AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
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||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Recuerdo del primer mensaje :
Se escribe y no se expresa nada, se habla pero no se dice nada, se vive pero no se siente nada… Salvo dolor, salvo soledad que alberga de manera solemne todo el marco escénico de la zona prohibida de París, una zona tan peligrosa que ni siquiera las mismas criaturas míticas osan pisar; son los vientos que levanta cortinillas de polvo que se mecen de manera inusual por todo el ambiente. La luz de la luna abraza toda la planicie con su platinada misericordia que encaja perfectamente en cada rincón de este desolado lugar.
-Y tú que te creías… El Rey de todo el mundo- es una voz débil que cita –Y tú que nunca fuiste capaz de perdonar… Y cruel y despiadado de todo te reías- Una tonalidad frívola, totalmente irónica se impregna en las palabras de un ser que es cubierto por las tinieblas –Ya ves que no es lo mismo amar que ser amado… Hoy que estás acabado, ¡Qué lástima me das!- Insiste en los reclamos y las burlas que se rompen bajo unas débiles carcajadas que se propagan por todo el lugar.
Soledad es poca a comparación de lo que se vive, el suelo es mojado por la lluvia que empieza a caer y se cuela por todo el cuerpo del alto varón quien pareciese portar solo un pantalón negro y una camisa del mismo tono; sus ojos cerrados bajo un gesto sarcástico de risas que delatan una borrachera se protegen con un antifaz azabache… ¿Sus cabellos? Un desastre, cubiertos por sudor y a la vez por las gotas de lluvia que los obligan caer por los hombros dibujando la imagen curiosa de un ser que pareciese ser derrotado.
-La vida es la ruleta en que apostamos todos… Y a ti te había tocado nomás la de ganar, pero hoy tu buena suerte la espalda te ha volteado…- Continua dialogando pues sus palabras parecen tener una fuerte dedicatoria, como si hiciera mofa o simplemente abandonara su ser bajo el infinito cinismo que toda su vida le ha acompañado. Su cuerpo cae abruptamente contra la pared, la lluvia se vuelve más intensa y pareciese que los sentidos del extranjero se empiezan a ir puesto que sus ojos se entrecierran y divagan al igual que sus labios, sus manos titubean y toda su fisionomía pareciese estar bajo algún dominio ajeno a él.
Un trueno surca el firmamento y con ello los aires se intensifican de manera instantánea. Las luces plata de la luna parecen no ser suficientes para dejar ver la verdadera situación de este hidalgo cuya presencia parece alejarse cada vez más. Sus orbes marrones se cierran, su rostro dibuja una sonrisa que asimila resignación y el tiempo devela como sus intenciones son estar ahí, a merced de lo que sea, como si no le importara alguna cosa en la vida… Su mano diestra yace en su corazón, ajustada y apretando su camisa…
-Fallaste, corazón… No vuelvas a apostar-
Y con una carcajada, la extremidad del ladrón más famoso de Europa se remueve, mostrando una profunda herida en su pecho, una herida que está provocando un desangrado que ningún mortal en su más óptimo estado físico puede afrontar y aun así, bajo cada palabra, cada tono y cada segundo… Se puede proyectar y sentir un dolor irreal, un dolor que embriaga todo y se roba el foco protagónico… Un dolor que no es por la herida física, pero si por una mucho peor justo ahí… Un lugar que ni siquiera él o alguien pudiesen imaginar que tenía… Su Corazón.
Se escribe y no se expresa nada, se habla pero no se dice nada, se vive pero no se siente nada… Salvo dolor, salvo soledad que alberga de manera solemne todo el marco escénico de la zona prohibida de París, una zona tan peligrosa que ni siquiera las mismas criaturas míticas osan pisar; son los vientos que levanta cortinillas de polvo que se mecen de manera inusual por todo el ambiente. La luz de la luna abraza toda la planicie con su platinada misericordia que encaja perfectamente en cada rincón de este desolado lugar.
-Y tú que te creías… El Rey de todo el mundo- es una voz débil que cita –Y tú que nunca fuiste capaz de perdonar… Y cruel y despiadado de todo te reías- Una tonalidad frívola, totalmente irónica se impregna en las palabras de un ser que es cubierto por las tinieblas –Ya ves que no es lo mismo amar que ser amado… Hoy que estás acabado, ¡Qué lástima me das!- Insiste en los reclamos y las burlas que se rompen bajo unas débiles carcajadas que se propagan por todo el lugar.
Soledad es poca a comparación de lo que se vive, el suelo es mojado por la lluvia que empieza a caer y se cuela por todo el cuerpo del alto varón quien pareciese portar solo un pantalón negro y una camisa del mismo tono; sus ojos cerrados bajo un gesto sarcástico de risas que delatan una borrachera se protegen con un antifaz azabache… ¿Sus cabellos? Un desastre, cubiertos por sudor y a la vez por las gotas de lluvia que los obligan caer por los hombros dibujando la imagen curiosa de un ser que pareciese ser derrotado.
-La vida es la ruleta en que apostamos todos… Y a ti te había tocado nomás la de ganar, pero hoy tu buena suerte la espalda te ha volteado…- Continua dialogando pues sus palabras parecen tener una fuerte dedicatoria, como si hiciera mofa o simplemente abandonara su ser bajo el infinito cinismo que toda su vida le ha acompañado. Su cuerpo cae abruptamente contra la pared, la lluvia se vuelve más intensa y pareciese que los sentidos del extranjero se empiezan a ir puesto que sus ojos se entrecierran y divagan al igual que sus labios, sus manos titubean y toda su fisionomía pareciese estar bajo algún dominio ajeno a él.
Un trueno surca el firmamento y con ello los aires se intensifican de manera instantánea. Las luces plata de la luna parecen no ser suficientes para dejar ver la verdadera situación de este hidalgo cuya presencia parece alejarse cada vez más. Sus orbes marrones se cierran, su rostro dibuja una sonrisa que asimila resignación y el tiempo devela como sus intenciones son estar ahí, a merced de lo que sea, como si no le importara alguna cosa en la vida… Su mano diestra yace en su corazón, ajustada y apretando su camisa…
-Fallaste, corazón… No vuelvas a apostar-
Y con una carcajada, la extremidad del ladrón más famoso de Europa se remueve, mostrando una profunda herida en su pecho, una herida que está provocando un desangrado que ningún mortal en su más óptimo estado físico puede afrontar y aun así, bajo cada palabra, cada tono y cada segundo… Se puede proyectar y sentir un dolor irreal, un dolor que embriaga todo y se roba el foco protagónico… Un dolor que no es por la herida física, pero si por una mucho peor justo ahí… Un lugar que ni siquiera él o alguien pudiesen imaginar que tenía… Su Corazón.
Última edición por Aldebaran Ballester el Mar Ene 07, 2014 12:24 am, editado 1 vez
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
La calma del cuarto se transmite fácilmente y es que el cuerpo el ladrón pese a estar realmente herido por dentro pareciese no proyectar dificultad alguna, ¿será el hechizo? ¿O será el hecho de que por primera vez en mucho tiempo no se siente amenazado o mejor dicho, en paz? Sus ojos se trasladan a los de ella y con una singular sonrisa este responde a su coqueto comentario –Ni un pestañeo… Vaya, creo que la curiosidad me ha invadido y aunque esta mató al gato… No me molestaría morir seseándola-
Con prontitud su cuerpo sigue a la preciosa mujer, observando lo que pareciese ser su aposento más sagrado pues es meramente diferente a todo lo de la casa e inclusive, a todo lo que él alguna vez haya presenciado. Diferentes hierbas por las paredes, muebles, cristales e inclusive libros abiertos y otros cuantos organizados, es un ejemplo de estudio.
Su atención pareciese que se va pues no puede evitar el asombro, el deslumbre por un lugar así que instantáneamente le hacen sentir un escalofrío y a la vez emoción, realmente está feliz y no por haber sido salvado del todo, sino porque los azares del destino le han cruzado con una mujer tan interesante que ha despertado tantas cosas dentro de él.
El cuerpo del enmascarado es tirado hacia una silla alta, donde con una carcajada solamente logra formular –¿Te gusta lo rudo, he?... No mentiré que las mujeres traviesas… Me agradan y mucho- al cabo de sus palabras su acento español y voz ronca tratan de enfatizar en la última frase, observando cada movimiento de Isobel.
-Confiaré en ti, entonces… De usar drogas o al menos algo mágico, no me molestaría que fuese bajo tu vigilancia, solo no te aproveches de mi… Tanto- un nuevo guiño en su ojo se sitúa para que instantáneamente su rostro se vea sostenido con delicadeza por ella. Su mirada se cierra y solamente siente sus alientos chocar para así, todo acabar bajo un efímero roce de labios, un beso exquisito que solo desata una infinidad de descargas eléctricas por su espina dorsal.
-Si sigues comportándote tan… Sensual… Te advertiré que desatarías una parte de mí que no soy bueno controlando- Le advierte con una risa cínica para acariciar sus caderas con delicadeza. Pronto, estas caricias se desvían a sostener el recipiente donde un olor no muy agradable sale –Vale que yo me lo busqué… Pero si lo bebo todo sin renegar, espero al menos tener un premio por… ¿portarme bien?- así es como con una mueca totalmente desagradable se apodera de su iris y el brebaje se termina casi al instante.
Una reacción bastante negativa se apodera de él, tose un poco pero no se queja. Aprovecha la oportunidad que tiene al tenerla a ella de espaldas para que no pueda ver su bochornosa reacción; así, con rapidez se coloca de pie y se acerca a ella por la espalda… Sus manos le abrazan por la cintura y apega su cuerpo al propio para colocar su rostro en su oreja y susurrar -¿Entonces, que dijimos de ese trato… Especial?- dando un ligero mordisco en el lóbulo de su oreja a la par de soltar un singular suspiro…
Rosa Negra, ¿Qué estás haciendo?
Con prontitud su cuerpo sigue a la preciosa mujer, observando lo que pareciese ser su aposento más sagrado pues es meramente diferente a todo lo de la casa e inclusive, a todo lo que él alguna vez haya presenciado. Diferentes hierbas por las paredes, muebles, cristales e inclusive libros abiertos y otros cuantos organizados, es un ejemplo de estudio.
Su atención pareciese que se va pues no puede evitar el asombro, el deslumbre por un lugar así que instantáneamente le hacen sentir un escalofrío y a la vez emoción, realmente está feliz y no por haber sido salvado del todo, sino porque los azares del destino le han cruzado con una mujer tan interesante que ha despertado tantas cosas dentro de él.
El cuerpo del enmascarado es tirado hacia una silla alta, donde con una carcajada solamente logra formular –¿Te gusta lo rudo, he?... No mentiré que las mujeres traviesas… Me agradan y mucho- al cabo de sus palabras su acento español y voz ronca tratan de enfatizar en la última frase, observando cada movimiento de Isobel.
