AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
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Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Recuerdo del primer mensaje :
Era agradable sentir la caricia final de un sol moribundo, llamas naranjas tiñendo el cielo con matices cambiantes de roza y azul obscuro conforme el sol desaparecía detrás de un horizonte de tejados dispares, era un instante que prolongaría eternamente si tuviese el poder de hacerlo, infelizmente, a pesar de los caprichos de mi propia esencia sobrenatural mis poderes eran limitados y en ocasiones completamente inútiles. Hacia ondear mi cola con molestia mientras las calles se iban iluminando por los faroles a gas, “humanos” incluso en mi mente esa palabra sonaba sucia y despreciable, era injusto que alguien de mi belleza debiese vivir cuidando su espalda y cultivando secretos sólo porque los simios bípedos eran superiores en número y demasiado ignorantes para tolerar la existencias de criaturas distintas a su mediocre humanidad.
Me deslice desde el tejado, haciendo uso de mi agilidad felina y mi tamaño inferior, por la fachada hasta una ventana que deje semiabierta horas atrás, me detuve allí un momento más a tiempo de ver unas palomas alzar vuelo casi rozando sus alas unas con otras, esas calles me llamaban con una voz tan dulce y sensual como la de una amante dispuesta. Una copa de vino sentado en la obscuridad al fondo de una taberna cualquiera, observando, esperando, hasta que el ratón viniese a mi y yo pudiese jugar con él, lo mordería muy suavemente sólo para oír sus chillidos lastimeros, en sus ojos brillantes habría suplica pero también anhelo y yo le daría todo cuanto su alma pidiera hasta que se ahogara en el éxtasis, lo deseaba… pero no sería esta noche…
Entre finalmente trotando por la casa con mi cola agitándose con molestia ”humillante”, ¿porqué tenía que comportarme como un perro que aguarda con paciencia a su amo?, esa no era mi naturaleza y aun así seguía esperando en silencio que él me notara. Me ocupaba de que siempre tuviese sus cajones llenos de mudas limpias, sus zapatos impecables pero ¿lo notaria acaso?.
Siendo realista lo más probable es que él diese por hecho todas las cosas que debía hacer por el, era mi deber y él esperaba que lo cumpliese nada más, sin embargo ¿otro lo haría con la misma dedicación?. Tuve que reírme de mi mismo, esa vida hogareña estaba llenando de telarañas mi cabeza, necesitaba algo que me distrajese de la monotonía o esas cortinas lo iban a pagar… si… las cortinas empezaban a irritarme, las rasgaría de arriba abajo, pero más tarde.
Llegue hasta su habitación empujando la puerta con mi cabeza apenas lo suficiente para pasar. Él estaba ahí fundido en las tinieblas, un mortal cualquiera no lo hubiese advertido hasta que fuese demasiado tarde, pero yo tenía ojos que me permitían ver con claridad aun en la absoluta carencia de luz. Me subí a su lecho de un salto, el colchón de plumas se sentía muy bien bajo mis patas, no pude resistirme a amasarla aun cuando mis garras se enganchaban en la delicada seda. ”Oh! Si...” se sentía genial, empecé a ronronear complacido, preparando un sitio donde recostarme. ”Un momento!” no era eso lo que vine a hacer, esa siesta tenía que esperar. Clave mis destellantes ojos en él, si, era por él que vine…
Subí sobre su estomago y camine sobre el hasta acomodarme sobre su pecho, lo mire con fijeza mientras seguía ronroneando, esta noche quería su atención, no esperaría más.
Era agradable sentir la caricia final de un sol moribundo, llamas naranjas tiñendo el cielo con matices cambiantes de roza y azul obscuro conforme el sol desaparecía detrás de un horizonte de tejados dispares, era un instante que prolongaría eternamente si tuviese el poder de hacerlo, infelizmente, a pesar de los caprichos de mi propia esencia sobrenatural mis poderes eran limitados y en ocasiones completamente inútiles. Hacia ondear mi cola con molestia mientras las calles se iban iluminando por los faroles a gas, “humanos” incluso en mi mente esa palabra sonaba sucia y despreciable, era injusto que alguien de mi belleza debiese vivir cuidando su espalda y cultivando secretos sólo porque los simios bípedos eran superiores en número y demasiado ignorantes para tolerar la existencias de criaturas distintas a su mediocre humanidad.
Me deslice desde el tejado, haciendo uso de mi agilidad felina y mi tamaño inferior, por la fachada hasta una ventana que deje semiabierta horas atrás, me detuve allí un momento más a tiempo de ver unas palomas alzar vuelo casi rozando sus alas unas con otras, esas calles me llamaban con una voz tan dulce y sensual como la de una amante dispuesta. Una copa de vino sentado en la obscuridad al fondo de una taberna cualquiera, observando, esperando, hasta que el ratón viniese a mi y yo pudiese jugar con él, lo mordería muy suavemente sólo para oír sus chillidos lastimeros, en sus ojos brillantes habría suplica pero también anhelo y yo le daría todo cuanto su alma pidiera hasta que se ahogara en el éxtasis, lo deseaba… pero no sería esta noche…
Entre finalmente trotando por la casa con mi cola agitándose con molestia ”humillante”, ¿porqué tenía que comportarme como un perro que aguarda con paciencia a su amo?, esa no era mi naturaleza y aun así seguía esperando en silencio que él me notara. Me ocupaba de que siempre tuviese sus cajones llenos de mudas limpias, sus zapatos impecables pero ¿lo notaria acaso?.
Siendo realista lo más probable es que él diese por hecho todas las cosas que debía hacer por el, era mi deber y él esperaba que lo cumpliese nada más, sin embargo ¿otro lo haría con la misma dedicación?. Tuve que reírme de mi mismo, esa vida hogareña estaba llenando de telarañas mi cabeza, necesitaba algo que me distrajese de la monotonía o esas cortinas lo iban a pagar… si… las cortinas empezaban a irritarme, las rasgaría de arriba abajo, pero más tarde.
Llegue hasta su habitación empujando la puerta con mi cabeza apenas lo suficiente para pasar. Él estaba ahí fundido en las tinieblas, un mortal cualquiera no lo hubiese advertido hasta que fuese demasiado tarde, pero yo tenía ojos que me permitían ver con claridad aun en la absoluta carencia de luz. Me subí a su lecho de un salto, el colchón de plumas se sentía muy bien bajo mis patas, no pude resistirme a amasarla aun cuando mis garras se enganchaban en la delicada seda. ”Oh! Si...” se sentía genial, empecé a ronronear complacido, preparando un sitio donde recostarme. ”Un momento!” no era eso lo que vine a hacer, esa siesta tenía que esperar. Clave mis destellantes ojos en él, si, era por él que vine…
Subí sobre su estomago y camine sobre el hasta acomodarme sobre su pecho, lo mire con fijeza mientras seguía ronroneando, esta noche quería su atención, no esperaría más.
Última edición por Maurice Morgan el Dom Abr 07, 2013 7:09 pm, editado 1 vez
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
No sabía distinguir cuanto de lo que decía formaba parte del juego del estira y afloja y cuanto iba enserio, de momento me preocupaba que realmente pensase no volver a tocarme o incluso buscar otra persona a quien darle el misteriosos regalo de la caja aterciopelada que aun no me atrevía a abrir. Se formó un nudo en mi estómago mientras miraba con fijeza el misterioso contenedor negro imaginando que podría tener dentro, haciendo miles de suposiciones al respecto, sintiéndome como Pandora frente a la caja dada por los dioses, la cual jamás debía ser abierta pues contenía todos los males del mundo y que sin embargo era tan irresistible que sin importar las consecuencias acabo por espiar su interior.
Contuve la respiración mientras lo abría lentamente. Lo que encontré dentro era una hermosa pieza de joyería, un collar compuesto por brillantes diamantes que destellaban bajo la luz artificial y colgando de él una diminuta cabeza de león. Abstraído acaricie la superficie fría e irregular creada por las piedras, un obsequio tan ostentoso como cruel.
- Tiene razón amo… será mejor que busque otro dueño para este regalo, esta diseñado para el cuello de una mujer – dije levantándome y saliendo fuera de la tina sin darle tiempo a detenerme.
La pérdida de su tacto era casi dolorosa, sin embargo había otras cosas quemando en mi interior con mayor fuerza que mi necesidad de sentir su cercanía y sus caricias. Atravesé la habitación a grandes zancadas, indiferente a las protestas de mi cuerpo, arrojando la caja y su contenido sobre la cama. Cubrí mi desnudes con mi pelaje apenas atravesé la pesada puerta de su habitación y corrí deprisa por los pasillos del castillo, siseando y arañando a cualquiera que se atravesara en mi camino, en el último tramo recibí un escobazo de una aterrorizada doncella que chillo como si se enfrentara a una bestia salvaje, antes de que alcanzara una ventana abierta y me escabullera por ella al exterior donde la noche me ofreció su consuelo acariciando mis bigotes con la fría brisa.
Imagine que si alguien llegaba a buscarme lo haría en los jardines o en la calle, así que trepe por la fachada confiando en mis garras y la agilidad de mi cuerpo para llegar hasta el tejado. Allí me senté observando la luna, dejando que su brillo me calmara. Era absurdo que me molestase tanto algo que sabía desde siempre, pero aun así mi interior se revolvía y se revelaba cuando pensaba en que era apenas una exótica mascota a los ojos de mi señor.
Me acurruque y cerré los ojos procurando dormir y olvidarme de todas las cosas que me preocupaban, pero bastaba con cerrar los ojos para que viese alrededor de mi cuello aquella joya y sintiese su opresión estrangulándome. Una vocecita en mi mente decía que debería de estar contento, era un collar mucho más hermoso que el que lucían los pequineses de una de las propiedades vecinas, ni los mastines campeones de otro vecino tenían algo tan caro adornando sus gruesos cuellos, ya nadie me confundiría con un animal callejero si lo usaba.
Bufe contra aquella tontería y asumí una postura digna, no, yo no era una simple mascota, el infierno me tragase si iba a aceptar ser un simple animal de compañía, Löwe podía tomar ese collar y colocárselo el mismo o dárselo a la ama de llaves que ya babeaba como una perra ansiosa cada vez que lo veía, ella sin duda daría brincos de gusto.
Contuve la respiración mientras lo abría lentamente. Lo que encontré dentro era una hermosa pieza de joyería, un collar compuesto por brillantes diamantes que destellaban bajo la luz artificial y colgando de él una diminuta cabeza de león. Abstraído acaricie la superficie fría e irregular creada por las piedras, un obsequio tan ostentoso como cruel.
- Tiene razón amo… será mejor que busque otro dueño para este regalo, esta diseñado para el cuello de una mujer – dije levantándome y saliendo fuera de la tina sin darle tiempo a detenerme.
