AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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[Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
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[Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
Recuerdo del primer mensaje :
Era ella una chica normal, cursado el tercer año de preparatoria, en la preparatoria de Osaka, su nombre era Aitziber D’ Lemoine, había nacido en Francia y vivido toda su vida en ese lugar, pero con la trasferencia de su padre tuvo que mudarse a Japón cuando tenía unos 14 años. Desde ese momento había conocido muchas cosas sobre la cultura japonesa que la dejo llena de curiosidad y fascinación. Una de sus cosas favoritas era un viejo templo que estaba a las afueras de la ciudad de Tokio, lejos de todo el bullicio que en esos momentos formaban aquella ciudad convertida en una gran metrópolis, nunca le había gustado las ciudades tan pobladas, tal vez era por eso que adoraba tanto aquel tranquilo templo en donde vivía una de sus mejores amigas desde tercer año de preparatoria.
Aquel día se había arreglado para poder ir a visitarla, ella había seguido estudiando junto con ella en la universidad de Tokio, pero los fines de semana disfrutaba la compañía de ella mientras la ayudaba en algunas cosas del templo, siempre había sido una niña que los espíritus buscaban hablarle, pero nunca quiso saber nada de eso, tal vez porque el miedo no la dejaba, aun así sabia que aquel lugar tenía un encanto sobrenatural sobre ella y aunque en ocasiones al pensarlo deseaba no ir mas por temor a buscar problemas innecesarios, aun así no podía aunque quisiera.
Se había levantado muy temprano para ayudarle a Sora en algunas cosas del hogar mientras ella atendía a algunos turistas con aquel hermoso kimono de sacerdotisa que en algunas ocasiones vestía para atender a las personas. Según la historia de la familia Sora era descendiente de hermosas y poderosas Sacerdotisas que protegieron este templo desde la época feudal. La historia familiar de Sora la envolvía, podría estar horas y horas al lado de ella mientras le explicaba cada cosa. Cuando le explicaba algún ritual Aitziber sentía un poco de miedo, pues podía sentir una extraña presión, como si en realidad lo que hiciera funcionara (aunque de forma muy leve) tal vez no funcionaba porque Sora no tenía la fuerza espiritual suficiente para hacerlo.
-Sora!!- exclamo Aitziber sacando su cabeza de la casa, Sora giro con una cálida sonrisa, los turistas comenzaban a alejarse de ella-No encuentro los materiales de la limpieza- la joven salió de la casa con un yukata ligero de un color pastel que hacía verle pálida, sin ningún color en sus mejillas, su cabello estaba largo, le llegaba hasta la mitad de la espalda. Sora tenía el cabello más largo que ella, se podía ver el movimiento del viento que lo hacía moverse de un lado a otro, pareciendo que jugara con el.
-Búscalas en un cuarto que esta atrás de la casa- indico con una dulce voz. Giro su cuerpo dejando a Ait sola. Busco una sandalias de madera para salir por detrás y encontrar un especie de almacén, aquel lugar era viejo, apenas abrió la puerta pudo oír los crujidos de la puerta, y el polvo levantándose apenas toco la madera con sus sandalias.
-ahh.. que asqueroso está este lugar… lleno de polvo- murmuro llevando su dedo por un estante dejando una línea mientras pasaba…-ahh… bueno mejor busco la escoba- miro hacia adelante, en ese lugar estaba la escoba, sin pensarlo dio varios salticos hasta llegar a ella. La madera del piso crujía pero no pensaba que podría romperse.
