Abrazando el pasado [Libre]

Pareció que ambas mujeres se pusieron de acuerdo para recibir el ataque de ese vampiro, aunque Talena se sorprendió del resultado. La gitana, que ya veía venir a Alexandrai, sabía que no tendría la más mínima oportunidad de sobrevivir si no usaba su astucia, y por supuesto la usó. Alexandrai era más fuerte y rápido físicamente, pero Talena lo era en su mente, que muchas veces sorprende a los humanos dotándolos de habilidades que no creían poseer. Cuando Alexandrai se lanzó sobre ella, la gitana dio un tirón a la cuerda de su propia capa y giró sobre sí misma como si hubiera leído los pensamientos de Nereza y quisiese danzar para ellos. El resultado fue que la capa se desprendió y por propia inercia acabó en el camino de Alexandrai amenazando con cubrirle la cara y entorpecerle los movimientos y la visión. Pero no terminó de detenerse cuando Nereza tiró de su brazo con una fuerza alarmante y la apartó del camino para ponerse en medio. A la estrategia de la capa le siguió un guantazo que debió resonar en varias calles contiguas a la suya en el cementererio, pero Talena sospechó que Alexandrai apenas se inmutaria con ello. Mientras recuperaba el equilibrio, Talena se esforzó por mantener sus prejuicios más que justificados al margen al saber que su nueva aliada temporal servía nada más y nada menos que a la Santa Inquisición, los mismos que habían causado la muerte de dos de los difuntos que se encontraban en el panteón que Talena había visitado: sus padres.

La gitana recobró el equilibrio fácilmente gracias a sus habilidades como acróbata, que explotaban ese tipo de entrenamiento. Al contrario de lo que pareciese, ahora que no llevaba puesta su capa pudo verse que no llevaba ningún vestido recatado propio de una dama elegante. Tan solo una camisa de puño cerrado y puntilla blanca y con aire gastado resaltaba en el negro del resto de las prendas. Unos pantalones negros se ceñían bajo el cinturón de donde pendía el puñal y la mayor parte de sus pertenencias. Las botas mosqueteras del mismo color se cerraban por encima de sus tobillos y de sus rodillas facilitándole el movimiento; probablemente hubiese venido montando a caballo. El corsé negro ceñía la camisa bajo el pecho hasta alcanzar las caderas, y una chaquetilla negra que llegaba hasta por debajo del pecho, con bordados rojos y mangas acampanadas, muy propia entre los gitanos, complementaba el atuendo. Parecía una cazadora, ciertamente, salvo que esa vez parecía haberse convertido en la presa. Sobre su pecho brillaron dos cadenas, una con un crucifijo de plata y otra con un anillo que antaño fuere de compromiso.


Si debía pelear, pelearía. Después, tal vez, quedaría tiempo para las preguntas. Lo que estaba claro es que no se dejaría vencer sin oponer resistencia.

Alexandrai no se inmuto con el golpe. Obvio, la tonta vampira protegeria a la humana, lo supuso, eso queria. Un golpe en la cara no era suficiente. el arte de la guerra se componía de estrategias, Para llegar a solas con Talena debia vencer a Nereza. Sobo su rostro, e inmediatamente tomo a la condenada por el cuello y corriendo a gran velocidad, la estrello contra un arbol, rompiendo el tronco. Si trabajaba para la inquisicion, suponia que era fuerte, pero no le intmidaba. No le temia a la inquisicion. Eran unos hipocritas vestidos de santidad, pero eran bestias igual que los que luchabamos aqui. Todos somos bestias, lo que nos diferencia es el estimulo que la desata. Unos por matar, otros por sobrevivir y otros simplemente por el vacio de la vanidad y lo superfluo, por el placer que el poder genera. La lanzo en medio de la nieve, y espero su respuesta. Gruño como un leon, y sus colmillos hacian gala en su boca. se quito la capa roja, dejandolo expuesto con su traje elegante, bien puesto. Sus mechas doradas caian sobre su cara, y sus ojos aun azules, asemejaban mas a un lobo siberiano. No queria hacerle daño a Talena, al menos no el que ella pensaba, pero si intervenia, tendria que actuar contra ella tambien.

- Asi que la inquisicion... primero tendra que vencerme usted y todos los que quiera traer, para beber mis cenizas...- la miro con fiereza- no le temi cuando era un mortal, no le temo ahora que soy un vampiro... asi que una dama de la oscuridad y una traidora... - Miro el entorno, y subio el entrecejo. No conocia a nereza, pero para su ventaja, ella tampoco lo conocia a el. Era una lucha de sorpresas.

