AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Recuerdo del primer mensaje :
Había emprendido una carrera que a mis años parecia interminable... el espanto y el llanto hacían que mis piernas se movieran con mayor rápidez para alejarme de ese lugar, donde por mi, el amigo que adore como a un hermano y que cuide como un niño se había ido... había muerto...habia muerto por mi culpa -Mi culpa- pensé mientras daba un respiro en lugar incierto y desconocido, escondido tras un muro contemple como las comunidades gitanas y los más humildes se debatían a muerte con el frio de aquella miserable noche, muchos señalaban hacia el cielo donde una enorme y colosal humareda se elevaba al cielo -Allí va Jhofiel- susurre apenas audible para mi y para un perro que estaba al lado mío, con sus ojos tristes, su figura tan delgada que podían verse hasta las marcas de los huesos duros de sus costillas, el pelaje negro era lo único que brillaba en ese pobre -Será mejor que te vayas, antes que mi presencia te traiga la mala fortuna de tu muerte- adverti al animal que solo ladeaba la cabeza y alzaba las orejas al escucharme hablar -Lo sé, tu tampoco me entiendes, solo Jhofiel... pero el esta muerto ¿Sabes?, allí en medio de esa humareda navegan sus cenizas que se dirigen hacia otra costa, por mi culpa...- me puse a reflexionar, ¿Podía ser que mi extraña maldición hubiese regresado?, así como las otras mujeres de años atrás Jhofiel había muerto a causa de imaginarme en mi departamento lo peor que podría ocurrir y no solo ocurrió sino que se cumplio ¿Volvia a ser el asesino desconocido? -Allí vas amigo mío y lo peor es que ni siquiera te toque... pero te mate, viajas ante mis ojos como ejemplo de vida y sueños incompletos que yo te arranque- contemple los alrededores y me puse un momento en lugar de los otros desdichados que se peleaban por migajas robadas, por un pedazo de tela, por un rincón en la fogata, por un juguete mal hecho en el caso de los niños -Sería demasiado para ellos si me quedaba donde él me dijo... la Corte de los Milagros no es el mejor sitio para refugiarme del peligro- así que pensando en las penurías de la pobreza y el hambre, decidi marchar hacia un lugar mejor o por lo menos donde nadie tuviera que estar cerca de mi mala suerte, excepto el perro que por más que intente sacarlo del camino perdiendome entre senderos solos y unos más ocupados por las damas que le llamaba "De la vida galante".... -Bueno al menos si te mueres gracias a mí dejarás de sufrir por el hambre- continue mis pasos hasta que en los horizontes se dibujo una carpa, sin vida... empolvada, deshabitada, ubicada en las tierras del olvido -¿Que crees que sea esto mi pequeño y peludo amigo?-, mis pasos iban siendo marcados por la arena y en suciados por la escencia de los colchones de las patas del canino, a mi mente venía Jhofiel, recordaba que algunas vez fuimos a una especie de circo, la primera y la última que fui con ese gitano aniñado, loco y soñador -Como desearía que estuviera perdido conmigo- declare en medio de un suspiro -No, este no es el momento de quebrantarse, por más que la tristeza viniese a mí tocando la melodía más deprimente que viniera hasta mi mente.
Preferí caminar... seguir el largo sendero olvidado, suplicando inutilmente que alguién lo tomará como albergue y cobijar un momento de la vida, unas sonrisas y se fuera en los recuerdos de otros, la brisa se llevaba los restos de carteles borrados por el tiempo, la gran carpa era de colores apenas predecibles.. amarillo y azul fueron sus vestimentas, los grillos cantaban en un esfuerzo por dar vida a este lugar, Jhofiel quién vivió a la interperie durante la mayor parte de su juventud, solía decir que donde hubiera el cantar de los insectillos nocturnos, había con certeza vida -¿Vida?, pero... ¿A que clase de loco se atrevería a vivir aquí?- me encogí en hombros y continue mi caminata hacia las partes donde los cantantes nocturnos no daban serenata, el perro continuaba a mi lado, con testa y cola seguía allí detrás mio -Por lo menos estoy con alguién- me cobije de consuelo y decidi entrar a la única carpa separada del resto de la arena del circo, en su interior todo estaba oscuro, era demasiado incierto pero no encendería fuego si es que allí lo había allí, no queria saber de ese elemento natural, no ahora, simplemente sacudi lo poco que quedaba del saco y los pantalones del traje -Vamonos, tenemos que encontrar un escodite con luz- el pequeño animal seguia mirandome -¿Que? ¡Soy exigente hasta en las peores circunstancias ¿Y?!- le dije a mi conocido amigo de cuatro patas, entonces una luz fue encendida iluminando todo el lugar, estaba construido por suelo de arena, tela arremendada y descoclorida del mismo azul y amarillo que vi afuera, quizás eso no fue lo sorprendente sino al dar la vuelta... cientos de ratas estaban muetas alrededor de una mesita vencida y si arreglar... todos tenían dos agujeros en el cuello, estaban vacías... el perro comenzó a gruñir y a ladrar desesperadamente -Una trampa- dije en voz alta... ¿Como supo el enemigo del que tanto hablaba Jhofiel que yo estaba aquí, si desaparecio de la nada -¿Quién eres?- pregunte valiente aunque por dentro el miedo a lo incierto como toda naturaleza humana me estuviese estremeciendo del interior al exterior, de pies a cabeza -¿Quién eres?- no había respuesta, entonces como todo instinto primitivo del hombre buscaba en esa carpa algo con que pudiera defenderme, para mi desgracia no había nada -Y si Jhofiel era un traidor?- me vino el pensamiento y tenía lógica, ese gitano con la mujer se quedo allí sin ver que realmente humbiera muerto o sacrificado su vida por mi o los demás -¿Mi amigo informo alguién y estuvo en el bando de los malos desde siempre, mandando alguién a espiarme y a seguirme para aniquilarme?- pase saliva rápidamente y la respiración se volvio agitada a raíz de que escuche pasos lentos y sigilosos acercandose a mí partiendo de la sombra que quedaba al frente mío -¿Quién eres?- regunte de nuevo si obtener respuesta, solo una mirada melancolica coloreada de verde aceituna se asomo calladamente.
Había emprendido una carrera que a mis años parecia interminable... el espanto y el llanto hacían que mis piernas se movieran con mayor rápidez para alejarme de ese lugar, donde por mi, el amigo que adore como a un hermano y que cuide como un niño se había ido... había muerto...habia muerto por mi culpa -Mi culpa- pensé mientras daba un respiro en lugar incierto y desconocido, escondido tras un muro contemple como las comunidades gitanas y los más humildes se debatían a muerte con el frio de aquella miserable noche, muchos señalaban hacia el cielo donde una enorme y colosal humareda se elevaba al cielo -Allí va Jhofiel- susurre apenas audible para mi y para un perro que estaba al lado mío, con sus ojos tristes, su figura tan delgada que podían verse hasta las marcas de los huesos duros de sus costillas, el pelaje negro era lo único que brillaba en ese pobre -Será mejor que te vayas, antes que mi presencia te traiga la mala fortuna de tu muerte- adverti al animal que solo ladeaba la cabeza y alzaba las orejas al escucharme hablar -Lo sé, tu tampoco me entiendes, solo Jhofiel... pero el esta muerto ¿Sabes?, allí en medio de esa humareda navegan sus cenizas que se dirigen hacia otra costa, por mi culpa...- me puse a reflexionar, ¿Podía ser que mi extraña maldición hubiese regresado?, así como las otras mujeres de años atrás Jhofiel había muerto a causa de imaginarme en mi departamento lo peor que podría ocurrir y no solo ocurrió sino que se cumplio ¿Volvia a ser el asesino desconocido? -Allí vas amigo mío y lo peor es que ni siquiera te toque... pero te mate, viajas ante mis ojos como ejemplo de vida y sueños incompletos que yo te arranque- contemple los alrededores y me puse un momento en lugar de los otros desdichados que se peleaban por migajas robadas, por un pedazo de tela, por un rincón en la fogata, por un juguete mal hecho en el caso de los niños -Sería demasiado para ellos si me quedaba donde él me dijo... la Corte de los Milagros no es el mejor sitio para refugiarme del peligro- así que pensando en las penurías de la pobreza y el hambre, decidi marchar hacia un lugar mejor o por lo menos donde nadie tuviera que estar cerca de mi mala suerte, excepto el perro que por más que intente sacarlo del camino perdiendome entre senderos solos y unos más ocupados por las damas que le llamaba "De la vida galante".... -Bueno al menos si te mueres gracias a mí dejarás de sufrir por el hambre- continue mis pasos hasta que en los horizontes se dibujo una carpa, sin vida... empolvada, deshabitada, ubicada en las tierras del olvido -¿Que crees que sea esto mi pequeño y peludo amigo?-, mis pasos iban siendo marcados por la arena y en suciados por la escencia de los colchones de las patas del canino, a mi mente venía Jhofiel, recordaba que algunas vez fuimos a una especie de circo, la primera y la última que fui con ese gitano aniñado, loco y soñador -Como desearía que estuviera perdido conmigo- declare en medio de un suspiro -No, este no es el momento de quebrantarse, por más que la tristeza viniese a mí tocando la melodía más deprimente que viniera hasta mi mente.
Preferí caminar... seguir el largo sendero olvidado, suplicando inutilmente que alguién lo tomará como albergue y cobijar un momento de la vida, unas sonrisas y se fuera en los recuerdos de otros, la brisa se llevaba los restos de carteles borrados por el tiempo, la gran carpa era de colores apenas predecibles.. amarillo y azul fueron sus vestimentas, los grillos cantaban en un esfuerzo por dar vida a este lugar, Jhofiel quién vivió a la interperie durante la mayor parte de su juventud, solía decir que donde hubiera el cantar de los insectillos nocturnos, había con certeza vida -¿Vida?, pero... ¿A que clase de loco se atrevería a vivir aquí?- me encogí en hombros y continue mi caminata hacia las partes donde los cantantes nocturnos no daban serenata, el perro continuaba a mi lado, con testa y cola seguía allí detrás mio -Por lo menos estoy con alguién- me cobije de consuelo y decidi entrar a la única carpa separada del resto de la arena del circo, en su interior todo estaba oscuro, era demasiado incierto pero no encendería fuego si es que allí lo había allí, no queria saber de ese elemento natural, no ahora, simplemente sacudi lo poco que quedaba del saco y los pantalones del traje -Vamonos, tenemos que encontrar un escodite con luz- el pequeño animal seguia mirandome -¿Que? ¡Soy exigente hasta en las peores circunstancias ¿Y?!- le dije a mi conocido amigo de cuatro patas, entonces una luz fue encendida iluminando todo el lugar, estaba construido por suelo de arena, tela arremendada y descoclorida del mismo azul y amarillo que vi afuera, quizás eso no fue lo sorprendente sino al dar la vuelta... cientos de ratas estaban muetas alrededor de una mesita vencida y si arreglar... todos tenían dos agujeros en el cuello, estaban vacías... el perro comenzó a gruñir y a ladrar desesperadamente -Una trampa- dije en voz alta... ¿Como supo el enemigo del que tanto hablaba Jhofiel que yo estaba aquí, si desaparecio de la nada -¿Quién eres?- pregunte valiente aunque por dentro el miedo a lo incierto como toda naturaleza humana me estuviese estremeciendo del interior al exterior, de pies a cabeza -¿Quién eres?- no había respuesta, entonces como todo instinto primitivo del hombre buscaba en esa carpa algo con que pudiera defenderme, para mi desgracia no había nada -Y si Jhofiel era un traidor?- me vino el pensamiento y tenía lógica, ese gitano con la mujer se quedo allí sin ver que realmente humbiera muerto o sacrificado su vida por mi o los demás -¿Mi amigo informo alguién y estuvo en el bando de los malos desde siempre, mandando alguién a espiarme y a seguirme para aniquilarme?- pase saliva rápidamente y la respiración se volvio agitada a raíz de que escuche pasos lentos y sigilosos acercandose a mí partiendo de la sombra que quedaba al frente mío -¿Quién eres?- regunte de nuevo si obtener respuesta, solo una mirada melancolica coloreada de verde aceituna se asomo calladamente.
Archibaldo de la Cruz- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/10/2011
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Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Epilogo
El caballero permanecía callado, confundido, entre sus sentimientos completamente abatido, aparentaba ante mis ojos estar tranquilo, pero yo podía sentir cuanto me había mentido -No me malinterprete- dije pacientemente -Jhofiel me confió muchas cosas de usted, por tanto creí que tras ellos iba a correr- le mire de la cabeza a los pies, mis ojos verdes contemplaban y soportaban su penetrante mirada, era sin duda alguna un hombre de porte distinto, como esos de los que hoy en día casi están extintos.
El caballero se acerco a paso lento, yo retrocedí para evitar algún tipo de enfrentamiento, lo que le iba a comentar quizás para su cabeza le iba faltar una pizca de entendimiento -Se que este no es el mejor momento- suspire como si de este saliese un profundo lamento -Pero el cazador detrás de todo esto, sabe que su profesión será el mejor de los instrumentos para el final que se avecina en próximos tiempos, no es exactamente su el sonido de su voz lo que queremos, sino la divina habilidad que le da casa y alimento... ¿Sabe a lo que me refiero cierto?- aguarde en silencio, esperando que el hombre expresará la revuelta de su pensamiento, permanecía quieto, esos ojos cafés observaban a un lugar incierto, estaba pensando o quizás recordando pues una lágrima resbalo de sus mejillas, inmediatamente el hombre saco un pañuelo, aferrándose para encontrar consuelo -Lo siento- me disculpe con tono cansado y sincero -Se lo difícil que debe ser esto- no esperaba más del caballero, porque yo sé mejor que nadie que es ese dolor en el pecho, que te aqueja incluso cuando buscas la paz en el lecho -Sin embargo el gitano se hubiera empeñado en que cumplieras la misión que te comento, es más creo que si esta allá entre los cielos, debe estar viendo con aflicción, intentando decirte lo que él ya sabía que sucedería en esta noche de muertos- me acerque a pocos centímetros de él -Necesitamos de ti como escritor, necesitamos que tú seas la voz del movimiento, la más sutil, la más discreta pero... la más directa- digo casi en un susurro, con ese gentil gesto concluyo, esperando, solo esperando... aguardando que el escritor haga las preguntas que deba, decirlas en voz alta para que al final de cuentas de su escrita palabra.
El caballero permanecía callado, confundido, entre sus sentimientos completamente abatido, aparentaba ante mis ojos estar tranquilo, pero yo podía sentir cuanto me había mentido -No me malinterprete- dije pacientemente -Jhofiel me confió muchas cosas de usted, por tanto creí que tras ellos iba a correr- le mire de la cabeza a los pies, mis ojos verdes contemplaban y soportaban su penetrante mirada, era sin duda alguna un hombre de porte distinto, como esos de los que hoy en día casi están extintos.
El caballero se acerco a paso lento, yo retrocedí para evitar algún tipo de enfrentamiento, lo que le iba a comentar quizás para su cabeza le iba faltar una pizca de entendimiento -Se que este no es el mejor momento- suspire como si de este saliese un profundo lamento -Pero el cazador detrás de todo esto, sabe que su profesión será el mejor de los instrumentos para el final que se avecina en próximos tiempos, no es exactamente su el sonido de su voz lo que queremos, sino la divina habilidad que le da casa y alimento... ¿Sabe a lo que me refiero cierto?- aguarde en silencio, esperando que el hombre expresará la revuelta de su pensamiento, permanecía quieto, esos ojos cafés observaban a un lugar incierto, estaba pensando o quizás recordando pues una lágrima resbalo de sus mejillas, inmediatamente el hombre saco un pañuelo, aferrándose para encontrar consuelo -Lo siento- me disculpe con tono cansado y sincero -Se lo difícil que debe ser esto- no esperaba más del caballero, porque yo sé mejor que nadie que es ese dolor en el pecho, que te aqueja incluso cuando buscas la paz en el lecho -Sin embargo el gitano se hubiera empeñado en que cumplieras la misión que te comento, es más creo que si esta allá entre los cielos, debe estar viendo con aflicción, intentando decirte lo que él ya sabía que sucedería en esta noche de muertos- me acerque a pocos centímetros de él -Necesitamos de ti como escritor, necesitamos que tú seas la voz del movimiento, la más sutil, la más discreta pero... la más directa- digo casi en un susurro, con ese gentil gesto concluyo, esperando, solo esperando... aguardando que el escritor haga las preguntas que deba, decirlas en voz alta para que al final de cuentas de su escrita palabra.
Louis De Pointe Du Lac1- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/07/2013
Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Epilogo
Todo permanecía en total quietud -¿Donde habrían ido los hombres que estaban aquí?- pregunte curioso, observando a cualquier parte menos donde el ese... ese hombre de mirada melancólica y de cabellos tan largos estaba en pie.
Era incomodo, sentía como si sus pupilas fueran la de la medida exacta de las ranuras donde se incrustaban las llaves que abrían las puertas de mi cielo y de mi infierno... de mi propia mente y alma, era como si me desnudase sin necesidad de mover un solo musculo, mientras eso sucedía en pensamiento una revuelta que provoca mis propios malestares comenzaba a acosarme, sentía como las piernas comenzaban una danza extraña que de no moverlas seguramente caería fulminantemente.
Termine por aferrarme al recuerdo del gitano, era como si su mano blanca y pequeña me estuviera sosteniendo, era la única forma de permanecer de pie ante la inminente circunstancia que a lo lejos podía escuchar, como el hombre que delira al caer sobre él, la maldición de la locura.
<< Se que no es fácil l>> su voz lo decía y era verdad, creí por un momento ser tan fuerte como un titán y resultaba que era más cobarde que mi pequeño amigo en cuatro patas que solo dios sabe su destino final -Y no lo es- pude responder aunque después el aire valeroso con que había pronunciado aquello escapara guiado por el viento fresco y frio de una madrugada en que la muerte se adueñó de todo París, una noche trágica de invierno -Y más con esta estación en que la melancolía suele ser peor que la peste o la siete plagas descritas en la biblia- en medio de un suspiro recordaba los últimos inviernos que he vivido después de aquello, nada comparado con lo que vivo hoy, recuerdo mi pequeña casa alejada de toda civilización, solo una taza de café, hojas en blanco, un tintero y el calor de la chimenea estaban conmigo cada noche como esta, incluso el día de Nochebuena, jamás pensé y desee con tanto ímpetu que esos días regresaran, era como un inmenso vacío que debía ser cubierto por algo, era las ganas impasibles de retroceder el tiempo, una vez que se conoce la falla para enmendarla y volver a esa cotidianidad a la que más de uno estamos acostumbrados... ¿Como decir todo eso cuando otras dudas despertaban la sed curiosa de un hombre como yo?.
Pensé que al conocer a los seres que dieran fe de mi hipótesis, la cual sostiene que las criaturas de las leyendas son en realidad, personas ocultas y que tratan con nosotros cada uno de nuestro días supongo al final de los tiempos, sería un momento grato y de gran sorpresa más no de miedo y desconcierto como lo siento ahora en cada parte de mi ya adulta anatomía -Yo no puedo decirte que sí a todo lo que pides, por mucho que hables de Jhofiel no puedo confiar, el jamás hablo de ti, jamás me dijo que en sus premoniciones, que en las cartas o sueños tu aparecerías- reaccione al escuchar su voz a pocos pasos detrás mío, por instinto retrocedí alejándome de él -¿Quién es el que está detrás de todo esto, eres tú acaso?- gire mi cuerpo y le vi directo a los ojos, más la mirada no era retante, más ella se encontraba llena de dudas que reflejaba hasta en el más mínimo destello de mis pupilas -¿Porque están haciendo esto, porque yo, un humilde escritor que quizás esté completamente demente, que sea un monstruo disfrazado de artista y escultor de letras?...¿Porque Jhofiel debía morir?... contéstame... ¿Porque?- el vampiro no emitió palabra, tampoco un juicio o una explicación a mis palabras, parecía armado e paciencia o probablemente fuese su tristeza evidente la que lo hiciera tan dócil y pasivo -¿Como has podido saber que todo esto esta próximo a culminar?- el ceño se frunció ante la inevitable furia que sentía por tener una ignorancia absoluta y una perdida reciente a cuestas -¡Contéstame!- dije con brusquedad, esperando que fueran despejadas todas la dudas o al menos las primeras de tantas que tenía en la cabeza, era ¿Porque yo la voz más sutil del movimiento, que podían hacer mis escritos tan insignificantes de un escritor y periodista con reputación poco favorable?... ¿Qué?.
Todo permanecía en total quietud -¿Donde habrían ido los hombres que estaban aquí?- pregunte curioso, observando a cualquier parte menos donde el ese... ese hombre de mirada melancólica y de cabellos tan largos estaba en pie.