Giro su cuerpo después de tener la escoba en manos, pero un crujido extraño detrás de su espalda la hizo girar, algo brillaba entre los escombros que tapaba la pared, se podían oír el canto de algún pájaro y la suave brisa primaveral… ¿pero si estaban en verano? Pensó llegando a sus fauces un suave olor a rosas frescas. Dejo la escoba aun lado mirando que algo lo sellaba, parecía un sello con algunas palabras japonesas escrito, pero apenas era un pedazo de madera que le estorbaba, acerco su mano a aquel pedazo de papel, sintiendo una extraña energía provenir de él, pronto noto que de desasía junto con la madera, retiro su mano al notar un extraño fuego azul que los había desvanecerse. Un extraño calor apareció en la sala, comenzaba a incendiarse con aquel fuego azul, busco la salida pero ya estaba bloqueada por las llamas, era extraño pero lo único que no se incendiaba era aquella pared que aunque firme y corpórea se mostraba extrañamente traspasable.
-AUXULIO- grito dando unos pasos hacia atrás mientras veía el humo extenderse en la sala-SORA!!- grito yendo hacia la pared. Cuando toco la pared con sus manos, busco apoyarse mientras miraba como el fuego se extendía, el humo comenzaba a afectarle y sus ojos comenzaban a llorar por el ardor del humo.
-¿QUE?- había abierto los ojos. La pared se había vuelto viscosa y comenzaba a absorberla, busco alejarse de la pared pero parecía que algo la sujetaba hacia atrás-AHG…!- gimió sintiendo como su rostro era cubierto por la extraña pared…
Un perro lamia sus mejillas, sentía la claridad atacar sus ojos, tosió un poco por el humo en sus pulmones, una pequeña niña de 10 años le pinchaba con una varita, sentía el dolor en sus piernas en donde era que le tocaba la pequeña.
-Eres un demonio?- le pregunto la pequeña al verla despierta-No pareces uno… pero te vez extraña- Aitziber ladeo su rostro viéndola extrañada
-¿dónde estoy?- pregunto tosiendo un poco-acaso no estaba…?- miro hacia los lados para luego levantarse con cuidado-ahh… no estoy donde Sora…- murmuro
-Quien es Sora?- pregunto la niña. Sujetando a su mascota para alzarlo del piso.
Aitziber giro su rostro notando a la pequeña que tenía sus mejillas rojitas por el calor primaveral y sus dos colitas en su corto cabello-es mi amiga, estaba en el templo… que ella cuida- le explico. La pequeña se quedo pensativa.
-Aquí cerca hay un templo- dijo soltando al animal que parecía perturbado por alguna presencia, Ait le miro y las niña se levanto sin decir nada-parece que Akio olio a un demonio, ven mejor nos vamos…- la pequeña sujeto a la chica para que se levantara-te llevare a ese templo…- Akio las siguió mientras se ponían a andar.
Pasaron un pequeño tramo en un camino hecho pro el paso de las personas, luego encontraron una aldea en donde vivía la pequeña, entre salticos la llevo a la entrada para luego indicarle que por las grandes escaleras que se ponían al frente de ella era el templo, se parecía un poco al templo de donde venia pero todo parecía extraño.
-Tendran teléfono en ese lugar?- pregunto Aitziber mirando a la niña
-¿eso se come?- pregunto ladeando su rostro. Ait le trato de explicar que exactamente era pero la pequeña parecía que no entendía.-Nosotros no sabemos qué es eso…- dijo negando suavemente.
Unos gritos parecieron distraerla de sus pensamientos, algunos decían “demonio ataca” pero por lo aturdida que estaba no se movía, tenía a la pequeña sujetada fuertemente, aunque la niña quisiera moverse ella no la dejaba. El sonido de los zapatos de manera hizo que girara hacia la parte de arriba, de ese lugar salian varias sacerdotisas, las reconoció por la vestimenta de Sora, tenían flechas que apuntaban a algo que se aproximaba rápidamente, una de las mayores dio un grito y las tres demás dispararon hacia el oponente. La pequeña chillo suplicaba que Aitziber se moviera, el perro comenzó a ladrarle.
