Distraer la mente e intentar purificar el alma [Privado]

por **Amy Von Bennewitz** Dom Ago 12, 2012 11:05 pm

Recuerdo del primer mensaje :

-Madame Von Bennewitz, su carruaje está listo – una suave y dulce voz escuche alce mi vista al tiempo que cerraba mi diario, Alexei, había dejado a Lisa para que me “cuidara” pero ya sabía yo que solo quería mantenerse informado de lo que hacía en el día (mi antigua nodriza había muerto por extrañas circunstancias). Una sonrisa amplia le dedique, deje el diario en la cajuela del tocador cerrándolo con llave, escondí la misma en un joyero que contenía un apartado oculto y levantándome con rapidez me acerque a Lisa – Lisa, espero guardes mi secreto, conviviremos y necesitare de una aliada… con el tiempo te explicare cada detalle de mi “matrimonio”, necesito alguien de confianza en esta ciudad y tu… lo serás, no quiero obligarte ni mucho menos imponerte cosas… debo suponer que Alexei debe… - no alcance a terminar de pronunciar lo último cuando la joven hizo un gesto de que me quedara en silencio, me extraño que lo hiciera pero obedecí – Madame, no se preocupe… yo… vengo de Escocia mi familia son los criados de los Von Bennewitz desde hace muchos años, estoy informada de todo, Clarice su antigua dama de compañía me pidió como favor tomar este cargo y me mando esta carta hace semanas atrás, una es para usted y otra para mí. La comprendo Madame seré su aliada, amiga y compañera lo que… el demonio de su esposo le hizo no tiene perdón de Dios – la joven se persigno, sentí como llegaba a mi esa sensación de bienestar, por lo menos sabía que en Escocia tenia gente que me amaba y entendía. – Gracias Lisa – tome entre mis manos la carta de Clarice y salimos de la habitación, ella detrás de mí como si me conociera de toda la vida.

Ambas nos subimos al carruaje con ayuda del mayordomo, antes mire hacia atrás notando como en una de las ventanas de la habitación principal estaba Alexei espiando, una sonrisa de satisfacción le dedique y termine de entrar al carruaje escoltado por dos caballos de color vallo. – A la Laguna, por favor – dije como orden, mientras las riendas se ponían firmes y los caballos a paso suave comenzaban andar. El trayecto fue placentero, pude conocer a mi nueva aliada, tocamos varios temas desde lo que me hizo mi esposo hasta lo que me dedicaba, no esperaba su aprobación ni mucho menos entendiera el porqué, aquella joven en silencio me escucho, me dio su confianza y yo la mía. Ahora ya podía sentirme menos observada, me relaje y tan solo observe el paisaje que abría paso hasta el lugar de mi destino. Se demoró más menos media hora cuando se detuvo por completo y abriéndose la puerta, ambas nos bajamos de ahí.

La laguna, era tan o más grande de lo que me había contado Lisa, la mire con dulzura y antes de que comenzáramos – Solo quiero dar un paseo en bote – y comencé a caminar por el lugar, mi vestido era ligero pero notando la elegancia que solía caracterizarme, ni muy escotado, ni muy lujurioso, una simple pieza que cubría mi robusto cuerpo, además un sombrero cubría mis largos cabellos y hacia la perfecta combinación de pies a cabeza. Camine por el muelle hasta el final, vi el bote que tenía inscrito el nombre “Luminé”, no hice preguntas y me subí en el con ayuda de mi dama de compañía, el día era perfecto para un paseo al aire libre.

por **Amy Von Bennewitz** Vie Ago 17, 2012 10:50 am

Y ahí estábamos confesándonos como quien ha cometidos largos pecados en toda su vida, el hablaba de su madre sentí realmente pena por lo que había ocurrido y aquello me demostró que aquel joven era más fuerte y que la fortaleza de un hombre eran sus palabras y no la gran fuerza física que tenían. Anatole era la gran prueba de aquello, que aun existía hombre con la capacidad de escuchar a una mujer, no juzgaba y yo tampoco lo haría porque simplemente ante mis ojos él era perfecto. ¿Perfecto? Si, así era él.

