AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
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Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
Recuerdo del primer mensaje :
Era un sábado por la mañana, se podría decir que un sábado como muchos otros, pero para Bethlem no era algo más que eso, para él era un sábado muy especial. Aquel sábado, el chico iba a dar una clase,no una clase cualquiera, si no una clase que iba dirigida a Beatrice, la mujer en la que no podía dejar de pensar continuamente. En el fondo Bethlem no lo tomaba como tal, se lo tomaba como dos personas que quedaban para tocar juntos, dos personas muy compenetradas que se entendían como si llevasen toda la vida viéndose.
Generalmente el chico no se preocupaba por su aspecto, le molestaba tener que arreglarse para ciertos eventos sociales, y esas cosas a las que le daba tanta pereza asistir, pero en esta ocasión, por una vez, le preocupaba su imagen, quería tener un buen aspecto, por lo que cogió su mejor traje y se vistió apresurado. Realmente no llegaba tarde, de hecho iba a llegar excesivamente pronto, pero estaba demasiado nervioso como para hacer tiempo en su casa, necesitaba relajarse, por lo que seguramente iría caminando, nada como un buen paseo para despejarse.
Bethlem salió de casa, no sin antes coger una pequeña sorpresa que tenía para la chica, y por supuesto evitó encontrarse con su maestro, que ahora que sabía lo de Beatrice estaba realmente pesado con él. Le tenía un gran aprecio, al fin y al cabo era como un padre para él, pero la convivencia con él era un tanto difícil en algunas ocasiones. Con paso ligero empezó a caminar hacia el teatro. Tenía gracia, la familia de Beatrice tenía contactos, y les habían reservado la sala del teatro para dar la clase. El chico se preguntó cuantos hilos habrían tenido que mover... O quizá simplemente habían ido allí y lo habían hecho, por lo que había visto en la casa de la chica tenían buenos instrumentos, a lo mejor alguna vez habían hecho negocios con el teatro y les debían un favor o algo por el estilo. De todas maneras, eran cosas que quedaban por encima del entendimiento del joven, su mente estaba hecha para la música y para pocas cosas más, jamás había sido un hombre de negocios.
Finalmente llegó al teatro, el mismo teatro en el que había conocido a Beatrice, y que le traía muy gratos recuerdos de la noche que vivieron juntos. Sabía que llegaba con bastante tiempo, así que con aire distraído se sentó en las escaleras que daban paso a la entrada principal. Realmente no aguantó mucho tiempo sentado, estaba demasiado agitado como para sentarse, así que se levantó y empezó a caminar de un lado a otro como quien tiene muchas preocupaciones en la cabeza.
Decidió que no podía estar así de nervioso, por lo que se paró de nuevo, sentándose otra vez en las escaleras y tomó aire profundamente varias veces expulsándolo poco a poco en un ejercicio de relajación que utilizaba cuando tocaba en algún concierto. Ahora que estaba más relajado observó el ambiente. Hacía un día precioso, el sol bañaba las aceras, aunque se escondía tímidamente de cuando en cuando entre algunas nubes que proporcionaban aire fresco al lugar. Era un día hermoso, perfecto para que los dos jóvenes volviesen a verse de nuevo.
Era un sábado por la mañana, se podría decir que un sábado como muchos otros, pero para Bethlem no era algo más que eso, para él era un sábado muy especial. Aquel sábado, el chico iba a dar una clase,no una clase cualquiera, si no una clase que iba dirigida a Beatrice, la mujer en la que no podía dejar de pensar continuamente. En el fondo Bethlem no lo tomaba como tal, se lo tomaba como dos personas que quedaban para tocar juntos, dos personas muy compenetradas que se entendían como si llevasen toda la vida viéndose.
Generalmente el chico no se preocupaba por su aspecto, le molestaba tener que arreglarse para ciertos eventos sociales, y esas cosas a las que le daba tanta pereza asistir, pero en esta ocasión, por una vez, le preocupaba su imagen, quería tener un buen aspecto, por lo que cogió su mejor traje y se vistió apresurado. Realmente no llegaba tarde, de hecho iba a llegar excesivamente pronto, pero estaba demasiado nervioso como para hacer tiempo en su casa, necesitaba relajarse, por lo que seguramente iría caminando, nada como un buen paseo para despejarse.
Bethlem salió de casa, no sin antes coger una pequeña sorpresa que tenía para la chica, y por supuesto evitó encontrarse con su maestro, que ahora que sabía lo de Beatrice estaba realmente pesado con él. Le tenía un gran aprecio, al fin y al cabo era como un padre para él, pero la convivencia con él era un tanto difícil en algunas ocasiones. Con paso ligero empezó a caminar hacia el teatro. Tenía gracia, la familia de Beatrice tenía contactos, y les habían reservado la sala del teatro para dar la clase. El chico se preguntó cuantos hilos habrían tenido que mover... O quizá simplemente habían ido allí y lo habían hecho, por lo que había visto en la casa de la chica tenían buenos instrumentos, a lo mejor alguna vez habían hecho negocios con el teatro y les debían un favor o algo por el estilo. De todas maneras, eran cosas que quedaban por encima del entendimiento del joven, su mente estaba hecha para la música y para pocas cosas más, jamás había sido un hombre de negocios.
Finalmente llegó al teatro, el mismo teatro en el que había conocido a Beatrice, y que le traía muy gratos recuerdos de la noche que vivieron juntos. Sabía que llegaba con bastante tiempo, así que con aire distraído se sentó en las escaleras que daban paso a la entrada principal. Realmente no aguantó mucho tiempo sentado, estaba demasiado agitado como para sentarse, así que se levantó y empezó a caminar de un lado a otro como quien tiene muchas preocupaciones en la cabeza.
Decidió que no podía estar así de nervioso, por lo que se paró de nuevo, sentándose otra vez en las escaleras y tomó aire profundamente varias veces expulsándolo poco a poco en un ejercicio de relajación que utilizaba cuando tocaba en algún concierto. Ahora que estaba más relajado observó el ambiente. Hacía un día precioso, el sol bañaba las aceras, aunque se escondía tímidamente de cuando en cuando entre algunas nubes que proporcionaban aire fresco al lugar. Era un día hermoso, perfecto para que los dos jóvenes volviesen a verse de nuevo.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/04/2015
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Re: Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
El joven empezó a manipular el violín mientras sentía que Beatrice se cogía de su brazo y observaba con mirada curiosa. El chico la miró por el rabillo del ojo y sonrió complacido, le pareció un gesto adorable... Por lo que decidió ir explicándole lo que iba haciendo.
-Mira, te voy a enseñar a ver si el puente está bien colocado..-Bethlem cogió firmemente el violín.-Tienes que mirar que siga la línea del mástil, por lo que la mejor manera de mirarlo es así.- El chico giró el violín y se lo acercó a la altura de los ojos, mirando desde el clavijero, de manera que podía ver cómo estaba el puente.- Se ha descolocado un poquito, mira.-El chico acercó el violín al rostro de la joven para que pudiese ver como él que el puente se había movido hacia la derecha.-Pero no te preocupes, no es nada grave, cuando pasa esto sólo tienes que moverlo un poco con los dedos.- Bethlem se apoyó la parte de abajo del violín en el pecho y movió suavemente el puente recolocándolo. Con aire desenvuelto volvió a mirar por si había quedado mal, pero vio que estaba perfecto.- Así es como tiene que estar.-Volvió a acercarle a la chica el instrumento. Bethlem miró a Beatrice unos instantes, pensando en lo hermosa que era, y en cómo se le habían iluminado los ojos con tan sólo hablar sobre su violín.