-CUIDADO!- les advirtió una de las sacerdotisas. Todo era tan confuso, pero pudo ver hacia al frente una silueta que parecía que estaba dispuesta a atacarle, la niña grito, Aitziber la sujeto girando su cuerpo para protegerla y darle la espalda a aquello que aun no había identificado, pudo sentir una extraña energía cerca de ella, la pequeña aun llorando que aferraba a su yukata.
Se atrevió al levantar la mirada encontrando a aquella creatura mal herida con una flecha en su hombro… ¡era una chica! -¿estás bien?- sin pensarlo salió corriendo hacia ella notando el dolor en su rostro-tranquila te ayudare- las sacerdotisas bajaban hacia ellos, buscaban advertirle con gritos pero Aitziber le ignoraban completamente-uno…dos… tres…-
Una persona normal no hubiera podido sacar una flecha llena de energía espiritual pero para Aitziber fue fácil, las sacerdotisas quedaron sin habla, se quedaron paralizada mirando la flecha en su mano y nuevamente aquel demonio que aterrorizaba a las personas estaba libre.
TOKIO- JAPON
(Época Actual)
(Época Actual)
Era ella una chica normal, cursado el tercer año de preparatoria, en la preparatoria de Osaka, su nombre era Aitziber D’ Lemoine, había nacido en Francia y vivido toda su vida en ese lugar, pero con la trasferencia de su padre tuvo que mudarse a Japón cuando tenía unos 14 años. Desde ese momento había conocido muchas cosas sobre la cultura japonesa que la dejo llena de curiosidad y fascinación. Una de sus cosas favoritas era un viejo templo que estaba a las afueras de la ciudad de Tokio, lejos de todo el bullicio que en esos momentos formaban aquella ciudad convertida en una gran metrópolis, nunca le había gustado las ciudades tan pobladas, tal vez era por eso que adoraba tanto aquel tranquilo templo en donde vivía una de sus mejores amigas desde tercer año de preparatoria.
Aquel día se había arreglado para poder ir a visitarla, ella había seguido estudiando junto con ella en la universidad de Tokio, pero los fines de semana disfrutaba la compañía de ella mientras la ayudaba en algunas cosas del templo, siempre había sido una niña que los espíritus buscaban hablarle, pero nunca quiso saber nada de eso, tal vez porque el miedo no la dejaba, aun así sabia que aquel lugar tenía un encanto sobrenatural sobre ella y aunque en ocasiones al pensarlo deseaba no ir mas por temor a buscar problemas innecesarios, aun así no podía aunque quisiera.
Se había levantado muy temprano para ayudarle a Sora en algunas cosas del hogar mientras ella atendía a algunos turistas con aquel hermoso kimono de sacerdotisa que en algunas ocasiones vestía para atender a las personas. Según la historia de la familia Sora era descendiente de hermosas y poderosas Sacerdotisas que protegieron este templo desde la época feudal. La historia familiar de Sora la envolvía, podría estar horas y horas al lado de ella mientras le explicaba cada cosa. Cuando le explicaba algún ritual Aitziber sentía un poco de miedo, pues podía sentir una extraña presión, como si en realidad lo que hiciera funcionara (aunque de forma muy leve) tal vez no funcionaba porque Sora no tenía la fuerza espiritual suficiente para hacerlo.
-Sora!!- exclamo Aitziber sacando su cabeza de la casa, Sora giro con una cálida sonrisa, los turistas comenzaban a alejarse de ella-No encuentro los materiales de la limpieza- la joven salió de la casa con un yukata ligero de un color pastel que hacía verle pálida, sin ningún color en sus mejillas, su cabello estaba largo, le llegaba hasta la mitad de la espalda. Sora tenía el cabello más largo que ella, se podía ver el movimiento del viento que lo hacía moverse de un lado a otro, pareciendo que jugara con el.