Algunos piensan que las cortesanas somos unos juguetes que pueden hacer con nosotros lo que deseen, he visto varios tipos de hombre y tu eres único. – si era una especia de halago lo que estaba diciendo, no podía hablar bien me costaba buscar las palabras. Estaba nerviosa. – Y tu madre debe de estar orgullosa por tener a un hijo que se esfuerza cada día por ser mejor – en ese momento sentí una oleada de emociones bellas, era como si de un segundo a otro toda la carga en mi espalda desapareciera. – Tu abuelo a formado a un verdadero hombre – concluí con eso terminando con una amplia sonrisa, era cierto supuse que su entrenamiento no solo era ejercicios sino tener un criterio, diferente – Eres…

No pude seguir hablando él se había encargado de que mis palabras se fueran muy lejos, quizás donde yo no pudiera encontrarlas, ¿en realidad estaba diciendo eso? – Las mujeres como yo – repetí y quede completamente sonrojada ante aquello – Yo no… quiero decir – me quede callada no tenia palabras simplemente no podía hablar, ahora estaba nerviosa pero no por las confesiones sino por lo último que había dicho…

Quería cambiar el tema pero no sabía cómo hacerlo – Algún día, Alexei , el que se dice llamar mi esposo, tendrá su merecido – si, no podía decir nada mas, ni quedarme pegada en aquello que él me encontraba atractiva, que le gustaban las mujeres como yo… no, eso sería torturarme porque me costaba entender que veía en mi o en cualquier otra dama con algo más, nadie es perfecto pero aun así yo amaba mi forma de ser, mi físico solo era un envase de vidrio, nada mas… - A mí me gustan los hombres… sinceros – como tú, quise decir pero aguarde silencio, era lo mejor en ese momento.

por **Anatole Dufort** Vie Ago 17, 2012 3:13 pm

Si su mama estaba orgullosa de él o no, no lo sabía, pues no hablaba mucho con su madre, su relación no era muy estrecha, principalmente porque su madre se la pasaba postrada en una cama enferma todo el tiempo y Anatole debía matarse a diario por conseguir un par de monedas para mantenerla, su madre, literalmente no hacía nada y a veces inclusive sentía que se trataba de un castigo que el cielo le había impuesto a él.

-No se si esté orgullosa... - Comentó encogiéndose de hombres - Nunca me lo ha dicho - Y era cierto, ni ella ni el abuelo le habían dado una palabra de aliento o un cumplido a su labor, lo cual era más que obvio, el abuelo había sido un excelente cazador en su época y Anatole era torpe y no tenía ni siquiera la mitad del nivel, tampoco creía que su abuelo estuviera orgulloso de él. - Aún no logro llenar las expectativas de mi abuelo, el fue un excelente cazador cuando fue jóven, no se sentirá orgulloso de mi si no alcanzo ese nivel -

Notó que ella se había puesto nerviosa con el cumplido, notó también como el carmesí había subido a sus mejillas, observó con atención, pues le pareció adorable ese gesto avergonzado y tímido. Entonces ella dijo que le gustaban los hombres sinceros y dejaba en claro que no estaba enamorada de su actual esposo, entonces eso significaba sólo una cosa...

Tenía oportunidad con ella...

Bueno, eso creía creer. Si le gustaban los hombres sinceros, tenía que ser todo lo sincero posible ¿No?, realmente se sentía atraído por ella, principalmente porque, nunca había visto una mujer con ese cuerpo tan deliciosamente voluptuoso y moría de curiosidad por saber que se sentiría apretar sus enormes pechos y...

Ahora el que estaba rojo era él.
Carraspeó y lo siguiente que dijo se le salió completamente sin pensar.

- Yo soy virgen - Exclamó y una parvada de pájaros pasó volando por encima de su cabeza chillando ambientando la escena.

por **Amy Von Bennewitz** Sáb Ago 18, 2012 11:04 am

A veces era más fácil hablar con un desconocido que con una persona que te conocía en verdad, eso me pasaba a mí en ese momento. Anatole hablaba, yo lo hacía del mismo modo y si ambos con nuestras falencias, hacíamos de todo una pequeña descarga. Pensé en mis padres cuando dijo aquello sobre su madre, podría tenerles rencor a ellos por venderme pero no aun los amaba y aunque no los veía hace más de ocho años sabía que estaban vivos. Les enviaba dinero a menudo y solo sabía de ellos por cartas que les enviaba al menos sabia que el maldito cumplía con su palabra de mantenerlos con vida y en una casa con ciertas comodidades.

