forma u otra pero que no dejan de ser seres despiadados que matarían a su propia madre por un trago de sangre...Un Vampiro. Y que tienen la piel increíblemente helada, por ello recaí en ti, pero es curioso: antes cuando me rozaste...con la mano, estaba cálida. De veras que es sorprendente la temperatura de tu piel; y ademas, una de vuestras doncellas me comentó que erais especialmente oscuro, que debía tener cuidado ¿como las tratáis para que piensen eso?-tras reír hice una pausa- Después pensé que quizá...ese Norbet fuese un Vampiro...¿Que tonterías no? A veces pienso que no he terminado de cumplir la mayoría de edad...-tragué saliva porque se avecinaban mis dudas. Mi rostro se tornó serio y me coloqué de tal forma que solo podía encontrar su mirada- Ash, tengo dudas. No, no desconfío de ti... pero las cosas no me encajan. Si ese hombre os obligó a matar a mi hermano, tuvisteis que verlo, que estar con el para escucharlo ¿Quien es? ¿Como es? Ademas, te tuvo que explicar de alguna forma su interés, su plan, para si poderte dar a elegir entre mi vida y la de mi hermano. Y....dime de una vez que fue lo que te hizo para que no tuvieses otro remedio, para tener que matarle sin tan si quiera buscar otra salida... o contármelo antes. Ash, se que sabes mucho mas que yo de esto. Te ruego que me lo cuentes...por favor- Mi voz sonaba suave, triste y mis manos no pudieron evitar encontrarse con las suyas para sostenerlas, casi acariciarlas.
Mientras tanto, pocos minutos quedaban para llegar a nuestro destino.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Una vez comenzado el viaje, el silencio les rodeó por completo, siendo interrumpido solamente por el tronar de las ruedas del carruaje aporreando las piedras del camino hacia el centro. La muchacha no tardó en comenzar a hablar sobre algo en general, como de la joven que la ayudó a curarse en la iglesia cuando el Fenrir la atacó. El vampiro sonrió pensando en que por fin ella tenía un contacto en el que confiar a la luz del día, en el que apoyarse y estar acompañada. También le hizo reir la idea de que le enseñase a bailar lo básico al saber que que él y ella no eran pareja. -Curioso que siendo de clase baja como aparentaba supiese bailar ¿Tendrá un buen linaje?- preguntó amistoso -No importa, es muy de agradecer que te enseñara a bailar, muy posiblemente no haya más remedio que danzar inútilmente con algunos de los presentes... es un alivio que lleven máscaras, la enorme mayoría de sus rostros no son más que simples escusas para tener un par de ojos con los que mirar al mundo por encima de sus hombros...- maldijo a la clase alta o al menos al tipo de gente tan estirada y orgullosa que no había osado mirarse a un espejo para apreciar su verdadero aspecto -Al menos el señor Ronald no es como los demás, es más bien... como yo- terminó con cirto rintintín maléfico en sus palabras y una pícara sonrisa.
Keira continuó su conversación hablando de que había vuelto a encontrarse con aquel brujo que le regaló el antiguo sortilegio, que reemplazó por el collar que ahora llevaba. Alegaba que las historias que contaban los gitanos le recordaban ligeramente a él, sobre seres hermosos y cautivadores bebedores de sangre, vampiros.
Ash echó a reir como pocas veces -¿Te recuerdan a mí?- ella seguía hablando sobre el tacto de la piel de un vampiro, fría y muerta, pero que a diferencia de hacía unos instantes la piel de Ash estaba tan cálida como la de cualquier otro ser humano resguardada del invierno. Le llamó la atención el comentario que hizo sobre que las doncellas habían hablado de él, tachándole de un ser oscuro con el que Keira debía tener cuidado -Ya veo... ¿Cuidado conmigo, eh?- sonrió para sí mientras la miraba -Es un halago que me recuerdes como un ser hermoso o atractivo de alguna forma- se burló -Pero creeme, solamente soy despiadado con los delincuentes y en especial con mi queridísimo señor De Niro, al que estoy deseoso de encontrar...- terminó de hablar para dar paso a la siguiente tanda de palabras de la mujer, que decía tener dudas e intentó profundizar en el tema del asesinato de su hermano nuevamente.
Sabiamente, el vampiro tomó raudo las máscaras y le entregó la suya a Keira, colocándosela en la cara para intentar hacerla callar del repentino gesto -Es tu máscara, pontela, estamos a punto de llegar- era una preciosa máscara de color carmesí decorada con algunos detalles negros en los bordes de los cuales brotaban unas plumas señoriales del mismo color que la máscara, con las puntas negras. -Y esto también...- le entregó entonces la daga -Apuesto a que "sabes dónde esconderlo" -le guiñó el ojo antes de que el carro parase y procediera a bajarse de el -Vamos, querida- colocó nuevamente el brazo en posición para que ella pudiera agarrarse a él y echó a caminar -Quizá hacerte pasar por mi pareja no sea demasiado agradable para ti y te pido disculpas por ello, pero no negaras que es divertido- sonrió mientras se colocaba la suya, completamente negra que tapaba la mitad de su rostro dejando solamente al descubierto su boca y la mitad de sus mejillas -Para mí lo es, sin duda. Tanto como si fueras mi mujer de verdad- apostilló antes de encararse con el mayordomo que esperaba en la puerta disciplinadamente -Señor y señora Ravnos, Capitán general de la milicia francesa.- inclinó ligeramente la cabeza -Bienvenido Mi Lord, Mi Lady, por favor, pasad- se hizo a un lado y señaló gentilmente el camino con su brazo hacia un gran salón que parecía estar bañado en oro con una gran lámpara de araña en el techo, donde todos hablaban con todos, enmascarados, escondidos, envueltos en las sombras, huyendo de su verdadera esencia ante la pulcra sociedad.
Mientras enfilaban el pasillo, Ash susurró a la mujer -Cuando comience el baile puedes codearte con cualquier hombre en la sala, busca información respecto a Norbert... seguramente alguien le conocerá, tenía aspecto de tipo de negocios...- terminó la frase con cierta amargura.
Al entrar al salón, se aproximó arrastrando consigo a Keira hacia una pareja que se servía un refrigerio con alto contenido alcohólico como el vampiro podía adivinar... el hedor de la sangre en ese lugar era tan espantoso y fuerte que casi le hacía poner expresiones de disgusto -Disculpe ¿El señor Ronald?- preguntó, sabiendo que se estaba dirigiendo realmente al anfitrión de la noche -¡Señor Ravnos! ¡Qué alegría me da veros por aquí!- las máscaras no fueron ningún obstáculo para que ambos se reconocieran, su misma esencia era más que suficiente, la esencia de un cuerpo andante, vivo, con un corazón que no late. -¿Quién es la hermosa dama que os acompaña?- tomó y besó el reverso de la mano de Keira, haciendo sentir al vampiro una extraña sensación de posesividad que no había experimentado antes, solo con Norbert -¡Muy bien!- gritó el hombre a los presentes -¡Bienvenidos, damas y caballeros a mi humilde morada. Por favor, disfrutad de la fiesta tanto como podáis. Que comience el baile de la mascarada!- vitoreó mientras todos aplaudían con entusiasmo antes de que todos se mezclaran entre ellos como una marabunta hambrienta de carne del sexo contrario, coqueteando, riendo y quizá trazando planes nada legales.
Ash comenzó el baile de inmediato con Keira, era un precioso vals tocado por unos músicos bien vestidos que había cerca de la entrada principal. Danzó y danzó con ella durante unos momentos, lo suficiente antes del cambio de pareja para poder comunicarle sus ideas -Pregunta, no te cortes. Investiga todo lo que puedas igual que haré yo, estoy segurísimo de que alguien aquí ha de conocerle... Pero no coquetees- terminó la frase con un tono de voz que parecía más una súplica que una orden, antes de que la mano del vampiro se desprendiese de la de su acompañante, arrastrado por una alta figura varonil que le sustituyó, fundiéndose el demonio con otra mujer que allí danzaba, comenzando su interrogatorio señorial y distraido, intentando no perder de vista a su querida amiga.
Keira continuó su conversación hablando de que había vuelto a encontrarse con aquel brujo que le regaló el antiguo sortilegio, que reemplazó por el collar que ahora llevaba. Alegaba que las historias que contaban los gitanos le recordaban ligeramente a él, sobre seres hermosos y cautivadores bebedores de sangre, vampiros.
Ash echó a reir como pocas veces -¿Te recuerdan a mí?- ella seguía hablando sobre el tacto de la piel de un vampiro, fría y muerta, pero que a diferencia de hacía unos instantes la piel de Ash estaba tan cálida como la de cualquier otro ser humano resguardada del invierno. Le llamó la atención el comentario que hizo sobre que las doncellas habían hablado de él, tachándole de un ser oscuro con el que Keira debía tener cuidado -Ya veo... ¿Cuidado conmigo, eh?- sonrió para sí mientras la miraba -Es un halago que me recuerdes como un ser hermoso o atractivo de alguna forma- se burló -Pero creeme, solamente soy despiadado con los delincuentes y en especial con mi queridísimo señor De Niro, al que estoy deseoso de encontrar...- terminó de hablar para dar paso a la siguiente tanda de palabras de la mujer, que decía tener dudas e intentó profundizar en el tema del asesinato de su hermano nuevamente.
Sabiamente, el vampiro tomó raudo las máscaras y le entregó la suya a Keira, colocándosela en la cara para intentar hacerla callar del repentino gesto -Es tu máscara, pontela, estamos a punto de llegar- era una preciosa máscara de color carmesí decorada con algunos detalles negros en los bordes de los cuales brotaban unas plumas señoriales del mismo color que la máscara, con las puntas negras. -Y esto también...- le entregó entonces la daga -Apuesto a que "sabes dónde esconderlo" -le guiñó el ojo antes de que el carro parase y procediera a bajarse de el -Vamos, querida- colocó nuevamente el brazo en posición para que ella pudiera agarrarse a él y echó a caminar -Quizá hacerte pasar por mi pareja no sea demasiado agradable para ti y te pido disculpas por ello, pero no negaras que es divertido- sonrió mientras se colocaba la suya, completamente negra que tapaba la mitad de su rostro dejando solamente al descubierto su boca y la mitad de sus mejillas -Para mí lo es, sin duda. Tanto como si fueras mi mujer de verdad- apostilló antes de encararse con el mayordomo que esperaba en la puerta disciplinadamente -Señor y señora Ravnos, Capitán general de la milicia francesa.- inclinó ligeramente la cabeza -Bienvenido Mi Lord, Mi Lady, por favor, pasad- se hizo a un lado y señaló gentilmente el camino con su brazo hacia un gran salón que parecía estar bañado en oro con una gran lámpara de araña en el techo, donde todos hablaban con todos, enmascarados, escondidos, envueltos en las sombras, huyendo de su verdadera esencia ante la pulcra sociedad.
Mientras enfilaban el pasillo, Ash susurró a la mujer -Cuando comience el baile puedes codearte con cualquier hombre en la sala, busca información respecto a Norbert... seguramente alguien le conocerá, tenía aspecto de tipo de negocios...- terminó la frase con cierta amargura.
Al entrar al salón, se aproximó arrastrando consigo a Keira hacia una pareja que se servía un refrigerio con alto contenido alcohólico como el vampiro podía adivinar... el hedor de la sangre en ese lugar era tan espantoso y fuerte que casi le hacía poner expresiones de disgusto -Disculpe ¿El señor Ronald?- preguntó, sabiendo que se estaba dirigiendo realmente al anfitrión de la noche -¡Señor Ravnos! ¡Qué alegría me da veros por aquí!- las máscaras no fueron ningún obstáculo para que ambos se reconocieran, su misma esencia era más que suficiente, la esencia de un cuerpo andante, vivo, con un corazón que no late. -¿Quién es la hermosa dama que os acompaña?- tomó y besó el reverso de la mano de Keira, haciendo sentir al vampiro una extraña sensación de posesividad que no había experimentado antes, solo con Norbert -¡Muy bien!- gritó el hombre a los presentes -¡Bienvenidos, damas y caballeros a mi humilde morada. Por favor, disfrutad de la fiesta tanto como podáis. Que comience el baile de la mascarada!- vitoreó mientras todos aplaudían con entusiasmo antes de que todos se mezclaran entre ellos como una marabunta hambrienta de carne del sexo contrario, coqueteando, riendo y quizá trazando planes nada legales.
Ash comenzó el baile de inmediato con Keira, era un precioso vals tocado por unos músicos bien vestidos que había cerca de la entrada principal. Danzó y danzó con ella durante unos momentos, lo suficiente antes del cambio de pareja para poder comunicarle sus ideas -Pregunta, no te cortes. Investiga todo lo que puedas igual que haré yo, estoy segurísimo de que alguien aquí ha de conocerle... Pero no coquetees- terminó la frase con un tono de voz que parecía más una súplica que una orden, antes de que la mano del vampiro se desprendiese de la de su acompañante, arrastrado por una alta figura varonil que le sustituyó, fundiéndose el demonio con otra mujer que allí danzaba, comenzando su interrogatorio señorial y distraido, intentando no perder de vista a su querida amiga.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Me indigné. Me encontraba absolutamente exasperada cuando el joven obvió toda pregunta que supliqué que me respondiese. Me dio la mascara, cortante e hizo como si nada hubiese escuchado. Además, sonrientemente, me entregó una pequeña daga para que la colocase en un muslo por si las moscas ¿Qué significaba aquello? ¿No iba a responderme a sabiendas de que sus respuestas aliviarían la carga que durante dos meses había estado llevando? Sin duda, Ash sabia algo más que yo, tenía consciencia de bastantes cosas y no quería contármelas. Me estaba ocultando información siendo el quien se quejaba de que no confiaba demasiado. Tomé la daga con violencia, me arremangué el vestido dándome lo mismo si el joven miraba o no, rompí el elástico de la media y la sujeté con esta.
Bajé del coche sin tomar el brazo de Ash hasta que llegamos a las puertas de la gran mansión donde el baile se celebraba. El muchacho me presentó ante el mayordomo como si de su prometida o esposa se tratase y no pude evitar poner mala cara solo de imaginarme esclavizada a alguien que me miente. En poco, ya nos encontrábamos, unidos del brazo, bajando unas grandes escaleras que llevarían hacia un gran salón, donde la muchedumbre se encontraba charlando a viva voz, coqueteando y riendo compulsivamente a causa de alguna que otra bebía. –Que asco…-Dije en voz baja. Si ya me horrorizaba ver a un rico paseando por el centro de Paris, ver a tantos juntos deseosos de acabar la noche con sexo hacia que mi cuerpo se estremeciese de repelencia. Me coloqué la mascara, que hizo que la mitad de mi rostro fuese irreconocible, y me dirigí junto al muchacho al que se suponía que era el anfitrión de todo aquel carnaval. En un acto elegante y cortés, se interesó por mi nombre a la vez que me besaba la mano suavemente. Al principio me fue difícil reaccionar, pues tuve que ocultar todo intento de cruzarle la cara a el ya todos los de su ámbito, pero respiré hondo y pensé antes de contestar -Keira de Niro… aunque bueno, el apellido de mi padre se esfumará en cuanto contraiga matrimonio con Ash. ¿Conocéis a mi padre señor? – Tenia que admitir que a veces podía llegar a ser una gran actriz poniendo ese tonto tan remilgado y coqueto.
Tras el saludo con Ronald, el joven y yo nos dirigimos hacia el centro del salón. La gente de alrededor comenzó a bailar un suave vals, por lo que posé mi mano en el pecho del moreno y la otra la entrelacé con la equivalente a la de el; y fue cuando me percaté de que una vez mas su piel volvía a estar tan helada como siempre. No pude evitar hacer una mueca dudosa, empezaba a preocuparme por esa variabilidad, pero la pequeña ira evadía toda pena –Vuelves a estar frio… será que en tu piel se refleja tu forma de ser. ¿Se puede saber por que no contestas a mis preguntas? Ash, estoy pasándolo mal y no me ayudas. No puedes acusarme, no puedes pedirme que confíe en ti si no me cuentas todo lo que sabes. Se que conoces a ese hombre, se que has estado con el… y cada vez me creo menos eso de que no tuviste opción. Quizá no fuera intención de el que empezase a odiarte… quizá era natural que lo hiciese –Hablaba bajo para que los presentes no pudieran oír la conversación, pero borde y cortante. Miraba a los ojos de Ash con frialdad esperando que supiese que responder. Llegó el cambio de música y por lo tanto la opción de cambio de pareja. El joven antes, sugirió ideas que me ayudarían a dar con lo que buscaba, no sin antes advertirme de algo que me horrorizo por completo – ¿Encima vas a decirme lo que tengo y no tengo que hacer? Ash, no eres nadie para pedirme que no coquetee con otros hombres…- justo cuando mis palabras terminaron, otro joven se colocó frente a mi haciendo una reverencia como petición de baile. Sin demora, hice lo mismo aceptando la propuesta y ambos nos alejamos, mezclándonos entre la muchedumbre hasta que perdí de mi vista por completo al muchacho.
Aquel primer joven con el que comencé a bailar, me recordó curiosamente a Fred, tanto, que no pude evitar que mis ojos humedeciesen a causa de aquello y lo anteriormente ocurrido. -¿Os encontráis bien mademoiselle?- preguntó el joven. Sacudí la cabeza intentando no pensar en aquellos problemas y le dediqué una sonrisa suave –Si, si…gracias por vuestra preocupación- La verdad es que no tenia ánimos de sonsacarle ninguna información al muchacho, por lo que esperé al siguiente que en frente mía se colocase para bailar. El siguiente pretendiente era un hombre ya mayor… de mediana edad quizás. Era moreno tanto de piel como de cabellos y tenia una frondosa barba poco recortada.
-No os he visto nunca... ¿Sois nueva por Paris?- Solo con esa pregunta, mis sospechas de que se trataba de un hombre un tanto ligero de mollera se verificaron
-No señor…la verdad es que llevo bastantes años viviendo aquí. Con mis padres y mi…prometido-
-¿Y puedo saber cual es vuestro precioso nombre y el joven afortunado?
-Mi nombre es Keira, Keira de Niro. Soy hija de Norbet de Niro, señor ¿Le conocéis? Ocupa un gran puesto en esta sociedad económica, estoy segura de que podéis recordarlo. Y mi prometido… bueno, es Capitán General de la milicia, Ash Ravnos; no estoy tan segura de que le conozcáis a el-
-Norbet de Niro… me resulta familiar ese nombre, si, de ámbito económico sin duda. Bueno… eso no es importante ahora ¿Os apetece tomar algo? Estoy seguro de que aquí dentro sufrís tanto calor como yo.
Evidentemente, ni si quiera respondí a las ultimas palabras del hombre y fui en busca de varios caballeros mas. Casi ninguno pudo proporcionarme toda la información que quisiese, se limitaban a responder lo que ya sabía. Cuando bailaba con aquellos caballeros, a veces buscaba con la mirada a Ash y le encontraba mirándome a mí también. Me ponía tan furiosa y a la vez impotente su comportamiento… que coqueteaba con cada hombre que me pedía bailar, como si fuese una dama soltera como las que allí había, obviando lo que el joven pensase.
Al rato, ya me encontraba aburrida de tanto dar vueltas ¿Qué divertido tenia aquello? ¿Cómo podía estar tanta gente deseando que un baile llegase para poder asistir? Deje de pensar en ello y me encaminé hacia unos ventanales que daban lugar a un gran balcón, que afortunadamente, nadie ocupaba con sus charlas. Una vez allí, respiré nuevamente hondo, intentando no gritar, evitando hacer la locura de ir a por Ash y sonsacarle todo lo que sabía. Me apoyé en la baranda de piedra que delimitaba el mirador. Esperaba que nadie interrumpiese los minutos de tranquilidad y reflexión que el cuerpo me pedia…
Bajé del coche sin tomar el brazo de Ash hasta que llegamos a las puertas de la gran mansión donde el baile se celebraba. El muchacho me presentó ante el mayordomo como si de su prometida o esposa se tratase y no pude evitar poner mala cara solo de imaginarme esclavizada a alguien que me miente. En poco, ya nos encontrábamos, unidos del brazo, bajando unas grandes escaleras que llevarían hacia un gran salón, donde la muchedumbre se encontraba charlando a viva voz, coqueteando y riendo compulsivamente a causa de alguna que otra bebía. –Que asco…-Dije en voz baja. Si ya me horrorizaba ver a un rico paseando por el centro de Paris, ver a tantos juntos deseosos de acabar la noche con sexo hacia que mi cuerpo se estremeciese de repelencia. Me coloqué la mascara, que hizo que la mitad de mi rostro fuese irreconocible, y me dirigí junto al muchacho al que se suponía que era el anfitrión de todo aquel carnaval. En un acto elegante y cortés, se interesó por mi nombre a la vez que me besaba la mano suavemente. Al principio me fue difícil reaccionar, pues tuve que ocultar todo intento de cruzarle la cara a el ya todos los de su ámbito, pero respiré hondo y pensé antes de contestar -Keira de Niro… aunque bueno, el apellido de mi padre se esfumará en cuanto contraiga matrimonio con Ash. ¿Conocéis a mi padre señor? – Tenia que admitir que a veces podía llegar a ser una gran actriz poniendo ese tonto tan remilgado y coqueto.
