AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Caminos cruzados
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Caminos cruzados
Recuerdo del primer mensaje :
_Al llegar a París, Puse en marcha la búsqueda de un lugar provisional para alojarme, pero sobre todo para ubicar mi taller. Estaba ansiosa por empezar a trabajar... El ajetreo constante de la ciudad, con sus carrozas transitando constantemente, sus ferias ambulantes y su tecnología floreciente me inspiraba sobremanera.
Todo era muy distinto a la vida tranquila y monótona de las villas, donde nadie se preocupaba por nada más allá de las cosechas y el clima. Y una yunta de bueyes y las aspas de un molino eran la tecnología más avanzada.
Estaba claro que lo que realmente necesitaba era un hogar, porque no pensaba partir pronto de esta ciudad.Pero eso requería un poco más de cuidado.Por ahora me conformaba con alquilar una modesta casa, en la que podría iniciar mi vida en la ciudad, en espera de un lugar más cómodo.
Una vez instalada, necesitaba también contratar algunos empleados.
Necesitaba en primer lugar una persona que pudiera hacer las compras de la casa, que buscara las piezas mecánicas en la relojería y en fin, que hiciese por mí todas aquellas cosas que no podía realizar a la luz del día y por supuesto que se encargara del polvo de cuando en cuando.
También necesitaba un ayudante para mi taller, alguien que me ayudara con los inventos y las investigaciones pertinentes y que además fuera un catedrático que se dedicara a registrar nuestra experiencia científica, por escrito.
También necesitaba un mayordomo o ama de llaves y una doncella que se ocupara de mi cuidado personal.
Puse un aviso de solicitud en la puerta de la casa y dejé uno más en la zona comercial, donde supuse que los interesados en buscar un empleo, pasarían a averiguar, también le encomendé al tendero que me enviara a los solicitantes, a cambio de una pequeña cantidad de dinero.
A mis empleados siempre les decía que sufría de una intolerancia aguda a la luz del día, denominada fotofobia. Aunque por mis constantes salidas nocturnas siempre terminaban inventando sórdidas historias, que agraciadamente se alejaban bastante de la realidad. Sin embargo, a un buen empleado debía importarle poco la moral de sus amos. Había tenido en el pasado sirvientes tan leales, que habían llegado a conocer la verdad y me habían prestado un gran servicio hasta el fin de sus días.
Me encontraba sumida en estos pensamientos cuando tocaron a la puerta, debía ser alguien interesado en alguno de los empleos. Todavía o había anochecido, Sin embargo la estancia se encontraba en penumbras, iluminada por lámparas a gas, que generaban una atmósfera cálida y acogedora.
Me levanté del sillón en el que reflexionaba y fui a abrir la puerta.
_Al llegar a París, Puse en marcha la búsqueda de un lugar provisional para alojarme, pero sobre todo para ubicar mi taller. Estaba ansiosa por empezar a trabajar... El ajetreo constante de la ciudad, con sus carrozas transitando constantemente, sus ferias ambulantes y su tecnología floreciente me inspiraba sobremanera.
Todo era muy distinto a la vida tranquila y monótona de las villas, donde nadie se preocupaba por nada más allá de las cosechas y el clima. Y una yunta de bueyes y las aspas de un molino eran la tecnología más avanzada.
Estaba claro que lo que realmente necesitaba era un hogar, porque no pensaba partir pronto de esta ciudad.Pero eso requería un poco más de cuidado.Por ahora me conformaba con alquilar una modesta casa, en la que podría iniciar mi vida en la ciudad, en espera de un lugar más cómodo.
Una vez instalada, necesitaba también contratar algunos empleados.
Necesitaba en primer lugar una persona que pudiera hacer las compras de la casa, que buscara las piezas mecánicas en la relojería y en fin, que hiciese por mí todas aquellas cosas que no podía realizar a la luz del día y por supuesto que se encargara del polvo de cuando en cuando.
También necesitaba un ayudante para mi taller, alguien que me ayudara con los inventos y las investigaciones pertinentes y que además fuera un catedrático que se dedicara a registrar nuestra experiencia científica, por escrito.
También necesitaba un mayordomo o ama de llaves y una doncella que se ocupara de mi cuidado personal.
Puse un aviso de solicitud en la puerta de la casa y dejé uno más en la zona comercial, donde supuse que los interesados en buscar un empleo, pasarían a averiguar, también le encomendé al tendero que me enviara a los solicitantes, a cambio de una pequeña cantidad de dinero.
A mis empleados siempre les decía que sufría de una intolerancia aguda a la luz del día, denominada fotofobia. Aunque por mis constantes salidas nocturnas siempre terminaban inventando sórdidas historias, que agraciadamente se alejaban bastante de la realidad. Sin embargo, a un buen empleado debía importarle poco la moral de sus amos. Había tenido en el pasado sirvientes tan leales, que habían llegado a conocer la verdad y me habían prestado un gran servicio hasta el fin de sus días.