Le mire con dulzura de esas que según decían eran mis miradas angelicales - Tienes que llenar primero tus expectativas cuando comiences hacerlo tal vez tu abuelo y tu madre sentirán orgullo – no sé a qué me refería con lo que había dicho pero yo aceptaba mi cuerpo y me quería eso era lo que me daba “a veces” esa seguridad de la que pocos conocían ralamente – Esfuérzate mas para ser un mejor cazador - realmente me imaginaba al joven corriendo, con un arma en sus manos, combatiendo con que sabe Dios que monstruosidades, pero tenía algo que… algo que en realidad no sabía pero me gustaba.

Su última confesión hizo que me atorara tan solo de pensar en que yo era, no… - Vi… Virgen – dije sorprendida, avergonzada y aun mas sonrojada, una risita nerviosa salió de mis labios. Ante el yo era un sucia ninfómana, pensé torpemente y al cabo de unos segundos deseche aquella idea – Nunca había conocido a un virgen – dije entre dientes aun nerviosa – Normalmente los jóvenes hormonales que van al burdel buscan a la cortesana más bella, la de curvas pronunciadas, la más delgada o la de pechos mas enormes – Si, varias de mis compañeras me habían comentado que habían desvirginado a jóvenes mas yo no y aunque le había dado importancia. Ahora pensaba que no me gustaría saber que el acudiera a un lugar por… moví mi cabeza. – Eres muy… puro – si eso era él y así éramos, el era blanco y yo negro, el era agua y yo aceite…

Suspire buscando algo en mis pensamientos - ¿No tienes novia? – los jóvenes a nuestra edad la mayoría estaban comprometidos, desposados, o tenían novias simplemente, yo realmente estaba casada, pero no tenía una pareja… No, alto… ¿que estaba pensando? Es virgen repetí tontamente en mi cabeza, es virgen… No eso no debería importarme, lo mire entrecerrando los ojos – ¿Y has sentido curiosidad por saber que se siente? – Si antes estaba avergonzada ahora parecía un tomate, podía sentir mi rostro arder ante mis palabras, pero me causaba intriga, quería saber....

por **Anatole Dufort** Mar Ago 21, 2012 10:39 am

Ella tenía razón, debía llenar sus expectativas primero ¿Pero cuales eran Anatole no estaba seguro, de hecho a veces dudaba si ser cazador era realmente lo que deseaba ser, asintió ante las palabras de ella, daría un mejor esfuerzo en todo, como hasta ahora.

La siguiente cuestión le hizo querer tirarse al agua y desaparecer para siempre. No sabía porqué de repente había soltado aquello, había sido sin pensar y ahora se encontraba en una terrible situación embarazosa, por muy cortesana que ella fuera, esos temas eran bochornosos e inadecuados para tratar con una mujer ¿no?, tragó saliva escuchando lo que ella decía sobre jóvenes que iban en busca de mujeres al burdel, esa costumbre era bastante común y Anatole sabía de muchos chicos de su edad que habían perdido la virginidad así - Algunos... piensan que deben hacerlo primero con una cortezana para adquirir experiencia antes de casarse - Aquello le parecía un tanto extraño y no le convencía del todo.

Negó con la cabeza ante la pregunta sobre si tenía novia, sus mejillas iban a estallar de lo rojas que estaban y sentía un silbido en la cabeza.

- No... tengo - Comentó y volvió a tragar saliva - Tuve novia hace ya un buen tiempo, creo que unos 4 años - Se encogió de hombros - Pero no llegamos a tener sexo... - Desvió la mirada, la sola pronunciación de la palabra le avergonzaba - Es que... yo pienso que, cuando lo haga con una chica es porque voy a casarme con ella... quiero decir... no quiero dejar embarazada a una chica y luego huir como mi padre... por eso, sólo lo haré con la persona con la que valla a tomar responsabilidad el resto de mi vida, si ella queda embarazada entonces yo, responderé por la criatura como se debe - Explicó, todo se trataba del código de honor.

Se revolvió nervioso y se llavó una mano para rascarse la nuca ante la intimidante pregunta, tragó saliva una vez más.

