Una noche fuera de lo normal II [Privado-Koizumi]

Invierno, desafiante con las tormentas presentadas, aquellas que hacen a los humanos castañear los dientes, refugiarse en sus hogares para entrar en calidez, mirando los copos de nieve caer, las lindas y blancas paredes que conforma el panorama allá fuera, se ve tan tétricamente hermoso, con un cielo teñido y nublado de grises, con la luz desvanecida de la luna, locura, hermosura, todo lo oscuro, todo atraído a un mismo escenario y desde los empañados cristales tocando una melodía que es tan triste, tan solitaria, tan silenciosa y a su vez miedosa, titubeante ante las teclas que parecen desmoronarse, a su vez aquel contradictorio sentimiento hace cautivo a cada uno en sus pensamientos, no importando donde se encuentren, solo deseo llegar ahí, solo caminar y envolverme con el campo que a la vista humana no es visible.

Hacía tiempo no puedo caminar solo, esta es la perfecta noche que me tienta a hacerme adicto a mi libertad, a mis antiguos caminos, sin nada, sin prisiones, es solo este sentimiento que me guía, a salir, confundiéndome con el blanco, con la tormenta que juguetonamente decora mis azabaches cabellos con las finas bolitas que se vuelven pesadas, el abrigo blanco, que costumbre, la locura de este sentido mágico, de la amargura que se vuelve el recuerdo efímero de los pasos, es extraño, es tan hipotético el deseo de desplegar alas y venir aquí a escribir sobre pasos que no tardan en borrarse, tan oscuro y cutre luce el jardín botánico, ya no desprende olor, no hay belleza cual admirar, no hay nada, solo nieve, nieve, libertad, belleza en lo triste que recuerda a una muerte teñida de azul.

Sin destino o camino marcado, el centro de la ciudad, esta vacío, tan inútil, no hay deliciosas victimas, no hay casi nada y las luces poco a poco están recuperando color, no puedo vislumbrar el color de mis manos, me he empeñado a la elegancia de la burguesía, enguantando las manos con un color negro de piel, tan finas, tan frías, no logran entrar en calor, se confunden las ventiscas que arrollan parte del abrigo largo al querer moverme de ahí.

Un café, un té, un vino, sí, eso es un buen vino, un rico y delicioso vino, aunque es curioso, eso no se puede anidar, no hay como conectar esas sensaciones, solo esta fría soledad es la que me guía de vuelta a un refugio, pensamientos vanos, el cielo sigue tan tétrico, tan gris, no importa, es aquello lo que me gusta, sobre las aceras no hay más que pretenciosos aparadores vendiendo nada, con el reflejo de eso mismo, los edificios, que rústicos, mansiones de ricos, de burgueses, de …

Eso me detiene en seco, algo descuidado, barroco a su estilo, una mansión más que llama mi atención, pero no como lo que mis pasos se encuentran al ir unos centímetro más allá, haciéndome acercar para acortar los metros que quedan. –Buenas noches, extraño – Bajo la farola, enciendo un cigarrillo, recargándome sobre esta misma, mirando a quien esta ahí, peculiar, encuentro, noche diferente. Ojala me esté equivocando, musite a mis adentros, recordando algo gracioso, sin subir aun la vista concentrándome en el humo, guiándome por sus amorfas figuras hasta la luz artificial.

El cigarrillo quedó sobre la nieve apagándose rápidamente debido al estúpido descuido de mis dedos incluso si me hubiese ‘quemado’ es que no lo hubiese sentido pues toda mi atención estaba sobre aquel ‘extraño’ y es que al observarlo sonreír me había dejado paralizado era la primera vez que aquello sucedía. Dediqué una sonrisa ante su saludo pero no era igual de cálida realmente no podía quitar la vista de su rostro porque era realmente hermoso, el color de sus pupilas que se traducía en un verde claro y lo grande que se mostraban, sus facciones en general el cabello medio largo moviéndose con las ventiscas no pude evitarlo mi cuerpo había reaccionado reduciendo la distancia entre ambos.  

-En cambio a mí me gustaría olvidar todos mis recuerdos de estar eternidad por un momento. –El susurró se hizo tenue en mis labios, no es que fuese metiche es que aquella necesidad de sacar platica me había orillado a ello. Observé su rostro y me coloqué a su lado mis manos permanecían en los bolsillos de aquel abrigo.

