AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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~Colores Vivos~ {Soren K}
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~Colores Vivos~ {Soren K}
Recuerdo del primer mensaje :
Llevábamos bastantes meses, por no decir años, pensando en organizar varios compañeros de la Escuela de Paris una sala para exponer unos cuadros que fueron rechazados del famoso salón el París.
Nuestra humilde exposición fue una de tantas, pero he de decir que no la más importante de todas. La sociedad aún tenía que evolucionar mucho para cambiar su mentalidad tan tradicional, a veces producía en nosotros un hastío, pero es lógico si te llevan años mostrando algo como una doctrina ciega que tienes que seguir, al final te acabas acostumbrando.
Nosotros solo queríamos que se abriera la inmensidad de posibilidades que te da la pintura, y eso es lo que daría paso en un futuro a una nueva evolución de la mirada que se tiene sobre el objeto artístico en general, solo habría que esperar.
Somos héroes que han luchado por sus derechos, por su originalidad artística, por su idea. A contracorriente de todos los preceptos, valientes.
Es más nosotros no rechazamos lo académico (aunque claro siempre hay algún que otro extremista con sus argumentos) pero lo respetamos, dentro de lo posible, pero por qué ellos no respetan nuestras obras ¿acaso tienen miedo de la repercusión tan grande que esto pueda ocasionar?
Solo una oportunidad para que nuestras obras se dieran a conocer por ellas mismas, no por tener un nombre, el nombre no lo es todo.
Que salieran a la luz y refrescaran las conciencias. Pero en cambio, lo único que recibimos eran duras críticas y rechazos, que lo único que hacían era avivar nuestro espíritu.
Pues bien, ya lo habíamos organizado, habíamos invitado a los que pensábamos que les iba a gustar aquello, escritores, filósofos, artistas académicos inclusive, pero siempre con un halo de amistad. También a familiares, ellos siempre nos apoyaron, nunca se avergonzaron de nuestras ideas.
El edificio era pequeño, la exposición estaba dividida en dos plantas. Colocamos los cuadros a dos filas, para que pudiéramos colocar todas las obras, no queriamos que quedara ninguna en el tintero, las colocábamos por orden alfabético, era lo mejor, esto en el salón de París no pasaba. Podían estar colocadas en cinco filas del techo al suelo, si lo permitía la altura. Vamos, un descontrol.
Compramos algunas botellas de licor, para que la gente que quisiera pudiese tomar algo. No esperábamos sobresaltos. Serían las nueva de la noche.
Nuestra humilde exposición fue una de tantas, pero he de decir que no la más importante de todas. La sociedad aún tenía que evolucionar mucho para cambiar su mentalidad tan tradicional, a veces producía en nosotros un hastío, pero es lógico si te llevan años mostrando algo como una doctrina ciega que tienes que seguir, al final te acabas acostumbrando.
Nosotros solo queríamos que se abriera la inmensidad de posibilidades que te da la pintura, y eso es lo que daría paso en un futuro a una nueva evolución de la mirada que se tiene sobre el objeto artístico en general, solo habría que esperar.
Somos héroes que han luchado por sus derechos, por su originalidad artística, por su idea. A contracorriente de todos los preceptos, valientes.
Es más nosotros no rechazamos lo académico (aunque claro siempre hay algún que otro extremista con sus argumentos) pero lo respetamos, dentro de lo posible, pero por qué ellos no respetan nuestras obras ¿acaso tienen miedo de la repercusión tan grande que esto pueda ocasionar?
Solo una oportunidad para que nuestras obras se dieran a conocer por ellas mismas, no por tener un nombre, el nombre no lo es todo.
Que salieran a la luz y refrescaran las conciencias. Pero en cambio, lo único que recibimos eran duras críticas y rechazos, que lo único que hacían era avivar nuestro espíritu.
Pues bien, ya lo habíamos organizado, habíamos invitado a los que pensábamos que les iba a gustar aquello, escritores, filósofos, artistas académicos inclusive, pero siempre con un halo de amistad. También a familiares, ellos siempre nos apoyaron, nunca se avergonzaron de nuestras ideas.
El edificio era pequeño, la exposición estaba dividida en dos plantas. Colocamos los cuadros a dos filas, para que pudiéramos colocar todas las obras, no queriamos que quedara ninguna en el tintero, las colocábamos por orden alfabético, era lo mejor, esto en el salón de París no pasaba. Podían estar colocadas en cinco filas del techo al suelo, si lo permitía la altura. Vamos, un descontrol.
Compramos algunas botellas de licor, para que la gente que quisiera pudiese tomar algo. No esperábamos sobresaltos. Serían las nueva de la noche.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
Le sorprendió el color que yo había escogido, eso me hizo gracia. En el azul también había pensado por la sencilla razón de que así eran sus ojos, pero era demasiado obvio, no me gustaban las obviedades. Sí, el profesor me había inspirado calidez, aunque claro, eso podría cambiar, el violeta sigue siendo un color frío pero no tanto como el azul, un violeta oscuro ¿por qué no? Al final siempre pensamos que somos de una manera pero a lo ojos del resto somos de otra, no podemos hacer nada para cambiar esas cosas.
Decidí parar de beber, estaría quedando como un borracho empedernido, y no quería eso, dejé la copa en la mesa, mientras escuchaba mi color, o el que yo le había hecho pensar en toda la noche, sí, colores calidos igualmente, de mi boca salió una risa seca debido al tabaco de antes. Rojo pasión ¿yo? ¿En qué estaría pensando? Un color tan puro, tan vivo ¿eso es lo que mi ser emanaba? Me resigné a ello. Llegué a la conclusión que dependiendo del día uno se ve de un color o de otro, sería divertido averiguarlo.
En cuanto a mis últimas palabras…
- Si, me ha encantado – oí de fondo a mis compañeros, ellos se quedarían hasta el final, sin duda. Yo sonreí complacido de saber que había sido de su agrado, eso siempre era bueno. - Me alegro de haber salido de mi encierro para venir aquí a riesgo de que mi Mentor... quiero decir... médico... me lo hubiera prohibido – A sus últimas palabras me quedé estupefacto. ¿Cómo que encierro? ¿Cómo que Mentor luego médico…? ¿Cómo que le prohibía salir? Como estas otras preguntas pasaron por mi cabeza, me aclaré la garganta unos segundos.
– Bueno, ya sabe que puede hacer lo que usted quiera, profesor. No tiene por qué rendir cuentas a nadie. – dije expresando mi humilde opinión sobre sus extraña revelación. ¿Es que había estado malo? Dejé de postular preguntas estúpidas, para volver a dibujar una sonrisa franca en mis labios. – Muchas gracias por haber venido, de verdad. Aún es pronto para que la sala se cierre, podemos seguir charlando si no tenéis otros compromisos. – pensé en lo que él había dicho antes, quizá quería irse y enfrentarse a su Mentor o médico, en fin ¿quién era yo para negarle eso? En todo caso si él decidía marcharse lo aceptaría sin ninguna queja.
Di unos pasos hacía una puerta que llevaba a una sala con las copias de famosas esculturas que habían hecho los alumnos, abrí la puerta con seguridad, allí no había nadie, la luz pasaba a través de las ventanas, provocando efectos azulados en las marmóreas esculturas. Me quedé unos segundos mirando a las esculturas desde la puerta, me giré para mirar al profesor, todo dependía de él.
Me quedé a un lado de la puerta por si se decidía a entrar.
Decidí parar de beber, estaría quedando como un borracho empedernido, y no quería eso, dejé la copa en la mesa, mientras escuchaba mi color, o el que yo le había hecho pensar en toda la noche, sí, colores calidos igualmente, de mi boca salió una risa seca debido al tabaco de antes. Rojo pasión ¿yo? ¿En qué estaría pensando? Un color tan puro, tan vivo ¿eso es lo que mi ser emanaba? Me resigné a ello. Llegué a la conclusión que dependiendo del día uno se ve de un color o de otro, sería divertido averiguarlo.
En cuanto a mis últimas palabras…
- Si, me ha encantado – oí de fondo a mis compañeros, ellos se quedarían hasta el final, sin duda. Yo sonreí complacido de saber que había sido de su agrado, eso siempre era bueno. - Me alegro de haber salido de mi encierro para venir aquí a riesgo de que mi Mentor... quiero decir... médico... me lo hubiera prohibido – A sus últimas palabras me quedé estupefacto. ¿Cómo que encierro? ¿Cómo que Mentor luego médico…? ¿Cómo que le prohibía salir? Como estas otras preguntas pasaron por mi cabeza, me aclaré la garganta unos segundos.
– Bueno, ya sabe que puede hacer lo que usted quiera, profesor. No tiene por qué rendir cuentas a nadie. – dije expresando mi humilde opinión sobre sus extraña revelación. ¿Es que había estado malo? Dejé de postular preguntas estúpidas, para volver a dibujar una sonrisa franca en mis labios. – Muchas gracias por haber venido, de verdad. Aún es pronto para que la sala se cierre, podemos seguir charlando si no tenéis otros compromisos. – pensé en lo que él había dicho antes, quizá quería irse y enfrentarse a su Mentor o médico, en fin ¿quién era yo para negarle eso? En todo caso si él decidía marcharse lo aceptaría sin ninguna queja.
Di unos pasos hacía una puerta que llevaba a una sala con las copias de famosas esculturas que habían hecho los alumnos, abrí la puerta con seguridad, allí no había nadie, la luz pasaba a través de las ventanas, provocando efectos azulados en las marmóreas esculturas. Me quedé unos segundos mirando a las esculturas desde la puerta, me giré para mirar al profesor, todo dependía de él.
Me quedé a un lado de la puerta por si se decidía a entrar.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
No debió haber dicho nada ¿En que estaba pensando dejando escapar palabras como 'mentor' de esa manera? Inclusive en ese conexto de estudiantes y profesores, mentor sonaba extraño, su interlocutor podría pensar que pertenecía a alguna secta religiosa extraña. Se mordió el labio nerviosamente, pero las palabras del joven le sorprendieron, se lo había tomado tan naturalmente que le sorprendía... o quizás no había captado el doble sentido.
La verdad es que él si tenía que rendirle cuentas a Erkki, su mentor vampirico, porque había sido él quien le había curado las heridas causadas por el hombre lobo y era una persona con demasiada influencia sobre él, después de todo gracias a él se había convertido en un inmortal. El lugar quedó desolado al cabo de unos momentos y Soren lo dudó un poco cuando vio al chico entrar en esa otra sala al parecer vacía.
Un vago miedo le recorría el estomago, no era buena idea encerrarse en un lugar con un sólo humano, desprotegido y... delicioso. Si, con deliciosa sangre corriendo libre por sus venas, con un corazón palpitando suavemente, pidiéndole a gritos que le bebiera. Si bien a Soren no le gustaba estar rodeado de gente, era peor estar sólo con alguien... la tentación se volvía insoportable.
Pero la sonrisa amable del joven lo hipnotisaba y sentía además que sería de muy mala educación no seguir acompañándole, cuando el joven había sido tan agradable y simpático.
- La verdad es que... me estoy recuperando de un accidente - Comentó para no levantar sospechas en el chico - Mi médico me pidió guardar reposo por dos semanas... pero me enteré de la exposición y no pude evitar venir - Concluyó siguiendo al chico hasta esa nueva sala llena de esculturas.
La verdad es que él si tenía que rendirle cuentas a Erkki, su mentor vampirico, porque había sido él quien le había curado las heridas causadas por el hombre lobo y era una persona con demasiada influencia sobre él, después de todo gracias a él se había convertido en un inmortal. El lugar quedó desolado al cabo de unos momentos y Soren lo dudó un poco cuando vio al chico entrar en esa otra sala al parecer vacía.
Un vago miedo le recorría el estomago, no era buena idea encerrarse en un lugar con un sólo humano, desprotegido y... delicioso. Si, con deliciosa sangre corriendo libre por sus venas, con un corazón palpitando suavemente, pidiéndole a gritos que le bebiera. Si bien a Soren no le gustaba estar rodeado de gente, era peor estar sólo con alguien... la tentación se volvía insoportable.
Pero la sonrisa amable del joven lo hipnotisaba y sentía además que sería de muy mala educación no seguir acompañándole, cuando el joven había sido tan agradable y simpático.
