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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Néliam de Hedinson Lun Mayo 07, 2012 12:31 pm

Recuerdo del primer mensaje :

-Estate quieto…
-Quieto…
-…
-Un movimiento mas y atare a la cama!…


El marinero se quedo perplejo por la seriedad con la que le dije aquello…Pero al momento sonrió pícaro mostrándome los diversos dientes que le faltaban, guiñándome un ojo.
Le mire arqueando una ceja, y presione el algodón que tenía sobre su herida un poco más fuerte de lo debido solo para hacerle gritar.

-Aaaah…Te lo advertí amiguito….Eso te pasa por salir a cubierta bebido…Y agradece que no le digo al capitán que tú has hecho rodar todos los barriles de agua por la cubierta.
El pobre hombre soltó un resoplido y se quedo quieto mientras yo apartaba los algodones y comenzaba a enrollar una venda en su cabeza. Pues aquel marinero había tenido una buena caída por cubierta y luego por las escaleras que conducían al almacén.

Aaaaaaajá. Ya está. Quédate aquí, descansa esta noche y mañana estarás fresco como si fueras una “sirena danzante “. Me mordí los labios para no sonreír mientras aquel bruto marinero soltaba un resoplido.
Tome las vendas, los hilos y todo mi instrumental y salí de allí caminando por la borda.
La noche era fresca, la brisa suave... Y ya estaba tardando para la partida de póker. Aquella noche pensaba dejarle en calzoncillos.
Sonreí maliciosamente mientras me dirigía a mi camarote a dejar todo el instrumental que llevaba encima…


Última edición por Néliam de Hedinson el Mar Feb 05, 2013 11:36 am, editado 2 veces
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Mensaje por Néliam de Hedinson Lun Jun 11, 2012 11:10 am

Me senté frente a la fogata y abrace mis piernas mientras miraba el crepitar del fuego intentando no pensar en nada, pero había sido un día demasiado largo, habían pasado muchas cosas, habíamos naufragado, habíamos perdido todo cuanto teníamos, ahora estábamos allí…Y encima había aparecido aquel marinero, cuyos ojos de demente aun me atormentaban. Sacudí la cabeza sacándome su recuerdo de la cabeza, no quería tener que pensar nunca más en ello. Tome una delgada ramita que se había escapado de la hoguera y comencé a jugar con algunas ramas, hurgando en las brazas notando como me impacientaba por momentos, se escuchaban los pasos de Len cerca pero aun así me sentía inquieta y nerviosa. Todo estaba oscuro y aquella isla parecía grande…¿Y si aparecía mas gente por ahí?...

Fue entonces cuando entre mis preocupaciones y miedos –aparentemente infundados- que sentí una pequeña sarta de palabras que parecían insultos…Gire rápidamente la cabeza y vi como la vegetación se movía un poco a unos cuantos metros. Me levante sin demora y camine con calma hacia allí, apartando unas hojas enormes que impedían el paso para encontrarme con algo que no me esperaba. Pues ahí delante de mí, se encontraba Erlend. Moviéndose con con cierta violencia en el suelo mientras se agarraba…¿La entrepierna? Parpadee confusa al verle con los pantalones bajados y ladee la cabeza intentando entender, ¿dónde estaba la coherencia de tal situación?
-Oh! Lleve mis manos a mi boca con sorpresa al comprender lo que podría ser. Después de todo, era coherente que los hombres necesitaran cierto espacio de intimidad para “descargase” Era un tema de condición humana básico! ¿Sería que había llegado en un momento inadecuado, invadiendo la intimidad de Erlend mientras él…se dedicaba tiempo a si mismo y a su “virilidad”?
Quizás mi amigo tenia gustos diferentes, y por eso se encontraba en esa postura tan...extraña y ¿retorcida?

Me mordí los labios y Desvie la vista de su semidesnudes pensando en marcharme, debería dejarle tranquilo para que se desfogase solo. Pero, Erlend seguía farfullando insultos y aquello no tenía sentido alguno. Hasta que de pronto sentí un pequeño siseo, observé a mi alrededor, percatandome de cómo, arrastrándose entre la maleza, una oscura serpiente se deslizaba hacia mí, serpenteando con su lengua mientras avanzaba a mi posición. Comencé a retroceder muy lentamente, acercándome hacia la daga de Len, que a pocos metros descansaba sobre algunas hojas. Me acuclille muy lentamente antes de tomarla. Pero entonces la serpiente salto y yo le lancé la daga atravesando su cuello, quedando este separados del resto del cuerpo. Las escamas brillantes eran lo único que relucía entre la oscuridad. Farfulle con disgusto.
¿Porque diantres era tan buena con las armas? Por más que lo pensaba no lo entendía. Pero era seguro que se debería a algún conocimiento de mi “otra vida” -la que no recordaba-. Maldita sea, si hubiese tenido cualquier cosa con la que defenderme habría podido hacer frente a Brand…Pensé. Pero deje eso de lado al escuchar las lamentaciones de Erlend. Me aleje de la serpiente mirándola en todo momento, pues las cabezas solían saltar aun después de cortadas. Y me dirigí hacia mi buen amigo, agarrándole por el hombro con preocupación, intentando que se girase un poco hacia mi, pues seguía boca abajo. Su semblante era un poema de tortura.

- Erlend! Estas bien? …Que te ha pasado?
Déjame ver. ¿mmm? …oh vamos!
Apuff...No puedes quedarte aquí, vamos cerca de la fogata que sea.
Comente mientras el asentía. Le ayude a incorporarse a la vez que el aun se tapaba con una mano, mientras que apoyaba el otro brazo sobre mis hombros. Comencé a arrastrarle hacia donde la arena suave y lisa nos recibía. Erlend se dejo caer aun entre quejidos doloridos, en posición fetal y yo me arrodille a su lado. Forcejeando con sus brazos, pues no quería dejarme verle.
-Vamos hombre que soy tu médico! Le comenté entre forcejeos, tomándole de las muñecas, a estirones con él hasta que logre quitar sus manos de su entrepierna.
-Madre del amor hermoso…Comente de forma espontanea al ver lo bien dotado que estaba mi buen amigo. Sin embargo algo no iba como debía, pues unas marcas oscuras se hacían notar y parecían expandirse por el resto de la piel. Reconocía ese color, y la forma de las ramificaciones.
“Oh dios…Veneno de Krait…” Pensé mientras palpaba parte de su abdomen. Aunque no sabía el porqué, yo reconocía ese veneno, era un veneno corrosivo que parecía quemar al contacto con la piel. Se expandía rápido y su veneno terminaba por causar fallos respiratorios si no se actuaba rápido. Sabía que había trabajado con esa sustancia en algún momento, buscándole una finalidad…-Una incógnita mas para mi vida ya llena de preguntas.-

Bien, muy bien. Erlend. Ahora ya no soy tu amiga, estoy en calidad de medico. Así que en estos minutos es como si no me conocieras. Tome una de las ramas que él mismo había acumulado cerca de la fogata para ir renovándola y rasgue un trozo de mis ropajes ya maltrechos envolviendo la pequeña tabla en el. Muerde esto, e intenta respirar lo mas pausadamente que puedas. Indique mientras el me miraba agitado, extrañado y sin entender nada, hasta que noto mis manos sobre él, dando un salto. Palpe su miembro, resiguiendo hasta subir por debajo de su ombligo, donde unas venas oscuras comenzaban a desparramarse sobre la piel.
Le sujete con fuerza, notando como daba otro brinco, y me acerque a el succionando la mordedura. El alarido de Erlend se escucho desgarrador aunque estuviese mordiendo la tabla.
Escupí a un lado el ponzoñoso liquido amargo y oscuro, y volví a repetir la acción dos veces más, hasta que no note nada más que el sabor de la sangre, lo cual indicaba que ya no quedaba más de aquel residuo toxico. Tome un trozo restante de tela y lo utilice para envolverle. Ahora sería cuestión de tiempo que se repusiera. Tendría que descansar. A la mañana siguiente tendría que hacer que se atiborrase de agua, para que su cuerpo eliminase los resquicios de aquel veneno, si es que hubiese quedado alguno.
De haber estado en el barco le habría administrado sedantes e incluso morfina, pues seguramente sentía como si le hubiesen rociado con acido…Pero perdidos donde estábamos no podía hacer nada más que velar por él.

Una vez acabe le subí sus mismos ropajes y le quite la tabla de madera de la boca. Mientras el respiraba ya más pausado, aun con un semblante de dolor como no había visto antes. Pero estaba segura de que le había quitado un enorme peso de encima. Sostuve la tabla entre mis manos, observándola.
No, no digas nada. Indique señalando el cielo con el dedo índice. Tienes que descansar y será mejor que no te muevas mucho al menos por unas horas.
...
No, tampoco hablaremos de esto.
Nadie lo sabrá nunca.
Será...como si nunca hubiese pasado...

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Mensaje por Erlend Hedinson Lun Jun 11, 2012 1:51 pm

- Oh, bien... aunque iba a decirte que tienes un poco de mi sangre en la comisura de tus... labios.- señalé alzando mi dedo índice hacia su boca, deteniendo su avance a medio camino para tragar saliva ruidosamente, ponerme nervioso y desviar finalmente la vista, probablemente tan colorado como lo estaría mi entrepierna, dolorida como si una manada de elefantes la hubiera pisoteado repetidas ocasiones.- Trato hecho, no volveremos a hablar de esto jamás.- concluí sin mirarla, demasiado avergonzado para hacerlo con un gesto amistoso como una sonrisa.

Le di la espalda al ponerme de lado, intentando que mi pierna no aprisionara la zona afectada. Me quedé largo tiempo contemplando la oscuridad que nos rodeaba, aquella vegetación que se había convertido en nuestro muro en una fortaleza que se limitaba a un trozo de arena y mar. No muy lejos, los búhos ululaban, el viento mecía los árboles y sus frutos, se escuchaba movimientos rápidos y repetidos, seguramente, por parte de los animalejos que allí habitaban. Decidí empezar a tramar los quehaceres del día siguiente. Pensé en que despertaría con el alba y aprovechando que Néliam podría seguir dormida, podría empezar a buscar material como maderas, cañas y hojas para poder fabricar algo parecido a un habitáculo, una choza, quizás, algo que pudiese resguardarnos un poco más que estar al aire libre como ahora. Si no lo terminaba antes de que el sol estuviera en su punto más áugeo, pararía para ponerme a buscar comida, seguro que había peces en aquél mar que nos acechaba incansablemente, acompañándonos con su melodía tranquila y pausada, aunque incapaz de arrancarme siquiera un bostezo...

Como decía, quizás por la tarde podría seguir con la cabaña, debería situarla cerca de la playa por si avistábamos barcos cerca, pero un tanto escondidos entre la vegetación del bosque para mantenernos ocultos de posibles enemigos, tales como indígenas que sí, me preocupaba que pudieran existir tras aquella maleza verdosa y abrupta. Quizás habría no muy lejos de la playa alguna elevación del terreno, como una pequeña montaña que pudiera servirnos también como observatorio para el horizonte y sus barcos... ¡alguien tenía que venir a por nosotros! ¡Oh! Aquella idea me recordó que debíamos regresar en busca de más supervivientes... quizás al día siguiente debería ir a por el mutilado, si es que había sobrevivido en aquellas condiciones en las que le dejé... y quién sabe, quizás podríamos encontrar pronto a quién encendió la hoguera que atisvó Néliam antes de lo ocurrido...

La noche en vela, así es como auguraba que la pasaría. Pasaron horas y horas, y mis ojos seguían tan abiertos como antes y mis sentidos agudizados, intranquilo. Velaba por ella, por su sueño, su protección. Ahora le había hecho una promesa y pensaba cumplirla. Me giré levemente para mirarla por encima de mi hombro y sonreí levemente al recordar...

- ¡Auch!- gemí en a penas un susurro para no querer despertarla, masajeándome suavemente la zona lastimada para que se relajara de nuevo, ya que con ese pensamiento se había despertado incluso más que yo y ahora, la herida volvía a escocerme por semejante e incómoda situación.

