AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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[Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
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[Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
TOKIO- JAPON
(Época Actual)
(Época Actual)
Era ella una chica normal, cursado el tercer año de preparatoria, en la preparatoria de Osaka, su nombre era Aitziber D’ Lemoine, había nacido en Francia y vivido toda su vida en ese lugar, pero con la trasferencia de su padre tuvo que mudarse a Japón cuando tenía unos 14 años. Desde ese momento había conocido muchas cosas sobre la cultura japonesa que la dejo llena de curiosidad y fascinación. Una de sus cosas favoritas era un viejo templo que estaba a las afueras de la ciudad de Tokio, lejos de todo el bullicio que en esos momentos formaban aquella ciudad convertida en una gran metrópolis, nunca le había gustado las ciudades tan pobladas, tal vez era por eso que adoraba tanto aquel tranquilo templo en donde vivía una de sus mejores amigas desde tercer año de preparatoria.
Aquel día se había arreglado para poder ir a visitarla, ella había seguido estudiando junto con ella en la universidad de Tokio, pero los fines de semana disfrutaba la compañía de ella mientras la ayudaba en algunas cosas del templo, siempre había sido una niña que los espíritus buscaban hablarle, pero nunca quiso saber nada de eso, tal vez porque el miedo no la dejaba, aun así sabia que aquel lugar tenía un encanto sobrenatural sobre ella y aunque en ocasiones al pensarlo deseaba no ir mas por temor a buscar problemas innecesarios, aun así no podía aunque quisiera.
Se había levantado muy temprano para ayudarle a Sora en algunas cosas del hogar mientras ella atendía a algunos turistas con aquel hermoso kimono de sacerdotisa que en algunas ocasiones vestía para atender a las personas. Según la historia de la familia Sora era descendiente de hermosas y poderosas Sacerdotisas que protegieron este templo desde la época feudal. La historia familiar de Sora la envolvía, podría estar horas y horas al lado de ella mientras le explicaba cada cosa. Cuando le explicaba algún ritual Aitziber sentía un poco de miedo, pues podía sentir una extraña presión, como si en realidad lo que hiciera funcionara (aunque de forma muy leve) tal vez no funcionaba porque Sora no tenía la fuerza espiritual suficiente para hacerlo.
-Sora!!- exclamo Aitziber sacando su cabeza de la casa, Sora giro con una cálida sonrisa, los turistas comenzaban a alejarse de ella-No encuentro los materiales de la limpieza- la joven salió de la casa con un yukata ligero de un color pastel que hacía verle pálida, sin ningún color en sus mejillas, su cabello estaba largo, le llegaba hasta la mitad de la espalda. Sora tenía el cabello más largo que ella, se podía ver el movimiento del viento que lo hacía moverse de un lado a otro, pareciendo que jugara con el.
-Búscalas en un cuarto que esta atrás de la casa- indico con una dulce voz. Giro su cuerpo dejando a Ait sola. Busco una sandalias de madera para salir por detrás y encontrar un especie de almacén, aquel lugar era viejo, apenas abrió la puerta pudo oír los crujidos de la puerta, y el polvo levantándose apenas toco la madera con sus sandalias.
-ahh.. que asqueroso está este lugar… lleno de polvo- murmuro llevando su dedo por un estante dejando una línea mientras pasaba…-ahh… bueno mejor busco la escoba- miro hacia adelante, en ese lugar estaba la escoba, sin pensarlo dio varios salticos hasta llegar a ella. La madera del piso crujía pero no pensaba que podría romperse.
Giro su cuerpo después de tener la escoba en manos, pero un crujido extraño detrás de su espalda la hizo girar, algo brillaba entre los escombros que tapaba la pared, se podían oír el canto de algún pájaro y la suave brisa primaveral… ¿pero si estaban en verano? Pensó llegando a sus fauces un suave olor a rosas frescas. Dejo la escoba aun lado mirando que algo lo sellaba, parecía un sello con algunas palabras japonesas escrito, pero apenas era un pedazo de madera que le estorbaba, acerco su mano a aquel pedazo de papel, sintiendo una extraña energía provenir de él, pronto noto que de desasía junto con la madera, retiro su mano al notar un extraño fuego azul que los había desvanecerse. Un extraño calor apareció en la sala, comenzaba a incendiarse con aquel fuego azul, busco la salida pero ya estaba bloqueada por las llamas, era extraño pero lo único que no se incendiaba era aquella pared que aunque firme y corpórea se mostraba extrañamente traspasable.
-AUXULIO- grito dando unos pasos hacia atrás mientras veía el humo extenderse en la sala-SORA!!- grito yendo hacia la pared. Cuando toco la pared con sus manos, busco apoyarse mientras miraba como el fuego se extendía, el humo comenzaba a afectarle y sus ojos comenzaban a llorar por el ardor del humo.
-¿QUE?- había abierto los ojos. La pared se había vuelto viscosa y comenzaba a absorberla, busco alejarse de la pared pero parecía que algo la sujetaba hacia atrás-AHG…!- gimió sintiendo como su rostro era cubierto por la extraña pared…
EN ALGUN LUGAR DE JAPON
(Época Feudal)
(Época Feudal)
Un perro lamia sus mejillas, sentía la claridad atacar sus ojos, tosió un poco por el humo en sus pulmones, una pequeña niña de 10 años le pinchaba con una varita, sentía el dolor en sus piernas en donde era que le tocaba la pequeña.
-Eres un demonio?- le pregunto la pequeña al verla despierta-No pareces uno… pero te vez extraña- Aitziber ladeo su rostro viéndola extrañada
-¿dónde estoy?- pregunto tosiendo un poco-acaso no estaba…?- miro hacia los lados para luego levantarse con cuidado-ahh… no estoy donde Sora…- murmuro
-Quien es Sora?- pregunto la niña. Sujetando a su mascota para alzarlo del piso.
Aitziber giro su rostro notando a la pequeña que tenía sus mejillas rojitas por el calor primaveral y sus dos colitas en su corto cabello-es mi amiga, estaba en el templo… que ella cuida- le explico. La pequeña se quedo pensativa.
-Aquí cerca hay un templo- dijo soltando al animal que parecía perturbado por alguna presencia, Ait le miro y las niña se levanto sin decir nada-parece que Akio olio a un demonio, ven mejor nos vamos…- la pequeña sujeto a la chica para que se levantara-te llevare a ese templo…- Akio las siguió mientras se ponían a andar.
Pasaron un pequeño tramo en un camino hecho pro el paso de las personas, luego encontraron una aldea en donde vivía la pequeña, entre salticos la llevo a la entrada para luego indicarle que por las grandes escaleras que se ponían al frente de ella era el templo, se parecía un poco al templo de donde venia pero todo parecía extraño.
-Tendran teléfono en ese lugar?- pregunto Aitziber mirando a la niña
-¿eso se come?- pregunto ladeando su rostro. Ait le trato de explicar que exactamente era pero la pequeña parecía que no entendía.-Nosotros no sabemos qué es eso…- dijo negando suavemente.
¿Qué pasaba donde estaba?
No parecía el lugar de donde pertenecía…
No parecía el lugar de donde pertenecía…
Unos gritos parecieron distraerla de sus pensamientos, algunos decían “demonio ataca” pero por lo aturdida que estaba no se movía, tenía a la pequeña sujetada fuertemente, aunque la niña quisiera moverse ella no la dejaba. El sonido de los zapatos de manera hizo que girara hacia la parte de arriba, de ese lugar salian varias sacerdotisas, las reconoció por la vestimenta de Sora, tenían flechas que apuntaban a algo que se aproximaba rápidamente, una de las mayores dio un grito y las tres demás dispararon hacia el oponente. La pequeña chillo suplicaba que Aitziber se moviera, el perro comenzó a ladrarle.
-CUIDADO!- les advirtió una de las sacerdotisas. Todo era tan confuso, pero pudo ver hacia al frente una silueta que parecía que estaba dispuesta a atacarle, la niña grito, Aitziber la sujeto girando su cuerpo para protegerla y darle la espalda a aquello que aun no había identificado, pudo sentir una extraña energía cerca de ella, la pequeña aun llorando que aferraba a su yukata.
Se atrevió al levantar la mirada encontrando a aquella creatura mal herida con una flecha en su hombro… ¡era una chica! -¿estás bien?- sin pensarlo salió corriendo hacia ella notando el dolor en su rostro-tranquila te ayudare- las sacerdotisas bajaban hacia ellos, buscaban advertirle con gritos pero Aitziber le ignoraban completamente-uno…dos… tres…-
Una persona normal no hubiera podido sacar una flecha llena de energía espiritual pero para Aitziber fue fácil, las sacerdotisas quedaron sin habla, se quedaron paralizada mirando la flecha en su mano y nuevamente aquel demonio que aterrorizaba a las personas estaba libre.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
La Perla de Shikon
Una joya de gran valor que es capaz de otorgar asombrosos poderes a quien la posea. Por eso es codiciada por humanos y demonios, los cuales luchan sin descanso por conocer su paradero actual.
Una joya de gran valor que es capaz de otorgar asombrosos poderes a quien la posea. Por eso es codiciada por humanos y demonios, los cuales luchan sin descanso por conocer su paradero actual.
Lo que no sabían, era que alguien estaba muy pronto a conseguirla. Una criatura que cruzaba el bosque a toda velocidad por medio de sus grandes saltos. Su entusiasmada sonrisa dejaba ver un colmillo y ésta mueca se amplió cuando sus orejas grises le dieron cuenta de los gritos de alerta ajenos y de las flechas que la tenían como objetivo. Las evadió sin dejar de reír y aterrizó dirigiéndose a toda velocidad a una mujer de extraña vestimenta - ¡¡Entrégamela!! - gritó sin importarle que tenía una niña bajo su protección, y fue por esa impulsividad que ni los gritos de la diminuta criatura que viajaba en su hombro izquierdo sirvieron para evitar que una flecha llegase de lleno al hombro contrario, haciéndole retroceder.
- ¡¿Se encuentra bien, Gianella-sama?!
- Esto no es nada...- Intentó quitarse la flecha, pero ni pudo tocarla a causa de la energía que ésta emanaba, provocándole una mueca de dolor.
- Tiene energía espiritual...no podrá hacerlo...
- ¡Silencio! ¡Claro que podré! - Lo iba a reintentar pero su vista se enfocó en aquella mujer tan extraña. Nunca había visto aquella vestimenta en los territorios que conocía. ¿Era de otro país? - Oye, si valoras tu vida no deberías acercarte...-le advirtió en un gruñido sonriente, sabiendo de los gritos desesperados de las mujeres que le rogaban que no se acercase. Sí, sabían de su peligrosidad. - ¿Qué estás haciendo? - dijo alterada cuando vio que su objetivo era la flecha, y grande, no...enorme fue la sorpresa al ver que retiró el implemento como si fuera algo completamente común- ¿P-pero qué?
- ¡Cómo es eso posible!
La incredulidad se instaló en aquella aldea. Las Sacerdotizas que habían podido superar el shock de ver aquella acción le recriminaban por dejar a la bestia de pelo negro en libertad, la cual saltó lo suficiente como para mirar media aldea desde el aire.
- Ella no tiene la Perla, Gianella-sama. ¿Por qué le atacó?
- Sentí en ella la esencia de la Perla...pero ésta no creció cuando nos acercamos. - Empezó a bajar por la gravedad evadiendo un par de flechas- Tiene que estar en otra parte...- En eso, vio cómo algunas sacerdotizas se reagrupaban en torno al templo que allí había - Misterio resuelto - dijo con una sonrisa triunfante y cayó frente a la edificación, haciendo sonar sus nudillos - Entréguenme la Perla por las buenas si no quieren morir...- amenazó pero la respuesta fueron una lluvia de flechas que no alcanzaron a llegar a su objetivo por la anticipación de aquella mujer demonio - ¡¡Garras de Acero!! - gritó en un auténtico sablazo de su mano las guardianas cayeron, pudiéndose ver cómo se disipaba el sello que se escondía invisible en la puerta. - Imbéciles...- Corrió ingresando al templo y de inmediato supo que estaba ante lo que buscaba. La energía que despedía era impresionante - Increíble...- susurró mientras se acercaba, viendo aquella esfera brillar dentro de un contenedor que hizo pedazos. La cogió y presionó suavemente, sintiendo aquel poder desbordarla - La Shikon no Tama por fin es mí--
- Buen trabajo, cachorra.
Aquella voz y presencia eran inconfundibles para cualquiera. Y tampoco el poder con que hizo desaparecer el techo del templo como quien levanta una hoja caída de un árbol. Aquel olor asqueroso y demoníaco estaba en el cielo oscurecido, sonriendo con esa arrogancia tan propia de quien se profesa invencible. Sus cabellos negros largos danzaban al ritmo del viento, y sus ojos rojos estaban fijos en los azules de la bestia que había servido indirectamente para sus ideales. Estaba rodeado de extraños insectos que sólo quienes habían combatido contra él conocían sus habilidades venenosas, y muy pocos habían sobrevivido para poder contarlo. La mujer del haorí rojo gruñió con fuerza al verlo, apretando inconscientemente la joya en su mano derecha.
- Naraku...
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
Había mirado el rostro de aquellas mujeres con arcos ¿había hecho algo malo? No debió haberse levantado aquella mañana… eso ya lo sabía. Dejo salir un grito cuando miro como aquella mujer salto de manera espectacular por el cielo, tuvo que retroceder unos pasos, tambaleándose, peligrando por caer, para mirar mejor donde iba a caer. Pero antes de fijar su vista, un frio extraño recorrió su cuerpo obligándola a inclinarse ¿Qué era aquello que sentía? Tosió un poco notando una espesa neblina que se elevaba a los pies, parecía algo morada y densa, tosió un poco, sus pulmones ardieron, parecía como si estuviera inhalando algo totalmente dañado.