Tras el saludo con Ronald, el joven y yo nos dirigimos hacia el centro del salón. La gente de alrededor comenzó a bailar un suave vals, por lo que posé mi mano en el pecho del moreno y la otra la entrelacé con la equivalente a la de el; y fue cuando me percaté de que una vez mas su piel volvía a estar tan helada como siempre. No pude evitar hacer una mueca dudosa, empezaba a preocuparme por esa variabilidad, pero la pequeña ira evadía toda pena –Vuelves a estar frio… será que en tu piel se refleja tu forma de ser. ¿Se puede saber por que no contestas a mis preguntas? Ash, estoy pasándolo mal y no me ayudas. No puedes acusarme, no puedes pedirme que confíe en ti si no me cuentas todo lo que sabes. Se que conoces a ese hombre, se que has estado con el… y cada vez me creo menos eso de que no tuviste opción. Quizá no fuera intención de el que empezase a odiarte… quizá era natural que lo hiciese –Hablaba bajo para que los presentes no pudieran oír la conversación, pero borde y cortante. Miraba a los ojos de Ash con frialdad esperando que supiese que responder. Llegó el cambio de música y por lo tanto la opción de cambio de pareja. El joven antes, sugirió ideas que me ayudarían a dar con lo que buscaba, no sin antes advertirme de algo que me horrorizo por completo – ¿Encima vas a decirme lo que tengo y no tengo que hacer? Ash, no eres nadie para pedirme que no coquetee con otros hombres…- justo cuando mis palabras terminaron, otro joven se colocó frente a mi haciendo una reverencia como petición de baile. Sin demora, hice lo mismo aceptando la propuesta y ambos nos alejamos, mezclándonos entre la muchedumbre hasta que perdí de mi vista por completo al muchacho.
Aquel primer joven con el que comencé a bailar, me recordó curiosamente a Fred, tanto, que no pude evitar que mis ojos humedeciesen a causa de aquello y lo anteriormente ocurrido. -¿Os encontráis bien mademoiselle?- preguntó el joven. Sacudí la cabeza intentando no pensar en aquellos problemas y le dediqué una sonrisa suave –Si, si…gracias por vuestra preocupación- La verdad es que no tenia ánimos de sonsacarle ninguna información al muchacho, por lo que esperé al siguiente que en frente mía se colocase para bailar. El siguiente pretendiente era un hombre ya mayor… de mediana edad quizás. Era moreno tanto de piel como de cabellos y tenia una frondosa barba poco recortada.
-No os he visto nunca... ¿Sois nueva por Paris?- Solo con esa pregunta, mis sospechas de que se trataba de un hombre un tanto ligero de mollera se verificaron
-No señor…la verdad es que llevo bastantes años viviendo aquí. Con mis padres y mi…prometido-
-¿Y puedo saber cual es vuestro precioso nombre y el joven afortunado?
-Mi nombre es Keira, Keira de Niro. Soy hija de Norbet de Niro, señor ¿Le conocéis? Ocupa un gran puesto en esta sociedad económica, estoy segura de que podéis recordarlo. Y mi prometido… bueno, es Capitán General de la milicia, Ash Ravnos; no estoy tan segura de que le conozcáis a el-
-Norbet de Niro… me resulta familiar ese nombre, si, de ámbito económico sin duda. Bueno… eso no es importante ahora ¿Os apetece tomar algo? Estoy seguro de que aquí dentro sufrís tanto calor como yo.
Evidentemente, ni si quiera respondí a las ultimas palabras del hombre y fui en busca de varios caballeros mas. Casi ninguno pudo proporcionarme toda la información que quisiese, se limitaban a responder lo que ya sabía. Cuando bailaba con aquellos caballeros, a veces buscaba con la mirada a Ash y le encontraba mirándome a mí también. Me ponía tan furiosa y a la vez impotente su comportamiento… que coqueteaba con cada hombre que me pedía bailar, como si fuese una dama soltera como las que allí había, obviando lo que el joven pensase.
Al rato, ya me encontraba aburrida de tanto dar vueltas ¿Qué divertido tenia aquello? ¿Cómo podía estar tanta gente deseando que un baile llegase para poder asistir? Deje de pensar en ello y me encaminé hacia unos ventanales que daban lugar a un gran balcón, que afortunadamente, nadie ocupaba con sus charlas. Una vez allí, respiré nuevamente hondo, intentando no gritar, evitando hacer la locura de ir a por Ash y sonsacarle todo lo que sabía. Me apoyé en la baranda de piedra que delimitaba el mirador. Esperaba que nadie interrumpiese los minutos de tranquilidad y reflexión que el cuerpo me pedia…
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
No paraba de dar vueltas a las últimas palabras que la mujer le había dedicado antes de marchar y proseguir el baile con otra dama. Era cierto el hecho de que él conocía toda la verdad ¿Pero cómo iba a poder decírselo? Seguramente le tacharía de loco y la perdería, cosa que por alguna extraña razón para él, no deseaba en absoluto.
En el encuentro con aquella mujer cuya piel se mostraba mayormente curtida por los años tras aquella máscara, Ash se había perdido por completo en el mar de gente en busca del cabello o los ropajes de la bella mujer que le había acompañado -¿Señor? ¿Ocurre algo?-Eh... no, nada madame-¿Qué buscáis con tanto ahinco? ¿No os parezco suficientemente interesante?- le dijo la mujer en un intento de ponerse seductora[/color][/b]- [i]En absoluto, ni el más mínimo interés hacia una mujer ávida de carne caliente[/color][/b]- [i]la soltó descortésmente para comenzar a bailar con otra mujer, continuando con su búsqueda de Keira a la que pudo percibir entonces hablando con aquellos con los que bailaba, admirando cierto jugueteo con ellos.
Un sentimiento de rabia comenzó a inundar el corazón del nocturno ser que danzaba con las doncellas presentes. En un vano intento de evadirse, comenzó a interrogar a la muchacha -¿Por un casual, hermosa mujer, no habéis oido hablar del gran Norbert De Niro? Verá, soy un hombre de negocios y digamos que podría hacer dinero con él-¿Sois hombre de dinero? Encantada de conoceros entonces señor. Lamento deciros que no, no le conozco... en persona. Creo haber oido ese apellido entre algún presente, quizá ande por aquí. En cualquier caso... no hablemos ahora de negocios- decía aquella chica la cual no podía evitar mostrar un sórdido interés monetario hacia el vampiro. No obstante, la atención del mismo no podía desconectar en absoluto de la señorita Brandford a la que al cabo de un rato observó subir hacia un balcón.
El joven, siendo marioneta de los celos que odiaba admitir que sentía, se separó brúscamente de la mujer y enfiló camino hacia Keira con gran velocidad. Surcó el gentío hasta que alcanzó finalmente el balcón maravillosamente iluminado por la pálida luz de la luna.
Allí se encontraba ella, apoyada en la fría piedra como si nada tuviese que ver con su existencia -¿Se puede saber qué hacías coqueteando con aquel tipo?- irrumpió en el silencio de la mujer con cierto tono sofocado -Te pedí que no intimaras Keira, te lo pedí de buenas formas ¿A qué venía aquella escenita de pataleta de niña pequeña sobre mis doncellas para ahora tú hacer lo que te de la gana? ¿Qué te crees que som...?- reflexionó un momento, dejando sus ojos bien clavados en los de la mujer a la que enfrentaba ¿Qué eran realmente? ¿Eran de verdad amigos? ¿Compañeros? ¿Conocidos? ¿Eran aquellos sentimientos realmente algo importante que debía de tener en cuenta? -Keira, tú... yo... ¿Qué estamos haciendo realmente?- suspiró de forma pesada, como si el aire fuese de puro metal -¿Qué eres tú para mí? ¿Qué soy yo para ti- se giró y abrió los brazos como si quisiera abarcar la luna y su luz para sí -¿Qué? ¿Qué somos, Keira? Estoy cansado de interrogantes hacia mi propia persona igual que tú lo estás de tus propias dudas. Respóndeme, tus palabras serían la clave para tu conocimiento- la miró -Dime...- se acercó a ella, a escasos centímetros -Dime por qué cada noche que no te he visto desde que te conocí sentía la soledad como si nunca antes hubiese habitado conmigo ¿Por qué? ¡Dime! ¡¿Por qué?!- la última pregunta se llevó a cabo tan próxima a los labios de Keira que Ash no reparó en su proximidad hasta pasados unos momentos -Yo... quiero saber si yo...- se calló y se volvió hacia la muchedumbre como si hubiese oido un disparo, pero todo era jovial y fiestero, no había disturbios visibles. No, nada iba mal... excepto aquella presencia que acababa de sentir. -Hablaremos más tarde... queda noche por delante y debemos seguir investigando ¿No te parece?- volvió a suspirar de forma pesada antes de adentrarse en el gran salón -Estás aquí... ¿Verdad? Te he sentido, te he olido... te he oido...- susurraba para sí mientras caminaba concentrándose en cada ser vivo que le rodeaba.
Mientras, desde el segundo piso, apoyado en un hermoso bastón y ataviado con un traje sumamente elegante, una figura vestida con un sombrero de copa gris vigilaba a la pareja que se separaba con una enorme sonrisa de satisfacción -L'amour...- se oyó una pequeña risas atrás de sí cuando pronunció esas palabras -¿Qué pensáis querida Cayetana...? ¿Les hacemos por fin una visita?- habló amigable, como un padre a su hija. No obstante, la persona que había detrás del señor no era más que una señora de apariencia mayor, muy mayor. El pelo lo tenía completamente encrespado y cano. Su piel estaba completamente arrugada y pálida, desentonando con aquellos grandes labios que le daban una apariencia ciertamente desagradable -Sí, querido...- parecía caminar de forma torpe y su voz era tan quebrada y aguda que una simple palabra bastaba para desagradar al oyente, pero no al señor del traje gris -Bien, entonces... veamos qué tal se encuentra la señorita Brandford tras estos dos meses sin saber nada sobre sus hermanitos...- se pusieron en marcha dispuestos a bajar las escaleras con disimulo y elegancia; Un traje gris con un sombrero de copa a juego y un bastón de color marrón oscuro. La prehistórica señora engalanada con un pomposo traje rosa chillón, seguidos por un tercero vistiendo un clásico chaquet negro -Va a ser una noche... apocalíptica...- masculló con una sonrisa juguetona, que hizo reir a sus otros dos acompañantes.
En el encuentro con aquella mujer cuya piel se mostraba mayormente curtida por los años tras aquella máscara, Ash se había perdido por completo en el mar de gente en busca del cabello o los ropajes de la bella mujer que le había acompañado -¿Señor? ¿Ocurre algo?-Eh... no, nada madame-¿Qué buscáis con tanto ahinco? ¿No os parezco suficientemente interesante?- le dijo la mujer en un intento de ponerse seductora[/color][/b]- [i]En absoluto, ni el más mínimo interés hacia una mujer ávida de carne caliente[/color][/b]- [i]la soltó descortésmente para comenzar a bailar con otra mujer, continuando con su búsqueda de Keira a la que pudo percibir entonces hablando con aquellos con los que bailaba, admirando cierto jugueteo con ellos.
Un sentimiento de rabia comenzó a inundar el corazón del nocturno ser que danzaba con las doncellas presentes. En un vano intento de evadirse, comenzó a interrogar a la muchacha -¿Por un casual, hermosa mujer, no habéis oido hablar del gran Norbert De Niro? Verá, soy un hombre de negocios y digamos que podría hacer dinero con él-¿Sois hombre de dinero? Encantada de conoceros entonces señor. Lamento deciros que no, no le conozco... en persona. Creo haber oido ese apellido entre algún presente, quizá ande por aquí. En cualquier caso... no hablemos ahora de negocios- decía aquella chica la cual no podía evitar mostrar un sórdido interés monetario hacia el vampiro. No obstante, la atención del mismo no podía desconectar en absoluto de la señorita Brandford a la que al cabo de un rato observó subir hacia un balcón.
El joven, siendo marioneta de los celos que odiaba admitir que sentía, se separó brúscamente de la mujer y enfiló camino hacia Keira con gran velocidad. Surcó el gentío hasta que alcanzó finalmente el balcón maravillosamente iluminado por la pálida luz de la luna.
Allí se encontraba ella, apoyada en la fría piedra como si nada tuviese que ver con su existencia -¿Se puede saber qué hacías coqueteando con aquel tipo?- irrumpió en el silencio de la mujer con cierto tono sofocado -Te pedí que no intimaras Keira, te lo pedí de buenas formas ¿A qué venía aquella escenita de pataleta de niña pequeña sobre mis doncellas para ahora tú hacer lo que te de la gana? ¿Qué te crees que som...?- reflexionó un momento, dejando sus ojos bien clavados en los de la mujer a la que enfrentaba ¿Qué eran realmente? ¿Eran de verdad amigos? ¿Compañeros? ¿Conocidos? ¿Eran aquellos sentimientos realmente algo importante que debía de tener en cuenta? -Keira, tú... yo... ¿Qué estamos haciendo realmente?- suspiró de forma pesada, como si el aire fuese de puro metal -¿Qué eres tú para mí? ¿Qué soy yo para ti- se giró y abrió los brazos como si quisiera abarcar la luna y su luz para sí -¿Qué? ¿Qué somos, Keira? Estoy cansado de interrogantes hacia mi propia persona igual que tú lo estás de tus propias dudas. Respóndeme, tus palabras serían la clave para tu conocimiento- la miró -Dime...- se acercó a ella, a escasos centímetros -Dime por qué cada noche que no te he visto desde que te conocí sentía la soledad como si nunca antes hubiese habitado conmigo ¿Por qué? ¡Dime! ¡¿Por qué?!- la última pregunta se llevó a cabo tan próxima a los labios de Keira que Ash no reparó en su proximidad hasta pasados unos momentos -Yo... quiero saber si yo...- se calló y se volvió hacia la muchedumbre como si hubiese oido un disparo, pero todo era jovial y fiestero, no había disturbios visibles. No, nada iba mal... excepto aquella presencia que acababa de sentir. -Hablaremos más tarde... queda noche por delante y debemos seguir investigando ¿No te parece?- volvió a suspirar de forma pesada antes de adentrarse en el gran salón -Estás aquí... ¿Verdad? Te he sentido, te he olido... te he oido...- susurraba para sí mientras caminaba concentrándose en cada ser vivo que le rodeaba.
Mientras, desde el segundo piso, apoyado en un hermoso bastón y ataviado con un traje sumamente elegante, una figura vestida con un sombrero de copa gris vigilaba a la pareja que se separaba con una enorme sonrisa de satisfacción -L'amour...- se oyó una pequeña risas atrás de sí cuando pronunció esas palabras -¿Qué pensáis querida Cayetana...? ¿Les hacemos por fin una visita?- habló amigable, como un padre a su hija. No obstante, la persona que había detrás del señor no era más que una señora de apariencia mayor, muy mayor. El pelo lo tenía completamente encrespado y cano. Su piel estaba completamente arrugada y pálida, desentonando con aquellos grandes labios que le daban una apariencia ciertamente desagradable -Sí, querido...- parecía caminar de forma torpe y su voz era tan quebrada y aguda que una simple palabra bastaba para desagradar al oyente, pero no al señor del traje gris -Bien, entonces... veamos qué tal se encuentra la señorita Brandford tras estos dos meses sin saber nada sobre sus hermanitos...- se pusieron en marcha dispuestos a bajar las escaleras con disimulo y elegancia; Un traje gris con un sombrero de copa a juego y un bastón de color marrón oscuro. La prehistórica señora engalanada con un pomposo traje rosa chillón, seguidos por un tercero vistiendo un clásico chaquet negro -Va a ser una noche... apocalíptica...- masculló con una sonrisa juguetona, que hizo reir a sus otros dos acompañantes.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Como me temía, mi tranquilidad y deseada soledad seria eliminada por manos de alguien. En aquel caso, se trató de la persona que menos quería ver en ese momento: Ash. Me sentía extrañamente dolida. En cualquier otro caso, una discusión con un hombre no habría significado nada, era mas, en cuanto me hubiese percatado que me mentía me hubiera alejado de el...pero con el joven no podía. Sufría mas por la idea de que no confiase en mi que la propia dicha de mis hermanos. Sin duda alguna debía cortar por lo sano si no quería volver a padecer tal sensación de amargura y tristeza. Estaba dispuesta a poner frente a mi toda valentía y orgullo para hacer desaparecer de mi vida al muchacho...pero en el fondo, sabia que seria difícil de olvidar a tal persona, a pesar de que odiaba la situación, a pesar de que lo único que quería era salir del lugar. Y era cierto, y me costaba asimilar, que quizá estaba huyendo del avecinamiento de lo que siempre había repelido.
El joven, se acercó rápidamente hacia mi. Yo no podía dejar de mirarle seria, dispuesta a hacer frente a todo lo que me dijese. El muchacho parecía sulfurado por mi actuación frente a los caballeros y me sorprendió que llegase a tal punto de aparecer con un sofoco que jamas había visto en el
-¿Me estabas vigilando todo el tiempo? Ash déjame en paz. Si dije algo sobre tus doncellas puedes estar seguro de que ha quedado en el pasado. Ahora mismo siento odio hacia ti y no puedes pedirme que no lo sienta. Me estas ocultando cosas...Eres tú entonces el que desconfía de mi. Estoy harta de que intentes darle vueltas a las cosas, de que manejes mis sentimientos- Sabia que quizá con aquellas palabras finales se sintiese confuso, pero era cierto que cada vez que algo sucedía, ahí estaba el joven para volverlo todo de color, dando una respuesta rápida, la que mis oídos querían oír y no mi mente, haciendo que callase hasta cada noche en la cama que pasé reflexionando los acontecimientos. Fue entonces, cuando Ash comenzó a lanzar una serie de preguntas que nuevamente me dejaron sin respuesta, pues no sabia que responder, no sabia como enfrentarme a aquellas palabras - Yo estoy intentando dar con mis hermanos. Si quieres estar en otro lugar haciendo otras cosas no tienes por que preguntarme que estamos haciendo. Ve y...- Tuve que callar al percatarme de que las preguntas del joven habían tomado otro rumbo mas personal e intimo. Sentí como la muralla interior que protegía mi cuerpo se desmoronaba con cada pregunta que el chico lanzaba. Sentí que las fuerzas flaqueaban, y que las puertas de mantenían atados los nervios se abrían de par en par. Quizá le hubiese gritado, intentando obviar lo inevitable pero fue imposible, pues Ash se acercó rápidamente hacia mi, muy cerca, casi nos acariciabamos el uno al otro y lanzó sus ultimas palabras. Palabras que provocaron sin duda que mis ojos se humedeciesen, pues acababa de comprobar que el joven sentía lo mismo que yo...que cada minuto que pasaba sin el se hacia preso de la soledad. Algo en mi, me gritó a viva voz que le confesase lo mismo, pero pocas palabras salieron de mis labios. El corazón me latía con fuerza y el cuerpo se tornaba tenso por la proximidad entre ambos y la establecida conexión visual a pesar de las mascaras, pues había sucumbido mas que nunca a su mirada y me encontraba totalmente perdida en ella -Ash...yo...- Sus labios estaban tan cerca de los míos...casi podía rozaros y la idea me atraía inconscientemente, solo de pensarlo el corazón bombeaba mucho mas rápido de lo que ya hacia, e inconscientemente, cerré los ojos con la intención de acariciar sus labios con los míos, de sentirlos.Me aproximé lo mas que pude a el, pero hubo algo, algo maldito, que hizo que de un salto el joven se apartase. Parecía como si hubiese oído algo, su cara estaba totalmente seria y sugiriendo que continuásemos con nuestro trabajo, se alejó y mezcló entre la muchedumbre ¿Que había pasado? Quizá no le había gustado mi reacción... si, pensé que seguramente había sido eso. Respiré tan hondo como pude e intenté tranquilizarme por lo que acababa de suceder.
Transcurridos unos minutos, cuando quedé mas relajada e intenté olvidar lo que había pasado, volví al salón de baile. En ese momento si que había perdido cualquier gana de bailar con un hombre, pero tenia que hacerlo. Busqué a Ash con la mirada, aun confusa, pero un hombre mas mayor que yo se posicionó frente a mi e hizo un elegante gesto como petición de seguir la sintonia de la música. Algo extraño vi en el, era rico como los demás, pero parecía tener muchos dedos mas de frente que cualquiera de los que allí había. No podía ver apenas su mirada, pero su semblante era serio y sabio. Sentía curiosidad por saber de quien se trataba y acepté. En poco comenzamos a bailar y para mi sorpresa el no lo hacia nada mal, parecía como si llevase años haciéndolo. vi como el caballero quiso dirigirse a mi y antes de que pudiese le corté para facilitarle la palabra:
-Keira, Keira de Niro señor. No, estoy segura de que nada en mi os resultara familiar, pues he viajado numerosas veces con mi padre de aquí para allá. Parecéis un hombre bastante adinerado, quizá le conozcáis: Norbet de Niro.