Suspiré y volví a dar la espalda a Néliam tras cerciorarme que seguía tranquilamente dormida y el fuego continuaba devorando brasas. Finalmente y ya casi cuando el sol arañaba el cielo... el sueño venció.
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Mensaje por Néliam de Hedinson Lun Jun 11, 2012 6:59 pm

Después de aquella extraña, incomoda y absurda charla con Erlend, le observe darme la espalda. Lleve mis dedos a las comisuras de mis labios viendo en las yemas de mis dedos el líquido rojizo. Ahora que lo pensaba…¿era idea mía o él había enrojecido? Arquee una ceja y negué con la cabeza. Le quite importancia a ese pensamiento. Después de todo, seguro que Erlend como capitán habría visto de todo, y habría hecho y dejado que le hicieran de “todo”…Era un hombre de mundo, viajado…Seguro que tenía algún amor en cada puerto y más aventuras de las que yo podría imaginar.
Aquel pensamiento me hizo sentir cierta violencia hacia el prójimo, algo similar a los deseos de arrancarle la piel a tiras al resto de la humanidad…bueno al resto…a los amoríos que tendría en los puertos mas que nada.
Solté un suspiro ante mi paranoide indignación sin sentido y me estire a su lado, quedando ambos de espaldas.
Después de todo a mi eso no tenia que importarme…
Al menos no ahora, pues de momento solo estábamos él y yo…Y su compañía, -estuviésemos donde estuviésemos-, siempre me hacía sentirme segura. Así que cerré los ojos notando como el sueño me llevaba sin demora apenas, pues aquel día había sido demasiado largo y demasiado duro para todos…


El sonido de las aves y del romper de las olas me despertó con suavidad. Abrí los ojos y lleve mis manos a ellos, intentando despertar del todo. Me senté poco a poco y palpe mi cabeza, aun me dolía, pero al menos ya no sangraba ni me molestaba tanto como el día anterior.
Me gire para contemplar a Len, que descansaba tranquilo sobre la arena, sus cabellos se mecían con suavidad ante su semblante sereno. Le contemple unos cuantos minutos, centrándome en sus facciones marcadas, en su mentón definido y en aquellos labios, recordando su sonrisa tan terriblemente encantadora…

Le dejaría descansar más tiempo y procuraría buscar algunas cosas hasta que él se despertase.
Me levante poco a poco y me estire mientras extendía mis cabellos hacia uno de los lados, para poder realizarme una trenza mientras caminaba.
Comencé a deslizarme hacia donde habían atacado a Len, percatándome de que la cabeza de serpiente junto con el cuerpo de la misma seguían ahí, además de la daga de Len, camine hacia ella tomándola y observe que cerca de la misma se encontraban unos cuantos conejos. Estaban atados juntos, los tome percatándome de que seguramente sería eso lo que Erlend buscaba. Su virilidad había pagado un precio muy alto por la sola idea de que cenásemos.
Di un chasquido con la lengua negando con la cabeza, se había tomado muchas molestias y al final nada...
Me lleve conmigo aquellas piezas dispuestas a prepararlas, recogí algunas ramas largas mientras iba de regreso hacia donde nos encontrábamos. Comencé a avivar las brasas mientras caminaba con aquellas piezas cerca del agua, para quitarles la piel y ensartarlas en las ramas. Comencé mi labor, deshaciéndome de las pieles mientras limpiaba los resquicios de sangre de las presas. Ensarte las mismas en las ramas, procurando que quedasen estiradas al máximo y volví hacia la fogata, colocando las piezas con cuidado para que se comenzaran a asar.
Fue entonces cuando sentí una gran sed. Cerca de allí tendría que haber alguna fuente una laguna o algo, pero seguramente se alejaría demasiado de donde nos situábamos y si él despertaba le daría otro buen susto…Así que le diría que fuésemos a indagar después de comer alguna cosa.
Me adentré ligeramente en la espesura, intentando ver si había algún árbol frutal y no tarde mucho en dar con uno.
Había varios cocoteros cerca, aunque todos estaban a bastante altura. Sin embargo me arme de valor, e hice el intento de subirme a uno, comencé a agarrarme como pude y empecé a escalar, agarrándome casi como si fuese un koala a aquel árbol, empecé a trepar lentamente por el grueso tronco hasta que llegue hasta una de las grandes hojas. Estire mis dedos hacia ella y la agarre con fuerza, dándole tirones fuertes hasta que se desprendió el primer coco.

Siiii!!! Emocionada al haber obtenido uno que ahora estaba en el suelo, seguí tirando de la hoja, logrando que cayesen dos más. Pero la hoja cedió rasgándose y yo resbale escurriéndome un poco por el tronco mientras me agarraba cuan fuerte podía…
Ay madre…Si me caigo aquí me romperé una pierna seguro…aaaaiiiss….No, no me puedo dar ese “lujo”…ni siquiera tengo vendas aquí…vale…vale…poco a poco…veamos, tampoco estoy tan arriba…Mire hacia abajo percibiendo que estaba a unos cuatro metros, no era mucho, pero me había dado un pequeño vuelco al estomago mirar hacia abajo, así que con los ojos cerrados comencé a bajar lo más lentamente que pude, sintiendo como si fuesen siglos enteros. Hasta que al fin volví a la preciada-admirada y atesorada tierra firme. Volví a respirar en cuanto me encontré a salvo y descanse un momento, aun un tanto tensa. Desde ahora “respetaría” un poco más los cocoteros…
Volví al encuentro del mi paciente, contemplando que aun dormía plácidamente. Las brasas aun doraban la carne de los conejos, dejando ahora paso a un aroma más apetitoso.

Despierta “bello durmiente”! comente bromeando entre susurros. Mientras me acercaba con los tres cocoteros, sin tener mucho en cuenta el pequeño montón de ramas que había quedado cerca de nosotros.
Lén! Desspiaaaaaaaaaaaaaaahh!! Grite antes de resbalar y matarme sobre mi pobre paciente, cayendo sobre sus piernas.
Lén se despertó de un brinco, sentándose de inmediato y contemplándome a mi, que ahora boca abajo había caído sobre sus piernas, en la misma posición en la que se pone a los niños pequeños cuando se les va a dar una palmadas por portarse mal…

Buenos días…
He…
Traído cocos…

Comente con la cabeza medio enterrada y la boca llena de arena, mientras que con los brazos extendidos hacia delante, le señalaba -aun sin mirarle- los cocos que seguramente habrían rodado metros allá.
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Mensaje por Erlend Hedinson Mar Jun 12, 2012 12:25 pm

Y sus faldas de hojas y tallos se movían al compás de las delgadas cinturas que bailaban al son de unos tambores, moviendo dichas damas, sus brazos como si de serpientes se trataran, haciendo que los cocos que adornaban sus voluptuosos pechos chocaran entre sí en una armónica melodía que me hacía erizar la piel. Sus largos cabellos castaños, lisos como un trozo de tela recién planchada, hacían cosquillas a sus respectivas espaldas desnudas cuando ellas me daban la espalda para contonear otro de sus excitantes bailes. El cálido sol me hacía sudar un tanto y me deslumbraba, haciéndome entrecerrar los ojos antes de querer desviar la vista del espectáculo y perdérmelo, menos ahora, en que algunos cocos empezaban a caer sobre la arena…

- ¡QUITATELO TODO!- exclamé dando un brinco cuando sentí un peso sobre mis piernas alguien que hablaba sobre cocos…- ¿Nél?- pestañeé confuso al encontrarla en aquella posición sobre mí.- ¿... Y tus cocos?


Seguí con la mirada el punto que ella indicaba, unos cocos que descansaban sobre la arena no muy lejos de nosotros. El calor me asfixiaba, ella seguía encima y yo… bueno, el sueño no me había dado demasiada paz para mi pequeño sargento, así que más me valía disimular o aun pensaría que su alegría se debía a la torpeza de ella misma. Aunque por supuesto, las chicas de mi sueño eran reflejos de Néliam multiplicadas por seis. Oh… bendito cielo desde el que caí cuando Néliam cayó sobre mis piernas, arrebatándome el más dulce delirio que jamás antes había sentido… un sueño producido por el veneno de la serpiente sumado a la escena vivida la noche anterior. En aquél momento, sentí una opresión en mi pecho cuando supe que probablemente, nunca podría cumplirse dicho sueño, y no sólo porque no podría –aunque tampoco deseaba- multiplicar a la muchacha. Ella jamás sería mía.

- ¿Te encuentras bien, pequeña?- reí, alborotándole el cabello como si de una niña traviesa se tratara y que, tanto por su posición como por su rostro avergonzado, parecía esperar un castigo por mi parte, quizás unos azotes en el trasero que, sí, procedí a ellos con un par de palmadas en su bonito culo respingón, indicándole luego que saliera de encima de mí a no ser que quisiera una terapia más…. fuerte, a lo que ambos reímos como hacía tiempo que no lo hacíamos.- Bien, probaré tu cocina a ver qué tal comestible resulta… y luego me pondré manos a la obra con el refugio.- comenté cuando me ponía en pie, ejercitando los músculos de mis brazos, tórax, abdomen, glúteos, muslos y piernas con distintos ejercicios básicos. Por suerte, mi entrepierna parecía recuperada, apenas me escocía ya.


Me senté frente a la hoguera y tomé uno de aquellos conejos que tan buen aroma desprendían, hincándole el diente con necesidad y desesperación, pues el hambre había pasado factura en mi cuerpo y necesitaba recuperar las energías y la salud.

- Mñmñm… jézto tá mñú gríco… mñmñm…- balbuceé con la boca llena y sin que eso me impidiera dirigirme a una dama presente. ¡El hambre me robaba la cortesía!


Le lancé entonces una de esas ramas que contenían otro conejo y Nél lo tomó al viento, movimiento que propició que sus escasas ropas ondearan con el viento y se le viera un tanto más de muslo… tragué sin masticar y casi morí ahogado, pero valió la pena por aquella efímera estampa. ¿Qué me ocurría? No solía tener esa clase de fantasías o pensamientos morbosos con mujeres. Solía controlar siempre mis impulsos, probablemente porque nunca los había sentido. En mi vida no había lugar para los senos o las piernas abiertas, tan sólo por las guerras, la sangre, las estrategias, el honor y la valentía. ¿Por qué ahora… la miraba distinto? Meneé la cabeza con una sonrisa demencial, como si hubiera perdido el juicio y lo mejor era olvidarme de ella. Era lo más cuerdo, al fin y al cabo.

Y seguí comiendo tras cortar con mi navaja uno de aquellos cocos, ofreciendo la mitad a Néliam mientras mi mente volvía volar con los cocos, sus pechos, el cálido sol tostando su piel…

- ¡Voy a… a… pasear! ¡Necesito aire, maleza, bichos y tiempo!- señalé poniéndome en pie de repente ante la mirada estupefacta y confusa de mi compañera pero, antes de que pudiese pedirme una explicación por mi extraño comportamiento, ya me había girado hacia la vegetación y caminaba hacia ella con la navaja en alto y sintiendo el rubor de mis mejillas desaparecer poco a poco...

Oh, pero por supuesto... no podía dejarla sola allí. Meneé la cabeza, chasqueé la lengua contra el paladar y tras un resoplido, me giré de nuevo hacia mi compañera para indicarle que me siguiera, aunque no fue necesario usar las palabras para que obedeciera por esta vez.
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Mensaje por Néliam de Hedinson Miér Jun 13, 2012 1:19 pm

Aun sentada en la arena, con las ramas ya vacías y con solo los huesos de tan suculentos conejos, contemple a mi compañero, mirándole un tanto extrañada.
¿qué le pasaba?
Nos llevábamos bien, pero a veces tenía la sensación de que se cansaba de mi compañía.
Claro seria eso…todo el día juntos, sumándole mi pastosidad, que estábamos atrapados en una isla…y que encima cuidaba de mi… seguro que se sentía atrapado y harto ya de todo.

Baje la mirada un momento, intentando concentrarme en lo que él sentía. No me agradaba mucho tener que usar la empatía con otras personas, ya que de alguna forma se invadía un poco su intimidad, además de que no era grato sentir lo mismo que otros sentían,pues podía terminar siendo incluso peligroso. Pero en este caso me empezaba a preocupar.
Parpadee confusa al instante al sentir lo que el sentía, había confusión, nerviosismo, una sensación de coraje y valentía que se mesclaba extrañamente con las ganas de marcharse y huir…Me quede casi igual que antes, pues había algo que perturbaba a mi compañero, produciéndole una confusión enorme.

Me levante y camine hasta llegar a su lado haciendo una mueca.
Va todo bien? Me acerque tomando su frente, percatándome que la temperatura era normal Oooh…entonces recordé. La noche anterior, cuando la krait había picado a Erlend…el parecía “estar ocupado”, quizás ahora…quería “estar ocupado” otra vez. Seguramente ya no le molestaría la entrepierna, asi que era posible. Jejejeeje…ehm…Erlend si quieres ir a hacer tus cosas podemos separarnos también un rato…tu…no te preocupes, comente mirando hacia una rama, fijándome en algunas aves de colores que se posaban en ellas. Sin embargo mi compañero hizo un gesto de no entender nada y me indico que continuásemos asi que empezamos a caminar adentrándonos en la maleza.
Sin hablar mas del tema.

Pasaron los minutos y nuestra caminata nos conducía con calma mientras apartábamos el ramaje a nuestro paso, incluso teniendo que cortar algunas hojas enormes de la vegetación. Me enganche unas cuantas veces entre las hojas, ya que mi falda deshilachada estaba empezando a darme problemas.
Dichosa falda! Comente dándole un fuerte tirón,rasgando aun mas la tela si cabia. A este paso terminare haciéndome un traje con hojas y cubriéndome con cocos!!! Erlend comenzó a toser cuando dije eso, así que le di algunas palmaditas en la espalda después de hacer el veinteavo nudo a mis ropajes, intentando que aguantasen un poco mas. Pues lo único que quedaba ya de este era la falta rasgada, de cintura para arriba simplemente llevaba mi corsé blanco, que por ser de una tela más gruesa y de una forma mas rígida había resistido mucho mejor el turbulento accidente del naufragio además del ataque de aquel ser cuyo nombre no quería ni recordar.

Pasaría una media hora de caminata -quizás mas-, cuando los mosquitos comenzaron a aparecer cerca de nosotros. Aquello empezaba a estar atestado de bichos que parecían salir de todas partes, y aquello empezaba a ponerse oscuro debido a la misma vegetación. Asi que continúe caminando detrás de él, sin separarme mucho, hasta que las ultimas hojas nos dejaron paso hasta un lugar un tanto más despejado.
Erlend miraba algo con gesto de melancolía, asustándome un poco así que seguí su vista hasta dar con lo que miraba.
Oh no….Néil… El joven marinero se hallaba cerca de un lago oscuro y pantanoso. El solía encargarse de las reservas de comida, y también ayudaba en la cocina.Por eso no se le veía mucho... Indique a Erlend. Mientras caminaba hacia el pobre chico. Su cuerpo habia dejado un buen rastro de sangre, lo cual indicaba que había arrastrado hasta llegar cerca del lago, quedando su cuerpo ahora desgarrado y lleno de sangre seca, bichos y vegetación que comenzaba cubrirle ligeramente.
Me acerque a él caminando con lentitud, me hallaba a un metro de distancia. Pero entonces un enorme cocodrilo salto de las aguas cogiendo el cuerpo de nuestro camarada y devorándole hasta la cintura sin apenas tardar.

