Al borde de la locura [Volk Temen]

La noche estaba al llegar en la ciudad, los últimos rayos de sol despuntaban en el horizonte jugando a esconderse en su pelo como no queriendose marchar de allí. Melinda caminaba con cierta lentitud mirando los pocos puestos que quedaban abiertos. Su cesta no pesaba, un poco de fruta y algo de tela era lo único que había comprado ese día y fue por puro capricho por no irse con las manos vacías a casa. La poca gente que quedaba intentaba encontrar alguna oferta y regatear a los vendedores que algunos sabiendo de su necesidad caían en el engaño de los consumidores y vendían sus productos a muy bajo coste. Ella no podría hacer eso, tampoco es que derrochase el dinero pero no le gustaba timar a nadie. Sus pensamientos viajaban lejos del mercado, por muy raro que pareciese hoy las dos Melindas se estaban llevando bien, simplemente se estaban soportando una a otra y convivían sin muchas riñas. Era un día excepcional por ello.

Detrás de unos puestos vio a uno niños que estaban compartiendo restos de comida que se le habían caído a los transeúntes. La pena se apoderó de ella, y le recordó el momento en el que ella misma con corta edad se vio en esa situación a mendigar un mendrugo de pan entre la soberbia población. Las clases sociales estaban mal repartidas, los ricos eran engreídos que disfrutaban de la mediocridad de los demás, la clase media solo pensaba en ascender a cualquier precio y la clase baja, esa era la que pagaba todos los platos rotos de los demás. Pocos casos se daban de gente pobre que había hecho dinero o ascendido socialmente. De su necesidad se aprovechaban mucho y era algo que le resultaba repulsivo. Se acerco a los chiquillos y les ofreció la fruta que había comprado. Los niños la miraron con desconfianza para después coger la fruta y desaparecer corriendo entre los puestos, quizás por vergüenza o por miedo. La cara de Melinda se iluminó con satisfacción sabiendo que ella había perdido unas pocas monedas pero aquellos chavales hoy tendrían un poco menos de hambre.

Volvió al camino del mercado sin percatarse que unos mocosos de clase alta estaban allí mirandola y señalandola, ella se paró en otro puesto a mirar unas pulseras de artesanía gitana. Tan distraída estaba mirando las raras insignias que componían las joyas que el grito de los muchachos le pillo por sorpresa.- ¡E! ¡Pastelera!-se volvió por instinto y justo en ese momento el impacto de dos huevos cayeron sobre su vestido verde de muselina manchandolo considerablemente. -Los mendigos que se ganen el pan-gritaron los niños antes de salir corriendo despavoridos. El rubor subió a sus mejillas porque ahora mismo la poca gente que allí estaba la miraba y cuchicheaban. Intento quitarse algo de huevo del vestido con tanta inutilidad que la cesta se cayó y con ella la tela que tenía manchandose esta con la gravilla de la calle. Las risas comenzaron a aflorar de las gargantas de la gente y Melinda, ella no sabía si explotar, llorar o correr.

La zona mercante de Paris era muy bien conocida por Volk. O al menos lo había sido cuando fue humano. Sonreía de vez en cuanto mientras caminaba. Quizás era esa una de sus zonas favoritas del país y es que muchos recuerdos de su infancia y adolescencia le llegaban a la cabeza cada vez que pasaba por un local conocido. Varios mercaderes habían cambiado y lograba ver muy pocas caras conocidas. Aunque claro, nadie reconocía entonces a Volk. El licántropo era muy distinto a pesar de que seguía aparentando veinte años. Así es, mucho había cambiado, no solo su cabello que ahora era más largo. Su vestimenta habitual (botas de militar, chaqueta y pantalones de cuero negro y camiseta del mismo color) era también muy distinta a la del aquel hijo de un granjero. Su musculatura, complexión y estatura también habían crecido y quien lo mirase a la cara, si llegase a reconocerlo comprendería de inmediato todos los infiernos que había vivido desde que su casa fue quemada aquella trágica noche.

– ¿Volk, eres tu? – Logró escuchar la voz de un viejo carnicero al que solía vender lo que cazaba durante el día. El hombre lobo suspiró sin creerse que alguien lo había reconocido después de todo y se dio la media vuelta para ver a la persona que le habló. –¡Madre mía!  ¡Si eres tu! – Dijo el viejo Frank una vez que Volk noto los varios kilos que había ganado los últimos veinte años que no se veían, además de varias canas que antes no estaban. – Apenas me lo creo cuanto has crecido y se ve que ya no eres el miso enclenque de antes. Se que es tarde, pero mis pésames por tus padres. Una verdadera lástima, pero me alegra saber que al menos tu estas bien – Dijo el hombre en un tono menos alegre y más comprensivo. Volk recordó las muchas veces que el hombre solo había comprado lo que el le vendía solo por ayudar a su familia, por lo que solo se limitó a sonreír levemente.

– Más vale tarde que nunca, dicen algunos. Gracias viejo Frank. – Dijo Volk con tono casi nostálgico. Hace mucho tiempo que habían dejado de hablarle así estando en la calle y más a esas horas. – Supongo que ya has dejado de atender, me pasaré dentro de unos días tal vez, ya sabes negocios. Por los viejos tiempos –  Volvió a hablar tratando de sonar algo más alegre, pero tuvo que dejar de hablar tras haber sentido el olor de una bruja cerca.

El viejo carnicero siguió hablando mientras Volk pudo observar como la bruja (a quién no solo reconocía por el olor sino que también por la percepción del aura) le entregaba una manzana a unos niños que tenían toda la pinta de ser de la calle. Normalmente habría pensado que la manzana habría estado envenenada o que alguna treta le quería poner a los mocosos, pero a simple vista no pudo notar rastro de maldad en ella. La siguió vigilando, parándose frente a otro mostrador como quien buscaba gastar su dinero.

– Eso no ha sido justo... – Dijo el mercenario al ver el vestido de la bruja manchado por los huevos. Sacó entonces un saco de dinero de su bolsillo y se lo entregó al viejo Frank. – Hablaremos luego de negocios, un gusto verte. Compra algo para tu familia de mi parte – Dijo, despidiéndose con el puño levantado a la altura de su hombro mientras que con su otra mano sacaba un pañuelo de su bolsillo y caminaba hacía la victima de aquellos que no tenían idea lo difícil que era ganarse la vida y reprochaban a quien entregaba una mano solidaria a quien necesitaba.

Se paro frente a ella y sonrió levemente ofreciéndole el pañuelo y le recogía la cesta con su otra mano, agachándose levemente. – Quien ayuda a los más necesitados no merece aquel trato. Tomalo, no quitará todo pero espero que de algo ayude – Dijo tratando de sonar amable. Aquello no era normal en Volk, pero tenía su sentido de la justicia lo tenía muy desarrollado y tampoco soportaba verla. – La vida puede ser dura para cualquiera, algún día esos mocosos lo comprenderán también, no dejes que te desanimen – Volvió a hablar de la misma forma. No toleraba a los hijos de los ricos, sabía lo cruel que podían ser con los pobres. Muchas veces le toco ser victima de burlas cuando intentaba ayudar a su familia siendo a penas un joven como cualquier otro.