Me encontraba sumida en estos pensamientos cuando tocaron a la puerta, debía ser alguien interesado en alguno de los empleos. Todavía o había anochecido, Sin embargo la estancia se encontraba en penumbras, iluminada por lámparas a gas, que generaban una atmósfera cálida y acogedora.
Me levanté del sillón en el que reflexionaba y fui a abrir la puerta.
Bruma Moonblack- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/01/2013
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Re: Caminos cruzados
Aún esperaba la respuesta de Fingal pero el joven parecía estar demasiado distraído y absorto en su propia curiosidad. Se sorprendió un poco con sus palabras, no podía evitar encontrarlo cada vez más curioso. Se preguntó internamente si acaso todos los estudiantes serían así, después de todo él era el primero que conocía personalmente, el primero con el que hablaba. Aunque también había que admitir que la casa de la señora Moonblack estaba decorada con objetos que llamarían la atención de cualquiera.
-No, yo no… –empezó a decirle con cierta incomodidad, no le gustaba cuando le preguntaban cosas que no sabía ni tampoco era agradable quedar como una ignorante, pero tampoco era su culpa.
-Yo no sé nada sobre estos objetos –admitió finalmente mientras recorría el salón con la mirada. Ciertamente habían algunas cosas cuyo nombre incluso desconocía, mucho menos sabría la historia que guardaban.
-Lamento decepcionarlo, pero empecé a trabajar aquí hoy mismo, así que todavía no estoy muy familiarizada con las cosas de la casa… – “tampoco es mi deber conocer su historia”, pensó para sus adentros, aunque definitivamente hubiera sido más cómodo para ella poder al menos responder lo que le preguntaba acerca de la mesita.
-Pero estoy segura de que la señora Moonblack podrá aclarar todas sus dudas –añadió con una sonrisa un tanto nerviosa.
Miró al joven con cierta duda, no sabía cuánto tardaría su señora en bajar pero quizás tendría tiempo para al menos hacerle una pregunta.
-¿Entonces usted asiste a la universidad? ¿Qué es lo que estudia? –inquirió olvidando por un momento lo que le había preguntado al principio, y cuando lo recordó se apresuró a corregirse.
-Lo siento, venía a ofrecerle algo para beber si es que gusta.
-No, yo no… –empezó a decirle con cierta incomodidad, no le gustaba cuando le preguntaban cosas que no sabía ni tampoco era agradable quedar como una ignorante, pero tampoco era su culpa.
-Yo no sé nada sobre estos objetos –admitió finalmente mientras recorría el salón con la mirada. Ciertamente habían algunas cosas cuyo nombre incluso desconocía, mucho menos sabría la historia que guardaban.
-Lamento decepcionarlo, pero empecé a trabajar aquí hoy mismo, así que todavía no estoy muy familiarizada con las cosas de la casa… – “tampoco es mi deber conocer su historia”, pensó para sus adentros, aunque definitivamente hubiera sido más cómodo para ella poder al menos responder lo que le preguntaba acerca de la mesita.
-Pero estoy segura de que la señora Moonblack podrá aclarar todas sus dudas –añadió con una sonrisa un tanto nerviosa.
Miró al joven con cierta duda, no sabía cuánto tardaría su señora en bajar pero quizás tendría tiempo para al menos hacerle una pregunta.
-¿Entonces usted asiste a la universidad? ¿Qué es lo que estudia? –inquirió olvidando por un momento lo que le había preguntado al principio, y cuando lo recordó se apresuró a corregirse.
-Lo siento, venía a ofrecerle algo para beber si es que gusta.
Cosette Renaud- Humano Clase Baja
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Re: Caminos cruzados
Ése ha sido el llamado a su más profunda curiosidad. Claro, saber que tanta posee la niña. En aquél momento, todo su deseo de volver a la universidad se desvanece. Por primera vez en toda su vida es capaz de sentir esa maravillosa conexión con otro ser humano. Además, alguien que quizás ha vivido dificultades similares a la suya y que tal como él ha tomado la oportunidad del conocimiento... ella la ha tomado en la servidumbre. Esa pequeña ventana para salir del inframundo y poder observar desde un poco más alto el universo.
Sonríe profundamente, derramando una intensa sensación de alegría por la honestidad de la pregunta que le hace mademoiselle Cosette.
"Tranquila, la verdad es que me he dejado llevar al suponer que simplemente por estar con una profesora de la universidad debíais saber todo acerca de lo que hay en su casa. Me disculpo si os he provocado alguna situación incómoda. La verdad, hay algo que me gustaría mucho beber, y es vuestra curiosidad por mis estudios".