El hombre quedó completamente callado, pero una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios.
El joven, se acercó rápidamente hacia mi. Yo no podía dejar de mirarle seria, dispuesta a hacer frente a todo lo que me dijese. El muchacho parecía sulfurado por mi actuación frente a los caballeros y me sorprendió que llegase a tal punto de aparecer con un sofoco que jamas había visto en el
-¿Me estabas vigilando todo el tiempo? Ash déjame en paz. Si dije algo sobre tus doncellas puedes estar seguro de que ha quedado en el pasado. Ahora mismo siento odio hacia ti y no puedes pedirme que no lo sienta. Me estas ocultando cosas...Eres tú entonces el que desconfía de mi. Estoy harta de que intentes darle vueltas a las cosas, de que manejes mis sentimientos- Sabia que quizá con aquellas palabras finales se sintiese confuso, pero era cierto que cada vez que algo sucedía, ahí estaba el joven para volverlo todo de color, dando una respuesta rápida, la que mis oídos querían oír y no mi mente, haciendo que callase hasta cada noche en la cama que pasé reflexionando los acontecimientos. Fue entonces, cuando Ash comenzó a lanzar una serie de preguntas que nuevamente me dejaron sin respuesta, pues no sabia que responder, no sabia como enfrentarme a aquellas palabras - Yo estoy intentando dar con mis hermanos. Si quieres estar en otro lugar haciendo otras cosas no tienes por que preguntarme que estamos haciendo. Ve y...- Tuve que callar al percatarme de que las preguntas del joven habían tomado otro rumbo mas personal e intimo. Sentí como la muralla interior que protegía mi cuerpo se desmoronaba con cada pregunta que el chico lanzaba. Sentí que las fuerzas flaqueaban, y que las puertas de mantenían atados los nervios se abrían de par en par. Quizá le hubiese gritado, intentando obviar lo inevitable pero fue imposible, pues Ash se acercó rápidamente hacia mi, muy cerca, casi nos acariciabamos el uno al otro y lanzó sus ultimas palabras. Palabras que provocaron sin duda que mis ojos se humedeciesen, pues acababa de comprobar que el joven sentía lo mismo que yo...que cada minuto que pasaba sin el se hacia preso de la soledad. Algo en mi, me gritó a viva voz que le confesase lo mismo, pero pocas palabras salieron de mis labios. El corazón me latía con fuerza y el cuerpo se tornaba tenso por la proximidad entre ambos y la establecida conexión visual a pesar de las mascaras, pues había sucumbido mas que nunca a su mirada y me encontraba totalmente perdida en ella -Ash...yo...- Sus labios estaban tan cerca de los míos...casi podía rozaros y la idea me atraía inconscientemente, solo de pensarlo el corazón bombeaba mucho mas rápido de lo que ya hacia, e inconscientemente, cerré los ojos con la intención de acariciar sus labios con los míos, de sentirlos.Me aproximé lo mas que pude a el, pero hubo algo, algo maldito, que hizo que de un salto el joven se apartase. Parecía como si hubiese oído algo, su cara estaba totalmente seria y sugiriendo que continuásemos con nuestro trabajo, se alejó y mezcló entre la muchedumbre ¿Que había pasado? Quizá no le había gustado mi reacción... si, pensé que seguramente había sido eso. Respiré tan hondo como pude e intenté tranquilizarme por lo que acababa de suceder.
Transcurridos unos minutos, cuando quedé mas relajada e intenté olvidar lo que había pasado, volví al salón de baile. En ese momento si que había perdido cualquier gana de bailar con un hombre, pero tenia que hacerlo. Busqué a Ash con la mirada, aun confusa, pero un hombre mas mayor que yo se posicionó frente a mi e hizo un elegante gesto como petición de seguir la sintonia de la música. Algo extraño vi en el, era rico como los demás, pero parecía tener muchos dedos mas de frente que cualquiera de los que allí había. No podía ver apenas su mirada, pero su semblante era serio y sabio. Sentía curiosidad por saber de quien se trataba y acepté. En poco comenzamos a bailar y para mi sorpresa el no lo hacia nada mal, parecía como si llevase años haciéndolo. vi como el caballero quiso dirigirse a mi y antes de que pudiese le corté para facilitarle la palabra:
-Keira, Keira de Niro señor. No, estoy segura de que nada en mi os resultara familiar, pues he viajado numerosas veces con mi padre de aquí para allá. Parecéis un hombre bastante adinerado, quizá le conozcáis: Norbet de Niro.
El hombre quedó completamente callado, pero una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Le hubiese gustado realmente pararse a pensar en las palabras que Keira iba a pronunciar, o quizá el acto que no llegó a culminar... pero era aquella atrapante sensación, ese aroma tan agradable y desagradable. Parecía que un aura especial emanaba del salón, como si el cantante más glamuroso hubiese llegado a la fiesta... ¡No! Como si el mismísimo Rey de Francia hubiese llegado a la fiesta de Ronald.
Su inspección fue interrumpida por la incursión al baile de una señora aparentemente mayor cuyo rostro estaba envuelto en una máscara blanca que inspiraba cierto pavor. -¿Baila, querido joven?- Ash no supo qué contestar en ese instante. Miró hacia detrás y no pudo distinguir a Keira entre los presentes al no hallarla en el balcón, supuso entonces que ella estaría ejerciendo su trabajo por algún lugar -Claro, señora...-Cayetana, hijo, Cayetana de Alba...- era tan irritante hablando que a Ash le costaba mirarla sin expresar cierta cólera en sus ojos -Creo que os conozco... ¿Sois Ash Ravnos, verdad? El Capitán General de Francia...- pareció adivinar, maravillando al vampiro -Yo vengo de España. Esperaba poder hacer negocios con alguien aquí... Más concretamente concertar algún conveniente matrimonio para con mi hija ¿Sabeis? No penséis por ello que no es hermosa... ¡Es clavadita a su madre! Jojojo...- rió desagradablemente obligando al vampiro a girar su cara tras la máscara para hacer un gesto de tremenda repugnancia -Sin duda, ha de ser hermosa, sí...- exclamó Ash retomando la compostura pero con unas palabras cargadísimas de ironía.
El baile prosiguió durante unos minutos antes de que el moreno se percatase de que su acompañante, que no paraba de hablar, era otra "más" ¿Cuantos vampiros habría en la fiesta? No... ¿Cuantos en París? No contaba con ser el único ni mucho menos, pero quizá paises donde el clima sea más frío o incluso al norte donde las noches pueden durar semanas se haría más atractivo que la romántica París...
Sin embargo, debido a la intuición y el distinguible olor de Norbert le había apartado de toda realidad, mas no de Keira. Se movía nervioso, impaciente por conseguir discernir su preciosa figura entre la multitud... ¿¡Dónde se había metido?!
Negó con la cabeza rápidamente, debía usar ese precioso tiempo que tenía desperdiciado con esa... mujer, para averiguar algo más. Miraba a todos y a cada uno de los presentes, olfateaba, escuchaba... Una hermosa sinfonía de corazones, de sangre caliente... pero desgraciadamente inundada en alcohol muy posiblemente. Finalmente, a parte de Ronald, solo un hombre más consiguió llamar la atención del egipcio fuera de los límites de la esencia de Norbert: Un hombre alto, fornido y con una frente bastante despejada en la cual la alopecia comenzaba a hacer estragos. Su voz era prominente y era divertido escucharle hablar, pues no hacía más que pronunciar toda frase con algún aliciente de pesadilla como "Apocaliptico" "Terrorifico" "Muerte"... ¿Quién diantres sería? No lo sabía, pero el caso es que tras su piel, carne y huesos su corazón estaba tan frío como el suyo, era uno más, otro vampiro más.
Ash comenzó a iniciar cavilaciones sobre alguna confavulación, pues sabía que Norbert realmente buscaba a Keira ¿Coincidencia? Quizá no, pero por alguna razón la aparición del trío en el momento justo era demasiado sospechoso y Ash estaba demasiado experimentado en casos similares a lo largo de los siglos. -No puede ser...- masculló cuando se giró súbitamente, pudiendo por fin observar a la joven doncella danzando y entablando conversación con alguien, alguien que vestía un traje gris... alguien tremendamente familiar y espantoso, era él sin duda, Norbert. -Demasiado tarde señor Ravnos, habéis perdido esta vez- escuchó a la mujer que habló tras de sí, girándose nuevamente para dedicarle una mirada fulminante, mas cuando intentó posar sus ojos sobre la dama que le había acompañado, ella ya no estaba allí. Ambos, se diluyeron en la multitud como el humo en una ventisca...
Su inspección fue interrumpida por la incursión al baile de una señora aparentemente mayor cuyo rostro estaba envuelto en una máscara blanca que inspiraba cierto pavor. -¿Baila, querido joven?- Ash no supo qué contestar en ese instante. Miró hacia detrás y no pudo distinguir a Keira entre los presentes al no hallarla en el balcón, supuso entonces que ella estaría ejerciendo su trabajo por algún lugar -Claro, señora...-Cayetana, hijo, Cayetana de Alba...- era tan irritante hablando que a Ash le costaba mirarla sin expresar cierta cólera en sus ojos -Creo que os conozco... ¿Sois Ash Ravnos, verdad? El Capitán General de Francia...- pareció adivinar, maravillando al vampiro -Yo vengo de España. Esperaba poder hacer negocios con alguien aquí... Más concretamente concertar algún conveniente matrimonio para con mi hija ¿Sabeis? No penséis por ello que no es hermosa... ¡Es clavadita a su madre! Jojojo...- rió desagradablemente obligando al vampiro a girar su cara tras la máscara para hacer un gesto de tremenda repugnancia -Sin duda, ha de ser hermosa, sí...- exclamó Ash retomando la compostura pero con unas palabras cargadísimas de ironía.
El baile prosiguió durante unos minutos antes de que el moreno se percatase de que su acompañante, que no paraba de hablar, era otra "más" ¿Cuantos vampiros habría en la fiesta? No... ¿Cuantos en París? No contaba con ser el único ni mucho menos, pero quizá paises donde el clima sea más frío o incluso al norte donde las noches pueden durar semanas se haría más atractivo que la romántica París...
Sin embargo, debido a la intuición y el distinguible olor de Norbert le había apartado de toda realidad, mas no de Keira. Se movía nervioso, impaciente por conseguir discernir su preciosa figura entre la multitud... ¿¡Dónde se había metido?!
Negó con la cabeza rápidamente, debía usar ese precioso tiempo que tenía desperdiciado con esa... mujer, para averiguar algo más. Miraba a todos y a cada uno de los presentes, olfateaba, escuchaba... Una hermosa sinfonía de corazones, de sangre caliente... pero desgraciadamente inundada en alcohol muy posiblemente. Finalmente, a parte de Ronald, solo un hombre más consiguió llamar la atención del egipcio fuera de los límites de la esencia de Norbert: Un hombre alto, fornido y con una frente bastante despejada en la cual la alopecia comenzaba a hacer estragos. Su voz era prominente y era divertido escucharle hablar, pues no hacía más que pronunciar toda frase con algún aliciente de pesadilla como "Apocaliptico" "Terrorifico" "Muerte"... ¿Quién diantres sería? No lo sabía, pero el caso es que tras su piel, carne y huesos su corazón estaba tan frío como el suyo, era uno más, otro vampiro más.
Ash comenzó a iniciar cavilaciones sobre alguna confavulación, pues sabía que Norbert realmente buscaba a Keira ¿Coincidencia? Quizá no, pero por alguna razón la aparición del trío en el momento justo era demasiado sospechoso y Ash estaba demasiado experimentado en casos similares a lo largo de los siglos. -No puede ser...- masculló cuando se giró súbitamente, pudiendo por fin observar a la joven doncella danzando y entablando conversación con alguien, alguien que vestía un traje gris... alguien tremendamente familiar y espantoso, era él sin duda, Norbert. -Demasiado tarde señor Ravnos, habéis perdido esta vez- escuchó a la mujer que habló tras de sí, girándose nuevamente para dedicarle una mirada fulminante, mas cuando intentó posar sus ojos sobre la dama que le había acompañado, ella ya no estaba allí. Ambos, se diluyeron en la multitud como el humo en una ventisca...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Aquel misterioso caballero y yo danzábamos como si nuestros pies no pisasen el suelo. Algo había en su forma de moverse que parecía volar, bailaba con suma elegancia y no cometía ningún error. Su apenas visible mirada, parecía tan segura como sabia, tanto, que a su lado la gente no era nadie, ni si quiera yo. Era tan atento y a la vez serio… mi pregunta le hico gracia, pues rió extrañamente. Solo se limitó a hacer eso, no respondió; si no fuera porque estábamos bailando juraría que se había quedado inmóvil –Bueno… no le conocéis, esta claro- dije forzando una media sonrisa con tal de que la conversación no sucumbiese. Tras un rato de baile en el que el señor no paró de bailar conmigo y no abrió la boca para nada, comencé a cansarme. Recordé el momento vivido hacia escaso tiempo en el balcón con Ash y no pude evitar buscarle con la mirada y sonrojarme a la vez que preocuparme por su reacción. Toda una vida rechazando el compromiso conyugal y para una vez que inconscientemente lo llamaba había sido totalmente rechazada
-¿Problemas amorosos, Señorita…de Niro?- La voz grave y ronca del hombre hizo que sacudiese la cabeza y entrase en la realidad
– N-No… no es eso- me sorprendió su pregunta ¿Cómo había llegado a esa conclusión?
–Estoy totalmente seguro de ello… no podéis mentir a un hombre sabio como yo. Es el Sr.Ravnos quien os hacer divagar por el mundo del pensamiento ¿Cierto? No, no penséis que soy un viejo fisgón, por favor…es solo que me ha llamado curiosamente la atención vuestra pareja-
-¿Qué queréis decir?-
-Bueno… es tema de hablar en todo Paris el hecho de que el Sr.Ravnos es una persona poco fiable
-¿Poco fiable?
-…No quisiera contaros. Al fin y al cabo parecéis bastante unidos, no creeríais esas habladurías…-
-No, no. Contadme sin temor. El Sr. Ravnos y yo no estamos unidos sentimentalmente-
-Pues… se dice que Ravnos lleva una vida totalmente secreta, que no es lo que dice ser. Estoy seguro de que solo le veis por la noche. Dicen que por el día esta con una mujer y por la noche con otra, que es un gandul o que realmente no es General, que no es mas que un ladrón embustero… incluso que se dedica a secuestrar y asesinar. La gente no se fía de el, es demasiado extraño… le tienen un tipo de miedo. Es más, hay varias muchachas que afirman haber sido mentidas y violadas por el; cuentan que el joven se dedicaba a darles pena y contarles historias tristes de su pasado, que hace una coartada perfecta para que las jovencitas acaben en sus pies y después…ah, pobre mujeres… Pero bueno, son meras habladurías- Sentí como su una jarra de agua helada cayese sobre mi cabeza. Quedé totalmente consternada, todo lo que aquel hombre contaba se parecía tanto a lo que estaba viviendo con Ash… todo encajaba misteriosamente. Y si lo sabia el y la gente lo afirmaba…No podía ser cierto, pues de serlo, habría estado tres meses viviendo una mentira –Espero que no os haya ofendido…-
-No, en absoluto…no sabía qu…-
-Os contare lo que pienso. Yo creo que Ash Ravnos no es mas que un embustero, un sucio mentiroso traidor al que no le importa nada ¿Sabéis por que? Porque de ser lo contrario…Ash os hubiera contado quien es él realmente, quien soy y…jamás os habría traído hasta aquí sabiendo que yo iba a estar presente…señorita Brandford-
Todo ocurrió demasiado deprisa, quise digerir sus palabras, encontrarles la verdadera naturaleza; pero cuando pude reaccionar ya me encontraba fuera de la casa, en el jardín, atada de muñecas a manos del señor -¡¿Qué habéis hecho?! ¡¿Quién diantres sois?!- una oleada de nervios invadió mi cuerpo debido a que estaba de espaldas a él y no podía cambiar de posición para verle. No entendí del todo sus palabras ¿Quien era el? ¿Quien era Ash? ¿A que se refería con todo aquello que dijo? ¿Tendría razón con el relato contando? Sus palabras encajaban a la perfección, pero la situación de ‘’secuestro’’ en la que me encontraba no me permitía verificar sus palabras. –Oh…Keira, Keira, Keira… ¿De veras me preguntáis eso? ¿No esta mas que claro que soy yo quien os ha vigilado cada noche esperando el momento en el que Sr. Ravnos apartase la vista de vos?- Sentí como el corazón me latía con fuerza, pero de manera distinta a cuando lo hacia con Ash; un sudor frio se hizo con mi cuerpo y apenas pude mediar palabra. Me encontraba después de tanto tiempo buscando, frente al asesino de Frederick y el raptor de mis hermanos y ahora de mi… -Norbet de Niro…¡¿Dónde están mis hermanos?! ¡¿Dónde?! ¡¿Por qué matasteis a mi hermano?! ¡¿Qué queréis de mí?!- Pensé que quizá Norbet me propinara una bofetada o me mandase a callar a causa de mis gritos y mis vanos movimientos para liberarme, pero en vez de eso se limitó a reír a carcajadas a la vez que me colocaba frente a el sin dejar de sujetarme por las muñecas- Vaya, vaya…Así que pensáis que he sido yo el verdadero asesino de vuestro hermano…sabía que Ash era un completo mentiroso, pero jamás llegué a pensar que fuese tan bueno. Seguro que os ha contado que no le deje elección, que lo torturé…¡Ja! Ravnos solo quiso deleitarse con su muerte y encima no os contó por que-
Dos personas llegaron al lugar donde nos encontrábamos. Un halo de esperanza me dijo que vendrían a ayudarme, pero fue todo lo contrario. Se trataba de una mujer bastante mayor y un hombre de mediana edad, ambos con cara escalofriante, y parecían ser compinches de Norbet. Me encontraba totalmente perdida, y no por que era presa del captor, sino porque me encontraba sumergida en un sinfín de preguntas. Estaba claro que de Niro sabia todas las respuestas que le había pedido a Ash, respuestas que ocultaban una verdad horrible. Quería pensar que no era cierto, que Ash me ayudaba porque sentía aprecio hacia mi y que no había sido capaz de mentirme, pero la situación marcaba justo lo contrario. –Bueno, ya que estamos todos podemos irnos…pero ¿Qué diantres? No será todo tan divertido si no contamos con la presencia del Sr.Ravnos – Norbet me tomo una de las manos y con el solo uso de se uña consiguió hacerme un corte limpio a lo largo de la palma de la mano. La sangre que fluía de la herida comenzó a derramarse cayendo en el suelo cubierto de nieve, dibujando así una obra de arte de tonos apuestos a la que admirar –Si, con esto servirá. Vámonos- El hombre volvió a tomarme por las muñecas haciendo que los cuatro nos dirigiésemos camino hacia un parque que la gente no solía frecuentar. Estaba claro que las intenciones del hombre eran que Ash nos encontrase siguiendo el camino de sangre que marcaba mi mano herida ¿Pero como? Era todo demasiado extraño, me entraban nauseas solo de intentar buscarle un sentido a lo que estaba pasando. Norbet sin duda poseía una fuerza de acero inhumana, había conseguido herirme solo con su uña y se me hacia imposible escapar de sus garras, pues me tenia fuertemente sujetada. La forma en la que pensaba que el joven nos seguiría era totalmente anormal, seria demasiada casualidad que el muchacho saliese al jardín y llegase a la conclusión de que aquella sangre era mía, y más aun si la siguiese.
Cuando llegamos a aquel parque desolado, Norbet volvió a detenerse y a ponerme de espaldas a el sin dejar se sujetarme, pero esta vez solo con una mano y sin perder un mínimo de su increíble fuerza. Me quitó toda pinza del pelo y lo desmelenó, no pude ver que hacia realmente, pero noté algo, como si oliese la brisa que los movimientos del cabello provocaban y se deleitase con ello. Después, comenzó a olermecuello y los hombros a la vez que me apartaba los cabellos de esa zona. Pensé que todo lo hacia por puro deseo sexual, pero sus palabras me desconcertaban y me hicieron no encontrar respuesta – Ya se porqué Ash se ha encaprichado tanto por vos…no quiere vuestra valentía, sino vuestra sangre. Lo que no entiendo es porque no os ha matado ya como a todas las demás. Se habrá enamorado de su olor…- Los acompañantes y compinches comenzaron a reírse. -¿Qué quieres de mi? ¿Qué tiene que ver Ash en todo esto?- -Tranquila querida…será el quien os cuente la verdad de una vez por todas-
-¿Problemas amorosos, Señorita…de Niro?- La voz grave y ronca del hombre hizo que sacudiese la cabeza y entrase en la realidad
– N-No… no es eso- me sorprendió su pregunta ¿Cómo había llegado a esa conclusión?
