AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
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¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Ya no había nada que hacer más que salir corriendo. Escapar por lo que era un pequeño error. Un hombre había pedido mis servicios, y yo había aceptado gustosa. Era atractivo, de sonrisa coqueta y totalmente forrado de dinero. Sin embargo, ¿cómo iba yo a saber que él no sería mi cliente, sino su padre, un viejo e impotente pervertido? No podía aceptarlo, por más dinero que me ofrecieran. Yo disfrutaba de mi trabajo, pero no obraba milagros. Tan solo haber captado su mirada morbosa sobre mi cuerpo me había dado un escalofrío, y claramente, este no era de placer. Me repugnaba tanto la idea de ser tocada por una persona así, que no vi otra escapatoria más que la de salir corriendo. Aun así, debía admitir que quizás me había excedido un poco con el puntapié en la entrepierna del viejo. Y ya no había otra salida, ninguna otra más que los callejones como laberintos de París. Era tan tarde, que de haber podido tener elección, no me habría arriesgado tanto a recorrer esos callejones de mala muerte. Era un mar de sombras, cada una moviéndose en forma de un gato de ojos brillantes o la rama seca de un árbol. Cuando iba a bajar las escaleras, doblando una esquina, el tacón de mi zapato cedió a lo inevitable y se rompió.
Lo último que vi fue el suelo aproximándose a mi rostro. Un fuerte y molesto dolor en la nariz. Después, solo podía oír un zumbido en el oído, y la cabeza me retumbaba con tanta fuerza que creí que explotaría. Al principio, solo podía sentir el punzante dolor en el rostro, intentaba no ahogarme con mi propia sangre, y respirar por la boca para aliviar un poco mi sufrimiento. Y luego, cuando comencé a asimilar lo que había sucedido, y lo que sucedería después, me quedé helada. Mi nariz. No era la más bella de París, pero era bonita, y sabía los puntos que me daba a la hora de coquetear con un cliente guapo. No podía ser... no. Sabía bien que los médicos hacían reparaciones de todo tipo, pero que en la mayoría de los casos, quedaban horribles cicatrices que perduraban hasta la muerte. ¡No en mi rostro! Creí que alguien más estaba en aquel callejón, hasta que me di cuenta que era yo, gimiendo una y otra vez cuanto quería mi nariz de vuelta.
Todo el lugar estaba en penumbras y en silencio, y cuando creí que había sido suficiente expectación, un sonido distante me arrancó un grito ahogado de terror.
Lo último que vi fue el suelo aproximándose a mi rostro. Un fuerte y molesto dolor en la nariz. Después, solo podía oír un zumbido en el oído, y la cabeza me retumbaba con tanta fuerza que creí que explotaría. Al principio, solo podía sentir el punzante dolor en el rostro, intentaba no ahogarme con mi propia sangre, y respirar por la boca para aliviar un poco mi sufrimiento. Y luego, cuando comencé a asimilar lo que había sucedido, y lo que sucedería después, me quedé helada. Mi nariz. No era la más bella de París, pero era bonita, y sabía los puntos que me daba a la hora de coquetear con un cliente guapo. No podía ser... no. Sabía bien que los médicos hacían reparaciones de todo tipo, pero que en la mayoría de los casos, quedaban horribles cicatrices que perduraban hasta la muerte. ¡No en mi rostro! Creí que alguien más estaba en aquel callejón, hasta que me di cuenta que era yo, gimiendo una y otra vez cuanto quería mi nariz de vuelta.
Todo el lugar estaba en penumbras y en silencio, y cuando creí que había sido suficiente expectación, un sonido distante me arrancó un grito ahogado de terror.
Beatrix Hathaway- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 09/02/2013
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
El poder y la fuerza sólo existen en mí, que soy el poderoso y el fuerte.
Max Stirner
Max Stirner
Era una de esas noches en las que se sentía fastidiado de todo, quería golpear a alguien y después darse una vuelta por el burdel, quizás eso aumentara sus ánimos y si eso no funcionaba siempre podía buscar algún sobrenatural al cual matar después de todo sobraban seres de aquellos con los cuales poder divertirse y mientras menos hubiera todo era mejor para la inquisición, mataría dos pájaros de un tiro por así decirlo.
Con cada paso se escuchaba el sonido de sus pisadas fuertes y decididas, las calles en forma de laberinto de París eran nada más que un simple juego de chiquillos.
Su molestia estaba aumentando por el simple hecho de que aun no podía encontrar algo de lo que esperaba que calmara su estado; hasta que a lo lejos escucho unos pasos veloces y suaves, una mujer. Una sonrisa apareció en su rostro y se mantuvo inmóvil en un lugar apartado de donde pasarían aquellos pasos, hasta que apareció la figura; corriendo en la oscuridad como si su vida dependiera de ello, pero sin haber signos de que alguna amenaza. Desde donde estaba pudo percibir el olor que despedía esa mujer y que era tan típico de las de su clase, era nada más y nada menos que una cortesana, una demasiado torpe al parecer pues por andar en esas carreras sin sentido ahora se encontraba en el suelo y con una nariz sangrante.
Astor rió con fuerza desde el lugar donde estaba, pero al parecer la forma de aquellas calles hizo que su risa sonara de una manera extraña y la chica gritó.
Moviendo sus pies en dirección a ella, se acercó y se agachó a su lado.
- ¡Deja de gritar!, no hay nada más que tu y yo aquí mujer - sin esperar que ella dijera algo o si quiera captara algo de lo que había dicho llevó su mano hasta el mentón de ella y le hizo mirarlo - Pero que cosa más fea te has hecho en la cara - su estruendosa risa sonó de nuevo, pues verla de cerca solo aumentaba lo gracioso del asunto - ahora al parecer nadie te querrá - acercó el rostro de ella al de él y la olió - la nariz rota y apestosa a mujerzuela - finalmente soltando el mentón de la joven se levantó y tomando el brazo de ella le hizo que se levantara - para tu fortuna, no soy alguien delicado mujer y puedo encargarme después de que tu nariz quede algo parecida a la que tenias antes - ciertamente con el dinero que poseía podía buscar la forma de que no terminara con una horrible cicatriz en el rostro y no era que en realidad le interesara ayudarla si no que bueno, era más bien parte de la transacción - solo que bueno, antes de eso necesitare de tus servicios - sonrió entonces, olvidandose de toda su molestia anterior pero no eliminandola de su interior.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
La mayoría de las personas dan por hecho que la noche es el velo que cubre a todas las criaturas maléficas, a los "semi-humanos" que vagan por callejones como aquel en busca de nuevas victimas. Yo, sin embargo, había pasado toda mi vida dudando de ese tipo de mitos, pues me parecían tan absurdos como la idea de ser una dama de sociedad; habían limites, ese tipo de líneas invisibles que decidían hasta donde podíamos llegar en nuestro umbral de paranoia. El mío por lo general, siempre había sido muy bajo. Incluso teniendo la amistad de Lolita, que casi parecía una ninfa lista para seducir a quien encontrara interesante; había algo que me impedía creer en todo tipo de historias de fantasmas y monstruos sedientos de sangre humana. En ese momento, cuando el ardor de la nariz pasó a segundo plano, y el puro e instintivo miedo me asaltó de pronto, no estuve tan segura.
Quien me había levantado, y no sin cierta brusquedad, había sido un hombre que a plena luz del día podía llamar atractivo. Esa noche no podía ni siquiera pensar en él como un hombre, sino como un depredador listo para hacer lo que quisiera, sin importar mi voluntad. Y así fue, porque tras sus palabras burlonas y sus descarados insultos a lo que ahora era mi nariz rota, me propuso algo tan humillante que ni siquiera tuve el valor de escupirle a la cara. Era una situación delicada, y mi alterado corazón parecía notarlo. No podía imaginarme en su cama, con él encima, no podía ni pensar que hubiese una mínima posibilidad, pero temía tanto morir, que se me quebró la voz al decir:
- N-No... esta noche no ofrezco mis servicios.- me sentí orgullosa al darme cuenta que pude evitar que mi voz sonara congestionada. Levanté la mirada en un gesto de dignidad, aunque no me fue posible desafiarlo de ninguna manera, porque en realidad, las piernas me estaban temblando con violencia.- Lo lamento, señor... será después.
No dejaba de pensar en la forma de escabullirme de ahí, la cual podría ser a base de mentiras blancas que mostraran cuan ocupada estaba... o simplemente, podía alejarme, lo que al parecer ya venía haciendo desde que respondí a su propuesta. Estaba cerca de la salida del callejón, pero ya sabía yo que esta solo me llevaría a otro más, lo cual me obligaría a correr tanto como pudiera hacerlo. Con la adrenalina que sentía en el pecho, me sentía capaz de recorrer París en una hora. Lo único desafortunado en mi intento de escapar, fue que al no fijarme por donde iba, pisé un hueco en el suelo y me tambaleé hacia adelante, tal como me había sucedido antes. En esta ocasión, en lugar de caer directamente al polvoriento piso, choqué con una pared, de manera que puso reposar ahí un segundo, con los latidos de mi corazón retumbando en mi cabeza.