La pérdida de su tacto era casi dolorosa, sin embargo había otras cosas quemando en mi interior con mayor fuerza que mi necesidad de sentir su cercanía y sus caricias. Atravesé la habitación a grandes zancadas, indiferente a las protestas de mi cuerpo, arrojando la caja y su contenido sobre la cama. Cubrí mi desnudes con mi pelaje apenas atravesé la pesada puerta de su habitación y corrí deprisa por los pasillos del castillo, siseando y arañando a cualquiera que se atravesara en mi camino, en el último tramo recibí un escobazo de una aterrorizada doncella que chillo como si se enfrentara a una bestia salvaje, antes de que alcanzara una ventana abierta y me escabullera por ella al exterior donde la noche me ofreció su consuelo acariciando mis bigotes con la fría brisa.
Imagine que si alguien llegaba a buscarme lo haría en los jardines o en la calle, así que trepe por la fachada confiando en mis garras y la agilidad de mi cuerpo para llegar hasta el tejado. Allí me senté observando la luna, dejando que su brillo me calmara. Era absurdo que me molestase tanto algo que sabía desde siempre, pero aun así mi interior se revolvía y se revelaba cuando pensaba en que era apenas una exótica mascota a los ojos de mi señor.
Me acurruque y cerré los ojos procurando dormir y olvidarme de todas las cosas que me preocupaban, pero bastaba con cerrar los ojos para que viese alrededor de mi cuello aquella joya y sintiese su opresión estrangulándome. Una vocecita en mi mente decía que debería de estar contento, era un collar mucho más hermoso que el que lucían los pequineses de una de las propiedades vecinas, ni los mastines campeones de otro vecino tenían algo tan caro adornando sus gruesos cuellos, ya nadie me confundiría con un animal callejero si lo usaba.
Bufe contra aquella tontería y asumí una postura digna, no, yo no era una simple mascota, el infierno me tragase si iba a aceptar ser un simple animal de compañía, Löwe podía tomar ese collar y colocárselo el mismo o dárselo a la ama de llaves que ya babeaba como una perra ansiosa cada vez que lo veía, ella sin duda daría brincos de gusto.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Contempló las aguas agitadas de la bañera con incredulidad, su pequeño gatito se había escapado de sus garras, antes de que pudiera torturarlo y marcarlo como suyo. Con una rapidez instantánea, sintió como la furia, ciega y roja, comenzaba a dominarle. Hasta el punto de que sólo pensaba en tomar un maldito látigo y arrancarle la piel a tiras al maldito muchacho. Nadie jamás lo había abandonado, descartándolo como su amo. ¿No era suficiente para el caprichoso ser gatuno?. No. ¡No pensaba dejar que se escapara!. Mucho menos ahora que había poseído su cuerpo, preparándolo para los placeres que podrían otorgarle otros hombres. Antes muerto que dejar que otra persona tocase lo que era suyo.
Sabía que estaba siendo irracional. Terriblemente egoísta y posesivo. Pero el infierno se congelaría antes de ser rechazado. En menos de unos segundos, se secó el cuerpo y se colocó un simple pantalón de tela. Con el pelo húmedo y revuelto, los ojos ardiendo con el fuego azulado de la ira irracional, y los músculos contraídos por la furia, arrancó la puerta de su cuarto y olfateó el aire en post de su presa. Siguió el camino de sirvientes heridos, arañados y enfurecidos. Cada rostro de sus escasos pero fieles sirvientes, observó su ira contenida. Su pecho desnudo, y....porqué no decirlo de una maldita vez. Su ego destruido. ¡Y todo por un gato callejero! - ¡¡¿Dónde está?!!- Rugió con fuerza al mar de rostros que lo observaban atónitos. Siempre tenía una sonrisa educada, como mucho una traviesa, pero ahora.... Parecía lo que era, un pirata enfurecido.
Todos negaron saber donde estaba, así que los despidió de su vista, antes de que comenzara a matarlos uno por uno. Su furia era tal, que se dedicó a olfatear como si de un vulgar perro se tratara. Captó de nuevo su fragancia, en el marco de una ventana abierta, el aire limpio entraba por ella, haciendo que le fuera casi imposible reconocer su aroma. Comenzó a gruñir mientras salía al exterior de la Mansión y caminaba por los jardines como una feria enjaulada. Iba a enterrar cada diamante en la piel de Maurice, marcándolo como suyo, quisiera o no su maldito collar. ¿Un collar femenino?. Golpeó un árbol con fuerza, haciendo que se partiese y cayese hacia atrás, manteniéndose enganchado con los pobres compañeros idénticos a él. Sabía que acababa de hacer una estupidez, pero era mejor derribar árboles que matar a sus sirvientes por incompetentes.
Un ruido de pequeñas patas le llegó desde el tejado. Cerro los ojos y se concentró en algo que no fuera el subir y despellejarlo vivo. Pero la posesividad temblaba dentro de él, amenazando con salir a la luz de la luna. Sin nada de humanidad, comenzó a escalar el alto torreón gótico, con la rapidez de su especie, haciendo que pareciese una enorme araña en medio de la noche, y cuando se irguió, levantándose en el tejado, sólo pudo hacer una única cosa. Bramó como una bestia, haciendo el rugido de rabia que le había otorgado su nombre, León. Aunque ahora, como "alemán" era Löwe. - ¡¡¿Cómo te atreves, bestia insolente, a dejarme atrás?!!.- Le preguntó en un grito capaz de hacer temblar a cualquiera.
Se movió como una sombra, llegando a él como un ángel de la destrucción. Lo cogió del pellejo de la piel del cuello y lo levantó, sacudiendo al gato en el que se había convertido. - Te dije que si escapabas te encontraría.- Su voz era un susurro frío y mortal. Lo miró a los ojos verdes y concentró su poder de dominación sobre él.- Transfórmate.- Le ordenó con furia. Cerró uno de sus puños con fuerza, clavándose las uñas para no hacerle daño. Observó cómo su cuerpo respondía a su orden, quisiera o no, haría lo que le había ordenado. Era un vampiro de 1000 años, su poder era incalculable. Cuando terminó, pegó el cuerpo desnudo del hombre contra su pecho, y supo que iba a terminar dañándolo. Estaba demasiado furioso para razonar, así que le obligó a clavarle las uñas profundamente en su pecho. Dejando que el dolor que le proporcionaba sus garras felinas, pudiera librarlo de algo que no fuera una muerte por violación, o una muerte por azotes. Ver su cuerpo frío e inerte, con los increíbles ojos verdes muertos y vacíos, no era una solución factible para él. Hizo una mayor presión en las manos de Maurice, haciendo que los dedos comenzasen a hundir su piel. Si no paraba terminaría hundiendo sus dedos en el interior de su cuerpo. - No sabes cuán lejos me has empujado esta noche.- Le susurró mientras dejaba caer su cabeza en el hombro de Maurice. Olió su fragancia y se excitó. No sabía porqué era, si por haber descubierto que sus garras podían desgarrarle la piel, o por el olor de su propia esencia en él.
Antes de que comenzase a pedirle que se pusiera el collar, que le demostrase a los demás con ese gesto que era suyo completamente, lo tomó por la cintura y lo cargó en sus hombros, bajando por el tejado con rapidez inhumana, y adentrándose en una ventana abierta. Caminó por el castillo, con el pecho rasgado por las uñas de Maurice, y con su botín de guerra sobre el hombro. Se cruzó con su ama de llaves y le gruñó antes de que abriese la boca. No estaba de humor para nadie. Llegó a su habitación, ahora sin puerta, con la ropa de su armario tirada en el suelo por las prisas de encontrar un pantalón con el que taparse, y quiso gritar de nuevo. Su santuario estaba casi destruido.
Lanzó a Maurice sobre la cama y lo miró con dureza.- ¿Qué demonios ocurre contigo?-. Le preguntó con suavidad peligrosa. Sólo sus ojos y los puños cerrados hablaban por sí solos. Se acercó a él y lo tomó con firmeza del mentón.- Gimes entre mis brazos, pero no eres capaz de luchar por obtener mi atención todas las noches. ¿Qué te molesta más Maurice?. ¿El llevar mi marca ante los demás, o el que tu amo sea una bestia sin corazón?-. Le dedicó una sonrisa triste, y se alejó de él, antes de que viera cómo el dolor de su ego destrozado acudía a sus ojos. Se centró en reparar la puerta, sonriendo ante la caja de herramientas que alguno de sus sirvientes había dejado a un lado de su habitación.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Ojala fuese yo quien estuviese desprovisto de un corazón, todo sería más sencillo si mis sentimientos no estuvieran ahí para ahogarme en ellos, era un deseo del cual probablemente me arrepentiría si me fuese concedido, pero en ese instante resultaba ideal.
Tuve que esperar a que mi corazón se calmara y el miedo retrocediera, jamás había visto a Löwe tan furioso, pero incluso después que el empezó a trabajar con la puerta no tenía palabras que decirle. Tome nuevamente el collar que yo arroje momentos atrás sobre la cama como luego mi amo me arrojo a mi, era hermoso y sin embargo hacia que los pelos de mi yo interior se erizaran y empezase a bufar como poseído.
- El amo no es una bestia – hable finalmente levantándome y acercándome a él con la silenciosa gracia felina que me permitía sorprender y asustar a los otros sirvientes del castillo – Sólo es un tonto bastante gruñón – lo abrace por la espalda colocando mi mejilla contra sus omoplatos percibiendo la tensión en su cuerpo, el tenía la fuerza y la destrezas necesarias para romperme con la facilidad que partiría una ramita seca.
Deslice su regalo por su piel, arrastrando adrede el filo de los diamantes por el, deteniéndolo sobre sus costillas. Era un insulto para mi, uno que agredía mi orgullo ya que me rebajaba al mismo nivel que las mascotas.
- Si mi amo desea que me ponga este collar me lo pondré, sólo debe ordenarlo – lo llevaría si, cargaría con su peso por el resto de mis días si el así lo exigía pero a cambio no volvería a hablarle, si el quería una mascota eso tendría, era un voto secreto pero que pensaba cumplir – yo siempre he obedecido las ordenes de mi amo… ordene y el collar no volverá a ser retirado de mi cuello – ”ni mi voz volvería a salir en su presencia” complete mentalmente, esa advertencia no se la daría ya que sería mi modo de desquitarme por la humillación. Todos los gatos encontramos siempre un modo de vengarnos por las ofensas – ordene amo e incluso le pediré disculpas, de rodillas si así lo pide – unas disculpas que por supuesto no serian sinceras pero si el necesitaba oírlo de mi se lo daría con la consecuente represaría posterior, lo de su puesta y su ropa parecería poco frente a lo que haría si me humillaba aun más.
Tuve que esperar a que mi corazón se calmara y el miedo retrocediera, jamás había visto a Löwe tan furioso, pero incluso después que el empezó a trabajar con la puerta no tenía palabras que decirle. Tome nuevamente el collar que yo arroje momentos atrás sobre la cama como luego mi amo me arrojo a mi, era hermoso y sin embargo hacia que los pelos de mi yo interior se erizaran y empezase a bufar como poseído.