-Confiaré en ti, entonces… De usar drogas o al menos algo mágico, no me molestaría que fuese bajo tu vigilancia, solo no te aproveches de mi… Tanto- un nuevo guiño en su ojo se sitúa para que instantáneamente su rostro se vea sostenido con delicadeza por ella. Su mirada se cierra y solamente siente sus alientos chocar para así, todo acabar bajo un efímero roce de labios, un beso exquisito que solo desata una infinidad de descargas eléctricas por su espina dorsal.
-Si sigues comportándote tan… Sensual… Te advertiré que desatarías una parte de mí que no soy bueno controlando- Le advierte con una risa cínica para acariciar sus caderas con delicadeza. Pronto, estas caricias se desvían a sostener el recipiente donde un olor no muy agradable sale –Vale que yo me lo busqué… Pero si lo bebo todo sin renegar, espero al menos tener un premio por… ¿portarme bien?- así es como con una mueca totalmente desagradable se apodera de su iris y el brebaje se termina casi al instante.
Una reacción bastante negativa se apodera de él, tose un poco pero no se queja. Aprovecha la oportunidad que tiene al tenerla a ella de espaldas para que no pueda ver su bochornosa reacción; así, con rapidez se coloca de pie y se acerca a ella por la espalda… Sus manos le abrazan por la cintura y apega su cuerpo al propio para colocar su rostro en su oreja y susurrar -¿Entonces, que dijimos de ese trato… Especial?- dando un ligero mordisco en el lóbulo de su oreja a la par de soltar un singular suspiro…
Rosa Negra, ¿Qué estás haciendo?
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
-No hay fiera que no pueda ser domada por la mano de una mujer- contesta en el mismo tono, bajo e íntimo en su oido.
Mientras le da la espalda reflexiona sobre lo que ha dicho. Sensual. Nunca ha pensado en si misma de esa manera. Sabe que es capaz de atraer a los hombres, lo ha demostrado en el pasado, pero nunca lo había atribuido a su persona sino más bien a la naturaleza de los hombres.
Otra risita se escapa de sus labios al sentir las manos de él en su cintura y alza una mano para apartar la cara de Rosa Negra mientras le pone otro vaso entre las traviesas manos. Está bastante sorprendida de que ni una sola maldición haya escapado de sus labios al probar el asqueroso brebaje aunque puede suponer que lo último que quiere en ese momento es acabar con su hombría.
Sin embargo ella no lo hubiera criticado, pues Isobel misma ha probado cada uno de los brebajes que administra a sus pacientes, tal ha sido su grado de compromiso y mala suerte a partes iguales, que la ha llevado a conocer las medicinas más eficaces de primera mano.
-Comportate- le dice como si se tratara de una madre tratando de inculcar algo de respeto a si hijo y luego añade con una sonrisa- o, si no, no habrá trato especial. Toma esto, te quitara el mal sabor- dice y saca otro tarro más pequeño de pomada anti cicatrices- Espero que sapas apreciar un buen wishky escocés.
Con una mano le quita la manta y la deja caer al suelo. Su torso, surcado de antiguas heridas, resulta sorprendente, pero ella apenas le dedica un poco de atención ya que sus ojos han visto tragedias peores que las que cuenta el cuerpo de su acompañante.
Posiblemente una cicatriz más no resultaría extraña, pero dada su ubicación, siente que es mejor ocultarla, que es mejor que nadie sepa que una hechicera ayudó al ladrón pues si no los dos estarían condenados.
Con toque experto aplica la fría pomada sobre la marca rojiza, que poco a poco se difumina bajo sus fríos dedos.
-Siento la frialdad de mis manos. Pero bueno, ya sabes lo que se dice: manos frías corazón caliente- sonríe mientras termina de hacer desaparecer la marca y le mira- ¿Cómo te sientes? ¿Tienes alguna molestia en la herida?
Mientras le da la espalda reflexiona sobre lo que ha dicho. Sensual. Nunca ha pensado en si misma de esa manera. Sabe que es capaz de atraer a los hombres, lo ha demostrado en el pasado, pero nunca lo había atribuido a su persona sino más bien a la naturaleza de los hombres.
Otra risita se escapa de sus labios al sentir las manos de él en su cintura y alza una mano para apartar la cara de Rosa Negra mientras le pone otro vaso entre las traviesas manos. Está bastante sorprendida de que ni una sola maldición haya escapado de sus labios al probar el asqueroso brebaje aunque puede suponer que lo último que quiere en ese momento es acabar con su hombría.
Sin embargo ella no lo hubiera criticado, pues Isobel misma ha probado cada uno de los brebajes que administra a sus pacientes, tal ha sido su grado de compromiso y mala suerte a partes iguales, que la ha llevado a conocer las medicinas más eficaces de primera mano.
-Comportate- le dice como si se tratara de una madre tratando de inculcar algo de respeto a si hijo y luego añade con una sonrisa- o, si no, no habrá trato especial. Toma esto, te quitara el mal sabor- dice y saca otro tarro más pequeño de pomada anti cicatrices- Espero que sapas apreciar un buen wishky escocés.
Con una mano le quita la manta y la deja caer al suelo. Su torso, surcado de antiguas heridas, resulta sorprendente, pero ella apenas le dedica un poco de atención ya que sus ojos han visto tragedias peores que las que cuenta el cuerpo de su acompañante.
Posiblemente una cicatriz más no resultaría extraña, pero dada su ubicación, siente que es mejor ocultarla, que es mejor que nadie sepa que una hechicera ayudó al ladrón pues si no los dos estarían condenados.
Con toque experto aplica la fría pomada sobre la marca rojiza, que poco a poco se difumina bajo sus fríos dedos.
-Siento la frialdad de mis manos. Pero bueno, ya sabes lo que se dice: manos frías corazón caliente- sonríe mientras termina de hacer desaparecer la marca y le mira- ¿Cómo te sientes? ¿Tienes alguna molestia en la herida?
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
El aroma de la hermosa mujer embriaga al ladrón. Pareciese que la hechicería es envuelta por sus impulsos en vez de por su cuerpo herido; sus ojos se cierran al sentir de nuevo el cuerpo de la dama y sus manos traviesamente le continúan acariciando hasta escuchar como demanda que se quede quieto, esto, haciéndolo reír por igual.
Sus manos rápidamente se deslizan por el cuerpo de la musa hasta tomar el vaso que le otorga. Sus ojos se fijan en ella y observa como lentamente se aleja de él con un movimiento que no le hace más que provocarle el verle de pies a cabeza cual danza hipnótica que hace estragos en sus pensamientos que bueno, evidentemente ya le hicieron 5 diferentes cosas mientras los segundos pasan.
-Bueno, guapa… Aunque se apreciar un excelente alcohol cuando lo tengo en mis manos, debo decir que no soy muy amante de la bebida- Hipocresía, al menos es lo que parece puesto que ella lo encontró ahogado en alcohol y eso le hace inmediatamente cambiar sus diálogos -… Pero sería absurdo de mi parte si me hago el mustio, ¿no?- ríe un poco nuevamente.
-A tu salud… Por ser mi salvadora y por evidentemente, ser una invitación clara al pecado- una sonrisa ladina se posiciona en su iris y al cabo de esto, bebe de golpe el Whisky, uno por de más de exquisito que alivia bastante el sabor del brebaje que le ha salvado la vida –Que quede en el record que me estoy portando bien… Quiero, merezco y necesito ese trato especial-
Los pectorales del español quedan al descubierto e instantáneamente reaccionan al sentir las manos frías de la hechicera al masajearle de manera habilidosa con aquella pomada que en solo segundos va haciendo efecto pues distintos efectos de vapor salen al aire justo en el momento que el enrojecimiento y lo que pareciese ser una cicatriz van desapareciendo de su anatomía.
-No me duele absolutamente nada, me siento mejor que nunca y debo anexar que… ¿Corazón caliente? Es algo que me parece fascinante- y finiquitando sus palabras un suspiro se apodera del momento mientras que al tener tan cerca a la fémina, este ladrón no puede evitar perderse una vez más en su rostro.
Una descarga de emociones se desata por todo su altivo cuerpo, llevándole a tomarle desde sus caderas para aferrarla a él celosamente, quedando frente a frente y con cierta distancia corta que le hacen pronunciar –Ya estoy curado… gracias a ti, pero… ¿Qué es lo que sigue? ¿Deberé de herirme yo mismo el cuerpo para que vuelvas a cuidar de mí?-
Con delicadeza traslada un mechón rebelde de sus cabellos tras su oreja, develando su frente y asimismo respirando el mismo aliento que ella, quedando una vez más paralizado por el hermoso rostro de Isobel, quedando a simples ganas de seguir sus impulsos más sabe bien que no será algo bueno… ¿o quizás si?
Sus manos rápidamente se deslizan por el cuerpo de la musa hasta tomar el vaso que le otorga. Sus ojos se fijan en ella y observa como lentamente se aleja de él con un movimiento que no le hace más que provocarle el verle de pies a cabeza cual danza hipnótica que hace estragos en sus pensamientos que bueno, evidentemente ya le hicieron 5 diferentes cosas mientras los segundos pasan.
-Bueno, guapa… Aunque se apreciar un excelente alcohol cuando lo tengo en mis manos, debo decir que no soy muy amante de la bebida- Hipocresía, al menos es lo que parece puesto que ella lo encontró ahogado en alcohol y eso le hace inmediatamente cambiar sus diálogos -… Pero sería absurdo de mi parte si me hago el mustio, ¿no?- ríe un poco nuevamente.
-A tu salud… Por ser mi salvadora y por evidentemente, ser una invitación clara al pecado- una sonrisa ladina se posiciona en su iris y al cabo de esto, bebe de golpe el Whisky, uno por de más de exquisito que alivia bastante el sabor del brebaje que le ha salvado la vida –Que quede en el record que me estoy portando bien… Quiero, merezco y necesito ese trato especial-
Los pectorales del español quedan al descubierto e instantáneamente reaccionan al sentir las manos frías de la hechicera al masajearle de manera habilidosa con aquella pomada que en solo segundos va haciendo efecto pues distintos efectos de vapor salen al aire justo en el momento que el enrojecimiento y lo que pareciese ser una cicatriz van desapareciendo de su anatomía.
-No me duele absolutamente nada, me siento mejor que nunca y debo anexar que… ¿Corazón caliente? Es algo que me parece fascinante- y finiquitando sus palabras un suspiro se apodera del momento mientras que al tener tan cerca a la fémina, este ladrón no puede evitar perderse una vez más en su rostro.
Una descarga de emociones se desata por todo su altivo cuerpo, llevándole a tomarle desde sus caderas para aferrarla a él celosamente, quedando frente a frente y con cierta distancia corta que le hacen pronunciar –Ya estoy curado… gracias a ti, pero… ¿Qué es lo que sigue? ¿Deberé de herirme yo mismo el cuerpo para que vuelvas a cuidar de mí?-
Con delicadeza traslada un mechón rebelde de sus cabellos tras su oreja, develando su frente y asimismo respirando el mismo aliento que ella, quedando una vez más paralizado por el hermoso rostro de Isobel, quedando a simples ganas de seguir sus impulsos más sabe bien que no será algo bueno… ¿o quizás si?
