AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Las Cartas sobre la Mesa
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Las Cartas sobre la Mesa
Recuerdo del primer mensaje :
Habían pasado dos meses desde el día en el Frederick murió a manos de Ash, pero no gracias a el, o al menos, eso era lo que intentaba creer. Tal y como quedó acordado, el joven y yo nos encontrábamos en el bosque cada noche para entrenar y así poder hacer frente a tan despiadado hombre que iba tras mis pasos, y al llegar el amanecer, nos separaríamos y no volveríamos a encontrarnos hasta la noche siguiente, quedando en mi un vacio lleno de realidades. Cada día que pasaba, mi mente asimilaba con mas fuerza que el muchacho tenia la gran capacidad de distraerme y que los rayos del sol que lo alejaban de mi tenían la horrible habilidad de hacerme llorar, no por su sola ausencia, sino por el problema que acarreaba. Cuando Ash se despedía, entraba en la casa, me acurrucaba entre sabanas de la mísera cama de paja y lloraba. Los primeros días fue muy común tal hecho, pero a medida que pasó el tiempo conseguí controlarlo. Había superado la muerte de Frederick y había aprendido a mirar un objetivo por el que luchar, y ese objetivo era encontrar a Ian y John con vida, no me importaba lo importunado que podía llegar a ser Becket cada mañana llamando a mi puerta, ni la palabrería de los vecinos que veían con malos ojos mis encuentros con el joven galán, solo me importaban mis hermanos. Así, con tal meta y los ratos pasados con Ash, conseguí sobrevivir dos meses de incertidumbres y miedos causados por Norbet. Lo que no pude evitar fue dejar de preguntarme la razón por la que caminaba tras mis pasos…
Sobre el entrenamiento, fue mucho más intensivo que el primero que realicé, pero fui capaz de soportar caídas, intentos desesperados de atacar y luchas por que mi falda – la misma que recosía tardes y tardes- no fuese rajada cada día con tal de no sentirme tan sola como me sentía cada tarde en la casa. Conseguí con gran esfuerzo ser mas hábil con el arma y aprendí a escabullirme fácilmente de los ataques que el joven lanzaba, pero nada de esto hubiese logrado si no fuese porque me aventuré a tratar con mas confianza a mi mentor, puedo decir que hasta alguna vez le tuteé sin darme cuenta. Definitivamente, Ash era mi amigo y una persona en la que podía confiar.
Puede decirse, que mi vida casi poco a poco fue recuperando la normalidad. Al poco tiempo de insistir, Becket se desinteresó por mi presencia y desapareció, comencé a salir a menudo y varias veces pasé tardes con aquella chica que me ayudó con las heridas en la iglesia tras el encuentro con aquel lobo-bestia de la que me olvidé por completo- Empecé a percatarme que esta evolucionando mentalmente, pues había pasado de ser una mujer cerrada y testaruda a una chica mas abierta y jovial con los demás, con deseos de no estar sola, y en parte me alegré de ello. Por su parte, Hayley, que así se llamaba la chica, me concibió como una gran amistad y tenia ansias por ayudarme y hacerme feliz, tanto, que soñaba que llegase el día en el que Ash- por que le hablaba de el- llegase a mi casa y se arrodillase pidiéndome matrimonio. Sin duda, había personas que aun tenían tramos de vida que madurar, pero ella era feliz y nunca le reprochaba nada. Por ello, se tomó las confianzas de intentar refinarme para que no me comportase descortésmente con el joven, al punto de que me enseñó a bailar vals, tangos y otros tipos de bailes por si se presentaba la imposible ocasión. Parecía tan risueña… tan viva, como si a pesar de ser igual de pobre que yo, jamás hubiese sufrido. Verdaderamente la envidiaba… Por todo lo demás, absolutamente normal y común. Con el dinero que Ash me ofreció compre comida y prendas nuevas, además, al pasar por el mercado volvi a encontrarme con aquel señor mayor de acento inquietante, que me volvió a regalar otro crucifijo de color rojo intenso y negro, asegurando que ese si que serviría. Todo recuperó la normalidad…
O al menos eso pensé hasta que un día, después de haber transcurrido los dos meses, me encontraba cansada de encontrarme siempre al joven a altas horas de la noche y decidí ir a visitarle a su gran mansión por la tarde antes de que el sol cayese. Anduve por las calles emocionada y confusa, pues no sabía que reacción le provocaría mi vista y tampoco sabía si se encontraba de servicio por la ciudad. A veces me parecía que no trabajaba realmente, pues por las noches difícilmente lo hacia y por el día, jamás le vi patrullando la ciudad, ni si quiera paseando. En dos meses justos había conseguido saber todo de Hayley, sin embargo, a Ash lo conocía desde hacia mas tiempo y no sabia que era ni la mitad de lo que le rodeaba. Por ello, casada de educaciones fruto de imaginaciones de mi amiga, de las diferencias estamentales y de aquella barrera invisible que hacia que el joven y yo no compartiésemos una relación amistosa completa decidí adentrarme en su vivienda, queriendo conocer absolutamente todo sobre el. Entre imaginaciones y pensamientos, llegué pronto ante las puertas de aquella gran mansión. Me había vestido igual que siempre, pero con un corsé más elegante que había comprado gracias al muchacho. Estaba apurada por no haber traído ningún presente y sin saber si le apetecía mi presencia, pero me armé de valor y abrí aquel gran portón de hierro, para después transitar por aquel largo jardín repleto de mis flores favoritas y llegar a las grandes puertas que me hicieron recordar aquellos amargos días pasados. Tomé el aro de la puerta y golpeé un par de veces, esperando que fuese Ash quien me recibiera y no las criadas.
Habían pasado dos meses desde el día en el Frederick murió a manos de Ash, pero no gracias a el, o al menos, eso era lo que intentaba creer. Tal y como quedó acordado, el joven y yo nos encontrábamos en el bosque cada noche para entrenar y así poder hacer frente a tan despiadado hombre que iba tras mis pasos, y al llegar el amanecer, nos separaríamos y no volveríamos a encontrarnos hasta la noche siguiente, quedando en mi un vacio lleno de realidades. Cada día que pasaba, mi mente asimilaba con mas fuerza que el muchacho tenia la gran capacidad de distraerme y que los rayos del sol que lo alejaban de mi tenían la horrible habilidad de hacerme llorar, no por su sola ausencia, sino por el problema que acarreaba. Cuando Ash se despedía, entraba en la casa, me acurrucaba entre sabanas de la mísera cama de paja y lloraba. Los primeros días fue muy común tal hecho, pero a medida que pasó el tiempo conseguí controlarlo. Había superado la muerte de Frederick y había aprendido a mirar un objetivo por el que luchar, y ese objetivo era encontrar a Ian y John con vida, no me importaba lo importunado que podía llegar a ser Becket cada mañana llamando a mi puerta, ni la palabrería de los vecinos que veían con malos ojos mis encuentros con el joven galán, solo me importaban mis hermanos. Así, con tal meta y los ratos pasados con Ash, conseguí sobrevivir dos meses de incertidumbres y miedos causados por Norbet. Lo que no pude evitar fue dejar de preguntarme la razón por la que caminaba tras mis pasos…
Sobre el entrenamiento, fue mucho más intensivo que el primero que realicé, pero fui capaz de soportar caídas, intentos desesperados de atacar y luchas por que mi falda – la misma que recosía tardes y tardes- no fuese rajada cada día con tal de no sentirme tan sola como me sentía cada tarde en la casa. Conseguí con gran esfuerzo ser mas hábil con el arma y aprendí a escabullirme fácilmente de los ataques que el joven lanzaba, pero nada de esto hubiese logrado si no fuese porque me aventuré a tratar con mas confianza a mi mentor, puedo decir que hasta alguna vez le tuteé sin darme cuenta. Definitivamente, Ash era mi amigo y una persona en la que podía confiar.
Puede decirse, que mi vida casi poco a poco fue recuperando la normalidad. Al poco tiempo de insistir, Becket se desinteresó por mi presencia y desapareció, comencé a salir a menudo y varias veces pasé tardes con aquella chica que me ayudó con las heridas en la iglesia tras el encuentro con aquel lobo-bestia de la que me olvidé por completo- Empecé a percatarme que esta evolucionando mentalmente, pues había pasado de ser una mujer cerrada y testaruda a una chica mas abierta y jovial con los demás, con deseos de no estar sola, y en parte me alegré de ello. Por su parte, Hayley, que así se llamaba la chica, me concibió como una gran amistad y tenia ansias por ayudarme y hacerme feliz, tanto, que soñaba que llegase el día en el que Ash- por que le hablaba de el- llegase a mi casa y se arrodillase pidiéndome matrimonio. Sin duda, había personas que aun tenían tramos de vida que madurar, pero ella era feliz y nunca le reprochaba nada. Por ello, se tomó las confianzas de intentar refinarme para que no me comportase descortésmente con el joven, al punto de que me enseñó a bailar vals, tangos y otros tipos de bailes por si se presentaba la imposible ocasión. Parecía tan risueña… tan viva, como si a pesar de ser igual de pobre que yo, jamás hubiese sufrido. Verdaderamente la envidiaba… Por todo lo demás, absolutamente normal y común. Con el dinero que Ash me ofreció compre comida y prendas nuevas, además, al pasar por el mercado volvi a encontrarme con aquel señor mayor de acento inquietante, que me volvió a regalar otro crucifijo de color rojo intenso y negro, asegurando que ese si que serviría. Todo recuperó la normalidad…
O al menos eso pensé hasta que un día, después de haber transcurrido los dos meses, me encontraba cansada de encontrarme siempre al joven a altas horas de la noche y decidí ir a visitarle a su gran mansión por la tarde antes de que el sol cayese. Anduve por las calles emocionada y confusa, pues no sabía que reacción le provocaría mi vista y tampoco sabía si se encontraba de servicio por la ciudad. A veces me parecía que no trabajaba realmente, pues por las noches difícilmente lo hacia y por el día, jamás le vi patrullando la ciudad, ni si quiera paseando. En dos meses justos había conseguido saber todo de Hayley, sin embargo, a Ash lo conocía desde hacia mas tiempo y no sabia que era ni la mitad de lo que le rodeaba. Por ello, casada de educaciones fruto de imaginaciones de mi amiga, de las diferencias estamentales y de aquella barrera invisible que hacia que el joven y yo no compartiésemos una relación amistosa completa decidí adentrarme en su vivienda, queriendo conocer absolutamente todo sobre el. Entre imaginaciones y pensamientos, llegué pronto ante las puertas de aquella gran mansión. Me había vestido igual que siempre, pero con un corsé más elegante que había comprado gracias al muchacho. Estaba apurada por no haber traído ningún presente y sin saber si le apetecía mi presencia, pero me armé de valor y abrí aquel gran portón de hierro, para después transitar por aquel largo jardín repleto de mis flores favoritas y llegar a las grandes puertas que me hicieron recordar aquellos amargos días pasados. Tomé el aro de la puerta y golpeé un par de veces, esperando que fuese Ash quien me recibiera y no las criadas.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/10/2011
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
No dejé de mirar un solo instante la pared que se situaba frente a mí. Quería perderme en el horizonte y no parar de pensar cosas inútiles y sin sentido para apaciguar toda duda o inquietud que de mi cuerpo emanase. Me daba miedo imaginar lo que sucedería a partir de esa noche, sabia que nada seria igual y que tendría que cambiar cosas del día a día si quería sobrevivir; y no solo era decisión mía hacerlo, sino también del Ash. Él era quien, junto a mí, debía de decidir el rumbo del futuro. Me entristecí, las lágrimas siguieron escapando de mis ojos cuando me percaté de que el joven se marchaba del hogar. Podía interpretar entonces que había recapacitado y que había llegado a la conclusión de que la simple idea de seguir viéndonos cada noche no nos haría bien ninguno. ¡Y que diantres! Yo no quería, el muchacho había supuesto para mi una nueva vida y sabia que sin el, mi alma se entristecería y marchitaría cada día suplicando volver a verle. Porque ¿Qué es la vida si no se cuenta con la persona que te hace sonreír? Sabía que no volvería a hallar otra igual y sentía que sin el, lo que intentase hacer Norbet conmigo dejaba de importarme.
Suspiré de alivio cuando de repente, volvió a encontrarse en la habitación acompañado de un cubo lleno de agua dispuesto a limpiar en mi toda marca. No podía ser ningún asesino…no podía creerlo. El joven dejó el cubo en el suelo y se arrodillo frente a mi, llegaba prácticamente a mi altura de esta forma, pues la cama era demasiado baja; era la primera vez que podía admirar el rostro de Ash tan de cerca…obviando el momento del balcón, y la primera vez que veía su torso desnudo, pues acto seguido se despojo de su camisa para usarla como gasa. Era increíblemente bello, demasiado perfecto, solo una cicatriz que atravesaba su musculado estomago estropeaba de cierta forma la perfección en su blanca piel. Quería dejar de mirarle, pero no podía. No era una idea sexual la que me atraía de el, sino el simple hecho de ser perfecto y tan querido por mi.
Comenzó a relatar lo que sería su verdadera historia y acto seguido comenzó por lavar la herida del pie. Hice varias muecas de dolor mientras le escuchaba, pero se quedaban casi insignificantes a causa del ensimismamiento que mostraba ante su historia. Me fascinaba imaginar Ash mas moreno, mas humano, mas real…hace dios sabia cuantos años –Ash… la sangre no te…- mi voz sonó suave y relajada, pero callé, quería seguir oyendo su historia. Me sorprendió saber que tiempo pasado fue igual que yo, un pobre trabajador que tenia que ganarse la vida con esfuerzo y disfruté imaginando el parecido físico de aquel hermano menor que tuvo. El joven siguió relatando a la vez que limpiaba las heridas de las manos y brazos. La situación era demasiado intima, yo me encontraba prácticamente en camisón – el cual estaba rajado por toda la pierna y rasgado por la parte del hombro aunque esa zona ya no la cubriese- y el se encontraba sin camisa; no nos importaba nada el hecho de vernos el uno al otro tal y como éramos, solo importaban las palabras. Y la situación quizás hubiese llegado a más si no fuera porque la forma en la que se tornó la historia hizo que un oleaje de tristeza por Ash invadiera lo más profundo de mi corazón. Estaba claro que había sufrido grandes pérdidas. Mientras limpiaba y ya secaba la zona del cuello y los hombros dejó a la luz la forma en la que el pasó a ser una persona distinta.
Me sentí insegura cuando el joven culminó su historia relatando su venganza. Sin duda habia asesinado a gente y lo seguía haciendo, me costaba pensar que podía llegara ser una persona tan sanguinaria y fría, aunque mis pensamientos quedaron apartados cuando sentí que ya Ash no me acariciaba con su camisa, lo hacia con las manos, suave y delicadamente por el cuello y el rostro. Su tacto era increíblemente frio y a la vez placentero, por unos instantes quise que no siguiese hablando, pero el joven prosiguió con voz baja y tranquila. Contaba la verdadera identidad de la mujer del retrato que en un pasado hallé en la mansión y sentí unos celos que no pude evitar esconder, además de sorprenderme por su capacidad por encontrarle un sentido favorable al ser en el que se había convertido. De repente, mientras estaba arrodillado ante mí, se acercó poco a poco cuando reveló lo que yo suponía realmente para el, aquello que no pudo contar del todo en el balcón. Me miraba fijamente a los ojos, los cuales ya se habían vuelto como yo los ansiaba, del profundo marrón oscuro que durante noches había soñado. Seguía acariciándome y diciendo las palabras más bonitas que nunca antes nadie me había dedicado, decía que me amaba, y yo quería llorar. Se acercaba aun más y yo me sentía nerviosa, no sabía como reaccionar, no sabia que decirle, no sabía si pararle o sucumbir a su encanto…solo sabia que aquella sensación, en el fondo, me encantaba. Podía notar su aliento, si vida junto a la mía; respiraba entrecortadamente y por momentos sentía que seria capaz de hacer cualquier locura si me dejaba llevar.
Pero entonces, Ash dijo unas palabras que me dejaron mas muda de lo que ya me encontraba… y tras ello, se acercó más hacia mí y me besó. No sabia describir con palabras lo que estaba sintiendo en aquel momento. Era como si toda una vida de sufrimiento fuese absorbida por el roce de sus fríos labios y como si un calor abrasante recorriese mi cuerpo. En un solo segundo, quería rozarle, acariciarle, abrazarle y no dejar que aquel beso terminase. En un principio quedé totalmente inmóvil, pero sus caricias y su beso consiguieron que me dejase llevar y rodeé su cuello con mis dos brazo, para después en cortos movimientos bajar al suelo hasta situarme en su regazo. No me importaba el dolor, el sufrimiento, ni si quiera me importaba si en un acto involuntario Ash acababa matándome. Le amaba, sentía por él cosas que jamás llegué a imaginar y eso era lo único verdadero en aquel momento. Liberé un brazo para acariciar, mientras le besada, su torso helado. El corazón latía tan deprisa y estaba siendo tan presa del calor de mi cuerpo que no pude evitar cortar aquel roce de labios, pero sin alejarme de ellos mas de unos milímetros. No quería mirar a Ash a los ojos, me daba una vergüenza increíble y por mucho que quise no me atreví a lanzarme a sus labios. Era todo tan confuso y tan nuevo para mi…que al final acabé separándome un poco mas para mirarle a los ojos y no poder evitar dejar escapar una lagrima -Lo siento... Siento todo lo que ha sucedido estos meses atrás. Siento haber desconfiado de ti y siento haberte juzgado. Aun no entiendo por que, pero no quiero que te separes de mi…quiero que estemos como ahora, juntos…Pero si crees que es imposible y que nos perjudicará a ambos…no me hagas esto, por favor- quise obviar el tener que decirle ‘’Porque te amo demasiado’’ y expresárselo con otro beso, pero no pude, y en vez de eso m eché sobre el, poniendo mi rostro en su hombro y le abracé.
Pasaron minutos, quizá horas y yo seguía apoyada en el, casi dormida, demasiado relajada y tranquila. Pensaba mientras le acariciaba suavemente el hombro y el brazo que posaba frente a mi y no dejaba de pensar en una sola cosa: el futuro –Ash…tengo miedo. Me da miedo que Norbet pueda hacer…hacer lo que sea que tenga pensado. Puede aparecer en cualquier momento… se que me estará vigilando sin parar un segundo y…tengo miedo de estar sola-
Suspiré de alivio cuando de repente, volvió a encontrarse en la habitación acompañado de un cubo lleno de agua dispuesto a limpiar en mi toda marca. No podía ser ningún asesino…no podía creerlo. El joven dejó el cubo en el suelo y se arrodillo frente a mi, llegaba prácticamente a mi altura de esta forma, pues la cama era demasiado baja; era la primera vez que podía admirar el rostro de Ash tan de cerca…obviando el momento del balcón, y la primera vez que veía su torso desnudo, pues acto seguido se despojo de su camisa para usarla como gasa. Era increíblemente bello, demasiado perfecto, solo una cicatriz que atravesaba su musculado estomago estropeaba de cierta forma la perfección en su blanca piel. Quería dejar de mirarle, pero no podía. No era una idea sexual la que me atraía de el, sino el simple hecho de ser perfecto y tan querido por mi.
Comenzó a relatar lo que sería su verdadera historia y acto seguido comenzó por lavar la herida del pie. Hice varias muecas de dolor mientras le escuchaba, pero se quedaban casi insignificantes a causa del ensimismamiento que mostraba ante su historia. Me fascinaba imaginar Ash mas moreno, mas humano, mas real…hace dios sabia cuantos años –Ash… la sangre no te…- mi voz sonó suave y relajada, pero callé, quería seguir oyendo su historia. Me sorprendió saber que tiempo pasado fue igual que yo, un pobre trabajador que tenia que ganarse la vida con esfuerzo y disfruté imaginando el parecido físico de aquel hermano menor que tuvo. El joven siguió relatando a la vez que limpiaba las heridas de las manos y brazos. La situación era demasiado intima, yo me encontraba prácticamente en camisón – el cual estaba rajado por toda la pierna y rasgado por la parte del hombro aunque esa zona ya no la cubriese- y el se encontraba sin camisa; no nos importaba nada el hecho de vernos el uno al otro tal y como éramos, solo importaban las palabras. Y la situación quizás hubiese llegado a más si no fuera porque la forma en la que se tornó la historia hizo que un oleaje de tristeza por Ash invadiera lo más profundo de mi corazón. Estaba claro que había sufrido grandes pérdidas. Mientras limpiaba y ya secaba la zona del cuello y los hombros dejó a la luz la forma en la que el pasó a ser una persona distinta.
Me sentí insegura cuando el joven culminó su historia relatando su venganza. Sin duda habia asesinado a gente y lo seguía haciendo, me costaba pensar que podía llegara ser una persona tan sanguinaria y fría, aunque mis pensamientos quedaron apartados cuando sentí que ya Ash no me acariciaba con su camisa, lo hacia con las manos, suave y delicadamente por el cuello y el rostro. Su tacto era increíblemente frio y a la vez placentero, por unos instantes quise que no siguiese hablando, pero el joven prosiguió con voz baja y tranquila. Contaba la verdadera identidad de la mujer del retrato que en un pasado hallé en la mansión y sentí unos celos que no pude evitar esconder, además de sorprenderme por su capacidad por encontrarle un sentido favorable al ser en el que se había convertido. De repente, mientras estaba arrodillado ante mí, se acercó poco a poco cuando reveló lo que yo suponía realmente para el, aquello que no pudo contar del todo en el balcón. Me miraba fijamente a los ojos, los cuales ya se habían vuelto como yo los ansiaba, del profundo marrón oscuro que durante noches había soñado. Seguía acariciándome y diciendo las palabras más bonitas que nunca antes nadie me había dedicado, decía que me amaba, y yo quería llorar. Se acercaba aun más y yo me sentía nerviosa, no sabía como reaccionar, no sabia que decirle, no sabía si pararle o sucumbir a su encanto…solo sabia que aquella sensación, en el fondo, me encantaba. Podía notar su aliento, si vida junto a la mía; respiraba entrecortadamente y por momentos sentía que seria capaz de hacer cualquier locura si me dejaba llevar.
Pero entonces, Ash dijo unas palabras que me dejaron mas muda de lo que ya me encontraba… y tras ello, se acercó más hacia mí y me besó. No sabia describir con palabras lo que estaba sintiendo en aquel momento. Era como si toda una vida de sufrimiento fuese absorbida por el roce de sus fríos labios y como si un calor abrasante recorriese mi cuerpo. En un solo segundo, quería rozarle, acariciarle, abrazarle y no dejar que aquel beso terminase. En un principio quedé totalmente inmóvil, pero sus caricias y su beso consiguieron que me dejase llevar y rodeé su cuello con mis dos brazo, para después en cortos movimientos bajar al suelo hasta situarme en su regazo. No me importaba el dolor, el sufrimiento, ni si quiera me importaba si en un acto involuntario Ash acababa matándome. Le amaba, sentía por él cosas que jamás llegué a imaginar y eso era lo único verdadero en aquel momento. Liberé un brazo para acariciar, mientras le besada, su torso helado. El corazón latía tan deprisa y estaba siendo tan presa del calor de mi cuerpo que no pude evitar cortar aquel roce de labios, pero sin alejarme de ellos mas de unos milímetros. No quería mirar a Ash a los ojos, me daba una vergüenza increíble y por mucho que quise no me atreví a lanzarme a sus labios. Era todo tan confuso y tan nuevo para mi…que al final acabé separándome un poco mas para mirarle a los ojos y no poder evitar dejar escapar una lagrima -Lo siento... Siento todo lo que ha sucedido estos meses atrás. Siento haber desconfiado de ti y siento haberte juzgado. Aun no entiendo por que, pero no quiero que te separes de mi…quiero que estemos como ahora, juntos…Pero si crees que es imposible y que nos perjudicará a ambos…no me hagas esto, por favor- quise obviar el tener que decirle ‘’Porque te amo demasiado’’ y expresárselo con otro beso, pero no pude, y en vez de eso m eché sobre el, poniendo mi rostro en su hombro y le abracé.