- El amo no es una bestia – hable finalmente levantándome y acercándome a él con la silenciosa gracia felina que me permitía sorprender y asustar a los otros sirvientes del castillo – Sólo es un tonto bastante gruñón – lo abrace por la espalda colocando mi mejilla contra sus omoplatos percibiendo la tensión en su cuerpo, el tenía la fuerza y la destrezas necesarias para romperme con la facilidad que partiría una ramita seca.
Deslice su regalo por su piel, arrastrando adrede el filo de los diamantes por el, deteniéndolo sobre sus costillas. Era un insulto para mi, uno que agredía mi orgullo ya que me rebajaba al mismo nivel que las mascotas.
- Si mi amo desea que me ponga este collar me lo pondré, sólo debe ordenarlo – lo llevaría si, cargaría con su peso por el resto de mis días si el así lo exigía pero a cambio no volvería a hablarle, si el quería una mascota eso tendría, era un voto secreto pero que pensaba cumplir – yo siempre he obedecido las ordenes de mi amo… ordene y el collar no volverá a ser retirado de mi cuello – ”ni mi voz volvería a salir en su presencia” complete mentalmente, esa advertencia no se la daría ya que sería mi modo de desquitarme por la humillación. Todos los gatos encontramos siempre un modo de vengarnos por las ofensas – ordene amo e incluso le pediré disculpas, de rodillas si así lo pide – unas disculpas que por supuesto no serian sinceras pero si el necesitaba oírlo de mi se lo daría con la consecuente represaría posterior, lo de su puesta y su ropa parecería poco frente a lo que haría si me humillaba aun más.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Ignoré la caricia despiadada que me dedicaba con la tira de diamantes que brillaban bajo la luz de las velas encendidas. Seguí reparando la puerta en silencio, obligándome a hacer algo que no fuera girarme y azotarlo. La furia aún no había disminuido, sólo la había contenido, a duras penas, bajo su piel. Una capa fina, para la bestia que rugía y arañaba en su interior. Quería salir, vengarse y llevarse la sangre de Maurice. Pero no lo permitiría, dejaría que su rostro siguiese oculto, que la frente de su esclavo siguiese pegada a su espalda, creando una pequeña conexión entre la profunda brecha que se había abierto entre ambos. Un objeto tan pequeño, había creado una herida en el cambiaformas, que le era imposible de entender. Desde su punto de vista, sólo estaba intentando formalizar la situación de ambos, dar a conocer lo que eran a los demás. No le bastaba una palabra de Maurice, él ansiaba mucho más.
El aliento del joven le acariciaba la columna vertebral, desconcentrándolo de su tarea, haciendo que aferrara la herramienta con la que estaba uniendo las bisagras de la puerta, como si fuera un cuchillo. Se obligó a continuar el trabajo, agachándose para reparar la bisagra de la parte inferior. Las manos de maurice le acariciaron los costados, para dejarlas en los hombros. El collar seguía en una se sus manos, acariciándole el hombro con suaves golpecitos. No sabía si lo estaba haciendo intencionalmente o no, pero cuando consiguió terminar con la puerta, sentía los nervios a flor de piel. Estaba a punto de explotar, y no sería una buena respuesta para su joven compañero.
Se irguió, separándose de él para poder comprobar que la puerta estaba correctamente colocada. Abrió y cerró la gruesa madera que componía la entrada de su guarida. O al menos, la que pensaban todos que era la entrada, porque en realidad, su guarida estaba oculta tras un pasadizo secreto. Éste era una habitación normal, a la que sólo podía entrar Maurice y Leónidas. Con la salvedad de sus escasas amantes. - Por supuesto que soy un ser sin corazón.- Le dijo a Maurice mientras cerraba la habitación con llave, encerrándolo con él en la misma estancia.
Andó deliberadamente hacia la ventana del cuarto, y cerró las puertas, fijándolas con el cerrojo que tenían instaladas en la madera. Puso la suficiente fuerza en el cerrojo para que Maurice no pudiera abrirlas. Ocultó la enorme ventana con las gruesas cortinas. El doble grupo de telas, estaban compuestas por unas sencillas y finas de seda blanca, y otras más gruesas de terciopelo negro. Cuando terminó con ello, apagó todas las velas que iluminaban la habitación, dejando sólo una encendida. Una vela que sólo duraría una hora por el tamaño que tenía. La tomó entre sus manos, y la dejó sobre la mesilla de noche, dejando que la cama estuviese iluminada.
Tomó uno de los escasos trozos de tela que habían quedado de sus sábanas. Uno de aquellos que habían formado la cuerda de seda que había mantenido a Maurice con las manos atadas. Se acercó a él y con el trozo de tela, le tapó los ojos, guiándolo con un suave tirón de sus manos. Caminó detrás de él, abrazado a su cuerpo. – Déjate llevar, fallegt. Déjame mostrarte cuan cruel soy.- Le susurró con picardía al oído. Disfrutando de sus sentidos desarrollados, dejó que su mente se adormeciera con el olor de la excitación. Sabía que él también podría oler la suya, creando un placer aún más dulce.
Lo ayudó a acostarse en la cama, dejando que su cuerpo se recostase sobre las sábanas de seda oscura que aún seguían vivas, libres de las marcas de sus uñas en ellas. – Soy alguien sin corazón, mi adorado Maurice.- Su voz se derramó sobre el estómago del otro. Acariciando su piel como deseaba hacer con las manos. Le separó las piernas con las suyas, y besó uno de sus pezones.- Te he poseído con la elegancia de un animal, forzando tu dulce entrada con duros embates. ¿Quieres saber por qué, fallegt?.- Le preguntó mientras una de sus manos acariciaba con la punta de sus dedos, la carne del interior de sus muslos. Besó su garganta, dejando que sus colmillos rozasen el cuello con un ligero toque. – El motivo es simple. Quiero que mañana, cuando te levantes para comenzar con las tareas de limpiar mi habitación, registrar mis cajones para robarme ropa o descubrir si algún pequeño objeto muestra la presencia de una mujer en mi habitación, sientas el dolor que atenaza tus piernas. Un dolor intenso en el interior de tu cuerpo, que te recuerde lo que es sentirme en tu interior. – Besó la comisura de sus labios y comenzó a acariciar con sus manos los costados de su estrecha cintura. Dejó besos fugaces y castos en sus labios, atormentándolo por su tonta resolución a no llevar el collar.
- Te he arrebatado la libertad, confinándote a mi lado, en una casa tan grande, que serías capaz de no poder verme en toda una semana si me lo propongo. Obligándote a sufrir mi ausencia durante períodos largos para que recuerdes los momentos que pasamos juntos. Para que la falta de mi persona cree un sentimiento profundo en tu corazón y lo atenace con crueldad.- Bajó sus manos hasta la parte más cercana a su miembro, acariciando el suave bello de la zona en la que ansiaba perderse.
– Y mi acto más cruel, es hacerte llevar mi marca, Monsieur Morgan.- Le dijo con voz oscura. Le quitó la venda de los ojos con rapidez, para que pudiera verlo durante unos segundos escasos. – Llevarme siempre contigo, en un objeto.- Dijo mientras dejaba el collar en su estómago.- En una marca en tu piel, o si es necesario, en tu alma. Para que nunca te olvides de a quién perteneces. Para que todos los codiciosos que te admiran, sepan que yo estoy antes. – Tomó su barbilla con firmeza, haciendo que lo mirase a los ojos y no se perdiese la posesividad que había en ellos.- Yo, y solamente yo. Porque los estúpidos te admiran por tu belleza, y quieren tomarla para ellos. Pero yo deseo mucho más, Maurice. Quiero tu rebeldía, tu valor, tu egocentrismo. Y haré lo que sea para que así sea.- Endureció su voz y dejó que la última frase fuese un mero gruñido. – Ésa es la verdad tras el collar. Si no lo quieres, no lo tomes. Si deseas otra marca, te la daré. Pero no saldrás de esta habitación hasta que aceptes llevar la oscuridad de mi esencia en ti-.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Trague saliva ante la intensidad que se sentía en el ambiente, la obscuridad dominaba toda la habitación con excepción del pequeño capullo de luz proveniente de la única vela encendida. Podía entender lo que mi amo deseaba, comprender su necesidad de marcarme pues era algo que también deseaba hacer con él para que nadie se atreviese a robarlo de mí, sin embargo esas frías piedras que ahora absorbían el calor de mi abdomen seguía siendo algo indeseable.
- Los humanos ponen collares a sus mascotas para afirmar su posesión sobre los mismos y sin embargo los mutilan, los humillan, los abandonan y los olvidan… los hombres de poder rodean de diamantes el cuello de sus sumisas esposas como una ostentación de riqueza y una marca de propiedad que los autoriza a golpearlas en la intimidad del hogar y transmitirle las enfermedades conseguidas entre las sucias sabanas de una puta – mis ojos se volvieron fieros ante esa ultima mención, mi amo no era el tipo de hombre que necesitase pagar a una mujer para acostarse con ella, una sonrisa suya bastaba para hacer liquido el centro de cualquier hembra con sangre en sus venas y eso lo hacia aun más peligroso - no me des algo tan burdo como un collar de diamantes, pues no te permitiré tratarme con la indolencia con que los humanos lidian con sus mascotas ni soy una hembra a quien debas pagarle con costosos regalos las humillaciones cotidianas – tire de sus cabellos como el había hecho con los míos antes y lo bese con toda la frustración que despertaron sus besos castos hace un instante – si vas a darme algo que me señale como tuyo debe tratarse de algo especial y único – lo empuje a un lado y me levante de la cama, no tenía a donde huir y confiaba en que ese conocimiento evitaría que me arrastrara de regreso pues necesitaba algo.
Fui hasta la cómoda donde solía guardar sus prendas y otros accesorios que formaban parte de su guardarropa revolviendo los cajones en busca de algo que sabía que estaba allí sólo que no recordaba con exactitud donde, finalmente di con lo que buscaba, otra pequeña caja de terciopelo y la abrí encontrando en su interior un par de prendedores de plata con forma de espada en miniatura, un regalo de una de sus admiradoras que me había encargado quedase relegado a lo más recóndito de su ropa, en ese instante me alegre de no haberlos arrojado a la basura como otros regalos que había interceptado.
Las espadas no eran más que un ornamento que no representaba peligro alguno, sin embargo el prendedor tenía una larga y afilada aguja. Sostuve la joya entre mis dientes para hacerme un apresurado moño en el cabello, uno que seguramente se me veía ridículo pero prefería eso a ver mi cabello dañado.