- Bueno... si... si me da curiosidad - Murmuró con sinceridad, se había prometido que con ella sería siempre sincero - Pero... yo... yo no tengo mucho dinero, entonces... me pongo a pensar ¿Y si mi chica queda embarazada... ¿Que futuro podría darle a mi hijo? - Meneó con la cabeza - No quiero que tenga la misma niñez que yo tuve... por eso... es que prefiero esperar - Finalizó sofocado.

por **Amy Von Bennewitz** Mar Ago 21, 2012 2:12 pm

Realmente aquel jovencito me sorprendía sobremanera era tan inocente, cualquiera a su lado era un impuro y me hacia quedar chiquita tan solo pensar con toda la cantidad de hombres con los que me había acostado, pero algo tenia seguro nadie había tocado mi alma, aquellos con los que me metía solo era por diversión, por tener sexo, ellos disfrutaban pocas veces disfrutar me tocaba a mí. Sonreí de medio lado bajando la cabeza y mirando al joven de pies a cabeza si, aun cuando estaba sentado se veía lindo, era guapo y de seguro conseguiría a una buena mujer, esa idea hizo que todo se me estremeciera, yo… a mi me gustaría ser aquella pero deseche la idea antes de hacerme alguna ilusión de la cual me pudiera hacer sufrir después…

Aun cuando lo escuchaba seguía esa idea que no salía de mi cabeza - Nadie necesita experiencia… eso es la forma más baja para hacerse hombres… luego se vuelven adictos a las cortesanas, al sexo peligroso y cuando tienen a una mujer como esposa, la mayoría de las veces las engañan – hable quizás para consolar mi interior y no pensar en lo que deseaba, no pensar en un quizás… o un tal vez…

Eres único en tu especie, creo que no conozco a nadie como tu – si decir aquello había logrado sonrojarme pero mantuve la mirada en el – Me gustas – no eso no era – Ósea digo, me gusta que aun hayan aunque sea un hombre en la tierra que piense de esa forma – si antes estaba sonrojada ahora era una verdadera caldera, la palabra salió sin que yo quisiera que aquello saliera, apreté mi labio con fuerzas como si de esa forma ninguna palabra más saliera de mi interior. No quería que el pensara… no bueno si. Me lleve mi mano a mi cabellera para acariciarla y no pensar desvié la mirada de el hacia el lago, tome una gran bocanada de aire llenando mis pulmones, inflando mi pecho.

Cuando tengas a tu hijo de seguro lucharías mas por hacerlo feliz, creo que serás un muy buen padre – no lo dudaba, Anatole era lo que cualquier mujer deseaba, un hombre puro, sincero y que no andaría engañando a su mujer – A mí, alguna vez… - dije suspirando – quizás cuando me libre de mi condena… espero tener una familia, dejar el burdel y seguir con la joyería – aun me faltaba el aire y las palabras habían salido más ahogadas de lo común, estaba nervios, el me ponía nerviosa y no lo negaría. Quería hacerle tantas preguntas pero estaba tan incómoda que me había quedado sin palabras, ni pensamientos, ni absolutamente nada.

por **Anatole Dufort** Mar Ago 21, 2012 2:49 pm

- Yo no podría engañar a mi esposa - Exclamó aterrado ante la idea - ¿Qué sentido tendría casarme con alguien si igual voy a buscar a otras mujeres? ¿Cuanto valdría entonces mi palabra? - Si, porque todo se resumía al código de honor, a su palabra y a lo que está valía. -¿Qué es un hombre sin su palabra? - Agregó y sintió que el abuelo hablaba por él, quizás porque su propio padre había huído y él había sido una víctima de un hombre con pocos principios, Anatole sabía por carne propia el dolor y la ausencia que se sentía, no quería que otro ser pasara por lo mismo y mucho menos uno engendrado por su propio cuerpo.

Lo que dijo ella a continuación lo hizo sentir muy halagado y se le colorearon hasta las orejas, sonrió tontamente y comenzó a jugar con los dedos, quizás a ella también le gustaba él... ¿Porqué pensaba esas cosas? Anatole; es ella es una mujer casada, mantén eso en mente. Se repitió así mismo.

- Eso no lo se... nunca me he puesto a pensar en mi hijo o en casarme, para ser sincero, no pienso en eso, lo veo demasiado lejano en mi futuro - Explicó, porque Anatole nunca pensaba en ello, ni siquiera lo tenía presente, sabía muy bien que el deber de un hombre era mantener a una mujer y a sus hijos, pero el simplemente no podía darse ese lujo, a duras penas llevaba la comida a los platos del abuelo (que ya no podía trabajar por sus piernas) y a su madre ¿Cómo podría encargarse de alguien más? Sería imposible.

