AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
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No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Recuerdo del primer mensaje :
No sabía cuantos días habían pasado. Dos o tres, quizá. Tal vez alguno más, tal vez alguno menos. No más de una semana, de eso estaba segura, ya que las marcas de colmillos sobre la piel de mi cuello aún estaban bastante frescas. Pasé la punta de mis dedos por encima, notando el relieve de los dos pequeños puntos sobre mi piel.
Miré a los ojos a mi propio reflejo en el espejo, encontrándome con mi mirada azul. Desencajada. Asustada. Después la desvié hasta llegar a la zona entre mi cuello y mi hombro, observando que, efectivamente, la marca era bien visible.
Me alejé del espejo y me senté sobre mi cama, observando ahora la pared de mi habitación. Desde lo ocurrido esa noche no había vuelto a salir del mi cuarto en el burdel. Por un lado, aún seguía con el susto metido en el cuerpo y creía que aquí estaría segura del ataque de otro vampiro, pero principalmente, la razón de mi encierro era la de ocultarme de Santana. Sabía que ella odiaba el burdel, que no pondría un pie aquí a menos que fuese estrictamente necesario, razón por la que había decidio quedarme en mi habitación metida hasta que mis heridas sanasen. Hasta que esos colmillos desapareciesen de mi piel.
No quería que ella se enterase de lo sucedido. Sabía que no se lo tomaría demasiado bien.
Al fin y al cabo yo seguía viva, ilesa, así que lo último que quería es que Santana buscase venganza y el vampiro que me había atacado le hiciese daño a ella también. No, eso jamás podría perdonármelo. No podía permitírmelo. Por eso, y aunque me doliese en el alma estar lejos de ella, había decidido esconderme.
Continué sentada sobre mi cama, con mi mano colocada sobre la mordedura y mirando en dirección a la puerta que comunicaba mi habitación con el pasillo del burdel. La echaba demasiado de menos, pero era lo mejor para las dos. O por lo menos eso era lo que me decía a mí misma una y otra vez para evitar las ganas de levantarme y salir corriendo a buscarla.
No sabía cuantos días habían pasado. Dos o tres, quizá. Tal vez alguno más, tal vez alguno menos. No más de una semana, de eso estaba segura, ya que las marcas de colmillos sobre la piel de mi cuello aún estaban bastante frescas. Pasé la punta de mis dedos por encima, notando el relieve de los dos pequeños puntos sobre mi piel.
Miré a los ojos a mi propio reflejo en el espejo, encontrándome con mi mirada azul. Desencajada. Asustada. Después la desvié hasta llegar a la zona entre mi cuello y mi hombro, observando que, efectivamente, la marca era bien visible.
Me alejé del espejo y me senté sobre mi cama, observando ahora la pared de mi habitación. Desde lo ocurrido esa noche no había vuelto a salir del mi cuarto en el burdel. Por un lado, aún seguía con el susto metido en el cuerpo y creía que aquí estaría segura del ataque de otro vampiro, pero principalmente, la razón de mi encierro era la de ocultarme de Santana. Sabía que ella odiaba el burdel, que no pondría un pie aquí a menos que fuese estrictamente necesario, razón por la que había decidio quedarme en mi habitación metida hasta que mis heridas sanasen. Hasta que esos colmillos desapareciesen de mi piel.
No quería que ella se enterase de lo sucedido. Sabía que no se lo tomaría demasiado bien.
Al fin y al cabo yo seguía viva, ilesa, así que lo último que quería es que Santana buscase venganza y el vampiro que me había atacado le hiciese daño a ella también. No, eso jamás podría perdonármelo. No podía permitírmelo. Por eso, y aunque me doliese en el alma estar lejos de ella, había decidido esconderme.
Continué sentada sobre mi cama, con mi mano colocada sobre la mordedura y mirando en dirección a la puerta que comunicaba mi habitación con el pasillo del burdel. La echaba demasiado de menos, pero era lo mejor para las dos. O por lo menos eso era lo que me decía a mí misma una y otra vez para evitar las ganas de levantarme y salir corriendo a buscarla.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Cada vez que ella se movía me costaba bastante mantener la concentración, teniendo que poner todo mi empeño en la conversación para no dejar las frases sin acabar. Incluso el cielo estrellado de mi habitación quedaba en un segundo plano, estando todos mis sentidos centrados en ella. Otra más de sus habilidades para añadir a la lista.
Cuando ambas estuvimos de nuevo boca arriba sobre la cama, busqué a ciegas su mano y la tomé entre las mías, colocándola sobre mi vientre con la palma mirando hacia el techo y su dorso reposando sobre la tela de mi vestido. A continuación, mis dedos comenzaron a pasearse sobre la piel de su palma, dibujando líneas invisibles sin sentido.
A pesar de que ella se había movido ligeramente de nuevo para estar tumbada sobre uno de sus costados, yo permanecí inmóvil en todo momento, con mi mirada centrada en la mano libre de Santana que seguía reposando sobre mi abdomen. No pude evitar que una sonrisa un tanto tímida se dibujase en mi rostro antes de comenzar a hablar.
—Dama impaciente—bromeé, mirándola de reojo durante unos instantes antes de volver a centrarme en su extremidad—Solo he bailado frente a otros ojos que no fuesen los míos propios el día de mi audición para el cabaret, y eso fue algo que hice por ti. No se por qué me gusta, es solo que... bailar es... libertad. No es algo que pueda sentir muy amenudo, porque aunque parezca que no hay nada que me mantenga atada a ningún sitio, lo cierto es que me siento como si estuviese continuamente metida en un jaula. Menos cuando bailo, aunque sea para mí misma—las palabras fueron saliendo de mis labios de manera lenta y pausada, dándole pequeños matices a cada sílaba, cada punto y cada coma, siendo un vivo reflejo de mis pensamientos más privados.
Mis dedos no habían dejado de moverse sobre su piel fría, acariciándola, arañándola con cuidado o simplemente presionándola de vez en cuando. Me relajaba hacerlo.
Finalmente giré la cabeza en su dirección, dejando que mis ojos se encontrasen con los suyos. Sonreí suavemente de nuevo, ya que aunque mi confesión se había tornado un tanto triste, no quería arruinar el momento. No después de las circunstancias tan poco favorables que nos habían reunido en primer lugar. Quería borrar los malos momentos dibujando unos mejores encima.
—Ese es mi gran secreto—finalicé, llevando su mano hasta mi rostro para auto-acariciar mi mejilla con ella, depositando a continuación un beso casto sobre sus nudillos—Aunque para que la confesión sea completamente cierta, he de añadir que desde que te conocí no he vuelto a bailar en mis ratos de soledad. Y estoy bastante segura de qué es porque por fin encontré una mejor manera de sentirme verdaderamente libre—añadí con un tono de voz bastante más animado. Contigo, gracias a ti.
Cuando ambas estuvimos de nuevo boca arriba sobre la cama, busqué a ciegas su mano y la tomé entre las mías, colocándola sobre mi vientre con la palma mirando hacia el techo y su dorso reposando sobre la tela de mi vestido. A continuación, mis dedos comenzaron a pasearse sobre la piel de su palma, dibujando líneas invisibles sin sentido.
A pesar de que ella se había movido ligeramente de nuevo para estar tumbada sobre uno de sus costados, yo permanecí inmóvil en todo momento, con mi mirada centrada en la mano libre de Santana que seguía reposando sobre mi abdomen. No pude evitar que una sonrisa un tanto tímida se dibujase en mi rostro antes de comenzar a hablar.
—Dama impaciente—bromeé, mirándola de reojo durante unos instantes antes de volver a centrarme en su extremidad—Solo he bailado frente a otros ojos que no fuesen los míos propios el día de mi audición para el cabaret, y eso fue algo que hice por ti. No se por qué me gusta, es solo que... bailar es... libertad. No es algo que pueda sentir muy amenudo, porque aunque parezca que no hay nada que me mantenga atada a ningún sitio, lo cierto es que me siento como si estuviese continuamente metida en un jaula. Menos cuando bailo, aunque sea para mí misma—las palabras fueron saliendo de mis labios de manera lenta y pausada, dándole pequeños matices a cada sílaba, cada punto y cada coma, siendo un vivo reflejo de mis pensamientos más privados.
Mis dedos no habían dejado de moverse sobre su piel fría, acariciándola, arañándola con cuidado o simplemente presionándola de vez en cuando. Me relajaba hacerlo.
Finalmente giré la cabeza en su dirección, dejando que mis ojos se encontrasen con los suyos. Sonreí suavemente de nuevo, ya que aunque mi confesión se había tornado un tanto triste, no quería arruinar el momento. No después de las circunstancias tan poco favorables que nos habían reunido en primer lugar. Quería borrar los malos momentos dibujando unos mejores encima.
—Ese es mi gran secreto—finalicé, llevando su mano hasta mi rostro para auto-acariciar mi mejilla con ella, depositando a continuación un beso casto sobre sus nudillos—Aunque para que la confesión sea completamente cierta, he de añadir que desde que te conocí no he vuelto a bailar en mis ratos de soledad. Y estoy bastante segura de qué es porque por fin encontré una mejor manera de sentirme verdaderamente libre—añadí con un tono de voz bastante más animado. Contigo, gracias a ti.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Desde hacía unos minutos su mano había servido como entretenimiento para la rubia, incluso cuando se había posicionado de lado, intentó que esta no se moviera de su abdomen. Al parecer a ella le relajaba, y a Santana le encantaban los mimos, aunque tan solo fuera en su mano. Escuchaba atentamente las palabras, era una confesión sincera, sin ningún segundo sentido, y quizás un poco triste al fin y al cabo. Por mucho que le preguntara y que ella le explicara no podría saber con exactitud lo que sentía, pero al menos ya no estaría en la completa ignorancia.
Ante la auto-caricia que se profirió con su mano solo pudo suspirar y continuar la misma cuando recibió un casto beso en sus nudillos, deslizando la lleva de los dedos por la suave mejilla mientras seguía escuchando el sonido de su voz escapar de sus labios. Se había vuelto a quedar sin palabras pues las últimas que habían provenido de su boca la habían dejado en la más absoluta felicidad pero sin capacidad para pronunciar algo y dijera tan solo un mínima parte de todo lo que pensaba. Se acercó un poco más a ella sin dejar de acariciar su rostro hasta juntar sus frentes y una vez así cerró los ojos.
—Todavía me pregunto cómo no te he podido encontrar antes… —otra vez haciendo de sus pensamientos confesiones de las que no tenía constancia—entonces espero que a partir de ahora solo bailes por disfrute propio y no para escapar… —seguía con los ojos cerrados mientras dejaba la caricia y descendía su mano hasta encontrar a tientas la de ella y así poder entrelazar sus dedos—aunque para que mi mayor secreto también sea totalmente cierto, debo decir que yo también canto para escapar, aunque yo no intento buscar la libertad solo intento escapar de soledad. Aunque creo que ya he encontrado solución a eso —sonrió antes de depositar un ligero beso en sus labios.
Abrió los ojos poco a poco para encontrarse con la imagen que más la encandilaba entre todas las cosas y durante mucho tiempo—y ya que estamos ante una revelación de secretos, ¿algo más que desees compartir ahora? —su parte curiosa seguía estando viva y no iba a descansar tan fácilmente, además seguía con la idea de que después de tantos años sin saber de ella tenía que preguntar y saciar todos esos años de oscuridad y búsqueda.
Volvió a cerrar los ojos y esta vez no dejó su rostro pegado al de ella, lo desplazó ligeramente hacia abajo hasta su cuello. Sin poder evitar, y quizás sin querer evitarlo, comenzó a dejar algunos besos por allí, cualquiera podría ver que tenía esa manía o debilidad, como se quiera llamar. Además de vez en cuando rozaba aquellos dos puntos en su piel nívea, como si intentara que desaparecieran con tan solo un beso y roce de sus labios, aunque también era por el hecho de comprobar que había sido real ya que todavía se negaba ligeramente a creerlo.
Ante la auto-caricia que se profirió con su mano solo pudo suspirar y continuar la misma cuando recibió un casto beso en sus nudillos, deslizando la lleva de los dedos por la suave mejilla mientras seguía escuchando el sonido de su voz escapar de sus labios. Se había vuelto a quedar sin palabras pues las últimas que habían provenido de su boca la habían dejado en la más absoluta felicidad pero sin capacidad para pronunciar algo y dijera tan solo un mínima parte de todo lo que pensaba. Se acercó un poco más a ella sin dejar de acariciar su rostro hasta juntar sus frentes y una vez así cerró los ojos.
—Todavía me pregunto cómo no te he podido encontrar antes… —otra vez haciendo de sus pensamientos confesiones de las que no tenía constancia—entonces espero que a partir de ahora solo bailes por disfrute propio y no para escapar… —seguía con los ojos cerrados mientras dejaba la caricia y descendía su mano hasta encontrar a tientas la de ella y así poder entrelazar sus dedos—aunque para que mi mayor secreto también sea totalmente cierto, debo decir que yo también canto para escapar, aunque yo no intento buscar la libertad solo intento escapar de soledad. Aunque creo que ya he encontrado solución a eso —sonrió antes de depositar un ligero beso en sus labios.
Abrió los ojos poco a poco para encontrarse con la imagen que más la encandilaba entre todas las cosas y durante mucho tiempo—y ya que estamos ante una revelación de secretos, ¿algo más que desees compartir ahora? —su parte curiosa seguía estando viva y no iba a descansar tan fácilmente, además seguía con la idea de que después de tantos años sin saber de ella tenía que preguntar y saciar todos esos años de oscuridad y búsqueda.