Se quedo ahí esperando a que la muchacha aceptará el pañuelo y tomará de vuelta su canasta. No quería mencionar saber que era una bruja ni que él era un hombre lobo. Sabía bien que muchas preferían vivir como humanos, además tampoco era su intención asustarla. Tampoco puso atención a lo que mencionaba la gente, estaba acostumbrado a que la gente hablará

"Esto es injusto, ves como se ríen de ti, ves como te señalan solo por una buena acción. Y tu podrías zanjarlo, podrías darles una lección a esos mocosos, vamos Melinda, somos brujas tienes magia, úsala." La voz de sus adentros la estaba calentando, ya era difícil mantenerla a raya estas últimas semanas como para intentarlo ahora cuando era el centro de todas las estúpidas miradas. Le vino a la mente un conjuro, algo cruel que solía realizar en su jardín cuando era pequeña."Vamos hazlo, dales una lección. Mirales, se ríen de ti, de la insulsa e inútil Melinda, de esa mujer que te has querido vender, tu no eres así no eres así.¡Tú no eres está!" La voz empezaba a gritar, empezaba a imponerse al raciocinio de las cosas. Intentaba callarla, intentaba serenarla, convencerla de que no podía usar su magia. Ella ya no era bruja y a decir verdad solo durante un breve instante lo fue. Apretó sus puño intentando con ese gesto controlar un poco ciertos impulsos insanos.

Quizás no fuese para tanto, quizás la gente no la mirase tanto pero en su cabeza solo podía oír las carcajadas del gentío. Y entre todo ese ruido la voz de un hombre se hizo patente. Su salvación. Se centro en esa voz, en ese rayo de esperanza que podía despertarla de aquel suplicio interior que estaba viviendo."Te ha ofrecido algo,¿qué es? Levanta la cabeza Melinda, miralo, no dejes que ella te rija ahora, no sucumbas, no es el lugar. Levanta la cabeza y presta atención a esa voz." A duras penas consiguió levantar el rostro y mirar la mano de aquella persona que le ofrecía un pañuelo para empequeñecer el defecto que ahora tenía su vestido.

-¿Crees acaso que eso puede ayudarme?-su voz sonó dura, chocante y fría."No, Melinda,no, serenate,no le hables así. por el amor de Dios ¡arreglalo!"Obedeció sin rechistar como si no fuese más que una sirvienta bajo las ordenes de ella.-Aun así gracias por recoger mi cesta- su voz parecía mas normal ahora. Alzo sus ojos y los clavo en ese ser que sin saberlo le estaba haciendo un gran beneficio y tal vez incluso salvarla la vida. Su aura le era familiar, como la del chico de la plaza, y como la mujer del callejón. Al recordar a la bruta mujer loba que casi acaba con su vida se puso de nuevo en tensión, sus ojos brillaron fugazmente. Si el también quería comerla había elegido un mal momento, por que Melinda podría explotar en cuestión de segundos.

Volk pudo notar algo muy similar en la bruja a la que intentaba de ayudar. No era solo el hecho de haber sido victima de una injusticia o de que todas las personas la mirasen. Frunció el ceño al notarlo. Era un conflicto interno, lo reconocía en la inconformidad de su mirada más que por el rubor de sus mejillas. Nadie más apto para detectar esto que un licántropo. Así es, Volk también tenía conflictos internos, aunque lo suyo no eran trastornos de personalidad o posesión. Era una parte de él...

¨Así que me recuerdas solo cuando vez brujas locas o personas trastornadas... ¿Por qué no te la comes en frente de todos? Tendrás los motivos suficientes para abandonar Francia de una vez. ¿No odias tanto este país como para asesinar a...¨ Escuchó decir Volk a la bestia, llevaba veinte años escuchándola, pero sabía bien cuando debía hacerlo. ¨¡Silencio!¨ Espetó Volk con fuerza en su cabeza y sus pensamientos volvieron a la normalidad. Trató de calmar la tensión que se formaba en su cuerpo cada vez que hablaba con la bestia. No era fácil, no podía controlarla, pero al menos podía hacer que se callará y que le obedeciera en ocasiones, así como evitar transformarse cada vez que esta creía estar en peligro.

Su ceño fruncido solo se borró una vez que la bruja le dio las gracias por lo de la canasta, si escuchó lo que dijo antes. Empero si se ponía a discutir con ella corría peligro de matarla en frente a todos y desde un principio no fue su intención hacerle daño. Suspiró y tras dejar la canasta a un costado de ella, le tomo una muñeca con su mano suavemente mientras que con la otra ponía el pañuelo en la mano agarrada, soltándola antes de que pudiera rechazarlo. –Probablemente no, pero creo que te ayudará más que a mi – Dijo para luego sacar una daga de su bolsillo y se puso a mirar a los alrededores.

Logró notar como los mismos mocosos miraban la escena que Volk había comenzado con la pastelera. Sonrió al verlos bajo una tienda cuyo toldo estaba colgado por apenas dos hilos. Con su mano izquierda después de sonreír a Melinda como quien estaba apunto de cometer una locura, tiro la daga con fuerza y precisión. La daga logró cortar los dos hilos, haciendo que el toldo de la tienda cayera sobre todos los que se encontraban bajo ella. Notó entonces como los mocosos se cayeron. – ¡Hora de correr! – Dijo y partió corriendo hasta el callejón más cercano antes de que alguien pudiera verlos.

– ¿Que tal eso? Seguro que esos mocosos se llevaron un gran susto. Como siempre digo solo necesito un disparo. – Dijo satisfecho tras haber comprobado que su puntería con la daga era casi tan certera como con la ballesta y el arco.

No hizo nada con el pañuelo en la mano, no le dio tiempo, el licantropo se había tomado la justicia por su mano y el lío estaba organizado. Con una puntería exacta que en otro momento hubiera asombrado a Melinda juzgo y sentencio a los niños artífices de su accidente. Aquello le pilló por sorpresa, pero la sorpresa fue mayor cuando el hombre la tomó de la mano y salió corriendo hasta el callejón mas próximo. Al notar el tacto con el varón noto que era fuerte, aunque ella hubiese puesto resistencia la hubiera llevado arrastras sin el menor reparo. Con el aliento entrecortado miro a su justiciero particular y bufó.

-Eso no era del todo necesario, podrías habernos metido en un lío y si a a vos le gustan los líos por diversión mejor busqueselos solo.-intento hacerse la ofendida aunque realmente se sentía halagada por una persona que sin conocerla le había defendido. Miro hacia otro lado y entre dientes masculó:-Gracias-"Buena chica Melinda". Volvió a mirar de nuevo hacia él y lo inspeccionó dando unas vueltas a su alrededor para luego situarse a su altura al lado de el.-¿Cómo puedes tener una puntería tan buena?-centró su mirada al frente sin mirarle, no quería dejarle ver mas detalles de lo que pasaba por su mente.

