AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
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No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Recuerdo del primer mensaje :
No sabía cuantos días habían pasado. Dos o tres, quizá. Tal vez alguno más, tal vez alguno menos. No más de una semana, de eso estaba segura, ya que las marcas de colmillos sobre la piel de mi cuello aún estaban bastante frescas. Pasé la punta de mis dedos por encima, notando el relieve de los dos pequeños puntos sobre mi piel.
Miré a los ojos a mi propio reflejo en el espejo, encontrándome con mi mirada azul. Desencajada. Asustada. Después la desvié hasta llegar a la zona entre mi cuello y mi hombro, observando que, efectivamente, la marca era bien visible.
Me alejé del espejo y me senté sobre mi cama, observando ahora la pared de mi habitación. Desde lo ocurrido esa noche no había vuelto a salir del mi cuarto en el burdel. Por un lado, aún seguía con el susto metido en el cuerpo y creía que aquí estaría segura del ataque de otro vampiro, pero principalmente, la razón de mi encierro era la de ocultarme de Santana. Sabía que ella odiaba el burdel, que no pondría un pie aquí a menos que fuese estrictamente necesario, razón por la que había decidio quedarme en mi habitación metida hasta que mis heridas sanasen. Hasta que esos colmillos desapareciesen de mi piel.
No quería que ella se enterase de lo sucedido. Sabía que no se lo tomaría demasiado bien.
Al fin y al cabo yo seguía viva, ilesa, así que lo último que quería es que Santana buscase venganza y el vampiro que me había atacado le hiciese daño a ella también. No, eso jamás podría perdonármelo. No podía permitírmelo. Por eso, y aunque me doliese en el alma estar lejos de ella, había decidido esconderme.
Continué sentada sobre mi cama, con mi mano colocada sobre la mordedura y mirando en dirección a la puerta que comunicaba mi habitación con el pasillo del burdel. La echaba demasiado de menos, pero era lo mejor para las dos. O por lo menos eso era lo que me decía a mí misma una y otra vez para evitar las ganas de levantarme y salir corriendo a buscarla.
No sabía cuantos días habían pasado. Dos o tres, quizá. Tal vez alguno más, tal vez alguno menos. No más de una semana, de eso estaba segura, ya que las marcas de colmillos sobre la piel de mi cuello aún estaban bastante frescas. Pasé la punta de mis dedos por encima, notando el relieve de los dos pequeños puntos sobre mi piel.
Miré a los ojos a mi propio reflejo en el espejo, encontrándome con mi mirada azul. Desencajada. Asustada. Después la desvié hasta llegar a la zona entre mi cuello y mi hombro, observando que, efectivamente, la marca era bien visible.
Me alejé del espejo y me senté sobre mi cama, observando ahora la pared de mi habitación. Desde lo ocurrido esa noche no había vuelto a salir del mi cuarto en el burdel. Por un lado, aún seguía con el susto metido en el cuerpo y creía que aquí estaría segura del ataque de otro vampiro, pero principalmente, la razón de mi encierro era la de ocultarme de Santana. Sabía que ella odiaba el burdel, que no pondría un pie aquí a menos que fuese estrictamente necesario, razón por la que había decidio quedarme en mi habitación metida hasta que mis heridas sanasen. Hasta que esos colmillos desapareciesen de mi piel.
No quería que ella se enterase de lo sucedido. Sabía que no se lo tomaría demasiado bien.
Al fin y al cabo yo seguía viva, ilesa, así que lo último que quería es que Santana buscase venganza y el vampiro que me había atacado le hiciese daño a ella también. No, eso jamás podría perdonármelo. No podía permitírmelo. Por eso, y aunque me doliese en el alma estar lejos de ella, había decidido esconderme.
Continué sentada sobre mi cama, con mi mano colocada sobre la mordedura y mirando en dirección a la puerta que comunicaba mi habitación con el pasillo del burdel. La echaba demasiado de menos, pero era lo mejor para las dos. O por lo menos eso era lo que me decía a mí misma una y otra vez para evitar las ganas de levantarme y salir corriendo a buscarla.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Reí suavemente ante sus palabras. Había perdido la cuenta desde la última vez que había pronunciado mi nombre completo en voz alta, ya que para todos aquellos que me conocían era simplemente Sinnove, y para aquellos que solo me habían acompañado por las noches no solía tener nombre más allá de algunos insultos y palabras que no me gustaba mencionar ni recordar.
No había duda de que mi pasado me iba a atormentar durante el resto de mi vida, pero contra menos pensase en él, más atrás en el tiempo quedaría y más difícil era que pudiese dañarme en el presente y en el futuro.
Por otro lado, ya había dado el primer paso para alejarme por completo de esta vida, aunque aún me faltaba dar el definitivo. Había estado con un solo cliente desde mi primer encuentro con Santana, principalmente porque el hombre en cuestión había sido un habitual en el burdel durante años y no había podido negarme.
Sin embargo, desde la noche que había pasado en casa de Santana nadie había vuelto a tocarme. A base de mentiras y algo de picaresca había conseguido mantener mi cuerpo puro, siendo las manos de ella las últimas que habían tenido el privilegio de tocarlo.
Besé sus labios suavemente una vez más, tocándome de manera inconsciente la marca del cuello cuando ella hizo esa referencia a los últimos días. Aún así, nada podría apagar el buen humor del que gozaba en este momento.
