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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Néliam de Hedinson Lun Mayo 07, 2012 12:31 pm

Recuerdo del primer mensaje :

-Estate quieto…
-Quieto…
-…
-Un movimiento mas y atare a la cama!…


El marinero se quedo perplejo por la seriedad con la que le dije aquello…Pero al momento sonrió pícaro mostrándome los diversos dientes que le faltaban, guiñándome un ojo.
Le mire arqueando una ceja, y presione el algodón que tenía sobre su herida un poco más fuerte de lo debido solo para hacerle gritar.

-Aaaah…Te lo advertí amiguito….Eso te pasa por salir a cubierta bebido…Y agradece que no le digo al capitán que tú has hecho rodar todos los barriles de agua por la cubierta.
El pobre hombre soltó un resoplido y se quedo quieto mientras yo apartaba los algodones y comenzaba a enrollar una venda en su cabeza. Pues aquel marinero había tenido una buena caída por cubierta y luego por las escaleras que conducían al almacén.

Aaaaaaajá. Ya está. Quédate aquí, descansa esta noche y mañana estarás fresco como si fueras una “sirena danzante “. Me mordí los labios para no sonreír mientras aquel bruto marinero soltaba un resoplido.
Tome las vendas, los hilos y todo mi instrumental y salí de allí caminando por la borda.
La noche era fresca, la brisa suave... Y ya estaba tardando para la partida de póker. Aquella noche pensaba dejarle en calzoncillos.
Sonreí maliciosamente mientras me dirigía a mi camarote a dejar todo el instrumental que llevaba encima…


Última edición por Néliam de Hedinson el Mar Feb 05, 2013 11:36 am, editado 2 veces
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Mensaje por Néliam de Hedinson Vie Ago 10, 2012 7:00 pm

Una noche de lujuria, de caricias, una noche llena de fogosidad y de pasión desenfrenada.
Eso fue lo que ambos nos dimos. Pues entre cada embestida, entre cada beso, y entre cada caricia, dejamos atrás todas las prohibiciones,todos los tabúes,todas la tensiónes contenida en ese tiempo, así como también las distancias que nos separaban. Pues hasta esa noche, nuestra relación era mas bien la de compañeros, la de camaradas, éramos aliados e amigos, pero ahora todo era distinto, pues aquella noche pasamos a ser amantes, y de algún modo algo mas, no solo éramos semejantes, sino que de algún modo lo único que teníamos era el uno al otro. Pues al fin y al cabo estábamos solos en una isla, sin saber que seria de nosotros. Estábamos perdidos, desamparados, de alguna forma abandonados a nuestra suerte, entre personas de una cultura primitiva que por alguna extraña razón nos mantenía con ellos, como si nos necesitaran de algún modo.
Sin embargo no deje que aquello me carcomiese y me angustiase, al menos no en aquellos momentos en los que ambos nos entregábamos, ya que sus embestidas habían aumentado hasta un ritmo frenético, robándome jadeos ahogados, produciendo que le buscase, que buscase su piel y la arañase, así como también busque sus labios para besarlos y morderlos, sin cansarme de ellos. Pues eran adictivos como todo su ser, por lo que perdí en su piel, me perdí en su aroma, y entre sus brazos fuertes que me acunaron con firmeza, dándome su calor, su protección y su cuidado. Hasta que su esencia invadió mis entrañas entre gemidos feroces de placer, en los que ambos nos acercamos y tocamos el cielo antes de caer exhaustos, en los brazos del otro, con el corazón desbocado, sin aliento y nuestra piel impregnada en el aroma y el sabor del otro. Mientras nuestras miradas centellantes se contemplaban como si lo hicieran por primera vez, como si nunca nos hubiésemos visto, como si al fin nos hubiésemos conocido y pudiésemos ser nosotros mismos ante la mirada ajena, entre sonrisas y caricias, hasta que así el sueño nos llevo, envolviéndonos a ambos en un descanso profundo y placentero haciendo que nos dejásemos llevar por las sendas de los sueños, que no llevaban consigo a través de la oscuridad de la noche…Una noche eterna y mágica que simplemente fue perfecta, una noche que se perdió con el pasar de las horas hasta que al fin, llego el amanecer.
Cuando desperté sus ojos fueron lo primero que vi, sus ojos cristalinos y puros me esperaban, recordándome que no había sido un sueño, había sido real, tanto como lo éramos el uno al lado del otro. Por lo que aun abrazados conduje mi mano por su cuello hacia su rostro, acariciando su mejilla y dejando mi mano allí, antes de acercarme para besar aquellos labios con suavidad, apoyando después mi rostro en el hueco de su cuello mientras el me abrazaba y enredaba sus dedos en mis cabellos,jugando con ellos mientras yo me deleitaba con su respiración pausada cerca de mi oído.

Pero entonces, entre la paz que nos rodeaba, un ruido entre la vegetación cercana nos hizo dar un brinco. Por lo que ambos nos miramos antes de observar desde donde provenia el alboroto. Pero antes de poder hacer nada los lugareños salieron de los arbustos para caminar hacia nosotros, mientras ambos, por un momento sobresaltados nos sentabamos sobre la arena. Yo intentando taparme, y encontrando los brazos de Len que con un abrazo por la espalda, me ayudo a taparme, haciendo que se lo agradeciese de veras en aquel momento. Sin embargo los rostros de nuestros amigos, no parecían muy felices aquella mañana.

Oh maldita sea…que quiere esta gente ahora?...Pregunte entre susurros mientras él soltaba un resoplido, quizás tan confuso como yo. Pero entonces las mujeres de la tribu se acercaron con gesto enfurecido hacia mi, tomándome en volandas para arrebatarme de los brazos de Erlend, farfullando todas cosas a la vez, aunque a pesar de que no entendía nada, pude entender que estaban disgustadas…
Asi que dieron prisa en comenzar a tirar de mí, mientras yo llamaba a Ixchel con todas mis fuerzas en mi cabeza para que apareciese. Aunque no venia, así que gire mi rostro buscándo a Len.

Pero que?...NOO!...me queje cuando las mujeres me llevaron con ellas, arrastrándome. Mientras giraba el rostro hacia atrás, sin querer alejarme de Erlend, pues la sola idea de no tener su cercanía, me dolía. Sin embargo el también se vio atrapado, ya que los hombres de la tribu le encerraron con sus lanzas, hablándole también, como si esperasen que les entendiése algo, acercándole algo similar a las lanzas que ellos llevaban, claro que me atrevía a decir que la que le daban a el, no solo era mas larga sino que parecía tener un filo mas grande y afilado. ¿Es que le querrían para ir de cacería?...
No lo pude saber, ya que en aquel momento las mujeres volvieron a calzarme las plumas y el pesado collar de cuencas mientras dos niñas pequeñas tiraban de mis manos y las mueres gritaban a mis lados, ante mi gesto de indignación…

Sin embargo en aquel momento la brisa nos azotó, e Ixchel se apareció al lado de las mujeres, caminando a mi ritmo mientras me miraba con serenidad.

Ixchel!! Ixchel…dime que ocurre! ¿Que hacen? ¿Que quieren ahora? ¿Donde le llevan?
Ella sonrió, quizás divertida conmigo, para pronunciarse sin abrir los labios.
Después de la ceremonia, los ritos siguen. Odérfiras y Odígnis deben hacer sus labores. Pero Odígnis debe purificarse, Odígnis ha sido mala y recibirá un castigo, ya que no debía encontrarse con Odérfiras hasta llegada la luna nueva…

¿Ceremonia? ¿que ceremonia? ¿De que hablaba el ente? Solte un resoplido.
PERFECTO! Exclame indignada alzando la voz, ya sin importarme si las mujeres decían o hacían algo.
NO SOLO TENGO QUE SER LA DIOSA DE LOS COCOS SINO QUE AHORA ENCIMA ME VAN A CASTIGAR! JÁ!!!! Exclame indignada, esperando que me llevasen a la tribu, aunque no sabia si me llevaban a otro lado. Lo único que esperaba es que al menos a él no le hicieran hacer cosas raras...
Pobre dios rubito...
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Mensaje por Erlend Hedinson Sáb Ago 11, 2012 8:20 pm

Y antes de que pudiese desperezarme al lado de mi mujer, los indígenas nos asaltaron con sus semblantes visiblemente malhumorados. ¿Necesitarían café para animarse? Lástima que mi barco se hundiera, pues les hubiera suministrado cafeína que alegrara sus días, al menos. O quizás necesitaban algo más fuerte, como la absenta, el vodka o el whisky. ¿Por qué pensaba en esas cosas cuando me arrancaban de los brazos a Néliam? Fruncí el ceño, llevando mi dedo índice a golpear el pecho de uno de los hombres que se interponía en mi camino con destino a la joven, golpeándole insistentemente y vocalizando que se apartara a las buenas. Pero cuando alcé la vista de él, llevaba entre manos una lanza y Néliam desaparecía en un mar de mujeres y niños. ¡Maldita fuera mi suerte!

A medida que aquellos salvajes me guiaban por la espesura del bosque envueltos en un silencio sepulcral y caminando muy sigilosamente, mi mente empezó a trazar planes de escapatoria, pues aquella gente no era de fiar y nos obligaba a hacer cosas que ni comprendíamos con un fin que desconocíamos. ¿Qué pretendían con nosotros? ¿Qué querían? ¿Por qué nos retenían?

Y entre tanta pregunta, no me di cuenta de que ahora caminaba en soledad, girándome a mis espaldas en busca de aquellos rostros que hasta hacía unos segundos me escrutaban con cierto deje demente en sus ojos y que ahora me contemplaban desde la lejanía, ocultos todos tras el extenso follaje y maleza que rodeaba un claro aparentemente vacío. Yo me ladeé hacia ellos, alzando los brazos y la lanza, preguntándoles qué clase de broma era aquella cuand entonces, un gruñido... que me erizó la piel, girando entonces mi cabeza en busca del dueño de aquella feroz amenaza, localizándolo en un giganteso leopardo de rostro felino, orejas redondeadas, ojos verdes, largas y afiladas fauces que ahora me mostraba antes de relamerse los blancos bigotes, moviendo su extensa cola cubierta de manchas negras que contrastaban con el color ámbar de su pelaje. Sus garras, ancladas en la tierra húmeda, arañaron el suelo mientras el animal se estiraba hacia atrás en una clara postura atacante.

Tragué saliva, girando mi cuerpo completamente hacia la bestia cuyos ojos destellaban ante el olor de mi carne. Flexioné las rodillas, sostuve firmemente la única arma que vestía y agaché el mentón para tener una mejor visibilidad para sus repentinos movimientos que no se hicieron esperar, pues el leopardo gruñó una última vez antes de abalanzarse sobre mí justo cuando yo agarraba la lanza por sus dos extremos, cayendo de espaldas al suelo con la bestia mordisqueando el asta de madera con sus fauces de marfil, luchando fieramente para llegar hasta mi rostro con el firme propósito de arrancarme la cabeza, muy probablemente.

Encontrándome en aquella posición, usé la flexión de mis rodillas para empujar con los pies al animal, que voló hasta colisionar contra el tronco de un árbol, cayendo luego al suelo y buscándome en seguida con la venganza escrita en sus ojos felinos. Su gruñido resonó por aquél bosque sin que ya eso me conmoviera, irguiéndome antes de que el leopardo volviera a atacarme, ésta vez, mordiendo con fuerza mi antebrazo hasta que creí que me lo desgarraba por completo, algo que no sucedió puesto que hice uso de aquella lanza, arañando su ojo izquierdo y que propició que liberara mi extremidad.

Y aprovechando que el animal había quedado malherido, volví a erguirme para atacarle ésta vez, usando el extreño de la lanza para golpearle la cabeza y dejarlo prácticamente inconsciente, aunque seguía respirando cuando intenté asestarle la puñalada mortal. Digo intenté, porque la bestia usó sus zarpas para rasguñar mi pectoral, ofreciéndome unas nuevas y magníficas cicatrices de guerra que ni el tiempo sanaría.

Así, arrodillado frente al nuevo rey de la selva, llevé mi mano derecha a la herida de mi torso, por la que emanaba sangre y manchaba mi desnuda anatomía. Y cuando el leopardo recobró el sentido de nuevo, éste volvió a abalanzarse sobre mí, sólo que ésta vez, el suelo cedió creándose un agujero por el que ambos caímos, enzarzados en una lucha cuerpo a cuerpo y de la que, por suerte, yo salí victorioso al usar unas raíces para estrangularle, golpeando su cabeza repetidamente contra unas rocas sobre las que había caído hasta que al fin, pude darle muerte.

Tras trepar por el mismo agujero por el que habíamos caído, una mano amiga se ofreció para ayudarme a salir, gesto que desprecié. ¿Ahora venían en mi ayuda? ¡Por poco me devora un felino! Pero parecía, que nadie se había molestado por mi conducta de escasos modales y, ajenos a mis reproches, los indígenas se pusieron de acuerdo para rescatar el cadáver inerte del animal, que aun descansaba en el foso. Frente a mí, tomaron sus lanzas y destriparon al leopardo, repartiéndose entre ellos cada órgano de éste. En cuanto a mí, me ofrecieron la piel y la respectiva cabeza de la bestia, insistiendo en que también me quedara con sus testículos. El corazón, según creí entender por su mímica, se lo entregarían a la Diosa de los Cocos Danzantes como ofrenda.

