AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
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No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Recuerdo del primer mensaje :
No sabía cuantos días habían pasado. Dos o tres, quizá. Tal vez alguno más, tal vez alguno menos. No más de una semana, de eso estaba segura, ya que las marcas de colmillos sobre la piel de mi cuello aún estaban bastante frescas. Pasé la punta de mis dedos por encima, notando el relieve de los dos pequeños puntos sobre mi piel.
Miré a los ojos a mi propio reflejo en el espejo, encontrándome con mi mirada azul. Desencajada. Asustada. Después la desvié hasta llegar a la zona entre mi cuello y mi hombro, observando que, efectivamente, la marca era bien visible.
Me alejé del espejo y me senté sobre mi cama, observando ahora la pared de mi habitación. Desde lo ocurrido esa noche no había vuelto a salir del mi cuarto en el burdel. Por un lado, aún seguía con el susto metido en el cuerpo y creía que aquí estaría segura del ataque de otro vampiro, pero principalmente, la razón de mi encierro era la de ocultarme de Santana. Sabía que ella odiaba el burdel, que no pondría un pie aquí a menos que fuese estrictamente necesario, razón por la que había decidio quedarme en mi habitación metida hasta que mis heridas sanasen. Hasta que esos colmillos desapareciesen de mi piel.
No quería que ella se enterase de lo sucedido. Sabía que no se lo tomaría demasiado bien.
Al fin y al cabo yo seguía viva, ilesa, así que lo último que quería es que Santana buscase venganza y el vampiro que me había atacado le hiciese daño a ella también. No, eso jamás podría perdonármelo. No podía permitírmelo. Por eso, y aunque me doliese en el alma estar lejos de ella, había decidido esconderme.
Continué sentada sobre mi cama, con mi mano colocada sobre la mordedura y mirando en dirección a la puerta que comunicaba mi habitación con el pasillo del burdel. La echaba demasiado de menos, pero era lo mejor para las dos. O por lo menos eso era lo que me decía a mí misma una y otra vez para evitar las ganas de levantarme y salir corriendo a buscarla.
No sabía cuantos días habían pasado. Dos o tres, quizá. Tal vez alguno más, tal vez alguno menos. No más de una semana, de eso estaba segura, ya que las marcas de colmillos sobre la piel de mi cuello aún estaban bastante frescas. Pasé la punta de mis dedos por encima, notando el relieve de los dos pequeños puntos sobre mi piel.
Miré a los ojos a mi propio reflejo en el espejo, encontrándome con mi mirada azul. Desencajada. Asustada. Después la desvié hasta llegar a la zona entre mi cuello y mi hombro, observando que, efectivamente, la marca era bien visible.
Me alejé del espejo y me senté sobre mi cama, observando ahora la pared de mi habitación. Desde lo ocurrido esa noche no había vuelto a salir del mi cuarto en el burdel. Por un lado, aún seguía con el susto metido en el cuerpo y creía que aquí estaría segura del ataque de otro vampiro, pero principalmente, la razón de mi encierro era la de ocultarme de Santana. Sabía que ella odiaba el burdel, que no pondría un pie aquí a menos que fuese estrictamente necesario, razón por la que había decidio quedarme en mi habitación metida hasta que mis heridas sanasen. Hasta que esos colmillos desapareciesen de mi piel.
No quería que ella se enterase de lo sucedido. Sabía que no se lo tomaría demasiado bien.
Al fin y al cabo yo seguía viva, ilesa, así que lo último que quería es que Santana buscase venganza y el vampiro que me había atacado le hiciese daño a ella también. No, eso jamás podría perdonármelo. No podía permitírmelo. Por eso, y aunque me doliese en el alma estar lejos de ella, había decidido esconderme.
Continué sentada sobre mi cama, con mi mano colocada sobre la mordedura y mirando en dirección a la puerta que comunicaba mi habitación con el pasillo del burdel. La echaba demasiado de menos, pero era lo mejor para las dos. O por lo menos eso era lo que me decía a mí misma una y otra vez para evitar las ganas de levantarme y salir corriendo a buscarla.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Una vez más, podía experimentar ese sentimiento de felicidad pura y absoluta. Creo que era la primera vez que sentía algo así dentro de este sitio, ya que incluso cuando había estado en la soledad de mi habitación lo máximo que había llegado a alcanzar era un estado de calma y tranquilidad, pero no algo que pudiese calificar como felicidad.
También estaba bastante segura de que nunca había sonreído tanto y tan sinceramente, hecho que una vez más solo podía atribuir al efecto que su presencia tenía sobre mí.
—Lo siento—volví a disculparme al escuchar sus palabras. Realmente sentía haberle hecho pasar un mal rato, pero de nuevo, no me arrepentía de lo que había hecho. La miré con gesto serio, aprovechando nuestra cercanía para poder añadirle más fuerza a mis palabras, no dejando duda alguna sobre lo que estaba diciendo—Puedo asegurarte que la idea de no querer verte jamás cruzó mis pensamientos ni por un solo segundo—sobre todo tras lo ocurrido durante nuestro último encuentro. Había sido la mejor noche que había vivido desde que tenía memoria.
El recuerdo de abrir los ojos tras unas horas de sueño reparador y encontrar a Santana tumbada a mi lado estaba fresco en mi memoria, convirtiéndose de inmediato en una de mis memorias favoritas, guardada celosamente en mi mente y en mi corazón. También pude recordar como prácticamente tuve que auto-arrastrarme fuera de la mansión, ya que mi voluntad no estaba por la labor de abandonar a mi vampiresa de piel dorada.
Entrecerré los ojos, mirándola con cierto recelo cuando ella cambió su posición y se colocó en posición dominante sobre mí. A continuación una sonrisa cómplice se dibujó en mi rostro.
Rodeé su cintura con mis brazos, juntando mis manos sobre su espalda para afianzar su postura y darle al ambiente un toque más íntimo y secreto. Secreto en el que solo nosotras estábamos autorizadas a participar.
—Tu piel...—nombré, rozando la punta de mi nariz con la suya—tus labios...—deposité un beso suave, deleitándome con su sabor—tu cintura...—mis manos se movieron de su espalda para situarse sobre sus caderas, justo encima de sus huesos más prominentes. Alcé ligeramente la ceja—tus... bueno, todo en general—mis manos subieron por su cuerpo hasta situarse justo por debajo de la curva de sus pechos, sin llegar a entrometerse en esa zona, para luego volver a situarse tras su espalda.
También estaba bastante segura de que nunca había sonreído tanto y tan sinceramente, hecho que una vez más solo podía atribuir al efecto que su presencia tenía sobre mí.
—Lo siento—volví a disculparme al escuchar sus palabras. Realmente sentía haberle hecho pasar un mal rato, pero de nuevo, no me arrepentía de lo que había hecho. La miré con gesto serio, aprovechando nuestra cercanía para poder añadirle más fuerza a mis palabras, no dejando duda alguna sobre lo que estaba diciendo—Puedo asegurarte que la idea de no querer verte jamás cruzó mis pensamientos ni por un solo segundo—sobre todo tras lo ocurrido durante nuestro último encuentro. Había sido la mejor noche que había vivido desde que tenía memoria.
El recuerdo de abrir los ojos tras unas horas de sueño reparador y encontrar a Santana tumbada a mi lado estaba fresco en mi memoria, convirtiéndose de inmediato en una de mis memorias favoritas, guardada celosamente en mi mente y en mi corazón. También pude recordar como prácticamente tuve que auto-arrastrarme fuera de la mansión, ya que mi voluntad no estaba por la labor de abandonar a mi vampiresa de piel dorada.
Entrecerré los ojos, mirándola con cierto recelo cuando ella cambió su posición y se colocó en posición dominante sobre mí. A continuación una sonrisa cómplice se dibujó en mi rostro.
Rodeé su cintura con mis brazos, juntando mis manos sobre su espalda para afianzar su postura y darle al ambiente un toque más íntimo y secreto. Secreto en el que solo nosotras estábamos autorizadas a participar.
—Tu piel...—nombré, rozando la punta de mi nariz con la suya—tus labios...—deposité un beso suave, deleitándome con su sabor—tu cintura...—mis manos se movieron de su espalda para situarse sobre sus caderas, justo encima de sus huesos más prominentes. Alcé ligeramente la ceja—tus... bueno, todo en general—mis manos subieron por su cuerpo hasta situarse justo por debajo de la curva de sus pechos, sin llegar a entrometerse en esa zona, para luego volver a situarse tras su espalda.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
El latir de su corazón le recordaba casi sin querer que no había comida en cuatro días, pero eso no significa que ella no estuviera a salvo con Santana, todo lo contrario. Además de que jamás sería capaz de tocarle un pelo, llevaba bastante bien eso de no comer en varios días. Cuatrocientos años eran suficiente tiempo de práctica para controlar el no abalanzarse sobre cuellos ajenos si llevabas más de un día sin alimentarte.
Cualquier cosa y pensamiento quedaron opacados cuando se dispuso a responder a su pregunta. Suspiró cuando sitió las manos de ella moverse por su espalda hasta situarse sobre sus caderas. No pudo evitar morderse el labio y dejar escapar otro suspiro cuando llegó a subir sus manos hasta ponerse debajo de la curva de sus propios propios pechos y luego volver a colocarlas en su espalda.
Sonrió ampliamente mientras continuaba el ligero masaje que había sido interrumpido por distraerse ligeramente ante la explicación tan detallada. Se deleitaba mirando el camino que recorrían sus dedos en la piel nívea de Sinnove y como destacaba su propia piel contrastando. Veía como algún que otro mechón rebelde se enredaba entre sus dedos al pasar la mano, y cuando alzaba la vista se encontraba con ese cielo azul tan maravilloso.
Todavía no se creía como la persona más maravillosa, inocente, inteligente, hermosa, especial, entre otras cosas, se podía haber enamorado de ella. Principalmente por se todo lo contrario, gruñona, de inocente le quedaba más bien poco, de especial tampoco es que tuviera mucho, lo único que podían compartir era la inteligencia y la belleza y aún así no había punto de comparación. Aunque no iba a darle muchas vueltas a eso, el destino quería que estuvieran juntas y no había que oponerse al destino, al menos no cuando interesaba.
-Eres sumamente preciosa...-susurró transformando uno de sus pensamientos a una confesión en voz alta que ni siquiera se dio cuenta al decir y que por tanto ni siquiera tradujo. Seguía demasiado ensimismada admirando lo que podía ver y acariciando su piel suave, mientras sus ojos la hipnotizaban y su sonrisa la embelesaba de una manera que jamás había sentido, y cuando decía jamás era jamás.
Cualquier cosa y pensamiento quedaron opacados cuando se dispuso a responder a su pregunta. Suspiró cuando sitió las manos de ella moverse por su espalda hasta situarse sobre sus caderas. No pudo evitar morderse el labio y dejar escapar otro suspiro cuando llegó a subir sus manos hasta ponerse debajo de la curva de sus propios propios pechos y luego volver a colocarlas en su espalda.