—Lo único que recuerdo de Holanda es la nieve y el frío... ¿estás segura de que te gustará el contraste?—bromeé, tratando de disfrazar la ilusión que me hacía volver a mi tierra después de tantos años. Realmente sería como visitarla por primera vez, ya que era tan pequeña en el momento de mi partida que podía considerarme a mí misma más francesa que holandesa. Aún así, el sentimiento de añoranza seguía ahí—Aunque si vamos a recorrer el mundo, podríamos ir a un sitio más cálido después—propuse, como si fuera la solución más coherente del mundo el ir alternando países de clima cálido con otros de clima más frío.
—Aunque sobre todo quiero ver el mar y aprender a nadar—añadí, sonriendo ampliamente. Había escuchado historias y anécdotas, pero quería experimentar por mí misma la sensación del agua salada bañando mi piel y el roce de la arena entre los dedos de mis pies.
Cerré los ojos durante unos segundos, tratando de imaginar el paisaje y las sensaciones antes mentadas. Los olores, lo sonidos... Todo aquello que nunca había tenido la oportunidad de ver encerrada entre estas cuatro paredes—Creo que estoy soñando despierta—murmuré después de unos segundos, abriendo los ojos de nuevo.
No había duda de que mi pasado me iba a atormentar durante el resto de mi vida, pero contra menos pensase en él, más atrás en el tiempo quedaría y más difícil era que pudiese dañarme en el presente y en el futuro.
Por otro lado, ya había dado el primer paso para alejarme por completo de esta vida, aunque aún me faltaba dar el definitivo. Había estado con un solo cliente desde mi primer encuentro con Santana, principalmente porque el hombre en cuestión había sido un habitual en el burdel durante años y no había podido negarme.
Sin embargo, desde la noche que había pasado en casa de Santana nadie había vuelto a tocarme. A base de mentiras y algo de picaresca había conseguido mantener mi cuerpo puro, siendo las manos de ella las últimas que habían tenido el privilegio de tocarlo.
Besé sus labios suavemente una vez más, tocándome de manera inconsciente la marca del cuello cuando ella hizo esa referencia a los últimos días. Aún así, nada podría apagar el buen humor del que gozaba en este momento.
—Lo único que recuerdo de Holanda es la nieve y el frío... ¿estás segura de que te gustará el contraste?—bromeé, tratando de disfrazar la ilusión que me hacía volver a mi tierra después de tantos años. Realmente sería como visitarla por primera vez, ya que era tan pequeña en el momento de mi partida que podía considerarme a mí misma más francesa que holandesa. Aún así, el sentimiento de añoranza seguía ahí—Aunque si vamos a recorrer el mundo, podríamos ir a un sitio más cálido después—propuse, como si fuera la solución más coherente del mundo el ir alternando países de clima cálido con otros de clima más frío.
—Aunque sobre todo quiero ver el mar y aprender a nadar—añadí, sonriendo ampliamente. Había escuchado historias y anécdotas, pero quería experimentar por mí misma la sensación del agua salada bañando mi piel y el roce de la arena entre los dedos de mis pies.
Cerré los ojos durante unos segundos, tratando de imaginar el paisaje y las sensaciones antes mentadas. Los olores, lo sonidos... Todo aquello que nunca había tenido la oportunidad de ver encerrada entre estas cuatro paredes—Creo que estoy soñando despierta—murmuré después de unos segundos, abriendo los ojos de nuevo.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Al parecer no le había parecido mala idea, y eso agradaba a Santana. La empujó ligeramente con su cuerpo hasta que quedaron tumbadas, sin dejar caer su peso sobre ella y aguantándose sobre sus manos. La había calado con respecto al frio y calor, no es que fuera a dar una fiesta por ir a un lugar frío pero tampoco le importaba mucho. Coincidía en su deseo de ver el mar y nadar en él, era una sensación agradable y aunque ya no pudiera hacerlo a plena luz del día siempre le quedaba la noche, que con cierta compañía le daba un toque mágico a la cosa.
—Me da igual si nieva o hace frío, además se me ocurren unas cuantas cosas para volver a entrar en calor...—alzó una ceja sonriendo pícaramente— y el mar lo podrás ver cuando vayamos a mi país, playas enteras de arena blanca, aunque si quieres que te enseñe a nadar deberás esperarte a la noche —aunque dudaba un poco de ser capaz de limitarse a enseñarla. Lo bueno de tener cierto nombre en tu lugar de origen era que tu casa tenía una playa medianamente privada donde nadie se iba a enterar de lo que ocurría, y eso había que aprovecharlo.
Aprovechando la ventaja de la posición, y estando ligeramente cansada de estar encima, dio la vuelta dejando a la rubia encima de ella— pues otro sitio que se me ocurre que podamos ir, y que devolvería el calorcito, sería Grecia o España, o también Roma —ya había estado en los tres sitios, pero le habían agradado tanto que se había prometido a sí misma volver. Además dos de esos lugares habían acogido a filósofos y mitos desde tiempos pasados y eso era algo que maravillaba a la morena, toda esa historia que se escondía detrás de los lugares.
—Entonces primero de todo a ver el mar, luego a ver nevar y ya después veremos que sitio nos llama más, ¿qué te parece? —recogió sus cabellos entre sus manos mientras la miraba a los ojos sin poder dejar de sonreír un solo segundo. Si pudiera, le dolerían las comisuras de los labios de tanto sonreír e inclusive podría jurar que sus ojos estaban un poco acuosos, pero es que seguía sin creer todo lo que le estaba pasando, cosas demasiado buenas para alguien que llevaba una vida de pecado según la sociedad y la iglesia, alguien que no es que hubiera sido una santa con nadie.