- Y... ¿Porqué no dejas el burdel? - Le preguntó al fin - Podrías trabajar sólo en la joyería ¿no? - Entonces, Anatole fue consciente de que sentía una molestia en su estómago cada que pensaba en Amy vendiendo su cuerpo a otros hombres.

por **Amy Von Bennewitz** Mar Ago 21, 2012 3:14 pm

Pienso lo mismo, mi esposo tiene otra pareja – dije casi en un susurro - Un hombre – mi voz salió con desconcierto – Y… vivimos todos bajo el mismo techo – Cualquiera que me escuchara notaria que yo estaba loca, que como podía vivir ahí, pero claro no sabían la verdad de todo el asunto, la vida de las únicas personas que amaba en verdad corría un riesgo de muerte y no podría vivir con la culpa de que mis padres fallecieran por que incumplí con la única regla que me pedía Alexei, aparentar que éramos una pareja feliz. – Creo en la fidelidad aun cuando me hayan sido infiel y al final yo igual lo soy – quería que alguien me sacara de ese bote en ese momento, cada segundo que pasaba me sentía mal, mal con todo lo que estaba diciendo, no era una buena mujer.

Algún día veras que tendrás una linda familia – suspire, si me sentía incomoda dando o diciendo aquello, mi familia era un lio ni siquiera los consideraba parte de mi vida pero ahí estaban aquellos dos hombres presentes para hacerme saber que no valía nada, ni un solo peso. Pase saliva con dificultad cuando el menciono lo de seguir con la Joyería levante la vista temerosa – Porque siempre me han dicho que nadie desearía a una mujer como yo Alexei y Richard se encargan de eso – mi esposo y su amante – Y si, vendo mi cuerpo porque creo que ahí encuentro el valor que no pudo dármelo del todo… Seguiré con la joyería hasta mis últimos días, no toda la vida seré una… Prostituta – porque eso era, ante los ojos de él una mujer que vendía su cuerpo. – Aun creo que uno de los hombres con los que me acuesto me rescatara de ese hoyo, se atreverá de librar a mi familia y poner en su lugar a mi esposo… - Ese siempre había sido mi deseo.

Le quede mirando incomoda, quizás el también lo estaba pero necesitaba decir todo tal cual era – Aun creo que vendrá el príncipe de mis sueños y mi vida cambiara – aquella simple frase para mi significaba mucho más de lo que cualquier pudiera imaginar – Los que van a la joyería buscan joyas… los que van al burdel buscan mujeres… y si alguno me pide… siempre seguiré con la ilusión que sea el ultimo – ingenua, tal vez, en realidad seguía con esa fe.

Nadie se acerca a mi cuando voy a algún lugar, temen que por juntarse con una gorda su estatus baje… por eso conozco a muy pocas personas y mucho menos a hombres… - Y ahí mis nervios me habían llevado hablar mas de lo debido, pero necesitaba darle todas las explicaciones… si sentía esa necesidad en mi interior explicarle el porqué, a él a Anatole.

por **Anatole Dufort** Miér Ago 22, 2012 10:12 am

¿Había escuchado bien? ¿Había dicho que con un hombre?, Anatole se llevó una mano a la boca en señal de sorpresa, aunque no fuera una persona católica y conservadora, pensar en la homosexualidad en esos tiempos era realmente sorprendente y aterrador. El joven cazador no conocía a nadie en esa condición, ni mujeres ni hombres, por lo que no podía más que sorprenderse. Aún más escandaloso le pareció que vivieran juntos, todo parecía una verdadera locura.

Arrugó la nariz cuando ella le contó lo que le decían a ella, los motivos por los cuales no dejaba el burdel ¿Acaso creía que algún tipo de esos que iban a buscar sexo sin importar qué, podría darle amor y protección? ¡Ese tipo de hombres sólo estaban interesados en sexo! Ninguno podría ser un príncipe azul. El joven cazador se mordió el labio sin saber si decirle lo que pensaba o no, podría herir sus sentimientos, ella parecía realmente convencida de que ese príncipe aparecería en el burdel y decirle lo contrario podría ponerla muy triste.

Un momento... ¿Y es que ahora te importa si está triste o no? Anatole, si apenas la conoces.