Sonrió ampliamente mientras continuaba el ligero masaje que había sido interrumpido por distraerse ligeramente ante la explicación tan detallada. Se deleitaba mirando el camino que recorrían sus dedos en la piel nívea de Sinnove y como destacaba su propia piel contrastando. Veía como algún que otro mechón rebelde se enredaba entre sus dedos al pasar la mano, y cuando alzaba la vista se encontraba con ese cielo azul tan maravilloso.
Todavía no se creía como la persona más maravillosa, inocente, inteligente, hermosa, especial, entre otras cosas, se podía haber enamorado de ella. Principalmente por se todo lo contrario, gruñona, de inocente le quedaba más bien poco, de especial tampoco es que tuviera mucho, lo único que podían compartir era la inteligencia y la belleza y aún así no había punto de comparación. Aunque no iba a darle muchas vueltas a eso, el destino quería que estuvieran juntas y no había que oponerse al destino, al menos no cuando interesaba.
-Eres sumamente preciosa...-susurró transformando uno de sus pensamientos a una confesión en voz alta que ni siquiera se dio cuenta al decir y que por tanto ni siquiera tradujo. Seguía demasiado ensimismada admirando lo que podía ver y acariciando su piel suave, mientras sus ojos la hipnotizaban y su sonrisa la embelesaba de una manera que jamás había sentido, y cuando decía jamás era jamás.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
El movimiento de sus dedos sobre mi piel se detuvo durante el tiempo que duró mi pequeña provocación, solo para reanudar su actividad pocos segundos después. Sonreí ampliamente, enseñando ligeramente los dientes.
Ahora más que nunca agradecía a lo que fuese que hubiese impedido mi muerte cuatro noches atrás, ya fuese Dios, el destino o algún tipo de hechizo mágico. Porque estaba segura que, si hubiese muerto a manos de esa vampira, mi alma habría pasado el resto de la eternidad reprochándose el haber dejado a Santana sola.
Puede que no llevase ni un mes a su lado, pero mi mente y mi corazón no tenían duda alguna de que ella iba a ser la única hasta el fin de mis días. Y nadie podría evitar que eso se cumpliera.
Fruncí levemente el ceño al escuchar sus palabras, no por molestia, si no como gesto de concentración. Tras unos instantes tratando de descifrar el mensaje, la concentración se transformó en frustración al no obtener ningún resultado. Una simple demostración de que, por mucho que la hubiese escuchado hablar, las palabras en castellano aún no se asentaban en mi mente.
—Traduce—pedí, aunque la petición bien podría haberse confundido con exigencia.
Al analizar la expresión de su rostro pude deducir que no tenía que haber sido muy consciente de las palabras que acababan de escapar de sus labios, por lo que probablemente se tomaría por sorpresa así misma—Y no vale mentir—añadí con cierta impaciencia.
No tenía ni idea de lo que podría haberme dicho, pero había sonado como música para mis oídos. Aunque pensándolo bien, hasta la peor de las blasfemias podía ser un canto celestial para mí siempre que Santana fuese la dueña de las palabras pronunciadas.
Ahora más que nunca agradecía a lo que fuese que hubiese impedido mi muerte cuatro noches atrás, ya fuese Dios, el destino o algún tipo de hechizo mágico. Porque estaba segura que, si hubiese muerto a manos de esa vampira, mi alma habría pasado el resto de la eternidad reprochándose el haber dejado a Santana sola.
Puede que no llevase ni un mes a su lado, pero mi mente y mi corazón no tenían duda alguna de que ella iba a ser la única hasta el fin de mis días. Y nadie podría evitar que eso se cumpliera.
Fruncí levemente el ceño al escuchar sus palabras, no por molestia, si no como gesto de concentración. Tras unos instantes tratando de descifrar el mensaje, la concentración se transformó en frustración al no obtener ningún resultado. Una simple demostración de que, por mucho que la hubiese escuchado hablar, las palabras en castellano aún no se asentaban en mi mente.
—Traduce—pedí, aunque la petición bien podría haberse confundido con exigencia.
Al analizar la expresión de su rostro pude deducir que no tenía que haber sido muy consciente de las palabras que acababan de escapar de sus labios, por lo que probablemente se tomaría por sorpresa así misma—Y no vale mentir—añadí con cierta impaciencia.
No tenía ni idea de lo que podría haberme dicho, pero había sonado como música para mis oídos. Aunque pensándolo bien, hasta la peor de las blasfemias podía ser un canto celestial para mí siempre que Santana fuese la dueña de las palabras pronunciadas.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Esta otra una de las miles de veces que deseaba darse cabezazos contra la pared al darse cuenta de que había dicho algo sin darse cuenta. Y de no ser por la sorpresa con la que la tomó la petición, era cuestionable que hubiera salido de su ensoñacion. Sonrió ligeramente por el tono impaciente con el que especificó que no valían mentiras así que no se podía librar de decir otra cosa o de hacerse la loca.
-Eres sumamente preciosa-susurró un poco más bajo que la vez anterior mientras desviaba la mirada hacia otro lado un poco vergonzosa. Desde cuándo te pasa eso Tanita...estas últimamente más torpe de lo normal eh... Sacudió la cabeza ligeramente para callar la vocecita molesta que solía incordiarla, a cualquiera que se lo dijera la tomaría por loca.
Alzó sus manos lentamente por su cuello hasta tomarle el rostro en sus manos- como es que alguien como tú ¿se ha enamorado de alguien como yo?-preguntó de forma algo retórica, aunque en cierta manera esperaba respuesta ya que por más que podía pensarlo no hallaba una afirmación suficientemente buena como para tomarla por válida. Volvió a bajar las manos por el mismo camino para abrazarla nuevamente a su cuello.
Era difícil encontrar una respuesta a tantas preguntas que paseaban por su cabeza, aunque esperaba que algún día ella tuviera las afirmaciones que necesitaba escuchar. El tiempo era relativo, sobre todo para una persona que posee la inmortalidad, sólo llevan unos cuantos encuentros que se podían contar con los dedos de las manos pero aún así era como sí hubieran pasado varios meses incluso años. Y en cierta forma, para Santana sí que habían pasado.
-Eres sumamente preciosa-susurró un poco más bajo que la vez anterior mientras desviaba la mirada hacia otro lado un poco vergonzosa. Desde cuándo te pasa eso Tanita...estas últimamente más torpe de lo normal eh... Sacudió la cabeza ligeramente para callar la vocecita molesta que solía incordiarla, a cualquiera que se lo dijera la tomaría por loca.
Alzó sus manos lentamente por su cuello hasta tomarle el rostro en sus manos- como es que alguien como tú ¿se ha enamorado de alguien como yo?-preguntó de forma algo retórica, aunque en cierta manera esperaba respuesta ya que por más que podía pensarlo no hallaba una afirmación suficientemente buena como para tomarla por válida. Volvió a bajar las manos por el mismo camino para abrazarla nuevamente a su cuello.
Era difícil encontrar una respuesta a tantas preguntas que paseaban por su cabeza, aunque esperaba que algún día ella tuviera las afirmaciones que necesitaba escuchar. El tiempo era relativo, sobre todo para una persona que posee la inmortalidad, sólo llevan unos cuantos encuentros que se podían contar con los dedos de las manos pero aún así era como sí hubieran pasado varios meses incluso años. Y en cierta forma, para Santana sí que habían pasado.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Sonreí ampliamente, sintiendo como los latidos de mi corazón se aceleraban un poco al escuchar sus palabras. Mis ojos brillaron al ver su reacción, tímida, desviando la mirada, haciendo que me diesen ganas de lanzarme sobre ella y abrazarla con todas mis fuerzas por ser de esa manera tan especial conmigo. Estaba prácticamente segura de que de haber estado ella en mi lugar se habría sonrojado furiosamente, y aunque era imposible que el carmín tiñera sus mejillas, definitivamente sus gestos la delataban.
Coloqué mis manos sobre las suyas cuando ella me tomó mi rostro, mirándola de manera intensa a los ojos, buscando, como siempre, esos matices que solo podían verse reflejados en sus orbes oscuros.
— No lo sé, pero era imposible no hacerlo—respondí, siendo ahora mi turno para mostrarme un tanto cohibida al hablar abiertamente de mis sentimientos por ella. A pesar de que ahora no me imaginaba una vida en la que Santana no fuese la dueña de mi corazón, aún no me terminaba de acostumbrar a esa sensación de revoloteo en el estómago al pensar en ella—Supongo que desde el mismo instante en el que te miré a los ojos por primera vez no tuve escapatoria—no sabría decir cual había sido el instante exacto en el que todo había cambiado para mí, así que supuse que había sido algo progresivo desde el primer minuto a su lado.
Cuando sus manos se movieron de mi rostro para enredarse en mi cuello dejé que mis extremidades volviesen a pulular por los costados de su cuerpo, repartiendo leves caricias por encima de su peculiar indumentaria.
Al sentirla de nuevo junto a mí no pude evitar en lo que había estado a punto de pasar cuatro noches atrás. Había estado a punto de perderla. Bueno, más bien al contrario, ya que había sido mi existencia la que se había visto amenazada. Tragué saliva pesadamente, dejando que mis manos se situasen sobre sus caderas haciendo una ligera presión, tratando de alejar esos pensamientos y de calmar mis nervios de nuevo.
Coloqué mis manos sobre las suyas cuando ella me tomó mi rostro, mirándola de manera intensa a los ojos, buscando, como siempre, esos matices que solo podían verse reflejados en sus orbes oscuros.
— No lo sé, pero era imposible no hacerlo—respondí, siendo ahora mi turno para mostrarme un tanto cohibida al hablar abiertamente de mis sentimientos por ella. A pesar de que ahora no me imaginaba una vida en la que Santana no fuese la dueña de mi corazón, aún no me terminaba de acostumbrar a esa sensación de revoloteo en el estómago al pensar en ella—Supongo que desde el mismo instante en el que te miré a los ojos por primera vez no tuve escapatoria—no sabría decir cual había sido el instante exacto en el que todo había cambiado para mí, así que supuse que había sido algo progresivo desde el primer minuto a su lado.
Cuando sus manos se movieron de mi rostro para enredarse en mi cuello dejé que mis extremidades volviesen a pulular por los costados de su cuerpo, repartiendo leves caricias por encima de su peculiar indumentaria.
Al sentirla de nuevo junto a mí no pude evitar en lo que había estado a punto de pasar cuatro noches atrás. Había estado a punto de perderla. Bueno, más bien al contrario, ya que había sido mi existencia la que se había visto amenazada. Tragué saliva pesadamente, dejando que mis manos se situasen sobre sus caderas haciendo una ligera presión, tratando de alejar esos pensamientos y de calmar mis nervios de nuevo.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Santana no era una persona especialmente agradable o delicada a la hora de hablar de sentimientos, más bien nunca hablaba de estos, pero por primera vez sentía necesidad de hacerlo. Parece ser que el ver que puedes perder de nuevo a esa persona importante en tu vida te hace abrir los ojos y hacer que quieras aprovechar cualquier oportunidad que se presente. El verse reflejada en los ojos de ella era una sensación increíblemente maravillosa, mientras escuchaba su dulce voz, haciendo que sonriera como nunca.