-Una última cosa que debes saber, es dónde está el alma del instrumento.-Bethlem sonrió, le parecía precioso que alguien alguna vez hubiese decidido ponerle ese nombre.-Mira por aquí.- El chico señaló la f derecha del violín, que era donde se situaba el alma, sujeta por las dos tapas.- Ese palito de madera tan fino, y que parece tan frágil, es lo que hace que tu violín suene.- El chico lo miró durante unos instantes.-Siempre me ha sorprendido porque se sostiene por si solo... Realmente es por la presión que hacen las tapas del violín, pero a mi me gusta pensar que tiene un toque mágico.-Bethlem volvió a mirar a Beatrice, siando ahora él el que tenía un brillo especial en los ojos, cuando hablaba de aquellas cosas se emocionaba mucho.
-Mira, te voy a enseñar a ver si el puente está bien colocado..-Bethlem cogió firmemente el violín.-Tienes que mirar que siga la línea del mástil, por lo que la mejor manera de mirarlo es así.- El chico giró el violín y se lo acercó a la altura de los ojos, mirando desde el clavijero, de manera que podía ver cómo estaba el puente.- Se ha descolocado un poquito, mira.-El chico acercó el violín al rostro de la joven para que pudiese ver como él que el puente se había movido hacia la derecha.-Pero no te preocupes, no es nada grave, cuando pasa esto sólo tienes que moverlo un poco con los dedos.- Bethlem se apoyó la parte de abajo del violín en el pecho y movió suavemente el puente recolocándolo. Con aire desenvuelto volvió a mirar por si había quedado mal, pero vio que estaba perfecto.- Así es como tiene que estar.-Volvió a acercarle a la chica el instrumento. Bethlem miró a Beatrice unos instantes, pensando en lo hermosa que era, y en cómo se le habían iluminado los ojos con tan sólo hablar sobre su violín.
-Una última cosa que debes saber, es dónde está el alma del instrumento.-Bethlem sonrió, le parecía precioso que alguien alguna vez hubiese decidido ponerle ese nombre.-Mira por aquí.- El chico señaló la f derecha del violín, que era donde se situaba el alma, sujeta por las dos tapas.- Ese palito de madera tan fino, y que parece tan frágil, es lo que hace que tu violín suene.- El chico lo miró durante unos instantes.-Siempre me ha sorprendido porque se sostiene por si solo... Realmente es por la presión que hacen las tapas del violín, pero a mi me gusta pensar que tiene un toque mágico.-Bethlem volvió a mirar a Beatrice, siando ahora él el que tenía un brillo especial en los ojos, cuando hablaba de aquellas cosas se emocionaba mucho.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/04/2015
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Re: Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
Completamente atenta, observó como el chico manipulaba el violín dandole explicaciones claras y concisas que ella poco lograba comprender. Aunque era una laumna atenta, le costaba entender cosas prácticas, estaba más acostumbrada a los libros. Intentando no ponerse nerviosa con la cercanía del chico, pensando que era un simple profesor, intentó ver lo que el veía, pero no lograba ignorar quien era ni como hacía que se le acelerase el pulso.
Aun intentando evitarlo, cada vez que él se acercaba dejaba de escuchar sus palabras oyendo unicament esu propio corazón, preguntandose , avergonzada, si el también lo oiría, Respiro hondo cuando el se alejó y lo miró ensimismada, prestando atención a lo que le contaba acerca del alma del violín, que, para él era algo que tenía magia.
Beatrice sonrió con la dulzura del chico, pensando que, para ella, todo tenía magia cuando el estaba implicado. Ese pensamiento que se había escapado de algún lado sin que ella lo pretendiese se quedó guardado en sus mejillas teñidas de rosa. y salió con unas palabras diferentes pero que, en el fondo eran lo mismo:
- La música tiene magia.- Dijo logrando guardarse un tú, que su lengua había querido poner por voluntad propia delante de música.
Abrazó su violín para lograr controlar sus brazos, después de la posesión, con la que había estado bastante asustada, necesitaba un abrazo, pero no se sentía capaz de darlo o pedirlo, ya que el fantasma ya se había ocupado de que no faltase el contacto físico entre ambos jovenes, así que s eveía obligada a abrazarse a su violín para no ponerse a temblar. La charla la había calmado, pero no lograba quitarse de la cabeza lo sucedido, y, pasado el shock, quedaba el susto de sentirse tan vulnerable ante lo sobrenatural.
Aun intentando evitarlo, cada vez que él se acercaba dejaba de escuchar sus palabras oyendo unicament esu propio corazón, preguntandose , avergonzada, si el también lo oiría, Respiro hondo cuando el se alejó y lo miró ensimismada, prestando atención a lo que le contaba acerca del alma del violín, que, para él era algo que tenía magia.
Beatrice sonrió con la dulzura del chico, pensando que, para ella, todo tenía magia cuando el estaba implicado. Ese pensamiento que se había escapado de algún lado sin que ella lo pretendiese se quedó guardado en sus mejillas teñidas de rosa. y salió con unas palabras diferentes pero que, en el fondo eran lo mismo:
- La música tiene magia.- Dijo logrando guardarse un tú, que su lengua había querido poner por voluntad propia delante de música.
Abrazó su violín para lograr controlar sus brazos, después de la posesión, con la que había estado bastante asustada, necesitaba un abrazo, pero no se sentía capaz de darlo o pedirlo, ya que el fantasma ya se había ocupado de que no faltase el contacto físico entre ambos jovenes, así que s eveía obligada a abrazarse a su violín para no ponerse a temblar. La charla la había calmado, pero no lograba quitarse de la cabeza lo sucedido, y, pasado el shock, quedaba el susto de sentirse tan vulnerable ante lo sobrenatural.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/04/2015
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Re: Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
El chico la miró y no pudo hacer más que sonreír, le daba la impresión de que a pesar de todo, Beatrice no había acabado de escucharle. De cualquier otra persona le podría haber molestado, pero de ella no, en cierto modo sentía que a él le podría pasar lo mismo en cualquier momento, era fácil perderse en ese azul intenso que sin duda, observaba el mundo desde un punto de vista muy diferente al de la gente "normal". ¿Aunque qué era normal realmente? Si eran aquellas personas de clase alta que sólo se interesaban por las apariencias...El joven podía decir que prefería lo diferente sin dudarlo.
Se fijó en la dulce sonrisa de la joven, esa sonrisa que le dejaba sin palabras cada vez que la miraba. Al menos parecía que durante unos instantes había olvidado la escena anterior, aunque no tardó en recordarla. Era lógico que se sintiese incómoda. ¿Habría estado alguna vez con un hombre?. El beso que se dieron una semana atrás... ¿Habría sido el primero?. Bethlem sentía curiosidad por saber aquellas cosas, pero no era el momento de preguntar, y quizá jamás lo haría si ella no se lo contaba, después de todo, ella había decidido respetarle, y él no tenía ninguna duda de que haría exactamente lo mismo.
Bethlem le dio su violín a la joven, que se abrazó a él como si eso fuese lo que más le reconfortaba en el mundo, pero entonces sintió unas ganas tremendas de abrazarla... Aunque le daba miedo que ella pudiese sentirse agobiada, o simplemente no quisiese el abrazo, o que la incomodase.
-Beatrice... Puedo... ¿Puedo darte un abrazo?.-Preguntó con cierta timidez agachando la cabeza, sentía unas ganas muy fuertes de abrazarla, pensaba que igual quella era una manera de hacerla sentir mejor.
Se fijó en la dulce sonrisa de la joven, esa sonrisa que le dejaba sin palabras cada vez que la miraba. Al menos parecía que durante unos instantes había olvidado la escena anterior, aunque no tardó en recordarla. Era lógico que se sintiese incómoda. ¿Habría estado alguna vez con un hombre?. El beso que se dieron una semana atrás... ¿Habría sido el primero?. Bethlem sentía curiosidad por saber aquellas cosas, pero no era el momento de preguntar, y quizá jamás lo haría si ella no se lo contaba, después de todo, ella había decidido respetarle, y él no tenía ninguna duda de que haría exactamente lo mismo.
