Encuentros fortuitos [Privado Thadeus]

por **Daeva Němcova** Lun Mayo 27, 2013 6:42 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Los días pasaban seguidos por sus correspondentes noches en el burdel. Estas solían ser agitdas y agotadoras para las chicas, pero no para mi. Mi fama no se bien si por loca o por bella, se había extendido por Paris a lo largo de los últimos años y me había creado un nombre y una reputación que me permitían ser exquisita. También haber sido elegida por el mismísimo Rey de Francia como una de sus cortesanas ayudaba a ello, y aunque ya hacía bastantes meses que no venía a verme, la fama aún quedaba.

El caso es que esa fama me permitía elegir a mis clientes e incluso decidir las noches que trabajaba o no. Podría incluso haberme comprado una vivienda propia, pues tenía dinero ahorrado para ello, pero después de lo sucedido cuando era pequeña, tenía miedo de vivir en una casa que se pudiera quemar, sobretodo sola. De hecho también tenía miedo de encender el fuego, por eso mi habitación del burdel era la más fría, ya que la chimenea nunca se encendía. Tan solo se usaba para acumular montañas y montañas de libros, apilados unos encima de otros. Libros de política, de filosofía, de teatro... Todo tipo de libros y en varios idiomas. Esa era mi forma de mantenerme conectada con el mundo y al día de todo, quizá por eso era una de las mejores cortesanas, pues era capaz de mantener conversaciones de alto nivel sobre casi cualquier area de conocimientos.

Hoy era una de esas noches tranquilas... Pues al anochecer había recibido la visita de un Duque, uno un tanto especial con unos gustos un tanto especiales. Ese Duque fingía que venía a verme para saciar sus necesidades carnales, pero no eran estas las que saciaba, pues ni siquiera estaba interesado en el género femenino. Él saciaba otras mucho peor vistas... relacionadas con la sangre. Sus visitas cada cierto tiempo, si bien rápidas y muy bien remuneradas, me solían dejar débil para el resto de la noche, así que me reservaba esos momentos a solas. Además, el Duque me servía de cohartada para no tener que atender a nadie más esa noche, pues a ojos del mundo yo estaba encerrada en la habitación satisfacciendo a un famoso Duque, y no a solas después de que este escapara por la ventana y tardara unas cuantas horas en regresar.

Justo andaba ahora sobre el tocador, aplicándome un hungüento cicatrizando sobre la muñeca que el Duque había usado para alimentarse, cuando escuché un extraño alboroto abajo en el salón. Aún así no me molesté en levantarme del tocador y bajar a mirar, si no que seguí curándome la herida sin darle importancia. Algunas veces se armaban pequeñas trifulcas cuando un par de clientes borrachos se interesaban por la misma chica.

A lo mío seguí y despacio me coloqué una venda sobre mi fina muñeca. Mañana bastaría con que me pusiera un brazalete y listo, nadie notaría nada. Una vez terminé, me apliqué un poco de colonia y dejé la bata de seda sobre el biombo que había al lado del tocador, para caminar desnuda hacia la cama. Justo estaba retirando las sabanas de esta cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe y volvió a cerrarse. Sin entender nada, me giré un poco sobresaltada y fue entonces cuando me encontré cara a cara con el desconocido.

Por instinto, agarré la sábana y me cubrí con ella al tiempo que gritaba, pero su mano se cerró en torno a mi boca, sofocando el grito...

por **Daeva Němcova** Mar Jun 04, 2013 10:06 am

Yo no había hecho ningunabroma, porque yo nunca hago bromas ¿no? ¿No? Ufff, este hombre comenzaba a desconcertarme demasiado ¡No podía ser que yo hubiera bromeado! Pero claro, si lo pensab con frialdad la verdad es que mi comentario si que sonaba a broma. Eso me hizo tener ganas de fulminarle con la mirada, pero antes de hacerlo caí en la cuenta de ese pensamiento e interrumpí el gesto. ¡Una persona que no sentía nada no podía dejarse llevar por esas cosas!

-Pues ha debido parecerle mal, porque no he hecho broma alguna. Como bien dice soy una mujer seria que no gasta bromas. Debería tenerlo claro de ahora en adelante, antes de sugerir tonterías. -Si, quizá mi tono había sodo demasiado seco y demasiado drástico para un simple comentario inocente, pero es que no podía evitar sentirme extraña en su presencia, como si algo se removiera en mi interior después de mucho tiempo enterrado, donde por cierto es donde debía seguir.