Volvió a cerrar los ojos y esta vez no dejó su rostro pegado al de ella, lo desplazó ligeramente hacia abajo hasta su cuello. Sin poder evitar, y quizás sin querer evitarlo, comenzó a dejar algunos besos por allí, cualquiera podría ver que tenía esa manía o debilidad, como se quiera llamar. Además de vez en cuando rozaba aquellos dos puntos en su piel nívea, como si intentara que desaparecieran con tan solo un beso y roce de sus labios, aunque también era por el hecho de comprobar que había sido real ya que todavía se negaba ligeramente a creerlo.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Una vez más, mi cerebro se desconectaba de mi cuerpo cada vez que sus labios rozaban la sensible piel de mi cuello, dejándome incapaz de pensar o razonar durante un lapso bastante considerable de tiempo como para que pasase desapercibido. Aún estaba acostumbrándome a la sensación de sus besos y mimos realizados con tanto cariño y suavidad, por lo que no podía evitar derretirme entre sus brazos.
Solté un pequeño murmullo incoherente entre dientes, con tono casi musical, como si hubiese tarareado tres o cuatro notas musicales al azar. Después sonreí tontamente y rodé sobre la superficie de la cama, tomando algo de distancia.
Me incorporé levemente, sentándome a su lado sobre el colchón, con las piernas cruzadas al estilo indio. Incliné la cabeza levemente hacia un lado, dejando que mi cabello cayese en cascada sobre uno de mis hombros y la mitad de mi espalda.
—No más secretos. Al menos por ahora—contesté, sin dejar de sonreir. Mientras que Santana parecía estar más perezosa, yo me sentía completamente activada. Seguramente por todos los años acostumbrada a vivir por la noche y dormir durante todo el día, debido a mi peculiar empleo, que me había trastocado por completo mis ciclos de sueño.
De fondo podía seguirse escuchando el jaleo proveniente, sobre todo, de la planta de abajo del burdel, ya que en la zona de habitaciones el ambiente solía estar siempre más tranquilo y silencioso, ya que los posibles ruidos quedaban atrapados entre las cuatro paredes de los dormitorios. Y menos mal.
—Ahora que soy libre y que tú no estás sola podremos hacer lo que nos gusta por el simple el placer de hacerlo y no para escapar de la realidad—mis manos comenzaron a juguetear ahora con el extremo de la manga de su camisa, toqueteando el botón y la piel de su muñeca—Así que será un honor para mí bailar con la mujer más bella del mundo al tiempo que ella nos deleita con su voz—técnicamente, Santana me había pedido que bailara para, no con ella, pero supuse que ese pequeño detalle tampoco sería tan relevante. Tal vez podría hacer ambas cosas, llegado el momento.
Finalmente dejé a un lado la tarea de toquetear su camisa y dejé que mis dedos resbalasen por la piel de su mano hasta poder entrelazarlos con los suyos, dándole un apretón suave.
Solté un pequeño murmullo incoherente entre dientes, con tono casi musical, como si hubiese tarareado tres o cuatro notas musicales al azar. Después sonreí tontamente y rodé sobre la superficie de la cama, tomando algo de distancia.
Me incorporé levemente, sentándome a su lado sobre el colchón, con las piernas cruzadas al estilo indio. Incliné la cabeza levemente hacia un lado, dejando que mi cabello cayese en cascada sobre uno de mis hombros y la mitad de mi espalda.
—No más secretos. Al menos por ahora—contesté, sin dejar de sonreir. Mientras que Santana parecía estar más perezosa, yo me sentía completamente activada. Seguramente por todos los años acostumbrada a vivir por la noche y dormir durante todo el día, debido a mi peculiar empleo, que me había trastocado por completo mis ciclos de sueño.
De fondo podía seguirse escuchando el jaleo proveniente, sobre todo, de la planta de abajo del burdel, ya que en la zona de habitaciones el ambiente solía estar siempre más tranquilo y silencioso, ya que los posibles ruidos quedaban atrapados entre las cuatro paredes de los dormitorios. Y menos mal.
—Ahora que soy libre y que tú no estás sola podremos hacer lo que nos gusta por el simple el placer de hacerlo y no para escapar de la realidad—mis manos comenzaron a juguetear ahora con el extremo de la manga de su camisa, toqueteando el botón y la piel de su muñeca—Así que será un honor para mí bailar con la mujer más bella del mundo al tiempo que ella nos deleita con su voz—técnicamente, Santana me había pedido que bailara para, no con ella, pero supuse que ese pequeño detalle tampoco sería tan relevante. Tal vez podría hacer ambas cosas, llegado el momento.
Finalmente dejé a un lado la tarea de toquetear su camisa y dejé que mis dedos resbalasen por la piel de su mano hasta poder entrelazarlos con los suyos, dándole un apretón suave.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Tras escuchar un ligero murmuro, que sonó más a tarareo que a otra cosa, no pudo hacer otra cosa que quejarse ligeramente al dejar de sentir su cuerpo ya que con una simple rotación había logrado poner cierta distancia entra las dos. Rodó los ojos al darse cuenta de que lo hacía para poder pensar algo coherente y se tumbó de lado mirando a la rubia mientras se apoyaba sobre una mano. Sonrió al mismo tiempo que la veía a ella sonreír mientras adoptaba una posición muy adorable.
De nuevo se hacían una especie de promesa que solo ellas dos entenderían. Asintió lentamente mientras sentía como empezaba a jugar con el puño de su camisa y su muñeca hasta que dejando a un lado el jugueteo entrelazó sus dedos con un suave apretón de manos. Aprovechando este movimiento, tiró ligeramente hacia ella hasta que acabó encima de sí misma. Besó su mano entrelaza con dulzura y luego depositó otro beso sobre sus labios.
-El honor será mío al permitirme acompañarla en un baile mientras mi voz solo intenta acercarse al deleite que su baile pueda ofrecerme –susurró despacio, y en un tono zalamero mientras sonreía, cerca de sus labios- y espero que sea pronto –Puesto que la había visto, tan solo hace unos minutos, tan activa decidió dejar ese estado de letargo y activarse también. Volvió a hacer que se pusiera en su posición anterior, sentada con las piernas cruzadas, mientras imitaba su posición quedando frente a frente.
En un segundo una idea cruzó su mente y se le iluminó la cara, por fin una de sus tantas habitaciones en la mansión tendría utilidad. Se felicitó por su idea pero volvió a relajarse antes de estropear lo que tenía pensado, simplemente daría un pequeño adelante- la próxima vez que vengas a mi casa, te tendré una sorpresa preparada –se encogió ligeramente de hombros, la sorpresa no es que fuera nada del otro mundo, pero sabía que le vendría bien.
Ahora era ella la que se ponía a jugar con las manos de la otra, mientras las miraba fijamente. Utilizaba sus dedos como si de un piano se tratase, “pulsaba las teclas delicadamente y con suma dedicación como solía hacer siempre- por cierto, ahora que viene a mi mente, ¿qué tal esa lectura? ¿Sigues necesitando unas clases? –preguntó mirando ligeramente hacia arriba pero sin subir del todo el rostro mientras seguía “tocando” su melodía- porque mi oferta de hacer de tutora sigue en pie...
Una vez dejó la melodía, pero sin abandonar el repiqueteo de sus dedos contra los de ella, levantó totalmente el rostro hasta encontrarse con el suyo y tener la oportunidad de perderse en ese cielo azul que tenía por ojos.
De nuevo se hacían una especie de promesa que solo ellas dos entenderían. Asintió lentamente mientras sentía como empezaba a jugar con el puño de su camisa y su muñeca hasta que dejando a un lado el jugueteo entrelazó sus dedos con un suave apretón de manos. Aprovechando este movimiento, tiró ligeramente hacia ella hasta que acabó encima de sí misma. Besó su mano entrelaza con dulzura y luego depositó otro beso sobre sus labios.
-El honor será mío al permitirme acompañarla en un baile mientras mi voz solo intenta acercarse al deleite que su baile pueda ofrecerme –susurró despacio, y en un tono zalamero mientras sonreía, cerca de sus labios- y espero que sea pronto –Puesto que la había visto, tan solo hace unos minutos, tan activa decidió dejar ese estado de letargo y activarse también. Volvió a hacer que se pusiera en su posición anterior, sentada con las piernas cruzadas, mientras imitaba su posición quedando frente a frente.
En un segundo una idea cruzó su mente y se le iluminó la cara, por fin una de sus tantas habitaciones en la mansión tendría utilidad. Se felicitó por su idea pero volvió a relajarse antes de estropear lo que tenía pensado, simplemente daría un pequeño adelante- la próxima vez que vengas a mi casa, te tendré una sorpresa preparada –se encogió ligeramente de hombros, la sorpresa no es que fuera nada del otro mundo, pero sabía que le vendría bien.
Ahora era ella la que se ponía a jugar con las manos de la otra, mientras las miraba fijamente. Utilizaba sus dedos como si de un piano se tratase, “pulsaba las teclas delicadamente y con suma dedicación como solía hacer siempre- por cierto, ahora que viene a mi mente, ¿qué tal esa lectura? ¿Sigues necesitando unas clases? –preguntó mirando ligeramente hacia arriba pero sin subir del todo el rostro mientras seguía “tocando” su melodía- porque mi oferta de hacer de tutora sigue en pie...
Una vez dejó la melodía, pero sin abandonar el repiqueteo de sus dedos contra los de ella, levantó totalmente el rostro hasta encontrarse con el suyo y tener la oportunidad de perderse en ese cielo azul que tenía por ojos.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
La expresión de mi rostro se iluminó con un nuevo matiz al escuchar sus palabras. Me mordí el labio inferior con cierta ansiedad mientras que daba un pequeño respingo sobre la superficie de la cama, siendo la viva imagen de la excitación. Me encantaban las sorpresas (y a quién no), y dado que no solía recibirlas demasiado a menudo, mi curiosidad se había disparado hasta límites insospechados.
Si encima añadíamos al conjunto que se trataba de Santana, tenía casi que contenerme para no salir corriendo por mi propio pie rumbo a la ostentosa mansión.
—¿Una sorpresa? ¿Para mí? ¿Qué es?—inquirí atropelladamente, con la ilusión haciéndose dueña del tono de mi voz. Aunque viendo la expresión tranquila y un tanto críptica de la latina, pude deducir rápidamente que lo más probable era que no fuese a optener ninguna respuesta a mis preguntas. Al menos no esta noche—Dame aunque sea una pista, San—pedí con tono meloso, utilizando ese diminutivo de su nombre que solo empleaba en ocasiones muy especiales.
Por un momento incluso consideré la posibilidad de batir las pestañas con mi mejor gesto de inocencia absoluta, pero la curiosidad y la impaciencia fueron más grandes que mis dotes de actriz y finalmente solo pude limitarme a dibujar una sonrisa nerviosa en mi rostro.
Traté de apartar momentáneamente el tema de la sorpresa de mis pensamientos, aunque tenía la certeza de que ese tema estaría a partir de ahora de manera recurrente en mi cabeza.
El tacto de sus dedos sobre mi piel, como si de un piano se tratase, logro distraerme brevemente de mis cavilaciones, y una vez mordido el anzuelo, sus palabras hicieron el resto.
—Retomé la lectura durante estos días para distraer mi mente y matar el tiempo, pero me temo que aún así no he avanzado demasiado—informé mientras que me levantaba de la cama, acercándome hasta la cómoda en la que guardaba parte de mis objetos personales más codiciados, entre los que, por supuesto, se encontraba el libro de Santana. Tras dedicarle una pequeña sonrisa al objeto, volví a la cama, retomando la misma postura que había tenido antes de levantarme—No logro leer algunas palabras largas, y en concreto esta se repite varias veces a lo largo de todo el capítulo—comenté, señalando con el dedo en una de las páginas del preciado manuscrito. Imo... inmo... inmota... inmorta...
Por los dibujos y por algunas palabras que sí que había logrado entender, había deducido que este primer capítulo estaba dedicado a hacer una pequeña descripción de cada una de las razas protagonistas de todas esas leyendas que serían relatadas páginas más adelante. Por desgracia para mí, a penas había sido capaz de descifrar los primeros detalles de tan apasionante mundo, así que mi curiosidad gritaba por ser satisfecha.
Por otro lado, también ansiaba conocer qué partes de lo que decía el libro eran realmente ciertas y qué mitos eran solo fruto de la imaginación del escritor.
Si encima añadíamos al conjunto que se trataba de Santana, tenía casi que contenerme para no salir corriendo por mi propio pie rumbo a la ostentosa mansión.
—¿Una sorpresa? ¿Para mí? ¿Qué es?—inquirí atropelladamente, con la ilusión haciéndose dueña del tono de mi voz. Aunque viendo la expresión tranquila y un tanto críptica de la latina, pude deducir rápidamente que lo más probable era que no fuese a optener ninguna respuesta a mis preguntas. Al menos no esta noche—Dame aunque sea una pista, San—pedí con tono meloso, utilizando ese diminutivo de su nombre que solo empleaba en ocasiones muy especiales.
Por un momento incluso consideré la posibilidad de batir las pestañas con mi mejor gesto de inocencia absoluta, pero la curiosidad y la impaciencia fueron más grandes que mis dotes de actriz y finalmente solo pude limitarme a dibujar una sonrisa nerviosa en mi rostro.