Pasaron minutos, quizá horas y yo seguía apoyada en el, casi dormida, demasiado relajada y tranquila. Pensaba mientras le acariciaba suavemente el hombro y el brazo que posaba frente a mi y no dejaba de pensar en una sola cosa: el futuro –Ash…tengo miedo. Me da miedo que Norbet pueda hacer…hacer lo que sea que tenga pensado. Puede aparecer en cualquier momento… se que me estará vigilando sin parar un segundo y…tengo miedo de estar sola-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
La joven actuó de la forma que el vampiro esperaba, sucumbiendo lentamente al placer de un beso tan tibio para ambos presa del calor y el frio que emanaban. Ella comenzó a dejarse llevar por el momento, descendiendo hasta el regazo del vampiro, apoyándose en él y acariciándole el cuerpo, mas no obstante, no duró demasiado. Permaneció abrazada a él tras dedicarle unas palabras, a las que Ash respondió con un largo silencio y una incesante caricia en sus cabellos -¿Miedo a estar sola?- rió en voz baja tras susurrarle aquellas palabras -Keira Brandford nunca ha tenido miedo a estar sola. Siempre ha sido una chica fuerte, con saber estar, con presencia y valentía para afrontar los momentos difíciles.- tomó su barbilla con un dedo y le alzó la cabeza hasta que se encontraran sus miradas -Sobreviviste al Fenrir, sobreviviste a aquella vieja decrépita y has sabido derrotar las defensas de un vampiro muy antiguo... ¿A qué temes? ¿Qué clase de demonio puede causarte pavor?- sonrió con dulzura antes de darle otro pequeño y corto beso, con intención de animarla.
Léntamente se separó de ella y se puso en pie -No sería plato de buen gusto salir de aquí semi-desnudo...- se rascó la nuca, cansado -Estaría bien si hubiera por aquí alguna camisa de alguno de tus hermanos... Hemos de ir a sacarles de allí antes de que Norbert y los demás se recompongan y quieran tomar represalias- rememoró de golpe, hablando con voz diligente como un buen militar -Y haz tus maletas, te vienes "a casa"- volvió a sonreir tras decir aquello. No tenía malignas intenciones para con la chica, pero de ninguna forma -aunque hace unos instantes la hubiese instado a no tener miedo- la iba a dejar sola a sabiendas de lo que podría ocurrir a partir de ahora.
Se puso a pesarse por la habitación esperando que ella recordara si había algo o no de sus hermanos que él pudiese usar, para finalmente terminar arrodillándose de nuevo y limpiarse él su propia sangre seca y la de Norbert que impregnaban sus brazos y manos. Una vez terminado, se dirigió a la ventana y observó la luna que ya había empezado a caer desde lo más alto del firmamento -Madre...- comenzó a hablar como si la joven no estuviese allí con él -¿Es este el destino que siempre me deparó aquí en París? Aún recuerdo la marea que azotaba el navío en el que llegué a este país. Recuerdo verte, oh madre, alzándote con glamurosa parsimonia desde el oscuro y frío horizonte. Sentí el niveo abrazo de tu luz robada a mi enemigo mortal, luz que usas para darme serenidad. Madre...- miró a Keira por encima del hombro -Gracias por guiar mis pasos, una noche más...- volvió de nuevo la vista al frente, llevando los brazos hacia la espalda y enlazando las manos tras la misma. Así permaneció durante todo el rato en el que la chica estuviese ocupada, pues dijese lo que dijese, no iba a permitir que viviese allí sola... y obviamente, teniendo una mansión ¿Quién iba a mudarse a una choza tan destartalada?
Sin querer llevar a equívocos, él comprendía que la casa podría tener valor sentimental para Keira, pero a la vez ella debía de entender lo que Ash le proponía a ella. -Cuando estés lista podremos partir.- se alejó de la ventana tras aquella nocturna meditación que hacía noches que no practicaba -[color:f342=redSiento si suena precipitado, pero espero que lo comprendas- se decidió a decir sus pensamientos para que la chica no malpensara de él -Atrás quedan las mentiras y las desconfianzas Keira. Recuerda que no debes disculparte por nada que hayas hecho o dicho con anterioridad- habló con una voz tan cálida que no parecía que fuese Ash quien las pronunciaba, recordando las palabras que ella dijo mientras le abrazaba -fueron muchas emociones entonces, fueron muchas situaciones inexplicables- volvió a girarse hacia la ventana y observó esta vez el cielo en lugar de la luna, salpicado de un sin fin de estrellas titilantes como una infinidad de ojos que los observaban -A partir de esta noche no volverá a vigilarte. Ahora, por fin, puedo protegerte como es debido. Aprenderás más que nunca de mil y una cosas que jamás soñaste existentes...- volvió a sonreir -Comienza una nueva etapa en tu vida Keira, prepárate querida, porque va a ser...- sus ojos parecieron relucir con un destello de malicia mientras se dirigía al primer piso, esperando ponerse en marcha cuanto antes -...eterna- las palabras las arrastró el viento como el susurro de la muerte, un susurro que envolvería a la mujer con el mayor de los embrujos del vampiro, queriendo comunicarle las posibles elecciones en un futuro venidero que no se hallaba tan lejano como ambos creyeran saber.
Léntamente se separó de ella y se puso en pie -No sería plato de buen gusto salir de aquí semi-desnudo...- se rascó la nuca, cansado -Estaría bien si hubiera por aquí alguna camisa de alguno de tus hermanos... Hemos de ir a sacarles de allí antes de que Norbert y los demás se recompongan y quieran tomar represalias- rememoró de golpe, hablando con voz diligente como un buen militar -Y haz tus maletas, te vienes "a casa"- volvió a sonreir tras decir aquello. No tenía malignas intenciones para con la chica, pero de ninguna forma -aunque hace unos instantes la hubiese instado a no tener miedo- la iba a dejar sola a sabiendas de lo que podría ocurrir a partir de ahora.
Se puso a pesarse por la habitación esperando que ella recordara si había algo o no de sus hermanos que él pudiese usar, para finalmente terminar arrodillándose de nuevo y limpiarse él su propia sangre seca y la de Norbert que impregnaban sus brazos y manos. Una vez terminado, se dirigió a la ventana y observó la luna que ya había empezado a caer desde lo más alto del firmamento -Madre...- comenzó a hablar como si la joven no estuviese allí con él -¿Es este el destino que siempre me deparó aquí en París? Aún recuerdo la marea que azotaba el navío en el que llegué a este país. Recuerdo verte, oh madre, alzándote con glamurosa parsimonia desde el oscuro y frío horizonte. Sentí el niveo abrazo de tu luz robada a mi enemigo mortal, luz que usas para darme serenidad. Madre...- miró a Keira por encima del hombro -Gracias por guiar mis pasos, una noche más...- volvió de nuevo la vista al frente, llevando los brazos hacia la espalda y enlazando las manos tras la misma. Así permaneció durante todo el rato en el que la chica estuviese ocupada, pues dijese lo que dijese, no iba a permitir que viviese allí sola... y obviamente, teniendo una mansión ¿Quién iba a mudarse a una choza tan destartalada?
Sin querer llevar a equívocos, él comprendía que la casa podría tener valor sentimental para Keira, pero a la vez ella debía de entender lo que Ash le proponía a ella. -Cuando estés lista podremos partir.- se alejó de la ventana tras aquella nocturna meditación que hacía noches que no practicaba -[color:f342=redSiento si suena precipitado, pero espero que lo comprendas- se decidió a decir sus pensamientos para que la chica no malpensara de él -Atrás quedan las mentiras y las desconfianzas Keira. Recuerda que no debes disculparte por nada que hayas hecho o dicho con anterioridad- habló con una voz tan cálida que no parecía que fuese Ash quien las pronunciaba, recordando las palabras que ella dijo mientras le abrazaba -fueron muchas emociones entonces, fueron muchas situaciones inexplicables- volvió a girarse hacia la ventana y observó esta vez el cielo en lugar de la luna, salpicado de un sin fin de estrellas titilantes como una infinidad de ojos que los observaban -A partir de esta noche no volverá a vigilarte. Ahora, por fin, puedo protegerte como es debido. Aprenderás más que nunca de mil y una cosas que jamás soñaste existentes...- volvió a sonreir -Comienza una nueva etapa en tu vida Keira, prepárate querida, porque va a ser...- sus ojos parecieron relucir con un destello de malicia mientras se dirigía al primer piso, esperando ponerse en marcha cuanto antes -...eterna- las palabras las arrastró el viento como el susurro de la muerte, un susurro que envolvería a la mujer con el mayor de los embrujos del vampiro, queriendo comunicarle las posibles elecciones en un futuro venidero que no se hallaba tan lejano como ambos creyeran saber.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Mi corazón volvió a latir con fiereza, cuando el joven, tras aquellas convincentes palabras volvió a dedicarme otro beso, pequeño y corto, pero suficiente como para revelar un autentico huracán que acabase con mi cuerpo. No sabia que pensar de nuestra situación, de si realmente era verdad que había derribado todas sus defensas o si solo era un día tonto y caprichoso que pasaría volando como cualquier otro. Increíblemente me preocupaba aquello, pues ante las dos posibilidades no tenia reacción alguna, me sentía incapaz de no amarle e incapaz de amarle por siempre. Podría haber maldecido a cualquier dios por haber dejado que mis ideales cambiasen, pero sus simples caricias conseguían amansar a cualquier fiera interior. Era exactamente como amar a un demonio, que no te deja vivir la normalidad, que te vuelve triste e impotente a veces, e impide que te reveles contra el... pero por otro lado, tampoco quieres otra cosa.
Y rememorando sus anteriores palabras cuando tras el beso se separó y se puso en pie, me sentí de repente inquiete. Solo con aquellas frases había despertado en mi una curiosidad que me atemorizaba a mi misma, pues no era mas que curiosidad por saber mas sobre la verdad que aun no había llegado a asimilar. Indudablemente, ''Fenrir'' no podía tratarse de otra criatura que aquel lobo que me persiguió; tenia sentido ahora que todo se había vuelto inhumano y paranormal, pero quería saber que relación había. Además, Ash había señalado que el era un vampiro antiguo y ardía en deseos de saber cuando de ello era. Mis pensamientos quedaron despejados cuando el muchacho comenzó a hablar de nuevo. Tuve que llevarme una mano al rostro para evitar que me mirase, me sentía totalmente avergonzada cuando me recordó que mis hermanos seguían encerrados en la mansión y yo les había olvidado por completo a causa de aquel…beso. Rápidamente para no tener que reconocer ante Ash el hecho, tal y como me pidió comencé a buscar algo con lo que pudiese tapar su torso. Por suerte, mi hermano mayor había dejando una gabardina en el armario que abrigaba mas que un camisa cualquiera. Cuando tomé la prenda para dirigirme a el con toda intención de preguntarle si la prenda era aceptable, el joven se adelantó en la conversación, pidiendo que hiciese toda maleta para marcharme a vivir a su casa –Pero, pero…no puedo dejar la casa sin mas. ¿Y si llegase mi cuarto hermano preocupado por la ausencia de los demás? Y... ¿Y que haré mientras no puedes…exponerte a la luz? Ya una vez Norbet consiguió entrar en la mansión sin que te percatases ¿Quién dice que no lo haga una segunda mientras duermes? ¿Y que dirá la gente por dios?- Se notaba en mi voz que su pregunta me había exaltado por completo, entendía desde el principio sus intenciones, pero la convivencia entre un vampiro y un humano era algo aun sin demostrar. No pude evitar llevarme la mano a la frente, como señal de que intentaba aclarar mis pensamientos. Dejé la chaqueta larga posada sobre la silla que había junto a la ventana para que el joven se la colocase cuando mejor le conviniese. –No se Ash… No se si seré capaz de…- me atemorizaba terminar la frase para decirle que no sabia cual era su rutina y que seguramente seria incapaz de soportarla, no sabia como reaccionaria ante ello. Di varias vueltas por la habitación a la vez que intentaba tomar una decisión.
En poco tiempo acabé por volver a abrir la maleta que yacía sobre la cama para seguir metiendo ropa en ella. Pensaba que había sido increíble que llegase a la casa esa misma noche con la intención de no ver nunca más al joven y acabase por aceptar vivir en su casa. –Eres…Increíble- pues a mi juicio, era capaz de modificar mis sentimientos a su antojo. Seguí sacando la poca ropa que había en el armario para meterla en el maletín, solo había un par de faldas, un corsé, varias camisas, un vestido interior que tendría que sustituir por el que llevaba puesto y… Me sonrojé cuando entre la ropa, encontré un libro que se titulaba ‘’Romeo y Julieta’’, lo había comprado con la intención de aprender a leer para que Ash no me encontrase torpe en exceso, pero resignada tras intentarlo varias veces en vano, acabé guardándolo y no me acordé de el hasta ese momento; lo metí rápidamente en el equipaje para que el joven no lo viese y terminé con lo que quedaba.
Tras las últimas palabras que el joven me dirigió, en tono amable y suave, bajamos las escaleras de la casa y nos dispusimos a salir de esta. Antes de marchar no pude evitar volver a mirar la fachada. No me iba, no la abandonaba, no tenía la intención de no volver nunca…pero tantas historias allí ocurridas habían quedado en el recuerdo, lejanas y recientes, que me daba miedo no volver a recordarlas si algo ocurriese. –Vámonos…cuanto antes nos alejemos de estas húmedas calles, mejor- tomé la maleta con ambas manos, colocándola frente a mis piernas y comencé a caminar, esperando que el joven me siguiese. –Tú… ¿Qué haces cuando es de día? ¿No…no puedes estar despierto, aunque la casa se mantenga aislada de la luz? – no podía haber hecho preguntas mas absurdas que aquellas, comparadas con las miles que se creaban en mi cabeza que no me atrevía a preguntar porque eran demasiado intimas o demasiado descabelladas. –Y la sangre… ¿ti-tienes que matar a gente? ¿Tienes que hacerlas sufrir para poder alimentarte? Dime que son leyendas urbanas, antes no reaccionaste ante la mia…-en mi rostro se podía reflejar la mas absoluta desesperación. No podía vivir con una persona que tiene que matar a diario, no podría vivir en una casa de gritos, de sufrimiento…no podría estar con el. Y aun así, había cosas que me preocupaban aun mas –Cuando lleguemos…quisiera hablar contigo de todo. Necesito saber más. Me siento aturdida con todo lo que a pasado y… es mejor que lo comentemos donde no nos puedan oír-
Y rememorando sus anteriores palabras cuando tras el beso se separó y se puso en pie, me sentí de repente inquiete. Solo con aquellas frases había despertado en mi una curiosidad que me atemorizaba a mi misma, pues no era mas que curiosidad por saber mas sobre la verdad que aun no había llegado a asimilar. Indudablemente, ''Fenrir'' no podía tratarse de otra criatura que aquel lobo que me persiguió; tenia sentido ahora que todo se había vuelto inhumano y paranormal, pero quería saber que relación había. Además, Ash había señalado que el era un vampiro antiguo y ardía en deseos de saber cuando de ello era. Mis pensamientos quedaron despejados cuando el muchacho comenzó a hablar de nuevo. Tuve que llevarme una mano al rostro para evitar que me mirase, me sentía totalmente avergonzada cuando me recordó que mis hermanos seguían encerrados en la mansión y yo les había olvidado por completo a causa de aquel…beso. Rápidamente para no tener que reconocer ante Ash el hecho, tal y como me pidió comencé a buscar algo con lo que pudiese tapar su torso. Por suerte, mi hermano mayor había dejando una gabardina en el armario que abrigaba mas que un camisa cualquiera. Cuando tomé la prenda para dirigirme a el con toda intención de preguntarle si la prenda era aceptable, el joven se adelantó en la conversación, pidiendo que hiciese toda maleta para marcharme a vivir a su casa –Pero, pero…no puedo dejar la casa sin mas. ¿Y si llegase mi cuarto hermano preocupado por la ausencia de los demás? Y... ¿Y que haré mientras no puedes…exponerte a la luz? Ya una vez Norbet consiguió entrar en la mansión sin que te percatases ¿Quién dice que no lo haga una segunda mientras duermes? ¿Y que dirá la gente por dios?- Se notaba en mi voz que su pregunta me había exaltado por completo, entendía desde el principio sus intenciones, pero la convivencia entre un vampiro y un humano era algo aun sin demostrar. No pude evitar llevarme la mano a la frente, como señal de que intentaba aclarar mis pensamientos. Dejé la chaqueta larga posada sobre la silla que había junto a la ventana para que el joven se la colocase cuando mejor le conviniese. –No se Ash… No se si seré capaz de…- me atemorizaba terminar la frase para decirle que no sabia cual era su rutina y que seguramente seria incapaz de soportarla, no sabia como reaccionaria ante ello. Di varias vueltas por la habitación a la vez que intentaba tomar una decisión.
En poco tiempo acabé por volver a abrir la maleta que yacía sobre la cama para seguir metiendo ropa en ella. Pensaba que había sido increíble que llegase a la casa esa misma noche con la intención de no ver nunca más al joven y acabase por aceptar vivir en su casa. –Eres…Increíble- pues a mi juicio, era capaz de modificar mis sentimientos a su antojo. Seguí sacando la poca ropa que había en el armario para meterla en el maletín, solo había un par de faldas, un corsé, varias camisas, un vestido interior que tendría que sustituir por el que llevaba puesto y… Me sonrojé cuando entre la ropa, encontré un libro que se titulaba ‘’Romeo y Julieta’’, lo había comprado con la intención de aprender a leer para que Ash no me encontrase torpe en exceso, pero resignada tras intentarlo varias veces en vano, acabé guardándolo y no me acordé de el hasta ese momento; lo metí rápidamente en el equipaje para que el joven no lo viese y terminé con lo que quedaba.
Tras las últimas palabras que el joven me dirigió, en tono amable y suave, bajamos las escaleras de la casa y nos dispusimos a salir de esta. Antes de marchar no pude evitar volver a mirar la fachada. No me iba, no la abandonaba, no tenía la intención de no volver nunca…pero tantas historias allí ocurridas habían quedado en el recuerdo, lejanas y recientes, que me daba miedo no volver a recordarlas si algo ocurriese. –Vámonos…cuanto antes nos alejemos de estas húmedas calles, mejor- tomé la maleta con ambas manos, colocándola frente a mis piernas y comencé a caminar, esperando que el joven me siguiese. –Tú… ¿Qué haces cuando es de día? ¿No…no puedes estar despierto, aunque la casa se mantenga aislada de la luz? – no podía haber hecho preguntas mas absurdas que aquellas, comparadas con las miles que se creaban en mi cabeza que no me atrevía a preguntar porque eran demasiado intimas o demasiado descabelladas. –Y la sangre… ¿ti-tienes que matar a gente? ¿Tienes que hacerlas sufrir para poder alimentarte? Dime que son leyendas urbanas, antes no reaccionaste ante la mia…-en mi rostro se podía reflejar la mas absoluta desesperación. No podía vivir con una persona que tiene que matar a diario, no podría vivir en una casa de gritos, de sufrimiento…no podría estar con el. Y aun así, había cosas que me preocupaban aun mas –Cuando lleguemos…quisiera hablar contigo de todo. Necesito saber más. Me siento aturdida con todo lo que a pasado y… es mejor que lo comentemos donde no nos puedan oír-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
El vampiro atendía a las dudas de su compañera con una expresión totalmente inexpresiva -¿Cuarto hermano? Por el cuerpo calcinado de Dios...- decía mientras se ponía la gabardina y la cerraba bien para que no se pudiese apreciar que no llevaba nada bajo ella. Aguardó paciente a que terminase la maleta y por fin emprendieron el viaje. Keira mostraba su interés por abandonar aquellas calles cuanto antes, pero Ash se hallaba tranquilo, no presentía nada extraordinario -Puedes estar tranquila querida, el viento trae el aroma de la concordia...- pronunció de forma mística, sin mover sus ojos ni un milímetro, enfocando el final de la calle como si fuese un tunel sin más salidas.
Ash caminaba a paso ligero para que la chica se sintiese más a gusto fuera de aquellos oscuros pasillos, no obstante, dejaba que ella llevase la maleta sin mostrar la más mínima cortesía; debía de estar preparada para ir haciendo uso de fuerza. Sonrió.
Escuchó en completo silencio las dudas de Keira ante multitud de situaciones. Suspiró -La luz... Sí, puedo estar despierto digamos, es como si tu trasnocharas. El único problema es que la casa debe estar totalmente cubierta de luz para ello... pero por alguna razón se hicieron las velas y los candelabros ¿No es así?- su voz era amable, más que de costumbre. Se podía apreciar lo bien que le había sentado sincerarse con ella y haber llegado a besarla. Era su objetivo y por fin lo consiguió -No me explico como Norbert consiguió entrar aquel día en mi mansión... pero no volverá a pasar- musitó con malicia en los ojos -No te preocupes por él. Respecto a matar... no suelo matar, realmente.- miró al cielo estrellado, como si rememorase -Necesito alimentarme, cuanto más mejor... pero puedo decidir si dejar vivir a esa persona o animal. Puedo sentir su pulso, puedo oir su corazón, sé cuando se detendrá. Solo tengo que dejar de beber entonces.- dijo intentando tranquilizarla -Esa es la labor de las doncellas de mi mansión, mantenerme alimentado a cambio de sus servicios y una generosa cantidad de dinero...- terminó de decir, pues quiso aclarar el por qué de tener más de una doncella en la mansión -¿No serás celosa, verdad?- la miró como mira un enamorado adolescente con cierto tono de broma -Siempre puedes ser tú mi caliz personal e intransferible...- habló sugerente susurrándole cerca del oido con más picaresca de la que nunca llegó a hacer gala, para terminar con una risotada afable.
Pasó el rato después de que pusiera fin a sus palabras, aproximándose cada vez más a la mansión de Ash -Realmente Keira...- se acarició los cabellos peinándoselos hacia atrás -Puedes estar tranquila... llevo tanto tiempo junto a ti que me he acostumbrado a tu olor y tu esencia, tu sangre para mí es como el agua; se puede elegir si beberla o elegir otro sustento.- volvió a sonreir tras aquel silencio, esperando que aquellas palabras la relajasen en cuanto a vivir junto a un ser nocturno que sobrevive a base de la vitae de otros seres vivos -Tendrás tu propia habitación, no te preocupes por eso tampoco- decía a la vez que llegaban a la puerta del hogar del vampiro, mientras abría la puerta. La primera visión del hall fue ver a las doncellas corretear de arriba para abajo arreglando y limpiando diversos lugares de la casa -Estará junto a la mía, ven, te la enseñaré- la invitó a pasar como todo un caballero, haciendo un amplio gesto con la mano.
Se dirigió hacia las escaleras y las subió con parsimonia, esperando a la mujer. Las doncellas la obsrvaban desde las puertas con cierta preocupación, examinándola por completo y cuchicheando entre ellas de forma nada disimulada. El vampiro continuó por el pasillo hasta cruzar una puerta que tenía varias cadenas cruzadas -Esta de aquí es mi habitación... NO debes entrar bajo ningún concepto...- enfatizó la negación con una mirada digna del más temible depredador -Esta de aquí, más adelante, es la tuya- se acercó a la puerta y la abrió, dejando ante la vista de la mujer una sala de un hermoso color blanco adornada con unos muebles que aparentaban ser carísimos hechos de roble. Mención a parte para la cama, la cual era enorme y cubierta de unas sábanas de seda y mantas generosamente cálidas y hermosas, bordadas con hilo dorado -Disculpa si no es muy elegante...- dijo orgulloso, sonriente e irónico, sabiendo que la reacción de la mujer no sería demasiado alegre. La conocía lo suficiente para pensar que seguramente su propio orgullo le impediría acomodarse tanto y se contentaría con un sofá o un simple colchón -Ponte cómoda... te esperaré en el comedor, junto al fuego. Baja cuando estés lista y atenderé a esa conversación que anhelas- se dispuso entonces a cerrar la puerta, antes de volver a abrirla para remarcar -Si necesitas algo, llama a las doncellas con esa campanita- señaló una campana de pregón hecha de plata que se hallaba en la coqueta mesita junto a la cama.
