AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
My Plague {Privado}
Página 2 de 2.
Página 2 de 2. • 1, 2
My Plague {Privado}
Recuerdo del primer mensaje :
Su sonrisa sardónica casi brillaba en la oscuridad, con sus dientes blanquísimos, antinaturales, iluminados como si se tratara de pequeñas luciérnagas en su boca cruel. Sus ojos saltaban de sus cuencas, vacíos y verdes como grillos, y su piel macilenta parecía bailar una danza de luces y sombras bajo el caprichoso influjo de la tea encendida que nos daba luz. Él reía, y yo le hacía los coros.
Sabe algo, Alchemilla, lo sabes... ¡Tienes que sonsacárselo, da igual lo que cueste!
– Eres una bruja traviesa, pequeña, y encima una asesina... ¿Sabes lo que opina la Santa Inquisición sobre monstruos como tú? ¡Te lo puedo decir, sin un Auto de Fe! ¡Morirás condenada, repudiada por Él, por nuestro Señor, y presa de terribles sufrimientos! Y a mí me recompensarán ricamente... – me decía, relamiéndose y con un cuchillo en la mano, como un cerdo cualquiera.
Me tenía atada de pies y manos, débilmente apresada contra una pared en un calabozo de piedras perfectamente alineadas tras las que se escondían ellos, omnipresentes, testigos sonoros y cómplices secretos de aquella captura voluntaria.
– ¿Dónde están mis hermanos? ¿Qué ha hecho mi padre con ellos? – le espeté, y él me devolvió la gentileza con una bofetada sonora, rabiosa, rápida, intensa. Tiñó mi piel de rojo, y mi visión de bermellón; me hizo apretar los puños con fuerza y escupir delante de él, que me miraba con auténtico odio.
– Tú los mataste, ¡monstruo! Ahogaste a tu hermano, hiciste arder a tu hermana, asesinaste a tu padre a sangre fría, ¡incluso mataste a tu madre! – exclamó, y yo sólo pude reírme de manera fría, despiadada, cruel.
Acaba con él, princesa... Haz que sufra, desángralo como a un cerdo, ¡entierra esas mentiras inmundas bajo una capa de sangre, de vísceras y de piel! ¡Haz que ese inquisidor pruebe de su propia medicina!
– No, a ellos no los maté, ¡nunca podría! A ti, en cambio... – murmuré, con una sonrisa amplia, llena de dientes, y antes de que él tuviera tiempo de amenazarme salté sobre él.
Lo ataqué como un animal a su presa. Mordiscos, arañazos, patadas, golpes con la cuerda que me apresaba parcialmente: cualquier cosa con tal de herirlo, cualquier recurso con tal de ver la sangre correr, cualquier estrategia con tal de destrozarlo... ¡y lo hice! Me dio igual que su cabeza se estrellara una vez contra la fría piedra, ¡quería verla más, y lo repetí hasta que quedó de él un amasijo de sangre y seso entre la pared y mis manos!
Sus huesos estaban quebrados en posiciones que lo dejaban como un muñeco roto, en el suelo, antaño fuerte pero vencido por alguien que no comprendía y que era más débil... ¡Salvo cuando hechizaba las cuerdas para rasgarlas y poder tener el factor sorpresa necesario para alcanzar la victoria! Con eso no había contado, y eso que me había llamado bruja como si fuera un insulto... no lo era. Pero era un no iniciado, nunca entendería que era lo único que me quedaba para encontrar a mi familia.
Una sombra corpórea se despegó de la pared. Evaluó el cuerpo y sus heridas; juzgó la sangre en mis manos y en mis rasgadas vestiduras, que apenas cubrían lo esencial y dejaban a la vista los cortes que portaba en brazos y piernas, mi castigo por dejar que mis hermanos sufrieran tanto. Después, asintió.
Enhorabuena, Alchemilla, lo has hecho muy bien.
– ¿Quién es el siguiente que podría saber algo? ¡Lo necesito, dímelo, que sea ya! – exclamé, con la mirada clavada en la oscuridad deslizante que eran las cuencas vacías de sus ojos.
Paciencia... Tus esfuerzos se verán recompensados, ¡ya lo verás!
Y se esfumó. Tan pronto como había venido desapareció, dejando el aire cargado a su alrededor. ¡Me dejaba sin una triste respuesta! La ira me obligó a apretar los puños con tanta fuerza que me clavé las uñas en las manos y empecé a sangrar; la ira impulsó mis piernas para salir corriendo de aquel calabozo, pasillo abajo, hacia el espíritu, ¡al que veía tan claramente como si fuera de día bajo la luz de las antorchas!
– ¿Por qué huyes, cobarde? ¡Dímelo! ¡Dímelo ahora mismo! – gritaba, con el eco de mis palabras reverberando en la pared y fundiéndose con mis pasos agigantados hacia lo que pareció ser la salida del calabozo, donde la luna me dio la bienvenida y dotó de una consistencia especial a la sangre que me cubría de pies a cabeza, a mis cabellos revueltos, a mis ojos enloquecidos, a la ira que casi parecía emanar de mí, a mi figura expectante, en busca de un espectro que se había esfumado frente a mí... ¡Maldito!
Sabe algo, Alchemilla, lo sabes... ¡Tienes que sonsacárselo, da igual lo que cueste!
– Eres una bruja traviesa, pequeña, y encima una asesina... ¿Sabes lo que opina la Santa Inquisición sobre monstruos como tú? ¡Te lo puedo decir, sin un Auto de Fe! ¡Morirás condenada, repudiada por Él, por nuestro Señor, y presa de terribles sufrimientos! Y a mí me recompensarán ricamente... – me decía, relamiéndose y con un cuchillo en la mano, como un cerdo cualquiera.