Pero también era cierto que ya había cumplido su penitencia y que era hora de volver a sonreír como cuando era niña y no tenía conocimiento del verdadero mundo en el que vivía, lleno de hipócritas que le daban mucha importancia a la apariencia pero luego cometían cada pecado habido y por haber y luego lo negaban todo. Sin embargo eso quedaba relegado a un segundo plano cuando todo su mundo giraba en torno a la rubia que tenía encima y que le otorgaba ese calor que hacía mucho había perdido.
—Me da igual si nieva o hace frío, además se me ocurren unas cuantas cosas para volver a entrar en calor...—alzó una ceja sonriendo pícaramente— y el mar lo podrás ver cuando vayamos a mi país, playas enteras de arena blanca, aunque si quieres que te enseñe a nadar deberás esperarte a la noche —aunque dudaba un poco de ser capaz de limitarse a enseñarla. Lo bueno de tener cierto nombre en tu lugar de origen era que tu casa tenía una playa medianamente privada donde nadie se iba a enterar de lo que ocurría, y eso había que aprovecharlo.
Aprovechando la ventaja de la posición, y estando ligeramente cansada de estar encima, dio la vuelta dejando a la rubia encima de ella— pues otro sitio que se me ocurre que podamos ir, y que devolvería el calorcito, sería Grecia o España, o también Roma —ya había estado en los tres sitios, pero le habían agradado tanto que se había prometido a sí misma volver. Además dos de esos lugares habían acogido a filósofos y mitos desde tiempos pasados y eso era algo que maravillaba a la morena, toda esa historia que se escondía detrás de los lugares.
—Entonces primero de todo a ver el mar, luego a ver nevar y ya después veremos que sitio nos llama más, ¿qué te parece? —recogió sus cabellos entre sus manos mientras la miraba a los ojos sin poder dejar de sonreír un solo segundo. Si pudiera, le dolerían las comisuras de los labios de tanto sonreír e inclusive podría jurar que sus ojos estaban un poco acuosos, pero es que seguía sin creer todo lo que le estaba pasando, cosas demasiado buenas para alguien que llevaba una vida de pecado según la sociedad y la iglesia, alguien que no es que hubiera sido una santa con nadie.
Pero también era cierto que ya había cumplido su penitencia y que era hora de volver a sonreír como cuando era niña y no tenía conocimiento del verdadero mundo en el que vivía, lleno de hipócritas que le daban mucha importancia a la apariencia pero luego cometían cada pecado habido y por haber y luego lo negaban todo. Sin embargo eso quedaba relegado a un segundo plano cuando todo su mundo giraba en torno a la rubia que tenía encima y que le otorgaba ese calor que hacía mucho había perdido.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Me dejé mover por ella, sintiéndome como una muñeca de trapo entre sus brazos, que levantaban el peso de mi cuerpo como si de una pluma se tratase. Una risa algo más pícara de la cuenta escapó de lo más profundo de mi garganta, dándole un nuevo matiz a las palabras dichas por Santana.
—No creo que tenga inconveniente. Además, debo acostumbrarme definitivamente a solo hacer vida por la noche y nada de sol—comenté, no teniendo realmente en cuenta la verdadera importancia que tenían esas palabras que acababa de pronunciar tan tranquilamente. Yo solía vivir en la noche pero por pura elección, ya que siempre estaba en mi mano el levantarme pronto y salir a la calle a plena luz del día. Sin embargo, en un futuro estaría obligada a ocultarme del sol para poder sobrevivir.
Lo lógico sería que, después de lo que me había ocurrido, la idea de convertirme en vampiro hubiese salido volando de mi cabeza. Pero no. A pesar del miedo (o terror más bien) que había pasado en ese callejón oscuro y maloliente, mi determinación por tomar ese paso seguía firme. Era la única manera que tenía de estar con Santana, y dado que ella era el único motivo que tenía en este momento para seguir respirando, estaba dispuesta a renunciar a eso y mil cosas más con tal de mantenerla a mi lado para siempre.
Sabía que el proceso no iba a ser algo demasiado agradable, aunque también tenía la certeza de que nada podría superar a lo que ya había experimentado. Ni a la recompensa que recibiría a cambio.
—No puedo esperar a ver todos esos lugares de los que hablas... de igual manera que no puedo esperar a ver esa sorpresa que me has prometido—le recordé, demostrando que mi memoria no había olvidado nuestra conversación anterior. Y la verdad, tenía verdadera curiosidad por averiguar como iba a ingeniárselas Santana para sorprenderme aún más de lo que ya lo había hecho.
Sosteniendo el peso de mi cuerpo con los brazos, aunque era un hecho que a ella no le incomodaba, me incliné ligeramente para dejar que nuestros labios se unieran una vez más, dándole un beso corto y rápido. A continuación, me acomodé sobre ella, utilizando el espacio que había entre su hombro y la parte superior de su pecho como almohada.
—No creo que tenga inconveniente. Además, debo acostumbrarme definitivamente a solo hacer vida por la noche y nada de sol—comenté, no teniendo realmente en cuenta la verdadera importancia que tenían esas palabras que acababa de pronunciar tan tranquilamente. Yo solía vivir en la noche pero por pura elección, ya que siempre estaba en mi mano el levantarme pronto y salir a la calle a plena luz del día. Sin embargo, en un futuro estaría obligada a ocultarme del sol para poder sobrevivir.