Cerró la puerta con suavidad y se dirigió hacia su despacho, donde se cambió la gabardina por una camisa blanca abotonada, bastante ancha y aireada que le daba un aspecto más humilde y más seductor a juego con aquellos pantalones negros. Entonces, se dirigió hacia el comedor a paso relajado para sentarse en uno de esos grandes sillones orejeros, frente al fuego, observándolo con fascinación a la par que con temor, recordando batallas libradas siglos atrás... Cuando una de sus doncellas irrumpió en la habitación para preguntar algo temblorosa si debía servir algo para la invitada, Ash hizo un gesto con la mano para que se aproximase a su sillón -Sé que hay una mazmorra en la mansión...- dijo sin mirarla, para terminar clavando sus ojos en ella con fiereza -Si alguna de vosotras sabe donde está, que suelten inmediatamente a los dos presos que hay allí y los traigan ante mi presencia...- hablaba como si se tratase de un antiguo emperador a una subdita desobediente -Pero... nosotras...-¡Ahora!- la voz atronadora del vampiro sacudió la casa por completo, pudiendo llegar a ser oida por la propia Keira.
La chica huyó de la sala entre lágrimas en busca de las demás para cumplir el deseo de su amo, al que nadie gustaba ver enfadado. Entre ellas cuchichearon y susurraron hasta que una tomó a otra del brazo y se dirigió hacia el despacho de Ash, donde tras la estantería, había una puerta que conducía a un sónato donde se hallaban casi desquiciados dos hombres con aspecto desarrapado que las miraron con un brillo en la mirada que denotaba la pronta ausencia de cordura si permanecían más tiempo encerrados y alimentándose de las ratas que de vez en cuando encontraron merodeando por allí. Las puertas se abrieron y fueron conducidos por las chicas, que cuales soldados, los guiaron con una severidad y seguridad que no mostraban ante el vampiro y su joven acompañante.
Finalmente, los dos prisioneros entraron en el comedor mientras la puerta se cerraba tras ellos, quedando las doncellas fuera para el servicio de Keira. Los dos hermanos se juntaron todo lo posible por si les deparaba un destino funesto y se aproximaron léntamente al fuego para entrar en el calor que la fría oscuridad les arrebataba en su celda, pero al llegar, descubrieron con una mueca de terror al hombre que los miraba sonriente desde el señorial sillón -Buenas lunas, caballeros...-
Ash caminaba a paso ligero para que la chica se sintiese más a gusto fuera de aquellos oscuros pasillos, no obstante, dejaba que ella llevase la maleta sin mostrar la más mínima cortesía; debía de estar preparada para ir haciendo uso de fuerza. Sonrió.
Escuchó en completo silencio las dudas de Keira ante multitud de situaciones. Suspiró -La luz... Sí, puedo estar despierto digamos, es como si tu trasnocharas. El único problema es que la casa debe estar totalmente cubierta de luz para ello... pero por alguna razón se hicieron las velas y los candelabros ¿No es así?- su voz era amable, más que de costumbre. Se podía apreciar lo bien que le había sentado sincerarse con ella y haber llegado a besarla. Era su objetivo y por fin lo consiguió -No me explico como Norbert consiguió entrar aquel día en mi mansión... pero no volverá a pasar- musitó con malicia en los ojos -No te preocupes por él. Respecto a matar... no suelo matar, realmente.- miró al cielo estrellado, como si rememorase -Necesito alimentarme, cuanto más mejor... pero puedo decidir si dejar vivir a esa persona o animal. Puedo sentir su pulso, puedo oir su corazón, sé cuando se detendrá. Solo tengo que dejar de beber entonces.- dijo intentando tranquilizarla -Esa es la labor de las doncellas de mi mansión, mantenerme alimentado a cambio de sus servicios y una generosa cantidad de dinero...- terminó de decir, pues quiso aclarar el por qué de tener más de una doncella en la mansión -¿No serás celosa, verdad?- la miró como mira un enamorado adolescente con cierto tono de broma -Siempre puedes ser tú mi caliz personal e intransferible...- habló sugerente susurrándole cerca del oido con más picaresca de la que nunca llegó a hacer gala, para terminar con una risotada afable.
Pasó el rato después de que pusiera fin a sus palabras, aproximándose cada vez más a la mansión de Ash -Realmente Keira...- se acarició los cabellos peinándoselos hacia atrás -Puedes estar tranquila... llevo tanto tiempo junto a ti que me he acostumbrado a tu olor y tu esencia, tu sangre para mí es como el agua; se puede elegir si beberla o elegir otro sustento.- volvió a sonreir tras aquel silencio, esperando que aquellas palabras la relajasen en cuanto a vivir junto a un ser nocturno que sobrevive a base de la vitae de otros seres vivos -Tendrás tu propia habitación, no te preocupes por eso tampoco- decía a la vez que llegaban a la puerta del hogar del vampiro, mientras abría la puerta. La primera visión del hall fue ver a las doncellas corretear de arriba para abajo arreglando y limpiando diversos lugares de la casa -Estará junto a la mía, ven, te la enseñaré- la invitó a pasar como todo un caballero, haciendo un amplio gesto con la mano.
Se dirigió hacia las escaleras y las subió con parsimonia, esperando a la mujer. Las doncellas la obsrvaban desde las puertas con cierta preocupación, examinándola por completo y cuchicheando entre ellas de forma nada disimulada. El vampiro continuó por el pasillo hasta cruzar una puerta que tenía varias cadenas cruzadas -Esta de aquí es mi habitación... NO debes entrar bajo ningún concepto...- enfatizó la negación con una mirada digna del más temible depredador -Esta de aquí, más adelante, es la tuya- se acercó a la puerta y la abrió, dejando ante la vista de la mujer una sala de un hermoso color blanco adornada con unos muebles que aparentaban ser carísimos hechos de roble. Mención a parte para la cama, la cual era enorme y cubierta de unas sábanas de seda y mantas generosamente cálidas y hermosas, bordadas con hilo dorado -Disculpa si no es muy elegante...- dijo orgulloso, sonriente e irónico, sabiendo que la reacción de la mujer no sería demasiado alegre. La conocía lo suficiente para pensar que seguramente su propio orgullo le impediría acomodarse tanto y se contentaría con un sofá o un simple colchón -Ponte cómoda... te esperaré en el comedor, junto al fuego. Baja cuando estés lista y atenderé a esa conversación que anhelas- se dispuso entonces a cerrar la puerta, antes de volver a abrirla para remarcar -Si necesitas algo, llama a las doncellas con esa campanita- señaló una campana de pregón hecha de plata que se hallaba en la coqueta mesita junto a la cama.
Cerró la puerta con suavidad y se dirigió hacia su despacho, donde se cambió la gabardina por una camisa blanca abotonada, bastante ancha y aireada que le daba un aspecto más humilde y más seductor a juego con aquellos pantalones negros. Entonces, se dirigió hacia el comedor a paso relajado para sentarse en uno de esos grandes sillones orejeros, frente al fuego, observándolo con fascinación a la par que con temor, recordando batallas libradas siglos atrás... Cuando una de sus doncellas irrumpió en la habitación para preguntar algo temblorosa si debía servir algo para la invitada, Ash hizo un gesto con la mano para que se aproximase a su sillón -Sé que hay una mazmorra en la mansión...- dijo sin mirarla, para terminar clavando sus ojos en ella con fiereza -Si alguna de vosotras sabe donde está, que suelten inmediatamente a los dos presos que hay allí y los traigan ante mi presencia...- hablaba como si se tratase de un antiguo emperador a una subdita desobediente -Pero... nosotras...-¡Ahora!- la voz atronadora del vampiro sacudió la casa por completo, pudiendo llegar a ser oida por la propia Keira.
La chica huyó de la sala entre lágrimas en busca de las demás para cumplir el deseo de su amo, al que nadie gustaba ver enfadado. Entre ellas cuchichearon y susurraron hasta que una tomó a otra del brazo y se dirigió hacia el despacho de Ash, donde tras la estantería, había una puerta que conducía a un sónato donde se hallaban casi desquiciados dos hombres con aspecto desarrapado que las miraron con un brillo en la mirada que denotaba la pronta ausencia de cordura si permanecían más tiempo encerrados y alimentándose de las ratas que de vez en cuando encontraron merodeando por allí. Las puertas se abrieron y fueron conducidos por las chicas, que cuales soldados, los guiaron con una severidad y seguridad que no mostraban ante el vampiro y su joven acompañante.
Finalmente, los dos prisioneros entraron en el comedor mientras la puerta se cerraba tras ellos, quedando las doncellas fuera para el servicio de Keira. Los dos hermanos se juntaron todo lo posible por si les deparaba un destino funesto y se aproximaron léntamente al fuego para entrar en el calor que la fría oscuridad les arrebataba en su celda, pero al llegar, descubrieron con una mueca de terror al hombre que los miraba sonriente desde el señorial sillón -Buenas lunas, caballeros...-
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Ash respondió a mis preguntas con tranquilidad y una absoluta serenidad, sus palabras suaves conseguían disminuir la oscuridad de la verdadera situación que se planteaba. Con cada respuesta, en mi cabeza surgían mas preguntas que debían esperar su momento para ser aliviadas. No vaciló en responder con sinceridad a la pregunta que realmente me atemorizaba. Admitió el hecho de que necesitaba beber toda la sangre que fuese posible al día, pero negó que matase a gente para ello, alegando que sabia el momento justo en el que debía de parar, pues tenía la capacidad de oír el latido del corazón de las personas; cosa que me pareció cuanto más interesante. Mi cara se llenó de horror y no sabia muy bien si se había tornado de otro color ante el hecho de descubrir que eran las doncellas las que le proporcionaban la sangre cada día, era aquella la razón por la que había tantas en la casa y por la que siempre tenían esa cara de pena y disgusto. Me imaginaban el calvario por el que tenían que estar pasando y no se me ocurría otra cosa que hacerlas escapar, aunque eso supusiese un obstáculo para la alimentación del vampiro. Y es que tenia que doler…y a la larga debía de ser un autentico sufrimiento…Si hubiese al menos una solución, por muy rebuscada que fuese, estaba dispuesta a tomarla. Aunque el joven pareció tomárselo a broma con sus siguientes palabras –No lo soy y… ¿Y que mas da eso?- Ash se acercó lentamente a mi oído e hizo una proposición bromista que hizo que me atemorizase por si se llegaba a realizar –No, no, no… no pienso ser alimento de nadie. Tomate esto en serio, no puedo vivir tranquila si vas haciendo esas bromas- mi voz sonaba extremadamente nerviosa y las palabras salían deprisa de mis labios. Me había tomado totalmente desprevenida y no podía reflexionar sus palabras, mi mente solo me permitía negarme para evitar se presa, aun mas, de él.
En poco tiempo llegamos ante las puertas de aquella gran mansión. Pensé que quizás todo habría sido mejor si hacia varias horas ya pasadas no hubiese aceptado ir al baile y me hubiese quedado en la mansión sin salir. –Mis hermanos…deben de estar desesperados- Confiaba en que lo primero que haríamos sería sacarles del lugar, pero en vez de eso, por alguna razón Ash intentó tranquilizarme por última vez ante la convivencia que llevaríamos, haciéndome pasar y llevándome hacia la que seria mi habitacion; no sin antes advertirme de forma extraña que no entrase a la suya, que se situaba a pocos metros de la anterior. Pero desde luego, lo que serian mis aposentos ya me los había imaginado y había acertado en mucho, pues era tan elegante y ordenado como el resto de la casa; no me hizo ilusión alguna. La cama era para dos personas, parecía extremadamente cómoda y contaba con varios cojines de gran tamaño, las lámparas que colgaban de la pared mostraban decorados bien trabajados y las cortinas parecían ser de seda… ¿Para que tanta belleza y comodidad? Estaba convencida de que nada seria aprovechado, mi cuerpo me hacia notar que pasaría noches en vela y días sin sueño. Ash decidió irse de la habitación, dejando constancia de que esperaría mi presencia en el salón, dejándome sola en aquel cuarto. Caminé hasta quedar junto a la cama. Dejé la maleta en el suelo, sin ánimos de vaciarla. Miré a mí alrededor y por un momento todo pareció darme vueltas. Habían sido tantas emociones, tantos hechos y tantas verdades descubiertas en una noche que me encontraba aturdida. Y lo que más me conmocionaba de todo era el hecho de que a mi mente llegaban más recuerdos y sentimientos del beso que compartí con Ash que de su verdadera naturaleza y la de Norbet. Con cada recuerdo de aquellos momentos en mi autentica habitación, el corazón parecía volcarse. Me eché en la cama, desplomada, no quería pensar en nada y a la vez quería saberlo todo. Quería estar con el y a la vez no quería compartir una vida con el, pues temía acabar sintiendo autentico terror hacia el. Acabé por cerrar los ojos un rato, para después volver a ponerme en pie, tomar ropa de la maleta y cambiármela por el andrajoso vestido blanco.
Pronto me encontraba bajando las escaleras, descalza, pues si aquella iba a ser la casa que frecuentaría como mía durante una temporada, necesitaba estar cómoda. Tenia la necesidad de pedirle a Ash que buscásemos aquella mazmorra que se hallaba en algún recóndito lugar de la mansión, pero antes de llegar al salón encontré a dos de las doncellas, las cuales mostraban una cara desorientada llena de lagrimas. No necesitaba teorías para saber cuales eran los males que las rodeaban y me encontré en la obligación de liberarlas de tal calvario –Marchaos, marchaos- dije en voz baja. Ambas me miraron rápidamente, con cara de incertidumbre- Vamos, marchaos de esta casa- hice un gesto con la mano en dirección a la puerta de entrada que se hallaba al fondo del pasillo -Pero no podemos…el amo nos necesita- -No pasa nada. Id a vuestras casas, siento que tengáis que buscar otro trabajo, pero estoy segura de que lo hallareis pronto y que será mejor que este…Vamos, vamos. Avisad a todos los demás y marchaos en cuanto podáis. Yo me haré cargo, me asegurare de que os dejen en paz, pero tenéis que hacerme un gran favor: No le contéis nada a nadie de lo que aquí ha sucedido, por favor- Ambas mujeres asintieron decididas y corrieron sigilosas en busca de sus compañeros para huir de lo que había sido su prisión durante…quien sabe cuanto tiempo. Yo, por mi parte, entré en el salón y antes de mirar el interior cerré las puertas para que Ash no pudiese ver como las doncellas se marchaban.
Para mi sorpresa, el vampiro no se encontraba solo en el enorme salón. Dos figuras que se encontraban próximas la una de la otra, se situaban cerca del fuego, como agazapadas. Eran dos hombres de aspecto deplorable y lastimero. Y las lágrimas escaparon una vez más de mis ojos cuando tras varios intentos conseguí reconocerlos. Eran mis hermanos, los cuales presentaban un rostro atemorizado y un tanto desquiciado. Corrí hacia ellos y los abracé con fuerzas dándole a Dios una y mil gracias por haberlos mantenido vivos. –Keira ¿Qué haces aquí?- -¡Larguémonos cuanto antes!- Ambos empujaban de mi intentando sacarme del lugar, pero yo me oponía con fuerzas -¡Keira! Ese hombre esta loco por Dios! ¡Vámonos!- entendí que algo habia sucedido y que por ello ya conocían la verdadera naturaleza del joven- No…yo me quedo aquí- -¿Es que lo no entiendes? Este hombre mató a Frederick ante nuestros propios ojos y no aliviado de capricho por ello, le dejó seco de todo fluido-dijeron agitados y demasiado nerviosos. Sentí como si algo contundente y pesado hiciera impacto con mi cuerpo. Las palabras de Ian eran demasiado duras y demasiado reales, tanto, que no conseguía digerirlas ni un mínimo –A fuera hay un coche…marchaos lejos de aquí. Yo…tengo que quedarme. No me voy- quedé inmóvil y fija a mi posición, con cara seria, mostrándoles mi decisión infranqueable de quedarme-¡Keira estas loca! ¡No te has preocupado por nosotros! ¡Te has vuelto de su parte! No vamos a rogarte que vengas.- Haciendo aquel giro drástico de pensamientos, se marcharon corriendo de la mansión. Por la ventana del salón pude observar como tomaban como si robaran aquel carruaje del que les hablé y se marchaban –No les culpo…es normal que piensen así. No, no les voy a guardar ningún tipo de rencor- dije antes de que el joven pudiese adelantarse a preguntar algo. Tras ello, cerré rápidamente las cortinas, pues el sol y la reacción de Ash al comprender que ya nadie quedaba en la casa salvo ambos, pronto llegaría.
Me senté en uno de los sillones intentando distraer su atención para que reparase lo mas tarde posible en los ausentes sirvientes -¿Podemos...hablar? Necesito que me cuentes todo. Todo. Todo sobre ti, todo lo que te haya ocurrido desde el día en el que te convertiste en lo que eres. Quiero saber donde has ido, quien has conocido y como has...podido sobrevivir así. No me quedaré tranquila hasta que no sepa del todo quien eres....y cuanto tiempo llevas siendo asi.
En poco tiempo llegamos ante las puertas de aquella gran mansión. Pensé que quizás todo habría sido mejor si hacia varias horas ya pasadas no hubiese aceptado ir al baile y me hubiese quedado en la mansión sin salir. –Mis hermanos…deben de estar desesperados- Confiaba en que lo primero que haríamos sería sacarles del lugar, pero en vez de eso, por alguna razón Ash intentó tranquilizarme por última vez ante la convivencia que llevaríamos, haciéndome pasar y llevándome hacia la que seria mi habitacion; no sin antes advertirme de forma extraña que no entrase a la suya, que se situaba a pocos metros de la anterior. Pero desde luego, lo que serian mis aposentos ya me los había imaginado y había acertado en mucho, pues era tan elegante y ordenado como el resto de la casa; no me hizo ilusión alguna. La cama era para dos personas, parecía extremadamente cómoda y contaba con varios cojines de gran tamaño, las lámparas que colgaban de la pared mostraban decorados bien trabajados y las cortinas parecían ser de seda… ¿Para que tanta belleza y comodidad? Estaba convencida de que nada seria aprovechado, mi cuerpo me hacia notar que pasaría noches en vela y días sin sueño. Ash decidió irse de la habitación, dejando constancia de que esperaría mi presencia en el salón, dejándome sola en aquel cuarto. Caminé hasta quedar junto a la cama. Dejé la maleta en el suelo, sin ánimos de vaciarla. Miré a mí alrededor y por un momento todo pareció darme vueltas. Habían sido tantas emociones, tantos hechos y tantas verdades descubiertas en una noche que me encontraba aturdida. Y lo que más me conmocionaba de todo era el hecho de que a mi mente llegaban más recuerdos y sentimientos del beso que compartí con Ash que de su verdadera naturaleza y la de Norbet. Con cada recuerdo de aquellos momentos en mi autentica habitación, el corazón parecía volcarse. Me eché en la cama, desplomada, no quería pensar en nada y a la vez quería saberlo todo. Quería estar con el y a la vez no quería compartir una vida con el, pues temía acabar sintiendo autentico terror hacia el. Acabé por cerrar los ojos un rato, para después volver a ponerme en pie, tomar ropa de la maleta y cambiármela por el andrajoso vestido blanco.
Pronto me encontraba bajando las escaleras, descalza, pues si aquella iba a ser la casa que frecuentaría como mía durante una temporada, necesitaba estar cómoda. Tenia la necesidad de pedirle a Ash que buscásemos aquella mazmorra que se hallaba en algún recóndito lugar de la mansión, pero antes de llegar al salón encontré a dos de las doncellas, las cuales mostraban una cara desorientada llena de lagrimas. No necesitaba teorías para saber cuales eran los males que las rodeaban y me encontré en la obligación de liberarlas de tal calvario –Marchaos, marchaos- dije en voz baja. Ambas me miraron rápidamente, con cara de incertidumbre- Vamos, marchaos de esta casa- hice un gesto con la mano en dirección a la puerta de entrada que se hallaba al fondo del pasillo -Pero no podemos…el amo nos necesita- -No pasa nada. Id a vuestras casas, siento que tengáis que buscar otro trabajo, pero estoy segura de que lo hallareis pronto y que será mejor que este…Vamos, vamos. Avisad a todos los demás y marchaos en cuanto podáis. Yo me haré cargo, me asegurare de que os dejen en paz, pero tenéis que hacerme un gran favor: No le contéis nada a nadie de lo que aquí ha sucedido, por favor- Ambas mujeres asintieron decididas y corrieron sigilosas en busca de sus compañeros para huir de lo que había sido su prisión durante…quien sabe cuanto tiempo. Yo, por mi parte, entré en el salón y antes de mirar el interior cerré las puertas para que Ash no pudiese ver como las doncellas se marchaban.
Para mi sorpresa, el vampiro no se encontraba solo en el enorme salón. Dos figuras que se encontraban próximas la una de la otra, se situaban cerca del fuego, como agazapadas. Eran dos hombres de aspecto deplorable y lastimero. Y las lágrimas escaparon una vez más de mis ojos cuando tras varios intentos conseguí reconocerlos. Eran mis hermanos, los cuales presentaban un rostro atemorizado y un tanto desquiciado. Corrí hacia ellos y los abracé con fuerzas dándole a Dios una y mil gracias por haberlos mantenido vivos. –Keira ¿Qué haces aquí?- -¡Larguémonos cuanto antes!- Ambos empujaban de mi intentando sacarme del lugar, pero yo me oponía con fuerzas -¡Keira! Ese hombre esta loco por Dios! ¡Vámonos!- entendí que algo habia sucedido y que por ello ya conocían la verdadera naturaleza del joven- No…yo me quedo aquí- -¿Es que lo no entiendes? Este hombre mató a Frederick ante nuestros propios ojos y no aliviado de capricho por ello, le dejó seco de todo fluido-dijeron agitados y demasiado nerviosos. Sentí como si algo contundente y pesado hiciera impacto con mi cuerpo. Las palabras de Ian eran demasiado duras y demasiado reales, tanto, que no conseguía digerirlas ni un mínimo –A fuera hay un coche…marchaos lejos de aquí. Yo…tengo que quedarme. No me voy- quedé inmóvil y fija a mi posición, con cara seria, mostrándoles mi decisión infranqueable de quedarme-¡Keira estas loca! ¡No te has preocupado por nosotros! ¡Te has vuelto de su parte! No vamos a rogarte que vengas.- Haciendo aquel giro drástico de pensamientos, se marcharon corriendo de la mansión. Por la ventana del salón pude observar como tomaban como si robaran aquel carruaje del que les hablé y se marchaban –No les culpo…es normal que piensen así. No, no les voy a guardar ningún tipo de rencor- dije antes de que el joven pudiese adelantarse a preguntar algo. Tras ello, cerré rápidamente las cortinas, pues el sol y la reacción de Ash al comprender que ya nadie quedaba en la casa salvo ambos, pronto llegaría.
Me senté en uno de los sillones intentando distraer su atención para que reparase lo mas tarde posible en los ausentes sirvientes -¿Podemos...hablar? Necesito que me cuentes todo. Todo. Todo sobre ti, todo lo que te haya ocurrido desde el día en el que te convertiste en lo que eres. Quiero saber donde has ido, quien has conocido y como has...podido sobrevivir así. No me quedaré tranquila hasta que no sepa del todo quien eres....y cuanto tiempo llevas siendo asi.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/10/2011
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
El vampiro observaba divertido la situación que se planteó cuando Keira hizo acto de presencia ante sus dos debastados hermanos. Rogaron marcharse de allí alegando la locura de Ash y la crueldad de la que había hecho gala con Frederick. No podía evitar sonreir cuando la muchacha negaba su intención de marcharse y acabó quedándose cuando los dos partieron con el carromato de Ash. Suspiró al ver como ella cerraba la cortina, el amanecer debía de estar próximo realmente... y se lo agradecía, pues no deseaba separarse de ella aún.