Regrese a su lado sentándome en el borde de la cama junto a la mesita de noche para poder calentar en su flama la aguja de plata del prendedor. La plata por algún motivo era el único metal capaz de causarnos la muerte de forma certera, así como provocarnos heridas que no sanaban con facilidad y en el caso de mi raza incluso dejarnos cicatrices.
- Quiero un collar amo, uno que no podrá perderse o ser robado – le dije mientras le tendía el prendedor con su aguja al rojo vivo y con mi otra maño le señalaba el camino a seguir acariciando la piel de mi cuello – Su nombre rodeando mi cuello.
- Los humanos ponen collares a sus mascotas para afirmar su posesión sobre los mismos y sin embargo los mutilan, los humillan, los abandonan y los olvidan… los hombres de poder rodean de diamantes el cuello de sus sumisas esposas como una ostentación de riqueza y una marca de propiedad que los autoriza a golpearlas en la intimidad del hogar y transmitirle las enfermedades conseguidas entre las sucias sabanas de una puta – mis ojos se volvieron fieros ante esa ultima mención, mi amo no era el tipo de hombre que necesitase pagar a una mujer para acostarse con ella, una sonrisa suya bastaba para hacer liquido el centro de cualquier hembra con sangre en sus venas y eso lo hacia aun más peligroso - no me des algo tan burdo como un collar de diamantes, pues no te permitiré tratarme con la indolencia con que los humanos lidian con sus mascotas ni soy una hembra a quien debas pagarle con costosos regalos las humillaciones cotidianas – tire de sus cabellos como el había hecho con los míos antes y lo bese con toda la frustración que despertaron sus besos castos hace un instante – si vas a darme algo que me señale como tuyo debe tratarse de algo especial y único – lo empuje a un lado y me levante de la cama, no tenía a donde huir y confiaba en que ese conocimiento evitaría que me arrastrara de regreso pues necesitaba algo.
Fui hasta la cómoda donde solía guardar sus prendas y otros accesorios que formaban parte de su guardarropa revolviendo los cajones en busca de algo que sabía que estaba allí sólo que no recordaba con exactitud donde, finalmente di con lo que buscaba, otra pequeña caja de terciopelo y la abrí encontrando en su interior un par de prendedores de plata con forma de espada en miniatura, un regalo de una de sus admiradoras que me había encargado quedase relegado a lo más recóndito de su ropa, en ese instante me alegre de no haberlos arrojado a la basura como otros regalos que había interceptado.
Las espadas no eran más que un ornamento que no representaba peligro alguno, sin embargo el prendedor tenía una larga y afilada aguja. Sostuve la joya entre mis dientes para hacerme un apresurado moño en el cabello, uno que seguramente se me veía ridículo pero prefería eso a ver mi cabello dañado.
Regrese a su lado sentándome en el borde de la cama junto a la mesita de noche para poder calentar en su flama la aguja de plata del prendedor. La plata por algún motivo era el único metal capaz de causarnos la muerte de forma certera, así como provocarnos heridas que no sanaban con facilidad y en el caso de mi raza incluso dejarnos cicatrices.
- Quiero un collar amo, uno que no podrá perderse o ser robado – le dije mientras le tendía el prendedor con su aguja al rojo vivo y con mi otra maño le señalaba el camino a seguir acariciando la piel de mi cuello – Su nombre rodeando mi cuello.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
No había entendido lo que quería hacer cuando se levantó, sólo podía admirar la fluidez elegante de sus pasos. Tenía una elegancia felina, aunque ya sabía que podía convertirse sólo en un gato, podría jurar que tenía algo dentro de él mucho más salvaje. Lo suficiente como para atraerlo, seducirlo con su fragancia, con el hormigueo que se extendía por debajo de mis dedos cada vez que lo tocaba. Estaba seguro de que si el gatito supiera cuánto deseaba probar su poder, utilizaría sus habilidades conmigo más a menudo.
Sus dedos largos y finos le tendieron el alfiler. La punta estaba enrojecida por haber sido expuesta bajo el fuego, caliente y preparada para morder su piel en una marca permanente. Inmutable en el tiempo, como él mismo. Si hubiera tenido un corazón vivo, estaría trotando de excitación. Tuvo que controlar sus ansias para no abalanzarse sobre él y poseerlo físicamente, deslizando sus manos por la blanquecina piel, adorando con su lengua la textura sedosa de sus labios, su pecho, su miembro. Tembló como única manifestación de su excitación, y lo miró a los ojos.- No pienso mutilarte, Maurice.- Le dijo con voz temblorosa. Estaba a punto de cruzar una línea de la que no podría volver. Era salvaje y dominante, pero no iba a empezar a mutilar y disfrutar de la piel quemada.
Cerró los ojos con fuerza y tomó el alfiler, dejándolo encima de la mesa. Mantuvo su mirada en los ojos, buscando cualquier símbolo de vacilación. Pero no halló nada. Todo su cuerpo parecía preparado, tenso en la espera de que su amo marcase su piel para siempre. - No sabes lo hermoso que estás así, dispuesto a dejarte marcar.- Le susurró mientras le dirigía la sonrisa que lo había hecho famoso en la Edad Media entre las mujeres. No importaba el rango que tuviesen, todas estaban dispuestas a entregar su virtud a su señor. Pero no se comparaban a la entrega que le hacía Maurice. Él ofrecía algo más que un trozo de carne, ofrecía su libertad, su cuerpo y su sangre. Evitó pensar en las dos cosas que no había añadido, las que deseaba más que las otras. Una; era lo más valioso para los cristianos, el alma. La otra; era lo que Maurice intentaba salvaguardar siempre, el corazón.
Se levantó y se colocó delante de él, bajando su cabeza para besarlo en los labios. Lo besó con suavidad, aumentando la proximidad de amos, tumbándolo sobre la cama. Lo besó una y otra vez, sin importar si lo asfixiaba a besos. No dejó de besarlo cuando tomó la aguja y la acercó a la piel de la nuca, la única que podría taparse a los demás. Supo que su posesividad haría que lo tomase o lo castigase si descubría que otro tocaba su cuerpo, pero sintió que era lo correcto. Él había cedido ante él, y él, su amo, podría ceder por única y última vez. - No te muevas.- Le susurró sobre sus labios mientras trazó con rapidez, un símbolo. Era la runa con la que empezaba su nombre, un símbolo que se había perdido en el tiempo, quedando en el recuerdo de un pobre vikingo como él. Ahora, estaría en la nuca de Maurice, en el punto exacto donde su pelo formaba un pico. Donde ese adorable moño terminaba. Cuando terminó le dio la aguja y besó la piel dañada. Era una marca pequeña, del tamaño de una huella de dedo femenino. Pero con un significado mucho más grande que su castillo entero. - Es la letra de mi nombre. El símbolo vikingo de mi familia, una perdida rama de la realeza nórdica.- La mió la piel con adoración y después volvió a besarlo en los labios con fuerza y pasión, mostrándole con él, lo que no podía decir con palabras.
Dejó que sus piernas se arrastrasen por la cama, capturando el cuerpo de Maurice con sus piernas, y haciéndoles rodar juntos por la cama. Se rió como un niño travieso, dejando al gato, con la aguja afilada del encendedor aún caliente en la mano. Su cuerpo estaba ahora sentado sobre él a horcajadas, dejando que el cabello rubio se deslizara del improvisado moño, en su rostro y pecho. Acarició su pelo con la punta de los dedos, recordándole al hermoso y único tono rubio que poseía su propia madre. Aún podía recordar el olor de las amapolas sobre su piel, tan dulce, como el verano en el que la vio por última vez. Un nudo se estableció en su garganta mientras miraba de nuevo a Maurice a los ojos. - ¿Qué harás ahora que te he marcado?.-
Sus dedos largos y finos le tendieron el alfiler. La punta estaba enrojecida por haber sido expuesta bajo el fuego, caliente y preparada para morder su piel en una marca permanente. Inmutable en el tiempo, como él mismo. Si hubiera tenido un corazón vivo, estaría trotando de excitación. Tuvo que controlar sus ansias para no abalanzarse sobre él y poseerlo físicamente, deslizando sus manos por la blanquecina piel, adorando con su lengua la textura sedosa de sus labios, su pecho, su miembro. Tembló como única manifestación de su excitación, y lo miró a los ojos.- No pienso mutilarte, Maurice.- Le dijo con voz temblorosa. Estaba a punto de cruzar una línea de la que no podría volver. Era salvaje y dominante, pero no iba a empezar a mutilar y disfrutar de la piel quemada.
Cerró los ojos con fuerza y tomó el alfiler, dejándolo encima de la mesa. Mantuvo su mirada en los ojos, buscando cualquier símbolo de vacilación. Pero no halló nada. Todo su cuerpo parecía preparado, tenso en la espera de que su amo marcase su piel para siempre. - No sabes lo hermoso que estás así, dispuesto a dejarte marcar.- Le susurró mientras le dirigía la sonrisa que lo había hecho famoso en la Edad Media entre las mujeres. No importaba el rango que tuviesen, todas estaban dispuestas a entregar su virtud a su señor. Pero no se comparaban a la entrega que le hacía Maurice. Él ofrecía algo más que un trozo de carne, ofrecía su libertad, su cuerpo y su sangre. Evitó pensar en las dos cosas que no había añadido, las que deseaba más que las otras. Una; era lo más valioso para los cristianos, el alma. La otra; era lo que Maurice intentaba salvaguardar siempre, el corazón.
Se levantó y se colocó delante de él, bajando su cabeza para besarlo en los labios. Lo besó con suavidad, aumentando la proximidad de amos, tumbándolo sobre la cama. Lo besó una y otra vez, sin importar si lo asfixiaba a besos. No dejó de besarlo cuando tomó la aguja y la acercó a la piel de la nuca, la única que podría taparse a los demás. Supo que su posesividad haría que lo tomase o lo castigase si descubría que otro tocaba su cuerpo, pero sintió que era lo correcto. Él había cedido ante él, y él, su amo, podría ceder por única y última vez. - No te muevas.- Le susurró sobre sus labios mientras trazó con rapidez, un símbolo. Era la runa con la que empezaba su nombre, un símbolo que se había perdido en el tiempo, quedando en el recuerdo de un pobre vikingo como él. Ahora, estaría en la nuca de Maurice, en el punto exacto donde su pelo formaba un pico. Donde ese adorable moño terminaba. Cuando terminó le dio la aguja y besó la piel dañada. Era una marca pequeña, del tamaño de una huella de dedo femenino. Pero con un significado mucho más grande que su castillo entero. - Es la letra de mi nombre. El símbolo vikingo de mi familia, una perdida rama de la realeza nórdica.- La mió la piel con adoración y después volvió a besarlo en los labios con fuerza y pasión, mostrándole con él, lo que no podía decir con palabras.