De nuevo iba a hacer una mueca por lo de su "intensa presencia" pero me contuve a tiempo y me maldije a mi misma. Ese hombre me sacaba de quicio y al mismo tiempo me fascinaba de forma extraña al mismo tiempo. Con total descaro él se sentó sobre la cama y empezó a hacerme preguntas. Por suerte yo no era una mujer que guardara secretos. Los que tenía ya los había aireado hacía mucho tiempo y nadie los había creído así que daba igual decirlos o no, porque al final los tomarían solo por tontas historias de cortesana.

-Antes de nada alcánceme la bata por favor, la podrá ver en la silla que tiene a su lado. -Pues antes de empezar a hablar necesitaba ponerme ropa. No es que me diera vergüenza alguna mi cuerpo, pues una llega a insensibilizarse al respecto, pero agradecería poder mantener una conversación sin que los ojos del hombre se desviaran a mi cuerpo o su mente se pusiera a divagar sobre lo que había bajo las sábanas. ¡Todos los hombres eran iguales! Daba igual que aquel extraño no me hubiera mirado todavía de esa forma, porque al final lo acabaría haciendo.

-Nací y me crié en Rusia, al menos viví allí hasta los 10 años. -Le habría contado más, pero ya era suficiente información para una pregunta tan inocente. Sin embargo no tenía problema alguno en hablar de mi, siempre que podía lo hacía, no por ego o por algo así, si no por si alguna vez mis palabras llegaban a los oídos acertados y encontraba la ayuda que por tant tiempo pedí. Aunque sabía que era inutil y por lo tanto prefería disfrazar esa esperanza absurda de simple indiferencia. Así podía dormir más tranquila pensando que ya lo había superado. -Ahora dígame usted su nombre, o al menos uno por el que le pueda llamar que no sean los anteriores.

por **Thaddeus Dainard** Jue Jun 06, 2013 2:57 pm

Uuuuh ¡Es una mujer seria! Y no gasta bromas ¡Pues vaya cortesana! ¿Acaso no se usan también para contentar a los clientes no solo en asuntos sexuales sino también en sentido intelectual? Sé de hombres que les gusta venir aquí a charlar... claro y después terminar la charla de un modo mucho más agradable y movido. Hombres feos y de apariencia desagradable que solo pueden obtener este tipo de atenciones desembolsando una generosa cantidad de dinero. No es mi caso por supuesto, no porque sea agraciado y rematadamente atractivo sino porque para que las mujeres me halaguen y me den conversación me basta con ir al salón de juegos y ganar un par de manos a las cartas o a los dados. Entonces todas las damas de la sala hacen corrillos alrededor y me colman de halagos. Por supuesto también son damas de dudosa reputación pues cualquier mujer de alta cuna no osaría a recorrer los bajos mundos de las timbas de juego. Las mujeres respetables son las que esperan a sus maridos bordando o bien tejiendo, mientras ellos están en locales como este o como los que suelo frecuentar. El caso es que en ambas opciones ellos vuelven con los bolsillos vacíos y oliendo a perfume barato, o caro, dependiendo del poder adquisitivo de la fulana en cuestión.

- Pues debería sonreir más, es cierto que le saldrán más arrugas con la edad pero siempre he pensado que una sonrisa en un bonito rostro lo embellece incluso mucho más -le digo a la mujer de forma relajada. Obviamente no espero sonrisa alguna como respuesta sino otro desplante más.

De pronto me pide la bata y yo me encojo de hombros pues no sé para que quiere la bata ahora, total está tapada con la sábana y bajo esta no oculta nada que no haya visto ya en este paripé que hemos hecho a nuestros invitados. De todos modos como la bata está cerca y no quiero que se diga que no sé atender a una dama y concederle todos sus caprichos, extiendo el brazo y la alcanzo con los dados para tirar de la prenda y ofrecérsela.

- Así que de Rusia, ya decía que había notado algo extraño en su acento. Yo soy británico, como también habrá podido comprobar con mi marcado acento inglés -le respondo, dándole así también información sobre mi mismo- ¿No se va a rendir hasta que le diga un nombre, cierto? -añado sonriente, sin duda apreciando su tesón y su insistencia. Tales dones merecen sin duda ser recompensados pero obviamente no la conozco lo suficiente como para confiar en ella algo tan preciado como mi nueva identidad, esta con la que me ha costado tanto adquirir cierta reputación- Puede llamarme Robert, ya que insiste tanto. Me agrada ese nombre. ¿Le parece bien?

por **Daeva Němcova** Jue Jun 06, 2013 3:44 pm

En una cosa está equivocado, y es que aunque aquí vienen hombres que encajan en la descripción que ha dado mentalmente, eso no significa que sean los únicos. También vienen hombres apuestos y jóvenes que buscan diversión experta y sin complicaciones, hombres inexpertos que buscan aprender, incluso hombres cuyas esposas no les satisfacen y buscan la intimidad que ofrece este lugar para encontrar satisfacción. También vienen otro tipo de clientes, clientes con apetitos especiales... por ejemplo algunas cortesanas están experimentadas en prácticas sexuales más "agresivas" para satisfacer los apetitos sádicos de algunos clientes y clientas, pues no son solo hombres lo que vienen aquí.