La miraba con curiosidad mientras ella seguía planteando sus dudas con estoicidad, sin demostrar tristeza o preocupación por sus hermanos -Me sorprende lo fuerte que te has vuelto, Keira- volvió a sonreir -Pero a la vez me obligo a cuestionar el por qué estás aquí, sentada ante el mismísimo diablo... ¿Estás aquí porque quieres estar junto a mí o porque soy el único que puede protegerte?- se permitió el lujo de preguntar antes de responder a todo lo que ella anhelaba saber.
Dispuesto a complacerla y poner fin a sus preguntas internas, Ash carraspeó y se acomodó en el sillón tanto como pudo para dirigir su mirada al fuego, rememorando -Como bien dije, nací en el Antiguo egipto... Mi verdadero nombre es Atem, o al menos eso creo recordar. He tenido tantísimos nombres y me han tachado de ser tantas cosas que no sé si soy humano, vampiro, un demonio o el mismísimo Dios. Tengo cerca de treinta años de vida... pero más de tresmil años de existencia.- hizo una pausa para mirarse una mano -Después de aquella historia que te conté sobre mi oscuro renacer, me dirigí hacia las Otras Tierras. Me asenté en otros imperios y allí dormí... Dormí como nunca pensé que podía. Cuando desperté, habían transcurrido cerca de cincuenta años. Desde entonces no fui más que una bestia sanguinaria- se tapó la cara con la mano que se observaba, suspirando, denotando el arrepentimiento que sentía -Cuando las tinieblas envuelven tu corazón y te hacen esclavo de la noche, los primeros tiempos son vitales. El descontrol interno te lleva a asesinar a tantos como estén a tu alcance... y tu cuerpo es tan poderoso que no pueden poner fin a tu agonía por mucho que lo desees.- la miró queriendo ser sincero con ella, pues quería que conociera lo que ella podría experimentar si aceptaba su futura proposición
-Así sucedieron los años Keira, me fui escondiendo y vagando por numerosas ciudades de mi pueblo mientras ellos morían y yo no. Desconocía el calor de un verdadero hogar, el amor y la compañía. La soledad se hacía conmigo como... el fuego que consume sin piedad una hoja de papel.- tomó un libro de los que había junto a él, en la estantería. Arrancó una hoja y la dejó caer sobre la chimenea para mayor visualización por parte de la mujer. Suspiró al ver como el papiro se consunmió en cuestión de segundos -Había perdido toda esperanza, nunca jamás encontré a nadie con mi misma condición y desconocía las pautas para crearlos. Probé de varias formas pero siempre terminaban muriendo, pues aún no sabía controlarme al beber o la dosis de mi sangre era tan exageradamente alta que su cuerpo y mente no lo resistían... Todo fue un enorme cúmulo de dudas, una espiral de autodestrucción hasta que nació Él- sonrió -El hijo de Dios le llamaban... él era el Mesías, que salvaría a la humanidad... Cuando oí aquellas historias... no pude evitar reir y sentir curiosidad al mismo tiempo. Jesús le llamaban, el hijo de Jehová decían otros... Los textos sagrados de los que tanto alardeó siempre la iglesia están tan confusos... Él siempre predicó el amor, la esperanza para la salvación del alma humana, pero era tan humano como tú, Keira.- clavó su mirada en los ojos de la chica -Es cierto que parecía obrar milagros, que sabía encandilar a las masas. Pero su poder residía en su buena voluntad. Aparcaba el egoismo y todo lo que la iglesia llama hoy día "pecado". El verdadero milagro era él, su forma de ver el mundo y su gran capacidad de abrir el corazón de los hombres con su bondad y una sonrisa. Pero entonces llegó aquel hombre...- un pequeño rayo de sol parecía filtrarse entre las cortinas, haciendo que Ash se levantara bruscamente del sillón y cerrara las cortinas con fiereza -...Le traicionó- las cortinas eran tan oscuras, negras, de una tela tan opaca que la única luz que había dentro de la mansión era el fuego de la cálida chimenea, iluminando de forma anaranjada los cuerpos de los presentes y los muebles. Las sombras se movían de forma danzante en la pared en las que se reflejaban -Con su castigo, mi esperanza en la humanidad se desvaneció tanto como el alma de su madre. Puse fin a la vida de aquel ser miserable colgándolo de uno de los olivos donde vendió a aquel pobre hombre... Después, me marché -volvió a sentarse frente a Keira
-Siglos después todo se volvió muy aburrido, solamente salía de noche como es evidente, observaba las brutalidades y el lado oscuro de las personas a la vez que mejoraba mi arte con el sable. Con la llegada de la Edad Media todo se hizo algo más... productivo. Conocí a varios de los míos, me relacioné con ellos e incluso llegamos a formar una gran asociación oculta llamada "Camarila". Intentamos convivir con vosotros de la mejor forma que podiamos, pero no... Dieron caza a todos mis hermanos, más tarde o más temprano. Una vez más necesité exiliarme para sobrevivir.- suspiró cansado nuevamente -Mi existencia se ha basado en un simple ir y venir, Keira. No hay nada interesante realmente, salvo que me ha llevado a estar hoy aquí. La única mujer que "hubo" en mi vida fue en aquel entonces, Shani...- miró nuevamente al fuego, con furia -Ni siquiera fuimos amantes, ni novios... eramos solo dos amigos que nos ayudabamos el uno al otro. Ella fue la única persona a parte de ti que confió en mí tras conocer mi naturaleza, pero Geralt siempre volvía ebrio de su turno de vigilancia. Una vez nos encontró sentados en el patio de su casa, acusándonos de adulterio... La mató frente a mis ojos con un enorme golpe en la cabeza con la empuñadura de su espada... y fue esa misma espada quien terminó por abrir su corazón en dos partes, empuñada por mí.- su expresión se volvió sombría y agitó la cabeza para apartarse aquellos recuerdos -Fue la segunda vez que vi morir a alguien que llegó a importarme aunque sea mínimamente... y tú no serás la tercera. Viajé con Francis Drake y sobreviví a la época de los temidos piratas. Me enfrenté al mismo Barbanegra y mi tripulación salió victoriosa aquella fatídica noche de cañones y sangre... Hoy día estoy aquí, junto a ti. El resto es solo historia sin importancia.- terminó de decir poniéndose en pie y dando un par de pasos hacia la puerta -Sé que la casa está vacía, no hay movimientos ni ruido... ¿Me dirás qué ha pasado con mis sirvientas? Es de imperiosa necesidad el alimentarme...- se giró para observar a Keira con una sonrisa amable, pues tampoco pretendía ser duro con ella, pero la chica debía de entender las necesidades de Ash y debía de evitar cometes imprudencias semejantes. Así que aguardó impaciente la respuesta, intentando no enfurecerse por liberar a aquellas que podían poner en peligro la integridad de Ash y la de ella misma si llegasen a contar lo que habían visto y vivido en aquella mansión, aquella maldita mansión...
La miraba con curiosidad mientras ella seguía planteando sus dudas con estoicidad, sin demostrar tristeza o preocupación por sus hermanos -Me sorprende lo fuerte que te has vuelto, Keira- volvió a sonreir -Pero a la vez me obligo a cuestionar el por qué estás aquí, sentada ante el mismísimo diablo... ¿Estás aquí porque quieres estar junto a mí o porque soy el único que puede protegerte?- se permitió el lujo de preguntar antes de responder a todo lo que ella anhelaba saber.
Dispuesto a complacerla y poner fin a sus preguntas internas, Ash carraspeó y se acomodó en el sillón tanto como pudo para dirigir su mirada al fuego, rememorando -Como bien dije, nací en el Antiguo egipto... Mi verdadero nombre es Atem, o al menos eso creo recordar. He tenido tantísimos nombres y me han tachado de ser tantas cosas que no sé si soy humano, vampiro, un demonio o el mismísimo Dios. Tengo cerca de treinta años de vida... pero más de tresmil años de existencia.- hizo una pausa para mirarse una mano -Después de aquella historia que te conté sobre mi oscuro renacer, me dirigí hacia las Otras Tierras. Me asenté en otros imperios y allí dormí... Dormí como nunca pensé que podía. Cuando desperté, habían transcurrido cerca de cincuenta años. Desde entonces no fui más que una bestia sanguinaria- se tapó la cara con la mano que se observaba, suspirando, denotando el arrepentimiento que sentía -Cuando las tinieblas envuelven tu corazón y te hacen esclavo de la noche, los primeros tiempos son vitales. El descontrol interno te lleva a asesinar a tantos como estén a tu alcance... y tu cuerpo es tan poderoso que no pueden poner fin a tu agonía por mucho que lo desees.- la miró queriendo ser sincero con ella, pues quería que conociera lo que ella podría experimentar si aceptaba su futura proposición
-Así sucedieron los años Keira, me fui escondiendo y vagando por numerosas ciudades de mi pueblo mientras ellos morían y yo no. Desconocía el calor de un verdadero hogar, el amor y la compañía. La soledad se hacía conmigo como... el fuego que consume sin piedad una hoja de papel.- tomó un libro de los que había junto a él, en la estantería. Arrancó una hoja y la dejó caer sobre la chimenea para mayor visualización por parte de la mujer. Suspiró al ver como el papiro se consunmió en cuestión de segundos -Había perdido toda esperanza, nunca jamás encontré a nadie con mi misma condición y desconocía las pautas para crearlos. Probé de varias formas pero siempre terminaban muriendo, pues aún no sabía controlarme al beber o la dosis de mi sangre era tan exageradamente alta que su cuerpo y mente no lo resistían... Todo fue un enorme cúmulo de dudas, una espiral de autodestrucción hasta que nació Él- sonrió -El hijo de Dios le llamaban... él era el Mesías, que salvaría a la humanidad... Cuando oí aquellas historias... no pude evitar reir y sentir curiosidad al mismo tiempo. Jesús le llamaban, el hijo de Jehová decían otros... Los textos sagrados de los que tanto alardeó siempre la iglesia están tan confusos... Él siempre predicó el amor, la esperanza para la salvación del alma humana, pero era tan humano como tú, Keira.- clavó su mirada en los ojos de la chica -Es cierto que parecía obrar milagros, que sabía encandilar a las masas. Pero su poder residía en su buena voluntad. Aparcaba el egoismo y todo lo que la iglesia llama hoy día "pecado". El verdadero milagro era él, su forma de ver el mundo y su gran capacidad de abrir el corazón de los hombres con su bondad y una sonrisa. Pero entonces llegó aquel hombre...- un pequeño rayo de sol parecía filtrarse entre las cortinas, haciendo que Ash se levantara bruscamente del sillón y cerrara las cortinas con fiereza -...Le traicionó- las cortinas eran tan oscuras, negras, de una tela tan opaca que la única luz que había dentro de la mansión era el fuego de la cálida chimenea, iluminando de forma anaranjada los cuerpos de los presentes y los muebles. Las sombras se movían de forma danzante en la pared en las que se reflejaban -Con su castigo, mi esperanza en la humanidad se desvaneció tanto como el alma de su madre. Puse fin a la vida de aquel ser miserable colgándolo de uno de los olivos donde vendió a aquel pobre hombre... Después, me marché -volvió a sentarse frente a Keira
-Siglos después todo se volvió muy aburrido, solamente salía de noche como es evidente, observaba las brutalidades y el lado oscuro de las personas a la vez que mejoraba mi arte con el sable. Con la llegada de la Edad Media todo se hizo algo más... productivo. Conocí a varios de los míos, me relacioné con ellos e incluso llegamos a formar una gran asociación oculta llamada "Camarila". Intentamos convivir con vosotros de la mejor forma que podiamos, pero no... Dieron caza a todos mis hermanos, más tarde o más temprano. Una vez más necesité exiliarme para sobrevivir.- suspiró cansado nuevamente -Mi existencia se ha basado en un simple ir y venir, Keira. No hay nada interesante realmente, salvo que me ha llevado a estar hoy aquí. La única mujer que "hubo" en mi vida fue en aquel entonces, Shani...- miró nuevamente al fuego, con furia -Ni siquiera fuimos amantes, ni novios... eramos solo dos amigos que nos ayudabamos el uno al otro. Ella fue la única persona a parte de ti que confió en mí tras conocer mi naturaleza, pero Geralt siempre volvía ebrio de su turno de vigilancia. Una vez nos encontró sentados en el patio de su casa, acusándonos de adulterio... La mató frente a mis ojos con un enorme golpe en la cabeza con la empuñadura de su espada... y fue esa misma espada quien terminó por abrir su corazón en dos partes, empuñada por mí.- su expresión se volvió sombría y agitó la cabeza para apartarse aquellos recuerdos -Fue la segunda vez que vi morir a alguien que llegó a importarme aunque sea mínimamente... y tú no serás la tercera. Viajé con Francis Drake y sobreviví a la época de los temidos piratas. Me enfrenté al mismo Barbanegra y mi tripulación salió victoriosa aquella fatídica noche de cañones y sangre... Hoy día estoy aquí, junto a ti. El resto es solo historia sin importancia.- terminó de decir poniéndose en pie y dando un par de pasos hacia la puerta -Sé que la casa está vacía, no hay movimientos ni ruido... ¿Me dirás qué ha pasado con mis sirvientas? Es de imperiosa necesidad el alimentarme...- se giró para observar a Keira con una sonrisa amable, pues tampoco pretendía ser duro con ella, pero la chica debía de entender las necesidades de Ash y debía de evitar cometes imprudencias semejantes. Así que aguardó impaciente la respuesta, intentando no enfurecerse por liberar a aquellas que podían poner en peligro la integridad de Ash y la de ella misma si llegasen a contar lo que habían visto y vivido en aquella mansión, aquella maldita mansión...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Cuando ya me hallaba sentada en aquel gran sillón, con las piernas recogidas en este, pensé que el joven comenzaría una vez mas aquel oscuro pasado que parecía tener, pero en vez de eso me lanzó una pregunta que no había esperado que la realizase en ningún momento. No sabia responder a sus palabras, abrí la boca para intentar replicar, pero nada salió de mis labios, pues verdaderamente no estaba segura de si había decidió estar con Ash porque le quería o porque era el único que podía ayudarme. Me hizo sentir incomoda durante toda la noche aquella sensación de impotencia ante su pregunta. Quería responder, pero ¿Como hacerlo? Por suerte, el joven no pareció buscar una rápida. Comenzó a relatar la historia haciendo caso omiso de mi silencio.
Con cada palabra que me hacia obtener una visión mas clara de como era y había sido realmente Ash, me estremecía. A veces de tristeza y otras de simple temor, sobre todo cuando su verdadera edad fue rebelada sin oposición alguna. Sobre su relato de aquel hombre perfecto que conoció en un pasado, quise preguntar miles de cosas, pues sabia de quien se trataba; pero decidí no hacerlo, no debía, mi creencia no me lo permitía y lo dejé pasar. Sentí una curiosa sensación de pena y disgusto cuando se atrevió a afirmar en un pasado hubo otra mujer, desdichada por su destino, que no llego a ser nada para el, pero yo no le creí. Era absolutamente imposible que un hombre tan aparentemente perfecto como Ash no hubiese desarrollado ni una sola relación con otra mujer, al igual del hecho de no haber consumado todo el amor por completo con ella. No podía ser cierto.
La narración termino cuando el joven se puso en pie y se dirigió hacia la puerta. Pensé que se marchaba a descansar o simplemente a pasear y maldije mil veces al mismo cielo al comprobar que no se trataba de nada de eso. El vampiro había percibido de alguna forma que la mansión se encontraba ya completamente sola y no vaciló en preguntarme el porqué.
Yo me levanté casi de un salto del sillón, alterada, no sabia si mentirle o contarle toda la verdad. -Yo...no, no estoy segura- caminé hacia atrás de espaldas, insegura de la reacción que daría el joven. -Quizás... hayan ido a comprar algo, no se- Ash desde luego, no iba a creer mis palabras y pensé que seria mejor decirle la verdad - Esta bien...- suspiré -Las he...dejado marchar...mas bien he dejado marchar a todos. Yo...lo siento mucho, pero es que las vi tan asustadas, casi llorando, que no pude evitar obligar a que se marcharan.¿No podrías...esperar unas semanas a que todo se arregle? Se que estarás cansado después de todo lo que ha pasado y que necesitarás beber cuanto antes pero...¿No...no te sirve otro tipo de sangre?¿La de un animal?- reparé un momento a pensar y me llevé la mano a la cabeza, aturdida -¿Pero que estoy diciendo? Ni si quiera es humano que te esté sugiriendo beber sangre de animal... me tomarían por loca si alguien me oyese- dije para mi misma en voz baja volviendo a mirar al joven -Ash...no puedo, no quiero, no voy a ser capaz de vivir aquí oyendo los gritos y los llantos de la gente de la que te alimentas. No creo que pueda aguantar mucho.Si yo pudiese...- No quise terminar la frase, pues en el fondo no quería por nada del mundo ser quien le alimentase, pero por otra parte no había mas opciones si quería no ver sufrir a nadie. Tras otro largo suspiro, me acerqué al joven lentamente hasta quedar junto a el. Aun mi mente seguía ocupada por miles de preguntas -¿Alguna vez...has querido beber de mi sangre? ¿As querido beber de mi en contra de mi voluntad?-
Con cada palabra que me hacia obtener una visión mas clara de como era y había sido realmente Ash, me estremecía. A veces de tristeza y otras de simple temor, sobre todo cuando su verdadera edad fue rebelada sin oposición alguna. Sobre su relato de aquel hombre perfecto que conoció en un pasado, quise preguntar miles de cosas, pues sabia de quien se trataba; pero decidí no hacerlo, no debía, mi creencia no me lo permitía y lo dejé pasar. Sentí una curiosa sensación de pena y disgusto cuando se atrevió a afirmar en un pasado hubo otra mujer, desdichada por su destino, que no llego a ser nada para el, pero yo no le creí. Era absolutamente imposible que un hombre tan aparentemente perfecto como Ash no hubiese desarrollado ni una sola relación con otra mujer, al igual del hecho de no haber consumado todo el amor por completo con ella. No podía ser cierto.
La narración termino cuando el joven se puso en pie y se dirigió hacia la puerta. Pensé que se marchaba a descansar o simplemente a pasear y maldije mil veces al mismo cielo al comprobar que no se trataba de nada de eso. El vampiro había percibido de alguna forma que la mansión se encontraba ya completamente sola y no vaciló en preguntarme el porqué.
Yo me levanté casi de un salto del sillón, alterada, no sabia si mentirle o contarle toda la verdad. -Yo...no, no estoy segura- caminé hacia atrás de espaldas, insegura de la reacción que daría el joven. -Quizás... hayan ido a comprar algo, no se- Ash desde luego, no iba a creer mis palabras y pensé que seria mejor decirle la verdad - Esta bien...- suspiré -Las he...dejado marchar...mas bien he dejado marchar a todos. Yo...lo siento mucho, pero es que las vi tan asustadas, casi llorando, que no pude evitar obligar a que se marcharan.¿No podrías...esperar unas semanas a que todo se arregle? Se que estarás cansado después de todo lo que ha pasado y que necesitarás beber cuanto antes pero...¿No...no te sirve otro tipo de sangre?¿La de un animal?- reparé un momento a pensar y me llevé la mano a la cabeza, aturdida -¿Pero que estoy diciendo? Ni si quiera es humano que te esté sugiriendo beber sangre de animal... me tomarían por loca si alguien me oyese- dije para mi misma en voz baja volviendo a mirar al joven -Ash...no puedo, no quiero, no voy a ser capaz de vivir aquí oyendo los gritos y los llantos de la gente de la que te alimentas. No creo que pueda aguantar mucho.Si yo pudiese...- No quise terminar la frase, pues en el fondo no quería por nada del mundo ser quien le alimentase, pero por otra parte no había mas opciones si quería no ver sufrir a nadie. Tras otro largo suspiro, me acerqué al joven lentamente hasta quedar junto a el. Aun mi mente seguía ocupada por miles de preguntas -¿Alguna vez...has querido beber de mi sangre? ¿As querido beber de mi en contra de mi voluntad?-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Ash sonrió por muy extraño que pareciese ante las declaraciones de Keira. -¿Asustadas? ¿Llorando?- se apoyó sobre la mesa, cruzándose de brazos -Siempre lloraban, hasta antes de ser mis víctimas. El antiguo dueño de esta mansión las usaba como objeto sexual... creeme que seguramente preferirían mi "condición" antes que la de aquel hombre- miró a un pequeño cuadro con un retrato del susodicho -Aunque sigue siendo humano temer más a un demonio que a un maltratador ¿No es así? Y más humano aún es que las hayas querido ayudar...- decía con un tono de voz suave, pero a la vez se le notaba la indulgencia para no causar un alboroto al saber que no tenía más alimento en su hogar que Keira.
Ella terminó por acercarse e hizo una oportuna pregunta al vampiro, que la abrazó con suavidad -Ya lo hubiese hecho ¿No crees? Además, si lo hubiese hecho no podría volver a verte, pues me odiarías, me acusaría de malvada criatura infernal... No me querrías tener a tu lado- susurró cariñoso al oido de la mujer para volver a mirarla a los ojos -Estás en mis planes, pero no en los que a alimentación se refiere- la soltó y se encaminó hacia la puerta de la gran habitación -Eso de esperar unas semanas no me está permitido Keira o podría crear una catástrofe si no termino consumiéndome antes a mí mismo- la miró por encima del hombro -No obstant, sí, podría subsistir con sangre de animal... pero no estaría tan vital como ahora. Quizá estaría más cansado o más débil en cuanto a fuerzas y resistencia... pero si es necesario, lo haré por ti y tu bien estar en esta mansión. A cambio, algún día, tendrás que comprender esta mía necesidad ¿De acuerdo?- la miró con un destello de malicia, pues había una oculta petición en aquellas inocentes y comprensivas palabras. -Sígueme...- dijo tomando una vela encendida que había en el pasillo, caminando hasta la cocina -Aquí tendrás toda clase de alimento para ti, pero tengo que pedirte un favor urgente... Tendrás que salir ahora a por algo que tenga... vida- la miró justo cuando llegó a la puerta del almacén -No te digo que tengas que cazar, pero sí quizá comprar animales vivos, cuanto más jovenes y grandes, mejor- las cortinas de la sala también estaban cerradas con aquella tela opaca que no dejaba filtrar la más mínima claridad -Lo siento, pero estoy demasiado cansado por el altercado con Norbert y ha amanecido... así que necesito descansar y no puedo salir yo. Por lo demás, podrás comer todo lo que gustes y utilizar lo que necesites de la cocina o cualquier lugar de la casa. No te preocupes por los que-haceres, soy muuuuy ordenado...- sonrió juguetón pasando por su lado dirigiéndose hacia el Hall -Aquí en el Hall hay un baúl... dentro encontrarás dinero, es donde suelo reunir el patrimonio de mi oficio a la par que reuno el robado, como el del antiguo dueño- dijo con sorna -Toma cuanto creas necesario y hazme ese favor... Si quieres, contrata a alguien que haga esa tarea por ti, ya sabes, la de buscar alimento para ambos.- explicó para que la chica no pensase que devoraría a aquella persona a la que pagase para que ejerciese ese trabajo -Estaré en mi habitación... cuando regreses llámame, pero no entres. Estaré descansando un poco- se alejó con un porte desgastado, como si llevase semanas sin dormir -Gracias Keira...- se oyó el eco de su voz por toda la oscura mansión antes de desaparecer en la penumbra al subir las escaleras -Puedes abrir las cortinas si quieres, estaré aquí arriba y no hay peligro...- su voz pareció terriblemente cansada de pronto, pues ante la mujer intentaba fingir la fortaleza que le faltaba en ese momento ya que en el combate resultó más herido de lo que él esperó ¿Cuanto se habrían oxidado sus habilidades? No se lo planteaba demasiado, pero estaba decidido a no volver a resultar herido nunca más, jamás.