-Levántate….! Morirás si te quedas en ese lugar!!- una voz ronca y vieja la levanto poniéndole una toalla húmeda alrededor de su boca y nariz, le miro incrédula notando la misma vestimenta de las jóvenes que luchaban contra la mujer de cabellos negros y haorí rojo-no eres de aquí ¿verdad? No debes salvar a demonio que buscan la perla de Shikon no Tama- susurro en una leve reprimenda llena de comprensión y cierta ternura, Aitziber asintió apenas entendiendo el 60% de lo que decía, o mejor dicho, creyendo aquel porcentaje de lo que la anciana decía.
Un ruido sordo hizo que las dos mirasen hacia donde parecía que había ingresado aquella mujer, Aitziber soltó la mano de la anciana sujetando fuertemente aquel pedazo de tela húmeda que le había dado, que le tranquilizaba sus pulmones de aquella extraña esencia, subió las escaleras rápidamente notando como todas las sacerdotisas estaban tiradas en el suelo sofocadas por aquella anormal neblina que se elevaba aun mas en ese lugar y parecía provenir de aquel lugar que había sido destruido y en donde unas cuatro jóvenes parecían inconscientes, busco acercarse pero antes de hacerlo algo la sujeto del pie, dejo salir un grito desgarrador, pero apenas era una de las sacerdotisas que estaba recobrando el conocimiento, parecía que deseaba decirle algo, pero sus pulmones estaban lleno de aquello que parecía dañado, se acerco aun con el pañuelo en su nariz, pronto entendió que aquel pedazo de papel purificaba el aire que ella respiraba así que se lo se dio a la sacerdotisa para que pudiera levantarse, tosió un poco al sentir como aquel aire venenoso entraba a sus pulmones, la joven de cabellos negros igual que ella, le devolvió el pañuelo, para que pudiera respirar.
-vamos… debes salir de aquí- susurro Aitziber para luego arrastrarla lejos de aquel local, debía hacer eso con las otras, si no morirían sofocadas. Pronto bajo encontrando a la anciana en el pie de las escaleras de piedra-por favor ayúdeme… buscare a las demás-
-es muy peligroso querida…!- le susurro la anciana mientras sujetaba a la mujer y le entregaba otro pañuelo húmedo
-¡pero alguien debe hacerlo! ¡¿Las dejara morir?!- pregunto indignada mientras salía nuevamente hacia donde estaban las otras cinco sacerdotisas mientras las dos se quedaban sin palabras. No supo exactamente lo que sucedía en aquel lugar o lo que estaba probando aquello pero cuando intentaba sacar a la última chica del lugar, una de las que estaba más cerca de aquel lugar, escucho algunas voces y unos extraños zumbidos, iba pronto a ver pero la chica había pasado mucho tiempo en ese lugar y comenzaba a perder el conocimiento, hasta ella misma parecía sentirse debilitada entre mas se acercaba.
¿Qué estaba sucediendo adentro de ese lugar…?
No lo sabría.
-Levántate….! Morirás si te quedas en ese lugar!!- una voz ronca y vieja la levanto poniéndole una toalla húmeda alrededor de su boca y nariz, le miro incrédula notando la misma vestimenta de las jóvenes que luchaban contra la mujer de cabellos negros y haorí rojo-no eres de aquí ¿verdad? No debes salvar a demonio que buscan la perla de Shikon no Tama- susurro en una leve reprimenda llena de comprensión y cierta ternura, Aitziber asintió apenas entendiendo el 60% de lo que decía, o mejor dicho, creyendo aquel porcentaje de lo que la anciana decía.
Un ruido sordo hizo que las dos mirasen hacia donde parecía que había ingresado aquella mujer, Aitziber soltó la mano de la anciana sujetando fuertemente aquel pedazo de tela húmeda que le había dado, que le tranquilizaba sus pulmones de aquella extraña esencia, subió las escaleras rápidamente notando como todas las sacerdotisas estaban tiradas en el suelo sofocadas por aquella anormal neblina que se elevaba aun mas en ese lugar y parecía provenir de aquel lugar que había sido destruido y en donde unas cuatro jóvenes parecían inconscientes, busco acercarse pero antes de hacerlo algo la sujeto del pie, dejo salir un grito desgarrador, pero apenas era una de las sacerdotisas que estaba recobrando el conocimiento, parecía que deseaba decirle algo, pero sus pulmones estaban lleno de aquello que parecía dañado, se acerco aun con el pañuelo en su nariz, pronto entendió que aquel pedazo de papel purificaba el aire que ella respiraba así que se lo se dio a la sacerdotisa para que pudiera levantarse, tosió un poco al sentir como aquel aire venenoso entraba a sus pulmones, la joven de cabellos negros igual que ella, le devolvió el pañuelo, para que pudiera respirar.
-vamos… debes salir de aquí- susurro Aitziber para luego arrastrarla lejos de aquel local, debía hacer eso con las otras, si no morirían sofocadas. Pronto bajo encontrando a la anciana en el pie de las escaleras de piedra-por favor ayúdeme… buscare a las demás-
-es muy peligroso querida…!- le susurro la anciana mientras sujetaba a la mujer y le entregaba otro pañuelo húmedo
-¡pero alguien debe hacerlo! ¡¿Las dejara morir?!- pregunto indignada mientras salía nuevamente hacia donde estaban las otras cinco sacerdotisas mientras las dos se quedaban sin palabras. No supo exactamente lo que sucedía en aquel lugar o lo que estaba probando aquello pero cuando intentaba sacar a la última chica del lugar, una de las que estaba más cerca de aquel lugar, escucho algunas voces y unos extraños zumbidos, iba pronto a ver pero la chica había pasado mucho tiempo en ese lugar y comenzaba a perder el conocimiento, hasta ella misma parecía sentirse debilitada entre mas se acercaba.
¿Qué estaba sucediendo adentro de ese lugar…?
No lo sabría.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
Naraku
Un demonio nacido de la unión del ladrón Onigumo con un grupo de demonios a los que recurrió vendiéndoles su cuerpo y su alma para conseguir un nuevo cuerpo y obtener la venganza que ha deseado por años en contra del que le quitó a su ser amado.
Es frío y despiadado, calculador y soberbio, capaz de conseguir lo que desee gracias a su enorme poder.
Anhela la Perla de Shikon para transformarse en el demonio más poderoso.
Un demonio nacido de la unión del ladrón Onigumo con un grupo de demonios a los que recurrió vendiéndoles su cuerpo y su alma para conseguir un nuevo cuerpo y obtener la venganza que ha deseado por años en contra del que le quitó a su ser amado.
Es frío y despiadado, calculador y soberbio, capaz de conseguir lo que desee gracias a su enorme poder.
Anhela la Perla de Shikon para transformarse en el demonio más poderoso.
Por esas y muchas otras cosas más aquel ser era tan odiado no sólo por la poseedora temporal de la Perla, sino que por todo aquel que tuviera la mala suerte de encontrarse con él y sobrevivir para contarlo, a excepción de los que sentían admiración y le rendían idolatría, aunque para el aludido fuesen tan importantes como un puñado del polvo que quedaba tras alguna de sus intervenciones.
Naraku parecía esperar que la híbrida le enseñase la codiciada joya cuando extendió su mano derecha, la misma que Gianella mantenía firmemente cerrada alrededor de su botín con una mirada que reflejaba intenciones extremadamente claras. Sintió un ligero temblor en su hombro y miró de reojo allí, encontrando a la diminuta criatura que le acompañaba temblando aterrada.
- Myoga, escóndete.
- Tenga cuidado, Gianella-sama. - Dijo el peliblanco con su voz temblorosa por el pánico que le invadía estar tan cerca de aquel ser tan macabro.
- Descuida, lo tendré.
- ¡Esto se va a poner feo! - Saltó y se refugió entre las ropas bajo el haorí rojo, todo bajo la atenta mirada y arrogante sonrisa del que, acompañado por sus fieles insectos, flotaba en al aire.
- ¿Vas a luchar, cachorra? ¿Sabiendo que es inútil?
- ¡No voy a darte la perla! ¡Ni lo pienses! ¡Tendrás que arrancarla de mi cadáver!
- Como gustes...
Dicho y hecho, se la colgó al cuello y de inmediato cogió su arma ceñida a la cintura, sacándola de su funda y dejando ver el notorio aumento de tamaño que ésta sufrió. No era una espada normal, oh no...y Naraku lo sabía, mas no le apremiaba. El brazo derecho mutó y decenas de seres que podían asimilarse a serpientes gigantes se extendieron con dirección diagonal inferior a su objetivo, pero éste los repelió dejándolos en meros restos con un movimiento horizontal de su arma, saltando inmediatamente con intenciones de atacarle con una de sus técnicas más poderosas alzando la espada sobre su cabeza, pero justo antes de que esbozase palabra alguna fue inmovilizada por enormes ramas que comenzaron a apretarla dolorosamente, sensación que la hanyou no demostraba abiertamente sino que con los dientes juntos y una mirada llena de odio al responsable de aquella treta.
- Jamás...debes dejar de prestarle atención a tu entorno, cachorra. Pensé que habías aprendido eso.
- Voy a cerrar....tu boca....- hablaba con mucho esfuerzo, enfocándose como podía en la única forma que se le había ocurrido para liberarse, la cual comenzaba a hacerse notar con una onda de energía reuniéndose en la punta del arma. - para siem...pre... - El brillo rosado de la perla hizo añicos aquella situación que parecía insostenible y el ataque fue tan veloz como el grito de Gianella.
Un haz de viento dorado pareció partir en dos el cielo, provocando una gran explosión seguida de una ráfaga de viento muy fuerte, que obligó a las sacerdotizas que quedaban conscientes a sostenerse de lo imposible para no salir volando. La mujer de los cabellos cortos descendió jadeante y miró a quien había jugado a su favor, mas no alcanzó a pensar en una celebración, ya que al disiparse el humo pudo ser espectadora privilegiada del proceso de regeneración de Naraku, grotesco por donde se le viese.
- Qué asco...-gruñió Gianella, soportando el impulso fatal de mirar a un costado al enfrentar a alguien como él. Colocó su arma en frente suyo y se enfocó en esos ojos rojizos sinónimo de aparente inmortalidad - ¡No fallaré esta vez!
Sin embargo, todo pasó muy rápido: la Perla se manchó de violeta y un pinchazo en la nuca provocaron que las rodillas flaquearan y cayeran acompañadas de las orbes azules disminuidas en señal de dolor creciente, apagándose el vigor de la espada que retomó su forma normal tras retumbar en el frío piso.
La sonrisa de Naraku creció. Había ganado.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
Las voces eran distorsionadas, no importaba, necesitaba sacar a la última chica que estaba en ese lugar, noto que ella tenia un arco e su mano y varias flechas en su espada, se aproximo a ella mientras buscaba animarla. La mujer tosió un poco y le se levanto con pesar, Aitziber buscaba jalarla para llevársela pero ella la tiro aun lado con el arco. Sujeto el arma y busco una de las flechas que tenia en su espalda, estaba decidida a ir a enfrentarse a lo que estuviera en ese lugar, la bruja se levanto buscando volver a ella, pero antes de que pudiera comenzaba a emitir una luz extraña de aquella casita, tuvo que retroceder y cubrirse sus ojos, luego una fuerza la arrastro hacia atrás.
No sabía lo que estaba pasando, abrió los ojos, se encontraba junto a la sacerdotisa debajo de muchos escombros. Se levanto haciendo que varios pedazos de madera cayeran al piso, giro su rostro, había ya varias sacerdotisas que venían a buscarlas, una de ellas sujeto a la ultima mientras dos venían por Aitziber, pero esta no quiso, sujeto el arco con la docena de flechas y salió corriendo hacia donde alguna vez estuvo aquella infraestructura. Podía escuchar los gritos de que volviese, pero los omitía completamente, algo la impulsaba a seguir hacia adelante y eso era lo que hacía. Había mucho humo que comenzaba a dispersarse, la bruja tosió un poco y con sus ojos entrecerrados podía ver la figurara de aquella mujer con vestimenta roja, ahora tenía una gran espada entre sus manos. ¿A que le apuntaba? Se pregunto, giro su mirada encontrando una silueta irregular que comenzaba a moverse y a contraerse, tuvo que contener la respiración mientras el humo se disipaba, volvió a toser, pero estaba mejor.
-aquella neblina…!- susurro al notar que la neblina volvía, cubrió sus nariz con el pañuelo mientras esta comenzaba a ponerse más densa. Apenas había dejado de mirar dos segundos cuando todo hacía cambiado, ya aquella creatura maligna se había comenzado a regenerar y la mujer estaba en el piso, la espada había perdido tamaño, una sonrisa apareció en el enemigo evidente. ¿Qué podría hacer ella? Sintió la madera del arco que le palpitaba, tenía razón, debía intentarlo, nunca había hecho algo como ello, nunca había lanzado una flecha de tenido una espada en sus manos. –Vamos… tu puedes- sujeto una de las flechas y la coloco dentro del arco, fijo su mirada en el objetivo y comenzó a tensarlo.
La creatura se acercaba a la mujer, la sujeto del cuello en donde tenía aquella perla que las sacerdotisas buscaban proteger, aquella pelea debía ser por ella, no permitiría que se la llevaran, ninguno de los dos. Tenía una fuerza increíble, la había levantado del piso con una sola mano, Aitziber se concentraba en el, mientras esta miraba victorioso a la mujer. Con su otra mano le arranco la perla del collar, poco a poco los adornos comenzaron a dispersarse por el suelo, cayendo alrededor de ellos. La bruja apunto al brazo que estaba sujetando a la mujer. La flecha se disparo y de ella salió una especie de energía que dejaba una luz purificadora a su paso, era tanto su poder que la neblina venenosa se disipaba apenas ella pasaba.