Quien me había levantado, y no sin cierta brusquedad, había sido un hombre que a plena luz del día podía llamar atractivo. Esa noche no podía ni siquiera pensar en él como un hombre, sino como un depredador listo para hacer lo que quisiera, sin importar mi voluntad. Y así fue, porque tras sus palabras burlonas y sus descarados insultos a lo que ahora era mi nariz rota, me propuso algo tan humillante que ni siquiera tuve el valor de escupirle a la cara. Era una situación delicada, y mi alterado corazón parecía notarlo. No podía imaginarme en su cama, con él encima, no podía ni pensar que hubiese una mínima posibilidad, pero temía tanto morir, que se me quebró la voz al decir:
- N-No... esta noche no ofrezco mis servicios.- me sentí orgullosa al darme cuenta que pude evitar que mi voz sonara congestionada. Levanté la mirada en un gesto de dignidad, aunque no me fue posible desafiarlo de ninguna manera, porque en realidad, las piernas me estaban temblando con violencia.- Lo lamento, señor... será después.
No dejaba de pensar en la forma de escabullirme de ahí, la cual podría ser a base de mentiras blancas que mostraran cuan ocupada estaba... o simplemente, podía alejarme, lo que al parecer ya venía haciendo desde que respondí a su propuesta. Estaba cerca de la salida del callejón, pero ya sabía yo que esta solo me llevaría a otro más, lo cual me obligaría a correr tanto como pudiera hacerlo. Con la adrenalina que sentía en el pecho, me sentía capaz de recorrer París en una hora. Lo único desafortunado en mi intento de escapar, fue que al no fijarme por donde iba, pisé un hueco en el suelo y me tambaleé hacia adelante, tal como me había sucedido antes. En esta ocasión, en lugar de caer directamente al polvoriento piso, choqué con una pared, de manera que puso reposar ahí un segundo, con los latidos de mi corazón retumbando en mi cabeza.
Beatrix Hathaway- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 09/02/2013
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
"Bienvenida a la oscuridad"
Miedo, enervante emoción a los ojos y olfato del inquisidor, que era lo único que podía percibir de la mujer. Aunque en cierta manera eso le parecía excitante pues el miedo sacaba a relucir la fiereza de cualquiera, ya fueran simples humanos o sobrenaturales, ante algo tan básico como eso solo cabían dos soluciones; atacar o huir y dado que Astor no le permitiría escapar a ella no le restaría en cierto punto más que atacar si es que pensaba hacerlo y ahí comenzaría quizás la verdadera diversión, eso si no decidía al final aceptar todas las peticiones que él tuviera.
Ante su propuesta el sonido del corazón desbocado de ella hizo acto de presencia en el ambiente, por lo que se rió. No cabía la menor duda que las mujeres, eran frágiles, dependientes y sobre todo vulnerables ante hombres como él.
La música producida por aquel corazón temeroso solo aumento sus ansias de tenerla entre sus garras, burlarse un poco más, usarla y dejarla. Claro que cumpliría lo que decía con respecto a su nariz pero aun con la cara lastimada era capaz de notar algo verdaderamente importante, más que el temor se notaba la dignidad en su mirar.
La negativa de la joven fue tomada por Astor como lo más normal del mundo, hasta lucía como si realmente fuera a dejarle marchar sin mucho insistir, pero eso no eran para nada los planes reales de él. Haría lo que quisiera con ella, ya fuera por las buenas o por las malas.
- Que lastima - la miro como si realmente comprendiera y con la mano libre le acaricio la mejilla para después soltarle del todo - quizás entonces en otra ocasión - sonrió de nuevo, esperando que se alejara para después atormentarle un poco siguiendo sus pasos.
Hizo como que no le interesaba en lo más mínimo lo que hiciera o a donde se dirigiera, más cuando se estrello de nuevo, esta vez contra una pared; el inquisidor soltó una sonora carcajada. Semejante torpeza era increíble.
- Pero es que tu, eres tonta o tienes una suerte que nadie envidiaría - de nueva cuenta camino en su dirección riendo aún, hasta llegar justo detrás de ella y recargar su brazo en la pared - igual no es como que hubieras podido llegar muy lejos - se inclino y rozando su nariz en el cuello de la cortesana le olió - tu temor mezclando con el olor de la sangre es algo interesante mujer.
Estaba considerando seriamente en no tratarla tan mal si es que ella cooperaba con sus peticiones, pero si en algún momento comenzaba a ponerle las cosas difíciles entonces debería usar la fuerza.
- Ahora… sigues pensando en no atender a quien tan amablemente te ofrece su ayuda o harás lo que te pido - susurró en su oído después alejando un poco su cuerpo de ella.
Su respuesta definiría el rumbo de las cosas. La cortesana tenía la decisión final con la cual podría contemplar un nuevo amanecer o sumergirse en la oscuridad para siempre, pero todo dependía de lo que hiciera.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Contra la pared, con el sonido de mi palpitar en la cabeza, e frío colándose por mi herida nariz, no hubo nada más que esperar. Aguardar la muerte o la vida. ¿Y a qué tipo de vida podía aspirar yo? Una cortesana fina que finalmente era una cualquiera como el resto. No era especial. Aceptaba sin chistar a hombres en mi cama; daba igual su aspecto, o si eran varones malvados, perversos o trastornados. A todos les decía que si, porque su dinero me hacía feliz. ¿Pero en realidad lo era? ¿Había servido de algo acumular tanto efectivo solo para malgastar mis días en un solitario burdel? La vida... mi vida, era un circo al que hombres con unos francos para gastar despilfarraban sus pasiones. Era la ilusión de una bella mujer, cuando en el fondo, gritaba desesperadamente.
No oculté el miedo al sentir al hombre de antes atrás de mi, con su voz incandescente resonando a lo bajo. Observé su mano, en la cual parecía recargar todo su peso, la cual parecía suficientemente grande para estrangularme. Su caricia me erizó la piel de una manera erótica y desagradable a la vez. Le tenía tanto miedo, que yo misma me desconcerté de sentir deseo. Deprimida, bajé la mirada con un solo sentimiento. Decepción. Desde pequeña sabía que no era una dama de sociedad, y quizás Lolita, mi bella y fiel amiga, había querido engañarse a si misma al pensar en mi como algo más que una prostituta. Habían crueles verdades que uno no podía negar.
— Estaría encantada de...
¡Oh mierda! Mi voz se quebró a último momento y no pude ni siquiera rogar por mi vida. Tenía el instinto a flor de piel, advirtiendo el peligro que significaba ese hombre, y lo poco que me convenía llevarle la contrario. Claro, y como yo siempre seguía al instinto para sobrevivir... francamente, estaba cansada. Me sentía humillada por la forma en como viví, pero si debía morir esa noche, prefería poder hacerlo con la frente en alto. Me fue imposible detener las lágrimas en mis ojos cuando me giré hacia el aterrador hombre.
—No esta noche. Si debo vivir con mi nariz así el resto de mi vida, lo haré. —le sostuve la mirada con firmeza, a pesar de que mis rodillas temblaban sin piedad.— Gracias por su ofrecimiento, pero no lo necesito. Si me permite, deseo irme a casa.
No oculté el miedo al sentir al hombre de antes atrás de mi, con su voz incandescente resonando a lo bajo. Observé su mano, en la cual parecía recargar todo su peso, la cual parecía suficientemente grande para estrangularme. Su caricia me erizó la piel de una manera erótica y desagradable a la vez. Le tenía tanto miedo, que yo misma me desconcerté de sentir deseo. Deprimida, bajé la mirada con un solo sentimiento. Decepción. Desde pequeña sabía que no era una dama de sociedad, y quizás Lolita, mi bella y fiel amiga, había querido engañarse a si misma al pensar en mi como algo más que una prostituta. Habían crueles verdades que uno no podía negar.
— Estaría encantada de...
¡Oh mierda! Mi voz se quebró a último momento y no pude ni siquiera rogar por mi vida. Tenía el instinto a flor de piel, advirtiendo el peligro que significaba ese hombre, y lo poco que me convenía llevarle la contrario. Claro, y como yo siempre seguía al instinto para sobrevivir... francamente, estaba cansada. Me sentía humillada por la forma en como viví, pero si debía morir esa noche, prefería poder hacerlo con la frente en alto. Me fue imposible detener las lágrimas en mis ojos cuando me giré hacia el aterrador hombre.
—No esta noche. Si debo vivir con mi nariz así el resto de mi vida, lo haré. —le sostuve la mirada con firmeza, a pesar de que mis rodillas temblaban sin piedad.— Gracias por su ofrecimiento, pero no lo necesito. Si me permite, deseo irme a casa.
Beatrix Hathaway- Mensajes : 42
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Some of them want to abuse you
some of them want to be abuse
Sweet dreams - Marilyn Manson
some of them want to be abuse
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Toda esa clase de mujeres eran lo mismo a fin de cuentas; no importaba lo dignas que intentaran sentirse o parecer, no era más que un trozo de carne que se obtenía a cambio de unas monedas y que gustosas abrían las piernas para que cualquiera se adentrara en el calor de sus cuerpos.
Las cortesanas como aquella formaban parte del grupo de gente que no les interesaba a nadie; ese grupo en el que una más o una menos no implicaba la alteración del orden público y en la mayoría de las ocasiones tras su desaparición nunca nadie cuestionaba nada, ni siquiera eran recordadas pues ellas eran nada.