Sin más, la puerta se cerró con un seco golpe cavernoso acompañado del tintineo de varias cadenas. Keira se había quedado sola con una tarea encomendada por Ash. El vampiro estaba débil e incluso un simple humano cualquiera podría huir de él o incluso poner fin a su existencia ¿Se lo plantearía la dama? Ash ni siquiera dudaba de ella, sabía que podría dormir tranquilo sin volver a abrir los ojos mientras una espada a traviese su pecho ¿Pero qué pensaba ella realmente de todo?...
Ella terminó por acercarse e hizo una oportuna pregunta al vampiro, que la abrazó con suavidad -Ya lo hubiese hecho ¿No crees? Además, si lo hubiese hecho no podría volver a verte, pues me odiarías, me acusaría de malvada criatura infernal... No me querrías tener a tu lado- susurró cariñoso al oido de la mujer para volver a mirarla a los ojos -Estás en mis planes, pero no en los que a alimentación se refiere- la soltó y se encaminó hacia la puerta de la gran habitación -Eso de esperar unas semanas no me está permitido Keira o podría crear una catástrofe si no termino consumiéndome antes a mí mismo- la miró por encima del hombro -No obstant, sí, podría subsistir con sangre de animal... pero no estaría tan vital como ahora. Quizá estaría más cansado o más débil en cuanto a fuerzas y resistencia... pero si es necesario, lo haré por ti y tu bien estar en esta mansión. A cambio, algún día, tendrás que comprender esta mía necesidad ¿De acuerdo?- la miró con un destello de malicia, pues había una oculta petición en aquellas inocentes y comprensivas palabras. -Sígueme...- dijo tomando una vela encendida que había en el pasillo, caminando hasta la cocina -Aquí tendrás toda clase de alimento para ti, pero tengo que pedirte un favor urgente... Tendrás que salir ahora a por algo que tenga... vida- la miró justo cuando llegó a la puerta del almacén -No te digo que tengas que cazar, pero sí quizá comprar animales vivos, cuanto más jovenes y grandes, mejor- las cortinas de la sala también estaban cerradas con aquella tela opaca que no dejaba filtrar la más mínima claridad -Lo siento, pero estoy demasiado cansado por el altercado con Norbert y ha amanecido... así que necesito descansar y no puedo salir yo. Por lo demás, podrás comer todo lo que gustes y utilizar lo que necesites de la cocina o cualquier lugar de la casa. No te preocupes por los que-haceres, soy muuuuy ordenado...- sonrió juguetón pasando por su lado dirigiéndose hacia el Hall -Aquí en el Hall hay un baúl... dentro encontrarás dinero, es donde suelo reunir el patrimonio de mi oficio a la par que reuno el robado, como el del antiguo dueño- dijo con sorna -Toma cuanto creas necesario y hazme ese favor... Si quieres, contrata a alguien que haga esa tarea por ti, ya sabes, la de buscar alimento para ambos.- explicó para que la chica no pensase que devoraría a aquella persona a la que pagase para que ejerciese ese trabajo -Estaré en mi habitación... cuando regreses llámame, pero no entres. Estaré descansando un poco- se alejó con un porte desgastado, como si llevase semanas sin dormir -Gracias Keira...- se oyó el eco de su voz por toda la oscura mansión antes de desaparecer en la penumbra al subir las escaleras -Puedes abrir las cortinas si quieres, estaré aquí arriba y no hay peligro...- su voz pareció terriblemente cansada de pronto, pues ante la mujer intentaba fingir la fortaleza que le faltaba en ese momento ya que en el combate resultó más herido de lo que él esperó ¿Cuanto se habrían oxidado sus habilidades? No se lo planteaba demasiado, pero estaba decidido a no volver a resultar herido nunca más, jamás.
Sin más, la puerta se cerró con un seco golpe cavernoso acompañado del tintineo de varias cadenas. Keira se había quedado sola con una tarea encomendada por Ash. El vampiro estaba débil e incluso un simple humano cualquiera podría huir de él o incluso poner fin a su existencia ¿Se lo plantearía la dama? Ash ni siquiera dudaba de ella, sabía que podría dormir tranquilo sin volver a abrir los ojos mientras una espada a traviese su pecho ¿Pero qué pensaba ella realmente de todo?...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Miré rápidamente el retrato del anterior dueño de la mansión en la que Ash vivía y no pude evitar sentir más compasión de la que ya tenia por aquellas doncellas, pues pensé que yo también preferiría que un vampiro se alimentase de mi cada día antes de que me utilizase como objeto sexual. Tras aquellos pensamientos, cuando me acerqué para preguntarle una de las cuestiones que más me alteraban, el joven me abrazó con suavidad, como si ya fuese lo normal entre nosotros y no existiesen barreras morales, éticas y vergüenza. Yo por supuesto si que las tenia, pero una parte de mi no quería terminar con aquellos contactos cariñosos que mantenía con el vampiro. Me convenció totalmente con sus palabras, pues tenían sentido, pero no pude evitar querer encontrarle sentido a una de las cosas que dijo -¿Qué planes?- El joven me soltó y se encaminó hacia otro lugar de la casa obviando mi pregunta. Siguió respondiendo a mis anteriores preguntar, y con cada palabra más difícil encontraba las soluciones. Pero conseguimos llegar a un pequeño trato que seguramente flaquearía por sus afirmaciones –Esta bien, yo buscaré lo que sea que tenga sangre y no sea humano…si tuvieses la necesidad de…tener que haces eso…por favor, intenta que sea un asesino, un maltratador o alguien que este a punto de morirse- Dicho esto, Ash me llevó hacia la cocina de la casa y me indicó lo que podía hacer allí, además de pedirme un urgente favor, antes de marcharse hacia su habitación, que no sabia como iba a realizar.
Di varias vueltas en el hall preguntándome que era lo que debía de hacer para buscar alimento que sirviese para recomponer la energía de vampiro. No podía robar un animal a ningún comerciante, podría comprarlo, pero dudaba que contasen con animales grandes; tampoco podía llevar ninguna persona a pasar un mal rato, iba contra mi moral. Acabé por subir a la habitación para calzarme antes de salir a buscar algo vivo que tuviese sangre. Saqué de la maleta un chal, el cual me puse sobre los hombros para evitar el frio de la mañana, y mientras rebuscaba entre la ropa, volví a encontrar aquel libro que no consiguió enseñarme a leer. Decidí intentar leerlo una vez mas, aprovechando que Ash estaría dormido, así que bajé hacia donde anteriormente me encontraba y una mesa cerca de la entrada dejé el libro. Abrí las grandes puertas que ya ninguna doncella se encargaría de mover y salí hacia el precioso jardín florado de la casa. Una vez más me quedé observando aquellas hermosas flores que daban a la casa un aspecto romántico e íntimo. Pero, por mucha belleza con la que contase la mansión, estaba segura de que echaría de menos mi verdadera casa… a no ser que el joven apaciguase una vez más mis sentimientos. –Creo que terminaré por volverme loca…- dije al recordad involuntariamente, una vez mas, todo lo sucedido la noche anterior. En una misma luna, había sido secuestrada por la persona que mas odiaba en este mundo, había conocido la verdadera identidad de la persona que mas me importaba, había sido acribillada a manos de una anciana de la misma raza que los dos anteriores –dolor el cual aun sufría al caminar- ; obviando inhumanamente todo lo ocurrido sin importar nada, había compartido uno de los momentos mas maravillosos de mi vida con una persona a la que no quería reconocer como amada –porque mi orgullo y mis ideales me lo impedían, a pesar de lo pícara que podía haber llegado a ser con el anteriormente- además de haber decidido compartir una parte de mi vida con el, en su casa, en su suelo y ahora me encontraba buscándole sangre para que pudiese vivir. Debía dejar de pensar, así que terminé de atravesar el jardín y me encaminé sin rumbo a lugares con sangre bebibles.
Tras varias horas caminando empecé a darme por vencida. No había animal alguno por las calles, solo aves que salían volando al oír mis pasos. Los comerciantes que se encaminaban hacia el centro solo tenían varias gallinas de aspecto deplorable…y no estaba muy segura de si las hormigas tenían sangre. De repente, el maullar de lo que esperé que fuera un gato, me distrajo de mis pensamientos. El sonido provenía de una caja de cartón de un callejón que se situaba a mi derecha. Rápidamente me incliné sobre dicha caja y la abrí. Para mi sorpresa, no se trataba de un gato, sino de seis, entre los que se encontraba una cría. Pensé que seguramente alguien los habría abandonado alguien y que llevarían horas sin comer, por lo que me dio bastante pena pensar que eran la única opción de alimento de ese día. Cerré la caja, y tomando aire fuertemente, la tomé y cargué entre mis brazos de vuelta a la casa.
Una vez de vuelta a la estancia, subí rápidamente las escaleras y dejé la caja a los pies de la puerta que conducía a la habitación de Ash, la cual se encontraba sellada por cadenas. Me preguntaba porqué tanta seguridad. Ya sabía que era un vampiro ¿Que tenia que ocultarme? Golpeé suavemente un par de veces la puerta –Ash…no he podido encontrar prácticamente nada. Lo siento. Te prometo que mañana buscaré mejor y si vas a comértelos…no bajes, por favor- Y es que me dolería la pena que sentiría si oyese a alguno de los gatitos maullar de dolor. Me alejé rápidamente de la habitación para evitar percances y cuando me encontraba bajando las escaleras, me percaté de que un gatito a mi lado las bajaba corriendo, de forma torpe. -¡Oye! ¿Dónde vas?- dije de forma juguetona mientras corría tras el gato. El animal se había escabullido, había llegado hasta el salón y se había subido a uno de los sillones. Poco tardé en tomarlo en brazos y rozar mi nariz con su hocico. Se trataba de la cría que había entre los demás gatos, era de color gris, con rayas mas oscuras y tenia unos ojos profundos, demasiado, tanto, que me recordaban a los de alguien. –Tienes que volver a la cajita, yo no puedo cuidarte y Ash tiene que... ¡Pero que tonterías! Si eres precioso ¿Cómo voy yo a llevarte de nuevo a la caja? –dije mientras lo acurrucaba entre mis brazos como si de un bebe se tratase –Esta bien…quizá a Ash no le importe no comerte- Lo examiné con cariño, percatándome de la juguetona presencia que mostraba al tratarse de una cría de…meses, pocos meses. Y para mi disgusto, el gatito tenia una pequeña herida en una de las patitas, la cual seguramente le había provocado esa forma torpe de caminar –Tampoco te puedo dejar marchar con esa herida…¡Bah! Te quedas conmigo. Ahora solo tengo que ponerte un nombre…o eso es lo que normalmente se hace – dije mientras el gatito acariciaba su cola con mis brazos. Mientras buscaba un apodo para el cariñoso animal y pensaba de que manera curarle la herida, me encaminé hacia la cocina y tomé de un armario un bote con leche. Vertí el líquido en un pequeño plato, el cual dejé sobre la mesa, al igual que al gatito. Admiré como rápidamente, el animal se lanzó a beber. Me fascinaba, me parecía un animal demasiado hermoso y cada vez estaba más segura de querer tenerlo.
Cuando el gato pareció estar satisfecho con el alimento y se puso a jugar el solo con su colita, lo volví a tomar en brazos y me encaminé de nuevo hacia el salón, no sin antes recoger el libro que pensaba leer. Me senté en el sillón, me quité los zapatos con la mano libre y una vez estuve descalza recogí los pies en el asiento. Me situé el gatito en el pecho y tomé el libro que posé sobre mi regazo, intentando así, aprender a leer con tranquilidad, a la vez que le daba caricias y mimos al animal. Tras varios minutos, inesperadamente, el gatito se liberó de mi brazo y bajo al suelo. Pensé que jugaría el solo o que se quedaría quieto, pero en vez de eso comenzó a caminar por toda la estancia, y de caminar pasó a corretear torpemente una vez mas. Pensé que debía de curarle ya la herida, pero ¿Cómo iba a hacerlo? ¿Qué podría haber en la casa para ayudarle? Mis pensamientos quedaron obnubilados cuando oí que algo había caído al suelo. Se trataba de las varas de metal para mover el fuego de la chimenea, el gatito las había tirado sin querer, pero no estaba segura de que eso convenciese a Ash si le daba el capricho de bajar a ver que sucedía -¡Para! ¡Por favor para! ¡Ven aquí!- el gato no dejaba de corretear por los muebles y los sillones. Dejé el libro de ‘’Romeo y Julieta’’ sobre el sillón y me dispuse a atrapar al veloz gato. Antes de que pudiese pillarle, tiró al suelo un jarrón de cristal, el cual e quebrajó y rompió al caer -¡Estate quieto!- El animal se quedó acorralado frente al sillón en el que se encontraba el libro, pero antes de que pudiese cogerlo, arañó la tela del asiento con sus zarpas, deshilando un gran pedazo de tela -¡Atem!- grité con fuerza, por la impotencia de no haber podido evitar ninguno de sus destrozos. Lo tomé en brazos rápidamente y me percaté de que su herida estaba sangrando -¿Ves? No puedes correr como loco por la casa ¿Ahora como te curo?- Dije mientras lo posé nuevamente en el pecho. En mi voz se notaba que no era una riña, pues me daba lastima del pobre animal al que inconscientemente había decidido llamar Atem. Atem, Ash, estaba segura de que poco tardaría en darse cuenta de todo lo que había pasado. Acurruqué aun mas a Atem, en señal de que intentaba protegerle de lo que pudiese pasar…
Di varias vueltas en el hall preguntándome que era lo que debía de hacer para buscar alimento que sirviese para recomponer la energía de vampiro. No podía robar un animal a ningún comerciante, podría comprarlo, pero dudaba que contasen con animales grandes; tampoco podía llevar ninguna persona a pasar un mal rato, iba contra mi moral. Acabé por subir a la habitación para calzarme antes de salir a buscar algo vivo que tuviese sangre. Saqué de la maleta un chal, el cual me puse sobre los hombros para evitar el frio de la mañana, y mientras rebuscaba entre la ropa, volví a encontrar aquel libro que no consiguió enseñarme a leer. Decidí intentar leerlo una vez mas, aprovechando que Ash estaría dormido, así que bajé hacia donde anteriormente me encontraba y una mesa cerca de la entrada dejé el libro. Abrí las grandes puertas que ya ninguna doncella se encargaría de mover y salí hacia el precioso jardín florado de la casa. Una vez más me quedé observando aquellas hermosas flores que daban a la casa un aspecto romántico e íntimo. Pero, por mucha belleza con la que contase la mansión, estaba segura de que echaría de menos mi verdadera casa… a no ser que el joven apaciguase una vez más mis sentimientos. –Creo que terminaré por volverme loca…- dije al recordad involuntariamente, una vez mas, todo lo sucedido la noche anterior. En una misma luna, había sido secuestrada por la persona que mas odiaba en este mundo, había conocido la verdadera identidad de la persona que mas me importaba, había sido acribillada a manos de una anciana de la misma raza que los dos anteriores –dolor el cual aun sufría al caminar- ; obviando inhumanamente todo lo ocurrido sin importar nada, había compartido uno de los momentos mas maravillosos de mi vida con una persona a la que no quería reconocer como amada –porque mi orgullo y mis ideales me lo impedían, a pesar de lo pícara que podía haber llegado a ser con el anteriormente- además de haber decidido compartir una parte de mi vida con el, en su casa, en su suelo y ahora me encontraba buscándole sangre para que pudiese vivir. Debía dejar de pensar, así que terminé de atravesar el jardín y me encaminé sin rumbo a lugares con sangre bebibles.
Tras varias horas caminando empecé a darme por vencida. No había animal alguno por las calles, solo aves que salían volando al oír mis pasos. Los comerciantes que se encaminaban hacia el centro solo tenían varias gallinas de aspecto deplorable…y no estaba muy segura de si las hormigas tenían sangre. De repente, el maullar de lo que esperé que fuera un gato, me distrajo de mis pensamientos. El sonido provenía de una caja de cartón de un callejón que se situaba a mi derecha. Rápidamente me incliné sobre dicha caja y la abrí. Para mi sorpresa, no se trataba de un gato, sino de seis, entre los que se encontraba una cría. Pensé que seguramente alguien los habría abandonado alguien y que llevarían horas sin comer, por lo que me dio bastante pena pensar que eran la única opción de alimento de ese día. Cerré la caja, y tomando aire fuertemente, la tomé y cargué entre mis brazos de vuelta a la casa.
Una vez de vuelta a la estancia, subí rápidamente las escaleras y dejé la caja a los pies de la puerta que conducía a la habitación de Ash, la cual se encontraba sellada por cadenas. Me preguntaba porqué tanta seguridad. Ya sabía que era un vampiro ¿Que tenia que ocultarme? Golpeé suavemente un par de veces la puerta –Ash…no he podido encontrar prácticamente nada. Lo siento. Te prometo que mañana buscaré mejor y si vas a comértelos…no bajes, por favor- Y es que me dolería la pena que sentiría si oyese a alguno de los gatitos maullar de dolor. Me alejé rápidamente de la habitación para evitar percances y cuando me encontraba bajando las escaleras, me percaté de que un gatito a mi lado las bajaba corriendo, de forma torpe. -¡Oye! ¿Dónde vas?- dije de forma juguetona mientras corría tras el gato. El animal se había escabullido, había llegado hasta el salón y se había subido a uno de los sillones. Poco tardé en tomarlo en brazos y rozar mi nariz con su hocico. Se trataba de la cría que había entre los demás gatos, era de color gris, con rayas mas oscuras y tenia unos ojos profundos, demasiado, tanto, que me recordaban a los de alguien. –Tienes que volver a la cajita, yo no puedo cuidarte y Ash tiene que... ¡Pero que tonterías! Si eres precioso ¿Cómo voy yo a llevarte de nuevo a la caja? –dije mientras lo acurrucaba entre mis brazos como si de un bebe se tratase –Esta bien…quizá a Ash no le importe no comerte- Lo examiné con cariño, percatándome de la juguetona presencia que mostraba al tratarse de una cría de…meses, pocos meses. Y para mi disgusto, el gatito tenia una pequeña herida en una de las patitas, la cual seguramente le había provocado esa forma torpe de caminar –Tampoco te puedo dejar marchar con esa herida…¡Bah! Te quedas conmigo. Ahora solo tengo que ponerte un nombre…o eso es lo que normalmente se hace – dije mientras el gatito acariciaba su cola con mis brazos. Mientras buscaba un apodo para el cariñoso animal y pensaba de que manera curarle la herida, me encaminé hacia la cocina y tomé de un armario un bote con leche. Vertí el líquido en un pequeño plato, el cual dejé sobre la mesa, al igual que al gatito. Admiré como rápidamente, el animal se lanzó a beber. Me fascinaba, me parecía un animal demasiado hermoso y cada vez estaba más segura de querer tenerlo.
Cuando el gato pareció estar satisfecho con el alimento y se puso a jugar el solo con su colita, lo volví a tomar en brazos y me encaminé de nuevo hacia el salón, no sin antes recoger el libro que pensaba leer. Me senté en el sillón, me quité los zapatos con la mano libre y una vez estuve descalza recogí los pies en el asiento. Me situé el gatito en el pecho y tomé el libro que posé sobre mi regazo, intentando así, aprender a leer con tranquilidad, a la vez que le daba caricias y mimos al animal. Tras varios minutos, inesperadamente, el gatito se liberó de mi brazo y bajo al suelo. Pensé que jugaría el solo o que se quedaría quieto, pero en vez de eso comenzó a caminar por toda la estancia, y de caminar pasó a corretear torpemente una vez mas. Pensé que debía de curarle ya la herida, pero ¿Cómo iba a hacerlo? ¿Qué podría haber en la casa para ayudarle? Mis pensamientos quedaron obnubilados cuando oí que algo había caído al suelo. Se trataba de las varas de metal para mover el fuego de la chimenea, el gatito las había tirado sin querer, pero no estaba segura de que eso convenciese a Ash si le daba el capricho de bajar a ver que sucedía -¡Para! ¡Por favor para! ¡Ven aquí!- el gato no dejaba de corretear por los muebles y los sillones. Dejé el libro de ‘’Romeo y Julieta’’ sobre el sillón y me dispuse a atrapar al veloz gato. Antes de que pudiese pillarle, tiró al suelo un jarrón de cristal, el cual e quebrajó y rompió al caer -¡Estate quieto!- El animal se quedó acorralado frente al sillón en el que se encontraba el libro, pero antes de que pudiese cogerlo, arañó la tela del asiento con sus zarpas, deshilando un gran pedazo de tela -¡Atem!- grité con fuerza, por la impotencia de no haber podido evitar ninguno de sus destrozos. Lo tomé en brazos rápidamente y me percaté de que su herida estaba sangrando -¿Ves? No puedes correr como loco por la casa ¿Ahora como te curo?- Dije mientras lo posé nuevamente en el pecho. En mi voz se notaba que no era una riña, pues me daba lastima del pobre animal al que inconscientemente había decidido llamar Atem. Atem, Ash, estaba segura de que poco tardaría en darse cuenta de todo lo que había pasado. Acurruqué aun mas a Atem, en señal de que intentaba protegerle de lo que pudiese pasar…
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
El ruido pesado y metálico de las cadenas era para él una rutina hastía que no podía evitar suspirar y mirarlas con desdén. Pensaba en Keira y en el deber que le había mandado, pero más aún pensaba si sería capaz de arrebatarle el verdadero Don que existe en el mundo y que a él le negaron en el pasado; poder ver un amanecer. Se sentó sobre aquel macabro ataud de piedra con extrañas inscripciones que casi parecía ser un sarcófago de su época y observó con detenimiento toda la habitación. La sala estaba complétamente a oscuras y carecía de todo tipo de espíritu: Las paredes no tenían cuadros, ni tan siquiera pintura o papel que pudiese cubrir los elementos de los que estaba construida. El suelo estaba raido y carcomido, cada paso que Ash daba en ese habitáculo resonaba como si un árbol se estuviera partiendo por la mitad.
El vampiro volvió a suspirar ¿Encontraría Keira algo que realmente pudiera servirle, lo suficiente para controlarse? Se llevó la mano a la cara y negaba con la cabeza despacio, pues no confiaba en ello. Keira era una mujer demasiado inocente a pesar del gran carácter que poseía. Ella no sería capaz de llevarle a nadie de quien pudiera alimentarse, incluso dudaba de que la joven fuese capaz de condenar a un asesino a ser mordisqueado por un ser infernal. Finalmente, Ash terminó por recostarse sobre la fria piedra del ataud y cerró los ojos, esperando a que Keira no tardase demasiado en llevarle algo que pudiese calmar su sed.
Por suerte o por vicisitudes del destino más bien, la chica no tardó demasiado. La oyó llegar, la olía, la sentía subir las escaleras y notaba su presencia frente a la puerta... ¿Pero qué era eso que maullaba?. La oyó disculparse sobre que no podía haber encontrado nada mejor y que se esmeraría más el próximo día, no obstante, el vampiro quedó encantado cuando la muchacha se fue y observó a aquella cajita de mininos que maullaban y ganduleaban, jugando unos con otros. Sonrió con una mirada de ternura en el rostro mientras tomaba la caja para introducirla en la habitación junto a sí, volviendo a cerrar la puerta con aquel ensordecedor ruido metálico que Keira seguramente habría oido y tomaría como augurio de la muerte de los animalitos.
No obstante, Ash fue sumamente cuidadoso con los animales, pues eran jovenes aún. Clavó sus fauces con delicadeza en los felinos y sorbió tanta sangre como pudo antes de que llegasen a estar en peligro. Al ser cinco, obtuvo el enriquecimiento suficiente para soportar el hambre una noche más... pero solo una noche más. Tras un largo rato sintiendo el inmenso placer que el calor de la sangre joven, aunque débil por ser de animales tan pequeños, le proporcionaba cuando surcaba sus venas, reviviendo su cuerpo muerto, rejuveneciéndolo hasta alcanzar la más perfecta belleza que un humano podría alcanzar.