Dejó que sus piernas se arrastrasen por la cama, capturando el cuerpo de Maurice con sus piernas, y haciéndoles rodar juntos por la cama. Se rió como un niño travieso, dejando al gato, con la aguja afilada del encendedor aún caliente en la mano. Su cuerpo estaba ahora sentado sobre él a horcajadas, dejando que el cabello rubio se deslizara del improvisado moño, en su rostro y pecho. Acarició su pelo con la punta de los dedos, recordándole al hermoso y único tono rubio que poseía su propia madre. Aún podía recordar el olor de las amapolas sobre su piel, tan dulce, como el verano en el que la vio por última vez. Un nudo se estableció en su garganta mientras miraba de nuevo a Maurice a los ojos. - ¿Qué harás ahora que te he marcado?.-
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Tratándose de mi amo pensé que desearía dejar en mi una marca definitiva e imposible de esconder, pero finalmente sólo había grabado algo en mi nuca, tan rápido que casi no sentí dolor. No pude resistirme a palpar con los dedos la runa que iniciaba su nombre, era pequeña pero estaba ahí, tibia e indeleble. Mire la aguja que aun sostenía y me pregunte si él me permitiría dejar mi propia marca en él, sin embargo siquiera pensarlo era absurdo, ”¿Quién era yo para tener tales aspiraciones?” Y aun si me lo permitiera, no tenía nada tan especial como una runa para ofrecerle, mi nombre me lo dio una anciana de carácter huraño y mi apellido yo lo tome de ella sin su permiso.
- Ahora… - el presente era lo único que teníamos, para vivirlo, para disfrutarlo, para llorar, reír, amar u odiar y en ese momento el era todo lo que me hacia feliz y todo lo que llenaba mi corazón de amargura – ahora amo, su gatito le contara un secreto – sonreí mientras me movía sobre el frotándome contra su pelvis – usted se ve muy sexy cuando se enoja – ronronee inclinándome hacia el para mordisquear su mandíbula – creo que … - seguí diciendo entre besos que descendían por su piel hasta su cuello donde me demore succionando su piel – de ahora en adelante – mis labios siguieron descendiendo por su cuerpo, saboreando sus rígidos pezones antes de continuar descendiendo por su abdomen perfectamente delineado – lo are enfadar a diario – termine la frase al tiempo que desprendía su pantalón y liberaba su virilidad.
Me apodere de su miembro quizás con un poco más de entusiasmo del debido, llevándolo hasta mi garganta con demasiada brusquedad lo cual me saco algunas lagrimas, una vez me recupere del pequeño incidente empecé a chuparlo con avidez, tomándolo hasta la base misma para luego retroceder a la punta donde use mi lengua para jugar con su glande, repitiendo el proceso hasta percibí la tensión en su cuerpo preparándose para el orgasmo.
Rodee su pene con mis delgados dedos cerrándolos alrededor de su rígida carne, usando la presión suficiente para evitar que se corriera.
- Soy tan travieso – dije chupando de nuevo apenas la punta, lamiendo la pequeña hendidura que se coronaba con algunas gotitas de pre-semen.
- Ahora… - el presente era lo único que teníamos, para vivirlo, para disfrutarlo, para llorar, reír, amar u odiar y en ese momento el era todo lo que me hacia feliz y todo lo que llenaba mi corazón de amargura – ahora amo, su gatito le contara un secreto – sonreí mientras me movía sobre el frotándome contra su pelvis – usted se ve muy sexy cuando se enoja – ronronee inclinándome hacia el para mordisquear su mandíbula – creo que … - seguí diciendo entre besos que descendían por su piel hasta su cuello donde me demore succionando su piel – de ahora en adelante – mis labios siguieron descendiendo por su cuerpo, saboreando sus rígidos pezones antes de continuar descendiendo por su abdomen perfectamente delineado – lo are enfadar a diario – termine la frase al tiempo que desprendía su pantalón y liberaba su virilidad.
Me apodere de su miembro quizás con un poco más de entusiasmo del debido, llevándolo hasta mi garganta con demasiada brusquedad lo cual me saco algunas lagrimas, una vez me recupere del pequeño incidente empecé a chuparlo con avidez, tomándolo hasta la base misma para luego retroceder a la punta donde use mi lengua para jugar con su glande, repitiendo el proceso hasta percibí la tensión en su cuerpo preparándose para el orgasmo.
Rodee su pene con mis delgados dedos cerrándolos alrededor de su rígida carne, usando la presión suficiente para evitar que se corriera.
- Soy tan travieso – dije chupando de nuevo apenas la punta, lamiendo la pequeña hendidura que se coronaba con algunas gotitas de pre-semen.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Sus besos lo habían enardecido. Había querido poseerlo de nuevo desde que lo había tirado sobre la cama antes. Pero ahora, que lo veía con esa sonrisa felina, aferrando su miembro con una fuerza sobre humana, podría comenzar a aullar a la luna llena como un lobo. Jamás había entendido porqué algunos de sus compañeros vampiros hablaban del sexo con los hombres con tanta admiración, algunos habían llegado a cambiar su orientación sexual después de tomar algún amante permanente. Quizás se debiera a que no había tomado a ningún hombre salvo Maurice, pero siempre había deseado a las mujeres. Aunque ahora, podía llegar a comprender, incluso sentir, el porqué un hombre podía preferir a otro.
Se arqueó sobre la cama, retorciendo sus caderas para dejar que su miembro se moviese dentro de la mano de Maurice.- No soy sexy cuando me enfado Maurice. Me convierto en una bestia.- Comenzó a sonreírle mientras le hablaba, mirándolo en silencio con admiración. Lo que más le gustaba de él era el espíritu libre que tenía. Jamás podría imaginarlo atado a una persona de por vida, haciendo lo que el otro deseaba. Y, aún así, por él lo hacía. Le sonreía con una mirada cargada de odio cuando hablaba de mujeres. Fruncía el ceño, creando esa adorable arruga en el entrecejo, cuando le decía que no lo necesitaría esa noche. Y sus ojos se iluminaban cuando lo pillaba mirándolo con fijeza, o cuando sus manos o cuerpo rozaba el pálido del cambiaformas, fingiendo tropezar con él.
Se sentó en la cama y tomo con delicadeza su rostro, dejando que su erección siguiese atrapada entre su mano. - Adoro tus travesuras, Maurice. Me permiten disfrutar de tu futuro castigo, pero esta noche, te permito las que desees hacer con mi cuerpo. - Besó sus labios con suavidad, mordiendo el grueso de abajo con ternura. Siguió besándolo, aumentando la intensidad del beso con cada centímetro que iba conquistando con cada caricia. Quería hacer de su beso, un recuerdo gravado a fuego en su cuerpo, para que jamás volviese a disfrutar de otros labios como de los suyos propios.
Se separó con suavidad y lo abrazó con fuerza. Recordó lo que él le había pedido, una noche. Una sola. - ¿Por qué no me pediste tu libertad, Maurice?. Podrías haber pedido todas las noches de mi existencia, no la compañía de una.- Se separó de él y lo miró a los ojos con intensidad, esperando su respuesta con interés. Había veces en las que sus actos lo sorprendían, o quizás esperaba algo más por parte de él.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
No me gustaba cuando tenía esa mirada que exigía respuestas, mis secretos eran lo único que realmente me pertenecía, no iba a renunciar fácilmente al privilegio de esconderlos sólo por complacer. Reí mientras liberaba su miembro y me sentaba frente a él, con mis piernas rodeando su cuerpo.
- ¿Qué haría yo con mi libertad amo? – ”tantas cosas…” susurraron mis pensamientos. El tiempo se deslizaba entre mis dedos tan lento y tan rápido, los días eran tan largos, no obstante, meses y años se escurrían de mis manos sin que pudiese impedirlo, soy tan joven aun y sin embargo frente a lo inmutable e inmortal me hago conciente de lo efímero de mi tiempo, tantas veces he querido gritar, tantas veces he deseado seguir los anhelos de mi corazón, pero se que lo extrañaría, si no verlo unos días hacia que me agitara y resintiera, si no pudiese verlo nunca más… ¿cómo afrontaría esa enorme perdida? – Con sinceridad amo, pedirle todas las noches de su existencia seria una locura, al la tercera noche me estrangularía – me reí con ganas – esta misma noche, ¿no ha deseado hacerlo ya? – empecé a acariciarlo de forma distraída mientras afrontaba su mirada con la mía propia, el llamativo verde de mis pupilas junto a mi capacidad de fijar la mirada sin parpadear me hacía un buen contrincante cuando de duelo de miradas se trataba.
- ¿y bien? – interrogue mientras ladeaba levemente la cabeza sin perder de vista sus intensos ojos – ¿prefiere conversar conmigo o me dejara montarlo? – me arrime más a él para dar validez a mi punto, rozando su erección con la mía propia, dejando que un gemido escapara de mis labios – yo no estoy muy interesado en palabras en este momento…
- ¿Qué haría yo con mi libertad amo? – ”tantas cosas…” susurraron mis pensamientos. El tiempo se deslizaba entre mis dedos tan lento y tan rápido, los días eran tan largos, no obstante, meses y años se escurrían de mis manos sin que pudiese impedirlo, soy tan joven aun y sin embargo frente a lo inmutable e inmortal me hago conciente de lo efímero de mi tiempo, tantas veces he querido gritar, tantas veces he deseado seguir los anhelos de mi corazón, pero se que lo extrañaría, si no verlo unos días hacia que me agitara y resintiera, si no pudiese verlo nunca más… ¿cómo afrontaría esa enorme perdida? – Con sinceridad amo, pedirle todas las noches de su existencia seria una locura, al la tercera noche me estrangularía – me reí con ganas – esta misma noche, ¿no ha deseado hacerlo ya? – empecé a acariciarlo de forma distraída mientras afrontaba su mirada con la mía propia, el llamativo verde de mis pupilas junto a mi capacidad de fijar la mirada sin parpadear me hacía un buen contrincante cuando de duelo de miradas se trataba.
- ¿y bien? – interrogue mientras ladeaba levemente la cabeza sin perder de vista sus intensos ojos – ¿prefiere conversar conmigo o me dejara montarlo? – me arrime más a él para dar validez a mi punto, rozando su erección con la mía propia, dejando que un gemido escapara de mis labios – yo no estoy muy interesado en palabras en este momento…
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Lo miró durante unos segundos a los ojos, manteniendo su mirada e intentando entrar en la barrera que protegía sus pensamientos. Odiaba esa habilidad en particular, la única que le impedía conocerlo todo de él. Sus deseos, sus pensamientos ... Hasta sus propios anhelos le eran vedados. Era un paria, un hombre sin tierra en el páramo árido de su mente. Muy pocos tenían la habilidad suficiente para dejarlo fuera, el era uno de ellos, para su completa desgracia. Suspiró, exhalando el aire en una bocanada lenta y perezosa. Desvió la mirada de sus gemas verdes, centrándose en la visión dulce y excitante de sus miembros juntos.