- La verdad es que... me estoy recuperando de un accidente - Comentó para no levantar sospechas en el chico - Mi médico me pidió guardar reposo por dos semanas... pero me enteré de la exposición y no pude evitar venir - Concluyó siguiendo al chico hasta esa nueva sala llena de esculturas.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
Parecía que dentro del profesor algo se estaba formando, como si se debatiera entre la vida y la muerte, algo que no pude imaginar. Yo simplemente me quedé allí quieto esperando que tomase una decisión, no era tan difícil, pero parecía que para él sí lo era, me balanceé sobre mis propios pies pensando en otras cosas, sí, un momento de desconexión propio de mí, no me di cuenta de que la gente empezaba abandonar el lugar, aunque de seguro que alguno rondarían por allí toda la noche.
- La verdad es que... me estoy recuperando de un accidente – Yo clavé mis ojos en el profesor, ya sabía yo que algo pasaba, pero le quite importancia. No quería ser un pesado, no solía serlo.- Mi médico me pidió guardar reposo por dos semanas... pero me enteré de la exposición y no pude evitar venir – Yo sonreí al escuchar sus ultimas palabras, se encaminó hacía donde yo estaba, dejé que pasase dentro, cerré la puerta a mi espalda.
- No importa profesor, no es necesario que se justifique. – me adentré en la sala corriendo las cortinas para que entrase más luz, no me habría gustado encender las lámparas, la luz artificial daba a todo un aspecto tan siniestro. – Eso sí, espero que esté mejor. – dije volviendo la cabeza para sonreírle. No cabía duda que se había recuperado prontamente de lo que le había pasado, sinceramente no quise preguntar, era un tipo de barrera que nunca cruzaba, sobre todo entre profesor y alumno, aunque él no me diera clase.
Me senté en una de las mesas, desde ahí se podían ver todas las copias, allí se podía sentir un olor distinto, entre escayola, madera, el fresco olor a mármol. Cerré mis ojos unos segundos. Yo había decidido años atrás detener mis clases de volumen porque me sentía torpe con el cincel, aunque modelar no se me daba del todo mal.
Apoyé ambos codos en mis rodillas para dejar caer la cabeza en mis manos.
Una de las ventanas quedaba a mi izquierda debía producir en mi rostro bruscos contrastes. Levanté la cabeza para mirar una Venus que había ante mí, una magnifica diosa. Era propiamente dicha la Venus Capitolina, sensual como ella sola, a su lado la Venus Cnido, me encantaban ambas, y podría estarme horas observando a ambas, pero me parecía un pecado tener pensamientos lujuriosos con ellas, no, no estaba bien.
Me acordé de la Venus de Médici, esa escultura tenía el espíritu de las dos anteriores.
En aquella sala había todo lo que tu pudieras desear. Me reí unos segundos por lo que iba a decir, pero me serené, miré de reojo al profesor.
- ¿Recuerda la historia de Pigmalión? – Me acomodé mejor en la mesa apoyando mis manos en el extremo de la misma. Aunque el profesor lo supiera estaba decidido a contarlo. – Es realmente preciosa esa historia, pienso que es lo que muchos de nosotros queremos que ocurra, en nuestra propia locura.- entonces comencé a narrarlo
- Todo esto según Ovidio, Pigmalión era un magnifico escultor, rey de Chipre, creo.
No quiso casarse con ninguna mujer de su reino porque no le llenaban en ninguno de los sentidos. Así, un día empezó a esculpir a la mujer perfecta, al terminarla se dio cuenta de que se había enamorado perdidamente de ella.
Se quedaba días enteros deleitándose de su esplendor, imagínese profesor cómo debía ser aquella mujer.
Él suplicó con avidez a Venus para que diera vida a su amada escultura. – Suspiré- Cuando Pigmalión pensó que sus suplicas fueron rechazadas, tocó con desesperación su obra, pero al tocarla la sintió calida, además de blanda, la notó latir. – Yo sonreí con cierta tristeza.- ¡Estaba viva! ella se convirtió en su mujer, ya sabe…Galatea.
Me levanté de la mesa donde estaba para tocar a la Venus Cnido, la acaricie suavemente el rostro. – Ya ve, simples mitos.
- La verdad es que... me estoy recuperando de un accidente – Yo clavé mis ojos en el profesor, ya sabía yo que algo pasaba, pero le quite importancia. No quería ser un pesado, no solía serlo.- Mi médico me pidió guardar reposo por dos semanas... pero me enteré de la exposición y no pude evitar venir – Yo sonreí al escuchar sus ultimas palabras, se encaminó hacía donde yo estaba, dejé que pasase dentro, cerré la puerta a mi espalda.
- No importa profesor, no es necesario que se justifique. – me adentré en la sala corriendo las cortinas para que entrase más luz, no me habría gustado encender las lámparas, la luz artificial daba a todo un aspecto tan siniestro. – Eso sí, espero que esté mejor. – dije volviendo la cabeza para sonreírle. No cabía duda que se había recuperado prontamente de lo que le había pasado, sinceramente no quise preguntar, era un tipo de barrera que nunca cruzaba, sobre todo entre profesor y alumno, aunque él no me diera clase.
Me senté en una de las mesas, desde ahí se podían ver todas las copias, allí se podía sentir un olor distinto, entre escayola, madera, el fresco olor a mármol. Cerré mis ojos unos segundos. Yo había decidido años atrás detener mis clases de volumen porque me sentía torpe con el cincel, aunque modelar no se me daba del todo mal.
Apoyé ambos codos en mis rodillas para dejar caer la cabeza en mis manos.
Una de las ventanas quedaba a mi izquierda debía producir en mi rostro bruscos contrastes. Levanté la cabeza para mirar una Venus que había ante mí, una magnifica diosa. Era propiamente dicha la Venus Capitolina, sensual como ella sola, a su lado la Venus Cnido, me encantaban ambas, y podría estarme horas observando a ambas, pero me parecía un pecado tener pensamientos lujuriosos con ellas, no, no estaba bien.
Me acordé de la Venus de Médici, esa escultura tenía el espíritu de las dos anteriores.
En aquella sala había todo lo que tu pudieras desear. Me reí unos segundos por lo que iba a decir, pero me serené, miré de reojo al profesor.
- ¿Recuerda la historia de Pigmalión? – Me acomodé mejor en la mesa apoyando mis manos en el extremo de la misma. Aunque el profesor lo supiera estaba decidido a contarlo. – Es realmente preciosa esa historia, pienso que es lo que muchos de nosotros queremos que ocurra, en nuestra propia locura.- entonces comencé a narrarlo
- Todo esto según Ovidio, Pigmalión era un magnifico escultor, rey de Chipre, creo.
No quiso casarse con ninguna mujer de su reino porque no le llenaban en ninguno de los sentidos. Así, un día empezó a esculpir a la mujer perfecta, al terminarla se dio cuenta de que se había enamorado perdidamente de ella.
Se quedaba días enteros deleitándose de su esplendor, imagínese profesor cómo debía ser aquella mujer.
Él suplicó con avidez a Venus para que diera vida a su amada escultura. – Suspiré- Cuando Pigmalión pensó que sus suplicas fueron rechazadas, tocó con desesperación su obra, pero al tocarla la sintió calida, además de blanda, la notó latir. – Yo sonreí con cierta tristeza.- ¡Estaba viva! ella se convirtió en su mujer, ya sabe…Galatea.
Me levanté de la mesa donde estaba para tocar a la Venus Cnido, la acaricie suavemente el rostro. – Ya ve, simples mitos.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
El joven no sólo había cerrado la puerta tras de ellos, dejándolos en una intimidad bastante incómoda e inquietante para Soren, sino que además le había restado importancia a su accidente. Lo normal hubiera sido esperar que la persona se interesara por saber sobre lo ocurrido, era cortecía, sobre todo cuando él exibía sendas cicatrices en sus mejillas y nariz. Pero no le molestó en lo absoluto, la discreción por el contrario era una virtud que admiraba más en un hombre. Lo observó sentarse en una de las mesas, le costaba alejar la mirada del joven y enfocarse en las esculturas. Eran maravillosas obras de arte, pero estaban muertas, en cambio Gerard era una facinante obra de arte en movimiento.
Tenía que mirarlo, seguir con sus ojos claros cada una de sus expresiones y movimientos, intentar adivinar que pasaba por su cabeza. Algunos vampiros tenían el poder innato de leer o captar los pensamientos de los humanos y a veces otras creaturas a su alrededor, pero Soren no había sido bendecido (o maldecido, según el punto de vista) con aquel don y era en momentos como ese en que deseaba con fervor poder perderse en la mente de su interlocutor para descubrir sus secretos.
- Estoy mejor... gracias - Murmuró finalmente - Supongo que estas cicatrices se irán con el tiempo - Agregó, luego se detuvo unos segundos a pensar y medio sonrió - De lo contrario no podré conseguir un amante nunca - Finalizó en lo que hubiera deseado saliera como una broma.
Se giró hacía las esculturas mientras escuchaba al joven pintor hablar con pasión de nuevo, sobre Pigmalión. Conocía la historia, pero le encantó descubrir como la historia adquiría una nueva connotación en labios de Gerard. En como el tono y modulación de sus palabras y la pasión con la que las decía, hacía a la historia misma una nueva versión inédita.
- Sería marvilloso que algo así pudiera ocurrir en el mundo real - Comentó Soren cuando el muchacho terminó de contar - Pero mi creación sería... intencionalmente imperfecta - Agregó caminando hacía las esculturas de las mujeres, deseó tocarlas, siempre deseaba tocar las obras de arte. Se contuvo por unos segundos y en vista de que no había nadie más en la sala que ellos dos, llevó una mano al contorno de una de las mujeres y la deslizó hasta sus redondos y apetitosos pechos - Un ser perfecto... que aburrida sería mi eternidad con alguien así como compañero - Finalizó sin caer en cuenta de que hablaba de eternidad propia como si fuera su vida.
Pero parecía haber caído en un trance o algo por el estilo mientras acariciaba el pecho de la escultura, quizás erótico ante ojos de otra persona o quizás simplemente con la pasión de un artista.
Tenía que mirarlo, seguir con sus ojos claros cada una de sus expresiones y movimientos, intentar adivinar que pasaba por su cabeza. Algunos vampiros tenían el poder innato de leer o captar los pensamientos de los humanos y a veces otras creaturas a su alrededor, pero Soren no había sido bendecido (o maldecido, según el punto de vista) con aquel don y era en momentos como ese en que deseaba con fervor poder perderse en la mente de su interlocutor para descubrir sus secretos.
- Estoy mejor... gracias - Murmuró finalmente - Supongo que estas cicatrices se irán con el tiempo - Agregó, luego se detuvo unos segundos a pensar y medio sonrió - De lo contrario no podré conseguir un amante nunca - Finalizó en lo que hubiera deseado saliera como una broma.
Se giró hacía las esculturas mientras escuchaba al joven pintor hablar con pasión de nuevo, sobre Pigmalión. Conocía la historia, pero le encantó descubrir como la historia adquiría una nueva connotación en labios de Gerard. En como el tono y modulación de sus palabras y la pasión con la que las decía, hacía a la historia misma una nueva versión inédita.
- Sería marvilloso que algo así pudiera ocurrir en el mundo real - Comentó Soren cuando el muchacho terminó de contar - Pero mi creación sería... intencionalmente imperfecta - Agregó caminando hacía las esculturas de las mujeres, deseó tocarlas, siempre deseaba tocar las obras de arte. Se contuvo por unos segundos y en vista de que no había nadie más en la sala que ellos dos, llevó una mano al contorno de una de las mujeres y la deslizó hasta sus redondos y apetitosos pechos - Un ser perfecto... que aburrida sería mi eternidad con alguien así como compañero - Finalizó sin caer en cuenta de que hablaba de eternidad propia como si fuera su vida.
Pero parecía haber caído en un trance o algo por el estilo mientras acariciaba el pecho de la escultura, quizás erótico ante ojos de otra persona o quizás simplemente con la pasión de un artista.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
Cuando comentó lo de que las cicatrices y que así no conseguiría un amante, sonreí descaradamente, me acordé que cualquier alumno suyo que se precie le gustaría ser su amado, por el hecho de aprender de él cada día, la sabiduria un bien muy preciado para mí, y así a lo tonto me acordé de un erómenos que sería el alumno, y el erastés que sería el profesor, borre de mi mente esos pensamientos, avergonzado.
- Sería maravilloso que algo así pudiera ocurrir en el mundo real. Pero mi creación sería... intencionalmente imperfecta – yo le miré con clara curiosidad mientras el profesor avanzaba hasta las deidades, noté como se reprimía el impulso de tocarlas, pero se postró por decirlo metafóricamente ante ellas, yo sonreí. No quise interrumpir su momento de intimidad con la diosa, caminé entre las esculturas, y a veces sin quererlo mis ojos se posaban en lo que el profesor estaba haciendo. “La imperfección”, cuesta tanto alejarse de ella. - Un ser perfecto... que aburrida sería mi eternidad con alguien así como compañero.