¿Qué más podía decirle? Había interrumpido un momento íntimo y además me negaba a dejarle no sin intentar algo como ¿conocerle? Si, algo así. Le observaba sin pena ni vergüenza simplemente no podía dejar de hacerlo. –Lamento haber interrumpido, Monsieur. –En realidad no. –Encontrar a alguien en medio de la nevada me es interesante. –Y me di cuenta de aquello de esas dos cosas interesantes.

La nieve seguía cayendo y el abrigo se volvía un poco pesado, el cabello se humedecía –Solo pensé que quería un poco de compañía, quizás me equivoque. –Quizás era yo quien necesitaba de algo como eso pero no podía dejar de mirarle se me había figurado como un gato abandonado. –Por cierto, Asagi Dunkelheit, a sus órdenes si eso le puede servir… por ahora. –Ese tonó llenó de coquetería había salido de lo mas natural y solo fue una breve reverencia había dudado pensando en tomar su mano y besar su dorso.

La forma en la que había susurrado mi nombre con ese acento se me había hecho tan sensual y me quedé con las ganas de comentarle aquello pero me lo reserve para mis pensamientos. No solo él, mi cuerpo reacciono quedando a milímetros de su presencia me incline sobre su oído como si lo que fuese a decir se tornara peligroso pero fue ahí donde me capturo aquel aroma que inundaba mis fosas nasales y era de verdad demasiado penetrante pero no empalagosa, el floral aroma calzaba bien con la persona tenía ese frescor, esa pureza como la primavera quizás… algo inimaginable pero bien sabía de dónde provenía, gardenias y sin pensarlo en mi mente apareció una gardenia azul. –El placer es todo mío. –Esa forma de susurrarle parecía ser natural en realidad no pensaba demasiado pero ¿quién podía si existía una tensión así? su nombre era corto pero tenía algo que no comprendía un toque extraño se podría decir que misterioso también.

-Entonces seré su acompañante esta noche. –Me aleje un poco sin dejarle de ver a los ojos, estaba tan distraído que apenas noté el hacía lo mismo o quizás solo era una simple equivocación. –Y como tal me tiene a sus servicios. –Sonreí de lado sin dejar de verle y clavar esa mirada con cierto interés. –Quizás deberíamos ir a otro lado, ¿no le parece? –Y eso ultimo había sido susurrado tan cerca de su oído tanto que mis labios había rozado su pálida piel eso era lo que quería in darme cuenta solo deseaba una cosa.

Retrocedí varios pasos sin dejar de verle pero tuve que desviar la mirada a la casa, esa estructura que me parecía hermosa y atrayente de las pocas cosas que se me olvidarían. –Puedo complacerle de todas las formas posibles. –Fue un susurró tan débil pero era seguro que él lo escucharía y no me atreví a verle el evitar su rostro me ponía mas tentadora la situación.

Parecía un mosquito atraído por la luz de una farola pero no le importaba, esas sensaciones parecían intensificarse al solo estar ahí parados como si tuviese una enorme necesidad de estar con él en la intimidad, quería descubrir el sabor de sus besos, de su piel, escuchar sus gemidos saliendo de esos labios tan tentadores a los cuales se había resistido a besar pero que deseaba besar con locura, recorrer lentamente cada rincón de su ser, estar imaginando aquello ya lo ponía de un humor poco sugerente.

¿Qué demonios tenía aquel vampiro para tenerlo bajo encandilamiento? Era extraño pero aun así deseaba descubrirlo. Ese cinismo seductor del otro le prendía aún mas. Devolvió la mirada al sujeto mientras se acercaba mas para tomar su rostro con delicadeza y acercar el suyo al ajeno sin dejarle de mirar. –No tiene idea de las cosas que puedo llegar a hacerle con este par de manos. –Ese tonó engerido y seductor se le había salido tan natural, sintió que una especie de bestia le poseía y es que deseaba arrancarle las ropas y joderlo con rudeza ahí mismo bajo la nieve.

Acercó sus labios a los ajenos apenas rozándolos y le soltó rápidamente para volver a su postura inicial. –Qué te parece ese edificio? –Quién sabe porque pero le parecía correcto, entrar a ese mansión que le había guiado hasta ahí y no es que fuese un lujo mas bien parecía una especie de casa embrujada. Estaba un poco ansioso, solo quería llevar al otro dentro y desnudarlo.

Aquel sujeto le hacía sentirse necesitado como nunca antes lo había estado y era de alguna forma curiosa. Las sensaciones que podía llegar a sentir no le eran desconocidas y deberían serlo porque jamás le había visto y una situación así no la había encontrado en Paris. En el momento que estuvo cerca de él sentía algo familiar, podía equivocarse y confundirlo con alguien más. Le parecía alguien sumamente femenino quizás era eso, quizás pero el brillo en sus ojos, ese color miel era único.