Traté de apartar momentáneamente el tema de la sorpresa de mis pensamientos, aunque tenía la certeza de que ese tema estaría a partir de ahora de manera recurrente en mi cabeza.
El tacto de sus dedos sobre mi piel, como si de un piano se tratase, logro distraerme brevemente de mis cavilaciones, y una vez mordido el anzuelo, sus palabras hicieron el resto.
—Retomé la lectura durante estos días para distraer mi mente y matar el tiempo, pero me temo que aún así no he avanzado demasiado—informé mientras que me levantaba de la cama, acercándome hasta la cómoda en la que guardaba parte de mis objetos personales más codiciados, entre los que, por supuesto, se encontraba el libro de Santana. Tras dedicarle una pequeña sonrisa al objeto, volví a la cama, retomando la misma postura que había tenido antes de levantarme—No logro leer algunas palabras largas, y en concreto esta se repite varias veces a lo largo de todo el capítulo—comenté, señalando con el dedo en una de las páginas del preciado manuscrito. Imo... inmo... inmota... inmorta...
Por los dibujos y por algunas palabras que sí que había logrado entender, había deducido que este primer capítulo estaba dedicado a hacer una pequeña descripción de cada una de las razas protagonistas de todas esas leyendas que serían relatadas páginas más adelante. Por desgracia para mí, a penas había sido capaz de descifrar los primeros detalles de tan apasionante mundo, así que mi curiosidad gritaba por ser satisfecha.
Por otro lado, también ansiaba conocer qué partes de lo que decía el libro eran realmente ciertas y qué mitos eran solo fruto de la imaginación del escritor.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Tal y como había supuesto, antes siquiera de decirle algo de la sorpresa, vio como el rostro de la rubia reflejaba una emoción de curiosidad y quizás un poco de nerviosismo, típico de una niña. Ante esta adorable respuesta, Santana casi tuvo la tentación de decirle lo que tenía en mente, pero por suerte ahí estaba su conciencia para pararla y así crear un poco más de expectación y misterio. Además, puede que así la rubia desarrollara un poco más la paciencia, que de eso le venía haciendo falta a ambas.
—Tendrás que esperar, y aunque me pese, no voy a decir nada —tocó la punta de su nariz con el dedo índice y se inclinó un poco hacia delante— además, dicen que la paciencia es una virtud… —volvió a colocarse en su posición inicial mientras continuaba con las caricias en sus manos, que al parecer ayudaban a que Sinnove no quisiera indagar más a fondo en el tema y eso Santana lo agradecía, ya que sabía que si la otra seguí insistiendo y usando sus artes con ella, acabaría diciéndole todo lo que quisiera.
Esperó paciente mientras veía como la rubia se levantaba y se acercaba a uno de los pocos muebles que se hallaban en la habitación, pero decidió volver a tumbarse en la cama, esta vez apoyándose un poco en la pared como respaldo y así no estar completamente tumbada. Cuando volvió a tener a su acompañante al lado, volvió a prestarle toda su atención. Sonrió mientras la escuchaba hablar, le satisfacía saber que a pesar de no haber grandes progresos, había intentado leer algo. Hizo que, sin dejar ninguna sin postura actual, estuvieran más cerca para así poder leer lo que ponía en las páginas del libro.
—A ver… —tras echarle un vistazo a la palabra que le señalaba, y que se repetía en diversas ocasiones, sonrió negando ligeramente con la cabeza— pone inmortalidad —una vez aclarado esa pequeña duda por su parte, volvió la vista a su rostro, viendo la expresión de alguien que ponía de su parte y que aún guardaba la emoción de sucesos anteriores, aunque no muy lejanos— intenta leer alguna frase completa —pidió suavemente sin dejar de mirar su perfilado rostro mientras le apartaba un mechón tras la oreja.
Puesto que una no es que necesitara primordialmente dormir, y la otra parecía estar bastante acostumbrada a trasnochar, por qué no dar una pequeña lección de lectura ahora que se daba la ocasión. Aunque quizás la latina no estuviera muy inmersa en la lectura, más bien estaba inmersa en memorizar cada rasgo de su perfecto rostro de porcelana, pero igualmente escuchando cuando le hablaba.
Santana nunca había sido muy discreta para según qué cosas, pero precisamente ahora no tenía ningún recato en mirarla fijamente, y tampoco había ningún inconveniente para hacerlo. Se puso un poco más a su altura y dejo reposar su cabeza sobre el hombro de la rubia, notando como algún mechón rebelde de esta se escurría por su propio cuello haciéndole cosquillas.
—Tendrás que esperar, y aunque me pese, no voy a decir nada —tocó la punta de su nariz con el dedo índice y se inclinó un poco hacia delante— además, dicen que la paciencia es una virtud… —volvió a colocarse en su posición inicial mientras continuaba con las caricias en sus manos, que al parecer ayudaban a que Sinnove no quisiera indagar más a fondo en el tema y eso Santana lo agradecía, ya que sabía que si la otra seguí insistiendo y usando sus artes con ella, acabaría diciéndole todo lo que quisiera.
Esperó paciente mientras veía como la rubia se levantaba y se acercaba a uno de los pocos muebles que se hallaban en la habitación, pero decidió volver a tumbarse en la cama, esta vez apoyándose un poco en la pared como respaldo y así no estar completamente tumbada. Cuando volvió a tener a su acompañante al lado, volvió a prestarle toda su atención. Sonrió mientras la escuchaba hablar, le satisfacía saber que a pesar de no haber grandes progresos, había intentado leer algo. Hizo que, sin dejar ninguna sin postura actual, estuvieran más cerca para así poder leer lo que ponía en las páginas del libro.
—A ver… —tras echarle un vistazo a la palabra que le señalaba, y que se repetía en diversas ocasiones, sonrió negando ligeramente con la cabeza— pone inmortalidad —una vez aclarado esa pequeña duda por su parte, volvió la vista a su rostro, viendo la expresión de alguien que ponía de su parte y que aún guardaba la emoción de sucesos anteriores, aunque no muy lejanos— intenta leer alguna frase completa —pidió suavemente sin dejar de mirar su perfilado rostro mientras le apartaba un mechón tras la oreja.
Puesto que una no es que necesitara primordialmente dormir, y la otra parecía estar bastante acostumbrada a trasnochar, por qué no dar una pequeña lección de lectura ahora que se daba la ocasión. Aunque quizás la latina no estuviera muy inmersa en la lectura, más bien estaba inmersa en memorizar cada rasgo de su perfecto rostro de porcelana, pero igualmente escuchando cuando le hablaba.
Santana nunca había sido muy discreta para según qué cosas, pero precisamente ahora no tenía ningún recato en mirarla fijamente, y tampoco había ningún inconveniente para hacerlo. Se puso un poco más a su altura y dejo reposar su cabeza sobre el hombro de la rubia, notando como algún mechón rebelde de esta se escurría por su propio cuello haciéndole cosquillas.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Fruncí levemente el ceño y los labios ante sus palabras que pedían paciencia. Paciencia. No me apetecía tener paciencia, pero ya me había auto-convencido de que no me quedaba otra. Definitivamente estos se iban a convertir en los meses con menos horas de sueño de mi vida, ya que por una cosa o por otra siempre había un motivo rondando por mi cabeza que me mantenía desvelada. Por suerte, este era un motivo inmejorable.
Un cosquilleo inexplicable comenzó en la zona de mi estómago al sentarme de luego al lado de Santana, extendiéndose por todo mi cuerpo hasta las zonas más alejadas de mis extremidades. Dejé que mi espalda se recostara ligeramente en el cabecero de la cama, con el libro descansando entr nuestros cuerpos, abierto por la página que me había estado causando tantos problemas.
Cuando parecía que esa sensación de hormigueo se había extinguido, volvía a empezar a repetir el mismo recorrido hasta desaparecer en la zona de mis dedos. Y así una y otra vez. Mis respiración se agitaba sin razón aparente, pero aún así no quería que este sentimiento terminase por nada del mundo.
No sabía que expresión tendría mi rostro en ese momento. Desconcierto, seguramente, que podría ser facilmente camuflable por el tema del libro. Y mejor que fuese así porque, ¿cómo explicarle lo que estaba sintiendo en ese preciso momento si ni siquiera yo misma era capaz de contestar a esa cuestión?
—Sí, enseguida...—susurré mientras que me incorporaba levemente para estar algo más cerca del libro, y al mismo tiempo, algo más cerca de Santana, haciendo que la piel de mi hombro quedase firmemente presionada sobre la tela de su camisa—Los seres de la o-oscuridad... go-z-zan de inmortalidad y... ¿gran fortaleza?—sabía que no ponía exactamente lo que acababa de decir, en especial la última parte la frase, de la que solo había entendido una de las palabras—También habla sobre sangre... y creo que aquí dice algo de la fuerza otra vez—la punta de mi dedo índice se iba deslizando sobre la superficie de la página a medida que mi intento de lectura iba avanzando.
Bajé la mirada hasta mi hombro al sentir el peso de la cabeza de Santana, lo que creó nuevas repeticiones de esa sensación de hormigueo por todo mi cuerpo. Mi dedo empezó a temblar ligeramente sobre la superficie del libro, pero lo retiré rápidamente con la intención de seguir manteniendo la situación controlada.
Era un sentimiento similar al que había sentido en otras ocasiones con Santana, con la diferencia de que ahora parecía brotar de manera expontánea, sin un beso o una caricia que lo desencadenase.
—¿Voy muy desencaminada?
Un cosquilleo inexplicable comenzó en la zona de mi estómago al sentarme de luego al lado de Santana, extendiéndose por todo mi cuerpo hasta las zonas más alejadas de mis extremidades. Dejé que mi espalda se recostara ligeramente en el cabecero de la cama, con el libro descansando entr nuestros cuerpos, abierto por la página que me había estado causando tantos problemas.
Cuando parecía que esa sensación de hormigueo se había extinguido, volvía a empezar a repetir el mismo recorrido hasta desaparecer en la zona de mis dedos. Y así una y otra vez. Mis respiración se agitaba sin razón aparente, pero aún así no quería que este sentimiento terminase por nada del mundo.
No sabía que expresión tendría mi rostro en ese momento. Desconcierto, seguramente, que podría ser facilmente camuflable por el tema del libro. Y mejor que fuese así porque, ¿cómo explicarle lo que estaba sintiendo en ese preciso momento si ni siquiera yo misma era capaz de contestar a esa cuestión?
—Sí, enseguida...—susurré mientras que me incorporaba levemente para estar algo más cerca del libro, y al mismo tiempo, algo más cerca de Santana, haciendo que la piel de mi hombro quedase firmemente presionada sobre la tela de su camisa—Los seres de la o-oscuridad... go-z-zan de inmortalidad y... ¿gran fortaleza?—sabía que no ponía exactamente lo que acababa de decir, en especial la última parte la frase, de la que solo había entendido una de las palabras—También habla sobre sangre... y creo que aquí dice algo de la fuerza otra vez—la punta de mi dedo índice se iba deslizando sobre la superficie de la página a medida que mi intento de lectura iba avanzando.
Bajé la mirada hasta mi hombro al sentir el peso de la cabeza de Santana, lo que creó nuevas repeticiones de esa sensación de hormigueo por todo mi cuerpo. Mi dedo empezó a temblar ligeramente sobre la superficie del libro, pero lo retiré rápidamente con la intención de seguir manteniendo la situación controlada.
Era un sentimiento similar al que había sentido en otras ocasiones con Santana, con la diferencia de que ahora parecía brotar de manera expontánea, sin un beso o una caricia que lo desencadenase.
—¿Voy muy desencaminada?
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Sonrió mientras la escuchaba leer con cierto esfuerzo, aunque se hubiera saltado la mitad de la frase sabía más o menos de qué iba la cosa. Rio entre dientes y dejó un leve beso sobre su hombro, se incorporó ligeramente y cogió el libro por detrás de la mano de ella y leyó primero unas líneas en su cabeza para luego aclararse la voz, estas páginas no es que dejara en muy buen lugar a su especie pero tenía toda la razón del mundo.
—No vas mal del todo —volvió a sonreírle y cogiéndole la mano para señalarle la líneas que iba leyendo— Los seres de la oscuridad, gozan de la inmortalidad además de una increíble fortaleza, mas no todo es tan maravilloso como puede parecer pues para seguir con esta pseudovida deberán alimentarse de sangre —leía despacio para que pudiera seguirle en la lectura. Retiró su mano para guiarla y aprovechó para abrazarla— intenta leerlo de nuevo —le pidió mientras volvía a quedarse mirándola con esa mueca de estar embobada.
Volvió a dejar un beso, esta vez en su mejilla, y volvió a apoyar su mentón en el hombro de ella esperando a volver oír su voz endulzando todos los sonidos que sus oídos, un tanto desarrollados, podían percibir. Lo cierto es que para ser su primera lectura a un cierto nivel no estaba nada mal, puede que no consiguiera leer todas y cada una de las palabras, pero entendía de lo que se habla en las páginas y eso prácticamente era lo importante, que supiera desenvolverse y entender en general lo que ponía. En segundo lugar, y con más detenimiento, conseguiría que pudiera leer con cierta soltura.
Le estaba costando no dejarse llevar por sus instintos primarios, y la verdad es que estar tan cerca de su cuello y sentir el calor que emanaba su piel no ayudaba, pero se contenía. Quería aprovechar este momento para seguir con lo que estaban, además de que no quería que Sinnove pudiera llegar a pensar que siempre que se veían iban a llegar a más que simples caricias, pues esto no es lo que pretendía Santana. También quería mostrarle como era el simple hecho de compartir con alguien un tiempo, una conversación, que no todo tenía que ser siempre igual, Santana se consideraba como el cambio en su vida y así debía seguir siendo.