Era incomodo, sentía como si sus pupilas fueran la de la medida exacta de las ranuras donde se incrustaban las llaves que abrían las puertas de mi cielo y de mi infierno... de mi propia mente y alma, era como si me desnudase sin necesidad de mover un solo musculo, mientras eso sucedía en pensamiento una revuelta que provoca mis propios malestares comenzaba a acosarme, sentía como las piernas comenzaban una danza extraña que de no moverlas seguramente caería fulminantemente.
Termine por aferrarme al recuerdo del gitano, era como si su mano blanca y pequeña me estuviera sosteniendo, era la única forma de permanecer de pie ante la inminente circunstancia que a lo lejos podía escuchar, como el hombre que delira al caer sobre él, la maldición de la locura.
<< Se que no es fácil l>> su voz lo decía y era verdad, creí por un momento ser tan fuerte como un titán y resultaba que era más cobarde que mi pequeño amigo en cuatro patas que solo dios sabe su destino final -Y no lo es- pude responder aunque después el aire valeroso con que había pronunciado aquello escapara guiado por el viento fresco y frio de una madrugada en que la muerte se adueñó de todo París, una noche trágica de invierno -Y más con esta estación en que la melancolía suele ser peor que la peste o la siete plagas descritas en la biblia- en medio de un suspiro recordaba los últimos inviernos que he vivido después de aquello, nada comparado con lo que vivo hoy, recuerdo mi pequeña casa alejada de toda civilización, solo una taza de café, hojas en blanco, un tintero y el calor de la chimenea estaban conmigo cada noche como esta, incluso el día de Nochebuena, jamás pensé y desee con tanto ímpetu que esos días regresaran, era como un inmenso vacío que debía ser cubierto por algo, era las ganas impasibles de retroceder el tiempo, una vez que se conoce la falla para enmendarla y volver a esa cotidianidad a la que más de uno estamos acostumbrados... ¿Como decir todo eso cuando otras dudas despertaban la sed curiosa de un hombre como yo?.
Pensé que al conocer a los seres que dieran fe de mi hipótesis, la cual sostiene que las criaturas de las leyendas son en realidad, personas ocultas y que tratan con nosotros cada uno de nuestro días supongo al final de los tiempos, sería un momento grato y de gran sorpresa más no de miedo y desconcierto como lo siento ahora en cada parte de mi ya adulta anatomía -Yo no puedo decirte que sí a todo lo que pides, por mucho que hables de Jhofiel no puedo confiar, el jamás hablo de ti, jamás me dijo que en sus premoniciones, que en las cartas o sueños tu aparecerías- reaccione al escuchar su voz a pocos pasos detrás mío, por instinto retrocedí alejándome de él -¿Quién es el que está detrás de todo esto, eres tú acaso?- gire mi cuerpo y le vi directo a los ojos, más la mirada no era retante, más ella se encontraba llena de dudas que reflejaba hasta en el más mínimo destello de mis pupilas -¿Porque están haciendo esto, porque yo, un humilde escritor que quizás esté completamente demente, que sea un monstruo disfrazado de artista y escultor de letras?...¿Porque Jhofiel debía morir?... contéstame... ¿Porque?- el vampiro no emitió palabra, tampoco un juicio o una explicación a mis palabras, parecía armado e paciencia o probablemente fuese su tristeza evidente la que lo hiciera tan dócil y pasivo -¿Como has podido saber que todo esto esta próximo a culminar?- el ceño se frunció ante la inevitable furia que sentía por tener una ignorancia absoluta y una perdida reciente a cuestas -¡Contéstame!- dije con brusquedad, esperando que fueran despejadas todas la dudas o al menos las primeras de tantas que tenía en la cabeza, era ¿Porque yo la voz más sutil del movimiento, que podían hacer mis escritos tan insignificantes de un escritor y periodista con reputación poco favorable?... ¿Qué?.
Archibaldo de la Cruz- Humano Clase Alta
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Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Corazones y mentes
Como hubiera querido quedarme inconsciente, ahora estaba allí, esclavo de una silla a merced de un hombre parecido a él...y se llamaba igual que Tobías, tan solo recordar su nombre revolvía mi estomago, sudaba en frío, temblaba y entonces los intentos fallidos por liberarme empezaron a lastimar mis muñecas.
Recordaba que algo toco mi nuca de manera brusca, recuerdo como entre sueños era colocado aquí, puedo escucharlo ahora, puedo ver su extraño maquillaje frente mí, era la paranoia la que controlaba todo ¿Como podía yo tan siquiera figurarme que Tobías seguía vivo y que era el hombre que vi unos instantes antes de que saliera de la carpa?, si yo... yo lo había matado.
Los ojos se abrieron grandes -¿Matar?- negué con la cabeza, tratando de olvidar tan cruel episodio, pero este volvía cuando observa mi alrededor, la misma época del año, las mismas horas, la misma atadura pero diferente persona, era un Deja Vú que no dejaba el alma descansar, por el contrario la inquietaba provocando en mi cuerpo la agitación completa que pronto me hizo tener sed, pero el miedo, el miedo era más grande que todo cuanto me molestaba -No puede ser- exclamaba en mi mente -¡No puede ser!- grite pero el sonido fue opacado por la tela que obstruía la salida de las palabras -¿Porque a mí?- pensé atribuyendo todo cuanto me había pasado como un castigo, aunque no creyera en ello, era la explicación más lógica.
La saliva trataba inútilmente de cubrir las necesidades de una garganta seca, necesitaba agua, necesitaba salir, necesitaba salir y saber si los demás estaban bien, ahora eso era algo más a la lista, el hombre estaba demente -Mordred, Gideon- pronuncie mientras forzadamente los ojos se cerraban y finamente una lágrima se escapo, entonces más salieron detrás de ellas, solo quería regresar a casa, solo quería que todos ellos estuvieran bien, incluso ella -La vez pasada fue un milagro el que te salvo Spencer, ¿esta vez ocurrirá lo mismo?- ya no sabía que pensar o responder -¿Porque me duele tanto el pecho?- el dolor no era convencional, no era por enfermedad, se trataba de algo distinto que me hacía retorcer per debido a las ataduras me era imposible -¿Y si muero aquí?- trate de tranquilizarme y por breves instantes lo hice, intente pensar con la cabeza fría pero tan pronto escuche los pasos acercarse todo cambio -No, Spencer despierta- rogaba con desesperación -Vamos despierta, esto solo es tu imaginación, Tobías murió, no... no te fijes en como falleció, solo despierta por favor... esta historia, el secuestro que aun tiene a tu vida presa no se puede repetir- el cuerpo comenzaba a temblar, era tan fuerte que bien por mi complexión el cuerpo podría deshacerse, más guarde silencio, no había forma de secar mis lágrimas, así que solo suplicaba que fuese la dualidad del hombre bueno a la que retornaba en aquella carpa -Esto tiene que ser solo un sueño- la ultima de todas las frases formuladas en mi mente, ante mi violento despertar...
Como hubiera querido quedarme inconsciente, ahora estaba allí, esclavo de una silla a merced de un hombre parecido a él...y se llamaba igual que Tobías, tan solo recordar su nombre revolvía mi estomago, sudaba en frío, temblaba y entonces los intentos fallidos por liberarme empezaron a lastimar mis muñecas.
Recordaba que algo toco mi nuca de manera brusca, recuerdo como entre sueños era colocado aquí, puedo escucharlo ahora, puedo ver su extraño maquillaje frente mí, era la paranoia la que controlaba todo ¿Como podía yo tan siquiera figurarme que Tobías seguía vivo y que era el hombre que vi unos instantes antes de que saliera de la carpa?, si yo... yo lo había matado.
Los ojos se abrieron grandes -¿Matar?- negué con la cabeza, tratando de olvidar tan cruel episodio, pero este volvía cuando observa mi alrededor, la misma época del año, las mismas horas, la misma atadura pero diferente persona, era un Deja Vú que no dejaba el alma descansar, por el contrario la inquietaba provocando en mi cuerpo la agitación completa que pronto me hizo tener sed, pero el miedo, el miedo era más grande que todo cuanto me molestaba -No puede ser- exclamaba en mi mente -¡No puede ser!- grite pero el sonido fue opacado por la tela que obstruía la salida de las palabras -¿Porque a mí?- pensé atribuyendo todo cuanto me había pasado como un castigo, aunque no creyera en ello, era la explicación más lógica.
La saliva trataba inútilmente de cubrir las necesidades de una garganta seca, necesitaba agua, necesitaba salir, necesitaba salir y saber si los demás estaban bien, ahora eso era algo más a la lista, el hombre estaba demente -Mordred, Gideon- pronuncie mientras forzadamente los ojos se cerraban y finamente una lágrima se escapo, entonces más salieron detrás de ellas, solo quería regresar a casa, solo quería que todos ellos estuvieran bien, incluso ella -La vez pasada fue un milagro el que te salvo Spencer, ¿esta vez ocurrirá lo mismo?- ya no sabía que pensar o responder -¿Porque me duele tanto el pecho?- el dolor no era convencional, no era por enfermedad, se trataba de algo distinto que me hacía retorcer per debido a las ataduras me era imposible -¿Y si muero aquí?- trate de tranquilizarme y por breves instantes lo hice, intente pensar con la cabeza fría pero tan pronto escuche los pasos acercarse todo cambio -No, Spencer despierta- rogaba con desesperación -Vamos despierta, esto solo es tu imaginación, Tobías murió, no... no te fijes en como falleció, solo despierta por favor... esta historia, el secuestro que aun tiene a tu vida presa no se puede repetir- el cuerpo comenzaba a temblar, era tan fuerte que bien por mi complexión el cuerpo podría deshacerse, más guarde silencio, no había forma de secar mis lágrimas, así que solo suplicaba que fuese la dualidad del hombre bueno a la que retornaba en aquella carpa -Esto tiene que ser solo un sueño- la ultima de todas las frases formuladas en mi mente, ante mi violento despertar...
Spencer Reid- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 03/03/2012
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Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Mi alma pendía de un hilo y debo confesar bastante frágil, bastante delgado, sabía me estaba jugando la vida pero no sabía a qué grado... Lo único que sabía con certeza es que está ayudando a un fantasma de nuevo, que por Jhofiel estaba involucrándome en algo que ni siquiera tenía la idea de lo que se trataba, solo por salvar y limpiar su honra, su nombre y su futura misión.
Turandot, mi compañero de aventuras, aquel fantasmal ser que solo sabía lo indispensable después de llevarlo conmigo a todas partes durante tres años, intento decirme que no me involucrara, intento en vano darme los consejos que normalmente siempre escucho y tiendo a obedecer... no era un anciano pero tantos años entre mortales le daba la sabiduría que en su aspecto no se veía.
Gracias a él y al nuevo agregado a mi invisible familia, Frank Slade habíamos encontrado el lugar donde los caídos se había refugiado después del accidente en el teatro, que a leguas podía notarse que el fuego y los disturbios no habían acabado en él lugar, la enorme humareda continuaba elevándose en lo alto de los cielos nocturnos parisinos.
El circo, permitía esa vista... un circo viejo y abandonado que solo las estrellas acudían a visitarle cada noche, un lugar silencioso e inundado de esa eterna incertidumbre que estremece a los hombres, misma que se esconde bajo las carpas empolvadas y descoloridas, donde en vez de piso hay tierra de por medio, polvo que están pequeño y fino que se puede confundir con arena del mar... allí mismo podía sentir que crecería uno, gracias al llanto de mil mares que otras personas derrocharían allí, la tortura era la culpable.. Alguien los estaba haciendo sufrir más que la inquisición misma.
-Hola- pronuncie titubeante, aunque el miedo no pudiese expresar -¡Hola!- grite con más enjundia, esperando con ello que alguien atendiera a mi llamado, sin embargo los grillos siguieron su canto y las carpas que permanecían con una luz ligera no producían ruido alguno.
Después de discutir con Frank ante mi fatídico error de dar a notar nuestra presencia a los cuatro vientos, seguimos a Turandot, ese vagabundo era un hombre hábil, sus años como fantasma le habían dado armas para defenderse e intentaba mostrarle al coronel fallecido la condición y su habilidades contenidas dentro de su nueva naturaleza, él ubico el lugar de cada uno de los sobrevivientes, quienes estaban presos de distintos modos sin necesidad de cadenas o ataduras -¿Que hacemos chicos, algún plan en mente?- le pregunte a ambos fantasma que estaban discutiendo entre sí -Bien, no es necesario demuestren el apreció que se tienen ambos, eso es muy notable- les mire con la rabillo del ojo, mi comentario sarcástico había logrado sacarlos de balance, más hubo un suceso más que no s hizo perder el equilibrio por minúsculos y contados momentos...
Yo podía sentirlo también, el aura de alguien, pero no de cualquiera, pertenecía un vampiro... un inmortal, un ser peligroso que no se le debía subestimar -Estamos en problemas- pase un trago de saliva y con la respiración discretamente entrecortada, me mantuve oculta detrás de una de las carpas donde la voz de un hombre pedía auxilio, me hubiese gustado apoyarlo, pero las carpas estaban selladas... ¿Cómo? aún ese era un misterio - No te preocupes, ellos volverán contigo- pronuncie aconsejada por Frank, quién sabiendo que el joven a quién daba consuelo no podría escucharle -Si sales, tus amigos morirán- seguía repitiendo lo que se me dictaba al oido -Eso es, buen chico... Ahora se paciente y espera allí que el pronto vendrá por ti- El coronel no supo que más decir, solo se alejo de mi, resignado y confundido, me dejo sola, dialogando con alguien a quién apenas conocía, el mismo que no pudo eludir la pregunta obvia cuando dos personas apenas se conocen -¿Quién era yo?- pregunte en mis adentros que se debatían en decir o no la verdad -No, no es el momento- concluí y con una expresión marcada de aflicción al ver el estado de ánimo en el que Frank pareció caer me limite a responder -Solo soy un as bajo la manga- suspire y mis manos se aferraron ligeramente a la tela, Turandot se separo de su nuevo compañero para ir a mi lado -Estaré bien- sonreí forzadamente -Solo, es que yo...- intentaba explicar cuando una voz masculina interrumpió mis explicaciones -Diablos... seguro es el- susurre -Debe ser el caballero de cabellos verdes- me dije y sin más corrí alejándome del lugar, Turandot jalo de Frank, que no había sentido nada, con mis dos fantasmas por detrás y un licántropo persiguiéndome con tono exigente y molesto corría sin saber muy a donde me dirigía...
Turandot, mi compañero de aventuras, aquel fantasmal ser que solo sabía lo indispensable después de llevarlo conmigo a todas partes durante tres años, intento decirme que no me involucrara, intento en vano darme los consejos que normalmente siempre escucho y tiendo a obedecer... no era un anciano pero tantos años entre mortales le daba la sabiduría que en su aspecto no se veía.
Gracias a él y al nuevo agregado a mi invisible familia, Frank Slade habíamos encontrado el lugar donde los caídos se había refugiado después del accidente en el teatro, que a leguas podía notarse que el fuego y los disturbios no habían acabado en él lugar, la enorme humareda continuaba elevándose en lo alto de los cielos nocturnos parisinos.
El circo, permitía esa vista... un circo viejo y abandonado que solo las estrellas acudían a visitarle cada noche, un lugar silencioso e inundado de esa eterna incertidumbre que estremece a los hombres, misma que se esconde bajo las carpas empolvadas y descoloridas, donde en vez de piso hay tierra de por medio, polvo que están pequeño y fino que se puede confundir con arena del mar... allí mismo podía sentir que crecería uno, gracias al llanto de mil mares que otras personas derrocharían allí, la tortura era la culpable.. Alguien los estaba haciendo sufrir más que la inquisición misma.
-Hola- pronuncie titubeante, aunque el miedo no pudiese expresar -¡Hola!- grite con más enjundia, esperando con ello que alguien atendiera a mi llamado, sin embargo los grillos siguieron su canto y las carpas que permanecían con una luz ligera no producían ruido alguno.
Después de discutir con Frank ante mi fatídico error de dar a notar nuestra presencia a los cuatro vientos, seguimos a Turandot, ese vagabundo era un hombre hábil, sus años como fantasma le habían dado armas para defenderse e intentaba mostrarle al coronel fallecido la condición y su habilidades contenidas dentro de su nueva naturaleza, él ubico el lugar de cada uno de los sobrevivientes, quienes estaban presos de distintos modos sin necesidad de cadenas o ataduras -¿Que hacemos chicos, algún plan en mente?- le pregunte a ambos fantasma que estaban discutiendo entre sí -Bien, no es necesario demuestren el apreció que se tienen ambos, eso es muy notable- les mire con la rabillo del ojo, mi comentario sarcástico había logrado sacarlos de balance, más hubo un suceso más que no s hizo perder el equilibrio por minúsculos y contados momentos...
Yo podía sentirlo también, el aura de alguien, pero no de cualquiera, pertenecía un vampiro... un inmortal, un ser peligroso que no se le debía subestimar -Estamos en problemas- pase un trago de saliva y con la respiración discretamente entrecortada, me mantuve oculta detrás de una de las carpas donde la voz de un hombre pedía auxilio, me hubiese gustado apoyarlo, pero las carpas estaban selladas... ¿Cómo? aún ese era un misterio - No te preocupes, ellos volverán contigo- pronuncie aconsejada por Frank, quién sabiendo que el joven a quién daba consuelo no podría escucharle -Si sales, tus amigos morirán- seguía repitiendo lo que se me dictaba al oido -Eso es, buen chico... Ahora se paciente y espera allí que el pronto vendrá por ti- El coronel no supo que más decir, solo se alejo de mi, resignado y confundido, me dejo sola, dialogando con alguien a quién apenas conocía, el mismo que no pudo eludir la pregunta obvia cuando dos personas apenas se conocen -¿Quién era yo?- pregunte en mis adentros que se debatían en decir o no la verdad -No, no es el momento- concluí y con una expresión marcada de aflicción al ver el estado de ánimo en el que Frank pareció caer me limite a responder -Solo soy un as bajo la manga- suspire y mis manos se aferraron ligeramente a la tela, Turandot se separo de su nuevo compañero para ir a mi lado -Estaré bien- sonreí forzadamente -Solo, es que yo...- intentaba explicar cuando una voz masculina interrumpió mis explicaciones -Diablos... seguro es el- susurre -Debe ser el caballero de cabellos verdes- me dije y sin más corrí alejándome del lugar, Turandot jalo de Frank, que no había sentido nada, con mis dos fantasmas por detrás y un licántropo persiguiéndome con tono exigente y molesto corría sin saber muy a donde me dirigía...
Sarah Downey- Gitano
- Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Lo peor que puede pasarte es morirte, sí, morirte... ¿Porque?, porque en momentos como estos cualquiera en una condición fantasmal puedes sentirte completamente inútil...
Pero no comenzaré por allí, la historia está escrita con un sin fin de mentiras pero no con el desarrollo al principio, el final en medio y el inicio en las sobras, debo explicar cómo es que termine a media noche en un circo abandonado, buscando a no se quienes, en una noche en que el desastre y la muerte se desprendía de la entraña nombrada por las bocas parisinas como "el teatro de la tragedia"...
Seré breve, me limitaré a decir que conocí a Sarah poco después de mi muerte... de acuerdo muchos años después de aquello, era la única que fue capaz de verme y soportarme a su lado y yo fui el único capaz de acompañarla y soportarla cuando es una mujer que debido a sus habilidades no puede demostrar emoción alguna, ni siquiera una pequeña sonrisa, de esos gestos humanos que me fascinan y que ella no puede esbozar en aquella cara de tez pálida y cabellera roja, prácticamente yo era el único que sabía de su transitar y su sufrir, hasta que esa misma noche llego ese... el hombre que ahora tenía al lado y que renegaba su presente, su pasado y su posible futuro, un fantasma que busco ayuda para salvar a sus compañeros ¿Con que razón?, los motivos sobran y todos tienen que ver con el mismo desastre en el teatro, de hecho el murió allí, aunque su ceguera persiste y su mal genio se vuelve cada vez más grande, no tardo mucho tiempo en que se iniciaran los problemas entre los dos.
-Oiga déjela en paz- proteste en cuanto su tono elevado y altanero comenzó a molestar a Sarah -En vez de estar dando órdenes y sanciones, Señor perfección porque no ayuda y utiliza su caja de sorpresas para encontrar a... a... como se llamen, ¡Que más da!- me adelante solo un poco al sendero, tenía la ventaja de que nadie podía verme... se podía olvidar nombres, calles, cosas, caminos, menos las artimañas que he desarrollado para sobrevivir durante años en un mundo donde yo para ellos no existo.
Utilice mi caja de sorpresas o al menos así yo le nombro afectuosamente a todas esas cosas extrañas que solo un espectro graduado con honores en la escuela de la no vida podía tener.