Al atardecer, y flanqueado por aquellos hombres que ahora ya no portaban lanzas sino antorchas encendidas, llegué a la tribu vistiendo únicamente la piel de mi víctima, buscando con la mirada a Néliam, a la que deseaba estrechar entre mis brazos y prometerle que no volveríamos a separarnos ni un sólo día más.
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Mensaje por Néliam de Hedinson Mar Sep 11, 2012 6:51 pm

Refunfuñando y con cara de pocos amigos.
Así era como caminaba por la espesura, las niñas pequeñas ahora iban saltando o cantando canciones en aquel idioma extraño mientras que las mujeres cada vez hablaban más alto, quizás indignadas conmigo, pues lo cierto es que cada dos por tres comenzaban a darme empujones...
Yo era una persona pacifica y tranquila, pero todo tenía un límite, comenzaba a pensar que alguien terminaría con un ojo morado como siguieran asi…

Solté un resoplido, me sentía malhumorada y hambrienta. Pues apenas había despertado me habían arrebatado de su lado sin poder hacer nada, aunque entonces le recordé, recordé a Erlend, recordé su abrazo y su mirada…y el simple recuerdo me hizo sonreír relajándome a pesar del griterío que había a mi alrededor, pues aquellas mujeres parecían crisparse aun mas por momentos.

La larga caminata nos llevo en medio de aquel bosque que cada vez se ponía mas espeso, mientras que de fondo se escuchaba el ruido del agua, que me hizo dejar de cavilar para centrarme en el sonido. Debíamos de estar cerca de algún lago, riachuelo, o quizás algo mas grande, pues lo cierto es que el sonido aumentaba a cada paso que dábamos hasta que finalmente dos de las mujeres se adelantaron a mi paso haciéndome detenerme, mirándome y asintiendo entre ellas, moviendo las grandes hojas de vegetación, para dejarme contemplar una enorme catarata, que caía poderosa y esplendorosa a unos cuantos metros de nosotras. Momento en que entre mi estupefacción, ellas se abalanzaron con rapidez, sujetando entre varias de ellas mis muñecas, atándolas con cuerdas mientras yo las miraba ceñuda.

Hey! Hey! Pero que haceis!!!...Quitadme estas amarras os lo advier…aaaah aaah VALE VALEEE!! Me rendí en cuando me cogieron de los cabellos para tirar de mi. Afortunadamente mi agonia duro poco, porque antes de darme cuenta me habian llevado por uno de los senderos para hacer que me situara bajo las aguas de las cascadas. Instándome a que de rodillas me quedase ahí, por lo que sin entenderlo muy bien, me vi bajo el peso de aquel torrente, haciendo lo posible para no terminar medio ahogada.
IXCHEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEL!!!!
Grite mientras me hallaba bajo el fuerte caudal que caía sobre mis hombros, sin poder ver nada a mi alrededor. Momento en que sentí su voz en mi cabeza sin que tuviera que preguntar nada.
Purificacion…Odignis debe purificar su cuerpo…Ahora es indigna para la tribu…
"Perfecto….Ahora soy indigna…"Pensé entre la absurdez que tomaba cada momento junto a aquella gente. Pero entonces para mí alivio me sacaron de allí, mientras mi cuerpo temblaba entre el frío y el cansancio ante el peso del agua sobre mi. Por lo que no ofrecí apenas resistencia cuando me condujeron a otro lado, simplemente deje que me llevaran con ellas, sorprendiéndome, pues ahora ninguna hablaba, solo estaban en silencio, ceñudas, y serias. Cosa que me preocupo, pues me había acostumbrado a sus alaridos, mientras que ahora parecía que iban en procesión…

Mi ansiedad comenzó a crecer por momentos mientras yo apartaba mi pelo mojado de mi rostro como podía con las manos atadas, para ver como a pocos metros de la misma cascada, las mujeres paraban ante una pequeña cueva. Por lo que me gire mirándoles, inquieta e interrogante. ¿Que iban a hacer?...
Una de las mujeres mas mayores dio un paso hacia mi, mirándome hacia arriba, ceñuda y arrugada cual pasa.

Odignis Tuluk qué mah, nipe tokeh. tum suque sine botikerah yah crionomash utunome kanione crillaoh, zajayama….
Odignis debe ser condenada a la oscuridad. Hasta que el resto de dioses le perdonen su deshonra y la dejen salir…Repitio Ixchel en mi cabeza, haciendo que me girase precipitadamente para mirar la cueva, momento en que ellas me empujaron para que me adelantase, sin darme tiempo a mirar el profundo agujero que se hallaba en la entrada de la misma cueva, y que oscuro, me hizo caer quizás unos cuatro metros, haciéndome apoyarme con todo mi peso en el tobillo izquierdo. Produciéndome un dolor que me hizo dar un gran alarido en la oscuridad de aquel lugar.

MALDITA SEA!!! BASTA YAA!!! SACADME DE AQUIII!!!! SACAAADMEEEEEEEEEEEEEE!!!!!
Grite ya desesperada entre la oscuridad, levantándome poco a poco y palpando a tientas las rocas para mirar hacia arriba el único hueco por donde pasaba la luz, momento en que me levante con cuidado, cojeando, sintiendo un horrible hormigueo en el tobillo que empezaba a ascender por mi pierna ante el escozor. Podía asegurar que me lo habría torcido y nada mas, pero aun así me dolía tanto, que deje de apoyar el pie, sosteniéndome en la pared de roca para comenzar a escalar como podía, resbalándome entre las mismas debido a que estaban musgosas y húmedas, sin embargo seguí intentándolo infinidad de veces, entre la desesperación que empezaba a crecer por momentos. Y es que no pensaba quedarme como si nada, tenia intención de salir de ahí, ir en busca de Erlend y pedirle que nos fuésemos, pues no pensaba soportar ya mas tonterías. ¡Estaba harta! ¡Teníamos que irnos como fuera!

Pero entonces, mientras refunfuñaba y comenzaba a soltar las cuerdas de mis muñecas a ciegas, un extraño ruidillo llego a mis oídos, haciéndome girarme poco a poco, pues la escasa luz apenas permitía ver la silueta de las rocas…
Entonces me quede en silencio y comencé a escuchar con mas atención, baje las manos y me quede quieta, quieta como una estatua, simplemente escuchando, para percibir como el pequeño gruñido aumentaba, y entonces ante mi total sorpresa, infinidad de ojos brillantes se iluminaron en la estancia de forma siniestra, mostrándose rojizos y diminutos en cada rincon de aquella pequeña cueva.
Los pequeños roedores comenzaron a moverse pasando a mi lado, tocando mis pies e incluso caminando encima de ellos, haciendo que una sonrisa torcida cruzara mi rostro en la oscuridad, apreciando como aquel tic nervioso aumentaba a la vez que el temblor de mis manos. Intente respirar, intente no pensar…Los animales en general me gustaban y ninguno me producía miedo, incluso los bichos me parecían interesantes, pero de algún modo irracional las ratas me producían un pavor que erizaba cada cabello y cada poro de mi piel, como mi mayor miedo y pesadilla, por lo que intente mantener la cordura, diciéndome a mi misma que no tenia sentido, que no debía pensar, que no me harían nada, después de todo eran animales pequeños…no podían dañarme…Pero entonces, una de aquellas ratas cayo sobre mi hombro y…

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!

SACADME DE AQUII!! SACAADMEEEE!!!! POR FAVOOOOOOOOORRRRR!!!!!!

Me gire como una demente, ignorando incluso el dolor de mi tobillo para intentar escalar como podía, hiriéndome las manos, los pies, incluso las piernas y las mejillas debido a las afiladas rocas, húmedas, llenas de raíces y musgo, que me impedían subir, y que me hacían caer una y otra vez mientras yo subía insistentemente, sin parar, sin poder hacerlo, pues el horror que sentía me impedía darme cuenta de que me estaba dañando a mi misma en aquellos intentos frustrados. Y entonces al pisarlas y patearlas en mis intentos de huir simplemente empeore las cosas, comenzando a notar como me mordían, como me rasguñaban con sus diminutas garras, haciéndome notar los latigazos de sus colas en mi piel mientras las lagrimas caían como cascadas de mis ojos, enturbiando mi mirada e impidiéndome ver incluso la misma salida que ahora simplemente se había convertido en una mancha clara ante mi llanto desconsolado…

Pero entonces, después de un lapsus de tiempo que no supe contar, desistí de subir, pues no podía hacerlo, nadie me escuchaba, nadie quería ayudarme…Pensé en Len, y en lo mucho que deseaba gritarle que viniera, que me sacara de allí, pero nada salio ya de mis labios, queria gritar y ya no podía hacerlo, de hecho, ni una sola palabra salio de mis labios, ni un solo grito mas, incluso el llanto pareció irse poco a poco, dejando ahora mis ojos secos y mis mejillas humedecidas por aquellas lágrimas.
Entonces, bajando la mirada, me senté en el suelo y abrace mis piernas mientras mantenía la mirada al frente, mirando y sin ver nada en realidad, mientras las ratas comenzaban a pasear a mi lado, mordiéndome, arañándome, subiendo por mi espalda y e incluso por mis piernas, sin que ya me importara siquiera…Mi mente me había llevado lejos de allí y ahora no podía ver ni escuchar nada mas que un pequeño susurro…Un pequeño susurro lejano, que por un momento me pareció familiar, como si fuese la voz de alguien, pero ni siquiera me pude centrar, ni siquiera la pude identificar. Por lo que me quede allí en silencio, perdida en la oscuridad, sin poder escapar….sin poder gritar…viviendo mi peor horror, y teniendo la completa y total certeza de que no era la primer vez que lo vivía….


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Mensaje por Erlend Hedinson Jue Sep 20, 2012 11:49 am

- ¡¿Dónde está?! ¡¿DÓNDE?! –exigía una y otra vez a aquellos rostros morenos que me miraban con una mezcla de pavor y a la vez, impotencia, como si quisieran pero no pudieran responder a tan simple pregunta.- ¡¿DÓNDE ESTÁ NÉLIAM?!

El silencio era ya el motivo de mi histerismo y falta de modales, por lo que aquella situación requería de medidas extraordinarias: solté la presa que aun vestía y la deposité a mis pies, ejerciendo sobre la bestia un sencillo hechizo de dominación que permitiría convertirse en mi títere, algo que a ojos de los indígenas, no verían, más sí creerían que poseía el don de revivir a los muertos. Aquellos que más cerca se hallaban de mí, retrocedieron varios pasos, conteniendo el aliento o gesticulando el desconcierto que mis actos les habían suscitado.

- ¡Escuchadme! –reclamé, alzando la voz y con ella, mis brazos hasta formar una semi-elipsis.- ¡Soy vuestro Dios! ¡Yo os di la vida y sólo yo puedo quitárosla! ¡Habéis pecado y vuestro castigo será arder en el Infierno como no liberéis a vuestra Diosa de los Cocos Danzantes!

Los semblantes adoptando la mueca de circunstancias pude verlo en los rostros de todos y cada uno de los allí presentes, y aunque nadie había entendido ni una palabra de lo que había dicho, dejé que las imágenes hablaran por sí solas, ejerciendo sobre un radio de tres quilómetros a la redonda, una poderosa ilusión formada por fuego, el mismo del que les había hablado al exigirles el paradero de Néliam o ser consumidos por las brasas del Infierno.

- ¡Que así sea!- sentencié.

Todos retrocedieron, viéndose acorralados por las altas llamaradas que se acercaban a ellos, acechándoles y nublando su campo visual debido a la humareda. Poco a poco, las gentes se fueron arrodillando ante mí y cantaban rezos para salvar sus almas, probablemente. Pero entonces, alguien osó estirar la mano hacia el fuego irreal e indignado, se ponía en pie y me miraba acusatoriamente, diciendo algo que no comprendí aunque pude imaginarlo: el fuego no quema.

Torcí una sonrisa victoriosa y, haciendo uso de un hechizo, incendié su mano que sí ardió realmente, doblegando al hombre que cayó de espaldas, retorciéndose en el suelo, gimiendo y gritando desesperadamente hasta que detuve el avance del fuego en cuanto su brazo izquierdo había quedado ya inservible y enfermo, seguramente, a punto de caérsele a trozos.

Cuando otra amenaza preparaba mi boca mientras la bestia, títere mío, seguía rodeando a mis cautivos, mostrándoles sus fauces a aquellos que pretendían escapar, una niña alzó la mano hacia mí, pidiendo la palabra. Asentí con la cabeza y la pequeña no habló, dado que por lo visto, era muda de nacimiento. Ella se limitó a indicarme un camino y señalaba unos grandes senos antes de volver a indicar ese camino, por lo que intuí que se refería a Néliam. Con un chasquido de dedos, la ilusión del fuego que les acechaba creó una grieta por la que indiqué a la niña que cruzara para reunirse conmigo antes de cerrar la jaula custodiada por el títere, tomando a la pequeña de mi mano para que me llevara hasta mi amada.