Bethlem le dio su violín a la joven, que se abrazó a él como si eso fuese lo que más le reconfortaba en el mundo, pero entonces sintió unas ganas tremendas de abrazarla... Aunque le daba miedo que ella pudiese sentirse agobiada, o simplemente no quisiese el abrazo, o que la incomodase.
-Beatrice... Puedo... ¿Puedo darte un abrazo?.-Preguntó con cierta timidez agachando la cabeza, sentía unas ganas muy fuertes de abrazarla, pensaba que igual quella era una manera de hacerla sentir mejor.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
La voz del chico la hizo levantar la cabeza, ¿había escuchado bien? Alzó la cabeza sonrojada, curiosa por ver la cara del chico, que estaba agachada, sin mirarla. Dudó un momento, moridiendose los labios, dejó con cuidado el violín sobre la banqueta y, con ojos cerrados y mejillas rojas, dio unos pasos rápidos hasta acabar con la cara oculta en el pecho del joven y las manos a los lados de su propia cabeza.
Definitivamente necesitaba el abrazo. Se sentía tan avergonzada, nunca había hecho lo que el fantasma había hecho con su cuerpo, aunque soliese parecer madura, seguía siendo una niña inexperta que sabía mucho sobre libros, sobre normas, sobre cuentas e idiomas, pero nada sobre relaciones humanas. La soledad había acompañado a la chica en todas las etapas de su vida, sabía que los empleados de la casa la querían como a una hija, que sus padres la estimaban de forma única, pero a parte de eso y las relaciones de falsedad, frialdad y sonrisas falsas que había mantenido por el bien de sus padres, no sabía más.
Por eso, el mero hecho de estar junto a Bethlem, tan dulce, respetuoso, cálido, amable, dulce, valiente, y encantador, la hacía sentir desconcertada, era tan diferente de todos a quien había conocido, tan especial que su corazón se aceleraba, su respiración se quedaba enganchada en su garganta, y sus mejillas se volvían de color. Esperaba que lo que acababa de hacer no hiciera que el chico pensara que era una descarada, jamas, jamás había hecho algo así. Incluso, antes de conocer a Bethlem, solía molestarle el contacto físico, es má, seguía molestandole, pero no el del joven, cuando el estaba cerca no se sentía incomoda, solo nerviosa, muy nerviosa. ¿Pensaría mal de ella por haberse lanzado a abrazarlo? No se atrevía ni a mirarlo por miedo a lo que podría expresar la cara del joven.
Definitivamente necesitaba el abrazo. Se sentía tan avergonzada, nunca había hecho lo que el fantasma había hecho con su cuerpo, aunque soliese parecer madura, seguía siendo una niña inexperta que sabía mucho sobre libros, sobre normas, sobre cuentas e idiomas, pero nada sobre relaciones humanas. La soledad había acompañado a la chica en todas las etapas de su vida, sabía que los empleados de la casa la querían como a una hija, que sus padres la estimaban de forma única, pero a parte de eso y las relaciones de falsedad, frialdad y sonrisas falsas que había mantenido por el bien de sus padres, no sabía más.
Por eso, el mero hecho de estar junto a Bethlem, tan dulce, respetuoso, cálido, amable, dulce, valiente, y encantador, la hacía sentir desconcertada, era tan diferente de todos a quien había conocido, tan especial que su corazón se aceleraba, su respiración se quedaba enganchada en su garganta, y sus mejillas se volvían de color. Esperaba que lo que acababa de hacer no hiciera que el chico pensara que era una descarada, jamas, jamás había hecho algo así. Incluso, antes de conocer a Bethlem, solía molestarle el contacto físico, es má, seguía molestandole, pero no el del joven, cuando el estaba cerca no se sentía incomoda, solo nerviosa, muy nerviosa. ¿Pensaría mal de ella por haberse lanzado a abrazarlo? No se atrevía ni a mirarlo por miedo a lo que podría expresar la cara del joven.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
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Re: Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
El joven se sorprendió al sentir que era Beatrice la que posaba suavemente el violín sobre la banqueta del piano y con pasos rápidos se abrazaba al chico, hundiendo el rostro en su pecho. Bethlem la rodeó con los brazos y la apretó contra si con suavidad pero con firmeza. El compositor apoyó suavemente sus labios sobre al cabeza de la joven, era algo que no podía evitar. Cerró los ojos, sintiendo la respiración de Beatrice sobre su pecho, sintiendo cómo aquella respiración hacía latir más fuerte su corazón. Al mismo tiempo infló sus pulmones al máximo, disfrutando del aroma aflorado que desprendía su cabello.
El chico no sabía cuánto tiempo iban a estar abrazados, sólo sabía que no quería alejarse de Beatrice. Suavemente acarició la espalda de la joven, sin pasar de la cintura, tratando de reconfortarla. ¿Se sentiría bien por aquel gesto?, el joven jamás había tenido dudas respecto a cómo mostrar cariño, pero con Beatrice era diferente, le preocupaba que pudiese sentirse incómoda con él, o molesta. Le preocupaba que se sintiese bien, y estaba claro que momentos antes no debió estar muy a gusto.
Bethlem seguía pensando en aquel abrazo que quería que fuese interminable, pero había pasado algo de tiempo, y notó a la chica algo tensa. El joven se separó apenas unos centímetros de ella, apoyando suavemente sus manos en los brazos de Beatrice. Tras el abrazo estaba algo agachado, por lo que su rostro quedaba a escasos centímetros del de la chica. Bethlem alzó levemente la mirada, cruzándose con los ojos de ella... Aquellos ojos azules. Después sin pretenderlo, los ojos del chico bajaron un poco, fijándose ahora en los labios. Bethlem se mordió suavemente el labio inferior, tenía ganas de besarla, el pequeño beso que se habían dado días atrás había sido corto, pero lo bastante largo como para quedarse en la memoria del joven. Había pensado muchas veces en aquel beso, quizá el más inocente que había dado jamás, y al mismo tiempo el que más tiempo había invadido sus recuerdos , el que más quería volver a sentir.
El chico no sabía cuánto tiempo iban a estar abrazados, sólo sabía que no quería alejarse de Beatrice. Suavemente acarició la espalda de la joven, sin pasar de la cintura, tratando de reconfortarla. ¿Se sentiría bien por aquel gesto?, el joven jamás había tenido dudas respecto a cómo mostrar cariño, pero con Beatrice era diferente, le preocupaba que pudiese sentirse incómoda con él, o molesta. Le preocupaba que se sintiese bien, y estaba claro que momentos antes no debió estar muy a gusto.
Bethlem seguía pensando en aquel abrazo que quería que fuese interminable, pero había pasado algo de tiempo, y notó a la chica algo tensa. El joven se separó apenas unos centímetros de ella, apoyando suavemente sus manos en los brazos de Beatrice. Tras el abrazo estaba algo agachado, por lo que su rostro quedaba a escasos centímetros del de la chica. Bethlem alzó levemente la mirada, cruzándose con los ojos de ella... Aquellos ojos azules. Después sin pretenderlo, los ojos del chico bajaron un poco, fijándose ahora en los labios. Bethlem se mordió suavemente el labio inferior, tenía ganas de besarla, el pequeño beso que se habían dado días atrás había sido corto, pero lo bastante largo como para quedarse en la memoria del joven. Había pensado muchas veces en aquel beso, quizá el más inocente que había dado jamás, y al mismo tiempo el que más tiempo había invadido sus recuerdos , el que más quería volver a sentir.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
Sintió los brazos del chico rodeandola y empezó a olvidar lo que había sucedido minutos antes con los fantasmas, era lo que provocaba el chico en ella, la hacía sentir segura, y, aunque acelaraba su corazón, en cierta forma, tranquila, como si a su lado no pudiera suceder nada malo, como si su mundo, tan tambaleante, tan frío y falso, se volviese firme, cálido, brillante y real, tal y como era el propio Bethlem. Era a penas la 3º vez que se veían, pero no podía evitar sentirse cercana a él, mucho más que de cualquiera, mucho más de lo que la razón le decía que debía, mucho más de lo que los modales se lo permitían.