Más tarde, la puerta volvió a abrirse con delicadeza y se cerró de la misma. Cargaba con los gatitos que dormían plácidamente unos sobre otros hechos un obillo de lana que hacía picar la nariz de Ash. Por otro lado, había un gran barullo en el comedor ¿Qué estaba haciendo esa mujercilla? Le sorprendió escuchar su verdadero nombre en un grito de Keira, por lo que se apresuró pensando que quizá alguien hubiese entrado.
Se relajó un tanto al ver que no había nadie, pero su expresión cambió en cuanto contempló el desastre que había ocasionado un gatito más pequeño que los demás el cual ahora reposaba junto a ella -¿Qué ha pasado aquí? ¿Cómo que Atem?- preguntó acercándose a la mujer con la caja que dejó junto al fuego. -No te preocupes, duermen plácidamente... se despertarán con mucha hambre, así que no estaría mal que preparasemos algo de leche para ellos.- aclaró con una sonrisa afable, dandole un aspecto tan jovial y humano gracias al haber bebido sangre recientemente, que nadie creería que fuese un vampiro. -¿Por qué tienes a esa cría contigo? ¿Pretendes quedártela?- se cruzó de brazos -Más te vale que todo este estropicio lo hayas hecho tú y no el gato, entonces- dijo con firmeza, seriedad e incluso con frialdad en la mirada. Tanta que parecía que mataría al animal si había sido él. Finalmente se relajó y comenzó a reir -Es broma, a mí me da igual que te lo quedes si quieres... pero tendrás que recoger tú todo lo que él deshaga ¿Entendido? Y el bicho también tiene prohibida la entrada a mi habitación- se arrodilló y cogió al gato en volandas con una sola mano, aferrándolo de esa piel que siempre suelen sobrarle por el cuello de forma que no sufriera el más mínimo daño. Lo observó con cara de bobalicón, de la misma forma que el gato lo miraba a él -¿Entendido, gato?- el gato maulló, lo que Ash tomó por una afirmación y se lo devolvió a Keira.
Se le veía de un extraño buen humor, pues no esperaba que la sangre de animal pudiese hacerle sentir parecido a la sangre humana y eso contribuía al bien estar de su querida acompañante en su mansión, para poder protegerla y no estar tan solo. -La sangre de bicho es buena a su manera, pero necesito algo más grande. Mañana será mejor que lo primero que hagas sea buscar algo más digno y te alejes de mí hasta que satisfaga mis necesidades con el animal- arqueó una ceja -Y me has entendido perféctamente, no quiero ningún comentario de mente sucia ni imagines que pensaba mantener relaciones con una vaca, cabra o caballo- le llamó la atención de pronto un libro que tenía la chica ¿Por qué? Si se suponía que ella no sabía leer. Sin pedir permiso, descarado como siempre, aferró el libro y lo tomó de su propietaria para leer el título y a continuación ojear rápidamente unas páginas -Romeo y Julieta... ¿Sabes leer? ¿Desde cuando?- preguntó mientras leía -Capuleto... Montesco... Me resulta un tanto familiar pero... ¿Por qué, Ash, por qué?- habló para sí mientras cerraba el libro y se lo devolvía a su dueña.
Se dirigió entonces al sillón que quedaba libre, no sin antes recolocar las barras de metal utilizadas para el brasero. Se sentó con calma, cruzó la pierna izquierda sobre la derecha y apoyó el codo derecho en el brazo del sillón, dejando caer su cabeza sobre su mano, observando a la mujer con expectación -¿Por dónde te has movido? ¿Te ha seguido alguien? ¿Has visto algo extraño?- comenzó una tanda de preguntar antes de que ella pudiese contestar -¿Nadie sospechoso a tu alrededor? ¿Te dió alguien los gatos o los encontraste? Recuerda que no debes fiarte de nadie, más que de ti misma Keira- le recordó con severidad, como el padre que habla a la hija -No debes olvidar que Norbert podría tener séquitos donde menos lo esperes, no sabemos con certeza si tiene Ghouls libres por la cuidad...- reflexionaba mientras su mirada se perdía en el fuego, pensando que Keira conocería el termino "Ghoul", aunque cláramente fuese imposible. -Tantas cosas por hacer... deberíamos pensar en mover algunas fichas, querida. Quizá deberías seguir tu entrenamiento con el sable, o intentar aprender a usar algún trabuco o rifle... ¿Se te ocurre algo, Heraldo de la luz del Sol?- preguntó con una sonrisa amable y picarona, pues era realmente su emisaria contra su enemigo más mortífero. Pasó de mirarla a ella a mirar al gato, el cual parecía tener una heridita en las patitas -Por cierto... si el peluche necesita atenciones, quizá en el baño pueda haber algunas medicinas. No creo que abunden, porque no las necesito, pero quizá las chicas comprasen algunas medicinas comunes o cicatrizantes.- calló unos segundos, lo suficiente para caer en cuenta de que no había hecho la pregunta más frecuente en caso de encontrar a alguien con mascota -¿Cómo lo vas a llamar?- esperó con intriga en la mirada
El vampiro volvió a suspirar ¿Encontraría Keira algo que realmente pudiera servirle, lo suficiente para controlarse? Se llevó la mano a la cara y negaba con la cabeza despacio, pues no confiaba en ello. Keira era una mujer demasiado inocente a pesar del gran carácter que poseía. Ella no sería capaz de llevarle a nadie de quien pudiera alimentarse, incluso dudaba de que la joven fuese capaz de condenar a un asesino a ser mordisqueado por un ser infernal. Finalmente, Ash terminó por recostarse sobre la fria piedra del ataud y cerró los ojos, esperando a que Keira no tardase demasiado en llevarle algo que pudiese calmar su sed.
Por suerte o por vicisitudes del destino más bien, la chica no tardó demasiado. La oyó llegar, la olía, la sentía subir las escaleras y notaba su presencia frente a la puerta... ¿Pero qué era eso que maullaba?. La oyó disculparse sobre que no podía haber encontrado nada mejor y que se esmeraría más el próximo día, no obstante, el vampiro quedó encantado cuando la muchacha se fue y observó a aquella cajita de mininos que maullaban y ganduleaban, jugando unos con otros. Sonrió con una mirada de ternura en el rostro mientras tomaba la caja para introducirla en la habitación junto a sí, volviendo a cerrar la puerta con aquel ensordecedor ruido metálico que Keira seguramente habría oido y tomaría como augurio de la muerte de los animalitos.
No obstante, Ash fue sumamente cuidadoso con los animales, pues eran jovenes aún. Clavó sus fauces con delicadeza en los felinos y sorbió tanta sangre como pudo antes de que llegasen a estar en peligro. Al ser cinco, obtuvo el enriquecimiento suficiente para soportar el hambre una noche más... pero solo una noche más. Tras un largo rato sintiendo el inmenso placer que el calor de la sangre joven, aunque débil por ser de animales tan pequeños, le proporcionaba cuando surcaba sus venas, reviviendo su cuerpo muerto, rejuveneciéndolo hasta alcanzar la más perfecta belleza que un humano podría alcanzar.
Más tarde, la puerta volvió a abrirse con delicadeza y se cerró de la misma. Cargaba con los gatitos que dormían plácidamente unos sobre otros hechos un obillo de lana que hacía picar la nariz de Ash. Por otro lado, había un gran barullo en el comedor ¿Qué estaba haciendo esa mujercilla? Le sorprendió escuchar su verdadero nombre en un grito de Keira, por lo que se apresuró pensando que quizá alguien hubiese entrado.
Se relajó un tanto al ver que no había nadie, pero su expresión cambió en cuanto contempló el desastre que había ocasionado un gatito más pequeño que los demás el cual ahora reposaba junto a ella -¿Qué ha pasado aquí? ¿Cómo que Atem?- preguntó acercándose a la mujer con la caja que dejó junto al fuego. -No te preocupes, duermen plácidamente... se despertarán con mucha hambre, así que no estaría mal que preparasemos algo de leche para ellos.- aclaró con una sonrisa afable, dandole un aspecto tan jovial y humano gracias al haber bebido sangre recientemente, que nadie creería que fuese un vampiro. -¿Por qué tienes a esa cría contigo? ¿Pretendes quedártela?- se cruzó de brazos -Más te vale que todo este estropicio lo hayas hecho tú y no el gato, entonces- dijo con firmeza, seriedad e incluso con frialdad en la mirada. Tanta que parecía que mataría al animal si había sido él. Finalmente se relajó y comenzó a reir -Es broma, a mí me da igual que te lo quedes si quieres... pero tendrás que recoger tú todo lo que él deshaga ¿Entendido? Y el bicho también tiene prohibida la entrada a mi habitación- se arrodilló y cogió al gato en volandas con una sola mano, aferrándolo de esa piel que siempre suelen sobrarle por el cuello de forma que no sufriera el más mínimo daño. Lo observó con cara de bobalicón, de la misma forma que el gato lo miraba a él -¿Entendido, gato?- el gato maulló, lo que Ash tomó por una afirmación y se lo devolvió a Keira.
Se le veía de un extraño buen humor, pues no esperaba que la sangre de animal pudiese hacerle sentir parecido a la sangre humana y eso contribuía al bien estar de su querida acompañante en su mansión, para poder protegerla y no estar tan solo. -La sangre de bicho es buena a su manera, pero necesito algo más grande. Mañana será mejor que lo primero que hagas sea buscar algo más digno y te alejes de mí hasta que satisfaga mis necesidades con el animal- arqueó una ceja -Y me has entendido perféctamente, no quiero ningún comentario de mente sucia ni imagines que pensaba mantener relaciones con una vaca, cabra o caballo- le llamó la atención de pronto un libro que tenía la chica ¿Por qué? Si se suponía que ella no sabía leer. Sin pedir permiso, descarado como siempre, aferró el libro y lo tomó de su propietaria para leer el título y a continuación ojear rápidamente unas páginas -Romeo y Julieta... ¿Sabes leer? ¿Desde cuando?- preguntó mientras leía -Capuleto... Montesco... Me resulta un tanto familiar pero... ¿Por qué, Ash, por qué?- habló para sí mientras cerraba el libro y se lo devolvía a su dueña.
Se dirigió entonces al sillón que quedaba libre, no sin antes recolocar las barras de metal utilizadas para el brasero. Se sentó con calma, cruzó la pierna izquierda sobre la derecha y apoyó el codo derecho en el brazo del sillón, dejando caer su cabeza sobre su mano, observando a la mujer con expectación -¿Por dónde te has movido? ¿Te ha seguido alguien? ¿Has visto algo extraño?- comenzó una tanda de preguntar antes de que ella pudiese contestar -¿Nadie sospechoso a tu alrededor? ¿Te dió alguien los gatos o los encontraste? Recuerda que no debes fiarte de nadie, más que de ti misma Keira- le recordó con severidad, como el padre que habla a la hija -No debes olvidar que Norbert podría tener séquitos donde menos lo esperes, no sabemos con certeza si tiene Ghouls libres por la cuidad...- reflexionaba mientras su mirada se perdía en el fuego, pensando que Keira conocería el termino "Ghoul", aunque cláramente fuese imposible. -Tantas cosas por hacer... deberíamos pensar en mover algunas fichas, querida. Quizá deberías seguir tu entrenamiento con el sable, o intentar aprender a usar algún trabuco o rifle... ¿Se te ocurre algo, Heraldo de la luz del Sol?- preguntó con una sonrisa amable y picarona, pues era realmente su emisaria contra su enemigo más mortífero. Pasó de mirarla a ella a mirar al gato, el cual parecía tener una heridita en las patitas -Por cierto... si el peluche necesita atenciones, quizá en el baño pueda haber algunas medicinas. No creo que abunden, porque no las necesito, pero quizá las chicas comprasen algunas medicinas comunes o cicatrizantes.- calló unos segundos, lo suficiente para caer en cuenta de que no había hecho la pregunta más frecuente en caso de encontrar a alguien con mascota -¿Cómo lo vas a llamar?- esperó con intriga en la mirada
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/10/2011
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Y poco tardó Ash en llegar, seguramente guiado por los ruidos del estropicio que el gatito había formado. No pude evitar sujetar con más fuerza a Atem y resguardarlo entre mi pecho y mis brazos. Temía que el joven no aceptase al animal y lo echase, o lo que es peor, se alimentase de el como castigo. Y es que a decir verdad, nunca había tenido un animal de compañía; siempre había querido tener uno, pero mi orgullo y mi afán de no querer nadie para no sufrir sus posibles traiciones, marchas o pérdidas no me habían permitido intentar encariñarme con ningún animalito. Retrocedí varios pasos hacia atrás e incluso llegué a cerrar los ojos para aminorar de alguna forma la esperada riña del muchacho. Extrañada al no oír ningún quejido, acabé por abrir de nuevo los ojos y mirar al joven. Tenía un aspecto totalmente jovial, no parecía el mismo Ash que caminaba pesado escaleras arriba hacia su habitación y no tardé en sospechar a que se debía tal cambio. Pero quedé sorprendida cuando vi que el vampiro portaba en sus manos la caja con los gatos, que dejó junto al fuego, asegurando que estaban vivos y durmiendo plácidamente –Pero…pero ¿no les has matado? ¿Están vivos entonces? ¿No han sufrido?-Dije mientras me acercaba nerviosa a el. Tenia que admitir que el cariño por tal especie estaba aumentando por segundos y que creer las palabras del joven me aportaba un total alivio. El muchacho no pasó por alto el hecho de que me encontrase refugiando a Atem, y exigió saber mis intenciones con el animal y si fue este quien provocó el desastre. Sentí un calor agobiante, no sabia como defender al animalillo –No, no ha hecho nada, solo estaba jugando y…- Suspire notablemente cuando confesó que su seriedad era solo una fachada de broma. Al joven no le importo que me quedase con Atem mientras cuidase bien de el. -¿De verdad puedo quedármelo? ¿No te importa? – Mi voz sonaba entusiasmada y a la vez juguetona, parecía haber retrocedido en edad durante un corto tiempo. Ash, tomó a Atem por el lomo y se lo llevó tan cerca del rostro, de una forma tan cómica que no pode evitar sonreír. Me hacia feliz ver que Ash, a pesar de ser un vampiro, aparentaba ser totalmente humano; me animaba a creer que podía mantener cualquier tipo de relación con él sin molestias y me alentaba a sentir un poco mas de cariño por el.
El vampiro terminó por devolver la cría a mis brazos de nuevo. Me advirtió que seria mejor que encontrase mejores especies de animal y que por mi seguridad, no me acercase a el hasta que hubiese satisfecho sus necesidades con el animal, frase con la que acabó por hacer un comentario sin pies ni cabeza. -¿Por qué? Yo no he dicho…un momento ¿Te refieres a...? ¡¿Eso se puede hacer?!- Mis ojos se abrieron como si hubiese descubierto nuevas tierras y a la vez se me pasaban cosas extrañas por la mente. Comprendí que todo era una broma y no pude evitar soltar una carcajada –De verdad Ash, te tendría más miedo si hicieses esas cosas que por ser vampiro- Pensé que el joven discreparía por la simple hecho que había confesado indirectamente que aun le tenia cierto miedo, pero se fijó sin que lo pudiese evitar en el libro que había dejado sobre el asiento. –Devuélvemelo. Dámelo- dije mientras alzaba las manos para intentar quitárselo, y fue entonces cuando el joven llego a la pregunta clave. Me crucé de brazos y bajé la mirada, triste y tremendamente avergonzada –No…no se leer. Quería aprender…para que no me viese como una completa inútil, pero no he podido. Se lo que pone en el titulo porque el vendedor me lo dijo, sobre todo lo demás…no se nada –No pude evitar hablar con un tono un poco decepcionado y acabé por sonrojarme hasta que el muchacho me devolvió el relato.
Ash, optó por sentarse en el sillón que se encontraba intacto tras recoger el desorden, y comenzó a lanzar preguntas típicas de un padre. Yo solo pude quedarme en pie, suspirar y hablar con tranquilidad –No, tranquilo. Me he fijado bien y no había nadie sospechoso por ningún lado y los callejones por los que anduve eran seguros. Solo te digo que no te sorprendas si un puñado de vecinos cotillas, acompañados de algún eclesiástico, exigen saber que hago yo en esta casa. Quizás debería de marcharme…no somos para nada parecidos, Ash. No somos iguales y a los ojos de la gente tampoco. Esta claro que hasta una doncella tiene mucho más patrimonio notable, físicamente, del que yo podré tener. La gente sospechara…Y tampoco se irán a creer que estemos casados, querrán ver los papeles del matrimonio o un libro de familia en el que nuestros nombres y retratos queden marcados. Es la vez numero… bah, tampoco se contar; que juro que si estuviese en mi mano me cambiaria de sociedad…Por cierto, ¿Qué es un Ghouls?- Dije mientras perdía la mirada en el fuego para volver a mirar al joven y acariciar el lomo del gatito con una mano. –Y no me llames así, no quiero que se me acabe subiendo a la cabeza nada de esto- Dije con una media sonrisa, sin intenciones ofensivas y con doble sentido al hablar; pues no quería acabar creyéndome algo que no soy y mucho menos creerme que Ash podía llegar realmente a tenerme un cariños especial. –No lo se Ash…ya he podido comprobar que por mucho que sepa manejar un sable no podré hacer frente a ninguno de los tuyos-dije mientras me intentaba mirar la herida del hombro, que quedaba descubierto gracias al ancho escote de la camisa blanca que llevaba-Deberíamos idear algo para evitar otro día como el de anoche... o pensar por que diantres Norbet tiene tanto afán por mi ‘’ser’’ y por hacerte daño a ti-
La situación me inquietaba por la incertidumbre del futuro, pero una vez mas, la voz de Ash consiguió apartarme de cualquier pensamiento. Ante la sugerencia del muchacho, no pude evitar dejar al gatito en el regazo del joven y salir corriendo del salón dirección al baño para buscar aquellas medicinas que había mencionado. Quizá lo más característico de mi presencia al correr fuese la tremenda velocidad que podía llegar a tener por el poco peso de mi cuerpo. Como estaba descalza y corría con habilidad, daba toda la impresión de parecer una niña. Cuando llegué al baño, busqué en un par de cajones las dichas pomadas. Encontré un par de frascos y supuse que se trataba de la medicina, pues tenía el color característico –cosa que me ayudó al no poder leer el nombre de los fármacos-. Volví corriendo hacia el salón, tomé al gatito y me senté en el suelo a los pies de Ash. Tomé con cuidado la patita herida y vertí de un frasco más pequeño en esta un poco de agua que se me ocurrió coger antes de volver, para después poner un poquito de la crema. Arranqué un pedacito pequeño de la falda interior y comencé a liar la patita con este –Se va a llamar Atem, ya lo había decidido… Y no, no voy a cambiárselo... Me recuerda a ti…- dije con voz dulce y suave. Cuando terminé, alcé a Atem con mis manos y me lo llevé al rostro, lo acaricie con mi mejilla y le di los mimos en caricias y palabras cariñosas como a un bebé.
Al cabo de un rato, dejé al gatito en el suelo y me puse en pie. Reparé en el libro y me dio pena pensar que aun no había conseguido ningún progreso. Lo tomé y pasé un par de páginas mientras reflexionaba. –Ash…tú… ¿Me ayudarías? ¿Me leerías el libro?- Dije volviéndome al muchacho con bastante vergüenza. Sin esperar respuesta, empujé el sillón en el que siempre me sentaba hasta posicionarlo al lado del de Ash. Me senté en el, subiendo mis piernas y rodeándola con los brazos, esperando la respuesta del joven.
El vampiro terminó por devolver la cría a mis brazos de nuevo. Me advirtió que seria mejor que encontrase mejores especies de animal y que por mi seguridad, no me acercase a el hasta que hubiese satisfecho sus necesidades con el animal, frase con la que acabó por hacer un comentario sin pies ni cabeza. -¿Por qué? Yo no he dicho…un momento ¿Te refieres a...? ¡¿Eso se puede hacer?!- Mis ojos se abrieron como si hubiese descubierto nuevas tierras y a la vez se me pasaban cosas extrañas por la mente. Comprendí que todo era una broma y no pude evitar soltar una carcajada –De verdad Ash, te tendría más miedo si hicieses esas cosas que por ser vampiro- Pensé que el joven discreparía por la simple hecho que había confesado indirectamente que aun le tenia cierto miedo, pero se fijó sin que lo pudiese evitar en el libro que había dejado sobre el asiento. –Devuélvemelo. Dámelo- dije mientras alzaba las manos para intentar quitárselo, y fue entonces cuando el joven llego a la pregunta clave. Me crucé de brazos y bajé la mirada, triste y tremendamente avergonzada –No…no se leer. Quería aprender…para que no me viese como una completa inútil, pero no he podido. Se lo que pone en el titulo porque el vendedor me lo dijo, sobre todo lo demás…no se nada –No pude evitar hablar con un tono un poco decepcionado y acabé por sonrojarme hasta que el muchacho me devolvió el relato.
Ash, optó por sentarse en el sillón que se encontraba intacto tras recoger el desorden, y comenzó a lanzar preguntas típicas de un padre. Yo solo pude quedarme en pie, suspirar y hablar con tranquilidad –No, tranquilo. Me he fijado bien y no había nadie sospechoso por ningún lado y los callejones por los que anduve eran seguros. Solo te digo que no te sorprendas si un puñado de vecinos cotillas, acompañados de algún eclesiástico, exigen saber que hago yo en esta casa. Quizás debería de marcharme…no somos para nada parecidos, Ash. No somos iguales y a los ojos de la gente tampoco. Esta claro que hasta una doncella tiene mucho más patrimonio notable, físicamente, del que yo podré tener. La gente sospechara…Y tampoco se irán a creer que estemos casados, querrán ver los papeles del matrimonio o un libro de familia en el que nuestros nombres y retratos queden marcados. Es la vez numero… bah, tampoco se contar; que juro que si estuviese en mi mano me cambiaria de sociedad…Por cierto, ¿Qué es un Ghouls?- Dije mientras perdía la mirada en el fuego para volver a mirar al joven y acariciar el lomo del gatito con una mano. –Y no me llames así, no quiero que se me acabe subiendo a la cabeza nada de esto- Dije con una media sonrisa, sin intenciones ofensivas y con doble sentido al hablar; pues no quería acabar creyéndome algo que no soy y mucho menos creerme que Ash podía llegar realmente a tenerme un cariños especial. –No lo se Ash…ya he podido comprobar que por mucho que sepa manejar un sable no podré hacer frente a ninguno de los tuyos-dije mientras me intentaba mirar la herida del hombro, que quedaba descubierto gracias al ancho escote de la camisa blanca que llevaba-Deberíamos idear algo para evitar otro día como el de anoche... o pensar por que diantres Norbet tiene tanto afán por mi ‘’ser’’ y por hacerte daño a ti-
La situación me inquietaba por la incertidumbre del futuro, pero una vez mas, la voz de Ash consiguió apartarme de cualquier pensamiento. Ante la sugerencia del muchacho, no pude evitar dejar al gatito en el regazo del joven y salir corriendo del salón dirección al baño para buscar aquellas medicinas que había mencionado. Quizá lo más característico de mi presencia al correr fuese la tremenda velocidad que podía llegar a tener por el poco peso de mi cuerpo. Como estaba descalza y corría con habilidad, daba toda la impresión de parecer una niña. Cuando llegué al baño, busqué en un par de cajones las dichas pomadas. Encontré un par de frascos y supuse que se trataba de la medicina, pues tenía el color característico –cosa que me ayudó al no poder leer el nombre de los fármacos-. Volví corriendo hacia el salón, tomé al gatito y me senté en el suelo a los pies de Ash. Tomé con cuidado la patita herida y vertí de un frasco más pequeño en esta un poco de agua que se me ocurrió coger antes de volver, para después poner un poquito de la crema. Arranqué un pedacito pequeño de la falda interior y comencé a liar la patita con este –Se va a llamar Atem, ya lo había decidido… Y no, no voy a cambiárselo... Me recuerda a ti…- dije con voz dulce y suave. Cuando terminé, alcé a Atem con mis manos y me lo llevé al rostro, lo acaricie con mi mejilla y le di los mimos en caricias y palabras cariñosas como a un bebé.
