¿Somos tan solo clases sociales? (Bard Blase)

Recuerdo del primer mensaje :

Las tonalidades frías se mezclaban hasta conseguir un intenso revoltijo que parecía sacado de la más absoluta magia. Las nubes se disgregaban por el cielo fundiéndose en aquellos colores vivos para transformarlos en pastel.

Apoyé mi frente sobre el frío cristal. El vaho que salía de mi boca se condensaba contra el vidrio calentándose por unos instantes. Como siempre me despertaba a esas horas para disfrutar del maravilloso momento previo al despertar de París. La paz que se respiraba embriagaba mi alma calmando los demonios que como tantas veces no me dejaban dormir en la noche.

Hora de trabajar. Mis manos aún estaban un poco adoloridas por haber tenido que frotar durante tanto tiempo los cubiertos llenos de polvo. Hoy era el día en el que habría una nueva recepción. Desconocía quién vendría pero cualquiera era más importante que yo debido a mi clase social. A penas tenía qué llevarme a la boca mientras que por ellos corría sangre tan extraordinaria que les permitía derrochar todo lo que ni tan siquiera podría soñar. Verles para mí debía ser algo más que un privilegio.

Caminé hacia donde estaba mi mandil y lo deslicé alrededor de mi cintura. Até con un nudo doble sus extremos poniéndome seguidamente la cofia. Pasé las molestas horquillas por mi cabello afirmándola y salí de mi pequeña alcoba.

Paseé intentando no hacer mucho ruido sobre las alfombras que había en los pasillos. Cada mañana me asombraba la maravillosa decoración que había por cada uno de los recovecos del lugar. Sonreí maravillada mientras colocaba con cuidado uno de los retratos. Las pinceladas de obra me dejaban sin aliento y debía contener mis dedos para no dejarme llevar por mis ansias de rozar el lienzo para trasladarme a aquel momento e intentar sentirme como el artista.

Suspirando retomé mi camino para entrar en la cocina. Debía encargarme de ayudar a la cocinera a pelar la gran tonelada de patatas que tenía que hervir para la comida, subir cajas de los vinos y licores más exquisitos desde la bodega y una lista que sin duda se incrementaría cuando se fuese acercando el momento de la recepción.

Me senté en la mesa donde comíamos los criados. Abrí con ayuda del cuchillo el enorme saco de patatas y tomando una comencé a pelarlas cantando, quizá a más volumen del que debiera, una dulce melodía que conocía gracias a mi estancia en aquel orfanato.

Detestaba mi voz pero no cantar, era mi pasión y hasta ahora la única manera que tenía de descargar mi alma sacando mis malos recuerdos del presente.

Una tras otra las patatas fueron peladas por mis hábiles y delicados dedos sin percatarme que unos pasos se dirigían hasta mi posición.

Aquella era la primera vez que me quedaba sola con un hombre después de lo sucedido en mi pasado. Su mirada fija en mí me hacía denotar que demandaba algo que no era capaz de ver ni entender. Moví mis dedos nerviosa por la insistencia en que saliésemos pero decidí dejar mis temores por una sola vez perdiéndose entre las paredes de aquella cocina.

Sorprendida por ver su gesto tan caballeroso, enhebré mi brazo en el hueco del suyo y comencé a caminar con él para guiarle por los pasillos del impresionante palacio. Las exquisiteces estaban por cualquier centímetro en el que se posase tu mirada.

- Yo le guío, no se preocupe -respondí mientras seguíamos caminando en lo que parecía un laberinto de pasillos infinitos.

Unos minutos que podían resultar eternos, llegamos hasta la puerta trasera y el golpe frío del viento del invierno hizo que tiritase suavemente. Saliendo del edificio le sonreí y después respiré profundamente dejando que mis pulmones se llenaran de aire puro.

- ¿Le gusta el jardín? - dije abriendo mis ojos de nuevo para después posar mi mirada en la de aquel joven esperando su respuesta.

Me mantengo sonriente y serio feliz aun cuando seguía pensando, no estaba del todo seguro si era correcto o no salir del palacio, estaba aquí por un compromiso y no hacerlo podría traerme problemas, aunque hacerlo también seguro me traerá problemas, de todas maneras yo vine y estuve el tiempo suficiente para ponerme en contacto con aquel sujeto que nunca apareció, no vale ya la pena y sera mejor que ya desista de eso y me concentre en lo importante.

No voy a perder una oportunidad como esta con una mujer tan hermosa, estoy seguro que va a valer la pena salir con ella y se ve tan inocente, tan linda, tengo que llevarla conmigo a un sitio mas privado, quiero conocerla un poco mas, quiero verla y disfrutar de su compañía, no quiero volver a casa y pensar que deje a una mujer tan hermosa y radiante sola por mi estupidez, voy a terminar lo que empece a como de lugar.