Me tenía atada de pies y manos, débilmente apresada contra una pared en un calabozo de piedras perfectamente alineadas tras las que se escondían ellos, omnipresentes, testigos sonoros y cómplices secretos de aquella captura voluntaria.
– ¿Dónde están mis hermanos? ¿Qué ha hecho mi padre con ellos? – le espeté, y él me devolvió la gentileza con una bofetada sonora, rabiosa, rápida, intensa. Tiñó mi piel de rojo, y mi visión de bermellón; me hizo apretar los puños con fuerza y escupir delante de él, que me miraba con auténtico odio.
– Tú los mataste, ¡monstruo! Ahogaste a tu hermano, hiciste arder a tu hermana, asesinaste a tu padre a sangre fría, ¡incluso mataste a tu madre! – exclamó, y yo sólo pude reírme de manera fría, despiadada, cruel.
Acaba con él, princesa... Haz que sufra, desángralo como a un cerdo, ¡entierra esas mentiras inmundas bajo una capa de sangre, de vísceras y de piel! ¡Haz que ese inquisidor pruebe de su propia medicina!
– No, a ellos no los maté, ¡nunca podría! A ti, en cambio... – murmuré, con una sonrisa amplia, llena de dientes, y antes de que él tuviera tiempo de amenazarme salté sobre él.
Lo ataqué como un animal a su presa. Mordiscos, arañazos, patadas, golpes con la cuerda que me apresaba parcialmente: cualquier cosa con tal de herirlo, cualquier recurso con tal de ver la sangre correr, cualquier estrategia con tal de destrozarlo... ¡y lo hice! Me dio igual que su cabeza se estrellara una vez contra la fría piedra, ¡quería verla más, y lo repetí hasta que quedó de él un amasijo de sangre y seso entre la pared y mis manos!
Sus huesos estaban quebrados en posiciones que lo dejaban como un muñeco roto, en el suelo, antaño fuerte pero vencido por alguien que no comprendía y que era más débil... ¡Salvo cuando hechizaba las cuerdas para rasgarlas y poder tener el factor sorpresa necesario para alcanzar la victoria! Con eso no había contado, y eso que me había llamado bruja como si fuera un insulto... no lo era. Pero era un no iniciado, nunca entendería que era lo único que me quedaba para encontrar a mi familia.
Una sombra corpórea se despegó de la pared. Evaluó el cuerpo y sus heridas; juzgó la sangre en mis manos y en mis rasgadas vestiduras, que apenas cubrían lo esencial y dejaban a la vista los cortes que portaba en brazos y piernas, mi castigo por dejar que mis hermanos sufrieran tanto. Después, asintió.
Enhorabuena, Alchemilla, lo has hecho muy bien.
– ¿Quién es el siguiente que podría saber algo? ¡Lo necesito, dímelo, que sea ya! – exclamé, con la mirada clavada en la oscuridad deslizante que eran las cuencas vacías de sus ojos.
Paciencia... Tus esfuerzos se verán recompensados, ¡ya lo verás!
Y se esfumó. Tan pronto como había venido desapareció, dejando el aire cargado a su alrededor. ¡Me dejaba sin una triste respuesta! La ira me obligó a apretar los puños con tanta fuerza que me clavé las uñas en las manos y empecé a sangrar; la ira impulsó mis piernas para salir corriendo de aquel calabozo, pasillo abajo, hacia el espíritu, ¡al que veía tan claramente como si fuera de día bajo la luz de las antorchas!
– ¿Por qué huyes, cobarde? ¡Dímelo! ¡Dímelo ahora mismo! – gritaba, con el eco de mis palabras reverberando en la pared y fundiéndose con mis pasos agigantados hacia lo que pareció ser la salida del calabozo, donde la luna me dio la bienvenida y dotó de una consistencia especial a la sangre que me cubría de pies a cabeza, a mis cabellos revueltos, a mis ojos enloquecidos, a la ira que casi parecía emanar de mí, a mi figura expectante, en busca de un espectro que se había esfumado frente a mí... ¡Maldito!
Invitado- Invitado
Re: My Plague {Privado}
El hombre-que-era-mujer había dejado de ser hombre y ya era sólo mujer. Qué complicado. Pero era cierto, parecía que el golpe le había cambiado la personalidad. ¿Sería eso posible? Según había aprendido cuando estaba con Timeus, había muchos tipos de enfermedades mentales, a lo mejor él-ella, ahora ella, tenía alguna. Sí, podría ser eso. Si no, yo no lo entendía. Bueno, no lo entendía de todas maneras, qué más daba.
Pero si es muy sencillo, ella, que antes era él en el cuerpo de ella, ha vuelto a ser ella, pero sin saber que ha sido él en un cuerpo equivocado...
¡Basta, basta! Tanta confusión me daba dolor de cabeza. Sabía que no era el olor de los cadáveres o de la sangre derramada, ellos me habían acostumbrado a ese particular tufillo y ya no me afectaba como al principio, que tenía que vaciar el contenido de mi estómago y el vómito lo hacía apestar más. No, si quería vencer a mi padre debía ser fuerte y controlar mi cuerpo, algo que él, ¿o ahora era ella?, parecía no hacer. Al menos, no respecto a su mente.