–Estoy totalmente seguro de ello… no podéis mentir a un hombre sabio como yo. Es el Sr.Ravnos quien os hacer divagar por el mundo del pensamiento ¿Cierto? No, no penséis que soy un viejo fisgón, por favor…es solo que me ha llamado curiosamente la atención vuestra pareja-
-¿Qué queréis decir?-
-Bueno… es tema de hablar en todo Paris el hecho de que el Sr.Ravnos es una persona poco fiable
-¿Poco fiable?
-…No quisiera contaros. Al fin y al cabo parecéis bastante unidos, no creeríais esas habladurías…-
-No, no. Contadme sin temor. El Sr. Ravnos y yo no estamos unidos sentimentalmente-
-Pues… se dice que Ravnos lleva una vida totalmente secreta, que no es lo que dice ser. Estoy seguro de que solo le veis por la noche. Dicen que por el día esta con una mujer y por la noche con otra, que es un gandul o que realmente no es General, que no es mas que un ladrón embustero… incluso que se dedica a secuestrar y asesinar. La gente no se fía de el, es demasiado extraño… le tienen un tipo de miedo. Es más, hay varias muchachas que afirman haber sido mentidas y violadas por el; cuentan que el joven se dedicaba a darles pena y contarles historias tristes de su pasado, que hace una coartada perfecta para que las jovencitas acaben en sus pies y después…ah, pobre mujeres… Pero bueno, son meras habladurías- Sentí como su una jarra de agua helada cayese sobre mi cabeza. Quedé totalmente consternada, todo lo que aquel hombre contaba se parecía tanto a lo que estaba viviendo con Ash… todo encajaba misteriosamente. Y si lo sabia el y la gente lo afirmaba…No podía ser cierto, pues de serlo, habría estado tres meses viviendo una mentira –Espero que no os haya ofendido…-
-No, en absoluto…no sabía qu…-
-Os contare lo que pienso. Yo creo que Ash Ravnos no es mas que un embustero, un sucio mentiroso traidor al que no le importa nada ¿Sabéis por que? Porque de ser lo contrario…Ash os hubiera contado quien es él realmente, quien soy y…jamás os habría traído hasta aquí sabiendo que yo iba a estar presente…señorita Brandford-
Todo ocurrió demasiado deprisa, quise digerir sus palabras, encontrarles la verdadera naturaleza; pero cuando pude reaccionar ya me encontraba fuera de la casa, en el jardín, atada de muñecas a manos del señor -¡¿Qué habéis hecho?! ¡¿Quién diantres sois?!- una oleada de nervios invadió mi cuerpo debido a que estaba de espaldas a él y no podía cambiar de posición para verle. No entendí del todo sus palabras ¿Quien era el? ¿Quien era Ash? ¿A que se refería con todo aquello que dijo? ¿Tendría razón con el relato contando? Sus palabras encajaban a la perfección, pero la situación de ‘’secuestro’’ en la que me encontraba no me permitía verificar sus palabras. –Oh…Keira, Keira, Keira… ¿De veras me preguntáis eso? ¿No esta mas que claro que soy yo quien os ha vigilado cada noche esperando el momento en el que Sr. Ravnos apartase la vista de vos?- Sentí como el corazón me latía con fuerza, pero de manera distinta a cuando lo hacia con Ash; un sudor frio se hizo con mi cuerpo y apenas pude mediar palabra. Me encontraba después de tanto tiempo buscando, frente al asesino de Frederick y el raptor de mis hermanos y ahora de mi… -Norbet de Niro…¡¿Dónde están mis hermanos?! ¡¿Dónde?! ¡¿Por qué matasteis a mi hermano?! ¡¿Qué queréis de mí?!- Pensé que quizá Norbet me propinara una bofetada o me mandase a callar a causa de mis gritos y mis vanos movimientos para liberarme, pero en vez de eso se limitó a reír a carcajadas a la vez que me colocaba frente a el sin dejar de sujetarme por las muñecas- Vaya, vaya…Así que pensáis que he sido yo el verdadero asesino de vuestro hermano…sabía que Ash era un completo mentiroso, pero jamás llegué a pensar que fuese tan bueno. Seguro que os ha contado que no le deje elección, que lo torturé…¡Ja! Ravnos solo quiso deleitarse con su muerte y encima no os contó por que-
Dos personas llegaron al lugar donde nos encontrábamos. Un halo de esperanza me dijo que vendrían a ayudarme, pero fue todo lo contrario. Se trataba de una mujer bastante mayor y un hombre de mediana edad, ambos con cara escalofriante, y parecían ser compinches de Norbet. Me encontraba totalmente perdida, y no por que era presa del captor, sino porque me encontraba sumergida en un sinfín de preguntas. Estaba claro que de Niro sabia todas las respuestas que le había pedido a Ash, respuestas que ocultaban una verdad horrible. Quería pensar que no era cierto, que Ash me ayudaba porque sentía aprecio hacia mi y que no había sido capaz de mentirme, pero la situación marcaba justo lo contrario. –Bueno, ya que estamos todos podemos irnos…pero ¿Qué diantres? No será todo tan divertido si no contamos con la presencia del Sr.Ravnos – Norbet me tomo una de las manos y con el solo uso de se uña consiguió hacerme un corte limpio a lo largo de la palma de la mano. La sangre que fluía de la herida comenzó a derramarse cayendo en el suelo cubierto de nieve, dibujando así una obra de arte de tonos apuestos a la que admirar –Si, con esto servirá. Vámonos- El hombre volvió a tomarme por las muñecas haciendo que los cuatro nos dirigiésemos camino hacia un parque que la gente no solía frecuentar. Estaba claro que las intenciones del hombre eran que Ash nos encontrase siguiendo el camino de sangre que marcaba mi mano herida ¿Pero como? Era todo demasiado extraño, me entraban nauseas solo de intentar buscarle un sentido a lo que estaba pasando. Norbet sin duda poseía una fuerza de acero inhumana, había conseguido herirme solo con su uña y se me hacia imposible escapar de sus garras, pues me tenia fuertemente sujetada. La forma en la que pensaba que el joven nos seguiría era totalmente anormal, seria demasiada casualidad que el muchacho saliese al jardín y llegase a la conclusión de que aquella sangre era mía, y más aun si la siguiese.
Cuando llegamos a aquel parque desolado, Norbet volvió a detenerse y a ponerme de espaldas a el sin dejar se sujetarme, pero esta vez solo con una mano y sin perder un mínimo de su increíble fuerza. Me quitó toda pinza del pelo y lo desmelenó, no pude ver que hacia realmente, pero noté algo, como si oliese la brisa que los movimientos del cabello provocaban y se deleitase con ello. Después, comenzó a olermecuello y los hombros a la vez que me apartaba los cabellos de esa zona. Pensé que todo lo hacia por puro deseo sexual, pero sus palabras me desconcertaban y me hicieron no encontrar respuesta – Ya se porqué Ash se ha encaprichado tanto por vos…no quiere vuestra valentía, sino vuestra sangre. Lo que no entiendo es porque no os ha matado ya como a todas las demás. Se habrá enamorado de su olor…- Los acompañantes y compinches comenzaron a reírse. -¿Qué quieres de mi? ¿Qué tiene que ver Ash en todo esto?- -Tranquila querida…será el quien os cuente la verdad de una vez por todas-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
- Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 30/10/2011
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Maldijo mil y una veces la hora en la que conoció a Keira y en la que quiso profundizar en una relación con ella ¡Cuántos dolores de cabeza le estaba provocando aquella mujer! Era digno de admirar sin duda el hacer latir el corazón de un vampiro con la vertiginosa velocidad con la que lo hacía el del muchacho. Miraba en todas direcciones haciendo gala de sus mejores sentidos, analizando, enmudecido para escuchar mejor, saboreando los aromas de la sala... mas la mujer no apareció.
Consternado, echó a caminar apartando a toda persona de su objetivo; el patio. Necesitaba salir y pensar ¿Qué habría sucedido? Seguramente Norbert "¡Estoy seguro!" se decía en su mente mientras aceleraba el paso a ritmo normal para no llamar demasiado la atención. Pensaba que en la calle quizá pudiese seguir su olor, su presencia, sentirle como una sombra que lo vigila desde muy cerca.
Una vez allí, oteó el paisaje intentando calmar el nerviosismo que se apoderaba de él como un gran tsunami que arrasa un pequeño pueblo costero. Reparó en cada detalle de la mansión, la calle y las colindantes... pero solamente había una pequeña mancha de sangre que desembocaba en un rastro. El vampiro sonrió pensando que quizá Keira había sido tan inteligente de usar una artimaña tan bien pensada... pero terminó rememorando que no se trataba de un tipejo normal, seguramente Él quería que lo siguiera, sabía que querría recuperar a Keira y con ella, podría manejarle como quisiera.
Cual ráfaga huracanada de viento marchó del lugar siguiendo muy de cerca el dulce olor de la sangre de la bella mujer. No tardaría entonces en llegar a un parque abandonado a pesar de estar en el centro... la gente siempre tiene algo más importante que hacer que reavivar lugares recónditos y dejados, cubiertos de nieve, madera de viejos árboles y cadáveres en descomposición de pajarillos o ardillas.
Ellos estaban allí con la joven a la cabeza, bien sujeta por el mismísimo cabecilla -Sois extraordinariamente fácil de leer Señor Ravnos... un libro infantil de veinte páginas es un acertijo digno de guardar la mejor de las tumbas de un Faraón en comparación con vuestra mente- rió el anciano sin soltar a la mujer -Vamos, contadle la verdad a esta hermosa muchacha... ¿No la habéis hecho sufrir ya bastante?- actuó como el mejor de los teatreros, con tono compungido y una expresión triste y burlona -...Sopesando los motivos que tendréis para haber venido realmente a buscarla, sigo sin comprenderlo del todo ¿No os basta con dejarla para mis planes? Ella será la mejor especimen de cuantos he conseguido reunir, el linaje de su familia es enormemente puro... La familia Brandford nunca ha sido mancillada con algún oscuro Don y ella ni siquiera ha sido profanada por un hombre ¡Qué más puede un humilde servidor de los Dioses pedir!- volvió a reir siendo acompañados por sus funestos seguidores. Ash sin embargo avanzó un par de pasos despojándose del gran abrigo que llevaba, quedando solo en una blusa blanca de manga larga que parecía ser bastante fina. No quiso alardear ni mostrarse bravo ante sus enemigos, pero la verdad iba a ser desvelada y necesitaba estar más que cómodo para poder defender a su compañera -Keira, no te preocupes... todo irá bien.- intentó tranquilizarla mientras seguía caminando con cautela hacia Norbert, con las rodillas algo flexionadas. -Déjala ir... Ya te llevaste a sus hermanos, sucia rata... no le quites la vida a ella también- dijo entre dientes, apretando la mandíbula para contener la rabia -¿Me tuteáis? Está bien, supongo que podemos dejar las formalidades... En ese caso, Ash...- pronunció el nombre con asco -Creo que deberías saber que la señorita Brandford ha sido informada de todas tus maquiavélicas intenciones. Asesinaste a su hermano, encarcelaste a los otros dos, intentas endulzar su oido para acostarte con ella ¡Y me culpas a mí!- los otros dos mascullaban palabras como "Sin vergüenza" "Es apocalipticamente imperdonable" tratando de convencer a la chica de que el egipcio era el enemigo.
Ash no sabía qué podía hacer para liberarla sin que supiera la realidad ¿Qué hacer? ¿Qué podía decir? Las esperanzas comenzaban a desvanecerse como la nieve que caía del cielo, adornando más si cabe la macabra escena y la terrible sonrisa del vampiro que se escudaba con la mujer -Había oido rumores... He oido la leyenda incontables veces y sabía que había adeptos a ella... ¡Pero no es más que otra absurda religión! ¿Todo esto es por eso, verdad? Buscas la sangre más limpia... ¿¡Estás intentando hacer de Keira el Grial?- sus ojos comenzaban a deslumbrar nuevamente con aquel destello que no podría ocultar de Keira. -Seguramente ella me servirá... Ya tenemos al pequeño Harry esperándonos... con su sangre y la mía seguramente será más que suficiente para mezclarlas en esta bella mujer.- abrazó a Keira para posar su cabeza en el hombro de la mujer, para que pudiese oir fácilmente lo que tenía que argumentar -Ella será el tributo... "El camino", "La Puerta", "El Árbol de Sephiroth" o como gustes llamarle Ash... pero es la hora de que la raza humana se convierta en el ganado que siempre fue para dejar de ser una amenaza para nosotros.- el joven abrió los ojos incrédulo, intentando comprender la enferma mente que amenazaba a su más preciado bien -Cállate ¡No pronuncies una palabra más! ¡Déjala ajena a todo esto!-¿Ajena? No me puedo creer lo hipócrita que eres, Ash. Desde el principio ha sido tu presa... ¿Ahora me vas a decir que te has enamorado?- Ash dió un pequeño respingo -Ya veo... qué terriblemente romántico y lo peor... asqueroso. El vampiro se enamora de la joven mujer a la que tenía pensado convertir en un futuro para que fuese su esclava - seguramente sexual - o una alumna a la que entrenar con fiereza para aplacar la soledad de la eternidad...- dijo con cuidado, esperando que la mujer lo oyese todo claramente -Oui madame... vuestro queridísimo Ash, vuestro preciado acompañante en las tristes noches es un ser tan oscuro y tenebroso como yo... incluso más. ¡Niégalo y la mataré!- gritó al militar -Tengo toda la eternidad para que otro ejemplar tan brillante vuelva a nacer... y ya has visto que soy muy paciente. Si le dices la verdad cumplirás con tu promesa, dejaré en libertad a sus hermanos... aquí tengo las llaves -las sacó su compañero masculino, haciéndolas tintinear -Están perfectamente guardados en tu propia casa... Bueno, la de aquel señor rico que asesinaste.- Ash no podía creerlo, durante todo ese tiempo... -Tú podrás ir a rescatarles... y ella vendrá conmigo. Tú decides- ¿Qué debía hacer? ¡Maldición! ¿Qué otra elección tenía? Si él se la llevaba aún podría salvarla y sus hermanos vivirían... pero...
-¡Está bien!- se encolerizó, haciendo gala de un aura totalmente demoníaca a su alrededor. Tanto que el mismo tiempo parecía detenerse ante la presencia de un ser que rompía con creces las directrices del mismo. -Me llamo Atem, hijo de Rashif. También conocido como uno de los guardianes del Faraón y el primogénito en su estirpe sanguinea... hace más de tresmil años de eso.- hizo una breve pausa para no saturar la mente humana de esa débil mujer, la que sorprendía su fortaleza al no volverse loca -No bebo agua, ni ingiero alimentos comunes... Robo, violo, profano la sangre de los inocentes. Hombres y mujeres, mayores y niños... Sin ninguna escepción hasta que te conocí, Keira. -se aproximó cada vez más y más hasta quedar a un metro de la mujer, mirándola a los ojos -Cuando te conocí pensé que serías la acompañante ideal, que amenizarías los amaneceres con tu dulce voz angelical hasta que durmiésemos hasta la próxima luna. Pero todo cambió después... Nos hicimos amigos, te ayudé en lo que pude, siempre intenté estar ahí para ti. Por eso mismo, como disculpa, volveré a estar aquí una vez más -Norbert y compañían reían con desagrado de forma burlesca, como quien observa una patética actuación de teatro -Esta será la última vez que necesites de mi ayuda...- miró entonces a Norbert directamente a los ojos. El anciano sintió una punzada de dolor tan grande que aflojó los brazos inconscientemente, sintiendo a Ash penetrar en su cabeza como si de una espada se tratase, como si una aguda hoja cortara las fibras de su cerebro -¡Corre!- tiró de la mujer con toda su fuerza, arrojándola contra la nieve sabiendo que amortiguaría su caida. Se apresuró hacia el neonato que llevaba las llaves, arrebatándoselas a la vez que le destrozó la mano por completo. Aquel vampiro chilló de dolor mientras la forma metálica caía junto a Keira -¡Sálvalos y marcháos a donde podáis!- dijo mirándola por encima del hombro -Estos no volverán a ver la luz de las estrellas...- murmuró para sí observando a Norbert recomponerse de aquel ataque del vampiro, reflejando la ira en sus ojos. Iba a estallar un conflicto y Keira debía irse cuanto antes.
Tanto Ash como Norbert no tardaron unos segundos en reaccionar y enzarzarse en una cruenta batalla de golpes y mordidas que desgarraban la ropa y arañaban la piel, tiñendo sus pieles con sangre. El otro vampiro masculino seguía doliéndose de la mano, pues seguramente solo llevaría unos meses convertido a las tinieblas, sin saber ejercer sus poderes curativos. La mujer mayor estaba fuera del alcance visual de Ash, por lo que no podía decir que toda la situación estaba bajo control, pero él confiaba en que Keira ya se hubiese marchado y el peligro de perder a su Sire fuese suficiente para que no la persiguiera. El egipcio abrazaba calurosamente a la Muerte en esa confrontación esperando redimirse de sus pecados, inundado de la fe que le llevaba a creer que su amada estaría a salvo.
Consternado, echó a caminar apartando a toda persona de su objetivo; el patio. Necesitaba salir y pensar ¿Qué habría sucedido? Seguramente Norbert "¡Estoy seguro!" se decía en su mente mientras aceleraba el paso a ritmo normal para no llamar demasiado la atención. Pensaba que en la calle quizá pudiese seguir su olor, su presencia, sentirle como una sombra que lo vigila desde muy cerca.
Una vez allí, oteó el paisaje intentando calmar el nerviosismo que se apoderaba de él como un gran tsunami que arrasa un pequeño pueblo costero. Reparó en cada detalle de la mansión, la calle y las colindantes... pero solamente había una pequeña mancha de sangre que desembocaba en un rastro. El vampiro sonrió pensando que quizá Keira había sido tan inteligente de usar una artimaña tan bien pensada... pero terminó rememorando que no se trataba de un tipejo normal, seguramente Él quería que lo siguiera, sabía que querría recuperar a Keira y con ella, podría manejarle como quisiera.
Cual ráfaga huracanada de viento marchó del lugar siguiendo muy de cerca el dulce olor de la sangre de la bella mujer. No tardaría entonces en llegar a un parque abandonado a pesar de estar en el centro... la gente siempre tiene algo más importante que hacer que reavivar lugares recónditos y dejados, cubiertos de nieve, madera de viejos árboles y cadáveres en descomposición de pajarillos o ardillas.
Ellos estaban allí con la joven a la cabeza, bien sujeta por el mismísimo cabecilla -Sois extraordinariamente fácil de leer Señor Ravnos... un libro infantil de veinte páginas es un acertijo digno de guardar la mejor de las tumbas de un Faraón en comparación con vuestra mente- rió el anciano sin soltar a la mujer -Vamos, contadle la verdad a esta hermosa muchacha... ¿No la habéis hecho sufrir ya bastante?- actuó como el mejor de los teatreros, con tono compungido y una expresión triste y burlona -...Sopesando los motivos que tendréis para haber venido realmente a buscarla, sigo sin comprenderlo del todo ¿No os basta con dejarla para mis planes? Ella será la mejor especimen de cuantos he conseguido reunir, el linaje de su familia es enormemente puro... La familia Brandford nunca ha sido mancillada con algún oscuro Don y ella ni siquiera ha sido profanada por un hombre ¡Qué más puede un humilde servidor de los Dioses pedir!- volvió a reir siendo acompañados por sus funestos seguidores. Ash sin embargo avanzó un par de pasos despojándose del gran abrigo que llevaba, quedando solo en una blusa blanca de manga larga que parecía ser bastante fina. No quiso alardear ni mostrarse bravo ante sus enemigos, pero la verdad iba a ser desvelada y necesitaba estar más que cómodo para poder defender a su compañera -Keira, no te preocupes... todo irá bien.- intentó tranquilizarla mientras seguía caminando con cautela hacia Norbert, con las rodillas algo flexionadas. -Déjala ir... Ya te llevaste a sus hermanos, sucia rata... no le quites la vida a ella también- dijo entre dientes, apretando la mandíbula para contener la rabia -¿Me tuteáis? Está bien, supongo que podemos dejar las formalidades... En ese caso, Ash...- pronunció el nombre con asco -Creo que deberías saber que la señorita Brandford ha sido informada de todas tus maquiavélicas intenciones. Asesinaste a su hermano, encarcelaste a los otros dos, intentas endulzar su oido para acostarte con ella ¡Y me culpas a mí!- los otros dos mascullaban palabras como "Sin vergüenza" "Es apocalipticamente imperdonable" tratando de convencer a la chica de que el egipcio era el enemigo.
