AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El último Dios Sol
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El último Dios Sol
Recuerdo del primer mensaje :
-Estate quieto…
-Quieto…
-…
-Un movimiento mas y atare a la cama!…
El marinero se quedo perplejo por la seriedad con la que le dije aquello…Pero al momento sonrió pícaro mostrándome los diversos dientes que le faltaban, guiñándome un ojo.
Le mire arqueando una ceja, y presione el algodón que tenía sobre su herida un poco más fuerte de lo debido solo para hacerle gritar.
-Aaaah…Te lo advertí amiguito….Eso te pasa por salir a cubierta bebido…Y agradece que no le digo al capitán que tú has hecho rodar todos los barriles de agua por la cubierta.
El pobre hombre soltó un resoplido y se quedo quieto mientras yo apartaba los algodones y comenzaba a enrollar una venda en su cabeza. Pues aquel marinero había tenido una buena caída por cubierta y luego por las escaleras que conducían al almacén.
Aaaaaaajá. Ya está. Quédate aquí, descansa esta noche y mañana estarás fresco como si fueras una “sirena danzante “. Me mordí los labios para no sonreír mientras aquel bruto marinero soltaba un resoplido.
Tome las vendas, los hilos y todo mi instrumental y salí de allí caminando por la borda.
La noche era fresca, la brisa suave... Y ya estaba tardando para la partida de póker. Aquella noche pensaba dejarle en calzoncillos.
Sonreí maliciosamente mientras me dirigía a mi camarote a dejar todo el instrumental que llevaba encima…
-Estate quieto…
-Quieto…
-…
-Un movimiento mas y atare a la cama!…
El marinero se quedo perplejo por la seriedad con la que le dije aquello…Pero al momento sonrió pícaro mostrándome los diversos dientes que le faltaban, guiñándome un ojo.
Le mire arqueando una ceja, y presione el algodón que tenía sobre su herida un poco más fuerte de lo debido solo para hacerle gritar.
-Aaaah…Te lo advertí amiguito….Eso te pasa por salir a cubierta bebido…Y agradece que no le digo al capitán que tú has hecho rodar todos los barriles de agua por la cubierta.
El pobre hombre soltó un resoplido y se quedo quieto mientras yo apartaba los algodones y comenzaba a enrollar una venda en su cabeza. Pues aquel marinero había tenido una buena caída por cubierta y luego por las escaleras que conducían al almacén.
Aaaaaaajá. Ya está. Quédate aquí, descansa esta noche y mañana estarás fresco como si fueras una “sirena danzante “. Me mordí los labios para no sonreír mientras aquel bruto marinero soltaba un resoplido.
Tome las vendas, los hilos y todo mi instrumental y salí de allí caminando por la borda.
La noche era fresca, la brisa suave... Y ya estaba tardando para la partida de póker. Aquella noche pensaba dejarle en calzoncillos.
Sonreí maliciosamente mientras me dirigía a mi camarote a dejar todo el instrumental que llevaba encima…
Última edición por Néliam de Hedinson el Mar Feb 05, 2013 11:36 am, editado 2 veces
Néliam de Hedinson- Hechicero Clase Alta
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Localización : Camino a la locura
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Re: El último Dios Sol
¡Horror! ¡Pánico! ¡Desesperación! y una completa agonía, es un forma pobre para describir lo que sentí cuando vi los ojos de aquella enorme bestia peluda -que era mi prometido ahora- sujetando torpemente aquellas enormes tenazas entre sus garras.
Definitivamente aquel era uno de los métodos para sacar a un bebe ante un parto complicado como el mio. Pero Erlend...¿mi Erlend haciendo eso!? ¿Practicando conmigo!? ¿¿Con unas tenazas sin esterilizar??
Fue lo primero que cruzo mi mente ya trastornada por el dolor. Sin embargo me obligue a seguir respirando como podía, intentando mantener algo de calma ante una situación que se me escapaba totalmente de las manos. Pues tenia que confiar en el, tenia que fiarme de su criterio pese a que estuviera aterrada.