Que miserable la existencia de todas ellas.
El aroma de la mujer se volvía cada vez más delicioso y la mente de Astor comenzaba a abandonar la intención de no dañarla pues algo en ella le gritaba que la lastimara. La realidad debía ser que solo deseaba aprovecharse de ella y que imaginarla gritando y sufriendo le era mucho más divertida que solamente tener sexo; si exigiera una excusa para sus actos quizás diría que era porque ella se lo buscaba negando su profesión para su disfrute.
- ¿Encantada?… ¿De qué? - sus palabras sonaron firmes y seductoras. No existía duda de que una mujerzuela como ella sería por siempre y para siempre solo eso.
Su mirada estaba ahora sobre la del inquisidor, que no captaba nada más que el temor proveniente de los ojos ajenos; todas las demás emociones que aquella mirada transmitían les ignoro, solo eran estupideces humanas que a un sobrenatural no le servían - además de que aún esperaba poder ver si el miedo la llevaba a atacarle-.
Acaricio la mejilla de la cortesana para limpiar un poco de sangre de aquel deformado rostro con su pulgar para después lamerse el dedo mientras le sonreía de manera burlona.
La sonrisa se desvaneció cual humo cuando escucho la respuesta. Esa mujerzuela creía que tenía el derecho de fingirse la digna e incluso planear alejarse sin más del lugar. Debía enseñarle quien estaba al mando y que a quien ocupara ese puesto - que era él por supuesto - se le debía respeto.
Alejo la mano para soltar un puñetazo a la pared, muy cerca de la cara de la mujer.
- Acaso no escuchaste lo que te dije - le miro con seriedad y fijamente - porque creí haber sido claro cuando dije que igual no llegarías muy lejos - entrecerró los ojos, bajandolos para admirar el cuerpo aquel que deseaba tomar como suyo, pero sobre todo sobre el cual anhelaba dejar sus marcas. Lentamente subió su mirar hasta encontrar los ojos ajenos - por si eso no que queda claro, significa que tu y yo nos divertiremos esta noche… quieras o no, así que te recomiendo que te comportes antes de que agotes mi paciencia y cosas malas pasen.
Nadie iba a aparecer ara ayudarla y de eso estaba seguro; sin mencionar que meterse con él no era una buena idea si es que deseaban vivir más tiempo. Su mano tomo presa la mandíbula de la cortesana y le levanto un poco mientras presionaba con algo de fuerza. Se sentía superior porque en realidad lo era, pero además era un monstruo que estaba siendo alimentado para volverse más fuerte.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Lo que el miedo decía, lo que el pánico ordenaba al cuerpo, ya no era una ley ni un pecado en mi. Ni siquiera la muerte parecía tan desagradable como la idea de vivir otras décadas con la piel sucia, carente de dignidad, y con el alma pensándome en mis cansados pies. ¿De que valía vivir si moría en cada cama desconocida? ¿Por qué un desconocido gobernaría mi muerte si mi vida ya la di por perdida? Mirarlo era un reto si, porque su poder se reflejaba en sus ojos como un animal preparándose para lanzar la primera mordida. Podía sentir su poder a través de sus poros, y como era de esperar, yo actuaba como una mera presa lista para salir huyendo.
¿Pero lo haría? Correr parecía inútil con mis zapatos destrozados, y esconderme no parecía muy efectivo con alguien que poseyera su olfato. Gemí de frustración.
Cuando la cruel decepción se dibujó en su rostro, como si realmente esperara que yo siguiera su retorcido juego, intenté retroceder con gran fracaso. La pared detrás de mi impedía cualquier alternativa que no fuera mirarlo, sentir su cuerpo alto y fuerte imponerse sobre mi, con su mirada aterradora advirtiendo, incluso con educación, lo que me esperaba ahora. Tenía tanto miedo que, cuando su mano recorrió mi mejilla, accidentalmente se llevó una lágrima con él.
Ya no soportaba más el corsé, que me asfixiaba a tal punto qué, si el monstruo que tenía en frente no me mataba, bien podía ser la falta de aire mi causa de muerte.
— N-No me importa lo que crea... después de todo, soy muy escurridiza.— le advertí con la voz ronca y cansada.
¿Sería cierto que nací para ser una cortesana? Muchos hombres me lo habían dicho, no por mi amor al dinero, sino por mi disposición al calor ajeno. Incluso ahora, con el miedo floreciendo en mis venas, y mi corazón desbocado por la tristeza, sentía su ardiente piel. Golpeó el muro a mi espalda, y cerré los ojos con fuerza, ignorando con decisión la excitación que me producía tal muestra de fuerza.— Le he dicho que no! —grité, desgarrandome la garganta. Volví a mirarlo, sin importar que la sangre ahora fluyera por mi cuello. Fruncí el ceño, molesta.— ¡¡No va a tomar nada de mi que yo desee darle!! ¡Nunca sabrá lo que es poseerme de verdad, y por eso tendrá que matarme!... Si no me deja ir, tendrá que acabar conmigo de inmediato.
¿Pero lo haría? Correr parecía inútil con mis zapatos destrozados, y esconderme no parecía muy efectivo con alguien que poseyera su olfato. Gemí de frustración.
Cuando la cruel decepción se dibujó en su rostro, como si realmente esperara que yo siguiera su retorcido juego, intenté retroceder con gran fracaso. La pared detrás de mi impedía cualquier alternativa que no fuera mirarlo, sentir su cuerpo alto y fuerte imponerse sobre mi, con su mirada aterradora advirtiendo, incluso con educación, lo que me esperaba ahora. Tenía tanto miedo que, cuando su mano recorrió mi mejilla, accidentalmente se llevó una lágrima con él.
Ya no soportaba más el corsé, que me asfixiaba a tal punto qué, si el monstruo que tenía en frente no me mataba, bien podía ser la falta de aire mi causa de muerte.
— N-No me importa lo que crea... después de todo, soy muy escurridiza.— le advertí con la voz ronca y cansada.
¿Sería cierto que nací para ser una cortesana? Muchos hombres me lo habían dicho, no por mi amor al dinero, sino por mi disposición al calor ajeno. Incluso ahora, con el miedo floreciendo en mis venas, y mi corazón desbocado por la tristeza, sentía su ardiente piel. Golpeó el muro a mi espalda, y cerré los ojos con fuerza, ignorando con decisión la excitación que me producía tal muestra de fuerza.— Le he dicho que no! —grité, desgarrandome la garganta. Volví a mirarlo, sin importar que la sangre ahora fluyera por mi cuello. Fruncí el ceño, molesta.— ¡¡No va a tomar nada de mi que yo desee darle!! ¡Nunca sabrá lo que es poseerme de verdad, y por eso tendrá que matarme!... Si no me deja ir, tendrá que acabar conmigo de inmediato.
Beatrix Hathaway- Mensajes : 42
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
La muerte es el último viaje, el más largo y el mejor.
Tom Wolfe
Ser escurridiza le daba alguna clase de ganancia contra él, Astor sabía que no pero aún no debía romper las seguridades de ella tan pronto pues nada era mejor que ver como intentaban lograr algo que a fin de cuentas quedaría solo como el intento y detrás de eso estaría la expresión de las ilusiones rotas y las verdades que poco a poco se tornaban oscuras hasta terminar con la esperanza del corazón más positivo.
Opto simplemente por mirarla, no se río ni hizo gesto alguno; con sus actitudes intentaba darle un poco de razón, animarla a intentar escapar para que se topara de frente con la realidad en la que estaba sumergida.
La mujerzuela tomaba cada vez más fuerza de flaqueza y eso comenzaba a irritar al inquisidor que intentaba no salir de sus casillas aún, porque si lo hacía entonces la diversión que tanto esperaba se vería mermada por sus propios instintos que terminarían con la vida ajena en un abrir y cerrar de ojos. Tomo aire lentamente mientras su mirada transmitía al cuerpo temeroso frente a él toda su frustración.
- Así que crees que puedes poner condiciones - se burlo - alguien como tu que solo espera recibir dinero rebajando su existencia… tu no tienes ni voz ni voto y lo que pienses no le interesa a nadie - su mano soltó la mandíbula de la cortesana - a nadie le interesas, de hacerlo no serias lo que eres - acercó entonces su rostro al de la mujer y beso su mejilla que tenía el sabor de la sangre mezclado con unas cuantas lagrimas - no deberías hablar solo por hablar porque después… - deslizó una de sus manos hasta encontrar la de la cortesana y sujeto sus dedos entre su mano - puedes arrepentirte de las cosas que pidas - y con un movimiento quebró los dedos que sostenía.
Esperaba escuchar la melodía de los gritos inundando la noche, haciendo desaparecer el silencio existente y que todo aquel que estuviera cerca desistiera de la idea de atravesar por esos lugares en esos momentos.
Se alejó un poco de la mujer que continuaba recargada en la pared y soltó una carcajada mientras veía la penosa manera en la que lucía.