Me senté a los pies de la copia del Augusto de Prima Porta, dejé que pasasen los minutos mientras observaba al profesor, se estaba deleitando con lo carnal de aquella Venus, no me extrañó, muchos lo hemos hecho en nuestra intimidad, no era algo para lo que avergonzarse, es más, la escultura estaba hecha para ello, era como estar a la misma “altura” o en las mismas condiciones que un ser imperiosamente inalcanzable.
- ¿Cree que existe algo realmente perfecto? – dije apoyando la cabeza en mi mano.
– Yo pienso que estas esculturas relativamente “perfectas” fueron creadas para atormentarnos. Son imposibles. – o eso pensé en ese momento, siempre me entraba una profunda melancolía al hablar de las esculturas, quizá porque mis manos nunca han podido crear algo parecido a un ser humano con un simple trozo de piedra.
– Además sobreviven al paso del tiempo, quedan en un permanente estado, en el cenit de su existencia, ¿piensa que se mofan de nosotros o nos envidian? – agaché la cabeza fijándome en los pies desnudos del emperador, una prueba de su heroicidad, ¿quién no habría deseado permanecer como una estatua por la única razón de ver los siglos pasar, de ver como todo cambia a tu alrededor, además de ver cómo la gente te observa con infrenable deseo?
– Envidio a los escultores, pienso que llevan la Gracia dentro... qué pensamientos más arcaicos tengo. – dije riéndome tímidamente.
Sí, la pintura y la escultura tenían un estrecho lazo, pero nunca me sentiría totalmente completo hasta que no llenase el vacío que tenía en mi corazón a su costa.
- Sería maravilloso que algo así pudiera ocurrir en el mundo real. Pero mi creación sería... intencionalmente imperfecta – yo le miré con clara curiosidad mientras el profesor avanzaba hasta las deidades, noté como se reprimía el impulso de tocarlas, pero se postró por decirlo metafóricamente ante ellas, yo sonreí. No quise interrumpir su momento de intimidad con la diosa, caminé entre las esculturas, y a veces sin quererlo mis ojos se posaban en lo que el profesor estaba haciendo. “La imperfección”, cuesta tanto alejarse de ella. - Un ser perfecto... que aburrida sería mi eternidad con alguien así como compañero.
Me senté a los pies de la copia del Augusto de Prima Porta, dejé que pasasen los minutos mientras observaba al profesor, se estaba deleitando con lo carnal de aquella Venus, no me extrañó, muchos lo hemos hecho en nuestra intimidad, no era algo para lo que avergonzarse, es más, la escultura estaba hecha para ello, era como estar a la misma “altura” o en las mismas condiciones que un ser imperiosamente inalcanzable.
- ¿Cree que existe algo realmente perfecto? – dije apoyando la cabeza en mi mano.
– Yo pienso que estas esculturas relativamente “perfectas” fueron creadas para atormentarnos. Son imposibles. – o eso pensé en ese momento, siempre me entraba una profunda melancolía al hablar de las esculturas, quizá porque mis manos nunca han podido crear algo parecido a un ser humano con un simple trozo de piedra.
– Además sobreviven al paso del tiempo, quedan en un permanente estado, en el cenit de su existencia, ¿piensa que se mofan de nosotros o nos envidian? – agaché la cabeza fijándome en los pies desnudos del emperador, una prueba de su heroicidad, ¿quién no habría deseado permanecer como una estatua por la única razón de ver los siglos pasar, de ver como todo cambia a tu alrededor, además de ver cómo la gente te observa con infrenable deseo?
– Envidio a los escultores, pienso que llevan la Gracia dentro... qué pensamientos más arcaicos tengo. – dije riéndome tímidamente.
Sí, la pintura y la escultura tenían un estrecho lazo, pero nunca me sentiría totalmente completo hasta que no llenase el vacío que tenía en mi corazón a su costa.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
Sus manos se detuvieron de esa caricia extraña a la diosa, al escuchar la voz del joven una vez más, se giró y le observó sentado a los pies de otra escultura. La pregunta era bastante ambigua.
- Eso depende de lo que consideres como 'perfección' Joven Gerard - Comentó alejando sus manos de la diosa - Yo creo que nos envidian... porque, para sobrevivir una eternidad tienes que encontrar algo que realmente te apasione, algo por lo cual 'vivir' y sobrevivir y vivir son dos cosas completamente diferentes - Agregó con un suspiro - Estás figuras sobreviven al tiempo y a los cambios, pero no viven el mundo que tristemente sólo pueden contemplar - Agrega, sus ojos se llenan de repente de una extraña melancolía.
- ¿Gracia? - Exclamó fijando sus ojos de nuevo en el joven pintor, atravesándolo con ellos como si fueran dagas - ¿Y donde cree que tenemos la gracia nosotros entonces? - Agregó un tanto divertido por el comentario, caminó hacía él suavemente, con la gracia de los inmortales, inhumana, casi como si, no tuviera que acentar su peso sobre cada paso, algo no premeditado ni consciente - ¿De donde proviene el material del cual están hechas las ideas que luego son plasmadas en sus cuadros? -
Cuando estuvo a unos 30 centimetros del joven se agachó para quedar a la altura de él que estaba sentado. Se quedó mirándolo de nuevo, sin parpadear, como si de algun modo con mirarle pudiera descubrir más de él, absorverlo, grabarlo en su memoria para poder recordarle en algún momento de soledad en la tienda y sonreír al saber que personas con esa luz, existían en todas partes. Luz, ha que ironía. Encontrar la luz en otros, él un ser de las sombras.
- Los artistas, los escultores, los músicos y todos aquellos que hacen el milagro de la creación en lo que antes era una triste vacuidad... ya son perfectos - Dice finalmente y sonríe, por primera vez en la noche. Le sale natural, finalmente el rostro parece ponerse de acuerdo para transmitir la misma cosa, sonrisa y mirada al mismo tiempo. - Esa es mi definición de perfección. Perfección no es una nariz respingada y unos labios sensuales, perfección no es un cuerpo de curvas peligrosas o la carencia de defectos en una personalidad... porque... todos somos perfectos ante los ojos de quienes nos aman -
- Eso depende de lo que consideres como 'perfección' Joven Gerard - Comentó alejando sus manos de la diosa - Yo creo que nos envidian... porque, para sobrevivir una eternidad tienes que encontrar algo que realmente te apasione, algo por lo cual 'vivir' y sobrevivir y vivir son dos cosas completamente diferentes - Agregó con un suspiro - Estás figuras sobreviven al tiempo y a los cambios, pero no viven el mundo que tristemente sólo pueden contemplar - Agrega, sus ojos se llenan de repente de una extraña melancolía.
- ¿Gracia? - Exclamó fijando sus ojos de nuevo en el joven pintor, atravesándolo con ellos como si fueran dagas - ¿Y donde cree que tenemos la gracia nosotros entonces? - Agregó un tanto divertido por el comentario, caminó hacía él suavemente, con la gracia de los inmortales, inhumana, casi como si, no tuviera que acentar su peso sobre cada paso, algo no premeditado ni consciente - ¿De donde proviene el material del cual están hechas las ideas que luego son plasmadas en sus cuadros? -
Cuando estuvo a unos 30 centimetros del joven se agachó para quedar a la altura de él que estaba sentado. Se quedó mirándolo de nuevo, sin parpadear, como si de algun modo con mirarle pudiera descubrir más de él, absorverlo, grabarlo en su memoria para poder recordarle en algún momento de soledad en la tienda y sonreír al saber que personas con esa luz, existían en todas partes. Luz, ha que ironía. Encontrar la luz en otros, él un ser de las sombras.
- Los artistas, los escultores, los músicos y todos aquellos que hacen el milagro de la creación en lo que antes era una triste vacuidad... ya son perfectos - Dice finalmente y sonríe, por primera vez en la noche. Le sale natural, finalmente el rostro parece ponerse de acuerdo para transmitir la misma cosa, sonrisa y mirada al mismo tiempo. - Esa es mi definición de perfección. Perfección no es una nariz respingada y unos labios sensuales, perfección no es un cuerpo de curvas peligrosas o la carencia de defectos en una personalidad... porque... todos somos perfectos ante los ojos de quienes nos aman -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
Escuché sus palabras, las cuales fueron realmente interesantes para mí, porque nunca lo había pensado de ese modo. Se podría decir que me sentía ¿confuso? Yo que siempre he pensado que las cosas que duran a lo largo de los años tienen esa inmensa suerte, no sé, tendría que pensar sobre ello, porque estaba claro que yo no sabía nada sobre eso, y lo extraño era que el profesor parecía que lo interiorizaba de una manera muy profunda, como si fuese su propio duelo interior.
Sí, me hizo comprenderlo, pero no hablaba egoístamente como hacemos el resto al hablar de este tipo de cosas, me llamó la atención. Me quedé sin habla, porque de lo que no sabes, no puedes hablar, por lo menos es lo que yo hago.
Estaba refutando todas mis dudas, con argumentos bastantes sólidos, parecía que se desembarazaba de algo invisible. Se acercó hacia donde yo estaba, de tal manera que no sabría describir, pero no miré sus pies, mis ojos estaban clavados en los suyos preso del estupor. Sí, a los pintores también se nos metía la “Gracia” dentro, yo asentí con la cabeza.
Se agachó para quedar cara a cara conmigo, agradecí el gesto, aunque me habría resignado a estar por debajo, ya sabes, por lo de profesor y alumno. Me observó como solo alguien que tienen gran curiosidad en la otra persona mira ¿me estaba hipnotizando o algo por el estilo? Sus ojos parecían que brillaban, yo sonreí.
Siempre había dado mucho más merito a las cosas que hacen el resto, era una estupidez, pero así era, y por lo que dijo noté que se había dado cuenta.
- Los artistas, los escultores, los músicos y todos aquellos que hacen el milagro de la creación en lo que antes era una triste vacuidad... ya son perfectos – yo sonreí ampliamente al oírle decir aquello, jamás había oído aquello, jamás.
El profesor hablaba tan convencido de sí, que era para quedarse boquiabierto. En su rostro se dibujo una sincera sonrisa. - Esa es mi definición de perfección. Perfección no es una nariz respingada y unos labios sensuales, perfección no es un cuerpo de curvas peligrosas o la carencia de defectos en una personalidad... porque... todos somos perfectos ante los ojos de quienes nos aman. – Era realmente hermoso lo que había dicho, me llevé la mano a la cara, qué iba a ¿emocionarme?
Pero como siempre, sus palabras eran demasiado preciosas para ser totalmente ciertas, en este mundo no hay mucha gente que pensase como él, ya que a todo artista le cuestra mostrar al mundo sus pequeños milagros, o intentos de ellos, siempre te ponían la zancadilla en un gesto cobarde, en un gesto de superioridad.
A mi mente vinieron preguntas ¿y a mí quién me amaba? ¿Mis padres que ambos tienen alzheimer? Entonces si nadie me amaba, por esa regla de tres, no verían la perfección que hay en mí, ni yo en el resto, en el hipotético caso de que así fuera.
– Por lo tanto, si aceptamos tu definición de perfección, es necesario que la palabra amor vaya unida. – dije, intentando mostrar una explicación lógica.
- Usted sabe que muchos de los profesores de la universidad no nos aman, es más muchos de ellos nos hacen la vida imposible.
Nosotros intentaremos hacer mejor las cosas, intentaremos superar los obstáculos que ellos nos pongan, pero a sus ojos nuestras creaciones no serán perfectas nunca. “malditos profesores” maldije en mi interior – Ahí está, lo único claro que saco entonces es que esa perfección que buscamos nunca será hallada. – observé mis zapatos. – pese a quien le pese. – eso iba por mí, siempre había intentado llegar a ella, pero Dios sabe que no lograba albergar la capacidad suficiente, mis manos no dan abasto para abarcar mis vanas ideas.
– Ahora bien, he enfocado tu perfección en dirección al objeto artístico, pero creo que tú te referías a los propios humanos. – dibujé en mi rostro una media sonrisa. ¿Perfección en los humanos? ¿Era eso posible? Yo siempre intentaba buscarla en el arte en el sentido más amplio de la palabra.
- Nuevamente me sorprendéis, profesor.