– ¿Quién soy? Alchemilla, claro. ¿No te acuerdas de mí? Estuvimos junt... juntas, sí, en el calabozo, pero entonces llevabas una máscara y yo no veía tu cara y creía que tú ibas a ayudarme, después a matarme, luego a ayudarme, luego a matarme y... aquí estamos. No quieres matarme, ¿no? Pero tampoco ayudarme. ¿Qué quieres? – farfullé, con el ceño fruncido e instintivamente adoptando una posición defensiva. O algo así.
¿Qué sabes tú de defenderte, cuando piensas que la mejor defensa es un buen ataque y ni siquiera sabes ser pacífica, porque dependes del olor y el sabor de la sangre derramada para poder vivir normalmente?
Eso no era cierto, yo podía ser perfectamente pacífica, pero no cuando mis hermanos o mi padre entraban en la ecuación. Haría lo que fuera por salvarlos (a mis hermanos, claro, a mi padre lo quería ver muerto), y en lo que fuera se incluía matar a quien tuviera que hacerlo. Especialmente a Murphy. Pero esa chica pelirroja también sería mi víctima si no me dejaba acercarme a mi padre. ¿Y si trabajaba para él y todo eso era una simple actuación para que me confiara y él pudiera capturarme? ¿Sería capaz de...?
Oh, vamos, él haría eso y mucho más si con eso pudiera atarte corta y derrotarte de una vez por todas, ¿no lo crees así? Si no, no tendría a tus hermanos ni los usaría como cebo... Él no es un padre; es un monstruo. Y los monstruos deben morir.
Salvo Robbie. Él no puede morir, y mira que había intentado matar veces al maldito conejo... pero nada, no se podía. Ella, no obstante, era más frágil, y su cuello era tan pálido que sabía que se vería mucho si lo rompía. ¡A punto estuve de aplaudir de gozo por la idea! Quería verlo. Pero no podía matarla sin motivo ni la seguridad de que trabajara para mi padre, porque quizá sabía algo. No me creía lo de la amnesia. Ni tampoco ese repentino cambio de personalidad. Por eso me agaché a su lado, con los ojos muy abiertos y clavados en los suyos.
– Y ¿quién eres tú? ¿La cazadora de antes, o la chica de ahora? Sólo sé que siempre has sido pelirroja, hace un rato y en este momento. ¿Puedo llamarte Rouge? ¿O tienes un nombre? Sí, seguro que lo tienes.
Todo el mundo tiene un nombre, Alchemilla, salvo los monstruos innombrables de los que nosotros te protegemos.
Incluso ellos lo tenían, pero era demasiado oscuro para que fuéramos capaces de pronunciarlo en francés o en noruego o en cualquier idioma, porque el suyo no era humano. Pero ella era humana, y me había hablado, así que tenía que tener un nombre, y si carecía de él me lo inventaría yo. Era como bautizar a una mascota, ¡qué divertido! Pero en vez de agua bendita yo sólo tenía sangre, mucha sangre a mi alrededor, de víctimas sin nombre que habían caído por el bien de mi familia. Y no me arrepentía. Nunca lo haría.
¿No lo ves, Alchemilla? Al final, todo se reduce a la sangre. La sangre de tu piel, del suelo, del color rojo del pelo de Rouge o como se llame. Sangre. Sangre por todas partes. Con eso está escrita tu historia.
Pero si es muy sencillo, ella, que antes era él en el cuerpo de ella, ha vuelto a ser ella, pero sin saber que ha sido él en un cuerpo equivocado...
¡Basta, basta! Tanta confusión me daba dolor de cabeza. Sabía que no era el olor de los cadáveres o de la sangre derramada, ellos me habían acostumbrado a ese particular tufillo y ya no me afectaba como al principio, que tenía que vaciar el contenido de mi estómago y el vómito lo hacía apestar más. No, si quería vencer a mi padre debía ser fuerte y controlar mi cuerpo, algo que él, ¿o ahora era ella?, parecía no hacer. Al menos, no respecto a su mente.
– ¿Quién soy? Alchemilla, claro. ¿No te acuerdas de mí? Estuvimos junt... juntas, sí, en el calabozo, pero entonces llevabas una máscara y yo no veía tu cara y creía que tú ibas a ayudarme, después a matarme, luego a ayudarme, luego a matarme y... aquí estamos. No quieres matarme, ¿no? Pero tampoco ayudarme. ¿Qué quieres? – farfullé, con el ceño fruncido e instintivamente adoptando una posición defensiva. O algo así.
¿Qué sabes tú de defenderte, cuando piensas que la mejor defensa es un buen ataque y ni siquiera sabes ser pacífica, porque dependes del olor y el sabor de la sangre derramada para poder vivir normalmente?
Eso no era cierto, yo podía ser perfectamente pacífica, pero no cuando mis hermanos o mi padre entraban en la ecuación. Haría lo que fuera por salvarlos (a mis hermanos, claro, a mi padre lo quería ver muerto), y en lo que fuera se incluía matar a quien tuviera que hacerlo. Especialmente a Murphy. Pero esa chica pelirroja también sería mi víctima si no me dejaba acercarme a mi padre. ¿Y si trabajaba para él y todo eso era una simple actuación para que me confiara y él pudiera capturarme? ¿Sería capaz de...?
Oh, vamos, él haría eso y mucho más si con eso pudiera atarte corta y derrotarte de una vez por todas, ¿no lo crees así? Si no, no tendría a tus hermanos ni los usaría como cebo... Él no es un padre; es un monstruo. Y los monstruos deben morir.