Suspiró mientras recobraba su atención es escuchar cómo iba su lectura, y lo cierto es que, aunque pareciera pronto, parecía que había mejorado al leer la misma frase. Asintió lentamente sin moverse de la posición en la que se encontraba para comenzar a tararear lentamente y muy suave casi inaudiblemente, pero lo suficientemente sonoro para que ambas pudieran captar la leve melodía. La música siempre la había ayudado, desde que era pequeña, a leer así por qué no probar la misma técnica con Sinnove. Si surgía algún efecto seguiría pero si veía que la distraía dejaría el experimento para más adelante.
—No vas mal del todo —volvió a sonreírle y cogiéndole la mano para señalarle la líneas que iba leyendo— Los seres de la oscuridad, gozan de la inmortalidad además de una increíble fortaleza, mas no todo es tan maravilloso como puede parecer pues para seguir con esta pseudovida deberán alimentarse de sangre —leía despacio para que pudiera seguirle en la lectura. Retiró su mano para guiarla y aprovechó para abrazarla— intenta leerlo de nuevo —le pidió mientras volvía a quedarse mirándola con esa mueca de estar embobada.
Volvió a dejar un beso, esta vez en su mejilla, y volvió a apoyar su mentón en el hombro de ella esperando a volver oír su voz endulzando todos los sonidos que sus oídos, un tanto desarrollados, podían percibir. Lo cierto es que para ser su primera lectura a un cierto nivel no estaba nada mal, puede que no consiguiera leer todas y cada una de las palabras, pero entendía de lo que se habla en las páginas y eso prácticamente era lo importante, que supiera desenvolverse y entender en general lo que ponía. En segundo lugar, y con más detenimiento, conseguiría que pudiera leer con cierta soltura.
Le estaba costando no dejarse llevar por sus instintos primarios, y la verdad es que estar tan cerca de su cuello y sentir el calor que emanaba su piel no ayudaba, pero se contenía. Quería aprovechar este momento para seguir con lo que estaban, además de que no quería que Sinnove pudiera llegar a pensar que siempre que se veían iban a llegar a más que simples caricias, pues esto no es lo que pretendía Santana. También quería mostrarle como era el simple hecho de compartir con alguien un tiempo, una conversación, que no todo tenía que ser siempre igual, Santana se consideraba como el cambio en su vida y así debía seguir siendo.
Suspiró mientras recobraba su atención es escuchar cómo iba su lectura, y lo cierto es que, aunque pareciera pronto, parecía que había mejorado al leer la misma frase. Asintió lentamente sin moverse de la posición en la que se encontraba para comenzar a tararear lentamente y muy suave casi inaudiblemente, pero lo suficientemente sonoro para que ambas pudieran captar la leve melodía. La música siempre la había ayudado, desde que era pequeña, a leer así por qué no probar la misma técnica con Sinnove. Si surgía algún efecto seguiría pero si veía que la distraía dejaría el experimento para más adelante.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Volví a repetir las frases con algo más de agilidad, en parte porque recordaba lo que Santana había dicho y en parte porque tras una primera lectura me era más sencillo reconocer lo que tenía escrito frente a mis ojos. Aún así, no podía evitar trabarme de cuando en cuando, aunque no sabía si era por la dificultad de las palabras o por la presencia de Santana en general.
Una vez que hube terminado el repaso, levanté ligeramente la mirada, buscando la aprobación de mi improvisada tutora.
Una vez más, dejé que mis dedos rozaran suavemente la superficie de las páginas, de un tono algo amarillento por el paso del tiempo. Si no dejas de tocar el libro tal vez deberías probar suerte leyendo en el lenguaje de los invidentes, Sinnove.
No pude evitar sonreir ante mi propia línea de pensamientos, que rozaba lo absurdo.
—La luz s-solar... ¿muerte? Muerte. La luz solar os mata...—las últimas palabras salieron de mis labios en un pequeño susurro. Aunque esta información no me era completamente desconocida. Era lógico pensar que los seres de la oscuridad no pudieran exponerse a la luz del día, pero no se me había pasado por la cabeza que pudiera tener unas consecuencias tan terribles.
Iba a retomar mi lectura una vez más cuando una suave melodía llegó hasta mis oídos. Y no una melodía cualquiera, si no una nacida en los labios de Santana. Ella estaba cantando. Bueno, tarareando sería una defición bastante más cierta, pero era una canción al fin y al cabo.
Mi mirada viajó hasta depositarse sobre la suya, mientras que una sonrisa tímida se dibujaba en mi rostro. Una vez más, esa agradable sensación de hormigueo, mezclada ahora con una gran calidez, volvió a recorrer cada poro de mi piel.
Quería halagarla, decirle lo mucho que que significaba para mí algo tan simple como el suave murmullo de unas cuantas notas cantadas en el silencio de la madrugada, pero por más que lo intentaba no encontraba las palabras adecuadas para logra expresarme con total veracidad. Sin dejar de sonreir, retomé mi tarea.
—¿Viven en parejas?—pregunté, ya que la siguiente frase, una vez más, no había sido capaz de leerla entera, por lo que había tenido que interpretar el contenido a partir de dos o tres palabras clave. Además, el tarareo suave y delicado tenía un efecto un tanto contraproducente en mí, ya que mientras que por un lado me relajaba en lo que estaba haciendo, por otro lado captaba mi atención y me desconcentraba ligeramente del libro.
Levanté la mirada una vez más, esperando una confirmación a mis palabras.
A continuación, una idea cruzó mis pensamientos, despertando mi curiosidad. Aunque no quería detener la melodía, no había manera de poder satisfacer mis cuestiones si Santana no hablaba conmigo, así que finalmente no me quedó otra que preguntar. Aunque mirando el lado bueno, y con un poco de suerte, en la próxima ocasión tal vez el tarareo podría transformarse en una canción completa...
—¿Hay niños que sean como tú? Qué sean vampiros—si vivían en parejas, tal vez tenían unos ideales de familia parecidos a los nuestros. O tal vez no. Sea como fuere, no tenía tanta paciencia como para esperar a llegar a la parte del libro en el que pudiera encontrar la respuesta a esa pregunta por mí misma.
Una vez que hube terminado el repaso, levanté ligeramente la mirada, buscando la aprobación de mi improvisada tutora.
Una vez más, dejé que mis dedos rozaran suavemente la superficie de las páginas, de un tono algo amarillento por el paso del tiempo. Si no dejas de tocar el libro tal vez deberías probar suerte leyendo en el lenguaje de los invidentes, Sinnove.
No pude evitar sonreir ante mi propia línea de pensamientos, que rozaba lo absurdo.
—La luz s-solar... ¿muerte? Muerte. La luz solar os mata...—las últimas palabras salieron de mis labios en un pequeño susurro. Aunque esta información no me era completamente desconocida. Era lógico pensar que los seres de la oscuridad no pudieran exponerse a la luz del día, pero no se me había pasado por la cabeza que pudiera tener unas consecuencias tan terribles.
Iba a retomar mi lectura una vez más cuando una suave melodía llegó hasta mis oídos. Y no una melodía cualquiera, si no una nacida en los labios de Santana. Ella estaba cantando. Bueno, tarareando sería una defición bastante más cierta, pero era una canción al fin y al cabo.
Mi mirada viajó hasta depositarse sobre la suya, mientras que una sonrisa tímida se dibujaba en mi rostro. Una vez más, esa agradable sensación de hormigueo, mezclada ahora con una gran calidez, volvió a recorrer cada poro de mi piel.
Quería halagarla, decirle lo mucho que que significaba para mí algo tan simple como el suave murmullo de unas cuantas notas cantadas en el silencio de la madrugada, pero por más que lo intentaba no encontraba las palabras adecuadas para logra expresarme con total veracidad. Sin dejar de sonreir, retomé mi tarea.
—¿Viven en parejas?—pregunté, ya que la siguiente frase, una vez más, no había sido capaz de leerla entera, por lo que había tenido que interpretar el contenido a partir de dos o tres palabras clave. Además, el tarareo suave y delicado tenía un efecto un tanto contraproducente en mí, ya que mientras que por un lado me relajaba en lo que estaba haciendo, por otro lado captaba mi atención y me desconcentraba ligeramente del libro.
Levanté la mirada una vez más, esperando una confirmación a mis palabras.
A continuación, una idea cruzó mis pensamientos, despertando mi curiosidad. Aunque no quería detener la melodía, no había manera de poder satisfacer mis cuestiones si Santana no hablaba conmigo, así que finalmente no me quedó otra que preguntar. Aunque mirando el lado bueno, y con un poco de suerte, en la próxima ocasión tal vez el tarareo podría transformarse en una canción completa...
—¿Hay niños que sean como tú? Qué sean vampiros—si vivían en parejas, tal vez tenían unos ideales de familia parecidos a los nuestros. O tal vez no. Sea como fuere, no tenía tanta paciencia como para esperar a llegar a la parte del libro en el que pudiera encontrar la respuesta a esa pregunta por mí misma.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Al repetir la frase unas veces ya parecía haberla podido leer en su plenitud aunque con algún que otro obstáculo presente. El tarareo era el acompañamiento de la pausada lectura, puede que hubiera más sonidos en el lugar pero Santana no oía otra cosa q esa melodía improvisada y el rozar de la yema de sus dedos acariciando las páginas llenas de letras. Otra frase que parecía que se le había atascado aunque, como había pasado antes, había sabido extraer el contexto. Puesto que tampoco necesitaba mucha aclaración la realidad que acababa de susurrar, y que no parecía ser desconocida para ella, simplemente asintió con leve movimiento de cabeza.
Por un momento detuvo su lectura, sus ojos se encontraron mientras en el rostro de la rubia comenzaba a dibujarse una sonrisa tímida. Sabía que la estaba distrayendo pero con esa mirada tan adorable no le era posible parar. Después de parecer que quisiera decir algo y no poder, continuó su lectura aunque no en voz alta. Otra vez había sacado el contexto de un par de líneas, solo que esta vez al no leer la frase entera no había acertado tanto como las veces anteriores. Puesto que la pregunta tampoco requería muchas palabras decidió simplemente mover la cabeza pero sin llegar a ser un gesto afirmativo ni tampoco negativo.
A la siguiente pregunta ya sí que tenía que pronunciar palabras, además se notaba en la entonación de la misma que eso se le había ocurrido por un algún pensamiento donde entraba en juego su curiosidad. Aunque la respuesta a esto viniera más adelante, sabía que Sinnove no aguantaría y quería saberlo ya.
Dirigió la mirada al libro para leer por encima que decía a continuación pero como temía, no había nada en esas páginas que respondiera a su pregunta— impaciente…—susurró negando ligeramente al terminar su tarareo. Levantó su mentón del hombro de ella un tanto a su pesar y pensó en cómo explicarle, puesto que sus conocimientos acerca de lo que acababa de preguntarle tampoco es que fueran muy extensos.
—No es exactamente que se viva en pareja, soy la prueba de ello… Si es cierto que muchos viven juntos, en pareja o incluso más, ya porque son familia de sangre, porque el convertido se queda con el que le convirtió o porque se conocen durante su vida y deciden convivir juntos —explicó cómo pudo intentando ir un poco despacio para ordenar en su propia mente las palabras— esto también suele servir para dar una imagen en la sociedad, una especie de coartada—susurró a sabiendas que la sociedad decía que cada mujer debía estar casada con una hombre y a ser posible con varios hijos correteando por sus casas.
—Respecto a los niños…—aquí la cosa se complicaba un poco más, porque si bien lo otro lo había podido razonar durante los años, esto no lo tenía tan claro pues era un poco más raro— que yo tenga conocimiento de ello, no hay ningún niño que nazca vampiro, es decir, si he conocido algún caso de que un año ha sido convertido pero no muchos, según tengo entendido. Es decir, todo aquel que es vampiro ha sido con conversión, no por ser “así de nacimiento” —terminó de explicar esperando haber sido clara.
Volvió a su posición anterior volviendo a apoyar su mentón mientras volvía a mirar las páginas escritas del libro, si se hubiera esperado unos capítulos más lo habría sacado por conclusión propia. Rio entre dientes al saber que la paciencia definitivamente le iba a costar mucho desarrollarla, pero según dicen, y como había podido comprobar últimamente, nada es imposible.
Por un momento detuvo su lectura, sus ojos se encontraron mientras en el rostro de la rubia comenzaba a dibujarse una sonrisa tímida. Sabía que la estaba distrayendo pero con esa mirada tan adorable no le era posible parar. Después de parecer que quisiera decir algo y no poder, continuó su lectura aunque no en voz alta. Otra vez había sacado el contexto de un par de líneas, solo que esta vez al no leer la frase entera no había acertado tanto como las veces anteriores. Puesto que la pregunta tampoco requería muchas palabras decidió simplemente mover la cabeza pero sin llegar a ser un gesto afirmativo ni tampoco negativo.
A la siguiente pregunta ya sí que tenía que pronunciar palabras, además se notaba en la entonación de la misma que eso se le había ocurrido por un algún pensamiento donde entraba en juego su curiosidad. Aunque la respuesta a esto viniera más adelante, sabía que Sinnove no aguantaría y quería saberlo ya.