Se queda con los ojos brillantes mirando los de ella y su sonrisa, lejos de menguar se torna incluso contagiosa. Entrega una sensación de libertad y pureza absoluta, incluso sus vendajes parecen desaparecer ante la vista y permitir la contemplación de lo más profundo se su alma,
"Estudio arqueología, espero doctorarme al final de este período. Sin embargo, todo depende de cuando regrese el profesor Stukeley. Quizás desea que mademoiselle Moonblack me asigne algunas tareas diferentes durante su viaje, quizás simplemente sea un asunto personal. De cualquier modo, puedo confesaros que en este instante me siento muy a gusto. Toda incomodidad ha desaparecido y que tengáis oídos para mí es una bendición.
Deja escapar una pequeña risa que es como un chispazo de intenso gozo. Sus ojos ya centellean como si estuviera iluminado por un rayo de Sol.
"La mayor parte del tiempo la paso entre libros y revisando objetos antiguos. Pero, sin duda, lo más importante es trabajar en la excavación..."
Se interrumpe a sí mismo y baja la mirada.
"Lo lamento, ya debo estar aburriéndoos"
Cierra la boca y se queda súbitamente en silencio. De pronto recupera su aire triste y melancólico. Vuelve a ser el mismo niño extraño que estaba escondido entre la basura.
Sonríe profundamente, derramando una intensa sensación de alegría por la honestidad de la pregunta que le hace mademoiselle Cosette.
"Tranquila, la verdad es que me he dejado llevar al suponer que simplemente por estar con una profesora de la universidad debíais saber todo acerca de lo que hay en su casa. Me disculpo si os he provocado alguna situación incómoda. La verdad, hay algo que me gustaría mucho beber, y es vuestra curiosidad por mis estudios".
Se queda con los ojos brillantes mirando los de ella y su sonrisa, lejos de menguar se torna incluso contagiosa. Entrega una sensación de libertad y pureza absoluta, incluso sus vendajes parecen desaparecer ante la vista y permitir la contemplación de lo más profundo se su alma,
"Estudio arqueología, espero doctorarme al final de este período. Sin embargo, todo depende de cuando regrese el profesor Stukeley. Quizás desea que mademoiselle Moonblack me asigne algunas tareas diferentes durante su viaje, quizás simplemente sea un asunto personal. De cualquier modo, puedo confesaros que en este instante me siento muy a gusto. Toda incomodidad ha desaparecido y que tengáis oídos para mí es una bendición.
Deja escapar una pequeña risa que es como un chispazo de intenso gozo. Sus ojos ya centellean como si estuviera iluminado por un rayo de Sol.
"La mayor parte del tiempo la paso entre libros y revisando objetos antiguos. Pero, sin duda, lo más importante es trabajar en la excavación..."
Se interrumpe a sí mismo y baja la mirada.
"Lo lamento, ya debo estar aburriéndoos"
Cierra la boca y se queda súbitamente en silencio. De pronto recupera su aire triste y melancólico. Vuelve a ser el mismo niño extraño que estaba escondido entre la basura.
Fingal Kinnaird- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 24/01/2013
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Re: Caminos cruzados
Desde lo alto de la escalera, puedo ver como los jóvenes en el salón, mantienen una conversación discreta pero afable. Cossete permanece de pie, muy derecha y con esa dulce e inteligente expresión que siempre adorna su bonito rostro.
El muchacho por el contrario parece volverse dentro de si mismo. Su expresión corporal es la de alguien muy introvertido, con la espalda curvada hacia adelante y el rostro ligeramente gacho. los vendajes que cubren su piel, deben cubrir también el motivo de su ensimismamiento.
baja las escaleras lentamente, sin hacer mucho ruido pero sin ser silenciosa. Sabe que su figura envuelta el el negro traje, contra el terciopelo rojo que cubre la escalinata puede resultar un poco dramática. Así que sonríe a los jóvenes para atenuar el efecto de una imagen que puede resultar un poco avasallante.
Cuando llega al salón inclina la cabeza para saludar al joven y dirige una sonrisa amable a Cossete.
_Bonjour señor Kinnaird, espero no haberlo hecho esperar demasiado. De cualquier forma con una compañía tan encantadora, no debe haberle parecido excesiva mi tardanza.
Me acercó al joven y extiendo una mano enguantada no para permitirle besarla como lo haría cualquier dama de cierta alcurnia, sino para estrechar la suya en un saludo profesional.
_He recibido excelentes referencias suyas por parte del profesor Stukeley. Lo tiene en muy alta estima.
_Cosette querida, tráenos por favor un servicio de té. EL señor Kinnaird desea alguna otra cosa? -pregunta dirigiéndose al joven estudiante.