Sentí el frío del metal en mis entrañas desgarradas ya por el dolor y por el corte que el mismo me había realizado para agrandar el canal del parto. Y entonces, cuando pense que la pesadilla se acababa...Y cuando contemple por primera vez a mi pequeño, tomando aire e incluso notando un atisbo de sonrisa en mis labios... una nueva contracción me robo el aire, forzando mi corazón desbocado al limite, mientras yo estiraba el cuello hacia atras haciendo que mi cabeza chocara estrepitosamente contra la mesa, a la vez que mi espalda se arqueaba totalmente mientras yo me agarraba a la mesa arañándola con mis uñas incluso, a la vez que resoplaba e intentaba respirar poco a poco siguiendo un ritmo que yo misma me intentaba trazar, pese a que mis propios gritos desgarradores resonaran por doquier. Sentía el cuerpo en tensión al completo y un inmenso calor que me mantenia empapada de pies a cabeza, con el cabello pegandose a mi rostro enrojecido que se refrescaba ligeramente con las lagrimas que caían incesantes.
Intente mirar a Erlend, buscando su ayuda, pero a penas pude hacerlo, solo le vi en su forma humana, inconciente, preocupada por el y aun asi aterrada ante lo que venia. Pues a mi lado tenia a mi primer bebe, y ahora tenia que relajarme, tenia que pensar con cabeza fría pese a que a penas pudiera concentrarme en respirar. Y es que tenia que hacerlo por las intensas contracciones que me azotaban en mis entrañas desgarradas y porque venia el segundo... Y estaba sola.
¿Como habia podido, no darme cuenta que eran dos bebes?...Me lamente entre gritos ahogados.
¡Vamos!...
¡¡Vamos!!.. Grite entre dientes,casi gruñendo, mordiéndome los labios hasta hacerlos sangrar sin que fuera aquello algo que ni siquiera me preocupase. Tienes que ayudarme peque...¡tienes que ayudar a mamá!...¡Estamos solos en esto!.. Comente entre resoplidos, decidida a actuar.
Me erguí poco a poco, sentándome cuanto pude, sollozando y pujando entre lamentos de dolor, tomando aire y pujando poco a poco, llevando mis manos a mi entrepierna para sujetar y tirar suavemente de aquella cabecita, ya practicamente entre gritos, pues me costaba demasiado sacarle de mi misma y sostenerme en aquella posición semi sentada. Pero intente aguantar cuanto pude, empujando, y sujetando ya la cabeza, aprovechando que su cuerpecito salio poco a poco para sostenerle y sacarle totalmente de mi, para recostarle enseguida sobre mi vientre empapado de sangre, dejando que mi espalda cayera hacia atrás ante el sobresfuerzo realizado. Intentando aun respirar a la vez que me ubicaba poco a poco en una posición semi fetal, que me ayudo a llegar a mi bebe mas fácilmente, sujetándole con cuidado mientras acercaba con mi rodilla las tijeras que había usado Erlend, alargando una de mis manos temblorosas hacia ella para sujetarla y cortar el cordón umbilical, tirando de aquello hasta que el resto de la placenta salio de mi al fin. procurando hacerle un nudo rápidamente, moviéndome lenta y aun entre espasmos que azotaban mi cuerpo, tomando una de las sabanas cercanas para envolver a -la que ahora sabia que era una niña- entre ellas, frotando suavemente su espalda hasta que su llanto sonó estrepitoso entre las sabanas.
Victoria...
gracias por ayudar a mami.
indique suavemente a mi pequeña, alargando mi brazo libre hacia el otro bebe, acercándolo a mi para abrazarles a ambos. Sujetándoles como podía a los dos, uno en cada brazo. Apegandoles a mi pecho para mantenerlas cerca y evitar que perdieran calor, pudiendo ahora al fin, apreciarlos por primera vez. Observándoles completamente maravillada ante sus ojos claros, que se abrían y ahora me miraban, enormes y curiosos.
...Hola...
Hola, mis pequeños...susurre despacio,con una enorme sonrisa.
En aquel momento, en el que contemple por primera vez a mis niños, sentí que mi corazón se llenaba de amor y cariño por ellos, ante una sensación que había sido lo mas intenso y complicado, y aun así lo mas emocionante y lo mas hermoso de toda mi vida. Pues su nacimiento en aquellas circunstancias tan adversas, me hacia sentir esperanzada, ilusionada, feliz como hacia mucho que no me sentía, pues habíamos superado aquel momento y ahora tendría a mi gente, jamas volvería a sentir ese vacío, no mientras tuviera a mi hombre ahí, no mientras estuvieran nuestros hijos correteando en algún lado...
Acababa de ganar una familia y ese sentimiento nadie me lo podría arrebatar.