Tras caminar por varios senderos flanqueados por espesa vegetación, llegamos a lo que parecía ser una pequeña entrada a una gruta, por la que apenas cabía un niño. Meneé la cabeza en cuanto atisbé sus intenciones, por lo que volví a usar mi magia para ampliar aquella entrada, pidiéndole a la niña que esperara fuera. Tomé un garrote y le prendí fuego para que me sirviera de antorcha hasta que se consumiera, lo que me daba escaso tiempo para entrar y volver a salir con ella. Entré a toda prisa, pues no sabía las circunstancias en las que encontraría a Néliam, ¿y si estaba herida? Aquello era lo único que mi mente podía malpensar. Una opción más trágica no podía concebirla. La gruta parecía haber estado en uso recientemente, pues aunque las paredes estaban recubiertas de musgo y humedades, por el oscuro camino que tracé fui descubriendo algunos restos de presencia humana, tales como zapatos y en los casos más asombrosos, restos humanos. Los animales como las ratas parecían vivir a cuerpo de rey entre tanta… un momento… ¿era posible? Cuando el fuego de la antorcha ya emitía peligro sobre la piel de mi mano ante tal cercanía peligrosa, mis ojos encontraron el ovillo anatómico formado por Néliam, quién parecía encontrarse aterrorizada hasta límites como el estado de shock. Sin mediar una sola palabra, la cargué sobre mi espalda enrollando sus piernas en mi cadera y sus manos a mi cuello, sujetando dichas manos para que no cayera mientras que mi mano libre sujetaba la antorcha a punto de consumirse, dejándola caer en cuanto encontré la luz del lugar por el que había entrado.

- Estás a salvo, Nél, estás… ¿qué…?

Me detuve en seco, frunciendo el ceño cuando, ante nosotros, no sólo me esperaba aquella niña con los brazos cruzados, sino que tras ella, la legión formada por toda la tribu nos aguardaba armados todos ellos hasta los dientes. Clamaron un grito de guerra y entonces… todos ellos fueron reducidos a cenizas que sigilosamente cubrieron el terreno por el que mis pies descalzos cruzaron rumbo a la ciudad fantasma que ellos habían dejado por su estupidez sobrehumana.
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Mensaje por Néliam de Hedinson Vie Sep 21, 2012 5:13 pm

Ni siquiera me percate de lo que ocurrió, ni de a donde me llevaba Len. Por más que deseaba concentrarme, me sentía como si mis sentidos no reaccionaran, como si mi mente estuviese nublada y no hubiese más que neblina a mi alrededor, aun podía escuchar los gruñidos de las ratas, sintiendo hormigueos por mi piel, como si aun la recorrieran libremente.

En ese entonces entramos en una de las tiendas y Erlend me dejo caer muy suavemente sobre algunas pieles, quedando en posición fetal. Entonces giré levemente el rostro intentando mirarle, aun asustada, parpadeando pausadamente. Quería decirle que me encontraba bien, que no se preocupara, que me alegraba de verle al fin. Quería pedirle que se quedara conmigo, necesitaba su compañía, sentía frio... Pero a pesar de que deseaba decirle muchas cosas, no pude hacerlo. Era como si mi propio cuerpo no me obedeciera del todo, entreabrí los labios diversas veces intentando sacar alguna palabra, pero nada salió de mi. sin embargo, supe que ahora ya no podía ocurrir nada peor, así que simplemente suspire y deje que mis ojos se cerraran con el ultimo recuerdo de sus ojos preocupados en mis retinas.
...
"-...Es solo una niña…Te estás excediendo demasiado Sirius, esto no tiene sentido.
-Ésta será la más fácil de las pruebas, si no supera esta ¿cómo superara las otras?...
-Déjala que siga aprendiendo conmigo, la medicina y la tecnología se le dan bien. ¿Porque quieres forzarla a pertenecer al ejército?
-No entiendes nada Magnus. Da igual el área a la que se dedique, ella tiene que superar sus miedos, tiene que controlar sus impulsos, lo que hace y lo que siente. No será una buena inquisidora si deja que sus emociones le dobleguen a su voluntad.
-Por el amor de dios! Llevas encerrándola en un ataúd lleno de ratas desde que tiene cinco años! ¿Qué clase de padre eres?
-SOY SU PADRE! Tu no tienes nada que decirme, ni siquiera pudiste salvar a tu familia. Ellos están muertos! M-U-E-R-T-O-S!!! ¿Como osas siquiera cuestionar mis métodos? …

Lleve mis manos a mi boca, alarmada, mi padre podía ser extremadamente cruel cuando quería, y siempre que podía le restregaba la pérdida de su familia a mi tío. Ahondando aun mas aquella herida que no podía sanar.
Me asuste, y comencé a aporrear la puerta que, cerrada, me dejaba escuchar la enorme discusión y los gritos que venían desde fuera.

Abrid!!! Por favor! No discutáis por mi! grité haciendo pucheros. Odiaba profundamente ver a mi padre y a mi tío discutiendo siempre por mi culpa. Aunque lo cierto, es que agradecía profundamente que alguien me defendiera, ya que odiaba aquellas pruebas, que si no eran cosas absurdas que tenía que hacer contra reloj, eran situaciones peligrosas, en las que siempre me terminaba haciendo daño. Aunque lo que más odiaba era la prueba de las ratas.
Mi padre me metía en el interior de una caja parecida a un ataúd. A veces amordazada o a veces libre. Y después de darme un largo sermón sobre la valentía, el coraje, el valor -e incluso diciéndome lo mucho que me quería, recalcando que lo hacía por mi bien-, vaciaba una caja llena de roedores encima de mí, procediendo a cerrarla mientras yo quedaba allí: gritando, atrapada en la oscuridad, mientras los roedores correteaban sobre mi cuerpo infinidad de horas…
Yo tenía que mantener la calma y estar tranquila hasta que me dejaran salir, pero nunca superaba la prueba. De hecho ni siquiera sabía cuando me sacaban de allí, pues solía quedar inconsciente después de tanto estrés, como si mi propio sistema nervioso no soportase ya, tanta presión.
Seguí aporreando la puerta, hasta que esta se abrió ante mi…"

...
Di un salto y abrí los ojos algo agitada con aquel sueño, pues mas que un sueño era un recuerdo. Sin embargo no quise pensar en ello, no despues de aquel dia. Por lo que intente calmarme, encontrándome a Erlend dormido a mi lado, abrazándome de forma sobreprotectora. Sonreí, y me acurruque junto a su pecho rodeándole con mis brazos, el entreabrió los ojos y comenzó a parpadear entreabriendo los labios. Lleve mis dedos hacia ellos impidiendo que dijese nada.

Estoy bien…Todo va bien…
Gracias…Por venir a por mí…
Indique mirándole con cierta angustia, mordiéndome los labios, notando como los ojos se me volvían a nublar a pesar de que no deseaba que él me viese de ese modo.
Él me apretó contra su pecho y yo deje que mi rostro se escondiese en su tórax. Sosegándome poco a poco con los latidos de su propio corazón, hasta que la calma volvió y el sueño nos consumió una vez más, sin que existiese ya nadie que interrumpiese nuestro sueño, ni nuestra calma.

Aquel poblado ahora era nuestro y de esa forma,-al fin pacifica- transcurrieron los días y las semanas, semanas en las que al fin pudimos conocer los rincones de la isla, sin tener a nadie que nos obligara a hacer cosas extrañas. habituándonos poco a poco a aquel paraje, aparentemente desolado, que nos recibía como nuevos inquilinos, curiosos y perdidos en algún punto de el inmenso mundo y el ancho mar...
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Mensaje por Erlend Hedinson Vie Oct 12, 2012 5:21 pm

Tomé entre mis manos aquél fantástico ejemplar de pez cabrilla, dándome impulso con las piernas para subir a la superficie, mostrando mi triunfo a Néliam, que parecía entretenida con alguna manualidad. Ella me sonrió y me saludó desde la playa, devolviéndole el gesto a medida que avanzaba hacia ella, alejándome del agua que aun empapaba mi desnudez, deteniéndome frente a ella para remover mis cabellos y así salpicarla, riendo por ello antes de preparar una pequeña fogata que coincidió con el crepúsculo del día, contemplándolo desde la arena con unas hermosa vistas hacia el horizonte pulcro y sereno, mientras el fuego echaba chispas e iluminaba tenuemente nuestro círculo reducido y compuesto por ambos.

- ¿Sabías que éste pescado es una especie hermafrodita proterógina? Cuando nacen todos los ejemplares son hembras y a medida que se van desarrollando se vuelven machos. Así, a diferencia de los ejemplares pequeños, cuyos órganos sexuales son femeninos, los viejos de gran tamaño poseen órganos sexuales masculinos. Pero curiosamente hay un momento, durante la transición de los órganos sexuales femeninos a masculinos, en el que un mismo espécimen posee ambos órganos funcionales al mismo tiempo, de manera que puede llegar a autofecundarse. -expliqué sin que viniera realmente a cuento de nada, ofreciéndole la mitad del pescado cuya tonalidad había adquirido un color anaranjado tostado, desprendiéndose un aroma exquisito que paladeamos gustosamente.

Tras la cena, como cada noche, ambos nos tumbamos en la arena para contemplar el cielo estrellado, hablando de nuestros planes o pensamientos, o simplemente, gozando del silencio de la noche solitaria. Pero en aquella ocasión, yo no miraba el cielo, sino a ella. Acomodado de costado y apoyando mi cabeza sobre mi puño, contemplaba extasiado su rostro, sus claroscuros producidos por el fuego, la noche y la escasa luminosidad que ofrecía la luna. La miraba y sabía que era exactamente lo que deseaba. Las yemas de mis dedos, entonces, se posaron sobre sus pómulos, marcados ahora gracias a la sonrisa que me brindó ante mi contacto. En silencio, deslicé mis dedos por su mandíbula inferior, bajando por su mentón, por su cuello, ascendiendo por la curva de su pecho, bajando de nuevo por la misma, caminando por su prominente vientre... Parpadeé y detuve entonces el recorrido, frunciendo la nariz y dejando sobre su abdomen el peso muerto de mi mano.

- Cariño... Sé que me arriesgo a que no me dejes tocarte ésta noche, pero... ¿te has dado cuenta de cuánto has engordado en unas semanas?- comenté alzando una ceja, sonriéndole un tanto divertido aunque esperaba que no me abofeteara por ello.
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Mensaje por Néliam de Hedinson Vie Oct 12, 2012 7:25 pm

Le mire parpadeando, antes de que una sonora carcajada saliese de mi haciéndome tapar los labios con ambas manos, riendo largos minutos hasta que las lágrimas salieron de mis ojos ante su rostro sereno, que me observaba enarcando una ceja y sonriendo mientras negaba con la cabeza.
Por lo que tras tomar aire, me senté nuevamente con las piernas cruzadas, limpiando mis ojos, y mirándole con una sonrisa.

Ais…que risa…dios mío… La confianza da asco amor mío, ahora lo se. Indique bromeando, acariciando y sosteniendo aun aquella mano que se había acomodado momentos antes en mi abdomen y que ahora se posaba sobre mi rodilla. Pero entonces baje la mirada hacia mi vientre e hice una mueca, la verdad es que si que lo había notado, pero pensaba que era cuestión mía y por eso lo había ignorado.
Si, lo cierto es que me noto un poco…en fin…me siento más pesada. Pero por mas que lo pienso no entiendo de que puede ser, comemos lo mismo y nos movemos mucho por la isla. No tiene mucho sentido. Incluso pensé en que podría tratarse de alguna reacción alérgica. Hay algunos pescados que crean algunas proteínas que a veces causan mal a quien lo ingiere, o lo inhala, o lo toca…Pero que yo sepa ningún alimento me provoca eso. Comente pensativa un tanto absorta en los diversos tipos de peces, -algunos tropicales- que habíamos comido en los últimos días. Suspire y ladee la cabeza al mirarle, avergonzándome un poco. Espero que me quieras aunque engorde.

Len rió, y yo me acerque, acomodándome sobre su pecho.
El silencio se hizo nuevamente ante nosotros, y es que me había quedado pensando en los peces. Hacia pocos días habíamos encontrado un pez piedra, un pez cuyo veneno era mortal. Me había llevado un pequeño susto al verlo mientras buceaba.

¿Recuerdas el pez piedra aquel? Comente de pronto, rompiendo el silencio...Su veneno neurotóxico, sale por sus aletas, pero claro, nadie que este cerca de él se percata de eso, la gente solo ve una cosa que parece una piedra, una superficie rocosa, llena de cráteres, y musgo, y algas, y plancton que nada a su alrededor…flotando al lado de esas algas putrefactas que se pegan a esa piel porosa y oscura, que seguramente es gelatinosa….y blanca…
y llena de pústulas que quizás al presionarlas soltaran un liquido hediondo…
Similar al…
Pus…


La imagen mental de aquel pez me hizo tragar saliva, casi podía ver los ojos del animalejo mirándome, emanando de su piel aquel olor a pescado podrido, putrefacto y desagradable. Los labios se me secaron, y entonces Len bajo la mirada para encontrar mi rostro con cara de circunstancias, y es que me había quedado con gesto de póker, algo que no habian pasado por alto sus atentos y perspicaces ojos, ya que ahora me miraba extrañado.
Así que entreabrí los labios, deseaba disculparme por ser tan grafica, pero no pude decir nada, tuve que llevar mis manos a mi boca, la imagen mental de aquello me había dado arcadas, por lo que me senté bruscamente, intentando respirar, pero la sensación de asco no se iba. Por lo que me levante de un brinco, tapando mi boca con una mano y enseñando la palma de mi mano a Len en un intento apresurado y sin mucho sentido de decirle que no pasaba nada, sin embargo no me pude distraer mucho, tuve que echar a correr hacia la espesura, dejándome caer de rodillas cerca de una palmera para devolver todo lo que acababa de cenar, tosiendo atorada mientras me apoyaba en el tronco tomando aire.
Definitivamente la cena no me había sentado bien a pesar de lo buena que estaba.
Me senté en la oscuridad hasta que el aire volvió a entrar y salir con normalidad de mis pulmones. Comencé a reflexionar, haciéndome inconscientemente un diagnostico.