Cerró los ojos sintiendo las leves caricias sobre sus costados, pero se percató enseguida de la tensión que volvió a acumular en su cuerpo cuando dejó de mover sus manos volviendo a abrazarla por cintura haciendo una leve presión. Tanto tiempo pudiendo controlar emociones que podía saber más o menos como se sentía la gente en ciertos momentos como ahora. La abrazó fuerte- estoy aquí contigo, no pienso dejar que nadie vuelva a hacerte daño, lo prometo-susurró en su oído y besó su mejilla.
En algunos momentos lo mejor para tranquilizar eran los pequeños detalles, unas palabras bien escogidas y un casto beso en la mejilla. Significado total de protección y apoyo. Además un buen momento para decir todo lo que se podía sentir, nunca se sabe si podía haber otra posibilidad de que la situación se volviera a repetir, aunque por supuesto no sería sin que Santana diera guerra. Pero mejor prevenir que curar, ya le pasó una vez, guardarse tantas emociones para luego no poder decir ninguna jamás, ahora debía aprovechar pero despacio.
-No sabes lo diferente que soy contigo a como soy con los demás...has vuelto a hacerme vivir, eres la que me guía en el camino y da luz en mi oscuridad...-seguía susurrándole al oído sin llegar a hacer contacto visual, demasiado a ya decir todo esto como para encima mirarla a los ojos siendo tan cerrada y cabezota como era Santana- Se que no hace ni un mes que nos conocemos, pero no necesito tanto tiempo para saber que lo que quede de mi alma es tuya y aunque mi corazón dejó de latir hace mucho es como si volviera a hacerlo...
A veces, podía ser bastante cursi si se lo proponía, como ahora. Aunque claro estaba que esto solo había sucedido ante dos personas nadie más, las mismas que habían conseguido derribar todas sus barreras y desarmarla con tan solo una mirada y una sonrisa alegre.
Cerró los ojos sintiendo las leves caricias sobre sus costados, pero se percató enseguida de la tensión que volvió a acumular en su cuerpo cuando dejó de mover sus manos volviendo a abrazarla por cintura haciendo una leve presión. Tanto tiempo pudiendo controlar emociones que podía saber más o menos como se sentía la gente en ciertos momentos como ahora. La abrazó fuerte- estoy aquí contigo, no pienso dejar que nadie vuelva a hacerte daño, lo prometo-susurró en su oído y besó su mejilla.
En algunos momentos lo mejor para tranquilizar eran los pequeños detalles, unas palabras bien escogidas y un casto beso en la mejilla. Significado total de protección y apoyo. Además un buen momento para decir todo lo que se podía sentir, nunca se sabe si podía haber otra posibilidad de que la situación se volviera a repetir, aunque por supuesto no sería sin que Santana diera guerra. Pero mejor prevenir que curar, ya le pasó una vez, guardarse tantas emociones para luego no poder decir ninguna jamás, ahora debía aprovechar pero despacio.
-No sabes lo diferente que soy contigo a como soy con los demás...has vuelto a hacerme vivir, eres la que me guía en el camino y da luz en mi oscuridad...-seguía susurrándole al oído sin llegar a hacer contacto visual, demasiado a ya decir todo esto como para encima mirarla a los ojos siendo tan cerrada y cabezota como era Santana- Se que no hace ni un mes que nos conocemos, pero no necesito tanto tiempo para saber que lo que quede de mi alma es tuya y aunque mi corazón dejó de latir hace mucho es como si volviera a hacerlo...
A veces, podía ser bastante cursi si se lo proponía, como ahora. Aunque claro estaba que esto solo había sucedido ante dos personas nadie más, las mismas que habían conseguido derribar todas sus barreras y desarmarla con tan solo una mirada y una sonrisa alegre.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
La angustia que había empezado a acumularse en mi cuerpo creció hasta alcanzar límites insospechados, haciendo que de un momento a otro me costase incluso respirar, mientras que mis dedos seguían crispados sobre la cintura de Santana.
Sin embargo, como si hubiese sido víctima de algún tipo de embrujo, en cuanto ella me rodeó con sus brazos todos esos sentimientos negativos comenzaron a disiparse. Como las sombras de una habitación al hacerse la luz. Una vez más, su abrazo y sus palabras me hacían sentir invencible, sabiendo que con ella a mi lado podría enfrentarme a lo que fuera.
En momentos como estos, la niña que aún había encerrada en mi interior se dejaba ver, haciéndome flaquear y poniendo de manifiesto la grandísima diferencia de edad que había entre nosotras. No lo veía como un obstáculo tampoco, si no como una cualidad positiva en la que refugiarme y apoyarme cuando las fuerzas me abandonaban.
Lo que también podía ser algo peligroso, ya que a cada día que pasaba me volvía más adicta y dependiente de Santana. Sus palabras, sus besos, sus caricias o simplemente su presencia. Me empezaba a costar mucho pasar un día entero sin tener todas esas cosas a mi disposición.
—San... no se qué decir...—susurré con mi voz cargada de emoción ante lo que ella me había confesado, utilizando de nuevo ese pequeño apodo de manera espontánea. Habían sido demasiadas emociones intensas y enfrentadas en los últimos días, y lo que menos quería era verme desbordada y finalmente romper a llorar.
Escondí mi rostro en su cuerpo, aprovechando el abrazo que ella me había dado antes para tratar de recomponerme y poner mis pensamientos en orden. Realicé un par de respiraciones profundas, pero ni aún así logré poner el tono de mi voz bajo control—Eres mi primer y único amor—fue lo único que alcancé a pronunciar antes de romperme del todo.
No quería alamarla, pero no pude hacer nada por evitar que las lágrimas salieran de mis ojos y rodaran por mis mejillas a toda velocidad. La alegría se entremezclaba con el miedo, la confusión y la emoción, todo ello sin dejar nunca de lado una gran sensación de euforia.
Mis emociones se habían vuelto, literalmente, locas, probablemente por haberlas retenido todo este tiempo.
Sin embargo, como si hubiese sido víctima de algún tipo de embrujo, en cuanto ella me rodeó con sus brazos todos esos sentimientos negativos comenzaron a disiparse. Como las sombras de una habitación al hacerse la luz. Una vez más, su abrazo y sus palabras me hacían sentir invencible, sabiendo que con ella a mi lado podría enfrentarme a lo que fuera.
En momentos como estos, la niña que aún había encerrada en mi interior se dejaba ver, haciéndome flaquear y poniendo de manifiesto la grandísima diferencia de edad que había entre nosotras. No lo veía como un obstáculo tampoco, si no como una cualidad positiva en la que refugiarme y apoyarme cuando las fuerzas me abandonaban.
Lo que también podía ser algo peligroso, ya que a cada día que pasaba me volvía más adicta y dependiente de Santana. Sus palabras, sus besos, sus caricias o simplemente su presencia. Me empezaba a costar mucho pasar un día entero sin tener todas esas cosas a mi disposición.
—San... no se qué decir...—susurré con mi voz cargada de emoción ante lo que ella me había confesado, utilizando de nuevo ese pequeño apodo de manera espontánea. Habían sido demasiadas emociones intensas y enfrentadas en los últimos días, y lo que menos quería era verme desbordada y finalmente romper a llorar.
Escondí mi rostro en su cuerpo, aprovechando el abrazo que ella me había dado antes para tratar de recomponerme y poner mis pensamientos en orden. Realicé un par de respiraciones profundas, pero ni aún así logré poner el tono de mi voz bajo control—Eres mi primer y único amor—fue lo único que alcancé a pronunciar antes de romperme del todo.
No quería alamarla, pero no pude hacer nada por evitar que las lágrimas salieran de mis ojos y rodaran por mis mejillas a toda velocidad. La alegría se entremezclaba con el miedo, la confusión y la emoción, todo ello sin dejar nunca de lado una gran sensación de euforia.
Mis emociones se habían vuelto, literalmente, locas, probablemente por haberlas retenido todo este tiempo.
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Escuchar ese apodo en sus labios la hacía sonreír de manera infantil, nadie la llamaba así principalmente porque no se lo permitiría. Sentía un abrazo más fuerte por su parte y como intentaba calmar sus emociones sin mucho éxito. Suponía que se había guardado mucho dentro, y como cualquier cosa que sobrepasa un límite acaba explotando. Necesitaba desahogarse, necesitaba llorar así que lo único que podía hacer era seguir abrazándola y acariciarle el pelo.
-No tienes que decir nada...-susurró lentamente mientras cerraba los ojos, le mataba verla llorar pero sabía que lo necesitaba al menos un momento- siempre estaré a tu lado cuando me necesites...-seguía susurrándole cosas al oído, pero era un acto reflejo más que otra cosa, necesitaba calmarla un poco y no tenía claro como.
Se apartó un poco quitando sus brazos del cuello y tomando su rostro entre sus manos mientras apartaba sus lágrimas- a ver, lo primero deja de llorar ¿si? quiero que esos ojos sigan mateniendose con su tono azul y su brillo especial-la miró a esos ojos que ahora estaban un poco rojos por el llanto, sonriendole ligeramente y besando sus mejillas que ahora sabían saladas por las lágrimas.
Cuando ya más o menos había dejado de llorar, dejó un tierno beso sobre sus labios- ahora, ¿necesitas hablar de algo en particular, desahogarte respecto algún tema?-preguntó cariñosamente mientras acariciaba las ligeramente sonrojadas mejillas aún un poco húmedas. Normalmente si la gente tenía un lío con sus emociones, había aprendido que les sentaba bien ser escuchadas y en algunos casos aconsejadas, aunque con Sinnove estaba muy claro que la norma general no tenía lugar pero igualmente podía haber una excepción.
Se imaginaba principalmente que este remolino de emociones solo era por lo que estaba sucediendo en tan poco tiempo. Al parecer se había enamorado por primera vez, había conocido un trato distinto, había sido atacada por un vampiro, entre algunas otras cosas que Santana no sabría de primera mano. Lo pensaba y no podía evitar sentirse algo mal, tan solo era una niña, bueno una adolescente en el cuerpo de una mujer y eso a veces no era nada bueno. Hay que vivir cada momento en la vida, ya habrá tiempo para crecer y madurar, pero Sinn no había tenido ese tiempo y le había tocado saltarse gran parte de la vida y por mucho que le gustara a Santana ayudarla a recuperarlo, era bastante difícil.
-No tienes que decir nada...-susurró lentamente mientras cerraba los ojos, le mataba verla llorar pero sabía que lo necesitaba al menos un momento- siempre estaré a tu lado cuando me necesites...-seguía susurrándole cosas al oído, pero era un acto reflejo más que otra cosa, necesitaba calmarla un poco y no tenía claro como.