Sí, me hizo comprenderlo, pero no hablaba egoístamente como hacemos el resto al hablar de este tipo de cosas, me llamó la atención. Me quedé sin habla, porque de lo que no sabes, no puedes hablar, por lo menos es lo que yo hago.
Estaba refutando todas mis dudas, con argumentos bastantes sólidos, parecía que se desembarazaba de algo invisible. Se acercó hacia donde yo estaba, de tal manera que no sabría describir, pero no miré sus pies, mis ojos estaban clavados en los suyos preso del estupor. Sí, a los pintores también se nos metía la “Gracia” dentro, yo asentí con la cabeza.
Se agachó para quedar cara a cara conmigo, agradecí el gesto, aunque me habría resignado a estar por debajo, ya sabes, por lo de profesor y alumno. Me observó como solo alguien que tienen gran curiosidad en la otra persona mira ¿me estaba hipnotizando o algo por el estilo? Sus ojos parecían que brillaban, yo sonreí.
Siempre había dado mucho más merito a las cosas que hacen el resto, era una estupidez, pero así era, y por lo que dijo noté que se había dado cuenta.
- Los artistas, los escultores, los músicos y todos aquellos que hacen el milagro de la creación en lo que antes era una triste vacuidad... ya son perfectos – yo sonreí ampliamente al oírle decir aquello, jamás había oído aquello, jamás.
El profesor hablaba tan convencido de sí, que era para quedarse boquiabierto. En su rostro se dibujo una sincera sonrisa. - Esa es mi definición de perfección. Perfección no es una nariz respingada y unos labios sensuales, perfección no es un cuerpo de curvas peligrosas o la carencia de defectos en una personalidad... porque... todos somos perfectos ante los ojos de quienes nos aman. – Era realmente hermoso lo que había dicho, me llevé la mano a la cara, qué iba a ¿emocionarme?
Pero como siempre, sus palabras eran demasiado preciosas para ser totalmente ciertas, en este mundo no hay mucha gente que pensase como él, ya que a todo artista le cuestra mostrar al mundo sus pequeños milagros, o intentos de ellos, siempre te ponían la zancadilla en un gesto cobarde, en un gesto de superioridad.
A mi mente vinieron preguntas ¿y a mí quién me amaba? ¿Mis padres que ambos tienen alzheimer? Entonces si nadie me amaba, por esa regla de tres, no verían la perfección que hay en mí, ni yo en el resto, en el hipotético caso de que así fuera.
– Por lo tanto, si aceptamos tu definición de perfección, es necesario que la palabra amor vaya unida. – dije, intentando mostrar una explicación lógica.
- Usted sabe que muchos de los profesores de la universidad no nos aman, es más muchos de ellos nos hacen la vida imposible.
Nosotros intentaremos hacer mejor las cosas, intentaremos superar los obstáculos que ellos nos pongan, pero a sus ojos nuestras creaciones no serán perfectas nunca. “malditos profesores” maldije en mi interior – Ahí está, lo único claro que saco entonces es que esa perfección que buscamos nunca será hallada. – observé mis zapatos. – pese a quien le pese. – eso iba por mí, siempre había intentado llegar a ella, pero Dios sabe que no lograba albergar la capacidad suficiente, mis manos no dan abasto para abarcar mis vanas ideas.
– Ahora bien, he enfocado tu perfección en dirección al objeto artístico, pero creo que tú te referías a los propios humanos. – dibujé en mi rostro una media sonrisa. ¿Perfección en los humanos? ¿Era eso posible? Yo siempre intentaba buscarla en el arte en el sentido más amplio de la palabra.
- Nuevamente me sorprendéis, profesor.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
Se dejó caer hacía atrás y quedó sentado en el suelo polvoriento al lado del muchacho, no le importó la suciedad ni el hecho de que, un profesor (se suponía) debía mantener cierta imagen pulcra y culta y cierto estatus elegante y de alguna manera mostrar esa supremacía, en especial en frente de un alumno. Por el contrario, Soren se sentó despreocupadamente en el suelo, con las piernas abiertas de par en par, alzando una solamente para apoyar un codó y posteriormente su rostro en la mano, mientras escuchaba al joven pintor exponer sus dudas e ideas.
Era cierto que los profesores nunca encontraban algo perfecto, que siempre le encontraban defectos a las obras de los estudiantes, destruyendo la moral de ellos con sus críticas, parecía que esa era la idea que tenían de enseñar, por alguna extraña y no menos desagradable, razón, la mayoría de los profesores involucrados con el arte, la música y literatura, se dedicaban a encontrar los fallos en las creaciones de los estudiantes en vez de promover los logros de ellos.
El ego humano. Algo de lo cual, la humanidad tardaría mucho en librarse.
- Yo llevo enseñando un año en Paris - Comienza a decir con la mejillas claramente sonrojadas por el último comentario del chico - Y... he de confesar que al comienzo tenía mucho miedo - Agrega, mostrando muy poca seguridad en sus palabras, como si derepente, la fuerza y convición con la que había hablado se desvaneciera para mostrarse tal y como era, una creatura débil a pesar de su condición vampirica - Tenía miedo de afrontar los rostros jovenes de los estudiantes, sus mentes avidas, de no... ser capaz de satisfacerles, de no poder 'enseñarles' algo que valiera la pena -
Suspiró y dejó que sus ojos se perdieran de nuevo en las esculturas bañadas tenuemente por la luz de la luna.
- No puedo... evitar amar a mis alumnos - Confienza finalmente - No puedo evitar que sus preguntas curiosas y sus ojos inquietos me llenen de una extraña sensación... Para mi son perfectos... así como son, cada uno en su particular forma de ser o pensar, cada una de sus creacciones, sin importar si me guste el estilo o no, si es bueno o malo... me facinan -
Y era por esa misma razón por la cual... no podía beber de ellos, aunque lo deseara con tanta fuerza que le dolíera el pecho. Justo como lo que sentía ahora con Jerard.
Era cierto que los profesores nunca encontraban algo perfecto, que siempre le encontraban defectos a las obras de los estudiantes, destruyendo la moral de ellos con sus críticas, parecía que esa era la idea que tenían de enseñar, por alguna extraña y no menos desagradable, razón, la mayoría de los profesores involucrados con el arte, la música y literatura, se dedicaban a encontrar los fallos en las creaciones de los estudiantes en vez de promover los logros de ellos.
El ego humano. Algo de lo cual, la humanidad tardaría mucho en librarse.
- Yo llevo enseñando un año en Paris - Comienza a decir con la mejillas claramente sonrojadas por el último comentario del chico - Y... he de confesar que al comienzo tenía mucho miedo - Agrega, mostrando muy poca seguridad en sus palabras, como si derepente, la fuerza y convición con la que había hablado se desvaneciera para mostrarse tal y como era, una creatura débil a pesar de su condición vampirica - Tenía miedo de afrontar los rostros jovenes de los estudiantes, sus mentes avidas, de no... ser capaz de satisfacerles, de no poder 'enseñarles' algo que valiera la pena -
Suspiró y dejó que sus ojos se perdieran de nuevo en las esculturas bañadas tenuemente por la luz de la luna.
- No puedo... evitar amar a mis alumnos - Confienza finalmente - No puedo evitar que sus preguntas curiosas y sus ojos inquietos me llenen de una extraña sensación... Para mi son perfectos... así como son, cada uno en su particular forma de ser o pensar, cada una de sus creacciones, sin importar si me guste el estilo o no, si es bueno o malo... me facinan -
Y era por esa misma razón por la cual... no podía beber de ellos, aunque lo deseara con tanta fuerza que le dolíera el pecho. Justo como lo que sentía ahora con Jerard.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
Nos encontrábamos los dos allí, en las mismas condiciones, escondidos entre las eternas esculturas. ¿Un profesor con miedo? Cuando se les veía tan seguros de sí, muchos de ellos altivos, estaba claro que el profesor Kaarkarogf no era como ellos, eso le daba un toque más frágil, más humano respecto a algunos monstruos que se hacen llamar profesores, sonreí cuando pensé aquello.
-Entiendo que sintieseis miedo, pero… al poneros delante de toda esa clase, demostráis ser muy valiente. – Sí, lo era, dijera lo que dijese.
- Aunque no veo cuál es la diferencia entre mostrarse a unas “fieras” enseñándoles vuestra sabiduría, y el no mostrar sus lienzos, ya ve, es lo mismo, igual de “peligroso”, o por lo menos para mí. – Era un buen punto, ya que veía más difícil enseñar que mostrar tu propia creación.
– No todo el mundo está capacitado para enseñar, y no tema, quien quiera aprender de uno aprenderá, y sacará lo mejor de usted, porque para eso está. – entrelacé mis dedos encima de mis rodillas. Alzando mi cabeza, y fijando mis ojos en el techo – Porque como ya sabes todo el mundo tiene algo que enseñar, como todo el mundo tiene algo que aprender, en el caso que se quiera.
Al oírle hablar así de sus alumnos me llenó de gozo, era de otro planeta el profesor.
– Y sin que sirva de precedente, a mi ahora mismo, gratuitamente me estáis enseñando valores que no conocía. – asentí con la cabeza, para volver a mirar al profesor.
– Debe ser sensacional saber que alguien ha aprendido algo, por pequeño que sea antes de volver a su hogar. El saber que gracias a ti alguien se ha enriquecido. – El profesor tenía suerte de la profesión que ejercía.
Pensé en los cuadros. – En cambio cuesta tanto ver ese brillo en los ojos de alguien al mostrar parte de ti, tu alma que se ha volcado en el lienzo. –achiqué los ojos para profundizar en mis palabras. – pero con que tan solo uno valore lo que has hecho, malo o bueno ¡es grandioso!
Me apoyé con cuidado en las duras piernas que tenía detrás de mí, me puse a pensar en todo un poco. – El año pasado fue mi último año dando historia del arte, pero puede que… me pase un día de estos a una de sus clases, como un alumno que soy. – concluí llevando mi mano a la cabeza. – Arte. – murmuré ensimismado en mis propias visiones.
Se me llenaba la boca hablando de este tema, de otra cosa no, pero sobre esto podría estarme horas hablando.
-Entiendo que sintieseis miedo, pero… al poneros delante de toda esa clase, demostráis ser muy valiente. – Sí, lo era, dijera lo que dijese.
- Aunque no veo cuál es la diferencia entre mostrarse a unas “fieras” enseñándoles vuestra sabiduría, y el no mostrar sus lienzos, ya ve, es lo mismo, igual de “peligroso”, o por lo menos para mí. – Era un buen punto, ya que veía más difícil enseñar que mostrar tu propia creación.
– No todo el mundo está capacitado para enseñar, y no tema, quien quiera aprender de uno aprenderá, y sacará lo mejor de usted, porque para eso está. – entrelacé mis dedos encima de mis rodillas. Alzando mi cabeza, y fijando mis ojos en el techo – Porque como ya sabes todo el mundo tiene algo que enseñar, como todo el mundo tiene algo que aprender, en el caso que se quiera.
Al oírle hablar así de sus alumnos me llenó de gozo, era de otro planeta el profesor.
– Y sin que sirva de precedente, a mi ahora mismo, gratuitamente me estáis enseñando valores que no conocía. – asentí con la cabeza, para volver a mirar al profesor.
– Debe ser sensacional saber que alguien ha aprendido algo, por pequeño que sea antes de volver a su hogar. El saber que gracias a ti alguien se ha enriquecido. – El profesor tenía suerte de la profesión que ejercía.
Pensé en los cuadros. – En cambio cuesta tanto ver ese brillo en los ojos de alguien al mostrar parte de ti, tu alma que se ha volcado en el lienzo. –achiqué los ojos para profundizar en mis palabras. – pero con que tan solo uno valore lo que has hecho, malo o bueno ¡es grandioso!
Me apoyé con cuidado en las duras piernas que tenía detrás de mí, me puse a pensar en todo un poco. – El año pasado fue mi último año dando historia del arte, pero puede que… me pase un día de estos a una de sus clases, como un alumno que soy. – concluí llevando mi mano a la cabeza. – Arte. – murmuré ensimismado en mis propias visiones.
Se me llenaba la boca hablando de este tema, de otra cosa no, pero sobre esto podría estarme horas hablando.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
¿Cuanto tiempo llevaba ahí? ya no podía recordarlo con claridad. Había olvidado que sólo había ido allí para distraerse de su encierro y que no pensaba demorarse mucho, no quería enojar a Erkki luego de todo lo que había hecho por él al curarle y ayudarle. Pero no podía evitar perderse cada vez más, sumergirse cada vez más en la calidez de las palabras de Gerard.