- Ves como no es una buena idea decir cosas que no sabes realmente lo que van a provocar, mira ahora lo que me has hecho hacer - negó con la sonrisa aún dibujada en el rostro y de nueva cuenta se acerco hasta ella - acabar contigo de inmediato sería un desperdicio… podemos hacerlo lento y sobre todo divertido para mi - tomo el cabello de la cortesana con cuidado entre sus dedos, llevando los largos cabellos hasta su rostro donde les olió - jugaremos bonita… y me divertirás...
Tom Wolfe
Ser escurridiza le daba alguna clase de ganancia contra él, Astor sabía que no pero aún no debía romper las seguridades de ella tan pronto pues nada era mejor que ver como intentaban lograr algo que a fin de cuentas quedaría solo como el intento y detrás de eso estaría la expresión de las ilusiones rotas y las verdades que poco a poco se tornaban oscuras hasta terminar con la esperanza del corazón más positivo.
Opto simplemente por mirarla, no se río ni hizo gesto alguno; con sus actitudes intentaba darle un poco de razón, animarla a intentar escapar para que se topara de frente con la realidad en la que estaba sumergida.
La mujerzuela tomaba cada vez más fuerza de flaqueza y eso comenzaba a irritar al inquisidor que intentaba no salir de sus casillas aún, porque si lo hacía entonces la diversión que tanto esperaba se vería mermada por sus propios instintos que terminarían con la vida ajena en un abrir y cerrar de ojos. Tomo aire lentamente mientras su mirada transmitía al cuerpo temeroso frente a él toda su frustración.
- Así que crees que puedes poner condiciones - se burlo - alguien como tu que solo espera recibir dinero rebajando su existencia… tu no tienes ni voz ni voto y lo que pienses no le interesa a nadie - su mano soltó la mandíbula de la cortesana - a nadie le interesas, de hacerlo no serias lo que eres - acercó entonces su rostro al de la mujer y beso su mejilla que tenía el sabor de la sangre mezclado con unas cuantas lagrimas - no deberías hablar solo por hablar porque después… - deslizó una de sus manos hasta encontrar la de la cortesana y sujeto sus dedos entre su mano - puedes arrepentirte de las cosas que pidas - y con un movimiento quebró los dedos que sostenía.
Esperaba escuchar la melodía de los gritos inundando la noche, haciendo desaparecer el silencio existente y que todo aquel que estuviera cerca desistiera de la idea de atravesar por esos lugares en esos momentos.
Se alejó un poco de la mujer que continuaba recargada en la pared y soltó una carcajada mientras veía la penosa manera en la que lucía.
- Ves como no es una buena idea decir cosas que no sabes realmente lo que van a provocar, mira ahora lo que me has hecho hacer - negó con la sonrisa aún dibujada en el rostro y de nueva cuenta se acerco hasta ella - acabar contigo de inmediato sería un desperdicio… podemos hacerlo lento y sobre todo divertido para mi - tomo el cabello de la cortesana con cuidado entre sus dedos, llevando los largos cabellos hasta su rostro donde les olió - jugaremos bonita… y me divertirás...
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Los golpes que la vida me había dado nunca habían sido tan dolorosos como las palabras que recibía ahora por parte de aquel maldito hombre. Parecía gozar con mi angustia, la cual ni con todo el orgullo del mundo podía refrenar. No era cuestión de valentía, sino de ese instinto humano que me había mantenido viva hasta el momento. Antes de esa noche, la inteligencia había bastado para ser una sobreviviente en la oscura y fría París. La forma en como se burlaba de mi y de mi vida me hacía estremecer de miedo y vergüenza. Era como recordar cada momento en el que algún hombre había usado mi cuerpo para marcharse después. Era verdad. Me habría gustado tener una hora más al lado de Lolita, de decirle que no tomara el camino por el cual yo había sufrido la perdida de mi alma.
Entonces mis tristes pensamientos se detuvieron. Lolita. Esa tierna niña que había sacado de mi un lado más humano; mi temperamento superficial y codicioso no servía delante de ella. A su lado, me sentía frágil y vulnerable, pero también muy querida. Una lágrima resbaló por mi mejilla antes de volver a encarar a ese siniestro hombre.
— Es cierto... lo que he hecho de mi vida no está bien. —susurré con la voz ronca del esfuerzo.— Pero decir que no le importo a nadie es mentir. Soy una mujer querida... y eso nadie puede quitármelo.
Estaba en mi límite, eso era claro. A pesar de que mis palabras me daban fuerza y esperanza, el dolor de mi cuerpo fue suficiente para hacerme gritar de dolor. Era el más perturbador dolor que había sentido en mucho tiempo, incluso si solo se trataba de un dedo roto. ¿Cuando pude pensar que algo tan pequeño podía doler tanto? Comenzó a fallarme la respiración. Lo escuché una vez más, furiosa de no poder ignorar sus palabras hirientes. La pared apenas era suficiente para mantenerme en pie, y aunque temía lo que ese hombre pudiera hacerme a partir de ahora, mi mente no procesaba la idea de gritar pidiendo ayuda. Sus manos sobre mi cabello me provocaron nauseas.
— Estaría feliz muriendo si eso te causa una mínima frustración... —jadeé con desprecio, soltando más de una maldición.— N..No jugaré... tu juego. Haz lo que quieras... no me verás... pidiendo misericordia.
Entonces mis tristes pensamientos se detuvieron. Lolita. Esa tierna niña que había sacado de mi un lado más humano; mi temperamento superficial y codicioso no servía delante de ella. A su lado, me sentía frágil y vulnerable, pero también muy querida. Una lágrima resbaló por mi mejilla antes de volver a encarar a ese siniestro hombre.
— Es cierto... lo que he hecho de mi vida no está bien. —susurré con la voz ronca del esfuerzo.— Pero decir que no le importo a nadie es mentir. Soy una mujer querida... y eso nadie puede quitármelo.
Estaba en mi límite, eso era claro. A pesar de que mis palabras me daban fuerza y esperanza, el dolor de mi cuerpo fue suficiente para hacerme gritar de dolor. Era el más perturbador dolor que había sentido en mucho tiempo, incluso si solo se trataba de un dedo roto. ¿Cuando pude pensar que algo tan pequeño podía doler tanto? Comenzó a fallarme la respiración. Lo escuché una vez más, furiosa de no poder ignorar sus palabras hirientes. La pared apenas era suficiente para mantenerme en pie, y aunque temía lo que ese hombre pudiera hacerme a partir de ahora, mi mente no procesaba la idea de gritar pidiendo ayuda. Sus manos sobre mi cabello me provocaron nauseas.
— Estaría feliz muriendo si eso te causa una mínima frustración... —jadeé con desprecio, soltando más de una maldición.— N..No jugaré... tu juego. Haz lo que quieras... no me verás... pidiendo misericordia.
- Spoiler:
- Disculpa por favor la enorme tardanza!! Por algo es que este personaje está tan polvoriento xD! A veces no sé como piensa esta cortesana y la inspiración no es suficiente(?) Disculpas de nuevo por dejar este tema tan abandonado u.u
Beatrix Hathaway- Mensajes : 42
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
No había el mínimo respeto, la mínima muestra de que lo que decía era una mentira. Cada una de la palabras que el inquisidor dirigía a la mujer llevaban el único propósito de hacerla sufrir, de que le doliera lo mas profundo de su ser, de que se diera cuenta de que no era nada y jamás lo seria.
No le interesaba si sus palabras eran incorrectas, siempre que decía esa clase de cosas hería, y la expresión de la mujer le aseguraba que era de esa manera.
La cortesana pareció tener un momento de lucidez, un segundo en el que sus palabras no le dañaron mas. Parecía haber encontrado una luz que daba esperanza y Astor comenzó a reír, pues sabia que los esfuerzos de ella al final serian inútiles.
- ¿Querida?... Si seguro - dijo con tono y expresión de burla- eres tan querida que cuando mueras nadie recordara tu voz, ni tu nombre, llegara a suplirte otra mujerzuela y entonces serás completamente lo que siempre has sido... NADA - su rostro estaba cerca del de la fémina y alejandose un poco rió de forma estrepitosa.
El grito ajeno despertó en él ganas de escucharle más, quería verla sufrir como nunca antes en su miserable vida. Le causaba gracia ver como un simple dedo, algo que en otro momento nadie hubiera considerado tan doloroso le hiciera sufrir en esos momentos.
- Vamos bonita, resiste un poco mas no me decepciones tan pronto - sin soltar los cabellos de la cortesana jalo su cabeza hasta tener esa mejilla cerca de sus labios y se la beso - portate bien guapa, o las cosas se pondrán feas.
Mordelonas... Justo como le gustaban las mujeres, era hasta casi una lastima que esa clase de mujeres fueran desperdiciadas.
- No bonita, aunque te niegues... Desde que nos encontramos has jugado mi juego y bueno, ni muriendo causarías frustración en mi, al contrario será muy divertido hacerte llorar - finalizo sus palabras con eso y termino por robar un beso de los labios de la mujer, se apoderaba de esos labios de manera salvaje, mordiéndoles hasta hacerlos sangrar.
Cuando el beso llego a su fin, soltó los cabellos de la cortesana y saboreando la sangre ajena termino por soltarle un puñetazo en el vientre, no había usado toda su fuerza pero si la suficiente como para hacerle daño.