Al cabo de un rato, dejé al gatito en el suelo y me puse en pie. Reparé en el libro y me dio pena pensar que aun no había conseguido ningún progreso. Lo tomé y pasé un par de páginas mientras reflexionaba. –Ash…tú… ¿Me ayudarías? ¿Me leerías el libro?- Dije volviéndome al muchacho con bastante vergüenza. Sin esperar respuesta, empujé el sillón en el que siempre me sentaba hasta posicionarlo al lado del de Ash. Me senté en el, subiendo mis piernas y rodeándola con los brazos, esperando la respuesta del joven.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Ash parpadeó varias veces -Te recuerdo que puedo elegir si hacer daño o no, o si matar o no... al menos mientras no entre en frenesí- recordó a la mujer respecto al tema de la sangre -No soy tan monstruo como puedas creer- decía con cierta decepción en la voz, pues le molestaba en gran medida que Keira pensase de él que solamente serviría para hacer daño o maltratar a la s personas o los animales. -Debes estar realmente seguira de lo que soy y de quién soy, querida. Comprenderás la molestia que me supone convivir contigo si piensas que soy un devora almas- comentó antes de que ella se marchara en busca de las medicinas, alzando un poco la voz.
Suspiró observando al pequeño gatito hasta que ella regresó y se dispuso a curarlo, para darle una ración doble de cariños y mimos variados -Parece que tuvieras 15 años, Keira- esbozó una media sonrisa -Y por cierto, un Ghoul es aquel humano o animal que ha bebido de la sangre de un vampiro. Puede obtener alguna cualidad sobrehumana como una fuerza superior a la media o más velocidad, agilidad, reflejos... depende de cuanta sangre y de el Sire del que beba. Generalmente suelen volverse inestables mentalmente, se obsesionan con su "Padre"... suelen escoger chicas para que se conviertan no solo en sus fieles seguidoras, sino que además son un objeto de pasión perfecto ¿Comprendes? Las mujeres hacen lo mismo, pero con hombres... pero a veces les puede la obscena y oscura avaricia de tomar mujeres para sacias sus más íntimas lujurias- reflexionaba, respondiendo la pregunta que Keira había hecho anteriormente.
Ash la miraba intensamente, como acariciaba y mimaba al gato, como lo cuidaba y se había preocupado por la estabilidad de los otros que dormían en la caja -Por lo demás... no te preocupes- hablaba con la mirada perdida, como si fuese una estatua con voz -Nadie se acercará, me ocuparé de ello esta noche, cuando el sol caiga... Ya pronto será la hora de comer, puedes prepararte lo que gustes, yo aprovecharé para ir a dormir. Quizá sea mucho pedir que vuelvas a buscar aunque sea una triste rata, ya me procuraré yo alimento suficiente por la noche... pero tranquila, ninguna persona ni animal sufrirá el más mínimo daño- sonrió a pesar de encontrarse ausente, trazando sus planes para esa larga noche que le esperaba.
De pronto, salió de su sopor gracias a la propuesta de Keira de leerle el libro. Ash lo tomó y ojeó de nuevo unas páginas, pues había algo en esas letras, en esos nombres que le hacía sentir que había olvidado algo muy importante tiempo atrás ¿Pero qué? El vampiro terminó por asentir amablemente -No te lo leeré, te enseñaré a leer...- se sentó junto a ella y abrió el libro -Te llevará un tiempo, aunque no demasiado... es más fácil de lo que parece- rió al ver que el gatito parecía interesarse, dandole pequeñas zarpaditas a las páginas, jugando con ellas -Sí que se parece a mí el pequeño bicho... parece que no le gusta demasiado este libro y a mí, realmente, hay algo que no me da buena espina.- confesó mirando a la chica de reojo -No digo que vaya a tener una maldición o cualquier otra idea demoníaca que inculca la iglesia, sino que me quema por dentro, algún recuerdo olvidado por alguna razón... algo...- suspiró tras unos minutos intentando recordar, pero no lo logró.
Decidido entonces, Ash se aproximó a Keira y abrió el libro por la primera página, leyendo muy despacio con algo de treatralidad para intentar sumir a su acompañante en la belleza de la historia que se disponía a recitar, a la par que de vez en cuando se detenía y le pedía a Keira que intentase leer las palabras que él iba recitando y le explicaba si había alguna palabra que ella no entendiese. Así estuvo junto a ella por alrededor de una hora y media, mientras los animales dormían todos juntos, menos Atem, que se encontraba en el regazo de la mujer. Finalmente, Ash cerró el libro, no sin antes memorizar la página donde lo habían dejado. Aunque la velocidad no fue demasiado alta a la hora de leer, fue lo suficiente para que Keira supiera el conflicto entre los Montesco y Capuleto, además de saber de Romeo y Julieta y ese extraño amor que comenzaban a sentir, tan apasionado y peligroso. -Es suficiente... si quieres, puedes releerte las páginas para ir avanzando, yo he de ir a dormitar un poco.- se levantó y se dejó iluminar por las brasas, aquella exhuberante juventud que parecía tener parecía haberse esfumado un poco, teniendo una expresión cansada y marcada -Como bien dije, la sangre de animales tan pequeños no es demasiada... y no he descansado a penas. A pesar de ser un vampiro, necesito reposar... y aunque la luz del sol no me roce, siento el día, siento la claridad de mi condena y me debilita...- hizo un gesto cariñoso a Keira, acariciandole las mejillas con una mano y terminando con otra larga caricia en sus cabellos, enredando los dedos -Aliméntate bien, no dudes en comer todo lo que quieras, estás en tu casa. Si viniese alguien, llámame... Y si vas a salir para volver a pasar por el mercado, a parte de alimentar a los gatitos antes de devolverlos a la calle, no estaría de más que pudieses buscar a un par de hombres... si son delincuentes o asesinos mejor. No dudes en meterte en las peores calles de París ni en los más horribles tugurios. Guíalos hasta aquí como tú bien sabes- la miró con una mirada maliciosa, lanzando un vistazo tan rápido como un disparo hacia su pecho y caderas -Insinuate, muestra algo que les interese... una vez aquí, me encargaré yo. No tengas miedo, no te pasará nada... llevarás encima algún arma para protegerte, coge la que quieras de las paredes- hizo un amplio gesto con los brazos abarcando el gran salón, cuyas paredes estaban cubiertas por algunos sables y dagas, además de las que ya había en el Hall. -Te servirá como experiencia, diviértete.- se echó entonces a caminar raudo hacia su habitación, necesitaba dormir, esconderse en la más fria oscuridad de aquel ataud de piedra, era imperioso. La puerta se cerró, pero no se oyeron cadenas. La prisa hizo olvidar al vampiro que debía de tomar aquellas precauciones... ¿Se le ocurriría a Keira intentar entrar? Él confiaba en que no lo haría, pero siempre cerraba por si acaso. Se oyó por toda la casa el rugido de una piedra caer cuando Ash cerró el ataud. Todo se envolvió entonces en silencio, parecía que en la casa solo estaban Keira y los gatitos... era hora de que la luz del sol penetrara en el hogar y la protegiese de todo mal exterior.
Suspiró observando al pequeño gatito hasta que ella regresó y se dispuso a curarlo, para darle una ración doble de cariños y mimos variados -Parece que tuvieras 15 años, Keira- esbozó una media sonrisa -Y por cierto, un Ghoul es aquel humano o animal que ha bebido de la sangre de un vampiro. Puede obtener alguna cualidad sobrehumana como una fuerza superior a la media o más velocidad, agilidad, reflejos... depende de cuanta sangre y de el Sire del que beba. Generalmente suelen volverse inestables mentalmente, se obsesionan con su "Padre"... suelen escoger chicas para que se conviertan no solo en sus fieles seguidoras, sino que además son un objeto de pasión perfecto ¿Comprendes? Las mujeres hacen lo mismo, pero con hombres... pero a veces les puede la obscena y oscura avaricia de tomar mujeres para sacias sus más íntimas lujurias- reflexionaba, respondiendo la pregunta que Keira había hecho anteriormente.
Ash la miraba intensamente, como acariciaba y mimaba al gato, como lo cuidaba y se había preocupado por la estabilidad de los otros que dormían en la caja -Por lo demás... no te preocupes- hablaba con la mirada perdida, como si fuese una estatua con voz -Nadie se acercará, me ocuparé de ello esta noche, cuando el sol caiga... Ya pronto será la hora de comer, puedes prepararte lo que gustes, yo aprovecharé para ir a dormir. Quizá sea mucho pedir que vuelvas a buscar aunque sea una triste rata, ya me procuraré yo alimento suficiente por la noche... pero tranquila, ninguna persona ni animal sufrirá el más mínimo daño- sonrió a pesar de encontrarse ausente, trazando sus planes para esa larga noche que le esperaba.
De pronto, salió de su sopor gracias a la propuesta de Keira de leerle el libro. Ash lo tomó y ojeó de nuevo unas páginas, pues había algo en esas letras, en esos nombres que le hacía sentir que había olvidado algo muy importante tiempo atrás ¿Pero qué? El vampiro terminó por asentir amablemente -No te lo leeré, te enseñaré a leer...- se sentó junto a ella y abrió el libro -Te llevará un tiempo, aunque no demasiado... es más fácil de lo que parece- rió al ver que el gatito parecía interesarse, dandole pequeñas zarpaditas a las páginas, jugando con ellas -Sí que se parece a mí el pequeño bicho... parece que no le gusta demasiado este libro y a mí, realmente, hay algo que no me da buena espina.- confesó mirando a la chica de reojo -No digo que vaya a tener una maldición o cualquier otra idea demoníaca que inculca la iglesia, sino que me quema por dentro, algún recuerdo olvidado por alguna razón... algo...- suspiró tras unos minutos intentando recordar, pero no lo logró.
Decidido entonces, Ash se aproximó a Keira y abrió el libro por la primera página, leyendo muy despacio con algo de treatralidad para intentar sumir a su acompañante en la belleza de la historia que se disponía a recitar, a la par que de vez en cuando se detenía y le pedía a Keira que intentase leer las palabras que él iba recitando y le explicaba si había alguna palabra que ella no entendiese. Así estuvo junto a ella por alrededor de una hora y media, mientras los animales dormían todos juntos, menos Atem, que se encontraba en el regazo de la mujer. Finalmente, Ash cerró el libro, no sin antes memorizar la página donde lo habían dejado. Aunque la velocidad no fue demasiado alta a la hora de leer, fue lo suficiente para que Keira supiera el conflicto entre los Montesco y Capuleto, además de saber de Romeo y Julieta y ese extraño amor que comenzaban a sentir, tan apasionado y peligroso. -Es suficiente... si quieres, puedes releerte las páginas para ir avanzando, yo he de ir a dormitar un poco.- se levantó y se dejó iluminar por las brasas, aquella exhuberante juventud que parecía tener parecía haberse esfumado un poco, teniendo una expresión cansada y marcada -Como bien dije, la sangre de animales tan pequeños no es demasiada... y no he descansado a penas. A pesar de ser un vampiro, necesito reposar... y aunque la luz del sol no me roce, siento el día, siento la claridad de mi condena y me debilita...- hizo un gesto cariñoso a Keira, acariciandole las mejillas con una mano y terminando con otra larga caricia en sus cabellos, enredando los dedos -Aliméntate bien, no dudes en comer todo lo que quieras, estás en tu casa. Si viniese alguien, llámame... Y si vas a salir para volver a pasar por el mercado, a parte de alimentar a los gatitos antes de devolverlos a la calle, no estaría de más que pudieses buscar a un par de hombres... si son delincuentes o asesinos mejor. No dudes en meterte en las peores calles de París ni en los más horribles tugurios. Guíalos hasta aquí como tú bien sabes- la miró con una mirada maliciosa, lanzando un vistazo tan rápido como un disparo hacia su pecho y caderas -Insinuate, muestra algo que les interese... una vez aquí, me encargaré yo. No tengas miedo, no te pasará nada... llevarás encima algún arma para protegerte, coge la que quieras de las paredes- hizo un amplio gesto con los brazos abarcando el gran salón, cuyas paredes estaban cubiertas por algunos sables y dagas, además de las que ya había en el Hall. -Te servirá como experiencia, diviértete.- se echó entonces a caminar raudo hacia su habitación, necesitaba dormir, esconderse en la más fria oscuridad de aquel ataud de piedra, era imperioso. La puerta se cerró, pero no se oyeron cadenas. La prisa hizo olvidar al vampiro que debía de tomar aquellas precauciones... ¿Se le ocurriría a Keira intentar entrar? Él confiaba en que no lo haría, pero siempre cerraba por si acaso. Se oyó por toda la casa el rugido de una piedra caer cuando Ash cerró el ataud. Todo se envolvió entonces en silencio, parecía que en la casa solo estaban Keira y los gatitos... era hora de que la luz del sol penetrara en el hogar y la protegiese de todo mal exterior.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
Tras una hora y media de tiempo dedicado a la lectura, mientras acariciaba a Atem y me posaba lo más cerca posible de Ash, casi apoyada en su hombro, el joven decidió terminar la lección del día. La historia me había parecido tremendamente interesante, las bromas de Mercuccio, la frialdad del señor Capuleto, la gracia de Fray Lorenzo y el amor prohibido de Romeo y Julieta habían conseguido que el relato me intrigase mas de lo que pensaba, por lo que quedé un tanto disgustada por tener que finalizar a pesar que de me estaba costando horrores intentar leer una palabra. El vampiro se puse en pie con intención de marcharse a descansar, no sin antes volver a avisarme que la sangre de animal no hacia un mínimo de efecto que la humana. Me entristecía que fuese así, que le volviese a ver tan apagado por no poder alimentarse en condiciones, aunque inhumanas, necesarias para el. Pero toda penuria quedo solventada con su siguiente caricia, tan suave y tan deseada que no pude evitar sonreírle.
Pensé que se marcharía, pero en vez de eso me pidió que volviese al mercado y buscase sin dudar entre las calles más inhabitadas a un par de personas infortunadas y desdichadas de mala pinta, para llevarles hasta la casa utilizando dotes femeninas. ¿Dónde había quedado nuestro trato? ¿Ya no me importaba mi bien estar? ¿Ya había olvidado todo lo ocurrido entre nosotros la anterior noche? Quedaba claro por su ‘’diviértete’’ que había dejado de sentir por completo aquello que le impulsó a pedirme en el baile que no coquetease con ningún hombre, aquello que le impulsó a ir al balcón y… ¿Ni si quiera sentía un mínimo de compasión por lo que pudiese pasarme en aquellos callejones? ¿Nada? Me sentí totalmente ofendida y disgustada al ver que terminó por marcharse a su oscura habitación sin mediar más palabra. No quería sentir lo que estaba sintiendo, no quería pensar, no quería inventarme posibles razones que explicasen su comportamiento porque todas las que se me ocurrían eran malas ¿Y si se había cansado? ¿Y si me había utilizado como un objeto hasta entonces? Quería pedirle explicaciones, pero me sentía tan eufóricamente mal que decidí no hacerlo porque sabía que todo acabaría en gritos y lamentaciones. Así, que haciendo caso omiso a su petición de que comiera y me armase antes de salir –con intenciones vengativas- me aventuré a las frías calles de Paris a buscar la comida adultera del que se estaba haciendo pasar y creía ser mi ‘’amo’’
Poco tardé en aventurarme al centro- no sin antes alimentar a los gatos y dejarlos en libertad-donde estaba dándose lugar una pequeña feria donde varios comerciantes intercambiaban productos. Divisé a varios borrachos con sus jarras de cerveza y vino y un par de señores con pintas demasiado desagradables, pero no me servían, yo quería algo peor. Quería poner mi vida en riesgo, quería que un par de hombres me agrediesen para obligar a Ash a contarme lo que verdaderamente pensaba hacer conmigo. Jamás en la vida se me hubiera pasado una idea por la cabeza tan descabellada como aquella, pero me sentía de una forma de la que jamás me había sentido: engañada. Era esa la razón por la que siempre había querido estar sola ¡Y que diantres! Debería haber seguido o eso quería intentar hacer parecer en el exterior. Mi interior estaba dolido, rompiéndose quizá. Me destrozaba pensar que a Ash no le importase que me adentrase en tales problemas, me rabiaba pensar que aquel beso para el había sido un juego –No, esta vez no se va a callar- Giré noventa grados de la posición en la que me encontraba, adentrándome en un callejón bastante abandonado de limpieza. Anduve despacio, a veces me para a esperar a que alguien llegase, pero nadie lo hizo. Nadie hasta pasada una hora. Un par de hombre corpulentos y un tanto ebrios se acercaban a mi posición tambaleando. Poco tardaron en percatarse de mi presencia y yo decidí hacer un poco de teatro -¡Caballeros! ¡Por favor! ¡Ayudadme!- dije mientras me acercaba rápidamente a uno de ellos y le tomaba por la solapa de la camisa de una forma totalmente dramática, imitando el llanto –Nadie quiere ayudarme, nadie quiere nada con una fulana pero os necesito. Si me ignoráis en poco mi vida habrá acabado…bueno, quizá eso sea lo mejor. Renunciar a vivir ¿Qué más da? Mi amo tampoco solventaría mi vida con su gran patrimonio- dije mientras me alejaba con una mano en la frente. Al oír la palabra ‘’gran patrimonio’’ los grandullones se interesaron rápidamente. La forma en la que los iba a convencer no engañaría a nadie, pero estaban borrachos a si que…no podían contar como personas en aquel momento - ¿Me ayudaríais? Gracias amables señores ¡Que dicha me habéis regalado! Mi amo me utiliza como objeto sexual como requiere que sea mi trabajo, pero… me maltrata. Mirad, mirad que heridas me ha estado provocando cada día. Y el tiene tanto dinero…quizás, si podéis, no se… ¿Matarle? No os preocupéis. La casa siempre esta sola y no habría testigos, yo no os delataría, podríais quedaros con todo su dinero y yo…sabría recompensaros. Pero necesito que vayáis a por el, me perseguirá hasta los confines si huyese de el –dije cuando mostré las heridas del hombro, cosa que hizo que se deleitasen por la provocación sensual de bajarse una manga y la decisión de recompensarles. Tontos e imbéciles, aceptaron sin rechistar. Durante el camino a la casa, deseaba que aquellos hombres intentasen aprovecharse de mi persona, pero no lo hicieron. No sabia que hacer, no sabía como provocarles, no sabia que hacer para que Ash se alterase y me contase todo lo que pensaba. Y entonces…se me ocurrió un plan.
Poco tardamos en llegar a la mansión y atravesar el jardín llegando a las enormes y decoradas puertas que protegían la casa. Pasamos a la entrada y no dude en actuar –¡Ash!...Arriba, subiendo las escaleras encontrareis una habitación con unas puertas marcadas por cadenas, solo tenéis que llamar y asaltarle. Es bastante débil…pero yo no puedo con el. Confío en ustedes- Dije gritando para que Ash me oyese y pasando a hablar en voz baja interpretando mi papel. Cuando los mostrencos hombres subieron a las escaleras y se adentraron en la habitación, me quité el corpiño con velocidad y lo arrojé al suelo, para terminar por desabrocharme bastantes botones de mi camisa, demasiado. Sacudí un poco la falda y me desarmé el cabello. Quería que el joven creyese que se habían aprovechado de mi cuerpo, que me habían violado y quería desobedecerle y entrar a su habitación, para asustarle y hacerle confesar. Subí las escaleras rápidamente, fingí una expresión desesperada y, aun temiendo por lo que pudiese ver, abrí las puertas de un tirón sin vacilar. Puedo decir que esperé ver cualquier cosa menos aquello…
Pensé que se marcharía, pero en vez de eso me pidió que volviese al mercado y buscase sin dudar entre las calles más inhabitadas a un par de personas infortunadas y desdichadas de mala pinta, para llevarles hasta la casa utilizando dotes femeninas. ¿Dónde había quedado nuestro trato? ¿Ya no me importaba mi bien estar? ¿Ya había olvidado todo lo ocurrido entre nosotros la anterior noche? Quedaba claro por su ‘’diviértete’’ que había dejado de sentir por completo aquello que le impulsó a pedirme en el baile que no coquetease con ningún hombre, aquello que le impulsó a ir al balcón y… ¿Ni si quiera sentía un mínimo de compasión por lo que pudiese pasarme en aquellos callejones? ¿Nada? Me sentí totalmente ofendida y disgustada al ver que terminó por marcharse a su oscura habitación sin mediar más palabra. No quería sentir lo que estaba sintiendo, no quería pensar, no quería inventarme posibles razones que explicasen su comportamiento porque todas las que se me ocurrían eran malas ¿Y si se había cansado? ¿Y si me había utilizado como un objeto hasta entonces? Quería pedirle explicaciones, pero me sentía tan eufóricamente mal que decidí no hacerlo porque sabía que todo acabaría en gritos y lamentaciones. Así, que haciendo caso omiso a su petición de que comiera y me armase antes de salir –con intenciones vengativas- me aventuré a las frías calles de Paris a buscar la comida adultera del que se estaba haciendo pasar y creía ser mi ‘’amo’’
Poco tardé en aventurarme al centro- no sin antes alimentar a los gatos y dejarlos en libertad-donde estaba dándose lugar una pequeña feria donde varios comerciantes intercambiaban productos. Divisé a varios borrachos con sus jarras de cerveza y vino y un par de señores con pintas demasiado desagradables, pero no me servían, yo quería algo peor. Quería poner mi vida en riesgo, quería que un par de hombres me agrediesen para obligar a Ash a contarme lo que verdaderamente pensaba hacer conmigo. Jamás en la vida se me hubiera pasado una idea por la cabeza tan descabellada como aquella, pero me sentía de una forma de la que jamás me había sentido: engañada. Era esa la razón por la que siempre había querido estar sola ¡Y que diantres! Debería haber seguido o eso quería intentar hacer parecer en el exterior. Mi interior estaba dolido, rompiéndose quizá. Me destrozaba pensar que a Ash no le importase que me adentrase en tales problemas, me rabiaba pensar que aquel beso para el había sido un juego –No, esta vez no se va a callar- Giré noventa grados de la posición en la que me encontraba, adentrándome en un callejón bastante abandonado de limpieza. Anduve despacio, a veces me para a esperar a que alguien llegase, pero nadie lo hizo. Nadie hasta pasada una hora. Un par de hombre corpulentos y un tanto ebrios se acercaban a mi posición tambaleando. Poco tardaron en percatarse de mi presencia y yo decidí hacer un poco de teatro -¡Caballeros! ¡Por favor! ¡Ayudadme!- dije mientras me acercaba rápidamente a uno de ellos y le tomaba por la solapa de la camisa de una forma totalmente dramática, imitando el llanto –Nadie quiere ayudarme, nadie quiere nada con una fulana pero os necesito. Si me ignoráis en poco mi vida habrá acabado…bueno, quizá eso sea lo mejor. Renunciar a vivir ¿Qué más da? Mi amo tampoco solventaría mi vida con su gran patrimonio- dije mientras me alejaba con una mano en la frente. Al oír la palabra ‘’gran patrimonio’’ los grandullones se interesaron rápidamente. La forma en la que los iba a convencer no engañaría a nadie, pero estaban borrachos a si que…no podían contar como personas en aquel momento - ¿Me ayudaríais? Gracias amables señores ¡Que dicha me habéis regalado! Mi amo me utiliza como objeto sexual como requiere que sea mi trabajo, pero… me maltrata. Mirad, mirad que heridas me ha estado provocando cada día. Y el tiene tanto dinero…quizás, si podéis, no se… ¿Matarle? No os preocupéis. La casa siempre esta sola y no habría testigos, yo no os delataría, podríais quedaros con todo su dinero y yo…sabría recompensaros. Pero necesito que vayáis a por el, me perseguirá hasta los confines si huyese de el –dije cuando mostré las heridas del hombro, cosa que hizo que se deleitasen por la provocación sensual de bajarse una manga y la decisión de recompensarles. Tontos e imbéciles, aceptaron sin rechistar. Durante el camino a la casa, deseaba que aquellos hombres intentasen aprovecharse de mi persona, pero no lo hicieron. No sabia que hacer, no sabía como provocarles, no sabia que hacer para que Ash se alterase y me contase todo lo que pensaba. Y entonces…se me ocurrió un plan.