¿Y quien no se siente comodo cuando alguien te escucha y no te juzga? Pocas veces Soren tenía la sensación de sentirse a gusto hablando con alguien. Generalmente se incomodaba ante el hecho de no saber como responder, que decir o como actuar, pero con Gerard, todo estaba saliendo tan natural que le asustaba al mismo tiempo que le facinaba. Y el chico tenía razón, tenía tanta maldita razón en lo que decía que se sintió estupido habiéndo vivido más de un bicentenario para ser instruido por un simple mortal.
- Tienes demasiada razón en todo lo que dices - Exclamó finalmente dejando escapar un largo suspiro - No se por qué... nunca muestro mis cuadros, realmente no lo entiendo - Finaliza. ¿Era solamente por las críticas? No, no era solamente eso, no era que la opinión publica le importara demasiado, de lo contrario procuraría vestir más acorde a su estatus y buscaría la manera de posicionarse en la alta sociedad.
Como vampiro aquello sería bastante fácil y proviniendo de una familia tan noble y rica, convertirse en un distinguido aristócrata no levantaría sospechas. Pero no, le importaba una mierda lo que pensaran los demás de él. Porque esos bastardos sin alma, preocupados sólo por la posición y el dinero eran sólo perros de la reina, obsecionados con falsas ideas de felicidad depositadas en las poseciones materiales.
No, había otra razón. Tenía demasiado miedo a ser descubierto él y no sólo por ser vampiro...
- ¿Perdón? - Exclamó parpadeándo rápidamente, girando su rostro al jovencito, saliéndose de sus pensamientos para observarle - ¿Usted en mi clase? - Las mejillas tomaron de nuevo un leve color carmesí que contrastó con la calidez. - No... puedo imaginar una buena razón para... repetir un curso que ya ha aprovado, joven Gerard - Agregó desviando la mirada al suelo - Quizás podría invertir mejor su tiempo en una clase con el encantador Laurence... - Agregó medio en broma, no debería burlarse de sus colegas pero aún así continuó - Aunque dudo que apruebes el curso de escultura, teniendo en cuenta de que no tienes un par de pechos ni un cortorenado trasero -
Dejó escapar una risita suave, indiscreta y se llevó las manos enguantadas a la boca para cubrirsela. No le gustaba que le vieran reir.
¿Y quien no se siente comodo cuando alguien te escucha y no te juzga? Pocas veces Soren tenía la sensación de sentirse a gusto hablando con alguien. Generalmente se incomodaba ante el hecho de no saber como responder, que decir o como actuar, pero con Gerard, todo estaba saliendo tan natural que le asustaba al mismo tiempo que le facinaba. Y el chico tenía razón, tenía tanta maldita razón en lo que decía que se sintió estupido habiéndo vivido más de un bicentenario para ser instruido por un simple mortal.
- Tienes demasiada razón en todo lo que dices - Exclamó finalmente dejando escapar un largo suspiro - No se por qué... nunca muestro mis cuadros, realmente no lo entiendo - Finaliza. ¿Era solamente por las críticas? No, no era solamente eso, no era que la opinión publica le importara demasiado, de lo contrario procuraría vestir más acorde a su estatus y buscaría la manera de posicionarse en la alta sociedad.
Como vampiro aquello sería bastante fácil y proviniendo de una familia tan noble y rica, convertirse en un distinguido aristócrata no levantaría sospechas. Pero no, le importaba una mierda lo que pensaran los demás de él. Porque esos bastardos sin alma, preocupados sólo por la posición y el dinero eran sólo perros de la reina, obsecionados con falsas ideas de felicidad depositadas en las poseciones materiales.
No, había otra razón. Tenía demasiado miedo a ser descubierto él y no sólo por ser vampiro...
- ¿Perdón? - Exclamó parpadeándo rápidamente, girando su rostro al jovencito, saliéndose de sus pensamientos para observarle - ¿Usted en mi clase? - Las mejillas tomaron de nuevo un leve color carmesí que contrastó con la calidez. - No... puedo imaginar una buena razón para... repetir un curso que ya ha aprovado, joven Gerard - Agregó desviando la mirada al suelo - Quizás podría invertir mejor su tiempo en una clase con el encantador Laurence... - Agregó medio en broma, no debería burlarse de sus colegas pero aún así continuó - Aunque dudo que apruebes el curso de escultura, teniendo en cuenta de que no tienes un par de pechos ni un cortorenado trasero -
Dejó escapar una risita suave, indiscreta y se llevó las manos enguantadas a la boca para cubrirsela. No le gustaba que le vieran reir.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
Tienes demasiada razón en todo lo que dices – De su cuerpo salió un gran suspiro, yo volví a mirarle, nunca me habían dado la razón con tanta contundencia ¿le dolía aquello? - No se por qué... nunca muestro mis cuadros, realmente no lo entiendo. – Quise ¿consolarlo? No me atreví a moverme, así que le sonreí con amabilidad, por si eso le hacía sentirse mejor. Sí, el profesor tenía un duelo interior, y yo no era quién para sonsacárselo. Sí tan solo con mis palabras se había dado cuenta del dilema, me bastaba.
Tras eso me volví a perder en mis pensamientos, intentando distinguir las motas de polvo que volaban por la sala, a veces lograba verlas, cuando tuve que volver a fijar los ojos en el profesor, estaba mirándome como sorprendido por lo que le había dicho a lo último, yo no pude evitar soltar una carcajada, mientras observaba su nerviosismo.
- ¿Otra vez, profesor? – me reí de buena gana, su personalidad era variable, ahora mostraba su lado inseguro. - ¿Por qué no puedo ir? – pregunte moviendo las manos, mientras agachaba la cabeza para mirarle mejor.
– No desearía otra cosa, sólo sería un día o dos, posiblemente no logréis verme. – dije guiñando un ojos. – Me encantan esas clases, quisiera saber cómo las dais, no dudo de vuestra capacidad. – no quise que se tomase a mal mis palabras y que se pusiera más nervioso, así que iría un día pero sin avisar.
- ¡Vamos profesor! ¿Con Laurence? – se me volvió a escapar otra sutil carcajada por el comentario de los pechos y el trasero. – Es una verdadera pena entonces. – comenté sarcásticamente. – A parte de que no tengo esas dos buenas razones para que me apruebe,- dije esto dibujando en el aire la silueta de una mujer - no creo que estuviese a la altura de sus expectativas, y con lo de hoy ¡ni ganas! Demasiado tengo con lo mío.
Sí, demasiado tenía para volver a esas infernales clases de escultura, hay quien nace con el don y hay quién no, no se puede tenerse todo en esta vida, yo tenía lo que tenía, debía contentarme con ello. Mi ambición hacia esa asignatura había flaqueado años atrás.
- Avisado queda, profesor… a no ser que pongáis un par de policías en la puerta y me echen a patadas.- pensé sobre ello con un cómico gesto.
– Sí, podría ser interesante, una nueva experiencia. – concluí refiriéndome a lo de ser expulsado de su clase a patadas.
Sacudí suavemente la cabeza intentando que la risa cesase, me había divertido sí.
Tras eso me volví a perder en mis pensamientos, intentando distinguir las motas de polvo que volaban por la sala, a veces lograba verlas, cuando tuve que volver a fijar los ojos en el profesor, estaba mirándome como sorprendido por lo que le había dicho a lo último, yo no pude evitar soltar una carcajada, mientras observaba su nerviosismo.
- ¿Otra vez, profesor? – me reí de buena gana, su personalidad era variable, ahora mostraba su lado inseguro. - ¿Por qué no puedo ir? – pregunte moviendo las manos, mientras agachaba la cabeza para mirarle mejor.
– No desearía otra cosa, sólo sería un día o dos, posiblemente no logréis verme. – dije guiñando un ojos. – Me encantan esas clases, quisiera saber cómo las dais, no dudo de vuestra capacidad. – no quise que se tomase a mal mis palabras y que se pusiera más nervioso, así que iría un día pero sin avisar.
- ¡Vamos profesor! ¿Con Laurence? – se me volvió a escapar otra sutil carcajada por el comentario de los pechos y el trasero. – Es una verdadera pena entonces. – comenté sarcásticamente. – A parte de que no tengo esas dos buenas razones para que me apruebe,- dije esto dibujando en el aire la silueta de una mujer - no creo que estuviese a la altura de sus expectativas, y con lo de hoy ¡ni ganas! Demasiado tengo con lo mío.
Sí, demasiado tenía para volver a esas infernales clases de escultura, hay quien nace con el don y hay quién no, no se puede tenerse todo en esta vida, yo tenía lo que tenía, debía contentarme con ello. Mi ambición hacia esa asignatura había flaqueado años atrás.
- Avisado queda, profesor… a no ser que pongáis un par de policías en la puerta y me echen a patadas.- pensé sobre ello con un cómico gesto.
– Sí, podría ser interesante, una nueva experiencia. – concluí refiriéndome a lo de ser expulsado de su clase a patadas.
Sacudí suavemente la cabeza intentando que la risa cesase, me había divertido sí.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
El chico volvió a reír, esta vez con más fuerza que antes. Su risa era muy diferente a la risa de trompetas del gitano con el que solía comerciar en la comarca, la risa de Gerard era como las cascadas que brotaban mágicamemte de la tierra en los bosques cercanos a Estocolmo donde había crecido. No por su sonido específicamente, sino por su transparencia, por la claridad del agua. Gerard reía con sinceridad y era la primera vez que Soren no tenía duda de ello. Que no tenía que preguntarse si habían segundas intenciones.
Empezaba a sentir algo nuevo y extraño. Inusual en otras palabras. Inusual para alguien como él y quizás común para el resto de la civilización. Sentía un agradable calorcito en el pecho mientras le escuchaba hablar y reír. Sintió envidia de esa expontaneidad y vitalidad del humano, de sentirlo tan lleno de vida. Le envidió por tener un corazón latiendo avidamente y un sin fin de organos que hacían el milagro de la existencia, funcionando perfectamente y en armonía.
Le escuchó bromear con facilidad, riendo con esa frivolidad propia de los vivos y al mismo tiempo, con tanta transparencia. Soren levantó el rostro y dejó de mirar el suelo, para enfrentar ese rostro jovial.
- Es cierto, dicen que Laurence se acuesta con sus modelos y estudiantes - Comentó mordiéndose el labio inferior - Me pregunto si... al igual que yo... también amará a su manera a sus alumnas -
A decir verdad, no era secreto que muchos de los profesores tenían amoríos con alumnos o alumnas, no sólo en la facultad de arte si no en todas las áreas. Al parecer la relación profesor-Alumno traía una morbosa satisfacción a ambas partes. Soren no lo entendía, él nunca había sido bueno en el delicado arte de entender y aceptar los sentimientos humanos, mucho menos tenía idea de como construir una relación. Una de las ventajas de ser vampiro, se obligaba a pensar, era el hecho de que podía auto-compadecerse así mismo diciéndose que, por tener la eternidad por delante, no había necesidad de apresurarse para tener contacto con la gente.
La verdad era que, abrir el corazón y permitir a alguien entrar allí le aterrorizaba. De ahí el porque no quería que nadie viera sus pinturas.
- ¿Te has enamorado alguna vez de un profesor? - Preguntó de repente, tan perdido en sus propios pensamientos que no pensó en la connotación homosexual que aquello contenía, teniendo en cuenta que Gerard era un hombre.
Empezaba a sentir algo nuevo y extraño. Inusual en otras palabras. Inusual para alguien como él y quizás común para el resto de la civilización. Sentía un agradable calorcito en el pecho mientras le escuchaba hablar y reír. Sintió envidia de esa expontaneidad y vitalidad del humano, de sentirlo tan lleno de vida. Le envidió por tener un corazón latiendo avidamente y un sin fin de organos que hacían el milagro de la existencia, funcionando perfectamente y en armonía.
Le escuchó bromear con facilidad, riendo con esa frivolidad propia de los vivos y al mismo tiempo, con tanta transparencia. Soren levantó el rostro y dejó de mirar el suelo, para enfrentar ese rostro jovial.