Me costo mirarles bien ante mis lágrimas de alegría, mientras apoyaba la mejilla en la fría superficie de madera, agradeciendo ahora aquella frialdad que refresco mi piel que ardia, quizas de fiebre, quizas por la perdida de sangre que aun continuaba. Lo cierto es que no me moleste en pensar en ello, no tenia tiempo para mi.
Contemple a Erlend a pocos metros, y gesticule queriendo llamarle, pero me encontraba cansada, mas de lo que yo misma imagine, por lo que no pude siquiera llamarle, simplemente le contemple notando que me dormía, cosa que no me parecía nada bien. Estaba exhausta, pero dormirme podría ser un tanto peligroso, pues dejaría a los bebes solos y yo misma, quizás me quedaría inconsciente mas de lo debido si seguía desangrándome. Así que hice un ultimo esfuerzo.
Erlend...
cariño...
...
Despierta dormilón...Mira... que ejemplo... das a los niños...susurre sonriendo sola, hasta que sus ceño se frunció y sus ojos comenzaron a abrirse poco a poco, haciéndome respirar mas aliviada. Notando que me daba un vuelco el corazón cuando nuestras miradas se encontraron al fin, en el silencio que ahora nos rodeaba.
Te quiero...Le gesticule aun con una sonrisa, antes de notar que mis brazos flaqueaban un tanto al sujetar a nuestros niños a la vez que mis parpados se cerraban.
... no dejes que me duerma. Quise decir, sin saber realmente si lo dije o si quedo como un pensamiento antes de la inconsciencia.
Definitivamente aquel era uno de los métodos para sacar a un bebe ante un parto complicado como el mio. Pero Erlend...¿mi Erlend haciendo eso!? ¿Practicando conmigo!? ¿¿Con unas tenazas sin esterilizar??
"¡NOOOOOOOOO VOY A MORIR...!"
Fue lo primero que cruzo mi mente ya trastornada por el dolor. Sin embargo me obligue a seguir respirando como podía, intentando mantener algo de calma ante una situación que se me escapaba totalmente de las manos. Pues tenia que confiar en el, tenia que fiarme de su criterio pese a que estuviera aterrada.
Sentí el frío del metal en mis entrañas desgarradas ya por el dolor y por el corte que el mismo me había realizado para agrandar el canal del parto. Y entonces, cuando pense que la pesadilla se acababa...Y cuando contemple por primera vez a mi pequeño, tomando aire e incluso notando un atisbo de sonrisa en mis labios... una nueva contracción me robo el aire, forzando mi corazón desbocado al limite, mientras yo estiraba el cuello hacia atras haciendo que mi cabeza chocara estrepitosamente contra la mesa, a la vez que mi espalda se arqueaba totalmente mientras yo me agarraba a la mesa arañándola con mis uñas incluso, a la vez que resoplaba e intentaba respirar poco a poco siguiendo un ritmo que yo misma me intentaba trazar, pese a que mis propios gritos desgarradores resonaran por doquier. Sentía el cuerpo en tensión al completo y un inmenso calor que me mantenia empapada de pies a cabeza, con el cabello pegandose a mi rostro enrojecido que se refrescaba ligeramente con las lagrimas que caían incesantes.
Intente mirar a Erlend, buscando su ayuda, pero a penas pude hacerlo, solo le vi en su forma humana, inconciente, preocupada por el y aun asi aterrada ante lo que venia. Pues a mi lado tenia a mi primer bebe, y ahora tenia que relajarme, tenia que pensar con cabeza fría pese a que a penas pudiera concentrarme en respirar. Y es que tenia que hacerlo por las intensas contracciones que me azotaban en mis entrañas desgarradas y porque venia el segundo... Y estaba sola.
¿Como habia podido, no darme cuenta que eran dos bebes?...Me lamente entre gritos ahogados.
¡Vamos!...
¡¡Vamos!!.. Grite entre dientes,casi gruñendo, mordiéndome los labios hasta hacerlos sangrar sin que fuera aquello algo que ni siquiera me preocupase. Tienes que ayudarme peque...¡tienes que ayudar a mamá!...¡Estamos solos en esto!.. Comente entre resoplidos, decidida a actuar.