Pero ya se sabe que, en temas del corazón, la razón queda desterrada y es el alma la que, desde otro plano, domina las acciones. Por esa misma razón, aunque posiblemente debieron pasar a penas unos segundos abrazados, a ella se le hicieron eternos, una eternidad detenida en el tiempo que le habría gustado que perdurase, tan lento y tan fugaz. Que su corazón, que hasta hacía poco parecía haberse acelerado y, detenido en un latido, volvía a resonar en sus oidos con compases rápidos, como si fueran golpes de tambor.
Allí entre los brazos del joven, las ideas se detenían en su cabeza y una sola relucía entre las demás, una frase que había leido miles de veces, en el mismo libro "El amor es intensidad y por esto es una distensión del tiempo: estira los minutos y los alarga como siglos." decía un autor anónimo. ¿Era eso lo que le sucedía? No lo sabía, y de momento, prefería no tener idea alguna, no quería ponerle nombre a algo que desconocía y que, tal vez, justo por no comprenderlo, era especial y hermoso. Los nombres tienen poder, y, como en sueño de una noche de verano, cuando llaman a Robin el duende con su verdadero nombre, haciendolo obedecer, bien pueden cambiar el rumbo de las cosas, los nombres modifican el mundo, lo trasnforman, pero Beatrice no quería cambiar lo que sentía por el chico y sospechaba que, si lo llamaba de algún modo, fuera el que fuera, todo cambiaría.
Estaba ensimismada en sus pensamientos, cuando el joven se separó de ella, y Beatrice sintió su mirada sobre si. Estaba aun nerviosa, y la repentina lejanía la hizo sentir triste moridiendose el labio, pensando en el abrazo del que acababan de separarse. Le habría gustado que durase más. ¿Estaría él molesto? alzó a mirada, preocupada y se acercó al chico poniendole una mano en su mejilla, con ojos lánguidos:
- Bethlem... lo siento... ¿te he molestado? Yo... perdona...- se disculpó agachando la cabeza, preocupada, no quería que él se molestara por su culpa, y mucho menos que se molestase con ella.
Le hacía sentir tantas cosas, la hacía ver el mundo de tantas formas, todo era más brillante con el cerca, y que se molestase oscurecía el brillo de en lo que se había convertido su mundo al conocer al chico. Empezó a retirar a mano con suavidad, agachando la cabeza, avergonzada y con mejillas rojas, no se extrañaría si el chico estuviera molesto con ella, seguramente se tomaba demasiadas confianzas...
Pero ya se sabe que, en temas del corazón, la razón queda desterrada y es el alma la que, desde otro plano, domina las acciones. Por esa misma razón, aunque posiblemente debieron pasar a penas unos segundos abrazados, a ella se le hicieron eternos, una eternidad detenida en el tiempo que le habría gustado que perdurase, tan lento y tan fugaz. Que su corazón, que hasta hacía poco parecía haberse acelerado y, detenido en un latido, volvía a resonar en sus oidos con compases rápidos, como si fueran golpes de tambor.
Allí entre los brazos del joven, las ideas se detenían en su cabeza y una sola relucía entre las demás, una frase que había leido miles de veces, en el mismo libro "El amor es intensidad y por esto es una distensión del tiempo: estira los minutos y los alarga como siglos." decía un autor anónimo. ¿Era eso lo que le sucedía? No lo sabía, y de momento, prefería no tener idea alguna, no quería ponerle nombre a algo que desconocía y que, tal vez, justo por no comprenderlo, era especial y hermoso. Los nombres tienen poder, y, como en sueño de una noche de verano, cuando llaman a Robin el duende con su verdadero nombre, haciendolo obedecer, bien pueden cambiar el rumbo de las cosas, los nombres modifican el mundo, lo trasnforman, pero Beatrice no quería cambiar lo que sentía por el chico y sospechaba que, si lo llamaba de algún modo, fuera el que fuera, todo cambiaría.
Estaba ensimismada en sus pensamientos, cuando el joven se separó de ella, y Beatrice sintió su mirada sobre si. Estaba aun nerviosa, y la repentina lejanía la hizo sentir triste moridiendose el labio, pensando en el abrazo del que acababan de separarse. Le habría gustado que durase más. ¿Estaría él molesto? alzó a mirada, preocupada y se acercó al chico poniendole una mano en su mejilla, con ojos lánguidos:
- Bethlem... lo siento... ¿te he molestado? Yo... perdona...- se disculpó agachando la cabeza, preocupada, no quería que él se molestara por su culpa, y mucho menos que se molestase con ella.
Le hacía sentir tantas cosas, la hacía ver el mundo de tantas formas, todo era más brillante con el cerca, y que se molestase oscurecía el brillo de en lo que se había convertido su mundo al conocer al chico. Empezó a retirar a mano con suavidad, agachando la cabeza, avergonzada y con mejillas rojas, no se extrañaría si el chico estuviera molesto con ella, seguramente se tomaba demasiadas confianzas...
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
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Re: Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
Bethlem observó a Beatrice tal aquel eterno y fugaz abrazo. La chica se mordió el brazo, como preguntándose el por qué de aquella repentina lejanía. En un acto reflejo Bethlem posó sus manos sobre la cintura de ella, como queriendo decirle que seguía allí, entonces sintió una mano cálida y suave posarse en su rostro. La sensación que sintió fue la de una gran calma que invadió al momento.
Ante la disculpa de Beatrice Bethlem no pudo más que negar con la cabeza, mientras en un gesto rápido posaba su mano sobre la de ella. No quería que la quitase de ahí, quería que la sensación cálida que invadía su mejilla se quedase allí.
-No me has molestado.-Dijo al fin en un susurro mirándola a los ojos.-De hecho creo que nada que viniese de tí podría molestarme.- Confesó perdiéndose en aquellos ojos azules.
El chico llevaba un rato sintiendo algo que no quería ignorar. De hecho no podía ignorarlo. Llevaba un buen rato pensando en lo mucho que deseaba besar aquellos labios, aquellos labios dulces que había tenido la oportunidad de besar una vez.
Bethlem, sin pensarlo dos veces, posó una de sus manos sobre la cintura de Beatrice con la intención de acercarla a él. Suavemente con la otra mano la cogió de la barbilla para poder mirarla durante un intenso instante a los ojos, como avisando de qué era lo que iba a hacer a continuación. El chico sintió cómo su corazón se aceleraba mientras miraba con cierto deseo los labios de Beatrice. Quería besarla con todas sus fuerzas, pero aún así no se atrevía por si aquello la hacía sentir incómoda de alguna manera.
Pasaron unos breves instantes, hasta que Bethlem por fin tomó la decisión. Suavemente juntó sus labios con los de ella, sintiendo de nuevo aquella sensación plena que le había invadido la última vez. La piel se le erizó, todos sus músculos se relajaron en un instante, manteniendo tan sólo una de sus manos en la cintura y la mano que antes sostenía la barbilla de la joven pasó a estar en su mejilla.
Ante la disculpa de Beatrice Bethlem no pudo más que negar con la cabeza, mientras en un gesto rápido posaba su mano sobre la de ella. No quería que la quitase de ahí, quería que la sensación cálida que invadía su mejilla se quedase allí.
-No me has molestado.-Dijo al fin en un susurro mirándola a los ojos.-De hecho creo que nada que viniese de tí podría molestarme.- Confesó perdiéndose en aquellos ojos azules.