Vamos a ver Nel, respira, relájate. Veamos, mareos, lo agentes sintomáticos pueden tratarse por infinidad de motivos, están los neuronales, los cardíacos, de presión, insuficiencias renales, auditivas…comencé a tomarme el pulso y si, estaba un poco agitada así como acalorada, pero todo dentro de lo normal. No, no,no…no se trata de alguna insuficiencia, ¿quizás algún agente externo?...Empecé a recordar todo lo que habíamos comido o bebido, sabiendo que en todo momento procurábamos cocer los alimentos, percatarnos que los frutos estaban en buen estado, así como cerciorarnos de que el agua era limpia y potable…No, agentes externo no. Entonces, veamos. Síntomas…Me sentía un poco cansada, y el aroma del pescado me había producido arcadas desde que probara el primer bocado, aunque lo cierto es que los aromas ahora empezaban a molestarme aun mas, cualquiera, por sutil que fuese y por otro lado, sentía un tanto sensible mi propio pecho.
De hecho, el mismo tacto suave, delicado y pausado de Len, me había molestado ligeramente…Entonces caí en un pequeño detalle. Por lo que empecé a hacer cuentas mentales, desviando la mirada y frunciendo el ceño…Contando infinidad de veces hasta que me cerciore de ciertas fechas. Momento en que reí de medio lado.
No…No es posible. Dije en voz alta, como si conversara con alguien invisible. Pero lo cierto es que si, podía ser.
Me puse en pie rápidamente y volví hacia la fogata, encontrándome a Erlend que de pie ya venia hacia mi preocupado, entonces me incline para beber agua de un cuenco cercano antes de mirarle una vez mas.

Cielo, necesito que me digas algunas cosas, como por ejemplo si las ves más grandes. Es importante. Indique seria mientras el me miraba interrogante. ahm...Ya sabes... Señale mi escote como si fuese lo más normal del mundo, pues lo cierto es que yo las veía como siempre, así que ante su silencio, tome sus manos y las sitúe sobre mis pechos un tanto impaciente. ¿Se ven o se sienten más grandes?... yo las veo iguales…
O yo... Dime, ¿me comporto de forma rara estos días? ¿He sido irascible, o demasiado risueña o distraída contigo?

Volví a preguntar, curiosa, intrigada y ahora un tanto asustada, ¿y si se trataba de lo que pensaba?.
Mire expectante a Len, esperando que dijese algo, pero parecía que mi acompañante se había distraído un tanto, porque ahora sonreía picadamente mirando mi escote.
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Mensaje por Erlend Hedinson Sáb Oct 13, 2012 9:33 am

Fruncí el ceño e hice ademán de levantarme en cuanto ella se alejó de mí, contemplando cómo su rostro se tornaba más pálido y un cristalino sudor empañaba su frente. Despegué los labios de mi boca para preguntarle qué le ocurría pero entonces, Néliam corrió hacia la vegetación y yo parpadeé, mirando hacia dónde había huído, sin saber qué hacer en aquél momento. ¿La habría sentado mal el pescado? ¿Estaría enferma? La preocupación y la impaciencia que nacía de mí a cada segundo que transcurría sin su regreso me llevaron a alzarme al fin, caminando por la arena hacia ella cuando entonces, la vi volver a mí y el alivio volvió a abrazarme con sutileza, dedicándole una pequeña sonrisa y extendiendo mis brazos hacia ella para abrazarla, pero Néliam me detuvo y sus cuestiones me desarmaron por completo, sobretodo cuando llevó mis manos a sus senos y yo me distraje por unos segundos, dejando de escucharla realmente.

- ¿Más... grandes? -repetí risueño.- A penas pueden mis manos amueblarse a tus cocos, Néliam.- reí sonoramente, sin soltar el agarre para masajear sus pechos con lentitud, notando cómo su cuerpo reaccionaba a mis estímulos.- Cariño, sigues igual de loca como siempre, no te preocupes, la cordura jamás te alcanzará.- seguí bromeando, deslizando una de mis manoss hacia su espalda, atrayéndola contra mí, buscando sus labios para besarlos con fervor, encontrando, no obstante, su inmutación, alejándome de su semblante y de aquél abrazo, frunciendo el ceño y encontrando en sus ojos la seriedad que temía hallar.- ¿Qué te ocurre ahora? Hace días que no me dejas siquiera tocarte y pareces esquiva conmigo. ¿Volverás a decirme que es por mi aliento? Porque es la peor excusa que he escuchado nunca. ¿O es que ya no te atraigo? Porque parece que ahora te repele. Si es así, dímelo y me buscaré otra choza dónde dormir, Néliam, pero deja de marearme con tus comentarios quisquillosos y sin sentido, ¿quieres?

Le di la espalda, cruzándome de brazos y sintiéndome colérico en realidad. Durante las últimas semanas había notado cierto distancimiento pero siempre había estado tan ocupado con mis quehaceres que no me había querido preocupar por ello, asegurándome que era cuestión de aquella misma isla la que le estaba afectando. Pero algo me dijo que había más... y su silencio empezaba a desesperarme por momentos, así que decidí cumplir aquella amenaza y marcharme de nuestra cabaña construída sobre varios árboles entrelazados y que tanto tiempo nos había costado erigir. Daba igual, ella no me quería a su lado y quedaba muy claro el motivo.

Suspiré, desapareciendo por completo mi enfado para dar paso a una sensación dolorosa y de vacío, cuyo rumbo me llevó de nuevo a la hoguera junto a la cuál se encontraba mi escaso equipaje: el taparrabos.
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Mensaje por Néliam de Hedinson Sáb Oct 13, 2012 12:33 pm

“Sus manos apenas pueden amoblarse a mi escote…”
Repetí mentalmente, cayendo en que si, definitivamente tenían que estar mucho mas grandes como para que no pudiera sostenerlas con sus grandes manos de marinero y guerrero.
Pero entonces, es que le observe acercarse y lo cierto es que yo seguía sumida en lo que pensaba, distraída, algo que sin lugar a dudas se tomo mal y es que me dio la espalda.

Abrí los ojos alarmada con esa reacción.
Len, ¡espera! ¡¡No es lo que tu crees es que…!! Pero entonces cuando trotaba hacia el uno de mis pies choco contra uno de los cocos que teníamos cerca de la hoguera y que medio oculto en la arena habría rodado separándose del montón.

AAAH! Me sostuve el pie, comenzando a dar saltos sobre mi pierna buena para mantener el equilibrio.
¡¡¡MALDITO COCO DE LAS NARICES!!! ¡COMO ES POSIBLE QUE HAYA UN COCO AQUÍ! Me mordí los labios enfurecida hasta limites insospechados, acuclillándome para recoger el coco y lanzarlo con precisión e ira hacia el centro de la hoguera, en la cual se estrelló y la cual mire colérica, alzando mi mano solo un instante hacia ella, haciendo que las llamas se elevaran en la misma unos tres metros hacia el cielo ante mi mirada entrecerrada, carbonizando aquel fruto que se volvió cenizas rápidamente… Momento en que parpadee y suspire desviando la mirada, alzando una ceja, sujetando mi codo derecho con mi mano izquierda y posando mis dedos sobre mi mentón. Pensativa.

“Acabo de descargar mi ira contra un coco.” Pensé sin creermelo siquiera.
Hacerme un diagnostico a mi misma, era un tanto complicado, ya que uno no era objetivo con uno mismo, por lo que intente pensar en que se trataba de otra persona, como si ésta me comentara sus síntomas. Los repase mentamente:

"Tenemos…
Ligero aumento del calor corporal.
Aumento del busto y sensibilidad de éste…de forma considerable.
Ligeros mareos.
Olfato sensible y…"
Baje la mirada hacia mi vientre.
"Y aumento del peso."
Entonces di con ello y chasquee los dedos con una ligera sonrisa. No se trata de nada alarmante, simplemente se trataba del principio de un embara…

La sonrisa se desvaneció así como mis fuerzas. Me deje caer de rodillas delante de la hoguera con los ojos desorbitados, mientras Len a pocos metros de mi me miraba sorprendido con el escándalo de hace tan solo un instante. El pobre quizás pensaba que convivía con una demente y no le faltaban motivos para pensar eso.
Entonces giré el rostro y le vi tomar sus ropajes para empezar a alejarse poco a poco algo que me angustió, por lo que me puse en pie rápidamente y trote hacia el, tomando de su brazo, haciéndole frenar.

Len, no, por favor espera…Lo siento. No sabes cuanto lo siento…No me he dado cuenta de que estaba actuando de forma extraña o que te estaba diciendo incoherencias. Él se giró hacia mí y yo continúe hablándole, sincera, intentando explicarme.
No quería que me tocaras porque…Hice una mueca bajando la mirada hacia mi torso. Me… siento un poco dolorida, y he estado actuando de forma extraña porque acabo de comprender que… Subí el rostro y le mire, centrándome en su mirada limpia, cayendo en que su reacción me asustaba mas de lo que imaginaba, por lo que mis ojos se enturbiaron rápidamente. Tenia que decírselo, esperar su reacción y aceptarla fuera cual fuera.

Es…Es que…Yo...Estoy embarazada…Y eso esta causando, que actúe tan extrañamente…yo… lo acabo de descubrir. De hecho…es…es muy normal esta actitud, ¿sabes?, Comente mientras le miraba, con una sonrisa, mientras mis ojos me traicionaban dejando que de ellos cayesen infinidad de lagrimas que resbalaban por mis mejillas, mientras yo me explicaba ignorándolas y hablándole de lo que ocurría como medico que era.
El…El cuerpo empieza a segregar hormonas de una forma desproporcionada, haciendo que las emociones de la persona se descontrolen…ha…haciendo que actúen como yo estoy actuado ahora, que estoy llorando y ni siquiera se porque…Es bastante molesto, y espero que no me lo tengas en cuenta, porque lo cierto es que es muy estresante y es que ahora mismo… ¡qui…qui… quisiera ser un hombre!...
Comente con una sonrisa nerviosa riendo levemente, antes de girarme para darle la espalda, sin poder aguantar su mirada que no podía describir, por lo que de espaldas hacia el, lleve mis manos a mis ojos, intentando frenar las lagrimas que caían sin cesar, bajé la mirada e intente relajarme aunque los sollozos no me dejaban, por lo que me quede un instante mas intentando serenarme, pero el silencio que nos rodeaba no parecía propiciar mi sosiego, sobretodo porque la idea de su desprecio o su enfado era algo que me robaba el aliento.
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Mensaje por Erlend Hedinson Dom Oct 21, 2012 12:33 pm

Estaba seguro que el sol habría frito sus neuronas y quizás debía internarla en cuanto llegaramos a buen puerto. En realidad, esperaba cualquier explicación a su extraño comportamiento, cualquier, excepto aquella. ¿Embarazada?

Mi semblantre palideció, mi ceño se frunció, mi mirada se desvió de sus ojos y aquello que mis manos apretaban cayó sobre la arena con un sonido seco.

Un hijo.

Llevé mi mano a mis cabellos y los peiné hacia atrás, suspirando profundamente antes de esbozar una pequeña sonrisa conciliadora, ladeando mi rostro hacia Néliam que parecía realmente asustada y desesperada. Lo comprendí, así que volví hacia ella y la envolví en un fuerte y reconfortante abrazo, apoyando mi mentón sobre su cabeza, cerrando mis ojos para inspirar su aroma mientras una de mis manos acariciaba su espalda, intentando sofocar su sufrimiento.

- Tranquila, Néliam, nos desharemos de ésta cosa.- murmuré con firmeza y sin un deje de vacilación, aludiendo por supuesto, al feto que crecía en su interior.- Eres médico, juntos nos ocuparemos de ésto y saldremos adelante, ¿de acuerdo? No te preocupes, todo irá bien, pequeña.

Me separé de ella por un momento y sosteniendo su rostro entre mis manos, besé su frente unos largos segundos, intentando infundirle fuerza y esperanza.
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Mensaje por Néliam de Hedinson Dom Oct 21, 2012 1:22 pm

Y el sonido de su voz, como un suave y dulce susurro, sonó por última vez en mis oídos antes de que el mundo empezara a moverse demasiado rápido, mis ojos se cerrasen y mis rodillas cediesen como en un mal sueño.
...
Abri los ojos, encontrándome encerrada en su abrazo, mientras el palpaba mi mejilla, intentando llamar mi atención y que le mirase, ambos arrodillados en la arena el uno en frente del otro.
Entonces le mire, procese lo que acababa de suceder y entendí cada una de sus palabras…Fuese por las hormonas, por el estrés contenido, o por mi carácter en si, que me abalance sobre él, tirándole de espaldas en la arena, sentándome sobre su cadera para así sujetar su pecho con una de mis manos a la vez que alzaba la otra al cielo con la intención de abofetearle…

Pero mi mano bajo rápidamente disminuyendo su velocidad con el transcurso, para terminar acomodándose luego con suavidad en su mejilla, sin poder siquiera pegarle, quizás porque aquello me habría dolido mas a mí que a él y es que me torturaba el simple hecho de intentar dañarle.