-A algunas cortesanas no se nos paga por sonreír... De algunas se espera fragilidad, tristeza y seriedad. -Le explico pues más o menos aquí cada una representamos un papel. El mío es el de una mujer triste que lo ha perdido todo, una a la que los hombres quieren consolar. -Los hombres que me frecuentan a menudo desean consolarme y claro, hábilmente yo les indico como y al final acabo consolándolos yo a ellos, pero haciéndoles creer lo contrario. De esta forma su ego queda reforzado y se marchan felices. Además, ofrezco conversaciones interesantes e inteligentes, sobre casi cualquier tema. Algunos de mis clientes hasta me consultan sobre sus negocios o sobre ideas y planes que tienen.

En cuanto que me tiende la bata, me la pongo y así la venda de mi muñeca queda oculta, cosa que quedaba antes al descubierto y que también me ponía nerviosa. Ahora ya me siento más cómoda, por lo que dejo caer las sábanas con las que me cubría y estan se arrugan en mi regazo.

-Los acentos se pueden fingir, por ejemplo... ¿Digías que ahoga soy gusa? -Le digo ladeando la cabeza y mirándole con un amago de sonrisa mientras finjo un perfecto acento francés. -Robert ¿eh? Interesante elección para tu nombre falso. ¿Algún familiar tuyo se llamaba así? ¿Tal vez tu padre? ¿Algún amigo de la infancia? -La gente de normal cuando usa un nombre, recurre al de alguien que haya sido importante de alguna forma, ya sea buena o mala.

-Y dime ¿qué es lo que has robado? No es que me importe ni que te vaya a denunciar, solo tengo curiosidad y unas cuantas horas que pasar hasta que venga mi invitado. Ese que te hará salir de aquí.

por **Thaddeus Dainard** Sáb Jun 08, 2013 2:03 pm

Vaya, pues no sé que clase de enfermo pagaría a una mujer por estar triste. Me parece algo un poco retorcido pero bueno, supongo que hay gente para todo y ella se apresura a explicarme el porqué un hombre podría querer contratar los servicios de una cortesana deprimida. ¿Para sentirse más machos? Lo dicho, seguro que es cosa de viejos o de hombres de dudosa virilidad que necesiten reforzarla con estrategias de ese tipo.

- Entiendo, no apoyo la práctica pero puedo llegar a entender porqué un hombre podría buscar la compañía de una mujer triste. Pero... mi duda es ¿Si le pagan bien puede convertirse también en una prostituta alegre? -le pregunto en pos de satisfacer mi curiosidad y de paso cual grado de versatilidad tiene ella dentro de su profesión. La verdad es que es una profesión que tiene sus pros y sus contras. Los pros por supuesto son el dinero y el sexo a todas horas, yo no me quejaría de una situación así, lo malo es que hasta que no alcances cierta categoría dentro del gremio no es que se pueda ser demasiado exquisito escogiendo compañeros de cama y uno tiene que tener buenas tragaderas hasta entonces- Entonces debes saber muchos secretos de los empresarios del país... interesante, muy interesante. No sé, la persona adecuada con la información adecuada podría hacer milagros... -le sigo diciendo poniendo a funcionar mi cabecita chanchullera prodigiosa.

Entonces ella se pone a hablar en francés exagerando el acento y ladeando la cabeza cual perrillo así que me echo a reir. Bueno, no importa que nos escuchen, total ella ya me ha dicho que suele proveer de conversación a sus clientes. Lo que dudo que se crean mucho es que precisamente ella está haciendo reir a un hombre.

- Muy convincente -sentencio señalándola con el dedo y luego deteniendo las risas para mirarla con curiosidad- Y muy inteligente. Robert es el nombre de mi padre, el cual le pusieron también a uno de mis hermanos mayores. No fue esa mi suerte -le respondo y entonces me pregunta por el objeto del robo asi que introduzco la mano en el bolsillo secreto de mi levita para sacar un lujoso brazalete engastado completamente con diamentes- ¿Qué le parece? Es hermoso y vale una fortuna.

por **Daeva Němcova** Sáb Jun 08, 2013 3:07 pm

¿Una prostituta alegre? Mmm, no me veo yo muy alegre... Nunca he sido alegre, salvo de niña. Pero no se, supongo que alguna que otra vez hasta yo he disfrutado con algo y he sonreído de verdad. De todas formas eso ha sido en pocas ocasiones y definitivamente nunca con los clientes. Esos son solo eso, clientes, por lo que a ellos les ofrezco una máscara que representa lo que desean ver. Si dejara que me vieran verdaderamente como soy correría el riesgo de albergar sentimientos no deseables para una cortesana. Los hombres que vienen aquí no buscan amor, en todo caso buscan una ilusión de amor. Pero nunca podría obtenerlo de un cliente, pues al final tarde o temprano, esa persona acabaría dándose cuenta de lo que soy y he sido, y nadie acepta de buen grado estar con alguien que ha pertenecido a muchos hombres, al menos físicamente hablando. Quizá en otra época, en otro tiempo... Pero ahora no, en esta sociedad en la que vivimos ningún matrimonio así podría funcionar.