El chico llevaba un rato sintiendo algo que no quería ignorar. De hecho no podía ignorarlo. Llevaba un buen rato pensando en lo mucho que deseaba besar aquellos labios, aquellos labios dulces que había tenido la oportunidad de besar una vez.
Bethlem, sin pensarlo dos veces, posó una de sus manos sobre la cintura de Beatrice con la intención de acercarla a él. Suavemente con la otra mano la cogió de la barbilla para poder mirarla durante un intenso instante a los ojos, como avisando de qué era lo que iba a hacer a continuación. El chico sintió cómo su corazón se aceleraba mientras miraba con cierto deseo los labios de Beatrice. Quería besarla con todas sus fuerzas, pero aún así no se atrevía por si aquello la hacía sentir incómoda de alguna manera.
Pasaron unos breves instantes, hasta que Bethlem por fin tomó la decisión. Suavemente juntó sus labios con los de ella, sintiendo de nuevo aquella sensación plena que le había invadido la última vez. La piel se le erizó, todos sus músculos se relajaron en un instante, manteniendo tan sólo una de sus manos en la cintura y la mano que antes sostenía la barbilla de la joven pasó a estar en su mejilla.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
El chico tomó su mano antes de que ella pudiera apartarla. Sorprendida, alzó los ojos para mirar a los del chico, que le devolvio una mirada dulce, y cálida que detuvo el pulso en el pecho de Beatrice. Un leve sonrojo subió a su piel marmolada cuando escuchó las palabras del compositor. Al notar las manos del chico en su cintura, y otra sosteniendo su mano, unido al alivio de saber que no le molestaban sus gestos, se quedó muda.
Era la primera vez en su vida que sentía tal alivio, tanta calma, como si después de eso, le importase poco, o nada, que el mundo se acabase. De pronto notó lo que le sucedía, mirar a los chicos al joven era como escuchar su pieza preferida, como bailar sin pasos marcados, como pintar un cuadro con las manos, era libertad, dulzura, pasión, era todo lo que a ella le había faltado durante toda su vida, lo que buscaba, que algo la hiciera temblar de emoción, que le causase espectativas, que le diese ganas de seguir viviendo por algo, y no por el mero hecho de vivir.
La chica siempre había sido una persona pasiva, que ignoraba al mundo, y lo veía como una mera espectadora que contempla una obra de teatro sin ser participe, como si esa cuarta pared invisible que separa a los actores del publico nunca se rompiera, pero ese chico, en a penas tres días, había roto esa cuarta pared a golpes, y esta se había roto cono un frágil cristal blanco, desapareciendo entre esquirlas de luz que la habían herido con su brillo, deformando el puzzle, creando un laberinto, un laberinto que ella quería recorrer, ya había tomado la mano que el chico, actor de la vida, le tendía para subir al escenario. Era momento de hacerse actriz, actriz de si misma.
Esos pensamientos aunados en a penas un instante, colapsaron a la vez, cuando el compositor la acercó hacia él y alzó su barbilla con suavidad poniendo su dedo indice bajo su barbilla. La respiracion de la chica le tembló mientras, casi sin darse cuenta, empezaba a ponerse de puntillas. Los ojos del joven la tenían hipnotizada, tan azules, tan claros, tan brillantes y sinceros... Estuvieron a escasos milimetros durante unos instantes, unos instantes eternos y fugaces que, de algun modo, la conectaban más a él que el mismo beso. Era como un preludio, suave, ligeramente irritante por estar tan cerca y tan lejos, dulce, ese momento que una vez pasa, no se recupera, ese instante que siempre queda en la memoria, más profundamente enterrado que el propio beso.
Con las mejillas teñidas de rosa profundo, finalmente, se cerró la distancia, con ojos cerrados, regresó esa sensación cálida en el pecho, ese sentimiento de que el corazón iba a estallarle, la cabeza embotada, los labios tibios la cercania, un sentimiento de plenitud, semejante a... a nada, era imposible, simplemente, se cerraba el circulo. Era sencillamente como si esos labios, esos brazos y esas caricias hubieran debido estar sobre ella toda su vida. y que, si no hubiera encontrado a Bethlem, lo hubiera estado buscando eternamente.
Se separó con suavidad, y, en lugar de, simplemente retirarse, subió un poco más y beso la mejilla del chico para, despues, ponerse sobre sus pies, con una mano sobre los labios y, la otra, sobre el corazón del chico, que parecí latir acelerado, pero, posiblemente, fuera el de la joven. ¿Qué debería decir en ese momento? Se sentía completamente muda, las mejillas, ardiendo, la piel erizada y los labios, era como si le picasen, añorando el contacto de los del chico. ¿Estaría bien eso? ¿Sería adecuado? Si alguien se enterase, ¿sería escandaloso? Probablemente, pero no podía evitar lo que sentía, lo que la llevaba a esos impulsos, lo que la hacía actuar como una niña, como una loca, como una persona y no una cuerpo sin alma. No podía, ni quería, evitar los latidos de su corazón, que la llamaba a gritos de felicidad cada vez que estaba junto a Bethlem.
Era la primera vez en su vida que sentía tal alivio, tanta calma, como si después de eso, le importase poco, o nada, que el mundo se acabase. De pronto notó lo que le sucedía, mirar a los chicos al joven era como escuchar su pieza preferida, como bailar sin pasos marcados, como pintar un cuadro con las manos, era libertad, dulzura, pasión, era todo lo que a ella le había faltado durante toda su vida, lo que buscaba, que algo la hiciera temblar de emoción, que le causase espectativas, que le diese ganas de seguir viviendo por algo, y no por el mero hecho de vivir.
La chica siempre había sido una persona pasiva, que ignoraba al mundo, y lo veía como una mera espectadora que contempla una obra de teatro sin ser participe, como si esa cuarta pared invisible que separa a los actores del publico nunca se rompiera, pero ese chico, en a penas tres días, había roto esa cuarta pared a golpes, y esta se había roto cono un frágil cristal blanco, desapareciendo entre esquirlas de luz que la habían herido con su brillo, deformando el puzzle, creando un laberinto, un laberinto que ella quería recorrer, ya había tomado la mano que el chico, actor de la vida, le tendía para subir al escenario. Era momento de hacerse actriz, actriz de si misma.
Esos pensamientos aunados en a penas un instante, colapsaron a la vez, cuando el compositor la acercó hacia él y alzó su barbilla con suavidad poniendo su dedo indice bajo su barbilla. La respiracion de la chica le tembló mientras, casi sin darse cuenta, empezaba a ponerse de puntillas. Los ojos del joven la tenían hipnotizada, tan azules, tan claros, tan brillantes y sinceros... Estuvieron a escasos milimetros durante unos instantes, unos instantes eternos y fugaces que, de algun modo, la conectaban más a él que el mismo beso. Era como un preludio, suave, ligeramente irritante por estar tan cerca y tan lejos, dulce, ese momento que una vez pasa, no se recupera, ese instante que siempre queda en la memoria, más profundamente enterrado que el propio beso.
Con las mejillas teñidas de rosa profundo, finalmente, se cerró la distancia, con ojos cerrados, regresó esa sensación cálida en el pecho, ese sentimiento de que el corazón iba a estallarle, la cabeza embotada, los labios tibios la cercania, un sentimiento de plenitud, semejante a... a nada, era imposible, simplemente, se cerraba el circulo. Era sencillamente como si esos labios, esos brazos y esas caricias hubieran debido estar sobre ella toda su vida. y que, si no hubiera encontrado a Bethlem, lo hubiera estado buscando eternamente.