Dirigió la mirada al libro para leer por encima que decía a continuación pero como temía, no había nada en esas páginas que respondiera a su pregunta— impaciente…—susurró negando ligeramente al terminar su tarareo. Levantó su mentón del hombro de ella un tanto a su pesar y pensó en cómo explicarle, puesto que sus conocimientos acerca de lo que acababa de preguntarle tampoco es que fueran muy extensos.
—No es exactamente que se viva en pareja, soy la prueba de ello… Si es cierto que muchos viven juntos, en pareja o incluso más, ya porque son familia de sangre, porque el convertido se queda con el que le convirtió o porque se conocen durante su vida y deciden convivir juntos —explicó cómo pudo intentando ir un poco despacio para ordenar en su propia mente las palabras— esto también suele servir para dar una imagen en la sociedad, una especie de coartada—susurró a sabiendas que la sociedad decía que cada mujer debía estar casada con una hombre y a ser posible con varios hijos correteando por sus casas.
—Respecto a los niños…—aquí la cosa se complicaba un poco más, porque si bien lo otro lo había podido razonar durante los años, esto no lo tenía tan claro pues era un poco más raro— que yo tenga conocimiento de ello, no hay ningún niño que nazca vampiro, es decir, si he conocido algún caso de que un año ha sido convertido pero no muchos, según tengo entendido. Es decir, todo aquel que es vampiro ha sido con conversión, no por ser “así de nacimiento” —terminó de explicar esperando haber sido clara.
Volvió a su posición anterior volviendo a apoyar su mentón mientras volvía a mirar las páginas escritas del libro, si se hubiera esperado unos capítulos más lo habría sacado por conclusión propia. Rio entre dientes al saber que la paciencia definitivamente le iba a costar mucho desarrollarla, pero según dicen, y como había podido comprobar últimamente, nada es imposible.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Ladeé ligeramente la cabeza, centrando mi mirada curiosa y deseosa de más información en el rostro de Santana, alternando entre sus ojos oscuros y sus labios sonrosados y gruesos. El movimiento que estos realizaban al pronunciar cada palabra me tenía completamente hipnotizada.
Escuché sus palabras con total atención, haciendo mi mejor esfuerzo por almacenar cada pequeño dato y cada matiz. Generalmente solía ser bastante olvidadiza y despistada, pero si me concentraba en algo podía ser llegar a convertirme en una persona bastante eficiente.
No pude evitar encontrar cierta similitud entre los vampiros y nosotras, las damas de la noche. Ambos éramos seres sociables pero independientes. Gustábamos de tener nuestro espacio pero al mismo tiempo preferíamos vivir en compañía de otros de nuestra misma naturaleza para hacer más llevadera nuestra soledad. No, definitivamente vampiros y cortesanas no éramos tan diferentes.
En lo que a mí respectaba, Florette había sido mi única compañía real en más de dos años. Mi mentora. Siempre guardaría un gran agradecimiento y cariño hacia su persona, ya que gracias a ella había aprendido a sobrevivir en este mundo, consiguiendo aguantar lo suficiente como para llegar a reencontrarme con Santana.
—Estás arriesgando completamente tu coartada, ¿lo sabes, no?—comenté, alzando ligeramente la ceja izquierda mientras que una sonrisa burlona se dibujaba en mi rostro—Mujeres, y para colmo, una de ellas cortesana. Estoy convencida de que no es posible otra combinación peor vista por la sociedad. Bueno, si agregásemos a un niño a la ecuación seguramente el asunto podría complicarse un poco más...—añadí, con un tono de voz algo más serio.
Definitivamente, algo así complicaría demasiado las cosas. Empezando por el origen de ese supuesto niño, ya viniese de Santana o de mí.
A pesar de que muchas muchachas a mi edad ya habían empezado a formar una familia, yo ni me lo había planteado. ¿Cómo traer un bebé a este mundo en mi situación? ¿Cómo criarlo? No quería condenar a otro niño a pasar por mi penosa infancia, pasando sus días entre las paredes del burdel. Por no hablar de que su concepción no sería precisamente basada en el amor.
Ahora, con Santana, no tenía duda alguna de que el amor estaría siempre presente, pero aún así era todo demasiado complicado. Era pronto para plantearse algo así, cuando yo aún seguía siendo humana y seguía viviendo en este sitio.
No estaba segura del tiempo que había permanecido en silencio, mirando fijamente a Santana sin pronunciar palabra, perdida en mis pensamientos.
—¿Me lees tú ahora?—pedí con voz melosa, hablando por fin. Quería volver a perderme en el suave tono de la voz de Santana, en su manera especial de pronunciar las palabras.
Escuché sus palabras con total atención, haciendo mi mejor esfuerzo por almacenar cada pequeño dato y cada matiz. Generalmente solía ser bastante olvidadiza y despistada, pero si me concentraba en algo podía ser llegar a convertirme en una persona bastante eficiente.
No pude evitar encontrar cierta similitud entre los vampiros y nosotras, las damas de la noche. Ambos éramos seres sociables pero independientes. Gustábamos de tener nuestro espacio pero al mismo tiempo preferíamos vivir en compañía de otros de nuestra misma naturaleza para hacer más llevadera nuestra soledad. No, definitivamente vampiros y cortesanas no éramos tan diferentes.
En lo que a mí respectaba, Florette había sido mi única compañía real en más de dos años. Mi mentora. Siempre guardaría un gran agradecimiento y cariño hacia su persona, ya que gracias a ella había aprendido a sobrevivir en este mundo, consiguiendo aguantar lo suficiente como para llegar a reencontrarme con Santana.
—Estás arriesgando completamente tu coartada, ¿lo sabes, no?—comenté, alzando ligeramente la ceja izquierda mientras que una sonrisa burlona se dibujaba en mi rostro—Mujeres, y para colmo, una de ellas cortesana. Estoy convencida de que no es posible otra combinación peor vista por la sociedad. Bueno, si agregásemos a un niño a la ecuación seguramente el asunto podría complicarse un poco más...—añadí, con un tono de voz algo más serio.
Definitivamente, algo así complicaría demasiado las cosas. Empezando por el origen de ese supuesto niño, ya viniese de Santana o de mí.
A pesar de que muchas muchachas a mi edad ya habían empezado a formar una familia, yo ni me lo había planteado. ¿Cómo traer un bebé a este mundo en mi situación? ¿Cómo criarlo? No quería condenar a otro niño a pasar por mi penosa infancia, pasando sus días entre las paredes del burdel. Por no hablar de que su concepción no sería precisamente basada en el amor.
Ahora, con Santana, no tenía duda alguna de que el amor estaría siempre presente, pero aún así era todo demasiado complicado. Era pronto para plantearse algo así, cuando yo aún seguía siendo humana y seguía viviendo en este sitio.
No estaba segura del tiempo que había permanecido en silencio, mirando fijamente a Santana sin pronunciar palabra, perdida en mis pensamientos.
—¿Me lees tú ahora?—pedí con voz melosa, hablando por fin. Quería volver a perderme en el suave tono de la voz de Santana, en su manera especial de pronunciar las palabras.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Había notado que mientras hablaba, los ojos azules no dejaban de alternar su vista entre los labios y los ojos de la morena, aun así la veía concentrada y mentalizando cada palabra que le decía. En estos momentos la vida y el mundo en sí lo veía tan fácil, ya no era un mundo insoportable e hipócrita si no uno perfecto y maravilloso, aunque sabía que eso solo era por efecto de la sonrisa y mirada encandiladora de Sinnove. Al parecer su explicación la había dejado ligeramente pensando aunque no tardó mucho en hablarle, con una sonrisa burlona y una ceja alzada.
–Ya me da igual mi coartada, te tengo a ti ¿no? –preguntó alzando también una ceja mientras la abrazaba por la cintura– eso es lo único que me importa –sonrió y aprovechando la proximidad dejó un suave beso sobre sus labios. Lo cierto es que era cierto que la sociedad tenía razones de sobra para criticarlas a ambas y como decía la rubia, si se le sumaba un crío ya sería escándalo nacional, pero a Santana eso ahora mismo le daba absolutamente igual mientras la tuviera a su lado, y quizás por qué no un crío pero eso ya si se daba más adelante. Su última frase al parecer las dejó a ambas pensando, hacía cosa de unos días ya se le había rondado por la cabeza la idea, pero como con todo, las cosas no serían nada fáciles. Aunque lo único que le llevaba a importar era la opinión de la rubia.
Ambas se habían quedado en silencio mirándose la una a otra, y es que la verdad al parecer a ambas les había hecho eco el tema. Escuchó como por fin la rubia era la que rompía el silencio pidiendo que le leyera ahora ella, pero la mente de Santana todavía estaba un poco turbia y ya sabía que cuando le pasaba eso podría decir la primera cosa que se le viniera a la mente, y así lo hizo– ¿querrías tener un niño conmigo?... –susurró lentamente ahora sin mirar a ningún sitio en concreto, y sin darse cuenta hasta que pasaron al menos unos segundos que fue cuando ella misma abrió los ojos y la boca como si quisiera volver a atrapar esas palabras que habían salido de sus labios. La verdad es que quería saber la respuesta pero por otra parte le daba un poco de miedo, sobre todo si la respuesta llegaba a ser no, simplemente no sabía por qué lo había preguntado, pero ya estaba dicho.
Lo único que puedo hacer era intentar como si no hubiera pasado nada, aunque a sabiendas de que la rubia probablemente no dejaría escapar esa pregunta para hablar de aquello. Accediendo a su petición, tomo el libro de entre sus manos y ojeó rápidamente algunas páginas siguientes intentando que su mente volviera a concentrarse.
Lo cierto, y ahora se daba cuenta, es que su inconsciente estaba intentando hacer tiempo para ver si la rubia al final contestaba a su pregunta, enseguida desechó esa idea de su mente y comenzó a leer lentamente. Hasta el libro se ponía en su contra ahora mismo, enserio no había podido elegir otro momento para tocar el tema de las descendencias, aunque también había sido culpa de Santana por adelantar unas cuentas páginas sin casi haberse dado cuenta y ahora se arrepentía. Además demasiado tarde como para pasar a otra página sin que se diera cuenta pues ya llevaba como medio párrafo leído. Suspiró ligeramente casi sin que se notara y se quedó en el punto final del mismo párrafo, necesitaba oír a la rubia hablar, no sabía exactamente que necesitaba oír, pero su mente como se había puesto a ponerse en las peores situaciones, probablemente necesitaba dejar de ser por un momento la fuerte y la que lo veía todo de color de rosa y posible.
–Ya me da igual mi coartada, te tengo a ti ¿no? –preguntó alzando también una ceja mientras la abrazaba por la cintura– eso es lo único que me importa –sonrió y aprovechando la proximidad dejó un suave beso sobre sus labios. Lo cierto es que era cierto que la sociedad tenía razones de sobra para criticarlas a ambas y como decía la rubia, si se le sumaba un crío ya sería escándalo nacional, pero a Santana eso ahora mismo le daba absolutamente igual mientras la tuviera a su lado, y quizás por qué no un crío pero eso ya si se daba más adelante. Su última frase al parecer las dejó a ambas pensando, hacía cosa de unos días ya se le había rondado por la cabeza la idea, pero como con todo, las cosas no serían nada fáciles. Aunque lo único que le llevaba a importar era la opinión de la rubia.
Ambas se habían quedado en silencio mirándose la una a otra, y es que la verdad al parecer a ambas les había hecho eco el tema. Escuchó como por fin la rubia era la que rompía el silencio pidiendo que le leyera ahora ella, pero la mente de Santana todavía estaba un poco turbia y ya sabía que cuando le pasaba eso podría decir la primera cosa que se le viniera a la mente, y así lo hizo– ¿querrías tener un niño conmigo?... –susurró lentamente ahora sin mirar a ningún sitio en concreto, y sin darse cuenta hasta que pasaron al menos unos segundos que fue cuando ella misma abrió los ojos y la boca como si quisiera volver a atrapar esas palabras que habían salido de sus labios. La verdad es que quería saber la respuesta pero por otra parte le daba un poco de miedo, sobre todo si la respuesta llegaba a ser no, simplemente no sabía por qué lo había preguntado, pero ya estaba dicho.
Lo único que puedo hacer era intentar como si no hubiera pasado nada, aunque a sabiendas de que la rubia probablemente no dejaría escapar esa pregunta para hablar de aquello. Accediendo a su petición, tomo el libro de entre sus manos y ojeó rápidamente algunas páginas siguientes intentando que su mente volviera a concentrarse.
Lo cierto, y ahora se daba cuenta, es que su inconsciente estaba intentando hacer tiempo para ver si la rubia al final contestaba a su pregunta, enseguida desechó esa idea de su mente y comenzó a leer lentamente. Hasta el libro se ponía en su contra ahora mismo, enserio no había podido elegir otro momento para tocar el tema de las descendencias, aunque también había sido culpa de Santana por adelantar unas cuentas páginas sin casi haberse dado cuenta y ahora se arrepentía. Además demasiado tarde como para pasar a otra página sin que se diera cuenta pues ya llevaba como medio párrafo leído. Suspiró ligeramente casi sin que se notara y se quedó en el punto final del mismo párrafo, necesitaba oír a la rubia hablar, no sabía exactamente que necesitaba oír, pero su mente como se había puesto a ponerse en las peores situaciones, probablemente necesitaba dejar de ser por un momento la fuerte y la que lo veía todo de color de rosa y posible.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Después de mis últimas palabras y mi pequeña petición me había quedado mirando fijamente a Santana, espectante. Quería saber más cosas sobre los vampiros y el resto de criaturas, y quería saberlas ya, razón por la que había requerido que fuese ella la que continuase leyendo. No avanzaríamos mucho en la historia si seguía yo, haciendo una parada en cada frase. Tenía que ser ella.