Salvo Robbie. Él no puede morir, y mira que había intentado matar veces al maldito conejo... pero nada, no se podía. Ella, no obstante, era más frágil, y su cuello era tan pálido que sabía que se vería mucho si lo rompía. ¡A punto estuve de aplaudir de gozo por la idea! Quería verlo. Pero no podía matarla sin motivo ni la seguridad de que trabajara para mi padre, porque quizá sabía algo. No me creía lo de la amnesia. Ni tampoco ese repentino cambio de personalidad. Por eso me agaché a su lado, con los ojos muy abiertos y clavados en los suyos.
– Y ¿quién eres tú? ¿La cazadora de antes, o la chica de ahora? Sólo sé que siempre has sido pelirroja, hace un rato y en este momento. ¿Puedo llamarte Rouge? ¿O tienes un nombre? Sí, seguro que lo tienes.
Todo el mundo tiene un nombre, Alchemilla, salvo los monstruos innombrables de los que nosotros te protegemos.
Incluso ellos lo tenían, pero era demasiado oscuro para que fuéramos capaces de pronunciarlo en francés o en noruego o en cualquier idioma, porque el suyo no era humano. Pero ella era humana, y me había hablado, así que tenía que tener un nombre, y si carecía de él me lo inventaría yo. Era como bautizar a una mascota, ¡qué divertido! Pero en vez de agua bendita yo sólo tenía sangre, mucha sangre a mi alrededor, de víctimas sin nombre que habían caído por el bien de mi familia. Y no me arrepentía. Nunca lo haría.
¿No lo ves, Alchemilla? Al final, todo se reduce a la sangre. La sangre de tu piel, del suelo, del color rojo del pelo de Rouge o como se llame. Sangre. Sangre por todas partes. Con eso está escrita tu historia.
Invitado- Invitado
Re: My Plague {Privado}
Continuaba con las manos cubriendo su rostro; evitó a toda costa levantar la mirada y sucumbir ante la pesadilla que estaba viviendo. Apestaba, el lugar tenía ese terrible hedor inconfundible a muerte, pero Rhoswen no lo sabía, simplemente le pareció vomitivo. Apretó la nariz contra la palma de su mano aspiró por la boca pero las alimañas voladoras amenazaron con entrar a ella. Se sumergió en la esquina, protegiendo su pecho con las rodillas. Su mente no estaba dentro de su cuerpo. La confusión sobre quien era y dónde estaba, comenzó a volverse un terrible fastidio. Las lagunas mentales, la habladuría de quienes despertaban con ella, la sangre ataviando los rincones, la peste del alcohol y su cuerpo completamente cubierto con plastas de suciedad… ¿Qué demonios le pasaba? Los orbes se acoplaron a la luz de la habitación, su corazón continuaba exaltado, sus manos…. ¡Maldición! Gruñe por debajo, se retuerce y en el movimiento, su cuerpo ardió como si estuviese en medio del infierno. Observó sus brazos completamente morados, golpes y rastros de cuchillas se perdían en su piel. Relamió sus labios y ahí estaba, el grotesco sabor de la muerte… ¡Era de su boca de donde provenía la peste! Escupió.
-Tú… tú… erg…- Sus palmas bajaron del rostro hasta el piso. No se había dado cuenta pero estas se crisparon en puños que proferían amenazas contra la bruja. Su comprensión era nula, sin embargo, la sensación de extrañeza siempre permanecía dentro de ella sin importar lo que hiciese o dijera. El estómago se encontraba revuelto, pero no era debido a la carnicería del lugar, sus aromas a orines y putrefacción; no… era por ella. –No... no sé de quién hablas, no tengo idea de… - Frunció el ceño e intentó recordar cada una de las palabras que la pelinegra había dicho. Poco a poco se puso de pie. Su manos tenían el tamaño exacto de las palmas teñidas en escarlata de los muros que le enjaulaban. Desvió la mirada a la joven. ¿Era su prisionera? ¿Para qué alguien como esa mujer querría a alguien como ella? Tragó saliva observando la mirada perdida de esas cuencas en los cuerpos. Quiso gritar pero la garganta se le había cerrado por completo. Se sobó la cien, dio un par de pasos hacia delante. Tenía miedo. Titubeó antes de poder abrir los labios y verificar que su vos estuviese ahí de nuevo. –Si tengo nombre, Rhoswen- Dijo con firmeza, como si antes de convencerla a ella, estuviese convenciéndose a si misma. Reconoció las notas de su garganta. Sí, ella era Rhoswen… Rhoswen Valentine y tenía una hermana llamada Merlina, ¡Dios, Merlina!
Su rostro palideció e inmediatamente comenzó a buscar los mechones de fuego entre las cabeza de los muertos que les rodeaban. Sus pupilas bailaban de arriba a abajo, de izquierda a derecha. Su corazón latía más deprisa de lo normal, temía encontrar a alguien parecido entre la pila de cadáveres, más temía encontrarse a si misma completamente descuartizada, lo cual significaría que su hermana estaba muerta. Soltó el aire que había estado reteniendo en sus pulmones, se mareó y sujetó de los muros para no caer. Su mirada derivó en la máscara destrozada. Frunció el ceño y sacudió la cabeza como si al hacerlo, las sombras dentro de su mente, se desvanecieran, pero no lo hacen… y ahí esta, de nuevo, la diabólica imagen de un ente sin rostro. Cada dormía, cada que Rhoswen cerraba los ojos, existía en sus sueños un hombre, grotesco y aterrador, no por lo que pudiese vestir, mucho menos por el herramental que portaba, el pavor que la pelirroja sentía, se debía al hecho de que ese sujeto no tenía rostro. No era su padre, tampoco se trataba de los hombres que asesinaron a su familia, ni siquiera los recuerda, entonces ¿Quién era él? Se distrae por un momento… -¿Cazadora? ¿Matarte? ¿De qué hablas? Yo solo quiero encontrarla- La última frase se perdió entre sus dientes. Esquivó los muñones destazados que tenía delante de sus pies. –Yo me largo de aquí- Se escabulló por un lado de la bruja, al pasar cerca de ella se dio cuenta. Poseía el mismo olor que las ropas viejas de su madre, esas que guardaba su papá. La corriente eléctrica, paralizó sus terminales nerviosas, los bellos de su piel se erizaron por completo. Rhoswen no tenía el poder suficiente como para identificar a una criatura de otra, no obstante, lo llevaba en la sangre. Si ni Merlina o ella, habían descubierto el potencial que encerraban, era porque su mente aún dormía. Tras el presentimiento sobre la bruja, no quiso quedarse a averiguar a qué se debía. Corrió hacia la salida.