- Es cierto, dicen que Laurence se acuesta con sus modelos y estudiantes - Comentó mordiéndose el labio inferior - Me pregunto si... al igual que yo... también amará a su manera a sus alumnas -
A decir verdad, no era secreto que muchos de los profesores tenían amoríos con alumnos o alumnas, no sólo en la facultad de arte si no en todas las áreas. Al parecer la relación profesor-Alumno traía una morbosa satisfacción a ambas partes. Soren no lo entendía, él nunca había sido bueno en el delicado arte de entender y aceptar los sentimientos humanos, mucho menos tenía idea de como construir una relación. Una de las ventajas de ser vampiro, se obligaba a pensar, era el hecho de que podía auto-compadecerse así mismo diciéndose que, por tener la eternidad por delante, no había necesidad de apresurarse para tener contacto con la gente.
La verdad era que, abrir el corazón y permitir a alguien entrar allí le aterrorizaba. De ahí el porque no quería que nadie viera sus pinturas.
- ¿Te has enamorado alguna vez de un profesor? - Preguntó de repente, tan perdido en sus propios pensamientos que no pensó en la connotación homosexual que aquello contenía, teniendo en cuenta que Gerard era un hombre.
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
- Es cierto, dicen que Laurence se acuesta con sus modelos y estudiantes – Yo me aguanté la risa, qué hipócritas son a veces ciertos profesores. - Me pregunto si... al igual que yo... también amará a su manera a sus alumnas
Yo me encogí de hombros y murmuré. -¿Quién sabe? – me quedé observando al amigable profesor, sin saber lo que estaría pensando, seguro que eran cosas suyas, no quise meterme preguntando descaradamente como quien no quiere la cosa.
Estaba volviendo a fijar mis ojos en una escultura de un sátiro, era la replica de una de las obras de Praxíteles, sonreí perdido de nuevo en mi mundo de obras y colores.
- ¿Te has enamorado alguna vez de un profesor? – Clavé mi vista al instante en los ojos del profesor, era una pregunta bastante intima viniendo de donde venia, aparté los ojos para que no viera lo turbado que estaba ante la pregunta.
Me aclaré un poco la garganta, reposando mis ojos en las esculturas que tanto me aliviaban.
– Enamorarme de un profesor…- repetí.- es posible.- concluí. – No sé si sería amor o admiración, no sé si me entiende.
Me acordé de los profesores tanto mujeres como hombres que habían pasado por las aulas enseñando lo que mejor sabían hacer, siempre era un placer aprender de alguien que estaba dispuesto a enseñar todo lo que sabía.
– Posiblemente eran amores platónicos, estoy casi seguro de ello.- dije sonriendo, ciertas fantasías, por decirlo de alguna manera, que nunca podría hacerlas realidad.
– Es curioso cómo te puedes llegar a obsesionar de alguien, tanto de una mujer como de un hombre. – Volví a posar mis ojos en los del profesor con cierta timidez.
- Porque… lo importante es la persona que ahí en su interior...tanta riqueza para ser explotada. – dejé que sacase sus propias conclusiones porque ni yo mismo sabía explicarme claramente.
Me puse a recordar en silencio para que luego las palabras salieran de mi boca sin permiso.- A veces me esforzaba mucho, solo y únicamente para que esa persona se fijase en mí, para que viera lo volcado que estaba en su asignatura, pero realmente era para llamar su atención, Dios… no se lo diga a nadie. – dije llevándome la mano a la frente, una risilla salió de mis labios.
– Cuando llegaba a la residencia me ponía delante del escritorio dibujando sus rostros, creo que tengo una carpeta con los profesores que más me han llegado. - ¿debía avergonzarme? – Para recordarlos… - recordarlos, eso era, porque no tenía otra oportunidad, porque yo simplemente era uno más entre el resto de la clase, porque yo comparado con ellos no era nadie, me contuve las lágrimas sonriendo, mirando el frio suelo.
Yo me encogí de hombros y murmuré. -¿Quién sabe? – me quedé observando al amigable profesor, sin saber lo que estaría pensando, seguro que eran cosas suyas, no quise meterme preguntando descaradamente como quien no quiere la cosa.
Estaba volviendo a fijar mis ojos en una escultura de un sátiro, era la replica de una de las obras de Praxíteles, sonreí perdido de nuevo en mi mundo de obras y colores.
- ¿Te has enamorado alguna vez de un profesor? – Clavé mi vista al instante en los ojos del profesor, era una pregunta bastante intima viniendo de donde venia, aparté los ojos para que no viera lo turbado que estaba ante la pregunta.
Me aclaré un poco la garganta, reposando mis ojos en las esculturas que tanto me aliviaban.
– Enamorarme de un profesor…- repetí.- es posible.- concluí. – No sé si sería amor o admiración, no sé si me entiende.
Me acordé de los profesores tanto mujeres como hombres que habían pasado por las aulas enseñando lo que mejor sabían hacer, siempre era un placer aprender de alguien que estaba dispuesto a enseñar todo lo que sabía.
– Posiblemente eran amores platónicos, estoy casi seguro de ello.- dije sonriendo, ciertas fantasías, por decirlo de alguna manera, que nunca podría hacerlas realidad.
– Es curioso cómo te puedes llegar a obsesionar de alguien, tanto de una mujer como de un hombre. – Volví a posar mis ojos en los del profesor con cierta timidez.
- Porque… lo importante es la persona que ahí en su interior...tanta riqueza para ser explotada. – dejé que sacase sus propias conclusiones porque ni yo mismo sabía explicarme claramente.
Me puse a recordar en silencio para que luego las palabras salieran de mi boca sin permiso.- A veces me esforzaba mucho, solo y únicamente para que esa persona se fijase en mí, para que viera lo volcado que estaba en su asignatura, pero realmente era para llamar su atención, Dios… no se lo diga a nadie. – dije llevándome la mano a la frente, una risilla salió de mis labios.
– Cuando llegaba a la residencia me ponía delante del escritorio dibujando sus rostros, creo que tengo una carpeta con los profesores que más me han llegado. - ¿debía avergonzarme? – Para recordarlos… - recordarlos, eso era, porque no tenía otra oportunidad, porque yo simplemente era uno más entre el resto de la clase, porque yo comparado con ellos no era nadie, me contuve las lágrimas sonriendo, mirando el frio suelo.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
Cuando el joven comenzó a responder, Soren fue consciente de lo indiscreta que fue la pregunta. Sintió la incomodidad del joven y se sintió infinitamente avergonzado por haber hecho la pregunta en primer lugar. ¿Porque decía las cosas sin penar? No era la primera vez que le ocurría. Maldita sea, le sucedía con frecuencia cuando se concentraba demasiado en algo y se perdía en sus propios pensamientos y ensoñaciones que olvidaba que estaba con alguien más.
Dejó de mirarle, no podía sostenerle la mirada, era demasiado incómodo. Aunque la sociedad Francesa era precisamente conocida por su libertinaje y por sus ideas revolucionarias en cuanto a las relaciones y el sexo, hablar de temas que involucraban tabues sociales como la homosexualidad o la relación profesor-Alumno no dejaban de ser incómodos y quizás inapropiados para tratar con alguien que recién conocías.
¿Y si Gerard lo malinterpretaba todo? ¿Y si creía que Soren tenía segundas intenciones con él?.
¿Acaso las tenía?
No. Claro que no ¿Porqué habría de tenerlas? Soren, deja de darle vueltas al asunto y desvía la conversación hacía otro lado. No jueges con fuego, porque ya sabes el resultado y eres demasiado cobarde como para hacerte cargo de tus acciones.
- No se lo diré a nadie... - Dijo finalmente luego de escucharle hablar sobre amores platónicos y su obseción por agradar a ciertos maestros - La verdad es que... yo nunca tuve la oportunidad de ir a la academia... en mis tiempos y en mi ciudad... no teníamos una Universidad con las puertas abiertas como en Paris, así que nunca tuve la sensación de querer agradarle a un maestro - Concluyó observando el lugar vacío, sintiéndose claustrofóbico de repente.
- Pero... si hubo un maestro - Dijo finalmente luego de una pausa quizás demasiado larga - Bueno... a decir verdad dos - Agregó, no sabía como explicarlo sin mencionar que el primer maestro había sido cuando aún estaba vivo y el segundo era su mentor vampirico. - Al primero le admiraba demasiado... quizás por haber sido el primero, la persona más sabia que jamás había conocido en ese pueblo de mierda que odiaba... quizás por eso confundí mis sentimientos y me enamoré - Sus mejillas se tornaron rojas, no por aceptar que había sentido amor por otro hombre, sino por él hecho de aceptar que había amado alguna vez.
Joder.. ¿Que deminios hacía diciéndole cosas tan personales a un chico que recién conocía?
Dejó de mirarle, no podía sostenerle la mirada, era demasiado incómodo. Aunque la sociedad Francesa era precisamente conocida por su libertinaje y por sus ideas revolucionarias en cuanto a las relaciones y el sexo, hablar de temas que involucraban tabues sociales como la homosexualidad o la relación profesor-Alumno no dejaban de ser incómodos y quizás inapropiados para tratar con alguien que recién conocías.
¿Y si Gerard lo malinterpretaba todo? ¿Y si creía que Soren tenía segundas intenciones con él?.
¿Acaso las tenía?
No. Claro que no ¿Porqué habría de tenerlas? Soren, deja de darle vueltas al asunto y desvía la conversación hacía otro lado. No jueges con fuego, porque ya sabes el resultado y eres demasiado cobarde como para hacerte cargo de tus acciones.
- No se lo diré a nadie... - Dijo finalmente luego de escucharle hablar sobre amores platónicos y su obseción por agradar a ciertos maestros - La verdad es que... yo nunca tuve la oportunidad de ir a la academia... en mis tiempos y en mi ciudad... no teníamos una Universidad con las puertas abiertas como en Paris, así que nunca tuve la sensación de querer agradarle a un maestro - Concluyó observando el lugar vacío, sintiéndose claustrofóbico de repente.
- Pero... si hubo un maestro - Dijo finalmente luego de una pausa quizás demasiado larga - Bueno... a decir verdad dos - Agregó, no sabía como explicarlo sin mencionar que el primer maestro había sido cuando aún estaba vivo y el segundo era su mentor vampirico. - Al primero le admiraba demasiado... quizás por haber sido el primero, la persona más sabia que jamás había conocido en ese pueblo de mierda que odiaba... quizás por eso confundí mis sentimientos y me enamoré - Sus mejillas se tornaron rojas, no por aceptar que había sentido amor por otro hombre, sino por él hecho de aceptar que había amado alguna vez.
Joder.. ¿Que deminios hacía diciéndole cosas tan personales a un chico que recién conocía?
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
Me reconfortó saber que no se lo diría a nadie, quizá pudieran sacarlo de contexto totalmente, ¿qué le iba a hacer? La belleza tanto exterior como interior me atraía, es una de las razones por las que el arte me apasiona, sé distinguir lo que para mí es bello hasta en las personas más extrañas, dejé de pensar en eso, porque me perdía yo solo.
Me habló sobre él, sobre que no pudo ir a una Academia, ¿de dónde sería? ¿De qué tiempos me estaba hablando? No aparentaba ser muy mayor… ¿estaría fuera de lugar preguntarle la edad? Seguro…
- Siempre hay tiempo para aprender.- murmuré por lo bajo, ¿estaría incomodo el profesor? Por momentos lo parecía, aunque quizá era mi imaginación.
Si el profesor quería podía meterse en la Academia como uno más, pero tenía cierta reticencia sobre sus cuadros, eso no ayudaba, me quedé en silencio para seguir escuchándole. Las pausas que se tomaba no me incomodaban, puesto que me gustaba más estar en silencio que hablar, porque a veces cuando me empezaba a poner nervioso hablaba sin parar de cosas que carecían de importancia.
Al final, me explicó que dos maestros habían pasado por su vida, y por la cara que puso pude pensar lo que sentía por uno de ellos en especial.
Sí, entonces el profesor sabía lo que se sentía, lo que ocurre cuando no puedes dejar de pensar en ellos, eso era una tortura…
El profesor se había puesto colorado, no entendí por qué y no iba a preguntar, eso por descontado, no soy tan atrevido, me quedaría con las dudas.
Desvié la mirada de su persona, para mirar la ventana, desde donde estaba sentado se podía ver bien el cielo.
- ¿“ese pueblo de mierda que tanto odiabais”? Solo por curiosidad… ¿de dónde sois? – estaba intrigado. Aunque después cambié de tema, por si acaso. - Confundir sentimientos, sé de lo que habláis. – comenté. – Es horrible, a mi me gustaría ser un témpano, sí…pero por suerte o por desgracia no lo soy, aunque me cueste reconocerlo soy una persona muy sensible en cuanto a todo. – en cuanto amores imposibles, en cuanto a mis propios cuadros, en cuando al trato que pueda recibir de la gente.