Por la cabeza se le pasó la idea de que si ella fuese la mitad de acertada con un arma que él podría defenderse mejor en una ciudad donde cual cuentos de hadas las bestias se escondían entre las personas de a pie y al caer la noche salían dispuestas a adueñarse de las vidas de los demás. Y en ese pensamiento se dio cuenta de que estaba en un callejón, con una bestia al lado, como su encuentro con la loba que la quería devorar y por un momento temió que aquel burdo espectáculo del mercado no era más que una treta para tenerla alejada de la multitud y a su merced. Por instinto se separo de él.

La bruja le regaño entonces por lo que había hecho, pero no la escuchó del todo o al menos eso aparentaba mientras inspeccionaba por la entrada del callejón que nadie les hubiese seguido hasta ahí. Sonrió con alivio al comprobar que solo estaba la bruja y él en el callejón y entonces escuchó la forma en que era agradecido. Gracias a cierta persona sabía que las mujeres no eran del todo honestas con sus sentimientos y que algunas veces les era difícil expresarlos, pero supuso que el agradecimiento de ella era lo que realmente sentía.

Se sintió cuan objeto nuevo de museo al ser inspeccionado por ella, pero no le dio mucha importancia, realmente parecía estar con una niña. – Comencé a practicar con el arco a temprana edad aunque ahora prefiero la ballesta y las dagas no las uso mucho como armas de largo alcance – Respondió como si nada, pero su mirada se volvió más severa al ver los instintos de Melinda.

¨Sabe lo que eres, matala ahora, solo traerá problemas, ¡es una bruja!¨ Dijo la bestia, pero Volk optó por ignorar la voz que escuchaba en su cabeza. No, Volk a diferencia de la bestia solo mataba por dinero y no quería matar a alguien que había recién ayudado. Aquello tampoco era justo.

–Entonces ya sabes lo que soy... También se lo que eres, quería pasarlo por alto pero supongo que es inevitable – Dijo sonando resignado pero en vez de atacarla como muchos se habrían imaginado sonrió levemente. –Haces bien en temerme, aunque cuando la bestia no me controle no pretendo hacerte daño. – Habló de nuevo para mantener distancia de ella, sabía que lo peor era acercarse más. – Puedes creerme o no. Entenderé si no lo haces pero quiero que sepas, no tengo nada en contra de las brujas. Menos en tu contra, pude ver que eres buena persona aunque te cueste demostrarlo – Terminó de decir para alejarse unos pasos y apoyar su espalda contra la pared mientras esperaba la resolución de la bruja.

Miró al hombre y escucho cada una de sus palabras como si fuese una niña que estaba en clase e intentase captar todo lo que le estaban enseñando. La verdad es que era la primera persona que le hablaba con claridad y franqueza desde que conocía ese mundo oculto que habitaba en París y le agradaba. Se relajo momentáneamente y comenzó a caminar dibujando círculos masticando las palabras que escucho de él.

-¿Las brujas y los lobos están destinados a llevarse mal? ¿Son acaso enemigos naturales?-pregunto sin mirarle mientras seguía caminando. Melinda no era una persona que por naturaleza se cortase o se callase los pensamientos, si lo hacia cuando la "insulsa" como la llamaba la gobernaba pero estaba algo lejos hoy y la actitud de la bestia favoreció ese acontecimiento. Le miro de nuevo, su aspecto varonil le daba un aire de hombre inquebrantable, el pelo negro como la noche y de una largura fuera de lo común en los tiempos que corrían y los ojos negros profundos, de mirada inquieta y penetrante. Podía parecer el ser mas rudo del mundo pero cierta tranquilidad emanaba de su cuerpo.

-Se puede pasar lo que quieras por alto,si va a juzgarme por bruja en vez de por como soy estaría en un error y obviamente no pasaría por alto la condición que tengo, pero pásela por alto y puede que la agrade mas mi interior.-le dedico una leve sonrisa, algo que le costaba simplemente porque no tenía motivos en su vida para hacerlo a diario.-Y en cuanto a lo que yo no demuestro,puede que sea bastante....-pensó el calificativo que mejor la describiese en ese momento-distante de la gente en general- caminó hacia la pared y también se recostó en ella en un acto poco femenino y girando la cabeza hacia el y dedicándole una mirada dicharachera terminó su discurso: -No te tengo miedo,al menos no a la parte humana.

Personas con transtornos de personalidad ya se habían topado antes con Volk, pero era la primera vez que le tocaba ver una que se metía tan bien en ambos papeles. Era casi como cuando el hombre-lobo era controlado por su bestia, aunque al menos ella parecía estar conciente de lo que hacía.El cambio lo notó demasiado drástico. No era la misma niña tímida y avergonzada con la que estaba hablando sino que con una inquieta confiada de si misma y hasta se  podía decir que hagallas tenía. Lo último era lo que más le gustaba ver en una mujer.

– No creo que seamos enemigos naturales, nuestro encuentro habría sido muy diferente de ser así – Dijo con la misma certeza de sus disparos. Volk sabía bien de enemigos naturales puesto que enemigos vampiros tenía muchos. El tema con las brujas era distinto, siempre a la defensiva después de la caza de brujas impuesta por la iglesia. –Admitir tus miedos  es también un arma poderosa pues te dice cuales son tus debilidades – Vuelve a decir aunque como si fuera algo que Volk se sabía de memoria. – Cuando conozco a alguien juzgo a la persona por sus acciones y lo que veo de ella. Ya vi que eres bruja y que eres buena persona. No te juzgare como bruja ni como humana, sino por como eres. – Volvió a decir para sacar otra daga de su bolsillo y suspirar. –Y descuida, lo que le hice a esos mocosos, se lo haré a cualquiera que quiera burlarse de ti otra vez – Volvió a decir tirando la daga hacía arriba y agarrarla por el mango una vez esta cayó de vuelta hacía él.

– Mi nombre es Volk, por cierto. Siempre olvido presentarme – Dijo nuevamente, pero esta vez riéndose un poco luego. ¿Qué era eso? Lo que estaba haciendo con la bruja. Lo había hecho alguna vez como humano. No era solo el hecho de protegerla y ayudarla. ¿Sería acaso que el licántropo aún recordaba como hacer amigos? En eso pensaba para luego ver a su acompañante sonriendo levemente. – ¿No te parece cómico? Un hombre-lobo tratando de ser amigo de una bruja sin pedir nada a cambio – Volvió a decir riéndose otra vez, aunque no era una risa de esas traicioneras. Estaba siendo honesto con lo que decía y esperaba que la bruja no desconfiase de él.

El que cree que en el mundo los diablos nunca andan sin cuernos y los locos sin correas serán siempre victimas y juguetes de ellos. Si en algo coincidían las dos Melindas era en su ingenuidad, propia de su inexperiencia y de su falta de educación sobre la vida y aveces se recordaba que no todas las manzanas eran verdes ni todos los días serían soleados. Su infancia no fue fácil tras la masacre, sus padres adoptivos fueron buenos con ella, le dieron una educación decente y le criaron hacia el respeto de las demás personas. ¿Pero qué personas? Ellos vivían apartados en un pueblo, su madre hacía pasteles y dulces que llevaba al pueblo a vender y su padre poseía unos viñedos que le daban buenos frutos y conseguía un buen dinero con cada cosecha. Eso les daba para vivir holgadamente. No iba al colegio, se formaba con los libros que su madre le compraba y tampoco iba al pueblo, salvo los últimos meses de la existencia de sus progenitores cuando estaban tan enfermos que no podían realizar las compras ni las ventas necesarias. Recordó que esa primera experiencia con el mundo la asusto un poco, ella era un bruja sin conjuros y una mujer sin recursos. Y lo seguía siendo.