Me erguí poco a poco, sentándome cuanto pude, sollozando y pujando entre lamentos de dolor, tomando aire y pujando poco a poco, llevando mis manos a mi entrepierna para sujetar y tirar suavemente de aquella cabecita, ya practicamente entre gritos, pues me costaba demasiado sacarle de mi misma y sostenerme en aquella posición semi sentada. Pero intente aguantar cuanto pude, empujando, y sujetando ya la cabeza, aprovechando que su cuerpecito salio poco a poco para sostenerle y sacarle totalmente de mi, para recostarle enseguida sobre mi vientre empapado de sangre, dejando que mi espalda cayera hacia atrás ante el sobresfuerzo realizado. Intentando aun respirar a la vez que me ubicaba poco a poco en una posición semi fetal, que me ayudo a llegar a mi bebe mas fácilmente, sujetándole con cuidado mientras acercaba con mi rodilla las tijeras que había usado Erlend, alargando una de mis manos temblorosas hacia ella para sujetarla y cortar el cordón umbilical, tirando de aquello hasta que el resto de la placenta salio de mi al fin. procurando hacerle un nudo rápidamente, moviéndome lenta y aun entre espasmos que azotaban mi cuerpo, tomando una de las sabanas cercanas para envolver a -la que ahora sabia que era una niña- entre ellas, frotando suavemente su espalda hasta que su llanto sonó estrepitoso entre las sabanas.
Victoria...
gracias por ayudar a mami.
indique suavemente a mi pequeña, alargando mi brazo libre hacia el otro bebe, acercándolo a mi para abrazarles a ambos. Sujetándoles como podía a los dos, uno en cada brazo. Apegandoles a mi pecho para mantenerlas cerca y evitar que perdieran calor, pudiendo ahora al fin, apreciarlos por primera vez. Observándoles completamente maravillada ante sus ojos claros, que se abrían y ahora me miraban, enormes y curiosos.
...Hola...
Hola, mis pequeños...susurre despacio,con una enorme sonrisa.
En aquel momento, en el que contemple por primera vez a mis niños, sentí que mi corazón se llenaba de amor y cariño por ellos, ante una sensación que había sido lo mas intenso y complicado, y aun así lo mas emocionante y lo mas hermoso de toda mi vida. Pues su nacimiento en aquellas circunstancias tan adversas, me hacia sentir esperanzada, ilusionada, feliz como hacia mucho que no me sentía, pues habíamos superado aquel momento y ahora tendría a mi gente, jamas volvería a sentir ese vacío, no mientras tuviera a mi hombre ahí, no mientras estuvieran nuestros hijos correteando en algún lado...
Acababa de ganar una familia y ese sentimiento nadie me lo podría arrebatar.
Me costo mirarles bien ante mis lágrimas de alegría, mientras apoyaba la mejilla en la fría superficie de madera, agradeciendo ahora aquella frialdad que refresco mi piel que ardia, quizas de fiebre, quizas por la perdida de sangre que aun continuaba. Lo cierto es que no me moleste en pensar en ello, no tenia tiempo para mi.
Contemple a Erlend a pocos metros, y gesticule queriendo llamarle, pero me encontraba cansada, mas de lo que yo misma imagine, por lo que no pude siquiera llamarle, simplemente le contemple notando que me dormía, cosa que no me parecía nada bien. Estaba exhausta, pero dormirme podría ser un tanto peligroso, pues dejaría a los bebes solos y yo misma, quizás me quedaría inconsciente mas de lo debido si seguía desangrándome. Así que hice un ultimo esfuerzo.
Erlend...
cariño...
...
Despierta dormilón...Mira... que ejemplo... das a los niños...susurre sonriendo sola, hasta que sus ceño se frunció y sus ojos comenzaron a abrirse poco a poco, haciéndome respirar mas aliviada. Notando que me daba un vuelco el corazón cuando nuestras miradas se encontraron al fin, en el silencio que ahora nos rodeaba.
Te quiero...Le gesticule aun con una sonrisa, antes de notar que mis brazos flaqueaban un tanto al sujetar a nuestros niños a la vez que mis parpados se cerraban.
... no dejes que me duerma. Quise decir, sin saber realmente si lo dije o si quedo como un pensamiento antes de la inconsciencia.