Mis ojos claros se fijaron con suma atención a cada una de las carpas, caminaba y en cada una me detenía, las atravesaba y entonces veía hombres completamente confundidos y derrotados, con miedo a la incertidumbre provocada por un solo hombre de porte algo ridículo pero que si veía a esos ojos verdes como su cabello era probable que vieras hasta el mismo infierno en sus adentros y en su sonrisa siniestra se podía observar su odio sarcástico a la vida y al hombre, ante tal imagen salí disparado de la última carpa donde un muchacho estaba rodeado de cartas y espiritismo -¡Este es el último!- exclame con el espanto pendiendo de las cuerdas vocales, si es que eso era lo que me permitía hablar -Y este es más desesperado, cualquiera que lo viera diría que se comporta como niño- vi directo al coronel -Claro sin ofenderlo Monseuir- esboce una sonrisa de oreja a oreja, el solo me miro fríamente y la discusión comenzó de de nuevo -¡Cállese o le rompo el bastón en la cabeza!- el viejo retrocedió -Cálmese- dije entre carcajadas -Como cree que yo... voy a romperle esto en la cabeza y aun si lo hiciera a usted ya no le pasaría absolutamente nada- reí a carcajadas hasta que su dolor de caballero y amigo lograron sacarme de mi propi balance.
Esas palabras de desesperación, de consuelo y nacidas del corazón muerto del espiritú del coronel, hicieron que toda sonrisa quedará suspendida -¿Slade?- me acerque a él sin esperar que respondiera -Lo siento amigo- dije en tono serio y muy temeroso puse mi mano en su hombro -La muerte nunca es fácil, tienes que resignarte a que no todos pueden verte o escucharte... pero por lo menos tu no estás solo, tienes a Sarah y a mí... aunque te odie por tener atención compartida- una sonrisa broto de su rostro -¡Vamos hombre!, que nos puede pasar... ya estamos más fríos que la nieve de invierno... solo debemos cuidarle a ella y procurar que sus emociones permanezcan en una caja de Pandora- pronunciaba mientras observaba a la joven, se mostraba agobiada, si bien no podía demostrarlo con acciones, con gestos lo anunciaba y bastante bien, debo admitir - Y pensaremos en algo para sacar a tus amigos de aquí... ahora si me disculpas- camine hacia la carpa donde Sarah permanecía inmóvil, viendo a la nada, sé mejor que nadie que está muriendo de la desesperación por ayudarlos -Primero debemos reconocer el terreno que pisamos- aconseje -¿Estas bien?- pregunte y tratando de brindar algún tipo de consuelo, mi sonrisa, esa pequeña característica que nacía hasta en los peores momentos, volvía a presentarse frente a sus ojos azul celeste, que junto con su voz fina y aniñada contestaron que todo estaría bien.
Pero no fue así, otra voz, ajena a las nuestras se escucho en ese desolado horizonte, exigía respuestas, así como nosotros, al escucharla Sarah se alzo inmediatamente y corrió, estaba a punto de seguirla pero Frank quedo inmóvil, quizás por las impresiones anteriores, no lo culpaba, después de todo el era un simple principiante, sin pensarlo dos veces más lo tome por el brazo y en medio de sus protestas lo lleve hasta que pudimos alcanzar el paso de la gitana, que no importa lo que el camino le pusiese enfrente, nada le detenía.
De pronto la inercia me detuvo, gracias al cuerpo del coronel que de nueva cuenta a quedado inmóvil -¿Qué haces?, ¿Quieres convertir a Sarah en un desdichado fantasma como nosotros?- susurre, vigilando de vez en cuando a mi espaldas, observando como Downey se alejaba cada vez más y más hasta que el mismo coronel cual orden de militar, la detuvo de un imponente grito que si yo estuviera vivo me hubiera vuelto a morir del susto.
Pero no comenzaré por allí, la historia está escrita con un sin fin de mentiras pero no con el desarrollo al principio, el final en medio y el inicio en las sobras, debo explicar cómo es que termine a media noche en un circo abandonado, buscando a no se quienes, en una noche en que el desastre y la muerte se desprendía de la entraña nombrada por las bocas parisinas como "el teatro de la tragedia"...
Seré breve, me limitaré a decir que conocí a Sarah poco después de mi muerte... de acuerdo muchos años después de aquello, era la única que fue capaz de verme y soportarme a su lado y yo fui el único capaz de acompañarla y soportarla cuando es una mujer que debido a sus habilidades no puede demostrar emoción alguna, ni siquiera una pequeña sonrisa, de esos gestos humanos que me fascinan y que ella no puede esbozar en aquella cara de tez pálida y cabellera roja, prácticamente yo era el único que sabía de su transitar y su sufrir, hasta que esa misma noche llego ese... el hombre que ahora tenía al lado y que renegaba su presente, su pasado y su posible futuro, un fantasma que busco ayuda para salvar a sus compañeros ¿Con que razón?, los motivos sobran y todos tienen que ver con el mismo desastre en el teatro, de hecho el murió allí, aunque su ceguera persiste y su mal genio se vuelve cada vez más grande, no tardo mucho tiempo en que se iniciaran los problemas entre los dos.
-Oiga déjela en paz- proteste en cuanto su tono elevado y altanero comenzó a molestar a Sarah -En vez de estar dando órdenes y sanciones, Señor perfección porque no ayuda y utiliza su caja de sorpresas para encontrar a... a... como se llamen, ¡Que más da!- me adelante solo un poco al sendero, tenía la ventaja de que nadie podía verme... se podía olvidar nombres, calles, cosas, caminos, menos las artimañas que he desarrollado para sobrevivir durante años en un mundo donde yo para ellos no existo.
Utilice mi caja de sorpresas o al menos así yo le nombro afectuosamente a todas esas cosas extrañas que solo un espectro graduado con honores en la escuela de la no vida podía tener.
Mis ojos claros se fijaron con suma atención a cada una de las carpas, caminaba y en cada una me detenía, las atravesaba y entonces veía hombres completamente confundidos y derrotados, con miedo a la incertidumbre provocada por un solo hombre de porte algo ridículo pero que si veía a esos ojos verdes como su cabello era probable que vieras hasta el mismo infierno en sus adentros y en su sonrisa siniestra se podía observar su odio sarcástico a la vida y al hombre, ante tal imagen salí disparado de la última carpa donde un muchacho estaba rodeado de cartas y espiritismo -¡Este es el último!- exclame con el espanto pendiendo de las cuerdas vocales, si es que eso era lo que me permitía hablar -Y este es más desesperado, cualquiera que lo viera diría que se comporta como niño- vi directo al coronel -Claro sin ofenderlo Monseuir- esboce una sonrisa de oreja a oreja, el solo me miro fríamente y la discusión comenzó de de nuevo -¡Cállese o le rompo el bastón en la cabeza!- el viejo retrocedió -Cálmese- dije entre carcajadas -Como cree que yo... voy a romperle esto en la cabeza y aun si lo hiciera a usted ya no le pasaría absolutamente nada- reí a carcajadas hasta que su dolor de caballero y amigo lograron sacarme de mi propi balance.
Esas palabras de desesperación, de consuelo y nacidas del corazón muerto del espiritú del coronel, hicieron que toda sonrisa quedará suspendida -¿Slade?- me acerque a él sin esperar que respondiera -Lo siento amigo- dije en tono serio y muy temeroso puse mi mano en su hombro -La muerte nunca es fácil, tienes que resignarte a que no todos pueden verte o escucharte... pero por lo menos tu no estás solo, tienes a Sarah y a mí... aunque te odie por tener atención compartida- una sonrisa broto de su rostro -¡Vamos hombre!, que nos puede pasar... ya estamos más fríos que la nieve de invierno... solo debemos cuidarle a ella y procurar que sus emociones permanezcan en una caja de Pandora- pronunciaba mientras observaba a la joven, se mostraba agobiada, si bien no podía demostrarlo con acciones, con gestos lo anunciaba y bastante bien, debo admitir - Y pensaremos en algo para sacar a tus amigos de aquí... ahora si me disculpas- camine hacia la carpa donde Sarah permanecía inmóvil, viendo a la nada, sé mejor que nadie que está muriendo de la desesperación por ayudarlos -Primero debemos reconocer el terreno que pisamos- aconseje -¿Estas bien?- pregunte y tratando de brindar algún tipo de consuelo, mi sonrisa, esa pequeña característica que nacía hasta en los peores momentos, volvía a presentarse frente a sus ojos azul celeste, que junto con su voz fina y aniñada contestaron que todo estaría bien.
Pero no fue así, otra voz, ajena a las nuestras se escucho en ese desolado horizonte, exigía respuestas, así como nosotros, al escucharla Sarah se alzo inmediatamente y corrió, estaba a punto de seguirla pero Frank quedo inmóvil, quizás por las impresiones anteriores, no lo culpaba, después de todo el era un simple principiante, sin pensarlo dos veces más lo tome por el brazo y en medio de sus protestas lo lleve hasta que pudimos alcanzar el paso de la gitana, que no importa lo que el camino le pusiese enfrente, nada le detenía.
De pronto la inercia me detuvo, gracias al cuerpo del coronel que de nueva cuenta a quedado inmóvil -¿Qué haces?, ¿Quieres convertir a Sarah en un desdichado fantasma como nosotros?- susurre, vigilando de vez en cuando a mi espaldas, observando como Downey se alejaba cada vez más y más hasta que el mismo coronel cual orden de militar, la detuvo de un imponente grito que si yo estuviera vivo me hubiera vuelto a morir del susto.
Turandot- Fantasma
- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 18/11/2013
Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
-Tu optimismo me enferma-dijo molesto, el coronel estaba completamente confundido, todo sucedió en un solo instante, ese conjunto de minutos y segundos en que cerró los ojos y despertó como el hombre invisible que ahora veía con aflicción como cada uno de sus compañeros, aliados y amigos estaban atrapados a merced de la locura de un completo desconocido, sentir la desesperación de ver la deplorable condición en la que se encontraban, todos, absolutamente todos estaban heridos -Son soldados caídos- repetía en su mente mientras escuchaba sin mucha atención los ánimos de Turandot, su nuevo compañero, poco importaba lo que dijeran, lo que se murmuraba o lo que se escribiera en los periódicos a partir del día siguiente, lo único que pedía era que sus aliados fueran liberados, que él fuera liberado de toda atadura en ese mundo que seguía sin ver, de recordarles a cada uno de los que estaban atrapados sin salida, su propia naturaleza... era ilógico -Es erróneo, no se dan cuenta de lo que son como especie, ¿Han olvidado que son vampiros o que son humanos inteligentes?- preguntaba a la nada, todo se había hecho minúsculo, lo que acontecía a su alrededor ni siquiera lo percibía, si detrás de él estuviese el fantasma listo a matar a la joven gitano, ni siquiera se percataría.
Eran muchas interrogantes y pocas respuestas, demasiados suspiros y pocas palabras, poco silencio y demasiados lamentos.
De pronto sintió que fue llevado rápidamente por el brazo, era Turandot, quién corría detrás de Sarah -¿De que huyen cobardes?- protesto como el militar que una vez fue, pero nadie le respondió -¡He, les estoy hablando, soy ciego no sordo!- pero tampoco funciono, podía sentir el pavor de la chica y alguien más por detrás que suplicaba se detuvieran -¿De quién es esa voz Turandot?- él no le contesto, solo se limito a decir que continuaran en la carrera, intento hacerlo pero de nueva cuenta ese clamor se escucho a sus espaldas, recuerdos vinieron entonces, aunque aún algo confusos y entonces la voz se vislumbro -¡El lobo!- exclamo y forcejeándose para zafarse de la guía del otro espectro -¡Alto, Deténganse!- las pisadas se detuvieron -Sarah, ese hombre nos puede ayudar, no es enemigo- le aseguro -Solo deja que proteste, que diga y que se desquite y después dile su nombre...Alex Bongartz, no te creerá al principio pero... lo hará solo debo pensar bien lo que le dirás- la mente de estratega que poseía en vida comenzó a trabajar, sabía que no debía cometer errores, pero como decirle que estaba muerto..¿Recordaría quién era?
-Quizás…- interrumpía, se desconcentraba, Turandot no dejaba de protestar -¡No le pasar nada con un demonio! Ese hombre que viene hacia nosotros forma parte de los caídos….-suspiro –Aunque paradójicamente ahora él, parece ser el único convencido en continuar a cuestas de su naturaleza y lo que para él significa este movimiento- su voz tomo una colatura bastante seria –El es el único que no se olvidado de lo que es y sin embargo es el hombre con agallas entre nosotros que sigue en pie, ¡Quién lo diría!- no le veía pero si escuchaba su respiración y sus pisadas acercarse cada vez más rápido -¿Lista?, solo di lo que te dicte ¿de acuerdo?- su voz se volvió firme, el también ya estaba listo y muy probablemente el plan estaba listo y trazado, Frank recordaba borrosamente como era Bongartz –Esta es una batalla difícil de lidiar- pensó – Y ¡Tu fantasma de pacotilla!, sirve de algo hijo, necesito que me des las coordenadas, gestos, movimientos y demás de Bongartz y de Sarah, a partir de ahora, es la única manera de conocer el terreno y de que ella este a salvo- finalmente el licántropo había llegado, la pequeña batalla de Slade había comenzado.
Eran muchas interrogantes y pocas respuestas, demasiados suspiros y pocas palabras, poco silencio y demasiados lamentos.
De pronto sintió que fue llevado rápidamente por el brazo, era Turandot, quién corría detrás de Sarah -¿De que huyen cobardes?- protesto como el militar que una vez fue, pero nadie le respondió -¡He, les estoy hablando, soy ciego no sordo!- pero tampoco funciono, podía sentir el pavor de la chica y alguien más por detrás que suplicaba se detuvieran -¿De quién es esa voz Turandot?- él no le contesto, solo se limito a decir que continuaran en la carrera, intento hacerlo pero de nueva cuenta ese clamor se escucho a sus espaldas, recuerdos vinieron entonces, aunque aún algo confusos y entonces la voz se vislumbro -¡El lobo!- exclamo y forcejeándose para zafarse de la guía del otro espectro -¡Alto, Deténganse!- las pisadas se detuvieron -Sarah, ese hombre nos puede ayudar, no es enemigo- le aseguro -Solo deja que proteste, que diga y que se desquite y después dile su nombre...Alex Bongartz, no te creerá al principio pero... lo hará solo debo pensar bien lo que le dirás- la mente de estratega que poseía en vida comenzó a trabajar, sabía que no debía cometer errores, pero como decirle que estaba muerto..¿Recordaría quién era?
-Quizás…- interrumpía, se desconcentraba, Turandot no dejaba de protestar -¡No le pasar nada con un demonio! Ese hombre que viene hacia nosotros forma parte de los caídos….-suspiro –Aunque paradójicamente ahora él, parece ser el único convencido en continuar a cuestas de su naturaleza y lo que para él significa este movimiento- su voz tomo una colatura bastante seria –El es el único que no se olvidado de lo que es y sin embargo es el hombre con agallas entre nosotros que sigue en pie, ¡Quién lo diría!- no le veía pero si escuchaba su respiración y sus pisadas acercarse cada vez más rápido -¿Lista?, solo di lo que te dicte ¿de acuerdo?- su voz se volvió firme, el también ya estaba listo y muy probablemente el plan estaba listo y trazado, Frank recordaba borrosamente como era Bongartz –Esta es una batalla difícil de lidiar- pensó – Y ¡Tu fantasma de pacotilla!, sirve de algo hijo, necesito que me des las coordenadas, gestos, movimientos y demás de Bongartz y de Sarah, a partir de ahora, es la única manera de conocer el terreno y de que ella este a salvo- finalmente el licántropo había llegado, la pequeña batalla de Slade había comenzado.
Frank Slade- Fantasma
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 26/08/2012
Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Finalmente, después de un laberinto sin salida la dama pareció detenerse en ese sinuoso camino de carpas y agonizantes gritos y sollozos de desesperación en su interior.
A pesar de las heridas y de la falta de aire al correr de manera rápida y desenfrenada seguía sin entender que era lo que sucedía a mí alrededor, ¿Que demonios había pasado con cada uno de mis compañeros que lucharon a mi lado en aquella noche? ¿Donde quedo su valor, donde quedo ese coraje que tanto decían debía demostrar para liberar a París?, esas solo eran las interrogantes más importantes aún faltaban muchas por resolver y presentía que esa mujer tenía las respuestas.
Cuando detuvo su marcha, le observe por instantes, no por ser del lado contrario podía dejar de reconocer que era un ejempla bastante atractivo, su mirada tenía fuerza, era imponente su energía pero no por ello iba a permitir que al final sintiera intimidación por su presencia -¡No escuchaste mis órdenes!- exclame aún jadeante, note como arqueaba su ceja... pero no parecía emitir ninguna clase de emoción, era como un lienzo en blanco que por más color que se intentase poner encima, la tela permanecía completamente limpia -Escucha niña, yo no estoy aquí para perder el tiempo, no estoy aquí para jugar a los atrapados y ni a resolver misterios- la mano instintivamente se levanto y el dedo índice se ponía firme frente a mis ojos que no dejaban de observarle por un segundo, si algo aprendí de aquel traidor de Ferrari es que nadie es completamente de fiar, ahora recordaba aunque no de manera tan nítida lo que sucedió con aquel sujeto, que si bien o mal ya estaba pagando por los daños causados en el infierno o apenas era juzgado por el señor de los cielos, de cualquier forma había traicionado la causa dando aviso al primer grupo que intento ultrajes en contra de Leviathán de manera fallida, distrayéndonos del enemigo real que era The Phantom, al menos habíamos logrado un intento de regresar la monarquía y el linaje de los Le Fay a una época que ya no correspondía, debía pensar positivamente o de lo contrario terminaría envuelto en dudas de nueva cuenta.
-Si huías era por algo ¿No lo crees?- pregunte de manera fría al hablar, me acerque solo unos pasos y ella retrocedía unos cuantos más en respuesta -No, querida- negaba con la cabeza, mientras la voz cortada iba tornando a un grosor distinto -Esta vez no iras a ningún sitio- la observe como futura presa, su silencio me exasperaba y por más que intentaba ocultar mi naturaleza nuevamente parecía transformarme de a poco -Tengo muchas dudas y quiero respuestas, no deseo que tú permanezcas allí de pie sin decir media palabra, conformándote con arquear la ceja- la rabia contenida subía más de nivel, se hacía más intensa conforme los minutos precedían y quedaban marcados en el tiempo pasado.
-¿Con quién hablas?, a tus espaldas no hay absolutamente nadie- ¡Eso era magnifico, otra demente unida al club en tampoco tiempo, la joven susurraba, decía y observa hacia un punto fijo como si alguien estuviese allí -¿Donde están mis amigos?- interrogue con rudeza -¿Que has hecho con ellos?- cada vez el discurso con la nada aumentaba de volumen -¡Quiero respuestas y las quiero ya!- exclame, mientras ella se acerco rápidamente tapo mi boca con una de sus frías manos producto de la temperatura de la madrugada, pero sin duda lo que me detuvo de un solo tajo fue como ella pronunció rauda y veloz mi nombre, las primeras palabras que escuche de ella y tal parecían poseer calidez, como si se tratase de que ya me conocía de toda vida "Alex Bongartz" pronuncia con fuerza tal que mis impulsos cedieron, dejando el jadeo como uno testigo de lo que iba a ocurrir y de lo seguramente después me iba a arrepentir, más la interrogante queda la descubierto ¿Como sabe mi nombre si apenas le acabo de conocer minutos atrás?.
A pesar de las heridas y de la falta de aire al correr de manera rápida y desenfrenada seguía sin entender que era lo que sucedía a mí alrededor, ¿Que demonios había pasado con cada uno de mis compañeros que lucharon a mi lado en aquella noche? ¿Donde quedo su valor, donde quedo ese coraje que tanto decían debía demostrar para liberar a París?, esas solo eran las interrogantes más importantes aún faltaban muchas por resolver y presentía que esa mujer tenía las respuestas.