-Gracias por acompañarme- dije luego de que tomaras mi brazo, y caminando tratando de observar todo lo que podía y de memorizar el camino en caso de que lo necesitara, luego de un poco de caminar por fin logramos salir de aquel lugar, senti algo de alivio al estar fuera y le doy una mirada a todo alrededor tratando de ver bien, pero estaba oscuro y no se veía mucho, de todas maneras estaba feliz -Es todo muy hermoso gracias- dije sonriendo -Pero creo que lo mas hermoso que tengo ahora es mi acompañante- dije algo coqueto con una media sonrisa mirándote a los ojos, -De verdad gracias por estar aquí conmigo- me acerco lentamente.

Tras haber salido no puede evitar disfrutar de la sensación de libertad que recorría todo mi cuerpo. El dolor de cabeza que parecía insistente cada vez que entraba en el palacio, se disipaba con aquel golpe de aire fresco.

Me deleité durante unos instantes con aquel sentimiento mientras mi mirada disfrutaba de como las ramas se entretejían entre ellas, del familiar sonido de los pequeños insectos que merodeaban por los jardines. Los grillos rozaban sus alas, algunos pájaros permanecían pendientes de un posible alimento.. sin duda era lo más parecido al paraíso que habían contemplado mis ojos.

Al escuchar a mi acompañante noté como el rubor de mis mejillas ascendió por todo mi rostro negando con suavidad y bajando mi mirada a mis pies.

- No soy hermosa -susurré cohibida por su más que obvio coqueteo- pero gracias por su halago -susurré notando como se acercaba a mí.

Mi pulso comenzó a dispararse. Era la primera vez que un hombre se acercaba tanto desde lo sucedido en mi tierra natal. Siempre había mantenido las distancias. No me había gustado tener a alguien pegado a mí pero al resto de muchachas parecía encantarle. ¿Qué haría si se acercaba más? No podía pensar con claridad y sin duda sus ojos observándome fijamente lo hacían aún más difícil.

Observo con calma los alrededores sintiéndome tranquilo de ya no estar en ese lugar tan cerrado y vigilado, aunque seguro estos jardines también tengan algo de vigilancia, son extensos y cualquiera se puede meter entre los arbustos y perderse en el laberinto de vegetación, cosa que sera conveniente con una hermosa acompañante como la que tengo hoy, por el momento solo es una fuga algo simple, pero podría convertirse en algo mejor si pronto lo arreglamos.

Tomo de la mano a la joven y le digo -Por su puesto que lo es- dije para luego tomar su mentón y levantar lo para que esta me mirara a los ojos, -De las mas hermosas que se puede encontrar un hombre incluso en un lugar tan concurrido como el palacio- proseguí tratando de observar sus ojos y de ver todo lo que ellos podían ocultar -Ademas de tener una hermosa voz- comento con una sonrisa recordando la canción.

No es bueno que permanezcamos acá puesto que si alguien sale podríamos estar en problemas, ademas entre mas lejos estemos de todos mejor, avanzo un poco por uno de los caminos como un niño que esta emocionado por un nuevo lugar -¿Que hay por haya?- pregunte señalando en dirección donde vamos tomándole de la mano y tirando suavemente para que ella fuera conmigo -Se ve muy bonito vamos- exclame sonriente mientras avanzaba.

La noche era tan maravillosamente tranquila. La temperatura había bajado con respecto a la mañana pero sin duda era uno de mis momentos favoritos. No tenía ningún tipo de responsabilidad. Era yo y podía hacer todo lo que deseara en mis horas libres aunque lamentablemente tenía que ocuparlas casi siempre en dormir para poder seguir teniendo fuerzas para trabajar.

Al notar como tomaba mi mentón entre sus dedos escuché pacientemente lo que me había dicho pero no podía creerle. Sabía lo que los hombres podían decir a una muchacha tan solo con deseos más perversos.

- Gracias pero no es así -respondí por sus halagos bajando nuevamente mi mirada y sonrojándome por el recuerdo de que él había estado escuchándome cantar.- Eso desde luego no es verdad. Mi voz es todo menos hermosa.

Observé como caminaba hacia un lugar donde la vegetación podría cubrirnos. Temerosa e indecisa seguí sus pasos intentando pensar que él era realmente alguien bueno y no deseaba aprovecharse de mí. Dejé que mi vestido se rozara con algunas de las ramas cuando pasábamos al lado de los arbustos perfectamente cortados.

- Más adelante hay una fuente -miré a aquel chico sonriendo para después apoyar mis manos sobre mi regazo.- ¿Desea verla?

El camino era tranquilo, por fin me sentía cómodo al salir de ese lugar, a pesar de estar lleno con todo tipo de objetos ostentosos y grandiosos no es mi estilo, sobre todo teniendo en cuenta que estaba hay para cumplir un mandado, cosa que no se dio como esperaba y me forzó a salir por la puerta de atrás, por lo menos ahora esto esta mucho mas tranquilo, el ambiente esta tan calmado y sereno que me transfiere una paz cálida, pero lo mejor de todo es que estoy acompañado de alguien especial ahora voy a aprovechar, para acercarme un poco mas a la chica.