Sin embargo, cuando por fin sus labios se movieron, deseé que no lo hubieran hecho, ya que sus palabras me dejaron completamente estupefacta. Mis ojos se abrieron como platos, clavados sobre los suyos, mientras que sentía cómo el corazón me daba un vuelco. ¿De verdad acababa de preguntarme lo que yo creía?
Quise formular una respuesta. Realmente lo intenté. Pero de lo único que fuí capaz fue de emitir una especie de balbuceo disfrazado de susurro, no siendo capaz de pronunciar nada coherente. Para hacer aún más rara la situación, Santana retomó la lectura como si no hubiese pasado nada, aunque desde luego fui incapaz de prestar la más mínima atención a aquel texto que hacía solo unos segundos atrás moría por conocer.
Ella siguió leyendo y yo, sin darme cuenta, continué en silencio siendo ya incapaz de balbucear, incluso. Simplemente me limitaba a abrir y a cerrar los labios de vez en cuando, luchando con el bloqueo mental que acababa de sufrir por encontrar la manera de decir algo. Tenía la sensación de que el corazón me latía tan rápido que se me iba a salir del pecho en cualquier momento.
Finalmente, Santana dejó de leer, aunque realmente no había sido consciente de cuanto tiempo lo había estado haciendo.
—¿Ahora?—susurré por fin, en un hilo de voz. Sinnove, reacciona, ¿de verdad no se te ocurre nada mejor que decir? Me cubrí la cara con ambas manos, pellizcándome ligeramente el puente de la nariz entre los dedos índice y pulgar—Lo siento. Yo... no esperaba algo así—añadí con algo más de confianza en mí misma, poco a poco recuperando el control. Bajé las manos, dejándolas sobre mi regazo, sin atreverme a mirar de nuevo a Santana por miedo de que al ver sus ojos volviese a entrar en pánico.
Sabía que me quería de la misma manera que yo la quería a ella, pero no imaginaba que quisiera compartir algo así conmigo. Fue entonces cuando me di cuenta de que mis palabras y mi reacción habían salido de la peor manera posible, probablemente dándole a entender justo lo contrario de lo que quería trasmitirle.
Inmediatamente giré, no solo la cabeza, si no todo mi cuerpo en su dirección, buscando su mirada.
—Lo siento, Santana, no quería decir eso—me disculpé de nuevo, visiblemente nerviosa—Es solo que nunca me había visto a mí misma como una madre... No soy el ejemplo que un niño debería seguir... Quiero decir, ¡mírame! Y mira dónde vivo. Nadie en su sano jucio dejaría que sus hijos se acercaran a mí—empecé a hablar a toda velocidad, como hacía siempre que estaba nerviosa. Y en lugar de arreglar las cosas solo estaba estropeando todo un poco más. ¡Cálmate, maldita sea! Me quedé en silencio durante unos segundos, mordiéndome el labio inferior con fuerza—Los niños son las criaturas más perfectas del mundo y tú serías la mejor madre que un niño pudiese tener, pero yo... No quiero estropear algo tan perfecto.
Tenía miedo. Esa era la palabra.
Sin embargo, cuando por fin sus labios se movieron, deseé que no lo hubieran hecho, ya que sus palabras me dejaron completamente estupefacta. Mis ojos se abrieron como platos, clavados sobre los suyos, mientras que sentía cómo el corazón me daba un vuelco. ¿De verdad acababa de preguntarme lo que yo creía?
Quise formular una respuesta. Realmente lo intenté. Pero de lo único que fuí capaz fue de emitir una especie de balbuceo disfrazado de susurro, no siendo capaz de pronunciar nada coherente. Para hacer aún más rara la situación, Santana retomó la lectura como si no hubiese pasado nada, aunque desde luego fui incapaz de prestar la más mínima atención a aquel texto que hacía solo unos segundos atrás moría por conocer.
Ella siguió leyendo y yo, sin darme cuenta, continué en silencio siendo ya incapaz de balbucear, incluso. Simplemente me limitaba a abrir y a cerrar los labios de vez en cuando, luchando con el bloqueo mental que acababa de sufrir por encontrar la manera de decir algo. Tenía la sensación de que el corazón me latía tan rápido que se me iba a salir del pecho en cualquier momento.
Finalmente, Santana dejó de leer, aunque realmente no había sido consciente de cuanto tiempo lo había estado haciendo.
—¿Ahora?—susurré por fin, en un hilo de voz. Sinnove, reacciona, ¿de verdad no se te ocurre nada mejor que decir? Me cubrí la cara con ambas manos, pellizcándome ligeramente el puente de la nariz entre los dedos índice y pulgar—Lo siento. Yo... no esperaba algo así—añadí con algo más de confianza en mí misma, poco a poco recuperando el control. Bajé las manos, dejándolas sobre mi regazo, sin atreverme a mirar de nuevo a Santana por miedo de que al ver sus ojos volviese a entrar en pánico.
Sabía que me quería de la misma manera que yo la quería a ella, pero no imaginaba que quisiera compartir algo así conmigo. Fue entonces cuando me di cuenta de que mis palabras y mi reacción habían salido de la peor manera posible, probablemente dándole a entender justo lo contrario de lo que quería trasmitirle.
Inmediatamente giré, no solo la cabeza, si no todo mi cuerpo en su dirección, buscando su mirada.
—Lo siento, Santana, no quería decir eso—me disculpé de nuevo, visiblemente nerviosa—Es solo que nunca me había visto a mí misma como una madre... No soy el ejemplo que un niño debería seguir... Quiero decir, ¡mírame! Y mira dónde vivo. Nadie en su sano jucio dejaría que sus hijos se acercaran a mí—empecé a hablar a toda velocidad, como hacía siempre que estaba nerviosa. Y en lugar de arreglar las cosas solo estaba estropeando todo un poco más. ¡Cálmate, maldita sea! Me quedé en silencio durante unos segundos, mordiéndome el labio inferior con fuerza—Los niños son las criaturas más perfectas del mundo y tú serías la mejor madre que un niño pudiese tener, pero yo... No quiero estropear algo tan perfecto.
Tenía miedo. Esa era la palabra.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Y de nuevo era una de esas situaciones en las que deseaba darse cabezazos contra algo, ¡si es que no tenías que haber dicho nada! Su conciencia la regañaba y es que la reacción de la rubia solo le había confirmado que tenía que haber tenido la boca callada y dejar el tema para otro momento quizás. Pero como no lo había hecho ahora le tocaba enfrentarse a su respuesta, que en realidad no había habido alguna, mas su lenguaje corporal lo decía todo. Ya por fin cuando dijo algo, solo consiguió hundirla un poquito más en su miseria. Suspiró y no tuvo otra reacción que agachar la cabeza, ¡cómo siquiera se te pasa por la mente que aceptaría! Ay Santanita…nunca aprenderás…
La había notado moverse, sabía que la estaba mirando pero no quería mirarla a los ojos, más bien no podía. La escuchó volver a hablar, esta vez rápidamente como siempre que estaba nerviosa y dejó entrever una leve sonrisa. Levantó la mirada cuando volvió a quedarse unos segundos en silencio, la vio nerviosa y mordiéndose el labio fuertemente, tanto que dudaba que no se hiciera daño. Ahora sus últimas palabras, que denotaban miedo, si que la había dejado un poco descolocada. Al principio había pensado que había dicho eso, pues porque no quería compartir eso con ella, pero se había equivocado hasta lo más hondo.
Dejó el libro a un lado y le tomó el rostro con ambas manos acariciándole las mejillas y pasando ligeramente el dedo índice sobre sus labios para que dejara de mordérselos- escúchame bien ¿vale? –antes de seguir hablando la besó levemente- yo tampoco me había visto nunca como una madre, pero no se, lo mencionaste y lo pregunté sin pensar, porque yo si te veo a ti como una madre, una perfecta madre. Yo también tengo miedo, y no pienses que sería ahora, es algo futuro simplemente no puedo controlar mis pensamientos a veces y los digo en voz alta… -ahora era ella la que se mordía el labio con fuerza, no quería asustarla tampoco, pero ella misma estaba muerta de miedo ante la idea de ser madre.
Bajó sus manos hasta las suyas y se las cogió besando sus nudillos- creo que todavía no te has dado cuenta de que contigo lo quiero todo, todo lo que nunca pensé que tendría o que quisiera tener –susurró medio sonriendo- ahora quítame esa cara de miedo por favor antes de que sea yo la que entre en pánico –volvió a morderse el labio pero con menos fuerza y sin quitar la sonrisa de la cara. Volvió a suspirar esta vez de alivio, al menos sabía que la respuesta no era un no, si no un tengo miedo hablemos, o al menos así lo entendía y le daba más tranquilidad.
Sin intención alguna se le escapó una ligera risita al recordar la cara que se le había puesto cuando le había hecho la pregunta, pero en eso se acordó de que tendría que haberse visto a ella misma. Negó con la cabeza para dejar de reírse y se quedó mirándola con ambas cejas alzadas, era increíble con la velocidad que estaban viviendo todo pero para Santana no era rápido o temprano sino demasiado tarde, había sido mucho tiempo esperando y ahora había que aprovechar, que nunca se sabe lo que puede pasar mañana.
La había notado moverse, sabía que la estaba mirando pero no quería mirarla a los ojos, más bien no podía. La escuchó volver a hablar, esta vez rápidamente como siempre que estaba nerviosa y dejó entrever una leve sonrisa. Levantó la mirada cuando volvió a quedarse unos segundos en silencio, la vio nerviosa y mordiéndose el labio fuertemente, tanto que dudaba que no se hiciera daño. Ahora sus últimas palabras, que denotaban miedo, si que la había dejado un poco descolocada. Al principio había pensado que había dicho eso, pues porque no quería compartir eso con ella, pero se había equivocado hasta lo más hondo.
Dejó el libro a un lado y le tomó el rostro con ambas manos acariciándole las mejillas y pasando ligeramente el dedo índice sobre sus labios para que dejara de mordérselos- escúchame bien ¿vale? –antes de seguir hablando la besó levemente- yo tampoco me había visto nunca como una madre, pero no se, lo mencionaste y lo pregunté sin pensar, porque yo si te veo a ti como una madre, una perfecta madre. Yo también tengo miedo, y no pienses que sería ahora, es algo futuro simplemente no puedo controlar mis pensamientos a veces y los digo en voz alta… -ahora era ella la que se mordía el labio con fuerza, no quería asustarla tampoco, pero ella misma estaba muerta de miedo ante la idea de ser madre.
Bajó sus manos hasta las suyas y se las cogió besando sus nudillos- creo que todavía no te has dado cuenta de que contigo lo quiero todo, todo lo que nunca pensé que tendría o que quisiera tener –susurró medio sonriendo- ahora quítame esa cara de miedo por favor antes de que sea yo la que entre en pánico –volvió a morderse el labio pero con menos fuerza y sin quitar la sonrisa de la cara. Volvió a suspirar esta vez de alivio, al menos sabía que la respuesta no era un no, si no un tengo miedo hablemos, o al menos así lo entendía y le daba más tranquilidad.
Sin intención alguna se le escapó una ligera risita al recordar la cara que se le había puesto cuando le había hecho la pregunta, pero en eso se acordó de que tendría que haberse visto a ella misma. Negó con la cabeza para dejar de reírse y se quedó mirándola con ambas cejas alzadas, era increíble con la velocidad que estaban viviendo todo pero para Santana no era rápido o temprano sino demasiado tarde, había sido mucho tiempo esperando y ahora había que aprovechar, que nunca se sabe lo que puede pasar mañana.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Intenté creer en sus palabras con todas mis fuerzas. Creer que realmente podía ser lo que ella decía que podía ser. Una madre. ¿Pero cómo ser una madre cuando no sabía lo que era tener una? Era irónico que el destino hubiese decidido quitarle a ella la posibilidad de engendrar a otro ser vivo y que yo, por el contrario, hubiese optenido esa facultad apenas un año atrás. ¿Tal vez se trataba de otra señal?
Cerré los ojos durante unos breves instantes, concentrándome en sus palabras y en sus siempre oportunos gestos de cariño, tratando de calmarme por completo. Mis latidos seguían desbocados, pero al menos esa sensación de angustia había desaparecido.
Sonreí suavemente ante sus últimas palabras, soltando una carcajada algo extraña: mitad risa y mitad sollozo, que quedó ahogada en mi garganta sin terminar de salir por completo. Imitando el gesto que ella había tenido conmigo, pasé la punta de mis dedos sobre sus labios, liberando su labio inferior de la mordida que ella misma se estaba haciendo. A continuación acaricié su nariz con la mía un par de veces.
—Siento si te he asustado, no era mi intención—mi tercera disculpa en menos de diez minutos. Poco a poco mi expresión de susto iba desvaneciéndose por completo. No estaba preparada, pero no podía negar que la idea me atraía, y mucho. De hecho, a cada minuto que pasaba no podía evitar pensar que, realmente, un bebé mío y de Santana era la mejor demostración de que nuestro amor estaba mucho más allá de lo que cualquier persona pudiese imaginar.
Coloqué mis manos a ambos lados de su rostro, acariciando sus mejillas con mis pulgares. Después de unos segundos me incliné hacia adelante, juntando mis labios con los suyos—Nada de pánico, mijn ziel mate, porque llegado el momento, juro que no habrá nada que me haga más feliz que poder llamar a un bebé nuestro.