-Tú… tú… erg…- Sus palmas bajaron del rostro hasta el piso. No se había dado cuenta pero estas se crisparon en puños que proferían amenazas contra la bruja. Su comprensión era nula, sin embargo, la sensación de extrañeza siempre permanecía dentro de ella sin importar lo que hiciese o dijera. El estómago se encontraba revuelto, pero no era debido a la carnicería del lugar, sus aromas a orines y putrefacción; no… era por ella. –No... no sé de quién hablas, no tengo idea de… - Frunció el ceño e intentó recordar cada una de las palabras que la pelinegra había dicho. Poco a poco se puso de pie. Su manos tenían el tamaño exacto de las palmas teñidas en escarlata de los muros que le enjaulaban. Desvió la mirada a la joven. ¿Era su prisionera? ¿Para qué alguien como esa mujer querría a alguien como ella? Tragó saliva observando la mirada perdida de esas cuencas en los cuerpos. Quiso gritar pero la garganta se le había cerrado por completo. Se sobó la cien, dio un par de pasos hacia delante. Tenía miedo. Titubeó antes de poder abrir los labios y verificar que su vos estuviese ahí de nuevo. –Si tengo nombre, Rhoswen- Dijo con firmeza, como si antes de convencerla a ella, estuviese convenciéndose a si misma. Reconoció las notas de su garganta. Sí, ella era Rhoswen… Rhoswen Valentine y tenía una hermana llamada Merlina, ¡Dios, Merlina!
Su rostro palideció e inmediatamente comenzó a buscar los mechones de fuego entre las cabeza de los muertos que les rodeaban. Sus pupilas bailaban de arriba a abajo, de izquierda a derecha. Su corazón latía más deprisa de lo normal, temía encontrar a alguien parecido entre la pila de cadáveres, más temía encontrarse a si misma completamente descuartizada, lo cual significaría que su hermana estaba muerta. Soltó el aire que había estado reteniendo en sus pulmones, se mareó y sujetó de los muros para no caer. Su mirada derivó en la máscara destrozada. Frunció el ceño y sacudió la cabeza como si al hacerlo, las sombras dentro de su mente, se desvanecieran, pero no lo hacen… y ahí esta, de nuevo, la diabólica imagen de un ente sin rostro. Cada dormía, cada que Rhoswen cerraba los ojos, existía en sus sueños un hombre, grotesco y aterrador, no por lo que pudiese vestir, mucho menos por el herramental que portaba, el pavor que la pelirroja sentía, se debía al hecho de que ese sujeto no tenía rostro. No era su padre, tampoco se trataba de los hombres que asesinaron a su familia, ni siquiera los recuerda, entonces ¿Quién era él? Se distrae por un momento… -¿Cazadora? ¿Matarte? ¿De qué hablas? Yo solo quiero encontrarla- La última frase se perdió entre sus dientes. Esquivó los muñones destazados que tenía delante de sus pies. –Yo me largo de aquí- Se escabulló por un lado de la bruja, al pasar cerca de ella se dio cuenta. Poseía el mismo olor que las ropas viejas de su madre, esas que guardaba su papá. La corriente eléctrica, paralizó sus terminales nerviosas, los bellos de su piel se erizaron por completo. Rhoswen no tenía el poder suficiente como para identificar a una criatura de otra, no obstante, lo llevaba en la sangre. Si ni Merlina o ella, habían descubierto el potencial que encerraban, era porque su mente aún dormía. Tras el presentimiento sobre la bruja, no quiso quedarse a averiguar a qué se debía. Corrió hacia la salida.
Crowley Missös- Cazador Clase Media
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 09/04/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: My Plague {Privado}
¿Rhoswen? ¿Qué clase de nombre era Rhoswen? Yo prefería Rouge, por su pelo, no Rhoswen. En mi cabeza la llamaría Rouge pero luego tendría que recordar que no podía decirlo en voz alta para que no se enfadara... ¿Para que no se enfadara? ¿Y a mí qué más me daba? ¡Si ni siquiera sabía quién era! Era un cazador enmascarado pero ahora era una chica que buscaba entre cuerpos y decía que quería buscar a alguien.
Atenta, Alchemilla, su actitud es sospechosa y ella también busca a alguien.
A lo mejor... ¡A lo mejor buscaba a quien yo quería encontrar! Seguro que Murphy también la había tomado con ella, quizá incluso le había matado a un ser querido. Y a mí me daba igual, siempre y cuando ese ser no estuviera con mis hermanos. Entonces sí me importaría, porque salvarlos era todo lo que yo deseaba en el mundo, en este y hasta en el de los espíritus, ¡hasta Robbie lo sabía!
Pero ella no lo sabe, Alchemilla; mira, ¡ha huido de ti como huyeron tus hermanos y como huye tu padre siempre que parece que estás más cerca de atraparlo...!