Observándolo mas de cerca percibe que como lo esperaba el joven posee una mirada inteligente, su ceño un poco fruncido da la impresión de que sus pensamientos siempre están embargados por cosas sumamente importantes. En general le gusta lo que ve en él. Puede presentir una gran capacidad de entrega de su parte. Es un joven a quien le ha costado lo suyo, estar en donde está y ese solo indicio le hace meritorio. Ahora solo falta convencerlo para que acepte el empleo, pero eso no parece ser muy difícil y con la inocente pero determinante ayuda de la encantadora Cosette, parece casi un hecho.
El muchacho por el contrario parece volverse dentro de si mismo. Su expresión corporal es la de alguien muy introvertido, con la espalda curvada hacia adelante y el rostro ligeramente gacho. los vendajes que cubren su piel, deben cubrir también el motivo de su ensimismamiento.
baja las escaleras lentamente, sin hacer mucho ruido pero sin ser silenciosa. Sabe que su figura envuelta el el negro traje, contra el terciopelo rojo que cubre la escalinata puede resultar un poco dramática. Así que sonríe a los jóvenes para atenuar el efecto de una imagen que puede resultar un poco avasallante.
Cuando llega al salón inclina la cabeza para saludar al joven y dirige una sonrisa amable a Cossete.
_Bonjour señor Kinnaird, espero no haberlo hecho esperar demasiado. De cualquier forma con una compañía tan encantadora, no debe haberle parecido excesiva mi tardanza.
Me acercó al joven y extiendo una mano enguantada no para permitirle besarla como lo haría cualquier dama de cierta alcurnia, sino para estrechar la suya en un saludo profesional.
_He recibido excelentes referencias suyas por parte del profesor Stukeley. Lo tiene en muy alta estima.
_Cosette querida, tráenos por favor un servicio de té. EL señor Kinnaird desea alguna otra cosa? -pregunta dirigiéndose al joven estudiante.
Observándolo mas de cerca percibe que como lo esperaba el joven posee una mirada inteligente, su ceño un poco fruncido da la impresión de que sus pensamientos siempre están embargados por cosas sumamente importantes. En general le gusta lo que ve en él. Puede presentir una gran capacidad de entrega de su parte. Es un joven a quien le ha costado lo suyo, estar en donde está y ese solo indicio le hace meritorio. Ahora solo falta convencerlo para que acepte el empleo, pero eso no parece ser muy difícil y con la inocente pero determinante ayuda de la encantadora Cosette, parece casi un hecho.
Bruma Moonblack- Vampiro Clase Alta
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Re: Caminos cruzados
El rostro del joven pareció cambiar de pronto cuando ella le preguntó sobre sus estudios. Debía de sentirse orgulloso y quizás incluso ansioso de hablar sobre el tema; ella también lo estaría si fuese una estudiante. Quizás no mucha gente le preguntaba al respecto y no estaba acostumbrado a compartir sus conocimientos con otras personas. Aquella idea se vio reforzada al escuchar lo que dijo sobre su curiosidad, hablaba de una manera extraña pero agradable.
Y en ningún momento sonó pedante, por el contrario se veía como un muchacho humilde que simplemente se entusiasmaba cuando le preguntaban por aquellas cosas. Sus ojos brillantes y su sonrisa hicieron que ella también sonriera, aunque de forma tímida e insegura. A pesar de que hubiese tenido cientos de preguntas para el estudiante, no quería sonar entrometida y de alguna forma arruinar la estadía de la visita de su señora.
Escuchó con verdadera atención lo que le contaba acerca de su estudio, sintiendo verdadera envidia por el chico aunque envidia de la buena, claro está. Pasar tiempo entre libros, aprender tantas cosas nuevas y sobre todo participar en una excavación sonaba para ella como algo totalmente emocionante e interesante, y eso hacía que se imaginara a ella misma en una situación así, aunque sabía que era imposible. Ahora le miraba casi con tanto entusiasmo como él mismo, ya que siempre le había gustado escuchar las experiencias de otras personas que podían vivir lo que ella soñaba.
Sin embargo la expresión del joven cambió de un momento a otro, deteniendo sus palabras y bajando la mirada.
-¡No! –dijo ella de inmediato, quizás en un tono de voz demasiado algo para la situación.
-No, no me aburre para nada –dijo ahora más despacio y sonriendo con cierto nerviosismo, como si ella misma hubiese cometido algún error y fuese su culpa que el chico dejara de hablar. Dio un paso hacia él como si con ese gesto intentara invitarlo a seguir hablando, pero entonces escuchó los pasos provenientes de la escalera y desvió la mirada hacia ese sitio para volver a guardar silencio.
Su señora acababa de bajar de su habitación y ahora se acercaba a ambos con una sonrisa, por lo que ella le devolvió el gesto y retrocedió un poco para dejarles algo de privacidad y no sentir que interrumpía. Escuchó la petición de su patrona y de inmediato asintió con la cabeza, y luego esperó a que Fingal respondiera a su pregunta para cumplir con lo que fuese necesario.