Me mordí los labios entre sollozos, aun sentada encima de él. Tapando mis labios con una de mis manos a la vez que mi cabello caía en desorden por mi frente, tapando mi rostro, momento en que tome aire como pude, obligándome a serenarme, extendiendo mis cabellos hacia atrás con ambas manos, arrastrando las lagrimas, elevando la mirada al cielo, antes de calmarme y mirarle hacia abajo, negando con la cabeza.

Erlend…
Perdóname…
Pero yo…No sé si yo podría hacer alguna vez lo que me dices…Solo se que en esta ocasión, no podre, no podría, jamás podría…aunque quisiera.
Jamás podría hacerle algo asi a algo que es tanto tuyo como mío…Seria como si quisiera matar una parte de ti…

Negué con la cabeza, cerrando los ojos. Te quiero demasiado para pensar siquiera en hacer algo así.

Me puse en pie poco a poco, mirándole y limpiando las lágrimas de mis ojos con el dorso de mi mano de forma rápida, queriendo borrar aquel rastro aunque mis ojos traicioneros no me permitiesen hacerlo.

Estoy asustada, esto me da miedo, estamos perdidos a saber donde, y tener un niño aquí…es…
peligroso…
pero lo asumiré, debo hacerlo, pero no te preocupes, no voy a pedirte que tu me ayudes con esto, pues entiendo tu postura, no te exigiré nada, ni te culpare de nada…Sin embargo…Espero que entiendas que debo continuar…


El viento agito mis cabellos y yo desvié la mirada hacia al mar y luego la baje hacia mi vientre, dejando que mi mano reposara por un instante ahí, sintiendo en aquel momento más temor del que jamás pude imaginar y más seguridad de la que recordaba haber tenido en mi ingrata vida.
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Mensaje por Erlend Hedinson Dom Oct 21, 2012 2:02 pm

Ella cayó y mis manos se cernieron sobre ella, sujetando su cabeza, arrodillándome para que su cuerpo se amoblara al mío. Con los dedos de mi mano aparté los cabellos que se le apegaban al rostro, palmeando su mejilla, suplicándole, con urgencia, que volviera conmigo. La espera me pareció eterna pero cuando sus párpados se despegaron a regañadientes, volví a sentir cómo la sangre recorría mi cuerpo poco a poco, suspirando aliviado, sujetándola fuertemente contra mi pecho hasta que ella, de repente, se abalanzó sobre mí y su mano voló hacia mi rostro, temiendo que me abofeteara, sin siquiera mover ninguno de mis músculos para detenerla, y es que me había sorprendido con la guardia baja, extremadamente baja, y su golpe no lo había previsto.

Mas no me abofeteó. No lo hizo y mi ceño, aun así, se frunció, enrojeciendo mi semblante notablemente pues bien podía comprender sus cambios de humor, pero jamás nadie había osado alzarme la mano sin asumir sus consecuencias.

Cerré un momento mis párpados, buscando relajarme, pues no deseaba enfurecerme, sabía que de hacerle, mis hirientes palabras le harían trizas y ahora no era el momento de discutir sobre respeto. Refunfuñé al fin, algo sin sentido y contemplé atónito el semblante de Néliam, alzándose de encima mío para decirme, muy firmemente, que deseaba seguir con la alocada idea de alumbrar a nuestro... hijo.

De pronto, el aire escaseó en mis pulmones, el tiempo se detuvo para mí, ya ni el rumor del mar contra la playa escuché y el pánico me abrasó hasta las profundidades de mi ser, haciéndome sentir como un niño pequeño y angustiado ante una noche que se avecinaba eterna y gélida. Me sentí como un torpe que camina por el cortante filo de una navaja, viendo bajo sus pies, nada más y nada menos, que la nada misma. Tragué saliva ruidosamente y un frío sudor recorrió mi espalda de principio a fin, paralizando mis músculos y mi cerebro durante unos momentos inexplicablemente largos y angustiosos.

Un hijo. ¡Jamás me había planteado semejante reto! Una familia. ¡Yo no estaba hecho para tener una familia! Y entonces, pensé en la responsabilidad que uno debe tener hacia aquellos miembros, la dependencia, el vínculo, el poder que éstos ejercerían sobre mí, sintiéndome atado y en sus manos, viviendo para ellos y no para mí... Yo dejaría de tener vida propia para compartirla con otros seres que reclamarían mi tiempo y mis pensamientos.

Hice rechinar los dientes y con la vista clavada en el mar, mi único hogar hasta entonces, me erguí con lentitud, dando la espalda a Néliam.

- Os sacaré de aquí.- me limité a decir un a penas un susurro de voz, dejando que mis palabras vacías y sin tonalidad alguna fueran robadas por la brisa marina, dejándonos sumidos en el más triste de los silencios.
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Mensaje por Néliam de Hedinson Lun Oct 22, 2012 4:38 am

Ambos nos dimos la espalda en aquel momento. Ambos demasiado turbados como para que la lógica nos acompañara y nos dejara pensar con claridad.
Sin embargo con el pasar se los minutos la tensión aumentaba, y con ella el temor a su desprecio, a su silencio…que por un instante impregno mi alma haciéndome sentir sola, como si por un momento me hubiese quedado vacía y la isla fuese demasiado grande para alguien tan diminuto como yo....

Me gire hacia Erlend, contemplando su espalda y sus cabellos claros, iluminados solamente por la suave y blanquecina luz de la luna, di un paso hacia el y acerque mi mano a aquella espalda torneada, dejando que las yemas de mis dedos se deslizaran por su piel bronceada en una caricia sin prisa.

Entonces, rodeándole, me situé frente suyo para contemplar su semblante trastocado, sorprendiéndome a mi misma al ver el profundo temor que brillaba de pronto en sus ojos fieros, gesto que jamás había visto en él. Después de todo ¿quien era él?...El era el capitán, el guerrero, el valiente hombre y diplomático al servicio del rey…Pero no era eso lo que veía ahora, sino que simplemente vía al hombre, a un hombre preocupado, a un hombre que ahora veía un giro inesperado en su vida…un giro que no deseaba… parpadee y acaricie su mejilla por un momento preocupada a un nivel medico, y es que su semblante había perdido el color y su mente parecía estar a siglos luz de aquel lugar.

Deje que mis dedos bajaran de su mejilla hacia su pecho, donde su corazón desbocado latía con prisa y sin pausa alguna. motivo que me hizo llevar ambas manos a sus mejillas.

Cielo. Mírame...
Respira...

Le escuche tragar saliva, su mandíbula estaba tensa y sus ojos me
Miraban como si en realidad no lo hicieran, como si me traspasaran, gesto q me entristeció profundamente, haciendo que de forma necesaria me acercara hacia el, dándole un suave beso antes de perderme sus ojos con seriedad, pero también intentando parecer serena e influirle eso, pese a que mi ansiedad crecía por momentos.

Por favor...No olvides lo que siento por ti...
Eso nunca cambiara…
indique aun con la palma de mi mano sobre su pecho. Dejándola caer con calma, antes de que nos mirásemos en un instante eterno...antes de que cada uno se girase y comenzara a caminar en sentidos contrarios por la arena.

Aquella fue la primera noche en que ambos dormimos separados en aquella isla. Una noche casi eterna en la que puedo jurar que ninguno de los dos pudo dormir...
y aquellas fueron las tres noches mas largas de mi vida.
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Mensaje por Erlend Hedinson Lun Oct 22, 2012 8:16 am

En aquellos días -perdí la cuenta al primero de ellos-, vagué entre la vgetación de aquellas selvas inexploradas, dejando que fuera la misma suerte la que guiara mis pies descalzos por aquellas sendas abruptas y peligrosas. Sólo cuando me percaté del rastro de sangre que mis huellas impregnaban mi camino decidi descansar para recomponerme de aquellas heridas físicas que el camino había abierto sin que fuera consciente de ello realmente. Logré encontrar una pequeña cueva en lo alto de una colina y en la que, para mi suerte, encontré un par de enormes huevos de color arenoso, por lo que me senté en el gélido y rocoso terreno interior de la gruta tras escalar aquella colina y con la ayuda de una rama seca logré abrir un pequeño orificio del tamaño de una lenteja por el que, hambriento -no recordaba cuanod había sido la última vez que había comido-, bebí su contenido, dejando el segundo huevo para otra ocasión, pues debía reservar algo de comida para épocas de escasez.

Fuera, la niebla se convirtió en negras nubes de las que pronto descargó una tormenta de importantes dimensiones, sumiendo el día en noche, contemplando prácticamente anestesiado de emociones, cómo los árboles que me rodeaban caían fulminados por rayos o arrancados de cuajo cuando el río desbordado se los llevaba consigo rumbo al mar. Todo desaparecía bajo el manto del agua iracunda que arrasaba con aquello que se le interponía con su destino... El destino... ¿Cuál era mi destino? Una vez, un compañero de batallón me dijo que el destino era el que cada uno forjábamos. Ese mismo día, falleció en la guerra. ¿A caso era ese, su destino? Él murió dejando a su prometida en tierra y un niño en su vientre que jamás conoció a su padre. Murió con un retrato de ella manchada de sangre. Murió sin querer hacerlo y dejando mucho atrás.

Mi destino era aquél que yo quisiera escribir, dijo. Y como él, no quise que aquél fuera el final a mi historia. Cierto era que en mi vida jamás imaginé formar una familia, ni mucho menos. Nunca lo deseé porque en realidad, le temía demasiado. Era mi debilidad, mi cobardía. Y ahora, la mano de Néliam me había tocado y hundido. ¿Cómo pretender seguir mi vida así, sin más? Dejaba demasiado atrás. A mi mujer, a mi hijo. Él no pudo elegir, mas yo sí.

Me erguí pesadamente y fulminé el horizonte que, apocalíptico, se extendía ante mí. Tensé mis músculos y mis mandíbulas chocaron con violencia. ¿Qué había hecho? La ira, como un látigo punzante, pellizcó mis entrañas hasta hacerme despertar de aquél vegetal estado psíquico en el que me encontraba. Néliam... Era lo único en lo que mi mente pensaba una y otra vez mientras pasé un tiempo indeterminado construyendo, frente a las adversidades climatológicas y mi desesperación, una pequeña embarcación de maderas, lianas, bambú y hojas colosales. En cuanto até los componentes mediante cordeles, descendí de la colina haciendo frente al temporal que por poco me arrastra con él, acercándome al río aun desbocado para asentarme sobre la barca, dejando que la corriente me arrastrara a trompincones, chocando contra árboles caídos, rezando para que la estructura aguantara al menos hasta llegar a la playa, despedazándose por el camino, empezando a hundirme y luchando aun así para sobrevivir. Y mas que por mí, por ella. No pensaba dejar que aquella discusión fuera mi último recuerdo de Néliam.

Algo me golpeó la cabeza en un pestañeo y la barca cedió ya sin el agarre de mis manos que fieras, se empeñaban en mantener su unidad intactca. Lo siguiente que recuerdo es flotar en el agua, ahora un tanto más calmada, del color de la tierra y sosteniéndome gracias a unas ramas que habían bloqueado mi camino hacia el descenso. Tosí para expulsar de mis pulmones el agua y tierra ingerida, volviendo poco a poco en sí, moviéndome para alzar la vista y contemplar, horrorizado, cómo la choza que había construido para Néliam y para mí en aquella playa, había desaparecido por completo. La culpa me invadió y por primera vez, los sentimientos me vencieron.

- ¡Néliam! ¡Néliam!- grité, abriéndome paso como podía entre la maleza, dejando que el miedo y la desesperación fluyeran... hasta que la vi.

Ella se hallaba en lo alto de un robusto árbol y yo simplemente, necesité arrancarme la piel a tiras con tal de ofrecerle abrigo a su cuerpo que temblaba ahora, probablemente de frío, quizás al verme tan vivo como ella. Entonces, corrí como si de ello dependiera mi vida y a mi llegada, extendí mis brazo frente a mí y mirándola lleno de pánico aun, vociferé:

- ¡Lánzate! ¡Yo te sostendré, lánzate!

Néliam dudó, mordiéndose los brazos, titubeando andes de obedecer y caer sutilmente sobre mis brazos que pronto la rodearon en un fuerte abrazo, escondiendo mi rostro entre su pelo húmedo, llorando por primera vez en mi vida.