La cabeza sonrosada, del miembro de Maurice, brillaba con las gotas que habían resbalado de su propio miembro al de él. Humedeciéndolo con su excitación, dándole más de sí mismo, impidiendo que fuera posible distinguir qué gota pre seminal, pertenecía a quién. Y así lo deseaba, duro y húmedo. Dispuesto a tomar todo lo que él podía darle en esa noche, aquellas mágicas horas en las que podía abandonarse en su cuerpo, sabiendo que encontraría siempre algo que lo sorprendería. Desde la entrega de su cuerpo, hasta el abandono que había sufrido en la amplia bañera. Quería enfurecerse de nuevo, había perdido la oportunidad de tenerlo dentro del agua, de poseerlo en el húmedo elemento, como sólo un vampiro podría hacer. No era vanidad, sólo pensaba la realidad. Estando muerto, podía prescindir de la respiración, ¡y había tantas formas de aprovechar esa ventaja bajo el agua!.
Gimió como un animal enjaulado, moviendo su cadera hacia arriba, intentando rozar su miembro con el de él de nuevo. - No hablemos entonces, Maurice. Pactemos, por esta noche, el duelo de no pronunciar palabra alguna. Sólo tus gemidos para mí, sólo mis gruñidos para ti.- Le sonrió con perversión mientras con una mano, tomaba su cintura, acercándolo más a él. Dejó varios besos en la curva de su cuello, lamiendo la línea, perfectamente marcada de su mandíbula. Quería provocarlo, del mismo modo en que el perverso gatito hacía con él. Dándole mucho más de lo que podía sentir, porque a veces, el frío mortecino de sus manos, podía convertirse en fuego invernal. Tanto frío que quemaba la piel. Mordiéndola, de la misma forma en que sus colmillos querían perforar la piel. Pero aún era pronto, él pequeño no se había alimentado, y no pensaba arriesgarse a perder a su amante. No cuando había comenzado a descubrir la forma en que podía responderle, tan salvaje, que podría llegar a pensar en no volver a salir de su cama jamás.
- Te daré lo que deseas, pero primero debes alimentarte.- Colocó uno de sus dedos sobre la boca perfecta y roja de él.- No me niegues el placer de introducir.... los alimentos en tu dulce boca.- Lo miró con deseo, dejando que sus ojos se oscurecieran con el calor animal con el que deseaba poseerlo. Hundirse dentro de él, con sus dientes y miembros, y volver a sentir la deliciosa esencia de su poder, derramándose en el interior de su boca. La sangre era un afrodisíaco, más cuando él ya estaba alimentado, y era sólo un mero acto sexual. Podía hacerlo placentero, muy placentero.
Lo acostó sobre la cama, y caminó en la densa oscuridad de la habitación. Abandonó el pequeño haz de luz que proporcionaba la única vela encendida, y prosiguió hasta la puerta. Desde la cama, había escuchado cómo alguien había depositado la bandeja de la comida que había pedido. Si todo hubiera salido como él había planeado, ahora estarían descansando de su segundo asalto, degustando la comida. O en su caso, Maurice la saborearía, mientras él lo observaría comer. Pero no, nada sucedía como deseaba, no cuando mediaba Maurice de por medio. Se rió, con un sonido impercceptible, y abrió la puerta para coger la bandeja. Cerró de nuevo la habitación, recordándose cerrarla con llave para evitar posibles visitas inoportunas. No toleraría más asaltos a su intimidad.
Se acercó a la cama con la bandeja, y la dejó al lado de Maurice. Destapó la bandeja y le sonrió con eficiencia.- Monsieur Morgan, su alimento está servido.- Le dijo con un acento francés perfecto. Su voz intentaba imitar el tono de voz irritado de su gatito, cuando había hecho algo que le desagradaba. Lo que era bastante frecuente, porque siempre solía usarlo con él. Rió mientras le robaba un fresa del plato y la deslizaba por el pecho del joven. Deslizó la fruta hasta que ésta tocó su miembro, recogiendo una pequeña gota de su excitación con ella, y se la llevó a la boca para lamerla con pecaminosa lentitud. Cerró los ojos mientras gemía y arqueaba la espalda, haciendo un espectáculo de la comida. Riendo mentalmente, al saber que había hecho una imitación perfecta de Maurice. Era un sucio gatito pervertido, y él estaba orgulloso de ello.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
No entendía porque estaba hablando con aquel tono extraño hasta que me percate que estaba imitándome, una parte de mi quería enfadarse, pero finalmente me causo más gracia que molestia y reí alegremente hasta que tomo aquella fresa convirtiendo la pequeña fruta en un instrumento de pecado. La boca se me hizo agua ante aquella visión y no precisamente porque estuviese hambriento de alimento, estruje las sabanas sintiendo mi erección pulsar y volverse dolorosa.
Su juego estaba acabando con mi poco juicio por lo que atrape su brazo con ambas manos desviando su mano de su boca para atraerla hacia la mía y tomar sus dedos entre mis labios arrebatándole la fruta. La dulce pulpa se deshizo en pocas mordidas, su dulzura y acides era un comienzo nada despreciable para despertar el paladar a los sabores que aguardaban en la bandeja.
Pronto nos encontraríamos completamente a obscuras, la luz de la única vela empezaba a flaquear mientras la llama bailoteaba zozobrarte, siquiera un rayo de luna podía atravesar los pesados cortinajes, en esas condiciones mis ojos de gato serian incapaces de discernir nada, pero tendría mis otros sentidos para guiarme y disfrutar de saberme inmerso en las tinieblas con quizás el hombre más deseado de todo Paris.
Aquel pensamiento de anticipación hacia que quisiese que me tomara nuevamente con la misma salvaje intensidad, sentir sus caderas empujándose contra mí cual si desease partirme a la mitad. Estaba casi seguro de ser capaz de empujarlo a darme otra intensa sacudida pero pese a que comer era lo ultimo en mi lista de prioridades en este momento, entendía que necesitaba reponer energías, especialmente para que pudiese volver a morderme. Además no había razón para no justar dos de mis cosas favoritas, la comida y Löwe…
Lo tome por los hombros instándolo a recostarse, para luego depositar sobre su definido abdomen y desarrollados pectorales, bocados al azar de comida. Las arbejas se resistían a permanecer sobre él hasta que resolví ese asunto apilándolas sobre su ombligo. Cuando acabe se veía decididamente como la cosa más deliciosa que hubiese visto en mi vida, tanto mi pene como mi estomago estuvieron de acuerdo en la apreciación, sólo que empezaba a temer que se me pondrían las bolas azules si seguía perdiendo el tiempo, ya sentía las punzadas de dolor recordándome que necesitaba correrme.
Empecé a comer sirviéndome directamente con la boca, raspando su fría piel con mis dientes cada vez que tomaba un bocado y lamiendo los jugos de los alimentos que se escurrían traviesamente hasta el colchón.
Su juego estaba acabando con mi poco juicio por lo que atrape su brazo con ambas manos desviando su mano de su boca para atraerla hacia la mía y tomar sus dedos entre mis labios arrebatándole la fruta. La dulce pulpa se deshizo en pocas mordidas, su dulzura y acides era un comienzo nada despreciable para despertar el paladar a los sabores que aguardaban en la bandeja.
Pronto nos encontraríamos completamente a obscuras, la luz de la única vela empezaba a flaquear mientras la llama bailoteaba zozobrarte, siquiera un rayo de luna podía atravesar los pesados cortinajes, en esas condiciones mis ojos de gato serian incapaces de discernir nada, pero tendría mis otros sentidos para guiarme y disfrutar de saberme inmerso en las tinieblas con quizás el hombre más deseado de todo Paris.
Aquel pensamiento de anticipación hacia que quisiese que me tomara nuevamente con la misma salvaje intensidad, sentir sus caderas empujándose contra mí cual si desease partirme a la mitad. Estaba casi seguro de ser capaz de empujarlo a darme otra intensa sacudida pero pese a que comer era lo ultimo en mi lista de prioridades en este momento, entendía que necesitaba reponer energías, especialmente para que pudiese volver a morderme. Además no había razón para no justar dos de mis cosas favoritas, la comida y Löwe…
Lo tome por los hombros instándolo a recostarse, para luego depositar sobre su definido abdomen y desarrollados pectorales, bocados al azar de comida. Las arbejas se resistían a permanecer sobre él hasta que resolví ese asunto apilándolas sobre su ombligo. Cuando acabe se veía decididamente como la cosa más deliciosa que hubiese visto en mi vida, tanto mi pene como mi estomago estuvieron de acuerdo en la apreciación, sólo que empezaba a temer que se me pondrían las bolas azules si seguía perdiendo el tiempo, ya sentía las punzadas de dolor recordándome que necesitaba correrme.
Empecé a comer sirviéndome directamente con la boca, raspando su fría piel con mis dientes cada vez que tomaba un bocado y lamiendo los jugos de los alimentos que se escurrían traviesamente hasta el colchón.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Cuando Maurice me obligó a acostarme, apenas podía imaginar, lo que deseaba realmente hacer conmigo. Los alimentos fueron colocados uno a uno, con cuidado, sobre mi cuerpo, haciendo que levantara la mirada hacia Maurice con una sonrisa. Así que eso era lo que tenía en mente, iba a usarme como un plato de comida. Una parte en mi interior tenía ganas de levantarse y limpiarse los restos de comida, ¡por el amor de Odín, él no había vivido jamás el tiempo suficiente como para ser el alimento de nadie!. Pero, su parte más perversa y la que quería a Maurice sobre todos los hombres que jamás había conocido, le obligó a quedarse quieto.
Su cuerpo se estremeció, dejando que los músculos de su estómago se marcasen en la penumbra de la habitación, mientras la lengua de Maurice recogía los alimentos con la lengua. Dejando un recorrido tortuoso por su pecho. En el momento que la boca de Maurice, llegó a su ombligo, sus caderas ya comenzaban a estremecerse, buscando la atención del gatito. Pero él sabía, mejor que nadie, cómo ignorar su excitación, centrándose en evitar que los jugos de los alimentos, manchasen las sábanas.
Con sus manos, agarró el suave satén de su pelo rubio, cerrando sus puños sobre la parte posterior de su cabeza y lo arrastró, en un movimiento rápido y pasional, hasta que sus ojos estuvieron enfrentados con los verdes. Las esmeraldas de sus ojos brillaban con intensidad, en un color tan claro y deslumbrante que podría llegar a despertar su corazón muerto. Siguió mirándolo mientras subió el rostro para lamerle el labio inferior. Gimió por la mezcla de sabores que había explotado en su lengua y supo que estaba perdido. - Maurice....- Se separó de él para que viese en sus ojos todo el deseo que había despertado en él. Sus caderas se retorcieron debajo de su cuerpo, como si por un momento, Maurice fuese el amo y él el esclavo. Y cuando entendió que estaba retorciéndose debajo de él, se obligó a parar. Dejar que sus caderas dejasen de moverse para arrastrar su miembro entre sus cuerpos. Pero cuando su miembro rozó el de Maurice, su espalda se arqueó en un movimiento tan flexible, como inhumano. Su rostro perdió la sonrisa y lo miró con incredulidad.