Lo lógico sería que, después de lo que me había ocurrido, la idea de convertirme en vampiro hubiese salido volando de mi cabeza. Pero no. A pesar del miedo (o terror más bien) que había pasado en ese callejón oscuro y maloliente, mi determinación por tomar ese paso seguía firme. Era la única manera que tenía de estar con Santana, y dado que ella era el único motivo que tenía en este momento para seguir respirando, estaba dispuesta a renunciar a eso y mil cosas más con tal de mantenerla a mi lado para siempre.
Sabía que el proceso no iba a ser algo demasiado agradable, aunque también tenía la certeza de que nada podría superar a lo que ya había experimentado. Ni a la recompensa que recibiría a cambio.
—No puedo esperar a ver todos esos lugares de los que hablas... de igual manera que no puedo esperar a ver esa sorpresa que me has prometido—le recordé, demostrando que mi memoria no había olvidado nuestra conversación anterior. Y la verdad, tenía verdadera curiosidad por averiguar como iba a ingeniárselas Santana para sorprenderme aún más de lo que ya lo había hecho.
Sosteniendo el peso de mi cuerpo con los brazos, aunque era un hecho que a ella no le incomodaba, me incliné ligeramente para dejar que nuestros labios se unieran una vez más, dándole un beso corto y rápido. A continuación, me acomodé sobre ella, utilizando el espacio que había entre su hombro y la parte superior de su pecho como almohada.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
No pudo evitar reír ante esa especie de recordatorio, aunque no conseguiría que le dijera nada. Respondió su beso y cuando se acomodó encima de ella comenzó a acariciar su cabello, depositando antes un beso en su frente. Su comentario anterior no había pasado desapercibido para la morena solo que no tenía muy claro cómo enfrentar el tema.
—Veo que sigues con la idea en la cabeza ¿eh? —sabía que la mente de la rubia podía ser un poco dispersa, pero cuando quería podía ser muy espabilada. Por un segundo se le había pasado por la cabeza que quizás tras esta experiencia, su idea de convertirse se hubiera aplacado un poco pero al parecer no. Y bueno, la verdad es que Santana tenía ahora las cosas más claras y era probable que pudiera tener esa conversación sin evadir respuestas.
—Entonces supongo que tendremos que mantener una conversación, seria, acerca de eso —era mejor ir haciéndose la idea, aunque esperaba que la conversación no se diera ahora mismo, todavía no estaba mentalizada para ello— te prometí que me lo pensaría y cumpliendo mi promesa…digamos que tuve tiempo para pensar en estos días, además de sucesos que me han dado un pequeño empujoncito… —suspiró ligeramente, la idea seguía sin convencerla pero al menos sabía que tenía que hablar con ella para terminar de dar el último paso.
—Cambiando ligeramente de tema, te puedo asegurar que la sorpresa te gustará y además será de utilidad, es todo lo que voy a decir por hoy así que no intentes sonsacarme absolutamente nada —sonrió mientras bajaba sus caricias hasta su espalda trazando formas aleatorias. Cerró los ojos deleitándose simplemente con su cercanía y el calor que emanaba su cuerpo a comparación del suyo que era frío. Se quedaron en silencio como uno o dos minutos y no era para nada incomodo, simplemente escuchando sus respiraciones acompasadas y el latir de la rubia.
—A veces sigo pensando que esto no es real…—susurró más como un pensamiento en voz alta que como una afirmación, y lo cierto es que se le había escapado sin tener intención alguna de haberlo dicho, pero tampoco era nada que se tuviera que ocultar. Las cosas iban demasiado bien, aunque no se quejaba y esperaba que todo siguiera así por el tiempo que le quedara, que tenía esperanzas en que fuera siempre.
—Veo que sigues con la idea en la cabeza ¿eh? —sabía que la mente de la rubia podía ser un poco dispersa, pero cuando quería podía ser muy espabilada. Por un segundo se le había pasado por la cabeza que quizás tras esta experiencia, su idea de convertirse se hubiera aplacado un poco pero al parecer no. Y bueno, la verdad es que Santana tenía ahora las cosas más claras y era probable que pudiera tener esa conversación sin evadir respuestas.
—Entonces supongo que tendremos que mantener una conversación, seria, acerca de eso —era mejor ir haciéndose la idea, aunque esperaba que la conversación no se diera ahora mismo, todavía no estaba mentalizada para ello— te prometí que me lo pensaría y cumpliendo mi promesa…digamos que tuve tiempo para pensar en estos días, además de sucesos que me han dado un pequeño empujoncito… —suspiró ligeramente, la idea seguía sin convencerla pero al menos sabía que tenía que hablar con ella para terminar de dar el último paso.
—Cambiando ligeramente de tema, te puedo asegurar que la sorpresa te gustará y además será de utilidad, es todo lo que voy a decir por hoy así que no intentes sonsacarme absolutamente nada —sonrió mientras bajaba sus caricias hasta su espalda trazando formas aleatorias. Cerró los ojos deleitándose simplemente con su cercanía y el calor que emanaba su cuerpo a comparación del suyo que era frío. Se quedaron en silencio como uno o dos minutos y no era para nada incomodo, simplemente escuchando sus respiraciones acompasadas y el latir de la rubia.