Había dado en el blanco, la flecha paso desintegrando el brazo de aquella creatura, la mujer cayo mientras el hombre fijaba su mirada en quien había provocado aquello, tenía la perla en la otra mano, Aitziber no dudo en un segundo en sujetar otra flecha, el brazo herido comenzaba a regenerarse, sujeto como lo había hecho anteriormente y soltó suspirando. Volvió a dar en el blanco, esta vez busco el brazo que tenia la perla, prácticamente le desintegro todo su brazo y parte de su hombro. La perla cayó y comenzó a rodar hasta llegar cerca de Aitziber. Puso el arco en su hombro y salió corriendo para sujetarlo, pero un insecto, que parecía una gran abeja; una abeja 20 veces más grande de lo normal se acercaba también a la perla. La bruja sujeto otra vez el arco y con sus manos temblorosas volvió a tirar una flecha hacia el cielo, que era por donde venia la abeja, esta se desintegro apenas con la punta, pero lo más sorprendente fue el brillo de la flecha que purifico completamente el veneno que estaba en todo el pueblo. Ait apenas pudo dejar salir un suspiro de asombro, salto para sujetar la perla que parecía brillar con más intensidad en sus manos.
Una sombra cubrió la luz que llegaba a su cabeza, estaba el hombre al frente de ella, ella le miro atemorizada, pero en vez de ofrecerle la perla, la sujeto con todas sus fuerzas apoyándola a su pecho –No te la daré- exclamo con firmeza. El hombre busco darle un golpe pero un campo de protección no le permitió acceder a ella, la perla la protegía y parecía que comenzaba a purificarse de manera rápida. Si solo pudiera volver a darle con una flecha, tal vez se alejaría. Ahora si se sentía mujer muerta
No sabía lo que estaba pasando, abrió los ojos, se encontraba junto a la sacerdotisa debajo de muchos escombros. Se levanto haciendo que varios pedazos de madera cayeran al piso, giro su rostro, había ya varias sacerdotisas que venían a buscarlas, una de ellas sujeto a la ultima mientras dos venían por Aitziber, pero esta no quiso, sujeto el arco con la docena de flechas y salió corriendo hacia donde alguna vez estuvo aquella infraestructura. Podía escuchar los gritos de que volviese, pero los omitía completamente, algo la impulsaba a seguir hacia adelante y eso era lo que hacía. Había mucho humo que comenzaba a dispersarse, la bruja tosió un poco y con sus ojos entrecerrados podía ver la figurara de aquella mujer con vestimenta roja, ahora tenía una gran espada entre sus manos. ¿A que le apuntaba? Se pregunto, giro su mirada encontrando una silueta irregular que comenzaba a moverse y a contraerse, tuvo que contener la respiración mientras el humo se disipaba, volvió a toser, pero estaba mejor.
-aquella neblina…!- susurro al notar que la neblina volvía, cubrió sus nariz con el pañuelo mientras esta comenzaba a ponerse más densa. Apenas había dejado de mirar dos segundos cuando todo hacía cambiado, ya aquella creatura maligna se había comenzado a regenerar y la mujer estaba en el piso, la espada había perdido tamaño, una sonrisa apareció en el enemigo evidente. ¿Qué podría hacer ella? Sintió la madera del arco que le palpitaba, tenía razón, debía intentarlo, nunca había hecho algo como ello, nunca había lanzado una flecha de tenido una espada en sus manos. –Vamos… tu puedes- sujeto una de las flechas y la coloco dentro del arco, fijo su mirada en el objetivo y comenzó a tensarlo.
La creatura se acercaba a la mujer, la sujeto del cuello en donde tenía aquella perla que las sacerdotisas buscaban proteger, aquella pelea debía ser por ella, no permitiría que se la llevaran, ninguno de los dos. Tenía una fuerza increíble, la había levantado del piso con una sola mano, Aitziber se concentraba en el, mientras esta miraba victorioso a la mujer. Con su otra mano le arranco la perla del collar, poco a poco los adornos comenzaron a dispersarse por el suelo, cayendo alrededor de ellos. La bruja apunto al brazo que estaba sujetando a la mujer. La flecha se disparo y de ella salió una especie de energía que dejaba una luz purificadora a su paso, era tanto su poder que la neblina venenosa se disipaba apenas ella pasaba.
Había dado en el blanco, la flecha paso desintegrando el brazo de aquella creatura, la mujer cayo mientras el hombre fijaba su mirada en quien había provocado aquello, tenía la perla en la otra mano, Aitziber no dudo en un segundo en sujetar otra flecha, el brazo herido comenzaba a regenerarse, sujeto como lo había hecho anteriormente y soltó suspirando. Volvió a dar en el blanco, esta vez busco el brazo que tenia la perla, prácticamente le desintegro todo su brazo y parte de su hombro. La perla cayó y comenzó a rodar hasta llegar cerca de Aitziber. Puso el arco en su hombro y salió corriendo para sujetarlo, pero un insecto, que parecía una gran abeja; una abeja 20 veces más grande de lo normal se acercaba también a la perla. La bruja sujeto otra vez el arco y con sus manos temblorosas volvió a tirar una flecha hacia el cielo, que era por donde venia la abeja, esta se desintegro apenas con la punta, pero lo más sorprendente fue el brillo de la flecha que purifico completamente el veneno que estaba en todo el pueblo. Ait apenas pudo dejar salir un suspiro de asombro, salto para sujetar la perla que parecía brillar con más intensidad en sus manos.
Una sombra cubrió la luz que llegaba a su cabeza, estaba el hombre al frente de ella, ella le miro atemorizada, pero en vez de ofrecerle la perla, la sujeto con todas sus fuerzas apoyándola a su pecho –No te la daré- exclamo con firmeza. El hombre busco darle un golpe pero un campo de protección no le permitió acceder a ella, la perla la protegía y parecía que comenzaba a purificarse de manera rápida. Si solo pudiera volver a darle con una flecha, tal vez se alejaría. Ahora si se sentía mujer muerta
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
El veneno se expandía con extraordinaria rapidez por la corriente sanguínea de la híbrida, siendo dicha condición la causante de que no pudiera evitar que el confiado demonio le cogiera del cuello, privándole paulatinamente de la respiración en un trabajo conjunto con el aguijón que había, supuestamente, sellado su triunfo y por ende el fin del mundo como se conocía. Sólo quedaba conseguir la Perla…pero primero se aseguraría de eliminar todo estorbo que pudiera retrasarle un segundo más su futuro glorioso. Y Gianella era la próxima en ese grupo.
- Patético…si te unieras a mí, al menos tendrías oportunidad de sobrevivir. – Le dijo contemplándola con desdén y un poco de morbo. No tenía un mal cuerpo, pero por desgracia su mente la convertía en un desperdicio. – Jamás me…uniría a ti…prefiero…morir… - Su voz rasposa se hizo presente mas no respetar, ya que se tradujo en un gruñido de dolor por el aumento de la presión y el tirón que sufrió al ser arrancada la Joya de su cuello. Ahora sí que no valía nada, y eso le provocaba una infinita impotencia. – Hasta nunca…-susurró con una frialdad sepulcral su eterno rival, y cuando iba a ejecutarla una luz rosada muy fuerte hizo que el hombre volteara y la mujer mirase de reojo casi al mismo tiempo, aunque ni siquiera alcanzaron a ver el trayecto de aquella flecha que borró todo rastro del brazo y liberó a la loba de su ya no mortal martirio, cayendo ésta como un trapo producto de la acción del veneno que seguía mezclándose con su sangre impura. Apenas pudo mirar con su vista borrosa quién era el dueño de aquella fuerza pocas veces vista, y se sorprendió al ver que era esa mujer de ropas extrañas, y mayor aún fue su sorpresa cuando borró su otro brazo aunque el primero ya estuviere casi regenerado. Incluso purificaba el aire. ¿Quién diablos era?
Daba igual aquello en ese momento, Naraku tenía su atención en ella y mandó a un enorme insecto a por ella y la Perla pero la humana volvió a salir airosa masacrando al bicho y eliminando el aire venenoso sólo con el camino que marcaba esa flecha abriéndose por el cielo. Todos estaban desconcertados excepto el villano que no iba a perder más tiempo y recuperaría definitivamente su anhelo, pero nuevamente su propósito se vio prolongado a causa de una barrera – Quién eres…- preguntó entrecortadamente, porque cuando iba a decir “tú” una ráfaga de energía le hizo un corte profundo en la espalda que no bastó para partirlo en dos, pero sí para retomar la atención sobre la mujer que había gastado lo último de sus energías en un ataque con sus garras que tenía tintes heroicos. – ¿Esa fue tu última voluntad, Gianella?
La aludida sonrió, aunque no le sonreía precisamente a Naraku. Su vista estaba fija en la mujer que tenía media espalda y cabeza a completa disposición. Le estaba dando un tiempo que para ella se esfumaba cada vez más rápido, acercándose a las puertas de la muerte a pasos agigantados.
- Patético…si te unieras a mí, al menos tendrías oportunidad de sobrevivir. – Le dijo contemplándola con desdén y un poco de morbo. No tenía un mal cuerpo, pero por desgracia su mente la convertía en un desperdicio. – Jamás me…uniría a ti…prefiero…morir… - Su voz rasposa se hizo presente mas no respetar, ya que se tradujo en un gruñido de dolor por el aumento de la presión y el tirón que sufrió al ser arrancada la Joya de su cuello. Ahora sí que no valía nada, y eso le provocaba una infinita impotencia. – Hasta nunca…-susurró con una frialdad sepulcral su eterno rival, y cuando iba a ejecutarla una luz rosada muy fuerte hizo que el hombre volteara y la mujer mirase de reojo casi al mismo tiempo, aunque ni siquiera alcanzaron a ver el trayecto de aquella flecha que borró todo rastro del brazo y liberó a la loba de su ya no mortal martirio, cayendo ésta como un trapo producto de la acción del veneno que seguía mezclándose con su sangre impura. Apenas pudo mirar con su vista borrosa quién era el dueño de aquella fuerza pocas veces vista, y se sorprendió al ver que era esa mujer de ropas extrañas, y mayor aún fue su sorpresa cuando borró su otro brazo aunque el primero ya estuviere casi regenerado. Incluso purificaba el aire. ¿Quién diablos era?
Daba igual aquello en ese momento, Naraku tenía su atención en ella y mandó a un enorme insecto a por ella y la Perla pero la humana volvió a salir airosa masacrando al bicho y eliminando el aire venenoso sólo con el camino que marcaba esa flecha abriéndose por el cielo. Todos estaban desconcertados excepto el villano que no iba a perder más tiempo y recuperaría definitivamente su anhelo, pero nuevamente su propósito se vio prolongado a causa de una barrera – Quién eres…- preguntó entrecortadamente, porque cuando iba a decir “tú” una ráfaga de energía le hizo un corte profundo en la espalda que no bastó para partirlo en dos, pero sí para retomar la atención sobre la mujer que había gastado lo último de sus energías en un ataque con sus garras que tenía tintes heroicos. – ¿Esa fue tu última voluntad, Gianella?
La aludida sonrió, aunque no le sonreía precisamente a Naraku. Su vista estaba fija en la mujer que tenía media espalda y cabeza a completa disposición. Le estaba dando un tiempo que para ella se esfumaba cada vez más rápido, acercándose a las puertas de la muerte a pasos agigantados.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
Aquella creatura veía a la bruja sorprendido y también lleno de odio, la bruja le miro de reojo también impresionada, mucho más cuando aquella creatura se convertía en apenas pedazos, cualquiera hubiera podido vomitar en ese momento. Debía pensar rápido... ¿Huir o…? ¿Huir? Eso ella no lo haría…
-No es tu única enemiga…- susurro Aitziber ya teniendo el arco tensado, pero antes de que la flecha pudiera tocar el cuerpo de Naraku ya se había desaparecido en un remolino morado, la flecha cayó en un árbol. Suspiro al sentirse aliviada de haber terminado todo aquello, pero apenas pudo, hacer aquello cuando ya varias sacerdotisas rodeaban a la mujer de haori rojo que parecía mal herida. La bruja no sabía si ella era enemiga o aliada, pero estaba herida y debía ayudarla. Pero la anciana la sujeto del hombre retirándola lejos de ese lugar.
Estaba un poco confundía, miraba a todos lados, la alejaban cada vez mas de ella, la perla estaba en un bolsillo de su ropa, la anciana la bajo rápidamente mientras escuchaban los alaridos de las sacerdotisas ordenándole que se fueran –oye… ¿pero quién es ella?- pregunto al fin.
-Es un demonio- explico mientras la adentraba entre las chozas-es peligrosa… no tiene control y está en busca de la perla de Shikon… debes protegerla- dijo la anciana. Esta se metió a una de las chozas y rápidamente saco un collar, se lo entrego nerviosa, miraba a todos lados. Pronto un ruido y polvo se levanto de donde habían estado –está ya viniendo hacia aquí…-
A la bruja le entro mucho miedo, miraba como las personas gritaban y huían, se quedo mirando el collar que le habían traido, pero algo peor comenzaba a surgir detrás de ellas. Miles de insectos se aproximaban con sus aguijones, los zumbidos les advirtieron, la anciana la arrastro hacia dentro de la choza para luego cerrar la puerta con un pedazo de manera… si no hubiera dejado el arco… ahora estaban indefensas. Todo aquel alboroto por aquella perla…
-No es tu única enemiga…- susurro Aitziber ya teniendo el arco tensado, pero antes de que la flecha pudiera tocar el cuerpo de Naraku ya se había desaparecido en un remolino morado, la flecha cayó en un árbol. Suspiro al sentirse aliviada de haber terminado todo aquello, pero apenas pudo, hacer aquello cuando ya varias sacerdotisas rodeaban a la mujer de haori rojo que parecía mal herida. La bruja no sabía si ella era enemiga o aliada, pero estaba herida y debía ayudarla. Pero la anciana la sujeto del hombre retirándola lejos de ese lugar.
Estaba un poco confundía, miraba a todos lados, la alejaban cada vez mas de ella, la perla estaba en un bolsillo de su ropa, la anciana la bajo rápidamente mientras escuchaban los alaridos de las sacerdotisas ordenándole que se fueran –oye… ¿pero quién es ella?- pregunto al fin.