Néliam de Hedinson- Hechicero Clase Alta
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Re: El último Dios Sol
Sentía mi piel hervir y mis músculos desgarrados, como si los hubieran estirado salvajemente y en un pestañeo hubieran recuperado su forma natural. Las articulaciones se quejaban ante cada uno de mis movimientos y mi cabeza parecía una máquina de vapor a presión. Pese a tanto dolor, logré abrir los párpados y encontrarme con una situación desoladoramente estresante: Néliam prácticamente inconsciente, aun tumbada sobre la mesa y con las piernas abiertas de par en par, aunque parecía que ya no perdía más sangre. Junto a ella, dos recién nacidos lloriqueaban a pleno pulmón, envueltos en unas toallas y rodeados por sangre, la placenta y los dispositivos usados para el parto. Los brazos de Néliam cedieron y los pequeños empezaron a rodar por sus brazos, por lo que me erguí de sopetón y estiré mis manos para sujetarlos antes de que éstos cayeran al suelo. Suspiré aliviado y por primera vez, me detuve a contemplarlos, olvidándome del resto del mundo.
- ¿Y ahora qué haré con vosotros?- reí para mí mismo, meciéndoles torpemente, lo que provocó que sus llantos se intensificaran y yo quisiera alejarme un tanto de ellos, pues quizás no les gustaba mi voz o mi tacto o mi olor a bicho mitológico.
Al buscar dónde dejar a los pequeños recordé las palabras de mi mujer que pedía que no la dejara dormir. ¿Sería una cuestión médica? Hice una mueca, un tanto estresado por el lugar en el que me hallaba, con un mocoso en cada brazo y una mujer moribunda tumbada en la mesa de una cocina de piratas. Simplemente, era para tirarse por la ventana y aunque lo sopesé por un momento, pensé que el suicidio no era una buena vía de escape. Así que, con un tic en el ojo, las palpitaciones vertiginosamente aceleradas y aun con el dolor físico que había supuesto la mutación, tomé el pie izquierdo del niño y el pie derecho de la niña por una de mis manos, mientras que con la otra libre logré cargar a Néliam a mi hombro, sujetándola por sus nalgas. De ese modo un tanto desastroso –menos mal que nadie me veía y por lo tanto no era sujeto a juicios-, deambulé de un pasillo a otro hasta dar con el baño, dónde pude encontrar una sucia y mugrienta bañera llena de porquería varia, como arena, musgo e incluso un calcetín que olía realmente mal.
Después de acomodar a los niños llorones sobre la pica empecé a tararearles una canción de guerra con la esperanza de dormirles mientras mis manos se abalanzaban de un lado a otro, limpiando mínimamente la bañera y llenándola de agua fría para, entonces, dejar caer el cuerpo inconsciente de Néliam en sus aguas, sonriendo cuando al fin, ella tomó una gran bocanada de aire, aferrándose sus manos a los bordes de aquella bañera y con el rostro completamente contraído por el susto y seguramente por la frialdad de aquellas aguas.
- Buenos días, Bella Durmiente.- la saludé, hincándome de rodillas junto a ella para poder acariciar su rostro, apartando unos mechones húmedos de su frente. Le sonreí tiernamente, ignorando los cansinos llantos de los gemelos.- Nuestros hijos tienen hambre, me temo.- Reí un tanto cansado ya, y eso que acababa de estrenarme como padre.- Espero que quede algo para mí después de ellos…- Bromeé, alzándome para darle un beso en los labios y acercarle a los niños, aun envueltos en aquellos trapos que ahora, ante la dulce mirada de su madre, ambos contuvieron el aliento y la miraron con fijeza, con curiosidad incluso, y sus llantos se apagaron al fin. ¡AL FIN!
Y cuando creí poder disfrutar al fin de mi familia, un ruido tras de mí me hizo voltearme con brusquedad y descubrir que teníamos compañía. Aquello era una estampa familiar y no había siquiera contemplado la opción de añadir a desconocidos en aquella imagen mental que por siempre recordaría. Me sobraba gente y esa gente, eran los piratas del barco que acabábamos de abordar. Esbocé una sonrisa siniestra y me giré poco a poco hacia ellos, escrutando sus semblantes, sus ropas y sus armas en alto que me apuntaban directamente el pecho. Inocentes…
Con sólo una orden mental que les envié mediante un sencillo conjuro, los piratas se dieron la vuelta, caminaron por el pasillo, giraron a la derecha, se acercaron a la proa y uno a uno, se fueron lanzando al mar de cabeza hasta dejarse ahogar.
No me gustaba usar mucho mis dones, pues me veía capaz de vencer a esa pandilla de estúpidos con mis propias manos, pero ahora tenía una familia a la que cuidar y no creí que ver al padre arrancando cabelleras fuera una imagen agradable que tener de él sus hijos.