-Sí, señora. En seguida –dijo obedientemente y le dedicó una última mirada al chico antes de salir del salón para dirigirse a la cocina.
Una vez ahí puso el agua a calentar mientras acomodaba el servicio sobre una bandeja, sirviendo además unas galletas de mantequilla caseras en un pequeño plato hondo. Esperó unos minutos hasta que el agua estuviese lista y entonces preparó el té en una tetera y finalmente caminó de vuelta al salón llevando la bandeja con mucho cuidado para no hacer caer ninguna cosa. Apoyó la bandeja sobre la mesa de té y sirvió el líquido en las dos tazas tratando de no derramar ni una sola gota, como si su trabajo dependiese de eso.
Y en ningún momento sonó pedante, por el contrario se veía como un muchacho humilde que simplemente se entusiasmaba cuando le preguntaban por aquellas cosas. Sus ojos brillantes y su sonrisa hicieron que ella también sonriera, aunque de forma tímida e insegura. A pesar de que hubiese tenido cientos de preguntas para el estudiante, no quería sonar entrometida y de alguna forma arruinar la estadía de la visita de su señora.
Escuchó con verdadera atención lo que le contaba acerca de su estudio, sintiendo verdadera envidia por el chico aunque envidia de la buena, claro está. Pasar tiempo entre libros, aprender tantas cosas nuevas y sobre todo participar en una excavación sonaba para ella como algo totalmente emocionante e interesante, y eso hacía que se imaginara a ella misma en una situación así, aunque sabía que era imposible. Ahora le miraba casi con tanto entusiasmo como él mismo, ya que siempre le había gustado escuchar las experiencias de otras personas que podían vivir lo que ella soñaba.
Sin embargo la expresión del joven cambió de un momento a otro, deteniendo sus palabras y bajando la mirada.
-¡No! –dijo ella de inmediato, quizás en un tono de voz demasiado algo para la situación.
-No, no me aburre para nada –dijo ahora más despacio y sonriendo con cierto nerviosismo, como si ella misma hubiese cometido algún error y fuese su culpa que el chico dejara de hablar. Dio un paso hacia él como si con ese gesto intentara invitarlo a seguir hablando, pero entonces escuchó los pasos provenientes de la escalera y desvió la mirada hacia ese sitio para volver a guardar silencio.
Su señora acababa de bajar de su habitación y ahora se acercaba a ambos con una sonrisa, por lo que ella le devolvió el gesto y retrocedió un poco para dejarles algo de privacidad y no sentir que interrumpía. Escuchó la petición de su patrona y de inmediato asintió con la cabeza, y luego esperó a que Fingal respondiera a su pregunta para cumplir con lo que fuese necesario.
-Sí, señora. En seguida –dijo obedientemente y le dedicó una última mirada al chico antes de salir del salón para dirigirse a la cocina.
Una vez ahí puso el agua a calentar mientras acomodaba el servicio sobre una bandeja, sirviendo además unas galletas de mantequilla caseras en un pequeño plato hondo. Esperó unos minutos hasta que el agua estuviese lista y entonces preparó el té en una tetera y finalmente caminó de vuelta al salón llevando la bandeja con mucho cuidado para no hacer caer ninguna cosa. Apoyó la bandeja sobre la mesa de té y sirvió el líquido en las dos tazas tratando de no derramar ni una sola gota, como si su trabajo dependiese de eso.
Cosette Renaud- Humano Clase Baja
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Re: Caminos cruzados
Sintiéndose atrapado entre la reacción sumamente afectuosa de mademoiselle Cosette, demostrando su profundo deseo de saber más sobre lo que él hace, incluso acercándose con confianza; y la llegada de mademoiselle Moonblack con su aire rimbombante, amable y cálido, manifestándole las buenas credenciales dadas por su profesor; apenas y puede manejar la situación y sigue mudo por unos instantes hasta que logra dominarse.
"Bonjour, mademoiselle Moonblack".
Responde mientras piensa que es bastante tarde para dar los buenos días.
"Agradezco tenga a bien consultarme si deseo algo más, pero debo disculparme respecto a mi nulo conocimiento sobre protocolos de té. Si bien, hace un momento todo lo que quería era volver a la universidad, mademoiselle Cosette me ha mostrado que la curiosidad es parte del rasgo de otras personas fuera del ámbito académico. Y estaba a punto de seguir comentándole sobre mi trabajo en la excavación cuando vos llegásteis".
Tragando sus último granos de temor, se lanza a una aventura sin pensarlo de masiado.