Cuando detuvo su marcha, le observe por instantes, no por ser del lado contrario podía dejar de reconocer que era un ejempla bastante atractivo, su mirada tenía fuerza, era imponente su energía pero no por ello iba a permitir que al final sintiera intimidación por su presencia -¡No escuchaste mis órdenes!- exclame aún jadeante, note como arqueaba su ceja... pero no parecía emitir ninguna clase de emoción, era como un lienzo en blanco que por más color que se intentase poner encima, la tela permanecía completamente limpia -Escucha niña, yo no estoy aquí para perder el tiempo, no estoy aquí para jugar a los atrapados y ni a resolver misterios- la mano instintivamente se levanto y el dedo índice se ponía firme frente a mis ojos que no dejaban de observarle por un segundo, si algo aprendí de aquel traidor de Ferrari es que nadie es completamente de fiar, ahora recordaba aunque no de manera tan nítida lo que sucedió con aquel sujeto, que si bien o mal ya estaba pagando por los daños causados en el infierno o apenas era juzgado por el señor de los cielos, de cualquier forma había traicionado la causa dando aviso al primer grupo que intento ultrajes en contra de Leviathán de manera fallida, distrayéndonos del enemigo real que era The Phantom, al menos habíamos logrado un intento de regresar la monarquía y el linaje de los Le Fay a una época que ya no correspondía, debía pensar positivamente o de lo contrario terminaría envuelto en dudas de nueva cuenta.
-Si huías era por algo ¿No lo crees?- pregunte de manera fría al hablar, me acerque solo unos pasos y ella retrocedía unos cuantos más en respuesta -No, querida- negaba con la cabeza, mientras la voz cortada iba tornando a un grosor distinto -Esta vez no iras a ningún sitio- la observe como futura presa, su silencio me exasperaba y por más que intentaba ocultar mi naturaleza nuevamente parecía transformarme de a poco -Tengo muchas dudas y quiero respuestas, no deseo que tú permanezcas allí de pie sin decir media palabra, conformándote con arquear la ceja- la rabia contenida subía más de nivel, se hacía más intensa conforme los minutos precedían y quedaban marcados en el tiempo pasado.
-¿Con quién hablas?, a tus espaldas no hay absolutamente nadie- ¡Eso era magnifico, otra demente unida al club en tampoco tiempo, la joven susurraba, decía y observa hacia un punto fijo como si alguien estuviese allí -¿Donde están mis amigos?- interrogue con rudeza -¿Que has hecho con ellos?- cada vez el discurso con la nada aumentaba de volumen -¡Quiero respuestas y las quiero ya!- exclame, mientras ella se acerco rápidamente tapo mi boca con una de sus frías manos producto de la temperatura de la madrugada, pero sin duda lo que me detuvo de un solo tajo fue como ella pronunció rauda y veloz mi nombre, las primeras palabras que escuche de ella y tal parecían poseer calidez, como si se tratase de que ya me conocía de toda vida "Alex Bongartz" pronuncia con fuerza tal que mis impulsos cedieron, dejando el jadeo como uno testigo de lo que iba a ocurrir y de lo seguramente después me iba a arrepentir, más la interrogante queda la descubierto ¿Como sabe mi nombre si apenas le acabo de conocer minutos atrás?.
Alex Bongartz- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 22/04/2012
Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Corazones y mentes
Como hubiera querido quedarme inconsciente, ahora estaba allí, esclavo de una silla a merced de un hombre parecido a él...y se llamaba igual que Tobías, tan solo recordar su nombre revolvía mi estomago, sudaba en frío, temblaba y entonces los intentos fallidos por liberarme empezaron a lastimar mis muñecas.
Recordaba que algo toco mi nuca de manera brusca, recuerdo como entre sueños era colocado aquí, puedo escucharlo ahora, puedo ver su extraño maquillaje frente mí, era la paranoia la que controlaba todo ¿Como podía yo tan siquiera figurarme que Tobías seguía vivo y que era el hombre que vi unos instantes antes de que saliera de la carpa?, si yo... yo lo había matado.
Los ojos se abrieron grandes -¿Matar?- negué con la cabeza, tratando de olvidar tan cruel episodio, pero este volvía cuando observa mi alrededor, la misma época del año, las mismas horas, la misma atadura pero diferente persona, era un Deja Vú que no dejaba el alma descansar, por el contrario la inquietaba provocando en mi cuerpo la agitación completa que pronto me hizo tener sed, pero el miedo, el miedo era más grande que todo cuanto me molestaba -No puede ser- exclamaba en mi mente -¡No puede ser!- grite pero el sonido fue opacado por la tela que obstruía la salida de las palabras -¿Porque a mí?- pensé atribuyendo todo cuanto me había pasado como un castigo, aunque no creyera en ello, era la explicación más lógica.
La saliva trataba inútilmente de cubrir las necesidades de una garganta seca, necesitaba agua, necesitaba salir, necesitaba salir y saber si los demás estaban bien, ahora eso era algo más a la lista, el hombre estaba demente -Mordred, Gideon- pronuncie mientras forzadamente los ojos se cerraban y finamente una lágrima se escapo, entonces más salieron detrás de ellas, solo quería regresar a casa, solo quería que todos ellos estuvieran bien, incluso ella -La vez pasada fue un milagro el que te salvo Spencer, ¿esta vez ocurrirá lo mismo?- ya no sabía que pensar o responder -¿Porque me duele tanto el pecho?- el dolor no era convencional, no era por enfermedad, se trataba de algo distinto que me hacía retorcer per debido a las ataduras me era imposible -¿Y si muero aquí?- trate de tranquilizarme y por breves instantes lo hice, intente pensar con la cabeza fría pero tan pronto escuche los pasos acercarse todo cambio -No, Spencer despierta- rogaba con desesperación -Vamos despierta, esto solo es tu imaginación, Tobías murió, no... no te fijes en como falleció, solo despierta por favor... esta historia, el secuestro que aun tiene a tu vida presa no se puede repetir- el cuerpo comenzaba a temblar, era tan fuerte que bien por mi complexión el cuerpo podría deshacerse, más guarde silencio, no había forma de secar mis lágrimas, así que solo suplicaba que fuese la dualidad del hombre bueno a la que retornaba en aquella carpa -Esto tiene que ser solo un sueño- la ultima de todas las frases formuladas en mi mente, ante mi violento despertar...
P.D Chicos volvi a rescribir el tema para empezar en el orden que se había acordado, claro si es que la trama continuará a futuro... Saludos.
Como hubiera querido quedarme inconsciente, ahora estaba allí, esclavo de una silla a merced de un hombre parecido a él...y se llamaba igual que Tobías, tan solo recordar su nombre revolvía mi estomago, sudaba en frío, temblaba y entonces los intentos fallidos por liberarme empezaron a lastimar mis muñecas.
Recordaba que algo toco mi nuca de manera brusca, recuerdo como entre sueños era colocado aquí, puedo escucharlo ahora, puedo ver su extraño maquillaje frente mí, era la paranoia la que controlaba todo ¿Como podía yo tan siquiera figurarme que Tobías seguía vivo y que era el hombre que vi unos instantes antes de que saliera de la carpa?, si yo... yo lo había matado.
Los ojos se abrieron grandes -¿Matar?- negué con la cabeza, tratando de olvidar tan cruel episodio, pero este volvía cuando observa mi alrededor, la misma época del año, las mismas horas, la misma atadura pero diferente persona, era un Deja Vú que no dejaba el alma descansar, por el contrario la inquietaba provocando en mi cuerpo la agitación completa que pronto me hizo tener sed, pero el miedo, el miedo era más grande que todo cuanto me molestaba -No puede ser- exclamaba en mi mente -¡No puede ser!- grite pero el sonido fue opacado por la tela que obstruía la salida de las palabras -¿Porque a mí?- pensé atribuyendo todo cuanto me había pasado como un castigo, aunque no creyera en ello, era la explicación más lógica.
La saliva trataba inútilmente de cubrir las necesidades de una garganta seca, necesitaba agua, necesitaba salir, necesitaba salir y saber si los demás estaban bien, ahora eso era algo más a la lista, el hombre estaba demente -Mordred, Gideon- pronuncie mientras forzadamente los ojos se cerraban y finamente una lágrima se escapo, entonces más salieron detrás de ellas, solo quería regresar a casa, solo quería que todos ellos estuvieran bien, incluso ella -La vez pasada fue un milagro el que te salvo Spencer, ¿esta vez ocurrirá lo mismo?- ya no sabía que pensar o responder -¿Porque me duele tanto el pecho?- el dolor no era convencional, no era por enfermedad, se trataba de algo distinto que me hacía retorcer per debido a las ataduras me era imposible -¿Y si muero aquí?- trate de tranquilizarme y por breves instantes lo hice, intente pensar con la cabeza fría pero tan pronto escuche los pasos acercarse todo cambio -No, Spencer despierta- rogaba con desesperación -Vamos despierta, esto solo es tu imaginación, Tobías murió, no... no te fijes en como falleció, solo despierta por favor... esta historia, el secuestro que aun tiene a tu vida presa no se puede repetir- el cuerpo comenzaba a temblar, era tan fuerte que bien por mi complexión el cuerpo podría deshacerse, más guarde silencio, no había forma de secar mis lágrimas, así que solo suplicaba que fuese la dualidad del hombre bueno a la que retornaba en aquella carpa -Esto tiene que ser solo un sueño- la ultima de todas las frases formuladas en mi mente, ante mi violento despertar...
P.D Chicos volvi a rescribir el tema para empezar en el orden que se había acordado, claro si es que la trama continuará a futuro... Saludos.
Spencer Reid- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 03/03/2012
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Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Corazones y mentes.
"El el discurso de un loco cuerdo está por concluir...
Ese loco del cual son los ojos que te observan y siguen a tus espaldas, esas pupilas que no permiten la entrada de la luz y sin embargo acecha a través de las tinieblas, esos ojos parecidos a las perlas flotando en un espacio aterrador, observan al que tortura... observa al que lee... observa a todos"
Aclara la voz antes de regresar al terreno donde prevalece el joven detective, ese hombre que parece haber perdido la noción de su yo verdadero, ese humano que suda en frío, que tiembla, que se compadece de sí mismo.
Esos hombres son los que odia con tanto recelo el vampiro que en su época humana fue exactamente igual a él, solo que un poco más valiente -¿Que es lo que debo hacer ahora?- él se preguntaba justo frente a la entrada de la carpa, el era un hombre impulsivo, quizás por su trastorno, pero él quería decirlo, quería acaba de una vez con tanto juego pero no podía, tenía que fingir siendo los demonios que atormentaba a Spencer Reid -¡Que fastidio!- exclamo para sí -Yo queriendo ser el tercero en discordia y este que aún no reacciona- reclamo divertido, con esa sonrisa tan única y macabra, sus instintos, por lo menos algunos de los del viejo Riddler permanecía intactos y latentes, pero algo le frenaba y no era su humanidad, el payaso había hecho una promesa y ahora debía cumplirla, tanto con un vivo como con su amada muerta, en su cabeza un nombre empezaba a darle vueltas -"Insurgencia"- le dictaban las voces que aun quedaban con vida dentro de su mente -Me agrada volver a escucharlas, me he sentido tan solo últimamente- dijo con algo melancolía, entonces un dolor de cabeza intenso le vino sin previo aviso, después muchas de las voces que tenía en un pasado regresaron pero esta vez le dictaría lo que debía hacer, le dijeron que la insurgencia debía estar conformado por los simpatizantes de Leviathán -Vaya- dijo meditabundo -¡Que originales resultaron!- comenzó a reír cual era su costumbre, recobro el sentido y guardo silencio tras la gran carpa y tímido como si actuara parecido a Tobías se adentro en el terreno repleto de oscuridad en los rincones y media luz en el centro.
-Lo siento...- murmuro con voz dulce y aniñada -¿Puedes escucharme verdad?- pregunto al joven que le veía completamente aterrorizado -Es que mi padre puede oírnos y enfadarse con nosotros, a mi me pegará y a ti te matará por ser pecador- el joven comenzó a sollozar, su respiración se aceleraba y Nigma en su sadismo puro, estaba completamente deleitado por la conducta -Es que dice que todos somos pecadores, menos nosotros- siguió jugando -Asegura que mi madre era pecadora y por eso los Demonios invadieron su mente y su cuerpo... dice mi padre que ella los escuchaba y que por eso en vez de llevarla a la inquisición la abandono en un hospicio para locos, en el fondo el la ama y por eso le perdono la vida- soltó un suspiro y de a poco se acerco a la silla -Mi padre trabaja como un ángel del señor en la tierra- susurro a su oido, que estaba bañado en sangre y suciedad producto de los golpes recibidos -Y mi padre se avergüenza de mi por ser un genio, por no ser normal... pero solo por ser su sangre y siguiendo el sagrado culto de la biblia no me ha matado- se separo del joven y empezó a caminar e círculos, quería ver la expresión de Spencer, quería saber de qué otra forma podía jugar con él, pues más allá de hablar como Tobías o sobre su historia hablaba del pasado de Reid, quién seguía además de asustado atónito con la confesión -¿No me digas que mi padre te ha arrancado la lengua?- comento sarcástico -Es que no has hablado en todo ese tiempo... eso es raro, deberías ir al doctor- el muchacho ser forcejeaba y entonces Nigma decidió interpretar al segundo en discordia apareciendo con una voz agresiva -¡Que haces maldito pecador!- el detective se detuvo y estremeció al escuchar la tenue voz del otro mientras decía -Te lo dije-, el joven imploro, rogo y suplico porque regresará -¡Largo de aquí hijo del demonio, traidor, ya te quemare las manos de nuevo una vez que termine con este hombre!- con sus manos que apenas figuraban por el contraste de luz y sombra sus espaldas, una cruz se erigía y Nigma gritaba -¡Arrepiéntete pecador y rogaré por tu salvación en la vida eterna!- pronunciaba en voz grave y Spencer no dejaba de cuestionar sobre su mala obra a lo que el payaso utilizando los datos que Dominé le dio contestó -¡Como tienes el cinismo de negar los pecados más grandes que has cometido en tu vida... mataste un hombre y encerraste a tu madre en un hospicio de ¡locos!- una bofeteada salió disparada a la mejilla tersa del hombre amordazado -Cuestionas a los locos, te avergüenzas de tu madre por ello y ¿Tu qué?, temblando como lo haces sin razón de ser, llorando y con la vida de dos hombres en tus hombros te declaras cuerdo?- exclamo con todo su aliento cargado de furia -¡¿Porque demonios no te quitas la máscara Spencer y admites ante ti mismo que tu único miedo, que la única causa de tu ansiedad es quedar completamente desquiciado como tu madre?!- todo quedo en silencio, solo la expresión de angustia de Reid y la sonrisa oculta tras la sombras de Nigma hicieron eco en el lugar -¡Basta!- volvió a cambiar de personaje -Déjalo un rato solo y después si quieres mátalo- dijo resignado.
Nigma suspiro mientras contemplaba el espanto esparcido en la mente del joven ingles -Buen trabajo Nigma- se felicito para sí y se dirigió a la salida del lugar con la sonrisa de satisfacción marcada -Es un idiota, mira que negar la locura... ¡Bah!, yo no le veo el drama, soy muy feliz a su lado, nunca estoy solo y siempre estoy riendo - dijo burlón fuera de la carpa y jugando a la suerte con su dedo, eligió la siguiente víctima a atacar.
"El el discurso de un loco cuerdo está por concluir...
Ese loco del cual son los ojos que te observan y siguen a tus espaldas, esas pupilas que no permiten la entrada de la luz y sin embargo acecha a través de las tinieblas, esos ojos parecidos a las perlas flotando en un espacio aterrador, observan al que tortura... observa al que lee... observa a todos"
Aclara la voz antes de regresar al terreno donde prevalece el joven detective, ese hombre que parece haber perdido la noción de su yo verdadero, ese humano que suda en frío, que tiembla, que se compadece de sí mismo.
Esos hombres son los que odia con tanto recelo el vampiro que en su época humana fue exactamente igual a él, solo que un poco más valiente -¿Que es lo que debo hacer ahora?- él se preguntaba justo frente a la entrada de la carpa, el era un hombre impulsivo, quizás por su trastorno, pero él quería decirlo, quería acaba de una vez con tanto juego pero no podía, tenía que fingir siendo los demonios que atormentaba a Spencer Reid -¡Que fastidio!- exclamo para sí -Yo queriendo ser el tercero en discordia y este que aún no reacciona- reclamo divertido, con esa sonrisa tan única y macabra, sus instintos, por lo menos algunos de los del viejo Riddler permanecía intactos y latentes, pero algo le frenaba y no era su humanidad, el payaso había hecho una promesa y ahora debía cumplirla, tanto con un vivo como con su amada muerta, en su cabeza un nombre empezaba a darle vueltas -"Insurgencia"- le dictaban las voces que aun quedaban con vida dentro de su mente -Me agrada volver a escucharlas, me he sentido tan solo últimamente- dijo con algo melancolía, entonces un dolor de cabeza intenso le vino sin previo aviso, después muchas de las voces que tenía en un pasado regresaron pero esta vez le dictaría lo que debía hacer, le dijeron que la insurgencia debía estar conformado por los simpatizantes de Leviathán -Vaya- dijo meditabundo -¡Que originales resultaron!- comenzó a reír cual era su costumbre, recobro el sentido y guardo silencio tras la gran carpa y tímido como si actuara parecido a Tobías se adentro en el terreno repleto de oscuridad en los rincones y media luz en el centro.
-Lo siento...- murmuro con voz dulce y aniñada -¿Puedes escucharme verdad?- pregunto al joven que le veía completamente aterrorizado -Es que mi padre puede oírnos y enfadarse con nosotros, a mi me pegará y a ti te matará por ser pecador- el joven comenzó a sollozar, su respiración se aceleraba y Nigma en su sadismo puro, estaba completamente deleitado por la conducta -Es que dice que todos somos pecadores, menos nosotros- siguió jugando -Asegura que mi madre era pecadora y por eso los Demonios invadieron su mente y su cuerpo... dice mi padre que ella los escuchaba y que por eso en vez de llevarla a la inquisición la abandono en un hospicio para locos, en el fondo el la ama y por eso le perdono la vida- soltó un suspiro y de a poco se acerco a la silla -Mi padre trabaja como un ángel del señor en la tierra- susurro a su oido, que estaba bañado en sangre y suciedad producto de los golpes recibidos -Y mi padre se avergüenza de mi por ser un genio, por no ser normal... pero solo por ser su sangre y siguiendo el sagrado culto de la biblia no me ha matado- se separo del joven y empezó a caminar e círculos, quería ver la expresión de Spencer, quería saber de qué otra forma podía jugar con él, pues más allá de hablar como Tobías o sobre su historia hablaba del pasado de Reid, quién seguía además de asustado atónito con la confesión -¿No me digas que mi padre te ha arrancado la lengua?- comento sarcástico -Es que no has hablado en todo ese tiempo... eso es raro, deberías ir al doctor- el muchacho ser forcejeaba y entonces Nigma decidió interpretar al segundo en discordia apareciendo con una voz agresiva -¡Que haces maldito pecador!- el detective se detuvo y estremeció al escuchar la tenue voz del otro mientras decía -Te lo dije-, el joven imploro, rogo y suplico porque regresará -¡Largo de aquí hijo del demonio, traidor, ya te quemare las manos de nuevo una vez que termine con este hombre!- con sus manos que apenas figuraban por el contraste de luz y sombra sus espaldas, una cruz se erigía y Nigma gritaba -¡Arrepiéntete pecador y rogaré por tu salvación en la vida eterna!- pronunciaba en voz grave y Spencer no dejaba de cuestionar sobre su mala obra a lo que el payaso utilizando los datos que Dominé le dio contestó -¡Como tienes el cinismo de negar los pecados más grandes que has cometido en tu vida... mataste un hombre y encerraste a tu madre en un hospicio de ¡locos!- una bofeteada salió disparada a la mejilla tersa del hombre amordazado -Cuestionas a los locos, te avergüenzas de tu madre por ello y ¿Tu qué?, temblando como lo haces sin razón de ser, llorando y con la vida de dos hombres en tus hombros te declaras cuerdo?- exclamo con todo su aliento cargado de furia -¡¿Porque demonios no te quitas la máscara Spencer y admites ante ti mismo que tu único miedo, que la única causa de tu ansiedad es quedar completamente desquiciado como tu madre?!- todo quedo en silencio, solo la expresión de angustia de Reid y la sonrisa oculta tras la sombras de Nigma hicieron eco en el lugar -¡Basta!- volvió a cambiar de personaje -Déjalo un rato solo y después si quieres mátalo- dijo resignado.
Nigma suspiro mientras contemplaba el espanto esparcido en la mente del joven ingles -Buen trabajo Nigma- se felicito para sí y se dirigió a la salida del lugar con la sonrisa de satisfacción marcada -Es un idiota, mira que negar la locura... ¡Bah!, yo no le veo el drama, soy muy feliz a su lado, nunca estoy solo y siempre estoy riendo - dijo burlón fuera de la carpa y jugando a la suerte con su dedo, eligió la siguiente víctima a atacar.
Nigma Riddler- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/04/2012
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Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Metamorfosis
Aquellos fragmentos cristalinos caían a mi alrededor como una lluvia letal que a un solo hombre le daba tanta gracia que juzgaría esta complemente desquiciada, su risa cada vez más fuerte y aterradora lograba estremecerme de rabia y de vergüenza al mismo tiempo –Tiene razón- pensaba mientras permanecía en aquella tierra delgada y antigua.