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Se siente cada vez más perturbada por su cercanía y sus juegos. Trata de mantener la mente clara en su juego de ¿seducción? No tiene muy claro que sea diestra al jugar ese tipo de cartas, en las que apenas sabe el valor de un as pero sin embargo li intental.
Siente la piel hormiguear donde las manos de Rosa Negra se posan, una invitación, una oferta para pasar una buena noche. Y por primera vez en su historia se pregunta que habría de malo en disfrutar de la vida si lo que ella vive no es más que una pesadilla continua. Se pregunta si realmente es tal alta la traición a su recuerdo cuando él la traición primero. Se pregunta qué hay de malo en huir por una noche de su vida y fingir que nada importa.
Sonríe cuando el insinua volver a herirse por conseguir sus cuidados. Nunca nadie ha mostrado tanta ansia por estar en sus manos como ese hombre y, aunque sabe que es una mentira, al mismo tiempo se siente alagada. Pasa los brazos por su cuello cerrando la ya poca distancia que separa sus cuerpos y acerca sus labios al cuello de él.
-Eso- susurra contra su piel- sería… verdaderamente… problemático- dice entre beso y beso, recorriendo el camino de su barbilla a su oreja mientras se va poniendo de puntillas- Ya que no me queda suficiente poder como para dejarte… útil, esta noche.
Sus dientes se cierran sobre el lóbulo de su oreja, tal como han hecho los de él momentos antes, una clara imitación, una clara invitación. Desecha sus dudas, con la esperanza de que ambos comprendan los términos de esa relación. Él está roto, y ella también, así que no habrá más que alivio temporal y cálida amistad si es lo que desea.
-Además- añade riendo- lo del alcohol no era tanto por ti como era por mí. Odio el sabor de ese brebaje.
Entierra una mano en la cabellera del hombre y le atrae para besarlo, esta vez más profundamente. Más satisfactoriamente. El whisky se ha llevado el sabor amargo del remedio y solo ha dejado el sabor que le recuerda a Isobel sus tierras.
-Desde luego- dice separándose de los labios de él apenas unos milímetros para recuperar el aliento- el whisky sabe mejor en tus labios que en un vaso.
Siente la piel hormiguear donde las manos de Rosa Negra se posan, una invitación, una oferta para pasar una buena noche. Y por primera vez en su historia se pregunta que habría de malo en disfrutar de la vida si lo que ella vive no es más que una pesadilla continua. Se pregunta si realmente es tal alta la traición a su recuerdo cuando él la traición primero. Se pregunta qué hay de malo en huir por una noche de su vida y fingir que nada importa.
Sonríe cuando el insinua volver a herirse por conseguir sus cuidados. Nunca nadie ha mostrado tanta ansia por estar en sus manos como ese hombre y, aunque sabe que es una mentira, al mismo tiempo se siente alagada. Pasa los brazos por su cuello cerrando la ya poca distancia que separa sus cuerpos y acerca sus labios al cuello de él.
-Eso- susurra contra su piel- sería… verdaderamente… problemático- dice entre beso y beso, recorriendo el camino de su barbilla a su oreja mientras se va poniendo de puntillas- Ya que no me queda suficiente poder como para dejarte… útil, esta noche.
Sus dientes se cierran sobre el lóbulo de su oreja, tal como han hecho los de él momentos antes, una clara imitación, una clara invitación. Desecha sus dudas, con la esperanza de que ambos comprendan los términos de esa relación. Él está roto, y ella también, así que no habrá más que alivio temporal y cálida amistad si es lo que desea.
-Además- añade riendo- lo del alcohol no era tanto por ti como era por mí. Odio el sabor de ese brebaje.
Entierra una mano en la cabellera del hombre y le atrae para besarlo, esta vez más profundamente. Más satisfactoriamente. El whisky se ha llevado el sabor amargo del remedio y solo ha dejado el sabor que le recuerda a Isobel sus tierras.
-Desde luego- dice separándose de los labios de él apenas unos milímetros para recuperar el aliento- el whisky sabe mejor en tus labios que en un vaso.
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Un trillón de sensaciones se liberan por todo el cuerpo del ladrón, quien instantáneamente sonríe al sentir la cercanía de Isobel así como escuchar claramente sus palabras bajo aquella melodía de voz que le parece hipnotizar y hundir bajo un hechizo más poderoso que cualquier otro libro de antaño pudiese ocultar. Es algo fascinante lo que esta mujer hace en él.
Un par de besos no se hacen esperar, la piel del cabellos largos se eriza en totalidad al sentir como su barbilla es invadida seductivamente por los labios de la hechicera; su mente divaga y solo se enfoca en el disfrute de aquel momento que traslada la escena a algo un poco más fuerte, algo que pareciese ser anhelado por ambos jóvenes.
-Entonces, aprovechemos ahora que soy útil… Y por favor… Déjame lo más inutilizable que puedas, regálame una noche donde no pueda hacer otra cosa más que beber de tu adictivo aliento- susurra por igual al sentir el mordisco de la preciosa mujer, no cabe duda que es algo que le enloquece puesto que rápidamente su cuerpo se reviste de una excitación que comienza a manifestarse físicamente.
Sus manos se mantienen sobre las caderas de la musa puesto que sus manos que rodean el cuello del hidalgo hacen que esta pose sea perfecta para poder interactuar cómodamente, más cercanos, más deseosos del uno por el otro –El whisky ha valido la pena… Si eso significa que se pueden atraer tus labios a los míos, algo que no dudo que sería exquisi…-
Las palabras del joven se interrumpen por un profundo y apasionado beso, sus ojos se cierran y un fuerte suspiro sale de sus labios al sentir como la preciosa mujer mantiene un ritmo sediento y apasionado en aquel delicioso momento, mismo que hace que Rosa Negra le tome firmemente de sus piernas ahora.
Su ceja se alza, su boca saborea aun los restos de los labios de Isobel y una mirada penetrante se enfoca en la de ella al cabo de varios segundos –Y tus besos son mucho mejores de lo que imaginé… Mucho mejores que el brebaje y el whisky, debo decir…- una risa cínica se sitúa y con rapidez este le coge de sus muslos y la alza con facilidad.
-Mi belleza, creo que te advertí de algo que ni siquiera tú ni yo podemos controlar y bueno… Se ha desatado- promulga con calma para depositarle sobre la mesa, dejándose ir por e impulso de alzarle el vestido para asomar un poco más de su albina y suave piel; sus ojos se cierran y su rostro vuelve a recortar la distancia entre ambos, depositando un nuevo beso.
Pasión, deseo y lujuria se desborda de aquel momento donde el forajido traza algunos mordiscos en el labio inferior de la fémina, así como distintas caricias sobre sus piernas que intentan estimularle al momento de apretujarle un poco y apegar su cuerpo de manera celosa a el de él; distintos respiros agitados delatan el placer que siente el de antifaz así como un detalle singular en su entrepierna… Quizás sea una noche de pura y mera pasión, pero este caballero no es de acero y evidentemente le gusta lo que está sucediendo, tanto que su miembro viril no tarda en delatarle.
-Solo somos tú y yo… Sin corazón ni alma rota… Consolando uno al otro, teniéndonos uno al otro… Después de esta noche no sé qué pasará… Pero por ahora, quiero disfrutarla… Quiero disfrutarte- cita contra su boca para volver a besarle de manera apasionada, embriagándose de aquel sabor, de aquel aliento y dejando salir un taurino deseo por el cuerpo de su Dama de Negro
Un par de besos no se hacen esperar, la piel del cabellos largos se eriza en totalidad al sentir como su barbilla es invadida seductivamente por los labios de la hechicera; su mente divaga y solo se enfoca en el disfrute de aquel momento que traslada la escena a algo un poco más fuerte, algo que pareciese ser anhelado por ambos jóvenes.
-Entonces, aprovechemos ahora que soy útil… Y por favor… Déjame lo más inutilizable que puedas, regálame una noche donde no pueda hacer otra cosa más que beber de tu adictivo aliento- susurra por igual al sentir el mordisco de la preciosa mujer, no cabe duda que es algo que le enloquece puesto que rápidamente su cuerpo se reviste de una excitación que comienza a manifestarse físicamente.
Sus manos se mantienen sobre las caderas de la musa puesto que sus manos que rodean el cuello del hidalgo hacen que esta pose sea perfecta para poder interactuar cómodamente, más cercanos, más deseosos del uno por el otro –El whisky ha valido la pena… Si eso significa que se pueden atraer tus labios a los míos, algo que no dudo que sería exquisi…-
Las palabras del joven se interrumpen por un profundo y apasionado beso, sus ojos se cierran y un fuerte suspiro sale de sus labios al sentir como la preciosa mujer mantiene un ritmo sediento y apasionado en aquel delicioso momento, mismo que hace que Rosa Negra le tome firmemente de sus piernas ahora.
Su ceja se alza, su boca saborea aun los restos de los labios de Isobel y una mirada penetrante se enfoca en la de ella al cabo de varios segundos –Y tus besos son mucho mejores de lo que imaginé… Mucho mejores que el brebaje y el whisky, debo decir…- una risa cínica se sitúa y con rapidez este le coge de sus muslos y la alza con facilidad.
-Mi belleza, creo que te advertí de algo que ni siquiera tú ni yo podemos controlar y bueno… Se ha desatado- promulga con calma para depositarle sobre la mesa, dejándose ir por e impulso de alzarle el vestido para asomar un poco más de su albina y suave piel; sus ojos se cierran y su rostro vuelve a recortar la distancia entre ambos, depositando un nuevo beso.
Pasión, deseo y lujuria se desborda de aquel momento donde el forajido traza algunos mordiscos en el labio inferior de la fémina, así como distintas caricias sobre sus piernas que intentan estimularle al momento de apretujarle un poco y apegar su cuerpo de manera celosa a el de él; distintos respiros agitados delatan el placer que siente el de antifaz así como un detalle singular en su entrepierna… Quizás sea una noche de pura y mera pasión, pero este caballero no es de acero y evidentemente le gusta lo que está sucediendo, tanto que su miembro viril no tarda en delatarle.
-Solo somos tú y yo… Sin corazón ni alma rota… Consolando uno al otro, teniéndonos uno al otro… Después de esta noche no sé qué pasará… Pero por ahora, quiero disfrutarla… Quiero disfrutarte- cita contra su boca para volver a besarle de manera apasionada, embriagándose de aquel sabor, de aquel aliento y dejando salir un taurino deseo por el cuerpo de su Dama de Negro
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Ríe de nuevo con una carcajada baja y ronca. No era consciente de que en un momento como ese pudiera llegar a reír pero lo cierto es que tampoco ha tenido muchos momentos como esos. La mayoría de sus encuentros han sido motivados por otras razones que ahora su mente se niega a recordar y es posible que esta sea realmente la primera vez que se entrega a la situación sin esperar nada de ella.