"Se me ofrece poder llevar a mademoiselle Cosette a conocer mi facultad cuando ella tenga su día libre, si tuvieráis a bien autorizarla para dicha visita. Estoy seguro que es una petición compleja, pero sé que siendo una profesora me entenderéis lo importante que es tener personas interesadas en aprender"
Gira la vista a la niña y le sonríe.
"Por supuesto, si vos aceptáis mi cordial invitación. Es lo menos que puedo hacer por vos, que me habéis tratado como si fuera realmente alguien importante desde que me vistéis entre la basura y a pesar de ello me habéis prestado toda la atención que jamás he tenido. Si os ofendo con mi ocurrencia y descaro me disculpo desde ya".
Vuelve a dirigirse a mademoiselle Moonblack.
"Y entedería si vos, profesora, decidís informar de mi mal comportamiento a monsieur Stukeley. Pero siento que más vale intentar ser creativo e ingenioso en lo que uno se propone y enfrentrar la posibilidad de perderlo todo... a quedarse sin siquiera haberse atrevido a dar el primer paso".
Su rostro brilla nuevamente y sus ojo se posan sobre la dueña de casa, ansioso y resignado de recibir alguna respuesta. Sea cual fuera ésta, incluso el silencio o hasta un buen golpe por insolente.
"Bonjour, mademoiselle Moonblack".
Responde mientras piensa que es bastante tarde para dar los buenos días.
"Agradezco tenga a bien consultarme si deseo algo más, pero debo disculparme respecto a mi nulo conocimiento sobre protocolos de té. Si bien, hace un momento todo lo que quería era volver a la universidad, mademoiselle Cosette me ha mostrado que la curiosidad es parte del rasgo de otras personas fuera del ámbito académico. Y estaba a punto de seguir comentándole sobre mi trabajo en la excavación cuando vos llegásteis".
Tragando sus último granos de temor, se lanza a una aventura sin pensarlo de masiado.
"Se me ofrece poder llevar a mademoiselle Cosette a conocer mi facultad cuando ella tenga su día libre, si tuvieráis a bien autorizarla para dicha visita. Estoy seguro que es una petición compleja, pero sé que siendo una profesora me entenderéis lo importante que es tener personas interesadas en aprender"
Gira la vista a la niña y le sonríe.
"Por supuesto, si vos aceptáis mi cordial invitación. Es lo menos que puedo hacer por vos, que me habéis tratado como si fuera realmente alguien importante desde que me vistéis entre la basura y a pesar de ello me habéis prestado toda la atención que jamás he tenido. Si os ofendo con mi ocurrencia y descaro me disculpo desde ya".
Vuelve a dirigirse a mademoiselle Moonblack.
"Y entedería si vos, profesora, decidís informar de mi mal comportamiento a monsieur Stukeley. Pero siento que más vale intentar ser creativo e ingenioso en lo que uno se propone y enfrentrar la posibilidad de perderlo todo... a quedarse sin siquiera haberse atrevido a dar el primer paso".
Su rostro brilla nuevamente y sus ojo se posan sobre la dueña de casa, ansioso y resignado de recibir alguna respuesta. Sea cual fuera ésta, incluso el silencio o hasta un buen golpe por insolente.
Última edición por Fingal Kinnaird el Jue Mar 07, 2013 7:16 am, editado 1 vez
Fingal Kinnaird- Humano Clase Baja
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Re: Caminos cruzados
Me fue imposible emitir una sonrisa de sorpresa al oír las palabras del joven. Sabía perfectamente que Cosette resultaría una carnada irresistible, pero no me imaginé que tuviera un impacto tan contundente.
-Joven Kinnaird, me parece una idea excelente esa visita la facultad, de hecho, no interferiría en absoluto con las labores de Cosette, puesto que siempre tengo documentos y ensayos que enviar a la universidad. Por supuesto, si ella está de acuerdo en acompañarle. Y no se preocupe que no me quejaré con Stukeley, no me parece reprobable que quiera devolver una cortesía a una joven. Es apenas caballerosidad.
Dado mi consentimiento, el resto pueden discutirlo después. Quisiera entrar en materia en cuanto al objeto de su visita joven Kinnaird. Supongo que el profesor Stukeley, le ha adelantado algo con respecto al trabajo que estoy desempeñando.
Bruma Toma asiento en el aterciopelado sofá e indica con un gesto al joven que haga lo propio.
-He tenido excelentes referencias vuestras, donde lo han catalogado de ser una persona confiable y un investigador incansable. Estas son características muy apreciadas para mi.
-Joven Kinnaird, me parece una idea excelente esa visita la facultad, de hecho, no interferiría en absoluto con las labores de Cosette, puesto que siempre tengo documentos y ensayos que enviar a la universidad. Por supuesto, si ella está de acuerdo en acompañarle. Y no se preocupe que no me quejaré con Stukeley, no me parece reprobable que quiera devolver una cortesía a una joven. Es apenas caballerosidad.