—A veces sigo pensando que esto no es real…—susurró más como un pensamiento en voz alta que como una afirmación, y lo cierto es que se le había escapado sin tener intención alguna de haberlo dicho, pero tampoco era nada que se tuviera que ocultar. Las cosas iban demasiado bien, aunque no se quejaba y esperaba que todo siguiera así por el tiempo que le quedara, que tenía esperanzas en que fuera siempre.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Me mordí ligeramente el labio inferior, aunque por nuestra posición actual sería dificil que Santana alcanzase a ver el gesto, o al menos no por completo. A pesar de que afirmaba haber reflexionado sobre el asunto, era un hecho que Santana no se sentía del todo cómoda tratando el tema. Yo era demasiado impaciente y ella no estaba preparada, por lo que no me quedó otra que retener las palabras en mi interior, dándole algo más de tiempo para poner sus pensamientos en orden sin presión.
Así que continué en silencio, con mi labio inferior firmemente atrapado entre mis dientes para evitar decir algo apresurado e inapropiado.
La marca en el cuello empezó a arderme de manera similar a como lo había hecho esa noche, aunque sabía que tenía que ser algo fruto de mi imaginación y de la sugestión producida al hablar del tema, ya que la piel había empezado a cicatrizar y me había dejado de doler hacía un par de días.
Cerré los ojos, tratando de concentrarme en mis propios latidos para dejar esa línea de pensamientos a un lado y no tener la necesidad de insistirle a Santana para seguir con la conversación. Objetivo que no sería fácil, ya que generalmente mis pensamientos solían ir por libre, sin hacer demasiado caso a mis exigencias.
Por suerte, las caricias de Santana no tardaron demasiado tiempo en ejercer su habitual efecto calmante en mí, lo que unido a la suavidad de su cuerpo bajo el mío y al relativo silencio del ambiente, consiguieron relajarme y darle un respiro a mi mente.
—Todo es muy real. Y tengo la esperanza de que con el tiempo se haga más real aún—susurré, dándole vueltas aún al tema pero sin evidenciarlo de manera tan abierta como antes.—Lo será tanto que no tendrás que hacerte esa pregunta nunca más—añadí, hablando pero sin mover ni un solo músculo a parte de los extrictamente necesarios.
No tenía no idea de la hora que podría ser, pero empezaba a ser evidente que la falta de sueño durante los últimos días, además de mi estado convaleciente, empezaba a pasarme factura. No es que fuera a caer dormida en cualquier minuto, pero definitivamente empezaba a notarme algo más cansada de la cuenta.
—Prometo que la próxima vez que nos veamos te demostraré cómo de real es...—añadí al cabo de unos segundos con tono malicioso, dibujando una sonrisa pícara en mi rostro aún cuando seguía teniendo los ojos cerrados. Empezaba a divagar, y lo primero en lo que había pensado mi mente había sido en eso, precisamente.
Así que continué en silencio, con mi labio inferior firmemente atrapado entre mis dientes para evitar decir algo apresurado e inapropiado.
La marca en el cuello empezó a arderme de manera similar a como lo había hecho esa noche, aunque sabía que tenía que ser algo fruto de mi imaginación y de la sugestión producida al hablar del tema, ya que la piel había empezado a cicatrizar y me había dejado de doler hacía un par de días.
Cerré los ojos, tratando de concentrarme en mis propios latidos para dejar esa línea de pensamientos a un lado y no tener la necesidad de insistirle a Santana para seguir con la conversación. Objetivo que no sería fácil, ya que generalmente mis pensamientos solían ir por libre, sin hacer demasiado caso a mis exigencias.
Por suerte, las caricias de Santana no tardaron demasiado tiempo en ejercer su habitual efecto calmante en mí, lo que unido a la suavidad de su cuerpo bajo el mío y al relativo silencio del ambiente, consiguieron relajarme y darle un respiro a mi mente.
—Todo es muy real. Y tengo la esperanza de que con el tiempo se haga más real aún—susurré, dándole vueltas aún al tema pero sin evidenciarlo de manera tan abierta como antes.—Lo será tanto que no tendrás que hacerte esa pregunta nunca más—añadí, hablando pero sin mover ni un solo músculo a parte de los extrictamente necesarios.
No tenía no idea de la hora que podría ser, pero empezaba a ser evidente que la falta de sueño durante los últimos días, además de mi estado convaleciente, empezaba a pasarme factura. No es que fuera a caer dormida en cualquier minuto, pero definitivamente empezaba a notarme algo más cansada de la cuenta.
—Prometo que la próxima vez que nos veamos te demostraré cómo de real es...—añadí al cabo de unos segundos con tono malicioso, dibujando una sonrisa pícara en mi rostro aún cuando seguía teniendo los ojos cerrados. Empezaba a divagar, y lo primero en lo que había pensado mi mente había sido en eso, precisamente.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
A pesar de que no hubiera movido un músculo, sabía que con lo impaciente que era, eso de la conversación la había removido. Aunque habiendo sido previsora hizo bien en seguir con sus caricias para así intentar distraerla, sin embargo sabía que eso solo sería por ahora y que la próxima vez que estuviera sin distracción y más despierta sacaría el tema, pero la verdad es que si no lo sacaba la rubia acabaría sacándolo ella misma. Necesitaba quitarse ese peso de encima de una vez por todas.
Sonrió ante su susurró afirmándole que todo era real y que seguiría siéndolo durante mucho tiempo, con más verosimilitud todavía y Santana también lo creía. Por supuesto había apreciado el doble sentido que inquirían sus palabras pero era mejor no seguirle el juego o acabaría adelantando acontecimientos y eso no lo deseaba en ese instante. Además se le notaba un ligero adormilamiento, aunque tenía claro que si le sacaba a relucir el tema se despejaría sin ningún problema.