La besé de nuevo, con algo más de lentitud en esta ocasión. Con ese beso buscaba, no solo calmarme por completo, si no cerrar esa pequeña promesa. No podía asegurar si tendrían que pasar dos meses o dos años hasta que pudiera dar ese paso, pero no tenía duda alguna de que el momento llegaría y podría compartir algo así con Santana.
Cuando después de unos largos segundos no me quedó otra que separarme de sus labios para coger algo de aire, fue mi turno para ser impulsiva con las palabras y hablar sin pensar.
—Cásate conmigo...
Cerré los ojos durante unos breves instantes, concentrándome en sus palabras y en sus siempre oportunos gestos de cariño, tratando de calmarme por completo. Mis latidos seguían desbocados, pero al menos esa sensación de angustia había desaparecido.
Sonreí suavemente ante sus últimas palabras, soltando una carcajada algo extraña: mitad risa y mitad sollozo, que quedó ahogada en mi garganta sin terminar de salir por completo. Imitando el gesto que ella había tenido conmigo, pasé la punta de mis dedos sobre sus labios, liberando su labio inferior de la mordida que ella misma se estaba haciendo. A continuación acaricié su nariz con la mía un par de veces.
—Siento si te he asustado, no era mi intención—mi tercera disculpa en menos de diez minutos. Poco a poco mi expresión de susto iba desvaneciéndose por completo. No estaba preparada, pero no podía negar que la idea me atraía, y mucho. De hecho, a cada minuto que pasaba no podía evitar pensar que, realmente, un bebé mío y de Santana era la mejor demostración de que nuestro amor estaba mucho más allá de lo que cualquier persona pudiese imaginar.
Coloqué mis manos a ambos lados de su rostro, acariciando sus mejillas con mis pulgares. Después de unos segundos me incliné hacia adelante, juntando mis labios con los suyos—Nada de pánico, mijn ziel mate, porque llegado el momento, juro que no habrá nada que me haga más feliz que poder llamar a un bebé nuestro.
La besé de nuevo, con algo más de lentitud en esta ocasión. Con ese beso buscaba, no solo calmarme por completo, si no cerrar esa pequeña promesa. No podía asegurar si tendrían que pasar dos meses o dos años hasta que pudiera dar ese paso, pero no tenía duda alguna de que el momento llegaría y podría compartir algo así con Santana.
Cuando después de unos largos segundos no me quedó otra que separarme de sus labios para coger algo de aire, fue mi turno para ser impulsiva con las palabras y hablar sin pensar.
—Cásate conmigo...
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Aunque esta noche había empezado siendo una completa pesadilla, se había vuelto una noche maravillosa. Sonrió mientras la besaba y la volvía a abrazar. Al final sí que iba a agradecer a su sangre latina eso de ser tan impulsiva con todo. Cuando se separaron se quedó con los ojos cerrados posando su frente sobre la de ella hasta que escuchó su susurro. Abrió los ojos de golpe y se quedó mirándola sin saber bien que hacer. Intentó decir algo pero ni siquiera podía separar los labios. No iba a negar que siempre había fantaseado con la idea de casarse, pero tenía más que asumido que era imposible puesto que no se iba a casar nunca con un hombre y eso era lo único que se admitía.
Salió de su trance y asintió lentamente con la cabeza, ya que no podía hablar que mejor que el lenguaje corporal. Al infierno las normas sociales, si quería casarse con ella por qué le iba a decir que no, y por supuesto que quería. No dejó de asentir hasta que sus labios le respondieron y formaron una sonrisa más que amplia. Lo cierto es que siempre había imaginado la escena al revés, pidiéndolo ella pero eso ahora daba un poco igual. La volvió a besar con cierta intensidad pero enseguida se separó y se quedó de nuevo mirándola.
-Si…-por si no había quedado claro prefirió decirlo con alguna palabra que lo verificara- pero…sabes que no nos los permitirán ¿verdad? –que estuviera en su conocimiento, nadie las casaría, todo por el hecho de ser dos mujeres, es más si tan solo lo decían podían acabar en cualquier sitio, incluso creía que podían acabar en la hoguera y que las llamarían brujas y todo, pero eso ya eran imaginaciones- estas completamente loca…aunque yo tampoco me quedo atrás -susurró negando con la cabeza. Primero siguiendo a una extraña en medio de la noche, luego aceptando su invitación a cenar, después queriendo seguir al lado de un ser de la noche y ahora esto, plantearse tener una familia y pedirle que se casara con ella. Al parecer hoy tenía que haber alguna confabulación estelar para que fuera un tanto extraña.
En ese momento reparó en algo que podría cerrar ese último pacto de la noche. Dejó de abrazarla y llevó la vista a sus manos, mirando con una sonrisa nostálgica ese anillo con tantos recuerdos para Santana, al parecer y tal como dijo su madre, había llegado ese momento en el que supiera que no debía estar con ella si no con la persona que amara. Lo deslizó fuera de su dedo y le dio un par de vueltas, subió la vista y le sonrió ampliamente mientras tomaba su mano y la acarició ligeramente- se que me lo has pedido tú pero bueno, digamos que entre nosotras no hay nada dentro de la norma así que…-mientras le sostenía la mano le puso en el dedo anular el anillo que se acaba de quitar y se sorprendió al ver que le quedaba perfecto.
-Cuídalo bien –susurró mientras alzaba su mano y besaba allí donde ahora se hallaba su anillo. Ahora sí que no podía dejar de sonreír, volvió a besar sus labios- al parecer eso de ir esperando poco a poco no va con nosotras ¿eh? –dejó escapar una risita porque era verdad que cada vez dando un paso más grande sin haber pasado siquiera unas horas, pero que más daba, además el tiempo es relativo y cuando se tiene un tiempo bastante infinito que más daba dar pasos agigantados o pasos de hormiga, lo importante era llegar al objetivo. Seguir juntas.
Salió de su trance y asintió lentamente con la cabeza, ya que no podía hablar que mejor que el lenguaje corporal. Al infierno las normas sociales, si quería casarse con ella por qué le iba a decir que no, y por supuesto que quería. No dejó de asentir hasta que sus labios le respondieron y formaron una sonrisa más que amplia. Lo cierto es que siempre había imaginado la escena al revés, pidiéndolo ella pero eso ahora daba un poco igual. La volvió a besar con cierta intensidad pero enseguida se separó y se quedó de nuevo mirándola.
-Si…-por si no había quedado claro prefirió decirlo con alguna palabra que lo verificara- pero…sabes que no nos los permitirán ¿verdad? –que estuviera en su conocimiento, nadie las casaría, todo por el hecho de ser dos mujeres, es más si tan solo lo decían podían acabar en cualquier sitio, incluso creía que podían acabar en la hoguera y que las llamarían brujas y todo, pero eso ya eran imaginaciones- estas completamente loca…aunque yo tampoco me quedo atrás -susurró negando con la cabeza. Primero siguiendo a una extraña en medio de la noche, luego aceptando su invitación a cenar, después queriendo seguir al lado de un ser de la noche y ahora esto, plantearse tener una familia y pedirle que se casara con ella. Al parecer hoy tenía que haber alguna confabulación estelar para que fuera un tanto extraña.
En ese momento reparó en algo que podría cerrar ese último pacto de la noche. Dejó de abrazarla y llevó la vista a sus manos, mirando con una sonrisa nostálgica ese anillo con tantos recuerdos para Santana, al parecer y tal como dijo su madre, había llegado ese momento en el que supiera que no debía estar con ella si no con la persona que amara. Lo deslizó fuera de su dedo y le dio un par de vueltas, subió la vista y le sonrió ampliamente mientras tomaba su mano y la acarició ligeramente- se que me lo has pedido tú pero bueno, digamos que entre nosotras no hay nada dentro de la norma así que…-mientras le sostenía la mano le puso en el dedo anular el anillo que se acaba de quitar y se sorprendió al ver que le quedaba perfecto.
-Cuídalo bien –susurró mientras alzaba su mano y besaba allí donde ahora se hallaba su anillo. Ahora sí que no podía dejar de sonreír, volvió a besar sus labios- al parecer eso de ir esperando poco a poco no va con nosotras ¿eh? –dejó escapar una risita porque era verdad que cada vez dando un paso más grande sin haber pasado siquiera unas horas, pero que más daba, además el tiempo es relativo y cuando se tiene un tiempo bastante infinito que más daba dar pasos agigantados o pasos de hormiga, lo importante era llegar al objetivo. Seguir juntas.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
- Cof, cof, ejem!:
- He visto por ahí que hemos ganado un premio... ¡Jijijiji! ¡Porque nosotras lo valemos! ¡Felicidades, compañera!
Primero me atacan. Pienso que voy a morir. Me escondo del mundo y de sus habitantes. Ella termina encontrándome, como siempre. Lloramos. Reímos. Lloramos otra vez y volvemos a reir. Hablamos de formar una familia. Le pido que sea mi esposa. Ella dice que sí.
Probablemente nadie o casi nadie pudiese entender lo que estaba pasando entre nosotras. Dos mujeres, poco tiempo de relación, depredadora y presa... pero nosotras lo entendíamos perfectamente. O lo sentíamos, más bien. Sonreí hasta que las comisuras de los labios empezaron a dolerme por el estiramiento de la piel. Ha dicho que sí.
—No necesito que un hombre que dice ser el emisario de Dios me de su permiso para poder llamarte mi esposa—susurré con voz clara y decidida. Probablemente, estas habían sido mis palabras más sinceras en los últimos días. Estaba convencida de ellas. Y nada ni nadie lograría hacerme cambiar de opinión.
A continuación volví a sonreir, enseñando mis dientes blancos al mismo tiempo que sentía como el calor subía hasta mi rostro.
Sin embargo, a medida que mis ojos siguieron los movimientos de sus manos con cautela, la sonrisa volvió a desvanecerse, siendo sustituida por una expresión de emoción y felicidad absoluta. Mi cuerpo tembló ligeramente por el nerviosismo y la emoción. Elevé mi mano en el aire, admirando el valioso a anillo que ahora reposaba en mi dedo, y que durante una cantidad indecente de años lo había hecho sobre el de Santana. Daba igual quién se lo hubiera pedido a quién, simplemente me parecía increíble que ella me hubiese entregado algo así.
—No se qué decir—susurré con tono emocionado—Te quiero, Santana... Te quiero tanto que incluso el significado de esa palabra se queda corto para expresar lo que siento en este momento—añadí, lanzándome a sus brazos y rodeando su cuello con los míos, sin dejar de observar el valioso anillo. Inspiré profundamente, dejando que el aroma de su cabello despertase todos mis sentidos, relajándome en su esencia. A continuación emití una pequeña carcajada, separándome ligeramente para poder mirarla a los ojos—Ir rápido habría sido decirte todo esto la noche en la que nos conocimos—repliqué con cierta broma, entrecerrando ligeramente los ojos—Decírtelo ahora solo es el momento correcto.
Volví a mi posición inicial, de nuevo con el anillo sobre mi dedo como protagonista. La prueba física de nuestro compromiso. Sonreí por enésima vez, sintiendo como me picaban los ojos por el esfuerzo de no dejar caer unas cuantas lágrimas de emoción.
Tantas emociones me habían dejado los sentimientos a flor de piel, por lo que las palabras dulces y cursis salían de mis labios sin freno. Aunque tampoco es que quisiera frenarlas.
—Nuestra eternidad juntas cada vez está más cerca...—susurré, más como un pensamiento en voz alta que como una afirmación propiamente dicha.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
La felicidad invadía todo su cuerpo, no podía expresar de ninguna manera posible todo el torrente de emociones que se apoderaba de ella. Desde luego sus palabras no podían tener más razón, daba igual quién lo aceptara o no mientras ellas dos pudieran considerarse unidas en matrimonio, total no es que Santana creyera mucho y al parecer Sinnove tampoco era muy creyente. Entrecerró los ojos mirándola sin dejar de sonreír— a veces se me olvida que sigues siendo una niña… —y era verdad, es que denotaba tanta madurez y su físico tampoco la delataba.
Se quedó mirándola al escuchar su susurro que estaba claro era más un pensamiento en voz alta que una declaración abierta. Sin saberlo, o quizás sí, había evocado a su mente el tema de conversación que tenían pendiente y lo cierto es que durante estos días y después de cierta charla le había dado muchas vueltas al tema y probablemente ahora veía con un poco más de claridad el asunto. Pero en vez de decir nada a raíz de su comentario simplemente asintió con la cabeza, en parte eso era una aceptación a lo que le pidió aunque claro estaba tenía sus condiciones mas esperaba que no le viera la doble intención de su asentimiento de cabeza.
Acarició lentamente su mejilla con el dorso de la mano, no podía creer que prácticamente habían pasado de conocerse hace apenas una semana y ahora estaban prometidas. Definitivamente más feliz no podía ser en estos instantes— así que me voy a convertir en la señora de Sinnove…todavía no se tu apellido —alzó una ceja, hasta ahora no había caído en ese pequeño detalle— y por tu parte, te vas a convertir en la señora de Santana López, siente orgullosa y privilegiada —susurró lo último con un tinte claramente egocéntrico pero con un ligero toque de broma, aunque lo decía bastante convencida.