-Te dejaré inutilizable durante bastante tiempo-dice con voz prometedora mientras se entrega a sus besos, a sus manos, a él.
Los siguientes momentos pertenecen solo a sus besos, los labios acariciando los ajenos, al sonido de sus respiraciones que llenan el ambiente de calor y expectativa, invitación y promesa.
Isobel hecha hacia atrás las cabeza cuando siente que Rosa Negra la alza para sentarla en la mesa. Hay algo extrañamente erótico en sentirse tan femenina en los brazos de ese hombre que es al mismo tiempo conocido y desconocido.
Su mente apenas atina a pensar que debe retirar las flores de la mesa antes de que alguna caiga al suelo y se marchite. Sus labios murmuran un vago hechizo que envía las plantas a los armarios liberándoles el espacio pero antes siquiera de terminarlo su mente no está en las plantas sino en las manos y los labios del hombre que está frente a ella.
Un calor comienza a recorrerla entera, lengüetazos de fuego lamen su piel deseosa de más mientras un nudo de nervios se tensa mientras el deseo hace mella en ella, urgiéndola a satisfacerlo a pesar de que ella desea disfrutar un poco más de sus caricias.
Una de sus manos se desliza por la espalda de él, no sabe si para aferrarse a él antes de caer en las garras de la lujuria o mantenerlo cerca mientras cae. Lo únco que sabe es que lo necesita ahora mismo más que el aire, más que el agua, más que su propia mágia.
-Pues, si ha despertado… y no podemos controlarlo… tendremos que saciarlo- dice con la respiración agitada.
Se aferra a su beso, a sus labios, como si fuera adicta al calor que éstos le proporcionan , mientras se desata con suavidad las tiras de raso que atan su vestido al frente pero sin llegar a apartar la tela que la cubre.
Sus palabras la devuelven por un momento a la realidad pero esta vez no se rompe la magia que los envuelve. Ya han llegado demasiado lejos como para volverse atrás. Su cuerpo grita en protesta ante la mera idea. A pesar de que hace mucho que no ha sentido nada así, no ha olvidado lo satisfactorio que puede resultar otro cuerpo junto al propio.
-Sin pasado… sin futuro… solo ahora… solo nosotros… y solo el calor de nuestra piel para caldear esta noche tan fría- contesta ella a sus palabras, mostrando su acuerdo implícito.
Sus manos resbalan por sus músculos hasta la cinturilla del pantalón, donde se entretienen, bailando incitadores, acariciando pecadores.
-Te dejaré inutilizable durante bastante tiempo-dice con voz prometedora mientras se entrega a sus besos, a sus manos, a él.
Los siguientes momentos pertenecen solo a sus besos, los labios acariciando los ajenos, al sonido de sus respiraciones que llenan el ambiente de calor y expectativa, invitación y promesa.
Isobel hecha hacia atrás las cabeza cuando siente que Rosa Negra la alza para sentarla en la mesa. Hay algo extrañamente erótico en sentirse tan femenina en los brazos de ese hombre que es al mismo tiempo conocido y desconocido.
Su mente apenas atina a pensar que debe retirar las flores de la mesa antes de que alguna caiga al suelo y se marchite. Sus labios murmuran un vago hechizo que envía las plantas a los armarios liberándoles el espacio pero antes siquiera de terminarlo su mente no está en las plantas sino en las manos y los labios del hombre que está frente a ella.
Un calor comienza a recorrerla entera, lengüetazos de fuego lamen su piel deseosa de más mientras un nudo de nervios se tensa mientras el deseo hace mella en ella, urgiéndola a satisfacerlo a pesar de que ella desea disfrutar un poco más de sus caricias.
Una de sus manos se desliza por la espalda de él, no sabe si para aferrarse a él antes de caer en las garras de la lujuria o mantenerlo cerca mientras cae. Lo únco que sabe es que lo necesita ahora mismo más que el aire, más que el agua, más que su propia mágia.
-Pues, si ha despertado… y no podemos controlarlo… tendremos que saciarlo- dice con la respiración agitada.
Se aferra a su beso, a sus labios, como si fuera adicta al calor que éstos le proporcionan , mientras se desata con suavidad las tiras de raso que atan su vestido al frente pero sin llegar a apartar la tela que la cubre.
Sus palabras la devuelven por un momento a la realidad pero esta vez no se rompe la magia que los envuelve. Ya han llegado demasiado lejos como para volverse atrás. Su cuerpo grita en protesta ante la mera idea. A pesar de que hace mucho que no ha sentido nada así, no ha olvidado lo satisfactorio que puede resultar otro cuerpo junto al propio.
-Sin pasado… sin futuro… solo ahora… solo nosotros… y solo el calor de nuestra piel para caldear esta noche tan fría- contesta ella a sus palabras, mostrando su acuerdo implícito.
Sus manos resbalan por sus músculos hasta la cinturilla del pantalón, donde se entretienen, bailando incitadores, acariciando pecadores.
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
El traslado de las emociones en estos dos jóvenes va con una rapidez tan pactada que es evidente como ambos empieza a respirar de manera agitada y casi al mismo compás; sus labios, desesperados los unos por los otros se mantienen firmes y amantes de ellos, pareciese que no hay mañana y que solo desean devorarse cual exquisito manjar de Dioses.
Las manos traviesas del español siguen acariciando con dedicación las torneadas piernas de la doncella, sintiendo el calor de su albina piel así como una desesperación que rápidamente da paso a una reacción un tanto impulsiva pues tira de su labio inferior con cierta dureza, no en busca de lastimar, sino en demostrar lo deseoso que está de ella.
Sus ojos observan como la mesa se limpia en totalidad y por ello varias plantas se acomodan como por arte de magia en distintos estantes que yacen en las paredes del recinto. Una risa cálida sale sin aviso y sencillamente susurra contra la boca de la fémina –La mesa totalmente libre para nosotros… Eso me gusta-
Y de manera instantánea su piel se eriza al sentir las demandantes caricias de Isobel sobre su espalda; sus ojos se vuelven a cerrar puesto que sigue aferrado a esos labios que le embriagan de placer y excitación, llevándolo a expandir todo su cuerpo bajo un mismo escalofrío que le hace titubear solo un poco, rompiendo por un instante el delicioso beso entre ambos…
-Tus labios son algo que no deseo dejar de probar… Tu piel es ese calor que me hace desearte y tu mirada enloquece a este hidalgo…- Su rostro se acerca a la oreja de la musa, mordiendo levemente su lóbulo para susurrarle con su voz ronca –Y no deseo otra cosa más que… Hacerte mía- y así, es Él quien termina su trabajo al despojarla de su vestido, dejándolo caer y descubriendo el cuerpo desnudo de su ferviente acompañante.
Las manos de la doncella hacen que sus pantalones caigan, dejándole sin prenda alguna en totalidad, salvo su miembro viril que yace totalmente erecto y alargado, rozando de forma disimulada la entrepierna de la cabellos negros –Entrégate… Sé mía… Y esta noche seré tuyo… Será nuestra propia noche de pasión…- Vuelve a susurrarle con una tonalidad incitadora en exceso.
De esta manera, las manos grandes del ladrón ahora se trasladan a la cintura de la señorita, subiendo por su espalda y aferrándola a él hasta sentir como nuevamente sus senos se topan contra sus pectorales, sintiendo el calor de toda su fisionomía que le induce a acariciarle por completo todo su exquisito cuerpo; sus labios sucumben ahora ante el cuello ajeno hasta tejer un camino que coquetea con su escote bajo varios besos lentos y profundos que buscan estimularle de gran forma.
Es su olor, su calor y su compañía en pocas palabras… Lo que hacen de este caballero desearla con tanto fervor. Su forma de ser tan femenina que transmite, su cuerpo de mujer, su entrega, todo esto hacen estragos en el hijo de España, quien tiene por pensamiento y meta regalarle una noche inolvidable a aquel Ángel que si bien le salvó la vida, ahora mismo se ha convertido en el más puro ejemplo de deseo…
Las manos traviesas del español siguen acariciando con dedicación las torneadas piernas de la doncella, sintiendo el calor de su albina piel así como una desesperación que rápidamente da paso a una reacción un tanto impulsiva pues tira de su labio inferior con cierta dureza, no en busca de lastimar, sino en demostrar lo deseoso que está de ella.
Sus ojos observan como la mesa se limpia en totalidad y por ello varias plantas se acomodan como por arte de magia en distintos estantes que yacen en las paredes del recinto. Una risa cálida sale sin aviso y sencillamente susurra contra la boca de la fémina –La mesa totalmente libre para nosotros… Eso me gusta-
Y de manera instantánea su piel se eriza al sentir las demandantes caricias de Isobel sobre su espalda; sus ojos se vuelven a cerrar puesto que sigue aferrado a esos labios que le embriagan de placer y excitación, llevándolo a expandir todo su cuerpo bajo un mismo escalofrío que le hace titubear solo un poco, rompiendo por un instante el delicioso beso entre ambos…
-Tus labios son algo que no deseo dejar de probar… Tu piel es ese calor que me hace desearte y tu mirada enloquece a este hidalgo…- Su rostro se acerca a la oreja de la musa, mordiendo levemente su lóbulo para susurrarle con su voz ronca –Y no deseo otra cosa más que… Hacerte mía- y así, es Él quien termina su trabajo al despojarla de su vestido, dejándolo caer y descubriendo el cuerpo desnudo de su ferviente acompañante.
Las manos de la doncella hacen que sus pantalones caigan, dejándole sin prenda alguna en totalidad, salvo su miembro viril que yace totalmente erecto y alargado, rozando de forma disimulada la entrepierna de la cabellos negros –Entrégate… Sé mía… Y esta noche seré tuyo… Será nuestra propia noche de pasión…- Vuelve a susurrarle con una tonalidad incitadora en exceso.
De esta manera, las manos grandes del ladrón ahora se trasladan a la cintura de la señorita, subiendo por su espalda y aferrándola a él hasta sentir como nuevamente sus senos se topan contra sus pectorales, sintiendo el calor de toda su fisionomía que le induce a acariciarle por completo todo su exquisito cuerpo; sus labios sucumben ahora ante el cuello ajeno hasta tejer un camino que coquetea con su escote bajo varios besos lentos y profundos que buscan estimularle de gran forma.
Es su olor, su calor y su compañía en pocas palabras… Lo que hacen de este caballero desearla con tanto fervor. Su forma de ser tan femenina que transmite, su cuerpo de mujer, su entrega, todo esto hacen estragos en el hijo de España, quien tiene por pensamiento y meta regalarle una noche inolvidable a aquel Ángel que si bien le salvó la vida, ahora mismo se ha convertido en el más puro ejemplo de deseo…
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
El calor de la excitación la recorre por entera y, aunque quiere responder a sus palabras, de sus labios solo sale un jadeo ansioso de más. Desea sentir más, desea tener más de ese misterioso hombre que, por alguna razón, ha llegado más lejos que ninguno hasta la fecha.