Se separó con suavidad, y, en lugar de, simplemente retirarse, subió un poco más y beso la mejilla del chico para, despues, ponerse sobre sus pies, con una mano sobre los labios y, la otra, sobre el corazón del chico, que parecí latir acelerado, pero, posiblemente, fuera el de la joven. ¿Qué debería decir en ese momento? Se sentía completamente muda, las mejillas, ardiendo, la piel erizada y los labios, era como si le picasen, añorando el contacto de los del chico. ¿Estaría bien eso? ¿Sería adecuado? Si alguien se enterase, ¿sería escandaloso? Probablemente, pero no podía evitar lo que sentía, lo que la llevaba a esos impulsos, lo que la hacía actuar como una niña, como una loca, como una persona y no una cuerpo sin alma. No podía, ni quería, evitar los latidos de su corazón, que la llamaba a gritos de felicidad cada vez que estaba junto a Bethlem.
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Aquel instante antes del beso, había sido mil veces más intenso que el propio beso en sí, quizá por la atracción que sentían ambos jóvenes sin saberlo, sin buscarla en realidad. Aunque no sería del todo cierto la afirmación de que el beso no fue intenso, puesto que Bethlem lo sintió más intenso que ninguno de los besos que había dado a lo largo de su vida, y probablemente aquella intensidad se había visto intensificada por la corta distancia que les había separado segundos antes, pidiendo a gritos que los labios de ambos se juntasen.
Bethlem sintió aquel cálido beso en la mejilla después del intenso momento anterior. El joven observó a Beatrice con una interesante mezcla de sentimientos. Se sentía eufórico, como un joven que da un beso por primera vez. Al mismo tiempo estaba emocionado, por comprobar que a ella le había gustado, y en ese mismo momento, se sintió encantado por la dulzura con la que Beatrice trataba de retener aquel beso en sus labios.
-¿Funciona?.-Preguntó el chico en un susurro con la voz algo ronca refiriéndose al dulce gesto que le tenía hipnotizado.
En un suave gesto el chico apartó un mechón de pelo del rostro de Beatrice, sin poder borrar la sonrisa que se dibujaba en sus labios invariablemente cada vez que la miraba. Poco a poco fue deslizando la mano que seguía posada en su cintura, con la intención de apartarla de ahí pero sin querer hacerlo, tal y como Beatrice había hecho unos instantes antes con la mano que había posado en su mejilla.
El joven sabía y no sabía qué hacer al mismo tiempo, suponía que ciertas cosas podían desconcertar a Beatrice, y era algo que quería evitar, porque ante todo le preocupaba la comodidad de la chica. Al mismo tiempo sentía una necesidad imperante de volver a abrazarla, y en ese abrazo buscar de nuevo aquellos labios tan dulces e inocentes.
Bethlem se quedó observándola, sin apartar del todo la mano de su cintura. Era absolutamente hermosa, sus ojos eran de un azul muy cálido, y contenían una mirada dulce y inocente, tan inocente como la persona que los poesía. "Los ojos son el reflejo del alma" por primera vez Bethlem comprendió aquella frase, y pudo comprobar que era absolutamente cierta.
Bethlem sintió aquel cálido beso en la mejilla después del intenso momento anterior. El joven observó a Beatrice con una interesante mezcla de sentimientos. Se sentía eufórico, como un joven que da un beso por primera vez. Al mismo tiempo estaba emocionado, por comprobar que a ella le había gustado, y en ese mismo momento, se sintió encantado por la dulzura con la que Beatrice trataba de retener aquel beso en sus labios.
-¿Funciona?.-Preguntó el chico en un susurro con la voz algo ronca refiriéndose al dulce gesto que le tenía hipnotizado.
En un suave gesto el chico apartó un mechón de pelo del rostro de Beatrice, sin poder borrar la sonrisa que se dibujaba en sus labios invariablemente cada vez que la miraba. Poco a poco fue deslizando la mano que seguía posada en su cintura, con la intención de apartarla de ahí pero sin querer hacerlo, tal y como Beatrice había hecho unos instantes antes con la mano que había posado en su mejilla.
El joven sabía y no sabía qué hacer al mismo tiempo, suponía que ciertas cosas podían desconcertar a Beatrice, y era algo que quería evitar, porque ante todo le preocupaba la comodidad de la chica. Al mismo tiempo sentía una necesidad imperante de volver a abrazarla, y en ese abrazo buscar de nuevo aquellos labios tan dulces e inocentes.
Bethlem se quedó observándola, sin apartar del todo la mano de su cintura. Era absolutamente hermosa, sus ojos eran de un azul muy cálido, y contenían una mirada dulce y inocente, tan inocente como la persona que los poesía. "Los ojos son el reflejo del alma" por primera vez Bethlem comprendió aquella frase, y pudo comprobar que era absolutamente cierta.
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Re: Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
Respirando hondo mirando al chico desde su escasa altura, aun con la mano sobre los labios, y con un más que evidente sonrojo, la chica bajó la cabeza, cerró los ojos y negó con la cabeza energicamente, respondiendo a la pregunta del joven. No, no funcionaba, la sensación del chico tan cerca de ella, de sus calidos labios sobre los de ella, la dulzura de su presencia, la calidez de su aliento.
No se podía mantener algo que es perfecto por su efimeridad, volvió a mirar al chico con las mejillas encendidas, y, cuando el soltó un poco su cintura ella apartó la mano de sus labios y tomó la del joven. Despacio, rozando primero la palma del chico, con suavidad, luego, sus dedos, poco a poco, para, finalmente, tomarla con delicadeza.
No se había atrevido a mirar al chico mientras hacía esos ligeros gestos con la mano, como rpobando hasta que punto podía llegar sin que el chico se apartase o se sintiera incomodo, tanto él, como ella. Estaba claro que no podía llegar al punto de la fantasma, eso era demasiado.... explosivo, que ella no haría nunca sin conocer bien a la persona y estar segura de sus sentimientos. Pero el compositor despertaba en ella una ternura, una calidez... que le cortaba el aliento.
Alzó la mirada sonrojada, de forma claramente timida y, con un leve susurro, mirandolo con ojos grandes, preguntó en un susurro:
- ¿Esto te molesta?.
Esperó la respuesta con las mejillas encendidas, sin poder apartar la mirada de esos ojos azules claros y sinceros que la miraban con ternura, Beatrice sentía que si se quedaba mirando sus ojos mucho tiempo, acabaría hundida en las profundidades de la mente del chico, tan hondas y esplendidas como el fondo del mar.
No se podía mantener algo que es perfecto por su efimeridad, volvió a mirar al chico con las mejillas encendidas, y, cuando el soltó un poco su cintura ella apartó la mano de sus labios y tomó la del joven. Despacio, rozando primero la palma del chico, con suavidad, luego, sus dedos, poco a poco, para, finalmente, tomarla con delicadeza.
No se había atrevido a mirar al chico mientras hacía esos ligeros gestos con la mano, como rpobando hasta que punto podía llegar sin que el chico se apartase o se sintiera incomodo, tanto él, como ella. Estaba claro que no podía llegar al punto de la fantasma, eso era demasiado.... explosivo, que ella no haría nunca sin conocer bien a la persona y estar segura de sus sentimientos. Pero el compositor despertaba en ella una ternura, una calidez... que le cortaba el aliento.
Alzó la mirada sonrojada, de forma claramente timida y, con un leve susurro, mirandolo con ojos grandes, preguntó en un susurro:
- ¿Esto te molesta?.
Esperó la respuesta con las mejillas encendidas, sin poder apartar la mirada de esos ojos azules claros y sinceros que la miraban con ternura, Beatrice sentía que si se quedaba mirando sus ojos mucho tiempo, acabaría hundida en las profundidades de la mente del chico, tan hondas y esplendidas como el fondo del mar.
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Re: Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro del joven, aquellos delicados gestos, aquella negación tan enérgica y tímida al mismo tiempo, aquella curiosidad avergonzada formaban parte de una joven hermosa, que hacía preguntarse al muchacho cómo no había cautivado ya un corazón como el suyo, y cómo era posible que ningún corazón hubiese hecho nada por cautivar el de Beatrice.