No le interesaba si sus palabras eran incorrectas, siempre que decía esa clase de cosas hería, y la expresión de la mujer le aseguraba que era de esa manera.
La cortesana pareció tener un momento de lucidez, un segundo en el que sus palabras no le dañaron mas. Parecía haber encontrado una luz que daba esperanza y Astor comenzó a reír, pues sabia que los esfuerzos de ella al final serian inútiles.
- ¿Querida?... Si seguro - dijo con tono y expresión de burla- eres tan querida que cuando mueras nadie recordara tu voz, ni tu nombre, llegara a suplirte otra mujerzuela y entonces serás completamente lo que siempre has sido... NADA - su rostro estaba cerca del de la fémina y alejandose un poco rió de forma estrepitosa.
El grito ajeno despertó en él ganas de escucharle más, quería verla sufrir como nunca antes en su miserable vida. Le causaba gracia ver como un simple dedo, algo que en otro momento nadie hubiera considerado tan doloroso le hiciera sufrir en esos momentos.
- Vamos bonita, resiste un poco mas no me decepciones tan pronto - sin soltar los cabellos de la cortesana jalo su cabeza hasta tener esa mejilla cerca de sus labios y se la beso - portate bien guapa, o las cosas se pondrán feas.
Mordelonas... Justo como le gustaban las mujeres, era hasta casi una lastima que esa clase de mujeres fueran desperdiciadas.
- No bonita, aunque te niegues... Desde que nos encontramos has jugado mi juego y bueno, ni muriendo causarías frustración en mi, al contrario será muy divertido hacerte llorar - finalizo sus palabras con eso y termino por robar un beso de los labios de la mujer, se apoderaba de esos labios de manera salvaje, mordiéndoles hasta hacerlos sangrar.
Cuando el beso llego a su fin, soltó los cabellos de la cortesana y saboreando la sangre ajena termino por soltarle un puñetazo en el vientre, no había usado toda su fuerza pero si la suficiente como para hacerle daño.
Última edición por Astor Gray el Dom Ago 04, 2013 12:28 am, editado 1 vez
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Sabía que estaba siendo más resistente de lo que ese hombre hubiese preferido, pero incluso así, no parecía haber manera de escapar de aquel infierno. Una vez que ese maldito me encontró, y consideró que yo será una presa entretenida, no hubo nada más que hacer. Pero aun si lo intentaba, no conseguía dejarme caer al suelo, cerrar los ojos y esperar lo peor; yo necesitaba saber que luché hasta el final, y que la ignorancia del resto del mundo a mi muerte no sería tan dolorosa como mi falta de voluntad. Si podía soportar un poco más el dolor...
— ¡N-No me des ordenes! —grité con la voz a punto de romperse. Pero él no me escuchaba ni intentaba tratarme con delicadeza, lo cual me hizo estremecer. Sus palabras me parecían tan degradantes que casi temí que ya me conociera.— N...No eres nadie para decir eso... y deja de tratarme así, hijo de... —Gemí con angustia, pero sobre todo con dolor, cuando tiró de mi cabello y me besó de aquella forma tan salvaje. Podía sentir la sangre en mi boca y el ardor en la misma.— ¡¡M-Maldito bruto!! —lloré con desprecio.
Me costaba ver tras el flujo de lágrimas en mis ojos, y respirar entre la marea de sangre que me teñía los labios y el cuello. Mantenerme de pie era vital, pero demasiado complicado para hacerlo cuando el siguiente golpe, uno más dañino en el estómago, impactó en mi. Caí de rodillas a duras penas, con mi cabello cubriendo gran parte de mi; parecía una cortina de seda castaña, que se apiadaba de mi y me procuraba un minuto de privacidad.
— ¡N-No me des ordenes! —grité con la voz a punto de romperse. Pero él no me escuchaba ni intentaba tratarme con delicadeza, lo cual me hizo estremecer. Sus palabras me parecían tan degradantes que casi temí que ya me conociera.— N...No eres nadie para decir eso... y deja de tratarme así, hijo de... —Gemí con angustia, pero sobre todo con dolor, cuando tiró de mi cabello y me besó de aquella forma tan salvaje. Podía sentir la sangre en mi boca y el ardor en la misma.— ¡¡M-Maldito bruto!! —lloré con desprecio.
Me costaba ver tras el flujo de lágrimas en mis ojos, y respirar entre la marea de sangre que me teñía los labios y el cuello. Mantenerme de pie era vital, pero demasiado complicado para hacerlo cuando el siguiente golpe, uno más dañino en el estómago, impactó en mi. Caí de rodillas a duras penas, con mi cabello cubriendo gran parte de mi; parecía una cortina de seda castaña, que se apiadaba de mi y me procuraba un minuto de privacidad.
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Lo de esta vida es prestado, que en un instante lo hemos de dejar como otros lo han dejado.
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Era difícil saber si comenzaba a sentires frustrado, divertido o realmente molesto, lo más probable es que fuera la combinación de todo aquello lo que en esos momentos estaba sintiendo correr por cada parte de su ser. ¿Cuántas mujeres le habían fastidiado tanto como esa cortesana? Si bien buscaba hacer burla debía responderse a si mismo que los caballeros no tenían memoria, pero con una mujer como esa… tendría toda la memoria del mundo, justo como con las anteriores de quienes no recordaba un número exacto, solo rostros. Cierta parte de él creía que ellas debían de haberse sentido honradas, finalmente alguien les recordaría apenas un poco cada cierto tiempo
- No estas en posición para exigir algo porque el único que puede hacerlo soy yo, te daré las ordenes que quiera y tu las harás te guste o no - fue lo que le dijo al momento en que se pasaba una mano de manera casual por los cabellos, como si ver a la mujer con sangre en la boca fuera lo más común del mundo. Chasqueo la lengua y negó ante las palabras que intentaban ofenderle pero que causaban un efecto contrario en él bastante peculiar - No seas grosera, esa hermosa boca que tienes no es para estar maldiciendo gente - no le importaba terminar creando tras su persona un enfurecido fantasma que le siguiera, total seguramente sería igual de inútil que la mujer que había sido en vida.
Los largos cabellos cubrieron a la cortesana y soltando un suspiro Astor se puso de cuclillas a su lado, deslizando con suavidad aquellos cabellos permitiendo así que sus ojos apreciaran de nuevo la cara de la mujer. Su conducta era en gran parte lo que más hería; en ocasiones era la mano que brindaba algo semejante a la protección y el cariño y en otras era la más cruel, todo eso solo para crear una diversión perfecta para él, algo que fuera digno de recordarse durante un largo tiempo.
- Que poco aguante hermosura, tan solo te he dado una muestra de mi cariño y mira… ya estas al limite - se levanto mirando desde arriba en dirección a ella y una sonrisa apareció en sus labios - Ve el lado positivo… creo que ya no puedes sangrar más… a menos que… intentemos algo nuevo - estiro su mano para tomar de nueva cuenta los cabellos castaños y poder "ayudarla" a levantarse de esa manera - Me has inspirado pequeña… realmente que estaba pensando en dejarte vivir más tiempo pero tienes algo que simplemente no me lo permite así que juguemos hasta que tu cuerpo no pueda más - espero a que estuviera de pie y le acerco a él solo para hablarle al oído - quiero que supliques, que llores, grites y sangres hasta que tu voluntad no pueda e implores que termine con tu vida… eso claro si no mueres antes - terminando de decir aquello le beso la mejilla, el cuello y finalmente el hombro.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Me sentía como la liebre entre los caninos de un perro de caza. Una presa sometida, sangrante, respirando solo porque el depredador quería jugar. Yo, por mi parte, no deseaba alargar más aquella situación, porque si debía ser sincera, dolía bastante. En el fondo de mi mente, en aquel rincón que usaba la razón y la lógica, y mantenía los pies en la tierra... sabía que no saldría viva de aquello. No sé que era lo que me mantenía con fuerzas, con una importante cantidad de esperanza. Desde hacía años me consideraba fría, indiferente a los sentimentalismos. Ahora, el calor en mi pecho era algo más que las consecuencias del maltrato a mi cuerpo. Levanté la mirada.
— Que iluso...—susurré con cierta pena. De haber estado menos herida, me habría reído.— Si crees que la fuerza bruta te da... —gemí levemente de dolor por alguna costilla rota.—... un verdadero poder sobre mi, o c-cualquier otra persona... es que eres un hombre triste, vacío y muy iluso. —sonreí levemente, con la comisura de los labios manchada de sangre.
No sabía cuantas más de mis arrogantes palabras soportaría él sin desquitar toda su furia. Si iba a morir, prefería hacerlo sabiendo que había ganado una batalla, que lo había despojado de ese irritante control y lo había obligado a hacer algo que no deseaba. Por un breve momento, cuando me levantó del cabello, creí que así sería. Gruñí, adolorida y victoriosa. Hasta que entonces sus palabras acariciaron mi oído y fui conciente de lo que me esperaba. Mis ojos se volvieron lacrimosos de nuevo. ¿Cuando y como terminaría todo eso? Miré a mi alrededor, sorprendida y aterrada de que nadie, ni un alma mortal o inmortal transitara por aquel callejón. ¿Qué mantenía a todos alejados? ¿La noche y el sueño? ¡Maldita fuera mi suerte!