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! Grite mientras retrocedía alarmada, chocando mi espalda contra el pecho de Erlend, notando como ponía los brazos a mi alrededor a la vez que yo agarraba sus brazos con posesividad. Ambos retrocedimos veloces,tambaleantes y espantados observando como el cocodrilo devoraba ferozmente tragándose la pierna restante, girando sobre si mismo en las agitadas y oscuras aguas para romperle los huesos del cuerpo, haciendo que estos sonaran como ramas crujiendo.
Seguimos retrocedimos caminando hacia atrás, tan rápido como nuestras piernas nos dejaban. Alejándonos torpemente sin poder parar de mirar a aquella bestia de más de ocho metros de largo, hasta que chocamos contra un árbol. Nos quedamos inmóviles observando el panorama. Contemplando como la bestia volvía a sumergirse poco a poco, aun con un pie fuera de sus fauces.
Fue en ese entonces, cuando aun seguíamos en estado de shock, que se comenzaron a sonar tambores…El sonido de tambores en la lejanía…
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Mensaje por Erlend Hedinson Miér Jun 13, 2012 4:58 pm

Torcí el gesto y una idea cruzó mi mente mientras sostenía a Néliam entre la protección de mis brazos. Miré a lado y lado hasta que encontré algo que pude utilizar para mi propósito en mente, por lo que solté a Néliam y le pedí que se mantuviera estática dónde estaba. Me acerqué sigilosamente hacia una parte de la orilla del estanque, cortando con mi navaja un tallo de las cañas que allí crecían. Volví a retroceder y mientras contemplaba cómo el animal nadaba a sus anchas por aquél lago, me apresuré a formar unos orificios yuxtapuestos y horizontalmente, creando así, algo parecido a una flauta como instrumento musical.

Me acerqué entonces al agua, cerrando los ojos seguro de mí mismo, susurrando unas palabras al viento antes de empezar a soplar la caña de la que pronto emanó una melodía de altos decibeles, estridente, incluso, ruidosa y molesta para cualquier oído humano. No obstante, la fiera salió de su escondite y se acercó a mí pausadamente, con los ojos bien abiertos y las fauces escondidas. Cesó su avance ante mí, observándome, contemplándome maravillada. La amansé gracias a un conjuro pronunciado antes de empezar a tocar aquella pieza sinfónica que realmente, me había inventado sobre la marcha. El poder residía en el sonido y en el hechizo que logró hipnotizar al cocodrilo hasta tal punto, que permanecía absorto tan sólo escuchándome. Aproveché el momento y, mientras con una mano seguía moviendo los dedos por aquella flauta improvisada, con la otra tomé mi navaja y con un golpe seco, profundo y firme, se la clavé en el cráneo una sola vez, suficiente para que el animal cayese de lado completamente muerto.

Cuando me giré hacia Néliam, me di cuenta que aquél no era aquél cocodrilo no era el animal más peligroso que nos podríamos haber encontrado, pues allí, sujetándola por el cuello, varios indígenas la mantenían cautiva mientras otros muchos, situados en un camino más alto que igual daba al claro en el que nos encontrábamos, me señalaban con la boca abierta como si acabaran de ver magia. Bueno, realmente, era cierto, supongo...

Escruté a los indígenas en silencio, percibiendo por su tonalidad ocre de piel que aquella isla no estaba demasiado encarara al sol, que quizás nos hallábamos en un paraje más bien húmedo que seco. La mayoría de sus cabezas habían sido rasuradas y sus cuerpos estaban llenos de tatuajes e incrustaciones de huesos animales que seguramente, contendrían connotaciones rituales o religiosas para su tribu. Su único vestuario eran las pieles que usaban como taparrabos, aunque en muchos casos, la desnudez era su única indumentaria téxtil. En cuanto a armas... a penas tuve tiempo para fijarme, pero la mayoría eran muy rudimentarias, sobretodo percibí lanzas, puñales y hachas, nada de armas de fogueo. Uno de los que estaba situado en lo alto del paraje, llevaba consigo un arco y varias flechas. Otro, más próximo a Néliam, una maza de pinchos.

Alcé las manos y tiré la navaja al suelo, lejos de mí, dando a entender que no pensábamos atacarles. Me giré poco a poco hasta encararme con Néliam y uno de aquellos indígenas que parecía ser el jefe. Uno de los de arriba, el que me señalaba, dijo algo en una lengua desconocida y el jefe, me miró con desconfianza mientras fruncía su labio superior y se acercaba a mí a grandes zancadas. Contuve el aliento y mantuve esa mirada felina hasta que, desarmándome ante sus gestos, me sentí examinado por él, pues empezó a olisquear mis cabellos rubios como si fuese algo de otro mundo, lamiéndome incluso la mejilla, abriéndome el ojo derecho para acercarse y fijarse mejor en el color de mi iris, moviendo sus dedos hacia mis pectorales y abdominales marcados, chasqueando la lengua de vez en cuando, soltando afirmaciones cuando por ejemplo, me palpó la entrepierna. ¿Qué demonios querían de nosotros? Mi única preocupación y pensamiento era Néliam, con el rostro compungido por el descondierto y el pavor. Debíamos escapar de ellos, pero... ¿cómo?
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Mensaje por Néliam de Hedinson Jue Jun 14, 2012 2:21 pm

Observe absorta como Erlend dominaba a la bestia mientras sus ojos y los de aquella se miraban casi como si hablaran un lenguaje secreto.
Se había levantado una ligera brisa cuando aquello había ocurrido, y casi podía jurar que el viento se acercaba a él, como si lo atrajese.
Me percate en silencio de las habilidades de mi compañero, tragando saliva cuando de pronto, aun demasiado absorta sentí una mano que me agarraba del cuello, empujando de mi hacia atrás hasta pegarme aun mas al árbol. Desvie la mirada encontrando a aquellos hombres que ahora salian de entre la maleza.
Se acercaron con rapidez mirándonos con asombro, toqueteando a mi compañero. Les mire asustada y perpleja, percatándome de que al terminar de analizarle a él venían a verme a mi. Tomando la trenza que llevaba, deshaciéndola, olisqueando los mechones ondulados de mis cabellos castaños, incluso tirando un poco de ellos. Luego se acercaron a mi mirando mis ojos incluso entrecerrando los suyos, como si esperasen que pasara alguna cosa, para terminar utilizando sus propias armas para darme toques en el pecho mientras yo arqueaba una ceja ante sus comentarios, no los entendía. Pero algo me decía que no eran de buen gusto.
Continuaron mirándonos un buen rato mas, apuntándonos. Mirándonos, diría que con recelo y cierta desconfianza. Mientras algunos murmuraban al observarnos. Hablandole al que parecía ser su jefe.
Tenia que hacer algo. La idea de imaginarnos dentro de una enorme olla, era algo fantástico que ahora podría hacerse realidad...

Cerré los ojos e intente evadirme de todos los ruidos de aquella selva, incluso de los murmullos extraños de aquellos que nos acompañaban.
"Escuchad mi llamada…donde queráis que estéis…
Venid ante mí, os llamo humildemente…
Mostraos…dejadme ver vuestras presencias…
Confutatis maledictis,
Flammis acribus addictis,
Voca me cum benedictis.
Oro supplex et acclinis,
Cor contritum quasi cinis,
Gere curam mei finis."


Traducción:

indique mentalmente, recordando aquellas frases en latín que no sabía quien me había enseñado. Suspire y espere paciente unos segundos, notando como la brisa aumentaba nuestros pies. La temperatura bajó, notándose enseguida, pues aquel clima era demasiado cálido mientras que ahora se mostraba fresco y agradable ante todos. Sin embargo la humedad aumento en el ambiente, notándose el vapor a nuestro alrededor. La brisa comenzó poco a poco a remolinarse a mí alrededor, estando yo al centro de aquello. Abrí los ojos contemplando que entre los que nos encontrábamos allí, comenzaban a aparecer semitransparentes figuras, todas ellas similares a los lugareños de aquel lugar. No logre averiguar cuantas habían, pues algunas se mezclaban y se perdían entre la maleza.

Sus rostros serios y sus facciones arrugadas parecían mirarme sin ninguna expresión en sus rostros. Simplemente estaban allí por ser convocados, sin rabia, ni tristeza, ni alegría.
Los nativos comenzaron a inquietarse, mirándose entre ellos, farfullando cosas en su idioma.
Hasta que de pronto una de los espectros, -una mujer joven- se acerco a mí quedándose delante. Su rostro se mantenía sereno, y sus indumentarias llevaban plumas blancas, sobretodo en sus cabellos largos llenos de trenzados y decorados de madera.

Por favor…Ayúdanos…Implore mentalmente mientras le miraba.
Hemos llegado a este lugar por accidente, estamos perdidos aquí…No pretendemos dañar nada ni a nadie…Solo queremos volver a casa…indique mirando a Erlend, pues al decir eso me percate de que realmente no tenia casa, pero que me sentía en mi hogar, si sabía que él estaba cerca…Baje un momento la mirada un tanto avergonzada. Pues sabía que tendría que explicar a mi compañero lo que ocurría, y sabia que aquello le sorprendería bastante viniendo de alguien como yo. Alguien que desconocía su pasado, pero que por el contrario podía invocar a los muertos a placer.
Espere unos segundos hasta que la joven asintió muy lentamente, mientras su figura desaparecía para posteriormente dejarse ver ahora a mi lado izquierdo, como si contemplara mi perfil.

Soy Ixchel…
Repite mis palabras índico con una voz suave y frágil, casi como si se tratase del susurro del viento.
Asentí, confiando en la joven. y repetí lo que ella me decía.

Uke hau rei okine ha.
Venimos en son de paz.

tik hem noh kalé demi
Somos los viajeros del tiempo…

suk'mah so toe
Traemos con nosotros la verdad.

kum sa lim Odérfiras ne kohn
La fuerza de Odérfiras os protege…

Odígnis ble mendum tarantarosh
Y la bendición de Odígnis cae sobre vosotros.

Los indígenas exclamaron alarmados, alejándose de Erlend y de mí, mirándonos como si hubiesen visto algo digno de admiración, antes de que el hombre que parecía el líder diese un grito y alzara su bastón. Comenzó a hablar muy rápidamente, indicando cosas a su gente mientras nos señalaba, acercándose a mi, señalando mis ojos y luego mi pecho. Luego acercándose a Erlend, para señalarle el rostro y luego el bajo vientre.
Momento en que todos exclamaron y se arrodillaron, postrándose ante nosotros.
Parpadee confusa y miré a mi compañero, viendo en su mirar que al igual que yo, no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando. Quería decirle lo que ocurría, así que pregunte a la joven indígena que se hayaba a mi lado con cierta desesperación.

Ixchel! Qué ocurre? Que ha dicho? Pregunte con angustia en voz alta sin darme, posiblemente el resto solo vería a una demente que hablaba con el aire.
Mi rostro dejo de tener actitud de perplejidad para comenzar a tener el semblante de alguien a quien le están gastando una broma pesada mientras ella me comentaba. Mire a Len dejando escapar una risa, negando con la cabeza.

Dicen que tu eres su “bien dotado” y valiente dios,quien los protege, el que mata a las bestias; Odérfiras.
Y que yo soy…ejem… “la de grandes cocos”, la diosa sabia que revela las profecías…dicen que soy el oráculo; Odígnis.

El rostro de mi buen amigo, fue el mejor rostro de póker que había visto en mucho tiempo. Pero aun así, antes que mi compañero pudiese pronunciar nada, todos los aborígenes se pusieron en pie mientras se apresuraban a tomarnos de los brazos, y empujarnos con ellos, busque a Erlend con la mirada, viendo que le situaban a mi lado, mientras todos ellos se ponían detrás de nosotros, empujándosenos con sus manos, o tocándonos con las puntas de sus armas arcaicas.
El que parecía que era el líder se posiciono delante de nosotros, indicándonos el camino mientras los demás seguían por detrás de nosotros, empujándonos para seguir.

Gire el rostro hacia atrás, Contemplando como los espectros nos miraban marchar, haciendo un gesto y desapareciendo poco a poco sin más. A excepción de la joven, -Ixchel- que me miro sin decir nada, pero indicándome con la mirada que no sería la última vez que nos veríamos…
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Mensaje por Erlend Hedinson Jue Jun 14, 2012 4:28 pm

Todavía me costaba asimilar que Néliam fuese una hechicera. ¿Cómo no pude darme cuenta antes? Había convivido con ella durante casi un año y ni siquiera había olido que pudiese tratarse de una bruja...

Otro empujón por parte de nuestros anfitriones cortó el hilo de mis cavilaciones, relajando por un momento, la arruga formada en mi entrecejo. De reojo, Néliam me miraba como si esperara que le dijera algo, que le preguntara o que de alguna forma, me dirigiera a ella. ¿Cómo...? Era com si de pronto, no la reconociera. Aunque no podía juzgarla, por supuesto, dado que yo tampoco había mostrado esa faceta mía. Aun así, me sentía traicionado, no podía evitarlo.