-Me llamo Melinda, y no se si ha de parecerme cómico, la verdad es que no se mucho de nada -miro hacia el frente con cierta tristeza, nadie en el mundo se había molestado en guiarla, ni siquiera le había dado una poco de aliento para seguir a delante.Y mientras, sus dos personalidades vivían dentro de ella.-Tu dices ser un lobo, y yo una bruja pero...-se pensó durante unos segundos el ser sincera con él-ni se mucho de magia ni del mundo que me rodea. Hay un mundo oculto dentro del propio existente y ni pertenezco a uno ni al otro.-comenzó a caminar un poco como si sus palabras fuesen divagaciones de su propia mente que alzaba en voz alta para darle un significado a sus pensamientos.-Y tú,-se situó frente a el -me clasificas dentro de un grupo, como si eso definiera lo que soy. Ni se lo que es ser bruja, ni se lo que es ser humana.-fue más rápida que él y cuando este lanzó la daga de nuevo al aire la cogió antes de que volviesen a sus manos.-Solo se que lo que veo y te veo a ti y se que...-calló, no quería dar demasiadas explicaciones.

Miro la daga y tuvo la tentación de lanzarla de igual manera que el había hecho minutos antes pero se reprimió sabiendo que seguro daría a alguien o se haría daño a ella misma.¿Por que quieres ser amigo de una bruja que no lo es?¿Seguro que no quieres nada a cambio?-sus preguntas sonaron divertidas, como si de un plumazo se quitase el aire sombrío de encima. Jugaba con la daga pasándola de mano en mano mirando de reojo la cara de Volk, un nombre conciso por cierto, le gustaba.

Volk seguía jugando con su daga mientras Melinda le hablaba, casi se podía decir que no le prestaba atención alguna, aunque en realidad hacía algo más que solo escuchar sus palabras. Ya no sabía si era la niña tímida o la inquieta quien le estaba hablando. Parecía una persona diferente tratando de hablar por ambas. En eso pensaba el hombre-lobo cuando una mano pasó rápida sobre la suya para arrebatar la daga. En su rostro se pudo notar cierto reproche, casi como el de un niño que no miraba a los ojos de sus padres cuando estos le estaban regañando.

– ¿Quién habló sobre clasificar? Dije que te juzgaría por como eres. Puedes aparentar conmigo ser más bruja que humana o viceversa, me da igual. Para mi eres Melinda y eso es lo que veo por sobre todo – Dijo mientras miraba hacía el cielo y luego la miraba a los ojos. Su expresión se notaba calmada como solo la había mostrado a pocas personas antes. Y si, Melinda era la primera persona que Volk quería tener como amiga en mucho tiempo, aunque no tuviese nada que ofrecerle. – Eres una bruja, intentes ocultarlo o no... Y te equivocas, quiero ser amigo de Melinda sin importar a que raza o lugar pertenezca – Agradeció el hecho de que no fuese vampira puesto que ahí las cosas habrían tomado un rumbo totalmente diferente. – ¿Por qué quiero ser tu amigo? La verdad no lo se, pero no eres una persona que me desagrade y eso ya es decir mucho y si, estoy seguro de eso – Terminó de hablar y se dió un suspiro para dejar de apoyarse sobre la pared del callejón.

Noto entonces como la gente comenzaba a caminar hacía sus casas. Muchas habían visto el alboroto que Volk había causado, pero parecían ya haber olvidado todo o eso era lo que Volk creía mientras las observaba desde el callejón y volvió sus ojos a los de Melinda. – ¿Qué sabes cuando me ves? – Pregunta aunque sin mucho interes. Volk como ya se ha dicho y visto tantas veces no es de los que se dejan llevar por el que dirá o como lo mirará la gente. – He visto muchas cosas en los cuarenta años que he vivido en este mundo – Dijo revelando por primera vez desde que fue transformado su verdadera edad. Se esperaba cierta sorpresa de la joven bruja puesto que desde hace veinte años que seguía aparentando la misma edad y solo hasta hace poco logró notar que estaba envejeciendo a un paso realmente lento. –Si asi quieres puedo mostrarte lo que no conoces del mundo. No hay nada realmente oculto, solo hay tener los ojos bien abiertos –...

Comenzó a caminar entonces hasta la salida del callejón y se detuvo recordando que era una amiga lo que estaba dejando atrás. – Aunque a estas horas hay seres que notaran muy curioso el que un hombre lobo y una bruja conversen tranquilamente en un callejón. Te seguiré si tienes otro lugar en mente para seguir la conversación, sino pues se me ocurrirá algo en el camino, ¿qué dices? – Dicho aquello, volteó y se quedó ahí parado mientras esperaba a que su nueva y quizás primera amiga en mucho tiempo indicará el camino.

No podía evitar recordar cuado era joven. Eran esas mismas calles y esas mismas horas en las que Volk solía pasear con sus amigos para vender lo que habían cazado durante el día, paseando entre los locales y tabernas para ganarse el dinero y escuchar alguna que otra historia antes de volver a sus casas. A veces ebrios, otras veces sobrios y agotados. No pudo evitar que la nostalgia se dibujará en su rostro mientras miraba a la joven. Quizás tendría la oportunidad de volver a vivir algo de eso con ella.

Sonrió divertida al ver la cara de Volk cuando le quito la daga y siguió jugando con ella mientras escuchaba sus palabras. La verdad es que le sorprendía gratamente que alguien de su condición se molestase en prestarle algo de su tiempo. La anterior loba con la que se encontró le había pegado, y había intentado comerla. Devolvió el arma a su dueño y se quedo pensando un poco mientras veía como el lobo caminaba y observaba las calles contiguas.

Ese hombre le recordaba a un chico y ahora cayó en la cuenta, Eliseo. Era un niño de su edad que vivía en la aldea donde nació. Vivaracho y muy reservado con la gente que no conocía o que no le gustaba como era. Ella y el conectaron en seguida, iban al río a cazar lagartijas que luego soltaban para asustar a la gente en el pueblo. Era su mejor amigo, su compañero de batallas en esas tardes de luchas imaginarias, y tenían un pacto, no separarse jamás. Y llegó el día en el que los dos descubrieron que la magia corría por sus venas, y aquello les unió mas aún.Competían para haber quién hacía los mejores conjuros, quién dominaba su don antes. Hasta que llego la inquisición, la masacre, la sangre manchando los pastos y la ira de sus vecinos encima de gente inocente que nunca había hecho nada malo. Le vio correr hacia ella huyendo de unos jinetes que iban a por él. Pero no llego a tiempo y la espada corto su cuello y la sangre mancho el suelo. Ella corrió a la iglesia y lloro, lloro en silencio horas mientras fuera toda su vida perecía inexorablemente.