— No estoy en mi límite... ¡No voy a morir aun! —le repliqué, curiosamente, muy segura de mi misma. Me estremecí cuando sus besos me recorrieron el escote, y me removí, entre asqueada y molesta.— No lloraré, maldito... No suplicaré a un hombre enfermo como tu. ¡No, no y no! ¡Y ya sueltame! —gruñó otra vez.— Nunca le rogaría a un desconocido mi muerte. No eres nadie para eso.
— Que iluso...—susurré con cierta pena. De haber estado menos herida, me habría reído.— Si crees que la fuerza bruta te da... —gemí levemente de dolor por alguna costilla rota.—... un verdadero poder sobre mi, o c-cualquier otra persona... es que eres un hombre triste, vacío y muy iluso. —sonreí levemente, con la comisura de los labios manchada de sangre.
No sabía cuantas más de mis arrogantes palabras soportaría él sin desquitar toda su furia. Si iba a morir, prefería hacerlo sabiendo que había ganado una batalla, que lo había despojado de ese irritante control y lo había obligado a hacer algo que no deseaba. Por un breve momento, cuando me levantó del cabello, creí que así sería. Gruñí, adolorida y victoriosa. Hasta que entonces sus palabras acariciaron mi oído y fui conciente de lo que me esperaba. Mis ojos se volvieron lacrimosos de nuevo. ¿Cuando y como terminaría todo eso? Miré a mi alrededor, sorprendida y aterrada de que nadie, ni un alma mortal o inmortal transitara por aquel callejón. ¿Qué mantenía a todos alejados? ¿La noche y el sueño? ¡Maldita fuera mi suerte!
— No estoy en mi límite... ¡No voy a morir aun! —le repliqué, curiosamente, muy segura de mi misma. Me estremecí cuando sus besos me recorrieron el escote, y me removí, entre asqueada y molesta.— No lloraré, maldito... No suplicaré a un hombre enfermo como tu. ¡No, no y no! ¡Y ya sueltame! —gruñó otra vez.— Nunca le rogaría a un desconocido mi muerte. No eres nadie para eso.
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Todas las cosas llegan, le hacen a uno daño y se van.
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Le parecía ser algo blando con la mujer, en otras ocasiones no hubiese permitido la mínima palabra de otra mujer y enseguida le hubiera partido la cara a golpes pero estaba aburrido, demasiado, por eso simplemente era por lo que permitía tales palabras aunque claro ella no parecía poder seguir diciendo toda aquella sarta de estupideces que en realidad no le afectaban en lo más mínimo.
Se rió descaradamente en la cara ajena, intentar darle un sermón sobre una vida vacía y llena de carencias, una puta como aquella… se lo esperaba muchas veces de los padres que se encontraba en la inquisición e incluso en las iglesias a las que debía asistir ¿pero de ella?, era simplemente cómico eso; él jamás había escuchado una palabra de los sirvientes de Dios y mucho menos lo haría de esa mujer.
- No me importa lo que creas que soy y si lo soy o no, es cosa que no te incumbe… así soy y nada de lo que digas harás que cambie mi forma de ser. Aquí la única que ha mostrado ser una ilusa eres tu.
Divertido observo como los ojos femeninos transmitían nuevamente ese temor, esa certeza de que el final estaba cerca y se alimento de ese dolor, la bestia dentro de él lo necesitaba algunas veces y se sentía mucho más complacido de verla pelear aunque fuera con palabras pues generalmente estaba acostumbrado a que las mujeres pelearan por su vida en actos.
Lamió el hombro, el cuello y finalmente la mejilla, regresando en el recorrido que antes había hecho entre besos y se alejo para sonreír.
- Me alegra saber que no morirás aún porque creo que aún podemos divertirnos mucho más ¿No crees lo mismo que yo, hermosa? - y soltó la cabellera castaña de la cortesana - Veremos si no terminaras suplicando…. igual tu sangre y tus gritos serán suficientes para mi - y sin esperar mucho tiempo más le sujeto del cuello y la estampo contra la pared de manera salvaje - Más te vale que no me decepciones con esos hermosos gritos o entonces tendremos un serio… serio problema - apretó entonces fuertemente el cuello femenino que entre su mano era sumamente frágil, solo necesitaba aplicar la fuerza adecuada y se partiría en un abrí y cerrar de ojos pero opto por soltarle.
- Por cierto… - dio unos pasos atrás, alejandose de ella - Mi nombre es Astor Gray…. y cuando te vayas a donde quiera que vayan las putas como tu cuando mueren, no olvides mi nombre - se acerco nuevamente, pegando su cuerpo entero al de la mujer y levantando su pierna derecha, la cual sujetaba de manera firme con su mano - dócil, como todas las de tu clase… - y riendo una vez más deslizo su mano acariciando el muslo de la mujer, después su cadera, uno de sus costados y llego hasta uno de los senos femeninos el cual tomo entre su mano y sin dejar de observar en ningún momento a la cortesana le apretó entre su mano con fuerza. Su cabeza descendió al hombro femenino y le mordió con fuerza, buscando dañarla y dejar una marca suya sobre aquel cuerpo.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Hay algo curioso que aprendí al raz de la muerte. Si, porque como dije antes, sabía que iba a morir. En fin, la cuestión es que... el miedo, el valor, las palabras y las acciones se vuelven menos y menos relevantes. De hecho, es tan poca la importancia de lo que en realidad uno hace antes de morir, que resulta ridículo creer que hay una forma "digna" de hacerlo. Mis replicas hacia su crueldad protegían mi orgullo herido y mis recuerdos más preciados, pero para él, debía ser el insignificante discurso de una insignificante mujer a punto de perder la vida. Y si era así, ¿entonces por qué perdía mis energías en ello? Otra vez, estos pensamientos fueron veloces como un colibrí en primavera, analizando lo que sucedía conforme su mirada me evaluaba, y su sonrisa destruía mis esperanzas.
— Yo, ilusa... —susurré, un poco desilucionada pero sin la tristeza de una persona que aun tiene algo que perder. Cerré los ojos, permitiendo que tanto el dolor físico como emocional me embriagara. Conforme sus labios tocaban mi piel, y su risa continuaba cayendo, mi cabeza empezó a darme vueltas sin control. Era como si en verdad estuviese ebria. Apenas iba negando (o sacudiendo) con la cabeza a sus palabras, cuando sentí que mi cuerpo era empujado de una manera brutal contra la pared, de tal manera que, lo que fuera que tuviese roto en mi interior, doliera mucho más. El grito que escapó de mi debió escucharse, sin ninguna duda, a más de dos cuadras. Sentí que algo caliente y húmedo escurría por mi cabello.— Bruto... —susurré sin voz cuando el aire empezó a faltarme.
No podía levantar la mirada, pues la cabeza me pesaba demasiado, pero imaginaba su sonrisa cínica y su atractivo repugnante. Era un bastardo que merecía el infierno más que cualquiera, pero incluso así, me estaba otorgando la muerte más dramática jamás pensada. Recordé aquellos años donde mi mayor sueño era ser actriz y representar escenas trágicas. Y ahí estaba yo, sonriendo como tonta, con una espesa gota de sangre en la comisura de mis labios.
— Y-Yo no debo hacer nada... —le repliqué, usando toda mi fuerza para ladear la cabeza y mostrarle aquella expreción de burla y dolor.— Me estás torturando tu... me humillas y luego me besas. Estás divirtiendote tu. Esto sería divertido si... —tragué con dificultad.— Si pudiese golpearte una sola vez a ti. Si... —me callé de pronto cuando sentí un contacto diferente al de la violencia. Era una lujuria poco común que en mi vida jamás había deseado. Dolía y, por algún motivo, eso le encantaba a mi cuerpo. Gemí de frustración y no de placer.
— Yo, ilusa... —susurré, un poco desilucionada pero sin la tristeza de una persona que aun tiene algo que perder. Cerré los ojos, permitiendo que tanto el dolor físico como emocional me embriagara. Conforme sus labios tocaban mi piel, y su risa continuaba cayendo, mi cabeza empezó a darme vueltas sin control. Era como si en verdad estuviese ebria. Apenas iba negando (o sacudiendo) con la cabeza a sus palabras, cuando sentí que mi cuerpo era empujado de una manera brutal contra la pared, de tal manera que, lo que fuera que tuviese roto en mi interior, doliera mucho más. El grito que escapó de mi debió escucharse, sin ninguna duda, a más de dos cuadras. Sentí que algo caliente y húmedo escurría por mi cabello.— Bruto... —susurré sin voz cuando el aire empezó a faltarme.
No podía levantar la mirada, pues la cabeza me pesaba demasiado, pero imaginaba su sonrisa cínica y su atractivo repugnante. Era un bastardo que merecía el infierno más que cualquiera, pero incluso así, me estaba otorgando la muerte más dramática jamás pensada. Recordé aquellos años donde mi mayor sueño era ser actriz y representar escenas trágicas. Y ahí estaba yo, sonriendo como tonta, con una espesa gota de sangre en la comisura de mis labios.