Se apartó un poco quitando sus brazos del cuello y tomando su rostro entre sus manos mientras apartaba sus lágrimas- a ver, lo primero deja de llorar ¿si? quiero que esos ojos sigan mateniendose con su tono azul y su brillo especial-la miró a esos ojos que ahora estaban un poco rojos por el llanto, sonriendole ligeramente y besando sus mejillas que ahora sabían saladas por las lágrimas.
Cuando ya más o menos había dejado de llorar, dejó un tierno beso sobre sus labios- ahora, ¿necesitas hablar de algo en particular, desahogarte respecto algún tema?-preguntó cariñosamente mientras acariciaba las ligeramente sonrojadas mejillas aún un poco húmedas. Normalmente si la gente tenía un lío con sus emociones, había aprendido que les sentaba bien ser escuchadas y en algunos casos aconsejadas, aunque con Sinnove estaba muy claro que la norma general no tenía lugar pero igualmente podía haber una excepción.
Se imaginaba principalmente que este remolino de emociones solo era por lo que estaba sucediendo en tan poco tiempo. Al parecer se había enamorado por primera vez, había conocido un trato distinto, había sido atacada por un vampiro, entre algunas otras cosas que Santana no sabría de primera mano. Lo pensaba y no podía evitar sentirse algo mal, tan solo era una niña, bueno una adolescente en el cuerpo de una mujer y eso a veces no era nada bueno. Hay que vivir cada momento en la vida, ya habrá tiempo para crecer y madurar, pero Sinn no había tenido ese tiempo y le había tocado saltarse gran parte de la vida y por mucho que le gustara a Santana ayudarla a recuperarlo, era bastante difícil.
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Lloré con ganas aferrada a ella como si se me fuera la vida en ello. No recordaba la última vez en la que me había permitido a mí misma comportarme de esta manera. Eran muchas las ocasiones en las que había sentido la necesidad de dejar correr mis lágrimas por diversos motivos, pero siempre había logrado mantener más o menos el control. Hoy, después de tanto tiempo, había roto mi pequeño record. Sin embargo, no habría podido elegir mejor a la persona que iba a ser testigo de este momento.
En cuestión de segundos mi rostro se convirtió en un auténtico desastre. Los ojos hinchados y rojos, al igual que mi nariz, mientras que un reguero de lágrimas húmedas y pegajosas ensuciaba mis mejillas. Seguí llorando unos cuantos minutos más, hasta que finalmente, y gracias a las atenciones de Santana, pude ir recuperando poco a poco la compostura. El llanto fue remitiendo hasta que después de unos minutos más solo sollozaba suavemente.
Cuando besó mis labios de esa manera tan especial sentí como mi autocontrol flaqueaba de nuevo, pero esta vez logré controlarme y evité el llanto, continuando con los sollozos y algún que otro espasmo producido por el hipo.
Realmente agradecía la paciencia que estaba teniendo conmigo, ya que por si acaso mi actitud durante los últimos días no había sido desquiciante, ahora le hacía pasar por esto. ¿Y aún se preguntaba por qué me había enamorado de ella?
—No lo sé—dije con simpleza, poniendo a prueba mi voz. Al ver que no era tan lastimera como imaginaba que sería, reuní mis fuerzas para poder seguir hablando con la mayor claridez posible—Siempre intento no pensar para no tener que enfrentar mis recuerdos y los tormentos de mis acciones en el pasado... y creo que durante estos cuatro días he pensado más de lo que podía soportar—¿tenía algún sentido esto que estaba diciendo?—No es la primera vez que veo mi vida en peligro. La diferencia es que antes me habría dado igual morir, ya que no tenía nada ni nadie por lo que seguir respirando. Pero la otra noche, cuando esa cosa me mordió... lo único en lo que podía pensar era en que no volvería a verte, en que todos los sueños y fantasias que había imaginado vivir contigo en el futuro nunca se harían realidad—mezclaba unas cosas con otras. Mi pasado con mi presente. Solo esperaba que Santana pudiese entenderme entre tanta palabra inconexa.
En cuestión de segundos mi rostro se convirtió en un auténtico desastre. Los ojos hinchados y rojos, al igual que mi nariz, mientras que un reguero de lágrimas húmedas y pegajosas ensuciaba mis mejillas. Seguí llorando unos cuantos minutos más, hasta que finalmente, y gracias a las atenciones de Santana, pude ir recuperando poco a poco la compostura. El llanto fue remitiendo hasta que después de unos minutos más solo sollozaba suavemente.
Cuando besó mis labios de esa manera tan especial sentí como mi autocontrol flaqueaba de nuevo, pero esta vez logré controlarme y evité el llanto, continuando con los sollozos y algún que otro espasmo producido por el hipo.
Realmente agradecía la paciencia que estaba teniendo conmigo, ya que por si acaso mi actitud durante los últimos días no había sido desquiciante, ahora le hacía pasar por esto. ¿Y aún se preguntaba por qué me había enamorado de ella?
—No lo sé—dije con simpleza, poniendo a prueba mi voz. Al ver que no era tan lastimera como imaginaba que sería, reuní mis fuerzas para poder seguir hablando con la mayor claridez posible—Siempre intento no pensar para no tener que enfrentar mis recuerdos y los tormentos de mis acciones en el pasado... y creo que durante estos cuatro días he pensado más de lo que podía soportar—¿tenía algún sentido esto que estaba diciendo?—No es la primera vez que veo mi vida en peligro. La diferencia es que antes me habría dado igual morir, ya que no tenía nada ni nadie por lo que seguir respirando. Pero la otra noche, cuando esa cosa me mordió... lo único en lo que podía pensar era en que no volvería a verte, en que todos los sueños y fantasias que había imaginado vivir contigo en el futuro nunca se harían realidad—mezclaba unas cosas con otras. Mi pasado con mi presente. Solo esperaba que Santana pudiese entenderme entre tanta palabra inconexa.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Seguía acariciando sus mejillas sonrojadas y todo su rostro, el que ahora se veía un poco más infantil. Escuchaba las palabras que salían de su boca con paciencia, no podía hacer otra cosa más que sonreír, no lo podía evitar. Ese rostro cambiado por el llanto junto con las palabras que se mezclaban en dos tiempos a la vez la hacían verse vulnerable y a Santana solo le daban ganas de abrazarla y apartarla del mundo para que nada ni nadie puede dañarla.
-Mírame a los ojos y escúchame bien, ¿vale?-sostuvo de nuevo su rostro entre sus manos con cierta fuerza pero sin llegar a hacerle ningún daño asegurándose de que ambas miradas estaban conectadas- he vivido lo suficiente como para darme cuenta del dolor que nos causa este mundo, pero Sinn, mírate, estás viva. Esa cosa no pudo contigo y yo estoy aquí, a tu lado y no pienso irme.-sonrió inspirando un momento para tranquilizar sus propios ánimos, aunque de haber sido posible, de sus ojos estarían saliendo lágrimas por montón.
Tomó una de sus manos y la puso justo encima de donde debía estar su corazón palpitante- ¿sientes algo? no, normal no late. Pero eso no me ha impedido sentir como se aceleraba cuando te vi por primera vez en la calle, o la otra noche cuando me hiciste sentir como una virgen.-suspiró un momento y siguió con su pequeño discurso- si te soy sincera nunca se me ha dado bien demostrar mis sentimientos y mucho menos hablar sobre ellos, pero...-se encogió de hombros dejando de hablar sintiendo como si de verdad las lágrimas se agruparan en sus ojos dispuestas a salir.
Se quedó mirándola a los ojos, los mismos que todavía tenían lágrimas dispuestas a salir y estaban rojos e irritados por culpa de estas mismas. Sonrió riendo entre dientes y con un leve empujoncito hizo que cayera hacia atrás quedando contra el colchón con Santana encima. Volvió a acariciar todo su rostro y tocando la punta de su nariz lo último al retirar las manos, se acercó a su rostro y sonriendo le hizo una promesa que pensaba cumplir bajo cualquier coste- yo, Santana López, prometo amarte y cuidarte hasta el fin de mis días, incluso después-selló su promesa con un ligero beso y volvió a incorporarse encima de ella.
Todavía no podía entender como con el daño, no solo físico si no moral, que le había hecho ese ser de su misma raza le pedía que no hiciera nada y se quedara de brazos cruzados. Siendo la persona más pura del universo a pesar de todo no merecía que le pasaran estas cosas, quizás ni tenía que haber conocido a Santana para poder estar más a salvo, pero lo hecho hecho estaba y pensaba hacer que el tiempo que estuviera a su lado fuera el mejor que pudiera proporcionarle. Santana sabía que no era perfecta, aunque dijera lo contrario, y sentía que jamás sería suficiente para alguien como Sinnove.
-Mírame a los ojos y escúchame bien, ¿vale?-sostuvo de nuevo su rostro entre sus manos con cierta fuerza pero sin llegar a hacerle ningún daño asegurándose de que ambas miradas estaban conectadas- he vivido lo suficiente como para darme cuenta del dolor que nos causa este mundo, pero Sinn, mírate, estás viva. Esa cosa no pudo contigo y yo estoy aquí, a tu lado y no pienso irme.-sonrió inspirando un momento para tranquilizar sus propios ánimos, aunque de haber sido posible, de sus ojos estarían saliendo lágrimas por montón.
Tomó una de sus manos y la puso justo encima de donde debía estar su corazón palpitante- ¿sientes algo? no, normal no late. Pero eso no me ha impedido sentir como se aceleraba cuando te vi por primera vez en la calle, o la otra noche cuando me hiciste sentir como una virgen.-suspiró un momento y siguió con su pequeño discurso- si te soy sincera nunca se me ha dado bien demostrar mis sentimientos y mucho menos hablar sobre ellos, pero...-se encogió de hombros dejando de hablar sintiendo como si de verdad las lágrimas se agruparan en sus ojos dispuestas a salir.
Se quedó mirándola a los ojos, los mismos que todavía tenían lágrimas dispuestas a salir y estaban rojos e irritados por culpa de estas mismas. Sonrió riendo entre dientes y con un leve empujoncito hizo que cayera hacia atrás quedando contra el colchón con Santana encima. Volvió a acariciar todo su rostro y tocando la punta de su nariz lo último al retirar las manos, se acercó a su rostro y sonriendo le hizo una promesa que pensaba cumplir bajo cualquier coste- yo, Santana López, prometo amarte y cuidarte hasta el fin de mis días, incluso después-selló su promesa con un ligero beso y volvió a incorporarse encima de ella.
Todavía no podía entender como con el daño, no solo físico si no moral, que le había hecho ese ser de su misma raza le pedía que no hiciera nada y se quedara de brazos cruzados. Siendo la persona más pura del universo a pesar de todo no merecía que le pasaran estas cosas, quizás ni tenía que haber conocido a Santana para poder estar más a salvo, pero lo hecho hecho estaba y pensaba hacer que el tiempo que estuviera a su lado fuera el mejor que pudiera proporcionarle. Santana sabía que no era perfecta, aunque dijera lo contrario, y sentía que jamás sería suficiente para alguien como Sinnove.