-Enséñame a defenderme- dijo situándose a la altura del hombre -Enséñame a ser fuerte como tu. Enséñame el mundo pues me pierdo en él.-su sinceridad le abrumaba hasta si misma, pero él le inspiraba sentirse bien, ser ella misma, aunque las dos Melindas rechistasen por momentos en su interior.-Tengo una pastelería aquí cerca, esta cerrada y allí podríamos hablar un poco más tranquilos.-y sin esperar respuesta comenzó a andar decidida.

Abrió la puerta de la pastelería dejando que el aroma dulce saliese hacia fuera tentando a la gente del alrededor. Miro a su compañero y le sonrió -Entre y cierre porfavor -dijo con suavidad mientras dejaba su chal encima del mostrador y se recostaba en él.

¨Enseñame defenderme, a ser fuerte como tu, el mundo pues me pierdo en este...¨ Volk no respondió nada mientras la seguía a la pastelería pues aquellas palabras se le quedaron grabadas en la mente. ¨Cuando te hayas hecho más fuerte nos volveremos a ver. Tu destino era ser hijo de la noche eterna, pero como sabrás más pronto de lo que piensas, el precio por cambiarlo es bastante alto...¨ La voz de aquel lobo volvió a sonar en su cabeza, era el lobo que lo había transformado y lo que le había dicho la mañana en que fue convertido. Escuchaba ambas voces en su cabeza, la de Melinda por sobre la del lobo, como si de una canción con mensaje subliminal se tratase. Habían sido palabras similares las que habían hecho a Volk abandonar su país natal por tantos años. Palabras que habían cambiado totalmente a Volk.

Entró en el local y cerró la puerta como su nueva amiga le había pedido. Vio una silla cerca del mostrador y la tomó para sentarse sin pedir permiso o algo. No trataba de ser descortés, simplemente era el hecho que Volk estaba muy lejos de lo que se podía llamar ser un caballero. Entonces Melinda no estaba viendo a su amigo o al mercenario que Volk era, estaba viendo la faceta de Volk que no descansaba por cumplir su objetivo. No era solo el rostro de un asesino que buscaba el dinero para ganarse la vida, también había determinación y mucho coraje en su rostro. Aunque Volk mirase al suelo, en sus ojos Melinda podría contemplar cierto brillo en los ojos de Volk, pero estos no eran los de la bestia cuando esta le poseía; era algo quizás aún más primitivo y salvaje.

–¿Qué es ser fuerte? – Preguntó el hombre lobo tensándose por completo como cada vez que se hacía así mismo esa pregunta y miro directo a los ojos de la bruja. Para mucha gente, aquella mirada fue la luz al final del camino y en ese momento solo podía esperar dos reacciones en Melinda. Se tomo unos segundos mirándola de la misma forma.

–Me pides que te enseñe a ser algo que aún esta fuera de mi alcance... – El ceño de Volk se frunció aún más. –Puedo mostrarte el mundo, pero el camino que  me pides tomar contigo, no será fácil – El tono de Volk era grabe y aunque no sonaba molesto podría llegar a asustar a la gente sensible. – La magia es algo que deberás aprender a usar por ti misma, pues yo no puedo usarla y las cosas que verás si decides seguir aquel camino te harán necesitar mucho más que eso – Terminó de hablar por unos segundos para luego dar vuelta la silla y quedarse mirando por la vitrina de la pastelería hacía la calle.

El olor del local era agradable y pudo notar como gente que había visto entrar a ambos al local se acumulaba un poco, pero al ver que no estaban por abrir se iban marchando de a poco. Aquello sin embargo no hizo a Volk cambiar su compostura. –El precio que yo tuve que pagar por seguir este camino fue bastante alto y aún no consigo lo que quiero, ¿estas realmente dispuesta a seguirme? Es un bonito local el que tienes, tu vida será mucho más fácil si dejas las cosas como son.   – Dijo nuevamente para volver a calmarse y tomar la faceta suya que le había estado mostrando en el callejón. Una lágrima recorrió su rostro al recordar aquella mañana en que su casa y sus padres ya no estaban. Esa misma mañana en que dejo todo atrás y solo hasta aquel día no había hecho ningún amigo.

Le vio caminar por la tienda con aire sombrío quizás porque no se fiaba del todo de ella. Ni siquiera sabía como podía ella ponerse en esa situación. La última vez que estuvo en una habitáculo sola con un hombre este le intento violar y casi lo consigue si no llega a ser por la magia. Ese recuerdo le invade el cuerpo y un escalofrío la recorre estremeciéndose un poco. Alzó la vista y miro a Volk que sentado en una silla contemplaba la situación. Su rostro la tranquilizó, no supo porque pero sabía que aquel hombre no podía hacerle daño, ni nada malo. Pensó su pregunta como si intentas encontrar una respuesta sencilla pero cada uno tenía una visión del mundo.-Ser fuerte es valerse por mi sí misma- ella así lo creía. Ella que vivía en dos mundos a la vez no sabía moverse por ninguno de ellos.

Pensó por unos momentos que el lobo también tendría su historia,también le tuvieron que enseñar a ser fuerte. Tendría que saber de la necesidad de sentirse pleno, autosuficiente, tenía que comprenderla. Miró hacia la calle y la noche empezó a caer dejando que los últimos rayos de sol se divirtiesen por unos minutos más entre las calles empedradas de la ciudad. Una señora con un sombreo amarillo paso por delante de la pastelería sin ni siquiera mirar hacia dentro y esa escena le resulto familiar a Melinda como si ya la hubiese vivido antes. Se dio cuenta de que así era, en un sueño. Intento acordarse de el, pensar en lo que sucedía después y recordó el rostro del lobo. Su sueños era premonitorios o a veces reveladores peor no eran nada lógicos, a veces eran secuencias de escenas de la vida ajena, que ella no le interesaban para nada, o escenas de su vida pasada. El sombrero de la dama le hizo recordar el sueño relacionado con Volk y comprendió entonces porque le decía todo aquello. Varias secuencias relacionada con el le vinieron a la mente y sonrió al ver que el lobo no era tan infeliz a pesar de todo.

-No digo que sea fácil, se que hay cosas que no podrás mostrarme pero necesito saber algo mas allá de estas paredes, a mi vida le falta algo y tengo que salir a buscarlo, si no estaré vacía-miró a los ojos de hombre, intensos, francos y selváticos. Intentaba transmitirle que ella no era de las personas que se quejarían, ella aprendería, se lo debía a su clan, a su madre y a ella misma.-la magia no valdrá en todas las circunstancias por eso necesito que me enseñes a luchar Volk, así podre ser más completa.