-Es un demonio- explico mientras la adentraba entre las chozas-es peligrosa… no tiene control y está en busca de la perla de Shikon… debes protegerla- dijo la anciana. Esta se metió a una de las chozas y rápidamente saco un collar, se lo entrego nerviosa, miraba a todos lados. Pronto un ruido y polvo se levanto de donde habían estado –está ya viniendo hacia aquí…-
A la bruja le entro mucho miedo, miraba como las personas gritaban y huían, se quedo mirando el collar que le habían traido, pero algo peor comenzaba a surgir detrás de ellas. Miles de insectos se aproximaban con sus aguijones, los zumbidos les advirtieron, la anciana la arrastro hacia dentro de la choza para luego cerrar la puerta con un pedazo de manera… si no hubiera dejado el arco… ahora estaban indefensas. Todo aquel alboroto por aquella perla…
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
¿Lo habían engañado? ¿A él? ¡Imposible! ¡Malditas sean las que le habían hecho escapar como ellas debieron hacerlo en un principio! – Nos volveremos a ver…y en ese momento…será el último de sus vidas…-dijo antes de desaparecer completamente, no sin dejar un “regalo” que no tardó en acercarse a la aldea con intenciones de dejarla totalmente asolada en venganza.
Y mientras sucedía aquello, seis sacerdotisas rodearon a Gianella, quien apenas podía percibir su alrededor, respirando lentamente para no desmayarse todavía. No podía, necesitaba la Perla y Myouga se lo recordaba desde la infalible protección de las telas que cubrían a la pelinegra que se veía rodeada por completo. Vio a la chica del arco escapar escoltada por una anciana y dio un paso adelante, pero aquello fue tan sufrido como recibir un golpe al mentón. Estaba desorientada – Mierda…
- ¡Gianella-sama, tenemos que encontrar una manera de irnos de aquí!
- ¡¡YO NO ME IRÉ SIN LA PERLA DE SHIKON!! - rugió con decisión y a base de un par de sablazos de su espada alejó a las sacerdotisas que priorizaron atender a las más heridas mientras un par seguía a la demonio que tenía a esa extraña mujer entre ceja y ceja. Maldijo su suerte al verla entrar a las chozas, y la maldijo más cuando vio esa enorme cantidad de insectos acercarse. Era obvio que eran obra de Naraku.- Ese maldito nos dejó un regalo de despedida…-gruñió usando la espada para mantenerse estabilizada, porque estaba al borde de un estado de incertidumbre absoluta - No puedo permitir que se salga con la suya…volverá cuando…ngh…/ ¡Gianella-sama, no se sobrexija! / Necesito esa maldita perla…y si…tengo que ayudar a estos debiluchos para conseguirla…lo haré. Myouga, guíame, por favor.
La pulga se limitó a asentir y cumplió cabalmente con lo encargado. La híbrida saltó y eliminó a los insectos con poderosas ráfagas de energía que se desprendieron de su espada. Y cuando hubo terminado, y el olor a veneno desapareció, la espada volvió a caer recobrando su tamaño normal, siguiéndole la pelinegra de ojos azules que azotó su cabeza contra el piso secamente. Myouga estaba desesperado tratando de despertarla picándole la mejilla o los ojos, pero no tenía reacción. El veneno estaba ya muy avanzado.
Y mientras sucedía aquello, seis sacerdotisas rodearon a Gianella, quien apenas podía percibir su alrededor, respirando lentamente para no desmayarse todavía. No podía, necesitaba la Perla y Myouga se lo recordaba desde la infalible protección de las telas que cubrían a la pelinegra que se veía rodeada por completo. Vio a la chica del arco escapar escoltada por una anciana y dio un paso adelante, pero aquello fue tan sufrido como recibir un golpe al mentón. Estaba desorientada – Mierda…
- ¡Gianella-sama, tenemos que encontrar una manera de irnos de aquí!
- ¡¡YO NO ME IRÉ SIN LA PERLA DE SHIKON!! - rugió con decisión y a base de un par de sablazos de su espada alejó a las sacerdotisas que priorizaron atender a las más heridas mientras un par seguía a la demonio que tenía a esa extraña mujer entre ceja y ceja. Maldijo su suerte al verla entrar a las chozas, y la maldijo más cuando vio esa enorme cantidad de insectos acercarse. Era obvio que eran obra de Naraku.- Ese maldito nos dejó un regalo de despedida…-gruñió usando la espada para mantenerse estabilizada, porque estaba al borde de un estado de incertidumbre absoluta - No puedo permitir que se salga con la suya…volverá cuando…ngh…/ ¡Gianella-sama, no se sobrexija! / Necesito esa maldita perla…y si…tengo que ayudar a estos debiluchos para conseguirla…lo haré. Myouga, guíame, por favor.
La pulga se limitó a asentir y cumplió cabalmente con lo encargado. La híbrida saltó y eliminó a los insectos con poderosas ráfagas de energía que se desprendieron de su espada. Y cuando hubo terminado, y el olor a veneno desapareció, la espada volvió a caer recobrando su tamaño normal, siguiéndole la pelinegra de ojos azules que azotó su cabeza contra el piso secamente. Myouga estaba desesperado tratando de despertarla picándole la mejilla o los ojos, pero no tenía reacción. El veneno estaba ya muy avanzado.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
Confusión, confusión reinaba en su corazón, no sabía que hacer, jadeante esperaba que nada sucediera… pero bueno aquello no fue la mejor de las opciones. Pero después todo había estado en silencio ¿sus rezos habían funcionado? La anciana salió para luego entrar y guiar a Aitziber hacia afuera mientras ordenaba que le pusiera el collar que antes le dio, ella estaba muy aturdida, lo único que escuchaba era “ponle el collar” así que lo hizo, quito una cosita que estaba en su mejilla para luego ponerle el collar a la mujer inconsciente. Suspiro levemente, ya había terminado.
No. No lo había hecho, la anciana traía consigo lo que parecía unas uvas extrañas, sujeto el cuerpo del demonio para poderlo en el regazo su regazo, pero ella no despertada. La anciana le dio una Advertencia que no pudo oír bien porque estaba atenta al rostro contorsionado de la mujer. La anciana le sujeto el mentón a Aitziber y le dio unas de esas uvas mientras ella también comía, le decía que tragara, ella obedeció sin dejar de mirar a la mujer. Pronto la anciana quiso que le levantara para dejar a aquella mujer en el piso… pronto entendió todo… aquel veneno… su cuerpo… había recibido mucho de aquel veneno. Miro a la anciana y le arrebato las uvas, aquello era para contra arrestar el veneno por eso lo comían, para eliminar cualquier rastro. –Oye… tu despierta- le dijo Aitziber para darle dos bofetadas-come, come, come…!- le gritaba buscando que abriera la boca, pero no podía, su mandíbula estaba muy cerrada –maldita seas… quieres morir, mira todo lo que has hecho, todo el escándalo para morir en este preciso momentos… ABRE TU MALDITA BOCA- le grito. Jadeo un poco notando que había podido abrirle, sonrió satisfecha mientras introducía varias uvas-Mastica…- le ordeno con suavidad. Tonando que le obedecía –traga…-
La anciana la jalo de un brazo, la cabeza de la pelinegro cayó al suelo mientras ella era arrastrada, la anciana parecía muy asustada, pero por alguna razón ella no podía oírla ¿Qué le sucedía?. Le miro a los ojos mientras estaba arrastrándola por el suelo, le decía algo, sus labios se movían pero no, nada, no oía nada. Giro su rostro y la mujer ya estaba otra vez levantada.
-Corre…!- escucho la voz de la anciana. Sintió alivio, pensó que se había vuelto sorda por unos segundos, pero apenas era la conmoción la levanto de un jalón para empujarla-corre… te matara si te alcanza- dijo temblorosa mientras le daba empujones. Aitziber comenzó a correr por aquel camino, pronto cruzo a la derecha mientras parecía salir del lugar, jadeo un poco, pronto llego a puente que le separaba del otro lado, era colgante y un poco inestable, así que, se detuvo dudosa de cruzar, pero de todos modos lo hizo cuando escucho los alaridos de las personas.
Ya iba por medio camino cuando giro y vio algo moverse con mucha agilidad mientras la anciana le gritaba algo pero estaba muy lejos para escucharla, busco leer sus labios…
-di… un conjuro… ¿un conjuro?- susurro confusa. ¿Ahora qué sucedería… la matarían?
No. No lo había hecho, la anciana traía consigo lo que parecía unas uvas extrañas, sujeto el cuerpo del demonio para poderlo en el regazo su regazo, pero ella no despertada. La anciana le dio una Advertencia que no pudo oír bien porque estaba atenta al rostro contorsionado de la mujer. La anciana le sujeto el mentón a Aitziber y le dio unas de esas uvas mientras ella también comía, le decía que tragara, ella obedeció sin dejar de mirar a la mujer. Pronto la anciana quiso que le levantara para dejar a aquella mujer en el piso… pronto entendió todo… aquel veneno… su cuerpo… había recibido mucho de aquel veneno. Miro a la anciana y le arrebato las uvas, aquello era para contra arrestar el veneno por eso lo comían, para eliminar cualquier rastro. –Oye… tu despierta- le dijo Aitziber para darle dos bofetadas-come, come, come…!- le gritaba buscando que abriera la boca, pero no podía, su mandíbula estaba muy cerrada –maldita seas… quieres morir, mira todo lo que has hecho, todo el escándalo para morir en este preciso momentos… ABRE TU MALDITA BOCA- le grito. Jadeo un poco notando que había podido abrirle, sonrió satisfecha mientras introducía varias uvas-Mastica…- le ordeno con suavidad. Tonando que le obedecía –traga…-
La anciana la jalo de un brazo, la cabeza de la pelinegro cayó al suelo mientras ella era arrastrada, la anciana parecía muy asustada, pero por alguna razón ella no podía oírla ¿Qué le sucedía?. Le miro a los ojos mientras estaba arrastrándola por el suelo, le decía algo, sus labios se movían pero no, nada, no oía nada. Giro su rostro y la mujer ya estaba otra vez levantada.
-Corre…!- escucho la voz de la anciana. Sintió alivio, pensó que se había vuelto sorda por unos segundos, pero apenas era la conmoción la levanto de un jalón para empujarla-corre… te matara si te alcanza- dijo temblorosa mientras le daba empujones. Aitziber comenzó a correr por aquel camino, pronto cruzo a la derecha mientras parecía salir del lugar, jadeo un poco, pronto llego a puente que le separaba del otro lado, era colgante y un poco inestable, así que, se detuvo dudosa de cruzar, pero de todos modos lo hizo cuando escucho los alaridos de las personas.
Ya iba por medio camino cuando giro y vio algo moverse con mucha agilidad mientras la anciana le gritaba algo pero estaba muy lejos para escucharla, busco leer sus labios…
-di… un conjuro… ¿un conjuro?- susurro confusa. ¿Ahora qué sucedería… la matarían?
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
El pobre demonio pulga hacía todo lo que su diminuta anatomía le permitía para tratar de hacer reaccionar a quien estaba a punto de tener un encuentro cercano y permanente con la muerte. Le picaba tras las orejas, las mejillas, incluso intentaba levantarle las pestañas, pero la mirada perdida era la tónica de aquel cuerpo que en ese momento era tan invulnerable y débil como cuando la Luna Nueva estaba en el cielo. Sin embargo, esa es otra historia.
El susodicho acompañante de la híbrida salió volando con un grito imperceptible para quienes estaban allí, ya que no poseían los sentidos ni tampoco la costumbre. Por la fuerza del dedo quedó aturdido en el milimétrico piso que le recibió, observando impotente cómo le colocaban ese collar que pareció reconocer remotamente. – Ese collar…¡oh no! ¡¡Gianella-sama!! – gritó tratando de avanzar hasta ella, pero ni siquiera pudo acercarse, ya que la mujer más anciana de entre ambas humanas tenía firmemente sujeta a su ama mientras comían aquellas uvas que servían para mitigar todo efecto del veneno; muy raras, por cierto. ¿Iban a ser tan macabras para dejarla morir comiendo su salvación a menos de un metro? ¿Si? ¡Esperen! ¿Qué estaba haciendo esa chica de vestimentas raras? ¡¡Le estaba dando de comer una uva!! ¿Acaso quería que despertara y que las matase? Sí que era rara, pero eso le dio lo mismo cuando escuchó la tos de quien ahora era dejada y abandonada “a su suerte” porque sabían que saldría corriendo tras ellas, y lo hizo sólo después de haberse incorporado con dificultades, jadeando con una rodilla en el piso.- Maldición…ese veneno casi me mata…- Tosió y se frotó la nariz con los dedos, sintiendo aquella presión diminuta pero notoria para luego tomar a su compañera filosa y envainarla – Vamos por esa Perla, se está alejando. / Gianella-sama…/ ¡Vamos! – gritó y saltó para acortar distancias, pero tuvo que aterrizar de emergencia para no caer estrepitosamente. – Agh…/ Todavía no se recupera completamente, Gianella-sama. Será mejor que no cruce los aires por ahora.
Gruñió por lo bajo al no tener otra alternativa y los pies aceleraron acortando bastante la distancia a causa de las facultades propias de la hanyou, sabiendo ésta rápidamente que se dirigían al puente por los ruidos inestables de los pasos que estaban cada vez a menos distancia de ella. Sonrió cuando le vio en aquella posición tan comprometida y no dudó en seguir avanzando - ¡¡¡DAME LA PERLA!!! – rugió y saltó a pesar de lo sucedido anteriormente. Myouga intentó detenerla, pero a los segundos después de un grito un golpe seco se escuchó en la zona del puente.
¿Qué había pasado?