Enarcó una ceja con asombro cuando aquel dijo aquello. Sonrío, no parecía su estilo pero de alguna forma parecía que calzaban bien en ese momento, observó los jardines con distracción hasta que observó la mano del otro, no dijo nada, le pareció algo peculiar ya que nunca nadie se había atrevido a hacer tal cosa, le sorprendió lo pequeña que era y apretó aquella mano para avanzar con lentitud hasta la puerta principal. Se iba distrayendo con la vista a su alrededor parecía cuidada pero habitada hace poco y aquello le daba mas curiosidad.

Se detuvo al estar frente a esas imponentes puertas. Sonrío y le jaló para ponerle frente a él cubriéndole bien con su silueta, se acercó y se inclinó para estar a su altura, deslizo su mano sobre su mejilla sin dejarle de ver, le arrincono contra la puerta y deslizo sus labios sobre los ajenos. –Entremos entonces. –Murmuró mordiendo apenas su labio inferior, se quedó sobre sus labios sin soltar su mano deseaba ser guiado hasta su lecho y hacerle el amor, tomarlo y hacerlo suyo con desesperación.

Aquello le tenía ansioso como nunca lo había estado y no se explicaba el porqué. Sonrío cuando notó que abría la puerta y es que si no se apresuraba terminaría por tomarlo en el lugar. Sintió el tacto ajeno sobre su piel como si aquello fuese familiar, era extraño porque no dejaba que nadie se tomase tanta familiaridad con él. Es mas, su actitud y expresiones hacían que las personas le hablaran a metros de distancia pero en ese caso molestarse no era una opción y dejó que aquel sujeto hiciera lo que quisiera.

A penas había avanzado un poco cuando aquel besó le hizo cerrar los parpados dejándose llevar y la sensación le hizo creer que había sido un beso mas largo pero apenas se separo supo que deseaba mas. Se puso firme en cuanto aquello termino y comenzó a divagar en sus pensamientos mientras avanzaba –Con permiso. –Murmuró sin saber que mas decir, solo admiraba aquellas pinturas y muebles que de alguna forma parecían curiosas. No podía concentrarse realmente y no quería verlo directamente o lo tomaría ahí mismo en ese pasillo. –Un lugar precioso. –Murmuró caminando como si conociera la mansión pero no sabía bien por donde se dirigía.

Se acercó al otro tomando a penas su mano esperando a que le llevase por la dirección correcta mientras admiraba la araña en el techo y observaba cada pieza de arte bien colocada decorando el rincón aunque realmente ahora no le importaba cuando él era una persona interesada en los mas mínimos detalles pero ahora solo quería examinar una sola cosa.

Lo jaló y le puso frente a él para poder inclinarse sobre su cuello y aspirar ese peculiar aroma que de alguna forma se le hacía familiar. –Dime por donde seguir. –El tonó de su voz había cambiado a uno mas seductor.

De pronto se encontraba subiendo aquellos escalones y su vista se concentraba en el esbelto cuerpo de quien le guiaba. Jamás había apreciado el cuerpo de alguien como si fuese una pieza genuina de arte y ahora simplemente no podía quitarle la vista de encima. Las telas eran abultadas sobre su acompañante pero aun así juraba que había algo mas atractivo debajo de ello. Tuvo que morderse los labios mientras aquel no le observaba pues esas ganas de arrancarle las prendas le iban dominando. Solo quería llegar a esa habitación y cumplir sus deseos.

Observó por un instante la habitación, simple y elegante, parecía completamente preparada para ellos, en completa oscuridad y ese ventanal sin cortinas que dejaban entrar la tenue luz de la luna, podía observar en las sombras la forma en la que la nieve caía.

El suspiro de su compañero le saco de sus pensamientos llevándole directamente al deseo. Sonrío y se acercó para tomar su rostro entre sus manos. Era hermoso, su piel tersa y nívea, aparto esos cabellos para poder apreciarle mejor tan solo con tenerle de esa manera sentía una inquietud profunda y al clavar la mirada con la ajena un sentimiento extraño se apodero de él.