-Si me pagan lo suficiente puedo fingir estar alegre y ser condenadamente convincente. También puedo fingir estar entretenida con una conversación o estar disfrutando de las atenciones de un hombre. Ninguno de mis clientes se ha quejado, la verdad. -Supongo que soy tan buena mentirosa como él, quizá por eso me ha caído bien. Por eso y porque como no es un cliente, ni tiene pinta de serlo ya que dudo que pudiera pagarme, no tengo que molestarme en epresentar ningún papel. -Y claro que conozco los secretos de mis clientes, sin embargo que los conozca no significa que los use. Es precisamente mi confidencialidad, uno de mis mayores encantos para mis clientes. -Conmigo se sientes seguros y no juzgados. Saben que pueden expresar cualquier opinión, por peligrosa que sea, que yo no diré nada. Por eso tienden a desahogarse y a convertirme en una pequeña y peligrosa caja de Pandora, sabedora de los secretos más turbios del país.

Cuando me confiesa que tampoco es Robert su nombre, si no el de su padre y uno de sus hermanos, sonrío ligeramente, no de forma alegre, si no de forma orgullosa. En efecto, mi teoría se confirma de nuevo, aunque eso nos lleva otra vez al punto de partida.

-Entonces si acaba de reconocerme que Robert no es su nombre ¿cuál es? ¿O prefiere que le llame por el nombre de su padre? La verdad es que no tengo problema en ello. -Total, si me dice otro nombre ahora, probablemente tampoco sea el verdadero, así que qué más da.

Es entonces cuando me enseña el brazalete que ha robado, uno que al instante se a quien pertenece. Es de Meredith, la nueva favorita del rey. Y si, en efecto, es una buena pieza, una que Meredith ha ido enseñándonos una y otra vez hasta la saciedad, especialmente a mi, ya que era la antigua favorita del rey y está todavía celosa por ello.

-Es una hermosa pieza, pero le recomiendo que tenga cuidado al venderla. ¿Sabe que es parte de las antiguas joyas de la corona? Probablemente de alguna antepasada del ya muerto rey. Su dueña estará especialmente ansiosa por recuperarla, ya que de ella dependen los favores de su importante protector, pues fue un regalo de este. -Le explico, sin hacer el menos amago de querer acercarme a la joya, una que le va a traer más de un quebradero de cabeza a "Robert". -Líbrese de ella lo antes posible o su cuello acabará en la guillotina.

por **Thaddeus Dainard** Dom Jun 09, 2013 3:05 pm

- Hmmm ¿Y porqué fingir? ¿Acaso no puede permitirse disfrutar de verdad con las atenciones de un hombre? ¿Tampoco puede sonreir cuando de verdad algo la divierte? Todo se centra en aparentar, en fingir lo que no es... cuando lo más fácil sería ser quienes somos y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Yo quizás manipule mi nombre y cambie mi identidad pero en esencia soy el mismo hombre de siempre, a la hora de encandilar a una dama o a la hora de mantener una conversación -le respondo, pues no entiendo que beneficio puede sacar uno como persona fingiendo que algo le agrada o que algo le hace feliz. Por supuesto a ella eso le repercute en más clientes pero bueno, a nivel personal nunca le aportará felicidad- ¿Nunca ha hecho nada que de verdad deseara hacer? -le pregunto curioso, pues sin duda es una mujer muy compleja y si eso ya lo son las mujeres de por si a ella la alza a una categoría absolutamente indescifrable.

Al menos me alegra que la confidencialidad sea uno de sus grandes rasgos así que supongo que no peligra mi cabeza pues podría hacerles una descripcion de mi rostro a la policia y en nada la ciudad estaría atestada de retratos mios por todas partes. Aunque... yo no es que sea precisamente un cliente así que no sé si tengo que serlo para que se cumplan sus cláusulas.