-Búscalas en un cuarto que esta atrás de la casa- indico con una dulce voz. Giro su cuerpo dejando a Ait sola. Busco una sandalias de madera para salir por detrás y encontrar un especie de almacén, aquel lugar era viejo, apenas abrió la puerta pudo oír los crujidos de la puerta, y el polvo levantándose apenas toco la madera con sus sandalias.
-ahh.. que asqueroso está este lugar… lleno de polvo- murmuro llevando su dedo por un estante dejando una línea mientras pasaba…-ahh… bueno mejor busco la escoba- miro hacia adelante, en ese lugar estaba la escoba, sin pensarlo dio varios salticos hasta llegar a ella. La madera del piso crujía pero no pensaba que podría romperse.
Giro su cuerpo después de tener la escoba en manos, pero un crujido extraño detrás de su espalda la hizo girar, algo brillaba entre los escombros que tapaba la pared, se podían oír el canto de algún pájaro y la suave brisa primaveral… ¿pero si estaban en verano? Pensó llegando a sus fauces un suave olor a rosas frescas. Dejo la escoba aun lado mirando que algo lo sellaba, parecía un sello con algunas palabras japonesas escrito, pero apenas era un pedazo de madera que le estorbaba, acerco su mano a aquel pedazo de papel, sintiendo una extraña energía provenir de él, pronto noto que de desasía junto con la madera, retiro su mano al notar un extraño fuego azul que los había desvanecerse. Un extraño calor apareció en la sala, comenzaba a incendiarse con aquel fuego azul, busco la salida pero ya estaba bloqueada por las llamas, era extraño pero lo único que no se incendiaba era aquella pared que aunque firme y corpórea se mostraba extrañamente traspasable.
-AUXULIO- grito dando unos pasos hacia atrás mientras veía el humo extenderse en la sala-SORA!!- grito yendo hacia la pared. Cuando toco la pared con sus manos, busco apoyarse mientras miraba como el fuego se extendía, el humo comenzaba a afectarle y sus ojos comenzaban a llorar por el ardor del humo.
-¿QUE?- había abierto los ojos. La pared se había vuelto viscosa y comenzaba a absorberla, busco alejarse de la pared pero parecía que algo la sujetaba hacia atrás-AHG…!- gimió sintiendo como su rostro era cubierto por la extraña pared…
EN ALGUN LUGAR DE JAPON
(Época Feudal)
(Época Feudal)
Un perro lamia sus mejillas, sentía la claridad atacar sus ojos, tosió un poco por el humo en sus pulmones, una pequeña niña de 10 años le pinchaba con una varita, sentía el dolor en sus piernas en donde era que le tocaba la pequeña.
-Eres un demonio?- le pregunto la pequeña al verla despierta-No pareces uno… pero te vez extraña- Aitziber ladeo su rostro viéndola extrañada
-¿dónde estoy?- pregunto tosiendo un poco-acaso no estaba…?- miro hacia los lados para luego levantarse con cuidado-ahh… no estoy donde Sora…- murmuro
-Quien es Sora?- pregunto la niña. Sujetando a su mascota para alzarlo del piso.
Aitziber giro su rostro notando a la pequeña que tenía sus mejillas rojitas por el calor primaveral y sus dos colitas en su corto cabello-es mi amiga, estaba en el templo… que ella cuida- le explico. La pequeña se quedo pensativa.
-Aquí cerca hay un templo- dijo soltando al animal que parecía perturbado por alguna presencia, Ait le miro y las niña se levanto sin decir nada-parece que Akio olio a un demonio, ven mejor nos vamos…- la pequeña sujeto a la chica para que se levantara-te llevare a ese templo…- Akio las siguió mientras se ponían a andar.
Pasaron un pequeño tramo en un camino hecho pro el paso de las personas, luego encontraron una aldea en donde vivía la pequeña, entre salticos la llevo a la entrada para luego indicarle que por las grandes escaleras que se ponían al frente de ella era el templo, se parecía un poco al templo de donde venia pero todo parecía extraño.