Después de ayudar a Néliam a salir de la bañera y cubrirla con una manta que encontré tirada por un dormitorio la dejé con los dos niños y me dirigí hacia el timón, dispuesto a poner fin a nuestra aventura en aquella isla y así, emprender rumbo hacia nuestro futuro hogar: París.
- ¿Y ahora qué haré con vosotros?- reí para mí mismo, meciéndoles torpemente, lo que provocó que sus llantos se intensificaran y yo quisiera alejarme un tanto de ellos, pues quizás no les gustaba mi voz o mi tacto o mi olor a bicho mitológico.
Al buscar dónde dejar a los pequeños recordé las palabras de mi mujer que pedía que no la dejara dormir. ¿Sería una cuestión médica? Hice una mueca, un tanto estresado por el lugar en el que me hallaba, con un mocoso en cada brazo y una mujer moribunda tumbada en la mesa de una cocina de piratas. Simplemente, era para tirarse por la ventana y aunque lo sopesé por un momento, pensé que el suicidio no era una buena vía de escape. Así que, con un tic en el ojo, las palpitaciones vertiginosamente aceleradas y aun con el dolor físico que había supuesto la mutación, tomé el pie izquierdo del niño y el pie derecho de la niña por una de mis manos, mientras que con la otra libre logré cargar a Néliam a mi hombro, sujetándola por sus nalgas. De ese modo un tanto desastroso –menos mal que nadie me veía y por lo tanto no era sujeto a juicios-, deambulé de un pasillo a otro hasta dar con el baño, dónde pude encontrar una sucia y mugrienta bañera llena de porquería varia, como arena, musgo e incluso un calcetín que olía realmente mal.
Después de acomodar a los niños llorones sobre la pica empecé a tararearles una canción de guerra con la esperanza de dormirles mientras mis manos se abalanzaban de un lado a otro, limpiando mínimamente la bañera y llenándola de agua fría para, entonces, dejar caer el cuerpo inconsciente de Néliam en sus aguas, sonriendo cuando al fin, ella tomó una gran bocanada de aire, aferrándose sus manos a los bordes de aquella bañera y con el rostro completamente contraído por el susto y seguramente por la frialdad de aquellas aguas.
- Buenos días, Bella Durmiente.- la saludé, hincándome de rodillas junto a ella para poder acariciar su rostro, apartando unos mechones húmedos de su frente. Le sonreí tiernamente, ignorando los cansinos llantos de los gemelos.- Nuestros hijos tienen hambre, me temo.- Reí un tanto cansado ya, y eso que acababa de estrenarme como padre.- Espero que quede algo para mí después de ellos…- Bromeé, alzándome para darle un beso en los labios y acercarle a los niños, aun envueltos en aquellos trapos que ahora, ante la dulce mirada de su madre, ambos contuvieron el aliento y la miraron con fijeza, con curiosidad incluso, y sus llantos se apagaron al fin. ¡AL FIN!
Y cuando creí poder disfrutar al fin de mi familia, un ruido tras de mí me hizo voltearme con brusquedad y descubrir que teníamos compañía. Aquello era una estampa familiar y no había siquiera contemplado la opción de añadir a desconocidos en aquella imagen mental que por siempre recordaría. Me sobraba gente y esa gente, eran los piratas del barco que acabábamos de abordar. Esbocé una sonrisa siniestra y me giré poco a poco hacia ellos, escrutando sus semblantes, sus ropas y sus armas en alto que me apuntaban directamente el pecho. Inocentes…
Con sólo una orden mental que les envié mediante un sencillo conjuro, los piratas se dieron la vuelta, caminaron por el pasillo, giraron a la derecha, se acercaron a la proa y uno a uno, se fueron lanzando al mar de cabeza hasta dejarse ahogar.
No me gustaba usar mucho mis dones, pues me veía capaz de vencer a esa pandilla de estúpidos con mis propias manos, pero ahora tenía una familia a la que cuidar y no creí que ver al padre arrancando cabelleras fuera una imagen agradable que tener de él sus hijos.
Después de ayudar a Néliam a salir de la bañera y cubrirla con una manta que encontré tirada por un dormitorio la dejé con los dos niños y me dirigí hacia el timón, dispuesto a poner fin a nuestra aventura en aquella isla y así, emprender rumbo hacia nuestro futuro hogar: París.