Era cazadora, sí. Cazadora de injusticias, de hombres y mujeres que se aprovechaban de su poder para doblegar a los desvalidos. Pero aquella pelea era distinta a todas las que había presenciado. Talena había visto a hombre sangrar y agonizar bajo gargantas segadas o miembros seccionados. Hombres normales de carne y hueso, vivos, con color en sus mejillas y corazones latientes. Pero todo aquello era diferente. Contempló con impotencia cómo Alexandrai empujaba a la mujer hasta el árbol. Ella misma lanzó un grito de advertencia, pareciéndole aquello el gesto más ruin y miserable que hubiera presenciado desde que llegó a París. Su corazón latió con violencia al ver que el tronco se partía y cedía a su peso. Aquel golpe podría matar a cualquiera, eso sin contar con que el propio árbol los aplastase. Pero si Talena tuvo alguna intención de ayudar a Nereza, se congeló en el mismo instante que la vio cambiar. Sus pies parecieron anclarse al suelo, y los ojos negros de la gitana se abrieron de par en par cuando los colmillos de Nereza brillaron bajo la luz de la luna, que ahora alumbraba el lugar. Sus ojos, rojos como la sangre, hicieron que Talena se estremeciera involuntariamente. Entonces era verdad. Sus habilidades no alertaban en vano y estaba junto a dos criaturas ajenas a lo humano. Emhyr tenía razón y no era ningún loco. Probablemente incluso él también fuese especial en medidas que la propia Talena no pudiese descifrar por sí misma. Quiso retroceder, pero su cuerpo se lo impedía. Apenas podía siquiera respirar, y probablemente hubiera dejado de hacerlo también de no ser necesario para mantenerse viva y no caer redonda al suelo. Entonces Nereza se precipitó a traición sobre Alexandrai. Aunque, realmente, Talena no supo si calificar aquella maniobra de traicionera; el siseo que previamente salió de su boca ya se encargó de alertarlos de que las cosas habían cambiado radicalmente.

-¡Cuidado! -alertó al vampiro, aunque no supo por qué.

Los golpes enlazados de Nereza fueron brutales. Talena estuvo segura de que, de haber sido humano, Alexandrai habría acabado con la mandíbula rota. La gitana se tambaleó y apoyó en la tumba que tenía detrás. No podía hacer nada por ninguno. Siendo realistas, ¿qué mínima oportunidad tendría una simple humana de igualarse a la fuerza que los dos contrincantes destilaban? ¡Moriría en segundos! Quizá por eso había tenido el instinto de alertar a Alexandrai. En cierta forma quería que la lucha estuviese igualada, tal vez porque no podía ponerse de parte de ninguno de los dos. Si bien Nereza quería salvarle la vida, también pertenecía a la Inquisición, y Talena odiaba a todos sus miembros sin excepción. Pero Alexandrai también había querido aprovecharse de su ingenuidad. Definitivamente no tenía nada que hacer allí. ¡Al diablo! ¡Si querían matarse, que lo hicieran! Pero ella no estaría presente.

Sin darle más vueltas, Talena se lanzó sobre su capa, que había quedado abandonada en el suelo después de que la usase para distraer al vampiro. La aferró con fuerza, les lanzó una última mirada y giró sobre sus talones para echar a correr entre las callejuelas de tumbas. Algo le dijo que si tenía una mínima oportunidad de escapar de aquello, sería gracias a que uno de los dos vampiros entretuviera al otro. La pregunta, más dolorosa que ninguna para su orgullo, que ya de por sí estaba herido por la huída, no era otra que el nombre de quien lo hiciese.

Alexandrai sintio el golpe, y toda la fortaleza de la inquisidora. Pudo moverlo un poco. No era una loca, era una arma letal. Una mujer que trata de vender su naturaleza, y ser otra cosa. Pero eso era Nereza, un vampiro, pare de contar. Sobo su mandibula, y le miro con fiereza cuando esta mostro sus colmillos. Se hacia un balance no todo era perdida, no sabia por que exactamente Talena le habia advertido sobre el ataque de la inquisidora, si supuestamente venia a defenderla. Sumo eso como un punto a su favor. Talena era una humana particular, no solo por su belleza exepcional, tambien por la sensibilidad para notar lo sobrenatural. Alexandrai se intrigo mucho mas por la chica del cabello de fuego, no la queria como una presa, la queria como una compañera.

- Habil, muy habil, siento haberla subestimado- dijo sinicamente e hizo una reverencia fingida- pero esto aun no ha terminado, madame...- Corrio velozmente, y le golpeo en el estomago, no para vencerla, si no para inmovilizarla momentaneamente, pues noto que Talena se habia marchado aprovechando la confusion. Se puso de pie en una de las tumbas, en la punta de la lapida- Me perdonara usted que me marche de nuestro entretenido encuentro, pero asuntos mas importantes me mueven madame- le miro con desprecio, podia ser muy fuerte pero se habia vendido al mejor postor. Para Alexandrai era una tonteria, pensar que la inquisicion le devolveria el alma, se habia condenado y entregado a lo peor de la humanidad.