-Tendran teléfono en ese lugar?- pregunto Aitziber mirando a la niña
-¿eso se come?- pregunto ladeando su rostro. Ait le trato de explicar que exactamente era pero la pequeña parecía que no entendía.-Nosotros no sabemos qué es eso…- dijo negando suavemente.
¿Qué pasaba donde estaba?
No parecía el lugar de donde pertenecía…
No parecía el lugar de donde pertenecía…
Unos gritos parecieron distraerla de sus pensamientos, algunos decían “demonio ataca” pero por lo aturdida que estaba no se movía, tenía a la pequeña sujetada fuertemente, aunque la niña quisiera moverse ella no la dejaba. El sonido de los zapatos de manera hizo que girara hacia la parte de arriba, de ese lugar salian varias sacerdotisas, las reconoció por la vestimenta de Sora, tenían flechas que apuntaban a algo que se aproximaba rápidamente, una de las mayores dio un grito y las tres demás dispararon hacia el oponente. La pequeña chillo suplicaba que Aitziber se moviera, el perro comenzó a ladrarle.
-CUIDADO!- les advirtió una de las sacerdotisas. Todo era tan confuso, pero pudo ver hacia al frente una silueta que parecía que estaba dispuesta a atacarle, la niña grito, Aitziber la sujeto girando su cuerpo para protegerla y darle la espalda a aquello que aun no había identificado, pudo sentir una extraña energía cerca de ella, la pequeña aun llorando que aferraba a su yukata.
Se atrevió al levantar la mirada encontrando a aquella creatura mal herida con una flecha en su hombro… ¡era una chica! -¿estás bien?- sin pensarlo salió corriendo hacia ella notando el dolor en su rostro-tranquila te ayudare- las sacerdotisas bajaban hacia ellos, buscaban advertirle con gritos pero Aitziber le ignoraban completamente-uno…dos… tres…-
Una persona normal no hubiera podido sacar una flecha llena de energía espiritual pero para Aitziber fue fácil, las sacerdotisas quedaron sin habla, se quedaron paralizada mirando la flecha en su mano y nuevamente aquel demonio que aterrorizaba a las personas estaba libre.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 643
Fecha de inscripción : 01/10/2011
Localización : Venezuela
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Re: [Inuyasha]The witch and the beast ...[Privado]
Todo era confusión, ya el dolor que sentía comenzaba influir en ella, su conciencia no soportaba mas y cayo desmayada antes de que la mujer empeñada con la perla de shikon apareciera, ahora era una muñeca con las ropas destrozadas que comenzaba a ser bañada en un color carmesí, su propio color, su propia fuente de vida. No sabía lo que había pasado, la épica batalla de aquella mujer y la desgracia de haber perdido la perla de aquella manera era simplemente desconocido para ella. Había durado unos minutos en los brazos de aquella mujer buscando ayuda para cerrar y evitar que las heridas siguieran emergiendo aquel liquido rojo que comenzaba a debilitarla cada vez mas.
Dentro de ella estaba ya más tranquila luego de que gracias a la anciana Kaede y a otros de los habitantes de aquella aldea que amablemente atendieron las heridas de la joven. Ahora solamente quedaba de ella despertar, pero solamente deseaba dormir y duro así por unas horas más hasta que su cuerpo fue movido de una forma un poco torpe, abrió los ojos lentamente y con cierta pesadez, dándose cuenta del dolor de sus músculos que poco a poco comenzaban a hacerse aun más intensos –ahg..- se quejo poniendo su mano en el lugar donde le dolía. Iba a quejarse y decir que la dejaran dormir pero luego recordó algunos fragmentos de aquella lucha, que aunque estaba inconsciente, algunos ruidos habían llegado a su mente y por suerte alguna imágenes antes, de quedar totalmente desmayada. Lo último que había visto era aquella vestimenta roja de la mujer y luego el rostro de ella, pero solamente unos segundos –Ahh…- dejo salir un leve gritillo mientras buscaba echarse hacia atrás. El rostro de Gianella estaba muy cerca al de ella, tanto que podía sentir su respiración en sus labios, aquello la hizo sonrojar un poco para luego ladrar como perro rabioso –aléjate, necesito dormir- suspiro acomodándose mientras también recordaba que no sentía la perla por ningún lado.