Ash no sabía qué podía hacer para liberarla sin que supiera la realidad ¿Qué hacer? ¿Qué podía decir? Las esperanzas comenzaban a desvanecerse como la nieve que caía del cielo, adornando más si cabe la macabra escena y la terrible sonrisa del vampiro que se escudaba con la mujer -Había oido rumores... He oido la leyenda incontables veces y sabía que había adeptos a ella... ¡Pero no es más que otra absurda religión! ¿Todo esto es por eso, verdad? Buscas la sangre más limpia... ¿¡Estás intentando hacer de Keira el Grial?- sus ojos comenzaban a deslumbrar nuevamente con aquel destello que no podría ocultar de Keira. -Seguramente ella me servirá... Ya tenemos al pequeño Harry esperándonos... con su sangre y la mía seguramente será más que suficiente para mezclarlas en esta bella mujer.- abrazó a Keira para posar su cabeza en el hombro de la mujer, para que pudiese oir fácilmente lo que tenía que argumentar -Ella será el tributo... "El camino", "La Puerta", "El Árbol de Sephiroth" o como gustes llamarle Ash... pero es la hora de que la raza humana se convierta en el ganado que siempre fue para dejar de ser una amenaza para nosotros.- el joven abrió los ojos incrédulo, intentando comprender la enferma mente que amenazaba a su más preciado bien -Cállate ¡No pronuncies una palabra más! ¡Déjala ajena a todo esto!-¿Ajena? No me puedo creer lo hipócrita que eres, Ash. Desde el principio ha sido tu presa... ¿Ahora me vas a decir que te has enamorado?- Ash dió un pequeño respingo -Ya veo... qué terriblemente romántico y lo peor... asqueroso. El vampiro se enamora de la joven mujer a la que tenía pensado convertir en un futuro para que fuese su esclava - seguramente sexual - o una alumna a la que entrenar con fiereza para aplacar la soledad de la eternidad...- dijo con cuidado, esperando que la mujer lo oyese todo claramente -Oui madame... vuestro queridísimo Ash, vuestro preciado acompañante en las tristes noches es un ser tan oscuro y tenebroso como yo... incluso más. ¡Niégalo y la mataré!- gritó al militar -Tengo toda la eternidad para que otro ejemplar tan brillante vuelva a nacer... y ya has visto que soy muy paciente. Si le dices la verdad cumplirás con tu promesa, dejaré en libertad a sus hermanos... aquí tengo las llaves -las sacó su compañero masculino, haciéndolas tintinear -Están perfectamente guardados en tu propia casa... Bueno, la de aquel señor rico que asesinaste.- Ash no podía creerlo, durante todo ese tiempo... -Tú podrás ir a rescatarles... y ella vendrá conmigo. Tú decides- ¿Qué debía hacer? ¡Maldición! ¿Qué otra elección tenía? Si él se la llevaba aún podría salvarla y sus hermanos vivirían... pero...
-¡Está bien!- se encolerizó, haciendo gala de un aura totalmente demoníaca a su alrededor. Tanto que el mismo tiempo parecía detenerse ante la presencia de un ser que rompía con creces las directrices del mismo. -Me llamo Atem, hijo de Rashif. También conocido como uno de los guardianes del Faraón y el primogénito en su estirpe sanguinea... hace más de tresmil años de eso.- hizo una breve pausa para no saturar la mente humana de esa débil mujer, la que sorprendía su fortaleza al no volverse loca -No bebo agua, ni ingiero alimentos comunes... Robo, violo, profano la sangre de los inocentes. Hombres y mujeres, mayores y niños... Sin ninguna escepción hasta que te conocí, Keira. -se aproximó cada vez más y más hasta quedar a un metro de la mujer, mirándola a los ojos -Cuando te conocí pensé que serías la acompañante ideal, que amenizarías los amaneceres con tu dulce voz angelical hasta que durmiésemos hasta la próxima luna. Pero todo cambió después... Nos hicimos amigos, te ayudé en lo que pude, siempre intenté estar ahí para ti. Por eso mismo, como disculpa, volveré a estar aquí una vez más -Norbert y compañían reían con desagrado de forma burlesca, como quien observa una patética actuación de teatro -Esta será la última vez que necesites de mi ayuda...- miró entonces a Norbert directamente a los ojos. El anciano sintió una punzada de dolor tan grande que aflojó los brazos inconscientemente, sintiendo a Ash penetrar en su cabeza como si de una espada se tratase, como si una aguda hoja cortara las fibras de su cerebro -¡Corre!- tiró de la mujer con toda su fuerza, arrojándola contra la nieve sabiendo que amortiguaría su caida. Se apresuró hacia el neonato que llevaba las llaves, arrebatándoselas a la vez que le destrozó la mano por completo. Aquel vampiro chilló de dolor mientras la forma metálica caía junto a Keira -¡Sálvalos y marcháos a donde podáis!- dijo mirándola por encima del hombro -Estos no volverán a ver la luz de las estrellas...- murmuró para sí observando a Norbert recomponerse de aquel ataque del vampiro, reflejando la ira en sus ojos. Iba a estallar un conflicto y Keira debía irse cuanto antes.
Tanto Ash como Norbert no tardaron unos segundos en reaccionar y enzarzarse en una cruenta batalla de golpes y mordidas que desgarraban la ropa y arañaban la piel, tiñendo sus pieles con sangre. El otro vampiro masculino seguía doliéndose de la mano, pues seguramente solo llevaría unos meses convertido a las tinieblas, sin saber ejercer sus poderes curativos. La mujer mayor estaba fuera del alcance visual de Ash, por lo que no podía decir que toda la situación estaba bajo control, pero él confiaba en que Keira ya se hubiese marchado y el peligro de perder a su Sire fuese suficiente para que no la persiguiera. El egipcio abrazaba calurosamente a la Muerte en esa confrontación esperando redimirse de sus pecados, inundado de la fe que le llevaba a creer que su amada estaría a salvo.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 31/10/2011
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
La figura oscura que tanto deseaba se dejó ver poco tiempo después de que llegásemos a aquel solitario parque – ¡Ash!- grité. El muchacho no dejaba de ser un alivio aunque temiese que su verdadera forma de ser fuese la relatada por mi captor, quien tiró de mis manos hacia atrás en señal de que me quedase quieta. El joven se fue acercando poco a poco hasta que se encontró lo suficientemente cerca de nosotros como para entablar una conversación. Norbet, comenzó su discurso con voz tranquila y suave, había algo en sus palabras que no me encajaban nada en absoluto por mucho que quisiese encontrarles su significado. Lo que si entendí fue que, como ya esperábamos, el hombre contaba con un ideal o plan que se relacionaba con mi ser que para el era perfecto y difícil de hallar. Por todo lo demás, me sentía a veces excluida de la conversación por no entender del todo a que se referían. Me quedo claro y pude verificar que como sospechaba, Norbet y Ash ya se conocían de antes. Me sentí mas traicionada aun cuando no podía encontrarle otra alternativa a todo aquello. La situación se volvió aun mas tensa e impredecible cuando el joven se despojó de parte de sus atuendos, lo que significaba que debía prescindir de ellos para lo que seguramente serian acciones violentas; quizá fue porque la cara se me tornó de color blanco cuando predije lo que sucedería pero el joven intentó tranquilizarme con sus palabras.
Norbet por su parte, siguió soltando palabras que se oponían totalmente a la defensa del joven y a la de él mismo. El hombre vio oportuno recordar que ya había sido revelado el rumor que se hacia sobre el muchacho y no pude evitar volver a preguntarme si todo aquello que contó seria cierto, pues encajaba terriblemente con los hechos establecidos –Ash ¿Es eso cierto?-
En uno de los momentos tan tensos en los que nos encontrábamos Ash pareció haber recordado algo relacionado con el hombre y se atrevió a preguntarlo. No entendí a que se refería con hacer de mi el ‘’Grial’’ ni si quiera sabia que era un Grial. La respuesta de Norbet no fue mucho menos de lo esperado -a excepción de que habló sobre un tal Harry y recé por que no fuese al que creía difunto- pues me apegó a el y las palabras que resonaron en mis oídos fueron tan incompresibles como las primeras. Era innegable que Norbet quería hacer algo conmigo y me atemorizaba más el hecho de no saber de que se trataba. A pesar de todo y además, comenzó a preocuparme el hecho de que el hombre hablaba de las personas como si ellos fuesen diferentes y Ash suplicase que callase y no siguiese relatando. Cada vez me volvía mas confusa el pensar cual era aquella verdad que el joven me ocultaba y pensaba que ojala fuese la teoría romántica que elaboró De Niro para justificar la reacción del muchacho, aunque no sabia si por no sentir el hecho de haber sido rechazada por un beso o para que la situación fuese menos tensa. Siguieron las comparaciones entre ellos y los demás, incluso Ash volvió a ser amenazado al no atreverse a negar las palabras del captor. Tal fue la amenaza que acabó desvelando el lugar en el que mis hermanos se encontraban a cambio de contar aquella realidad que tan inquieta me estaba volviendo por segundos. El joven se quedó sin opciones y decidió descubrir por fin todo el sentido de lo que habíamos estado haciendo durante aquellos meses.
Lo primero que pensé cuando Ash termino de contar quien era en realidad y cuales fueron sus planes y sus pensamientos fue que me recordaba curiosamente a las historias sobre vampiros que contaban los gitanos, y al comprender que el joven quiso referirse a que era como ellos, pensé que tenia un buen plan o que se había vuelto loco. –¿Pero que…? Ash ¿Qué demonios estas contando? ¿Te has vuelto chiflado?- No le encontraba respuesta a sus palabras pues hablaba totalmente en serio ¿Pero que tonterías? Egipcio con miles de años y bebedor de sangre como los vampiros ¿En que estaba pensando?...Todas aquellas palabras se hacían presas de mi mente y analizadas con el fin de comprender, lo que fue absolutamente imposible. Pero no podía ser verdad, los vampiros, los monstruos, las criaturas de la noches no existían ni iban a existir, de ninguna forma, o eso pensé antes de recordar a aquel ser con forma de loco gigante que me persiguió hasta casi darme la muerte si no fuera porque Ash… -Porque Ash volvió a estar ahí y consiguió vencerle saliendo iles…- Cuando casi todas las ideas iban a acudir a mi cabeza, aprecie como el joven miraba fríamente a Norbet y este por alguna razón se estremeció de dolor, tanto, que acabó soltándome inconscientemente. Antes de que pudiese reaccionar el moreno tiró de mí hasta dejarme en el helado suelo. Cuando conseguí ponerme en pie lo más rápido posible vi como Ash se enzarzaba en una pelea contra uno de los acompañantes de forma absolutamente inhumana y conseguía quitarle las llaves que mantenían presos a mis hermanos para arrojarlas junto a mi con la intención de que huyese. Cuando el joven me ordenó que corriese a la salida ya me encontraba haciéndolo. Mi cuerpo me pedía a gritos que no pensase, que corriese y huyese de aquellos presentes que ya no podían ser llamados personas, incluso Ash.
Antes de llegar a la salida miré hacia atrás inconscientemente, pues necesitaba ver y saber lo que ocurría para organizar mejor las ideas de lo que Ash me había contado. Para mi temor y sorpresa, el joven se encontraba batallando contra Norbet de una forma que jamás había visto. Peleaban el uno contra el otro de forma salvaje y demasiado violenta, parecían tigres… incluso no parecían los mismos. ¿Seria cierto entonces lo que…? No pude seguir pensando, pues me encontraba en el suelo con un terrible dolor en la nariz. Había tropezado con algo, alguien. Se trataba de la señora bastante mayor que acompañan al captor, y sin duda su cuerpo estaba duro como una muralla; comprendí entonces que también era como ellos. –Vaya, vaya, vaya… ¿Pensabas que ibas a salir de aquí tan fácil, fulana? – Sus palabras me dejaron claro que no podía seguir huyendo sin actuar. No contaba con el sable que el joven me regaló pero pensé que quizás mi cuerpo había adquirido la suficiente fuerza como para intentar hacerle frente. Por ello, me puse en pie, apreté el puño y lo elevé dirigiéndolo rápidamente hacia su cara. Antes de que tan si quiera pudiese rozar aquella horrible faz de la mujer, ella me propinó otro ataque exacto, el cual impactó en la zona superior de mi cara haciendo que la nariz sangrase. Sin duda, no era humana. Se notaba que apenas había utilizado fuerzas para aquel ataque y yo sentía un dolor terrible en la cara, sobretodo en la nariz que seguramente había sido la más dañada. –Sucia vieja… ¡Apártate!- -Ni lo sueñes preciosa…hueles demasiado bien como para dejarte escapar sin haberte probado antes. Norbet me va a tener que perdonar con esto-La anciana se acercó sin vacilar rápidamente, sin aparentar ningún signo de edad al hacerlo y sus ojos se tornaron de un color rojo brillante. Si era un vampiro de verdad estaban claras sus intenciones. Tuve que reaccionar y le propine una patada alta que iría dirigida hacia su pecho, pero una vez mas contraataco, tomando la pierna y dándome una voltereta en el aire. Caí boca abajo y antes de que pudiese ponerme en pie la señora ya me había tomado por los pelos y tiraba de mí hacia arriba. Mu puse en pie y como mantenía el control sobre mis movimientos me propinó una bofetada una vez más en el rostro. Intenté soltarme de sus riendas, pero antes de que pudiese evitarlo, con sus uñas, arañó mi hombro quedando una marca como si un tigre la hubiese realizado. En poco la sangre comenzó a brotar y la mujer pareció desquiciarse. Cuando quedó distraída por el supuesto olor le propiné un ataque ascendente realizado por la rodilla y conseguí darle y causarle un mínimo dolor. Aun así, la señora volvió a tomarme y arrojarme al suelo. Reparé en que contaba con la daga que Ash me había dado y rápidamente la tome. Corté el vestido y el traje interior que llevaba puesto por la zona de la pierna para que los ataques con los pies fuesen efectivos, quedando un gran desgarró en la tela que terminaba en medio muslo. Tomé el arma con firmeza y me aventuré a propinarle a la señora una ataque con esta en el estomago, pero con una increíble velocidad la mujer acabó arrebatándome el arma, sujetándome el pié y haciendo un corte limpio en el –Así ya no podrás correr aunque te lo propongas-
Pensé que aquello ya era el fin. Mi cuerpo se resentía de dolor. La sangre que brotaba de la nariz, del hombro y del pie causaba tal aroma que la mujer puso peor cara de deseo que la anterior; y no podía huir con el pie así. De repente, la mujer quedó quita, miró hacia mis espaldas y corrió hacia el lugar de forma inhumana. Algo la había distraído pero me negué a querer comprobarlo, me levante como pude y soportando un dolor indescriptible conseguí salir a paso ligero del parque.
Anduve varios minutos por las calles intentando llegar a mi casa. A veces tenia que parar y respirar hondo para hacer frente al dolor que los cortes del hombro y del pie me estaban provocando, por no decir el corte de Norbet en la mano y el golpe en la nariz. Intentaba no pensar, no recaer en la memoria, pero no lo pude evitar. Cada paso que daba en el camino, un recuerdo nuevo llegaba a mi mente y verificaba la idea de que Ash fuese un vampiro: la frialdad de su piel, las salidas solo nocturnas, la falta de herida o marca alguna en su piel, la facilidad de aparecer en cualquier sitio, la oscuridad de su mansión, las palabras de las doncellas sobre el, las acciones extrañas, las marcar del cuello de Frederick, su aura, aquellos ojos que tanto me atraían… todo, todo indicaba que era una criatura de la noche que se alimentaba de sangre. No pude evitar sentir miedo y comenzar a llorar de impotencia y desesperación, pues no sabía si ahora que conocía a verdad tendría la intención de matarme o me seguiría por el olor a sangre.
Cuando llegué a la casa, subí rápidamente las escaleras evitando cojeando, saqué del armario de la habitación una maleta y comencé a guardar las pocas pertenencias que tenia. Tenia que marcharme del país de alguna forma, salir de aquella boca del lobo ¿Pero como? Acabé por dejar la maleta en la cama y busqué otra solución. Me miré en un espejo medio roto que colgaba de la pared y pude comprobar como, sin duda, tenia una hemorragia en la nariz, sangre en la comisura del labio y la parte inferior de este un poco hinchado; del hombro no paraba de brotar sangre lentamente y con el pie no había nada que hacer ¿Cuánto tardarían en seguir mi olor así? Busqué un cubo de agua para lavarme pero no había, así que con la misma mano intenté despejar la sangre de la cara y solo conseguí extenderla. No había manera de apartar la sangre de mí y además el vestido rojo ya estaba bastante manchado de esta. Me despojé del atuendo y lo arrojé escaleras abajo, pero para mi disgusto hasta el traje interior que también había rajado hasta el muslo, estaba marcado por la sangre. No había nada que hacer sin duda. Me situé en la esquina en la que yacía el sable de Ash, y con el en la mano, esperé la llegada de cualquier vampiro. No podría huir, no podía evitar dejar de llorar como nunca lo había hecho … pero al menos intentaría luchar.
Norbet por su parte, siguió soltando palabras que se oponían totalmente a la defensa del joven y a la de él mismo. El hombre vio oportuno recordar que ya había sido revelado el rumor que se hacia sobre el muchacho y no pude evitar volver a preguntarme si todo aquello que contó seria cierto, pues encajaba terriblemente con los hechos establecidos –Ash ¿Es eso cierto?-
En uno de los momentos tan tensos en los que nos encontrábamos Ash pareció haber recordado algo relacionado con el hombre y se atrevió a preguntarlo. No entendí a que se refería con hacer de mi el ‘’Grial’’ ni si quiera sabia que era un Grial. La respuesta de Norbet no fue mucho menos de lo esperado -a excepción de que habló sobre un tal Harry y recé por que no fuese al que creía difunto- pues me apegó a el y las palabras que resonaron en mis oídos fueron tan incompresibles como las primeras. Era innegable que Norbet quería hacer algo conmigo y me atemorizaba más el hecho de no saber de que se trataba. A pesar de todo y además, comenzó a preocuparme el hecho de que el hombre hablaba de las personas como si ellos fuesen diferentes y Ash suplicase que callase y no siguiese relatando. Cada vez me volvía mas confusa el pensar cual era aquella verdad que el joven me ocultaba y pensaba que ojala fuese la teoría romántica que elaboró De Niro para justificar la reacción del muchacho, aunque no sabia si por no sentir el hecho de haber sido rechazada por un beso o para que la situación fuese menos tensa. Siguieron las comparaciones entre ellos y los demás, incluso Ash volvió a ser amenazado al no atreverse a negar las palabras del captor. Tal fue la amenaza que acabó desvelando el lugar en el que mis hermanos se encontraban a cambio de contar aquella realidad que tan inquieta me estaba volviendo por segundos. El joven se quedó sin opciones y decidió descubrir por fin todo el sentido de lo que habíamos estado haciendo durante aquellos meses.
Lo primero que pensé cuando Ash termino de contar quien era en realidad y cuales fueron sus planes y sus pensamientos fue que me recordaba curiosamente a las historias sobre vampiros que contaban los gitanos, y al comprender que el joven quiso referirse a que era como ellos, pensé que tenia un buen plan o que se había vuelto loco. –¿Pero que…? Ash ¿Qué demonios estas contando? ¿Te has vuelto chiflado?- No le encontraba respuesta a sus palabras pues hablaba totalmente en serio ¿Pero que tonterías? Egipcio con miles de años y bebedor de sangre como los vampiros ¿En que estaba pensando?...Todas aquellas palabras se hacían presas de mi mente y analizadas con el fin de comprender, lo que fue absolutamente imposible. Pero no podía ser verdad, los vampiros, los monstruos, las criaturas de la noches no existían ni iban a existir, de ninguna forma, o eso pensé antes de recordar a aquel ser con forma de loco gigante que me persiguió hasta casi darme la muerte si no fuera porque Ash… -Porque Ash volvió a estar ahí y consiguió vencerle saliendo iles…- Cuando casi todas las ideas iban a acudir a mi cabeza, aprecie como el joven miraba fríamente a Norbet y este por alguna razón se estremeció de dolor, tanto, que acabó soltándome inconscientemente. Antes de que pudiese reaccionar el moreno tiró de mí hasta dejarme en el helado suelo. Cuando conseguí ponerme en pie lo más rápido posible vi como Ash se enzarzaba en una pelea contra uno de los acompañantes de forma absolutamente inhumana y conseguía quitarle las llaves que mantenían presos a mis hermanos para arrojarlas junto a mi con la intención de que huyese. Cuando el joven me ordenó que corriese a la salida ya me encontraba haciéndolo. Mi cuerpo me pedía a gritos que no pensase, que corriese y huyese de aquellos presentes que ya no podían ser llamados personas, incluso Ash.