Se inclinó lentamente al rostro ajeno mientras sus pulgares paseaban por aquellos carnosos labios, tenía ganas de fundirse con él en un beso desesperado y llenó de lujuria. Se acercó lentamente y le besó primero con lentitud mientras le guiaba a paso lento hacía la cama, sus manos desesperadamente comenzaron a deshacerse del abrigo. Ese beso se volvió mas profundo, sentía sus labios reclamarle con mas ganas, su cuerpo apretarse contra el ajeno mientras arrancaba los botones con una de sus uñas. Inconscientemente comenzaba a restregarse con sus caderas aun sin llegar a la cama ¿Qué diablos sucedía con él? era como si esas manos conocieran aquella silueta.

Podía sentir calor, calor en aquellos dedos tocando su piel y le parecía tan extraño, negó con la cabeza y suspiró al ponerle en la cama viéndole fijamente con el torso descubierto y con las pupilas llenas de deseo. Soltó un ligero gruñido y se apodero de su labio inferior mientras recorría aquella piel pálida y tersa. Se separó lentamente y comenzó a besar su desnuda piel succionándola de vez en cuando mientras sus pulgares jugaban con aquellas tetillas. Se detuvo al llegar al borde incorporándose para poder verle. Clavo sus pupilas azules en aquellas de un color más claro quería saber quién era, quería preguntarle tantas cosas pero aun podía sentir el calor que había dejado en él al haberle tocado así.

Dejó caer al abrigo junto con la camisa por ahí sin dejar de verle. Esa persona, ¿era humano? No, sabía que no pero sentía su tacto cálido y su mirada viva sobre él. Regresó a sus labios mientras le estimulaba sobre la tela sintiendo aquel miembro entre ellas. Deseaba arrancarle las prendas, hacerlas girones y a su vez ir lento. Bajó por su cuello con suaves besos, sus dedos delinearon la curva de su cuello hasta su garganta mientras besaba su barbilla sin dejarle de ver. Dejó que sus colmillos se deslizaran sobre su piel haciendo pequeños cortes solo para grabar el perfume de su sangre pero aquello fue como abrir una caja de pandora, ese olor ¿dónde lo había percibido? Negó alejándose viéndole dubitativo por un momento antes de bajar sobre su abdomen y morder su miembro sobre las telas, apretaba con sus labios hasta que no pudo mas.

Tomó aquellas telas y comenzó a desgarrarlas con los dientes mientras sus manos ayudaban a quitarlas por completo, no le importaba solo quería hacerle el amor, quería saber porque se sentía tan deseoso, nervioso y algo temeroso pero también deseaba disfrutar de aquello, se le quedó viendo mientras sus dientes rasgaban las telas y sus manos la apartaban hasta dejarle completamente desnudo.

Sí se encontraba tan descontrolado y lleno de deseo era culpa de aquel ser. Le resultaba increíble cómo le había puesto con esos simples gestos, sin llegar a ser vulgar. Podía sentir su miembro duro entre las telas. Suspiró acariciándole con sus dedos en su interior. Deseaba hacerle sentir más. Deseaba morder su cuello y succionar su sangre, pero eso ya sería tomarse demasiadas libertades.

Sacó sus dedos del interior de otro y los lamió mientras le veía de reojo. –Tan sensual. –Comentó en un suave murmullo. Tras un momento deslizó su otra mano sobre su miembro y le acarició mientras se inclinaba sobre su cuerpo para lamer sus labios. Los deseaba. Se le hacían demasiado sensuales y solo pensaba en besarle.

Se separó de su cuerpo recordando aquellos deseos que le había expresado. –Y yo quiero hacerte mío. –Jadeó sobre sus labios sintiendo que si seguía así llegaría al clímax sin haberle tocado.

De él emanaba un suave aroma como el de la tierra mojada y flores de lavanda. No podía describirlo solo se dejó llevar. Tras un momento de estarle acariciando y hundir su nariz sobre sus castaños cabellos se separó para sacar su miembro y acercarlo a aquella entrada empujándose suavemente. Eso le parecía tan excitante pero también un acto desesperado por querer estar totalmente dentro. Solo deseaba placer, quería tenerle completamente para él y escucharlo gemir.

Se enderezó para poder empujar mas la pelvis contra las caderas ajenas y hacer que su miembro entrara poco a poco. Era tan estrecho y eso se sentía delicioso, casi como si fuera alguien virgen. Ahora podía entender cierta desesperación de parte del otro. -¿Hace cuánto no te tocan? –Preguntó de forma libidinosa mientras lamía su lóbulo y le besaba lentamente la piel. –No me digas que soy el primero. –Gruñó a la vez que soltaba un jadeó de puro placer al sentirse completamente dentro.