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Ella seguía sonriendo, lo que me desconcertaba y tranquilizaba a partes iguales. Por un lado, me hacía comprobar una vez más que por mucho que hubiese hecho o siguiese haciendo, ella no iba a salir corriendo, si no que iba a seguir a mi lado como un punto de apoyo para que cada vez que mis fuerzas flaquesen pudiese volver a ponerme en pie. Por otro lado, volvía a plantearme que era lo que Santana había podido ver en alguien como yo, con un pasado tan turbio, un presente bastante revuelto y un futuro sumamente inestable.
Sin embargo, no le podía estar más agradecida por no haberme abandonado, por haberse vestido cual muchacho y haber acudido a rescatarme de la cárcel en la que yo misma me había hecho prisionera al querer manejar el asunto sin involucrar a nadie.
Sentí un escalofrío cuando mi mano se posó sobre su pecho. Aunque ya me había dado cuenta antes, evidentemente, esta era la primera en la que verdaderamente comprobaba que no había ningún latido bajo la piel de Santana. Tampoco era necesario, ya que a medida que hablabla, mi propio órgano comenzó a moverse a toda velocidad, como si sintiera la necesidad de latir por las dos.
Las lágrimas, aunque menos que antes, volvieron a rodar por mis mejillas, aunque esta vez el llanto era bastante diferente.
Con mi espalda contra la cama y Santana encima de mí, una leve sonrisa volvió a dibujarse en mi rostro, como si su rostro comenzara a reflejarse en el mío. Los problemas y obstáculos entre nosotras eran demasiados pero, ¿cómo no sonreir con una mujer así a mi lado, dedicándome esas palabras que parecían sacadas de cuento?
—Espera—pedí, tomando su mano. Me incorporé levemente sobre la cama, acercándola de nuevo a mí. No me atreví a decir mucho más, ya que mi voz estaba demasiado temblorosa por el llanto y por todo lo que acaba de escuchar. Por las promesas que ella me había hecho y que yo era capaz de repetir, no porque no quisiese, si no porque mis cuerdas vocales no respondían.
Con su mano aún entre las mías, la coloqué encima de mi pecho, justo encima de mi corazón. Al contrario que el suyo, el mío latía rápidamente, con fuerza, no dejando duda alguna de su presencia en el interior de mi cuerpo. Me sorbí la nariz y me aclaré la garganta.
—Dos almas; un solo corazón—dije finalmente. Muchas eran las veces en las que se había hablado de que las personas enamoradas, las almas gemelas, compartían el mismo latir de sus corazones. En nuestro caso, era literalmente cierto—Mi corazón siempre latirá por ti, y el día que deje de hacerlo será porque finalmente pueda acompañarte durante el resto de la eternidad como tu compañera. Esa es la promesa que yo te hago—añadí, levantando el mentón para mirarla intensamente a los ojos.
Sin embargo, no le podía estar más agradecida por no haberme abandonado, por haberse vestido cual muchacho y haber acudido a rescatarme de la cárcel en la que yo misma me había hecho prisionera al querer manejar el asunto sin involucrar a nadie.
Sentí un escalofrío cuando mi mano se posó sobre su pecho. Aunque ya me había dado cuenta antes, evidentemente, esta era la primera en la que verdaderamente comprobaba que no había ningún latido bajo la piel de Santana. Tampoco era necesario, ya que a medida que hablabla, mi propio órgano comenzó a moverse a toda velocidad, como si sintiera la necesidad de latir por las dos.
Las lágrimas, aunque menos que antes, volvieron a rodar por mis mejillas, aunque esta vez el llanto era bastante diferente.
Con mi espalda contra la cama y Santana encima de mí, una leve sonrisa volvió a dibujarse en mi rostro, como si su rostro comenzara a reflejarse en el mío. Los problemas y obstáculos entre nosotras eran demasiados pero, ¿cómo no sonreir con una mujer así a mi lado, dedicándome esas palabras que parecían sacadas de cuento?
—Espera—pedí, tomando su mano. Me incorporé levemente sobre la cama, acercándola de nuevo a mí. No me atreví a decir mucho más, ya que mi voz estaba demasiado temblorosa por el llanto y por todo lo que acaba de escuchar. Por las promesas que ella me había hecho y que yo era capaz de repetir, no porque no quisiese, si no porque mis cuerdas vocales no respondían.
Con su mano aún entre las mías, la coloqué encima de mi pecho, justo encima de mi corazón. Al contrario que el suyo, el mío latía rápidamente, con fuerza, no dejando duda alguna de su presencia en el interior de mi cuerpo. Me sorbí la nariz y me aclaré la garganta.
—Dos almas; un solo corazón—dije finalmente. Muchas eran las veces en las que se había hablado de que las personas enamoradas, las almas gemelas, compartían el mismo latir de sus corazones. En nuestro caso, era literalmente cierto—Mi corazón siempre latirá por ti, y el día que deje de hacerlo será porque finalmente pueda acompañarte durante el resto de la eternidad como tu compañera. Esa es la promesa que yo te hago—añadí, levantando el mentón para mirarla intensamente a los ojos.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Aquella conversación sin duda hacía que ambas abrieran sus sentimientos profundamente ante la otra, quedando totalmente expuestas pero a ninguna le importaba, sabían que las palabras de amor que se estaban profesando quedarían grabadas a fuego en la otra. Las palabras que salían de sus bocas eran las más puras y sinceras que nadie pudiese siquiera imaginar.
Justo cuando iba a incorporarse, Sinnove se lo impidió haciendo que volviera a caer sobre ella. Todavía seguía derramando alguna lágrima que otra, pero esta vez a diferencia de la anterior se notaba que era una mezcla de felicidad. Santana tenía más que asumido que en caso de haber podido parecería una fuente de tanto llorar. Se quedó un momento en silencio como intentando recobrar la firmeza de su tono para conseguir hablar con soltura. El mismo gesto de Santana lo imitaba ella, su mano encima del corazón en funcionamiento de ella, acelerado ligeramente. Cerró los ojos y se conformó con oír la mezcla de su voz con sus latidos.
Cualquier persona hubiera tomado aquellas palabras como una tontería, pero para Santana tenían más peso que cualquier cosa que nadie hubiera hecho por ella, entre otras cosas porque no sabía como quería convertirse en lo que ella era. Abrió los ojos lentamente para encontrarse con una mirada azulada e intensa, sonrió tragando saliva y aclarándose la garganta, no lo necesitaba pero eran actos reflejos que se quedan de humanidad. Asintió ligeramente y se humedeció los labios, no sabía bien que decir, estaba completamente desarmada ante ella. Repitió las palabras en su cabeza como por un minuto y decidió que ya era hora de decir algo pues ambas se pondrían un poco nerviosas si el silencio continuaba.
-Mi compañera ¿eh?...me gusta como suena...-rió entre dientes y apoyó su frente con la de ella mientras volvía a cerrar los ojos. Todavía sentía bajo su mano el calor de la piel y latido un tanto frenético de su corazón. Casi a tientas dejó un leve beso en sus labios y volvió a incorporarse sobre ella levantando esta vez la mano, tenía mucho autocontrol pero no había que poner las cosas más difíciles.
Se quedó mirándola desde arriba, por mucho que hubiera podido pensar estos cuatro días con sus cuatro noches todavía no había encontrado algo que la hiciese merecedora de alguien como Sinnove. Suspiró de pura felicidad sin dejar en ningún momento que la sonrisa tonta de su cara desapareciera. Tomó sus manos e hizo que se incorporara también hasta ponerse a su altura, la abrazó por el cuello y comenzó a besarle el rostro susurrando algunos ''te quiero'' en diversos idiomas, ya no sabía como decirle que la quería y solo podía recurrir al uso de múltiples lenguas, terminando en sus idiomas natales- te quiero, Ik houd van u...
Justo cuando iba a incorporarse, Sinnove se lo impidió haciendo que volviera a caer sobre ella. Todavía seguía derramando alguna lágrima que otra, pero esta vez a diferencia de la anterior se notaba que era una mezcla de felicidad. Santana tenía más que asumido que en caso de haber podido parecería una fuente de tanto llorar. Se quedó un momento en silencio como intentando recobrar la firmeza de su tono para conseguir hablar con soltura. El mismo gesto de Santana lo imitaba ella, su mano encima del corazón en funcionamiento de ella, acelerado ligeramente. Cerró los ojos y se conformó con oír la mezcla de su voz con sus latidos.
Cualquier persona hubiera tomado aquellas palabras como una tontería, pero para Santana tenían más peso que cualquier cosa que nadie hubiera hecho por ella, entre otras cosas porque no sabía como quería convertirse en lo que ella era. Abrió los ojos lentamente para encontrarse con una mirada azulada e intensa, sonrió tragando saliva y aclarándose la garganta, no lo necesitaba pero eran actos reflejos que se quedan de humanidad. Asintió ligeramente y se humedeció los labios, no sabía bien que decir, estaba completamente desarmada ante ella. Repitió las palabras en su cabeza como por un minuto y decidió que ya era hora de decir algo pues ambas se pondrían un poco nerviosas si el silencio continuaba.
-Mi compañera ¿eh?...me gusta como suena...-rió entre dientes y apoyó su frente con la de ella mientras volvía a cerrar los ojos. Todavía sentía bajo su mano el calor de la piel y latido un tanto frenético de su corazón. Casi a tientas dejó un leve beso en sus labios y volvió a incorporarse sobre ella levantando esta vez la mano, tenía mucho autocontrol pero no había que poner las cosas más difíciles.
Se quedó mirándola desde arriba, por mucho que hubiera podido pensar estos cuatro días con sus cuatro noches todavía no había encontrado algo que la hiciese merecedora de alguien como Sinnove. Suspiró de pura felicidad sin dejar en ningún momento que la sonrisa tonta de su cara desapareciera. Tomó sus manos e hizo que se incorporara también hasta ponerse a su altura, la abrazó por el cuello y comenzó a besarle el rostro susurrando algunos ''te quiero'' en diversos idiomas, ya no sabía como decirle que la quería y solo podía recurrir al uso de múltiples lenguas, terminando en sus idiomas natales- te quiero, Ik houd van u...
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Las lágrimas finalmente desaparecieron de mis ojos, aunque el rastro del llanto no estaba dispuesto a desaparecer tan facilmente. Mi mirada aún estaba acuosa, mis mejillas algo pegajosas debido al surco que las gotas saladas habían grabado sobre mi piel, mi voz temblorosa. Pero por otro lado, la sombra de la tristeza que cubría mi rostro empezaba de nuevo a desaparecer.
Tal vez esto era todo lo que necesitaba. Desahogarme. Sincerarme con ella. Confesar mis preocupaciones y miedos más profundos. Y ahora que por fin lo había hecho notaba como un gran peso había desaparecido de mis hombros. Todo gracias a ella.