Lo último que dijo la encendió como si aquellas palabras incendiasen su alma. ¿Un precio alto? Ella ya lo había pagado hace mucho tiempo. Y su vida, su vida no era tal cosa, solo el reflejo de una perfección inventada que la lleva y la trae de casa sin más alegría que el cosquilleo que le producía la harina de la pastelería entre sus dedos.-¿Qué precio puedo pagar yo?- extendió sus manos vacías indicando con ese gesto que nada tenía que perder salvo su vida ya, y no la tenía en tanta estima la verdad.-Tu no conoces mi vida.-el aire melancólico se notaba en sus palabras.-Mi vida se apaga a cada paso que doy, mi alma se empequeñece perdiéndose dentro de mi. No poseo nada que me llene, tu tienes una pequeño rayo de sol en tu lúgubre mundo- se refería a la chica de sus sueños, la que hacia sonreír a Volk-Seguirte será mi batalla pero la guerra será de muchos y si yo no estoy preparada ellos no vencerán.- intentó no dar demasiadas explicaciones de lo que veía en sus sueños.- Desde que llegue a París una loba me ha dado una paliza, un brujo intento violarme y un vampiro me ha atacado.Esto seguirá pasando en mi vida, este entre estas paredes o no.¿Por qué no ayudarme a darme algo de ventaja?- la pregunta quedó en el aire mientras ella dirigía sus pasos hasta la puerta y cerraba los cristales con unas cortinas que oscurecieron un poco más el lugar.

Los tenues rayos de sol que indicaban el fin del atardecer era casi lo único que iluminaba ya el local. Aquello sin embargo no impidió que Volk pudiese ver todo lo que Melinda hacía, desde sus gestos faciales hasta los movimientos que hacía con su cuerpo. También esto era algo que pasaba a segundo plano, pues además de estar algo sorprendido sin mostrarlo, las palabras de su amiga hacían cierto peso en los hombros del licántropo. Era una persona interesante y no le cabía duda al respecto. A pesar de haber encontrado el fondo del charco, la bruja seguía viendo la luz sobre el agua. Decía no tener nada para levantarse y poner resistencia, pero había algo que la impulsaba a seguir adelante. Además, seguía habiendo rastro de bondad en ella, lo había presenciado y con ello también se había reflejado lo injusta que fue la vida con ella.

¨Tu tienes un pequeño rayo de sol en tu lúgubre mundo...¨ Esa frase también quedo rondando en su cabeza. No sabía a que se refería ni mucho menos lo que ella sabía de él. ¿Era acaso que se refería a ella misma o que de alguna forma haya leído sus recuerdos? No conocía mucho sobre las brujas y la magia que poseían, lo cierto es que nada de su vida había contado a la joven. ¿Guerra?... No sabía muy bien a que se refería con eso, si lo decía por Volk lo más parecido a una guerra podría ser la batalla contra los Temen. Pero aquello no lo veía como una guerra, para él era un suicidio seguro que debía enfrentar y ganar sin importar lo difícil que esto fuera y se había decidido hace tiempo de no llevar a nadie consigo hacía aquel encuentro.

– Te veo decidida... – Dijo cuando terminó de cerrar las cortinas, sin moverse de su sitio. – ¿Si no puedes valerte por ti misma cómo aseguras que eso es ser fuerte? Aquella pregunta te la responderás en el camino... – Termino de hablar aunque solo por unos segundos pues aún tenía condiciones que poner y debía pensarlas bien. Aunque fuese una amiga con la que hablaba, ahora también estaba pasando a ser su entrenador y no quería fallarle.

–Mas antes de aceptar que vengas conmigo, lo primero y que me intriga es saber como sabes de mi si no te he dicho nada sobre mi pasado – Fue al grano, bien pudo haberlo pasado por alto, pero Volk era mercenario y como tal tenía muchos enemigos. No sería la primera vez que habían intentado acercarse a él para luego apuñalar por la espalda. –Lo segundo... – Ahora su tono sonaba más como amenaza, casi como si estuviera a punto de atacarla. –Cuando se trate de entrenamiento no quiero oír queja alguna. Será duro y si vez que no puedes, te darás la media vuelta y olvidarás por completo la idea de seguirme. – Terminó de decir aunque en el fondo sentía una punzada leve en el pecho. No sabía porque, pero era el hecho de estar hablándole así a una amiga. Volk sabía lo difícil que era perder y extrañar a un amigo, no quería vivir eso de nuevo y era esa la razón tras su comportamiento. No era una mujer con la que trataba de acostarse con la que hablaba ni la mujer a la que hablaba, más allá del hecho de ser una mujer era su amiga, pero por más amiga que fuese lo que le pedía era algo que no podía tomar a la ligera.

Suspiró y trato de calmarse antes de volver a hablar. – Si renuncias a esa idea será más fácil que me sigas. Te protegeré de aquello que te ha tocado y lo que te tocará. Ya ves que de no ser así tendré mis razones para ser duro contigo... –

Realmente Volk prefería mucho más llevarla como amiga. Como alguien de confianza a la que podía contarle aquello que había vivido, sus planes a futuro y lo que quisiera, pero al mismo tiempo también entendía perfectamente cuando una persona se decidía a querer ser más fuerte, sea cual sea la razón.

Se levantó de la silla y camino hacía el mostrador. Observaba los pasteles que quedaban al descubierto bajo el vidrio. Se veían apetitosos algunos, aunque no tenía hambre supuso que Melinda tenía más dotes en la cocina que en el campo de batalla. ¨De pastelera a guerrera... Por favor, tu llegaste desde la ruina...¨ Escuchó entonces en su cabeza a la bestia por primera vez reconociendo los méritos que Volk había conseguido desde que fue transformado.

Para ser un lobo con experiencia no sabía mucho de la magia ni de las cosas que se podían hacer con ella. Estaba claro que Melinda no lo sabía tampoco pero algún entendimiento tenía sobre todo de los dones que no podía controlar como era el de premonición. Desde pequeña tenía esos sueños, no los controlaba, a veces eran tan intensos y horribles que no podía pegar ojo de nuevo, incluso tuvo una temporada en que tenía miedo a dormirse y estaba despierta hasta altas horas de noche hasta que su cuerpo cedía ante el cansancio y cerraba los ojos. Y aún así en vez de tener un sueño profundo, las visiones se adueñaban de su mente. Su madre decía que era información que tenía que tener en cuenta, para ayudar a la gente, para estar prevenida, para saber que camino tomar. Pero el día que ella soñó con la muerte de su madre y se despertó entre lagrimas intento ayudar. Le explicó lo que había visto, lo que había sentido y que tenía miedo de que ocurriese. Pero ella no se preocupó, la tranquilizó y la dio un beso en la frente diciéndole que todo ello era un mal sueño, una pesadilla. Hoy sabía que ella también sabía su destino y en vez de luchar se venció a el.Jamás se lo perdonaría.

-La brujas tenemos dones, yo veo cosas en sueños y bueno....-suspiró, no le gustaba dar detalles de su parte mágica.-A veces vienen a mi mente cuando ocurre algo, ha pasado una señora con un sombreo amarillo, eso me ha recordado el sueño que tuve sobre ti.-hablo con sinceridad, al fin y al cabo iba a poner su vida en sus manos.-La decisión esta tomada y quiero que seas tu quien me entrene, yo podre enseñarte cosas también y prometo que aceptare todo lo que me digas.- se paseo hasta situarse detrás del mostrador. Oyó sus palabras y recordó al brujo de la fiesta."Ojala hubieras estado ahí para ayudarme Volk". Era halagador saber que alguien guardaría sus espaldas mientras ella podría valerse por si sola. Miro el caminar del lobo y sonrió.