- Es muy insistente con lo de mi nombre ¿Es que acaso necesita saberlo como algo puramente personal? No sé, para ponerle un nombre al galán que pueble sus sueños a partir de este momento -le respondo riéndome- Hagamos un trato, si usted me regala una sonrisa de las convincentes le diré mi nombre -añado sacando a relucir mi astucia y mi picaresca. Bueno, uno no se establece en una ciudad como Paris llegando con los bolsillos vacíos simplemente siendo honrado, eso es imposible- ¿Parte de las joyas de la Corona? Interesante, aun así pensaba desarmarla y vender los diamantes por un lado y el oro blanco por otro, así sería prácticamente imposible su rastreo. Pero le agradezco sinceramente su preocupación por mi persona y por el hecho de que mi cabeza siga en su lugar.

por **Daeva Němcova** Dom Jun 09, 2013 4:36 pm

-No, claro que no... No hay mayor peligro para una cortesana, que permitirse disfrutar y olvidarse de lo que realmente es. Si yo me permitiera el lujo de disfrutar con mis clientes, correría el riesgo de acabar albergando sentimientos por ellos, sentimientos que entorpecerían mi trabajo y a la larga me harían inmensamente infeliz y desdichada. -Porque ellos solo verían en mi a la prostituta, no a una mujer a la que querer y mucho menos, una mujer a la que poder respetar. -Además, sentir cosas está sobrevalorado, pues por cada cosa buena que sientes, sufres por culpa de otras cinco malas. -Por eso simplemente era mejor no sentir. El ser humano tenía cierto límite de tolerancia al dolor, una vez superado ese límite o enloquecías o dejabas de sentir. Yo elegí dejar de sentir, aunque a ojos del mundo suelo muchas veces ser confundida con una loca.

-Pero tu eres un hombre, uno del que una mujer se podría enamorar, así que no corres riesgo alguno siendo tu mismo y permitiéndote implicarte. Las mujeres de mi profesion no tenemos esa posibilidad. -Solo las tontas se permiten disfrutar de su trabajo. El resto somos suficientemente listas como para interponer una capa de frío hielo entre este y nustro corazón. Y es que por mucho que digan, al final el placer siempreconduce al amor, o al menos a la obsesión.

-Es puramente personal. Soy una persona curiosa que me gusta saber todo lo posible, de ahí mi insistencia. Lamento que no sea por lo que usted deseaba. -Soñar con él... imposible. Hace mucho tiempo que no sueño con nadie, menos con hombres apuestos. De hecho el último sueño que tuve fue una pesadilla en la que el burdel se incendiaba y yo estaba atrapada dentro.

-Hagamos otro trato, si usted es capaz de arrancarme una sonrisa de verdad, le regalaré una noche de mis servicios gratuitos. Si no lo consigue, enotnces me tendrá que decir su nombre. -Le propongo como alternativa a su trato, pues dudo que pudiera simplemente sonreirle sin más. Siempre sería una sonrisa falsa, pues ya n ome quedan de las auténticas.

Ante su plan para vender las joyas, asiento con la cabeza, es una buena idea la verdad. De hecho por raro que parezca no se me había ocurrido, pero claro, yo no soy una experta ladrona, aunque bueno, presiento que si frecuentara a este hombre un poco más, acabaría siéndolo, o al menos siendo una entendida sobre ello.

por **Thaddeus Dainard** Jue Jun 13, 2013 8:18 pm

- Entonces ¿Ocultándolos es feliz? No me malinterprete, creo que tiene razón en mantener esa postura pero... así tampoco se asegura la felicidad. Escogiendo bien una opción u otra siempre sale perdiendo. Primero por no atreverse a amar en beneficio de su trabajo y después por viviendo sola y desdichada por el mismo motivo. Supongo que el tener dinero y una posición de cierto "lujo" la debe de hacer lo suficientemente feliz como para sacrificar todas esas cosas -el respondo encogiéndome de hombros- Normalmente las mujeres anhelan marido, hijos... ¿No son suficiente para usted esas aspiraciones?

Es algo complicado y arriesgado, porque haciendo las cosas como las hace está en cierto modo a salvo pero infeliz, si arriesgara podría acabar repudiada y completamente destrozada. Yo que soy más cabeza loca y atrevido probablemente arriesgaría y luego me daría tremendo morrazo contra el suelo pero ella es más precavida y es igualmente válido.