Dado mi consentimiento, el resto pueden discutirlo después. Quisiera entrar en materia en cuanto al objeto de su visita joven Kinnaird. Supongo que el profesor Stukeley, le ha adelantado algo con respecto al trabajo que estoy desempeñando.
Bruma Toma asiento en el aterciopelado sofá e indica con un gesto al joven que haga lo propio.
-He tenido excelentes referencias vuestras, donde lo han catalogado de ser una persona confiable y un investigador incansable. Estas son características muy apreciadas para mi.
Bruma Moonblack- Vampiro Clase Alta
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Re: Caminos cruzados
Aún tenía la tetera en las manos cuando Fingal volvió a hablar; le miró de reojo cuando escuchó su nombre la primera vez, y ya a la segunda tuvo que dejar la tetera sobre la mesa y mirarlo directamente con total sorpresa e incredulidad, enderezándose y sintiéndose de pronto confundida, como si no se atreviese a confiar en sus oídos. ¿Era cierto lo que escuchaba? ¿Realmente el chico estaba proponiéndole una visita a su facultad?
Le hubiese gustado devolverle la sonrisa, pero en ese momento estaba demasiado estupefacta como para hacerlo. Se mantuvo de pie, en silencio y con sus ojos clavados en él. Le parecía sorprendente que un joven de apariencia tan sencilla y humilde fuese tan educado al hablar, sin duda aquello debía ser parte de la educación que había tenido la fortuna de recibir.
Realmente no creía que lo que había dicho fuese merecedor de algún tipo de reprimenda, pero naturalmente la última palabra la tendría su señora Bruma. Por lo tanto la miró a ella en espera de alguna respuesta, ya fuera negativa o positiva, y tuvo que aguantarse para no morderse los labios a causa de los nervios. Jamás alguien la había invitado a una cosa así, y eso para ella significaba mucho, incluso si para otros la universidad fuese cosa de todos los días.
Cuando escuchó que le daría permiso para hacer la visita sintió un completo regocijo por dentro, y agradeció que la bandeja que tenía en las manos estuviese ahora vacía o de otra forma probablemente se le habrían caído las cosas a causa de la emoción.
-Sí, estaré encantada de acompañarle –dijo con una sincera sonrisa mirando a Fingal.
-Muchas gracias –miró ahora a su señora pues realmente debía agradecerles a ambos.
Aquella oportunidad era demasiado buena para ser cierta, por lo tanto aún no lo creía del todo, y es que nunca había esperado que algo así le pasara a ella. Tomó aire tratando de tranquilizarse y antes de que su señora tomara asiento, se apresuró en decir en voz baja:
-Estaré en la cocina si me necesita.
Seguramente empezarían a hablar de su trabajo y a ella esos temas no le incumbían, además suponía que ambos querrían privacidad para conversar sobre el tema, así que abandonó el salón con la bandeja vacía en las manos y se dirigió a la cocina. Desde ahí podría escuchar si la llamaban y acudir de inmediato si era necesario.
Le hubiese gustado devolverle la sonrisa, pero en ese momento estaba demasiado estupefacta como para hacerlo. Se mantuvo de pie, en silencio y con sus ojos clavados en él. Le parecía sorprendente que un joven de apariencia tan sencilla y humilde fuese tan educado al hablar, sin duda aquello debía ser parte de la educación que había tenido la fortuna de recibir.
Realmente no creía que lo que había dicho fuese merecedor de algún tipo de reprimenda, pero naturalmente la última palabra la tendría su señora Bruma. Por lo tanto la miró a ella en espera de alguna respuesta, ya fuera negativa o positiva, y tuvo que aguantarse para no morderse los labios a causa de los nervios. Jamás alguien la había invitado a una cosa así, y eso para ella significaba mucho, incluso si para otros la universidad fuese cosa de todos los días.
Cuando escuchó que le daría permiso para hacer la visita sintió un completo regocijo por dentro, y agradeció que la bandeja que tenía en las manos estuviese ahora vacía o de otra forma probablemente se le habrían caído las cosas a causa de la emoción.
-Sí, estaré encantada de acompañarle –dijo con una sincera sonrisa mirando a Fingal.
-Muchas gracias –miró ahora a su señora pues realmente debía agradecerles a ambos.
Aquella oportunidad era demasiado buena para ser cierta, por lo tanto aún no lo creía del todo, y es que nunca había esperado que algo así le pasara a ella. Tomó aire tratando de tranquilizarse y antes de que su señora tomara asiento, se apresuró en decir en voz baja:
-Estaré en la cocina si me necesita.
Seguramente empezarían a hablar de su trabajo y a ella esos temas no le incumbían, además suponía que ambos querrían privacidad para conversar sobre el tema, así que abandonó el salón con la bandeja vacía en las manos y se dirigió a la cocina. Desde ahí podría escuchar si la llamaban y acudir de inmediato si era necesario.