El susodicho acompañante de la híbrida salió volando con un grito imperceptible para quienes estaban allí, ya que no poseían los sentidos ni tampoco la costumbre. Por la fuerza del dedo quedó aturdido en el milimétrico piso que le recibió, observando impotente cómo le colocaban ese collar que pareció reconocer remotamente. – Ese collar…¡oh no! ¡¡Gianella-sama!! – gritó tratando de avanzar hasta ella, pero ni siquiera pudo acercarse, ya que la mujer más anciana de entre ambas humanas tenía firmemente sujeta a su ama mientras comían aquellas uvas que servían para mitigar todo efecto del veneno; muy raras, por cierto. ¿Iban a ser tan macabras para dejarla morir comiendo su salvación a menos de un metro? ¿Si? ¡Esperen! ¿Qué estaba haciendo esa chica de vestimentas raras? ¡¡Le estaba dando de comer una uva!! ¿Acaso quería que despertara y que las matase? Sí que era rara, pero eso le dio lo mismo cuando escuchó la tos de quien ahora era dejada y abandonada “a su suerte” porque sabían que saldría corriendo tras ellas, y lo hizo sólo después de haberse incorporado con dificultades, jadeando con una rodilla en el piso.- Maldición…ese veneno casi me mata…- Tosió y se frotó la nariz con los dedos, sintiendo aquella presión diminuta pero notoria para luego tomar a su compañera filosa y envainarla – Vamos por esa Perla, se está alejando. / Gianella-sama…/ ¡Vamos! – gritó y saltó para acortar distancias, pero tuvo que aterrizar de emergencia para no caer estrepitosamente. – Agh…/ Todavía no se recupera completamente, Gianella-sama. Será mejor que no cruce los aires por ahora.
Gruñió por lo bajo al no tener otra alternativa y los pies aceleraron acortando bastante la distancia a causa de las facultades propias de la hanyou, sabiendo ésta rápidamente que se dirigían al puente por los ruidos inestables de los pasos que estaban cada vez a menos distancia de ella. Sonrió cuando le vio en aquella posición tan comprometida y no dudó en seguir avanzando - ¡¡¡DAME LA PERLA!!! – rugió y saltó a pesar de lo sucedido anteriormente. Myouga intentó detenerla, pero a los segundos después de un grito un golpe seco se escuchó en la zona del puente.
¿Qué había pasado?
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
Estaba deseosa y desesperada por que le dijeran que estaba pasando, en esos momentos estaba buscando salir a la superficie, nadando hacia la luz, el aire en donde podría respirar al fin, ella no era un pez que podría sobrevivir debajo del agua. ¿Cómo había llegado hasta el rio? Había pronunciado la palabra, una que desesperadamente salió de su boca, pero que al parecer como perro obediente aquella mujer la obedeció, pero cuando lo hizo destrozo el puente y las dos cayeron al rio, por suerte no la veía cerca, aunque no estaba interesada en eso, además el agua turbia no le daba mucha claridad de su entorno.
Después de unos segundos, un poco desorientada pudo salir a la luz, comenzó a nadar hacia la orilla, la perla aun ella la tenía, eso quería decir que aun aquella mujer estaría detrás de ella, así que era mejor salir de ese lugar rápido. Apenas piso tierra dio algunos tropezones y se puso de pie para salir corriendo a un lugar más alto ¿Dónde estaba la aldea? Pudo escuchar algunos llamados, parecían llamarla a ella, así que corrió hacia donde parecía que eran ellos.
-Aquí estoy- dijo a todo pulmón. Las voces se acercaron, pero lo que vio fue puros hombres sonriendo de forma lasciva… ¡lo que le faltaba! Frunció el ceño, mientras se quedaba en donde estaba, aquellos hombres la invitaban a que subiera con mucho interés miraban la perla. ¿Ellos también estaban en búsqueda de aquello? Negó con la cabeza haciendo mover sus cabellitos mojados –lo siento… no- dijo tajante mientras miraba hacia los lados para buscar otra salida.
Los hombres rieron, ellos sabía que estaba como ratón en una esquina, sin salida, sin donde poder escapar, ahora estaba totalmente en problemas… ¿Qué rayos haría?, ahora sí que estaba en problemas, busco esconder la perla entre sus ropas, pero era demasiado tarde… ellos sabían lo que tenia y eso era lo que querían –pero… ¿Qué es lo que les atrae de ella?- se pregunto retrocediendo algunos pasos al ver que ellos se acercaban…
Después de unos segundos, un poco desorientada pudo salir a la luz, comenzó a nadar hacia la orilla, la perla aun ella la tenía, eso quería decir que aun aquella mujer estaría detrás de ella, así que era mejor salir de ese lugar rápido. Apenas piso tierra dio algunos tropezones y se puso de pie para salir corriendo a un lugar más alto ¿Dónde estaba la aldea? Pudo escuchar algunos llamados, parecían llamarla a ella, así que corrió hacia donde parecía que eran ellos.
-Aquí estoy- dijo a todo pulmón. Las voces se acercaron, pero lo que vio fue puros hombres sonriendo de forma lasciva… ¡lo que le faltaba! Frunció el ceño, mientras se quedaba en donde estaba, aquellos hombres la invitaban a que subiera con mucho interés miraban la perla. ¿Ellos también estaban en búsqueda de aquello? Negó con la cabeza haciendo mover sus cabellitos mojados –lo siento… no- dijo tajante mientras miraba hacia los lados para buscar otra salida.
Los hombres rieron, ellos sabía que estaba como ratón en una esquina, sin salida, sin donde poder escapar, ahora estaba totalmente en problemas… ¿Qué rayos haría?, ahora sí que estaba en problemas, busco esconder la perla entre sus ropas, pero era demasiado tarde… ellos sabían lo que tenia y eso era lo que querían –pero… ¿Qué es lo que les atrae de ella?- se pregunto retrocediendo algunos pasos al ver que ellos se acercaban…
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¿Qué había sido eso? O más bien… ¿Por qué había sucedido? Su cuerpo se vio atraído al piso como un metal a un imán y arrasó con el puente, llevándole a ser totalmente empapada al caer al río que estaba debajo de ellas. No tardó mucho en salir, aunque no dejaba de toser – Demonios… ¿Qué fue eso?... ¿Myouga? – Preguntó y la pulga estaba fielmente en su hombro, aunque aturdida también, no más que la híbrida – Sí, estoy bien…/ Vamos por esa mujer, no está muy lejos…- Y así la persecución continuó.
Ya estaban cerca de alcanzarla, cuando Myouga pareció descubrir algo, y de inmediato intentó hacérselo saber a su ama.
- Gianella-sama…
- ¿Si? ¿Qué pasa?
- Tengo que comentarle algo…
- ¿Qué la mujer no está sola? Eso ya lo sé, no pierdas el tiempo en eso.
- Pero, yo…
- ¡Apresurémonos!
- …!
El grupo de hombres ya tenía rodeada a la jovencita, ya listos para conseguir el botín principal y uno adicional, pero un par de piedras en la nuca hicieron que todos voltearan a ver esa sonrisa arrogante que se instalaba a menudo en el rostro de quien llegaba - ¿Atacan a una mujer indefensa en grupo y siendo todos hombres? ¿No les da vergüenza? Creo que no…- Apretó suavemente otra piedra, moliéndola y haciéndola polvillo ante la atenta mirada de todos. El dedo índice se movió hacia adelante y el llamado fue realizado – Vengan todos aquí, el que gana se queda con la Perla. –Sonrió más, enseñando su par de colmillos de demonio - ¿Podrán hacerlo? ¿O le tienen miedo a una chica?
Dudaron, de hecho no se movieron. Gianella alzó las cejas volviendo su semblante burlón – Oh…veo que me conocen…supongo que todo me es más sencillo así…- Dio un par de pasos hacia adelante, retrocediendo los agresores, y desenfundó su espada, creciendo ésta inmediatamente hasta quedar casi tan grande como ella. – O se largan de aquí, o sus cabezas serán banquete de demonios. Ustedes escogen.
Hubo nuevos segundos de duda, hasta que uno corrió hacia la pelinegra empuñando una espada estándar, pero bastó un movimiento de su espada a cinco metros para mandarlo a volar y estrellar sus huesos contra el piso tras la caída en picada desde una enorme altura. Los demás quedaron helados…y tras mirarse salieron corriendo despavoridos, dejando caer sus armas. – Mattaku…pensé que sería más divertido…-reclamó abiertamente la vencedora aunque luego emitió un jadeo por agotamiento, mirando con mala cara a la mujer que estaba ahora sola para ella.
- Dame la Perla… – Extendió la mano un tanto temblorosa - …y consideraré dejarte vivir.
Ya estaban cerca de alcanzarla, cuando Myouga pareció descubrir algo, y de inmediato intentó hacérselo saber a su ama.
- Gianella-sama…
- ¿Si? ¿Qué pasa?
- Tengo que comentarle algo…
- ¿Qué la mujer no está sola? Eso ya lo sé, no pierdas el tiempo en eso.
- Pero, yo…
- ¡Apresurémonos!
- …!
El grupo de hombres ya tenía rodeada a la jovencita, ya listos para conseguir el botín principal y uno adicional, pero un par de piedras en la nuca hicieron que todos voltearan a ver esa sonrisa arrogante que se instalaba a menudo en el rostro de quien llegaba - ¿Atacan a una mujer indefensa en grupo y siendo todos hombres? ¿No les da vergüenza? Creo que no…- Apretó suavemente otra piedra, moliéndola y haciéndola polvillo ante la atenta mirada de todos. El dedo índice se movió hacia adelante y el llamado fue realizado – Vengan todos aquí, el que gana se queda con la Perla. –Sonrió más, enseñando su par de colmillos de demonio - ¿Podrán hacerlo? ¿O le tienen miedo a una chica?
Dudaron, de hecho no se movieron. Gianella alzó las cejas volviendo su semblante burlón – Oh…veo que me conocen…supongo que todo me es más sencillo así…- Dio un par de pasos hacia adelante, retrocediendo los agresores, y desenfundó su espada, creciendo ésta inmediatamente hasta quedar casi tan grande como ella. – O se largan de aquí, o sus cabezas serán banquete de demonios. Ustedes escogen.
Hubo nuevos segundos de duda, hasta que uno corrió hacia la pelinegra empuñando una espada estándar, pero bastó un movimiento de su espada a cinco metros para mandarlo a volar y estrellar sus huesos contra el piso tras la caída en picada desde una enorme altura. Los demás quedaron helados…y tras mirarse salieron corriendo despavoridos, dejando caer sus armas. – Mattaku…pensé que sería más divertido…-reclamó abiertamente la vencedora aunque luego emitió un jadeo por agotamiento, mirando con mala cara a la mujer que estaba ahora sola para ella.
- Dame la Perla… – Extendió la mano un tanto temblorosa - …y consideraré dejarte vivir.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
El sol se podía sentir en su piel se sentía más cálido, más vivo que de los que podría notar en Tokio, pero esos momentos aquel sol candente y molestoso de su “mundo” lo extrañaba, que irónico eran las cosas, comenzaba a extrañar todas aquellas cosas que odiaba… pero no debían culparla, nada de lo que conocía estaba en ese lugar, muchos estarían en su misma posición. No era momento de pensar en eso, estaba rodeada por varios hombre que parecía que no querían nada de bien para ella, pero Aitziber se mantenía firme retrocediendo levemente al ver que ellos se adelantaban, los odiaba, odiaba el miedo que en su corazón comenzaba a aflorar.
-…- entrecerró sus ojos al sentir una pared de tierra que la frenaba… ah… ¿se quedaría así? Tal vez no, escucho algunos murmullos y luego la voz de aquella mujer que estaba interesada también en la perla, abrió los ojos y se quedo observando atentamente lo que aquella mujer extraña hacia, los estaba ahuyentando de una forma que hacía en vez de darle alegría, era más bien miedo , miraba a los lados para poder salir de ese lugar, mientras estaban distraídos comenzó a caminar hasta una saliente y llegar a un lugar cerca del bosque, pero parecía que no saldría de eso tan fácilmente, rápido miro a la mujer mirándole con mara cara, un poco de miedo recorrió su cuerpo pero se mantuvo firme mientras retrocedía del peligro definitivo… -¿Crees que te la daré en estos momentos?- pregunto frunciendo el ceño, era un claro no. Estaba loca si pensaba que iba a ceder de esa manera, supuestamente ella era la mala de la película así que mucho menos.
Tuvo miedo de que se le acercara… dio un salto hacia atrás ante de que ella avanzara mas- Abajo!- grito viendo como aquella creatura caía hacia el piso. Aitziber miro sorprendida- ohh… así que si funciona- se inclino un poco al ver que la cara de la mujer estaba pegada en el suelo, rio un poco para luego salir corriendo hacia el bosque en donde los llamados de los aldeanos la orientaron para llegar a ellos, sonrió al ver a la anciana que la abrazaba cariñosamente –Mira la perla- dijo sonriendo para entregársela, esta miro sorprendida y a la vez agradecida
–ven vamos…- la guiaron hasta la aldea en donde le prestaron un traje de sacerdotisa, se quedo en la casa de la anciana descansando-¿sirvió el hechizo?- pregunto la anciana mientras le servia un poco de te –Ah por cierto me llamo Kaede, mucho gusto-
-Mucho gusto Kaede, mi nombre es Aitziber…- se presento Aitziber sonriendo –Si…! Gracias a él pude escapar… aunque tengo curiosidad de saber quién es ella…- susurro mirando el piso pensativa… ¿le volvería a ver? Seguro que si…
-…- entrecerró sus ojos al sentir una pared de tierra que la frenaba… ah… ¿se quedaría así? Tal vez no, escucho algunos murmullos y luego la voz de aquella mujer que estaba interesada también en la perla, abrió los ojos y se quedo observando atentamente lo que aquella mujer extraña hacia, los estaba ahuyentando de una forma que hacía en vez de darle alegría, era más bien miedo , miraba a los lados para poder salir de ese lugar, mientras estaban distraídos comenzó a caminar hasta una saliente y llegar a un lugar cerca del bosque, pero parecía que no saldría de eso tan fácilmente, rápido miro a la mujer mirándole con mara cara, un poco de miedo recorrió su cuerpo pero se mantuvo firme mientras retrocedía del peligro definitivo… -¿Crees que te la daré en estos momentos?- pregunto frunciendo el ceño, era un claro no. Estaba loca si pensaba que iba a ceder de esa manera, supuestamente ella era la mala de la película así que mucho menos.