Antes de llegar a la salida miré hacia atrás inconscientemente, pues necesitaba ver y saber lo que ocurría para organizar mejor las ideas de lo que Ash me había contado. Para mi temor y sorpresa, el joven se encontraba batallando contra Norbet de una forma que jamás había visto. Peleaban el uno contra el otro de forma salvaje y demasiado violenta, parecían tigres… incluso no parecían los mismos. ¿Seria cierto entonces lo que…? No pude seguir pensando, pues me encontraba en el suelo con un terrible dolor en la nariz. Había tropezado con algo, alguien. Se trataba de la señora bastante mayor que acompañan al captor, y sin duda su cuerpo estaba duro como una muralla; comprendí entonces que también era como ellos. –Vaya, vaya, vaya… ¿Pensabas que ibas a salir de aquí tan fácil, fulana? – Sus palabras me dejaron claro que no podía seguir huyendo sin actuar. No contaba con el sable que el joven me regaló pero pensé que quizás mi cuerpo había adquirido la suficiente fuerza como para intentar hacerle frente. Por ello, me puse en pie, apreté el puño y lo elevé dirigiéndolo rápidamente hacia su cara. Antes de que tan si quiera pudiese rozar aquella horrible faz de la mujer, ella me propinó otro ataque exacto, el cual impactó en la zona superior de mi cara haciendo que la nariz sangrase. Sin duda, no era humana. Se notaba que apenas había utilizado fuerzas para aquel ataque y yo sentía un dolor terrible en la cara, sobretodo en la nariz que seguramente había sido la más dañada. –Sucia vieja… ¡Apártate!- -Ni lo sueñes preciosa…hueles demasiado bien como para dejarte escapar sin haberte probado antes. Norbet me va a tener que perdonar con esto-La anciana se acercó sin vacilar rápidamente, sin aparentar ningún signo de edad al hacerlo y sus ojos se tornaron de un color rojo brillante. Si era un vampiro de verdad estaban claras sus intenciones. Tuve que reaccionar y le propine una patada alta que iría dirigida hacia su pecho, pero una vez mas contraataco, tomando la pierna y dándome una voltereta en el aire. Caí boca abajo y antes de que pudiese ponerme en pie la señora ya me había tomado por los pelos y tiraba de mí hacia arriba. Mu puse en pie y como mantenía el control sobre mis movimientos me propinó una bofetada una vez más en el rostro. Intenté soltarme de sus riendas, pero antes de que pudiese evitarlo, con sus uñas, arañó mi hombro quedando una marca como si un tigre la hubiese realizado. En poco la sangre comenzó a brotar y la mujer pareció desquiciarse. Cuando quedó distraída por el supuesto olor le propiné un ataque ascendente realizado por la rodilla y conseguí darle y causarle un mínimo dolor. Aun así, la señora volvió a tomarme y arrojarme al suelo. Reparé en que contaba con la daga que Ash me había dado y rápidamente la tome. Corté el vestido y el traje interior que llevaba puesto por la zona de la pierna para que los ataques con los pies fuesen efectivos, quedando un gran desgarró en la tela que terminaba en medio muslo. Tomé el arma con firmeza y me aventuré a propinarle a la señora una ataque con esta en el estomago, pero con una increíble velocidad la mujer acabó arrebatándome el arma, sujetándome el pié y haciendo un corte limpio en el –Así ya no podrás correr aunque te lo propongas-
Pensé que aquello ya era el fin. Mi cuerpo se resentía de dolor. La sangre que brotaba de la nariz, del hombro y del pie causaba tal aroma que la mujer puso peor cara de deseo que la anterior; y no podía huir con el pie así. De repente, la mujer quedó quita, miró hacia mis espaldas y corrió hacia el lugar de forma inhumana. Algo la había distraído pero me negué a querer comprobarlo, me levante como pude y soportando un dolor indescriptible conseguí salir a paso ligero del parque.
Anduve varios minutos por las calles intentando llegar a mi casa. A veces tenia que parar y respirar hondo para hacer frente al dolor que los cortes del hombro y del pie me estaban provocando, por no decir el corte de Norbet en la mano y el golpe en la nariz. Intentaba no pensar, no recaer en la memoria, pero no lo pude evitar. Cada paso que daba en el camino, un recuerdo nuevo llegaba a mi mente y verificaba la idea de que Ash fuese un vampiro: la frialdad de su piel, las salidas solo nocturnas, la falta de herida o marca alguna en su piel, la facilidad de aparecer en cualquier sitio, la oscuridad de su mansión, las palabras de las doncellas sobre el, las acciones extrañas, las marcar del cuello de Frederick, su aura, aquellos ojos que tanto me atraían… todo, todo indicaba que era una criatura de la noche que se alimentaba de sangre. No pude evitar sentir miedo y comenzar a llorar de impotencia y desesperación, pues no sabía si ahora que conocía a verdad tendría la intención de matarme o me seguiría por el olor a sangre.
Cuando llegué a la casa, subí rápidamente las escaleras evitando cojeando, saqué del armario de la habitación una maleta y comencé a guardar las pocas pertenencias que tenia. Tenia que marcharme del país de alguna forma, salir de aquella boca del lobo ¿Pero como? Acabé por dejar la maleta en la cama y busqué otra solución. Me miré en un espejo medio roto que colgaba de la pared y pude comprobar como, sin duda, tenia una hemorragia en la nariz, sangre en la comisura del labio y la parte inferior de este un poco hinchado; del hombro no paraba de brotar sangre lentamente y con el pie no había nada que hacer ¿Cuánto tardarían en seguir mi olor así? Busqué un cubo de agua para lavarme pero no había, así que con la misma mano intenté despejar la sangre de la cara y solo conseguí extenderla. No había manera de apartar la sangre de mí y además el vestido rojo ya estaba bastante manchado de esta. Me despojé del atuendo y lo arrojé escaleras abajo, pero para mi disgusto hasta el traje interior que también había rajado hasta el muslo, estaba marcado por la sangre. No había nada que hacer sin duda. Me situé en la esquina en la que yacía el sable de Ash, y con el en la mano, esperé la llegada de cualquier vampiro. No podría huir, no podía evitar dejar de llorar como nunca lo había hecho … pero al menos intentaría luchar.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Se tranquilizó en mayor medida al haber despojado a Keira de los brazos de Norbert. Ahora solamente quedaba escapar del amasijo de sangre en el que se estaban convirtiendo ambas criaturas. Los golpes furiosos, los mordiscos viscerales y crueles... parecía una feroz batalla de demonios por el trono del infierno.
Durante un pequeño instante se separaron, aprovechando el militar para buscar a la chica corriendo por el camino... mas cuan fue su horror al comprobar la soberana paliza a la que estaba siendo sometida por aquella "momia" decrépita.
Tornó su mirada de nuevo hacia su contrincante que se limpiaba con un pañuelo la sangre de su boca con suma elegancia, sin perder las formas, a pesar de que su chaqué estaba completamente destrozado, lleno de desgarrones y manchas de la calle.
El tercer vampiro, el neonato, aun seguía lloriqueando por su deshabilitada mano, apoyado en un árbol... ¿Se habría equivocado Norbert de objetivo para continuar su progenie? Viendolos a ambos, Ash no podía evitar sonreir. -¡Cayetana!- mugió el hombre mayor, llamando a su chiquilla, la cual abandonó a Keira para dirigirse a la vera de su Sire -Creo que el señor Ravnos habrá captado el mensaje...- vaciló, aunque su voz le temblaba, delatando que deseaba marchar del lugar lo antes posible. Ash, no obstante, no deseaba que eso llegase a ocurrir, pues necesitaba ganar tiempo para que la mujer pudiese huir ¿Iría hacia su mansión? No lo tenía claro... la conocía lo suficiente para saber que no era una mujer muy práctica. Seguramente el miedo la llevaría a huir... ¿Pero por qué no seguir su rastro sin más?.
El egipcio se reincorporó remangándose las mangas de la blanca blusa que estaba empapada en el fluido vital que recorre el interior de todo ser de carne y hueso. -Oh, rotundamente sí, señor De Niro. Queda completamente demostrado que no puedes hacer nada mientras proteja a Keira...- De Niro rió divertido -Será más fácil de lo que crees, Ash... Ya una vez te sometí a mi voluntad en tu...-Me atacaste a traición, sucia rata. Sabes muy bien que me sobra fuerza para quitarme de encima a esos dos bebés que llevas como guardaespaldas.- interrumpió Ash al enemigo, que recogía del suelo su sucio sombrero de copa para colocárselo en la cabeza de nuevo -Bueno, no son los únicos...- sonrió, provocando en Ravnos una mueca de miedo -Ellos tienen su propia progenie... y su progenie, tiene su propia descendencia... Hay cerca de una legión vigilandoos en la sombra, mi querido amigo.- decía dándose la vuelta, dispuesto a marchar -Nunca olvidé lo que ocurrió entonces Ash, siempre te perseguí... y ahora tengo dos motivos para borrarte del mapa: Proteges a mi precioso tributo...- le dedicó una fria mirada por encima del hombro, cuyos ojos parecían henchidos de pura rabia.
Entonces, comenzaron a hacer camino alejándose los tres de allí en completo silencio ¿Por qué? No lo sabía. El vampiro quedó perplejo reflexionando aquella amenaza... ¿Se conocían entonces de antes? ¿Más de lo que Ash pensaba? Debía pensar, demasiados recuerdos que visitar... pero aún le inquietaba más aún la salud de su amiga. Cansado y debastado por las dentelladas que comenzaban a cicatrizar echó a correr siguiendo los rastros de sangre que había por la calle además del aroma de la misma. Realmente pensaba que ella se dirigiría hacia sus hermanos, pero al parecer todo parecía indicar que se encontraba en su casa.
No tardó demasiado en llegar, pues se apresuró lo más que pudo pensando que una vez más habían ido a su encuentro.
La casa estaba envuelta en un silencio sepulcral y la situación no invitaba a llamar a la puerta, así que Ash optó por la vía fácil y más rápida: trepar. Y así hizo haciendo gala de su agilidad y fuerza, llegando hasta la ventana de la habitación de Keira, sentándose en la ventana para observarla, divertido, con una media sonrisa adornando su cara. Al parecer había terminado de comprender la realidad y se encontraba asustada, cosa que no le sorprendía en absoluto.
Quizá le llamarían sin corazón o sin sangre, pero era realmente cierto que le divertía enormemente ver a Keira agazapadita en una esquina con un sable que apenas sabía manejar con maestría para defenderse de unas criaturas paranormales -¿Sabes?- preguntó en voz alta esperando sobresaltarla, para mayor regocijo de lo que su oscuro instinto le dictava -Realmente pensaba contártelo, chiquilla...- bajó de la ventana y comenzó a aproximarse a la joven con pasos lentos y pausados que hacían rechinar la vieja madera de aquella casa. -No me juzgues severamente Keira, trataba de protegerte de lo que este mundo te depararía... Es cierto que quise hacer de ti mi descendiente, mi chiquilla, como una hija... pero luego me di cuenta de que quizá no es lo que...- se interrumpió al caer en la cuenta -Eso es... ¡Keira!- se aproximó más y más hacia ella, pero se detuvo al reflexionar un poco más aquella idea, la cual era desmesuradamente precipitada. -Tu cara... tu cuerpo...- la observó de pronto, dandose cuenta de que estaba cubierta de sangre de pies a cabeza -¿Estás bien? ¿Te han hecho daño?- su preocupación fue tal que se acercó con intención de examinarla, apartando el sable bruscamente con la palma de la mano casi sin sentir el corte que se hizo al ejecutar aquella acción, demostrando una vez más su verdadera condición -Keira... hay muchas cosas que debes entender, que debo responder... para que puedas comprender realmente cada acción que he hecho por ti...- quedó en silencio mirándola a los ojos con los suyos envueltos en un fulgor verdoso fantasmagórico. Había perdido por completo el aspecto humano que tenía antes. Su piel fria lindaba con la de ella y en aquella habitación, parecía ser más clara de lo que quizá Keira pudiese haber llegado a apreciar. La realidad estaba frente a los ojos de una desdichada humana que en ningún momento pidió meterse en semejante guerra oculta, pero en la cabeza del egipcio germinaba un plan para echar a perder las tinieblas que Norbert quería cernir sobre el mundo... y para cumplir los deseos de aquella mujer independiente que ansiaba la libertad. Keira debía de ser una más, debía convertirse en un vampiro... -...Creo que tenemos que hablar...- llegó a decir con un hilo de voz, bromeando para intentar romper el hielo y quitar tensión a la situación echando a suertes la salud mental de la joven y la propia integridad física al enfrentarse a una mujer armada.
Durante un pequeño instante se separaron, aprovechando el militar para buscar a la chica corriendo por el camino... mas cuan fue su horror al comprobar la soberana paliza a la que estaba siendo sometida por aquella "momia" decrépita.
Tornó su mirada de nuevo hacia su contrincante que se limpiaba con un pañuelo la sangre de su boca con suma elegancia, sin perder las formas, a pesar de que su chaqué estaba completamente destrozado, lleno de desgarrones y manchas de la calle.
El tercer vampiro, el neonato, aun seguía lloriqueando por su deshabilitada mano, apoyado en un árbol... ¿Se habría equivocado Norbert de objetivo para continuar su progenie? Viendolos a ambos, Ash no podía evitar sonreir. -¡Cayetana!- mugió el hombre mayor, llamando a su chiquilla, la cual abandonó a Keira para dirigirse a la vera de su Sire -Creo que el señor Ravnos habrá captado el mensaje...- vaciló, aunque su voz le temblaba, delatando que deseaba marchar del lugar lo antes posible. Ash, no obstante, no deseaba que eso llegase a ocurrir, pues necesitaba ganar tiempo para que la mujer pudiese huir ¿Iría hacia su mansión? No lo tenía claro... la conocía lo suficiente para saber que no era una mujer muy práctica. Seguramente el miedo la llevaría a huir... ¿Pero por qué no seguir su rastro sin más?.
El egipcio se reincorporó remangándose las mangas de la blanca blusa que estaba empapada en el fluido vital que recorre el interior de todo ser de carne y hueso. -Oh, rotundamente sí, señor De Niro. Queda completamente demostrado que no puedes hacer nada mientras proteja a Keira...- De Niro rió divertido -Será más fácil de lo que crees, Ash... Ya una vez te sometí a mi voluntad en tu...-Me atacaste a traición, sucia rata. Sabes muy bien que me sobra fuerza para quitarme de encima a esos dos bebés que llevas como guardaespaldas.- interrumpió Ash al enemigo, que recogía del suelo su sucio sombrero de copa para colocárselo en la cabeza de nuevo -Bueno, no son los únicos...- sonrió, provocando en Ravnos una mueca de miedo -Ellos tienen su propia progenie... y su progenie, tiene su propia descendencia... Hay cerca de una legión vigilandoos en la sombra, mi querido amigo.- decía dándose la vuelta, dispuesto a marchar -Nunca olvidé lo que ocurrió entonces Ash, siempre te perseguí... y ahora tengo dos motivos para borrarte del mapa: Proteges a mi precioso tributo...- le dedicó una fria mirada por encima del hombro, cuyos ojos parecían henchidos de pura rabia.
Entonces, comenzaron a hacer camino alejándose los tres de allí en completo silencio ¿Por qué? No lo sabía. El vampiro quedó perplejo reflexionando aquella amenaza... ¿Se conocían entonces de antes? ¿Más de lo que Ash pensaba? Debía pensar, demasiados recuerdos que visitar... pero aún le inquietaba más aún la salud de su amiga. Cansado y debastado por las dentelladas que comenzaban a cicatrizar echó a correr siguiendo los rastros de sangre que había por la calle además del aroma de la misma. Realmente pensaba que ella se dirigiría hacia sus hermanos, pero al parecer todo parecía indicar que se encontraba en su casa.
No tardó demasiado en llegar, pues se apresuró lo más que pudo pensando que una vez más habían ido a su encuentro.
La casa estaba envuelta en un silencio sepulcral y la situación no invitaba a llamar a la puerta, así que Ash optó por la vía fácil y más rápida: trepar. Y así hizo haciendo gala de su agilidad y fuerza, llegando hasta la ventana de la habitación de Keira, sentándose en la ventana para observarla, divertido, con una media sonrisa adornando su cara. Al parecer había terminado de comprender la realidad y se encontraba asustada, cosa que no le sorprendía en absoluto.
Quizá le llamarían sin corazón o sin sangre, pero era realmente cierto que le divertía enormemente ver a Keira agazapadita en una esquina con un sable que apenas sabía manejar con maestría para defenderse de unas criaturas paranormales -¿Sabes?- preguntó en voz alta esperando sobresaltarla, para mayor regocijo de lo que su oscuro instinto le dictava -Realmente pensaba contártelo, chiquilla...- bajó de la ventana y comenzó a aproximarse a la joven con pasos lentos y pausados que hacían rechinar la vieja madera de aquella casa. -No me juzgues severamente Keira, trataba de protegerte de lo que este mundo te depararía... Es cierto que quise hacer de ti mi descendiente, mi chiquilla, como una hija... pero luego me di cuenta de que quizá no es lo que...- se interrumpió al caer en la cuenta -Eso es... ¡Keira!- se aproximó más y más hacia ella, pero se detuvo al reflexionar un poco más aquella idea, la cual era desmesuradamente precipitada. -Tu cara... tu cuerpo...- la observó de pronto, dandose cuenta de que estaba cubierta de sangre de pies a cabeza -¿Estás bien? ¿Te han hecho daño?- su preocupación fue tal que se acercó con intención de examinarla, apartando el sable bruscamente con la palma de la mano casi sin sentir el corte que se hizo al ejecutar aquella acción, demostrando una vez más su verdadera condición -Keira... hay muchas cosas que debes entender, que debo responder... para que puedas comprender realmente cada acción que he hecho por ti...- quedó en silencio mirándola a los ojos con los suyos envueltos en un fulgor verdoso fantasmagórico. Había perdido por completo el aspecto humano que tenía antes. Su piel fria lindaba con la de ella y en aquella habitación, parecía ser más clara de lo que quizá Keira pudiese haber llegado a apreciar. La realidad estaba frente a los ojos de una desdichada humana que en ningún momento pidió meterse en semejante guerra oculta, pero en la cabeza del egipcio germinaba un plan para echar a perder las tinieblas que Norbert quería cernir sobre el mundo... y para cumplir los deseos de aquella mujer independiente que ansiaba la libertad. Keira debía de ser una más, debía convertirse en un vampiro... -...Creo que tenemos que hablar...- llegó a decir con un hilo de voz, bromeando para intentar romper el hielo y quitar tensión a la situación echando a suertes la salud mental de la joven y la propia integridad física al enfrentarse a una mujer armada.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
No pude evitar sobresaltarme y casi gritar cuando de repente oí la voz de Ash, que sonaba tranquila y suave, como si nada hubiese pasado hacia minutos. Le mire atentamente y en efectivo, una vez mas, podía corroborar que no era natural que una persona que acababa de sufrir un percance con otra, de forma totalmente animal y salvaje, se encontrase como si ninguna parte de su cuerpo sufriese, respirando y aireando con normalidad. Sujeté el sable con fuerza... me atemorizaba la simple idea de tener que enfrentarme a el, pues para mi era un rival mucho peor de lo que podría haber llegado a ser aquella vieja y retorcida mujer, y todo porque al joven le había tomado cariño, demasiado, casi se podría decir que en un momento había sobrepasado el limite de la amistad y el amor; era totalmente incapaz de hacerle daño a sabiendas de que si de antojo se tratase podría matarme.