Erlend Hedinson- Hechicero Clase Alta
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Re: El último Dios Sol
...
Golpee una y otra vez la tapa de madera, me dolían tanto los dedos por arañar aquella superficie que solo me quedaban los nudillos para empujar mientras el chirrido de las ratas resonaba en mis oidos.Saquen... ¡¡Saquenme!!... Por favor… Suplique una incontable vez mas. Ahogaba, con la voz temblorosa aun intentando aguantar un llanto descontrolado que no me abandonaba. Empezaba a sentir una horrible sensacion de claustrofobia hasta que algo me distrajo al fin.
¡¡¡Nél!!! Nel ¿¡Me escuchas!?
¿Árion? ¡ÁRION! ¡SACAME DE AQUI!
Implore una vez mas con impetu, energica. Volvia a tener esperanzas y a rascar la madera arañada sin importar que doliera o que me ensangrentara las manos aun mas. Hasta que la luz volvio y vi aquellos enormes y brillantes ojos grises y ese rostro compungido. Lo cierto es que practicamente me abalance sobre Árion quien me sujeto y tiro de mi hacia atrás, volcando la caja y haciendo que el centenar de ratas se desperdigase por la habitación mientras yo me agarraba a el como el chaleco salvavidas que era para mi. Retrocediendo con él en la estancia hasta que torpemente e intentando esquivar a las mismas ratas nos apoyamos mal sobre una de las ventanas abiertas, cayendo por la misma hacia el jardín.
Llore desconsoladamente mientras le agarraba del cuello sin querer soltarle aun, estando ambos desperdigados en el suelo entre los arbustos, y es que después de tantas horas allí empezaba a perder la cordura, mientras que él, mi hermano pequeño, habia superado una vez mas las pruebas a las que papá nos sometia.
Abrace fuertemente a un jovencísimo Árion de doce años, quien frotaba mi espalda y ahora me miraba con aquella mirada que siempre me hacia sentir un nudo en el estomago, era la mirada de estar en problemas.Siempre ocurria lo mismo, el me ayudaba y nunca teniamos tiempo, pero él intentaba ser fuerte e incluso me sonreía, pese a que su propio rostro fuera el espejo del dolor y el tormento.
Acaricie su mejilla al ver que unos rasguños parecidos a los arañazos que podría causar un duro golpe contra alguna superficie metalica, “rasguños” que cruzaban su sien y bajaban por su pomulo y mejilla casi llegando a la mandibula.
Iba a preguntar que le habia pasado, que qué le había hecho papá. Pero no pude hacerlo, porque en aquel momento una dura mano nos agarro por el cuello de nuestros ropajes mientras ambos alzábamos la mirada hacia la figura en sombras de nuestro padre. Una que me fulminaba a mi por no estar donde debía para mirar ahora casi colerico a Árion, por desobedecerle y por sacarme de ahí.
Entrabriamos los labios, pero después de eso. Solo llego la oscuridad al cerrar los ojos, me mordí los labios con fuerza haciendome daño al pensar en lo que me caeria encima, pero no fui yo quien recibió el golpe, sino que fue mi hermano el que acababa de recibir el castigo por mi…
…
Abri los ojos y me sente de sopetón, sudando, respirando agitada mientras mis ojos se habituaban a la oscuridad de la habitación. Las lagrimas cruzaron mi semblante mientras yo parpadeaba y bajaba la mirada, al recordar aquella escena de mi sueño. Así como tantas otras escenas de mi día a dia…Mi vida.
Mi vida perdida…
Néliam Der Kláuseen era mi verdadero nombre, Era Sueca…Aunque había nacido muy cerca de Noruega y había vivido más allí que Suecia donde solo había nacido…
Árion era mi hermano…Uno del que no había sabido nada desde aquella noche.
Liv era mi madre. Aquella quien dulce y amable me enseño desde muy pequeña a usar mis poderes y mis dones siempre a ocultas de él.
Sirius…Mi padre, ¿Por qué…?
Limpie mis ojos y negué con la cabeza, había demasiada información, empezaba a recordarlo todo a la vez, pero no quería pensar en nada de eso ahora.
Estire mis cabellos hacia atrás y respire hondo, intentando acordarme de las ultimas horas…
¿Porque habían sido horas o días?...
Mire a un lado de la cama, donde en medio de cojines que hacían a su vez de muros, dos bebes descansaban sosegados y acurrucados el uno al lado del otro…
Mis hijos…¡Estaba contemplando a mis hijos!