Tuvo miedo de que se le acercara… dio un salto hacia atrás ante de que ella avanzara mas- Abajo!- grito viendo como aquella creatura caía hacia el piso. Aitziber miro sorprendida- ohh… así que si funciona- se inclino un poco al ver que la cara de la mujer estaba pegada en el suelo, rio un poco para luego salir corriendo hacia el bosque en donde los llamados de los aldeanos la orientaron para llegar a ellos, sonrió al ver a la anciana que la abrazaba cariñosamente –Mira la perla- dijo sonriendo para entregársela, esta miro sorprendida y a la vez agradecida
–ven vamos…- la guiaron hasta la aldea en donde le prestaron un traje de sacerdotisa, se quedo en la casa de la anciana descansando-¿sirvió el hechizo?- pregunto la anciana mientras le servia un poco de te –Ah por cierto me llamo Kaede, mucho gusto-
-Mucho gusto Kaede, mi nombre es Aitziber…- se presento Aitziber sonriendo –Si…! Gracias a él pude escapar… aunque tengo curiosidad de saber quién es ella…- susurro mirando el piso pensativa… ¿le volvería a ver? Seguro que si…
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
Había fallado. Como en tantas otras ocasiones a lo largo de su esforzada existencia. Allí se quedó su cuerpo, inmóvil y aplastado contra el piso a causa del peso de ese collar que se había vuelto una especie de imán. Myouga, quien se había escondido entre las ropas de la mitad-demonio, se dirigió entre saltitos al auxilio de su Ama, pero ésta no necesitó de la ayuda –inútil por cierto- de la pulga para incorporarse, quedando con palmas y rodillas en el piso. Las extremidades le temblaban un tanto producto del agotamiento y del urgente deseo de un descanso, y esos mismos requerimientos acrecentaban la impotencia de la aparente bestia que empuñaba las manos y golpeaba los escombros que habían quedado por el azote de su rostro en el piso. Estaba enrabiada por no haber conseguido la codiciada joya, y su leal sirviente le comprendía a la perfección.
- Gianella-sama…
- …
- Será mejor que volvamos a casa, nos deben estar esperando…
- No puedo volver con las manos vacías, Myouga…no de nuevo…¿Cómo les voy a poder mirar a la cara? Estuve tan cerca...
- Tal y como lo ha hecho siempre. Gianella-sama. Ellos saben de tu esfuerzo, y ni ellos ni yo permitiremos que se dé por vencida. Conseguiremos la Perla, téngalo por seguro.
- …No lo sé. Ya no quiero falsas ilusiones. – Dijo y la conversación se zanjó allí, incorporándose la mujer con gran dificultad teniendo que afirmarse de su espada para no caer, andando de una forma tan patética que hasta un par de monstruitos serían suficientes para hacerla caer. Afortunadamente pudo tomar refugio en un bosque cercano que era atravesado de lado a lado por un río, dirigiéndose a una de sus orillas para reponerse. Cerró los ojos, y perdió la noción del tiempo.
Lo que también perdió fue el rastro de Myouga, quien se había dirigido por sí mismo en dirección a la aldea en donde percibía la Perla de Shikon. Trató de alzarse, pero el no dormir frecuentemente le estaba pasando la cuenta justo ahora, ya que no pudo ponerse de pie. – Maldita sea….-gruñió y se quedó mirando el flujo del agua a unos cuantos metros de ella bajo la frondosa protección de un árbol hasta que la noche cayó, coincidiendo esto con la llegada del demonio pulga hasta la aldea. Pasó desapercibido, como casi siempre resultaban sus intrusiones y tras una habitación escuchó voces, subiéndose a la ventana en su diminutez para espiar lo que sucedía. La mujer de la perla y la anciana conocida como Kaede conversaban, y la primera traía un traje de sacerdotiza. En eso, un dejavú le sacudió al verla, uno tan fuerte que lo dejó pasmado por varios segundos – No puede ser…su aura….¿Es de ella?...
- Gianella-sama…
- …
- Será mejor que volvamos a casa, nos deben estar esperando…
- No puedo volver con las manos vacías, Myouga…no de nuevo…¿Cómo les voy a poder mirar a la cara? Estuve tan cerca...
- Tal y como lo ha hecho siempre. Gianella-sama. Ellos saben de tu esfuerzo, y ni ellos ni yo permitiremos que se dé por vencida. Conseguiremos la Perla, téngalo por seguro.
- …No lo sé. Ya no quiero falsas ilusiones. – Dijo y la conversación se zanjó allí, incorporándose la mujer con gran dificultad teniendo que afirmarse de su espada para no caer, andando de una forma tan patética que hasta un par de monstruitos serían suficientes para hacerla caer. Afortunadamente pudo tomar refugio en un bosque cercano que era atravesado de lado a lado por un río, dirigiéndose a una de sus orillas para reponerse. Cerró los ojos, y perdió la noción del tiempo.
Lo que también perdió fue el rastro de Myouga, quien se había dirigido por sí mismo en dirección a la aldea en donde percibía la Perla de Shikon. Trató de alzarse, pero el no dormir frecuentemente le estaba pasando la cuenta justo ahora, ya que no pudo ponerse de pie. – Maldita sea….-gruñió y se quedó mirando el flujo del agua a unos cuantos metros de ella bajo la frondosa protección de un árbol hasta que la noche cayó, coincidiendo esto con la llegada del demonio pulga hasta la aldea. Pasó desapercibido, como casi siempre resultaban sus intrusiones y tras una habitación escuchó voces, subiéndose a la ventana en su diminutez para espiar lo que sucedía. La mujer de la perla y la anciana conocida como Kaede conversaban, y la primera traía un traje de sacerdotiza. En eso, un dejavú le sacudió al verla, uno tan fuerte que lo dejó pasmado por varios segundos – No puede ser…su aura….¿Es de ella?...
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
Ya había caído la noche, por suerte la anciana tenia ropa que ella le quedaba, así que fue fácil para ella ponerse lo que parecía ser un traje de sacerdotisa, lo reconoció casi al instante, su amiga también tenía algunos de esos, era interesante que ellos también lo tuvieran, claro, estaban un poco lejos de lo que parecía ser donde quedaba el lugar. Luego de hablar un buen raro con la mujer llego a la conclusión de que estaba en el pasado, lejos de su hogar, eso le parecía algo retorcido las primeras horas, pero luego de estar un tiempo en ese lugar, paseando por los alrededores, tuvo la sensación de que estaba en lo correcto.
-ah…-suspiro -¿Cómo volveré a casa?- se preguntaba mientras se quedaba tranquila en aquella casita cómoda. La anciana negó sin saber exactamente saber que decir-debo investigar el lugar donde llegue… ¿puedo mañana ir?- pregunto, casi suplicando. La anciana no pudo decir que no, apenas asintió Aitziber sonrió complacida. Le dio un pequeño beso en la mejilla para irse a dormir en un improvisado fundon que había cerca.
[…]
Era de mañana, el día estaba más brilloso y tranquilo, las mujeres se veían animadas arreglando los daños acompañados de los hombres, Aitziber se levanto temprano para primero ir a un pequeño riachuelo a bañarse mientras Kaede y los otros estaban listo, estaba siendo acompañada por la pequeña que la había llevado hasta ese lugar, la chilla sonreía mientras ella estaba bañándose.
-Te pareces mucho a ella…
-¿a quién?
-No nada
Aquello le pareció extraño, pero busco no hacerle casi a la pequeña, se quedo tranquila, hundiendo su cuerpo hasta solamente quedar su rostro en el agua para hacer burbujas, unas pocas y así poder distraerse un poco –me pregunto si podre volver a casa- susurro un poco deprimida al momento que el pensamiento de no poder volver se le pasara por la mente.
-ah…-suspiro -¿Cómo volveré a casa?- se preguntaba mientras se quedaba tranquila en aquella casita cómoda. La anciana negó sin saber exactamente saber que decir-debo investigar el lugar donde llegue… ¿puedo mañana ir?- pregunto, casi suplicando. La anciana no pudo decir que no, apenas asintió Aitziber sonrió complacida. Le dio un pequeño beso en la mejilla para irse a dormir en un improvisado fundon que había cerca.
[…]
Era de mañana, el día estaba más brilloso y tranquilo, las mujeres se veían animadas arreglando los daños acompañados de los hombres, Aitziber se levanto temprano para primero ir a un pequeño riachuelo a bañarse mientras Kaede y los otros estaban listo, estaba siendo acompañada por la pequeña que la había llevado hasta ese lugar, la chilla sonreía mientras ella estaba bañándose.
-Te pareces mucho a ella…
-¿a quién?
-No nada
Aquello le pareció extraño, pero busco no hacerle casi a la pequeña, se quedo tranquila, hundiendo su cuerpo hasta solamente quedar su rostro en el agua para hacer burbujas, unas pocas y así poder distraerse un poco –me pregunto si podre volver a casa- susurro un poco deprimida al momento que el pensamiento de no poder volver se le pasara por la mente.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
El frondoso árbol era el escondite perfecto para espiar a aquella mujer. Tenía una ubicación estratégica para poder ver y escuchar todo lo que sucedía gracias a sus sentidos aumentados, y su poder estaba suprimido de tal forma que ninguna sacerdotiza del montón como las que estaban rodeando el lugar a modo de vigilancia para que precisamente ella, la persona (o mitad bestia) más temida después de Naraku, no se volviera a entrometer en sus asuntos, aunque eso era en extremo difícil ya que lo que estaba en juego era la mismísima Perla de Shikón, la joya que podía cambiar miles de vidas con sólo pedir un deseo.
Myouga le había comentado de la conversación que había tenido aquella chica y la vieja de Kaede, y la identidad de esa jovencita se le hizo cada vez más sospechosa. ¿Quién diablos era? ¿De dónde había venido? Y, más importante…¿Por qué se parecía tanto a “esa persona”? Era tan similar tanto en físico como en su esencia, hasta su forma de ser…¿Por qué?
Escuchó su lamento, y su mente pocas veces brillante para lo que no era la batalla le dio una idea que no era muy propia de los soldados supuestamente honorables que decían servir a los diversos señores feudales de la época. ¡Un chantajeo era la opción perfecta! Y por eso se puso manos a la obra inmediatamente, deslizándose entre árboles hasta aterrizar en las rocas que estaban justo detrás de la extraña mujer – Oye, hueles raro. – Le dijo de sorpresa con una sonrisa socarrona, manteniendo los colmillos fuera en señal de burla por cómo había reaccionado tras el concreto susto – No vengo a pelear – Dijo enseñando ambas palmas vacías, aunque su espada todavía estuviera guardada en su funda de la cintura – sino que a hablar. ¿Quieres volver a tu casa, no? Pues yo sé como. Entrégame la Perla de Shikón, y te lo diré. – Le propuso tratando de sonar lo más creíble posible, estirando una de sus filosas manos para recibir la joya
Myouga le había comentado de la conversación que había tenido aquella chica y la vieja de Kaede, y la identidad de esa jovencita se le hizo cada vez más sospechosa. ¿Quién diablos era? ¿De dónde había venido? Y, más importante…¿Por qué se parecía tanto a “esa persona”? Era tan similar tanto en físico como en su esencia, hasta su forma de ser…¿Por qué?
Escuchó su lamento, y su mente pocas veces brillante para lo que no era la batalla le dio una idea que no era muy propia de los soldados supuestamente honorables que decían servir a los diversos señores feudales de la época. ¡Un chantajeo era la opción perfecta! Y por eso se puso manos a la obra inmediatamente, deslizándose entre árboles hasta aterrizar en las rocas que estaban justo detrás de la extraña mujer – Oye, hueles raro. – Le dijo de sorpresa con una sonrisa socarrona, manteniendo los colmillos fuera en señal de burla por cómo había reaccionado tras el concreto susto – No vengo a pelear – Dijo enseñando ambas palmas vacías, aunque su espada todavía estuviera guardada en su funda de la cintura – sino que a hablar. ¿Quieres volver a tu casa, no? Pues yo sé como. Entrégame la Perla de Shikón, y te lo diré. – Le propuso tratando de sonar lo más creíble posible, estirando una de sus filosas manos para recibir la joya
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
Estaba prácticamente sumida en sus pensamientos que no eran de aquella época, deseaba poder estar en una gran tina caliente en Tokio, poder subirse otra vez a aquellos metros que en ocasiones eran peores que un infierno, pero lo importante era que deseaba poder volver a su época, en donde las grandes maquinas y pesadas surcaban los cielos y los mares, en donde las distancias se acortaban gracias el teléfono celular y al internet, en donde continentes se unían gracias a la televisión ¡deseaba volver a su casa!. Debía ser fuerte, las lagrimas no podía seguir brotando de sus ojos que comenzaban a verse mas rojos de lo que era recomendado para pasar desapercibida del caso de haber llorado por más de media hora
Llevo su cabeza por debajo del agua quedando unos segundos así para que el agua se llevara las lagrimas y los últimos rastros de aquella crema aromatizante que se había puesto en su cuerpo días atrás cuando estaba en un lugar tranquilo en el año 2012… ahora estaba en.. ¿En qué año? Ya ni lo sabía, seria luego mejor preguntar exactamente en qué año estaba. Su cabeza salió acomodando sus cabellos hacia atrás en donde quedaron gracias a la humedad de su cabellera negra.
Hueles raro escucho decir, instintivamente todo se le vino al piso y dio un salto hacia atrás cubriéndose sus vergüenzas por temor de que fuera algún pervertido, suspiro levemente aliviada al momentos de ver que solamente era aquella mujer que hacia su estadía aun más lamentable-¿Qué haces aquí?- pregunto de manera nada amable -¿Me estabas espiando?- se quedo un poco sorprendida, pero no mucho, la verdad ya lo sospechaba. Miro la mano acercándose hacia ella, aunque estaba relativamente lejos se acerco hacia ella con cierto recelo para quedarse viendo la mano vacía de la chica por unos segundos.