En un gesto algo infantil por mi parte me sequé las mejillas y los ojos con la corta falda de mi vestido, eliminando cualquier rastro de lágrimas de mi rostro. Ahora solo me quedaba esperar a que el tono de mi voz se normalizase y a que las lagrimas que aún se paseaban por mi mirada se reabsorbiesen por completo. Finalmente me animé a sonreir más abiertamente, dejando que la incipiente alegría llegase hasta mis ojos. Asentí con la cabeza un par de veces ante sus palabras, completamente convencida.
—Yo tu compañera y tú la mía... aunque bueno, visto lo visto bien podrías ser mi compañero—me permití el lujo de bromear de nuevo acerca de su vestimenta, ya que después de los momentos de angustia vividos, las palabras que ambas nos habíamos dedicado la una a la otra habían llenado mi corazón de esperanza y buenos deseos de cara al futuro.
Futuro. En lo que llevaba de mes había perdido la cuenta de la cantidad de posibles alternativas que había llegado a imaginar, teniendo siempre como denominador común a Santana y una vida llena de dicha junto a ella. Luchando contra todo y contra todos, para siempre terminar saliendo victoriosas. Ahora más que nunca ansiba que ese pequeño deseo de mi mente se hiciese realidad.
Por otro lado, cuando yo pasase a ser igual que Santana tendría que dejar de preocuparme por lo que la sociedad pudiese opinar, ya que dejaría de estar dentro de la sociedad para empezar a formar una nueva organización a parte de la que solo ella y yo seríamos miembros. Cuanto más lo pensaba, más factible me resultaba todo.
Sonreí más abiertamente aún con sus besos por mi rostro y sus palabras, haciendo que volviera a surgir en mí ese revuelo tan familiar que se me formaba en la boca del estómago, acompañado por las ganas de gritar y dar saltos por toda la habitación, eufórica.
—Y yo a ti, más que a nada—volví a incorporarme para capturar sus labios entre los míos, sellando nuestras promesas y todas esas palabras con un único beso en el que intenté infundir todas mis emociones.
Tal vez esto era todo lo que necesitaba. Desahogarme. Sincerarme con ella. Confesar mis preocupaciones y miedos más profundos. Y ahora que por fin lo había hecho notaba como un gran peso había desaparecido de mis hombros. Todo gracias a ella.
En un gesto algo infantil por mi parte me sequé las mejillas y los ojos con la corta falda de mi vestido, eliminando cualquier rastro de lágrimas de mi rostro. Ahora solo me quedaba esperar a que el tono de mi voz se normalizase y a que las lagrimas que aún se paseaban por mi mirada se reabsorbiesen por completo. Finalmente me animé a sonreir más abiertamente, dejando que la incipiente alegría llegase hasta mis ojos. Asentí con la cabeza un par de veces ante sus palabras, completamente convencida.
—Yo tu compañera y tú la mía... aunque bueno, visto lo visto bien podrías ser mi compañero—me permití el lujo de bromear de nuevo acerca de su vestimenta, ya que después de los momentos de angustia vividos, las palabras que ambas nos habíamos dedicado la una a la otra habían llenado mi corazón de esperanza y buenos deseos de cara al futuro.
Futuro. En lo que llevaba de mes había perdido la cuenta de la cantidad de posibles alternativas que había llegado a imaginar, teniendo siempre como denominador común a Santana y una vida llena de dicha junto a ella. Luchando contra todo y contra todos, para siempre terminar saliendo victoriosas. Ahora más que nunca ansiba que ese pequeño deseo de mi mente se hiciese realidad.
Por otro lado, cuando yo pasase a ser igual que Santana tendría que dejar de preocuparme por lo que la sociedad pudiese opinar, ya que dejaría de estar dentro de la sociedad para empezar a formar una nueva organización a parte de la que solo ella y yo seríamos miembros. Cuanto más lo pensaba, más factible me resultaba todo.
Sonreí más abiertamente aún con sus besos por mi rostro y sus palabras, haciendo que volviera a surgir en mí ese revuelo tan familiar que se me formaba en la boca del estómago, acompañado por las ganas de gritar y dar saltos por toda la habitación, eufórica.
—Y yo a ti, más que a nada—volví a incorporarme para capturar sus labios entre los míos, sellando nuestras promesas y todas esas palabras con un único beso en el que intenté infundir todas mis emociones.
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Notaba en sus labios el leve sabor salado de sus mejillas pero le importaba más bien poco, por no decir nada, mientras terminaba de besar cada milímetro de su rostro sin dejar ningún sitio por besar excepto sus labios. Escuchó su broma acerca de su inusual vestuario y pensó hacerse la ofendida pero enseguida desechó la idea al recibir gustosa los labios de ella. El beso era delicado pero fuerte, y como todos los que compartían, hecho solo para la otra. Sus labios encajaban a la perfección, se conocían como si nunca hubieran besado a otros.
Definitivamente estaban hechas la una para la otra, o eso le encantaba pensar a Santana y no parecía que Sinnove estuviera en contra de dicha afirmación. Ambas sabían perfectamente que no iba a ser todo color de rosa y que no todo sería vivir en una ''happy village'', pero también sabían que la una iba a estar para la otra en cualquier momento, para apoyarse en los momentos difíciles. Para Santana podía acabar el mundo que le daría igual en ese mismo instante, metida en su burbuja con ella ya podía pasar cualquier cosa en el exterior que era probable que no se enterara de nada.
Detestaba los momento en los que la falta de oxígeno las obligara a separarse pero no había más remedio. Cuando separó sus labios de los de ella, pudo volver a pensar ligeramente con claridad, ligeramente porque después de ese intenso beso era como si la cabeza le diera vuelta. Recordó que justo antes de perder el hilo de sus pensamientos intentaba hacerse la ofendida ante su comentario del vestuario. Entrecerró los ojos mientras fruncía muy ligeramente el ceño- que sepas que no me ha pasado inadvertido tu comentario acerca de mi maravilloso disfraz...-susurró entre dientes.
Aunque intentaba que se le viera aunque fuera algo ofendida, sabía perfectamente que no daría esa impresión ni de lejos, pero bueno un poco de juego no hace daño a nadie y hacía falta relajar un poco más el ambiente. Se bajó del regazo de ella y se tiró en la cama bocabajo enterrando la cara en la almohada, intentaba que le viera la sonrisa que todavía llevaba dibujada en la cara. Tenía que parecer lo más creíble aunque en estos momentos no lo conseguiría a no ser que intentara que no le viera la cara.
Sabía perfectamente que el supuesto ''disfraz'' no tenía nada de maravilloso, ella misma pensaba que era un fiasco una vez se había dado cuenta de lo que se había puesto, pero nunca lo reconocería en voz alta, o bueno no de momento. Estiró los brazos poniéndolos alineados con su cuerpo y consiguió relajar su rostro hasta dejarlo sin expresión y cerrando los ojos mientras seguía contra la almohada.
Definitivamente estaban hechas la una para la otra, o eso le encantaba pensar a Santana y no parecía que Sinnove estuviera en contra de dicha afirmación. Ambas sabían perfectamente que no iba a ser todo color de rosa y que no todo sería vivir en una ''happy village'', pero también sabían que la una iba a estar para la otra en cualquier momento, para apoyarse en los momentos difíciles. Para Santana podía acabar el mundo que le daría igual en ese mismo instante, metida en su burbuja con ella ya podía pasar cualquier cosa en el exterior que era probable que no se enterara de nada.
Detestaba los momento en los que la falta de oxígeno las obligara a separarse pero no había más remedio. Cuando separó sus labios de los de ella, pudo volver a pensar ligeramente con claridad, ligeramente porque después de ese intenso beso era como si la cabeza le diera vuelta. Recordó que justo antes de perder el hilo de sus pensamientos intentaba hacerse la ofendida ante su comentario del vestuario. Entrecerró los ojos mientras fruncía muy ligeramente el ceño- que sepas que no me ha pasado inadvertido tu comentario acerca de mi maravilloso disfraz...-susurró entre dientes.
Aunque intentaba que se le viera aunque fuera algo ofendida, sabía perfectamente que no daría esa impresión ni de lejos, pero bueno un poco de juego no hace daño a nadie y hacía falta relajar un poco más el ambiente. Se bajó del regazo de ella y se tiró en la cama bocabajo enterrando la cara en la almohada, intentaba que le viera la sonrisa que todavía llevaba dibujada en la cara. Tenía que parecer lo más creíble aunque en estos momentos no lo conseguiría a no ser que intentara que no le viera la cara.
Sabía perfectamente que el supuesto ''disfraz'' no tenía nada de maravilloso, ella misma pensaba que era un fiasco una vez se había dado cuenta de lo que se había puesto, pero nunca lo reconocería en voz alta, o bueno no de momento. Estiró los brazos poniéndolos alineados con su cuerpo y consiguió relajar su rostro hasta dejarlo sin expresión y cerrando los ojos mientras seguía contra la almohada.
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Una sonrisilla culpable se dibujó en mis labios al escuchar sus palabras, mientras que una expresión de fingida inocencia se instauraba en mi rostro.
A continuación solté una pequeña risa entre dientes, entremezclando la diversión con el desconcierto al verla actuar de esa manera.
Justo cuando pensaba que iba a rendirse y a abandonar su pequeño teatro, se tiró boca abajo sobre mi cama, hundiendo la cara en la almohada. Durante unos segundos, minutos incluso, me limité a observarla.
Su figura pequeña lo parecía aún más enfundada en esas ropas anchas de hombre, aunque sin perder nunca ese toque femenino y ciertamente letal que la caracterizaba.
Pensé que terminaría dándose por vencida en algún momento. Sin embargo, los minutos seguían pasando y Santana seguía de cara contra la almohada. No lo creía probable pero, ¿tal vez se habría enfadado de verdad?
Finalmente me pusé a cuatro patas sobre la cama, avanzando hasta situarme al lado de Santana. Aprovechando que seguía tumbada sobre su estómago, dándome la espalda, me senté sobre su trasero. Coloqué cada una de mis rodillas a cada lado de su cuerpo.
—Santana...—la llamé, utilizando un tono musical, como si estuviese cantando su nombre sin seguir ninguna melodía en concreto. Con las puntas de mis respectivos dedos índices comencé a dar pequeños toquecitos en los costados de su cuerpo de manera juguetona—Santana...—repetí con el mismo tono, alargando un poco la última letra de su nombre. Seguí pinchando sus costados con mis dedos, pero al ver que no tenía la reacción que yo esperaba desistí.
Me incliné hacia adelante, apartándole el pelo para dejar su nuca al aire. De nuevo utilizando la punta de mis apéndices, recorrí la piel de esa zona muy suavemente, como si buscase provocar cosquillas en ella.
Continué diciendo su nombre, con una mezcla entre llamado y cancioncilla burlona. Finalmente deslicé las palmas de mis manos por su espalda, masajeando su cuerpo por encima de la ropa.
—Si no me miras mi cara pierde todo su efecto sobre ti—repliqué, sin borrar la sonrisa de mi voz, de manera que pudiese escucharla aunque no me estuviese mirando en ese preciso instante—¿Y cómo conseguiré que me perdones si no?—mis manos siguieron deslizándose suavemente por encima de sus músculos, simplemente disfrutando de su tacto bajo mi piel.