– Pero bueno, creo que lo he llevado bien estos años. El “rechazo”, si lo quieres llamar así, me ha servido para evolucionar como artista. – Sonreí sutilmente. – Ya ve, hay que aprovecharlo todo para tu propio beneficio. – Todo, tanto la alegría como el dolor, yo lo aprovechaba para lo único que sabía hacer, pintar.
¿Estaba hablando demasiado de mí? Que pesado me ponía a veces hablando de estas cosas, la gente me lo decía, “parece que no tienes otra cosa en la cabeza” me dicen muchos.
Me habló sobre él, sobre que no pudo ir a una Academia, ¿de dónde sería? ¿De qué tiempos me estaba hablando? No aparentaba ser muy mayor… ¿estaría fuera de lugar preguntarle la edad? Seguro…
- Siempre hay tiempo para aprender.- murmuré por lo bajo, ¿estaría incomodo el profesor? Por momentos lo parecía, aunque quizá era mi imaginación.
Si el profesor quería podía meterse en la Academia como uno más, pero tenía cierta reticencia sobre sus cuadros, eso no ayudaba, me quedé en silencio para seguir escuchándole. Las pausas que se tomaba no me incomodaban, puesto que me gustaba más estar en silencio que hablar, porque a veces cuando me empezaba a poner nervioso hablaba sin parar de cosas que carecían de importancia.
Al final, me explicó que dos maestros habían pasado por su vida, y por la cara que puso pude pensar lo que sentía por uno de ellos en especial.
Sí, entonces el profesor sabía lo que se sentía, lo que ocurre cuando no puedes dejar de pensar en ellos, eso era una tortura…
El profesor se había puesto colorado, no entendí por qué y no iba a preguntar, eso por descontado, no soy tan atrevido, me quedaría con las dudas.
Desvié la mirada de su persona, para mirar la ventana, desde donde estaba sentado se podía ver bien el cielo.
- ¿“ese pueblo de mierda que tanto odiabais”? Solo por curiosidad… ¿de dónde sois? – estaba intrigado. Aunque después cambié de tema, por si acaso. - Confundir sentimientos, sé de lo que habláis. – comenté. – Es horrible, a mi me gustaría ser un témpano, sí…pero por suerte o por desgracia no lo soy, aunque me cueste reconocerlo soy una persona muy sensible en cuanto a todo. – en cuanto amores imposibles, en cuanto a mis propios cuadros, en cuando al trato que pueda recibir de la gente.
– Pero bueno, creo que lo he llevado bien estos años. El “rechazo”, si lo quieres llamar así, me ha servido para evolucionar como artista. – Sonreí sutilmente. – Ya ve, hay que aprovecharlo todo para tu propio beneficio. – Todo, tanto la alegría como el dolor, yo lo aprovechaba para lo único que sabía hacer, pintar.
¿Estaba hablando demasiado de mí? Que pesado me ponía a veces hablando de estas cosas, la gente me lo decía, “parece que no tienes otra cosa en la cabeza” me dicen muchos.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
- Naci en un pequeño y espantoso frío pueblo cercano a Estocolmo... en Suecia, asistí a la única escuela que había con mi hermano mayor y mi hermanita, pero no teníamos Universidad o colgiatura - Explicó al escuchar la pregunta. Parecía que Gerard de alguna u otra manera sabía controlar su curiosidad o en su defecto lo sabía disimular bastante bien. Por el contrario Soren nunca podía ocultar la curiosidad n su mirada, no podía evitar querer descubrirlo todo de aquellos que le atraían. - Entonces según lo que dices... eres una persona... ¿Enamoradisa? -
Cuando el chico habló de rechazo, Soren se preguntó si estaría hablando de su corazón o de sus obras. Se quedó mirándole e intentó imaginarse una mujer que pudiera rechazar a alguien como él. Cuando estaba vivo y vivía en el castillo Kaarkarogf, su madre solía celebrar pomposas fiestas aristocráticas, a las fiestas asistían las hijas de otros nobres de provincias cercanas con la experanza de convertirse en la afortunada novia y futura esposa de ASLÖG su apuesto (o al menos eso era lo que decían todas) hermano mayor. Ninguna de esas chicas se interesó alguna vez por Soren lo cual era más que obvio. En primer lugar, Soren no era el tipo de hombre que una mujer buscaría como esposo.
Soren era tan delgado que casi parecía famélico. Sus enormes ojeras bajo sus ojos fruto de las horas leyendo los polvorientos libros de la biblioteca, le hacían parecer más a un Oso panda que a un ser humano. Sus excasas habilidades sociales y de conversación y para completar con broche de oro, era el segundo hermano, por lo que la herencía no sería para él. El rechazo era más bien una forma de vida a la que estaba tan acostumbrado que no tenía otro tipo de experiencia con la cual comparar.
- Pues... la mujer que te haya rechazado, seguramente tenía más trasero que cerebro - Comentó con una medio sonrisa de nuevo, le estaba resultando fácil sonreír, todo era culpa de es chico - Eres un buen conversador, un hombre sensible, artista, positivo y por si fuera poco eres jodidamente apuesto - Finalizó sumido en sus pensamientos, diciendo las cosas sin pensar - Las mujeres de hoy en día no saben apreciar lo que tienen y desperdician las buenas oportunidades, cegadas por otro tipo de cosas como la fama o el dinero - Alzó el brazo y con el dedo indice enguantado, le tocó la punta de la nariz a Gerard - Pero tienes la actitud correcta muchacho, pase lo que pase, debes encontrarle el lado positivo y aprender -
Cuando el chico habló de rechazo, Soren se preguntó si estaría hablando de su corazón o de sus obras. Se quedó mirándole e intentó imaginarse una mujer que pudiera rechazar a alguien como él. Cuando estaba vivo y vivía en el castillo Kaarkarogf, su madre solía celebrar pomposas fiestas aristocráticas, a las fiestas asistían las hijas de otros nobres de provincias cercanas con la experanza de convertirse en la afortunada novia y futura esposa de ASLÖG su apuesto (o al menos eso era lo que decían todas) hermano mayor. Ninguna de esas chicas se interesó alguna vez por Soren lo cual era más que obvio. En primer lugar, Soren no era el tipo de hombre que una mujer buscaría como esposo.
Soren era tan delgado que casi parecía famélico. Sus enormes ojeras bajo sus ojos fruto de las horas leyendo los polvorientos libros de la biblioteca, le hacían parecer más a un Oso panda que a un ser humano. Sus excasas habilidades sociales y de conversación y para completar con broche de oro, era el segundo hermano, por lo que la herencía no sería para él. El rechazo era más bien una forma de vida a la que estaba tan acostumbrado que no tenía otro tipo de experiencia con la cual comparar.
- Pues... la mujer que te haya rechazado, seguramente tenía más trasero que cerebro - Comentó con una medio sonrisa de nuevo, le estaba resultando fácil sonreír, todo era culpa de es chico - Eres un buen conversador, un hombre sensible, artista, positivo y por si fuera poco eres jodidamente apuesto - Finalizó sumido en sus pensamientos, diciendo las cosas sin pensar - Las mujeres de hoy en día no saben apreciar lo que tienen y desperdician las buenas oportunidades, cegadas por otro tipo de cosas como la fama o el dinero - Alzó el brazo y con el dedo indice enguantado, le tocó la punta de la nariz a Gerard - Pero tienes la actitud correcta muchacho, pase lo que pase, debes encontrarle el lado positivo y aprender -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
Vaya, parecía que no era de su agrado el lugar donde había nacido. Pero Suecia es bastante bonito y endiabladamente frío, sí, a mi me gustaba más el frío que el calor, así que también tuvo que ser por eso. Que historia más interesante, pensé, para mí lo era, lo más seguro que para él no lo sería tanto.
Yo estaba pensando, ordenando las ideas en mi cabeza, cuando noté su mirada curiosa, yo se la correspondí mirándole a los ojos con la misma curiosidad. - Entonces según lo que dices... eres una persona... ¿Enamoradiza?
Yo asentí con la cabeza con una torpe sonrisa. – Así es, pero no son amores que me duren años, son esporádicos, del momento, he aprendido a dejarlos pasar porque no tengo nada que hacer. – dije encogiéndome de hombros.
No llegaba a enamorarme de alguien completa y perdidamente, también sería porque me había creado una coraza bastante bien forjada y repujada, odiaba que me hicieran daño, no soy el tipo de hombre que le gusta que se repitan las cosas una y otra vez, no estoy para esos trotes. Se puede amar de muchas maneras a una persona, yo lo hacía de una que me hería a mi mismo, y eso no era bueno.
Tú lo das todo y la otra persona no te responde de la misma manera, ¿qué se habrán creído, las reinas del mundo? Eso digo yo…
Apoyé mi cabeza en el brazo que me había colocado sobre mi rodilla, debía resignarme.
Prosiguió hablando, me reí por su primer comentario, la verdad es que no solía encapricharme por alguien con cerebro, únicamente porque costaba mucho encontrarlas, y tampoco es que les llamase mucho la atención. Quizá me fijaba tanto en el físico para que me diera ideas para los cuadros que dejaba atrás lo que realmente importaba en una persona. El paquete de inteligencia y belleza era algo inaudito.
Yo sonreí tímidamente cuando continuó ¿era apuesto? Oh vaya, bueno era saberlo.
Con su dedo índice me tocó la nariz, yo sonreí abiertamente, estaba rojo del todo.
- Oh por Dios, profesor. – dije quitando importancia a lo que había dicho con el mayor de los respetos. – Son más palabras de las que merezco, profesor. En cierta parte tenéis razón, pero si tengo que morir solo, pues así será, estoy harto ya de esos juegos.– apreté los labios conteniéndome. – Ya me replanteo el seguir buscando la musa. – le hablé con toda sinceridad. – Pero bueno como usted ha dicho, le encontraré el lado positivo para aprender. – aunque realmente no quería aprender más cosas de ese ámbito, insano me parecía ese mundo, ¿al final terminaría en brazos de un mujer de vida alegre? Pues si así lo quería el destino, así sería, hay personas que tienen más que dar aunque lo que tengan materialmente sea poco, sonreí ante aquello, asquerosamente romántico.
- Decís de mí porque no os habéis visto a usted mismo. – dije riéndome, me quise quitar el muerto de encima contra atacando. – Seguro que sois todo un rompe corazones. – dije haciendo una cómica mueca, le estaba tomando el pelo. – Es broma profesor. – dije dándole un suave golpe como la otra vez en el brazo.
– Aunque no le quito verdad a mis palabras, la verdad… - Dije pensativo.- en resumidas cuentas, hay quien nace para tenerlo todo, y yo qué quiere que os diga, soy feliz con la vida que llevo, en cuanto no pienso en esos temas. – concluí riéndome.
- ¿A qué hora dais clase? – Total cambio de tema, me tapé los labios con los dedos.
Yo estaba pensando, ordenando las ideas en mi cabeza, cuando noté su mirada curiosa, yo se la correspondí mirándole a los ojos con la misma curiosidad. - Entonces según lo que dices... eres una persona... ¿Enamoradiza?
Yo asentí con la cabeza con una torpe sonrisa. – Así es, pero no son amores que me duren años, son esporádicos, del momento, he aprendido a dejarlos pasar porque no tengo nada que hacer. – dije encogiéndome de hombros.
No llegaba a enamorarme de alguien completa y perdidamente, también sería porque me había creado una coraza bastante bien forjada y repujada, odiaba que me hicieran daño, no soy el tipo de hombre que le gusta que se repitan las cosas una y otra vez, no estoy para esos trotes. Se puede amar de muchas maneras a una persona, yo lo hacía de una que me hería a mi mismo, y eso no era bueno.
Tú lo das todo y la otra persona no te responde de la misma manera, ¿qué se habrán creído, las reinas del mundo? Eso digo yo…
Apoyé mi cabeza en el brazo que me había colocado sobre mi rodilla, debía resignarme.
Prosiguió hablando, me reí por su primer comentario, la verdad es que no solía encapricharme por alguien con cerebro, únicamente porque costaba mucho encontrarlas, y tampoco es que les llamase mucho la atención. Quizá me fijaba tanto en el físico para que me diera ideas para los cuadros que dejaba atrás lo que realmente importaba en una persona. El paquete de inteligencia y belleza era algo inaudito.
Yo sonreí tímidamente cuando continuó ¿era apuesto? Oh vaya, bueno era saberlo.
Con su dedo índice me tocó la nariz, yo sonreí abiertamente, estaba rojo del todo.