Cogió una pequeña bola de masa que había dejado a la mañana para fermentar,la amasó con mucho mimo y le dio forma de luna en cuarto menguante. Le dio un poco de brillo con huevo batido y lo metió en el horno de leña.-No crees que voy a conseguirlo ¿verdad?-miró a los ojos de él limpiamente, dejando que su alma hablase por ella.-Piensas que soy una dulce pastelera, que no sabe donde se mete. No has conocido a lo otra Melinda, ella es fuerte, ella es mágica, ella es digna de ser tu compañera. No se como sacarla, viene en ciertas ocasiones, pero nunca me falla.¿Y tú?¿Me fallaras?

Las palabras de Melinda por unos minutos pasaron a segundo plano. Hasta entonces no lo había visto así, pero el primer Temen, aquella criatura que quería exterminar, también tenía gente por la que preocuparse. Tanto él como Volk habían matado ya ha muchas personas, pero no lo hacían por ellos mismos. Por más libre que fuese Volk tampoco se decidió a matar a su ancestro por el mismo. Estaba la venganza por la muerte de sus padres, por todos los que murieron antes que ellos, por los que vendrían, por Dianthe y ahora también tenía a Melinda. Estaba convencido de por más que no quisiera ellas lo seguirían hasta el mismo infierno si era necesario. ¿Cuánta gente más se vería involucrada en aquel tema familiar? El destino suele ser caprichoso, Volk había estado hasta hace poco más que seguro de ir a ese infierno solo.

Suspiró y observo la naturalidad de la bruja para hacer sus pasteles. Algo en lo que dijo le dejo un mal sabor en la boca. Conseguirlo... ¿El qué? Quería ser fuerte para valerse por si misma, pero no veía los motivos. También estaba eso de la bruja. Estaba consciente de su trastorno de personalidad, pero probablemente no lo veía así. No era como cuando Volk estaba poseído por su bestia.

Se quedo pensativo unos segundos. La Melinda que conoció primero estaba de acuerdo en seguirle, la que estaba hablando ahora también, pero ¿y la bruja? Debía encontrar algún modo para asegurarse de que las tres estuviesen de acuerdo y fueran de fiar. No quería pillarse con la sorpresa de un día despertar y encontrarse a la bruja enloquecida e intentando matarle. Menos una mañana después de la luna llena, ahí era cuando estaba más vulnerable. El tema con Dianthe en ese sentido fue muy diferente ya que ella le conoció justo en el momento que volvía a ser humano.

Llevaba dos dagas en el bolsillo, una que no había usado y la otra con la que Melinda había jugado. Frunció el ceño. – Entonces si ya esta decidido preparate para recibir tu primer entrenamiento – Dijo sacando las dos dagas para tomar una con cada mano. A la distancia que estaban del otro era imposible fallar. El Volk que veía ahora Melinda era el asesino a sangre fría, aquel que no se detenía hasta que su victima muriese así fuera lo ultimo que hiciera. Lanzó una daga, pero esta iba desviada, pasó a unos centimetros de la cara de ella, probablemente llevándose unos cabellos con ella. – Nunca falló un tiro, este va en serio – Dijo pero a pesar de no querer hacerlo con todas las intenciones de clavar el arma entre las cejas.

Su brazo se movió pero se detuvo justo en el momento que debió haber lanzado la daga. Instintos asesinos, algo que Volk tenía de sobra era lo que hacía aquel movimiento una finta perfecta. Si la bruja logró ver el primer disparó que se clavó en la pared, seguramente pudo ver la trayectoria del segundo como si hubiese sido uno real.

Se quedo ahí parado, con el brazo cubriéndole el rostro y daga en mano. ¨Necesito hablar con esa Melinda antes de llevarla conmigo....¨ Pensó mientras esperaba que aquello bastará para sacarla. Era el momento, a penas se conocían y Melinda ya había visto la puntería de Volk. Si era cierto que nunca le fallaba a Melinda comprendería que estaba en verdadero peligro si no salía.

Todo era muy complicado,sabía exactamente lo que Volk pretendía, quería asegurase de que no mentía, de que era de fiar, ella y todas sus partes. Ya había visto a la dulce Melinda dominada por la parte humana y la decidida,carismática y resuelta que era el fruto de el equilibrio entre las dos partes y ese estado era muy frágil, no duraba mucho era enormemente alterable y aunque ella intentaba que fuese esa parte la que dominase, era imposible, estaba en minoría. No era tan fácil.

Su cuerpo era un campo de batalla donde dos personalidades luchaban por ganar y ser lideres de su ser.Pretendía someter su voluntad pero su voz era la menos escuchada, y lo peor de todo era que nunca sabía quién ganaría la pelea, era un títere. Lo que tenía claro era que para entrenar con el lobo la mejor opción era que la bruja estuviese fuera, ella era fácil de sacar y difícil de dominar. Su irritación era su muelle, y Volk quería ser el resorte que le hiciese saltar.

Vio pasa la daga cerca de ella y divisó varios cabellos que caían con ella."Osado" comentó para sus adentros mientras sus ojos fulguraron durante unos segundos dando la señal de que la bruja estaba cerca."Quiere jugar conmigo, déjame salir" la voz sonó melosa y juguetona, esa situación le divertía, pero ella dudaba."Puede ser peligroso". Silencio. Nadie quiso hacer caso de las sugerencias de la otra parte. Miró al lobo buscando en su rostro una respuesta para saber que hacer. Le apuntaba con otra daga, insinuantes la adrenalina le dominaba, estaba expectante, tenso."Iluso, cree que puede controlar todas las situaciones, no sabe lo que hay detrás de ti. No sabe lo que eres, de donde provienes, no sabe nada de ti. Tu eres una Stelle, descendiente de lideres, poderosa por naturaleza. No sabrás pegar puñetazos pero la magia es tu hábitat y ella vive en ti."Silencio otra vez, el discurso sonó convincente pero ella no quería, Volk era su único amigo y no quería asustarle, que se marchase, dejarla a la merced de los peligros de la noche y de ella.

Con mirada suplicante miro al hombre que tenía delante para añadir las últimas palabras de la equilibrada Melinda:-Por favor, no la saques, no la controlo.

La mirada de Volk era firme, asesina y determinada. Notó que su finta a penas surtió efecto, pero la primera daga fue suficiente para alterar el interior de Melinda. Algo le decía que estaba ante la verdadera, pero su trastorno de personalidad era tan grande que el lobo podía adivinar ahora eran tres voces las que discutían en su interior. Quizás además de un hermano de raza estaba ante una de las pocas personas que podrían comprender lo que significaba tener una bestia dentro suyo. A pesar de que la bestia gritaba con fuerza que la matara dentro de él, Volk ahora tenía que hacer un esfuerzo doble para controlarse y sacar el lado fiero de Melinda. Estaba decidido a hacerlo. Bien podría actuar como su psícologo y ayudar a controlarla, pero eso era algo que tomaba tiempo y mientras tanto tendría que lidiar con todas sus personalidades.