- Perdóname, vida mía... perdóname... No volveré a alejarme de tí jamás... Te lo prometo, cariño... Te lo prometo...
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Mensaje por Néliam de Hedinson Mar Oct 23, 2012 7:01 pm

En aquellos días de soledad tome cierta afición a subirme a un árbol concreto.
Estaba entre la playa y el bosque, y parecía ser la única especie distinta a aquellas palmeras que nos rodeaban. Su grueso tronco y su ramaje, permitían que se subiese con facilidad, y desde arriba una de sus ramas, permitía sentarse con comodidad y apreciar varios puntos de la isla a la vez; la playa, el bosque y parte del río.
Quizás sonara como una tontería, pero estando arriba de aquel árbol me sentía menos pequeña, como si la altura me diera alguna ventaja que no tenia estando en tierra. Sin embargo, aquel no era el único motivo para ir ahí, pues de algún modo, así podía ver si sucedía algo…si venia alguien…Si venia él.
Sabía que él estaba preocupado, y pensé en que quizás me culparía, que no desearía verme más y aquello me rompió el alma, pues sencillamente desde que le hubiese conocido que no pude imaginar mi vida sin él, -y aquello, me gustaba y me enfurecía por partes iguales.- Pues nunca quise ser una carga para nadie, siempre me gusto ser independiente…pero con él no podía, le necesitaba tanto o mas que al aire que respiraba.
Suspire, pues de algún modo, siempre esperé que con el tiempo se cansara de mi, y al parecer asi había sido, se habría hartado de convivir con alguien tan patoso, con alguien que ni siquiera sabia el lugar de su procedencia… Con alguien que proponía una vida que el no deseaba…
Era normal…y lo comprendía…Pero aun así, me seguía doliendo…
¿Que le diría a aquel pequeño o pequeña cuando creciera? ¿Que le contaría cuando me preguntase por su padre…? ¿Podría hablar de el sin sentir que mi corazón se convertía en arena y se iba con el viento? Lo dudaba...
Mi cabeza se había convertido en un hervidero de preguntas sin respuesta, y es que tenía miedo, porque estaba sola y porque estaba embarazada…
¿Y si no sobrevivía al parto...y si le dejaba solo al nacer?
Mi cabeza iba a explotar tarde o temprano, empezaba a tener la certeza de ello.

Sin embargo, el ultimo día, cuando exploto aquella tormenta en la isla, de pronto me vi atrapada en aquel lugar, sin que me preocupase en absoluto como salir de ahí, pues lo cierto es que como una especie de guardián, buscaba con la mirada en el horizonte, intentando verle en alguna parte, pues empezaba a preocuparme, sobretodo por la cantidad de árboles que empezaban a caer, y es que ni nuestra choza había sobrevivido a la tormenta y entonces temí de veras, temí perderle, temí que le ocurriese algo....Podía entender que no quisiera seguir a mi lado, pero la idea de pensar en que le ocurriese cualquier cosa me parecía simplemente inconcebible e inadmisible, por lo que el temor me invadió robándome el aliento, haciéndome palidecer e incluso temblar bajo la lluvia…

Pero entonces… cuando mis ojos le vieron… la tormenta, la lluvia que me empapaba, la altura, e incluso el mundo, dejo de tener importancia. Y es que por un momento, volví a sentir que mi corazón cobraba vida y latía con fuerza… Por fin se acercaba su dueño.
Entonces, como en una alucinación, le contemple correr en mi dirección con la angustia grabada en sus retinas, mientras yo le observaba desde la altura, contemplándole un instante dubitativa cuando llegó hasta mi pidiendome que me lanzara, no por temor a que no me sostuviera, pues me habría lanzado al abismo si el me lo hubiese pedido…sino porque que temí que mi mente me engañara, cediendo ya a mis deseos desesperados de verle y de que él fuese real, sin embargo cuando grito mi nombre, cuando sus ojos se encontraron con los míos, cuando vi aquel brillo en su mirar…no lo dude.

Sus brazos me sujetaron cuando caí y me apretaron contra él, haciendo que también le apretase enérgicamente, como si ambos deseáramos fundirnos en aquel abrazo, que con necesidad nos hizo apretarnos, como si quisiéramos luchar ante una fuerza invisible que nos quisiera separar.
Era el, había vuelto, y ahora, entre mis brazos, lloraba amargamente con un pesar que me envolvió porque también era mío.
Ambos acabamos de rodillas en aquel momento, apegados el uno al otro, mientras la lluvia incesante e insistente caía como un torrente, mientras que Len enterraba su cabeza en mi cuello y yo le abrazaba, sujetando su cabeza contra mi, y palpando su espalda, apretandole mientras le acariciaba bajo la pesada lluvia.

Oh amor mío….
Tranquilo….
Tranquilo cariño…Todo esta bien…no tengo nada que perdonarte…Estas aquí….
Estas aquí…
Y estas bien…es lo único que importa…


Sonreí mientras mis lágrimas se iban con la misma lluvia que caía sobre mi rostro, aun sujetándole contra mi, sorprendida, pues jamás le había visto de esa manera, sin embargo aquel día entendí que empezaba a mostrarme su alma, así como sus debilidades y sus miedos, compartiéndolos conmigo así como yo los compartía con él...
Deje que se desahogara, acariciándole, acunándole en mis brazos, dándole mi calor y mi cariño incondicional ante aquel momento, y es que a partir de aquel dia ambos fuimos mas fuertes contra la adversidad, pues ya ninguno de los dos estaba solo, ambos luchábamos juntos contra las propias traiciones del destino…
Y de ese modo tan inesperado para ambos, paso el tiempo sin que nos diésemos cuenta, y es que jamás pensamos que pasarían tantos dias, pues de algún modo, esperábamos la presencia de algún barco, o de algo que nos sacara de ahí, pero pasó el tiempo y nada ocurría, parecía que seguíamos solos en la isla, aunque siempre íbamos con cuidado, la isla parecía guardar sorpresas, por lo que siempre estuvimos atentos.
...
A partir de aquel día de la tormenta, decidimos volver a donde los indígenas tenían sus asentamientos, utilizando la tienda mas grande para nosotros, aprovechando sus utensilios asi como las diversas pieles y reservas de diversos elementos que guardaban. Vislumbrando juntos como los atardeceres pasaban ante nuestras charlas, nuestras fogatas, y nuestras risas…y es que ahora la vida empezaba a ser divertida, sobretodo porque mis hormonas dejaron de traicionarme tanto y empecé a tener problemas para ver mis pies con el pasar de las semanas….Sin embargo Erlend parecía disfrutar, distrayéndose a veces con mi escote que empezaba a ser “escandaloso”, y con los apodos que me iba poniendo cada dia, apodos que siempre me arrancaban una sonrisa o una carcajada.
.....

Aquella mañana, me costo desperezarme, últimamente dormía demasiado, sin embargo Len ¡no me decía nada!…Se estaba portando tan bien conmigo que empezaba a sentirme culpable.
Me levante sujetándome en el suelo, moviéndome con dificultad, notándome inquieta. Por lo que camine despacio, cubriendo mi espalda con una larga y delgada manta de piel. Dando unos cuantos pasos para llegar a la playa, -ya que habíamos tomado una tienda que estaba cerca de la misma- y entonces, caminando en mi dirección observe a Erlend que alzando un brazo me saludaba desde unos cien metros, trayendo algo consigo.
Di un respingo cuando me patearon, por lo que lleve mis manos a mi abultado vientre, riendo.

Ooh, tranquilo…ahí viene, ya esta aquí…¿le echabas de menos eh?
Me reí mientras me acariciaba el vientre…
Y es que…como un suspiro…habían pasado seis meses.
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Mensaje por Erlend Hedinson Miér Oct 24, 2012 4:36 pm

Meses me costó confeccionar aquella pieza con la que ahora jugueteaba nervioso entre mis manos, ensayando una y otra vez las palabras que decir, sonrojándome a la mitad de la frase para acabar carraspeando y riendo, dándome a veces por vencido. Pero entonces miraba aquella pequeña caja de madera roja y relieves con formas florales y una amplia sonrisa se dibujaba en mis labios, por lo que suspiraba y volvía a intentarlo.

Fue en una de aquellas improvisaciones en la que me percaté de una alargada figura que envuelta en una manta de piel animal se acercaba a mí, moviendo mi brazo para saludarla antes de avanzar hacia ella con una sonrisa, gesto que se esfumó en cuanto su mano voló hacia su abultado vientre, preocupándome, avanzando ahora más deprisa hacia ella, acuclillándome a la altura del bebé para posar allí mi mano derecha.

- Hey... Más te vale no lastimar a Mamá Gordita, ¿eh?- bromeé, besando aquella tripa justo cuando un movimiento de su interior pareció responder mis palabras.- No tengas prisa. Quédate allí tooooodooo que quieras... Fuera, no se estará tan calentito.- reí, irguiéndome para mirar a Néliam, a quién acaricié su mejilla antes de depositar sobre su boca un efímero beso, recordando aquello que llevaba entre manos.- Feliz cumpleaños, cariño.

Estiré mi mano con aquella caja y mordí mis labios, visiblemente nervioso. Néliam pareció contenta de que recordara aquella fecha, por lo que la tomó entre sus manos y la abrió con cuidado, como si pudiese romperse. Yo la miraba de reojo y ante su rostro de sorpresa, no pude evitar forjar un semblante pícaro y satisfecho, poniendo mis manos en jarras y mirándole como un triunfador.

Regalo:

- Ya que aceptaste mi regalo...- empecé sonriente.- Acabas de aceptar convertirte en mi mujer.- añadí victorioso y pletórico, olvidando las palabras que había preparado con tanto esmero para pedirle la mano de un modo más... ¿serio? Aquellas cosas, definitivamente, no estaban hechas para mí.

Pero entonces, cuando Néliam pareció reaccionar y sus ojos se apartaron de aquél anillo hecho por mí mismo con los pocos elementos que en aquella isla había encontrado, la punta de una flecha rozó mi brazo y un hilo de sangre pronto emanó de aquella herida, frunciendo el ceño de repente y posicionando mi cuerpo a la defensiva, tomando la muñeca de Néliam para situarla tras de mí antes de contemplar, horrorizado, cómo tras los primeros matorrales que auguraban la selva que precedían, una hilera horizontal de salvajes armados hasta los dientes nos apuntaban directamente a nosotros. Chasqueé la lengua contra mi paladar y tras poner los ojos en blanco -pues odiaba que hubieran interrumpido aquél momento especial con ella-, grité:

- ¡CORRE!

Y juntos, tomados de la mano y bajo un alud de flechas, piedras y cocos, corrimos hacia ninguna parte...
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Mensaje por Néliam de Hedinson Lun Nov 12, 2012 6:26 am

Oh…mi cumpleaños…
Lo cierto, es que por muy surrealista que pudiese sonar, lo había olvidado, y es que desde que Len me hubiese rescatado -la primera vez-, que aquellas cosas habían dejado de tener mucha importancia para mi... Después de todo, ¿de que servia saber que se tenia un aniversario, si desconocia por completo si tenia una familia a la que le pudiese importar o el mismo lugar de mi propio nacimiento?... Era un tanto frustrante a veces, por lo que algunos detalles como aquellos de las fechas, los pasaba por alto. Por eso, me sorprendió que él lo recordase, y ¡mas me sorprendió que tuviese un regalo para mi! ¿Podía ser acaso mas encantador?

Observe con cuidado la cajita y sus relieves tallados, pasando las yemas de los dedos por encima antes de abrirla con mucho sigilo, preocupada de poder romperla, pero entonces cuando la abri, parpadee sorprendida, notando como una sonrisa nacia en mis labios al ver aquel anillo, tocando suavemente la perla que relucía en medio de aquella pieza.

¿Tu mujer? Pregunte alzando la vista y mirándole como si no le hubiese entendido bien…
Espera, aquello era una petición de…
Pero entonces, antes de poder pensar con claridad los arbustos se movieron a nuestro alrededor. Y antes de poder entender siquiera como habia llegado aquella gente, vi como Erlend se posicionaba delante de mi antes de que nuestros dedos se entrelazaran y ambos tuviesemos que empezar a correr como almas poseidas por la playa de la isla...
Desde lejos, seguro que se apreciaba casi como una situación cómica, con dos pobres naufragos que corrían a toda prisa mientras les perseguía una muchedumbre enfurecida…Bueno, visto de algun modo u otro seria una situación para contar a nuestros nietos, pero sin lugar a dudas, en aquel momento…¡No fue gracioso!

Pero de donde han salido!? Oh..dios mio…
¡Debian de estar escondidos en el otro extremo de la isla…!

Había una zona de la isla, en la que la tierra era mas bien hostil, sus playas estaban llenas de rocas y de animales que vivian de forma salvaje, estaba apartado, lejos del rio y de los arboles frutales que crecían en el interior de la isla… Quizás habría sido una segunda tribu, o parte de la primera que Erlend habia exterminado…Lo cierto es que fuese como fuese, habían sobrevivido y ahora …querían venganza. Y es que al ver las cosas que caían a pocos centímetros de nosotros, nos vimos obligados a adentrarnos en el bosque, corriendo a toda prisa, esquivando ramas, piedras, frutos, cortezas e incluso animales, pues alguna que otra serpiente se interpuso en nuestro camino, haciendo que le tuviésemos que saltar y esquivar mientras aquellos corrian atrás nuestro con las armas en las manos.
Indigenas:

Pero entonces, mientras corriamos para refugiarnos de las flechas, note que me costaba seguir el ritmo,la agilidad no me acompañaba en mi estado, por lo que perdi el aliento y tropece, cayendo hacia adelante, gesto que me hizo gritar, pues aterricé sobre diversas piedras que me provocaron un intenso dolor, llevé mis manos enseguida a mi vientre de forma protectora, asustada por un momento ante aquel brusco movimiento, pero no me permiti perder el tiempo, por lo que con la ayuda de Erlend me levante y me agarre a su cintura alzándome.