— Y-Yo no debo hacer nada... —le repliqué, usando toda mi fuerza para ladear la cabeza y mostrarle aquella expreción de burla y dolor.— Me estás torturando tu... me humillas y luego me besas. Estás divirtiendote tu. Esto sería divertido si... —tragué con dificultad.— Si pudiese golpearte una sola vez a ti. Si... —me callé de pronto cuando sentí un contacto diferente al de la violencia. Era una lujuria poco común que en mi vida jamás había deseado. Dolía y, por algún motivo, eso le encantaba a mi cuerpo. Gemí de frustración y no de placer.
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Era realmente curiosa la escena que se estaba desarrollando en aquella calle, su encuentro parecía predestinado y el destino de la cortesana estuvo sellado una vez que los ojos de Astor se posaron en su figura y su rostro. Un mal momento para ella, un excelente momento para él.
Le fascinaba el efecto de sus palabras que destrozaban los intentos de la mujer por salir un poco a flote, por sentir realmente que su vida había valido la pena aunque ella sabía en el fondo que era parte de la escoria de la vida.
Cerró los ojos disfrutando del grito de dolor que salía de aquellos hermoso labios ensangrentados definitivamente o irle suplicar le encantaría, no importaba que existieran momentos en los que se pusiera rebelde y le insultara finalmente aquellos gritos compensarían lo otro.
Con su cuerpo apresando la figura femenina era imposible que la chica escapara y por eso se aprovechaba; esa cercanía al parecer había dado el resultado que esperaba, ella se había dado cuenta de la realidad, quien llevaba el control de aquella situación era él y todo cuanto el quisiera que pasara se haría según lo creyera conveniente y ella solo sería la muñeca que después de jugar con ella queda rota e inservible.
- Así es hermosa, esto es divertido para mi y en ningún momento dije que esperaba que fuera divertido para ti ¿o si? - estaba tan empeñado en hacerle daño que cuando el gemido de la cortesana fluyó de sus labios se alejo, dejando de morder su hombro para mirarle a los ojos - Mira nada más… la mujerzuela se niega pero la verdad es que esto le gusta ¿o vas a negarlo? - le presiono más fuertemente el seno sin alejarse ni un centímetro de ella y después se alejo de golpe, permitiendo que de nuevo ella se sintiera libre y pudiera respirar tranquila al menos por unos segundos.
Pensó seriamente sobre las ultimas palabras de la mujer y dirigiendo su mirada nuevamente a los ojos ajenos planteo algo que le parecía después le daría más diversión a todo aquel juego.
- Si tanto quieres golpearme anda… hazlo, no te contengas que no haré nada para impedirlo, desquita tu ira y frustración en mi tanto como quieras - le dio un poco más de espacio - vamos hermosa golpeame con toda la fuerza de la cual eres capaz.
Le fascinaba el efecto de sus palabras que destrozaban los intentos de la mujer por salir un poco a flote, por sentir realmente que su vida había valido la pena aunque ella sabía en el fondo que era parte de la escoria de la vida.
Cerró los ojos disfrutando del grito de dolor que salía de aquellos hermoso labios ensangrentados definitivamente o irle suplicar le encantaría, no importaba que existieran momentos en los que se pusiera rebelde y le insultara finalmente aquellos gritos compensarían lo otro.
Con su cuerpo apresando la figura femenina era imposible que la chica escapara y por eso se aprovechaba; esa cercanía al parecer había dado el resultado que esperaba, ella se había dado cuenta de la realidad, quien llevaba el control de aquella situación era él y todo cuanto el quisiera que pasara se haría según lo creyera conveniente y ella solo sería la muñeca que después de jugar con ella queda rota e inservible.
- Así es hermosa, esto es divertido para mi y en ningún momento dije que esperaba que fuera divertido para ti ¿o si? - estaba tan empeñado en hacerle daño que cuando el gemido de la cortesana fluyó de sus labios se alejo, dejando de morder su hombro para mirarle a los ojos - Mira nada más… la mujerzuela se niega pero la verdad es que esto le gusta ¿o vas a negarlo? - le presiono más fuertemente el seno sin alejarse ni un centímetro de ella y después se alejo de golpe, permitiendo que de nuevo ella se sintiera libre y pudiera respirar tranquila al menos por unos segundos.
Pensó seriamente sobre las ultimas palabras de la mujer y dirigiendo su mirada nuevamente a los ojos ajenos planteo algo que le parecía después le daría más diversión a todo aquel juego.
- Si tanto quieres golpearme anda… hazlo, no te contengas que no haré nada para impedirlo, desquita tu ira y frustración en mi tanto como quieras - le dio un poco más de espacio - vamos hermosa golpeame con toda la fuerza de la cual eres capaz.
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Mirarlo era visualizar una criatura agresiva y fiera, una más peligrosa que cualquier animal salvae. Porque su compostura, encanto y desvelo al momento de romper y desgarrar, era mucho más destructivo que cualquier explosión de ira. Era un asesino, y sus ojos parecían ser la marca que delataba su talento. Desvié la mirada en un vano intento de recuperar valor, pero el dolor empezaba a nublarme las ideas y sus palabras me sonaban cada vez más y más confusas. Cuando me soltó, negué con la cabeza; y, con una fuerza que ignoraba hasta ahora, tenía, me eché el cabello hacia atrás y me recompuse.
— Confundes un deseo sin sentido con una verdadera necesidad... —susurré con emoción. Nunca fui dada a las palabras sentimentalistas; de hecho, me consideraba en contra de las novelas románticas o las sonetas a media noche. Lo práctico siempre sería lo más rentable. Sin embargo, ahí estaba yo, entonando palabras sinceras en medio de lo que podría ser mi final. Me recompuse levemente, aunque la costilla rota me impedía erguirme del todo.— Una necesidad es... si, molerte a golpes.
Reí y me arrepentí al instante. Sentía demasiado dolor en el pecho cada vez que intentaba reír. Agradecí hasta cierto punto la distancia que se abría entre Astor Gray, el nombre y hombre que no olvidaría ni en muerte (en algo tenía razón, el muy maldito), pues de esa forma mi mente trabajaba con más frialdad, como solía hacerlo en el burdel. "Un simple negocio". Respiré tan profundo como mis heridas me lo permitían y me deslicé por la pared del callejón hasta una pila de cajas de madera. "Si no me equivoco..." Sonreí, victoriosa, cuando encontré un pesado pero esbelto tubo de metal.
— Astor... —pruncié su nombre con dulzura, casi con la nostalgia de quien sería la última persona en ver antes de morir. Clavé mis ojos en los suyos y me acerqué a él con el tuvo entre los pliegues de mi falda, aunque sabía que eso no sería necesario. Él ya estaba esperando un fuerte golpe, probablemente en el rostro, y yo no podía negárselo. Cuando estuve lo suficientemente cerca de él, acaricié su meilla con la mano herida. Tras una mirada pensativa, tomé con firmeza el tubo y golpeé sin vacilar su entrepierna, encantada de desplegar ahí toda mi fuerza.
— Confundes un deseo sin sentido con una verdadera necesidad... —susurré con emoción. Nunca fui dada a las palabras sentimentalistas; de hecho, me consideraba en contra de las novelas románticas o las sonetas a media noche. Lo práctico siempre sería lo más rentable. Sin embargo, ahí estaba yo, entonando palabras sinceras en medio de lo que podría ser mi final. Me recompuse levemente, aunque la costilla rota me impedía erguirme del todo.— Una necesidad es... si, molerte a golpes.
Reí y me arrepentí al instante. Sentía demasiado dolor en el pecho cada vez que intentaba reír. Agradecí hasta cierto punto la distancia que se abría entre Astor Gray, el nombre y hombre que no olvidaría ni en muerte (en algo tenía razón, el muy maldito), pues de esa forma mi mente trabajaba con más frialdad, como solía hacerlo en el burdel. "Un simple negocio". Respiré tan profundo como mis heridas me lo permitían y me deslicé por la pared del callejón hasta una pila de cajas de madera. "Si no me equivoco..." Sonreí, victoriosa, cuando encontré un pesado pero esbelto tubo de metal.
— Astor... —pruncié su nombre con dulzura, casi con la nostalgia de quien sería la última persona en ver antes de morir. Clavé mis ojos en los suyos y me acerqué a él con el tuvo entre los pliegues de mi falda, aunque sabía que eso no sería necesario. Él ya estaba esperando un fuerte golpe, probablemente en el rostro, y yo no podía negárselo. Cuando estuve lo suficientemente cerca de él, acaricié su meilla con la mano herida. Tras una mirada pensativa, tomé con firmeza el tubo y golpeé sin vacilar su entrepierna, encantada de desplegar ahí toda mi fuerza.
Beatrix Hathaway- Mensajes : 42
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Cualquier intento que ella pudiera realizar para herirlo sería nada comparado a lo que ella estaba viviendo y de hecho viviría después de que asestara un golpe o varios en contra de él, de manera natural se sabía que los hombres eran más fuertes y resistentes, claro que él no era un hombre normal y por tanto no se preocupaba por lo que ella fuera a hacer.
- Pues entonces hazlo bonita, mueleme a golpes - sonrío con el sabor de la victoria en sus labios, nada que ella hiciera serviría realmente.