Poco tardamos en llegar a la mansión y atravesar el jardín llegando a las enormes y decoradas puertas que protegían la casa. Pasamos a la entrada y no dude en actuar –¡Ash!...Arriba, subiendo las escaleras encontrareis una habitación con unas puertas marcadas por cadenas, solo tenéis que llamar y asaltarle. Es bastante débil…pero yo no puedo con el. Confío en ustedes- Dije gritando para que Ash me oyese y pasando a hablar en voz baja interpretando mi papel. Cuando los mostrencos hombres subieron a las escaleras y se adentraron en la habitación, me quité el corpiño con velocidad y lo arrojé al suelo, para terminar por desabrocharme bastantes botones de mi camisa, demasiado. Sacudí un poco la falda y me desarmé el cabello. Quería que el joven creyese que se habían aprovechado de mi cuerpo, que me habían violado y quería desobedecerle y entrar a su habitación, para asustarle y hacerle confesar. Subí las escaleras rápidamente, fingí una expresión desesperada y, aun temiendo por lo que pudiese ver, abrí las puertas de un tirón sin vacilar. Puedo decir que esperé ver cualquier cosa menos aquello…
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
La espera era interminable y no solo por el hambre que sentía, sino por la preocupación que sentía por la muchacha. Quizá enviarla a buscar a semejantes tipejos no era la opción más adecuada, pero debía de vigilar la casa y no podía salir por muy leve que fuera la luz crepuscular a esas horas de la profunda y lejana tarde. Ash se revolvía, nervioso. Optó por salir de su "cómoda" cama y se volvió a sentar sobre la fria piedra. Sentía miedo repentinamente ¿Le habría pasado algo? Sintiendo extrañas punzadas candentes en su pecho, con furia, se arrancó la camiseta desgarrandola por la parte frontal -Más vale que no le hayan hecho nada porque sino...- rugía con sus perfectos ojos esmeralda deslumbrando en las tinieblas de su habitación como dos faros.
De pronto, llamó su atención la voz de la mujer, había pronunciado su nombre. Se levantó y se acercó hacia la puerta, pudiendo oir por fortuna las instrucciones que daba a alguien que al parecer la acompañaba ¿Había tenido éxito? Gracias al cielo, parecía haber vuelto a salvo... no había rastro de llanto en su voz. El vampiro sonrió aliviado y alargó la mano para abrir la puerta, pero le sorprendieron aquellos dos grandes matones que arrasaron con él como el niño que pisotea a una hormiga. La puerta se cerró tras ellos después de aquella acometida y el silencio se hizo en la mansión. Ash se había tomado su tiempo en derribarlos a ambos y someterlos con aquella fría e incandescente mirada. Los doblegó a golpe de puño y patada, los castigó y azotó hasta que quedaron reducidos a la más absoluta nada. Finalmente se mordió sus propias muñecas y obligó a aquellos hombres que mordieran su piel ensangrentada, apretando su articulación contra la boca de los mismos que se dolían en el suelo -No temais, caballeros. Seréis testigos de cuan grandioso es el poder del que os dotaré, más allá de los tesoros y los placeres de la carne... sereis mis pequeños en un futuro, oh vástagos del atardecer...- recitaba mientras aquellos que yacían junto a él, uno a cada lado, aferraba los brazos del vampiro con pasión. Lo acariciaban, lo abrazaban, sus rostros rezumaban placer por todos y cada uno de sus poros, pero sus ojos... ¡Oh, sus ojos! Parecían rubíes que se fundían con el blanco más perfecto de la retina, con una pequeña gema de obsidiana en el centro como pupila... eran los nuevos Ghouls, los nuevos exclavos de sangre para el vampiro.
No aguardaba en cambio la repentina llegada de la mujer que se quedó perpleja observándoles a ambos -¿Keira?...- preguntó para sí Ash al contemplarla, a sabiendas de la macabra escena que la mujer estaba contemplando. Fugazmente, se fijó en los ropajes de la chica y entró en colera. Apartó los brazos de aquellos que habían bebido su vitae y los azotó duramente con unas severas patadas en el costillar, las cuales resistieron sin desmayarse gracias al pequeño regalo que el Ancillae les había dado -¡Felonía! ¿Osasteis tocar a esta mujer?- rugió cual tigre salvaje preparado para una encarnizada batalla. Por otra parte, los hombres gimoteaban y se abrazaban a sí mismos el estómago, negando con la cabeza. Sollozando, uno se atrevió a señalarla -No señor... Ella... ella nos encontró y nos pidió vuestra muerte. La escoltamos hasta aquí ávidos de poder monetario, pero no la tocamos, se lo juro... ha sido ella misma.- lloraba aquel gran hombre, que a vista de Ash, no era más que un pequeño bebé asustado, aferrándose a los pantalones del vampiro.
El oscuro tornó su mirada hacia la mujer y se acercó a ella con rapidez. Su mirada transmutaba de la cólera a la pena, de la pena a la más profunda tristeza... y de la tristeza a la alegría. No obstante, no tardó demasiado en disimular aquella paz que por dentro le inundaba al saber que Keira estaba intacta... ¿Pero por qué? Decidió mentir -¿Debo creerles?- preguntó agarrándola por los hombros con suavidad. -¿Este desastre aparente es cosa tuya?- no esperó respuesta y raudo, rasgó nuevamente su falda descubriendo una de sus piernas para observar si realmente iba armada. La decepción se hizo notar en su faz -¿Dónde está el arma que debiste llevar? No me digas que te la arrebataron este par de insolentes porque la llevarían encima. Además, eres lo bastante habilidosa para poder despachar a un par de mequetrefes sobremusculados con menos cerebro que una espora- comentó indignado, pero seguía sintiéndose relajado. -He temido por ti...- comenzó a rodearla, a dar vueltas en torno a la muchacha como si de una danza se tratara -He pensado mil y una atrocidades que podrían haberte ocurrido por mi culpa, pero confié en que me hicieras caso y te protegieses ¡Confié en ti, maldita sea!- como un trueno, su voz sacudió la habitación. Los dos nuevos lacayos de Ash se estremecieron -Y sin embargo partes desarmada, en busca de dos tipejos que podrían haberte hecho mucho daño... ergo, me lo hubiesen provocado aún más a mí. Y para más descaro, no habiendo mostrado ya suficiente, te haces pasar por una chica violada... ¿Esperando qué? Te oí al entrar Keira... y tu voz no estaba rota, ni tan siquiera asustada. Parecías tener la situación bajo control...- terminó quedándose tras ella, aferrándola por los hombros suavemente. -Me da igual lo que pienses, me da igual si me temes, si crees que soy un monstruo... pero todo lo hago por protegerte. A partir de ahora...- sus manos descendian lentamente, acariciando la piel de la mujer con suma treatralidad y sensualidad, rozando los pechos de la mujer al descender las manos y posándose finalmente en su cintura, apegándola a él. Los labios del vampiro besaron su hombro, después su cuello y finalmente se acercó al oido -No dejaré que nadie, jamás, desvele lo que estas ropas guardan para mí...- susurró, culminando con un giro de manos para encarar a la mujer contra él, mirada con mirada. -Te quiero, te protegeré, lo sabes tan bien como yo... así que no vuelvas a asustarme, nunca más...- y la besó. La besó con tanta pasión e intensidad que aquellos pobres diablos tuvieron que carraspear, ya sea por vergüenza o quizá por celos -Eh... ¿Y nosotros? ¿Nos matarás?-No...- murmuró el vampiro separándose lentamente de la mujer, dejando que sus manos la acariciasen a medida que se separaban. -Vosotros, a partir de hoy, guardaréis celosamente a esta mujer de todo el que se atreva a acercarse y no sea yo. No hagais excepciones...- habló diligente, sabiendo el efecto que tendría tanta sangre en el cuerpo de dos simples humanos. Ellos lo observaban con respeto y a la vez con temor, pero sentían una irrefrenable necesidad de hacerle feliz, cumplir sus deseos... a cambio de más, querían más y más de ese preciado brebaje más dulce que la mejor de las mieles. Se sentían fuertes, más despiertos... llenos de energía. Asintieron, procediendo a marchar de su la habitación.
Ash aguardó unos segundos observando a Keira -Deberías descansar... nos esperan unos largos días, querida. Recuerda tomar algo, necesitas nutrirte.- se acercó a ella y le acarició el cabello, despeinándola, sonriente. -Y no temas, no se atreverán ni a mirarte a partir de hoy. Ahora mismo solo piensan en mi, como su amo, su máximo señor, su padre, su hijo, su hermano... o la persona a la que más aman en este mundo- no esperaba que Keira lo entendiese, por lo que decidió acompañarla hasta su habitación a pesar de estar prácticamente juntas. Todo el camino la acompañó tomándola por la cintura con suma delicadeza, terminando con un suave beso de despedida en la frente -Dulces sueños...- comenzó a alejarse con paso lento y relajado, esperando quizá que ella tuviese algo que decir a todo lo que había visto... o tal vez porque no quería separarse de ella. Se dirigió entonces a su habitación, a conciliar el sueño más grande que había sentido en su vida, a no ser que algo se tuviese que añadir...
De pronto, llamó su atención la voz de la mujer, había pronunciado su nombre. Se levantó y se acercó hacia la puerta, pudiendo oir por fortuna las instrucciones que daba a alguien que al parecer la acompañaba ¿Había tenido éxito? Gracias al cielo, parecía haber vuelto a salvo... no había rastro de llanto en su voz. El vampiro sonrió aliviado y alargó la mano para abrir la puerta, pero le sorprendieron aquellos dos grandes matones que arrasaron con él como el niño que pisotea a una hormiga. La puerta se cerró tras ellos después de aquella acometida y el silencio se hizo en la mansión. Ash se había tomado su tiempo en derribarlos a ambos y someterlos con aquella fría e incandescente mirada. Los doblegó a golpe de puño y patada, los castigó y azotó hasta que quedaron reducidos a la más absoluta nada. Finalmente se mordió sus propias muñecas y obligó a aquellos hombres que mordieran su piel ensangrentada, apretando su articulación contra la boca de los mismos que se dolían en el suelo -No temais, caballeros. Seréis testigos de cuan grandioso es el poder del que os dotaré, más allá de los tesoros y los placeres de la carne... sereis mis pequeños en un futuro, oh vástagos del atardecer...- recitaba mientras aquellos que yacían junto a él, uno a cada lado, aferraba los brazos del vampiro con pasión. Lo acariciaban, lo abrazaban, sus rostros rezumaban placer por todos y cada uno de sus poros, pero sus ojos... ¡Oh, sus ojos! Parecían rubíes que se fundían con el blanco más perfecto de la retina, con una pequeña gema de obsidiana en el centro como pupila... eran los nuevos Ghouls, los nuevos exclavos de sangre para el vampiro.
No aguardaba en cambio la repentina llegada de la mujer que se quedó perpleja observándoles a ambos -¿Keira?...- preguntó para sí Ash al contemplarla, a sabiendas de la macabra escena que la mujer estaba contemplando. Fugazmente, se fijó en los ropajes de la chica y entró en colera. Apartó los brazos de aquellos que habían bebido su vitae y los azotó duramente con unas severas patadas en el costillar, las cuales resistieron sin desmayarse gracias al pequeño regalo que el Ancillae les había dado -¡Felonía! ¿Osasteis tocar a esta mujer?- rugió cual tigre salvaje preparado para una encarnizada batalla. Por otra parte, los hombres gimoteaban y se abrazaban a sí mismos el estómago, negando con la cabeza. Sollozando, uno se atrevió a señalarla -No señor... Ella... ella nos encontró y nos pidió vuestra muerte. La escoltamos hasta aquí ávidos de poder monetario, pero no la tocamos, se lo juro... ha sido ella misma.- lloraba aquel gran hombre, que a vista de Ash, no era más que un pequeño bebé asustado, aferrándose a los pantalones del vampiro.
El oscuro tornó su mirada hacia la mujer y se acercó a ella con rapidez. Su mirada transmutaba de la cólera a la pena, de la pena a la más profunda tristeza... y de la tristeza a la alegría. No obstante, no tardó demasiado en disimular aquella paz que por dentro le inundaba al saber que Keira estaba intacta... ¿Pero por qué? Decidió mentir -¿Debo creerles?- preguntó agarrándola por los hombros con suavidad. -¿Este desastre aparente es cosa tuya?- no esperó respuesta y raudo, rasgó nuevamente su falda descubriendo una de sus piernas para observar si realmente iba armada. La decepción se hizo notar en su faz -¿Dónde está el arma que debiste llevar? No me digas que te la arrebataron este par de insolentes porque la llevarían encima. Además, eres lo bastante habilidosa para poder despachar a un par de mequetrefes sobremusculados con menos cerebro que una espora- comentó indignado, pero seguía sintiéndose relajado. -He temido por ti...- comenzó a rodearla, a dar vueltas en torno a la muchacha como si de una danza se tratara -He pensado mil y una atrocidades que podrían haberte ocurrido por mi culpa, pero confié en que me hicieras caso y te protegieses ¡Confié en ti, maldita sea!- como un trueno, su voz sacudió la habitación. Los dos nuevos lacayos de Ash se estremecieron -Y sin embargo partes desarmada, en busca de dos tipejos que podrían haberte hecho mucho daño... ergo, me lo hubiesen provocado aún más a mí. Y para más descaro, no habiendo mostrado ya suficiente, te haces pasar por una chica violada... ¿Esperando qué? Te oí al entrar Keira... y tu voz no estaba rota, ni tan siquiera asustada. Parecías tener la situación bajo control...- terminó quedándose tras ella, aferrándola por los hombros suavemente. -Me da igual lo que pienses, me da igual si me temes, si crees que soy un monstruo... pero todo lo hago por protegerte. A partir de ahora...- sus manos descendian lentamente, acariciando la piel de la mujer con suma treatralidad y sensualidad, rozando los pechos de la mujer al descender las manos y posándose finalmente en su cintura, apegándola a él. Los labios del vampiro besaron su hombro, después su cuello y finalmente se acercó al oido -No dejaré que nadie, jamás, desvele lo que estas ropas guardan para mí...- susurró, culminando con un giro de manos para encarar a la mujer contra él, mirada con mirada. -Te quiero, te protegeré, lo sabes tan bien como yo... así que no vuelvas a asustarme, nunca más...- y la besó. La besó con tanta pasión e intensidad que aquellos pobres diablos tuvieron que carraspear, ya sea por vergüenza o quizá por celos -Eh... ¿Y nosotros? ¿Nos matarás?-No...- murmuró el vampiro separándose lentamente de la mujer, dejando que sus manos la acariciasen a medida que se separaban. -Vosotros, a partir de hoy, guardaréis celosamente a esta mujer de todo el que se atreva a acercarse y no sea yo. No hagais excepciones...- habló diligente, sabiendo el efecto que tendría tanta sangre en el cuerpo de dos simples humanos. Ellos lo observaban con respeto y a la vez con temor, pero sentían una irrefrenable necesidad de hacerle feliz, cumplir sus deseos... a cambio de más, querían más y más de ese preciado brebaje más dulce que la mejor de las mieles. Se sentían fuertes, más despiertos... llenos de energía. Asintieron, procediendo a marchar de su la habitación.
Ash aguardó unos segundos observando a Keira -Deberías descansar... nos esperan unos largos días, querida. Recuerda tomar algo, necesitas nutrirte.- se acercó a ella y le acarició el cabello, despeinándola, sonriente. -Y no temas, no se atreverán ni a mirarte a partir de hoy. Ahora mismo solo piensan en mi, como su amo, su máximo señor, su padre, su hijo, su hermano... o la persona a la que más aman en este mundo- no esperaba que Keira lo entendiese, por lo que decidió acompañarla hasta su habitación a pesar de estar prácticamente juntas. Todo el camino la acompañó tomándola por la cintura con suma delicadeza, terminando con un suave beso de despedida en la frente -Dulces sueños...- comenzó a alejarse con paso lento y relajado, esperando quizá que ella tuviese algo que decir a todo lo que había visto... o tal vez porque no quería separarse de ella. Se dirigió entonces a su habitación, a conciliar el sueño más grande que había sentido en su vida, a no ser que algo se tuviese que añadir...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Las Cartas sobre la Mesa
-Ash...¿Que...Que...?- Quise intentar aclarar los pensamientos, quise intentar hacerme creer que todo era un sueño, pero no fue posible.Ver como el joven maltrataba salvaje mente a aquellos hombres mientras se hería así mismo y les daba a beber su sangre hizo que me atemorizase tanto que me fue imposible pronunciar un par de palabras. Incluso quise huir cuando comprobé que los hombres habían pasado a ser completamente siervos del irreconocible Ash, pero el cuerpo no me respondió. Solo temblé, temblé de miedo y mis ojos se humedecieron. Definitivamente, estaba teniendo una relación con un monstruo, un monstruo que parecía descontrolarse irremediablemente y que acababa de darse cuenta de mi llegada.
Lo primero que hice fue respirar entrecortadamente cuando pronunció mi nombre mirándome a los ojos; no era el, no era el Ash que yo quería. Después, me arrepentí de mi actuación y de mi plan, pues se percató de mi semidesnudo y los hombres me delataron. Poco tardó el vampiro en acercarse y tomarme por los hombros para que verificase aquello. Yo no podía responder, ni si quiera le miré a la cara, me encontraba demasiado asustada, demasiado conmovida por lo que había visto. El joven, al comprobar mi mudez, rasgó mi falda una vez mas con habilidad para comprobar así que había salido desarmada. Entendí entonces que se indignase y se sintiese disgustado conmigo, pero yo tenia tantas cosas que decirle...y sin embargo seguía callada, respirando deprisa y entrecortadamente, Empezó a dar vueltas a mi alrededor, aseguró haber temido por mi y gritó enfadado. Ante aquel serio gemido me estremecí y no pude evitar derramar lagrimas. No entendia lo que sucedia, tenia un miedo atroz que hacia que templase como nunca y que resultase vano el intento de agarrar las solapas de la camisa para cubrirme; y no lo entendía, no sabía si le temía a el o a la situación en si. Pues ahora no era el y no sabia como reaccionaria.
Terminó por situarse a mi espalda, posando sus manos sobre mis hombros con suavidad. Me estremecí tanto, que estaba segura de que el lo había notado. Dijo que le daba igual si le tenia miedo o si le veía como un monstruo, que el seguiría protegiéndome. Sentí una profunda pena que hizo que el llanto apareciese por completo. Y pensé que todo acabaría en lagrimas si no fuese por que pasó algo, algo mágico, que hizo que las lagrimas fuesen sustituidas por una entrecortada y lenta respiración acompañada de un intenso calor. El joven, comenzó a acaríciame la piel lenta y suavemente, rozando todo lo que se encontraba por el paso de sus manos, desde las zonas menos sensibles hasta las que mas, terminando por posarlas sobre mi cintura, apegándome a el. Mi mente dejó de pensar en aquellos instantes, pues increíblemente, solo quería disfrutar del momento aunque siguiese asustada. Comprendí, cuando me besó despacio la piel y me susurró al oído unas palabras que me provocaron un sudor frío, que no había vuelta atrás, que podía sentir el terror mas intenso del mundo hacia el, que no dejaría de amarle. Yo ya era completamente suya...y el podía hacer lo que quisiese conmigo. Me giró con gracia hasta dejarme frente a el, haciendo que nuestros cuerpos entrasen en contacto por primera vez y me besó con tanta pasión que yo solo pude dejarme llevar. Fueron tantos besos en un solo instante, tanto calor en un momento que casi quedé en otro mundo si no fuese por que aquellos grandullones carraspearon viéndose apartados de los hechos.
Con la siguiente conversación surgida después de que Ash se separase de mi, lo entendí todo. El joven había maltratado a los hombres cuando se echaron contra el y les dio de beber de su sangre para que se convirtiesen en sus ciervos, para que me protegiesen... Me sentí una completa inútil, un estorbo, un imán de problemas. Todo lo había hecho por mi y sin embargo yo...desde luego, jamas iba a olvidar ese día. Ash, finalizó tomándome de la cintura y llevándome hacia mi habitación, donde comenzaría un sueño que duraría bastante, un sueño en el que estaba él.
Lo primero que hice fue respirar entrecortadamente cuando pronunció mi nombre mirándome a los ojos; no era el, no era el Ash que yo quería. Después, me arrepentí de mi actuación y de mi plan, pues se percató de mi semidesnudo y los hombres me delataron. Poco tardó el vampiro en acercarse y tomarme por los hombros para que verificase aquello. Yo no podía responder, ni si quiera le miré a la cara, me encontraba demasiado asustada, demasiado conmovida por lo que había visto. El joven, al comprobar mi mudez, rasgó mi falda una vez mas con habilidad para comprobar así que había salido desarmada. Entendí entonces que se indignase y se sintiese disgustado conmigo, pero yo tenia tantas cosas que decirle...y sin embargo seguía callada, respirando deprisa y entrecortadamente, Empezó a dar vueltas a mi alrededor, aseguró haber temido por mi y gritó enfadado. Ante aquel serio gemido me estremecí y no pude evitar derramar lagrimas. No entendia lo que sucedia, tenia un miedo atroz que hacia que templase como nunca y que resultase vano el intento de agarrar las solapas de la camisa para cubrirme; y no lo entendía, no sabía si le temía a el o a la situación en si. Pues ahora no era el y no sabia como reaccionaria.
Terminó por situarse a mi espalda, posando sus manos sobre mis hombros con suavidad. Me estremecí tanto, que estaba segura de que el lo había notado. Dijo que le daba igual si le tenia miedo o si le veía como un monstruo, que el seguiría protegiéndome. Sentí una profunda pena que hizo que el llanto apareciese por completo. Y pensé que todo acabaría en lagrimas si no fuese por que pasó algo, algo mágico, que hizo que las lagrimas fuesen sustituidas por una entrecortada y lenta respiración acompañada de un intenso calor. El joven, comenzó a acaríciame la piel lenta y suavemente, rozando todo lo que se encontraba por el paso de sus manos, desde las zonas menos sensibles hasta las que mas, terminando por posarlas sobre mi cintura, apegándome a el. Mi mente dejó de pensar en aquellos instantes, pues increíblemente, solo quería disfrutar del momento aunque siguiese asustada. Comprendí, cuando me besó despacio la piel y me susurró al oído unas palabras que me provocaron un sudor frío, que no había vuelta atrás, que podía sentir el terror mas intenso del mundo hacia el, que no dejaría de amarle. Yo ya era completamente suya...y el podía hacer lo que quisiese conmigo. Me giró con gracia hasta dejarme frente a el, haciendo que nuestros cuerpos entrasen en contacto por primera vez y me besó con tanta pasión que yo solo pude dejarme llevar. Fueron tantos besos en un solo instante, tanto calor en un momento que casi quedé en otro mundo si no fuese por que aquellos grandullones carraspearon viéndose apartados de los hechos.
Con la siguiente conversación surgida después de que Ash se separase de mi, lo entendí todo. El joven había maltratado a los hombres cuando se echaron contra el y les dio de beber de su sangre para que se convirtiesen en sus ciervos, para que me protegiesen... Me sentí una completa inútil, un estorbo, un imán de problemas. Todo lo había hecho por mi y sin embargo yo...desde luego, jamas iba a olvidar ese día. Ash, finalizó tomándome de la cintura y llevándome hacia mi habitación, donde comenzaría un sueño que duraría bastante, un sueño en el que estaba él.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/10/2011
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