Esta bien...Estamos bien... indique ante su mirada angustiada, mientras él asentía y ambos continuábamos huyendo, trotando, mientras yo sujetaba mi vientre magullado, mordiéndome los labios, esperando que el dolor por aquella caída empezara a mermar con el paso de los minutos.

La selva imponente se alzaba ante nosotros mientras continuamos huyendo sin parar, incluso cuando pareció por un momento que les perdíamos de vista, momento en que atravesamos una parte de la isla por completo, llegando a uno de los bordes, -donde comenzaba nuevamente la playa.- En aquella parte, las rocas se amontonaban fromando diversas grutas y cuevas que se fundian entre la isla y la selva, dejando lugar a diversos escondites. Sin embargo cuando llegamos a aquella parte, comenzamos a caminar lentamente por la arena, mirando al horizonte, olvidandonos por un momento de los indígenas que nos perseguían ante la estupefacción del momento....Y es que en aquel instante quedamos ambos agarrados el uno al otro, petrificados ante lo que veíamos en el horizonte acercárse a paso rápido. Y es que nuestros ojos ahora estaban desorbitados al contemplar como aquel enorme barco se acercaba alzando poco a poco una bandera por su mástil.

Len…cariño…¿estas…estas viendo lo mismo que yo…? El asintió y ambos sonreímos de oreja a oreja, olvidándonos de todo, como si por un momento nuestras preocupaciones se acabasen de desvanecer. Pero la felicidad asi como nuestra sonrisa empezó a difuminarse para tornarse al instante en una mueca de horror.
Pues la simbología de aquella bandera negra que ondeo con fuerza ante la brisa, nos dejo mas que claro lo que estabamos viendo.

¡Piratas! Nos miramos, tragando saliva, girándonos bruscamente cuando los arbustos empezaron a crujir cerca nuestro, entonces ambos empezamos a retroceder por la arena, en dirección a las cuevas, donde nos dirigimos y nos ocultamos en una de ellas, quedándonos por un instante ahí, recobrando aire. Nos acuclillamos y observamos desde la oscuridad.Me sostuve el vientre, y respire pausadamente, aun dolorida por aquella caída, momento en que alce la vista para mirar a Len, con decision y esa pizca de locura, que queriendo o no, me caracterizaba.

Erlend...Si. estamos atrapados, nos siguen de todos lados, y esa gente son piratas...Pero...Somos brujos, somos dos, y de seguro que somos mas listos que ellos... Sonreí casi perversamente al mirarle.
No se como lo haremos pero...¡Tenemos que robar ese barco!...Len me miro parpadeando, quizas pensaba que ya había perdido la ultima tuerca, por lo que continué queriendo convencerle.
Tenemos que hacerlo!, tenemos que hacerlo por...El pequeño deportista que esta pateandome ahora mismo...Indique con una sonrisa,llevando una mano a mi abultado vientre un poco incomoda con tanto movimiento. tambien...porque como has dicho tu antes, he aceptado tu regalo y quiero un vestido decente para decirte que si.
Indique como si nada, como si quisiera quitarle importancia al asunto, elevando la mirada y sonriendole con complicidad, pues así...con sutileza, acababa de aceptar su proposición.
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Mensaje por Erlend Hedinson Mar Nov 13, 2012 4:48 pm

Torcí una sonrisa, complacido por la rapidez de mi mujer. Aunque sólo algo me preocupaba de aquella tentadora sugerencia y era precisamente, ella. Ella y aquél pequeño que parecía ansioso por llegar al mundo terrenal.

Fruncí mis labios y desvié la mirada hacia aquél barco que ahora ya se estancaba sobre la arena de la playa y cuyos primeros habitantes ya descendían por toscas cuerdas y escaleras, creando bastante alboroto. Suspiré y tomé la mano de Néliam, mirándola con seriedad y urgencia, acariciando con la otra mano su mejilla.

- Deja que me ocupe de ellos, ¿de acuerdo? Reserva tus fuerzas para la llegada de nuestro retoño, algo me dice que las necesitaras.- bromeé entonces, refiriéndome al gran tamaño de su abultado vientre que bien me hacía pensar en que el varón que allí pudiera residir pesaría al menos cuatro o cinco quilos, siendo quizás incluso, un gigante como yo mismo lo había sido al nacer, tal y como me lo había relatado mi madre desde siempre, viéndome como una honra para su familia que un hijo naciera con tanta energía y vitalidad como lo había hecho yo.- Volveré lo antes posible. Prométeme que me esperarás aquí, oh, amada mía.- le supliqué, volviendo a usar un tono que requería de un solo gesto de su parte con tal de aliviar el tormento que por momentos me robaba el aliento.

No obstante, no quedaba mucho tiempo, por lo que me erguí y caminé unos pasos hacia adelante, hacia la entrada a la gruta. Me detuve, separando mis piernas y alzando mis brazos hacia adelante, con las palmas abiertas hacia mi rostro severo y mis ojos concentrados en mis dedos mientras, entre susurros, inicié aquél conjuro, esperando que Néliam no se asustara demasiado ante el cambio de apariencia que vería en mí...

- O atri vires, venit. Veni et saltare circum, envolvedme cum vestris magicae et vestimentis me quasi hasta qui manducat corda et malum, ut clypeus quod sicut ego ad vos, protegens vos a lumine quod excaecat vobis et mori plagas devastata per sacrum ignem divinum. Veniat ad me et bibat manus ut quis ius cruenta manu mali...

De éste modo, en cuanto mis palabras fueron escuchadas, sentí cómo la sangre corría por mis venas a mayor velocidad, mi corazón se engrandecía y aquello me producía dolor, por lo que aunque intenté mantenerme erguido, caí arrodillado, ejerciendo fuerza con mis mandíbulas mientras mi cuerpo empezaba a cambiar, fortificándose mis huesos, siendo ahora más largos y anchos, mientras que mis músculos eran más fuertes que nunca. La escasa vestimenta que lucía se hizo añicos y en su lugar, un extenso pelaje marrón recubrió cada poro de piel, llevándose consigo el dorado de mis cabellos. Mi rostro cambió por completo, desapareciendo mis ojos claros para convertirse en un color amarillento. Mi nariz se acható y mi boca se convirtió en la de un carnero, cambiando del mismo modo mis orejas para situarse más arriba de mi cabeza, ahora puntiagudas y que flanqueaban dos enormes y macizos cuernos arredondeados. Mis pies y mis manos se transformaron en espeluznantes garras alargadas y afiladas como el filo del mejor sable. Y finalmente, una larga cola peluda azotó el rocoso suelo como si fuera el tiro de salida para aquella maratón de sangre.

Transformación:

Eché una mirada a Néliam que me contemplaba ahora completamente extasiada, por lo que, pretendiendo sonreírle para aliviarla, no hice más que asustarla al mostrarle mis monstruosas fauces, por lo que, carraspeando, decidí empezar con el trabajo sucio, con la esperanza de que no tardase demasiado en volver a mi forma natural, pues sólo había una contraindicación al hechizo que me había lanzado y era que me había vendido de algún modo, a la Magia, y hasta que ésta no fuera saciada con la sangre que le había prometido derramar, no podría volver a ser humano...

Fuera, el sol abrasador me recibió de mala gana, pues su luz me cegaba. Por ello, mentalmente, realicé otro pequeño conjuro con tal de nublar el día y ponerlo a mi favor, contemplando sonriente, cómo las nubes cubrían el cielo y el astro rey desaparecía. Y sólo cuando comprobé que todos los piratas tocaban tierra firme, demasiado ocupados con algunos de los indígenas que pretendían llegar a nosotros llevándose consigo a aquellos hombres de la mar, ni cuenta se habían dado de mi presencia, por lo que, liberando el monstruo que pretendía ser, gruñí sonoramente, golpeando mi pecho con mis puños y dejando que la saliva saliera propulsada hacia el exterior, sonriendo en mi interior cuando escuché los primeros gritos despavoridos de aquellos, de ambos grupos, que ahora me señalaban con sus respectivos dedos índices, contemplando mi figura situada en lo alto de un acantilado, lejos de Néliam para que no llegar a ella, usándome como cebo disuasorio.

Al fin, varios de ambos grupos parecieron aliarse con tal de acabar conmigo, por lo que salté y de un brincó me planté a dos centímetros del más valeroso de ellos, el que lideraba aquella absurda marcha cuyo destino era la Muerte, indudablemente. Sin poderlo evitar, lamí la punta de su nariz como gesto bromista antes de usar mis garras y arrancarle el corazón de repente, ante su mirada congelada en el tiempo. Los siguientes, como él, fueron cayendo de tres en tres, sembrando sobre la blanca arena el color carmesí de la vida que desaparece entre mis manos.

Pero, respirando agitadamente mientras contemplaba aquella alfombra roja bajo mis pies, nada en mí cambiaba. Aquél a quién había entregado mi cuerpo, aún restaba sediento...
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Mensaje por Néliam de Hedinson Lun Ene 28, 2013 5:56 pm

Los segundos transcurrieron lentos y pausados, convirtiéndose en tensos instantes cuando contemple como Erlend se transformaba en aquel ser poderoso, que ahora se alzaba soberano en la isla, incluso asustandome ante su figura. Sin embargo intente serenarme y respirar de forma sosegada, aunque me empezaba a costar horrores hacerlo, gesto que me consterno y que me hizo llevar mis manos rapidamente a mi abultado vientre.

¿Pero que...? Uf...intente serenarme mientras me sujetaba de las mismas rocas para alzarme con cuidado, notando de pronto que me volvía a inclinar sin poder tenerme del todo derecha debido a una fuerte contracción.
Parpadee al entenderlo, haciendo una mueca de espanto -mas que seguro digna de admiración.-

Oh,nonono espera un poco, espera un poco pequeño!... Ahora no es un buen momento hijo... Comente en soledad mordiéndome los labios, intentando relajarme y no pensar en lo incomoda que empezaba a sentirme. Pero entonces, antes de poder volver a respirar con cierta normalidad, algo crujió cerca mio, haciéndome girar el rostro bruscamente para mirar a mi espalda, donde ahora el grupo de isleños se mostraba a pocos metros mio,con sus armas en alto y sus rostros de "cordialidad"...

En aquel momento me senti como una psicópata. Pues me habría encantado matarlos a todos y enterrar sus cabezas en picas que adornaran la playa, haciendo juego con la sangre que adornaría la arena...

“Vale...cálmate...respira...esta gente al fin y al cabo,no deja de ser primitiva...e ignorante..” Alce una de mis manos hacia ellos, queriendo indicar que no pensaba huir…Momento en que avanzaron aun mas hacia mi mientras tras ellos se arremolinaban sombras confusas que pronto empezaron a tomar forma, convirtiéndose una de ellas en la figura de Ixchel, que con el semblante ceñudo y los ojos encolerizados, hablaba, aunque no eran sus palabras las que resonaban en aquel lugar, pues ella gesticulaba solo, siendo uno de los hombres que se hallaban delante suyo el que hablaba ahora con voz nítida, clara…y en mi idioma…

Vosotros sois los culpables de todos…Vosotros teneis que pagar por lo que habeis hecho…
¿Lo que hemos hecho?....
El dios sol es el único que nos puede salvar…Entréganoslo.

¡Entréganoslo!


Repitieron todos, cada vez mas siniestros mientras me rodeaban aun apuntándome con sus armas, mientras yo les miraba sin entender del todo a que se referían, sin embargo no tuve que preguntar, pues
Ixchel me miro, y entonces, como en una ensoñación vi lo que sus ojos me mostraban, tomando aire cuando vi como ellos entre el miedo que sentían, decidían entregar su voluntad a su dios…llevándome junto a ellos a un lugar oculto y sagrado, donde me dejarían, donde procederían con la ceremonia, donde sin contemplación alguna me abrirían para tomar a mi bebe….el cual era su dios…
El cual…
Debía alimentar al volcán, para que sus almas se unieran fundiéndose el dios sol con el espíritu del fuego y de la tierra, ya que de ese modo sus pecados serian perdonados y su civilización se volvería a alzar..

En aquel momento. Abrí los ojos y les mire a todos y cada uno de ellos, contemplando sus ojos furiosos... Y entonces,en aquel momento, en aquel instante, viéndome rodeada y en peligro, la rabia me inundo de forma desmedida, haciéndome estremecer y temblar de pies a cabeza, haciéndome respirar agitada, sintiendo prácticamente, que me hervía la sangre de puro odio y resentimiento, pues podía aceptar que quisieran matarnos por haber invadido sus tierras, por haberles arrebatado sus propias vidas, por asustarlos...
Era cierto, no merecíamos vivir ante nuestros propios actos, pero no fue eso lo que me hizo entrar en cólera, sino el solo hecho de imaginarles ... haciendo daño a mi bebe, a nuestro bebe.
¿Cómo pensaban siquiera... en atentar contra nuestro hijo? La rabia supero el limite del razonamiento y la lógica, invadiéndome de un modo que jamas imagine.

"..Lumina et vi sombres
ad me comitari in hac die
Veni, revelamini.
mihi veniunt in, dominem. dirige me cum tua potestate
Pugna pro me.
quia ego indigere."
...Banshee...