La fémina se acerco hasta él, de alguna manera retorcida le parecía hermosa. Su nombre siendo susurrado por aquella voz suave, el olor a sangre y su cuerpo ya maltratado por él, pero aún así estaba destilando lo que antes no le había llamado al inquisidor… una fuerza única, esa que solo poseían aquellos que sabían que el final estaba cerca, era como ver a un enfermo recuperarse justo antes de despedirse del mundo. Su mirada estaba clavada en los ojos ajenos y el tacto de aquellos finos dedos le desconcertó por unos instantes hasta que un tubo de metal fue a dar a su entrepierna.
- Maldita puta… - susurro mientras se inclinaba para respirar y recuperarse, si bien había esperado cualquier clase de golpe nunca contó con que ella encontraría algo con que descargar su ira sobre él - no eres tan estúpida como creía… - respiro unas cuantas veces más y se irguió lentamente de nuevo mirando a la cortesana con severidad - nunca dijimos que esa clase de cosas estaban permitidas en nuestro juego bonita.
Se acercó un poco hasta ella para tomar aquel tubo de entre las manos femeninas y quitarlo de ellas de manera brusca; no le interesaba desquitarse golpeandola con aquel tubo, de hacerle lo mismo a ella seguramente terminaría muerta antes de poder sufrir lo suficiente. El inquisidor ya no estaba sonriendo, se sentía ligeramente molesto por la forma en la que aquella mujer le había golpeado y solo por eso fue que de un segundo a otro su puño de estrello en la nariz ya bastante lastimada de la mujer.
- Es momento de comenzar a ayudarte a expiar culpas… eso si es que crees en Dios y de hecho si es que crees, creo que sería una excelente idea que comiences a pensar en pedirle piedad o una de esas tonterías - callo entonces y volvió a golpear el rostro femenino cada vez con mayor fuerza - vamos piensa en tus pecados y pide perdón de ellos - estallo en risas - creo que es hora de terminar el juego ¿No piensas lo mismo?
- Pues entonces hazlo bonita, mueleme a golpes - sonrío con el sabor de la victoria en sus labios, nada que ella hiciera serviría realmente.
La fémina se acerco hasta él, de alguna manera retorcida le parecía hermosa. Su nombre siendo susurrado por aquella voz suave, el olor a sangre y su cuerpo ya maltratado por él, pero aún así estaba destilando lo que antes no le había llamado al inquisidor… una fuerza única, esa que solo poseían aquellos que sabían que el final estaba cerca, era como ver a un enfermo recuperarse justo antes de despedirse del mundo. Su mirada estaba clavada en los ojos ajenos y el tacto de aquellos finos dedos le desconcertó por unos instantes hasta que un tubo de metal fue a dar a su entrepierna.
- Maldita puta… - susurro mientras se inclinaba para respirar y recuperarse, si bien había esperado cualquier clase de golpe nunca contó con que ella encontraría algo con que descargar su ira sobre él - no eres tan estúpida como creía… - respiro unas cuantas veces más y se irguió lentamente de nuevo mirando a la cortesana con severidad - nunca dijimos que esa clase de cosas estaban permitidas en nuestro juego bonita.
Se acercó un poco hasta ella para tomar aquel tubo de entre las manos femeninas y quitarlo de ellas de manera brusca; no le interesaba desquitarse golpeandola con aquel tubo, de hacerle lo mismo a ella seguramente terminaría muerta antes de poder sufrir lo suficiente. El inquisidor ya no estaba sonriendo, se sentía ligeramente molesto por la forma en la que aquella mujer le había golpeado y solo por eso fue que de un segundo a otro su puño de estrello en la nariz ya bastante lastimada de la mujer.
- Es momento de comenzar a ayudarte a expiar culpas… eso si es que crees en Dios y de hecho si es que crees, creo que sería una excelente idea que comiences a pensar en pedirle piedad o una de esas tonterías - callo entonces y volvió a golpear el rostro femenino cada vez con mayor fuerza - vamos piensa en tus pecados y pide perdón de ellos - estallo en risas - creo que es hora de terminar el juego ¿No piensas lo mismo?
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Tranquilo triste corazón, no llores más por mi.
Estaré bien.
En la frontera en la que estoy... puedo morir o revivir.
Huir de ti.
Estaré bien.
En la frontera en la que estoy... puedo morir o revivir.
Huir de ti.
A esas alturas, no había reglas. No existía el juego limpio. Mi único y ferviente deseo era lastimarlo tanto como me fuera posible, aunque no tenía muchas esperanzas en lograr un daño permanente luego del primer golpe. Astor Gray no era un caballero, y tras ese gruñido de agonía, no tenía pensado dejarme sonreír como lo había estado haciendo desde que el duro metal impactó en esa zona tan sensible. ¿Qué podía decir? Empezaba a descubrir una faceta sádica en mi alma cuanto ésta se quedaba sin más opciones. Me relamí los labios, preparada para lo peor. Fascinada por el dolor y la idea de morir. Ya, había caído en la locura.
Y estaba en lo correcto, pues tras unos pocos segundos me arrebató mi única arma y me mostró el verdadero enfado en su mirada. En sus ojos que carecían de humanidad. Para mi, ese maldito bastardo nunca podría tener algo de bondad, ni una pizca de esperanza. ¿Pero como lo sabría yo? No tenía pensado volver a verlo, en la vida o en la muerte. Quizás si él hubiese sido algo más que mi ejecutor, hubiese pensado en las posibilidades. Tenía un físico perfecto para un esposo respetable, y con la mujer adecuada (una dama de clase alta, por ejemplo), sería como una de esas parejas siempre felices en las cajas de dulces. En fin, debido a mis heridas y mi desprecio hacia él, ni siquiera lo consideré.
— Da tu puñetero golpe de gracia. —lo reté, a sabiendas que era su mayor deseo. Y tras tanto dolor y cansancio, creo que también el mío. No duraría mucho más de pie, y estaba muy cansada. Sentía cierto orgullo de victoria al haberlo obligado a acabar de prisa, al haber agotado su paciencia. Moriría con una sonrisa cínica en los labios. Cerré los ojos y lo esperé.— No, no creo en Dios. No rogaré por alguien que, de existir, me ha abandonado a mi suerte. —respiré profundamente, con el corazón acelerado, con cada fibra de mi ser esperando impaciente un golpe. ¡Lo que fuera! Si no actuaba de prisa, empezaría a correr, y lo que menos quería era perder la poca dignidad que me quedaba. Y de todos modos, caerme dolería demasiado con la costilla rota.— ¡¡Hazlo de una vez!! —gemí como una plegaria.
Y entonces sentí un grave ardor en el rostro. No caí de inmediato, quizás por la rigidez de mis piernas. Al siguiente golpe, volví a sentir el sabor a sangre en mi boca y la desesperante agonía de la quijada rota. Se me escaparon las lágrimas y retrocedí varios pasos por inercia.— ¡¡Si!! ¡A... Aca...ba con esto ya... ASTOR! —casí gruñí como un animal. Al gritar su nombre, ni siquiera me reconocí a mi misma. El peor de los insultos y maldiciones.
Beatrix Hathaway- Mensajes : 42
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Re: ¿Qué hay detrás de una cortesana? [Priv. Astor]
Y Dios escucho también esta vez...
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Su aburrimiento iba en aumento, aquella muñeca que acogió para divertirse se estaba rompiendo más pronto de lo que esperaba, tenia sus arrebatos de fuerza, pero no eran más que una llamarada la cual al más leve soplido disminuía su intensidad.
Tal era esa disminución que de los labios completamente ensangrentados de la fémina salían gritos que pedían la muerte, lo hacía aparentando ser fuerte pero en la mente del hombre estaba implorando que terminara con su juego y la verdead debía ser sin duda de que ella ya no podía soportar más.
Soltó un suspiro de pesar, le resultaba algo triste tener que dar por finalizado todo aquello.
Ella estaba lista y el también lo estaba, su reunión aunque momentánea era necesaria para algo que ninguno de los dos se daba cuenta. La cortesana se daría cuenta en sus últimos segundos de vida; Astor por otro lado tardaría seguramente años en recordad a la joven de los cabellos castaños que hasta ahora tenía frente a sí tan maltratada.
- Que pronto has expiado tus pecados bonita, me siento orgulloso de ti - le tomo del cuello, pegando su cuerpo a la figura femenina y le acerco a la pared de nueva cuenta, uniendo el calor que aún ambos cuerpos despedían pero de los cuales uno se extinguiría para dejar solo una vasija fría e inerte.
Miro el rostro de la mujer y le pareció más hermosa que antes, al final siempre parecía pasar eso. Todos los buenos momentos se unían para dar un brillo particular a las personas justo antes de caer en la oscuridad eterna. Astor guiado por esa belleza momentánea le beso, saboreando en los labios ajenos lo ferroso de la sangre.
- Mirame, sienteme y llevame contigo para siempre - su expresión era completamente sería y sin apartar los ojos de los ajenos presiono el cuello de la cortesana para evitar que el aire llegara hasta sus pulmones y lentamente elevo el cuerpo de la mujer aún por el cuello; de ese momento en adelante, todo sería cuestión de tiempo.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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