El joven había trepado de alguna forma por la fachada y llegado hasta la ventana de la habitación, se había sentado en ella y acto seguido se puso en pie y se dirigió hacia mi con suma naturalidad. Quise correr, retirarle de su camino, pero en vez de eso oí sus palabras. Alegaba querer haberme contando antes su verdadera identidad y rogaba que no le juzgase, pero ¿Como no hacerlo? ¿ Pretendía pues que nuestra relación amistosa siguiese su camino como si aquella noche no hubiese pasado nada? No podía ser. El era un asesino, un monstruo y un perseguido de la sociedad y yo no podría soportar relacionarme con tal persona...aunque tampoco sabia si podría soportar su ausencia. Algo despejo el pensamiento del joven, pues terminó reparando en mi aspecto dolorido y marcado de la sangre que aun seguía derramando por el hombro y el pie; y por ello, acercándose a mi rápidamente con una intención sospechable. Quise huir de la posición, antes de que lo hiciese el muchacho me arrebató el sable pero conseguí moverme hasta la esquina opuesta de la habitación con torpeza. -¡No te acerques!-
Al llegar a aquel rincón caí casi desplomada al suelo, pues aquella minúscula huida me había provocado mas dolor en el pie de lo normal, supuse que se había infectado la herida al caminar semi descalza. No pude evitar expresar muecas de dolor y sabia que poco tardaría el joven en darse cuenta del sufrimiento. Por ello, refugié con mis manos la herida del hombro - la cual supuse que seria de las mas tentadoras- intentando obviar que la hemorragia y mi restriego de manos habían provocado que la parte inferior del rostro se encontrase manchado de aquel flujo carmesí. Lloraba, temblaba y no sabia como reaccionar y mucho menos como escapar si Ash tenia la intención de matarme. El joven trato de decir antes de que reparase en mis acciones que debía oírle y que por supuesto debíamos hablar de lo que había pasado, pero sus palabras con apaciguaban mi temor pues no sabia si solo era un truco de distracción. Mi cabeza solo pensaba que no habría otro amanecer que ver y a la vez reflexionaba en que si tenia que morir a manos de alguien prefería las de el, la única persona que obvió las diferencias y me prestó atención en cada momento.-Si vas a matarme... cuéntame antes la verdad. Dime que fue lo que pasó con mi hermano y cuales fueron tus verdaderos planes- mi voz sonaba temblorosa, parecía un cachorrillo ante la mirada de un gran depredador esperando que sucediese lo peor -Por favor....-
El joven había trepado de alguna forma por la fachada y llegado hasta la ventana de la habitación, se había sentado en ella y acto seguido se puso en pie y se dirigió hacia mi con suma naturalidad. Quise correr, retirarle de su camino, pero en vez de eso oí sus palabras. Alegaba querer haberme contando antes su verdadera identidad y rogaba que no le juzgase, pero ¿Como no hacerlo? ¿ Pretendía pues que nuestra relación amistosa siguiese su camino como si aquella noche no hubiese pasado nada? No podía ser. El era un asesino, un monstruo y un perseguido de la sociedad y yo no podría soportar relacionarme con tal persona...aunque tampoco sabia si podría soportar su ausencia. Algo despejo el pensamiento del joven, pues terminó reparando en mi aspecto dolorido y marcado de la sangre que aun seguía derramando por el hombro y el pie; y por ello, acercándose a mi rápidamente con una intención sospechable. Quise huir de la posición, antes de que lo hiciese el muchacho me arrebató el sable pero conseguí moverme hasta la esquina opuesta de la habitación con torpeza. -¡No te acerques!-
Al llegar a aquel rincón caí casi desplomada al suelo, pues aquella minúscula huida me había provocado mas dolor en el pie de lo normal, supuse que se había infectado la herida al caminar semi descalza. No pude evitar expresar muecas de dolor y sabia que poco tardaría el joven en darse cuenta del sufrimiento. Por ello, refugié con mis manos la herida del hombro - la cual supuse que seria de las mas tentadoras- intentando obviar que la hemorragia y mi restriego de manos habían provocado que la parte inferior del rostro se encontrase manchado de aquel flujo carmesí. Lloraba, temblaba y no sabia como reaccionar y mucho menos como escapar si Ash tenia la intención de matarme. El joven trato de decir antes de que reparase en mis acciones que debía oírle y que por supuesto debíamos hablar de lo que había pasado, pero sus palabras con apaciguaban mi temor pues no sabia si solo era un truco de distracción. Mi cabeza solo pensaba que no habría otro amanecer que ver y a la vez reflexionaba en que si tenia que morir a manos de alguien prefería las de el, la única persona que obvió las diferencias y me prestó atención en cada momento.-Si vas a matarme... cuéntame antes la verdad. Dime que fue lo que pasó con mi hermano y cuales fueron tus verdaderos planes- mi voz sonaba temblorosa, parecía un cachorrillo ante la mirada de un gran depredador esperando que sucediese lo peor -Por favor....-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Durante unos breves instantes el vampiro se sintió decepcionado ante la reacción de Keira por su preocupación, pero no le hizo más falta que ponerse en su lugar para entender perfectamente que tuviese miedo; él también lo tuvo hace tresmil años. La observó con detenimiento en su torpe y lenta huida, el miedo reflejado en sus ojos eran como dos dagas que atravesaban sin piedad el corazón de Ash ¿Tan cruel había sido realmente? ¿De nada había servido entonces el trato que le había dado para, cuando llegase este momento, ella lo entendiese mejor? Se sentía pesado, como si su cuerpo estuviese cubierto por una densa capa de metal que le instaba a derrumbarse en el suelo, mas no lo hizo. Volvió a acercarse a la mujer más despacio que antes para no asustarla, hasta que se detuvo al oir las palabras de Keira. Él asintió y se sentó en el suelo a un par de metros de ella preparándose para relatarle la verdad.
Ash cerró los ojos, suspiró y desvió su mirada hacia la ventana mientras los abría muy despacio -Esa noche... en mi mansión, aquella vez que te fuiste sola, cuando te enseñé "mi hogar"- recalcó haciendo comillas con los dedos, desconociendo si Keira entendería esa gestualidad -Cuando me quedé a solas en el Hall me asaltó Norbert. No sé cómo entró, de verdad que no lo sé... no le pude oler, ni sentir. Apareció cual fantasma... Me invitó a conversar conmigo y yo, bueno, pensé que quizá quería disculparse por cierto bándalo que osó amenazar tu integridad ante mí- recordó a aquel extraño hombre con máscara, al que nunca volvió a ver -Tengo la sensación de que le conozco de antes, pero no sé cuan lejos está ese "antes"- devolvió la mirada a Keira -Habló de tí y de ese maquavélico plan que tiene... me negué en rotundo a entregarte. No podía permitírselo, estaba contra mi naturaleza, los vampiros siempre hemos sido muy posesivos con quienes consideramos nuestra mascota o ganado... si los humanos fueseis como las botellas de vino digamos que serías mi Gran Reserva personal e intransferible- sonrió melancólico, como si añorase tiempos pasados -Entonces los suyos me atacaron por la espalda, me mordieron y bebieron de mí como si fuese un asqueroso chucho callejero. Secaron mis venas con gran celeridad, mi cuerpo se marchitaba...- se miró las manos, sin darse cuenta de que estaba profundizando demasiado en aquel recuerdo -Sentía... no, no sentía nada. Nunca he sentido nada, pero aquella vez... se mezclaron dos sensaciones que se contrariaban. Podía verme envuelto en cenizas prácticamente que no sentía el más mínimo dolor... pero sí angustia y necesidad de vivir... sabía que después de mí irian a por ti.- apretó los puños furioso -Entonces me ofreció aquel trato... cambiarte a ti por tus hermanos- hizo un largo e incómodo silencio para que la joven recapacitase todo lo que le estaba contando -Lo siento, Keira... Siento lo que hice, por muy insufrible que fuese tu hermano Frederick nunca le hubiese puesto una mano encima, pero no podía renunciar a ti. Significas demasiado para mí...- hizo un ademán de levantarse, pero solamente se sentó de forma más comoda estirando una pierna y flexionando la otra, apoyándose en su rodilla -Asesiné a tu hermano porque no tuve más remedio, lo hice inconscientemente. Los de mi especie no somos tan diferentes a los animales... ni siquiera a los humanos. Cuando necesitamos sobrevivir, nuestro instinto nos lleva a ello; la diferencia radica en que nosotros somos unas bestias cuyos impulsos son imposibles de reprimir cuando el Frenesí nos alcanza... y así murió tu hermano Fred, en mis brazos... con el pequeño placer del beso de la noche recorriendo su piel agonizante...- terminó con un susurro y volvió a guardar silencio.
No sabía qué más podía decirle, pasaban los minutos y solamente sabía mirarla sin verla, se sentía cautivo en un tribunal del que jamás escaparía con vida. Se veía a sí mismo siendo merecedor de la muerte más horrible jamás causada en la historia a un hombre, animal... o cosa -Desde el principio... pensé que serías la pupila perfecta, que me sentiría orgulloso de ti. Una voz angelical a juego con un físico increible... serías la cazadora más letal que jamás halla existido. Tu belleza, tu exepcional talento para cantar como una sirena y mi oscuro ingenio, mi crueldad, mi frialdad... sería la armonía ideal para crear un caos tan similar al primigenio. Dos caras de una misma moneda, inseparables, compañeros de eternidad... pero todo eso cambió.- tragó saliva y desvió la mirada hacia la pared -Te convertiste en algo más, en una amiga... una amiga a la que traicioné sin poder evitarlo. Entonces decidí instruirte en el manejo de la espada, no solamente por tu propia seguridad sino para que pudieras llevar a su final al mayor de los males que jamás ha azotado París... ¿Qué podría haber mejor que una cazadora cuyo maestro es un ser sobrenatural? Conocerías mejor que nadie nuestros secretos y debilidades, además de practicar contra un Antiguo... si hubieses podido derrotarme, seguramente serías invencible por cualquier inmortal- dijo irreflexivo, pues desconocía las edades de los vampiros que rondasen París o el resto del mundo ¿Quién sabía a fin de cuentas si el Primero aún seguía con vida? -Siguió pasando el tiempo y cada noche amanecer me costaba más olvidarte. Eres algo más Keira... no eres mi amiga, eres la razón para seguir existiendo cada noche que cubra la tierra... Keira, yo...- se mordió el labio, quería decírselo, pero no podía. Quizá su orgullo fuese lo suficientemente fuerte, pero no era la auténtica razón... sino que nunca había pronunciado esas palabras tras llevar siglos conociendo a millones de personas diferentes -No quiero hacerte daño, ni te lo haré... He venido para saber si te encuentras bien. Puedes descuidar... pues no tengo la más mínima intención de robarte la sangre, no a ti... Solo quiero ver si puedo ayudarte, curarte, hacerte compañía y si aún quieres vengarte de Norbert tras conocer la verdad, seguiré junto a ti, a tu lado, para cubrirte las espaldas.- habló esperanzado de que la bella mujer diese una oportunidad al verdadero Ash -No te mentí en nada más...- se levantó y se acercó a ella para tenderle la mano -Soy el mismo Ash que conociste, el mismo Ash de la taberna, del cementerio, del bosque... y el mismo Ash del balcón, el mismo vampiro que fui, el que soy y el que seré... pero el mismo que pensaste que era.- la miró con convicción en los ojos, llameandoles de un color verdoso tan intenso que casi parecían lámparas -Confía en mí...- estiró más su mano, deseoso de que Keira la estrechase y se dejase curar o ayudar -Déjame estar a tu lado una vez más...
Ash cerró los ojos, suspiró y desvió su mirada hacia la ventana mientras los abría muy despacio -Esa noche... en mi mansión, aquella vez que te fuiste sola, cuando te enseñé "mi hogar"- recalcó haciendo comillas con los dedos, desconociendo si Keira entendería esa gestualidad -Cuando me quedé a solas en el Hall me asaltó Norbert. No sé cómo entró, de verdad que no lo sé... no le pude oler, ni sentir. Apareció cual fantasma... Me invitó a conversar conmigo y yo, bueno, pensé que quizá quería disculparse por cierto bándalo que osó amenazar tu integridad ante mí- recordó a aquel extraño hombre con máscara, al que nunca volvió a ver -Tengo la sensación de que le conozco de antes, pero no sé cuan lejos está ese "antes"- devolvió la mirada a Keira -Habló de tí y de ese maquavélico plan que tiene... me negué en rotundo a entregarte. No podía permitírselo, estaba contra mi naturaleza, los vampiros siempre hemos sido muy posesivos con quienes consideramos nuestra mascota o ganado... si los humanos fueseis como las botellas de vino digamos que serías mi Gran Reserva personal e intransferible- sonrió melancólico, como si añorase tiempos pasados -Entonces los suyos me atacaron por la espalda, me mordieron y bebieron de mí como si fuese un asqueroso chucho callejero. Secaron mis venas con gran celeridad, mi cuerpo se marchitaba...- se miró las manos, sin darse cuenta de que estaba profundizando demasiado en aquel recuerdo -Sentía... no, no sentía nada. Nunca he sentido nada, pero aquella vez... se mezclaron dos sensaciones que se contrariaban. Podía verme envuelto en cenizas prácticamente que no sentía el más mínimo dolor... pero sí angustia y necesidad de vivir... sabía que después de mí irian a por ti.- apretó los puños furioso -Entonces me ofreció aquel trato... cambiarte a ti por tus hermanos- hizo un largo e incómodo silencio para que la joven recapacitase todo lo que le estaba contando -Lo siento, Keira... Siento lo que hice, por muy insufrible que fuese tu hermano Frederick nunca le hubiese puesto una mano encima, pero no podía renunciar a ti. Significas demasiado para mí...- hizo un ademán de levantarse, pero solamente se sentó de forma más comoda estirando una pierna y flexionando la otra, apoyándose en su rodilla -Asesiné a tu hermano porque no tuve más remedio, lo hice inconscientemente. Los de mi especie no somos tan diferentes a los animales... ni siquiera a los humanos. Cuando necesitamos sobrevivir, nuestro instinto nos lleva a ello; la diferencia radica en que nosotros somos unas bestias cuyos impulsos son imposibles de reprimir cuando el Frenesí nos alcanza... y así murió tu hermano Fred, en mis brazos... con el pequeño placer del beso de la noche recorriendo su piel agonizante...- terminó con un susurro y volvió a guardar silencio.
No sabía qué más podía decirle, pasaban los minutos y solamente sabía mirarla sin verla, se sentía cautivo en un tribunal del que jamás escaparía con vida. Se veía a sí mismo siendo merecedor de la muerte más horrible jamás causada en la historia a un hombre, animal... o cosa -Desde el principio... pensé que serías la pupila perfecta, que me sentiría orgulloso de ti. Una voz angelical a juego con un físico increible... serías la cazadora más letal que jamás halla existido. Tu belleza, tu exepcional talento para cantar como una sirena y mi oscuro ingenio, mi crueldad, mi frialdad... sería la armonía ideal para crear un caos tan similar al primigenio. Dos caras de una misma moneda, inseparables, compañeros de eternidad... pero todo eso cambió.- tragó saliva y desvió la mirada hacia la pared -Te convertiste en algo más, en una amiga... una amiga a la que traicioné sin poder evitarlo. Entonces decidí instruirte en el manejo de la espada, no solamente por tu propia seguridad sino para que pudieras llevar a su final al mayor de los males que jamás ha azotado París... ¿Qué podría haber mejor que una cazadora cuyo maestro es un ser sobrenatural? Conocerías mejor que nadie nuestros secretos y debilidades, además de practicar contra un Antiguo... si hubieses podido derrotarme, seguramente serías invencible por cualquier inmortal- dijo irreflexivo, pues desconocía las edades de los vampiros que rondasen París o el resto del mundo ¿Quién sabía a fin de cuentas si el Primero aún seguía con vida? -Siguió pasando el tiempo y cada noche amanecer me costaba más olvidarte. Eres algo más Keira... no eres mi amiga, eres la razón para seguir existiendo cada noche que cubra la tierra... Keira, yo...- se mordió el labio, quería decírselo, pero no podía. Quizá su orgullo fuese lo suficientemente fuerte, pero no era la auténtica razón... sino que nunca había pronunciado esas palabras tras llevar siglos conociendo a millones de personas diferentes -No quiero hacerte daño, ni te lo haré... He venido para saber si te encuentras bien. Puedes descuidar... pues no tengo la más mínima intención de robarte la sangre, no a ti... Solo quiero ver si puedo ayudarte, curarte, hacerte compañía y si aún quieres vengarte de Norbert tras conocer la verdad, seguiré junto a ti, a tu lado, para cubrirte las espaldas.- habló esperanzado de que la bella mujer diese una oportunidad al verdadero Ash -No te mentí en nada más...- se levantó y se acercó a ella para tenderle la mano -Soy el mismo Ash que conociste, el mismo Ash de la taberna, del cementerio, del bosque... y el mismo Ash del balcón, el mismo vampiro que fui, el que soy y el que seré... pero el mismo que pensaste que era.- la miró con convicción en los ojos, llameandoles de un color verdoso tan intenso que casi parecían lámparas -Confía en mí...- estiró más su mano, deseoso de que Keira la estrechase y se dejase curar o ayudar -Déjame estar a tu lado una vez más...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
El joven, entendiendo la dificultad de la situación y comprendiendo en todo momento mis reacciones, decidió sentarse en el suelo a escasos metros de mi posición. Había cambiado su forma de presencia en poco tiempo, pues había frecuentado el lugar con suma naturalidad y ahora parecía confuso y decidió a responder cualquier pregunta o petición que fuese necesaria. Comenzó a relatar, como había rogado, lo que verdaderamente sucedió aquella noche en la que Fred murió. Escuchaba atenta sus palabras mientras me refugiaba entre mis piernas y brazos, como si quisiese protegerme de algo. Tal y como el muchacho relataba lo sucedido era bastante fácil de imaginar y aquello provocó que me estremeciese de tristeza. Y por alguna razón, sin conocer su raza, inconscientemente me situaba en su lugar y no podía evitar sentir remordimiento y pena por el ¿Por que? De la forma que fuese había matado a mi hermano y me había mentido durante demasiado tiempo... y aun así no podía dejar de sentir ganas de acariciarle y hablarle con toda la suavidad del mundo. Y eso me estaba matando por dentro, porque no sabia si me estaba engañando al decir que todo lo hizo porque le importaba y por salvarme, como insinuó Norbet, o si verdaderamente lo sentía ¿A quien debía de creer?
Ash se acomodó en su posición y siguió hablando. Pensé que su relato de aquel día no había acabado y que se disponía a seguir contándolo, pero sus siguientes palabras no tenían nada que ver. Pues reveló el plan que tenía desde el día en el que entró en la posada y me sacó del tablado para charlar. No vacilaba al contar que solo me quería como su mascota y después como pupila. Me sentí totalmente ofendida por ello y hubiese seguido estando si no fuera porque su conversación llegó a mas y volvió al tema que dejamos entrecortado en el balcón, el tema que me hubiese gustado contestar diciendo que sentía lo mismo para culminar toda palabra con una caricia que significaba mucho más por su procedencia. El corazón parecía estar oprimiéndose por una fuerza sobrehumana y por unos momentos quise no mirar al joven, pues no sabia si por ello me sonrojaría o lloraría. Quizá si todo no hubiese sido tan extraño, si no hubiese sucedido nada se hubiese podido retomar la conversación para terminarla, como quería en aquel momento...pero no, eso era imposible.
Cuando el muchacho se puso en pie aseguró no querer hacerme ningún daño, que solo tenia la intención de ayudarme, estar a mi lado, incluso curarme del dolor que estaba sufriendo; y lo decía tan en serio... era imposible no creerle y no darle esa oportunidad. Tras eso me extendió la mano para ayudarme a ponerme en pie. Dudé, no sabia si dársela. Sus ojos no me convencían, pero el parecía ser el mismo ¿Y si al notar mi sangre acababa fuera de si mismo? ¿o intentaba beberla o lo que hiciesen los que son como el? Tras un suspiro, decidí sujetarme de el con mi mano herida por el corte que había provocado Norbet con su uña, aunque la sangre ya estaba reseca. Me mordí el labio para no gemir de dolor cuando al levantarme noté como la herida del pie y el hombro reclamaban su presencia; y también quedé totalmente ensimismada con la frialdad de su piel. Me había preguntado tantas veces a que se debía aquella anomalía y jamas habría pensado que la verdadera razón era que estaba muerto...muerto, me costaba demasiado asimilarlo. No solté su mano, la acaricié notando el desagradable frió y obviando la cercanía entre ambos. Después le miré a los ojos -¿Cuando pensabas contarme todo esto?- era increíble lo mucho que habían caminado sus ojos, no solo de color sino también de apariencia -Quiero...quiero entender, quiero pensar que eres el mismo, sentirlo...pero tus ojos...- No termine la frase, no era el momento adecuado.
Solté la mano del joven y ande cojeando hasta la misera cama que había contra la pared que estaba enfrente de la ventana.Me senté en ella y despojé del hombro toda tela, dejándolo al descubierto para poder ver con claridad que era lo que me provocaba dolor. Me encontraba desorientada, no sabia muy bien que hacer. En otra situación hubiese huido, gritado, quizás le hubiese intentado matar o me hubiese jurado que jamas le dirigiría la palabra, o incluso que la maleta que también se encontraba sobre la cama destinaría mi nuevo viaje lejos de el: pero no podía. Mi mente me decía una cosa, mi cuerpo otra y mi corazón otra muy distinta, y lo único que podía llegar a entender era que en mi cuerpo se estaba dando un cumulo de sensaciones que no iban a parar al ningún lado. Acabé por mirar a Ash para ver que era lo que tenia pensado hacer, si sentarse junto a mi o marcharse para que el futuro no pereciese por la extraña relación. Era curioso, pues esa ultima posibilidad hacia que me entristeciese solo de pensarla a pesar de que sabia que quizás seria lo mejor para ambos; pero no podía evitar quererle y avergonzarme por todo lo que había dicho en un pasado sobre las relaciones amorosas, mi corazón sentía algo mas...algo que jamas había sentido.