¡Callaos! Salí corriendo tras ella, rápidamente, aunque reaccioné tarde y no la atrapé tan rápido. Además, los malditos cuerpos del suelo se me pusieron en medio como si pudieran moverse y no estuvieran muerto ¡cuando yo los había matado, que lo sabía bien! y perdí la cuenta de las veces que me tropecé.
Cuatro, para ser exactos.
Oh, claro, ellos las estaban contando. Seguro que se preocupaban por si caía para volver a levantarme o para que si me manchaba de sangre muerta Robbie pudiera aceptar el sacrificio de siempre y no tuviera que herirme. Hacía mucho que no me pedía sangre nueva, las heridas de la cara interior de mis muslos ya habían sanado, y las de mis brazos eran cicatrices. Blancas, rectas, lisas cicatrices... ¡Ah, la atrapé!
Sí, Alchemilla, la has atrapado como si se tratara de un animal salvaje.
Era cierto, la había cogido del hombro con mucha fuerza para que dejara de correr en medio del bosque y, claro, iba a chillar, así que le puse la mano sobre la boca para que no lo hiciera. ¡No quería que avisase al coco ni a ninguno de sus secuaces de dónde estábamos y de lo que pasaría si nos descubrían! Rouge... Digo Rhoswen y yo estábamos juntas en aquello. Fuera lo que fuera aquello, claro. Ah, encontrar a mis hermanos, ¡eso!
– No grites, ellos te van a oír y los cazadores vendrán a por ti y te desollarán y usarán tu piel para calentarse en invierno. Sí, sí, es terrible, pero gracias a mí no te pasará nada. Sólo sh... ¡Calla! – ordené, en su oído, y la conduje hasta el tronco de un árbol, donde dejé que se apoyara aunque aún no confiaba en que no fuera a soltarse y chillar y matarnos a las dos.
No confíes en ella, es el cazador de antes. Mátala, y soluciona tus problemas cuanto antes.
Pero yo no quería matarla sin saber si podía ayudarme, sin saber si buscábamos lo mismo. Si era así, le dejaría que encontrara lo que quisiera pero yo me encargaría de matar a Murphy, eso era lo más justo, y si no... quién sabía. A lo mejor tenía pistas, seguro que tenía pistas, ¡tenía cara de tener pistas! Por eso la solté, pero dejé la mano cerca de su boca para callarla si es que se intentaba poner a gritar. Eso sí que no se lo permitiría.
– ¿A quién buscas? ¿Quién es ella? ¿Por eso rebuscabas entre los muertos? A lo mejor puedo ayudarte. ¿Quién se la llevó se llamaba Murphy? Porque entonces lo conozco y también se llevó a alguien a quien yo busco. Dímelo. Dímelo, Rhoswen-Rouge, y creeré que no quieres matarme. Por ahora. – pregunté, mirándola a los ojos con los míos muy abiertos y esperando una respuesta que más le valía que me diera. O me enfadaría. Y no querría verme enfadada. Ni siquiera Robbie quería.
Atenta, Alchemilla, su actitud es sospechosa y ella también busca a alguien.
A lo mejor... ¡A lo mejor buscaba a quien yo quería encontrar! Seguro que Murphy también la había tomado con ella, quizá incluso le había matado a un ser querido. Y a mí me daba igual, siempre y cuando ese ser no estuviera con mis hermanos. Entonces sí me importaría, porque salvarlos era todo lo que yo deseaba en el mundo, en este y hasta en el de los espíritus, ¡hasta Robbie lo sabía!
Pero ella no lo sabe, Alchemilla; mira, ¡ha huido de ti como huyeron tus hermanos y como huye tu padre siempre que parece que estás más cerca de atraparlo...!
¡Callaos! Salí corriendo tras ella, rápidamente, aunque reaccioné tarde y no la atrapé tan rápido. Además, los malditos cuerpos del suelo se me pusieron en medio como si pudieran moverse y no estuvieran muerto ¡cuando yo los había matado, que lo sabía bien! y perdí la cuenta de las veces que me tropecé.
Cuatro, para ser exactos.
Oh, claro, ellos las estaban contando. Seguro que se preocupaban por si caía para volver a levantarme o para que si me manchaba de sangre muerta Robbie pudiera aceptar el sacrificio de siempre y no tuviera que herirme. Hacía mucho que no me pedía sangre nueva, las heridas de la cara interior de mis muslos ya habían sanado, y las de mis brazos eran cicatrices. Blancas, rectas, lisas cicatrices... ¡Ah, la atrapé!
Sí, Alchemilla, la has atrapado como si se tratara de un animal salvaje.
Era cierto, la había cogido del hombro con mucha fuerza para que dejara de correr en medio del bosque y, claro, iba a chillar, así que le puse la mano sobre la boca para que no lo hiciera. ¡No quería que avisase al coco ni a ninguno de sus secuaces de dónde estábamos y de lo que pasaría si nos descubrían! Rouge... Digo Rhoswen y yo estábamos juntas en aquello. Fuera lo que fuera aquello, claro. Ah, encontrar a mis hermanos, ¡eso!
– No grites, ellos te van a oír y los cazadores vendrán a por ti y te desollarán y usarán tu piel para calentarse en invierno. Sí, sí, es terrible, pero gracias a mí no te pasará nada. Sólo sh... ¡Calla! – ordené, en su oído, y la conduje hasta el tronco de un árbol, donde dejé que se apoyara aunque aún no confiaba en que no fuera a soltarse y chillar y matarnos a las dos.
No confíes en ella, es el cazador de antes. Mátala, y soluciona tus problemas cuanto antes.