El golpe me había tomado por sorpresa , la angustia me convertía en una más de sus víctimas, en uno más de los presos que residen en el calabozo de la desesperación, desde allí en mi celda escuchaba al carcelero repetir “Un niño haciendo el trabajo de un hombre” y como una canción, una melodía interpretada por los ecos confusos del minutos atrás las palabras de aquel hombre seguían causándome el vértigo que no dejaba me pusiera en pie –Te detesto- dije a regañadientes mientras intentaba inútilmente incorporarme, aquel terrorífico hombre simplemente le basto acercarse a mí y arrastrarme como si fuese el cadáver de algún perro abandonado por las calles de París.
Desde arriba le veía, sus cabellos verdes y su maquillaje blanco, todo en el era una máscara que intentaba cubrir una tragedia, en las comisuras de las mandíbulas podía contemplar pequeñas partes sin piel, piel fresca, piel que todavía sangraba, era más que obvio él se había quemado con algo o se había cortado con los vidrios de una ventana, él era el enemigo podía sentirlo pero….entonces el corazón me dictaba que debía confiar -¿Confiar en un tipo como él?- preguntaba al unísono de mis latidos, si es que eso era lo que me estaba molestando en el pecho -No Mordred, esta vez ya no- detuve mis impulsos –Por amor mate a mi hermana, por amor mate a mi madre…. El corazón no volverá a dictarme lo que debo o no hacer, los niños se guían por el corazón, los hombres no guiamos por la razón- asentí, mientras dejaba que me acomodará en el asiento que con tanto empeño desmedido había ofrecido minutos atrás.
Se fue y tardo largo rato en que ese demente volviera y de nuevo en mi mente escuche lo más atento posible sus palabras, ¿Aburrido futuro decía él? -¡Escúchame bien pedazo de sabandija mal parida, aquí lo único que sonara como música es el estridente grito que logré sacarte cuando me digas donde demonios tienes a los otros!- sabía y había aprendido una lección nueva, jamás debía fiarme del corazón, como iba a confiar en un monstruo como él…. –Sabes lo que haré… romperé una promesa solemne, cuando logre recuperarme, ubicarme te juro que te mataré- empecé a respirar agitado, la sangre me estaba subiendo a la cabeza, lo único que quería es atravesarlo con algo lo suficientemente filoso para sacarle el corazón de un solo tajo, el solo se reía, para ese hombre todo era un completo chiste y yo no estaba de humor para bromas de mal gusto –No voy a escuchar media palabra de lo que me digas… yo no tengo culpas de absolutamente nada- la voz comenzó a teñirse de un tono oscuro y grave –Hazme lo que quieras, pero si ahora no me tienes miedo , lo tendrás muy pronto bastardo, demente y enfermo- le vi de forma retante –Dime ¿qué harás con el hijo de una bruja, que harás con un descendiente de Morgana Le Fay?, contra mí no puedes hacer absolutamente nada, al menos que quieras desgraciarte más el tiempo que te quede de tu miserable vida- seguía riéndose, no había pronunciado palabra alguna, solo veía mi sonrisa victoriosa y retorcida, vio a su alrededor y en sus manos cogió una soga, con paso asesino se dirigió desde la entrada de la carpa a mi silla -¡Ja! Y dices que el inmaduro soy yo… una soga es un método por demás inmaduro para acabar con un igual ¿no crees?-
Aquellos fragmentos cristalinos caían a mi alrededor como una lluvia letal que a un solo hombre le daba tanta gracia que juzgaría esta complemente desquiciada, su risa cada vez más fuerte y aterradora lograba estremecerme de rabia y de vergüenza al mismo tiempo –Tiene razón- pensaba mientras permanecía en aquella tierra delgada y antigua.
El golpe me había tomado por sorpresa , la angustia me convertía en una más de sus víctimas, en uno más de los presos que residen en el calabozo de la desesperación, desde allí en mi celda escuchaba al carcelero repetir “Un niño haciendo el trabajo de un hombre” y como una canción, una melodía interpretada por los ecos confusos del minutos atrás las palabras de aquel hombre seguían causándome el vértigo que no dejaba me pusiera en pie –Te detesto- dije a regañadientes mientras intentaba inútilmente incorporarme, aquel terrorífico hombre simplemente le basto acercarse a mí y arrastrarme como si fuese el cadáver de algún perro abandonado por las calles de París.
Desde arriba le veía, sus cabellos verdes y su maquillaje blanco, todo en el era una máscara que intentaba cubrir una tragedia, en las comisuras de las mandíbulas podía contemplar pequeñas partes sin piel, piel fresca, piel que todavía sangraba, era más que obvio él se había quemado con algo o se había cortado con los vidrios de una ventana, él era el enemigo podía sentirlo pero….entonces el corazón me dictaba que debía confiar -¿Confiar en un tipo como él?- preguntaba al unísono de mis latidos, si es que eso era lo que me estaba molestando en el pecho -No Mordred, esta vez ya no- detuve mis impulsos –Por amor mate a mi hermana, por amor mate a mi madre…. El corazón no volverá a dictarme lo que debo o no hacer, los niños se guían por el corazón, los hombres no guiamos por la razón- asentí, mientras dejaba que me acomodará en el asiento que con tanto empeño desmedido había ofrecido minutos atrás.
Se fue y tardo largo rato en que ese demente volviera y de nuevo en mi mente escuche lo más atento posible sus palabras, ¿Aburrido futuro decía él? -¡Escúchame bien pedazo de sabandija mal parida, aquí lo único que sonara como música es el estridente grito que logré sacarte cuando me digas donde demonios tienes a los otros!- sabía y había aprendido una lección nueva, jamás debía fiarme del corazón, como iba a confiar en un monstruo como él…. –Sabes lo que haré… romperé una promesa solemne, cuando logre recuperarme, ubicarme te juro que te mataré- empecé a respirar agitado, la sangre me estaba subiendo a la cabeza, lo único que quería es atravesarlo con algo lo suficientemente filoso para sacarle el corazón de un solo tajo, el solo se reía, para ese hombre todo era un completo chiste y yo no estaba de humor para bromas de mal gusto –No voy a escuchar media palabra de lo que me digas… yo no tengo culpas de absolutamente nada- la voz comenzó a teñirse de un tono oscuro y grave –Hazme lo que quieras, pero si ahora no me tienes miedo , lo tendrás muy pronto bastardo, demente y enfermo- le vi de forma retante –Dime ¿qué harás con el hijo de una bruja, que harás con un descendiente de Morgana Le Fay?, contra mí no puedes hacer absolutamente nada, al menos que quieras desgraciarte más el tiempo que te quede de tu miserable vida- seguía riéndose, no había pronunciado palabra alguna, solo veía mi sonrisa victoriosa y retorcida, vio a su alrededor y en sus manos cogió una soga, con paso asesino se dirigió desde la entrada de la carpa a mi silla -¡Ja! Y dices que el inmaduro soy yo… una soga es un método por demás inmaduro para acabar con un igual ¿no crees?-
Mordred Le fay- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 28/11/2012
Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Metamorfosis
“Esos ojos, son una bala que tarde o temprano irá directo hacia ellos, directo hacía ti… ojos que dicen en silencio que él es más que un hombre, más que un vampiro… ojos que saben a lo que le temes y lo que en realidad eres”
Nigma sonrió complacido –Vaya que agradables palabras de bienvenida- sin quitar los ojos de encima de su víctima, pequeñas carcajadas brotaban de vez en cuando, para el payaso, Mordred era la victima que más le divertía, él sabía perfectamente que se había equivocado, en su interior mientras planificaba en la casa del cazador, contemplo que sería más fácil convencer a Le Fay que al resto, pensó que Spencer Reid sería el opositor, el que retará su ingenio –Bueno esto se pone más interesante- pensó para sí –Me agradan este tipo de sorpresas en los juegos- suspiro placenteramente y entonces una voz en cabeza murmuro: “La soga”, era un lazo tan viejo, gastado y polvoriento que pensó detenidamente lo que podía hacer con él, la voces le aconsejaban “Cuélgale” y su macabra sonrisa cobro un brillo especial en aquel momento.
Tomo la soga entre sus manos, la acariciaba y repasaba su estructura mientras Mordred maldecía y juraba acaba con él -¿En serio me matarías?- dijo sarcástico –Mírame cuanto miedo te tengo, estoy… temblando de hecho- sus carcajadas empezaron a perder su discreta presencia, cada vez salían más de su control, cada vez buscaban con más ímpetu atemorizar a Le Fay, cada vez se burlaba en su propia cara, sabía perfectamente que ese hombre le desagradaba que se burlaran de su palabra –Te diré algo hijo, no eres tú el que al final romperá una seria promesa… voy a ser yo el que juro no matar, no dañar demasiado a cada uno de los caídos, te felicitó tú has sido el culpable de que suceda lo que verás…- con paso sigiloso y amenazante fue acercándose hacía el joven que permanecía expectante a sus movimientos –Tus amigos están hechos pedazos, no creo que quieras armar rompecabezas humanos ¿O sí?- suspiro -¡Imagínate!, que asco para la realeza ¿No?, tener que manchar sus manitas de seda con sangre plebeya- sonrió como si contará el chiste del año, como si estuviese tomando una taza de café con él –Claro si eres alguien como yo eso sería el mayor de tus placeres, o si fueras Hannibal Lecter… supiste que de toda nuestra retorcida comunidad vampírica el además de beber sangre se come a su víctima, ese si es una sabandija mal parida, en cambio yo… bueno pues yo… yo soy yo- se puso frente al joven, sonrió y se agacho, tomo un fragmento de considerable tamaño, de aquella bola de cristal y sin más se lo clavo en la pierna -¡Oh! ¿Te lastime? Je, je, je, JA, JA, JA, JA-vio sangre brotar de su herida, manchar y ensuciar aún más la ropa desgajada de algunas partes -¡He!, te alimentas bien pequeño mirlo- dijo divertido –Perdóname- trato de articular entre el colapso de risas –Solo me aseguro de que no escapes- paro de reír y atando los dos pies del vampiro herido y adolorido con la soga –¿Sabes?, me agradan este tipo de juguetes- dijo mientras se alejaba aproximándose a la mesa –Las sogas no se atascan, te permiten trabajar “limpiamente”- salto y pisando todo el tarot –O no son peligrosos, como los tubos, cualquier cosa hecha de metal, eso arruina la dentadura y la sonrisa ¡JA ,JA ,JA! – allí en la estructura de madera que mantenía en pie a la carpa, un pequeño gancho pendía esperando ser utilizado, Nigma enredo la cuerda y se aseguro que estuviese bien atada –Este juguetito nos permitirá divertirnos más- susurro mientras bajaba de la mesa y contemplaba la baraja tirada en la tierra –Soy un genio con suerte, mucha suerte ¿No te parece?- sus ojos verdes finalmente se centraron en Mordred y una sonrisa retorcida, apenas percibida por sus heridas en las comisuras se dibujaba en su rostro –Lo que me agrada de ti es que eres tan diferente de los demás mirlos- tomo fuerte la soga y jalo de ella con firmeza –Solo te falta volar pajarillo- Mordred fue elevado por los aires, quedando en medio de la carpa, colgando de cabeza –No me lo agradezcas- asintió Nigma burlón mientras ataba la soga que era demasiado larga a uno de los palos de madera que sostenía las telas viejas –Toda tu charla sobre matar me dejo indispuesto, es que no entiendo… en el fondo todos los que estaban luchando al lado de Leviathán quieren morir, algunos lo admiten, otros no… ¿Acaso es un requisito tener pensamientos suicidas para entrar en círculo del cazador?- suspiro profundamente y negó con la cabeza –¿Por qué insistes en ser taaan negativo hijo?- lo abofeteo en el rostro –Solo quiero tu bien… estoy aquí para iluminar tu vida, para darle algo de claridad a tantos siglos de infancia inducida- le miro falsamente comprensivo –Te dejaré a solas, debes considerar escucharme pequeño mirlo… créeme es algo que a todos los caídos les conviene… piénsalo- susurro lo último y salió de la carpa sin dar más respuestas a las interrogantes de Le Fay.
“Esos ojos, son una bala que tarde o temprano irá directo hacia ellos, directo hacía ti… ojos que dicen en silencio que él es más que un hombre, más que un vampiro… ojos que saben a lo que le temes y lo que en realidad eres”
Nigma sonrió complacido –Vaya que agradables palabras de bienvenida- sin quitar los ojos de encima de su víctima, pequeñas carcajadas brotaban de vez en cuando, para el payaso, Mordred era la victima que más le divertía, él sabía perfectamente que se había equivocado, en su interior mientras planificaba en la casa del cazador, contemplo que sería más fácil convencer a Le Fay que al resto, pensó que Spencer Reid sería el opositor, el que retará su ingenio –Bueno esto se pone más interesante- pensó para sí –Me agradan este tipo de sorpresas en los juegos- suspiro placenteramente y entonces una voz en cabeza murmuro: “La soga”, era un lazo tan viejo, gastado y polvoriento que pensó detenidamente lo que podía hacer con él, la voces le aconsejaban “Cuélgale” y su macabra sonrisa cobro un brillo especial en aquel momento.
Tomo la soga entre sus manos, la acariciaba y repasaba su estructura mientras Mordred maldecía y juraba acaba con él -¿En serio me matarías?- dijo sarcástico –Mírame cuanto miedo te tengo, estoy… temblando de hecho- sus carcajadas empezaron a perder su discreta presencia, cada vez salían más de su control, cada vez buscaban con más ímpetu atemorizar a Le Fay, cada vez se burlaba en su propia cara, sabía perfectamente que ese hombre le desagradaba que se burlaran de su palabra –Te diré algo hijo, no eres tú el que al final romperá una seria promesa… voy a ser yo el que juro no matar, no dañar demasiado a cada uno de los caídos, te felicitó tú has sido el culpable de que suceda lo que verás…- con paso sigiloso y amenazante fue acercándose hacía el joven que permanecía expectante a sus movimientos –Tus amigos están hechos pedazos, no creo que quieras armar rompecabezas humanos ¿O sí?- suspiro -¡Imagínate!, que asco para la realeza ¿No?, tener que manchar sus manitas de seda con sangre plebeya- sonrió como si contará el chiste del año, como si estuviese tomando una taza de café con él –Claro si eres alguien como yo eso sería el mayor de tus placeres, o si fueras Hannibal Lecter… supiste que de toda nuestra retorcida comunidad vampírica el además de beber sangre se come a su víctima, ese si es una sabandija mal parida, en cambio yo… bueno pues yo… yo soy yo- se puso frente al joven, sonrió y se agacho, tomo un fragmento de considerable tamaño, de aquella bola de cristal y sin más se lo clavo en la pierna -¡Oh! ¿Te lastime? Je, je, je, JA, JA, JA, JA-vio sangre brotar de su herida, manchar y ensuciar aún más la ropa desgajada de algunas partes -¡He!, te alimentas bien pequeño mirlo- dijo divertido –Perdóname- trato de articular entre el colapso de risas –Solo me aseguro de que no escapes- paro de reír y atando los dos pies del vampiro herido y adolorido con la soga –¿Sabes?, me agradan este tipo de juguetes- dijo mientras se alejaba aproximándose a la mesa –Las sogas no se atascan, te permiten trabajar “limpiamente”- salto y pisando todo el tarot –O no son peligrosos, como los tubos, cualquier cosa hecha de metal, eso arruina la dentadura y la sonrisa ¡JA ,JA ,JA! – allí en la estructura de madera que mantenía en pie a la carpa, un pequeño gancho pendía esperando ser utilizado, Nigma enredo la cuerda y se aseguro que estuviese bien atada –Este juguetito nos permitirá divertirnos más- susurro mientras bajaba de la mesa y contemplaba la baraja tirada en la tierra –Soy un genio con suerte, mucha suerte ¿No te parece?- sus ojos verdes finalmente se centraron en Mordred y una sonrisa retorcida, apenas percibida por sus heridas en las comisuras se dibujaba en su rostro –Lo que me agrada de ti es que eres tan diferente de los demás mirlos- tomo fuerte la soga y jalo de ella con firmeza –Solo te falta volar pajarillo- Mordred fue elevado por los aires, quedando en medio de la carpa, colgando de cabeza –No me lo agradezcas- asintió Nigma burlón mientras ataba la soga que era demasiado larga a uno de los palos de madera que sostenía las telas viejas –Toda tu charla sobre matar me dejo indispuesto, es que no entiendo… en el fondo todos los que estaban luchando al lado de Leviathán quieren morir, algunos lo admiten, otros no… ¿Acaso es un requisito tener pensamientos suicidas para entrar en círculo del cazador?- suspiro profundamente y negó con la cabeza –¿Por qué insistes en ser taaan negativo hijo?- lo abofeteo en el rostro –Solo quiero tu bien… estoy aquí para iluminar tu vida, para darle algo de claridad a tantos siglos de infancia inducida- le miro falsamente comprensivo –Te dejaré a solas, debes considerar escucharme pequeño mirlo… créeme es algo que a todos los caídos les conviene… piénsalo- susurro lo último y salió de la carpa sin dar más respuestas a las interrogantes de Le Fay.
Nigma Riddler- Vampiro Clase Alta
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Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Gideon tapaba sus ojos con aquellas delgadas y pálidas manos que le caracterizaban, intentaba desprenderse del momento tan cruel, del lugar tan oscuro, tan frio, tan misterioso y silencioso como él, solo la fuerza de aquel lugar diferenciar a los dos, carpa y vampiro.
Encorvado y pegado al piso veía con temor de vez en cuando aquel espejo que quedaba justo frente a él, huía de su propia mirada, esos ojos claros que el espejo reflejaba para sí mismo, pupilas llenas de dolor, coloreadas de un pasado tormentoso, de siglos, con los destellos, pedazos de siglos, cientos de almas que contra su voluntad vivió y arrebato –Gideon Stark- murmuró con la voz quebrantada, retiro la mirada del espejo y al agachar su cabeza, su pequeño mechón hizo el trabajo que sus manos ocupadas tirando de los cabellos ya no podían.
Tenía tantas interrogantes y pocas respuestas, la cabeza le daba vueltas e intentaba recordar las palabras de aquel quién minutos antes le había recordado lo que con tanto empeño y amor ferviente a la cruz intentaba superar -¿De verdad soy Gideon Stark?- se preguntaba -No puedo ser ese hombre, simplemente soy una copia barata, un farsante llevando su nombre- suspiraba y cada vez le costaba más trabajo respirar –Soy muy débil… no, no es cierto yo soy… soy- una indescriptible presión en su pecho comenzó a sofocarle, haciendo que saliera por un momento de los ecos dolorosos del pasado, las palabras dichas por esa voz macabra detrás de los espejos -¿Y mi Dios? ¿Dónde está?- levanto la vista y en aquel techo sellado por unas cuantas costuras y colores deslavados, espero paciente y con la poca fe que le quedaba la bajada de su señor -¿Por qué, yo que te sirvo con tanto fervor, yo que no he vivido más que para servirte, que he matado iguales para complacer los deseos de tus siervos aquí en la tierra, Porque me has abandonado?- temblaba y las piernas aun cuando estuviesen recargadas en el piso sentía que se quebraban -¡Dios, Dios!- exclamo y en su rostro se imprimía un toque de aflicción.
-Los espejos- murmuro y dirigiendo la vista hacia donde se encontraba su propio reflejo –El tiene razón- doblego a las palabras de aquella voz –Recuerdo que la cruz fue mi escudo cuando ellos…- se detuvo y su mirada se centro en sus ojos –Cuando papá y mamá se… los asesinaron, recuerdo la noche en que esas cosas… en que personas como… como… como yo lo asesinaron frente a mis ojos- decía en voz alta, una mano se deslizo hasta su pecho y cogió la cruz que llevaba prendida a su cuello –Y entonces ese símbolo, esas dos líneas a las que adoraban tanto me dio el valor de pelear hasta que yo…- se detuvo y bajo la mirada sin ver nada más que la oscuridad de sus parpados cerrados –Entonces aún en piel tan perfecta, entre vestimentas de un depredador me sentía tan débil, tan minúsculo… tan…humano y la cruz, aquella que encontré debajo del cuerpo de mi madre me dio la fuerza para peregrinar durante siglos, para poder sobrevivir ante la realidad de una naturaleza maldita- negó con la cabeza –Yo no soy Gideon Stark, jamás lo fui, soy solo producto de una cruz, de una máscara vestida de fe, de falsa fe- vio el espejo –Por eso los odio ¡Por eso los odio!- se levanto de un salto y con el puño cerrado que llevaban cautiva tanta furia y rompió de golpe en golpe los cristales cayendo en pequeños fragmentos -¡Todos me recuerdan lo que soy, este espejo me recuerda lo que fui… y lo débil que soy… ¡El maldito pecador que soy!- se dejo caer y unos pequeños hilos de lágrimas corrieron por sus mejillas, cuando pasos se escucharon venir cerca de la carpa, pero eso poco le importo –Soy un pecador- se dejo caer al suelo, ignorando todo a su alrededor.