-¿Cómo te llamas?- pregunto mientras salía del agua dejando la mano estirada de la mujer –Mi nombre es Aitziber, me imagino que es raro ese nombre por aquí- confeso mientras se acercaba a las ropas que estaban en una piedra, eran de la época, se parecían mucho a las que la mujer anciana llevaba, se seco un poco con su ropa anterior sacudiendo sus cabellos hasta estar decentemente secos para luego vestirse dándole la espalda a la mujer desconocida. -¿Cómo rayos se pone esto?- pregunto buscando ajustarse bien aquella prenda –deseos unos pantalones, son mas fáciles- carraspeo para ella misma hasta que recordó como era que su madre se lo había puesto la última vez que se había ido de cosplay a un evento con su hermana mayor. Recordó que no había respondido a la mujer, giro mientras se peinaba el cabello con los dedos –No tengo la perla-
Estaba segura que se ira de inmediato cuando supiera que no la tenía –Espera… quiero hacerte unas preguntas ¿puedo?- se acerco a ella mientras dejaba sus cabellos quietos –Si me ayudas tal vez de pueda dar una pequeña pista de donde esta- dijo sonriendo de forma picara. Si pensaba que sería fácil estafarla, debía pensarlo dos veces, pues ella también sabia jugar en aquella sintonía.
Llevo su cabeza por debajo del agua quedando unos segundos así para que el agua se llevara las lagrimas y los últimos rastros de aquella crema aromatizante que se había puesto en su cuerpo días atrás cuando estaba en un lugar tranquilo en el año 2012… ahora estaba en.. ¿En qué año? Ya ni lo sabía, seria luego mejor preguntar exactamente en qué año estaba. Su cabeza salió acomodando sus cabellos hacia atrás en donde quedaron gracias a la humedad de su cabellera negra.
Hueles raro escucho decir, instintivamente todo se le vino al piso y dio un salto hacia atrás cubriéndose sus vergüenzas por temor de que fuera algún pervertido, suspiro levemente aliviada al momentos de ver que solamente era aquella mujer que hacia su estadía aun más lamentable-¿Qué haces aquí?- pregunto de manera nada amable -¿Me estabas espiando?- se quedo un poco sorprendida, pero no mucho, la verdad ya lo sospechaba. Miro la mano acercándose hacia ella, aunque estaba relativamente lejos se acerco hacia ella con cierto recelo para quedarse viendo la mano vacía de la chica por unos segundos.
-¿Cómo te llamas?- pregunto mientras salía del agua dejando la mano estirada de la mujer –Mi nombre es Aitziber, me imagino que es raro ese nombre por aquí- confeso mientras se acercaba a las ropas que estaban en una piedra, eran de la época, se parecían mucho a las que la mujer anciana llevaba, se seco un poco con su ropa anterior sacudiendo sus cabellos hasta estar decentemente secos para luego vestirse dándole la espalda a la mujer desconocida. -¿Cómo rayos se pone esto?- pregunto buscando ajustarse bien aquella prenda –deseos unos pantalones, son mas fáciles- carraspeo para ella misma hasta que recordó como era que su madre se lo había puesto la última vez que se había ido de cosplay a un evento con su hermana mayor. Recordó que no había respondido a la mujer, giro mientras se peinaba el cabello con los dedos –No tengo la perla-
Estaba segura que se ira de inmediato cuando supiera que no la tenía –Espera… quiero hacerte unas preguntas ¿puedo?- se acerco a ella mientras dejaba sus cabellos quietos –Si me ayudas tal vez de pueda dar una pequeña pista de donde esta- dijo sonriendo de forma picara. Si pensaba que sería fácil estafarla, debía pensarlo dos veces, pues ella también sabia jugar en aquella sintonía.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
Se quedó con la mano estirada y sin Perla, lo que claramente no le gustó; pero logró disimularlo junto con las ganas de despedazarla para sacarle la joya de donde fuera que la tuviera escondida. Ignoró todo lo que dijo no por no ser de su interés por la obviedad de las respuestas (y para evitarse la palabrería), sino que por aquella piel y curvas que pronto dejaron de estar al descubierto de sus orbes azuladas rasgadas. Era tan familiar, pero a la vez tan distinta…¿Por qué le recordaba tanto a esa mujer? Eso podía llegar a ser molesto en el futuro…
- No vas a engañarme, sé que tienes tú la Perla. Puedo oler tus mentiras – Dijo apuntándose la nariz, cruzando la respetable distancia que había entre ellas hasta quedar frente a frente. Entrecerró los ojos, y observó cada reacción de la mujer, quedándose quieta por largos minutos; tantos que perdió la noción del tiempo.
- ¿Gianella? ¡Gianella!
- ¿Hmm?
- Despierta amor, los niños nos están esperando…
- No estaba durmiendo, sabes que siempre los estoy vigilando.
- A veces es necesario descansar, Gia…no puedes estar siempre pendiente de ellos. Me tienes a mí para eso…
- No voy a descansar hasta conseguir la Perla. No hasta que estos niños puedan volver a sonreír como en antañ—
- …
- …
- …Sé que vas a lograrlo. Yo te estaré apoyando siempre. Te amo, Gianella.
- Yo también…
Aquella mujer le había hecho detenerse en sus recuerdos, en sus emociones y en sus acciones, justo cuando las manos de la medio demonio se ceñían firmemente a la cintura de la joven con ropas de sacerdotiza, cuando los cuerpos estaban pegados y los labios casi juntos, alimentándose sus bocas del aliento de la otra persona que miraba desconcertada todo lo que sucedía. De un momento a otro, la ojiazul espabiló por fin y de otro par de saltos pequeños se alejó, dándole la espalda con un sonrojo monumental. Eso sí que era preocupante: la mujer era mucho más cercana a “ella” de lo que creía. No podía estar cerca de ella ni un segundo más; se volteó estirando la mano nuevamente e inquirió lo que había ido a buscar desde el principio – Dame la maldita Perla, sé que la tienes contigo. – Gruñió con su rostro debatiéndose entre el sonrojo y la molestia, sin darle tiempo ni oportunidad a preguntar lo que había sucedido recién entre ellas – ¡Deja de hacerme perder el tiempo y entrégamela!
- No vas a engañarme, sé que tienes tú la Perla. Puedo oler tus mentiras – Dijo apuntándose la nariz, cruzando la respetable distancia que había entre ellas hasta quedar frente a frente. Entrecerró los ojos, y observó cada reacción de la mujer, quedándose quieta por largos minutos; tantos que perdió la noción del tiempo.
- ¿Gianella? ¡Gianella!
- ¿Hmm?
- Despierta amor, los niños nos están esperando…
- No estaba durmiendo, sabes que siempre los estoy vigilando.
- A veces es necesario descansar, Gia…no puedes estar siempre pendiente de ellos. Me tienes a mí para eso…
- No voy a descansar hasta conseguir la Perla. No hasta que estos niños puedan volver a sonreír como en antañ—
- …
- …
- …Sé que vas a lograrlo. Yo te estaré apoyando siempre. Te amo, Gianella.
- Yo también…
Aquella mujer le había hecho detenerse en sus recuerdos, en sus emociones y en sus acciones, justo cuando las manos de la medio demonio se ceñían firmemente a la cintura de la joven con ropas de sacerdotiza, cuando los cuerpos estaban pegados y los labios casi juntos, alimentándose sus bocas del aliento de la otra persona que miraba desconcertada todo lo que sucedía. De un momento a otro, la ojiazul espabiló por fin y de otro par de saltos pequeños se alejó, dándole la espalda con un sonrojo monumental. Eso sí que era preocupante: la mujer era mucho más cercana a “ella” de lo que creía. No podía estar cerca de ella ni un segundo más; se volteó estirando la mano nuevamente e inquirió lo que había ido a buscar desde el principio – Dame la maldita Perla, sé que la tienes contigo. – Gruñió con su rostro debatiéndose entre el sonrojo y la molestia, sin darle tiempo ni oportunidad a preguntar lo que había sucedido recién entre ellas – ¡Deja de hacerme perder el tiempo y entrégamela!
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
Retrocedió un poco al notar la agresividad de la mujer que parecía que pronto explotaría frunció mostrándose disgustada con aquella mujer que parecía no tener vergüenza y era una de las peores personas que había llegado a conocer, aunque debía admitir que no conocía a muchas. Escuchaba sin mucho ánimo lo que aquella mujer le tenía que decir, pronto se cansaría de tanta palabrería y rápidamente lo hizo, no había pasado diez segundos para inclinarse a agarrar sus cosas e irse en una dirección contraria, dándole completamente la espalda a la joven que comenzaba a irritarla –Déjate de estupideces- le dijo charrasqueando –Yo no tengo la perla y nunca te la daría- respondió sin nada que temer. Aquella mujer era pedante, no trataría a alguien así, era perder completamente el tiempo, según ella.
Camino por un pequeño sendero seguida por aquella mujer, cuando buscaba acercarse mucho simplemente le decía la palabra que necesitaba para que ella involuntariamente cayera al piso y la dejara en paz, pero esta tenía mucha más perseverancia que un estúpido y aun la seguía sin importar cuantas veces la mandara al suelo –Tks… no se cansa- susurro mientras entraba a la casa de la señora Kaede –Abuelaa…- dijo en voz alta para confirmar que no estaba. Una extraña neblina apareció rodeándole los pies y extrañamente subiendo de forma aterradora, dejo salir un grito desgarrado mientras buscaba retroceder, pero la neblina que parecía del mismo color que la de antes, no la dejaba seguir, parecía que se había solidificado alrededor de sus pies.
-Niña estúpida… ya he robado la perla con facilidad- dijo una voz tenebrosa alrededor de ella. No sabía de dónde venía. ¿Era de la mujer? No ella no era, aquella voz de oía diferente, más maligna, más sanguinaria. Todo menos humano –debo agradecer que hayas distraído a la estúpida de Gianella, pero ahora he descubierto que eres un gran obstáculo para mis planes- decreto la voz. Después de que el último eco del lugar desapareciera, algunos demonios salieron de la oscuridad. Uno de ellos parecía una mantis religiosa verde y grande, otro un gran ogro que se acercaba a ella. Aitziber grito nuevamente, pero sintió como la neblina entraba por su nariz y boca, haciéndola toser y buscaba taparse con la boca, pero la neblina descaradamente entraba a su sistema.
-¿Qué quieres hacerme?- pregunto la bruja preocupada, pues sentía que realmente moriría en aquel momento, sus ojos comenzaron a sentirse vidriosos y un pequeño dolor en su pecho la hizo inclinarse -¿Me mataras?- pregunto tosiendo sintiendo como la neblina venenosa llegaba a un punto que se le había imposible volver a hablar. Los demonios se detuvieron al mismo tiempo que parecía que alguien estaba cerca de aquella casa, el ogro pareció rugir enfurecido, mientras alzaba sus grandes y mugrientas manos para darle una estocada a Aitziber, pero rápidamente la voz interrumpió.
-Aun no
-¿Qué?
-Aun no morirás, aun falta un dolor de cabeza por eliminar.
-Dolor de…?- no pudo completar la frase. El ogro la sujeto del cuello azotándola en una pared cercana. Su frágil cuerpo se estremeció del dolor, reacciono con algunos espasmos involuntarios mientras sus manos temblorosas buscaban sujetarse de la muñeca del ogro para sin éxito retirar aquella mano asquerosa de su pequeño cuello. Juro escuchar que la voz le decía algo como que gritara, pero la tráquea estaba siendo presionada y no podía articular ninguna palabra, su respiración comenzaba a ser irregular, y como a poco comenzaba a perder la conciencia por la falta de oxigeno en su cerebro –Gianella…- susurro sintiendo un gran dolor por todo su cuerpo… el ogro aflojo el agarre para luego presionar nuevamente sin lastima, aunque Aitziber sentía que en realidad no sentía verdaderamente la fuerza de aquel gran monstro. Noto que la otra creatura se aproximaba y con sus afiladas garras desgarraba la carne de su cuerpo, rasgando el kimono mientras tocaba la dulce carne de Aitziber para que de esta mermara sangre y manchara poco a poco el kimono. –AHHHH….- grito con todas sus ganas mientras de sus ojos comenzaban a nacer grandes lagrimones que enjuagan su cara morada.
Ya un charco se había formado en el lugar donde la tenían, sus pies no tocaban el suelo, solamente se podía oír el gimoteo de la chica pelinegro y las gotas de sangre caer de su cuerpo cuando hacían un recorrido largo y doloroso… ¿aun no iba a morir? Pensaba de forma lastimera, pues tal vez la estaban haciendo desear la muerte, si era su intensión, estaba funcionando, pues ya comenzaba a desear que su último aliento fuera el que en esos momentos estaba por salir de sus labios temblorosos
Camino por un pequeño sendero seguida por aquella mujer, cuando buscaba acercarse mucho simplemente le decía la palabra que necesitaba para que ella involuntariamente cayera al piso y la dejara en paz, pero esta tenía mucha más perseverancia que un estúpido y aun la seguía sin importar cuantas veces la mandara al suelo –Tks… no se cansa- susurro mientras entraba a la casa de la señora Kaede –Abuelaa…- dijo en voz alta para confirmar que no estaba. Una extraña neblina apareció rodeándole los pies y extrañamente subiendo de forma aterradora, dejo salir un grito desgarrado mientras buscaba retroceder, pero la neblina que parecía del mismo color que la de antes, no la dejaba seguir, parecía que se había solidificado alrededor de sus pies.
-Niña estúpida… ya he robado la perla con facilidad- dijo una voz tenebrosa alrededor de ella. No sabía de dónde venía. ¿Era de la mujer? No ella no era, aquella voz de oía diferente, más maligna, más sanguinaria. Todo menos humano –debo agradecer que hayas distraído a la estúpida de Gianella, pero ahora he descubierto que eres un gran obstáculo para mis planes- decreto la voz. Después de que el último eco del lugar desapareciera, algunos demonios salieron de la oscuridad. Uno de ellos parecía una mantis religiosa verde y grande, otro un gran ogro que se acercaba a ella. Aitziber grito nuevamente, pero sintió como la neblina entraba por su nariz y boca, haciéndola toser y buscaba taparse con la boca, pero la neblina descaradamente entraba a su sistema.