¨Te tomas muchas molestias por una bruja, ¡acabalá ahora!¨ Ordenó la besia en su interior, pero Volk la ignoró. Estaba haciendo su mejor esfuerzo para controlarla. Controlarla a ella y su instinto asesino, estaba a flor de piel pero no quería hacerle daño a su amiga, mucho menos después de ver lo temerosa que se mostraba. Llevó el brazo con el que portaba la daga hacía abajo y se paro firme, alzándose como un muro frente a su amiga. Se acercó hasta quedar tres pasos a distancia de ella. Su brazo izquierdo se levantó y su puño se mostro firme y duro, empuñado mientras esperaba golpear algo pronto.

– No tienes idea lo que es no poder controlar algo. Es parte de tu entrenamiento, si no quieres pasar el resto de la noche noqueada... – Calló un momento y lanzó la daga de la misma forma que lanzó la primera. – ¡Es tu última oportunidad de salir! – Amenazó realmente enojado. No creyó que la bruja tendría ese nivel de control sobre sus personalidades y lo peor era que si no perdía ese control rápido, sería Volk quien lo haría.

Debía hacer creer a su bestia que iba a matarla de verdad hasta que sus instintos se calmasen. No quería matarla ni mucho menos dejarla sola después de haber escuchado lo que pasó antes de su encuentro. Solo quería aprender a defenderse y entre todos los demonios había elegido a Volk para enseñarle.A su lado estaba seguro que Melinda además aprendería a controlar sus personalidades y seguro que Dianthe también le ayudaría. Confiaba en que Dianthe sería mejor para eso puesto que ella lidiaba con dos bestias en vez de una. Empero para que eso llegase a suceder primero debía hablar con la bruja.

– ¡Sale ya! – Ordenó a la bruja mientras lanzaba un izquierdazo mortal al rostro de Melinda. Mas el puño no llegó ni a rozar su rostro, pero quedo a muy pocos centímetros de su nariz. ¿Necesitaba que Melinda estuviera en peligro? ¡Bruja loca! Si no salía Melinda no descubriría si quiera lo que era el verdadero peligro y podía olvidarse de aprender a defenderse.

El escudo invisible calló de repente, la ira se apoderó de ella, intentaba dominarla, intentaba acallar a esa voz que la replicaba, que la amordazaba, la humillaba y situaba al borde del precipicio. Era frágil como un gusano en los manos de un niño, su cuerpo temblaba levemente, no quería dejarla salir. Ella era parte de su naturaleza, era la bruja que debía haber sido hace tanto tiempo... pero la encerró, la oculto de la luz del sol durante años oprimiéndola, y aquello fue su desgracia. Porque ella había acumulado mucha ira en lo largo de los años, cada vez que veía una injusticia y no salía a su defensa, cada vez que veía a un inquisidor asediar a un inocente, cada vez que la alta cuna abusaba de su poder. Y llegó un punto en el que esa ira salió, se manifestó en forma de voz en su mente dividiéndola, desgarrándola, subyugándola por completo sin poder remediarlo como una enfermedad que ya no tiene remedio. Y así nació su doble identidad, una parte demasiado humana, demasiado inocente, demasiado muerta para esa vida;y la otra parte...demasiado rebelde, demasiado impulsiva, demasiado viva para una muerte segura.

No la contuvo más, no podía hacerlo."Quiere verme, tendrá que soportarme." Sus ojos fulguraron un instante señal de que ya no era ella la que dominaba su cuerpo. "Por favor, por favor." suplicaba ahora ella desde el interior, encerrada en su propia jaula.Miro de reojo el puño parado a escasos centímetros de su cara y sonrió irónicamente ante la burda teatralidad del lobo.-Buena actuación bufón, más si me hubiese tocado quizás me hubieses encontrado más violenta.-dio una vuelta alrededor de él inspeccionándole de arriba abajo como si le descubrirse de nuevo.

-Así que tu eres el que ella ha elegido para que me entrenes-dijo en voz alta sabiendo que la aspereza de sus palabras eran patentes y que hablaba consigo misma. Se paró detrás de el y arrimando sus labios a su lóbulo derecho aspiro su perfume regodeándose en el para después susurrar:-Sabes que trataras conmigo en casi todo momento ¿no? Yo soy la fuerte, la voz cantante, la...-se humedeció los labios-fascinante-dijo al fin.

Ella tenía el mando, la superaba en voluntad y en energía y sabía que aquello podía terminar mal."Por favor." La suplica esta vez sonó muy débil y la bruja se lo tomó a broma como si fuese parte de su juego. Ella imponía su ley y nadie iba a detenerla.

¨¡Ya basta!¨ Gritó Volk fiero  y con fuerza tremenda dentro de su cabeza. Confiaba en que lo hecho iba a ser suficiente para sacar el lado desquiciado de Melinda. Bajo el puño cuando sintió que esta comenzaba a moverse al rededor de él. Puso todas sus fuerzas en tratar de calmar tanto su instinto asesino como la bestia que llevaba dentro. La escuchó hablar mientras lo hacía. No se escuchaba como la Melinda a la que había hablado recién. ¨Lo hice...¨ Volvió a decirse así mismo cuando sentía los labios de ella cerca de su lóbulo. Cerró los ojos mientras le hablabá ahí. Su corazón era leal a Dianthe y no podía dejar que el deseo le dominara ahora. Debía calmar sus instintos. Caminó hacía adelante unos pasos y una vez alejado de ella no fue tan difícil la tarea.

– Ahora soy yo quien debe elegir si te tomo como mi púpila – Dijo sonando mucho más calmado que antes, aunque su tono seguía siendo serio. Se dio la media vuelta y un rostro frío se dibujo al momento de mirar a la bruja. Era cierto, el trastorno de personalidad de Melinda era bastante grande. Había optado por la opción correcta, hablar con cada parte de ella en vez de intentar que vuelva a su sano juicio.

– Dime, tienes las hagallas o si quiera las ganas de aceptar el entrenamiento – Volvió a decir en la misma posición y con el mismo tono. Sabía que Melinda estaba asustada por dejarla sola tras un encuentro con la parte que le mostraba, por eso mismo no intentaba provocarla. Aquella actuación había sido solamente para sacarla y hablar con ella. – Se incluso mejor que tu lo que es tener otra entidad dentro tuyo. Cuando una se hace más fuerte la otra también, sería beneficioso para ambas y conmigo tendrías más oportunidades de salir – Dijo esperando que su oyente tuviera algo de rasiosinio. Aunque no era como hablar con una bestia, esta era una persona dentro de otra, probablemente con sus propias metas y deseos totalmente distintos a los de la otra.

Vio la silla en la que antes se había sentado y volvió a usarla para lo mismo. – De querer hacerte daño no me habría tomado tantas molestias. Soy mercenario y un asesino a sangre fría, no te habría dado oportunidad de salir – Terminó de decir tratando de mantenerla calmada y convencerla de que era conveniente tenerlo como aliado más que como enemigo. [color=crimson] – No fue fácil recordar que eres mi amiga cuando te llame. ¿Saldrás más rápido cuando te llame? No quiero repetir esa actuación de nuevo.[/color=crimson] – Añadio por último solo para tener más tema de conversación con ella.

Se quedó ahí sin decir más por el momento, mantener control sobre si mismo suponía cierto cansancio psícologico. Debía recuperarse de aquello si quería cumplir su objetivo con esta parte de Melinda a la que hablaba.