-Claro que lo es querida, estoy muy feliz de que tu seas mi acompañante en esta hermosa noche- comente algo coqueto, luego volteo un momento a ver el lugar e inspiro un poco de todo el ahora -Ahhhh que bien se siente aquí- volteo a mirarla con calma y respondo -Claro que es hermosa voz, yo he escuchado y viajado un poco por eso se que es hermosa y vale la pena escucharla de nuevo- seguimos avanzando por el lugar mientras al fondo podía ver la fuente -Oh me encantaría, vamos- tomo de la mano a la chica y apresuro un poco el paso.

-Sera que...- dije algo tímido cuando nos acercábamos a la fuente para luego sentarme a la orilla y mover un poco el agua -¿Podrías cantar un poco mas para mi?- dije con un poco de rubor en el rostro -De verdad me gusto como cantas y de no ser por eso no estaríamos aquí ahora- volteo a verle con una media sonrisa -Lo mas maravilloso de tu canto es que gracias a el pude acercarme a ti- miro sus ojos con algo de brillo en los míos -Quiero escucharte de nuevo cantar- dije en casi suplica.

El sonido del agua cayendo conseguía relajarme. Aquella era la parte que más visitaba del jardín cuando estaba sola y tenía unos minutos de descanso antes de ir a dormir para recuperar las energías necesarias para otra nueva jornada de trabajo.

Nunca había estado en aquel lugar acompañada y debía reconocer que la sensación era agradable y más que su mano tomara la mía con tantísima confianza.

Cuando llegamos solté su mano dejando que él se sentara donde deseara. Mis manos se posaron en mi regazo sintiendo aún la quemazón por aquel roce que había provocado él mientras aumentábamos el ritmo de nuestro paseo.

- ¿Cantar? -noté como me ruborizaba por completo y bajando mi mirada hasta mis manos negué varias veces. No podía hacerlo, si lo hacía sabía que terminaría huyendo de mí. Tenía una voz horrible pero escuchar sus súplicas estaban rompiendo las barreras que había construido ante aquella posibilidad.

Elevé mi mirada hasta sus ojos y respiré profundamente. No podía decirle nuevamente que no. Algo dentro de mí me lo decía. Cerré mis ojos y después llené mis pulmones con una gran cantidad de aire imaginando el sonido del piano de una nueva melodía. Segundos después estaba cantando la más desgarradora historia de amor que había sido escrita y que tantas veces había escuchado cantar en un perfecto francés.

El reflejo de nuestros cuerpos se podía ver claramente en el agua y entonces aproveche para acercarme mas a ti, estaba feliz de tenerte conmigo y tenia que expresarlo de algún modo, me quedo mirándote y esperando tu respuesta para luego sentarme a la orilla de la fuente y tomarte de tus manos para que te sientes justo frente a mi mirándote con una sonrisa y un pequeño brillo en los ojos al tenerte en ese lugar tan hermoso e intimo, suspiro para sentir un poco el ligero aroma húmedo aunque tal vez era por el sentimiento de tenerte conmigo.

-Si por favor canta aunque sea un poco- dije con una sonrisa casi en una suplica -Añoro escuchar tu voz en una melodía nuevamente- continué sentado a la orilla de la fuente esperando expectante y ansioso, me relajo un poco y me coloco hacia atrás mirando con calma, para cuando comienzas a cantar una sonrisa se esboza de mis labios, estaba feliz de poder escucharte y me relajo escuchando la melodía tratando de darle vida a la letra en mi mente, al cabo de un momento me doy cuenta de que trata de una triste historia de amor pero espero pacientemente a que termines, -Ha estado hermosa- dije de inmediato tomando tus dos manos para besarles -Gracias, un poco triste pero tu vos es increíble, todo de ti lo es, estoy tan feliz de que estés aquí junto a mi- dije metiendo mi rostro entre tus manos.

Al sentirle tan cerca me sonrojé por completo pues nunca había tenido a mi lado a un hombre tan apuesto que estuviese decidido a pasar todo el tiempo conmigo.

Bajé la mirada una vez que terminé de cantar. El rubor corría por mis mejillas hasta mis orejas y notaba como mi piel se erizaba cuando él besaba mis manos. Quería apartarlas de él pues no sentía que nadie tuviese que besarme de aquella manera.

- ¿Qué hacéis? -me sonrojé aún más para luego rozar suavemente sus mejillas con mis dedos al notar como escondía su rostro entre mis manos. Solo esperaba que estuviese bien.- ¿Os encontráis bien, Bard? ¿Queréis algo?

Preocupada me incliné hacia él quedando a escasos centímetros de su cabeza y sus cabellos. Mis ojos se perdieron en los suyos mientras mordía mi labio inferior. ¿Qué me pasaba con aquel hombre? Era lo más maravilloso que había visto nunca pero lamentablemente no me permitía estar tan cerca como lo deseaba de nadie.