Volví a recordar sus palabras, su embrujo... ¡estaba tan claro que había usado la necromancia! Aunque yo no tuviera ese don, me había empapado sobre libros y libros de brujería, conocía prácticamente todo sobre su historia, sus encantamientos, sus efectos y soluciones. Todo. Y seguía torturándome, preguntándome cómo no me había podido dar cuenta antes, cómo podía haberse burlado de mí de aquél modo, cómo... ¿y si realmente no era amnésica? ¿Y si se trataba de una espía o un enemigo? ¿Y si me había usado? Ahora dudaba de todo cuanto había salido de su boca, y aquello me entristecía y desesperaba hasta límites insospechados.

- Asenyeni.- dijo el jefe de pronto, haciendo detener a todo el grupo que caminábamos tras él.- Inini uke phitokew toe.

Sin tiempo a hacerme pregunta alguna, dos altos y corpulentos hombres me arrastraron hacia lo que parecía, el campamento en el que la tribu se alojaba, separándome de Néliam a quién transportaron hacia otra parte del recinto rodeada de mujeres y niños. Mientras caminaba por aquél paraje, empecé a analizar la sociedad que vivía allí: al no hallar animal domado alguno, imaginé que se trataba de una subsistencia basada en la recolección y la caza, algo que explicaría sus atuendos guerreros. Pronto descubrí que se trataba de un poblado distribuido por filiación, con una fuerte diferenciación por género, aunque no por dinero como lo sería en nuestra sociedad, sinó que simplemente, no tenían el mismo acceso a los recursos que los hombres. El lideraje de la tribu se basaba en un chacal y su Consejo de Ancianos, aunque éstos últimos parecían ser un simple comodín, cuyas palabras jamás se tomaban como una orden sino como precisamente, un consejo. Así, todo el poder residía en el chacal, que no era el mismo hombre al que había tildado de jefe en nuestro primer encuentro. Por la distribución material de la tribu, adiviné que se trataría de un pueblo nómada, por lo que me dio una idea de que aquellas tierras, no serían demasiado fértiles para sostener toda aquella tropa. En aquella aldea no debían vivir más de unas cuarenta personas, cuyas residencias se construyeron en círculo y con forma cónica. En cada cabaña, residía un núcleo familiar, aunque en alguna aprecié rasgos distintos entre ellos, por lo que tampoco pude afirmar aquella hipótesis. En el medio de aquella aldea, había unas brasas, las mismas que más tarde encenderían para comer, conversar, explicar sus mitos y leyendas, mostraron sus tradiciones a los más pequeños y por supuesto, festejaron y realizaron rituales mediante el curare, una droga que el chamán respiró para... bueno, eso sería adelantarme a los acontecimientos. Como decía, por mi paseo por aquella aldea me fui fijando en los detalles de las gentes, como por ejemplo, en sus vestimentas... escasas, cabe decirlo, se basaban más en algo ornamental que protector. Los hombes sólo llevaban encima unas cuantas cuerdas de algodón en sus muñecas, tobillos y cintura, manteniendo el prepucio sujeto a la cuerda de esta última. Algunos usaban ramas enrolladas al cuerpo, algo un tanto más civilizado, sin duda. En cuanto a las mujeres, sus cuerpos eran cubiertos por pigmentos de muchos colores, sobretodo en rojo y negro, poniéndose collares, plumas en la cabeza y atadas a los brazos, luciendo también pendientes.

Con otro empujón, me metieron dentro de una de aquellas cabañas, vacía a simple vista pese a que pronto se llenó de mujeres sonrientes -y mayormente desnudas- que se aproximaron a mí para desvestirme mientras se contoneaban frente a mí.

- ¡Oh, no, no, gracias, pero me gusta usar pantalones...!- exclamé en cuanto una de ellas se empeñaba en quitármelos, ofreciéndome a cambio, un taparrabos de piel color marrón oscuro, probablemente arrancado a un oso. Un oso... ¿Habría osos por allí?

Batallé y forcejeé con las damas, pero pronto me di por vencido con un suspiro y dejé que me embadurnaran con sus pigmentos y vistieran y ornamentaran con lo que quisieran, acabando disfrazado casi como uno de ellos, pues en mi cada uno de mis pectorales había ahora la marca de una palma de mano roja, siendo dicho taparrabos lo único que cubría mi intimidad y parte de mi trasero, enjoyado a base de raíces vegetales y con un collar hecho de dientes humanos. Con mi pelo, no se les ocurrió hacer nada mejor que una cola atada con otra cuerda y por supuesto, me robaron el único zapato que conservaba. Ahora sólo faltaba gritar como un salvaje para verme convertido en justamente eso, un salvaje.

Mientras mis ojos recorrían la estancia en penumbra, la voz varonil de uno de los que me había transportado hasta allí, me tomó del brazo y me indicó que saliera. Por el sonido de tambores y la enorme hoguera que reinaba en medio del pueblo, algo me decía que allí pronto se celebraría algo. Recé para que no fuese mi decapitamiento.
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Mensaje por Néliam de Hedinson Vie Jun 15, 2012 8:57 pm

Me sentía mal por no haber hablado con Erlend. Mientras caminaba a su lado, quería explicarle lo que había ocurrido. Indicarle que sabia utilizar la necromancia, además de tener otros dones…Pero como hacerlo? Como empezar? Ni siquiera sabia quienes me habían enseñado lo que sabia. Y si se había enfadado? Y si ahora algo había cambiado? Note un nudo en la garganta de solo imaginar que el podría despreciarme. Sabía que quizás yo seria una sierva mas, una compañera de su tripulación.
Pero yo...yo le apreciaba…Apreciar. Yo le quería, aunque no me gustase mucho tener que admitirlo…Pero así era. Le quería demasiado aunque supiese que el jamás me tendría a mi en tan alta estima, ni que mucho menos me correspondería, era simplemente imposible que sucediese. Aun así, no podía evitar que lo que él pensara de mi me preocupase demasiado.

Sin embargo cuando las mujeres nos separaron, me quede con las ganas de decirle algo, pero ya era tarde. Ahora me veía arrastrada por unas jóvenes, algunas mujeres mayores e incluso algunas niñas -quizás de entre unos siete a once años- que caminaban a mi alrededor conduciéndome con ellas dentro de una pequeña choza. Una vez allí, comenzaron a mirarme sonriendo, murmurando cosas entre ellas para después tomar mis manos, e incluso mis cabellos, tocando con las puntas de sus dedos el rígido corsé que llevaba puesto, mientras una de ellas se acercaba con una rustica daga hacia mi.

Hey hey!...pero que..! que pasa? Aquella mujer me asusto, que me iba a hacer? Iba a cortarme??? Pero entonces me giraron, dejándome de espaldas a ellas. Cortando con agilidad todas las cuerdas del corsé. Me lo agarre por delante como pude mientras ellas tiraban de el intentando quitármelo. Pero señora! Señora!! Noo Señora, suelte, suelte mi corsé!!! indique aun intentando sujetarlo . Pero entonces las niñas pequeñas se acercaron a mí, riendo alegres, acercando algunas plumas que llevaban atadas en unas cuerdas al cuello, pasándolas con cuidado por mis costados ahora al descubierto.
Mmm? Ooh noo jajajajaa. Noo niñas! Jajajajaajajaj nojuguéisjaconjajaconjajaconmigojajaja basta! Jajajajaaj Bastjajajajajaa!
Las pequeñas niñas, juguetonas y traviesas me hicieron cosquillas hasta hacerme llorar, aunque las mujeres que me acompañaban también comenzaron a reír, en una especie de cadena de risa contagiosa sin sentido. Mientras me quitaban el corsé y procedían a rasgar el resto de mi estropeada falda, dejándome finalmente como había venido al mundo. Hasta que finalmente me dejaron respirar, dejando que tomase aire.

Me sentía incomoda, asustada, con ganas de escapar…Y atrapada allí entre aquellas mujeres, pero no podía hacer nada mas que esperar a que terminasen con lo que tenían en mente. Procediendo a colocarme una falda asimétrica realizada con cuerdas que sostenían tupidas y frondosas plumas marrones, más largas en el lado izquierdo que en el lado derecho. Algunas llegaban hasta el suelo y otras quedaban más arriba de la rodilla, dejando bastante piel al aire. Después de eso me sentaron en medio de la sala, mientras las mismas niñas y algunas de las jóvenes se ponían a jugar con mis cabellos, algunas haciendo finas trenzas, otras colocando ornamentos de madera en algunos mechones. Les contemple sabiendo que si rechistaba las niñas atacarían una vez más, usando sus plumas contra mis cosquillas…Así que di un resoplido y deje que me estironeasen un poco más, mientras yo seguía con los brazos cruzados, ocultando mis senos como podía. Hasta que las mujeres mayores se acercaron, poniendo un gran collar en mi cuello, pesaba bastante y parecía hecho de pequeñas piedritas rojizas similares al coral.
Aquel enorme colgante y mis cabellos tapaban mi pecho, relajándome un poco. Pues estaba a unos cuantos gritos, de convertirme en una indígena histerica mas, perdida a saber dónde.

Luego de eso me pusieron en pie, colocándome algunos decorados mas en los bíceps antes de hacerme salir de ahí.
Las niñas pequeñas me tomaron de las manos y me condujeron con ellas hacia lo que parecía ser el centro de algo. Los tambores sonaban con fuerza mientras ellos tocaban, bailaban y encendían hogueras, hablando entre ellos.
Las niñas me condujeron hasta un extraño altar, haciendo que me sentase delante de un gran disco metálico en algo parecido al cobre. Aquella cosa parecía una especie de Gong con relieves. Unos relieves que mostraban a dos figuras, que una enfrente a la otra parecían alzar en el aire algo parecido a un sol. Comencé a analizarla descubriendo que los ornamentos que llevaba una de las figuras se parecían bastante a los que llevaba yo en aquel momento.

Me senté de rodillas, y espere delante del “gong” Mientras en breve traian a alguien que con un moño rubio caminaba con gesto de fulminar a todo el mundo. Sus pectorales decorados con tintes y su escasa ropa, me hizo alzar las cejas en un espontáneo y sincero:
Wow! …Erlend parecía uno de ellos. Sin embargo su porte, sus facciones, su piel blanca y su semidesnudez le hacia verse como si fuese el dios de alguna cultura antigua y perdida, le faltaba el caballo, la espada y esa sonrisa suya tan irresistible…Aunque ahora -serio y diría que malhumorado- se veía aun mas provocador a mis ojos! Casi podía verle conquistando tierras y dominando a los súbditos a sus pies…Que Súbditos! incluso yo me habría rendido de solo verle llegar…Supongo que no habría sido un enemigo muy duro de matar en aquel combate ficticio de mi mente. Recorrí su cuerpo visualmente. Notando como el calor subía por mi rostro.
Los hombres le hicieron sentarse delante de mí, mientras yo le miraba sin poder evitarlo.

-Ahm…ehm….bo…bonitos…dibujos llevas en los pectorales… Indique de forma simple. Pero entonces parpadee e intente concentrarme. Tenía que estar espabilada, ya luego podría fantasear con el “dios antiguo”
Lén…quisiera…Quisiera hablar contigo…Indique con cierta angustia. Pero entonces, antes de que pudiese decir nada mas los tambores comenzaron a sonar aun mas fuertes, todos al unísono. El líder se había posicionado delante de nosotros, alzando sus brazos hacia el cielo, mientras las gentes paraban de bailar y se reunían cerca de nosotros…
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Mensaje por Erlend Hedinson Sáb Jun 16, 2012 12:53 pm

La voz del chamán que ahora presidía aquella ceremonia me distrajo, impidiendo escuchar aquello que Néliam tenía que decirme. Empezó a hablar con el ceño fruncido, alzando sus brazos antes de entonar unos versos que por supuesto, no entendí. Unos hombres nos tomaron a Nél y a mí por la cintura, obligándonos a levantar del suelo en el que yacíamos como simples espectadores, guiándonos hacia la peana dónde nos giramos hacia el público, entrelazando los dedos de nuestras manos tal y como el chamán pidió con un simple gesto. Néliam y yo nos miramos confusos, sin entender qué ocurría a nuestro alrededor, cuando la gente empezó a gritar, saltar y bailar, antes de ser silenciados de nuevo por aquél jefe. Volvió a hablar, esta vez con mayor solemnidad. Los rostros de las personas se volvieron serias aunque un destello en sus ojos me hacía pensar que aquello que él decía, les resultaba esperanzador. Así, manteniendo aquella postura junto a mi compañera de tripulación, sobre mis hombros y cabeza sentí el peso y un olor.. Rodeé los ojos en cuanto supe que ahora, a demás del ridículo vestuario, debía llevar encima el peso del cocodrilo que aquella misma mañana había matado. Le habían desgarrado la mandíbula inferior, dejando sólo la superior para que cubriera mi cabeza como si fuese un sombrero o una capucha. Sus amenazadoras fauces adornaban ahora mi frente y sus ojos abiertos contemplaban rígidos aquellos a los que durante tanto tiempo había acechado. Hasta mi llegada, claro. ¡Ahora lo comprendía, me veían como a un héroe! Por ello me premiaban con la cabeza del cocodrilo, por ello habían organizado aquella fiesta en nuestro honor. Pero había muchas cosas que no encajaban... De reojo, pude ver cómo a Nél, usando un clavo de hierro ardiente, perforaban su oreja con tal de ornamentarla con un pendiente de color blanco con piedras rojizas.

- Oh, kaumku, sebelum mata kita, kita mempunyai tuhan-tuhan yang kami bernubuat, dan Odérfiras Odígnis, yang dengan kesatuan ilahi mereka akan melindungi tanah dan jiwa kita buaian, sentiasa memastikan bahawa kehidupan kita begitu, mereka membuat keputusan.Menyembah mereka sebagai tuhan-tuhan ... dan bahawa beliau akan dilakukan!