Cosette Renaud- Humano Clase Baja
- Mensajes : 120
Fecha de inscripción : 11/01/2013
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Re: Caminos cruzados
Aún más estupefacto que antes, por la amable reacción de mademoiselle Moonblack frente a lo que por un momento le ha hecho pensar que había sido el fin de su carrera y la gentileza de la niña en aceptar su disparatada invitación, finalmente se acerca y toma asiento.
"Muchas gracias, de verdad. Ya me veía convertido en un mendigo por mi impertinencia. Jamás pensé que podríais calificar aquéllo como caballerosidad, porque claramente mi conocimiento sobre protocolos es bastante exiguo... salvo, claro, lo relacionado con el trabajo científico"
Se detiene unos instantes mirando a mademoiselle Moonblack y espera a que le pida continuar.
"El profesor Stukeley está de viaje en Marseille porque varios de los cargamentos con su material de trabajo ha sido desviado hacia allá por algún malentendido en el puesto de aduana, aunque seguramente ya estaréis informada de dichos eventos. Desconozco quien va a reemplazarlo en las clases que siguen y como terminaré mi tesis doctoral sin su ayuda, pero por lo que entiendo es un mensaje urgente".
Le extiende el pergamino enrollado, con el timbre de la universidad y el sello del decano Stukeley, al tiempo que gira hacia la niña mientras permite a mademoiselle Moonblack leer el mensaje que contiene.
"Agradezco vuestra buena voluntad, mademoiselle Cosette. Espero tengáis bien disculpar mi impulsividad, pero vuestra curiosidad de verdad que ha hecho despertar la mía y sin duda es grandiosamente digna de entrar al dominio de lo académico".
Le sonríe ampliamente y tras sacar una pequeña libreta escribe unas cuantas notas. Luego dibuja un pequeño boceto de la planta de su facultad e incluye un esquema de la excavación en el bosque, en la hoja siguiente. Terminado el proceso, la arranca y se la entrega a la niña.
"Es un poco burdo, pero os dará una visión global del lugar donde paso la mayor parte del tiempo. Y os servirá para situaros en relación con la ubicación de la facultad en la universidad. Ya os proveeré de algo mejor, me disculpo por ser incapaz de ofreceros otra cosa, pero contad con las gestiones que iniciaré cuando acordemos el día y hora de la visita".
Su sonrisa se vuelve tranquila y la paz inunda su alma. Se transmite en un gran impulso hasta llenar la sala como una suave ola infinita de relajo y calma.
"Muchas gracias, de verdad. Ya me veía convertido en un mendigo por mi impertinencia. Jamás pensé que podríais calificar aquéllo como caballerosidad, porque claramente mi conocimiento sobre protocolos es bastante exiguo... salvo, claro, lo relacionado con el trabajo científico"
Se detiene unos instantes mirando a mademoiselle Moonblack y espera a que le pida continuar.
"El profesor Stukeley está de viaje en Marseille porque varios de los cargamentos con su material de trabajo ha sido desviado hacia allá por algún malentendido en el puesto de aduana, aunque seguramente ya estaréis informada de dichos eventos. Desconozco quien va a reemplazarlo en las clases que siguen y como terminaré mi tesis doctoral sin su ayuda, pero por lo que entiendo es un mensaje urgente".
Le extiende el pergamino enrollado, con el timbre de la universidad y el sello del decano Stukeley, al tiempo que gira hacia la niña mientras permite a mademoiselle Moonblack leer el mensaje que contiene.
"Agradezco vuestra buena voluntad, mademoiselle Cosette. Espero tengáis bien disculpar mi impulsividad, pero vuestra curiosidad de verdad que ha hecho despertar la mía y sin duda es grandiosamente digna de entrar al dominio de lo académico".
Le sonríe ampliamente y tras sacar una pequeña libreta escribe unas cuantas notas. Luego dibuja un pequeño boceto de la planta de su facultad e incluye un esquema de la excavación en el bosque, en la hoja siguiente. Terminado el proceso, la arranca y se la entrega a la niña.
"Es un poco burdo, pero os dará una visión global del lugar donde paso la mayor parte del tiempo. Y os servirá para situaros en relación con la ubicación de la facultad en la universidad. Ya os proveeré de algo mejor, me disculpo por ser incapaz de ofreceros otra cosa, pero contad con las gestiones que iniciaré cuando acordemos el día y hora de la visita".
Su sonrisa se vuelve tranquila y la paz inunda su alma. Se transmite en un gran impulso hasta llenar la sala como una suave ola infinita de relajo y calma.
Fingal Kinnaird- Humano Clase Baja
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 24/01/2013
Edad : 240
Localización : París, Francia
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