Ash se acomodó en su posición y siguió hablando. Pensé que su relato de aquel día no había acabado y que se disponía a seguir contándolo, pero sus siguientes palabras no tenían nada que ver. Pues reveló el plan que tenía desde el día en el que entró en la posada y me sacó del tablado para charlar. No vacilaba al contar que solo me quería como su mascota y después como pupila. Me sentí totalmente ofendida por ello y hubiese seguido estando si no fuera porque su conversación llegó a mas y volvió al tema que dejamos entrecortado en el balcón, el tema que me hubiese gustado contestar diciendo que sentía lo mismo para culminar toda palabra con una caricia que significaba mucho más por su procedencia. El corazón parecía estar oprimiéndose por una fuerza sobrehumana y por unos momentos quise no mirar al joven, pues no sabia si por ello me sonrojaría o lloraría. Quizá si todo no hubiese sido tan extraño, si no hubiese sucedido nada se hubiese podido retomar la conversación para terminarla, como quería en aquel momento...pero no, eso era imposible.
Cuando el muchacho se puso en pie aseguró no querer hacerme ningún daño, que solo tenia la intención de ayudarme, estar a mi lado, incluso curarme del dolor que estaba sufriendo; y lo decía tan en serio... era imposible no creerle y no darle esa oportunidad. Tras eso me extendió la mano para ayudarme a ponerme en pie. Dudé, no sabia si dársela. Sus ojos no me convencían, pero el parecía ser el mismo ¿Y si al notar mi sangre acababa fuera de si mismo? ¿o intentaba beberla o lo que hiciesen los que son como el? Tras un suspiro, decidí sujetarme de el con mi mano herida por el corte que había provocado Norbet con su uña, aunque la sangre ya estaba reseca. Me mordí el labio para no gemir de dolor cuando al levantarme noté como la herida del pie y el hombro reclamaban su presencia; y también quedé totalmente ensimismada con la frialdad de su piel. Me había preguntado tantas veces a que se debía aquella anomalía y jamas habría pensado que la verdadera razón era que estaba muerto...muerto, me costaba demasiado asimilarlo. No solté su mano, la acaricié notando el desagradable frió y obviando la cercanía entre ambos. Después le miré a los ojos -¿Cuando pensabas contarme todo esto?- era increíble lo mucho que habían caminado sus ojos, no solo de color sino también de apariencia -Quiero...quiero entender, quiero pensar que eres el mismo, sentirlo...pero tus ojos...- No termine la frase, no era el momento adecuado.
Solté la mano del joven y ande cojeando hasta la misera cama que había contra la pared que estaba enfrente de la ventana.Me senté en ella y despojé del hombro toda tela, dejándolo al descubierto para poder ver con claridad que era lo que me provocaba dolor. Me encontraba desorientada, no sabia muy bien que hacer. En otra situación hubiese huido, gritado, quizás le hubiese intentado matar o me hubiese jurado que jamas le dirigiría la palabra, o incluso que la maleta que también se encontraba sobre la cama destinaría mi nuevo viaje lejos de el: pero no podía. Mi mente me decía una cosa, mi cuerpo otra y mi corazón otra muy distinta, y lo único que podía llegar a entender era que en mi cuerpo se estaba dando un cumulo de sensaciones que no iban a parar al ningún lado. Acabé por mirar a Ash para ver que era lo que tenia pensado hacer, si sentarse junto a mi o marcharse para que el futuro no pereciese por la extraña relación. Era curioso, pues esa ultima posibilidad hacia que me entristeciese solo de pensarla a pesar de que sabia que quizás seria lo mejor para ambos; pero no podía evitar quererle y avergonzarme por todo lo que había dicho en un pasado sobre las relaciones amorosas, mi corazón sentía algo mas...algo que jamas había sentido.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
La corta pregunta que la muchacha le hizo fue para él como si le hubiesen preguntado el verdadero significado de la existencia en el universo... ¿Cuándo planeó él decírselo a ella? Realmente no se lo había terminado de plantear, siempre aplazaba aquel plan para "más adelante" y la pobre no había sido testigo de la realidad hasta pasados varios meses desde que se conocieron. La caricia de la mujer a su fria piel le hizo salir de aquel oscuro manto de ausencia en el que se encontraba para dedicarle una cálida sonrisa a la que contestó que los ojos del muchacho eran diferentes en lo que respecta al "Ash" que ella conocía.
Entonces la vio marchar hacia la cama, quedándose de piedra, como una gárgola que custodia un tesoro de los malos espíritus. El vampiro la observaba en silencio, admirando como no se volvía loca o intentaba poner fin a su vida como criatura impía enemiga de Dios.
Tras unos minutos después de un largo y pesado suspiro, Ash decidió marcharse sin mediar palabra con la joven, dando la impresión de que era una despedida dolorosa para él, deseándole una vida sin mayores problemas con las tinieblas que el mundo ocultaba, mas no era la realidad.
El vampiro bajó por las escaleras hasta la planta baja y allí rebuscó en silencio algún cubo o utensilio que pudiese servirle. No tardó demasiado en encontrar el que Keira utilizaba para llevar agua hasta su casa, marchándose con el susodicho objeto por la puerta.
Se dirigió hacia un pozo que había a varios metros de la casa para llenar de agua aquel cubo, dejándolo caer tras haberte atado la cuerda al asa de alambre que permitía su transporte. Lo subió nuevamente tras oir el chapoteo en el agua con suma facilidad debido a su fuerza y se dispuso a cargarlo en dirección hacia la casa nuevamente. Todo el trayecto fue acompañado por unos inquietantes aullidos de lobos provinientes del bosque que llamaron la atención de Ravnos, el cual resopló con pesadez comprendiendo que cabía la probabilidad de que Norbert y los suyos estuviesen tratando con licántropos o peor: Fenrir.
Entró cual serpiente a la casa y subió las escaleras como una sombra, sin hacer el menor ruido. Penetró en la habitación y se posicionó frente a Keira dejando el cubo a su lado. Aprovechó entonces que su camisa estaba hecha girones para quitársela y terminar de romperla para darle uso como trapo mojándola en el agua. Sería la primera vez que Keira lo viese de torso desnudo, podría ver su cuerpo ligeramente marcado por diversos ejercicios de musculación aunque no demasiado, aunque más llamativa sería la cicatriz que tenía cruzada desde el pecho hasta la cintura de forma diagonal. -Una vez fui humano Keira, como tú... Era pobre, tenía sueños y esperanzas... esta cicatriz es muestra de ello- sin pedir permiso, comenzó a lavar la herida del pie de la muchacha, confiando en que ella le dejaría hacer -Mi piel era morena, más que ahora... y muy cálida, a veces, hasta quemaba al pasarme horas bajo el sol.- sus ojos retomaban la normalidad al olvidar a Norbert y aparcando la rabia de su interior, apoyándose en sus memorias perdidas y en la tersa piel de la mujer -Mis padres luchaban día tras día labrando lo poco que podías conseguir en el desierto... ¿Has oido alguna vez hablar de el? Un lugar siempre seco, rodeado por kilómetros y kilómetros de arena donde casi nunca llueve. Por el día el sol es tan abrasador como un horno y las noches tan frías como la nieve- relatava con una sonrisa triste en los labios, pasando un dedo junto al corte ya limpio del pie con suma suavidad -Tenía un hermano pequeño... se llamaba Imhotep. Era sumamente cariñoso y jovial, siempre riendo... no le importaba no comer un día, siempre decía "Cuando el sol quema y la noche hiela, siempre vendrá el crepúsculo y el amanecer para ayudarnos" ... No sé de dónde salía tanto optimismo- miró a Keira a los ojos, ya eran los de siempre, tan oscuros como la noche. Pasó entonces a limpiar toda la sangre seca de las manos de la mujer -Prácticamente eramos esclavos, nunca tuve tiempo para aprender o hacer amigos... añoraba tanto la libertad como un pájaro enjaulado -pasó finalmente al cuello, donde comenzó a limpiar el líquido seco antes de pasar a la herida con extrema precaución para que la dama no se asustase -Un día tuve una confrontación con un guardia del Faraón que intentaba fustigar a Imhotep por una acusación falsa de que había robado alimento a un comerciante... Sí, por desgracia él si tuvo tiempo para hacer amigos, MUY malos amigos, pésimas influencias que siempre le cargaban la culpa al inocente- sonrió a pesar de recordar aquel doloroso tajo que recibió en el pecho con el sable del guardia -Sangré Keira, sentí el dolor como jamás lo había sentido... y de igual forma continué enfrentándome a él. Eso impresionó al Faraón que mandó a llamarme -pasó a limpiar entonces la herida del hombro, apartando las ropas de Keira con delicadeza, acariciando su piel mezclando la calidez con el frio de su cuerpo -Me hice guardia real... mi coraje y mi valor además de mi habilidad corporal hicieron de mi un gran protector para la familia real además de ser uno de los pocos soldados justos que había entonces. Mi familia no volvió a pasar hambre gracias a mis esfuerzos, mi sudor... hasta aquel día...- mojó y remojó el paño un par de veces en el agua rojiza para limpiar con más eficacia -Poco a poco se extendió una plaga por todo el imperio. Nadie sabía qué ocurría, ni siquiera el médico de palacio... La gente moría por falta de sangre, con solo dos pequeñas heridas en el cuello.- suspiró antes de proseguir con su labor, pasando el húmedo trapo que era ahora su camisa por el hombro de la mujer, tan suave que casi podría hacer cosquillas -Un día... al llegar a casa, todo estaba demasiado silencioso. En la puerta estaba mi padre sentado, aparentemente dormido y no quise despertarlo, pero al entrar por la puerta vi la horrible figura de mi madre yaciendo en el suelo con aquellas dos horribles marcas. Alcé la vista y pude discernir en la oscuridad del anochecer una fantasmagórica figura que retenía a mi pequeño hermano colgando del cuello mientras un líquido carmesí goteaba por sus labios... era él, el Faraón.- terminó de limpiar la herida y la secó con la parte seca del trapo -Se avalanzó sobre mí a gran velocidad... pero no me mató. Me dio de beber de su sangre tras despojarme de la mía, convirtiéndome en lo que nosotros denominamos "Su chiquillo". Me enseñó a lo largo de los años a ser una criatura letal que debía cazar por la noche, un depredador cuya luz del sol es el peor de los enemigos... Aprendí de él con velocidad, fui el hijo que jamás pudo engendrar como criatura demoníaca que es... hasta que fui lo bastante fuerte para vengarme.- acarició de igual forma el hombro de la muchacha hasta llegar al cuello, terminando por su cara -Bebí de él tanto como hizo con mi familia, igual que ahogue a su mujer en su propia sangre cuando la apuñalé... Devoré a sus hermanos y deshice todo su linaje en solamente una noche. Incendié mi hogar al igual que el palacio y me marché de allí, durmiendo bajo la arena durante el día...- terminó de recordar antes de ponerse a la altura de la muchacha.
Suspiró nuevamente y la miró durante un largo rato en silencio, esperando que asimilara toda la historia que acababa de contarle -No elegí ser lo que soy hoy día Keira, me obligaron como a muchos de nosotros. Es un Don oscuro que algunos adoran y otros odian como una condena... A mí, me arrancaron mis lazos sanguineos y asesinaron a mis familiares, pero me concedieron la libertad que siempre deseé... no es justo, pero no me marché con las manos vacías. La muerte nos acompaña allí donde vayamos... pero a la vez comenzamos una nueva vida cada siglo. Aquella hermana que mencioné en mi mansión no era realmente mi hermana, sino una pequeña joven a la que cuidé como si lo fuese, pero también me la arrebataron por un simple capricho sexual... Keira, tu no eres una mascota, ni una hermana ni mi pupila. Ni siquiera eres la loba que dije que eras un día...- dio un pequeño suspiro y se sintió vivir de nuevo cuando reparó en la proximidad de sus labios, sin dejar de mirarla a los ojos -Eres para mí la vida que siempre busqué tras largos milenios de espera...- pasó de mirar sus ojos a observar sus labios -Para mi no eres ya una simple "amiga"... eres el amor que nunca llegué a conocer, señorita Brandford- una lenta y pausada sonrisa se abría camino en su faz -Es curioso...- se acercaba a ella casi sin saberlo -Como tu abrasante presencia y mi frío y nocturno corazón...- se estremeció al sentir el aliento de la mujer lindar con el suyo -Son la perfecta comunión que forman el salvador atardecer de sensaciones que aliviaron un eterno desierto de vacío insufrible...- terminó aquella frase fundiéndose con ella en un profundo y anhelado beso que siempre quiso alcanzar como ser humano latente en el interior de una bestia, mientras acariciaba el rostro de la mujer con ambas manos, con la ternura que había guardado para ese momento durante siglos y siglos de amarga soledad.
Entonces la vio marchar hacia la cama, quedándose de piedra, como una gárgola que custodia un tesoro de los malos espíritus. El vampiro la observaba en silencio, admirando como no se volvía loca o intentaba poner fin a su vida como criatura impía enemiga de Dios.
Tras unos minutos después de un largo y pesado suspiro, Ash decidió marcharse sin mediar palabra con la joven, dando la impresión de que era una despedida dolorosa para él, deseándole una vida sin mayores problemas con las tinieblas que el mundo ocultaba, mas no era la realidad.
El vampiro bajó por las escaleras hasta la planta baja y allí rebuscó en silencio algún cubo o utensilio que pudiese servirle. No tardó demasiado en encontrar el que Keira utilizaba para llevar agua hasta su casa, marchándose con el susodicho objeto por la puerta.
Se dirigió hacia un pozo que había a varios metros de la casa para llenar de agua aquel cubo, dejándolo caer tras haberte atado la cuerda al asa de alambre que permitía su transporte. Lo subió nuevamente tras oir el chapoteo en el agua con suma facilidad debido a su fuerza y se dispuso a cargarlo en dirección hacia la casa nuevamente. Todo el trayecto fue acompañado por unos inquietantes aullidos de lobos provinientes del bosque que llamaron la atención de Ravnos, el cual resopló con pesadez comprendiendo que cabía la probabilidad de que Norbert y los suyos estuviesen tratando con licántropos o peor: Fenrir.
Entró cual serpiente a la casa y subió las escaleras como una sombra, sin hacer el menor ruido. Penetró en la habitación y se posicionó frente a Keira dejando el cubo a su lado. Aprovechó entonces que su camisa estaba hecha girones para quitársela y terminar de romperla para darle uso como trapo mojándola en el agua. Sería la primera vez que Keira lo viese de torso desnudo, podría ver su cuerpo ligeramente marcado por diversos ejercicios de musculación aunque no demasiado, aunque más llamativa sería la cicatriz que tenía cruzada desde el pecho hasta la cintura de forma diagonal. -Una vez fui humano Keira, como tú... Era pobre, tenía sueños y esperanzas... esta cicatriz es muestra de ello- sin pedir permiso, comenzó a lavar la herida del pie de la muchacha, confiando en que ella le dejaría hacer -Mi piel era morena, más que ahora... y muy cálida, a veces, hasta quemaba al pasarme horas bajo el sol.- sus ojos retomaban la normalidad al olvidar a Norbert y aparcando la rabia de su interior, apoyándose en sus memorias perdidas y en la tersa piel de la mujer -Mis padres luchaban día tras día labrando lo poco que podías conseguir en el desierto... ¿Has oido alguna vez hablar de el? Un lugar siempre seco, rodeado por kilómetros y kilómetros de arena donde casi nunca llueve. Por el día el sol es tan abrasador como un horno y las noches tan frías como la nieve- relatava con una sonrisa triste en los labios, pasando un dedo junto al corte ya limpio del pie con suma suavidad -Tenía un hermano pequeño... se llamaba Imhotep. Era sumamente cariñoso y jovial, siempre riendo... no le importaba no comer un día, siempre decía "Cuando el sol quema y la noche hiela, siempre vendrá el crepúsculo y el amanecer para ayudarnos" ... No sé de dónde salía tanto optimismo- miró a Keira a los ojos, ya eran los de siempre, tan oscuros como la noche. Pasó entonces a limpiar toda la sangre seca de las manos de la mujer -Prácticamente eramos esclavos, nunca tuve tiempo para aprender o hacer amigos... añoraba tanto la libertad como un pájaro enjaulado -pasó finalmente al cuello, donde comenzó a limpiar el líquido seco antes de pasar a la herida con extrema precaución para que la dama no se asustase -Un día tuve una confrontación con un guardia del Faraón que intentaba fustigar a Imhotep por una acusación falsa de que había robado alimento a un comerciante... Sí, por desgracia él si tuvo tiempo para hacer amigos, MUY malos amigos, pésimas influencias que siempre le cargaban la culpa al inocente- sonrió a pesar de recordar aquel doloroso tajo que recibió en el pecho con el sable del guardia -Sangré Keira, sentí el dolor como jamás lo había sentido... y de igual forma continué enfrentándome a él. Eso impresionó al Faraón que mandó a llamarme -pasó a limpiar entonces la herida del hombro, apartando las ropas de Keira con delicadeza, acariciando su piel mezclando la calidez con el frio de su cuerpo -Me hice guardia real... mi coraje y mi valor además de mi habilidad corporal hicieron de mi un gran protector para la familia real además de ser uno de los pocos soldados justos que había entonces. Mi familia no volvió a pasar hambre gracias a mis esfuerzos, mi sudor... hasta aquel día...- mojó y remojó el paño un par de veces en el agua rojiza para limpiar con más eficacia -Poco a poco se extendió una plaga por todo el imperio. Nadie sabía qué ocurría, ni siquiera el médico de palacio... La gente moría por falta de sangre, con solo dos pequeñas heridas en el cuello.- suspiró antes de proseguir con su labor, pasando el húmedo trapo que era ahora su camisa por el hombro de la mujer, tan suave que casi podría hacer cosquillas -Un día... al llegar a casa, todo estaba demasiado silencioso. En la puerta estaba mi padre sentado, aparentemente dormido y no quise despertarlo, pero al entrar por la puerta vi la horrible figura de mi madre yaciendo en el suelo con aquellas dos horribles marcas. Alcé la vista y pude discernir en la oscuridad del anochecer una fantasmagórica figura que retenía a mi pequeño hermano colgando del cuello mientras un líquido carmesí goteaba por sus labios... era él, el Faraón.- terminó de limpiar la herida y la secó con la parte seca del trapo -Se avalanzó sobre mí a gran velocidad... pero no me mató. Me dio de beber de su sangre tras despojarme de la mía, convirtiéndome en lo que nosotros denominamos "Su chiquillo". Me enseñó a lo largo de los años a ser una criatura letal que debía cazar por la noche, un depredador cuya luz del sol es el peor de los enemigos... Aprendí de él con velocidad, fui el hijo que jamás pudo engendrar como criatura demoníaca que es... hasta que fui lo bastante fuerte para vengarme.- acarició de igual forma el hombro de la muchacha hasta llegar al cuello, terminando por su cara -Bebí de él tanto como hizo con mi familia, igual que ahogue a su mujer en su propia sangre cuando la apuñalé... Devoré a sus hermanos y deshice todo su linaje en solamente una noche. Incendié mi hogar al igual que el palacio y me marché de allí, durmiendo bajo la arena durante el día...- terminó de recordar antes de ponerse a la altura de la muchacha.
Suspiró nuevamente y la miró durante un largo rato en silencio, esperando que asimilara toda la historia que acababa de contarle -No elegí ser lo que soy hoy día Keira, me obligaron como a muchos de nosotros. Es un Don oscuro que algunos adoran y otros odian como una condena... A mí, me arrancaron mis lazos sanguineos y asesinaron a mis familiares, pero me concedieron la libertad que siempre deseé... no es justo, pero no me marché con las manos vacías. La muerte nos acompaña allí donde vayamos... pero a la vez comenzamos una nueva vida cada siglo. Aquella hermana que mencioné en mi mansión no era realmente mi hermana, sino una pequeña joven a la que cuidé como si lo fuese, pero también me la arrebataron por un simple capricho sexual... Keira, tu no eres una mascota, ni una hermana ni mi pupila. Ni siquiera eres la loba que dije que eras un día...- dio un pequeño suspiro y se sintió vivir de nuevo cuando reparó en la proximidad de sus labios, sin dejar de mirarla a los ojos -Eres para mí la vida que siempre busqué tras largos milenios de espera...- pasó de mirar sus ojos a observar sus labios -Para mi no eres ya una simple "amiga"... eres el amor que nunca llegué a conocer, señorita Brandford- una lenta y pausada sonrisa se abría camino en su faz -Es curioso...- se acercaba a ella casi sin saberlo -Como tu abrasante presencia y mi frío y nocturno corazón...- se estremeció al sentir el aliento de la mujer lindar con el suyo -Son la perfecta comunión que forman el salvador atardecer de sensaciones que aliviaron un eterno desierto de vacío insufrible...- terminó aquella frase fundiéndose con ella en un profundo y anhelado beso que siempre quiso alcanzar como ser humano latente en el interior de una bestia, mientras acariciaba el rostro de la mujer con ambas manos, con la ternura que había guardado para ese momento durante siglos y siglos de amarga soledad.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 31/10/2011
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