A medida que los labios de él bajan por su cuerpo ella se va flexionando para atrás en un alarde de flexibilidad, ofreciendo más piel a sus devoradores beso mientras mantiene las manos entrelazadas tras su cuello. Una necesidad nueva la invade, como si sus besos fueran lo que la mantiene en ese momento, tan cerca y a la vez tan lejos de esa locura que su cuerpo ansía.
Su espalda toca la madera, que poco a poco se va calentando, y ella tira de él de nuevo para poder besarle. Esta vez no hay dulzura en el beso, no hay una suave invitación ni mera insinuación de lo que puede ocurrir.
Es un beso que busca más que todo lo que antes ha pedido, que exige que esa noche sus labios no recuerden a otra que no sea ella. Esa es su manera de decirle que ya no hay vuelta atrás, que será suya hasta que el sol salga por el horizonte, obligándolos a volver a la realidad.
Guiada por la intuición y su poca pero útil experiencia con las relaciones, alza las piernas y las envuelve entorno a la cadera desnuda de él, atrayéndolo así donde más lo necesita. Sus manos se deslizan cada vez más abajo por su la espalda de Rosa Negra , dejando la marca de pequeños arañazos por el camino de los que ella no se da cuenta hasta que ya están hechos.
-Lo siento- jadea separando un poco los labios de los de él- ya te curaré cuando…
Incapaz de continuar hablando vuelve a besarle y con las manos le incita a continuar.
A medida que los labios de él bajan por su cuerpo ella se va flexionando para atrás en un alarde de flexibilidad, ofreciendo más piel a sus devoradores beso mientras mantiene las manos entrelazadas tras su cuello. Una necesidad nueva la invade, como si sus besos fueran lo que la mantiene en ese momento, tan cerca y a la vez tan lejos de esa locura que su cuerpo ansía.
Su espalda toca la madera, que poco a poco se va calentando, y ella tira de él de nuevo para poder besarle. Esta vez no hay dulzura en el beso, no hay una suave invitación ni mera insinuación de lo que puede ocurrir.
Es un beso que busca más que todo lo que antes ha pedido, que exige que esa noche sus labios no recuerden a otra que no sea ella. Esa es su manera de decirle que ya no hay vuelta atrás, que será suya hasta que el sol salga por el horizonte, obligándolos a volver a la realidad.
Guiada por la intuición y su poca pero útil experiencia con las relaciones, alza las piernas y las envuelve entorno a la cadera desnuda de él, atrayéndolo así donde más lo necesita. Sus manos se deslizan cada vez más abajo por su la espalda de Rosa Negra , dejando la marca de pequeños arañazos por el camino de los que ella no se da cuenta hasta que ya están hechos.
-Lo siento- jadea separando un poco los labios de los de él- ya te curaré cuando…
Incapaz de continuar hablando vuelve a besarle y con las manos le incita a continuar.
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Calor de media noche que se desenvuelve fascinante por todo el lugar; un ambiente erótico y lleno de placer que circula de forma omnipotente por el marco escénico que se recubre bajo la danza sexual de dos amantes entregándose el uno al otro; son dejos de respiros deseosos por saciar la sed, la pasión, la lujuria. Es el brote de emociones que traslada todo junto a una escena que desborda sensualidad ante los ojos de la luna que entra como luz platinada por la ventana del recinto.
Lentamente la anatomía del joven español se va recostando sobre la hermosa dama. Es su calor el que envuelve a este hidalgo pues pausadamente van quedando ceñidos contra la mesa que sirve como cómplice nocturno, rindiendo todo el exquisito momento bajo los besos y caricias que se llevan como dedicatoria todas las ganas de ambos por alcanzar ese momento cumbre donde solo existan ellos y nadie más.
Las manos del enmascarado se deslizan como caricias por la esbelta cintura de la dama así como por sus muslos, pasando por sus piernas y subiendo hacia sus costados, todo esto en una mezcla de ferviente dedicación que va abriendo paso a un agarre por parte de la preciosa fémina. Las caderas del varón que son presas de las extremidades de Isobel ayudan a que este poco a poco vaya abarcando con lentitud la cavidad vaginal de Ella, rindiendo todo bajo un suspiro profundo de placer.
-Te cuidaré… Estás a salvo en mis brazos…- formula el extranjero quien al sentir los arañazos por toda su espalda modifica su rostro a uno lleno de placer. Su labio inferior es mordido y un ligero gemido ahogado de placer con su tonalidad ronca se escapa en el acto; suavemente va proyectando un placer incalculable pues sus músculos se tensan y su piel se eriza al sentir el contacto cálido y húmedo que funde ambos cuerpos en uno solo, dando lugar a muy lentas pero profundas embestidas que hacen resonar el viejo mueble.
-No… Te… Preocupes- es lo único que dice al escucharle, ahogando todo en un nuevo beso lleno de deseo sexual que moviliza gradualmente la velocidad de sus caderas que surcan cual vaivén el cuerpo de su exquisita amante, a la cual sujeta con recelo desde su cintura bajo la inminente prueba de que placer y disfrute son palabras cortas para todo lo que el hijo de España siente por su anatomía.
-Ah… Isobel… Tú… Esto… Es una delicia-
Lentamente la anatomía del joven español se va recostando sobre la hermosa dama. Es su calor el que envuelve a este hidalgo pues pausadamente van quedando ceñidos contra la mesa que sirve como cómplice nocturno, rindiendo todo el exquisito momento bajo los besos y caricias que se llevan como dedicatoria todas las ganas de ambos por alcanzar ese momento cumbre donde solo existan ellos y nadie más.
Las manos del enmascarado se deslizan como caricias por la esbelta cintura de la dama así como por sus muslos, pasando por sus piernas y subiendo hacia sus costados, todo esto en una mezcla de ferviente dedicación que va abriendo paso a un agarre por parte de la preciosa fémina. Las caderas del varón que son presas de las extremidades de Isobel ayudan a que este poco a poco vaya abarcando con lentitud la cavidad vaginal de Ella, rindiendo todo bajo un suspiro profundo de placer.
-Te cuidaré… Estás a salvo en mis brazos…- formula el extranjero quien al sentir los arañazos por toda su espalda modifica su rostro a uno lleno de placer. Su labio inferior es mordido y un ligero gemido ahogado de placer con su tonalidad ronca se escapa en el acto; suavemente va proyectando un placer incalculable pues sus músculos se tensan y su piel se eriza al sentir el contacto cálido y húmedo que funde ambos cuerpos en uno solo, dando lugar a muy lentas pero profundas embestidas que hacen resonar el viejo mueble.
-No… Te… Preocupes- es lo único que dice al escucharle, ahogando todo en un nuevo beso lleno de deseo sexual que moviliza gradualmente la velocidad de sus caderas que surcan cual vaivén el cuerpo de su exquisita amante, a la cual sujeta con recelo desde su cintura bajo la inminente prueba de que placer y disfrute son palabras cortas para todo lo que el hijo de España siente por su anatomía.
-Ah… Isobel… Tú… Esto… Es una delicia-
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Cierra los ojos cuando le siente invadir su cuerpo y un suspiro sale de sus labios. Su cuerpo ha extrañado ese contacto tanto tiempo que es como si volviera experimentarlo por primera vez. Pero esta vez no existe ese dolor inicial, solo un sorprendente e inigualable placer que la recorre en oleadas.
Acompasa sus movimientos a los de él, una danza instintiva de dos cuerpos maltratados buscando un la paz que no han sido capaces de encontrar de otra manera. Ya no hay cansancio en el cuerpo de ella ni dolor en el cuerpo de él.
Sus palabras la hacen reír, provocando nuevos espasmos en el lugar donde se unen y que tienen como resultado un nuevo escalofrío de placer que la atraviesa de parte a parte. Enlaza sus brazos alrededor del cuello de Rosa Negra y gira la cabeza para susurrar.
-Pues… si esto… te parece...delicioso- dice entre jadeos y hace una larga pausa para tomar un poco de aire- lo que viene… te va a… encantar…
Sus palabras acaban con un gemido que ahoga contra los labios de él. Es una adicta a esa boca que la trata con tanta gentileza, a esos brazos que la sostienen mientras la lujuria carga el aire de la estancia.
Siente el placer aumentar, cada vez más intenso, cada vez más cercano, como si se tratara de una meta a la que su cuerpo quiere llegar a toda costa. Un pequeño grito sale de sus labios mientras se mueve contra él buscando ese objetivo parejo de gozo y satisfacción.
-Dios... Si el cielo existe... Debe ser muy parecido a esto- dice con la voz entrecortada
Acompasa sus movimientos a los de él, una danza instintiva de dos cuerpos maltratados buscando un la paz que no han sido capaces de encontrar de otra manera. Ya no hay cansancio en el cuerpo de ella ni dolor en el cuerpo de él.
Sus palabras la hacen reír, provocando nuevos espasmos en el lugar donde se unen y que tienen como resultado un nuevo escalofrío de placer que la atraviesa de parte a parte. Enlaza sus brazos alrededor del cuello de Rosa Negra y gira la cabeza para susurrar.
-Pues… si esto… te parece...delicioso- dice entre jadeos y hace una larga pausa para tomar un poco de aire- lo que viene… te va a… encantar…
Sus palabras acaban con un gemido que ahoga contra los labios de él. Es una adicta a esa boca que la trata con tanta gentileza, a esos brazos que la sostienen mientras la lujuria carga el aire de la estancia.
Siente el placer aumentar, cada vez más intenso, cada vez más cercano, como si se tratara de una meta a la que su cuerpo quiere llegar a toda costa. Un pequeño grito sale de sus labios mientras se mueve contra él buscando ese objetivo parejo de gozo y satisfacción.
-Dios... Si el cielo existe... Debe ser muy parecido a esto- dice con la voz entrecortada
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Dentro del lugar se puede respirar paz y sentirse el calor de dos cuerpos que son uno solo bajo el instintivo deseo del uno por el otro; los sonidos que se expanden cual brote de deseos son gemidos y respiraciones de estos jóvenes locos que chocan entre alientos, entre apasionados besos que pareciesen tener la sed de diez mil hombres en el desierto más ardiente de la Tierra.
Los ojos del español se cierran al escuchar las sensuales palabras de su amante, obligándolo a bajar sus manos como caricias por todo su cuerpo hasta estacionarse sobre el trasero de la musa, apretándolo con dedicación por mero impulso que le hacen apoyarse contra ella y así, profundizar cada una de las exquisitas embestidas.
-Me… Me fascina- confiesa antes de volver a tomar sus labios con recelo. Su pecho siente el calor de ella y como ambos cuerpos yacen entregándose sin ninguna clase de atadura -El cielo, el infierno, el mundo puede rodar... Solo quiero esta noche a tu lado, esto es más... De lo que pudimos imaginar-
Así, los besos del enmascarado se van desviando lentamente por la barbilla de Isobel, bajando por su cuello con lentitud, dejando ligeros mordiscos y continuando esto por su hombro hasta dirigirse a su escote.