A continuación solté una pequeña risa entre dientes, entremezclando la diversión con el desconcierto al verla actuar de esa manera.
Justo cuando pensaba que iba a rendirse y a abandonar su pequeño teatro, se tiró boca abajo sobre mi cama, hundiendo la cara en la almohada. Durante unos segundos, minutos incluso, me limité a observarla.
Su figura pequeña lo parecía aún más enfundada en esas ropas anchas de hombre, aunque sin perder nunca ese toque femenino y ciertamente letal que la caracterizaba.
Pensé que terminaría dándose por vencida en algún momento. Sin embargo, los minutos seguían pasando y Santana seguía de cara contra la almohada. No lo creía probable pero, ¿tal vez se habría enfadado de verdad?
Finalmente me pusé a cuatro patas sobre la cama, avanzando hasta situarme al lado de Santana. Aprovechando que seguía tumbada sobre su estómago, dándome la espalda, me senté sobre su trasero. Coloqué cada una de mis rodillas a cada lado de su cuerpo.
—Santana...—la llamé, utilizando un tono musical, como si estuviese cantando su nombre sin seguir ninguna melodía en concreto. Con las puntas de mis respectivos dedos índices comencé a dar pequeños toquecitos en los costados de su cuerpo de manera juguetona—Santana...—repetí con el mismo tono, alargando un poco la última letra de su nombre. Seguí pinchando sus costados con mis dedos, pero al ver que no tenía la reacción que yo esperaba desistí.
Me incliné hacia adelante, apartándole el pelo para dejar su nuca al aire. De nuevo utilizando la punta de mis apéndices, recorrí la piel de esa zona muy suavemente, como si buscase provocar cosquillas en ella.
Continué diciendo su nombre, con una mezcla entre llamado y cancioncilla burlona. Finalmente deslicé las palmas de mis manos por su espalda, masajeando su cuerpo por encima de la ropa.
—Si no me miras mi cara pierde todo su efecto sobre ti—repliqué, sin borrar la sonrisa de mi voz, de manera que pudiese escucharla aunque no me estuviese mirando en ese preciso instante—¿Y cómo conseguiré que me perdones si no?—mis manos siguieron deslizándose suavemente por encima de sus músculos, simplemente disfrutando de su tacto bajo mi piel.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Notaba como se acercaba y aunque intentaba no sonreír le era totalmente imposible, menos mal que había escogido bien al esconder su rostro y así no romper su pequeño teatro. Aunque la sonrisa le duró poco, cuando se sentó encima de ella solo pudo morder ligeramente la almohada para no dejar de lado su actuación y conseguir lo que esperaba.
Sus dedos repiqueteando sobre sus costados hacían que volviera a sonreír y casi reírse pero gracias a seguir mordiendo ligeramente la almohada no se le escapó la risita. Intentaba también no moverse y parecía que estaba teniendo éxito en su intento de indiferencia. Sintió como le quitaba el pelo de la nuca y acariciaba la piel, acababa de descubrir su punto débil aunque probablemente no lo supiera, mientras seguía escuchando su nombre entonado como si fuera una canción.
Negó como pudo al escuchar su pequeña réplica, aunque se le notaba perfectamente en su tono que estaba sonriendo y no era una queja realmente- No se cómo lo conseguirás, sólo diré en tu defensa que no vas por mal camino...-respondió a su pregunta lo más claro que pudo sin quitar la cara de donde la tenía.
Se relajó bastante y por algún segundo llegó a olvidar la causa de su teatrillo, se sentía muy bien el subir y bajar de sus manos por sus músculos aunque fuera por encima de la ropa, suspiró y se le escapó un pequeño ronroneo típico de cuando estaba tan relajada y esperaba que no se hubiera dado cuenta. La verdad es que lo que le había dicho iba enserio, si seguía así por unos minutos más acabaría desistiendo en su intento de estar ofendida.
También pasó por su mente la recopilación de que hacia mucho tiempo no recibía unas simples caricias como un subir y bajar de manos por su espalda, además de alguna que otra caricia en su morena nuca, que más que hacerle cosquillas le daba bastante gustito. Dejó de tener la cara enterrada en la almohada para dejarla reposando de lado sin abrir los ojos y manteniendo una mueca de inexpresión en el rostro.
Las caricias no eran más que simples roces en su espalda pero se sentía como sí fuera mucho más, iba más allá de un simple contacto físico.
Sus dedos repiqueteando sobre sus costados hacían que volviera a sonreír y casi reírse pero gracias a seguir mordiendo ligeramente la almohada no se le escapó la risita. Intentaba también no moverse y parecía que estaba teniendo éxito en su intento de indiferencia. Sintió como le quitaba el pelo de la nuca y acariciaba la piel, acababa de descubrir su punto débil aunque probablemente no lo supiera, mientras seguía escuchando su nombre entonado como si fuera una canción.
Negó como pudo al escuchar su pequeña réplica, aunque se le notaba perfectamente en su tono que estaba sonriendo y no era una queja realmente- No se cómo lo conseguirás, sólo diré en tu defensa que no vas por mal camino...-respondió a su pregunta lo más claro que pudo sin quitar la cara de donde la tenía.
Se relajó bastante y por algún segundo llegó a olvidar la causa de su teatrillo, se sentía muy bien el subir y bajar de sus manos por sus músculos aunque fuera por encima de la ropa, suspiró y se le escapó un pequeño ronroneo típico de cuando estaba tan relajada y esperaba que no se hubiera dado cuenta. La verdad es que lo que le había dicho iba enserio, si seguía así por unos minutos más acabaría desistiendo en su intento de estar ofendida.
También pasó por su mente la recopilación de que hacia mucho tiempo no recibía unas simples caricias como un subir y bajar de manos por su espalda, además de alguna que otra caricia en su morena nuca, que más que hacerle cosquillas le daba bastante gustito. Dejó de tener la cara enterrada en la almohada para dejarla reposando de lado sin abrir los ojos y manteniendo una mueca de inexpresión en el rostro.
Las caricias no eran más que simples roces en su espalda pero se sentía como sí fuera mucho más, iba más allá de un simple contacto físico.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Solté una pequeña risita entre dientes al escuchar su voz ahogada contra la almohada. Sus palabras habían sido bastante claras, pero aún así su tono de voz adquiría un matiz bastante cómico al mezclar su enfurruñanimiento con el impedimento que suponía la tela en sí.
Por otro lado, una vez más sentía que estaba ganando esta pequeña batalla, como solía ser habitual, y que Santana no tardaría demasiado en ceder a mis deseos.
Seguí acariciando su espalda y su nuca tranquilamente, con movimientos lentos y precisos. A medida que iban pasando los segundos, empecé a olvidarme de mi misión principal y comencé a masajear el cuerpo de Santana por el simple placer de hacerlo. Era curioso como algo así podía causarme una sensación tan reconfortante.
Concentrada en mi nuevo objetivo (conseguir que ella se sintiese mejor, de la misma manera que yo lo hacía con el simple hecho de estar en su presencia) comencé a poner más cuidado en mi forma de hacer los movimientos.
Llevé mis manos hasta la parte baja de su espalda y comencé a tirar suavemente de la especie de camisa que llevaba puesta, sacándosela del pantalón y tirando de ella hacia arriba, de manera que parte de la piel de su espalda quedó al descubierto. Observé su piel morena con devoción, admirando las pequeñas curvas y relieves de su columna vertebral.
A continuación retomé mi masaje, presionando con mis dedos suavemente sus costados, la zona de debajo de sus hombros, su espalda en general.
—¿Mejor así?—pregunté con voz suave, levantando la mirada para poder ver su rostro. Bueno, más bien su perfil, ya que la otra mitad de su cara seguía oculta por la almohada. Nunca había hecho esto antes, o por lo menos no de manera seria, por lo que buscaba cualquier tipo de reacción que me indicase que mis caricias estaban siendo satisfactorias para ella.
Seguí moviendo mis manos por su piel, alternando entre presión, movimientos circulares con las palmas y pequeñas caricias con las puntas de mis dedos, recorriendo toda su espalda por dentro de la camisa y sacando las manos fuera para poder rozar de vez en cuando la zona de su nuca.
Por otro lado, una vez más sentía que estaba ganando esta pequeña batalla, como solía ser habitual, y que Santana no tardaría demasiado en ceder a mis deseos.
Seguí acariciando su espalda y su nuca tranquilamente, con movimientos lentos y precisos. A medida que iban pasando los segundos, empecé a olvidarme de mi misión principal y comencé a masajear el cuerpo de Santana por el simple placer de hacerlo. Era curioso como algo así podía causarme una sensación tan reconfortante.
Concentrada en mi nuevo objetivo (conseguir que ella se sintiese mejor, de la misma manera que yo lo hacía con el simple hecho de estar en su presencia) comencé a poner más cuidado en mi forma de hacer los movimientos.
Llevé mis manos hasta la parte baja de su espalda y comencé a tirar suavemente de la especie de camisa que llevaba puesta, sacándosela del pantalón y tirando de ella hacia arriba, de manera que parte de la piel de su espalda quedó al descubierto. Observé su piel morena con devoción, admirando las pequeñas curvas y relieves de su columna vertebral.
A continuación retomé mi masaje, presionando con mis dedos suavemente sus costados, la zona de debajo de sus hombros, su espalda en general.
—¿Mejor así?—pregunté con voz suave, levantando la mirada para poder ver su rostro. Bueno, más bien su perfil, ya que la otra mitad de su cara seguía oculta por la almohada. Nunca había hecho esto antes, o por lo menos no de manera seria, por lo que buscaba cualquier tipo de reacción que me indicase que mis caricias estaban siendo satisfactorias para ella.
Seguí moviendo mis manos por su piel, alternando entre presión, movimientos circulares con las palmas y pequeñas caricias con las puntas de mis dedos, recorriendo toda su espalda por dentro de la camisa y sacando las manos fuera para poder rozar de vez en cuando la zona de su nuca.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Decidido, al infierno con la idea de hacerse la ofendida, ahora estaba mucho mejor. Le había retirado lentamente la camisa dejando su espalda un tanto al descubierto, proporcionándole la libertad de poder pasar sus manos sin nada de por medio. Recibía el masaje sumamente gustosa, notando la presión sobre su espalda completa hasta sus costados y en alguna ocasión en su nuca. Todavía no se explicaba como conseguía siempre salirse con la suya, ¿es que jamás podré llevarme yo una victoria en una de estas mini-batallas que tenemos? Parecía que volvería en enfurruñarse cuando volvió a sentir las manos sobre su espalda y la idea se esfumó por completo.
Sabía que ella le había hecho una pregunta, pero su mente había decidido no responder a nada que no fuera el masaje por lo que no se había enterado de qué le había preguntado exactamente. Se limitó a sonreír ligeramente y ronronear de vez en cuando. Si seguía de esa forma lo más seguro es que llegara a quedarse dormida del estado de relajación que estaba alcanzando. No podía siquiera abrir los ojos, y la verdad es que tampoco tenía mucho interés, demasiado cómoda estaba tal cual. En este momento, le podía preguntar sobre su nombre o cualquier cosa elemental que supiera perfectamente que no sabría responder.