- Oh por Dios, profesor. – dije quitando importancia a lo que había dicho con el mayor de los respetos. – Son más palabras de las que merezco, profesor. En cierta parte tenéis razón, pero si tengo que morir solo, pues así será, estoy harto ya de esos juegos.– apreté los labios conteniéndome. – Ya me replanteo el seguir buscando la musa. – le hablé con toda sinceridad. – Pero bueno como usted ha dicho, le encontraré el lado positivo para aprender. – aunque realmente no quería aprender más cosas de ese ámbito, insano me parecía ese mundo, ¿al final terminaría en brazos de un mujer de vida alegre? Pues si así lo quería el destino, así sería, hay personas que tienen más que dar aunque lo que tengan materialmente sea poco, sonreí ante aquello, asquerosamente romántico.
- Decís de mí porque no os habéis visto a usted mismo. – dije riéndome, me quise quitar el muerto de encima contra atacando. – Seguro que sois todo un rompe corazones. – dije haciendo una cómica mueca, le estaba tomando el pelo. – Es broma profesor. – dije dándole un suave golpe como la otra vez en el brazo.
– Aunque no le quito verdad a mis palabras, la verdad… - Dije pensativo.- en resumidas cuentas, hay quien nace para tenerlo todo, y yo qué quiere que os diga, soy feliz con la vida que llevo, en cuanto no pienso en esos temas. – concluí riéndome.
- ¿A qué hora dais clase? – Total cambio de tema, me tapé los labios con los dedos.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
De repente sentía calor. Lo cual era ilógico viniendo de una persona que estaba muerta, pero aunque fuera meramente psicologico, sintió la necesidad de desabrocharse el chaleco y posteriormente un par de botones de la camiza. Las palabras de Gerard resultaban vergonzosas y al mismo tiempo divertidas, le gustaba ese sentimiento de poder estar ahí simplemente hablando con una persona sin necesidad de pretender.
El chico parecía no creer en el amor y no le jusgaba, el mismo tampoco lo buscaba ni lo esperaba, pero había una gran diferencia entre ambos, cuando te corre sangre caliente por las venas, piensas distinto sobre el mundo y sobre todo sobre la eternidad. El amor y el sexo se vuelven más que una obligación, son una necesidad incontrolable.
- ¿Rompecorazones yo? - Exclamó tan sorprendido por la palabra (además de ser la primera vez que lo llamaban asi) que sus cejas se arquearon en un gran arco y abrió tanto los ojos que le dolieron. Cuando dijo que era broma, dejó escapar una risa casi histérica, las heridas en las comisuras de los labios y mejillas se abrieron ligéramente ardiéndole, por unos segundos sus colmillos quedaron al descubierto, se llevó de inmediato una mano para cubrir su boca avergonzado.
Afanosamente y azorado como un niño pequeño buscó el vaso con wiskey que no había tocado y se lo bebió todo de un trago. La bebida bajó ardiendo por su garganta y se vio obligado a cerrar los ojos y fruncir el ceño con la sensación.
Patético, patético... sólo miráte.
Toció y carraspeó abriendo los ojos de nuevo, no atreviéndose a mirar a Gerard, se puso de pie de un salto, como un resorte y tuvo que llevarse una mano a la cintura donde previamente se había fracturado la costilla.
- Mierda - Murmuró adolorido - Emm...eres sabio en ser feliz y aceptar lo que tienes joven Gerard - Comenta finalmente con la cabeza tan colorada como la etiqueta de la botella del whiskey - Y ya... que menciona lo de la clase... pues resulta que tengo una justo en media hora -
El chico parecía no creer en el amor y no le jusgaba, el mismo tampoco lo buscaba ni lo esperaba, pero había una gran diferencia entre ambos, cuando te corre sangre caliente por las venas, piensas distinto sobre el mundo y sobre todo sobre la eternidad. El amor y el sexo se vuelven más que una obligación, son una necesidad incontrolable.
- ¿Rompecorazones yo? - Exclamó tan sorprendido por la palabra (además de ser la primera vez que lo llamaban asi) que sus cejas se arquearon en un gran arco y abrió tanto los ojos que le dolieron. Cuando dijo que era broma, dejó escapar una risa casi histérica, las heridas en las comisuras de los labios y mejillas se abrieron ligéramente ardiéndole, por unos segundos sus colmillos quedaron al descubierto, se llevó de inmediato una mano para cubrir su boca avergonzado.
Afanosamente y azorado como un niño pequeño buscó el vaso con wiskey que no había tocado y se lo bebió todo de un trago. La bebida bajó ardiendo por su garganta y se vio obligado a cerrar los ojos y fruncir el ceño con la sensación.
Patético, patético... sólo miráte.
Toció y carraspeó abriendo los ojos de nuevo, no atreviéndose a mirar a Gerard, se puso de pie de un salto, como un resorte y tuvo que llevarse una mano a la cintura donde previamente se había fracturado la costilla.
- Mierda - Murmuró adolorido - Emm...eres sabio en ser feliz y aceptar lo que tienes joven Gerard - Comenta finalmente con la cabeza tan colorada como la etiqueta de la botella del whiskey - Y ya... que menciona lo de la clase... pues resulta que tengo una justo en media hora -
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Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
Así, sin más se desbrochó el chaleco y unos botones de su camisa, yo decidí que lo mejor era mirar a las esculturas, ¿hacía calor allí? A mi siempre me había parecido una sala bastante fresca, bueno yo llevaba solo mi camisa gris, así que podría haberle entendido.
Lo sabía, le había sorprendido en demasía lo que le había dicho, yo me eché a reí bastante alto cuando le vi reírse de manera histérica, podría haberme descojonado allí mismo ¿iba a llorar de la risa? Me pasé los nudillos por ambos ojos, ví que se había tapado la boca, “Este profesor que cosas tiene” pensé para mis adentros.
¿Estaría bien? Percibí algo diferente en su actitud, bebió el whisky de un trago, yo me quedé mirándole sorprendido, qué valor, yo solía beberme los whisky’s de un trago para aliviar las penas, pero vaya, habría deseado ser yo quien se lo hubiese bebido, el alcohol circulaba por mis venas en una unión sanguinolenta bastante curiosa, creo que lo necesitaba para vivir, se podría decir que era mi defecto. Sonreí como si estuviera soñoliento ¿lo estaba? Seguro que era por el efecto de las copas de antes.
No me miró si quiera cuando se levanto de improvisto, me quedé mirándole desde el suelo, algo confuso. El profesor se llevó la mano al costado, yo no supe qué decir.
- Mierda – le oí murmurar, como un alarido de dolor, yo me levanté aunque me costó, se me había dormido una pierna por la postura, di unos pasos hacia él torpemente.
-Emm...eres sabio en ser feliz y aceptar lo que tienes joven Gerard – Seguía colorado, ¿de qué se avergonzaba ahora? - Y ya... que menciona lo de la clase... pues resulta que tengo una justo en media hora.
Alcé las manos con intención de ayudarle, pero las bajé al acto, no habría estado bien, me rasqué el brazo. - ¿Entonces deberíamos irnos ya, no?- aunque más que una pregunta era una afirmación. Le di la espalda y me dirigí a la ventana que antes había abierto para cerrarla. Caminé hacia la puerta, antes de abrir le pregunté. - ¿De verdad está bien? – me acordé de lo que dijo sobre lo que me había dicho su médico o lo que fuera. Le miré algo preocupado, uno no se queja a no ser que le duela de verdad, a no ser que seas un quejita agarra farolas.
Lo sabía, le había sorprendido en demasía lo que le había dicho, yo me eché a reí bastante alto cuando le vi reírse de manera histérica, podría haberme descojonado allí mismo ¿iba a llorar de la risa? Me pasé los nudillos por ambos ojos, ví que se había tapado la boca, “Este profesor que cosas tiene” pensé para mis adentros.
¿Estaría bien? Percibí algo diferente en su actitud, bebió el whisky de un trago, yo me quedé mirándole sorprendido, qué valor, yo solía beberme los whisky’s de un trago para aliviar las penas, pero vaya, habría deseado ser yo quien se lo hubiese bebido, el alcohol circulaba por mis venas en una unión sanguinolenta bastante curiosa, creo que lo necesitaba para vivir, se podría decir que era mi defecto. Sonreí como si estuviera soñoliento ¿lo estaba? Seguro que era por el efecto de las copas de antes.
No me miró si quiera cuando se levanto de improvisto, me quedé mirándole desde el suelo, algo confuso. El profesor se llevó la mano al costado, yo no supe qué decir.
- Mierda – le oí murmurar, como un alarido de dolor, yo me levanté aunque me costó, se me había dormido una pierna por la postura, di unos pasos hacia él torpemente.
-Emm...eres sabio en ser feliz y aceptar lo que tienes joven Gerard – Seguía colorado, ¿de qué se avergonzaba ahora? - Y ya... que menciona lo de la clase... pues resulta que tengo una justo en media hora.
Alcé las manos con intención de ayudarle, pero las bajé al acto, no habría estado bien, me rasqué el brazo. - ¿Entonces deberíamos irnos ya, no?- aunque más que una pregunta era una afirmación. Le di la espalda y me dirigí a la ventana que antes había abierto para cerrarla. Caminé hacia la puerta, antes de abrir le pregunté. - ¿De verdad está bien? – me acordé de lo que dijo sobre lo que me había dicho su médico o lo que fuera. Le miré algo preocupado, uno no se queja a no ser que le duela de verdad, a no ser que seas un quejita agarra farolas.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: ~Colores Vivos~ {Soren K}
Le vio caminar y hacer esa firmación rotunda. Se mordió el labio inferior, quería pasar más tiempo con él y al mismo tiempo quería escapar. Era extraño, pero no podía evitarlo, era tan...idiota. Tan cobarde. Nunca podría mostrarle sus cuadros a nadie y nunca podría tomar la iniciativa en nada, ni siquiera con una persona que le interesaba como ese joven pintor. Cerró los puños con fuerza hasta que temblaron.
- La verdad... debería seguir en casa recuperandome... del accidente - Comenta con sinceridad - Pero estaba aburrido en mi recuperación y ya vez... amo el arte... no pude evitar venir - Explica caminando también hacía la puerta - No creo que debería ir dar la clase tampoco... no estoy en condiciones - Agrega duditativamente - La verdad es que... pedí permiso para ausentarme por dos semanas y... -
Vamos Soren tu puedes. Deja de ser tan patético por una vez en tu maldita vida y arriésgate. ¿Que es lo peor que podría pasar?
¿Que huyera y saliera corriendo? Ya estás acostumbrado a eso, así que deja de hacerte el imbécil.
- Joven Gerard... - Murmuró finalmente luego de lo que parecía una pausa eterna - Me... duele un poco el hombro y... - ¿Pero que estaba diciendo? ¡Reacciona Soren! Haz enloquecido, se mordió el labio inferior - Es vergonzoso pero... le importaría acompañarme hasta... ¿mi tienda? - Finalizó tan nervioso como aquella vez, a los 16 años cuando la hija del Noble Fredrick había visitado el castillo y le había tocado quedarse con ella en el hall de la entrada por 20 espantosos minutos hasta que su hermano y madre regresaran.
((huy! me salió tan cortico D:))
- La verdad... debería seguir en casa recuperandome... del accidente - Comenta con sinceridad - Pero estaba aburrido en mi recuperación y ya vez... amo el arte... no pude evitar venir - Explica caminando también hacía la puerta - No creo que debería ir dar la clase tampoco... no estoy en condiciones - Agrega duditativamente - La verdad es que... pedí permiso para ausentarme por dos semanas y... -
Vamos Soren tu puedes. Deja de ser tan patético por una vez en tu maldita vida y arriésgate. ¿Que es lo peor que podría pasar?
¿Que huyera y saliera corriendo? Ya estás acostumbrado a eso, así que deja de hacerte el imbécil.
- Joven Gerard... - Murmuró finalmente luego de lo que parecía una pausa eterna - Me... duele un poco el hombro y... - ¿Pero que estaba diciendo? ¡Reacciona Soren! Haz enloquecido, se mordió el labio inferior - Es vergonzoso pero... le importaría acompañarme hasta... ¿mi tienda? - Finalizó tan nervioso como aquella vez, a los 16 años cuando la hija del Noble Fredrick había visitado el castillo y le había tocado quedarse con ella en el hall de la entrada por 20 espantosos minutos hasta que su hermano y madre regresaran.
((huy! me salió tan cortico D:))
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
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