El respiro es agitado, la necesidad por Ella es aún mayor, por eso su rostro se introduce entre los senos de la fémina para irlos acariciando con la punta de su lengua hasta bajar con una pequeña succión a sus rosados pezones, tratando de estimularle de una manera más efectiva y así lograr desatarle y enloquecerle por completo.
Los ojos del español se cierran al escuchar las sensuales palabras de su amante, obligándolo a bajar sus manos como caricias por todo su cuerpo hasta estacionarse sobre el trasero de la musa, apretándolo con dedicación por mero impulso que le hacen apoyarse contra ella y así, profundizar cada una de las exquisitas embestidas.
-Me… Me fascina- confiesa antes de volver a tomar sus labios con recelo. Su pecho siente el calor de ella y como ambos cuerpos yacen entregándose sin ninguna clase de atadura -El cielo, el infierno, el mundo puede rodar... Solo quiero esta noche a tu lado, esto es más... De lo que pudimos imaginar-
Así, los besos del enmascarado se van desviando lentamente por la barbilla de Isobel, bajando por su cuello con lentitud, dejando ligeros mordiscos y continuando esto por su hombro hasta dirigirse a su escote.
El respiro es agitado, la necesidad por Ella es aún mayor, por eso su rostro se introduce entre los senos de la fémina para irlos acariciando con la punta de su lengua hasta bajar con una pequeña succión a sus rosados pezones, tratando de estimularle de una manera más efectiva y así lograr desatarle y enloquecerle por completo.
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Un suspiro excitado escapa de sus labios y le deja hacer, entregándose por completo a lo que siente. Esas manos acariciadoras, esa lengua traviesa que busca provocarla. Y con éxito. Sus manos se mueven inconscientes y sus dedos se enredan en el pelo de Rosa Negra.
Sus palabras le llegan a los oídos amortiguadas, como a través de una espesa niebla. Sin embargo es capaz de captar el concepto general pero no atina a dar con una respuesta ingeniosa como le gustaría. Pareciera que su mente se hubiera tomado unas vacaciones y ahora mismo está en el paraíso.
-Si…- atina a decir pero no sabe si es un murmullo instintivo a lo que está haciendo él con su cuerpo o a lo que ha dicho.
De repente siente como su magia se va reestableciendo, poco a poco, mientras siente el éxtasis más puro llegar. Retira las manos de la cabeza de Rosa Negra un momento antes de replanteárselo.
Sabe que cuando alcance ese momento, la música salvaje que resuena en su corazón se liberará. Y que si mantiene el contacto con él, también lo notará. Otros la han oído antes y se han asustado ante ello. Pero sabe que él no. Además, sabe un pequeño truco que puede hacerlo alcanzar el cielo junto a ella. Solo si se deja llevar.
Toma su cabeza entre las manos y atrae de nuevo su boca a la propia y solo un susurro sale antes de que sus labios se fundan.
-No te asustes- la voz es tierna- vayamos al cielo juntos...
Cuando finalmente lo besa, al tiempo que la última embestida de él, su cuerpo se tensa y se desata esa magia que ella no es capaz de controlar. Esa magia que les arrastra juntos al éxtasis más puro.
Sus palabras le llegan a los oídos amortiguadas, como a través de una espesa niebla. Sin embargo es capaz de captar el concepto general pero no atina a dar con una respuesta ingeniosa como le gustaría. Pareciera que su mente se hubiera tomado unas vacaciones y ahora mismo está en el paraíso.
-Si…- atina a decir pero no sabe si es un murmullo instintivo a lo que está haciendo él con su cuerpo o a lo que ha dicho.
De repente siente como su magia se va reestableciendo, poco a poco, mientras siente el éxtasis más puro llegar. Retira las manos de la cabeza de Rosa Negra un momento antes de replanteárselo.
Sabe que cuando alcance ese momento, la música salvaje que resuena en su corazón se liberará. Y que si mantiene el contacto con él, también lo notará. Otros la han oído antes y se han asustado ante ello. Pero sabe que él no. Además, sabe un pequeño truco que puede hacerlo alcanzar el cielo junto a ella. Solo si se deja llevar.
Toma su cabeza entre las manos y atrae de nuevo su boca a la propia y solo un susurro sale antes de que sus labios se fundan.
-No te asustes- la voz es tierna- vayamos al cielo juntos...
Cuando finalmente lo besa, al tiempo que la última embestida de él, su cuerpo se tensa y se desata esa magia que ella no es capaz de controlar. Esa magia que les arrastra juntos al éxtasis más puro.
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Las manos grandes que acarician el cuerpo de la mujer no hacen otra cosa más que dedicarse a envolverla bajo un masaje erótico en busca del placer ajeno. Su rostro entretenido en los senos de la hermosa dama se ve envuelto por las manos pequeñas de la hechicera, llevándolo a maniobrar su rostro hábilmente abarcando todo su cuerpo.
Paulatinamente las sensaciones de éxtasis se expanden por todo el cuerpo del de herencia española, sus ojos se clavan en los ajenos, mientras continua besándole al compás de las embestidas que profundizan cada vez más el delicioso acto sexual cuyas repercusiones recaen principalmente en el movimiento algo brusco de la mesa.
Rechinante el mueble, pone en evidencia la velocidad que ambos gozan tener. El placer del hidalgo no se hace menos al sentir la calidez y humedad desde la feminidad de su ferviente amante; sus labios se mantienen celosos a besar los ajenos mientras va notando como ella se estremece entre sus brazos.
Con el paso de los segundos, la hermosa doncella formula un diálogo que da lugar a una repentina sensación de calambre por toda la fisionomía varonil. Sus ojos se cierran y su boca muerde el labio inferior de la fémina al momento que una onda de sensaciones se aglomeran por todo su trabajado abdomen llevándolo a quedarse sin respiración.
Al cabo de tan solo unos instantes, el cuerpo de Rosa Negra se funde bajo un orgasmo indescriptible. Sus manos aprietan con fuerza los muslos de Isobel y de su boca un fuerte gemido de placer bajo un suspiro hondo sale sin control alguno. Desde su vientre una fuerte descarga eléctrica logra llevarlo al pináculo del momento pues siente como a total presión desde su miembro viril logra correrse dentro de ella, llevándole a paralizarse por el placer.
-Ah…. Ah… Isobel…- dice con una respiración agitada, saboreando y dejándose llevar por una sensación exquisita, algo divino que le hace querer revolcarse del placer. Sus ojos se abren por instantes tratando de observarle a ella, siendo ansioso por ver si aquella venida es en compañía de la creadora no solo de su disfrute sexual, sino también de su locura.
Paulatinamente las sensaciones de éxtasis se expanden por todo el cuerpo del de herencia española, sus ojos se clavan en los ajenos, mientras continua besándole al compás de las embestidas que profundizan cada vez más el delicioso acto sexual cuyas repercusiones recaen principalmente en el movimiento algo brusco de la mesa.
Rechinante el mueble, pone en evidencia la velocidad que ambos gozan tener. El placer del hidalgo no se hace menos al sentir la calidez y humedad desde la feminidad de su ferviente amante; sus labios se mantienen celosos a besar los ajenos mientras va notando como ella se estremece entre sus brazos.
Con el paso de los segundos, la hermosa doncella formula un diálogo que da lugar a una repentina sensación de calambre por toda la fisionomía varonil. Sus ojos se cierran y su boca muerde el labio inferior de la fémina al momento que una onda de sensaciones se aglomeran por todo su trabajado abdomen llevándolo a quedarse sin respiración.
Al cabo de tan solo unos instantes, el cuerpo de Rosa Negra se funde bajo un orgasmo indescriptible. Sus manos aprietan con fuerza los muslos de Isobel y de su boca un fuerte gemido de placer bajo un suspiro hondo sale sin control alguno. Desde su vientre una fuerte descarga eléctrica logra llevarlo al pináculo del momento pues siente como a total presión desde su miembro viril logra correrse dentro de ella, llevándole a paralizarse por el placer.
-Ah…. Ah… Isobel…- dice con una respiración agitada, saboreando y dejándose llevar por una sensación exquisita, algo divino que le hace querer revolcarse del placer. Sus ojos se abren por instantes tratando de observarle a ella, siendo ansioso por ver si aquella venida es en compañía de la creadora no solo de su disfrute sexual, sino también de su locura.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Por un momento le falta la respiración y el corazón parece pararse por un momento, aunque ella sabe que en ese momento late más fuerte y rápido que nunca. Un jadeo escapa de sus labios extasiados y cierra los ojos para solo sentir.
El orgasmo la recorre entera, como si se tratara de una explosión. Y puede sentir que no solo la barre a ella por el camino. Una sonrisa satisfecha se dibuja en sus labios, la sonrisa de una mujer saciada que no había sentido tal pasión desde hace mucho tiempo.
Sus manos caen sin fuerza sobre la mesa y en ese momento se da cuenta de donde están, como si antes no hubiera sido consciente de ello. Su mano perezosa acaricia la chirriante mientras deja que por un momento más la soporte. Sabe que no permitirá que eso acabe así por esa noche, pero necesita un momento para que su cuerpo, aun invadido por pequeños escalofríos producto del orgasmo, recupere las fuerzas.
-Eso- dice cuando la respiración ya se le ha normalizado- ha sido impresionante. Pero- le alza la cabeza un poco para poder mirarlo a los ojos- ni se te ocurra pensar que he acabado contigo.
Le da un ligero beso antes de apartarse un poco de él para bajar de la mesa. Se estira un poco al notar cierta rigidez en brazos y piernas y se vuelve hacia el con una sonrisa. No hay pudor en sus ojos, ni vergüenza por algo que sabe que no tendría que estar haciendo. En ese momento un brillo pícaro y juguetón le ilumina la mirada como si se tratara de una niña con juguete nuevo. Y Rosa Negra es ese juguete.
Dejando as ropas donde han caído se dirige a la puerta y allí le tiende la mano.
-Vamos a la habitación de invitados. La cama allí es más cómoda... y mucho mejor para lo que tengo planeado para ti- dice dedicándole un guiño.
El orgasmo la recorre entera, como si se tratara de una explosión. Y puede sentir que no solo la barre a ella por el camino. Una sonrisa satisfecha se dibuja en sus labios, la sonrisa de una mujer saciada que no había sentido tal pasión desde hace mucho tiempo.
Sus manos caen sin fuerza sobre la mesa y en ese momento se da cuenta de donde están, como si antes no hubiera sido consciente de ello. Su mano perezosa acaricia la chirriante mientras deja que por un momento más la soporte. Sabe que no permitirá que eso acabe así por esa noche, pero necesita un momento para que su cuerpo, aun invadido por pequeños escalofríos producto del orgasmo, recupere las fuerzas.
-Eso- dice cuando la respiración ya se le ha normalizado- ha sido impresionante. Pero- le alza la cabeza un poco para poder mirarlo a los ojos- ni se te ocurra pensar que he acabado contigo.