-La perla!- dijo asustada. La anciana Kaede fue amable y le conto todo lo ocurrido, tanto con su casa, como la batalla y la tragedia de la perla, además de cómo Gianella muy preocupada había buscado la ayuda de la gente para que le ayudaran, algo que nunca había hecho. Ahora las personas del pueblo parecían estar aceptando más a la mitad demonio, gracias a la compasión que tuvo con la humana recién llegada. Aitziber se sintió apenada por la destrucción de la casa de la anciana, pero esta rápidamente le dio a entender que no tenía importancia, ahora lo importante era que se recuperara rápido para así poder ir a buscar los fragmentos. La anciana le había explicado que los demonios buscarían al menos un fragmento de ellos, ya que con solamente uno de ellos se volverían muy poderosos y ella era la única que los podía sentir, así que iba a estar en cierta ventaja al buscarlos, Gianella la acompañaría, tal vez con la intensión de buscarla y apoderarse de ella, pero correría el riesgo, además solamente necesitaba decir una pequeña palabra para que todo cambiara a su favor.
Dentro de ella estaba ya más tranquila luego de que gracias a la anciana Kaede y a otros de los habitantes de aquella aldea que amablemente atendieron las heridas de la joven. Ahora solamente quedaba de ella despertar, pero solamente deseaba dormir y duro así por unas horas más hasta que su cuerpo fue movido de una forma un poco torpe, abrió los ojos lentamente y con cierta pesadez, dándose cuenta del dolor de sus músculos que poco a poco comenzaban a hacerse aun más intensos –ahg..- se quejo poniendo su mano en el lugar donde le dolía. Iba a quejarse y decir que la dejaran dormir pero luego recordó algunos fragmentos de aquella lucha, que aunque estaba inconsciente, algunos ruidos habían llegado a su mente y por suerte alguna imágenes antes, de quedar totalmente desmayada. Lo último que había visto era aquella vestimenta roja de la mujer y luego el rostro de ella, pero solamente unos segundos –Ahh…- dejo salir un leve gritillo mientras buscaba echarse hacia atrás. El rostro de Gianella estaba muy cerca al de ella, tanto que podía sentir su respiración en sus labios, aquello la hizo sonrojar un poco para luego ladrar como perro rabioso –aléjate, necesito dormir- suspiro acomodándose mientras también recordaba que no sentía la perla por ningún lado.
-La perla!- dijo asustada. La anciana Kaede fue amable y le conto todo lo ocurrido, tanto con su casa, como la batalla y la tragedia de la perla, además de cómo Gianella muy preocupada había buscado la ayuda de la gente para que le ayudaran, algo que nunca había hecho. Ahora las personas del pueblo parecían estar aceptando más a la mitad demonio, gracias a la compasión que tuvo con la humana recién llegada. Aitziber se sintió apenada por la destrucción de la casa de la anciana, pero esta rápidamente le dio a entender que no tenía importancia, ahora lo importante era que se recuperara rápido para así poder ir a buscar los fragmentos. La anciana le había explicado que los demonios buscarían al menos un fragmento de ellos, ya que con solamente uno de ellos se volverían muy poderosos y ella era la única que los podía sentir, así que iba a estar en cierta ventaja al buscarlos, Gianella la acompañaría, tal vez con la intensión de buscarla y apoderarse de ella, pero correría el riesgo, además solamente necesitaba decir una pequeña palabra para que todo cambiara a su favor.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 643
Fecha de inscripción : 01/10/2011
Localización : Venezuela
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
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