- Yo... yo... no creo que tu figura sea tan relevante... quiero decir... - Murmuró azorado sin saber como decir lo que quería sin parecer tonto, los nervios de repente se agaloparon en su pecho y las palabras parecían estar atrancadas cual pelota de tennis en su garganta - No creo que baje o suba un estatus... sin embargo... yo - Volvió a tragar saliva - Yo... puedo hacerle compañía... cuando valla a algún lugar...- Bajó la mirada hasta sus zapatos - mi estatus no puede bajar más de lo bajo que ya está de todos modos - Bromeó con una sonrisita - Entonces... si no te molesta... puedo acompañarte la próxima vez -

por **Amy Von Bennewitz** Miér Ago 22, 2012 11:02 am

No era de dar explicaciones, nunca las daba a nadie, ni a mi esposo ni a mi socio, por lo menos el ultimo confiaba mas en mi que cualquier otro hombre que conocía. Pero sentía esa necesidad para con Anatole de responderle todo y explicarle de la mejor manera, lo que pasaba en mi vida. No te su cara de sorpresa cuando mencioné que mi esposo era Homosexual, en realidad mi sorpresa fue más grande y devastadora, suspire pensando en la fatídica vida que llevaba.

Era una cortesana gorda, que muy pocos hombres, por no decir ninguno encontraba fea y nada excitante, era eso, mi apariencia siempre será la misma no dejaría de comer por darle el gusto a la sociedad, si llegaba el hombre indicado para mí me amaría tal cual era. En eso ladee mi cabeza observando a joven cazador, el sería perfecto… no, no, el… ¡Dios santo que estaba pensando!, no llevaba ni un día de que lo conocía y ya me hacía sentir mejor que muchas de las personas que a menudo me rodeaban.

Con las palabras que salían de los labios de aquel joven mi corazón estallo de felicidad ¡Nos volveríamos a encontrar! Que mejor, sentí como una oleada de emociones y nuevas cosas pasaban por mi cuerpo, en mucho tiempo nadie había logrado hacer que mi corazón estallara de energía, todo cambio en ese momento mi sonrisa en ensancho y como si todo lo que había hablado quedaba en lo más profundo de las aguas.

Me levante solo un poco inclinándome hacia él y deposite un beso en su mejilla - ¿Harías eso? – dije mientras me alejaba para volver a mi lugar. El se había ofrecido y esperaba que no fuera porque le había dado pena mi situación, NO, el era diferente – Me gustara tenerte – eso ya sonaba demasiado obsceno – como acompañante – dije casi orgullosa de ese encuentro, - Me has hecho más feliz que muchas otras personas que se han pasado la vida, en la mía. – era una mujer de piel y aunque a muchos le incomodara aquellos contactos a mi no, después de todo era una cortesana, le tome la mano y la apreté con la mía, quedándome ahí, así en silencio.

por **Anatole Dufort** Miér Ago 22, 2012 2:50 pm

Asintió rápidamente con la cabeza ante la pregunta, claro que lo haría, si se lo había pedido era porque estaba seguro de que lo cumpliría, pero entonces lo que vino a continuación lo sorprendió bastante, ella se había acercado para depositar un tierno beso en la mejilla. Todo en su cuerpo se estremeció con el pequeño contacto y sintió el calor subirle por la cara una vez más. Con la cercanía pudo oler el perfume que emanaba de su cabello y cuello, suavemente llegando hasta su nariz como una caricia que nadie a pedido.

- ¿En se...rio? - Preguntó avergonzado cuando ella dijo que la hacía feliz - Pues... me alegro entonces que nos hayamos encontrado hoy - Agregó con jovialidad e inocencia - Al parecer es cierto eso que dicen del destino ¿No? y de las coincidencias - Agregó recordando algunas creencias que había escuchado de los gitanos años atrás cuando llegó a trabajar en el circo. Entonces ella le tomó la mano y esta vez Anatole sintió que el pecho se le iba a salir.

BUM, era como si estallara por dentro con cada latido. Se quedó en silencio también sin saber que hacer con la mano. Sin saber como descifrar su significado. ¿Que quería ella decir con eso? ¿Estaba insinuando algo más? ¿Esperaba ella que él la besara también? Se cuestionó en esos segundos en que duró el contacto.