Salio velozmente en pos de Talena, lo mas rapido que pudo, antes que Nereza reaccionara y otra vez lo distrajera de lo que lo habia mantenido en el cementerio. Sonrio al pensar, que la bella dama, le habia advertido de aquel ataque.

Nereza lo miraba con una mezcla de ira y tranquilidad, una extraña combinación entre el estar furiosa por lo que viene y el no importarle. Su mente ya divagaba en preguntarse que haría un pay de limón en su lugar. ¿Se quedaría ahí sentado? ¿Actuaria emanando vapor?
Luego recordó que un Pay de Limon no puede pensar y salió rápidamente de ese pensamiento ala realidad. Su cordura es un delgado hilo que suele romperse con facilidad.

-Ni siquiera ha acabado el primero

Le contesto entrecerrando la boca, haciendo que sus palabras salieran mas como gruñido que una frase.

-Mientras haya vampiros como tu, habrá otros como yo. El cielo me perdonara cuando haga de tu cuerpo cenizas y el viento te lleve.

Se alejo de un salto de vampiro, durante un segundo calculo la fuerza que necesitaba para enfrentársele. Volvió a acercarse, a esos escasos milímetros de distancia entre uno y el otro.
Comenzó a relatar el cuento de caperucita roja.

-Había una vez una niña bella…

Mientras hablaba, tomo los hombros de Alexandrai y se impulso sobre ellos dando la vuelta por el aire para quedar a espaldas del. Giro sobre sí misma, sin dejar de contar el cuento.

Se imagino ella como el leñador valiente que protege a la niña del lobo. Pero ¿El leñador es totalmente bueno? ¿Un hombre que salva a una niña hermosa, n oes igualmente peligroso? Esas preguntas serian importantes si Nereza estuviera cuerda.

Estiro su piernas para golpear con su pie exacto el costado de su rival, esto para tener un visión de la fuerza del tronco de este y calcular que tanto necesitara.

El movimiento de Nereza lo sorprendio pero no lo descontrolo. Se detuvo un momento, olvido la nieve, el rugir del viento, el movimiento del mundo. Solo se centro en su rival. Las delgadas y fuertes piernas de la vampira, se violentaron hacia el costado, delizandolo un poco. El golpe fue fuerte, Alexandrai rugio como un leon herido, entre la furia y el dolor, en el cementerio resoplo como un grito de batalla. Tomo la pierna de Nereza con sus dos manos, con la misma velocidad con que habia recibido el golpe, La alzo por el aire y la giro tirandola contra las lapidas. Esto a Alexandrai le dio un pequeño respiro, y noto que el golpe de Nereza habia sido efectivo: Lo habia herido. Pero Alexandrai, siempre invlusive antes de ser vampiro, habia sido lo suficientemente sanguinario para no abandonar una batalla. Nereza era una rival digna para un hombre de su ralea, aumentando su orgullo, pero sea digna o no, perder en ese momento no era una opcion. Ganar o morir en el intento, nadie habia vencido a Alexandrai ivanovik y si lo habia hecho, el cobro de esa factura siempre era caro. Sus ojos frios y azules se encendieron, como fuego , y rapidamente se fue hacia las lapidas para asestar el golpe final. Habian interrumpido su caceria, y eso si realmente le molestaba.

Nereza era una inquisidora, pero ademas estaba loca, lo que le hacia saborear a Alexandrai una batalla sin limites y preguntarse ¿ Y si la clave era su mente?. Se acomodo la costilla dislocada. No habia tiempo que perder.

Alexandrai descubrio la intencion de Nereza pero no pudo detener el ataque. Le hirio pero no le atravezo y si a el le quemaba a ella tambien, despues de todo seguia siendo una vampiro. Rugio adolorido y rodo junto a la condenada, en una lucha cuerpo a cuerpo varios metros, la cruz habia quedado en una distancia considerable donde esta loca no pudiera alcanzarla. Termino encima de Nereza, golpeandola con los puños cerrados y apretando su cuellos... pero sabia que ella se defenderia...

- Odio que me interrumpan la cena... desgraciada...- Apretaba con toda la fuerza que tenia. Necesitaba sangre, recuperarse, Nereza es una rival incansable y ademas esta loca, debia estarlo...

Penso Alexandrai que habia dejado inconsiente a Nereza ¿ por cuanto tiempo?, no debia confiarse y se dispuso a huir, no tan veloz como era comun en el, si lograba escapar su primera parada seria alimentarse... no queria darle ventaja a aquella que ahora lo cazaba. Extraño ahora el era la presa...

( OFF: Nereza cierre usted el tema y cuando lo haya hecho mandeme un MP y nos ponemos deacuerdo para una proxima lucha)