Dicho eso, una mujer de tez más oscura que el resto, rasurada de la cabeza completamente y vistiendo sólo una pluma blanca en forma de collar que le caía por su escote, se acercó a nosotros con un plato de cerámica, ofreciéndome, entre cánticos del chaman que empezó a salpicarnos con un polvo blanco como el yeso, unos testículos de toro. El chamán me tomó de los hombros y pidió que me arrodillase para tomar lo que la muchacha me ofrecía pese a que la mueca de mis labios habló por si misma, no librándome pese a ello, de tener que comérmelos enteros, conteniendo las náuseas que su sabor me producía. En cuanto a Néliam... ella no tuvo mejor suerte, pues le ofrecieron un corazón que por su tamaño y forma, parecía ser el de una vaca. Esto me recordaba a rituales ancestrales basados en creencias religiosas sobre las que algunos animales transmitían dones como la fertilidad, en el caso del toro, o como la maternidad en el de la vaca. ¿Qué tenía eso que ver con nosotros? ¿Lo sabría Néliam?

El chamán tomó un cuchillo bastante mal tallado, acercándolo a mi muñeca para realizar una pequeña incisión, recogiendo en un cuenco unas muestras de mi sangre. Por lo menos fueron amables, y mientras Néliam repetía la misma acción sobre su piel, pude vendarme la herida con un trapo blanco que me ofrecieron. Tras ello, intercambiaron los cuencos para hacernos beber la sangre del otro, frunciendo el ceño cuando tuve que asimilar el sabor de la sangre de Néliam, siendo, en realidad, casi apetitoso por su dulzura. Cosa de hechiceros, quizás.

Finalmente, el chamán nos pidió que nos sentáramos sobre un par de tronos de piedra situados sobre una elevación del terreno al que se accedía mediante unas escaleras. Ante nosotros, empezó a desarrollarse una celebración con cánticos, bailes, risas y descontrol alrededor de la hoguera encendida, usando los tambores como único instrumento musical mientras las mujeres cantaban y bailaban, siendo los niños los que correteaban por allí, un tanto ajenos a la fiesta. La noche empezó a conquistar el cielo y con las estrellas ya posadas en lo más alto del firmamento, sentí unas ganas tremendas de desaparecer de allí, por lo que me alcé con la intención de regresar a la playa y quizás pensar sobre todo lo acontecido aquellos últimos días, quizás para ponerme a construir la choza que tenía en mente antes de regresar jamás con aquella pandilla de descerebrados, la verdad es que no había tomado decisión alguna, pero tampoco me dieron opción. Uno de los guardias me detuvo en cuanto me puse en pie del trono y meneó la cabeza, indicándome que le siguiera. Y yo, ingenuo, obedecí, viéndome transportado hacia una enorme carpa cuya luminosidad brillaba por su ausencia pero las risas femeninas... inundaban la estancia.
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Mensaje por Néliam de Hedinson Dom Jun 17, 2012 8:40 am

En cuanto Erlend se levanto todos dejaron de bailar, mirándole. Mientras aquel hombre le conducía con él, impidiendo que se fuera a otro lugar que no fuese el que ellos deseaban. Pero con brevedad continuaron con sus bailes al ritmo de los tambores, volviendo a juguetear cerca del fuego y a animarse. Mientras yo, aun sentada en aquel trono de piedra con las piernas cruzadas, pensaba en cómo hacer.
Tenía que buscar un momento para hablarle, tenía que explicarme ante él. Sin embargo aun sentía nauseas por aquel enorme corazón de vaca…Me tape la boca y cerré los ojos intentando no pensar más en ese sabor que aun seguía en mi boca. Si no hubiese sido por la sangre de Len –que a pesar de ser extraño, sabía bien.- Habría vomitado ahí mismo, y seguramente me habrían quemado por ser una hereje o algo así.

Abrí los ojos después de un breve momento y me puse en pie también. Mientras ahora los ojos me miraban a mi. Una de las mujeres se acerco, tomando de mi brazo. Pero yo camine en sentido opuesto, mientras ella me sujetaba sin separarse. Diciendo cosas en su lengua mientras yo empezaba a forcejear.
Noo…suélteme..yo tengo que hablar con…La mujer gesticulaba y se aceleraba mientras me hablaba, a la vez que otras mujeres se acercaban para decirme mas cosas como si me protestaran por algo que yo hubiese hecho. Y entre aquel jaleo yo intentaba explicarme incluso haciéndoles gestos.
Señoras! Señoras! A ver…Yo! indique señalando mi pecho. Blablá! Dije moviendo mis manos como si llevase un títere de calcetines en ellos. Con Erlend!
Yo blablá!..nooo…Yoo. Yoo! Odignis! Blabla con… Me tome los cabellos como si quisiera hacerme una coleta, señalando mi cabeza. Con el dios rubito! Ode…odi…Odérfiras! Eso! Yo blablá Odérfiras! Gesticule para ellas, mientras ellas negaban, hablando todas a la vez, mientras yo seguía con mis intentos frustrados para que me entendiesen.
Oh señoras…por favor dejadme ya en paz…les implore juntando mis manos casi como si fuera una plegaria. Tengo que hablar con el dios rubito es importante! Tengo que hablar con…puse los brazos como si estuviese haciendo pesas. Con el fuerte, con el de los brazos asi!...Apufff…solté un resoplido mientras ellas me tomaban de los brazos, arrastrándome y empujándome por la espalda.Por mas que lo intente no habia podido librarme.
Caminanos hasta que me llevaron a una tienda. Haciéndome entrar en ella mientras seguían hablando todas a la vez. Pero una vez alli dentro, en medio de la estancia, una mujer pujaba entre gritos, en lo que parecía un parto muy pero que muy avanzado.
Me acerque a ella rápidamente, palpando su frente, y posicionando mis manos sobre su abdomen abultado un momento, Abri sus piernas percatándome de que la dilatación ya estaba en su estado máximo, sin embargo a pesar de sus respiraciones y de su esfuerzo no parecía ocurrir nada. Su abdomen habia expulsado el liquido amniótico, pero no había rastro del bebe.
Los gritos de las mujeres seguían y comenzaban a desesperarme, habia demasiada gente allí. Y el parto parecía tener algunas complicaciones.
Me puse en pie algo irritada. Y me centre por un momento en la imagen de Ixchel. Implorándole que apareciese para mi pues la necesitaba. Notando como una brisa fresca y agradable nos inundaba, mostrando la presencia de aquella joven delante de mio a los pocos segundos.
Le comunique mentalmente que necesitaba su ayuda, que tenia que comunicarme con aquellas mujeres, e Ixchel asintió.Desvaneciéndose por un momento mientras sentía que la brisa me traspasaba a mi, notando mi cuerpo frio y distinto por un momento, como si por un instante fuese Ixchel y no yo misma. En aquel momento, comencé a enteder todo lo que aquellas mujeres decían.

Silencio! Obedeced lo que os mando. Contemple a las mujeres que ahora habían callado, mientras que al lado de la parturienta dos jóvenes quizás de unos trece y quince años seguían arrodilladas, mirando a aquella más preocupadas que las demás.
Tienes que ayudarla..Tienes que ayudar a mamá!
Vosotras dos me ayudareis, acercadme las vendas y el agua. E intentad calmar a vuestra madre. Indique mientras las niñas asentían. Entonces me gire para mirar al resto de mujeres.
Vosotras tenéis que salir. Todo el mundo fuera de aquí! Ordene tajante, extendiendo mis brazos mientras las invitaba apresuradamente a salir de allí, empujándolas mientras ellas reclamaban, hasta que las pude echar a todas. Para terminar quedándome con solo aquellas tres personas.

Me acerque a la mujer que daba a luz, mientras que las niñas me acercaban las cosas que les había indicado, esperándome en silencio.
Yo arrodillada junto a las rodillas de aquella mujer comencé a palparle, percatándome enseguida de que el problema se debía a la postura del bebe, que no era la correcta.
Lave mis manos lo mejor que pude con el agua que me ofrecían antes de presionar el abdomen de aquella mujer, mientras le indicaba que empujase…
No se cuanto tiempo pase allí dentro de aquella choza, pero cuando al fin logre visualizar los pies del bebe, todo aconteció de forma rápida. Sostuve al niño mientras ella pujaba, limpiando e intentando ser breve para impedir el gran dolor de aquella mujer. Logrando sacar al bebe, al cual me apresure en limpiar y en desenrollar el cordón umbilical que se alojaba en su cuello, cortándolo lo mejor que podía con las rusticas dagas que allí tenían, procediendo a darle un suave golpe al niño, siendo su llanto lo que irrumpió en la tienda. Lo enrolle entre telas limpias cuando ya estuvo libre de manchas y se lo extendí a la madre que ahora reía aun debilitada, sujetando al pequeño mientras las niñas –sus hijas- se ponían en pie rápidamente para salir de la tienda, riendo y saltando. Yo me quede de rodillas ante las piernas de aquella mujer, aun con las manos ensangrentadas, pero ya aliviada al ver que todo había ido bien.
Fuera el murmullo de las mujeres resonaba escandalosamente.
Lo ha conseguido! El oráculo lo ha hecho! Odígnis alejara a los malos espíritus de aquí!! Estamos a salvo!!! Ahora solo falta que Odérfiras termine con su harén y la ceremonia habrá acabado!
Mire hacia la entrada de aquella tienda frunciendo el ceño…Erlend…estaba…en un...¿harén?

En aquel momento la brisa fría salió de mi y contemple a Ixchel que con una sonrisa se alejaba desvaneciéndose delante mio. Entonces, todo lo que ellos hablaban dejo de tener sentido y volvió a convertirse en un idioma que no entendía en la mas mínimo.
Las niñas volvieron a la tienda y me tomaron de los brazos, instándome a levantarme entre risas y ojos brillantes mientras yo les miraba ya cansada de rechistar. Me puse en pie y me deje arrastrar mientras fuera de la tienda los habitantes gritaban alegres y los tambores volvían a sonar con estruendo. Las mujeres comenzaron a vociferar cosas, alzándome los brazos, y posando un extraño tocado de plumas sobre mi cabeza.

Todos estaban alegres y sonreían mientras que mi rostro seguía descompuesto al imaginar que mi compañero, que mi amigo…que él…Estaba allí disfrutando de los placeres de a saber cuántas mujeres.
En aquel momento sentí que la tristeza me invadía. Yo no tenía ningún derecho a reclamar, o a decir nada. Después de todo no éramos nada…Pero aun así, me sentía como si me hubiesen atravesado una daga en el corazón, y la estuviesen retorciendo, desgarrándome poco a poco por dentro.

En aquel instante -entre el gentío- visualice una pequeña ruta, que con algunas antorchas enterradas en el suelo parecían indicar un camino que se perdía entre la vegetación. Baje la mirada, concentrándome un instante en ello. Haciendo que las sombras que a veces se movían por la noche como espectros sin cuerpo se acercaran inundándolo todo. Mermando las mismas fogatas, y llenándolo todo de oscuridad por un instante ante los gritos asustados de aquellas gentes. Momento que aproveche para correr, para alejarme de ellos cuanto podía sin mirar atrás, corriendo por aquel sendero dejando atrás todo aquel alboroto para terminar dando con una playa. Posiblemente en el lado opuesto de la isla a donde habíamos llegado en un principio. La arena allí era mucho mas fina, y las aguas a pesar de ser de noche se mostraban cristalinas y brillantes ante una luna blanca que se alzaba entre la oscuridad, junto a las estrellas.
El paisaje era hermoso, pero aun asi no podía disfrutar de él. Me deslice por la arena acercándome a la orilla, mientras las plumas de mi extraña falda ondeaban sin cesar. Recogí unas cuantas piedras de la misma arena, con mis manos aun manchadas de sangre. -Sangre que empezaba a irse al tocar el mar- y comencé a lanzarlas con fuerza, haciendo que rebotasen sobre las aguas lanzándolas lejos, con rabia contenida.

Maldita sea!!!Grite furiosa antes de arrodillarme allí mismo en la orilla, notando como una lágrima comenzaba a deslizarse por mi mejilla ante mi ceño fruncido y mi frustración.
En aquel momento escuche un crujido cerca. Deslice el dorso de mi mano por mi mejilla de forma rápida, borrando el recorrido de esas lagrimas bruscamente. Solté un suspiro al pensar que seguramente sería la tribu, que ya me había encontrado quitándome los único que deseaba en aquel momento…
Un poco de paz.
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Mensaje por Erlend Hedinson Dom Jun 17, 2012 10:55 am

Mi acompañante retiró la lona que cubría la entrada de aquella enorme carpa y decidió quedarse fuera con los brazos cruzados como si de un guardia de la fortaleza se tratara. Me invitó a entrar y seguidamente frunció su ceño para imponer seriedad, algo que su escaso atuendo le robaba completamente.