Encorvado y pegado al piso veía con temor de vez en cuando aquel espejo que quedaba justo frente a él, huía de su propia mirada, esos ojos claros que el espejo reflejaba para sí mismo, pupilas llenas de dolor, coloreadas de un pasado tormentoso, de siglos, con los destellos, pedazos de siglos, cientos de almas que contra su voluntad vivió y arrebato –Gideon Stark- murmuró con la voz quebrantada, retiro la mirada del espejo y al agachar su cabeza, su pequeño mechón hizo el trabajo que sus manos ocupadas tirando de los cabellos ya no podían.
Tenía tantas interrogantes y pocas respuestas, la cabeza le daba vueltas e intentaba recordar las palabras de aquel quién minutos antes le había recordado lo que con tanto empeño y amor ferviente a la cruz intentaba superar -¿De verdad soy Gideon Stark?- se preguntaba -No puedo ser ese hombre, simplemente soy una copia barata, un farsante llevando su nombre- suspiraba y cada vez le costaba más trabajo respirar –Soy muy débil… no, no es cierto yo soy… soy- una indescriptible presión en su pecho comenzó a sofocarle, haciendo que saliera por un momento de los ecos dolorosos del pasado, las palabras dichas por esa voz macabra detrás de los espejos -¿Y mi Dios? ¿Dónde está?- levanto la vista y en aquel techo sellado por unas cuantas costuras y colores deslavados, espero paciente y con la poca fe que le quedaba la bajada de su señor -¿Por qué, yo que te sirvo con tanto fervor, yo que no he vivido más que para servirte, que he matado iguales para complacer los deseos de tus siervos aquí en la tierra, Porque me has abandonado?- temblaba y las piernas aun cuando estuviesen recargadas en el piso sentía que se quebraban -¡Dios, Dios!- exclamo y en su rostro se imprimía un toque de aflicción.
-Los espejos- murmuro y dirigiendo la vista hacia donde se encontraba su propio reflejo –El tiene razón- doblego a las palabras de aquella voz –Recuerdo que la cruz fue mi escudo cuando ellos…- se detuvo y su mirada se centro en sus ojos –Cuando papá y mamá se… los asesinaron, recuerdo la noche en que esas cosas… en que personas como… como… como yo lo asesinaron frente a mis ojos- decía en voz alta, una mano se deslizo hasta su pecho y cogió la cruz que llevaba prendida a su cuello –Y entonces ese símbolo, esas dos líneas a las que adoraban tanto me dio el valor de pelear hasta que yo…- se detuvo y bajo la mirada sin ver nada más que la oscuridad de sus parpados cerrados –Entonces aún en piel tan perfecta, entre vestimentas de un depredador me sentía tan débil, tan minúsculo… tan…humano y la cruz, aquella que encontré debajo del cuerpo de mi madre me dio la fuerza para peregrinar durante siglos, para poder sobrevivir ante la realidad de una naturaleza maldita- negó con la cabeza –Yo no soy Gideon Stark, jamás lo fui, soy solo producto de una cruz, de una máscara vestida de fe, de falsa fe- vio el espejo –Por eso los odio ¡Por eso los odio!- se levanto de un salto y con el puño cerrado que llevaban cautiva tanta furia y rompió de golpe en golpe los cristales cayendo en pequeños fragmentos -¡Todos me recuerdan lo que soy, este espejo me recuerda lo que fui… y lo débil que soy… ¡El maldito pecador que soy!- se dejo caer y unos pequeños hilos de lágrimas corrieron por sus mejillas, cuando pasos se escucharon venir cerca de la carpa, pero eso poco le importo –Soy un pecador- se dejo caer al suelo, ignorando todo a su alrededor.
Gideon Stark- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Simetría aterradora
“Calma tu miedo, miéntete como todo el mundo lo hace a diario… Niégate a lo que ven tus ojos, a lo que dicta tu razón, a lo que te impulsan tus miedos, piensa que por su vestimenta él es solo un payaso.
Cuéntate la verdad, tan solo es un hombre que cayó en el averno de la locura, que intenta enloquecerte para no escuchar más las voces que seguramente dictan sus actos en la cabeza, que si te ve, si sonríe es solo para ganarte, más no para matarte, dite a ti mismo que a pesar de todo el no es capaz de esas atrocidades, dite a ti mismo que él es solo un hombre.
Porque al final de cuentas… ¿Con que frecuencia es la imaginación la madre de la verdad?”
Nigma Riddler
-Un pecador- dijo Nigma detrás de la fría estructura de los espejos -¿Ahora ves como los espejos no son tan malos?... tienen sus ventajas- río sutilmente -¿Lo has notado? ¿Cómo el lado negro tiende a triunfar?- suspira y camina moviéndose de posición para evitar ser ubicado por el que ahora yace en el piso, temeroso y empapado en la nostalgia de los recuerdos trágicos –Quizás sea algo tarde, pero debo advertirte que el negro siempre sacrificará a un peón para obtener ganancia- acaricia las telas mientras sus pasos continúan lenta y pausadamente, no mira a su víctima y sin embargo sonríe cuando el silencio se hace presente, para su mente es la señal perfecta de que esta torturando y que el torturado está sufriendo de forma tal que le ha arrancado la lengua sin utilizar sus propias manos –Tú fuiste ese peón ¿Sabías?... aquí Dios no entra en juego, aquí es la suerte la que señala con dedo firme, la suerte a veces puede más que Dios, y a veces Dios puede más que ella, es una asunto muy complejo pero… un grupo de vampiros ataca una aldea religiosa, vengan la quema de los suyos en la hoguera en manos de la inquisición, ellos saben que tras su acto serán encontrados por los cazadores fieles al papa, precio caro ¿No crees?... ellos mueren y se pierde una parte de su sociedad, ¿Entonces qué queda?- pregunta con voz falsamente aniñada - ¡Hacer otro vampiro!- exclama –Y entonces ellos ven la transformación del un insignificante mocoso como castigo y beneficio a la vez, un demonio en las tropas eclesiásticas gran venganza, uno más en la familia ¡Gran victoria!... ¿Entiendes su lógica?- siguieron unas carcajadas apenas audibles, no escapaban porque su amo permanecía con los labios entrecerrados, pero el tono macabro podía percibirse –Y al final que tenemos un idiota que se pone una máscara de devoción hipócrita ya que por sí solo no puede hacer ni una ¡maldita cosa!, quiere que las cosas le caigan del cielo, que Dios solucione sus problemas y ¿el qué hace?, se acongoja y se aterroriza por verse al espejo, porque piensa que el ser vampiro es su único pecado- truena la boca y niega con la cabeza -Ignora que esta haciendo la peor de las ofensas al ser supremo- empieza a sonreír -¿Los diez mandamientos, no los recuerdas?... bueno para ser sincero quién los recuerda en estas épocas? Je, je, je, JA, JA, JA, JA- se toma un tiempo para tranquilizarse, poco a poco disminuye su euforia y aclara la voz para continuar con su discurso –No nombrarás a Dios en vano- susurra -Entonces pregúntate ¿Tu qué haces? ¿Realmente ser vampiro y matar iguales son tus únicos pecados?- suspira agotado –Obsérvate en todos esos espejos Gideon Stark y frente a ellos quiétate la máscara que has llevado puesta durante siglos ¿Sabes porque no toleras verte al espejo?... porque sabes que debajo hay una bestia… ¿O negaras que perdiste el control hace unos instantes?- guarda silencio –Sabes que tambien debajo encontrarás a un humano, un traidor que se vendió a una secta que pretende derrocar a la iglesia… “La corte de los búhos” ¿Por qué Gideon?, si vas a usar una máscara sele fiel hasta el final… ¡Ja! Y con todo esto te atreves a juzgar al cazador ¡Patético!- sus pasos se detuvieron hasta la salida –Yo sé quién eres tú, y siempre necesitaras de alguien que usurpe tu nombre, alguien superior que resuelva tus problemas o venga a rescatarte… al final de todo solo eres alguien que se teme, que usa una máscara, la más sacra, la más limpia que pudo… ¡perdedor!- exclamo al final y se alejo volviendo a sellar la salida de la carpa, con sus trucos por demás misteriosos y desconocidos.
“Calma tu miedo, miéntete como todo el mundo lo hace a diario… Niégate a lo que ven tus ojos, a lo que dicta tu razón, a lo que te impulsan tus miedos, piensa que por su vestimenta él es solo un payaso.
Cuéntate la verdad, tan solo es un hombre que cayó en el averno de la locura, que intenta enloquecerte para no escuchar más las voces que seguramente dictan sus actos en la cabeza, que si te ve, si sonríe es solo para ganarte, más no para matarte, dite a ti mismo que a pesar de todo el no es capaz de esas atrocidades, dite a ti mismo que él es solo un hombre.
Porque al final de cuentas… ¿Con que frecuencia es la imaginación la madre de la verdad?”
Nigma Riddler
-Un pecador- dijo Nigma detrás de la fría estructura de los espejos -¿Ahora ves como los espejos no son tan malos?... tienen sus ventajas- río sutilmente -¿Lo has notado? ¿Cómo el lado negro tiende a triunfar?- suspira y camina moviéndose de posición para evitar ser ubicado por el que ahora yace en el piso, temeroso y empapado en la nostalgia de los recuerdos trágicos –Quizás sea algo tarde, pero debo advertirte que el negro siempre sacrificará a un peón para obtener ganancia- acaricia las telas mientras sus pasos continúan lenta y pausadamente, no mira a su víctima y sin embargo sonríe cuando el silencio se hace presente, para su mente es la señal perfecta de que esta torturando y que el torturado está sufriendo de forma tal que le ha arrancado la lengua sin utilizar sus propias manos –Tú fuiste ese peón ¿Sabías?... aquí Dios no entra en juego, aquí es la suerte la que señala con dedo firme, la suerte a veces puede más que Dios, y a veces Dios puede más que ella, es una asunto muy complejo pero… un grupo de vampiros ataca una aldea religiosa, vengan la quema de los suyos en la hoguera en manos de la inquisición, ellos saben que tras su acto serán encontrados por los cazadores fieles al papa, precio caro ¿No crees?... ellos mueren y se pierde una parte de su sociedad, ¿Entonces qué queda?- pregunta con voz falsamente aniñada - ¡Hacer otro vampiro!- exclama –Y entonces ellos ven la transformación del un insignificante mocoso como castigo y beneficio a la vez, un demonio en las tropas eclesiásticas gran venganza, uno más en la familia ¡Gran victoria!... ¿Entiendes su lógica?- siguieron unas carcajadas apenas audibles, no escapaban porque su amo permanecía con los labios entrecerrados, pero el tono macabro podía percibirse –Y al final que tenemos un idiota que se pone una máscara de devoción hipócrita ya que por sí solo no puede hacer ni una ¡maldita cosa!, quiere que las cosas le caigan del cielo, que Dios solucione sus problemas y ¿el qué hace?, se acongoja y se aterroriza por verse al espejo, porque piensa que el ser vampiro es su único pecado- truena la boca y niega con la cabeza -Ignora que esta haciendo la peor de las ofensas al ser supremo- empieza a sonreír -¿Los diez mandamientos, no los recuerdas?... bueno para ser sincero quién los recuerda en estas épocas? Je, je, je, JA, JA, JA, JA- se toma un tiempo para tranquilizarse, poco a poco disminuye su euforia y aclara la voz para continuar con su discurso –No nombrarás a Dios en vano- susurra -Entonces pregúntate ¿Tu qué haces? ¿Realmente ser vampiro y matar iguales son tus únicos pecados?- suspira agotado –Obsérvate en todos esos espejos Gideon Stark y frente a ellos quiétate la máscara que has llevado puesta durante siglos ¿Sabes porque no toleras verte al espejo?... porque sabes que debajo hay una bestia… ¿O negaras que perdiste el control hace unos instantes?- guarda silencio –Sabes que tambien debajo encontrarás a un humano, un traidor que se vendió a una secta que pretende derrocar a la iglesia… “La corte de los búhos” ¿Por qué Gideon?, si vas a usar una máscara sele fiel hasta el final… ¡Ja! Y con todo esto te atreves a juzgar al cazador ¡Patético!- sus pasos se detuvieron hasta la salida –Yo sé quién eres tú, y siempre necesitaras de alguien que usurpe tu nombre, alguien superior que resuelva tus problemas o venga a rescatarte… al final de todo solo eres alguien que se teme, que usa una máscara, la más sacra, la más limpia que pudo… ¡perdedor!- exclamo al final y se alejo volviendo a sellar la salida de la carpa, con sus trucos por demás misteriosos y desconocidos.
Nigma Riddler- Vampiro Clase Alta
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Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Epilogo
-Cálmate, nada ganas con exaltarte- trate de tranquilizarle, el escritor estaba hecho añicos, la desesperación estaba fluyendo a gritos y yo permanecía inmóvil y fijo, esperando el momento en que pudiese responder cada una de las palabras que dijo –Ya te dije que Jhofiel y yo éramos amigos, pero no tiene caso volver a contar las cosas desde el principio- detuve al buen hombre, aquel que estaba dolido por la pérdida de lo que parecía ser su único amigo –Déjame decirte que yo no soy el pionero detrás de este movimiento, yo no tengo la fuera de espiritú y semejante coraje y sufrimiento que al ese hombre le impulsa para hacer una acto como el que acaba de dejar atrás en el teatro- suspire un poco más relajado –Yo no puedo revelar el nombre de aquel enmascarado, pero si puedo confiarte que soy uno de los pocos vampiros que ha dejado seguir a su lado, a pesar de que de nuestra raza es desconfiado y está justificablemente enfadado, el en más de una ocasión me ha ayudado a mantenerme de una persona escondido y alejado, él no conocía al gitano hasta que yo le había presentado y recomendado, además el mismo Jhofiel sabía que con ello su final había llegado, porque a pesar de ser un gran ser humano y un gran trotamundos sufría por que la misma soledad le provocaba melancolía, si jamás te hablo de mí es porque tu afición conocía, tú eras el que estaba aferrado a conocer un vampiro ¿No es así?, si conocías a uno antes de tiempo, se iría tu pasión por escribir y eso no era lo más adecuado para el siguiente paso- camine un rato, dándole vueltas a aquel viejo cuarto, veía a Monseuir Archibaldo, ahora más que dudando estaba contrariado, seguramente sus recuerdos estaba ligando para comprobar que era verdad de lo que le estaba hablando.
-Ahora- retome la palabra con la seriedad requerida –la siguiente pregunta a ser respondida -¿Por qué tú fuiste la persona elegida?, bien porque Jhofiel así lo quería, el aseguraba que con aquella rara experiencia pasada, te sería más fácil comprender todo lo que el movimiento significaba, tal y como te lo digo se lo escribió a V en una carta, dio tantas buenas referencias tuyas que el enmascarado supo que eras el informante que necesitaba, pero al parecer la estrategia será de nuevo planificada, aquí y justo ahora se lleva a cabo una jugada que el mismo cazador saco de la manga, un hombre está colaborando a pesar de que fue de la parte contraria, al igual que tú los que lucharon en el teatro están con el ánimo por debajo, su apoyo a la causa desean retirarlo y eso solo le daría ventaja a ese monstruo falso y endemoniado, necesitamos a la voz que de aviso a todo París de lo que ha pasado cuando todo haya sido consumado, si el cazador pierde todo el pueblo debe estar preparado o por lo menos tratar de que a París no vuelva más, si V no le consigue matar, Jhofiel te estuvo preparando sin que tú te dieras cuenta- mis zapatos recién limpios se detuvieron al lado del escritor que en silencio permanecía, sin siquiera expresar su opinión –El plan será modificado por aquel que te he mencionado… espero no se le pase la mano- susurro con aquel sentimiento humano que jamás pudo ceder a pesar de ser transformado –Y bien a todo esto que piensa y ¿qué decisión ha tomado?-
-Cálmate, nada ganas con exaltarte- trate de tranquilizarle, el escritor estaba hecho añicos, la desesperación estaba fluyendo a gritos y yo permanecía inmóvil y fijo, esperando el momento en que pudiese responder cada una de las palabras que dijo –Ya te dije que Jhofiel y yo éramos amigos, pero no tiene caso volver a contar las cosas desde el principio- detuve al buen hombre, aquel que estaba dolido por la pérdida de lo que parecía ser su único amigo –Déjame decirte que yo no soy el pionero detrás de este movimiento, yo no tengo la fuera de espiritú y semejante coraje y sufrimiento que al ese hombre le impulsa para hacer una acto como el que acaba de dejar atrás en el teatro- suspire un poco más relajado –Yo no puedo revelar el nombre de aquel enmascarado, pero si puedo confiarte que soy uno de los pocos vampiros que ha dejado seguir a su lado, a pesar de que de nuestra raza es desconfiado y está justificablemente enfadado, el en más de una ocasión me ha ayudado a mantenerme de una persona escondido y alejado, él no conocía al gitano hasta que yo le había presentado y recomendado, además el mismo Jhofiel sabía que con ello su final había llegado, porque a pesar de ser un gran ser humano y un gran trotamundos sufría por que la misma soledad le provocaba melancolía, si jamás te hablo de mí es porque tu afición conocía, tú eras el que estaba aferrado a conocer un vampiro ¿No es así?, si conocías a uno antes de tiempo, se iría tu pasión por escribir y eso no era lo más adecuado para el siguiente paso- camine un rato, dándole vueltas a aquel viejo cuarto, veía a Monseuir Archibaldo, ahora más que dudando estaba contrariado, seguramente sus recuerdos estaba ligando para comprobar que era verdad de lo que le estaba hablando.
-Ahora- retome la palabra con la seriedad requerida –la siguiente pregunta a ser respondida -¿Por qué tú fuiste la persona elegida?, bien porque Jhofiel así lo quería, el aseguraba que con aquella rara experiencia pasada, te sería más fácil comprender todo lo que el movimiento significaba, tal y como te lo digo se lo escribió a V en una carta, dio tantas buenas referencias tuyas que el enmascarado supo que eras el informante que necesitaba, pero al parecer la estrategia será de nuevo planificada, aquí y justo ahora se lleva a cabo una jugada que el mismo cazador saco de la manga, un hombre está colaborando a pesar de que fue de la parte contraria, al igual que tú los que lucharon en el teatro están con el ánimo por debajo, su apoyo a la causa desean retirarlo y eso solo le daría ventaja a ese monstruo falso y endemoniado, necesitamos a la voz que de aviso a todo París de lo que ha pasado cuando todo haya sido consumado, si el cazador pierde todo el pueblo debe estar preparado o por lo menos tratar de que a París no vuelva más, si V no le consigue matar, Jhofiel te estuvo preparando sin que tú te dieras cuenta- mis zapatos recién limpios se detuvieron al lado del escritor que en silencio permanecía, sin siquiera expresar su opinión –El plan será modificado por aquel que te he mencionado… espero no se le pase la mano- susurro con aquel sentimiento humano que jamás pudo ceder a pesar de ser transformado –Y bien a todo esto que piensa y ¿qué decisión ha tomado?-
Louis De Pointe Du Lac1- Vampiro Clase Alta
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Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
La cabeza me estallaría, no sabía que pensar, no sabía que decir, que contestar, tanta palabrería por parte de aquel ser misterioso había revuelto mi estomago y las ideas, era complicado pensar después de todo lo que acaba de dejar hace poco, unas escasas horas, si es que ya llevaba allí el suficiente tiempo, después de todo había perdido la noción por completo.
-¿Cómo olvidar?- me preguntaba y al pensarlo simplemente negaba con la cabeza, era imposible huir de aquello, de los gritos, del terror, del calor del fuego, de la culpabilidad y el remordimiento de no haber podido hacer nada por aquellos inocentes que murieron, solo con ver la vestimenta, esas telas rotas y sucias me daban cuenta de lo que había sucedido y muchos rostros desconocidos y afligidos llegaban hasta mis recuerdos, entre ellos el último gesto que pude apreciar en el rostro del gitano, era cada vez que le recordaba como si algo en el pecho me estuviera quemando o estuviera siendo clavado de a poco hasta asfixiarme lentamente, provocado que mi respiración se acelerara cada vez más rápido –Como desearía que solo fuera una pesadilla- pensé mientras sentía como los músculos de mi rostro se tensaban producto de la aflicción que comenzaba a expresar y es que sabía perfectamente que esta vez no habría una cajita de música que estuviese provocando todo ese tormento, esta vez no había forma de desechar aquello que estaba provocando que la maldición callera sobre mí, esta vez parecía no haber salida.