Tomó las caderas de Maurice, soltando su pelo con renuencia, y lo colocó encima de su miembro. No podía soportar estar en otro lugar que no fuera su cuerpo. Gimió mientras lo veía sentado sobre sus caderas, con el pelo increíblemente largo, rozándole la cintura. He hizo lo que nunca.- Tómame fallegt, por favor.- Movió su miembro entre las mejillas sonrosadas del culo de Maurice. Incitándolo, por si la mirada hambrienta de sus ojos y su boca entreabierta con necesidad, no fueran suficientes. Hizo lo que nunca pensó hacer con nadie. Pedir por favor.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Mi cuerpo se acoplo al suyo como si estuviese especialmente diseñado para encajar con el de él, lo cual sólo hizo más dulce aquellas dos palabras mágicas “por favor”. En esa posición tenía el control, la opción de satisfacer o no su suplica, hacer que sufriese un poco era tentador, sin embargo la expresión de su rostro era demasiado sexy para que pudiese resistirme a darle lo que me pedía.
- You are mine – declare en mi lengua natal antes de iniciar un cadenciosos vaisen con mis caderas, lento para disfrutar de la sensación de su miembro deslizandose dentro y fuera. Suaves gemidos se deslizaban por mis labios mientras mantenia aquellos movimientos tortuosos incluso para mi hasta que decidi ponerme serio.
Apoye mis manos a los lados de su cabeza para ganar apoyo y aumente el ritmo de mis movimientos. ”¡Gloria!” Mi cerebro hizo corto circuito casi al instante, la cama empezó a rechinar en protesta pero eso no me detuvo a moverme con mayor desesperación sobre él, los sonidos que emitía eran más animales que humanos. La vela termino de consumirse cubriéndonos por completo la obscuridad, en aquella penumbra absoluta mi visión nocturna no funcionaba, pero aun podía olerlo, su masculina colonia mezclada con los vestigios de la comida que puse sobre él y también podía sentirlo, sólidos y fríos músculos vibrando bajo mi cuerpo, su cadera alzándose en pos de la mía.
Todos mis otros sentidos despertaron para darme una imagen mucho más clara y tentadora de nuestros cuerpos juntos.
- You are mine – declare en mi lengua natal antes de iniciar un cadenciosos vaisen con mis caderas, lento para disfrutar de la sensación de su miembro deslizandose dentro y fuera. Suaves gemidos se deslizaban por mis labios mientras mantenia aquellos movimientos tortuosos incluso para mi hasta que decidi ponerme serio.
Apoye mis manos a los lados de su cabeza para ganar apoyo y aumente el ritmo de mis movimientos. ”¡Gloria!” Mi cerebro hizo corto circuito casi al instante, la cama empezó a rechinar en protesta pero eso no me detuvo a moverme con mayor desesperación sobre él, los sonidos que emitía eran más animales que humanos. La vela termino de consumirse cubriéndonos por completo la obscuridad, en aquella penumbra absoluta mi visión nocturna no funcionaba, pero aun podía olerlo, su masculina colonia mezclada con los vestigios de la comida que puse sobre él y también podía sentirlo, sólidos y fríos músculos vibrando bajo mi cuerpo, su cadera alzándose en pos de la mía.
Todos mis otros sentidos despertaron para darme una imagen mucho más clara y tentadora de nuestros cuerpos juntos.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Siempre supo que pecar era delicioso, pero ahora, perdido en la oscuridad completa de mi habitación, con el cuerpo de Maurice sobre el mío, sólo podía pensar en tomar una habitación permanente en el infierno. ¡Qué sabrían esos estúpidos e insípidos cristianos, sobre el pecado!. No importaba si era un hombre, ni que su miembro erecto golpease sobre su estómago cada vez que él se movía con mayor rapidez sobre él. Lo deseaba, ansiaba cada vez que ascendía, un nuevo azote de esa carne endurecida. El picor que se extendía por su estómago cada vez, era más erótico de lo que podía soportar. ¿quién iba a sospechar que adoraría que su esclavo lo golpease?. ¡Y nada menos que con su miembro!. Comenzó a reír, libre de toda duda, mientras movía sus caderas debajo de él.
- Repítelo Maurice, demuéstrame esas posesivas palabras tuyas.- Le susurró a la oscuridad, gruñendo mientras luchaba por encontrar un movimiento acompasado al suyo. Pero era demasiado frenético, parecía perdido en su propio mundo de placer y sensaciones. Aprovechó el momento de debilidad, para meterse en su mente, y todo lo que vio allí, lo hizo sacudirse con placer. Gritó mientras sus manos se movieron con rapidez y tomaron las caderas de Maurice para enterrarse salvajemente en su interior. Tanta calidez, todos esos sentimientos confusos, mecidos pos una ola creciente de furioso placer. Su espalda se arqueó sobre el colchón, perdido en el placer, que ya no sabía si era suyo o de Maurice, y volvió a gritar con mayor fuerza.
Sus manos recorrieron la cadera de Maurice, hasta su cintura, y sin perder el tiempo, se sentó mientras lo levantaba el mismo, moviéndolo de arriba a abajo, dejando que su dureza golpease dentro de él, provocando un sonido delicioso cuando su culo golpeaba contra sus caderas. Mantuvo su boca recorriendo su pecho, arrastrando los colmillos por la clavícula de su hombro. Era tan frágil, aún siendo cambiaformas, que sólo el roce de sus dientes con el hueso, le recordó que debía calmarse. - ¿Qué decías, dulce gatito mío?- Le dijo lamiendo el cuello, mientras cedía su agarre, moviéndolo con más lentitud y agarrando su miembro con fuerza para que no terminase aún. Él había pedido toda una noche, pero con suerte, serían muchas más para su beneficio.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
- decía – mi voz salía en un tono extraño y se mezclaba con los gemidos y jadeos que me resultaban imposibles de evitar cuando estaba en mi interior de aquella manera – que… eres un maldito – le dije riendo y buscando sus labios en la obscuridad, logrando encontrarlos para lamerlos con lentitud – pero eres mío, mío para complacer, mío para adorar y principalmente para a…- me detuve justo a tiempo, había cosas que nunca debían ser dichas – para morder – mordisquee su labio inferior y luego, sin darle oportunidad de detenerme, le clave los dientes en el hombro, no una, sino que al menos tres veces dejando la impresión de los mismos marcada en su piel.
- No seas cruel conmigo – le dije dejando mi cabeza reposar sobre el mismo hombro que había mordido – déjame terminar – le pedí acariciando suavemente la mano que utilizaba para impedir que me corriera – por favorrrr rrrr rrr – ronronee esperando que eso ayudara a convencerlo de hacer lo que le pedía.
Por mucho que disfrutara de estar con el de este modo, era también peligroso para mi, porque mis pensamientos se perdían en cuando sus manos acariciaban mi piel, me intoxicaba su aroma, y me volvía adicto al sabor que dejaban sus besos en mi boca. Era lo que quería desde hace mucho tiempo, pero la realidad era mucho más intensa que la fantasía, no era dueño de mi cuerpo en este instante, no podía controlar la manera en que hacia que me estremeciera su toque, ni detener el movimiento de mis caderas buscando el placer que me proporcionaba sentirlo en mi interior, eso me asustaba, porque si sólo con una noche era capaz de hacer que todas mis defensas se desquebrajaran y me viese desprovisto de mascaras tras las cuales ocultarme, no podía imaginar como iba a sobrevivir a otros encuentros como este. ¿qué haría Löwe cuando mi corazón estuviese en sus manos?
- No seas cruel conmigo – le dije dejando mi cabeza reposar sobre el mismo hombro que había mordido – déjame terminar – le pedí acariciando suavemente la mano que utilizaba para impedir que me corriera – por favorrrr rrrr rrr – ronronee esperando que eso ayudara a convencerlo de hacer lo que le pedía.
Por mucho que disfrutara de estar con el de este modo, era también peligroso para mi, porque mis pensamientos se perdían en cuando sus manos acariciaban mi piel, me intoxicaba su aroma, y me volvía adicto al sabor que dejaban sus besos en mi boca. Era lo que quería desde hace mucho tiempo, pero la realidad era mucho más intensa que la fantasía, no era dueño de mi cuerpo en este instante, no podía controlar la manera en que hacia que me estremeciera su toque, ni detener el movimiento de mis caderas buscando el placer que me proporcionaba sentirlo en mi interior, eso me asustaba, porque si sólo con una noche era capaz de hacer que todas mis defensas se desquebrajaran y me viese desprovisto de mascaras tras las cuales ocultarme, no podía imaginar como iba a sobrevivir a otros encuentros como este. ¿qué haría Löwe cuando mi corazón estuviese en sus manos?
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
La carcajada que me provocó su insulto, quedó atascada en mi garganta al sentir su lengua en mis labios. Era demasiado erótico y descarado. Era....tan propio de Maurice, su gato travieso y sensual. - ¿Tuyo para morder?- Pregunté casi sin aliento, moviendo mis caderas contra él en círculos. Si hubiese luz, miraría sus ojos verdes, admirando cómo se oscurecían por el placer que le proporcionaba. Pero, en cambio, se conformaba con el sonido de sus gemidos y del ronroneo que salía de sus labios. Si esto seguía así, la próxima vez que un gato inocente ronroneara, él tendría una erección. ¿Y de quién sería la culpa?. Por supuesto, de su falleght.
- ¿Cruel?.- Gemí en medio de mi desesperación, con la sangre de Maurice calentándose en el interior de mi cuerpo. - Si esto me hace cruel, seré un bastardo todas las noches, Maurice.- Reí, antes de perder la calma y morderlo con fuerza en el cuello. Lamí la sangre derramada, saciándome de su carne, como el monstruo avaricioso que era. Bebí de él, como un pobre hombre perdido en el desierto, saciando la sed que torturaba mi cuerpo. Una sed que tenía su Nombre. - Sé mío Maurice, entrégate a mí.- Le susurré en la oscuridad, con mi cuerpo hundido en el suyo y mi lengua lamiendo su cuello. Aferré su miembro, meciéndolo en un vaivén desenfrenado, intentando hacerle olvidar el doble sentido de mis palabras. Sabía que le exigía mucho más que su liberación. Le pedía una condena eterna a mi lado, la eternidad en mi cama.- Dámelo todo de ti.- Le susurré con deseo, bañando mi voz en el pecaminoso tono de la serpiente peligrosa que era.