En el interior, descubrí una estancia muy distinta de las demás, cubierta por una gran tela de piel animal blanca y sostenida por una estructura cónica hecha de madera. Dibujando la planta circular de la sala, multitud de antorchas iluminaban la estancia con su vívido fuego. A medida que caminaba hacia el centro, descubría a toda clase de personas ejerciendo las artes basadas en la lujuria, acompañadas por un hombre que tocaba una flauta y cuyo rostro permanecía oculto tras su extensa cabellera, así como de otros hombres que marcaban el ritmo de la música con unos tambores adornados con huesos y piedras brillantes. Un poco más allá, un par de mujeres vestidas solamente con unas joyas parecidas al oro disfrutaban fumando por una larga pipa hecha de cañas y que, por sus pupilas dilatadas entre otros aspectos fisionómicos visibles, juraría que sus mentes andaban muy lejos de aquella carpa. Al voltear mi rostro, tropecé con una exhibición de baile por parte de varias damas que contoneaban sus caderas enjoyadas muy provocativamente, debía admitirlo. Seguí caminando sin apartar la vista de aquél grupo, chocando sin querer con un par de mozas que se besaban apasionadamente entre ellas, mirándome entonces como si quisieran que me uniese a su particular fiesta carnal, algo que rechacé llevando las manos en alto y retrocediendo unos pasos antes de dar media vuelta, contemplando ahora a una bellísima bailarina morena cuyos pezones estaban adornados con unos pendientes encadenados que guiaban tus ojos hacia su desnuda entrepierna, robándome el aliento por un momento antes de recordar cómo debía respirar por la nariz. Una mujer acarició mi brazo, volteándome de nuevo hasta que mi campo de visión se llenó del humo producido por los inciensos y por un par de mujeres que tumbadas una sobre la otra pero la una mirando hacia el norte y la otra hacia el sud, daban rienda suelta a los placeres lujuriosos que las hacían gemir y jadear. Tragué saliva, realmente extasiado, sin saber muy bien qué hacía allí. Tampoco es que tuviera demasiado tiempo para preguntarme nada, pues sin quererlo había detenido mis pasos y al bajar la mirada, me encontré con una mujer entre mis piernas que jugaba con el roce y los movimientos pélvicos contra mi virilidad. Otra fémina me abrazó por la espalda, moviendo sus manos hacia mis pectorales con fuerza y sensualidad, besando primero mi hombro antes de ascender hacia mi cuello y mi oreja, la cuál lamió entre susurros inaudibles.

Por primera vez en mucho tiempo, las rodillas me temblaban, el pulso se había acelerado y mi virilidad me traicionaba vilmente, dejándome en evidencia ante todas aquellas mujeres que ahora, sonrientes como si aquella fuese la señal que habían estado aguardando desde mi entrada, se acaramelaban a mi alrededor, acariciando mi anatomía, guiándome entre besos y susurros hacia el fondo de la carpa dónde, tras una fina cortina blanca que ondeaba por el viento que se filtraba por abajo de la tienda, se hallaba el más extenso lecho repleto de cojines, velas, copas de vino y uvas servidas en unos cuencos de cerámica rubí. Antes de que pudiese frenar las intenciones de aquellas bellas muchachas de piel oscura y desnuda ante mí, yo ya me hallaba bajo todas ellas, acostado en aquella confortable cama sumida en la penumbra. Una de ellas empezó a dejar suaves besos por mi vientre, subiendo poco a poco hasta mi garganta, mordiendo la nuez de ésta, lamiendo el lóbulo de mi oreja mientras su largo cabello azabache acariciaba mi pecho y erizaba mi piel a su contacto. El resto de mujeres se dispersaron por mi cuerpo, habiendo una en cada extremidad y otras tantas deleitándome con sus bailes a mi alrededor, mientras otras me servían vino y otras jugaban entre ellas con los racimos de las uvas expuestas junto al lecho. Respiré profundamente, tomando del mentón a aquella que más cerca de mi boca tenía, mirándole a los ojos, contemplando excitado cómo ella se mordía el labio inferior y me miraba con irrefrenable pasión, encontrando en su rostro... el recuerdo de Néliam.

Acaricié su pómulo con cuidado, suspirando sobre su rostro antes de menear la cabeza, gesto que la alejó dolida y ofendida, tomando su relevo otra muchacha, mucho más joven que la anterior y por qué no decirlo, más torpe en sus movimientos. Pero mi rechazo no se trataba de que no me gustara aquella mujer, sino que no deseaba a otra mujer que no fuese Néliam. Fue extraño descubrir aquello, como si al fin, todo cobrara sentido para mí, como si hubiese descubierto el sol tras permanecer toda mi vida escondido en una cueva. Lo cierto era que Néliam era mi sol y yo, simplemente yo, era la cueva de la que deseaba escapar. Como deseaba huir de aquella capital del pecado a la cuál no quería pertenecer.

Así, con suavidad y sin a penas alboroto, logré zafarme de todas aquellas manos que se aferraban a mi piel, arañándome incluso mi espalda cuando de un brinco salté de la cama y me disculpé con las damas con una sincera reverencia, sin que aquello aminorase sus rostros compungidos por la ofensa de mis gestos. ¡Pero no podía evitarlo, no quería aquello! Fui palpando la lona que cubría la carpa, dando gracias a Dios que la fiesta no cesaba y nadie me miraba ahora, justo cuando encontré una pequeña apertura producida por un sencillo corte sobre la tela. Por allí salí, percatándome entonces que me encontraba en la parte trasera de la aldea, una zona más alejada y escondida en la que nadie me echaría en falta. A demás, ¿quién osaría interrumpir a su Dios Semental la noche en que disfruta de su harén? Eso me daba un par o tres de horas para escapar de aquella cárcel y refugiarme en la soledad de una playa virgen -ese pensamiento me arrancó una sonrisa, a decir verdad, pues me sentí identificado-.

Deambulé por un sendero que encontré y que parecía descender hacia la costa, alegrándome al ver la orilla tan próxima a mí, con la fina arena blanca como reflejo de la luna que en lo alto del firmamento reinaba. Allí había una gran roca en la que pensaba sentarme y contemplar la noche un buen rato, meditando quizás, rezando para que todo saliera bien y nuestras vidas volvieran a estar a salvo. Pero en mi mente, no podía dejar de pensar en ella, en Néliam, en el motivo por el que no había podido ceder ante aquellas hermosas y exuberantes mujeres... Y cuando más loco parecía que me volvía, mis ojos se encontraron con su figura, dándome la espalda, con la mirada fija en un horizonte que parecía tan lejano como lo estaba mi alma de la suya. Tomé aire, reuniendo fuerzas para avanzar hacia ella con un gesto casual, agradeciendo que por lo menos mi virilidad, se comportara en aquella situación.

- El horizonte parece ser un buen escondite al que huir.- comenté con una sonrisa mientras mis pies dejaban de caminar en cuanto se posicionaron junto a los de ella, manteniendo mi mirada en el mar para no flaquear ante sus ojos.- ¿De qué escapas?- le pedí intrigado.
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Mensaje por Néliam de Hedinson Dom Jun 17, 2012 12:37 pm

Escuché su voz sobresaltándome. Pensaba que sería cualquier persona menos él. Gire el rostro para mirarle hacia arriba mientras Erlend miraba el horizonte.
Note que mi mandíbula se tensaba, le contemple frunciendo el ceño. Poniéndome en pie pues aun seguía de rodillas en la arena.

De que escapo?...De que…? Jeje…jejeje….Empecé a reír mientras bajaba la cabeza, negando. Erlend se giro hacia mí, puede que algo confuso con mi forma de actuar.
Fue entonces que levante el rostro con decisión, mirándole a los ojos. Apuntándole con el dedo índice mientras le miraba con cierto gesto demencial en mí mirar.
Tu….Tu!!!...
Quería acusarle de irse con otras! De ser un degenerado! De ser un irrespetuoso!...Pues me sentía traicionada, herida y furiosa!

...

Pero nada de eso salió de mis labios, pues nada de eso era cierto!... Erlend nunca había sido irrespetuoso conmigo, ni jamás un degenerado…Y si había tenido que estar con otras mujeres esta noche era porque le habían llevado los de la misma tribu. Yo misma lo había visto, él no tenia culpa…Aunque le hubiese gustado aquel regalo…
Aunque ahora que lo pensaba…que hacia allí conmigo?

Porque no estás en el harén? Pregunte bajando el dedo índice y relajando mi semblante de indignación sin sentido. Preguntándole un tanto intrigada. Pero entonces negué con la cabeza y me palpe la oreja, intentando tener un momento para aclarar mis ideas y mis pensamientos que en aquel momento eran un total y completo desorden.
Toque mi lóbulo quemado, que aun me molestaba debido a aquel enorme pendiente que llevaba.Respire profundamente e intente explicarme. Después de todo yo no tenía ningún derecho a pedirle explicaciones, ni a reprocharle, ni a pedirle nada en realidad…Pues él había hecho mucho por mí, y lo menos que se merecía era ese trato por mi parte.

Yo…Uff…a ver…lo que quería decir. Antes…Antes quería hablar contigo. Quería explicarme.
Ya has visto que se utilizar la necromancia…Yo…Lo descubrí al breve de que me encontraras, tengo…conocimientos de hechicería además de poder utilizar la empatía con otras personas. Indique algo incomoda e incluso avergonzada de ello. No te lo dije porque aquello me asustó. Como podía explicarte algo que ni siquiera sabía como recordaba? Además, pensé que te asustarías. O que querrías internarme por ahí!
Comente riendo con cierta nostalgia. Si hubiese sabido que tu también…Me quede un momento en silencio, pues estaba segura de que él tendría buenos motivos para no decirme nada tampoco ...No habría temido de contártelo, indique sin ningún tono de acusación en mi voz. Simplemente comentándole mis temores y lo que pensaba.
Cuando me entere de aquello me sorprendí muchísimo. Es como los conocimientos en medicina o con las armas…He pensado mucho sobre ello, pero no he logrado descubrir nada, salvo el día del naufragio. Recordé a un hombre, se parecía a mi…Él…Estaba tan furioso conmigo. Creo que hice algo que no debía…o que a él le perjudicaba, pero no sé el porqué…
En fin… Lo que quería decir es que lamento no haber sido sincera contigo Len.
Comente mirándole, intentando que supiese que le hablaba solamente de la verdad.

En aquel momento me gire nuevamente para contemplar el mar,escuchando las olas suaves que rompian en la orilla, llegando con suavidad a nuestros pies. Espere en silencio a que el dijese algo, percibiendo como el silencio se alargaba.

Tienes todo el derecho del mundo a no creerme…Después de todo…Tampoco sería coherente que te fiases de una mujer que lleva plumas en la cabeza, indique soltando un suspiro mientras le señalaba mi cabeza, sonriendo con cierta desgana, ante mi atuendo ridículo.
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Mensaje por Erlend Hedinson Lun Jun 18, 2012 2:01 pm

Avancé unos pasos hacia la orilla, dejando que el agua acariciara mis pies desnudos y se llevase consigo aquél rin-tin-tin que había sentido por Néliam hasta aquél momento, pues ahora ella intentaba explicarse y lo cierto era, que no deseaba escucharla, aunque no la detuve entonces.

- No merecía tus explicaciones, Néliam, tampoco debí pedírtelas.- comenté alzando el mentón hacia el cielo, cerrando los ojos y aspirando el aroma salado del mar que tanto extrañaba ya.- No tengo ningún derecho sobre tí más el que me otorga la capitanía de mi navío, un navío que, por si no te diste cuenta, ya no poseo.- mascullé antes de suspirar y mirarla relajando mi semblante antes de rozar en una caricia su hombro.- Lo siento... estoy... confuso, cansado. No quisiera que me vieras así ahora.

No obstante y pese a mi ausente sentido del humor, no pude evitar reír cuando mencionó el estúpido tocado de plumas que lucía en su cabellera, gesto que me llevó a dar una vuelta sobre mi mismo eje para demostrarle que nadie iba tan ridículo como yo. ¿Quién iba a decirme que el gran capitán Hedinson terminaría en taparrabos y con un moño en la cabeza? Meneé la cabeza, de mejor humor. Sonreí a Néliam para agradecérselo justo antes de tumbarme sobre la arena, colocando mis brazos cruzados tras mi cabeza, contemplando el pulcro firmamente estrellado, sintiendo como si la brisa marina limpiase mi alma poco a poco, haciéndome sentir mejor.

- Escapé del harén.- comenté pasados largos minutos en silencio, recordando la pregunta que ella me había formulado y que, antes de regresar a la cuestión de la brujería, prefería explicar.- Supongo que soy un raro por no querer gozar de la compañía de tan bellas féminas desnudas, pero... lo cierto es que un recuerdo me lo impidió.- sonreí a la nada, cayendo entonces en la cuenta de que no deseaba preguntas sobre aquél recuerdo, ¿qué iba decirle? ¿que pensé en ella?- En cuanto a la hechicería... lo cierto es que odio hablar de ello.- comencé frunciendo mi ceño sin poder evitarlo.- No me gusta usar mi magia y mucho menos que alguien sepa de su existencia. Quisiera... que me valorasen por quién soy, por lo que hice sin las trampas de los dones. Todo cuanto soy es gracias a mis esfuerzos mentales y físicos, y mi deseo es seguir así. Aunque en ocasiones... debo recurrir a la magia con tal de salvarme el pellejo... y lo odio.- remarqué antes de girar mi rostro y enterrar mi mejilla en la arena.- Ibas a decirme de qué escapabas, ¿cierto?- insistí con una sonrisa divertida mientras la miraba, algo que me descubrió una pequeña salpicadura de sangre a la altura de su mentón.- ¿Qué...?- balbuceé, limpiando la gota con la yema de mi dedo pulgar en cuanto me incorporé sufiente para ello.