- ¿Qué? Perdone pero ese trato me parece poco viable, usted parece la mujer de hielo y seguro que lleva un montón de años entrenando. Usted cuenta con ventaja para aguantar mis bromas y no reirse en absoluto. Además ¿Porqué piensa que pueda interesarme una noche de sus servicios de forma gratuita? Podría ser un hombre casado o comprometido, usted no sabe nada de mi -añado, pues de esa forma sé que en vez de saciar su curiosidad le estaré dando echando más madera a la hoguera, avivando su interés. Por supuesto me he dado cuenta de que me ha tuteado y además ha dicho que soy un hombre del que una mujer facilmente podría enamorarse. ¡Eso me halaga y ensalza mi ego!- ¿Desde cuando nos tuteamos mi señora? ¿Es que unos cuantos restriegues ligeros de ropa nos hacen permitirnos tales licencias?

por **Daeva Němcova** Vie Jun 14, 2013 9:01 am

-Usted no lo entiende, monsieur... No se trata de ser feliz o no, se trata de no sufrir. Algunas personas nacemos sin el derecho a ser felices o nos lo arrebatan, quizás ambas cosas y si nos lo arrebatan es porque nacimos sin ese derecho por los caprichos del destino. -Trato de explicarle, pues por lo que parece, él es de los hombres idealistas y románticos, una mala plaga la verdad. Ellos son los que dañan a las mujeres con falsas promesas, los que se baten en duelos, los que planean revoluciones que matan al pueblo... Al menos desde mi punto de vista de persona práctica y fría, con los pies bien plantados en el suelo. -Una cortesana nunca podrá tener un marido que la quiera y la respete, ni hijos a los que no avergüence. Así que no, no anhelo eso, pues he aprendido a no anhelar lo que nunca podré tener. Aunque bueno, hubo un tiempo en el que si soñaba con eso.

Diez años atrás, cuando vivía en Rusia con mis padres y no era más que una niña de clase alta que vivía rodeada de lujos y amor familiar... En ese momento si que soñaba con casarme, soñaba con mi baile de presentación en sociedad, con cómo iría vestida, con quien me sacaría a bailar y cómo podría ser mi marido. Soñaba con casarme con algún hombre adinerado y tener una familia feliz como la de mis padres... Y entonces me lo arrebataron todo.

Por un momento, mientras estoy perdida en esos recuerdos dolorososo, mis ojos se nublan, más no tardo en regresar al presente, traída por las palabras del hombre.

-¿Y que importaría que estuviera casado o comprometido? ¿Acaso eso le impediría disfrutar de los servicios de una cortesana? Aquí vienen todo el rato hombres en esas condiciones, así que no veo el problema. -Salvo mi padre, todavía no he encontrado hombre alguno que sea fiel a su mujer, aunque quizá eso se debe a que como casi no salgo de este lugar, no puedo conocer a los hombres que no vienen por aquí y que viven felices con sus mujeres e hijos. -Además, permitame recordarle que hace un momento sugirío un par de veces que podríamos divertirnos juntos hasta la llegada de mi Duque. Eso a mi entender es que desea mis servicios, más no puede pagar por ellos. -Añado al final, haciendo un amago de sonrisa irónica. Ufff, un amago... eso ya es mucho, de normal ni siquiera quiero ser irónica con nadie, no me merece la pena el esfuerzo y sin embargo con él querría darle un poco de su propia medicina y bajarle ese ego tan grande que tiene.

Por desgracia soy yo la que recibe un golpe en mi ego, cuando "Robert" se encarga de decirme con ritintin que le acabo de tutear. ¿En serio? ¿Puede ser eso cierto? ¡Oh no! Calma... No puedo ponerme nerviosa y sin embargo soy incapaz de evitar agarrarme a las sábanas y fulminarle con la mirada.

-Yo no le he tuteado, señor. Ha debido ser cosa de su enorme y fantasiosa imaginación, que le ha hecho pensar que yo podría tutearle. Nada más lejos de la realidad y por supuesto nada que quede permitido por unos cuantos falsos restriegues de piel y ropa, los cuales le recuerdo que fueron para salvar su pellejo. Así que debería mostrarse un poco más agradecido conmigo.

por **Thaddeus Dainard** Miér Jun 26, 2013 3:23 pm

Arqueo una ceja ante sus divagaciones sobre el derecho de ser felices de las personas además de sus alegaciones sobre el destino o lo que uno merece o no.

- Creo sinceramente, si me permite decirlo, que eso son paparruchas completamente infundadas. Uno puede luchar por su propia felicidad. Es cierto que unos pueden acceder a ella con mayor facilidad y otras personas lo tienen más complicado por... ¡Las circunstancias de la vida! Pero no por ello deben rendirse y aceptar simplemente lo que venga. Las cosas realmente valiosas cuesta conseguirlas -le respondo, pues su filosofía me parece un tanto pesimista y al contrario yo soy un hombre bastante optimista y luchador. No hace más falta que ver a donde he llegado procedente de los muelles de Santa Catalina en Londres. El hijo de un humilde pescador codeándose con la jet set de París y vistiendo caros y elegantes ropajes. Sin duda si ahora puedo beneficiarme de todos esos lujos es porque luché y porque me labré mi destino por mi mismo- No creo que una cortesana no pueda tener marido e hijos, una persona no es más o menos respetable por su oficio sino por su calidad humana. Veo que es usted una persona muy negativa pese a su juventud ¡Ni que tuviera usted 80 años y estuviera al borde de la muerte! Sin esperanza e ilusión alguna -añado encogiéndome de hombros.