- ¿Cruel?.- Gemí en medio de mi desesperación, con la sangre de Maurice calentándose en el interior de mi cuerpo. - Si esto me hace cruel, seré un bastardo todas las noches, Maurice.- Reí, antes de perder la calma y morderlo con fuerza en el cuello. Lamí la sangre derramada, saciándome de su carne, como el monstruo avaricioso que era. Bebí de él, como un pobre hombre perdido en el desierto, saciando la sed que torturaba mi cuerpo. Una sed que tenía su Nombre. - Sé mío Maurice, entrégate a mí.- Le susurré en la oscuridad, con mi cuerpo hundido en el suyo y mi lengua lamiendo su cuello. Aferré su miembro, meciéndolo en un vaivén desenfrenado, intentando hacerle olvidar el doble sentido de mis palabras. Sabía que le exigía mucho más que su liberación. Le pedía una condena eterna a mi lado, la eternidad en mi cama.- Dámelo todo de ti.- Le susurré con deseo, bañando mi voz en el pecaminoso tono de la serpiente peligrosa que era.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Sus palabras quedaban flotando dentro de mi cabeza sin que pudiese encontrarle sentido y los movimientos que hacia debajo mío no me ayudaban en nada a pensar con claridad. Me deje embargar por las placenteras sensaciones que me recorrían todo el cuerpo, siguiendo con mis caderas aquel vaivén demencial tanto como me lo permitía el mareo por la perdida súbita de sangre, pero aquel malestar era insignificante frente a todo lo demás.
Löwe me tenía en su poder, casi desde el instante en que nuestra miradas se cruzaron más de dos décadas atrás en un obscuro callejón de Londres yo había sido suyo, atrapado en el hechizo de sus gélidos ojos, esa noche el podría haber tomado mi vida junto a mi sangre pero me llevo con él, me vistió, me alimento, me protegió cuando no tenía ninguna obligación de hacerlo y mis sentimientos por el crecieron y maduraron junto con mi cuerpo.
No tenía ya nada que reclamar, lo había tomado todo de mi, con sus sonrisas que hacían que sintiese escalofríos subir por mi espalda presagiando problemas, el enigma que encerraban sus ojos, la profundidad de su voz o la insinuación de su cuerpo bajo la tela con cada letal y elegante movimiento, todo de él me cautivaba.
Ahora incluso mi cuerpo le pertenecía, pues más que por sus advertencias difícilmente podría soportar que otro me tocase tan íntimamente luego de conocer el placer del cual era capaz bajo sus besos y mordidas.
Sin embargo el no tenía porque saber nada de eso, si la ilusión de la caza lo mantenía pendiente de mi, entonces haría que se esforzara por conseguir aquello que deseaba.
- No… no puedo más – pronuncie dificultosamente entre jadeos, mi cuerpo estaba en sus limites, necesitaba correrme – amo… por favor – le suplique.
Löwe me tenía en su poder, casi desde el instante en que nuestra miradas se cruzaron más de dos décadas atrás en un obscuro callejón de Londres yo había sido suyo, atrapado en el hechizo de sus gélidos ojos, esa noche el podría haber tomado mi vida junto a mi sangre pero me llevo con él, me vistió, me alimento, me protegió cuando no tenía ninguna obligación de hacerlo y mis sentimientos por el crecieron y maduraron junto con mi cuerpo.
No tenía ya nada que reclamar, lo había tomado todo de mi, con sus sonrisas que hacían que sintiese escalofríos subir por mi espalda presagiando problemas, el enigma que encerraban sus ojos, la profundidad de su voz o la insinuación de su cuerpo bajo la tela con cada letal y elegante movimiento, todo de él me cautivaba.
Ahora incluso mi cuerpo le pertenecía, pues más que por sus advertencias difícilmente podría soportar que otro me tocase tan íntimamente luego de conocer el placer del cual era capaz bajo sus besos y mordidas.
Sin embargo el no tenía porque saber nada de eso, si la ilusión de la caza lo mantenía pendiente de mi, entonces haría que se esforzara por conseguir aquello que deseaba.
- No… no puedo más – pronuncie dificultosamente entre jadeos, mi cuerpo estaba en sus limites, necesitaba correrme – amo… por favor – le suplique.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Todo su cuerpo se agitó con la súplica de Maurice, saber que lo tenía bajo su merced, to enardecía. Sus caderas respondieron a sus palabras, moviéndose debajo de él con absoluta entrega, esta vez permitiendo que su velocidad y resistencia vampírica entrase en escena. SE aseguró de aferrar su miembro con absoluta fiereza. No quería que terminase. Quería tenerlo siempre así, entre el borde del placer y el dolor. Rió, separándose del cuello de su amado, dejando que la sangre recorriese su cuello y bajase por su pecho.
Cuando sintió que el olor de su sangre comenzaba a juntarse con esa esencia de excitación, que a partir de ahora reconocería en cualquier habitación, lo aferró por la cadera, levantándose con él en la cama. Para acostarlo en ella y soltar su miembro. Abandonó su cuerpo, dejando que su miembro rozase su entrada en un vaivén sutil. - Déjame bañarme en tí, Maurice. - Sonrió a la oscuridad, sabiendo que él no podía verlo, del mismo modo en que él no podía hacerlo. Y sólo por eso, por estar privado de su belleza, sus ojos se cerraron, mientras su boca comenzó a lamer su cuerpo. Adorando la forma que había adoptado a lo largo de los años, y que ahora, era suya. Deslizó su lengua por el hueco pecaminoso que hacían sus caderas al estar acostado, subiendo y bajando por ella, hasta su ingle. Cuando su cuerpo se sacudió con anticipación, supo que estaba cerca. - Aguanta unos segundos Maurice, valdrá la pena.- Y como era propio de él, probó sus palabras con hechos.
Lo atormentó con su boca y manos todo lo que pudo, limpiando su sangre y las gotas que se deslizaban de la punta de su miembro. Era una mezcla tan asombrosa, que supo que estaba a punto de terminar. Su cuerpo tembló entre sus piernas. Tomó una de las manos de Maurice y la acercó a su miembro, duro y húmedo. - Cuando no puedas más, haz que termine contigo.- Le susurró con voz ronca. No sabía porqué, pero algo le decía que era importante que ambos consiguiesen esa unión. Así que se irguió sobre él, moviendo su miembro junto el suyo. Su mano pálida, aferrando ambos, tentándolos en un arco cerrado y apretado. Con una de sus manos, obligó a la otra a cerrarse con mayor fuerza sobre ambos miembros.- Así, Maurice. Justo como tu cuerpo me succionaba antes.- Le provocó mientras soltaba su mano y lo dejaba a su ritmo de nuevo.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Estaba demasiado cerca del limite cuando el me confío ocuparme de nuestros miembros juntos, los acaricie abarcando ambos lo mejor que podía. Temblaba sintiéndome en el borde con cada caricia, bese su cuello y su ancho hombro hasta donde podía antes de que llegase a mi propio límite sintiendo el orgasmo llegar con tanta intensidad que clave mis dientes en su carne una vez más. Los temblores se prolongaron mientras seguía frotando a ambos juntos hasta que su propia esencia se mezclo con la mía.
- Amo… - susurre frotando mi rostro contra su piel, buscando un sitio cómodo contra él – espero que no le importe, pero dormiré aquí mismo – y si pretendía lo contrario me temo que el sería quien tendría que hacer el esfuerzo de sacar su desnudo trasero de la cama y llevarme cargando hasta mi habitación porque yo no pretendía mover ningún músculo.
Sin duda fue la experiencia más intensa que había tenido, pero de igual modo me sentía hecho polvo, todos mis músculos y mis partes más sensibles protestaban de agotamiento y dolor.
- Mañana limpiare el desorden – asegure entre ronroneos rodeándolo con mis brazos. Su piel fría no era precisamente algo reconfortante en una noche otoñal, sin embargo pronto mi calor se transferiría a él.
Era una pena no poder disfrutar un poco más de él, sin embargo necesitaba reponer fuerzas, el día sería bastante atareado, solo con reponer los destrozos en su habitación, sin mencionar que necesitaba idear maneras creativas de castigar al ama de llaves por la manera tan descarada en que lo había observado cuando el amo se expuso a sus voraces ojos.
- Amo… - susurre frotando mi rostro contra su piel, buscando un sitio cómodo contra él – espero que no le importe, pero dormiré aquí mismo – y si pretendía lo contrario me temo que el sería quien tendría que hacer el esfuerzo de sacar su desnudo trasero de la cama y llevarme cargando hasta mi habitación porque yo no pretendía mover ningún músculo.
Sin duda fue la experiencia más intensa que había tenido, pero de igual modo me sentía hecho polvo, todos mis músculos y mis partes más sensibles protestaban de agotamiento y dolor.
- Mañana limpiare el desorden – asegure entre ronroneos rodeándolo con mis brazos. Su piel fría no era precisamente algo reconfortante en una noche otoñal, sin embargo pronto mi calor se transferiría a él.
Era una pena no poder disfrutar un poco más de él, sin embargo necesitaba reponer fuerzas, el día sería bastante atareado, solo con reponer los destrozos en su habitación, sin mencionar que necesitaba idear maneras creativas de castigar al ama de llaves por la manera tan descarada en que lo había observado cuando el amo se expuso a sus voraces ojos.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Agobiante monotonia [Priv. Löwe][+18]
Sonrió con la cabeza enterrada en la masa revuelta de su cabello. Le encantaba cuando él le mostraba esa faceta caprichosa, podía captar algún que otro pensamiento disperso en su mente. Un gruñido salió de su garganta, feroz y arrogante, y antes de que pudiera darse cuenta de lo que estaba haciendo, lo estaba besando de nuevo. - Piensa en mí, sólo en mí.- Le gruñó mientras se separaba de él para sentarse en el colchón de la cama. Una punzada de dolor se abrió paso en su pecho, haciéndole difícil el respirar.
Se levantó en silencio y buscó en un baúl una de las mantas más gruesas que encontró. Se preocupó de conseguir una que fuera capaz de amortiguar su frialdad y también que fuera lo suficiente suave como para no dañar la piel de Maurice. Siempre había sido así, siempre le mimaba de la única forma que conocía, cuidando de él como si fuera una de sus posesiones más preciadas. Tal vez debía empezar a preocuparse, pues estaba empezando a actuar como un .... Su espalda se volvió rígida mientras se levantaba. No, él no había caído en esa trampa mortal, se repitió mentalmente mientras regresaba a la cama.
Él no estaba celoso. ¿Por qué debería?. ¿Quizás porque Maurice piensa en una mujer mientras está en tu cama?. Sus manos se cerraron con brusquedad sobre la tela, rasgándola como si fuera papel. ¡Maldita sea!. Suspiró con fuerza y se sentó en la cama, tapando a Maurice con cuidado. - No tienes que pedirme un hueco en mi cama, fallegt. Es tuyo para dormir o...- comenzó a reírse mientras le besaba el cuello y se acurrucaba a su lado, abrazándolo.- satisfacerte. Eres mío, así que asume tu responsabilidad.- Le susurró mientras intentaba ordenar su pelo.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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