No, pero no puede ser, se dijo, aún no somos novios y ni siquiera se si llegaremos a serlo, debe ser un gesto de amigos. Eso debe ser.

Palmeó con la otra mano el dorso de la de ella en un gesto para nada romántico, sino inocentemente amistoso. Y rió tontamente. Valla si estaba nervioso.

- Bueno... y ... ¿Cuando podría ser ese encuentro? - Preguntó al final, pensando en que quizás ella quería regresar a su mansión a descansar, llevaban varias horas en la laguna y apenas si se daba cuenta - No... quisiera que tu esposo me viera y creyera cosa
s que no son, pero si prefieres podemos encontrarnos en alguna parte o puedo ir a buscarte a la joyería -

por **Amy Von Bennewitz** Miér Ago 22, 2012 5:28 pm

Tome aire inflando mi pecho nuevamente, cuando sentí que él me había tomado la mano dejando una suave palmadita me puse roja y le solté de manera rápida para volver con mi mano a donde debería estar sobre mis piernas descansando o simplemente a un lado de mi cuerpo. Abrí los ojos cuando el… ¿en realidad estaba preocupado por mi? Y ¿quería acompañarme a una de esas reuniones tan aburridas? No le negaría la oportunidad para acompañarme, siempre había querido la aceptación de las personas y de seguro si me veían con el… no, a él no podría usarlo, de ninguna de las formas, era demasiado puro para… para… tenía que dejar de pensar.

Sonreí con amplitud – En dos días… hay un reunión en el Hotel Des Arenes, me llego la invitación Alexei no irá ya que se va de viaje mañana, hacia alemana por trabajo – era una información necesaria claramente, no quería exponer la vida de aquel joven, conocía demasiado a mi esposo y no quería que dañara a la única de las pocas personas que me hacía sentir bien – Y tengo que ir, por obligación – baje la mirada – Quiero que me acompañes – lo mire directo a sus ojos, no sabía si realmente era felicidad o emoción, tal vez las dos.

Mi estomago dio un pequeño sonido y me sentí mas avergonzada tenía hambre, había que decirlo – Anatole tienes algún traje elegante, es una reunión formal – Si una reunión, donde habría mucha comida, hablarían sobre los temas políticos de Paris y Francia en general algo totalmente aburrido, pero tenía que cumplir o si no Alexei se desquitaría conmigo, a final de cuentas él y los asuntos políticos tenían mucho en común, la Mentira.

Si no tienes… yo te puedo ayudar con eso – no quería que lo miraran mal, me bastaba con que me vieran feo ama persona yo estaba acostumbrada. – Tenemos que divertirnos esa tarde – o noche por qué no sabía en realidad cuanto duraban esas cosas, normalmente me iba antes y dejaba a Alexei con todos los caballeros, las damas se iban a un lugar a parte y comentaban sobre los asistentes, si iba con Anatole podría conversar con él y conocerlo aun mas eso era lo que en realidad quería – Así nos podemos conocer más – dije con cierta emoción, me gustaba, ya lo tenía claro.

Era como si fuera la primera vez que conocía a un hombre, que me mirara con otros ojos y no con los típicos de quien ve a un espécimen. – Puedes irme a buscar a la joyería Il Piacerre della vita – susurre al final.

por **Anatole Dufort** Jue Ago 23, 2012 11:29 am

Ahora si que estaba asustado, era una mezcla de sorpresa y emoción. Todo lo que ella decía daba vueltas en su cabeza, abrió mucho los ojos cuando mencionó el hotel, nunca había estado ni cerca de ese lugar, a personas como él no se les permitía acercarse tan siquiera, se sabía que era un lugar habitado sólo por la alta alcurnia, gente privilegiada de cuna de oro. No pudo más que sentirse infinitamente nervioso.

- No... no tengo traje... yo - Murmuró, pues claro que no tenía ningún traje elegante, las únicas ropas que poseía habían sido heredadas del abuelo en su mayoría o tejidas por su madre y para ser franco la madre no era muy buena en esas tareas (en realidad en casi nada) y su ropa era realmente... fea. Los colores no combinaban bien o simplemente no encajaba con su cuerpo. Un traje era un sueño - Lo lamento... lamento ponerte en tantas complicaciones - Se disculpó cuando ella se ofreció en conseguirle uno.