Reconocía que me había exaltado, que había gritado lo suficiente pero el hostigamiento de mis dudas podían más que cualquier otra circunstancia, después de…. Eso los misterios que pudiesen afectarme eran intolerables, pero por mi bien decidí dejar que hablara aquel hombre que incluso en su voz podía sopesarse una gran melancolía, las palabras que brotaban de sus pálidos labios provocaban que mis puños se fueran cerrando, lo que estaba diciendo era algo que yo jamás pensé de Jhofiel, éramos amigos y nunca se atrevió a confesarlo, prefirió que de todo ello me enterara el día de su muerte, el silencio en mi se hizo presente –No es posible- solo musite y seguí escuchando y por más que me negará en escuchar y decir que todo aquello no era verdad, los hechos que conservaba en mi mente confirmaban todo.
Cuando finalmente termine aquel súbito viaje por el tiempo arrullado por la voz tenue del individuo, pude sentirlo al lado mío -¿Qué quieres que piense, que quieres que te diga?- respondí a su interrogante con la mirada fija en un punto donde no había nada más que las telas descoloridas -Que Jhofiel jamás fue amigo, el sabía para lo que estaba destinado y por ellos estuvo a mi lado todos estos años, solo por cumplir una maldita misión de ser el soplón en este asunto que ni me va ni me viene – dije con tono molesto y al mismo tiempo con el profundo dolor que embargaba el corazón de alguien que se creía amigo de una persona que nunca lo fue –Y que no creo necesario porta voces porque… ¡Porque si no te das cuenta medio París ya sabe que hay algo completamente erróneo en ese teatro!- le vi directo a los ojos, que más importaba lo que era y lo que podía hacer con un simple humano -Si quería conocer, saber que había más allá de lo que nuestros ojos ven día tras día y noche tras noche pero no en semejantes circunstancias- negué con la cabeza –Jhofiel me vendió al mejor postor y viendo que se acercaba el momento me llamó diciendo que una misteriosa carta le había llegado cuando todo el tiempo sabía quién la había enviado, pudo hablar linduras de mí- dije completamente enfadado y con el ceño fruncido -Pero jamás le perdonaré haberme engañando fingiendo ser mi amigo y por ello yo ya no estoy obligado a vengarle- camine hacia la salida hasta que sus palabras hicieron un eco rápido en mi mente -¿Cómo que esperas que no se le pase la mano?- le mire retante -¿Qué le estás haciendo a los otros?- recordando a los caballeros con los que estaban hace unos momentos atrás a mi lado.
-¿Cómo olvidar?- me preguntaba y al pensarlo simplemente negaba con la cabeza, era imposible huir de aquello, de los gritos, del terror, del calor del fuego, de la culpabilidad y el remordimiento de no haber podido hacer nada por aquellos inocentes que murieron, solo con ver la vestimenta, esas telas rotas y sucias me daban cuenta de lo que había sucedido y muchos rostros desconocidos y afligidos llegaban hasta mis recuerdos, entre ellos el último gesto que pude apreciar en el rostro del gitano, era cada vez que le recordaba como si algo en el pecho me estuviera quemando o estuviera siendo clavado de a poco hasta asfixiarme lentamente, provocado que mi respiración se acelerara cada vez más rápido –Como desearía que solo fuera una pesadilla- pensé mientras sentía como los músculos de mi rostro se tensaban producto de la aflicción que comenzaba a expresar y es que sabía perfectamente que esta vez no habría una cajita de música que estuviese provocando todo ese tormento, esta vez no había forma de desechar aquello que estaba provocando que la maldición callera sobre mí, esta vez parecía no haber salida.
Reconocía que me había exaltado, que había gritado lo suficiente pero el hostigamiento de mis dudas podían más que cualquier otra circunstancia, después de…. Eso los misterios que pudiesen afectarme eran intolerables, pero por mi bien decidí dejar que hablara aquel hombre que incluso en su voz podía sopesarse una gran melancolía, las palabras que brotaban de sus pálidos labios provocaban que mis puños se fueran cerrando, lo que estaba diciendo era algo que yo jamás pensé de Jhofiel, éramos amigos y nunca se atrevió a confesarlo, prefirió que de todo ello me enterara el día de su muerte, el silencio en mi se hizo presente –No es posible- solo musite y seguí escuchando y por más que me negará en escuchar y decir que todo aquello no era verdad, los hechos que conservaba en mi mente confirmaban todo.
Cuando finalmente termine aquel súbito viaje por el tiempo arrullado por la voz tenue del individuo, pude sentirlo al lado mío -¿Qué quieres que piense, que quieres que te diga?- respondí a su interrogante con la mirada fija en un punto donde no había nada más que las telas descoloridas -Que Jhofiel jamás fue amigo, el sabía para lo que estaba destinado y por ellos estuvo a mi lado todos estos años, solo por cumplir una maldita misión de ser el soplón en este asunto que ni me va ni me viene – dije con tono molesto y al mismo tiempo con el profundo dolor que embargaba el corazón de alguien que se creía amigo de una persona que nunca lo fue –Y que no creo necesario porta voces porque… ¡Porque si no te das cuenta medio París ya sabe que hay algo completamente erróneo en ese teatro!- le vi directo a los ojos, que más importaba lo que era y lo que podía hacer con un simple humano -Si quería conocer, saber que había más allá de lo que nuestros ojos ven día tras día y noche tras noche pero no en semejantes circunstancias- negué con la cabeza –Jhofiel me vendió al mejor postor y viendo que se acercaba el momento me llamó diciendo que una misteriosa carta le había llegado cuando todo el tiempo sabía quién la había enviado, pudo hablar linduras de mí- dije completamente enfadado y con el ceño fruncido -Pero jamás le perdonaré haberme engañando fingiendo ser mi amigo y por ello yo ya no estoy obligado a vengarle- camine hacia la salida hasta que sus palabras hicieron un eco rápido en mi mente -¿Cómo que esperas que no se le pase la mano?- le mire retante -¿Qué le estás haciendo a los otros?- recordando a los caballeros con los que estaban hace unos momentos atrás a mi lado.
Archibaldo de la Cruz- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/10/2011
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Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Lazos que unen
-Bueno, el chico no está nada mal- pensé mientras arqueaba la ceja y me mordía los labios pero todo encanto desapareció en cuanto comenzó a decir una sarta de tonterías que no pensé podría decir ni siquiera un caballero vulgar –El no está mal pero sus modales sí- retire lo dicho en mi mente y suspire esperando que del cielo me fuera concedida la calma y paciencia que necesitaba para no fallar a la promesa que le hice a Frank de ayudarlo y menos sabiendo que sus amigos estaban riesgo de muerte en manos de un desconocido que parecía estar completamente loco –Solo espero que por soportar insultos y fantasmas obtenga suficientes indulgencias sino- vi a mis espaldas y vi como Slade discutía con Charlot, negué con la cabeza y me puse mis frías manos en el rostro –Frank, me permites que le de un pequeño golpecito para que se calle- musité entre dientes, ambos me gritaron, vaya que estos dos hombres no se caían ni se podían llevar bien.
Intente no reírme de lo que escuchaba mis espaldas, nunca había visto a Charlot discutir de aquella manera tan única y graciosa que me hizo suspirar en vez de exaltarme, pero el hombre, aquel que emanaba un olor a hollín empezaba a darme un verdadero dolor de cabeza –Oigan chicos no es por interrumpirles pero…. He aquí un pequeño problema que tengo y necesito de su ayuda- no me escuchaban, seguían tan adentrados en su discusión -¡Basta!, necesito su ayuda y ¡Ahora!- exclame sin siquiera preocuparme un poco por el hombre que tenía al frente, sus preguntas y sus insultos habían desaparecido mientras intentaba desesperadamente obtener la guía del coronel, mismo que indico gritar su nombre lo más fuerte que pudiese -¡Alex Bongartz!- exclame con todo el aire que podía contener en mis pulmones -¡Quiere callarse con un demonio!-negué con la cabeza marcadamente -¡¿Quién demonios cree que soy?!, usted debe de ir a la iglesia muy seguido para creer que un gitano puede hacer una monstruosidad como la que sucede en cada carpa ¡Cierto!- vaya que el hombre tenía su carácter y el coronel ni siquiera había considerado en advertírmelo –No te quejes- dije mientras le escuchaba protestar por la forma tan golpeada en que le hablaba a su “amigo” –Y en lo que respecta a usted, poco debe importarle lo que pase a mis espaldas, si hablo sola o pienso en voz alta es cosa mía- me aleje un poco de su lado para tomar riendas en mis emociones.
Lo que menos me convenía era que mis emociones salieran de mi propio dominio, no quería por ningún motivo provocar un desastre que diera paso a dar la ubicación exacta en la que se encontraban aquellos hombres del disparate en el que Frank no pudo dar más batalla, simplemente no quería provocar un accidente como la última vez.
La pregunta obvia no se hizo esperar… ¿Con quién hablaba?, la respuesta era sencilla, con su compañero fallecido, pero como de buenas a primeras iba a contestar algo como aquello, si este hombre además de ser un patán era un ateo gracias a Dios pese a su propia naturaleza –Señor mío solo te pido indulgencias- musite la oración entre dientes y entonces me quede si nada que decir, no se me ocurría la manera de decirle que yo tenía el don de ver gente muerta, hablar con ella y todavía ser la intermediaria para solucionar sus pendientes -Primero debo presentarme ya que yo si se tu nombre, me llamo Sarah, Sarah Downey… y… y… veo gente muerta, tengo a tu amigo Frank Slade a mis espaldas, el me dijo tu nombre, el te reconoció y por eso me detuve, quiere sacar a tus amigos de las carpas porque están siendo torturados por un hombre de cabellos verdes- finalmente se me había terminado el aliento, solo dije todo lo debía sin importar lo que el pudiese juzgar o si al final de cuentas podía creerme o no, al ver su mirada, esos ojos tan penetrantes, que dejaban ver al lobo fiero se dejaron ver amenazantemente –Frank, auxilio- musite a mis espaldas.
-Bueno, el chico no está nada mal- pensé mientras arqueaba la ceja y me mordía los labios pero todo encanto desapareció en cuanto comenzó a decir una sarta de tonterías que no pensé podría decir ni siquiera un caballero vulgar –El no está mal pero sus modales sí- retire lo dicho en mi mente y suspire esperando que del cielo me fuera concedida la calma y paciencia que necesitaba para no fallar a la promesa que le hice a Frank de ayudarlo y menos sabiendo que sus amigos estaban riesgo de muerte en manos de un desconocido que parecía estar completamente loco –Solo espero que por soportar insultos y fantasmas obtenga suficientes indulgencias sino- vi a mis espaldas y vi como Slade discutía con Charlot, negué con la cabeza y me puse mis frías manos en el rostro –Frank, me permites que le de un pequeño golpecito para que se calle- musité entre dientes, ambos me gritaron, vaya que estos dos hombres no se caían ni se podían llevar bien.
Intente no reírme de lo que escuchaba mis espaldas, nunca había visto a Charlot discutir de aquella manera tan única y graciosa que me hizo suspirar en vez de exaltarme, pero el hombre, aquel que emanaba un olor a hollín empezaba a darme un verdadero dolor de cabeza –Oigan chicos no es por interrumpirles pero…. He aquí un pequeño problema que tengo y necesito de su ayuda- no me escuchaban, seguían tan adentrados en su discusión -¡Basta!, necesito su ayuda y ¡Ahora!- exclame sin siquiera preocuparme un poco por el hombre que tenía al frente, sus preguntas y sus insultos habían desaparecido mientras intentaba desesperadamente obtener la guía del coronel, mismo que indico gritar su nombre lo más fuerte que pudiese -¡Alex Bongartz!- exclame con todo el aire que podía contener en mis pulmones -¡Quiere callarse con un demonio!-negué con la cabeza marcadamente -¡¿Quién demonios cree que soy?!, usted debe de ir a la iglesia muy seguido para creer que un gitano puede hacer una monstruosidad como la que sucede en cada carpa ¡Cierto!- vaya que el hombre tenía su carácter y el coronel ni siquiera había considerado en advertírmelo –No te quejes- dije mientras le escuchaba protestar por la forma tan golpeada en que le hablaba a su “amigo” –Y en lo que respecta a usted, poco debe importarle lo que pase a mis espaldas, si hablo sola o pienso en voz alta es cosa mía- me aleje un poco de su lado para tomar riendas en mis emociones.
Lo que menos me convenía era que mis emociones salieran de mi propio dominio, no quería por ningún motivo provocar un desastre que diera paso a dar la ubicación exacta en la que se encontraban aquellos hombres del disparate en el que Frank no pudo dar más batalla, simplemente no quería provocar un accidente como la última vez.
La pregunta obvia no se hizo esperar… ¿Con quién hablaba?, la respuesta era sencilla, con su compañero fallecido, pero como de buenas a primeras iba a contestar algo como aquello, si este hombre además de ser un patán era un ateo gracias a Dios pese a su propia naturaleza –Señor mío solo te pido indulgencias- musite la oración entre dientes y entonces me quede si nada que decir, no se me ocurría la manera de decirle que yo tenía el don de ver gente muerta, hablar con ella y todavía ser la intermediaria para solucionar sus pendientes -Primero debo presentarme ya que yo si se tu nombre, me llamo Sarah, Sarah Downey… y… y… veo gente muerta, tengo a tu amigo Frank Slade a mis espaldas, el me dijo tu nombre, el te reconoció y por eso me detuve, quiere sacar a tus amigos de las carpas porque están siendo torturados por un hombre de cabellos verdes- finalmente se me había terminado el aliento, solo dije todo lo debía sin importar lo que el pudiese juzgar o si al final de cuentas podía creerme o no, al ver su mirada, esos ojos tan penetrantes, que dejaban ver al lobo fiero se dejaron ver amenazantemente –Frank, auxilio- musite a mis espaldas.
Sarah Downey- Gitano
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Fecha de inscripción : 06/11/2013
Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Lazos que unen
-¡JA!, fantasma de pacotilla ¡Yo!- me señale –Pues fíjate que… si- dije admitiendo con la voz algo debilitada –Pero… pero… pero… al menos yo no ando dando órdenes como si fuese la perfección andando, ¡Escúchame bien, nadie ha llegado a ser un fantasma modelo!- me cruce de brazos sin prestar mucha atención a la situación que estaba lidiando Sarah, puesto que ahora tenía que afrontar un caso mucho más grande que un licántropo confundido y con el genio de mil bestias juntas que seguramente el tampoco se aguantaba –Mira ahora comprendo porque estás aquí, no les enseñaste a tus soldados a tener buenos modales- dije sarcástico –Bueno aunque de que me quejo de tal palo tal astilla- plante mi bastón en la tierra y erguí mi postura como si fuese un hombre de sangre real o mejor como un importante militar –Deberías conseguirte uno de estos- observaba por lo mientras el cielo, tan estrellado, tan azul, tan… ¿Lleno de humo?, vaya que el incendio no había logrado controlarse desde entonces, las cenizas eran llevadas de aquí a allá por el frío aire que azotaba la madrugada en París, frío que por lo sucedido nadie debe sentir seguramente, ni siquiera Sarah, mi Sarah.
-Oye creo que acabo de ver tus restos pasar justo frente a mis ojos- reí divertido –Es que hay muchas cenizas en el aire, alégrate compañero- seguí riendo por un buen rato hasta que por mis impertinencias supongo gane una merecida e incómoda pregunta ¿Cómo había acabado yo?
Sentí que la sonrisa se borro automáticamente de mi rostro, todo quedo en silencio y los gritos de Sarah se escuchaban realmente muy lejos de donde estábamos parados, mi memoria alzo las velas convirtiéndose en un barco que navegaba entre las corrientes del tiempo, dejando caer el ancla justo en el momento en que volví a ver mi cadáver en la melancólica escena de una calle abandonada, cerré los ojos con profundo dolor y me limite a responder –Alégrate soldadito de plomo, por lo menos tu lecho estuvo lleno de calor y en compañía de los tuyos- aclare la voz –Y después de todo te salieron alas y ahora vuelas lejos- no dije más y mi silencio sirvió para que escucháramos a Sarah exclamar pidiendo nuestra ayuda.
-Nuevas coordenadas camarada, Sarah está pidiendo tu ayuda- el coronel que creo permaneció tan callado como yo abrió la boca para indicar que ella debía pronunciar en voz alta su nombre, así lo hizo y otra vez comenzó la discusión que solo ella mantenía porque aquel hombre que ahora sabía se llamaba Alex Bongartz seguía petrificado y en silencio –Lo sé amigo, nadie se espera que una dama reaccione así- torcí la boca en una divertida mueca –Sarah, Sarah ¡Sarah!- exclame –Tus emociones, recuerda… el sol sale y el pasto es verde- susurre a su oido y sonreí de gusto al ver que era una de las pocas veces en que me había hecho caso, quizás por ello nos llevábamos bien, porque ella era igual a mi cuando todavía estaba vivo.
Seguí contemplando la escena, a partir de mi último comentario Slade ya no dijo más, entonces algo me empezó a dar mala espina en el tipo ese de cabellos largos –S.O.S, no sé si eso exista pero es mi forma de decir que Sarah esta en problemas- aunque en aquel momento admire la valentía de la chica por decir todo de un solo golpe estaba demasiado asustado por la manera en como aquel hombre le veía a Sarah –Frank tenemos que hacer algo- le advertí temblando de pavor –Frank creo que la quiere para comerla acompañada de pasta y buen vino- el coronel seguía en la misma posición y con los ojos completamente abiertos si parpadear -¡Ahhhh! Como me desespera que hagas eso, no sé si estás vivo o ya te moriste otra vez- proteste -Y ni siquiera me respondes… bien entonces me voy a ser visible- cuando pretendía hacerlo Frank me detuvo con su mano y solo me dijo que dejará la situación en sus manos.
-¡JA!, fantasma de pacotilla ¡Yo!- me señale –Pues fíjate que… si- dije admitiendo con la voz algo debilitada –Pero… pero… pero… al menos yo no ando dando órdenes como si fuese la perfección andando, ¡Escúchame bien, nadie ha llegado a ser un fantasma modelo!- me cruce de brazos sin prestar mucha atención a la situación que estaba lidiando Sarah, puesto que ahora tenía que afrontar un caso mucho más grande que un licántropo confundido y con el genio de mil bestias juntas que seguramente el tampoco se aguantaba –Mira ahora comprendo porque estás aquí, no les enseñaste a tus soldados a tener buenos modales- dije sarcástico –Bueno aunque de que me quejo de tal palo tal astilla- plante mi bastón en la tierra y erguí mi postura como si fuese un hombre de sangre real o mejor como un importante militar –Deberías conseguirte uno de estos- observaba por lo mientras el cielo, tan estrellado, tan azul, tan… ¿Lleno de humo?, vaya que el incendio no había logrado controlarse desde entonces, las cenizas eran llevadas de aquí a allá por el frío aire que azotaba la madrugada en París, frío que por lo sucedido nadie debe sentir seguramente, ni siquiera Sarah, mi Sarah.
-Oye creo que acabo de ver tus restos pasar justo frente a mis ojos- reí divertido –Es que hay muchas cenizas en el aire, alégrate compañero- seguí riendo por un buen rato hasta que por mis impertinencias supongo gane una merecida e incómoda pregunta ¿Cómo había acabado yo?
Sentí que la sonrisa se borro automáticamente de mi rostro, todo quedo en silencio y los gritos de Sarah se escuchaban realmente muy lejos de donde estábamos parados, mi memoria alzo las velas convirtiéndose en un barco que navegaba entre las corrientes del tiempo, dejando caer el ancla justo en el momento en que volví a ver mi cadáver en la melancólica escena de una calle abandonada, cerré los ojos con profundo dolor y me limite a responder –Alégrate soldadito de plomo, por lo menos tu lecho estuvo lleno de calor y en compañía de los tuyos- aclare la voz –Y después de todo te salieron alas y ahora vuelas lejos- no dije más y mi silencio sirvió para que escucháramos a Sarah exclamar pidiendo nuestra ayuda.
-Nuevas coordenadas camarada, Sarah está pidiendo tu ayuda- el coronel que creo permaneció tan callado como yo abrió la boca para indicar que ella debía pronunciar en voz alta su nombre, así lo hizo y otra vez comenzó la discusión que solo ella mantenía porque aquel hombre que ahora sabía se llamaba Alex Bongartz seguía petrificado y en silencio –Lo sé amigo, nadie se espera que una dama reaccione así- torcí la boca en una divertida mueca –Sarah, Sarah ¡Sarah!- exclame –Tus emociones, recuerda… el sol sale y el pasto es verde- susurre a su oido y sonreí de gusto al ver que era una de las pocas veces en que me había hecho caso, quizás por ello nos llevábamos bien, porque ella era igual a mi cuando todavía estaba vivo.