No pudo evitar reír ante ese comentario con ese tono malicioso y a pesar de que no podía verle la cara, estaba segura de que tendría en su rostro dibujada una sonrisa traviesa y lo cierto es que a Santana también se le había dibujado una igual— espero que sea una buena demostración —susurró dejando escapar una ligera risita, aquí es cuando más se le había notado que estaba un tanto desconectada del mundo y adormilada. Lo cierto es que no tenía muy claro que hora sería, pero además de lo tarde que pudiera ser tenía que sumarle lo que había pasado durante estos días, porque por mucho que le hubiera dicho que estaba bien todavía tenía el cansancio en el cuerpo, y era normal.
—¿Acaso se está usted durmiendo señorita Lindstrom? —inquirió en tono cariñoso. Ahora que sabía su apellido, y le había encantado, pensaba utilizarlo cuando se le diera la ocasión. Tenía esa manía de hablarle a la gente por su apellido cuando, uno, quería picarles, o dos, cuando estaba jugando. Y en esta ocasión sería la opción dos. Volvió a depositar un suave beso, esta vez en su cabello y suspirando de felicidad abrió los ojos lentamente mientras se quedaba mirando el techo.
Había conseguido dejar de oír cualquier sonido que estuviera fuera de la habitación, y eso era todo un alivio porque cuando había llegado al lugar no creía que aguantaría más de cinco minutos escuchando tanto alboroto en todos sitios. Menos mal que había sabido abstraerse del mundo y solo escuchar lo que pasara dentro de esas cuatro paredes. Es que a veces eso de tener los sentidos más desarrollados no es tan bueno como parece... A veces se entera una de cosas que no debería...
Sonrió ante su susurró afirmándole que todo era real y que seguiría siéndolo durante mucho tiempo, con más verosimilitud todavía y Santana también lo creía. Por supuesto había apreciado el doble sentido que inquirían sus palabras pero era mejor no seguirle el juego o acabaría adelantando acontecimientos y eso no lo deseaba en ese instante. Además se le notaba un ligero adormilamiento, aunque tenía claro que si le sacaba a relucir el tema se despejaría sin ningún problema.
No pudo evitar reír ante ese comentario con ese tono malicioso y a pesar de que no podía verle la cara, estaba segura de que tendría en su rostro dibujada una sonrisa traviesa y lo cierto es que a Santana también se le había dibujado una igual— espero que sea una buena demostración —susurró dejando escapar una ligera risita, aquí es cuando más se le había notado que estaba un tanto desconectada del mundo y adormilada. Lo cierto es que no tenía muy claro que hora sería, pero además de lo tarde que pudiera ser tenía que sumarle lo que había pasado durante estos días, porque por mucho que le hubiera dicho que estaba bien todavía tenía el cansancio en el cuerpo, y era normal.
—¿Acaso se está usted durmiendo señorita Lindstrom? —inquirió en tono cariñoso. Ahora que sabía su apellido, y le había encantado, pensaba utilizarlo cuando se le diera la ocasión. Tenía esa manía de hablarle a la gente por su apellido cuando, uno, quería picarles, o dos, cuando estaba jugando. Y en esta ocasión sería la opción dos. Volvió a depositar un suave beso, esta vez en su cabello y suspirando de felicidad abrió los ojos lentamente mientras se quedaba mirando el techo.
Había conseguido dejar de oír cualquier sonido que estuviera fuera de la habitación, y eso era todo un alivio porque cuando había llegado al lugar no creía que aguantaría más de cinco minutos escuchando tanto alboroto en todos sitios. Menos mal que había sabido abstraerse del mundo y solo escuchar lo que pasara dentro de esas cuatro paredes. Es que a veces eso de tener los sentidos más desarrollados no es tan bueno como parece... A veces se entera una de cosas que no debería...
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Solté una sonrisilla juguetona, aunque ciertamente adormilada, abriendo ligeramente un solo ojo para poder propinarle un pequeño golpecito en el hombro a Santana. Después volví a mi posición inicial, aunque sin borrar la sonrisa de mis labios, acurrucñandome un poco más en ella.
—Nunca jamás encontrarás a alguien que haga mejores demostraciones que las mías—repliqué, con falsa soberbia, aunque supuse que tampoco andaba tan desencaminada. Ya no solo por los diferente trucos que hubiese podido aprender en los últimos años, si no porque dificilmente alguien iba a poner más empeño que yo por conseguir que Santana se sintiera como si estuviese flotando en el cielo.
Era la gran diferencia en compartir el cuerpo y también los sentimientos, que las sensaciones se multiplicaban hasta un nivel impensable.
Al tener los ojos cerrados, realmente empezaba a costarme mantenerme alerta, sintiendo como poco a poco todos mis sentidos comenzaban a relajarse. Aunque claro, tampoco podían culparme, ya que estaba acostada sobre mi almohada humana favorita. Mi respiración cada vez se volvía más lenta y más profunda, hasta que derepente su voz llegó de nuevo hasta mis oídos, activando momentáneamente todos mis sentidos de nuevo.