Le da un ligero beso antes de apartarse un poco de él para bajar de la mesa. Se estira un poco al notar cierta rigidez en brazos y piernas y se vuelve hacia el con una sonrisa. No hay pudor en sus ojos, ni vergüenza por algo que sabe que no tendría que estar haciendo. En ese momento un brillo pícaro y juguetón le ilumina la mirada como si se tratara de una niña con juguete nuevo. Y Rosa Negra es ese juguete.
Dejando as ropas donde han caído se dirige a la puerta y allí le tiende la mano.
-Vamos a la habitación de invitados. La cama allí es más cómoda... y mucho mejor para lo que tengo planeado para ti- dice dedicándole un guiño.
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Un suspiro totalmente inmenso sale desde el cuerpo de Rosa Negra, quien sencillamente va normalizando su respiración conforme los segundos pasan. Una sonrisa de satisfacción se dibuja en su iris y junto con esto distintos besos depositados en los senos, el cuello, hombro y labios de la hermosa mujer no se hacen esperar.
Su piel un tanto cubierta de sudor siente como aún sigue erizada puesto que la respiración y la mirada sensual de Isobel hacen estragos en todo el español como desde el comienzo, algo que le da cierto poder a la hechicera sobre él y no necesariamente usando magia.
Con lentitud, el rostro del cabellos largos es tomado por la preciosa mujer, quien le dedica unas líneas por demás de traviesas, algo que le encanta a este enmascarado –Por favor, no esperaba lo contrario… Esto… Recién comienza- soltando una risa ante el cinismo de sus palabras, algo que pareciese ella ya conocer bien de Él.
La dama se coloca de pie, esto hace que el de herencia española también gire su cuerpo y la admire; fascinado ante la belleza, ante un cuerpo exquisito que pareciese invitar al pecado, a la tentación y al placer… Pero a la vez, es la figura de una obra de arte hecha por las manos de esos que llaman ángeles y que de existir, fueron los creadores de este ejemplo de fémina.
De pies a cabeza pasa sus ojos marrones, esas piernas torneadas… Una cintura esbelta, sus senos que caen por la gravedad de forma agraciada, todo es exquisito en la imagen que tiene el ladrón ante Él y por supuesto, no oculta esa mirada llena de lujuria que consigue unas palabras –Como dije… Te sigo al infinito, al infierno, a donde sea… Pero te sigo-
Su mano se entrelaza con la ajena, colocándose de pie de igual manera totalmente desnudo. Sus pasos son al compás de los de ella y la emoción recubre nuevamente toda su fisionomía. El nervio, la excitación, la electricidad… Todo se expande a una velocidad única por todo el varón, quien no puede dejar de admirar el cuerpo de su preciosa amante.
Su piel un tanto cubierta de sudor siente como aún sigue erizada puesto que la respiración y la mirada sensual de Isobel hacen estragos en todo el español como desde el comienzo, algo que le da cierto poder a la hechicera sobre él y no necesariamente usando magia.
Con lentitud, el rostro del cabellos largos es tomado por la preciosa mujer, quien le dedica unas líneas por demás de traviesas, algo que le encanta a este enmascarado –Por favor, no esperaba lo contrario… Esto… Recién comienza- soltando una risa ante el cinismo de sus palabras, algo que pareciese ella ya conocer bien de Él.
La dama se coloca de pie, esto hace que el de herencia española también gire su cuerpo y la admire; fascinado ante la belleza, ante un cuerpo exquisito que pareciese invitar al pecado, a la tentación y al placer… Pero a la vez, es la figura de una obra de arte hecha por las manos de esos que llaman ángeles y que de existir, fueron los creadores de este ejemplo de fémina.
De pies a cabeza pasa sus ojos marrones, esas piernas torneadas… Una cintura esbelta, sus senos que caen por la gravedad de forma agraciada, todo es exquisito en la imagen que tiene el ladrón ante Él y por supuesto, no oculta esa mirada llena de lujuria que consigue unas palabras –Como dije… Te sigo al infinito, al infierno, a donde sea… Pero te sigo-
Su mano se entrelaza con la ajena, colocándose de pie de igual manera totalmente desnudo. Sus pasos son al compás de los de ella y la emoción recubre nuevamente toda su fisionomía. El nervio, la excitación, la electricidad… Todo se expande a una velocidad única por todo el varón, quien no puede dejar de admirar el cuerpo de su preciosa amante.
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Se muerde el labio inferior mientras lo guía a oscuras por la casa y no puede evitar girarse hacia él y besarle. Una fiebre la consume mientras se eleva para encontrar los labios de él con los propios y piensa divertida que tal vez no les dé tiempo a llegar a la cama.
-Eres adictivo- murmura contra sus labios.
Permanece unos segundos así, sintiendo como su cuerpo se pega al de él, el erotismo y la excitación haciendo estragos en ambos mientras sus alientos se mezclan. No recordaba que el acto carnal podía ser tan intoxicante.
Desliza la mano por su pecho y esta vez, una mezcla de excitación y atrevimiento, la empujan a llevar la mano hasta la entrepierna de él al tiempo que sella su boca con un beso cargado de una sensualidad que desconocía que tenía.
Al tiempo que acaricia la lengua de Rosa Negra con la propia, su mano dedica caricias atentas a esa parte de él que tanto placer le ha proporcionado y espera que le proporcione.
Aunque nunca ha hecho algo tan atrevido como eso con ningún hombre, su mano no duda, ya que ha visto ese mismo comportamiento en mujeres de cuestionable moral más veces de las que una niña debería.
Tira de su labio ligeramente y lo mira a los ojos, esperando ver su reacción.
-Me temo que la cama tendrá que esperar- dice.
A pesar de que el tiempo parece haberse detenido desde que se desato la locura en sus cuerpos, siente que la noche aun es joven. Seguro tendran la oportunidad de llegar a la cama. Aunque puede que con algunas paradas más.
Su mano, atrevida e inexperta, se entretiene en caricias que buscan excitar, complacer y exprimir cada parte de él que puedan. Si bien antes han sido las manos de él las que le han proporcionado un inmenso placer, ahora es su turno de hacerlo enloquecer.
-Eres adictivo- murmura contra sus labios.
Permanece unos segundos así, sintiendo como su cuerpo se pega al de él, el erotismo y la excitación haciendo estragos en ambos mientras sus alientos se mezclan. No recordaba que el acto carnal podía ser tan intoxicante.
Desliza la mano por su pecho y esta vez, una mezcla de excitación y atrevimiento, la empujan a llevar la mano hasta la entrepierna de él al tiempo que sella su boca con un beso cargado de una sensualidad que desconocía que tenía.
Al tiempo que acaricia la lengua de Rosa Negra con la propia, su mano dedica caricias atentas a esa parte de él que tanto placer le ha proporcionado y espera que le proporcione.
Aunque nunca ha hecho algo tan atrevido como eso con ningún hombre, su mano no duda, ya que ha visto ese mismo comportamiento en mujeres de cuestionable moral más veces de las que una niña debería.
Tira de su labio ligeramente y lo mira a los ojos, esperando ver su reacción.
-Me temo que la cama tendrá que esperar- dice.
A pesar de que el tiempo parece haberse detenido desde que se desato la locura en sus cuerpos, siente que la noche aun es joven. Seguro tendran la oportunidad de llegar a la cama. Aunque puede que con algunas paradas más.
Su mano, atrevida e inexperta, se entretiene en caricias que buscan excitar, complacer y exprimir cada parte de él que puedan. Si bien antes han sido las manos de él las que le han proporcionado un inmenso placer, ahora es su turno de hacerlo enloquecer.
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Lleno de una emoción el enmascarado va caminando obediente a los pasos de la hermosa dama; su cuerpo se tensa muy ligeramente al notarse envuelto por las sombras al lado de ella en un pasillo frío que solamente pareciese aguardar el momento oportuno para transformarse en el rincón de estos jóvenes amantes.
Unas palabras sugestivas de Isobel se acompañan de un exquisito beso de su boca, algo que evidentemente el ladrón responde con el mismo fervor y dedicación pues redirige sus manos a las caderas de ella para sujetarle celosamente y así sentir como ambos cuerpos vuelven a llenarse de calor uno con el otro.
Varios suspiros de placer se escapan de los labios del cabellos largos, quien se ve contra la pared al sentir una descarga excitante por su abdomen hasta su miembro viril, el cual es tomado con demanda por la hechicera provocándole una instantánea erección que van alargando y dando grosor a su pene, creciendo al ser envuelto por los dedos de su ferviente amante.
Un tirón de su labio inferior le hace abrir los ojos y se clavan en los de ella, denotando una clara mueca de placer que le hacen sonreír ladino y contestar… -La cama puede esperar… Yo necesito hacerte mía ahora mismo… ah…- y un gemido placentero interrumpe sus palabras, las cuales ahora son olvidadas debido a que vuelve a posesionarse sobre la adictiva boca de su Dama de Negro.
Al cabo de los segundos, Rosa Negra decide depositar una traviesa nalgada en Isobel y así, da paso a unas ligeras caricias con su mano diestra que lo llevan a posicionarse justo en la entrepierna de ella, sintiendo su calidez y la humedad que sobre sale desde su feminidad; así, su dedo índice traviesamente va acariciando la zona erógena de la musa, empezando a introducirse lentamente en busca de masturbarle por igual.
Con la mano zurda, desliza la yema de sus dedos por su mejilla, después baja por su cuello seguido de su pecho hasta quedarse sobre uno de sus senos, tomándolo con recelo y empezando a masajearlo ovaladamente tratando de estimularle por igual bajo una candente y sensual métrica que dibujan en el marco escénico aquel delicioso momento.
Unas palabras sugestivas de Isobel se acompañan de un exquisito beso de su boca, algo que evidentemente el ladrón responde con el mismo fervor y dedicación pues redirige sus manos a las caderas de ella para sujetarle celosamente y así sentir como ambos cuerpos vuelven a llenarse de calor uno con el otro.
Varios suspiros de placer se escapan de los labios del cabellos largos, quien se ve contra la pared al sentir una descarga excitante por su abdomen hasta su miembro viril, el cual es tomado con demanda por la hechicera provocándole una instantánea erección que van alargando y dando grosor a su pene, creciendo al ser envuelto por los dedos de su ferviente amante.
Un tirón de su labio inferior le hace abrir los ojos y se clavan en los de ella, denotando una clara mueca de placer que le hacen sonreír ladino y contestar… -La cama puede esperar… Yo necesito hacerte mía ahora mismo… ah…- y un gemido placentero interrumpe sus palabras, las cuales ahora son olvidadas debido a que vuelve a posesionarse sobre la adictiva boca de su Dama de Negro.
Al cabo de los segundos, Rosa Negra decide depositar una traviesa nalgada en Isobel y así, da paso a unas ligeras caricias con su mano diestra que lo llevan a posicionarse justo en la entrepierna de ella, sintiendo su calidez y la humedad que sobre sale desde su feminidad; así, su dedo índice traviesamente va acariciando la zona erógena de la musa, empezando a introducirse lentamente en busca de masturbarle por igual.