Las nubes comenzaron a oscurecerse rápidamente, siendo yo el centro de aquella tormenta de viento y arena que ahora agitaba los arboles y hacia huir a las aves hacia un lugar seguro, mientras los indígenas me miraban asustados y aun así cada vez mas indignados, mientras yo, sintiendo de pronto la fuerza de aquella ventisca, les sonreía para terminar riendo entre las carcajadas de una demente, una ahora poseída por una de las formas perdidas de la naturaleza, la banshee, aquella que en forma de espectro se alza entre los vivos para profetizar la muerte tras su paso, mientras que bajo su mirada inquisitiva, se mostraban o se ocultaban, actuando en este caso al ser invocadas…

Por lo que ahora me alce firme, poderosa y estable en mi posición, mientras que bajo ese semblante de calma, toda aquella ira y aquella rabia acumulada tomaba dominio de mi, haciendo que mis escasos ropajes se transformaran en el sucio y desgarrado vestido blanco de su portadora, tornando mi rostro -ahora ojeroso-, de un tono pálido de aspecto mortífero, que lo hizo verse anguloso y demacrado, lleno de sombras que hacían destacar aun mas mis ojos ahora un tanto blanquecinos, carentes casi de color, salvo por la tonalidad violacea que ahora rodeaba al iris.
Respire y gire poco a poco la cabeza para mirar a mi alrededor, mientras aquellos ojos míos, -pero sin ser de mi dominio en aquel momento- miraban a su alrededor con repugnancia. Comenzando a caminar lentamente ante la ventisca para salir de la frondosa selva hacia la fina arena de la playa, una que recibió mis pies descalzos aun arremolinándose a mi alrededor.
Mire el cielo gris a la vez que extendía los brazos, haciendo que las aguas se agitaran y retrocedieran. Mientras el numeroso grupo de indígenas intentaba seguirme logrando simplemente dar un par de pasos para después, ante alaridos perdidos en el tiempo, ver aterrorizados y sin poder hacer nada, como sus cuerpos quedaban anclados en aquellas posturas similares al contraposto, viendo con terror como sus pieles morenas comenzaban a palidecer y a craquelarse ante sus gritos de pánico y dolor, al ser convertidos ahora, poco a poco en figuras rígidas, en estatuas aun vivas de roca, estatuas que se rompían y que se empezaban a marcar, para terminar trizándose en millones de fragmentos ,que les hacían romperse y desparramarse en el suelo, desmembrados y ya silenciados totalmente, ante el viento que las convertía poco a poco en trozos sin forma, desgastados trozos marmóreos, que segundos antes no eran mas que carne,musculo y sangre y que ahora se desintegraban como si fueran de arena para unirse a la que ya existía en la playa.

Seguí avanzando por la arena mientras sentía un intenso dolor en mi abdomen, así como el liquido que se rompia y me anunciaba en inminente parto, entre un dolor inhumano que me hizo delirar por dentro, pese a que ni mi cuerpo, ni mi rostro mostraron en ningun momento un atisbo de dolor, pues aun era poseida por la banshee y ella no obedecia a mis sentidos. Por lo que avance por la arena con paso lento hacia las aguas que se recogian cada vez mas, dando lugar de pronto a un oleaje salvaje, mientras el barco de aquellos hombres casi extintos, se movía violentamente con las agitadas aguas, a la vez que yo seguía avanzando por la playa... regando tras mi paso la arena con las huellas de mi propia sangre, que ahora manchaba aquellos desgarrados ropajes blancos, casi totalmente impregnados en mi esencia, sin duda una señal de que no me estaba yendo bien.

El sonido del viento siguio azotando la isla, ante aquel cielo oscurecido. Y entonces, mientras me centraba en aquel cielo, un rugido se escucho cerca, por lo que gire la cabeza y visualice a aquella criatura ancestral que bajo aquel pelaje y aquella musculatura descomunal, me indicaba que era Erlend, encontrándome con sus ojos mientras el viento agitaba mis largos cabellos.
Senti que mi corazon daba un vuelco al verle...y quise gritarle, quise hablarle, ¡Queria decirle que me ayudara! queria correr hacia él, e intentar aguantar y no pensar en que me moria de dolor...queria decirle que me estaba desangrando...que necesitaba su ayuda... Pero lo unico que salio de mis labios fue un potente grito, agudo y ensordecedor, como si millares de cristales se hicieran chirriar a la vez en un lamento sobrecogedor y monstruoso, en el que le enseñe los colmillos a su figura lejana. como si aquel ente que me poseia quisiera desafiarle, sin embargo despues de eso, mis ojos empezaron a verle borroso en la distancia, y entonces senti como mi figura se desvanecia con el aire, sintiendo como todo mi cuerpo transparentaba y como mis pies dejaban de tocar la arena para tocar ahora la madera de aquel barco.
Notando de pronto que al fin podía abrir los ojos apreciando, ahora la mirada de aquel ente sobrenatural que me habia poseido momentos antes, apreciando su verdadera forma solo un instante, antes de que ella se perdiera con el viento...

...Gracias...

Susurre al contemplar que me había salvado, y que ahora me hallaba en la superficie de aquella embarcación, pero entonces, mi cuerpo me perteneció, y el peso de mi alma me hizo caer hacia adelante, mientras de rodillas me sostenía agarrando mi vientre, apoyando la frente en el suelo, notando como mis ojos se llenaban de lagrimas ante las profundas contracciones que ahora me azotaban haciéndome sentir como si me estuvieran desgarrando por dentro, tomando aire de forma entrecortada, antes de gritar con todas mis fuerzas, queriendo de ese modo que me escuchara...que si había alguna deidad por ahí, le hiciera llegar mi voz a Erlend...

El tiempo se acababa.
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Mensaje por Erlend Hedinson Dom Feb 03, 2013 2:32 pm

Alcé la vista en dirección al grito que cautivó mi atención, gruñendo guturalmente cuando identifiqué la figura arrodillada de Néliam sobre el barco, sin tiempo de enfurecerme porque no obedeciera mis órdenes, pues unos hombres vestidos de piratas se acercaban sigilosamente a ella con las espadas en alto. Por ello corrí, brincando de lado a lado hasta situarme frente a ellos, a los que no vacilé en decapitar con mis garras a uno de ellos, arrancarle las tripas a otro de ellos que lancé por la borda y a los siguientes, me limité a partir cabezas y ensartar con mis garras. Y de ese modo, en un pestañeo, todo volvió a la calma y al silencio, por lo que volví mi vista hacia mi mujer, que se hallaba tras de mí, aquejada y visiblemente dolorida por lo que parecía ser, los preámbulos de un parto.

- Maldición...- musité en mis adentros, mirándome las manos ensangrentadas, peludas y cuyas uñas afiladas permanecían incrustadas en mi carne, sin síntoma alguno de desaparecer, sin seña alguna de la transformación que ansiaba.

Pero no había tiempo para esperar un milagro, por lo que, tan cuidadosamente como pude, llevé a Néliam en volandas hacia el interior de la embarcación, tirando una de las puertas abajo y que me ofreció una sala de madera, con algunos armarios y una larga mesa rectangular repleta de sillas y sobre ésta, los platos, vasos y los cubiertos que aquellos hombres habían usado para la última comida antes de su descenso al Infierno. De hecho, aun quedaban restos del pescado, las patatas y el tomate hervido que habían degustado, así como la fruta de postres y el vino tinto en todas y cada una de las copas de cristal que allí dispuestas se encontraban.

Sin vacilar, eché todos los trastos al suelo y dejé la mesa limpia, excepto por algunas espinas que aparté de la piel de Néliam cuando ésta se quejó. La estiré a lo largo de la mesa y le pedí que respirara pausadamente mientras yo le daba la espalda y en dos zancadas me dispuse frente a la cocina, repleta de platos sucios, jabón, trapos, vasos y demás objetos culinarios. Tomé un cuenco y lo lavé mientras dejaba el agua calentándose con las brasas de la chimenea con la que solían preparar los platos calientes como las sopas, dirigiéndome de nuevo hasta ella, momento en el que la ayudé a flexionar las rodillas y abrir las piernas, poniendo el cuenco de agua humeante entre ellas.

- No tardo, cariño.

Quise decirle, olvidando que seguía siendo una bestia y no podía comunicarme verbalmente con ella, por lo que esperé captara el brillo conciliador de mi mirada y salí de la cabina para buscar algún dormitorio o la lavandería, encontrando lo primero antes que lo segundo. De allí tomé varias sábanas -pues algunas de ellas se rasgaron en cuanto mis garras quisieron recogerlas finamente-, regresando a la cocina cuando por casualidad, encontré el habitáculo dónde guardaban herramientas, llevándome conmigo una caja de éstas.

Al regresar, Néliam se sostenía el vientre abultado y me miraba sudando, con lágrimas derramadas sobre sus mejillas, ruborizada y con estremecimientos en sus muslos descubiertos.

Dejé las herramientas a un lado de ella y las sábanas las coloqué sobre el cuenco sin que se mojaran, extendiéndolas horizontalmente y dejando que los pies de ella pisaran la tela de lino blanco. Ella me miraba suplicante y yo tragué saliva antes de agachar la mirada y dar un brinco que me hizo retroceder, sin calcular que mi altura era superior a la normal y llevándome conmigo parte del cobertizo de la sala, cayendo sobre mí algunas maderas y astillas antes de observar un agujero sobre mi cabeza. Reí nerviosamente esperando que ella se contagiara y relajáramos aquél tenso ambiente, sin éxito alguno.

Hice un gesto como si quisiera arremangarme antes de avanzar hasta sus piernas abiertas, comprobando con nerviosismo, cómo realmente había roto aguas y la llegada de mi primogénito era ya cuestión de tiempo.

Me posicioné entonces tras ella, colaborando en su posición erguida que recostaba su espalda contra mi pecho mientras mis manos se posaban sobre sus rodillas, ayudándola a mantener las piernas abiertas pese a los fuertes dolores de las contracciones.

Pero los minutos transcurrían, ella resoplaba y parecía un manojo de dolor. Mi paciencia llegó a su fin y decidí poner punto y final a la tortura de Néliam. Por ello, fui soltando su espalda para que se tumbara sobre la mesa y se relajara mientras yo me posicionaba de nuevo entre sus piernas, llevando mi dedo índice hacia su vagina ya dilatada para rasgar con mi uña un pequeño corte vertical, facilitando así que el feto pudiera salir de ella sin sufrir tanto debido a la estrechez de la mujer. Y aun así esperé, y esperé... pero parecía que aquello se alargaba en lo infinito.

Refunfuñé algo que ni siquiera recuerdo y abrí la caja de herramientas que se encontraba junto a ella, lanzando por los aires algunas cosas inservibles hasta que di con aquello que buscaba. Torciendo una sonrisa victorioso tomé entre mis torpes manos aquellas colosales tenazas y se las mostré a Néliam una sola vez para que no se pusiera nerviosa si sentía un tacto extraño en su intimidad, ignorando su grito atronador para llevar a cabo lo decidido. Así, me acuclillé frente a su entrepierna y con sumo cuidado abrí sus labios menores con la ayuda de mis dedos, inmiscuyendo las tenazas abiertas hasta que sentí que cogían aquello que buscaba, por lo que sutilmente, empecé a tirar hacia afuera, sonriendo al ver que lo lograba, que al fin una cabeza de pelo castaño asomaba por su vagina, por lo que deseché las tenazas y con mis propias manos tomé la cabeza del pequeño para tirar de ella, sosteniendo al fin su pequeño cuerpo entre las palmas de mis manos por un segundo, antes de cortar el cordón umbilical con unas tijeras de cocina que encontré cerca aun con olor a pescado y envolverle entre las sábanas cálidas.

- Iver Hedinson...-sonreí orgulloso en mis adentros.

Y entonces, cuando alcé la vista para mostrarle nuestro primogénito a Néliam, otro grito ensordecedor me llevó a mirar su entrepierna, de la que brotaba otra cabeza idéntica a la que ya había extraído, cuyo cabello era quizás un tanto más rubio...

Pero cuando hice ademán de ayudarla a extraerle el segundo de nuestros hijos habiendo superando ya la sorpresa de quién no espera un nacimiento de dos hijos a la vez, algo en mí cambió. De hecho, todo en mí cambió...

Deposité al recién nacido sobre la mesa después de azotarle el culo para lograr que respirara por sí solo, retirándome de aquella escena mientras sentía mis huesos crujir y mis músculos contraerse de forma punzantemente dolorosa mientras pensaba que aquél no era el momento, que debía asistir a Néliam y a nuestros hijos, retorciéndome hasta quedar acuclillado, gruñendo con ferocidad, agobiado entre los gritos de Néliam y los llantos del bebé, arañando la madera con aquellas uñas que poco a poco iban desapareciendo para devolverme las manos humanas que poseía, comprendiendo en aquél momento que había sido la sangre de mi hijo lo que había saciado la sed de aquél ente al que le había vendido mi alma, riendo cuál demente al sentir la pureza de aquél ser cuya vitalidad se destilaba por cada uno de sus llantos, siendo aquello lo último que escuché cuando al fin perdí el conocimiento y caí cuál saco de patatas en el suelo...
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