—Estoy poniendo todo mi empeño para que no sea así, Miss López—repliqué, abriendo de nuevo los ojos, aunque no por completo. Debía tener una expresión bastabte graciosa en ese momento, con los párpados a medio abrir y la sonrisilla de niña estúpida aún en mis labios. Aunque esta era la segunda vez que compartía el lecho con ella, ya podía afirmar sin duda alguna que me había acostumbrado a dormir con su cuerpo junto al mío. Tal vez por eso mi sistema insistía con la idea de apagarse en este preciso momento—Aunque si me duermo ahora, tal vez cuando despierte sea el momento de recibir mi sorpresa... Supongo que de ser así no es mala idea... ¿no lo cree Miss López?
Levanté la cabeza hacia arriba, estirándome para poder alcanzar su mentón con mis labios, depositando ahí un pequeño beso antes de volver a acurrucarme una vez más en ella, moviendo mi cuerpo de manera un tanto felina.
—Nunca jamás encontrarás a alguien que haga mejores demostraciones que las mías—repliqué, con falsa soberbia, aunque supuse que tampoco andaba tan desencaminada. Ya no solo por los diferente trucos que hubiese podido aprender en los últimos años, si no porque dificilmente alguien iba a poner más empeño que yo por conseguir que Santana se sintiera como si estuviese flotando en el cielo.
Era la gran diferencia en compartir el cuerpo y también los sentimientos, que las sensaciones se multiplicaban hasta un nivel impensable.
Al tener los ojos cerrados, realmente empezaba a costarme mantenerme alerta, sintiendo como poco a poco todos mis sentidos comenzaban a relajarse. Aunque claro, tampoco podían culparme, ya que estaba acostada sobre mi almohada humana favorita. Mi respiración cada vez se volvía más lenta y más profunda, hasta que derepente su voz llegó de nuevo hasta mis oídos, activando momentáneamente todos mis sentidos de nuevo.
—Estoy poniendo todo mi empeño para que no sea así, Miss López—repliqué, abriendo de nuevo los ojos, aunque no por completo. Debía tener una expresión bastabte graciosa en ese momento, con los párpados a medio abrir y la sonrisilla de niña estúpida aún en mis labios. Aunque esta era la segunda vez que compartía el lecho con ella, ya podía afirmar sin duda alguna que me había acostumbrado a dormir con su cuerpo junto al mío. Tal vez por eso mi sistema insistía con la idea de apagarse en este preciso momento—Aunque si me duermo ahora, tal vez cuando despierte sea el momento de recibir mi sorpresa... Supongo que de ser así no es mala idea... ¿no lo cree Miss López?
Levanté la cabeza hacia arriba, estirándome para poder alcanzar su mentón con mis labios, depositando ahí un pequeño beso antes de volver a acurrucarme una vez más en ella, moviendo mi cuerpo de manera un tanto felina.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Rio entre diente ante su golpecito, que si bien no había sido más que un roce, puso su mejor calar de dolor y de sus labios se escapó un pequeño quejido dejando lugar a una mueca de niña pequeña. Aunque volvió a sonreír en menos de un minuto. Acariciaba su cabello tranquilamente, jugando con las puntas ligeramente onduladas y maravillándose con un tacto suave.
—Tengo por seguro que no encontraré mejores demostraciones que las tuyas…—susurró dejando escapar de nuevo una risita. Y es que eso lo tenía muy claro, había tenido muchas durante años y nada se comparaba con estar con ella. Sí que es verdad que con sentimientos es mejor, además de que el cuerpo a cuerpo había sido increíble y eso que tan solo había sido una noche. Dejó un ligero beso en su frente dejando reposar sus labios sin separarse de su piel.
Notaba perfectamente como cada sentido de la rubia se relajaba, aunque en cuanto le hablaba volvía a ponerse en marcha todo su cuerpo. Intentaba respirar a su mismo compás para que no tuviera más agente externo que la despertara de su ensoñación, aunque no pudo reprimir una risita cuando escuchó su último comentario. De verdad que era de las que se quedaban con los detalles que quería, sin embargo no le molestaba en absoluto, le daba un poco de juego para jugar con ella si eso.
—Es improbable señorita Lindstrom, la sorpresa solo la recibirá cuando guste venir a mi casa, solo entonces —y es que aunque hubiera querido dársela ahora mismo no podía. Uno, porque siquiera la tenía hecha, y dos, porque era imposible sacarlo de su casa. También era la excusa perfecta para que le hiciera una visita, aunque tampoco es que necesitara de un pretexto para venir. Podía hacerlo siempre y cuando quisiera.
Dejó sus caricias para abrazarla y acomodarla un poco más, si cabía, en ella. Era una sensación muy relajante sentirla encima suya, piel con piel. Notando su respiración casi en su cuello. Cerró los ojos momentáneamente enterrando su nariz entre los cabellos rubios. Todavía no sabía cómo había aguantado tanto sin tener esta compañía— te quiero—al parecer estas dos palabras iban a ser su ley para la eternidad, aunque solo irían dirigidas a unas persona, ella.
—Tengo por seguro que no encontraré mejores demostraciones que las tuyas…—susurró dejando escapar de nuevo una risita. Y es que eso lo tenía muy claro, había tenido muchas durante años y nada se comparaba con estar con ella. Sí que es verdad que con sentimientos es mejor, además de que el cuerpo a cuerpo había sido increíble y eso que tan solo había sido una noche. Dejó un ligero beso en su frente dejando reposar sus labios sin separarse de su piel.
Notaba perfectamente como cada sentido de la rubia se relajaba, aunque en cuanto le hablaba volvía a ponerse en marcha todo su cuerpo. Intentaba respirar a su mismo compás para que no tuviera más agente externo que la despertara de su ensoñación, aunque no pudo reprimir una risita cuando escuchó su último comentario. De verdad que era de las que se quedaban con los detalles que quería, sin embargo no le molestaba en absoluto, le daba un poco de juego para jugar con ella si eso.