Con la mano zurda, desliza la yema de sus dedos por su mejilla, después baja por su cuello seguido de su pecho hasta quedarse sobre uno de sus senos, tomándolo con recelo y empezando a masajearlo ovaladamente tratando de estimularle por igual bajo una candente y sensual métrica que dibujan en el marco escénico aquel delicioso momento.
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Sonríe al ver su placer y las dudas desaparecen para solo dejar determinación. Bajo sus dedos siente como su miembro reacciona a las inexpertas caricias, como si la animara a continuar, lo cual hará gustosa.
Un pequeño escalofrío la asalta cuando las manos de él comienzan a recorrer su cuerpo tal como están haciendo las propias. Sin embargo es un sobresalto placentero que rápidamente le arranca un ronroneo, como si se tratase de una gata.
Sin darse cuenta pequeños gemidos comienzan a escapar de sus labios y lo que está haciendo el con su cuerpo comienza a distraerla. Con la mano que no está estimulando a Rosa Negra, toma la que él tiene un su pecho, ya que es incapaz de rechazar las caricias de él en su sexo, y la empuja contra la pared, donde enlaza sus dedos con los propios.
-Si sigues haciendo eso- dice con un jadeo- terminarás por distraerme. Y me gustaría poder llegar a terminar lo que tengo entre las manos- una pequeña risa acaba la frase por ella.
A pesar de sus palabras, provocadoras, no aleja la otra mano sino que su cuerpo, que instintivamente reacciona a la masturbación de él y empieza a buscar lo que antes le ha dado sobre la mesa. Sabe que sus manos tienen una magia muy distinta a la de la bruja pero que sobre ella es como si fuera de otro mundo.
Sin darse cuenta realmente, su cuerpo busca el ajeno, como si no pudieran estar lo suficientemente cerca, como si no pudiera tener suficiente de ese calor que la derrite por dentro.
Un pequeño escalofrío la asalta cuando las manos de él comienzan a recorrer su cuerpo tal como están haciendo las propias. Sin embargo es un sobresalto placentero que rápidamente le arranca un ronroneo, como si se tratase de una gata.
Sin darse cuenta pequeños gemidos comienzan a escapar de sus labios y lo que está haciendo el con su cuerpo comienza a distraerla. Con la mano que no está estimulando a Rosa Negra, toma la que él tiene un su pecho, ya que es incapaz de rechazar las caricias de él en su sexo, y la empuja contra la pared, donde enlaza sus dedos con los propios.
-Si sigues haciendo eso- dice con un jadeo- terminarás por distraerme. Y me gustaría poder llegar a terminar lo que tengo entre las manos- una pequeña risa acaba la frase por ella.
A pesar de sus palabras, provocadoras, no aleja la otra mano sino que su cuerpo, que instintivamente reacciona a la masturbación de él y empieza a buscar lo que antes le ha dado sobre la mesa. Sabe que sus manos tienen una magia muy distinta a la de la bruja pero que sobre ella es como si fuera de otro mundo.
Sin darse cuenta realmente, su cuerpo busca el ajeno, como si no pudieran estar lo suficientemente cerca, como si no pudiera tener suficiente de ese calor que la derrite por dentro.
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
El cuerpo del ladrón se reviste por completo al sentir y escuchar el ronroneo de la señorita. Es algo que puede considerarse su punto débil pues como buen músico, sus oídos son muy sensibles y desarrollados así que al escucharle soltar ese sonido singular así como sus distintitos gemidos, no puede hacer otra cosa más que reaccionar totalmente excitado.
Su mano es presa por los dedos de Isobel, llevándolo a recargarse contra la pared bajo una sonrisa que cínicamente da lugar a un diálogo –No, querida… Si yo no busco distraerte, al contrario… Yo quiero complacerte- y así, su boca se dedica a besarla con necesidad, tirando de su labio inferior al cabo de embriagarse por el calor de la musa.
Rápidamente gira sobre su propio eje, dejándola a ella contra la pared mientras va mordiendo su cuello, sus hombros y parte de sus senos, regresando por instinto a sus carnosos labios. Por otra parte, las manos del hijo de España se deslizan cual caricia por toda la esbelta cintura de la Dama de Negro, tratando de recorrerla cual tacto sublime y estimularle de la mejor forma posible.
-Esta es la parte donde… Bueno… Ambos sentimos cosquillas en nuestros cuerpos- el impregno de inocencia es algo totalmente degenerado puesto que los dedos del ladrón se posan en el trasero de su amante, dando un fuerte apretón y así logra alzarla hasta quedar a la misma altura, ayudándose por el lugar para lentamente sentir como le va penetrando exquisitamente, obligándole a soltar algunos respiros jadeantes que ponen en evidencia el éxtasis que le invade.
El matiz de la escena es totalmente apasionado y los ojos de Rosa Negra se clavan en los ajenos al ir sintiendo como todo el cuerpo de la doncella va arriba y abajo, dando más velocidad y profundidad en cada estocada que le hace liberar gemidos que se dedican en el oído de su hechicera, quien al instante va empapando las piernas del varón con sus fluidos corporales que exquisitamente se corren por los cuerpos.
-Ah… Parece que la pared… Es nuestra cómplice- dice entrecortado mientras logra visualizar y deleitar su pupila con sus tentadores senos que rebotan debido al movimiento de ambos cuerpos que yacen en plano sexual, envolviendo todo bajo un instinto apasionado que se va liberando conforme los segundos pasan.
Su mano es presa por los dedos de Isobel, llevándolo a recargarse contra la pared bajo una sonrisa que cínicamente da lugar a un diálogo –No, querida… Si yo no busco distraerte, al contrario… Yo quiero complacerte- y así, su boca se dedica a besarla con necesidad, tirando de su labio inferior al cabo de embriagarse por el calor de la musa.
Rápidamente gira sobre su propio eje, dejándola a ella contra la pared mientras va mordiendo su cuello, sus hombros y parte de sus senos, regresando por instinto a sus carnosos labios. Por otra parte, las manos del hijo de España se deslizan cual caricia por toda la esbelta cintura de la Dama de Negro, tratando de recorrerla cual tacto sublime y estimularle de la mejor forma posible.
-Esta es la parte donde… Bueno… Ambos sentimos cosquillas en nuestros cuerpos- el impregno de inocencia es algo totalmente degenerado puesto que los dedos del ladrón se posan en el trasero de su amante, dando un fuerte apretón y así logra alzarla hasta quedar a la misma altura, ayudándose por el lugar para lentamente sentir como le va penetrando exquisitamente, obligándole a soltar algunos respiros jadeantes que ponen en evidencia el éxtasis que le invade.
El matiz de la escena es totalmente apasionado y los ojos de Rosa Negra se clavan en los ajenos al ir sintiendo como todo el cuerpo de la doncella va arriba y abajo, dando más velocidad y profundidad en cada estocada que le hace liberar gemidos que se dedican en el oído de su hechicera, quien al instante va empapando las piernas del varón con sus fluidos corporales que exquisitamente se corren por los cuerpos.
-Ah… Parece que la pared… Es nuestra cómplice- dice entrecortado mientras logra visualizar y deleitar su pupila con sus tentadores senos que rebotan debido al movimiento de ambos cuerpos que yacen en plano sexual, envolviendo todo bajo un instinto apasionado que se va liberando conforme los segundos pasan.
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Re: ||Maldito corazón, me alegra que ahora sufras||Privado +18||
Sus palabras la complacen y la excitan a partes iguales. Sabe que no todos los hombres buscan complacer a su pareja y por eso se alegra de que este hombre que tieen entre sus brazos si que piense en el placer de ambos y no solo en el propio.
Se retuerce bajo sus caricias, sus labios encontrando los de él mientras su piel, húmeda por el sudor, parece arder donde él la toca. La pasión vuelve a estallar de manera destructora, despertando de nuevo un ansia nueva, una que creía saciada al menos por un tiempo quero que regresa con mayor intensidad que antes.
Un jadeo escapa de sus labios cuando Rosa Negra la sitúa contra la pared y la alza. Instintivamente alza las piernas y las envuelve en ese lugar donde parecen encajar tan perfectamente, mientras sus brazos envuelven en cuello de él.
Y a pesar de que esto es nuevo para ella, rápidamente encuentra la manera de ir a su encuentro cuando lo siente invadirla tan placenteramente. Un grito de éxtasis resuena en el pasillo mientras le siente moviéndose dentro de ella. Con la pared detrás y el hombre delante siente que en ese momento no desearía estar en ningún otro lugar, que no desea otra cosa que sentirle así hasta que la noche se haga día, hasta que ambos sientan que no pueden dar un paso más.
-Cómplice o no- jadea- lo que es seguro… es que no… volveré… a verla… de la misma manera.
Sus brazos tiran de él más cerca para besarlo en los labios y de ahí ir bajando por su cuello y hombro, alternando besos y mordiscos que han perdido la dulzura para solo mostrar el ansia que la recorre.
Sus ojos se encuentran con los de él, oscurecidos por la pasión, deseosos de más. Su mano va a la máscara que cubre el rostro de su acompañante pero, en lugar de buscar quitarla solo acaricia la tela, dejando que la sombra que ha optado ser él siga siéndolo. Si bien no conoce su rostro, sí que conoce su cuerpo, y en ese omento es lo único que le interesa de él.
Se retuerce bajo sus caricias, sus labios encontrando los de él mientras su piel, húmeda por el sudor, parece arder donde él la toca. La pasión vuelve a estallar de manera destructora, despertando de nuevo un ansia nueva, una que creía saciada al menos por un tiempo quero que regresa con mayor intensidad que antes.
Un jadeo escapa de sus labios cuando Rosa Negra la sitúa contra la pared y la alza. Instintivamente alza las piernas y las envuelve en ese lugar donde parecen encajar tan perfectamente, mientras sus brazos envuelven en cuello de él.
Y a pesar de que esto es nuevo para ella, rápidamente encuentra la manera de ir a su encuentro cuando lo siente invadirla tan placenteramente. Un grito de éxtasis resuena en el pasillo mientras le siente moviéndose dentro de ella. Con la pared detrás y el hombre delante siente que en ese momento no desearía estar en ningún otro lugar, que no desea otra cosa que sentirle así hasta que la noche se haga día, hasta que ambos sientan que no pueden dar un paso más.
-Cómplice o no- jadea- lo que es seguro… es que no… volveré… a verla… de la misma manera.
Sus brazos tiran de él más cerca para besarlo en los labios y de ahí ir bajando por su cuello y hombro, alternando besos y mordiscos que han perdido la dulzura para solo mostrar el ansia que la recorre.
Sus ojos se encuentran con los de él, oscurecidos por la pasión, deseosos de más. Su mano va a la máscara que cubre el rostro de su acompañante pero, en lugar de buscar quitarla solo acaricia la tela, dejando que la sombra que ha optado ser él siga siéndolo. Si bien no conoce su rostro, sí que conoce su cuerpo, y en ese omento es lo único que le interesa de él.
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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