Yo al menos puedo presumir de no rendirme, de aspirar a más... Si alguna vez he cometido el error de soñar demasiado pues me he dado de bruces contra el suelo y me he levantado con todavía más fuerzas para seguir adelante.

- A mi me importaría estar casado o comprometido a la hora de contratar los servicios de una cortesana. Puesto que a mi no me gustaría que multitud de caballeros disputaran y disfrutaran de los "encantos" de mi mujer -le respondo con una sonrisa resplandeciente- Quizás solo bromeaba y trataba de halagarla. Usted es una mujer hermosa y estoy seguro de que ningún hombre en su sano juicio y con plena salud sexual se atrevería a despreciar sus servicios. Sin embargo como usted ha puntualizado tiene razón, le agradezco lo que ha hecho para encubrirme de mis perseguidores. Cualquier otra dama no habría dudado en gritar y alertarles de mi furtiva presencia en sus aposentos.

por **Daeva Němcova** Jue Jun 27, 2013 2:21 pm

-¿Y de que sirve luchar para conseguir la felicidad, cuando luego habrá siempre alguien que trate de arrebatártela? Al final siempre hay que pagar un precio por la felicidad y cuanto mayor esta, mayor es el precio y más destrozado te deja. -Hasta que te vuelve un ser frío e insensible como yo, uno que hace mucho tiempo que ya no siente nada. Verdaderamente si que soy un ser de hielo, pero solo porque se empeñaron en hacerme así. solo tuve dos opciones, o caer en el terrible e irreparable pecado de cortarme las venas o congelar los trozos de mi destrozado corazón y no dejar que nunca nadie más se acercara a este, ni siquiera yo misma.

-Bueno, puede que definitivamente no tenga 20 años, pero la vida me ha tenido muchas veces al borde de la muerte. Además, no me mienta señor... Sea sincero conmigo, al menos en esto, ya que no lo será en su identidad. ¿Usted podría casarse con una prostituta? ¿Amarla a pesar de saber que cientos de hombres la han tocado? ¿Podría respetarla? No mienta, Monsieur... Ningún hombre gusta de saber que su mujer ha estado con otro, como para encima saber que ha estado con muchos.

Sus palabras siguientes, no hacen si no confirmar mis preguntas. En el fondo él es como todos y no le gustaría que otros disfrutaran de los encantos de su mujer. Eso a mi entender significa que no podría amar nunca a una mujer de la que hayan disfrutado otros.

-Bueno, pero los hombres tienen esa especie de dispensa personal que les permite acudir aquí y engañar a sus mujeres sin que les miren mal por ello en la alta sociedad. A diferencia de las mujeres que no podrían hacer lo mismo sin arriegsarse a ser repudiadas y/o detenidas y castigadas. -¡Que mundo de diferencias más crueles! Es injusto que la mujer tenga menos valor que un hombre... Sin embargo hay algo curioso y es que en el mundo de las cortesanas, los hombres están claramente en desventaja y mucho peor vistos que nosotras. Al menos en eso somos "superiores".

-Acepto su agradecimiento, pero no olvide usted que no está ante una dama corriente, una que gritaría asustada si un ladrón se hiciera con sus joyas. Si usted deseara robarme podrían suceder dos cosas, una que le pegara un tiro por la espalda mientras huye o simplemente que le dejara irse con algo que no tiene valor alguno para mi. Por raro que parezca, el dinero no tiene valor para mi. Todo el que tengo no sirve para darme lo único que deseo en esta vida, pues el dinero no puede resucitar a los muertos. -Le digo al tiempo que desvío la mirada hacia la ventana, a través de la cual se ve un bonito cielo estrellado. La ventana está cerrada por ahora, pero en breves tendré que abrirla para dejar entrar al Duque, aún así por culpa de la paranoia y el miedo que siempre me acompaña, acostumbro a cerrarla y a encerrarme en esta alcoba.

por **Thaddeus Dainard** Mar Jul 09, 2013 2:32 pm

Sonrío de medio lado al escuchar su peculiar filosofía. Es una mujer muy joven para pensar ya así. Tiene toda la vida por delante y debería ser más positiva y luchadora, sin duda.