—Es improbable señorita Lindstrom, la sorpresa solo la recibirá cuando guste venir a mi casa, solo entonces —y es que aunque hubiera querido dársela ahora mismo no podía. Uno, porque siquiera la tenía hecha, y dos, porque era imposible sacarlo de su casa. También era la excusa perfecta para que le hiciera una visita, aunque tampoco es que necesitara de un pretexto para venir. Podía hacerlo siempre y cuando quisiera.
Dejó sus caricias para abrazarla y acomodarla un poco más, si cabía, en ella. Era una sensación muy relajante sentirla encima suya, piel con piel. Notando su respiración casi en su cuello. Cerró los ojos momentáneamente enterrando su nariz entre los cabellos rubios. Todavía no sabía cómo había aguantado tanto sin tener esta compañía— te quiero—al parecer estas dos palabras iban a ser su ley para la eternidad, aunque solo irían dirigidas a unas persona, ella.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Cada estaba más y más adormilada, hasta llegar al punto de que la voz de Santana dejó de ser un estímulo para pasar a ser como una especie de canción de cuna relajante, consiguiendo que me sumiese más y más en un estado de semi-inconsciencia a medida que las sílabas iban saliendo por sus labios. Mi cabeza se hundió más que nunca en el ángulo formado por su hombro, clavícula y cuello, mientras que una de mis brazos se extendía sobre su vientre, rodeando su cintura con firmeza. Suspiré suavemente.
—Iré mañana mismo... o pasado mañana... o cuando sea, iré cuando quieras—murmuré. Ahora más que nunca, poco o nada me importaban mis responsabilidades en el burdel.
Se suponía que debía quedarme aquí, bajar al vestíbulo de una buena vez por todas y subir por fin con algún cliente a alguna habitación donde poder llevar a cabo mi trabajo. Sin embargo, aunque no fuese a casa de Santana y me quedase aquí, estaba bastante segura de que no iba a bajar bajo ningún concepto. Incluso si eso suponía morirme del aburrimiento aquí dentro. Hasta ahora nunca le había dado importancia al hecho de estar exclusivamente con alguien. Hasta Santana. Desde ese preciso instante todo había cambiado, y aunque quisiera volver a las andadas, mi conciencia y mi alma nunca me lo permitirían. Aunque quisiera quedarme, estaba condenada a abandonar este mundo de una vez por todas y seguir a la vampiresa de piel dorada hasta el mismísimo fin del mundo. No había más opciones que esa.
—Y yo a ti...—susurré, casi de manera inconsciente ya, aunque no por eso menos sincera.
Mi respiración comenzó a ralentizarse por completo. A los pocos segundos sentí como si mi mente se desconectase de mi cuerpo, sumiendome cada vez en un estado más profundo de relajación y descanso. Después de haber estado prácticamente cuatro días sin ser capaz de pegar ojo, al fin había vuelto a recuperar la paz necesaria como para permitirme ese ansiado descanso. Estaba nerviosa por lo que pudiera depararme el futuro, de eso no había duda, pero había vuelto a recuperar la confianza en que las cosas saldrían bien y que nada ni nadie podría separarnos. Ni siquiera la muerte podría ganarnos la batalla en esta ocasión.
Finalmente, y tras soltar otro pequeño suspiro, mi mente se quedó completamente el blanco. ¿La última imagen? La de ella a mi lado para siempre.
—Iré mañana mismo... o pasado mañana... o cuando sea, iré cuando quieras—murmuré. Ahora más que nunca, poco o nada me importaban mis responsabilidades en el burdel.
Se suponía que debía quedarme aquí, bajar al vestíbulo de una buena vez por todas y subir por fin con algún cliente a alguna habitación donde poder llevar a cabo mi trabajo. Sin embargo, aunque no fuese a casa de Santana y me quedase aquí, estaba bastante segura de que no iba a bajar bajo ningún concepto. Incluso si eso suponía morirme del aburrimiento aquí dentro. Hasta ahora nunca le había dado importancia al hecho de estar exclusivamente con alguien. Hasta Santana. Desde ese preciso instante todo había cambiado, y aunque quisiera volver a las andadas, mi conciencia y mi alma nunca me lo permitirían. Aunque quisiera quedarme, estaba condenada a abandonar este mundo de una vez por todas y seguir a la vampiresa de piel dorada hasta el mismísimo fin del mundo. No había más opciones que esa.
—Y yo a ti...—susurré, casi de manera inconsciente ya, aunque no por eso menos sincera.
Mi respiración comenzó a ralentizarse por completo. A los pocos segundos sentí como si mi mente se desconectase de mi cuerpo, sumiendome cada vez en un estado más profundo de relajación y descanso. Después de haber estado prácticamente cuatro días sin ser capaz de pegar ojo, al fin había vuelto a recuperar la paz necesaria como para permitirme ese ansiado descanso. Estaba nerviosa por lo que pudiera depararme el futuro, de eso no había duda, pero había vuelto a recuperar la confianza en que las cosas saldrían bien y que nada ni nadie podría separarnos. Ni siquiera la muerte podría ganarnos la batalla en esta ocasión.
Finalmente, y tras soltar otro pequeño suspiro, mi mente se quedó completamente el blanco. ¿La última imagen? La de ella a mi lado para siempre.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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