Los mire asombrada, sonriendo bobamente al ver por primera vez el sueño de aquellas dos bolitas que envueltas entre sabanas dormían plácidamente el uno al lado del otro, eran muy blancos y sus cabellos tan rubios como los de…
Giré el rostro como si me hubieran lanzado un cubo de agua fría, y me arrastre por la cama quizás demasiado bruscamente, y es que nada mas poner un pie bajo la cama y alzarme mi cuerpo cedió cual manta lanzada al aire cayendo de rodillas.
¡knulle!
Parpadee al ver que había dicho un pequeño insulto en un idioma que pensaba desconocer. Eso me hizo reír, cosa que aproveche para levantarme poco a poco, dolorida como si me hubieran convertido en una muñeca de goma y me hubiesen estirado al límite, dejándome ahora así, dolorida y un tanto inservible después de un parto semejante en tales condiciones…
Porque…¿aquello de las tenazas había ocurrido realmente? Un escalofrío recorrió mi espalda y lo deje estar. No quería saberlo.
Me afirme por la pared, mirando hacia atrás, viendo que los niños no se habían despertado. Iría un momento a ver mi hombre y volvería a por ellos para ver si seguían bien. Por lo que me desplace poco a poco, aferrándome por la habitación y tomando una enorme camisa dejada en una de las butacas -que me sirvió de vestido improvisado- antes de salir al pasillo a buscarle en aquella embarcación.
Me afirme con un brazo mientras avanzaba sujetándome el vientre aun dolorido. Abriendo las puertas una a una con la esperanza de verle por ahí haciendo algo.
Pero nada…No parecía estar en esa planta.
Sin embargo, una última puerta esperaba antes de encontrar las escaleras que ascendían, por lo que en una última esperanza la abrí, sintiendo como mis ojos se desencajaban un tanto al contemplar lo que sería una especie de bodega con subterráneo. Una estancia con una escalera hasta lo que parecía ser el fondo del barco….
Metros y mas metros, barriles y mas barriles y cofres apilados hasta el techo, rebosando infinidad de monedas, de oro y plata asi como joyas varias compuestas por collares de perlas, rubies, zafiros, esmeraldas entre otras infinidades de variantes minerales que por un momento me cegaron con tanto brillo.
Cerré la puerta con cuidado, como si alguien nos pudiera escuchar, a la vez que asentía en silencio y caminaba hacia las escaleras.
Si… Si… Somos asquerosamente ricos… Ajá.
Me mordí los labios, mientras subía poco a poco, recibiendo la brisa nocturna como un azote en mi rostro, notando como mis cabellos ondulados ondeaban con la brisa mientras yo miraba su espalda y su camisa que se movía con cierta fiereza por el viento, mientras él sujetaba el timón con el atardecer casi convertido en la noche de fondo, eso… y la costa. Una costa en la que se apreciaban edificaciones y luces…
Camine hacia el llevando mis manos hacia mis labios, sobrecogida ante el perfil de la ciudad de fondo. Civilización después de tanto tiempo y no fue eso lo que mas me impresiono y me hizo dar un vuelco el corazón, sino el ver como su rostro se giraba poco a poco hacia mi, haciéndome encontrarme con su mirada, con sus ojos brillantes y cansados. Y es que ahí, delante de mi… Cansado y aun asi en pie, llevándonos hacia un nuevo horizonte se hallaba él…
Sonreí una vez más, notando mis ojos nublados ante las lagrimas de lo que aquello significaba. Y es que después de todo lo sucedido, seguíamos ahí, vivos, de una pieza, mas viejos y mas sabios que antes…y juntos.
Camine hacia Erlend y me aferre a él con todas mis fuerzas cuando nos fundimos en aquel abrazo. Frote su espalda, apretándole contra mí, mientras él me envolvía con sus brazos, haciéndome sentir pequeña a su lado, como siempre. Y es que ahí, en aquel gesto sencillo para cualquiera, ambos celebrábamos lo que había sido la victoria de una larga proeza, una en la que ambos vivimos numerosos meses en condiciones extremas, con gente salvaje, luchando por la vida cada día…Y ahí estabamos, vivos y juntos. Donde llegaramos, o lo que sucediera de ahora en adelante ya poco importaria. No nos podia pasar nada mas.
Néliam de Hedinson- Hechicero Clase Alta
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