Con mis ojos clavados en los suyos, con nuestra piel en contacto, conteniendo el aliento, la brisa del mar y el romper de las olas cerca nuestro... sentí el incontrolabre deseo de besar aquellos labios tan cercanos ahora a los míos, tan... suaves, finos, provocadores... Pero aparté mi mano de ella antes de que mis instintos pudiesen hacerse realidad, sentándome finalmente ante ella con las piernas cruzadas y con mi mano sacudiendo mi cabello lleno de arena. ¡Distracción, distracción!
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Mensaje por Néliam de Hedinson Mar Jun 19, 2012 6:43 pm

Cuanto Erlend acaricio mi mentón, y luego cuando se sentó delante de mio -quizás a medio metro-, sentí como mi corazón se paraba por un instante. Parpadee intentando recobrar el hilo de mis pensamientos, cuando el comenzó bruscamente a sacudirse los cabellos a la vez que yo aclaraba mi garganta, en un intento por mantenerme pegada a la realidad. Pues mi mente luchaba por dejarse llevar entre fantasías absurdas y entre el ansioso y casi devastador deseo de abrazarle...
Fue entonces cuando después de unos segundos incómodos recordé lo que me había indicado, de aquella gota de sangre en mi mentón.

-oh esto...mire mis manos. Es que he atendido un parto. Comente con una sonrisa. Había una mujer con algunas complicaciones y le estuve ayudando. El niño no estaba en la posición correcta...habrían muerto los dos, pero todo fue bien. Y entonces empezaron a celebrar...me pusieron esta cosa que aun no me logro sacar en la cabeza y...indique aun tirando de mi pelo enredado, logrando quitarme el extraño tocado para dejarlo a un lado en la arena, acariciando mi cabeza dolorida...Y entonces se reunieron a mi alrededor y...bueno...Escape porque…Tu estabas en el harén...ellos estaban celebrando y yo...yo sobraba allí! me empecé a agobiar. Había demasiada gente, demasiado ruido... Tome una bocanada de aire intentando ordenar mis ideas, comprendiendo al fin como me había sentido.
Y porque....Supongo que en todos estos meses...nunca me sentí tan sola como en esta noche... Dije en voz alta sin querer. Me arrepentí enseguida por ello, así que intenté dominar mis sentimientos, controlando el nudo que se había vuelto a formar en mi garganta.

Pero en aquel momento recordé que Erlend había mencionado que se había ido del harén…Y aquello se llevo mi ansiedad por un momento. Pues eso me alegraba, mas de lo que queria reconocer, mas de lo que podia demostrar pues él estaba frente a mi.
Sin embargo sus palabras me habian hecho tan feliz que mordí mis labios para que no se viese la sonrisa que asomaba y amenazaba con aparecer. Frunci el ceño e incluso toque mi oreja todavía dolorida para ver si con aquello podía esfumar la sonrisa que quería salir de mi en modo de carcajadas de felicidad.
Entonces observe la mirada confusa de Len, e intente explicarme. -es que ahm, veras bueno. Pensaba que te quedarías con tu…Con tu harén. Quizás tendrás que cuidar de esas mujeres! Intentaba arreglarlo, pero parecía que lo estaba estropeando aun mas. Me puse nerviosa y comencé a gesticular un tanto exageradamente .Aunque como dices, claro te fuiste de ahí…recuerdos…será porque ya tienes a alguien esperándote en otra parte…Es es....es normal…Comente entendiéndolo de repente, pues tenía mucho sentido que Erlend tuviese a alguien esperando por él. Claro que nosotros nunca habíamos hablado de esas cosas. En principio porque él era mi superior. Y en otra porque yo no tenía porque meterme, y entonces al ver su semblante un tanto perplejo de mi compañero continúe con mi desastroso dialogo. Huy!Claro... Eh..lo siento eso no es asunto mío! No es de mi incumbencia, perdóname! Indique con una media sonrisa mientras miraba el cielo e alojaba mis manos en mis cabellos, intentando quitar algunas de las cuentas que me habían puesto en el pelo.
Desistiendo después de unos minutos en silencio, en los que no pude quitarme aquellas cosas de mi cabellera.

Pero entonces mire a Erlend, que me miraba con una sonrisa extraña, quizás pensando que era una demente, o puede que intentando comprender tanta insensatez salida de mi boca.
Deje de jugar con mi pelo y desvié la mirada hacia el horizonte, contemplando las aguas azules y oscuras. Deleitándome por un momento con el sonido tranquilo del mar.
Desde que habíamos llegado a la isla, que no me había parado a mirar con detenimiento las aguas y el paisaje general. Y ahora que lo veía, me sentía encandilada ante tanta belleza…La misma brisa del mar calmo un poco mi ansiedad. Y entonces gire mi rostro para contemplar a Len. Ya mas sosegada.

-Ya se que ya no eres mi "capitán" ni mi superior ahora. pero aun así, me gustaría que supieses que soy sincera contigo y que te valoro mucho. Le contemple un instante, quedándome anonadada con sus ojos cristalinos como el mar, que brillaban con las estrellas de la noche.
Era posible que ya hubiese alguien esperándole en algún lugar del inmenso mundo,mas que seguramente una persona muy afortunada. y aunque esa idea me carcomia por dentro de forma dolorosa no me importaba si al menos sabia que podia tener algo de él, aunque fuese solamente su amistad.
Porque…¿Somos...amigos verdad? Pregunte mientras me acercaba un poco a él para quitarle unos granos de arena que aun se alojaban en su mejilla, deslizando mis dedos con suavidad por su piel, sin darme cuenta de que me había quedado en esa posición más tiempo del necesario.
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Mensaje por Erlend Hedinson Jue Jun 21, 2012 12:08 pm

Por algún extraño motivo, ambos nos quedamos así, mirándonos como si no nos hubiésemos visto antes, como si el rumor del agua nos hubiera hipnotizado y el tiempo detenido sobre nosotros, sin nada más importante que el seguir nadando por el mar de sus ojos. Abrí la boca en varias ocasiones, recordando cómo se respiraba y lo importante que era parpadear de vez en cuando, pero lo cierto es, que no percibía nada más allá de ella, como si de repente, Néliam se hubiera convertido en el eje de mi mundo.

Ella me había hablado, parloteado, suponiendo cosas que no eran ciertas, y aunque no solía hablar de mi vida con nadie, ahora sentía la necesidad de explicarle lo solo que me encontraba en el mundo, algo que hasta ese momento, nunca me había importado. ¿Cuándo habían cambiado estas perspectivas?

- Bueno, amiga... - reí.- En… realidad, nadie me espera en ninguna parte.- balbuceé, todavía absorto en su mirada, sintiendo en mi rostro la caricia de sus dedos que me robó el aliento y erizó la piel de mi cuerpo.- Soy un alma solitaria.- añadí con una sonrisa nerviosa, intentando bromear como solía hacer con ella, sólo que ésta vez no reímos ni ella ni yo.


Tragué saliva ruidosamente, sintiendo mi boca seca como si de un desierto se tratara, ardiéndome la garganta y tensándoseme los músculos en cuanto la idea que rondaba mi mente me empujaba hacia ella, hacia su boca, hacia sus labios húmedos y tan cercanos a los míos, incitándome a que bebiera de ellos hasta la saciedad… Cuando mi aliento acarició su boca y casi podía contar las pestañas que adornaban sus ojos centelleantes en la oscuridad, detuve mi avance, ladeando mi rostro antes de suspirar y cerrar los ojos momentáneamente.

- Lo siento, no sé qué ocurre contigo… y no quisiera que pensaras que…


La miré de reojo con el rubor coloreando mi rostro, sintiéndome estúpido por un momento que se hizo eterno. Decidí que era mejor dejar las cosas así, pues lo cierto era que ella nunca sería mía y en el fondo sabía que era lo mejor, pues mi vida había sido comprada por la corte escocesa y mi único objetivo debía ser vencer las guerras a las que se me enviaba. No se me permitía tener un amor esperando por mí, pues sabían que así, sólo se conseguiría ablandar el corazón de un luchador. Tampoco podía desear formar una familia, anteponiendo mi sangre a mis deberes. Y ahora, frente a ella, por una vez en mi vida, no pensaba en mí como un guerrero, sino como un hombre enamorado de algo tan inalcanzable como lo era la luna que allí, en lo más alto del cielo, nos contemplaba como testigo de un sueño infantil basado en el querer y no poder.

- Creo es mejor que me vay...


Así que me alcé de un brinco, dando un paso para alejarme de ella cuando sentí que se me había dormido la pierna derecha, por lo que en un segundo en el que me tambaleé, perdí el equilibrio y… sí, caí sobre ella y sus cocos. Aunque cabe añadir, que no me refiero precisamente a la fruta. Con la fuerza de mis brazos logré alzarme de encima suyo lo suficiente para que ahora mi nariz rozase la suya, perdiéndome de nuevo en cada curva de sus rasgos faciales y que me robaron el aliento hasta que, tras varios minutos en aquella extraña posición y mi mente nublada por completo tras una fiera batalla librada entre lo que deseaba y lo que debía hacer, las palabras emanaron de mi boca entrecortadamente.

- Se me ha dormido la pierna.- me excusé con las comisuras de mis labios curvándose en una sonrisa torpe.
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Mensaje por Néliam de Hedinson Vie Jun 22, 2012 8:56 pm

Esas cosas…
Esas cosas… pasan…
Dije después de unos minutos entre titubeos, con el rostro un tanto perplejo cuando él menciono que su pierna se había dormido.
Teniendo en cuenta la situación en la que nos encontrábamos, proponer un masaje habría sonado absurdo…Además…Aunque lo hubiese querido, mis ojos estaban absortos en los suyos sin que pudiese ver nada más. No sabia cuanto tiempo llevaba perdida en ellos, pero era como si de pronto representasen el infinito, como un enorme océano en el que me podía perder, y en el que no me importaba en lo mas mínimo naufragar.

Observe entonces sus pestañas claras, su nariz perfilada, bajando la vista a esos labios sugerentes, esos labios finos que me llamaban y que yo necesitaba tan desesperadamente…¿Como era posible que no hubiese nadie? ¿Como era posible que no hubiese absolutamente nadie que le esperase en ninguna parte?...Me sentí perversa por ello, pero me alegre de que no existiese nadie mas allá de los mares. Nadie que poseyera su corazón.

Contemple entonces sus facciones firmes, dándome cuenta del ligero rubor que adornaba su piel…Y aquello hizo que me diese un vuelco el corazón. Me hizo verle como jamás antes le había visto, Como si por fin viese a quien se escondía detrás del nombre de “capitán”…Ya no era el guerrero, ni el líder, ni el implacable hombre que dirigía a los brutos hombres de mar con los que trabajaba…ahora no había armadura alguna, ni títulos a los que recurrir, allí delante de mi solo estaba él …Solamente el hombre…La persona a quien mas quería y adoraba en todo el mundo...

Su nariz casi rozaba la mía, eh incluso algunos mechones rebeldes de sus cabellos habían caído de aquel moño, acariciando mi mejilla.
De pronto mi corazón dio un salto y yo volví a respirar -había olvidado hacerlo-. Pues su sola cercanía me quitaba el aliento…Sus labios estaban tan cerca que podía sentir su respiración acariciando mi piel, haciendo que me estremeciera. Mis labios ardían en deseos por fusionarse con los suyos, en un deseo irrefrenable que crecía por momentos…Sin embargo su mirar titubeaba, como si algo le frenase, mientras que su rubor continuaba aun, percibiéndose en la oscuridad…
Su rostro varonil, pensativo, y ahora mismo tan tremendamente tentador para mi, era demasiado, no lo podía soportar mas. Sabia que el titubeaba, que quizás dudaba de algo y tenia que saber el porque. Entonces me centre en sus pensamientos, intentando saber que le ocurría…
Recurrí a la empatia sin saber que hallaría aquella sensación, aquella extraña e indescriptible sensación…Aquel sentimiento y emoción, que era exactamente la misma emocion y el mismo sentimiento que yo sentía cada vez que le miraba…
¿Es que ambos estábamos enamorados de un ideal inalcanzable, un ideal rodeado de miedo...?

Parpadee sorprendida y asombrada.
Pero entonces una sonrisa afloro en mis labios antes de acercar mis manos hacia su rostro. El irreparable deseo que sentía de besarle había aumentado aun mas si cabía...Acaricie su mejillas y sostuve de él un instante,perdiendome un momento mas en sus ojos, disfrutando de la tensión de aquel momento. antes de deslizar mis manos hacia sus cabellos, empujando de su cabeza para acercarla a la mia. Notando por fin como su piel entraba en contacto conmigo, pudiendo al fin tocar sus labios, como si estuviese tocando el cielo por un instante, pudiendo al fin sentir el tacto de su boca sobre la mía, mientras le buscaba, con necesidad, con deseo, con arrebato, bebiendo de el, absorbiendo su piel, degustando su sabor con ansiedad, como si su saliva fuese mi oxigeno y dependiese de su beso para sobrevivir. Le bese con desesperación, con pasión, con amor, con toda la ansiedad contenida por todos aquellos meses en que había deseado robarle un solo y simple beso…Notando como si ahora incluso pudiese morirme en paz, sabiendo que por fin había podido arrancar un trozo del cielo...

Me separe suavemente de él, notando mi corazón desbocado, y mi piel erizada ante el recuerdo aun demasiado fresco de su tacto sobre mi.
Y entonces él, quizás perplejo, hizo ademán de moverse, quizás de alzarse, haciendo que mis brazos rodeasen su torso musculado en el acto, atrayéndole hacia mi en un abrazo precipitado.
Erlend me miro parpadeando, pero no es lo que parecía…En aquel momento ante mi pequeño momento de desenfreno, había notado que mi colgante se había deslizado, dejando que la piel de mi pecho ahora estuviese en contacto con la suya.
Le contemple mordiéndome los labios, notando que el rubor subía ahora de golpe a mi rostro. Como si de pronto la enorme maza de la realidad me hubiese golpeado. Dándome a entender lo que mis actos me habian hecho hacer. Pues...No solo le había robado un beso, sino que ahora mi semidesnudez me atormentaba un tanto.