- Precisamente por eso es tan emocionante la búsqueda de la felicidad, porque cualquiera te la puede quitar y te mantiene con esa intriga por dentro, ese deseo de superarse día a día, de mantenerla... porque cuesta mucho encontrarla como para resignarse a perderla sin luchar. Sin embargo entiendo que si usted nunca ha sido feliz entonces no anhele recuperar ese sentimiento... ese cosquilleo en el cuerpo que le da a uno fuerzas para vivir, para pensar en el futuro ¿Usted piensa vivir toda la vida de esto? ¿Vivir en este burdel? -añado, curioso por indagar más en la vida de esta joven que habla como si fuera una vieja de 90 años que se encuentra al borde de la muerte. Sin ilusiones, sin nada que encienda su mirada y su corazón.

Luego me hace esa pregunta sobre si yo como hombre aceptaría a una cortesana como esposa, una que haya pasado por muchas manos y haya compartido cama con muchos hombres.

- Hmmm no lo sé, depende de la mujer en cuestión y de cuan intenso sea mi amor por ella. Y por supuesto si supiera que para ella soy distinto a los demás, si realmente marqué la diferencia en su vida -le respondo, pues al fin y al cabo eso es lo que importa- Cuando dos personas se unen el pasado que no han tenido en común no importa, no se puede juzgar, solo importa el futuro que fabriquen juntos -añado, sonriendo mientras miro hacia la ventana igual que hace ella- ¿Quiere que abra la ventana? -le pregunto levantándome del borde de la cama para ponerme de pié- Es cierto, no se puede resucitar a los muertos, ni la magia más poderosa de los gitanos o hechiceros puede lograrlo. Pero en el fondo ellos se mantienen vivos en nuestro corazón y en nuestra memoria mientras les recordemos.

por **Daeva Němcova** Sáb Jul 20, 2013 7:17 pm

-¿Y quien le ha dicho que yo no he conocido la felicidad? -Porque vamos, yo no he dicho eso en ningún momento, solo he dicho que hay que pagar un precio por ella, por ser feliz. Eso para i significaba claramente que yo si la conocí, que fui feliz al menos en un tiempo pasado de mi vida. Cuando era una niña inocente...

De todas formas tengo que reconocer que su discuros sobre la felicidad casi me arranca una sonrisa. No puedo entender como precisamente un ladrón es capaz de hablar tantísimo y encima sobre la felicidad y lo que hay que luchar por ella. Cualquiera en su sano juicio pensaría que un ladrón no puede aspirar a ser feliz y sin embargo el hombre que tengo frente a mi me suerta discursos filosóficos sobre ella. No tiene sentido.

[c]-No lo se... no pienso en el futuro. Pero supongo que cuando ya no tenga clientes o simplemente me canse me iré de aquí y me compraré una casa con lo que tengo ahorrado. Quizá una en el campo donde nadie me conozca y pueda vivir aislada del mundo.[/b] -Esa es la historia que cuento al menos, la realidad es que no espero nada, simplemente algún día moriré o me suicidaré y nadie se acordará nunca más de mi. Habré fracasado en restaurar el nombre de mi familia, porque simplemente hace ya tiempo que dejé de intentarlo. -¿Y usted que hará? ¿Dejará algún día de robar y se establecerá en algún lugar para llevar una vida honrada? -Le pregunto con curiosidad, pues no se cuales son los sueños de un ladrón. ¿Acaso las personas como él tienen sueños y propósitos de futuro? ¿Roban para logar algún sueño o simplemente para sobrevivir día a día?

-Si por favor, abra la ventana. El Duque debe estar al llegar y usted será libre de irse, eso si, espero que cumpliendo previamente su deuda por perder la apuesta conmigo y decirme su nombre. -Añado incorporándome un poco en la cama y mirándole desde donde estoy, observando por primera vez su perfil a la luz de la luna. La verdad es que sin el bigote y la peluca es un hombre bastante apuesto, no me estraña que pueda encandilar con facilidad a las mujeres para robarlas.

-Dígame tan solo una cosa... ¿Qué opina de la venganza? Si no se puede hacer nada para resucitar a los muertos, ¿que piensa sobre vengarlos? -Le pregunto con seriedad, pues de pronto una idea descabellada ha cruzado por mi mente. Quizá él, con sus habilidades para relacionarse con la gente, para hacerse pasar por todo tipo de personas y con su don de palabra, quizá él podría ayudarme a restaurar el honor de mi familia, a ser reconocida de una vez por todas por lo que soy, no por mi profesión. Puede que no tenga una casa a la que volver, pero mi familia tenía muchas propiedades que están en manos del estado, en donde para colmo se considera como un traidor a mi padre. -Porque quizá podría ofrecerle un trato... Me gustaría hacer uso de sus habilidades para recuperar una fortuna que me pertene y a cambio le daría una parte de esta. Por supuesto yo aportaría la información, tan solo necesitaría a alguien "respetable" que la defendiera... Y estoy segura de que tiene algún disfraz de hombre respetable... ¿me equivoco?

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Encuentros fortuitos [Privado Thadeus]

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