Sus manos eran suaves, alternaban la presión con movimientos aleatorios o simples roces con la punta de los dedos. Si algo le gustaba a Santana era que le hicieran mimos, y precisamente es lo que estaba consiguiendo ahora. Aparte de masajes como este, amaba que le acariciaran el pelo cuando estaba relajada. Aunque no solo le gustaba recibirlos, también le encantaba proferirlos, eso de poder enredar los dedos en los cabellos de alguien o poder contrastar la tonalidad de la piel mientras acariciaba con la punta de los dedos de arriba abajo.
Puede que no fuera muy demostrativa en público, incluso llegaba a ser un poco fría o distante, pero en petit comité podía llegar a ser la persona más cariñosa del mundo, aunque tampoco llegaba a pasar la línea que separa lo bueno de lo excesivo.
Su cerebro pensó que era mejor mantener una zona un poco encendida por si volvía a hablarle, pero parecía no estar por la labor. Seguramente tendría los labios separados y ya todos sus músculo sin excepción se encontraban relajados, además de que sus brazos ya no estaban pegados a su cuerpo si no estirados hacia arriba dándole más entrada a sus costados.
Sabía que ella le había hecho una pregunta, pero su mente había decidido no responder a nada que no fuera el masaje por lo que no se había enterado de qué le había preguntado exactamente. Se limitó a sonreír ligeramente y ronronear de vez en cuando. Si seguía de esa forma lo más seguro es que llegara a quedarse dormida del estado de relajación que estaba alcanzando. No podía siquiera abrir los ojos, y la verdad es que tampoco tenía mucho interés, demasiado cómoda estaba tal cual. En este momento, le podía preguntar sobre su nombre o cualquier cosa elemental que supiera perfectamente que no sabría responder.
Sus manos eran suaves, alternaban la presión con movimientos aleatorios o simples roces con la punta de los dedos. Si algo le gustaba a Santana era que le hicieran mimos, y precisamente es lo que estaba consiguiendo ahora. Aparte de masajes como este, amaba que le acariciaran el pelo cuando estaba relajada. Aunque no solo le gustaba recibirlos, también le encantaba proferirlos, eso de poder enredar los dedos en los cabellos de alguien o poder contrastar la tonalidad de la piel mientras acariciaba con la punta de los dedos de arriba abajo.
Puede que no fuera muy demostrativa en público, incluso llegaba a ser un poco fría o distante, pero en petit comité podía llegar a ser la persona más cariñosa del mundo, aunque tampoco llegaba a pasar la línea que separa lo bueno de lo excesivo.
Su cerebro pensó que era mejor mantener una zona un poco encendida por si volvía a hablarle, pero parecía no estar por la labor. Seguramente tendría los labios separados y ya todos sus músculo sin excepción se encontraban relajados, además de que sus brazos ya no estaban pegados a su cuerpo si no estirados hacia arriba dándole más entrada a sus costados.
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
¡Victoria! Fue lo primero que pasó por mi cabeza al escuchar el suave ronroneo que escapó de sus labios. Lo lógico habría sido que, para celebrarlo, hubiese detenido mis caricias inmediatamente, ya que a pesar de que no había obtenido su perdón al menos ella ya no estaba enfadada conmigo. Sin embargo, mi objetivo principal había dejado de ser ese, por lo que mis manos siguieron moviéndose con delicadeza sobre su piel.
Seguía sintiendo ese impulso de taparla y ponerle diez mantas por encima cada vez que sentía su tacto frío bajo mis dedos, pero poco a poco comenzaba a verlo como algo normal y empezaba a ignorar ese pequeño y helado detalle.
Como se había negado a contestarme, o ni siquiera le había prestado a mis palabras, empecé a guiarme por la expresión de su rostro. De la mitad de su rostro concretamente, aquella parte que no quedaba oculta por la almohada.
Hacía cuatro noches yo me había quedado dormida mucho antes que Santana, así que verla con las facciones de su rostro totalmente relajada y los párpados cerrados era una experiencia nueva para mí. Mi mirada la recorrió de arriba a abajo, pasando por su frente, su nariz, sus labios, subiendo otra vez y haciendo el camino inverso.
Inocente, angelical, inofensiva, infantil, deslumbrante. Cualquier adjetivo que pudiera utilizar se quedaba corto para describir la belleza de la que estaba siendo testigo en ese momento.
Por un breve instante mis manos se quedaron quietas sobre su piel, aunque volví a moverlas rápidamente en cuanto me di cuenta de que me había quedado embobada mirándola. Retiré mi mirada, sintiendo como el calor subía hasta mis mejillas, clavando mis ojos sobre la piel morena de su espalda, centrándome ahora en el contraste que suponían mis manos sobre su cuerpo. Recorrí su columna de abajo a arriba con mis pulgares, ejerciendo una suave presión. A continuación mi incliné hacia adelante, repitiendo el mismo camino con mis labios, repartiendo pequeños besos por su espalda, hasta donde su camisa me lo permitió mientras que mis manos pasaban a acariciar sus costados.
Seguía sintiendo ese impulso de taparla y ponerle diez mantas por encima cada vez que sentía su tacto frío bajo mis dedos, pero poco a poco comenzaba a verlo como algo normal y empezaba a ignorar ese pequeño y helado detalle.
Como se había negado a contestarme, o ni siquiera le había prestado a mis palabras, empecé a guiarme por la expresión de su rostro. De la mitad de su rostro concretamente, aquella parte que no quedaba oculta por la almohada.
Hacía cuatro noches yo me había quedado dormida mucho antes que Santana, así que verla con las facciones de su rostro totalmente relajada y los párpados cerrados era una experiencia nueva para mí. Mi mirada la recorrió de arriba a abajo, pasando por su frente, su nariz, sus labios, subiendo otra vez y haciendo el camino inverso.
Inocente, angelical, inofensiva, infantil, deslumbrante. Cualquier adjetivo que pudiera utilizar se quedaba corto para describir la belleza de la que estaba siendo testigo en ese momento.
Por un breve instante mis manos se quedaron quietas sobre su piel, aunque volví a moverlas rápidamente en cuanto me di cuenta de que me había quedado embobada mirándola. Retiré mi mirada, sintiendo como el calor subía hasta mis mejillas, clavando mis ojos sobre la piel morena de su espalda, centrándome ahora en el contraste que suponían mis manos sobre su cuerpo. Recorrí su columna de abajo a arriba con mis pulgares, ejerciendo una suave presión. A continuación mi incliné hacia adelante, repitiendo el mismo camino con mis labios, repartiendo pequeños besos por su espalda, hasta donde su camisa me lo permitió mientras que mis manos pasaban a acariciar sus costados.
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Se encontraba ya medio dormida aunque todavía suficientemente consciente como para sentir las caricias o escuchar su alrededor. De un momento a otro dejó de sentir el movimiento en su espalda dejando paso a sentir la vista de ella sobre su rostro. Sonrió visiblemente como dando a entender que no le había pasado desapercibida la observación rigurosa que estaba llevando a cabo sobre su persona y que había parado el movimiento de sus manos.
Parece ser que se dio por aludida pues enseguida retomó los movimientos. Lentamente abrió el ojo que no estaba escondido por la almohada y torció ligeramente la cabeza para poder observar ligeramente como su rostro había tornado sonrojado. Gracias a ese pequeño paro había conseguido despertarse de su letargo en los campos elíseos, aunque decidió volver a su posición inicial volviendo a tener ambos ojos cerrados y con la cabeza apoyada en la almohada.
En un instante dejó de sentir sus manos en el centro de su espalda para sentirlas en sus costados, siendo sustituidas por sus labios que dejaban pequeños besos por su columna donde segundos antes habían paseado sus pulgares. Ante eso no pudo evitar tomar una bocanada de aire como si le faltara, le había tomado totalmente desprevenida, pero no significaba que no le agradara. Más bien todo lo contrario. Sentir los cálidos y ligeramente humedecidos labios de ella sobre su espalda solo lograban que intentara conseguir más aire con la boca y algún que otro estremecimiento por parte de todo su cuerpo.
Definitivamente si hubiera estado enfadada de verdad había conseguido su perdón mil y una veces, aunque no era el caso, también tenía claro que si alguna vez llegaba a pasar, Sinnove sabría conseguir que se le pasara rápidamente y sin que pudiera evitarlo. Ahora aunque quería moverse o abrir los ojos, no podía, no reunía la suficiente fuerza como para darse la vuelta, pero sus labios clamaban por los de ella. No le quedaba otra opción que llamarla y esperar que no le respondiera con la indiferencia y siguiera con su elaborada tarea- Sinn...-aquello no se sabía bien si era un susurro de súplica o de llamada.
Esperaba que no le hiciera ninguna pregunta porque no tendría la suficiente coherencia como para contestarle en un idioma que entendiera, ni siquiera sabía si lo entendería ella misma. Bastante le había costado decir esas cuatro letras sin desviarse o decir algo raro.
Parece ser que se dio por aludida pues enseguida retomó los movimientos. Lentamente abrió el ojo que no estaba escondido por la almohada y torció ligeramente la cabeza para poder observar ligeramente como su rostro había tornado sonrojado. Gracias a ese pequeño paro había conseguido despertarse de su letargo en los campos elíseos, aunque decidió volver a su posición inicial volviendo a tener ambos ojos cerrados y con la cabeza apoyada en la almohada.
En un instante dejó de sentir sus manos en el centro de su espalda para sentirlas en sus costados, siendo sustituidas por sus labios que dejaban pequeños besos por su columna donde segundos antes habían paseado sus pulgares. Ante eso no pudo evitar tomar una bocanada de aire como si le faltara, le había tomado totalmente desprevenida, pero no significaba que no le agradara. Más bien todo lo contrario. Sentir los cálidos y ligeramente humedecidos labios de ella sobre su espalda solo lograban que intentara conseguir más aire con la boca y algún que otro estremecimiento por parte de todo su cuerpo.
Definitivamente si hubiera estado enfadada de verdad había conseguido su perdón mil y una veces, aunque no era el caso, también tenía claro que si alguna vez llegaba a pasar, Sinnove sabría conseguir que se le pasara rápidamente y sin que pudiera evitarlo. Ahora aunque quería moverse o abrir los ojos, no podía, no reunía la suficiente fuerza como para darse la vuelta, pero sus labios clamaban por los de ella. No le quedaba otra opción que llamarla y esperar que no le respondiera con la indiferencia y siguiera con su elaborada tarea- Sinn...-aquello no se sabía bien si era un susurro de súplica o de llamada.
Esperaba que no le hiciera ninguna pregunta porque no tendría la suficiente coherencia como para contestarle en un idioma que entendiera, ni siquiera sabía si lo entendería ella misma. Bastante le había costado decir esas cuatro letras sin desviarse o decir algo raro.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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