Bethlem sintió cómo la mano de la chica de ojos azules se posaba sobre la suya, y con la suavidad propia de una dama tomaba la suya. Ella no le miró durante el proceso, pero el si que lo hizo, quedándose quieto dejándose hacer, como sin querer asustarla. Una vez hubo terminado, Beatrice le miró con cierto temor el temor de haber molestado al joven que la observaba con una mezcla de asombro y tranquilidad.
¿Que si le molestaba? En absoluto, y para demostrarlo Bethlem negó suavemente con la cabeza mientras cerraba suavemente los dedos, atrapando los de Beatrice entre los suyos. El chico se quedó allí unos instantes, como si tratase de memorizar a la perfección aquella sensación que le transmitía tener los dedos entrelazados con los de Beatrice. Una vez pareció haberlo memorizado todo el joven decidió proponer algo.
-Yo... No soy un gran bailarín pero.- La miró a los ojos con una pequeña sonrisa.-¿Te gustaría bailar conmigo?.
Lo cierto era que era un pésimo bailarín, quizá se salvaba a la hora de bailar valses, por poder pensar los pasos, y por poder pensar para no pisar a la dama con la que bailaba. Quizá su fallo era pensar demasiado, pero solía ponerse nervioso. Era curioso cómo podía ser ágil para el resto de cosas, y cuando se trataba de bailar e convertía en la persona más torpe del planeta posiblemente.
El chico miró a Beatrice esperando su respuesta, fuera como fuese, trataría de ser lo menos torpe posible con ella. Por alguna razón quería bailar con ella, quizá porque así debían mantenerse cerca, quizá porque así podía seguir sintiendo su respiración en su pecho, y los latidos de su corazón, en sintonía con los suyos propios.
Bethlem sintió cómo la mano de la chica de ojos azules se posaba sobre la suya, y con la suavidad propia de una dama tomaba la suya. Ella no le miró durante el proceso, pero el si que lo hizo, quedándose quieto dejándose hacer, como sin querer asustarla. Una vez hubo terminado, Beatrice le miró con cierto temor el temor de haber molestado al joven que la observaba con una mezcla de asombro y tranquilidad.
¿Que si le molestaba? En absoluto, y para demostrarlo Bethlem negó suavemente con la cabeza mientras cerraba suavemente los dedos, atrapando los de Beatrice entre los suyos. El chico se quedó allí unos instantes, como si tratase de memorizar a la perfección aquella sensación que le transmitía tener los dedos entrelazados con los de Beatrice. Una vez pareció haberlo memorizado todo el joven decidió proponer algo.
-Yo... No soy un gran bailarín pero.- La miró a los ojos con una pequeña sonrisa.-¿Te gustaría bailar conmigo?.
Lo cierto era que era un pésimo bailarín, quizá se salvaba a la hora de bailar valses, por poder pensar los pasos, y por poder pensar para no pisar a la dama con la que bailaba. Quizá su fallo era pensar demasiado, pero solía ponerse nervioso. Era curioso cómo podía ser ágil para el resto de cosas, y cuando se trataba de bailar e convertía en la persona más torpe del planeta posiblemente.
El chico miró a Beatrice esperando su respuesta, fuera como fuese, trataría de ser lo menos torpe posible con ella. Por alguna razón quería bailar con ella, quizá porque así debían mantenerse cerca, quizá porque así podía seguir sintiendo su respiración en su pecho, y los latidos de su corazón, en sintonía con los suyos propios.
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Re: Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
La joven sonrio aun sonrojada cuando Bethlem negó con la cabeza ante su pregunta, y miró sus manos unidas cuando el chico entrelazo sus dedos con los suyos. Beatrice se mordió el labio saboreando la sensación de las manos unidas. Tenía las manos más grandes que ella, y tenía callos por los instrumentos, eso le hizo sonreir, se notaba que le apasionaba su trabajo, ella misma tenía un par de callosidades, nada atractivas en una dama, por tocar el violín en exceso.
¿Le molestaría eso al chico? Ta vez no, no parecía ni haberse dado cuenta. oyó la propuesta de bailar del chico y sonrió con ternura, y mejillas sonrojadas, era la primera vez que le hacía ilusión que la invitaran a bailar. ¿De verdad quería bailar con ella? Si era cierto a la chica no le importaba ni siquiera que no hubiese música. Si poder controlar su lengua accedió de inmediato:
- Si es contigo, lo que sea.- se sonrojó al darse cuenta de ese despiste descontrolado.- es... decir... que... que si quieres puedo enseñarte... a bailar... es decir... m... eh... los brazos, los brazos... han de ir así.- intentó cambiar de tema empezando las explicaciones. Colocó sus brazos esperando a que el chico la imitase y, después dió un paso al frente, sonrojada, poniendo su mano sobre la del chico, y alzando la vista para mirarlo a los ojos.- ahora... das un paso al frente con la pierna derecha y empezamos el paso básico...- susurró avergonzada, esperando que el chico comenzase a guiarla.
Estar tan cerca del joven la ponía nerviosa, sus cuerpos llegaban a rozarse, podía sentir el calor de él mezclandose con el suyo, respiró hondo calmando los latidos de su corazón, sin lograrlo, notar el aroma a madera y barniz del chico, fruto de su contacto con los instrumentos, la ponía nerviosa, su respiración tan cerca de ella, y el latido de su corazón, se sentía avergonzada, pero le encantaba esa sensación de nervios, de piel erizada, las respiraciones mezclandose, pero tenía muy claro, más cristalino que el agua, que no se sentiría a gusto si eso sucediera con cualquier otra persona, solo con Bethlem.
¿Le molestaría eso al chico? Ta vez no, no parecía ni haberse dado cuenta. oyó la propuesta de bailar del chico y sonrió con ternura, y mejillas sonrojadas, era la primera vez que le hacía ilusión que la invitaran a bailar. ¿De verdad quería bailar con ella? Si era cierto a la chica no le importaba ni siquiera que no hubiese música. Si poder controlar su lengua accedió de inmediato:
- Si es contigo, lo que sea.- se sonrojó al darse cuenta de ese despiste descontrolado.- es... decir... que... que si quieres puedo enseñarte... a bailar... es decir... m... eh... los brazos, los brazos... han de ir así.- intentó cambiar de tema empezando las explicaciones. Colocó sus brazos esperando a que el chico la imitase y, después dió un paso al frente, sonrojada, poniendo su mano sobre la del chico, y alzando la vista para mirarlo a los ojos.- ahora... das un paso al frente con la pierna derecha y empezamos el paso básico...- susurró avergonzada, esperando que el chico comenzase a guiarla.
Estar tan cerca del joven la ponía nerviosa, sus cuerpos llegaban a rozarse, podía sentir el calor de él mezclandose con el suyo, respiró hondo calmando los latidos de su corazón, sin lograrlo, notar el aroma a madera y barniz del chico, fruto de su contacto con los instrumentos, la ponía nerviosa, su respiración tan cerca de ella, y el latido de su corazón, se sentía avergonzada, pero le encantaba esa sensación de nervios, de piel erizada, las respiraciones mezclandose, pero tenía muy claro, más cristalino que el agua, que no se sentiría a gusto si eso sucediera con cualquier otra persona, solo con Bethlem.
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Re: Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
Bethlem observó con cariño la ternura con la que sonreía Beatrice. Aquella ternura era la que estaba robando su corazón a pasos agigantados, al igual que ese tímido sonrojo que tantas veces había visto, y que jamás se cansaría de ver.
No pudo evitar sonreí suavemente al escuchar aquellas palabras. ¿De verdad había escuchado a la tímida Beatrice decir aquello?. Podría haber sido algo travieso, y haber insistido en aquello, pero simplemente lo dejó pasar, puesto que vio cómo los nervios empezaban a reflejarse en las rosadas mejillas de la violinista. El joven siguió las indicaciones que recibía. Bethlem decidió concentrarse, lo último que quería era pisarla... Mostrar lo torpe que realmente era.