Pero tenía que aceptarlo, estaba muy emocionado, por más verguenza que sintiera, era más la emoción de ir a un lugar tan elegante, vestirse con un traje de ricos y lo más importante, compartir una velada con ella. Todo parecía como si viviera un mágico cuento de hadas. Iba a ser como la cenicienta pero en versión hombre... o algo así. Sonrió y se mordió el labio inferior.

- Allí estaré, te buscaré en la joyería en la tarde... ¿Me cambiaré de ropa allí mismo verdad? - Preguntó, porque definitivamente no tenía buena ropa con la cual asistir e iría a la joyería con sus arapos de siempre - Daré mi mejor esfuerzo siendo tu acompañante - Agregó emocionado y lanzó un puño al aire cual niño entusiasmado - ¡Ya lo verás! -

por **Amy Von Bennewitz** Jue Ago 23, 2012 12:25 pm

En realidad estaba emocionada por lo que estaba pasando aquella velada seria como una cita, ¿una cita? Aquello hizo que me quedara completamente paralizada, realmente no sabía en lo que estaba pensando, mi cabeza con la emoción, con lo que él decía, la forma en que me trataba y si podía ver su esfuerzo él hacia todo para que yo estuviera bien, con una sonrisa… “Amy deja de ilusionarte” mi cabeza daba respuesta en negativa y tan solo apreté los ojos con fuerzas.

Anatole, no es una complicación para nada y no te preocupes que tendrás un tarje con el cual asistir y acompañarme – sonreí Alexei tenía muchos trajes pensé, pero no, a aquel cazador le daría uno nuevo, Gaspar de seguro me ayudaría con eso pensé – Y claro en la joyería puedes cambiarte no hay problema en eso – si estaba feliz porque lo volvería a ver. Quería por primera vez que esto no terminara ahí en la laguna.

Tan solo imaginar que estaría acompañada y con una buena compañía me llenaba de tanto jubilo, sería prácticamente la primera vez que asistiría a una de esas reuniones tan feliz – Y ve con hambre porque lo que sobra es comida en esas reuniones – levante los hombros de manera inocente, en realidad mi esposo no me dejaba comer mucho cuando estaba frente a otras personas pero ahora nadie me diría que no.

Mi corazón latía con fuerzas muchas s decir verdad. Mire hacia un lado del bote y note que desde la orilla me hacían señas era Lisa, de seguro ya era hora de irme y eso no me gusto para nada, no quería separarme de ese momento si por mi fuera lo hubiera hecho eterno –Anatole – dije entre dientes – Creo que ya es hora que volvamos a la orilla – señale hacia ese punto para que viera como mi doncella hacía señas y saltaba como loca. Sonreí de medio lado – Lo mejor de todo esto es que podre verte de nuevo – eso lo ¿había pensado o lo había dicho? En realidad no lo sabía con precisión así que solo me quede en completo silencio.

((Cerraremos aquí para comenzar el otro tema ¿o no?))

por **Anatole Dufort** Vie Ago 24, 2012 9:00 am

Muy emocionado y asustado con la idea, el joven cazador asintió a todo lo que ella le decía, moviendo su cabeza rápidamente. Lo de la comida y el traje resonaban en su cabeza, pero más allá la emoción de volver a verla era lo que le tenía más perturbado. Escuchó todo lo que ella dijo y exclamó ávidamente - Allí estaré -

Entonces ella le pidió volver a la orilla y él notó a la criada que les llamaba en la distancia, no estaba seguro de cuanto tiempo había pasado, pero remó con sus enérgicos brazos, hasta que la barca estuvo al borde y se balanceó ligeramente, se puso de pie y salió a tierra firme cuidando de no perder el equilibrio y le extendió la mano a ella para ayudarla a salir, al parecer había un carruaje esperándola, definitivamente esa mujer era de clase alta.

- Fue un placer conocerte - Dijo al fin, con una venia cortez como alguna vez había visto hacer a la gente de alta alcurnia. Se despidió y se dirigió de regreso por el sendero que atravesaba el pequeño bosque que bordeaba la laguna, para salir a las zonas alejadas de la ciudad. Tardaría una hora casi en volver si iba a paso lento y como no tenía afán, caminó con tranquilidad por el sendero destapado, aspirando el aroma de la hierva fresca y observando como el sol lentamente se iba escondiendo tras el horizonte.

Seguramente, esa semana iba a ser una excelente semana, pues la buena suerte había comenzado por ese día.

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