Pero yo no quería matarla sin saber si podía ayudarme, sin saber si buscábamos lo mismo. Si era así, le dejaría que encontrara lo que quisiera pero yo me encargaría de matar a Murphy, eso era lo más justo, y si no... quién sabía. A lo mejor tenía pistas, seguro que tenía pistas, ¡tenía cara de tener pistas! Por eso la solté, pero dejé la mano cerca de su boca para callarla si es que se intentaba poner a gritar. Eso sí que no se lo permitiría.
– ¿A quién buscas? ¿Quién es ella? ¿Por eso rebuscabas entre los muertos? A lo mejor puedo ayudarte. ¿Quién se la llevó se llamaba Murphy? Porque entonces lo conozco y también se llevó a alguien a quien yo busco. Dímelo. Dímelo, Rhoswen-Rouge, y creeré que no quieres matarme. Por ahora. – pregunté, mirándola a los ojos con los míos muy abiertos y esperando una respuesta que más le valía que me diera. O me enfadaría. Y no querría verme enfadada. Ni siquiera Robbie quería.
Invitado- Invitado
Re: My Plague {Privado}
Perdida. Así se sentía, así se encontraba.
Los sonidos del exterior acribillaron su cabeza; la estridencia provenía de alguna parte, quizá el lado más salvaje de ese espeso bosque del cual deseaba escapar, o tal vez, sólo tal vez era su imaginación. Ignoró por completo a la pelinegra, apenas podía escuchar su voz dentro de su mente ¿Esperaba esa mujer que le prestase atención? Rhoswen fue educada excepcionalmente, pero ninguno de sus tutores le enseñó qué hacer en una situación tan asfixiante como aquella. Trastabilló dos, tres, cuatro pasos lejos de la mujer hasta que fue alcanzada y detenida. El escalfrío volvió a surcar su cuerpo. La miró fijamente a los ojos, frunció el ceño. El choque de imágenes borrascosas, una tras otra, como una maldita develación diabólica, le causó repugnancia. Su estómago se encogió y sintió náuseas. Aunque se le tenía prohibido escupir, lo hizo. Al paladear, su saliva le supo a sangre. Las palpitaciones de su corazón se aceleraron, cada vez era más aterrador aquel sitio, con todo el siniestro bullicio que les rodeaba.
Aturdida, no sospechó las intenciones de la bruja, quien se había acercado lo suficiente como par someterla, y así fue. Arrastrada en medio de la nada, sintiéndose lejos de si misma y lejos de todo, el escupitajo de palabrería cruzó sus oídos. Tardó varios segundos en interpretar lo que querría decir, más aún en entender a lo que se refería. La mujer frente a ella, había dado nombres pero en ninguno de los que pudo descifrar se encontraba el suyo. No había Merlina ahí. Cuando la mano de la extraña se posó en sus labios, trató de morderla, pero no sabía con exactitud lo que haría después de eso así que prefirió escucharla ¿Y si sólo se trataba de un alma errante? Podría estar igual o peor de perdida que ella. Pero ¡Había cadáveres! Abrió los ojos lo más que pudo y forcejeó para liberarse, fue inútil. Se dio por vencida. Esa mujer hablaba rápido, decía muchas cosas, cosas completamente incoherentes y que dejaban bastante en claro la falta de cordura. Entonces, le daría por su lado.
Su agitada respiración se tranquilizó, pero sus pupilas continuaban completamente dilatadas debido al pavor que padecía. Una vez estabilizada –exteriormente-, la bruja decidió liberar sus labios para que pudiese hablar. Temblorosa, intentó encontrar su tono de voz; al principio no salió nada y entonces carraspeó para encontrar el valor suficiente. –Me.. Me… ¡Sí! ¡Sí! Él, él se la llevó- Sonó quebrada, pero fue lo mejor que pudo hacer. Tomando un poco más de confianza, se atrevió a añadir –Se llevó a mi hermana, por eso quiero encontrarle y ase…- No puede completar la frase. Rhoswen no sería capaz de arrancarle la vida a alguien, por muy maldito que sea, ella sencillamente no podría. Entonces por su mente se cruza la siniestra posibilidad de que al encontrar a Merlina, sea precisamente como los cuerpos en aquella choza, de ser así… ¿Qué haría? –Asesinarle- Traga saliva, esta vez el tono de su voz es decidido, frío, más parecido al de Crowley que al de ella. -¿Me ayudarás a buscarlos?- Y en ese instante, el bullicio en su cabeza vuelve a comenzar.
Crowley Missös- Cazador Clase Media
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 09/04/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: My Plague {Privado}
Se la llevó y ella iba a asesinarlo, ¡exactamente igual que yo! Casi salté de alegría pero no lo hice, no por no querer sino porque ellos me recomendaron cautela. Calma, pausa, silencio y sigue adelante escuchando lo que ella dice, sh. Más o menos eso decían, sí, pero yo poco escuchaba porque quería gritar y tenía que concentrarme en morderme el labio inferior. ¡Sí, la ayudaría! Si ella me ayudaba a mí, claro, pero lo haría. Quisiera o no.
Y ¿qué vas a hacer, obligarla?
Si es necesario... Y sí, lo sería si me decía que no. ¿Sería capaz de matar por lo que deseaba y para recuperar a alguien? Yo sí, pero ¿ella? La muerte sólo me resultaba fácil a mí... No, a mí no. ¿O sí? Sólo si era necesario. Muy necesario. Y si ellos me decían que lo hiciera, claro, porque si ellos hablaban yo no me negaba a menos que no tuviera elección. ¡Todo dependía de si tenía o no la capacidad de decidir! Y la tenía, así que lo había hecho, la ayudaría. Si ella me ayudaba a mí, claro.