Creo…Creo que necesito unos cocos…Dije antes de que una sonrisa nerviosa aflorase en mis labios. Ya sabes…para…para taparme…y esas cosas...Indique antes de la risa llegase a mi, haciendo que ocultase mi rostro avergonzado en su cuello entre risas y una vergüenza...extrema.
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Mensaje por Erlend Hedinson Sáb Jun 23, 2012 6:38 pm

Mentiría si dijese que nunca había soñado con la suavidad de un beso imaginario, que no deseé probar de la miel de sus labios, de aquellos que ahora me tentaban a reclamarlos como míos. El silencio invadió por un momento el espacio, contemplándola tan cerca mientras mis cabellos caían sobre su rostro y ensombrecían las estrellas que no dejaban de brillar sobre nuestras cabezas en aquél manto azabache. Reconocí en sus ojos la intensidad más voraz del deseo, trangando yo saliva con la esperanza de devolver algo de cordura a mi mente nublada por aquella cercanía inminente, aquél roce de nuestras miradas centelleantes que se buscaban hasta desnudarse en la más ansiada fantasía. Sus párpados, como los míos, se cerraron sintiendo el roce suave y la tibieza de nuestros labios, nuestras bocas que sin prisa, despacio, mezclaban sus respectivos alientos creando un sabor nuevo, jamás probado. La abracé posesivamente aunque con ternura, no usando la fuerza sino la calidez de éstos, mientras ella respondía a mi gesto rodeándome el cuello con sus brazos. Entre suaves roces de miel, besé las comisuras de sus labios con la exquisitez que manaba de ese elixir, a penas tocándole la piel, respirando profundo el extracto de ésta, acariciando con la lengua sus labios, entre beso y beso. Poco a poco, aquellas lenguas de fuego empezaron a arder en la hoguera del deseo por dos seres que la encedieron sin ser plenamente consciente de ello, complaciéndonos mútuamente, explorando los rincones de la boca ajena, como sus perfectos y blancos dientes, jugando ahora con el paladar, subiendo la intensidad de esa unión tan personal y sin llegar a más, pues sus labios se separaron lentamente de los míos, dejándome con hambre de más aún y sabiendo que el reloj volvía a caminar recordándonos que no éramos los dueños del tiempo.

Tomé una bocanada de aire, enlazando los dedos de mis manos con los suyos, sintiéndome en el cielo, casi con aquella estúpida y cursi sensación de tener mariposas de colores sobrevolando mis entrañas, y a mi alrededor, sólo existe ese beso, que mantiene mi piel erizada como prueba del triunfo, sintiendo mil hormigas caminando por mis intestinos, o a mis latidos asomándose por la boca a punto de escapar de mi pecho. Una sensación de paz se respiraba como si un ángel nos envolviera en sus alas. Y entonces, quise que aquellos segundos no terminasen nunca, expresando mis sentimientos con los labios aunque sin palabras, buscando repetir aquellas sensaciones de cosquillas que invadían mi cuello, las orejas o el vientre. Simple y fervientemente, deseaba dejarme llevar, olvidarme de todo cuanto podría existir a nuestro alrededor, logrando que ella sintiera lo mismo que yo.

Y entonces, suspiré.

- A falta de cocos... buena es mi piel como abrigo.-reí al contemplar su semi desnudez, percibiendo en mí que había alejado aquellas emociones basadas en el autocontrol, el dominio, el razonamiento y la enteridad, así como la vergüenza o timidez propia de aquellos momentos.

Llevé una de mis manos hacia su mejilla, acariciándola con ternura, deslizándola hacia su cuello hasta tropezar con las piedras de aquél molesto collar que, pidiéndole permiso a Néliam con la mirada, lo extraí de su cuello mediante la cabeza de ella, apartándolo de nosotros para dejarlo reposar sobre la arena. Tensé las mandibulas mientras la yema de mis dedos ahora recorrían la piel que recubría sus senos desnudos, excitándome ante su belleza y suavidad, deteniéndome unos segundos de más al jugar con su pezón ya prominente respecto a la forma de su pecho, incitándome entonces a lamerlo en círculos a su alrededor, mordisqueándolo en ocasiones mientras la otra mano la llevaba hacia su otro seno, masajeándolo y oprimiéndolo con delicadeza y firmeza, sintiendo que mi entrepierna cobraba vida a cada segundo que transcurría sobre ella, conviertiendo su anatomía en el lenguaje de las manos y la lujuria.

Mis labios descendieron entonces, depositando pequeños besos por su vientre, llegando a su ombligo en el que me entretuve antes de llegar a su larga falda asimétrica, de la que me deshice con mucha más facilidad que del collar, fascinado ante su secreto, el primero que a decir verdad, mis ojos admiraban. Nunca antes había hecho algo así... ¿y si la defraudaba? Aquello me robó por un momento, la magia que recorría mis venas y mantenía erecto mi virilidad, llevándome a alzar la vista hacia ella que me contemplaba un tanto a la expectativa de mis gestos, por lo que quise ser sincero con ella desde el principio.

- Ésto... es nuevo para mí.- comenté con visible timidez en mi mirada cuando se lo susurré al oído, alejándome de su rostro para observar su semblante a la luz de la luna.

Aunque algo en su sonrisa, en sus ojos, devolvió la vitalidad a mi cuerpo y a mi autoestima, deslizando mi mano derecha por su vientre hasta acariciar muy superficialmente su vagina, usando dos de mis dedos para profundicar aquél placer que de seguro le robaría al menos algún que otro jadeo, moviéndolos a un ritmo lento pero conciso, aumentando su velocidad a medida que Néliam se estremecía entre mis brazos, mordía su labio inferior, cerrando a veces sus ojos y gimiendo cuando aquellos movimientos eran más profundos que los primeros. Su intimidad empezaba a humedecerse, algo que sin duda, me llevó al abismo de la locura y, tras lamer los mismos dedos con los que le había proporcionado aquél placer, decidí ahora abrir más sus piernas flexionadas, acomodándome entre ellas de rodillas y manteniendo mis ojos en su rostro iluminado a la vez que, sosteniendo mi miembro, la ensarté con suma lentitud, apreciando en mi cuerpo la sensación de lo que era el sexo, sintiendo el sumo placer sin igual que éste me ofrecía, ahogando un gemido cuando repetí el mismo gesto tras retroceder de su vagina, volviendo a experimentar aquella emoción recorrer mi piel. Así, me dejé caer sobre ella, posicionando mis manos a lado y lado de su cabeza mientras mi boca se adueñaba de sus embrujados labios y mi cadera iniciaba así una danza carnal pausada y sincera, liberándome al fin, de aquella tensión sexual desmedida que me había carcomido por dentro desde la primera vez que la conocí tras rescatarla del mar.
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Mensaje por Néliam de Hedinson Mar Jul 17, 2012 11:48 am

Sus labios arrebatadores, siempre enigmáticos y lejos de mi alcance, se fusionaban ahora con los míos. Robándome el aliento, seduciéndome, proporcionándome su sabor suave, que me hacía sentir como si estuviese probando un trozo de cielo, único y prohibido…

Y así, mientras nuestros labios se encontraban, necesitados y hambrientos del otro, deslice mis manos desde su rostro hasta sus cabellos, quitando aquel moño, para que sus cabellos cayesen ahora como una cascada en todas direcciones y se enredasen aun mas entre mis dedos mientras le sostenía, implorando porque sus labios nunca me abandonasen, acariciando con suavidad aquellas mejillas marcadas y pronunciadas. Y entonces sin desear despegarme de aquel beso, extendí la cabeza hacia atrás sin poder evitarlo cuando mi espalda comenzó a arquearse ante sus embestidas.

Sus movimientos comenzaban a ser mas rápidos, y aquello me robo más de un gemido, mientras mis manos inquietas comenzaban ahora a deslizarse por su espalda, acariciando con la yema de los dedos cada uno de sus músculos en tensión, deslizándose con suavidad por la cálida piel, sonriendo al poder hacer aquel simple gesto, y es que habían sido demasiados los momentos en que había deseado abrazarle, aspirar el aroma de sus cabellos o simplemente, deslizar mis dedos por su espalda como hacia ahora. Y es que había intentado convencerme de que él era algo prohibido, de que todo él, toda su persona o su ser era algo que no podría alcanzar. Después de todo, ¿que podría ofrecer alguien como yo, que no recordaba nada, ni que sabía con certeza ni su lugar de origen?...Quizás por eso le había visto siempre como un imposible. Y aquella sensación de lejanía había aumentado cuando había comenzado a trabajar para él, después de todo era mi superior, le debía lealtad y respeto…Aunque las mismas charlas, los momentos en que comíamos, o incluso algún instante en que le curaba alguna herida superficial, me habían hecho darme cuenta de que había confianza entre nosotros, así como un extraño cariño, que nació en cuanto abrí los ojos y le vi sabiendo que me había salvado de una muerte segura…
No supe realmente como sucedió, simplemente comenzó siendo algo amistoso para hacerse más fuerte con el tiempo, aunque ninguno nos diésemos cuenta y no fuésemos nunca nada más que compañeros hasta ésta noche, en la que ambos nos pertenecíamos por entero el uno al otro.

Enrede mis piernas alrededor de su cintura cuando sus embestidas comenzaron a tomar un ritmo aun más rápido, notando como mi corazón comenzaba a desbocarse ante su calor, su abrazo, sus besos... Mis uñas arañaron su espalda ante aquellas embestidas que me robaban el aliento y mi respiración comenzó a ser entrecortada, así que aprovechando mi misma posición, y aun rodeándole con mis brazos y piernas, me gire con él sobre la arena, sonriéndole al ver su gesto de sorpresa, robándole otro beso y dejando que estos bajaran por su mentón, mordiéndole con suavidad para seguir bajando por su cuello, el que bese mientras mis manos se deslizaban por su pecho.
Sus manos se alojaron en mi cintura, ayudándome a continuar con aquel ritmo, mientras el viento fresco aligeraba un poco el calor que desprendían nuestros cuerpos…Y es que la noche comenzaba recién para nosotros, haciéndonos caer en la lujuria poco a poco, robándonos el sentido y la cordura, así como el tiempo que si existía o no, simplemente era algo que nos traía sin cuidado.
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Mensaje por Erlend Hedinson Miér Jul 18, 2012 2:54 pm

Mis férreas manos ancladas en su cintura descendieron hacia sus muslos, apretándolos contra mí como si aquella inexistencia de espacio entre ambos no me bastara, buscando unirme a ella aun más profundamente, pese a los fieros movimientos que acompañé los suyos. Mis dedos ascendieron entonces, recorriendo sus costados, inclinándome hacia ella para besar su vientre, rodeando sus senos con mis manos para darles la forma de su recipiente, excitándome cada vez más cuando sus pezones se endurecieron y me incitaron a mordisquearlos suavemente, lamiéndolos, chupándolos incluso, jugando con ellos, a veces con el del pecho derecho y otras con el izquierdo. Enterré mi cabeza entre ambas montañas, dejando en su piel algunos besos y otras lamidas, inaciable con aquellos pechos que se movían entre mi rostro gracias al vaivén de nuestras caderas.

Alcé mi mentón hacia su rostro, mirándole los ojos por un largo momento, manteniendo mordido mi labio inferior, demasiado extasiado con todo cuanto producía en mí aquella noche de locura desenfrenada, una noche de amor inolvidable, sin duda. Meneé la cabeza antes de gemir con voz grave y un tanto ahogada, pues el placer y mis instintos dormidos superaban con creces la escasa racionalidad que en aquél momento luchaba por mantenerse en pie en las entrañas de mi mente cuerda. Me deshice de la cordura en cuanto mi boca encontró la suya, retando a su lengua a que atrapara la mía, mordiendo sus labios tras contornearlos con la yema de mi dedo índice, descendiendo éste por su cuello hasta encontrar de nuevo la escandalosa curva de su seno, acariciándolo con más ternura ahora, descendiendo hasta llegar a su entrepierna, la misma que estaba siendo saqueada por mi virilidad, aunque con el mismo dedo que antes había reseguido su labio inferior, lo usé ahora para acariciar la parte externa de su vagina, buscando el clítoris para hacerla estremecer de placer entre mis brazos, quería que gimiera a mi oído, que jadeara y me arañara de nuevo la piel de mi espalda.

Su humedad pronto me envolvió en sus adentros, estimulándome al momento, encendiendo aun más si cabía la llama de la pasión que nos consumía lentamente en cada una de las embestidas, lo que me incitó a tomarla de las caderas de nuevo, ésta vez para volver a la posición incial, sin mediar palabra, recostándola boca abajo en la arena, abriendo sus piernas para que su postura fuera la de un quadrípedo... penetrándola fieramente, llevando mis manos a su cintura para guiarla en mis movimientos pélvicos, los que me arrancaron ciertos gritos que cualquiera podía confundir como citas de guerra, siempre previas a una batalla y que solían animar a mis combatientes. Cuando dominé aquella posición un tanto salvaje, imité su posición sobre su espalda, apoyando mis brazos junto a los suyos antes de enredar nuestros dedos mientras las embestidas proseguían y mis labios adornaban ahora en besos aquella espalda desnuda que se confundía en belleza a la mismísima luna que nos observaba desde su trono celestial.
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