Desde fuera se podría haber dicho que al joven le preocupaba algo, porque su rostro se había tornado serio, pero realmente todos sus pensamientos se estaban centrando en sus propios movimientos. Realmente se concentraba tanto por otro motivo, y era que tener tan cerca a Beatrice, el sentir su respiración, oler su cabello... Todas aquellas cosas anegaban sus sentidos, por eso quería concentrarse, porque cuando se centraba en Beatrice todo lo demás desaparecía.
Durante unos instantes parecía que la cosa marchaba bien, hasta que Bethlem fijó su mirada en los ojos de la joven, aquellos ojos nerviosos llenos de ternura, aquellos ojos de un azul precioso. Bethlem sintió como si todo se parase de golpe, aunque como realmente no se había parado nada, se acabó tropezando con torpeza. Soltó a Beatrice, para no hacerla caer con él al suelo.
No pudo evitar sonreí suavemente al escuchar aquellas palabras. ¿De verdad había escuchado a la tímida Beatrice decir aquello?. Podría haber sido algo travieso, y haber insistido en aquello, pero simplemente lo dejó pasar, puesto que vio cómo los nervios empezaban a reflejarse en las rosadas mejillas de la violinista. El joven siguió las indicaciones que recibía. Bethlem decidió concentrarse, lo último que quería era pisarla... Mostrar lo torpe que realmente era.
Desde fuera se podría haber dicho que al joven le preocupaba algo, porque su rostro se había tornado serio, pero realmente todos sus pensamientos se estaban centrando en sus propios movimientos. Realmente se concentraba tanto por otro motivo, y era que tener tan cerca a Beatrice, el sentir su respiración, oler su cabello... Todas aquellas cosas anegaban sus sentidos, por eso quería concentrarse, porque cuando se centraba en Beatrice todo lo demás desaparecía.
Durante unos instantes parecía que la cosa marchaba bien, hasta que Bethlem fijó su mirada en los ojos de la joven, aquellos ojos nerviosos llenos de ternura, aquellos ojos de un azul precioso. Bethlem sintió como si todo se parase de golpe, aunque como realmente no se había parado nada, se acabó tropezando con torpeza. Soltó a Beatrice, para no hacerla caer con él al suelo.
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Re: Sin duda haces mi vida más interesante [Beatrice Delteira]
El rostro serio del chico la hizo sonreír, era tan dulce, que hacía que el corazón de la joven se acelerase, era curioso que siendo tan... diferentes, por decirlo de algún modo, Beatrice sintiera que en el fondo eran muy similares. No era solo que se le acelerase el pulso, era que, a pesar de los nervios, se sentía completamente cómoda a su lado, eso era algo que no se conseguía con facilidad.
Mientras seguía enseñando los pasos, intentaba no mirar al chico, su sonrojo ya estaba bastante patente como para, encima, concentrarse en el joven, aunque lo cierto es que no podía evitar mirar al joven de soslayo, entre giro y giro. Se dijo en que, aunque el chico estaba inseguro con los movimientos, se desenvolvía bastante bien, tenía movimientos fluidos y rítmicos, era lógico, siendo músico, grave sería no saber llevar un ritmo. Aunque, en este caso, imaginario. Tal vez no era un ritmo inexistente, tal ve, seguían el sonido del silencio, los galopes que entraban desde el exterior, los pasos de quienes andaban por los pasillos y el latir de sus corazones.
Aun se encontraban enganchados, bailando al son del silencio, cuando alguien llamó a la puerta. Beatrice se separó sonrojada, sintiendo que volvía a la realidad, bajando de una nube de ensoñaciones. En la puerta, asomado, esperaba el cochero, era un chico joven, nuevo, y aun no entendía como se suponía que podía tratar a Beatrice, aunque ella se lo había explicado ya dos veces.
- Miss Delteria, es hora de que vuelva a casa, su madre la espera.
- Ah... si, ahora mismo voy, ¿puedes esperarme fuera?- el joven asintió y salió cerrando la puerta, parecía incomodo, solo entonces la chica notó que no había soltado la mano de Bethlem.- lo... lo siento.- se disculpó avergonzada mientras soltaba sus manos, tal vez no le gustaba eso, aunque más íntimos eran los besos y ya le había dado dos.- Parece que he de marcharme.- murmuró sin querer irse realmente, miró al chico durante unos segundos que se le hicieron eternos, hasta que nuevos golpes sonaron en la puerta.
- Señorita- llamó el cochero nuevamente.
- Vo... Voy.- respondió despertando por segunda vez.- ah... debo... recoger...- guardó el violín en la funda con sumo cuidado y luego tomó la partitura del chico.- ¿puedo... puedo llevármela?- preguntó, cuando tuvo la respuesta, sonrió y se acercó al joven.- yo... ¿puedo volver a verte?
Tras esto, deseando que se reencontrasen pronto, poniéndose de puntillas besó fugazmente la mejilla del joven, en realidad, la comisura de sus labios, y se alejó corriendo. Al abrir la puerta, miró un instante al chico antes de, con una sonrisa soñadora, salir del teatro y cerrar la puerta con suavidad a sus espaldas. Abrazando la partitura contra su pecho, volvió a casa.
Mientras seguía enseñando los pasos, intentaba no mirar al chico, su sonrojo ya estaba bastante patente como para, encima, concentrarse en el joven, aunque lo cierto es que no podía evitar mirar al joven de soslayo, entre giro y giro. Se dijo en que, aunque el chico estaba inseguro con los movimientos, se desenvolvía bastante bien, tenía movimientos fluidos y rítmicos, era lógico, siendo músico, grave sería no saber llevar un ritmo. Aunque, en este caso, imaginario. Tal vez no era un ritmo inexistente, tal ve, seguían el sonido del silencio, los galopes que entraban desde el exterior, los pasos de quienes andaban por los pasillos y el latir de sus corazones.
Aun se encontraban enganchados, bailando al son del silencio, cuando alguien llamó a la puerta. Beatrice se separó sonrojada, sintiendo que volvía a la realidad, bajando de una nube de ensoñaciones. En la puerta, asomado, esperaba el cochero, era un chico joven, nuevo, y aun no entendía como se suponía que podía tratar a Beatrice, aunque ella se lo había explicado ya dos veces.
- Miss Delteria, es hora de que vuelva a casa, su madre la espera.
- Ah... si, ahora mismo voy, ¿puedes esperarme fuera?- el joven asintió y salió cerrando la puerta, parecía incomodo, solo entonces la chica notó que no había soltado la mano de Bethlem.- lo... lo siento.- se disculpó avergonzada mientras soltaba sus manos, tal vez no le gustaba eso, aunque más íntimos eran los besos y ya le había dado dos.- Parece que he de marcharme.- murmuró sin querer irse realmente, miró al chico durante unos segundos que se le hicieron eternos, hasta que nuevos golpes sonaron en la puerta.
- Señorita- llamó el cochero nuevamente.
- Vo... Voy.- respondió despertando por segunda vez.- ah... debo... recoger...- guardó el violín en la funda con sumo cuidado y luego tomó la partitura del chico.- ¿puedo... puedo llevármela?- preguntó, cuando tuvo la respuesta, sonrió y se acercó al joven.- yo... ¿puedo volver a verte?
Tras esto, deseando que se reencontrasen pronto, poniéndose de puntillas besó fugazmente la mejilla del joven, en realidad, la comisura de sus labios, y se alejó corriendo. Al abrir la puerta, miró un instante al chico antes de, con una sonrisa soñadora, salir del teatro y cerrar la puerta con suavidad a sus espaldas. Abrazando la partitura contra su pecho, volvió a casa.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/04/2015
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