Seguí contemplando la escena, a partir de mi último comentario Slade ya no dijo más, entonces algo me empezó a dar mala espina en el tipo ese de cabellos largos –S.O.S, no sé si eso exista pero es mi forma de decir que Sarah esta en problemas- aunque en aquel momento admire la valentía de la chica por decir todo de un solo golpe estaba demasiado asustado por la manera en como aquel hombre le veía a Sarah –Frank tenemos que hacer algo- le advertí temblando de pavor –Frank creo que la quiere para comerla acompañada de pasta y buen vino- el coronel seguía en la misma posición y con los ojos completamente abiertos si parpadear -¡Ahhhh! Como me desespera que hagas eso, no sé si estás vivo o ya te moriste otra vez- proteste -Y ni siquiera me respondes… bien entonces me voy a ser visible- cuando pretendía hacerlo Frank me detuvo con su mano y solo me dijo que dejará la situación en sus manos.
Turandot- Fantasma
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Fecha de inscripción : 18/11/2013
Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Frank estaba dándose de topes en la pared, coloquialmente hablando, aún no sabía con exactitud cómo había llegado junto con Sarah y Turandot, tampoco sabía como la chica había logrado llegar hasta él y que buscaba en el teatro con tanto apuro e insistencia, pero era más que claro que lo que fuese a buscar, lo había encontrado y que si en algún momento le dejo herida por el otro la había dejado conforme y tranquila.
El coronel tenía muchas dudas respecto a la joven y porque tanto ella como su fantasmal amigo se tomaban tanta molestia en mantener precauciones permanentes antes su expresión de emociones, cada vez que percibía en ellos algo sobre estas acciones, aquel hombre intentaba con su lógica de militar hallar un sentido racional ante tal comportamiento, miles de historias le veían a la mente pero ninguna le convencía así que por su bien prefirió dejar el tema por la paz y centro en los comentarios burlones y un tanto sarcásticos, lo cual es ofensivo para él, de su compañero Turandot.
-Escúchame bien hijo, yo no estoy en condiciones de tolerar bromas, por si no te has dado cuenta ¡Acabo de morir hace pocas horas!- se cruzo de brazos y continuo con la mirada fija que hasta el momento parpadeaba sin problema alguno –Ellos no están hechos a imagen y semejanza mía porque ni siquiera son mis soldados o mis hijos, ¡Jamás! Escúchalo bien ¡Jamás llegue a tener mi pelotón y ellos ya eran soldados de un teniente desconocido, yo apenas les conocía…! - se tomo una pausa cual si estuviese reflexionando –Pero no por ello los voy a dejar caer… morir es deprimente, claro que no todos se dan cuenta de precaria condición- dijo sin remordimiento y en la misma pose erguida como todo buen militar –Además, tú me juzgas pero dime ¿Cómo has muerto tú ah?, supongo muy felizmente para estar todo este tiempo sonriendo en vez de estar penando- no le dio una mirada con esos ojos claros que a pesar de estar abiertos y aparentemente sanos no podían observar pero si podían despistar, Frank a pesar de todo mientras estuvo vivo fue un hombre demasiado astuto.
Ignoraba por un momento todo lo que pasaba entre Sarah y su viejo compañero de guerra Alex Bongartz, pero en cuanto un silencio se hizo presente en la pequeña discusión de los dos, pudo pedir a la chica pedirle ayuda para calmar su furia contenida en las interrogantes lanzadas de manera ofensiva –Dile su nombre, se llama Alex Bongartz, pero dilo con fuerza, con enjundia- aconsejo firme y con la energía que solo un miembro del ejercito podía hacerlo.
Entonces después de aquello y por primera vez en su vida tras escuchar las palabras que Turandot decía con tanto dolor, quedo inmerso en un mar de pensamientos, considerando que quizás había sido bastante duro con él, comenzaba a sentirse culpable, intento decir algunas palabras que le disculparan pero su orgullo de militar podía más que el sentimiento que le carcomía el alma, que le consumía por dentro, no era difícil notar la tristeza que embargaba a Turandot sobre el tema de su desenlace al punto de que el mismo fantasma se volviera sumiso ante las ordenes de Slade.
-¡No me digas…!- se detuvo y con mucho esfuerzo logro contenerse –Solo dime que sucede- pero ya no le pudieron responder, Turandot se puso a la defensiva y a pesar de que sabía que Sarah había cometido una indiscreción, aún no era el momento para confesar lo que ella era capaz de hacer –No Turandot, si dices que podemos ser vistos, entonces quién se muestre debo ser yo- dijo y siguiendo las indicaciones de Turandot llego en medio de Alex y Sarah, por un momento se hizo visible, pero solo por un leve momento puesto que aun no sabía hacerlo –Espero haberlo hecho bien- y cuando dirigió su mirada al frente el lobo había retrocedido.
El coronel tenía muchas dudas respecto a la joven y porque tanto ella como su fantasmal amigo se tomaban tanta molestia en mantener precauciones permanentes antes su expresión de emociones, cada vez que percibía en ellos algo sobre estas acciones, aquel hombre intentaba con su lógica de militar hallar un sentido racional ante tal comportamiento, miles de historias le veían a la mente pero ninguna le convencía así que por su bien prefirió dejar el tema por la paz y centro en los comentarios burlones y un tanto sarcásticos, lo cual es ofensivo para él, de su compañero Turandot.
-Escúchame bien hijo, yo no estoy en condiciones de tolerar bromas, por si no te has dado cuenta ¡Acabo de morir hace pocas horas!- se cruzo de brazos y continuo con la mirada fija que hasta el momento parpadeaba sin problema alguno –Ellos no están hechos a imagen y semejanza mía porque ni siquiera son mis soldados o mis hijos, ¡Jamás! Escúchalo bien ¡Jamás llegue a tener mi pelotón y ellos ya eran soldados de un teniente desconocido, yo apenas les conocía…! - se tomo una pausa cual si estuviese reflexionando –Pero no por ello los voy a dejar caer… morir es deprimente, claro que no todos se dan cuenta de precaria condición- dijo sin remordimiento y en la misma pose erguida como todo buen militar –Además, tú me juzgas pero dime ¿Cómo has muerto tú ah?, supongo muy felizmente para estar todo este tiempo sonriendo en vez de estar penando- no le dio una mirada con esos ojos claros que a pesar de estar abiertos y aparentemente sanos no podían observar pero si podían despistar, Frank a pesar de todo mientras estuvo vivo fue un hombre demasiado astuto.
Ignoraba por un momento todo lo que pasaba entre Sarah y su viejo compañero de guerra Alex Bongartz, pero en cuanto un silencio se hizo presente en la pequeña discusión de los dos, pudo pedir a la chica pedirle ayuda para calmar su furia contenida en las interrogantes lanzadas de manera ofensiva –Dile su nombre, se llama Alex Bongartz, pero dilo con fuerza, con enjundia- aconsejo firme y con la energía que solo un miembro del ejercito podía hacerlo.
Entonces después de aquello y por primera vez en su vida tras escuchar las palabras que Turandot decía con tanto dolor, quedo inmerso en un mar de pensamientos, considerando que quizás había sido bastante duro con él, comenzaba a sentirse culpable, intento decir algunas palabras que le disculparan pero su orgullo de militar podía más que el sentimiento que le carcomía el alma, que le consumía por dentro, no era difícil notar la tristeza que embargaba a Turandot sobre el tema de su desenlace al punto de que el mismo fantasma se volviera sumiso ante las ordenes de Slade.
-¡No me digas…!- se detuvo y con mucho esfuerzo logro contenerse –Solo dime que sucede- pero ya no le pudieron responder, Turandot se puso a la defensiva y a pesar de que sabía que Sarah había cometido una indiscreción, aún no era el momento para confesar lo que ella era capaz de hacer –No Turandot, si dices que podemos ser vistos, entonces quién se muestre debo ser yo- dijo y siguiendo las indicaciones de Turandot llego en medio de Alex y Sarah, por un momento se hizo visible, pero solo por un leve momento puesto que aun no sabía hacerlo –Espero haberlo hecho bien- y cuando dirigió su mirada al frente el lobo había retrocedido.
Frank Slade- Fantasma
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 26/08/2012
Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Ni siquiera en mis situaciones más difíciles con una dama me hubiese esperado una reacción así, por más que intentaba decir media palabra su simple actitud me dejaba sin aliento, esta mujer realmente era dura cuando se lo proponía y vaya que si algo debo admirarle es aquel control de emociones que sabía dominar tan bien, me llegue a preguntar si con aquellas sombras productos de su imaginación tendría que ver.
-Que mirada- pensé dentro de mí, mientras observaba cada uno de sus movimientos y sin más, repentinamente comenzó a ponerse nerviosa, quizás fue mi actitud o era porque algo sabía demás sobre el asunto –No es momento de presentaciones, ¿Acaso estas ciega y no ves mis ropajes? ¡Vengo del incendio!... vengo a buscar a mis amigos o lo que sean…- titube al final de la oración, porque en realidad ya no sabía en si lo que éramos o lo que fuimos antes del aquel viejo desastre –Solo vengo a buscar a los sobrevivientes- corregí en tono serio y sin siquiera hacer contacto con sus ojos.
El frio de aquella noche era terrible, un verdadero tirano que venía acompañado por su cómplice, el viento que cada vez que nos tocaba, nuestra piel se tornaba tan fría como la de los malditos chupa sangre, al recordarlos mis puños se cerraron con fuerza, recordando que todo había iniciado por un vampiro, un maldito demonio que debía pagar por todos sus crímenes y por la vida de los que esa noche acababan de partir ya fuese al cielo o al infierno, lo sabía, debía encontrar a mis compañeros y convencerlos de hacer un último esfuerzo por frenar al opresor y asesino descarado y sin vergüenza del Fantasma, la heridas dolían en lo más profundo pese a que ya estaban sanando, la sangre había cesado pero algo seguía molestándole, quizás era porque aquella noche sentía por primera vez en mi vida verdadera culpa, miedo atroz, incertidumbre hacia el futuro que se veía tan inhóspito e incierto.
Todo marchaba a la perfección hasta que pronunció a Frank en sus absurdas palabras -¡Estás loca!- exclame en medio de carcajadas hipócritas -¿Acoso crees que tengo tu tiempo, o dinero? ¡Tengo cara de imbécil!- la furia comenzó a tomarme preso de nuevo, la aceleración de mi respiración se hacía más que evidente -¡Escúchame bien niña estúpida, no estoy para bromas, que sepas mi nombre no me sorprende o quizás un poco pero con Frank!… no juegues con la memoria de los muertos… ¡de mis muertos!- la voz cambiaba de tinte, se volvía más ronca y más grave a la vez, estaba a punto de desquitar todo sentimiento hasta que solo por unos leves instantes, una leve silueta se puso en medio de la joven defendiéndola de lo que pude haberle hecho -¡Frank!- exclame a la vez que retrocedía, y entonces caí al suelo, ya ni siquiera los estragos de la batalla sentía, ni el golpe al rozar con la tierra, el frío o la furia –Pero… ¿pero cómo?- me pregunte entre dientes, era una víctima más del desconcierto -¿Entonces es cierto?- clame entre respiraciones cortas -¿Slade está aquí, pero es que no…- negué todo lo que había visto y rechazaba lo que seguía escuchando en mi cabeza –No es posible- finalmente pude articular una idea.
Y tras mi vergüenza seguía ocultando mi mirada entre los mechones rubios que caían al rostro, todo quedo en silencio y solo el viento se atrevía a romper la monotonía –No entiendo- entonces una mano se poso en mi hombro y al alzar la vista le vi… no pude más, y unas lágrimas discretas comenzaron a rodar por mis mejillas.
-Que mirada- pensé dentro de mí, mientras observaba cada uno de sus movimientos y sin más, repentinamente comenzó a ponerse nerviosa, quizás fue mi actitud o era porque algo sabía demás sobre el asunto –No es momento de presentaciones, ¿Acaso estas ciega y no ves mis ropajes? ¡Vengo del incendio!... vengo a buscar a mis amigos o lo que sean…- titube al final de la oración, porque en realidad ya no sabía en si lo que éramos o lo que fuimos antes del aquel viejo desastre –Solo vengo a buscar a los sobrevivientes- corregí en tono serio y sin siquiera hacer contacto con sus ojos.
El frio de aquella noche era terrible, un verdadero tirano que venía acompañado por su cómplice, el viento que cada vez que nos tocaba, nuestra piel se tornaba tan fría como la de los malditos chupa sangre, al recordarlos mis puños se cerraron con fuerza, recordando que todo había iniciado por un vampiro, un maldito demonio que debía pagar por todos sus crímenes y por la vida de los que esa noche acababan de partir ya fuese al cielo o al infierno, lo sabía, debía encontrar a mis compañeros y convencerlos de hacer un último esfuerzo por frenar al opresor y asesino descarado y sin vergüenza del Fantasma, la heridas dolían en lo más profundo pese a que ya estaban sanando, la sangre había cesado pero algo seguía molestándole, quizás era porque aquella noche sentía por primera vez en mi vida verdadera culpa, miedo atroz, incertidumbre hacia el futuro que se veía tan inhóspito e incierto.
Todo marchaba a la perfección hasta que pronunció a Frank en sus absurdas palabras -¡Estás loca!- exclame en medio de carcajadas hipócritas -¿Acoso crees que tengo tu tiempo, o dinero? ¡Tengo cara de imbécil!- la furia comenzó a tomarme preso de nuevo, la aceleración de mi respiración se hacía más que evidente -¡Escúchame bien niña estúpida, no estoy para bromas, que sepas mi nombre no me sorprende o quizás un poco pero con Frank!… no juegues con la memoria de los muertos… ¡de mis muertos!- la voz cambiaba de tinte, se volvía más ronca y más grave a la vez, estaba a punto de desquitar todo sentimiento hasta que solo por unos leves instantes, una leve silueta se puso en medio de la joven defendiéndola de lo que pude haberle hecho -¡Frank!- exclame a la vez que retrocedía, y entonces caí al suelo, ya ni siquiera los estragos de la batalla sentía, ni el golpe al rozar con la tierra, el frío o la furia –Pero… ¿pero cómo?- me pregunte entre dientes, era una víctima más del desconcierto -¿Entonces es cierto?- clame entre respiraciones cortas -¿Slade está aquí, pero es que no…- negué todo lo que había visto y rechazaba lo que seguía escuchando en mi cabeza –No es posible- finalmente pude articular una idea.
Y tras mi vergüenza seguía ocultando mi mirada entre los mechones rubios que caían al rostro, todo quedo en silencio y solo el viento se atrevía a romper la monotonía –No entiendo- entonces una mano se poso en mi hombro y al alzar la vista le vi… no pude más, y unas lágrimas discretas comenzaron a rodar por mis mejillas.
Alex Bongartz- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 22/04/2012
Re: El despertar de los caídos (Le due maschere della notte part.III)
Todo me daba vueltas, estaba tan confundido y herido.... -¿Hacia dónde va todo esto?- preguntaba en medio de toda aquella vorágine de ideas que de repente y sin más empezaba a nublarme la cabeza, era increíble que tratando de huir de todo aquello de nueva cuenta lo estuviera viviendo y ahora con un hombre más temeroso que el anterior, con esos ojos verdes que apuñalaban tan solo con verte, que desnudaban la mente y sabia las peores pesadillas de tu inconsciente.
Inconsciente, si, aquel que le jugo a mi madre una mala pasada, encerrada de por vida en manicomio, encerrada en su propia mente, en su propio mundo, un mundo del que yo tantas veces hui regando de ella con el simple silencio que ocultaba mi origen, vine a Paris en búsqueda de aquella paz, encontré a alguien y por ese alguien estoy aquí... No la culpo, ella es tan victima como nosotros, tan solo estábamos buscando una máscara que supiera ocultar nuestra verdadera debilidad al precio que costase, incluyendo este.
Una carpa desolada, el silencio y la brisa haciendo el contraste perfecto, aun cuando el tiempo parecía haber pasado no dejaban de percibirse el aroma de la ceniza, de la tragedia, de la tierra fresca de madrugada que empezaba a ser removida seguramente para enterrar a los caídos e inocentes.
Una lagrima corrió por mi mejilla -Una máscara- susurre -lo siento mama-finalmente me rendí y entre sollozos pedía el perdón de aquel que solo había tratado de detener al famoso fantasma de la opera de Paris, nosotros tambien portábamos una máscara y si a algo habíamos llegado hasta Paris era en busca de una nueva, algo que nos pudiera cubrir los ojos para no poder contemplar pasado, presente y futuro -¿Al final que derecho tenemos de juzgar al otro?- finalmente rompí en llanto, saber que todo este tiempo he estado creyendo que soy un asesino, un loco... Cuando en realidad solo fue el disfraz perfecto para esconder todo aquello que me da miedo de mí.
Las horas pasaban, o al menos desde mi perspectiva asi se veían, había parado de llorar, y unas cuentas heridas seguían abiertas sangrando en mi rostro, miraba a los alrededores en espera de mi captor, deseaba decirle que todo había terminado, que había descubierto su juego.... Solo quería saber quién era detrás de esa mascara, que clase de persona era para haber acertado a cada demonio que yo mismo había creado equivocadamente. Algo extraño pasaba, no era normal había logrado hacer la cuenta de cuánto se tardaba en regresar... 1, 2, 3, 4,5 asi fue numero por numero hasta que llegue al 120, se suponía que el ya habría llegado, pero por más que dirigiera mi mirada al frente a modo de espera que esa extraña puerta de tela se entreabriera dejando ver su silueta, nada ocurría, abisalmente nada... Entonces extraños sonidos comenzaron a estremecerse, tal parecía que una guerra o un enfrentamiento al igual que en el teatro e volvía a liderar allá afuera -¡Ha venido por nosotros, esto es una trama, siempre lo fue!- exclame y de poco, con desesperación, buscaba de manera torpe la forma de liberarme de las ataduras.
Inconsciente, si, aquel que le jugo a mi madre una mala pasada, encerrada de por vida en manicomio, encerrada en su propia mente, en su propio mundo, un mundo del que yo tantas veces hui regando de ella con el simple silencio que ocultaba mi origen, vine a Paris en búsqueda de aquella paz, encontré a alguien y por ese alguien estoy aquí... No la culpo, ella es tan victima como nosotros, tan solo estábamos buscando una máscara que supiera ocultar nuestra verdadera debilidad al precio que costase, incluyendo este.
Una carpa desolada, el silencio y la brisa haciendo el contraste perfecto, aun cuando el tiempo parecía haber pasado no dejaban de percibirse el aroma de la ceniza, de la tragedia, de la tierra fresca de madrugada que empezaba a ser removida seguramente para enterrar a los caídos e inocentes.
Una lagrima corrió por mi mejilla -Una máscara- susurre -lo siento mama-finalmente me rendí y entre sollozos pedía el perdón de aquel que solo había tratado de detener al famoso fantasma de la opera de Paris, nosotros tambien portábamos una máscara y si a algo habíamos llegado hasta Paris era en busca de una nueva, algo que nos pudiera cubrir los ojos para no poder contemplar pasado, presente y futuro -¿Al final que derecho tenemos de juzgar al otro?- finalmente rompí en llanto, saber que todo este tiempo he estado creyendo que soy un asesino, un loco... Cuando en realidad solo fue el disfraz perfecto para esconder todo aquello que me da miedo de mí.
Las horas pasaban, o al menos desde mi perspectiva asi se veían, había parado de llorar, y unas cuentas heridas seguían abiertas sangrando en mi rostro, miraba a los alrededores en espera de mi captor, deseaba decirle que todo había terminado, que había descubierto su juego.... Solo quería saber quién era detrás de esa mascara, que clase de persona era para haber acertado a cada demonio que yo mismo había creado equivocadamente. Algo extraño pasaba, no era normal había logrado hacer la cuenta de cuánto se tardaba en regresar... 1, 2, 3, 4,5 asi fue numero por numero hasta que llegue al 120, se suponía que el ya habría llegado, pero por más que dirigiera mi mirada al frente a modo de espera que esa extraña puerta de tela se entreabriera dejando ver su silueta, nada ocurría, abisalmente nada... Entonces extraños sonidos comenzaron a estremecerse, tal parecía que una guerra o un enfrentamiento al igual que en el teatro e volvía a liderar allá afuera -¡Ha venido por nosotros, esto es una trama, siempre lo fue!- exclame y de poco, con desesperación, buscaba de manera torpe la forma de liberarme de las ataduras.
Spencer Reid- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 03/03/2012
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