Mientras había dicho sus últimas dos frases para cerciorarse de que todo estaba pasando de verdad se había incorporado ligeramente hasta acabar sentada a horcajadas en el regazo de la rubia. Pasó sus brazos por detrás de su cuello abrazándola— ¿dónde quieres ir de luna de miel? —la cuestión era que quería enseñarle mundo, esto ya estaba muy visto aunque tampoco se estaba mal de todo. Además el dinero no es que fuera ningún inconveniente para viajar a cualquier lugar.
Empezó ligeramente a repartir besos por su rostro, puede que fuera alguien que apreciaba la lejanía física pero había excepciones y como venía sucediendo hasta ahora, Sinnove estaba dentro de todas ellas. Además de que cómo iba a resistirse a esa carita dulce y a esos ojos, incluso estaba empezando a creer que tenía una obsesión con estos últimos porque de verdad no podía dejar de mirarlos, ese azul la hipnotiza de una forma que no es humana. Quién sabe, a lo mejor ese iba a ser su poder si la convertía… se encogió de hombros ante su propio pensamiento, aunque sabía que podía tener algo de razón, al menos lógica tenía.
Se quedó mirándola al escuchar su susurro que estaba claro era más un pensamiento en voz alta que una declaración abierta. Sin saberlo, o quizás sí, había evocado a su mente el tema de conversación que tenían pendiente y lo cierto es que durante estos días y después de cierta charla le había dado muchas vueltas al tema y probablemente ahora veía con un poco más de claridad el asunto. Pero en vez de decir nada a raíz de su comentario simplemente asintió con la cabeza, en parte eso era una aceptación a lo que le pidió aunque claro estaba tenía sus condiciones mas esperaba que no le viera la doble intención de su asentimiento de cabeza.
Acarició lentamente su mejilla con el dorso de la mano, no podía creer que prácticamente habían pasado de conocerse hace apenas una semana y ahora estaban prometidas. Definitivamente más feliz no podía ser en estos instantes— así que me voy a convertir en la señora de Sinnove…todavía no se tu apellido —alzó una ceja, hasta ahora no había caído en ese pequeño detalle— y por tu parte, te vas a convertir en la señora de Santana López, siente orgullosa y privilegiada —susurró lo último con un tinte claramente egocéntrico pero con un ligero toque de broma, aunque lo decía bastante convencida.
Mientras había dicho sus últimas dos frases para cerciorarse de que todo estaba pasando de verdad se había incorporado ligeramente hasta acabar sentada a horcajadas en el regazo de la rubia. Pasó sus brazos por detrás de su cuello abrazándola— ¿dónde quieres ir de luna de miel? —la cuestión era que quería enseñarle mundo, esto ya estaba muy visto aunque tampoco se estaba mal de todo. Además el dinero no es que fuera ningún inconveniente para viajar a cualquier lugar.
Empezó ligeramente a repartir besos por su rostro, puede que fuera alguien que apreciaba la lejanía física pero había excepciones y como venía sucediendo hasta ahora, Sinnove estaba dentro de todas ellas. Además de que cómo iba a resistirse a esa carita dulce y a esos ojos, incluso estaba empezando a creer que tenía una obsesión con estos últimos porque de verdad no podía dejar de mirarlos, ese azul la hipnotiza de una forma que no es humana. Quién sabe, a lo mejor ese iba a ser su poder si la convertía… se encogió de hombros ante su propio pensamiento, aunque sabía que podía tener algo de razón, al menos lógica tenía.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/06/2012
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
No pude evitar reir con cierta vergüenza por las palabras de Santana, percatándome por primera vez de que, aún siendo almas gemelas y estando prometidas, sabíamos más bien poco de nuestra situación en el mundo real. Empezando por nuestros respectivos nombres al completo. Para cualquier persona eso no sería más que otra señal que indicaba que estábamos yendo demasiado deprisa. Para nosotras no sería más que otra anécdota para el recuerdo.
—Sinnove Ross Lindstrom—me presenté, hablando con un marcado acento holandés. Mi nombre, segundo nombre y apellido eran, con seguridad, los aspectos más exóticos de mi persona, delatando mi lugar de origen en caso de que no hubiera sido deducido por mi aspecto ciertamente nórdico—Próximamente López—añadí, practicamente soñando despierta con ese momento.
Acogí a la morena en mi regazo, rodeando su cintura con mis brazos para pegarla más a mí. Aunque su cuerpo estaba frío y duro, desprendía un calor especial que me llenaba por completo cada vez que la tenía tan cerca como en este momento. No me cansaba de pensar en si llegaría el día en el que ese cosquilleo que se formaba en mi estómago cada vez que nuestras pieles se rozaban llegaría a desaparecer. Sinceramente, tenía la esperanza de que no fuese así y el destino me premiara con esa explosión de sentimientos constantemente.
Enredé un mechón de su pelo entre mis dedos, jugueteando con él mientras que una expresión soñadora se dibujaba en mi rostro.
—Quiero conocer tu país, ver en vivo y en directo todas las cosas que me has mostrado en tus ilusiones—pedí en voz alta. En cierta manera sentía algo de temor por si mi presencia allí ponía triste a Santana, ya que allí era donde la morena se había enamorado de ella. Y aunque no tenía dudas (o intentaba no tenerlas), por nada del mundo quería que un momento así quedase empañado por un recuerdo triste.
Lo que también me recordaba que tanto ella como yo seguiamos en las mismas condiciones. Ambas éramos humanas, con la diferencia de que a ella la muerta ya se la había llevado. Por eso Santana estaba aquí conmigo. Y mi mayor temor, en especial tras lo ocurrido cuatro noches atrás, era que la muerte me llevase a mí también antes de darme tiempo siquiera de vivir esa luna de miel con la que ambas soñábamos.
Mi alma, inmortal durante más de 400 años, moriría si el destino me separaba de Santana otra vez. No podría soportarlo.
La abracé con algo más de fuerza, de manera ciertamente posesiva, como queriendo mandarle una señal a quien fuese que controlase las vidas de las personas para que le quedase claro que la mía y la de Santana estaban unidas de manera irrevocable.
—Sinnove Ross Lindstrom—me presenté, hablando con un marcado acento holandés. Mi nombre, segundo nombre y apellido eran, con seguridad, los aspectos más exóticos de mi persona, delatando mi lugar de origen en caso de que no hubiera sido deducido por mi aspecto ciertamente nórdico—Próximamente López—añadí, practicamente soñando despierta con ese momento.
Acogí a la morena en mi regazo, rodeando su cintura con mis brazos para pegarla más a mí. Aunque su cuerpo estaba frío y duro, desprendía un calor especial que me llenaba por completo cada vez que la tenía tan cerca como en este momento. No me cansaba de pensar en si llegaría el día en el que ese cosquilleo que se formaba en mi estómago cada vez que nuestras pieles se rozaban llegaría a desaparecer. Sinceramente, tenía la esperanza de que no fuese así y el destino me premiara con esa explosión de sentimientos constantemente.
Enredé un mechón de su pelo entre mis dedos, jugueteando con él mientras que una expresión soñadora se dibujaba en mi rostro.
—Quiero conocer tu país, ver en vivo y en directo todas las cosas que me has mostrado en tus ilusiones—pedí en voz alta. En cierta manera sentía algo de temor por si mi presencia allí ponía triste a Santana, ya que allí era donde la morena se había enamorado de ella. Y aunque no tenía dudas (o intentaba no tenerlas), por nada del mundo quería que un momento así quedase empañado por un recuerdo triste.
Lo que también me recordaba que tanto ella como yo seguiamos en las mismas condiciones. Ambas éramos humanas, con la diferencia de que a ella la muerta ya se la había llevado. Por eso Santana estaba aquí conmigo. Y mi mayor temor, en especial tras lo ocurrido cuatro noches atrás, era que la muerte me llevase a mí también antes de darme tiempo siquiera de vivir esa luna de miel con la que ambas soñábamos.
Mi alma, inmortal durante más de 400 años, moriría si el destino me separaba de Santana otra vez. No podría soportarlo.
La abracé con algo más de fuerza, de manera ciertamente posesiva, como queriendo mandarle una señal a quien fuese que controlase las vidas de las personas para que le quedase claro que la mía y la de Santana estaban unidas de manera irrevocable.
Sinnove Lindstrom- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 13/07/2012
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Re: No es fácil esconderse cuando tú eres mi mundo [Santana]
Respondió a su abrazo de la misma forma, aunque intuía que algo se le había pasado por la cabeza porque la forma de abrazarla había sido un tanto posesiva, aunque no le importaba en absoluto. Escondió la cabeza en el hueco de su cuello pensando en donde le había pedido que la llevara. La verdad es que hacía bastante tiempo que no iba a su país, y a la vez que extrañaba su hogar tenía alguna que otra duda para volver, pero ahora no tenía ninguna y menos cuando ella se lo había pedido.
Después de unos minutos de estar así, se separó ligeramente hasta volver a estar como antes y volvió a sonreírle— pues a Puerto Rico entonces, hace mucho que no voy allí pero no tengo ninguna duda de que no podría ir con mejor compañía —allí había pasado los años más felices de su vida, y que mejor que volver con quien le había devuelto la felicidad. Besó sus labios suavemente, no sabía que es lo que se le habría pasado por la mente antes pero quería que se le olvidara.
—Por cierto, un nombre precioso —sonrió encogiéndose de hombros, la verdad es que sí que le gustaba bastante— así que seré la esposa de Sinnove Ross Lindstrom ¿ah? Me encanta como suena —rio ligeramente, sin querer se le había escapado su acento al decir su nombre, hacía ya bastante que no le pasaba y es que cuando se lleva tanto tiempo viajando y aprendido idiomas se pierde hasta el propio acento natal. Aunque bueno entre las dos a la que más se le había notado era a la rubia al pronunciar el apellido de la latina, pero había sonado tan bien que había sido música para sus oídos.
—Te quiero…que sepas que a pesar de que al principio de la noche y los cuatro días anteriores me habías hecho pasar un infierno, ahora mismo me estás haciendo la persona más feliz —sonrió de nuevo mordiéndose el labio y dejando un beso en sus labios esta vez un poco más largo. Se quedó mirándola un momento y una idea relámpago cruzó su mente— mmmm…oye, y ¿quizás no te gustaría visitar tu país? —ahora era su turno de coger un mechón rubio y jugar con él, tampoco quería incomodarla y no sabía cómo reaccionaría— digo, no se…te fuiste de allí muy pequeña y yo no he ido nunca… —todavía no acababa de comprender por qué sabía holandés si nunca había estado allí, aunque a lo mejor había sido cosa del destino que quisiera que la morena aprendiera dicho idioma.
No es que a Santana le apasionaran los sitios fríos pero en parte lo hacía por ella, porque recuperara algo de su infancia que había perdido y si podía hacerlo con tan solo un viaje. Además los países nórdicos eran bastante preciosos, ya había estado en Rusia y se había quedado maravillada así que tampoco perdía nada con el paisaje— y ya más adelante podemos ir a cualquier sitio que se te ocurra, creo que eso de viajar te va a gustar bastante —si a la morena le gustaba, que era una persona de hacer pocos amigos, a la rubia que era bastante sociable le iba a encantar.
Después de unos minutos de estar así, se separó ligeramente hasta volver a estar como antes y volvió a sonreírle— pues a Puerto Rico entonces, hace mucho que no voy allí pero no tengo ninguna duda de que no podría ir con mejor compañía —allí había pasado los años más felices de su vida, y que mejor que volver con quien le había devuelto la felicidad. Besó sus labios suavemente, no sabía que es lo que se le habría pasado por la mente antes pero quería que se le olvidara.
—Por cierto, un nombre precioso —sonrió encogiéndose de hombros, la verdad es que sí que le gustaba bastante— así que seré la esposa de Sinnove Ross Lindstrom ¿ah? Me encanta como suena —rio ligeramente, sin querer se le había escapado su acento al decir su nombre, hacía ya bastante que no le pasaba y es que cuando se lleva tanto tiempo viajando y aprendido idiomas se pierde hasta el propio acento natal. Aunque bueno entre las dos a la que más se le había notado era a la rubia al pronunciar el apellido de la latina, pero había sonado tan bien que había sido música para sus oídos.
—Te quiero…que sepas que a pesar de que al principio de la noche y los cuatro días anteriores me habías hecho pasar un infierno, ahora mismo me estás haciendo la persona más feliz —sonrió de nuevo mordiéndose el labio y dejando un beso en sus labios esta vez un poco más largo. Se quedó mirándola un momento y una idea relámpago cruzó su mente— mmmm…oye, y ¿quizás no te gustaría visitar tu país? —ahora era su turno de coger un mechón rubio y jugar con él, tampoco quería incomodarla y no sabía cómo reaccionaría— digo, no se…te fuiste de allí muy pequeña y yo no he ido nunca… —todavía no acababa de comprender por qué sabía holandés si nunca había estado allí, aunque a lo mejor había sido cosa del destino que quisiera que la morena aprendiera dicho idioma.
No es que a Santana le apasionaran los sitios fríos pero en parte lo hacía por ella, porque recuperara algo de su infancia que había perdido y si podía hacerlo con tan solo un viaje. Además los países nórdicos eran bastante preciosos, ya había estado en Rusia y se había quedado maravillada así que tampoco perdía nada con el paisaje— y ya más adelante podemos ir a cualquier sitio que se te ocurra, creo que eso de viajar te va a gustar bastante —si a la morena le gustaba, que era una persona de hacer pocos amigos, a la rubia que era bastante sociable le iba a encantar.
Santana López- Vampiro Clase Alta
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