-¿Qué quieres hacerme?- pregunto la bruja preocupada, pues sentía que realmente moriría en aquel momento, sus ojos comenzaron a sentirse vidriosos y un pequeño dolor en su pecho la hizo inclinarse -¿Me mataras?- pregunto tosiendo sintiendo como la neblina venenosa llegaba a un punto que se le había imposible volver a hablar. Los demonios se detuvieron al mismo tiempo que parecía que alguien estaba cerca de aquella casa, el ogro pareció rugir enfurecido, mientras alzaba sus grandes y mugrientas manos para darle una estocada a Aitziber, pero rápidamente la voz interrumpió.
-Aun no
-¿Qué?
-Aun no morirás, aun falta un dolor de cabeza por eliminar.
-Dolor de…?- no pudo completar la frase. El ogro la sujeto del cuello azotándola en una pared cercana. Su frágil cuerpo se estremeció del dolor, reacciono con algunos espasmos involuntarios mientras sus manos temblorosas buscaban sujetarse de la muñeca del ogro para sin éxito retirar aquella mano asquerosa de su pequeño cuello. Juro escuchar que la voz le decía algo como que gritara, pero la tráquea estaba siendo presionada y no podía articular ninguna palabra, su respiración comenzaba a ser irregular, y como a poco comenzaba a perder la conciencia por la falta de oxigeno en su cerebro –Gianella…- susurro sintiendo un gran dolor por todo su cuerpo… el ogro aflojo el agarre para luego presionar nuevamente sin lastima, aunque Aitziber sentía que en realidad no sentía verdaderamente la fuerza de aquel gran monstro. Noto que la otra creatura se aproximaba y con sus afiladas garras desgarraba la carne de su cuerpo, rasgando el kimono mientras tocaba la dulce carne de Aitziber para que de esta mermara sangre y manchara poco a poco el kimono. –AHHHH….- grito con todas sus ganas mientras de sus ojos comenzaban a nacer grandes lagrimones que enjuagan su cara morada.
Ya un charco se había formado en el lugar donde la tenían, sus pies no tocaban el suelo, solamente se podía oír el gimoteo de la chica pelinegro y las gotas de sangre caer de su cuerpo cuando hacían un recorrido largo y doloroso… ¿aun no iba a morir? Pensaba de forma lastimera, pues tal vez la estaban haciendo desear la muerte, si era su intensión, estaba funcionando, pues ya comenzaba a desear que su último aliento fuera el que en esos momentos estaba por salir de sus labios temblorosos
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 643
Fecha de inscripción : 01/10/2011
Localización : Venezuela
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
La negativa tan fría de la extraña mujer le espabiló haciendo desaparecer su sonrojo y devolviéndole aquella vehemencia entremezclada con agresividad e ímpetu. Menos mal que se había despejado, aunque aquel recuerdo no dejaría de darle vueltas más adelante. Ahora su enfoque estaba en la mujer y la Perla –como siempre debió ser-, y el hecho de que le negase que la tuviera le hizo enfurecer. ¡Cómo era capaz de mentir! ¡Argh, eso le hacía hervir la sangre! Y por eso, por supuesto, no la dejó irse en paz. Aprovechando sus habilidades lentamente recuperadas se pegó a ella como estampilla, aunque más temprano que tarde fue ella la que se aferró de la misma forma al suelo, con ese conjuro que aún no se explicaba cómo había conseguido, aunque la respuesta era tan obvia y cercana como el collar que tenía puesto y que no se podía quitar por mucho que lo intentase. Como perro con su amo le siguió de manera perseverante –o terca, más bien-, levantándose una y otra vez ante cada doloroso azote; aunque con el último se tardó más, ya que había sido tras un enésimo grito - ¡Ah, mierda! Cómo duele…-se quejó en voz alta acariciándose el rostro sentada en el piso, mirándole ingresar desde lejos a la casa de la vieja que la protegía con una mueca de disgusto, pero ésta se disipó dando paso a una de completa seriedad al percibir varias presencias malignas a su alrededor, las cuales se dieron a conocer tras la aparición de una extraña niebla que también rodeó la casa y causó que un grito totalmente reconocible se escuchase - ¡Maldición! ¡Muéstrense, cobardes! – bramó cubriéndose la fina nariz con el haorí rojo característico, para no recibir los efectos de la niebla directamente.
Con la mano libre desenfundó su arma, la cual se transformó en el colmillo característico y se puso en posición mientras observaba a las criaturas surgir y tomar diversas formas: desde humanoides hasta monstruos de múltiples extremidades, con y sin alas…una sinfonía no muy agradable a los ojos de quien fuera enemigo de tales bestias. – ¿Vienen por la Perla también?…¡¡No se los permitiré!! – Rugió y combinó la falta de respiración temporal por sus inspiraciones con los ataques más feroces que conocía para ir eliminando lo más pronto posible los obstáculos para ir a por quien seguía gritando y quejándose dentro de esa casa. Y es que la niebla venenosa podía tener efectos realmente graves en una persona “nueva” como ella. La necesitaba viva para sus objetivos, y por eso priorizó su rescate en medio de ráfagas de energía que partían a todo quien se le ponía en frente, los cuales no eran pocos.
Al fin pudo avanzar unos cuantos metros, y cuando faltaban apenas diez para llegar a la casa fue rodeada de nuevo. Gruñió como un perro al que le niegan su premio al notar que el aroma de la chica estaba entremezclado con más monstruos, y botó algo de aire para recuperarse y continuar con la afrenta, la cual se fue haciendo más y más compleja al pasar los minutos. Los demonios eran más fuertes que los anteriores, y supuso con ello que los dos que estaban adentro eran los más poderosos de todo el grupo. Una razón más para no contenerse y despejar su camino tras una serie de ataques con su espada, con ondas de choque que provocaban múltiples explosiones, aprovechándose de una de ellas para entrar por fin a la residencia y ver la situación. La tenían con la ropa hecha trizas, apresándole del cuello y haciéndola perder sangre por las heridas que tenía, eso sin contar el veneno que estaba concentradísimo en el lugar. Aquello, por algún motivo, le enfureció de sobremanera. - ¡¡Suéltenla!! – Rugió consiguiendo la atención de los dos desalmados, quienes no parecían demasiado preocupados con la presencia de la híbrida.
- Heh…eres una pulga muy molesta…
- ¿Qué has dicho?...
- No volverás a interferir en nuestros planes, ¡¡Ve por ella!!
La mantis salió disparada contra la mitad bestia tras el rugido del ogro, haciendo fuerza para vencer la única resistencia que le limitaba de decapitar la cabeza de cabellos negros, pero la espada no iba a ceder con nada. Menos si la voluntad de la hanyou estaba al máximo – Nghhrrr…..¡¡GRAAAAAAAA!! – Acompañada de un grito gultural de batalla logró empujar a su rival de turno, llevando su arma a un costado para luego partir a su oponente en dos, dejando nada más que meros restos de lo que parecía ser ceniza.
- ¡Libera a la mujer si no quieres morir! – Dijo con autoridad, despejando el viento de su alrededor con un mero movimiento de su espada para también despejar su decisión ante lo que estaba haciendo. Sin embargo, únicamente una risa fue la que se escuchó y exhasperó a la ojiazul, haciéndola ponerse en guardia .
- No puedes vencerme, Gianella, no con esto… - El aura del monstruo se entremezcló con un brillo rosa inconfundible que se enfocaba en una de sus enormes manos, transfiriéndose luego a la frente del ogro que ahora multiplicaba su tamaño a por lo menos el triple, cogiendo a la humana media muerta como una muñeca en su mano.- ¡Intenta venir por ella ahora, escori-
Gianella ni siquiera esperó a que terminara: con grandes saltos se impulsó y comenzó a atacar a distintos puntos estratégicos, pero las tácticas pensadas no resultaban, llegando al punto de ser contraatacada y ser estrellada contra el piso en repetidas ocasiones; pero eso no mermó sus intenciones. Poco a poco esa impetuosidad de salvarle tomó otro valor mucho más profundo que no dilucidaría hasta mucho después, y aquello le motivó a continuar, descubriendo luego que la única forma de hacerle daño era, evidentemente, en aquel vidrio rosado clavado en su frente que, a pesar de llevar ya un tiempo incrustado en el cuerpo ajeno, no se teñía de morado como debía ser cuando un ser de las tinieblas cogía aquella añorada joya. - *Debe estar por rechazarle…* - Pensó y se lanzó al ataque una vez más a pesar de las heridas, gritando al tiempo que su espada se rodeaba de una especie de tornado. Logró llegar a la cabeza del ogro y alzó su arma, blandiéndola verticalmente para luego liberar una serie de rayos dorados que atravesaron cuerpo y joya, provocando un brillo intensísimo que la híbrida pudo observar con la mujer humana entre sus brazos. Un estruendo le hizo apegar el cuerpo ajeno al suyo de manera inconsciente, y pudo ver cómo la perla se dividió en miles de fragmentos, que se repartieron a todas las localizaciones imaginables, similar a una lluvia de estrellas. La salvadora contempló la situación y supo de inmediato lo que tenía que hacer, a pesar de que su mente le dijera otra cosa.
Con la chica en brazos, corrió en busca de ayuda para salvarle la vida.
Con la mano libre desenfundó su arma, la cual se transformó en el colmillo característico y se puso en posición mientras observaba a las criaturas surgir y tomar diversas formas: desde humanoides hasta monstruos de múltiples extremidades, con y sin alas…una sinfonía no muy agradable a los ojos de quien fuera enemigo de tales bestias. – ¿Vienen por la Perla también?…¡¡No se los permitiré!! – Rugió y combinó la falta de respiración temporal por sus inspiraciones con los ataques más feroces que conocía para ir eliminando lo más pronto posible los obstáculos para ir a por quien seguía gritando y quejándose dentro de esa casa. Y es que la niebla venenosa podía tener efectos realmente graves en una persona “nueva” como ella. La necesitaba viva para sus objetivos, y por eso priorizó su rescate en medio de ráfagas de energía que partían a todo quien se le ponía en frente, los cuales no eran pocos.
Al fin pudo avanzar unos cuantos metros, y cuando faltaban apenas diez para llegar a la casa fue rodeada de nuevo. Gruñió como un perro al que le niegan su premio al notar que el aroma de la chica estaba entremezclado con más monstruos, y botó algo de aire para recuperarse y continuar con la afrenta, la cual se fue haciendo más y más compleja al pasar los minutos. Los demonios eran más fuertes que los anteriores, y supuso con ello que los dos que estaban adentro eran los más poderosos de todo el grupo. Una razón más para no contenerse y despejar su camino tras una serie de ataques con su espada, con ondas de choque que provocaban múltiples explosiones, aprovechándose de una de ellas para entrar por fin a la residencia y ver la situación. La tenían con la ropa hecha trizas, apresándole del cuello y haciéndola perder sangre por las heridas que tenía, eso sin contar el veneno que estaba concentradísimo en el lugar. Aquello, por algún motivo, le enfureció de sobremanera. - ¡¡Suéltenla!! – Rugió consiguiendo la atención de los dos desalmados, quienes no parecían demasiado preocupados con la presencia de la híbrida.
- Heh…eres una pulga muy molesta…
- ¿Qué has dicho?...
- No volverás a interferir en nuestros planes, ¡¡Ve por ella!!
La mantis salió disparada contra la mitad bestia tras el rugido del ogro, haciendo fuerza para vencer la única resistencia que le limitaba de decapitar la cabeza de cabellos negros, pero la espada no iba a ceder con nada. Menos si la voluntad de la hanyou estaba al máximo – Nghhrrr…..¡¡GRAAAAAAAA!! – Acompañada de un grito gultural de batalla logró empujar a su rival de turno, llevando su arma a un costado para luego partir a su oponente en dos, dejando nada más que meros restos de lo que parecía ser ceniza.
- ¡Libera a la mujer si no quieres morir! – Dijo con autoridad, despejando el viento de su alrededor con un mero movimiento de su espada para también despejar su decisión ante lo que estaba haciendo. Sin embargo, únicamente una risa fue la que se escuchó y exhasperó a la ojiazul, haciéndola ponerse en guardia .
- No puedes vencerme, Gianella, no con esto… - El aura del monstruo se entremezcló con un brillo rosa inconfundible que se enfocaba en una de sus enormes manos, transfiriéndose luego a la frente del ogro que ahora multiplicaba su tamaño a por lo menos el triple, cogiendo a la humana media muerta como una muñeca en su mano.- ¡Intenta venir por ella ahora, escori-
Gianella ni siquiera esperó a que terminara: con grandes saltos se impulsó y comenzó a atacar a distintos puntos estratégicos, pero las tácticas pensadas no resultaban, llegando al punto de ser contraatacada y ser estrellada contra el piso en repetidas ocasiones; pero eso no mermó sus intenciones. Poco a poco esa impetuosidad de salvarle tomó otro valor mucho más profundo que no dilucidaría hasta mucho después, y aquello le motivó a continuar, descubriendo luego que la única forma de hacerle daño era, evidentemente, en aquel vidrio rosado clavado en su frente que, a pesar de llevar ya un tiempo incrustado en el cuerpo ajeno, no se teñía de morado como debía ser cuando un ser de las tinieblas cogía aquella añorada joya. - *Debe estar por rechazarle…* - Pensó y se lanzó al ataque una vez más a pesar de las heridas, gritando al tiempo que su espada se rodeaba de una especie de tornado. Logró llegar a la cabeza del ogro y alzó su arma, blandiéndola verticalmente para luego liberar una serie de rayos dorados que atravesaron cuerpo y joya, provocando un brillo intensísimo que la híbrida pudo observar con la mujer humana entre sus brazos. Un estruendo le hizo apegar el cuerpo ajeno al suyo de manera inconsciente, y pudo ver cómo la perla se dividió en miles de fragmentos, que se repartieron a todas las localizaciones imaginables, similar a una lluvia de estrellas. La salvadora contempló la situación y supo de inmediato lo que tenía que hacer, a pesar de que su mente le dijera otra cosa.
Con la chica en brazos, corrió en busca de ayuda para salvarle la vida.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 24/01/2011
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