– Yo también quiero encontrar a mi hermana, ¡y a mi hermano! Y asesinar a quien se los llevó y los apartó de mi lado, sí. Es lo que la gente así se merece por quitarnos a nuestra familia, ¡sangre por la sangre de nuestra sangre que nos han arrebatado como sanguijuelas sucias y pestilentes! – exclamé, casi fuera de mí, y la miré con los ojos tan abiertos que casi los sentía salírseme de las órbitas, pero no lo hicieron. Menos mal. Los necesitaba para buscar y matar, o el orden en que fuera a hacer las dos cosas. Los necesitaba para vengarme.
Y no solamente los necesitas a ellos, Alchemilla... También necesitas nuestro sabio consejo, ¿o es que ya te has olvidado de nosotros?
¡No, nunca podría olvidarme de vosotros! Sois quienes me mantienen cuerda, ¡claro que sí, vosotros los que me decís qué está bien y qué no lo está sois insustituibles! Seguro que por eso aceptáis la decisión que he tomado, ¿verdad? ¿Verdad! Tenéis que hacerlo, las dos lo necesitamos, aunque ella sea ahora ella y luego el cazador-que-es-ella. Es todo tan confuso... Me va a empezar a doler la cabeza, ¿queréis eso? ¿Eh! ¡Lo queréis, estoy segura, queréis hacernos daño y desviarnos del camino correcto que tenemos que tomar! Pero no lo lograréis, ya lo creo que no. Ella y yo nos saldremos con la nuestra.
– Quiero ayudarte. ¿Cómo se llama tu hermana, Rou... Rhoswen? – me corregí a tiempo, sacudí la cabeza y la miré. Su pelo estaba sucio pero seguía siendo bonito, tan rojo como la sangre, ¡la sangre que derramaríamos para salvar a nuestras familias! – Y ¿quién se la llevo? A mis hermanos se los llevó mi padre. ¿Me ayudarás tú también? Quiero matar a mi padre, y lo haré para recuperar a mis hermanos. Espero que tú estés dispuesta a hacer lo mismo. – sentencié, y entonces sonreí ampliamente. Así vería que no bromeaba. No con mis hermanos.
Y ¿qué vas a hacer, obligarla?
Si es necesario... Y sí, lo sería si me decía que no. ¿Sería capaz de matar por lo que deseaba y para recuperar a alguien? Yo sí, pero ¿ella? La muerte sólo me resultaba fácil a mí... No, a mí no. ¿O sí? Sólo si era necesario. Muy necesario. Y si ellos me decían que lo hiciera, claro, porque si ellos hablaban yo no me negaba a menos que no tuviera elección. ¡Todo dependía de si tenía o no la capacidad de decidir! Y la tenía, así que lo había hecho, la ayudaría. Si ella me ayudaba a mí, claro.
– Yo también quiero encontrar a mi hermana, ¡y a mi hermano! Y asesinar a quien se los llevó y los apartó de mi lado, sí. Es lo que la gente así se merece por quitarnos a nuestra familia, ¡sangre por la sangre de nuestra sangre que nos han arrebatado como sanguijuelas sucias y pestilentes! – exclamé, casi fuera de mí, y la miré con los ojos tan abiertos que casi los sentía salírseme de las órbitas, pero no lo hicieron. Menos mal. Los necesitaba para buscar y matar, o el orden en que fuera a hacer las dos cosas. Los necesitaba para vengarme.
Y no solamente los necesitas a ellos, Alchemilla... También necesitas nuestro sabio consejo, ¿o es que ya te has olvidado de nosotros?
¡No, nunca podría olvidarme de vosotros! Sois quienes me mantienen cuerda, ¡claro que sí, vosotros los que me decís qué está bien y qué no lo está sois insustituibles! Seguro que por eso aceptáis la decisión que he tomado, ¿verdad? ¿Verdad! Tenéis que hacerlo, las dos lo necesitamos, aunque ella sea ahora ella y luego el cazador-que-es-ella. Es todo tan confuso... Me va a empezar a doler la cabeza, ¿queréis eso? ¿Eh! ¡Lo queréis, estoy segura, queréis hacernos daño y desviarnos del camino correcto que tenemos que tomar! Pero no lo lograréis, ya lo creo que no. Ella y yo nos saldremos con la nuestra.
– Quiero ayudarte. ¿Cómo se llama tu hermana, Rou... Rhoswen? – me corregí a tiempo, sacudí la cabeza y la miré. Su pelo estaba sucio pero seguía siendo bonito, tan rojo como la sangre, ¡la sangre que derramaríamos para salvar a nuestras familias! – Y ¿quién se la llevo? A mis hermanos se los llevó mi padre. ¿Me ayudarás tú también? Quiero matar a mi padre, y lo haré para recuperar a mis hermanos. Espero que tú estés dispuesta a hacer lo mismo. – sentencié, y entonces sonreí ampliamente. Así vería que no bromeaba. No con mis hermanos.
Invitado- Invitado
Página 2 de 2. • 1, 2
Temas similares
» ~~ Red ~~ Privado
» ¿Me das o no me lo das? [+18] -Privado-
» ¿What's going on with me? ¿And who are you? [Privado]
» When the sun goes down || Privado
» The Best of Me | Privado
» ¿Me das o no me lo das? [+18] -Privado-
» ¿What's going on with me? ¿And who are you? [Privado]
» When the sun goes down || Privado
» The Best of Me | Privado
Página 2 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour